La agricultura en Uruguay: su trayectoria y consecuencias

II Simposio Nacional de Agricultura La agricultura en Uruguay: su trayectoria y consecuencias O. Ernst1; G. Siri-Prieto1 INTRODUCCIÓN Es posible pen

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II Simposio Nacional de Agricultura

La agricultura en Uruguay: su trayectoria y consecuencias O. Ernst1; G. Siri-Prieto1

INTRODUCCIÓN Es posible pensar en la sustitución de muchos recursos actualmente utilizables, como el petróleo, pero difícilmente se logre prescindir del consumo de productos agrícolas naturales. Esto implica que la agricultura es una actividad que seguirá existiendo, por lo que la sostenibilidad de los sistemas de producción y sus tecnologías asociadas es un punto central de la discusión. El desarrollo sostenible es un concepto teórico, que en la práctica implica evaluar una iniciativa con relación a objetivos predefinidos. Es aquel que satisface las necesidades de la presente generación, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas (informe Brundtland, WCED, 1987). Puede considerarse como un proceso de cambio en el cual el uso de los recursos, las inversiones, el desarrollo tecnológico y los cambios institucionales son consistentes con la satisfacción de necesidades presentes y futuras. El concepto ha evolucionados pasando desde la mera evaluación de la capacidad del sistema de producción para retornar a su condición original después de un disturbio de la década de 1970, a la aceptada en el Siglo XXI: sustentabilidad es la capacidad de la empresa rural para sostener en armonía sus objetivos productivos, económicos y ambientales, y garantizar un compromiso activo con la sociedad.

Según la Declaración de Río (1992) el concepto incluye tres aspectos: Ecológicos: mantener las características esenciales del sistema para asegurar su supervivencia en el largo plazo. Económicos: proporcionar ingresos suficientes para garantizar la continuidad del manejo sostenible de los recursos. Sociales: los beneficios y costos, derivados del funcionamiento, deben distribuirse equitativamente en la sociedad. Una de las dificultades que tiene abordar la discusión sobre la sostenibilidad de un proceso como el que actualmente afecta a los sistemas de producción agropecuarios y al agrícola en particular, es definir el nivel jerárquico en el que se lo discute y evalúa. El significado de sustentabilidad cambia a través de distintas escalas geográficas: potrero, predio, ecosistema, eco-región, país, continente. A medida que ascendemos en la escala geográfica, el concepto de sustentabilidad, como paradigma socioeconómico, crece en importancia a expensas del concepto de sustentabilidad como propiedad del ecosistema. Mientras que a nivel de un potrero el objetivo podría ser mantener las propiedades edáficas, a nivel de un predio se incorpora sostener la performance biológica y económica del sistema de producción. A escalas de región o país, la sustentabilidad socio-económico se privilegia, sobre todo en los niveles de decisión

1

Ings. Agrs. Departamento de Producción Vegetal- EEMAC-Facultad de Agronomía. Correo electrónico: [email protected]

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política, y a escala global, se otorga una alta importancia relativa, por ejemplo, a la emisión de gases causantes del efecto invernadero.

INDICADORES QUE EVALÚAN LA TRAYECTORIA La evaluación de la sustentabilidad de un sistema de producción, permite analizar la tendencia que siguen los indicadores definidos y tomar decisiones en base a ellos, de manera de corregir las tendencias negativas o transitar hacia un objetivo predefinido. De esta manera, la sostenibilidad se relaciona con las denominadas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), que pueden definirse como «hacer las cosas bien, incorporando permanentemente la mejor tecnología disponible para el logro de los objetivos» y que por lo tanto, se modifican de manera permanente. Definidas así, se relacionan con el concepto de «proceso de mejora continua». Para que el cambio a implementar sea definido como más sustentable que el sistema o manejo inmediato anterior, debería evaluarse con una serie de indicadores que permitan valorar si: • Mantiene o aumenta los niveles productivos actuales. (Productividad). • Reduce el nivel de riesgo (Seguridad). • Protege la calidad y el potencial de los recursos naturales, previniendo la degradación y contaminación del suelo, agua y aire (Protección). • Es económicamente viable (Viabilidad). • Es socialmente aceptable (Aceptabilidad). El punto es que todos los objetivos deben lograrse de manera simultánea, para lo cual es necesario dar una ponderación a cada uno, en función de la importancia que definimos que tiene lograrlos.

