Varesi, Gastón Angel
La Argentina neoliberal. Acciones estatales y clase dominante: Del modelo de la convertibilidad al modelo productivo-exportador Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en Sociología Director: Viguera, Anibal Omar Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concreción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Cita sugerida Varesi, G. A. (2007) La Argentina neoliberal. Acciones estatales y clase dominante: Del modelo de la convertibilidad al modelo productivo-exportador [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.612/te.612.pdf Licenciamiento
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA TRABAJO FINAL
La Argentina Neoliberal. Acciones estatales y clase dominante: del modelo de la Convertibilidad al modelo Productivo-exportador
Alumno: Gastón Ángel Varesi Legajo: 67202/5 Correo electrónico:
[email protected] Director: Aníbal Viguera Fecha: 3/12/2007
Abstract
El trabajo final analiza la instauración y desarrollo del neoliberalismo en Argentina a partir de la interacción entre los actores de clase dominante y las acciones desplegadas por el Estado. Efectuamos análisis de las principales fracciones del capital, pensando sus estrategias a partir de la posición ocupada en la estructura socio-económica, tensada por una particular correlación de fuerzas. Observamos las acciones estatales atendiendo a las que representaban mayor incidencia en la interacción entre la esfera política y la socio-económica, centrándonos en las políticas económicas, y cómo en una interacción compleja con los actores de clase iban dando lugar a la construcción de “reglas de juego”, de patrones que reglamentaban esas interacciones al tiempo que eran producto de las mismas. Indagamos cómo estas interacciones y las reglas de juego emergentes iban dando lugar a distintos modelos dentro del modo de acumulación neoliberal. Así buscamos detectar el desarrollo de distintos momentos de la acción de los actores de la clase dominante: un momento de convergencia donde primaban la confluencia entre los principales actores, y un momento de divergencia, donde destacaba la disputa de intereses y se abría un escenario de luchas interburguesas. Estos se articulaban complejamente con otros momentos de la acción estatal: un momento de la gestión, donde la gobernabilidad aparece estable, y momento de intervención fuerte, donde el Estado debe desarrollar un rol activo para incidir en las reglas de juego y en las relaciones de clase. Desde esta perspectiva realizamos un breve recorrido que buscaba dar cuenta de la instauración del neoliberalismo en Argentina, iniciado con el golpe de Estado de 1976 y deteniéndonos particularmente en el modelo de la convertibilidad, de modo de abstraer un esquema del “neoliberalismo real” para contrastarlo con el modelo post-convertibilidad, con
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el fin de analizar sus rupturas y continuidades, concentrando el análisis de la clase dominante y las acciones estatales durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Términos Claves: acciones estatales, clase dominante, neoliberalismo, estructura, correlación de fuerzas.
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Índice
I.
Introducción: Apuntes sobre teoría social....................................................5
II.
La instauración del neoliberalismo en Argentina. El modelo de la Convertibilidad como momento particular............................................................................19
III.
De la unidad de intereses a la puja interburguesa. Las estrategias de las fracciones burguesas y la salida de la Convertibilidad.................................................38
IV.
El modelo productivo-exportador. Rupturas y continuidades.....................52
V.
Conclusiones...............................................................................................111
VI.
Bibliografía.................................................................................................124
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I. Introducción: Apuntes sobre teoría social.
Problema y preguntas de investigación
El presente trabajo se propone hacer foco en un proceso de re-estructuración de la sociedad argentina que ha venido teniendo lugar en los últimos treinta años de nuestra historia y que se refiere a la instauración del Neoliberalismo. La propuesta es indagar acerca de la relación entre actores de clase, específicamente las fracciones burguesas, y las acciones desplegadas por el Estado, particularmente sus políticas económicas. El proceso señalado será abordado en general desde el comienzo de su instauración, poniéndose mayor énfasis en el análisis del modelo de la Convertibilidad de los 90, y en particular, en el modelo productivoexportador de dólar alto que se impone tras la crisis del 2001. De este modo, intentaremos construir un esquema que abstraiga las principales características, o pilares, del “neoliberalismo real” en la Argentina para luego contrastarlo comparativamente con el modelo productivo-exportador desplegado a partir del 2002, haciendo especial hincapié en el gobierno de Néstor Kirchner, con el fin de observar las continuidades y rupturas pertinentes. Observaremos la agencia de las clases dominantes en Argentina que en su despliegue estratégico logran hacerse, en complejas relaciones con los acciones estatales, actores fundamentales “en la capacidad de producción de la sociedad por ella misma” 1 , es decir, actores que rigen la historicidad de nuestra sociedad. Esta perspectiva debe ser comprendida a partir del despliegue conflictual de acciones sociales que conceptualizaremos, tomando las categorías habermasianas, como acción teleológica instrumental y estratégica. Este tipo de acción social será rediseñada en su especificidad para adecuarse por un lado a la acción 1
Touraine, Alain. “La Producción de la Sociedad”. 1973. México, IISUNAM, 1995. Pág. 11.