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Los indicadores de Productividad, Seguridad y Viabilidad son considerados individualmente cada vez que se evalúa el resultado de una zafra y/o se planifica la siguiente. Si muestran tendencias negativas, las medidas correctivas son implementadas relativamente rápido, por lo tanto, reciben una alta ponderación en las definiciones individuales. Los de protección, se han integrado en la discusión y en la implementación de algunas medidas tecnológicas. El énfasis está en aquellos indicadores relacionados a la protección de la calidad y potencial de producción del suelo, lo que tiene implícito una ponderación alta sobre su importancia relativa. No han recibido la misma atención la evolución de indicadores referidos a calidad de agua y aire. Los indicadores relacionados a la aceptabilidad, son menos discutidos en ámbitos cuyo objetivo está más relacionado a la productividad de los recursos tierra y capital de cada empresa que a los de tierra, capital y trabajo de una región o los del país. Discutir sobre la sostenibilidad de este proceso implica valorarlo con relación a un sistema alternativo definido como el objetivo, o a una situación anterior, definida como base. La valoración de los cambios operados en el sistema agrícola, seguramente será distinta sin el año base está definido por el sistema dominante a mediados del siglo pasado que si lo es el sistema pastura-cultivo sin laboreo de los años 1998 al 2000, o un sistema agrícola implementado entre los años 2002 al 2004.

Indicadores a escalas de país o región A principios de éste siglo, la superficie dedicada a la agricultura en secano no superaba las 350.000 ha y las existencias vacunas no llegaban a 14 millones de cabezas. En 2010 la superficie

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5500

GRANOS+DERIVADOS 17% 35%

Dólares (millones)

4500

3500

otros granos+derivados

2500

1500

madera carne+lana+leche

500

-500

Figura 1. Exportaciones agropecuarias y agroindustriales (millones de dólares) para el promedio del período 2000-2002 y para el año 2010 (Errea et al., 2011).

sembrada superó el millón de hectáreas y las existencias vacunas fueron de 13,4 millones de cabezas. Las exportaciones agropecuarias y agroindustriales pasaron de poco más de 1.300 millones de dólares a más de 4.400 millones de dólares (Figura 1). Las exportaciones crecieron un 242% con una tasa anual para el período del 15%. Las exportaciones de granos y derivados pasaron de representar el 17% de las exportaciones valoradas al 35%, superando por primera vez en la historia las exportaciones de carne vacuna. Se podría decir que Uruguay pasó de ser un país ganadero-agrícola a uno agrícola-ganadero, aun cuando las exportaciones de productos de origen animal pasaron de 914 millones de dólares a 2300 millones de dólares en el período. En el año 2000 Uruguay exportaba 76 U$S/ha y pasó a 265 U$S/ha en 2010. Para el caso de los granos y derivados, sólo el 35% de aumento se explica por incremento de producción y el 65% por mejora del precio. Algo similar sucede en los demás rubros, por lo que uno de los componentes importantes para definir la sostenibilidad o no del proceso y sus riesgos es el precio de

los productos. Como lo discute Vasallo (2011), la mejora del precio de la carne tiene un componente de desarrollo de mercados (libre de aftosa, libre de vaca loca, trazabilidad, etc.), mientras que en la agricultura sólo se está capitalizando una mejora de precios a nivel general. Una aproximación a los impactos de carácter social de éste proceso de mejora de la actividad agropecuaria general es presentado por Errea et al. (2011) (Figura 2). Entre 2000 y 2009 se registró un aumento de aproximadamente 29.000 trabajadores entre permanentes y zafarles. Como la cifra incluye sólo trabajadores formales, parte del incremento puede ser consecuencia de la formalización del trabajo y no un aumento real de puestos de trabajo, pero en todo caso ambos son indicadores positivos. El número de personas trabajando como patrones (unipersonal u otras formas) se redujo en un 1,6%, casi la misma magnitud que el número de empresas agropecuarias (1,5%). A su vez, surgieron en el período 1834 empresas de servicio que se suman a las 1110 ya existentes en el año 2000.

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Número de personas

25000

a

20000 15000 10000 5000 0 patrones

-5000

trabajadores trabajadores otros Empresas de permanentes zafrales trabajadores servicios

2000

b

70000

Número de personas

incremento al 2009 +17144

60000 50000 40000 30000 +3252

20000 10000

+7049

+1130

0 Forestación

Agricultura+ ganadería

Lechería

Granja

Figura 2. Variación en el número de personas en el sector agropecuario (promedios anuales) y empresas proveedoras de servicios al agro (a) y el número de personas por rubro (b) entre los años 2000 y 2009. (Elaborado con base Tommasino y Bruno, 2010 y Errea et al., 2011).

La mayor tasa de variación la presentó la forestación (+717%), pero el mayor número de personas incorporadas formalmente a la actividad agropecuaria lo hizo en la agricultura y ganadería. En el conjunto de la actividad, el número de trabajadores formales pasó de 68.115 en el año 2000 a 96.690 en el año 2009 (+42%). Si bien en términos absolutos y relativos el cambio es de importancia, sólo se incorporaron o formalizaron dos trabajadores directos cada 1.000 ha. Errea et al. (2011) cuantifican, además, el impacto en el empleo/desempleo y actividad económica del país y de regiones o Departamentos. Incluyen, además, una serie de indicadores relacio-