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desplegada por las fracciones burguesas y por otro lado, a la acción desplegada por el Estado. Esto implica pensar la configuración y reconfiguración de las relaciones que se gestan en la interacción, en el proceso que analizaremos, entre dos esferas, una socio-económica y otra política, atendiendo a la tensión acción social/orden social, introduciéndonos en los debates de la Sociología contemporánea para construir una posición particular, sintética y diferenciada, considerada como pertinente para el abordaje del problema de investigación planteado. Pensar estas relaciones en el marco del kirchnerismo, observando continuidades y rupturas, nos compele a pensar el proyecto expresado por el gobierno de Kirchner en discusión con todo el proceso anterior, observando las modificaciones en la estructura así como en la correlación de fuerzas al interior de la clase dominante y su interacción con las acciones desplegadas desde el Estado. Por esto vemos la necesidad de desentrañar las estrategias y formas de implementación del neoliberalismo en Argentina, haciendo un breve pasaje por la “herencia” dejada por la dictadura, el gobierno de Alfonsín, para detenernos con más profundidad en el modelo de la Convertibilidad. Decidimos hacer un análisis más minucioso de este modelo ya que, por un lado, representa un momento hegemónico de las clases dominantes en la consecución de los consensos necesarios para la implementación de las reformas estructurales de corte neoliberal en la Argentina, y por otro lado, porque el modelo de la Convertibilidad marca con mayor claridad, el abandono por parte del Partido Justicialista de su modelo histórico ligado al acuerdo tripartito de Estado-sindicatosempresarios, desarrollo del mercado interno, proteccionismo, derechos sociales, y demás características vinculadas al modo de acumulación populista 2 , ligado a la Industrialización por Sustitución de Importaciones. Es necesario aclarar que si bien el plano de análisis se sitúa en la dimensión nacional, refiere a procesos generales de carácter global.
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Tomamos la distinción del populismo en sus acepciones distintas de modo de acumulación y de prácticas políticas de Viguera, Anibal “Populismo y Neopopulismo en América Latina”. Revista Mexicana de Sociología, 1/1993.
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El recorrido de la investigación será el siguiente: en primer término, construir un marco teórico adecuado a partir de la teoría sociológica contemporánea con el objetivo de indagar acerca de la instauración de las reformas estructurales neoliberales en la Argentina teniendo como marco el proceso más amplio insinuado por vez primera en el Rodrigazo y desarrollado por el golpe de estado de 1976, y como momento específico el modelo de la Convertibilidad. Seguidamente, indagar acerca del desempeño económico de este modelo, su desarrollo y límites para: a) abstraer las características del “neoliberalismo realmente existente” en nuestro país y contrastarlo con el modelo productivo-exportador de dólar alto de la era Duhalde-Kirchner, y b) realizar un análisis de clase acerca de las estrategias de las distintas fracciones burguesas en Argentina, atendiendo a las acciones sociales desplegadas por las mismas, con el objetivo de permitir un abordaje más claro de la estructura de clase que sustenta el actual modelo económico. Estos dos puntos nos llevarán a reflexionar acerca de las siguientes preguntas ¿es el kirchnerismo un proyecto político que sostiene en su modelo económico y social los rasgos estructurales del neoliberalismo o representa un momento de ruptura con el mismo? ¿qué continuidades y qué rupturas podemos detectar? ¿qué intereses representa este modelo? ¿estamos frente a una salida de corte popular o frente a un momento de resolución de las disputas dentro de la clase dominante y su nuevo acomodamiento de fuerzas?
Construyendo la red conceptual.