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nados al bienestar, como tenencia de automóviles, heladeras, televisores, servicio de internet y computadoras, el nivel de educación alcanzado y el salario, entre otros. En general todos muestran tendencias en el sentido deseado y son el resultado de externalidades positivas del aumento de la actividad agropecuaria. Vassallo (2011) en sus Conclusiones e interpretación sobre la Dinámica y competencia intrasectorial en el agro Uruguay 2000-2010, remarca que el PBI agropecuario creció 32% entre 2002 y 2009 y que, por primera vez en 150 años, es resultado de cambios que involucra simultáneamente a varios subsectores o cadenas; que incluye incor-

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poración de tecnologías, diferente cantidad y tipos de agentes participando, y una amplia inserción internacional. La dinámica ha generado una fuerte competencia intra e inter-sectorial por la tierra (batalla por la posesión de los RRNN) que elevó su precio y el de las rentas. El crecimiento en superficie de la agricultura y de la forestación de este siglo desplazó a otros rubros en una superficie estimada entre 1,3 y 1,4 millones de hectáreas. En respuesta a la competencia por tierra que la actividad agrícola impuso a través del pago de rentas altas, la lechería, la invernada, y la forestación respondieron aumentando la producción de la tierra disponible (factor limitante) para reducir el costo por unidad de producto y mantener competitividad internacional. La producción cárnica y la forestal desarrollaron, además, una estrategia para acceder a los mercados. Como contrapartida, la agricultura siguió un proceso de expansión sin aumento de producción por unidad de superficie, como el más puro commoditie y, por lo tanto, totalmente ligado a los precios internacionales. No es posible afirmar entonces con certeza si se corresponden a cambios coyunturales o

1940-1955 >1000000 ha sembradas > 20000 productores Estancamiento de rendimientos Erosión Pérdida de fertilidad Deterioro de prop. físicas

USO Y MANEJO DEL SUELO En la Figura 3 se esquematizan sobre una línea de tiempo, los principales cambios cuantificados en la agricultura de Uruguay. Hasta mediados del siglo pasado la agricultura se realizó dentro de lo que se puede definir como «agricultura continua con laboreo». Se caracterizaba por un estancamiento en los niveles de producción, con un rendimiento medio de trigo de menos de 1.000 kg/ha asociado, entre otras causas, al deterioro de la calidad del suelo producido por el propio sistema de producción y manejo del suelo. En las décadas de 1970 y 1980 el esquema cambió a un sistema de rotación de cultivos con pasturas perennes sembradas. Este cambio estuvo asociado a una fuerte reducción del área sembrada (de más de 1.000.000 ha a menos de 700.000 ha), una fuerte reducción en el número de productores (de más de 20.000 a menos de 3.000 productores) y una regionalización de la

Agricultura-pastura sin laboreo

Fertilización Agricultura continua con laboreo

tendencias más consolidadas. Y en todo caso, ¿por cuánto tiempo?

Agricultura-pastura con laboreo 1970-1980

< 700000 ha sembradas < 3000 productores Rendimiento * 2,5 Control de erosión Mejora de fertilidad Mejora de prop. Físicas REGIONALIZACION

1990-2002

< 500000 ha sembradas 1000000 ha sembradas 4500 productores 213 con 75% sup 3500 con 5% sup Rendimiento ¿? Erosión ¿? Fertilidad ¿? Físicas ¿? EXPANSIÓN 100 kg N /ha herbicidas Fungicidas insecticidas

40 kg N/ha 40 kg N /ha

Figura 3. Representación esquemática de los cambios en el uso y manejo de suelos en la agricultura de secano de Uruguay y de algunos indicadores que los caracterizan.

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superficie sembrada. La agricultura se localizó en el litoral sur-oeste, y el esquema de producción permitió reducir las pérdidas de suelo por erosión y mejorar la calidad del suelo deteriorada en la tapa anterior. Este cambio, entre otros, permitió más que duplicar los rendimientos del cultivo tomado como referencia al trigo, el que pasó de menos de 1.000 kg/ha a 2.500 kg/ha. El período siguiente (1990-2002) se caracterizó por la adopción de la siembra sin laboreo, lo que permitió reducir aún más los riesgos de erosión del suelo y pérdida de productividad. El esquema general siguió siendo agrícola-ganadero en rotación y regionalizado. El rendimiento medio de trigo alcanzó, en ese período, los 3.000 kg/ha si no se consideran los bajos rendimientos determinados por los problemas sanitarios y climáticos de los años 2001 y 2002. Nuevamente, el número de productores se redujo y la superficie sembrada llegó a los mínimos registrados desde 1950. A partir del 2002 la agricultura en Uruguay se ha intensificado y expandido. La superficie afectada a la producción de cultivos anuales crece continuamente, lo que resulta de dos procesos: Intensificación en el área agrícola tradicional (Litoral Oeste), y expansión hacia nuevas zonas. Por un lado, se sustituyó el sistema de rotación de cultivos y pasturas tradicional en el Litoral Oeste, por un sistema agrícola y por otro, se incorporaron nuevas zonas con potencial agrícola, tradicionalmente ganaderas. El primer proceso desplazó al sistema tradicional de producción agrícola-ganadero por un sistema de agricultura continua realizado en un 90% de la superficie, sin laboreo. El segundo, sustituye el sistema ganadero sobre campo natural, por el mismo sistema de cultivo y manejo del suelo que en el Litoral Oeste. No existe información precisa sobre cuánto del crecimiento reciente se realizó sustituyendo efectivamente al cam-

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po natural y cuánto fue una recolonización de áreas ya afectadas a la agricultura en fases expansivas anteriores, y que al momento de su reingreso eran situaciones de muy baja productividad. Como sistema de producción es más semejante al de medidos del siglo pasado (agricultura continua) pero sin laboreo, ya no está regionalizado y, si bien no se registran incrementos en los rendimientos, no debe dejar de señalarse que, a diferencia de lo ocurrido en periodos anteriores, esto ocurre en un proceso de expansión de la superficie sembrada. El número de productores está en el mínimo histórico a pesar de que la mayoría de la superficie está sembrada por empresas que no existían en el 2002. Según estudios realizados en Facultad de Agronomía por Arbeletche y Carballo (2003), el cambio expulsó a la mayoría de los productores que eran caracterizados como «medianeros grandes» en el período anterior. A su vez, el 44% de los productores responsables de la superficie sembrada en el último período no existían en el 2005. En la parte inferior del esquema, se presentan los cambios en las cantidades medias de nitrógeno utilizadas para producir trigo, lo que refleja que el sistema de producción se hizo más dependiente del ingreso de insumos para sostener los rendimientos.

INTENSIFICACIÓN O EXPANSIÓN Un proceso de intensificación implica el agregado de cantidades crecientes de factores de producción (capital y trabajo) para obtener una mayor cantidad de producto por unidad de tierra. En la agricultura esto se puede lograr por aumento en la producción de un cultivo y/o produciendo más grano por unidad de tierra y tiempo con doble cultivo anual. En un proceso de expansión agrícola, el aumento de la producción de un predio, región o país, se logra básicamente por

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aumento de la superficie sembrada. La expansión fue el proceso dominante en los primeros años, pero todavía se mantiene, ya que la superficie sembrada continuó incrementándose y no hay un incremento de rendimiento de los cultivos más importantes (trigo y soja). Sin embargo, si se toma la evolución del número de cultivos/ha (superficie sembrada con cultivos de invierno más superficie sembrada con cultivos de verano/superficie destinada a la agricultura) del período 2000-2010 (DIEA, 2011), se podría decir que hay un proceso de intensificación que opera conjuntamente con el de expansión. Saavedra (2011) utilizando el cociente entre la suma de la producción de granos y la suma de la superficie sembrada muestra que el «rendimiento medio» pasó de algo más de 500 kg de grano/ha sembrada en 1908 a más de 2.500 kg de grano/ha sembrada en el 2010. Destaca que a partir de 1982 el cambio tecnológico «fabricó tierra» puesto que, para obtener la producción de 2010 con los 712 kg/ ha de 1908-1977 se hubieran precisado 5 millones de hectáreas adicionales. En ningún caso el indicador utilizado está abierto por zonas, pero es probable que sea el resultado de una mayor

intensificación en el Litoral Oeste y expansión en el centro y noreste. Como lo analiza Caviglia (2011) los sistemas agrícolas puros deberían transitar hacia lo que llama un proceso de «intensificación sustentable», que logre una alta eficiencia de la radiación y del agua como forma de aumentar la productividad del recurso suelo, reducir el riesgo de erosión y lograr el retorno de rastrojo necesario para definir un balance de carbono al menos neutro. En Uruguay, al igual que en la zona templada sub-húmeda de Argentina, la estrategia pasa por la implementación de secuencias de doble cultivo anual, con el rendimiento más alto posible. Esto permite plasmar en la realidad un componente de la intensificación, como lo es el uso más frecuente de la tierra. La producción media anual de grano, obtenida a partir de rendimientos del período 19932010, en un experimento de largo plazo instalado en la Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC), muestra que el doble cultivo anual trigo/soja logró una producción acumulada similar a un barbecho/maíz y trigo/soja-barbecho/ maíz, y que todas ellas superaron a barbecho/soja (Figura 4).

Producción de grano (kg/ha/año)

6500 6000 5500 5000 4500 4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0 barbecho/soja

barbecho/maíz

Trigo/soja

Trigo/soja bcho/maiz

Figura 4. Producción media anual de grano obtenida a partir de rendimientos logrados en un experimento de largo plazo (1993-2010). Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC), Paysandú. Doble cultivo anual: trigo/soja; un cultivo por año: barbecho/maíz y barbecho/soja; tres cultivos en dos años: trigo/soja-barbecho/maíz.