Definido el problema y las preguntas que guiarán la investigación, y antes de abordar descriptivamente el proceso de instauración del neoliberalismo en Argentina, es conveniente detenernos a explicitar la red conceptual a partir de la cual el mismo será abordado. Esto implica construir un esquema conceptual que se propone como “adecuado” para la indagación
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de este problema particular, pero que, como toda construcción teórica, estará íntimamente relacionado con la elaboración y reelaboración de los datos, en su relación epistemológicamente interactiva. La instauración del Neoliberalismo en la Argentina será pensada como un momento de producción de la sociedad. Esto implica rescatar el concepto de historicidad desarrollado por Alain Touraine, para hacer foco en las acciones sociales de los actores de clase que expresarán capacidad rectora de esta historicidad. Retomar este concepto nos permitirá hacer foco en los elementos dinámicos de la reconfiguración estructural que viene teniendo la sociedad argentina y que en esta investigación serán percibidas a partir de las transformaciones en el modo de acumulación del capital. Este modo de acumulación debe ser conceptualmente diferenciado de los distintos “modelos” desplegados. El cambio del modo de acumulación representa una transformación estructural en las relaciones entre Estado, sociedad y mercado que configurará una relación social que llamaremos relación estructura/correlación de fuerzas. Es decir, que inaugura un proceso de cambio profundo en la correlación de fuerzas entre las clases, cuya posición en la estructura puede ser tomada horizontalmente en cuanto a la relación capital-trabajo y también en un sentido vertical, sectorial, respecto de la ubicación del área desde donde se despliegan las acciones sociales, lo cual nos permitirá observar posiciones de las distintas fracciones de la clase burguesa, tales como la fracción financiera, fracción productiva-exportadora, etc., dependiendo de las modificaciones al interior de la relación mencionada. Estas posiciones no son inalterables, sino que se encuentran tensadas por la correlación de fuerzas, y en cuyo vínculo con la posición en la estructura podremos observar posiciones de dominación/subordinación. En la instauración del neoliberalismo veremos cómo la función del Estado se transforma, y en la interacción entre la esfera económica y la esfera política se instituyen nuevas “reglas de juego” que ordenan las posibilidades de acción de los distintos actores. De este modo se
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desarticulan todos los “compromisos” anteriores, dando lugar, a medida que se despliega el conflicto que origina el nuevo modo de acumulación y según cómo este se desarrolle, a una nueva estructura social tensada por una nueva correlación de fuerzas entre los actores de clase. En el caso de Argentina esto puede ser visto en el corte disruptivo con el que la dictadura militar de 1976 combinó la puesta en escena de un sistema de represión, tortura y desaparición que tendió a exterminar las organizaciones armadas de las clases subalternas, y desarticular sus organizaciones políticas y gremiales, rompiendo por la fuerza el poderío de los sindicatos. Esta acción estatal fue combinada con una serie de medidas político económicas que tendieron a generar un corte en las relaciones Estado-sociedad-mercado que caracterizaba el modo de acumulación anterior. Las relaciones entre capital y trabajo fueron drásticamente modificadas, concluyendo en la destrucción del “empate hegemónico” que caracterizaba el modo de acumulación anterior; éste encontraba en la clase trabajadora consumidora de los productos de la burguesía industrial mercado-internista que desplegaba sus acciones en el marco de reglas de juego caracterizadas por el proteccionismo, la regulación y la dirección del modo de acumulación por parte del Estado, que mediaba entre los actores de clase, conteniendo la puja distributiva y garantizando la realización del capital. Los modos de acumulación representan las relaciones básicas entre Estado, sociedad y mercado, y representan los límites de variación de la relación estructura/correlación de fuerzas, de la lucha de clases en una estructura social determinada. Los “modelos” representan distintas combinaciones dentro del marco de un modo de acumulación y son también cristalizaciones de los conflictos que van modelando la historicidad. Si bien representan cambios tanto de posiciones en la estructura como de correlación de fuerzas, así como en las acciones estatales, estas se producen dentro del patrón más general establecido en el modo de acumulación.
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El presente estudio se centra en la instauración y variaciones dentro de un mismo modo de acumulación: el neoliberal. En ese camino, intentaremos captar las relaciones complejas entre las acciones sociales de los actores de clase y las acciones estatales, más específicamente, en lo referente a las políticas económicas desplegada. Esta relación entre estrategias de clase y política económica será la clave teórica a partir de la cual pensaremos las rearticulaciones complejas conflictivas del surgimiento de este nuevo modo de acumulación que es expresión de modificaciones profundas en la correlación de fuerzas de las clase y actores políticos que llevarán a cabo la transformación de la estructura social. Las relaciones que buscamos analizar, no serán percibidas a partir de la “metáfora edilicia” del marxismo clásico, sino a partir de un modelo teórico que supone la diferenciación de esferas interdependientes pero con lógicas propias que entran en una interacción compleja que no puede ser explicada a partir de reduccionismos que vean en ellos meros reflejos. Esta perspectiva que ya aparece esbozada en Gramsci, (quien si bien mantiene como conceptos la relación estructura/superestructura los aleja del economicismo), ha sido profundizada ampliamente por los principales teóricos de la sociología contemporánea. Supone pensar que las acciones estatales no se acomodan simplemente a los designios de la clase dominante sino que son un factor activo y diferenciado 3 . Las esferas son las dimensiones propias de una acción determinada. Comprende un recorte analítico que vincula actores con algunas relaciones básicas: la esfera socio-económica vincula los actores en tanto clases con los medios de producción y la apropiación de la riqueza socialmente producida, en tanto que la esfera política, piensa a los actores (partidos, movimientos, etc.) vinculados a la disputa por el Estado, por su capacidad de legislación, ejecución y judicialización, por su
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Si esto no fuera así, sería imposible explicar el rol activo de las acciones estatales por ejemplo, en la Revolución Bolivariana en Venezuela, donde las relaciones complejas entre las clases y el Estado parecen señalar la importancia de las acciones estatales y su vinculación a las acciones de las clases subalternas en la transformación del modo de acumulación que pareciera estarse gestando.