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Los resultados muestran el efecto positivo de la intensificación de la secuencia (barbecho/soja contra trigo/ soja) y del tipo de cultivo que la integra (barbecho/soja contra barbecho/maíz). A su vez, cuantifica el efecto negativo de un período de barbecho en una secuencia de mayor intensidad de uso del suelo (barbecho/maíz con un cultivo por año contra trigo/soja-barbecho/maíz con tres cultivos en dos años) que combina distintos cultivos. Si bien agronómicamente esta última opción es mejor porque contempla los problemas derivados de los monocultivos y da mayor oportunidad de cumplir con la secuencia dentro de las fechas previstas, no sembrar una estación de crecimiento significó perder la ventaja de productividad por incorporar un cultivo de mayor producción como maíz. La producción de biomasa a lo largo del año puede ser descripta por la siguiente ecuación: Producción de biomasa=RAFinc.x EI x EC Donde: RAFinc. radiación fotosintética activa incidente EI= eficiencia de intercepción EC= eficiencia de conversión Cuando se considera una rotación, la RAFinc. no es una variable de gran interés, es un valor dado, con una relativamente alta respetabilidad, que varía estacionalmente. La eficiencia de conversión resulta de interés para analizar la rotación ya que es modificada por del tipo de especies integrantes de la rotación (C3 o C4). Una vez elegido el cultivo depende en gran medida de factores relacionados a la estación de crecimiento como temperatura, estado fenológico del cultivo, y en menor medida de variables de manejo. Sin embargo, es altamente afectado por

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aquellos factores de producción que se ofrecen de manera deficiente, como la disponibilidad de nutrientes y agua. Es, por lo tanto, de interés cuando se pretende analizar la brecha entre las producción lograda y lo lograble con esa misma rotación y componentes y seguramente muy afectada por el potencial de producción del suelo. La eficiencia de intercepción de la RAFinc. está altamente condicionada por la secuencia e intensidad de cultivos dentro de la rotación y queda condicionada por la posibilidad real de concretar la propuesta todos los años dentro del plan establecido. Conceptualmente cada vez que llega RAFinc al suelo se pierde producción de biomasa por fallas en la EI. Por lo tanto, el tiempo en que el suelo está en barbecho, sin algo que esté creciendo, con baja población de plantas, con sobre-pastoreo, reduce la producción total de la rotación. Tomando como referencia la información presentada en la Figura 4, un cultivo al año cosecha entre el 50 y 60% de la radiación total, dos cultivos por año el 80% y 3 cultivos cada dos año en torno al 70%. La eficiencia de conversión aumenta con la intensidad de cultivo y con la sustitución de soja por maíz. Un análisis similar pude realizarse para la producción de grano o biomasa total en función de la disponibilidad de agua (Figura 5). Los resultados son equivalentes, mostrando la importancia que tiene la intensificación en el uso eficiente del agua precipitada. Quizás lo más llamativo es que en el mejor de los casos se estaría utilizando algo más del 50% de la lluvia promedio para la región. En tanto la eficiencia de uso de la lluvia cuantificada como producción de grano/mm utilizado, también es modificada por el tipo de cultivo que integra la rotación. La producción de grano pasa de 2 kg/mm a 9 kg/mm de lluvia para bar-

800

mm

60

eficiencia de uso

700

50

600 40

500

30

400 300

20

200 10

100 0

mm utilizados/mm precipitación anual (%)

uso de agua (mm año-1)

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0

Figura 5. Consumo de agua estimada y eficiencia de captura de la lluvia para la producción media anual de grano obtenida a partir de rendimientos logrados en un experimento de largo plazo (19932010). Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC), Paysandú. Doble cultivo anual: trigo/soja; un cultivo por año: barbecho/maíz y barbecho/soja; tres cultivos en dos años: trigo/ soja-barbecho/maíz. (Estimado utilizando el programa AGROECO-INDEX 2009, en base a Viglizzo et al., 2006).

becho/soja y trigo/soja-barbecho/maíz, respectivamente. En el Cuadro 1 se presenta la superficie sembrada en Uruguay en la zafra 2010 con cultivos de verano de estación completa (cultivo de primera) y en doble cultivo anual (cultivo de segunda). Todos los cultivos de verano tienen en torno al 40% de la superficie sembrada en un esquema de doble cultivo anual, lo cual debe considerarse como positivo. Sin embargo, también es cierto que se sembraron unas 690.000 ha con cultivos de primera y, dentro de estos, más de 400.000 ha fueron con soja.

El 66% de esta superficie se sembró sobre soja del año anterior y el 28% sobre rastrojos de maíz y sorgo (Figura 6) y, por lo tanto, no tuvieron cultivo en el invierno anterior. No es posible discriminar entre antecesores de cultivos de verano de primera o de segunda, pero probablemente abunden éstos últimos. En el período 2002-2005, claramente dominado por un proceso de expansión agrícola, la superficie sembrada con soja de primera era de algo más de 150.000 ha, lo cual implicó un debate profundo sobre las implicancias en el

Cuadro 1. Superficie sembrada (miles de hectáreas) con soja, maíz y sorgo como cultivo de estación completa (cultivo de primera) o en doble cultivo anual (cultivo de segunda). (Elaborado a partir de encuestas de la DIEA, 2010).

Soja

Maíz

Sorgo

Cultivo de primera

594

68

26

Cultivo de segunda

413

37

23

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Soja/barbecho/soja Otros/barbecho/soja Sorgo+Maiz/barbecho/soja Pradera-soja

Figura 6. Proporción de los cultivos de soja de estación completa de la zafra 2010 sembrados sobre distintos cultivos antecesores. (Elaborado a partir de encuestas de la DIEA).

riesgo de erosión hídrica y pérdida de fertilidad del suelo. La intensificación del uso del suelo fue una de las variables propuestas para mitigar los efectos negativos. Si bien es cierto que esto se implementó, en términos absolutos hay más superficie expuesta a estos procesos hoy, que hace siete años. En esta superficie existe una pérdida de eficiencia en el uso de los recursos: radiación, agua y nutrientes disponibles. El primero no tiene un costo cuantificable; la baja eficiencia de captura de agua y nutrientes tienen un impacto negativo por lo que implican en el riesgo de erosión y contaminación. Los tres son pérdidas no productivas de recursos que reducen el retorno de carbono al sistema. Nuevamente, la situación seguramente no es igual al comparar el litoral sur y oeste con el centro y noreste, pero no hay información disponible para cuantificarla.

INTENSIFICACIÓN, PRODUCTIVIDAD Y SOSTENIBILIDAD La preocupación sobre la sostenibilidad de la agricultura ya no radica sobre si se laborea o no, sino sobre la rotación de cultivos, sus tecnologías asocia-

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das y el impacto que esto tiene sobre el agroecosistema. Los principales riesgos del crecimiento agrícola actual, están asociados a la forma en el que se combinan los cultivos dentro de la rotación y sus consecuencias sobre la erosión, deterioro de la calidad del suelo y el riesgo de contaminación por uso de agroquímicos. No es objetivo de este artículo discutir sobre cómo definir buenas prácticas agrícolas (BPA) tendientes a reducir el riesgo de erosión, ni sobre el riesgo de contaminación por el uso de agroquímicos asociados a la agricultura. Para el primero, la propuesta es que la planificación del uso y manejo del suelo de cada suelo dominante de un predio no determine un riesgo de pérdidas por erosión superior al establecido como tolerable. La herramienta para ello está disponible en la página Web de la Facultad de Agronomía, (Modelo EROSION 5.91, García et al., 2007). Para el segundo, la decisión de aplicar un fungicida, herbicida o insecticida debe hacerse con el objetivo de proteger un rendimiento posible. Existen criterios definidos para establecer la necesidad o no de aplicarlos en función de la respuesta

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económica esperada que, en realidad, es la pérdida permisible de rendimiento producida por enfermedades, malezas e insectos en una situación dada. Con referencia a la calidad del suelo, el contenido de carbono orgánico del suelo (COS) es un atributo relevante porque, además de funcionar como reserva de nutrientes, define muchos de sus atributos físicos, químicos y biológicos. En los sistemas agrícolas de Uruguay el principal (único) ingreso de carbono al suelo es la fijación de carbono atmosférico (fotosíntesis). Por lo tanto, la capacidad de modificar el COS está relacionada con la producción de biomasa por unidad de superficie y la proporción de ella que es devuelta al sistema. Ghersa et al. (2000) utilizan la proporción de la producción primaria neta de carbono de un sistema que es dejada en el mismo, como un estimador del alimento disponible para construir materia orgánica en el suelo. El tipo y número de cultivos por año que integran la rotación, al igual que la producción y composición del forraje producido por las pasturas, definen la cantidad y calidad de los rastrojos y raíces que quedan en el suelo, o

sea, la producción primaria neta de carbono residual, PPNCr. Relacionándolo con lo discutido sobre captura y eficiencia de uso de radiación y agua, esto implica doble cultivo anual, sin limitantes nutricionales y cosechar lo máximo posible pero lo mínimo indispensable. El rendimiento lograble de cada cultivo integrante de la rotación, su índice de cosecha y la relación biomasa producida en raíces en relación a la biomasa aérea, definirán la PPNCr. En la Figura 7 se presenta el cambio en el COS entre el año 2001 y 2010, en un experimento de largo plazo, en el que se evalúa una secuencia de cultivos continuo sin laboreo, contra la misma secuencia en rotación con pasturas de dos o cuatro años. El balance de carbono resultó desde positivo hasta muy negativo, dependiendo del nivel inicial del período de estudio. Cuando el suelo tuvo una cantidad de COS menor a 45 Mg ha-1 el balance resultó neutro o levemente positivo. En tanto, con contenidos mayores, fue negativo. Por tanto, el balance de COS fue más negativo cuanto mayor fue la fertilidad inicial.

Variación de carbono orgánico del suelo (Mg ha-1)

4,0 2,0 0,0 0,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

-2,0 -4,0 -6,0 -8,0 -10,0

Carbono orgánico en el suelo (Mg ha-1)

Figura 7. Cambio en el contenido de carbono orgánico en una masa equivalente de suelo de 2,5 Mg en un experimento de largo plazo en la EEMAC, Paysandú (2001-2010).

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Por tamaño de las parcelas (10 x 50 m) y pendiente del terreno, se pueden descartar diferencias generadas por pérdidas de suelo y de fertilidad por erosión y, como los tratamientos son en siembra directa, tampoco se pueden atribuir a oxidación diferencial del COS por laboreo. En el Cuadro 2 se presenta el resultado del árbol de clasificación y regresión que describe la relación entre la diferencia de COS inicial y final con la PPNCr de los sistemas evaluados. Agricultura continua: trigo/soja-cebada/sorgo-barbecho/girasol. Agricultura/ pastura: Se evalúa la misma secuencia de cultivos en rotación con praderas cortas de trébol rojo y achicoria en proporción del tiempo en cultivo/pastura de 67/33 y praderas largas de festuca, trébol lanco y lotus en una relación tiempo en cultivo/pastura de 50/50. En las situaciones de mayor fertilidad inicial todos los manejos determinaron balance de COS negativo. Con menos de 52 Mg ha-1 de COS el balance fue cercano a la neutralidad en sistemas de agricultura continua que lograron producir más de 8.300 kg ha-1año-1 de PPN-

Cr. Un mayor COS inicial está asociado a mayor pérdida de C por mineralización. Como no existió relación entre el SOC inicial y la PPNC, los resultados permiten plantear la hipótesis de que en los suelos más fértiles no se logró producir el mínimo retorno necesario para mantener el COS inicial en los sistemas de agricultura continua. Esto es lo mismo que decir que es necesario incrementar los rendimientos de los cultivos para lograr la PPNCr necesaria. En el caso de las rotaciones con pasturas, la producción acumulada de los cultivos es menor que en la agricultura continua por diferencia en la intensidad de cultivos de la rotación. Como consecuencia, el balance de COS estuvo determinado por la proporción de la PPNCr producido por las pasturas. Al ser estas pastoreadas, la mayoría del retorno es producido por raíces. Como la producción de raíces está estimada a partir de la producción de biomasa aérea, la proporción del retorno se explica por dos componentes: producción por superficie y duración de la fase pastura. Para el caso del experimento analizado, la PPNCr producido por pasturas

Cuadro 2. Balance de carbono orgánico de una masa de suelo de 2,5 Mg ha-1 según rotación y producción de rastrojos en un experimento de largo plazo en la EEMAC, Paysandú (2001-2010).

Rotación COS inicial (Mg ha-1)

Todas

>52

160

Agricultura/pastura

< 52

> 60, 3

< 60,3 con menos del 40% explicado por rastrojo de praderas

< 60,3 con más del 40% explicado por rastrojo de praderas

-4,2

, -1.1

, -1.1

, +0.95

-0,45

, -0.12

, -0.12

, +0.1

Retorno de rastrojo (Mg ha-1) Balance neto de COS (Mg ha-1 ) 2010-2001 Balance anual (Mg ha-1 año -1)

Agricultura continua

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6000 5000 4000 RC

3000

RL 2000

AC

1000 0 Trigo

Soja

Cebada

Sorgo

Barbecho Girasol

Figura 8. Producción media de grano de los cultivos para el período 2001- 2010 en la secuencia trigo/soja- cebada/sorgo- barbecho/girasol en agricultura continua (AC), rotando con pastura larga (RL) o pastura corta (RC). Nota: los cultivos aparecen en el orden en el que se integran en la secuencia.

fue mayor al 40% sólo en las praderas largas, es decir, en relación de tiempo en pastura/cultivo de 50%. En las pasturas de corta duración (relación 67/33), el balance de COS fue definido por la producción de la fase cultivos. Estos resultados fueron generados con los cultivos y rendimiento medios del período presentados en la Figura 8. No hubo diferencias significativas en el rendimiento medio de los cultivos entre los sistemas evaluados. A su vez, salvo para soja de segunda, los rendimientos individuales fueron buenos. La rotación incluye cinco cultivos en tres años, pero puede dividirse en dos periodos, uno de dos años con una intensidad de dos cultivos por año y otro de un año con un cultivo. En el primero, la producción media de grano fue de aproximadamente 6.500 kg ha-1 y en el segundo de solo 2.000 kg ha -1, por lo que tiene una relativamente alta responsabilidad en la productividad promedio de la rotación. Cambiando el cultivo y/o produciendo durante el barbecho invernal, se podría mejorar la PPNCr.

CAPACIDAD DE USO DEL SUELO Y SOSTENIBILIDAD Uruguay tiene 4,5 millones de hectáreas con capacidad de uso agrícola media a alta, de las cuales 2 millones se las califica como alta. Sin embargo hay que relativizar estos valores al menos a los siguientes aspectos: 1. No están todas juntas, por lo que no hay una «zona núcleo». 2. No implica que no tengan restricciones para ser incorporadas en esquemas de agricultura continua. Dentro de estas, el riesgo de erosión asociado a erodabilidad y pendiente son las más frecuentes. 3. No toda el área tiene aptitud para secuencias de doble cultivo anual, variable que como se discutió, tiene alto impacto en la PPNCr. En estos casos, la productividad de la rotación depende del comportamiento de un solo cultivo y se genera una ventana de tiempo con altas perdidas no productivas de agua y radiación.

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Un ejemplo puede ser el rendimiento medio esperado para combinaciones de trigo, soja y maíz en dos suelos del área agrícola del Litoral Oeste.Mientras que en un suelo profundo, la producción media esperada para la secuencia trigo/soja sería de 6.400 kg ha-1 año-1 , en un suelo superficial sería de menos de 4.500 kg ha-1 año-1. Para trigo/maíz sería de en torno a 8.000 kg ha-1 año-1 y menos de 6.000 kg ha -1 año -1 respectivamente. Con un solo cultivo al año, para barbecho/maíz por ejemplo, la producción media esperada sería de casi 8.000 kg ha-1 año-1 y en torno a 2.000 kg ha-1 año-1 en suelo profundo y superficial respectivamente (Mazzilli y Ernst, 2007). Estos suelos en su condición inicial tienen contenido de COS similares en los primeros 20 cm del perfil, por lo que la tasa de deterioro será diferencial. Cuando a la diferencia en el rendimiento lograble se suman las restricciones mencionadas en el punto anterior, la erosión es la responsable principal del deterioro de la capacidad productiva del suelo.

COMENTARIOS FINALES En lo que va del Siglo XXI la agricultura y la forestación desplazaron en partes casi iguales a otras producciones en una superficie en torno a 1,3-1,4 millones de hectáreas. Los indicadores de la marcha de la economía y el impacto en el trabajo y la calidad de vida muestran evoluciones positivas. Sin embargo, la producción agrícola ha crecido en un esquema de expansión, sin cambios en la producción de cada cultivo, con un número muy bajo de empresas productoras, con alta extranjerización de la tierra, con aplicación de paquetes de tecnologías de insumos homogéneos en grandes zonas heterogéneas en recursos y rendimientos logrables. Como consecuencia, es altamente dependiente de que se mantengan las relaciones de precios actuales. Modificar esta tendencia

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es la clave para lograr un país productivo sostenible. Para ello será necesario recorrer un camino de intensificación que, además de la creciente adopción del doble cultivo anual y la incipiente incorporación de cultivos de cobertura en los tiempos de barbecho que lo permitan, logre aumentos de producción de cada cultivo individualmente. Y para que esto sea posible, la coherencia entre la capacidad de uso de un suelo y el esquema productivo implementado, es una de las variables de alto impacto sobre la sostenibilidad del sistema cuantificada por la evolución en el contenido de COS. Este nuevo paso en intensificación supone el desafío de mantener la producción global en menos superficie afectada a la agricultura. Para ello será necesario implementar tecnologías y control de procesos de difícil aplicación cuando la estrategia es crecer en superficie. Habrá que imaginar sistemas de producción alternativos, con más trabajo y menos recetas. No se analizó la tenencia de la tierra como problema, aunque sin dudas es un aspecto estructural de la agricultura actual. Sin embargo, la agricultura en Uruguay se realizó mayoritariamente en tenencia provisoria por lo menos desde la segunda mitad del siglo pasado. La diferencia es que el régimen dominante era la aparcería, por lo que coexistieron agricultor y ganadero en una sociedad «simbiótica». La predominancia actual de la renta de la tierra por corto plazo, en general atada a kilos de soja, transformó a ganaderos en agricultores sin sembrar, que tienen en la renta de la tierra su principal (único) ingreso. La combinación de un proceso de crecimiento por «extensificación», la relación con la tierra y el valor de la renta de la tierra, tiene implícita la falta de compromiso con la sostenibilidad del sistema de producción en su término amplio.

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BIBLOGRAFÍA ARBELETCHE, P.; CARBALLO, C. 2003. Dinámica agrícola y cambios en el paisaje. Cangüe 29. CAVIGLIA, O.; NOVELLI, L. 2011. Intensificación agrícola: un enfoque a nivel de sistema para mejorar la eficiencia en el uso de recursos y nutrientes, y la sustentabilidad ambiental. En: García, F. O. La nutrición de cultivos integrada al sistema de producción. International Plant Nutrition Institute. pp. 35-42. DIEA. 2010. Encuesta Agrícola Primavera 2010. Dirección de Investigaciones Económicas Agropecuarias. Disponible en http:// w w w. m g a p . g u b . u y / p o r ta l / hgxpp001.aspx?7,5,114,O,S,0,MNU;E;31;2;MNU; , 18/08/2011. ERREA, E.; PEYROU, J.; SECCO, J.; SOUTO, G. 2011. Transformaciones en el agro uruguayo. Nuevas instituciones empresariales. Universidad Católica. Facultad de Ciencias Empresariales. Montevideo. Uruguay.

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