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monopolio de la violencia legítima, etc. Tomamos estas dos esferas porque las entendemos como parte de la estrategia conceptual para dar cuenta del problema de investigación. Esto no implica que no puedan ser distinguidas otras esferas, en la sociología contemporánea se agrega, generalmente, al menos una más, vinculada a la cultura y la producción simbólica o de modelos éticos, etc.
Hablamos de actores, esto implica no ver en ellos meros padecedores del poder determinante de la estructura; implica entonces ver su capacidad de agencia, sus elementos dinámicos. ¿Pero de qué actores hablamos? En lo que respecta a la esfera económica estudiaremos actores de clase. El concepto de clase muestra entera vivacidad para explicar los problemas de investigación planteados. Nos permite aprehender la dinámica de la producción de la sociedad a partir del conflicto. Planteamos sumergirnos en esas clases para avizorar sus fracciones, compuestas en base a la similitud de posiciones y disposiciones en los distintos momentos fundamentales de la historicidad argentina. Pero no profundizaremos el análisis de todas las clases, sino de las clases rectoras de esa historicidad. Veremos como a partir del período que se abre en el Rodrigazo, pero que tiene su realización de primeras transformaciones profundas en la correlación de fuerzas y las posiciones en la estructura durante la dictadura militar, se destruye el “empate hegemónico” que caracterizaba el modo de acumulación anterior construyendo un nuevo escenario en Argentina. Para percibir este proceso e indagar su desarrollo el foco estará puesto en la clase dominante. Pero, ¿qué implicancias teóricas tiene hablar de clases? ¿qué decimos cuando decimos clase? Retomaremos la postura desarrollada por Pierre Bourdieu4 , que distingue las clases “lógicas” (las clases en el papel) de las clases “reales”, es decir, las que puedan ser
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Bourdieu, Pierre. “Espacio social y génesis de las clases”, en Sociología y Cultura. Grijalbo, México
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comprendidas analíticamente no sólo por su posición cercana en la estructura 5 (clases “lógicas”) sino las que construiremos a partir de las acciones efectivas que nos permitan visualizar la concreción dinámica de esos actores colectivos, entendidos como clases o sus fracciones. Esto tiene algunas implicancias teóricas relevantes: a) La centralidad del conflicto. Una clase comprendida como conjunto de fracciones que presentan distintos grados de conflicto y/o coincidencias entre sí como opuesta horizontalmente a otro conjunto de actores de clase, que en términos amplios será designado como clases subalternas, definidas por negación (o sea, todo lo que se excluye de la clase dominante), y dentro de estas, una clase particular, la clase trabajadora, entendida analíticamente como clase lógica y definida en términos amplios, como todo s aquellos que sólo tienen para vender su fuerza de trabajo, y en términos específicos como las distintas expresiones del trabajo asalariado. b) Estas clases subalternas y trabajadora aparecen como clases lógicas por dos razones. Primero por opción metodológica, en el sentido de que esta no es una investigación destinada a explicar las prácticas y estrategias, etc. de las clases subalternas sino que busca dar cuenta de la rearticulación de la relación estructura/correlación
de
fuerzas
en
base
a
las
relaciones
de
clase
dominante/Estado para preguntarse qué ocurre con todo esto durante el gobierno de Kirchner. Segundo, porque el desarrollo histórico argentino de los últimos treinta años permite afirmar que si buscamos un “sujeto” de la historia, un actor rector de la historicidad, esta es la clase burguesa en sus diversas fracciones. Esto no quiere decir “fin de la historia”, que no hay alternativa posible, y que las clases subalternas no “jueguen”, sino que lo hacen desde una posición fuertemente subordinada, incapaces (por ahora) de superar la fragmentación y hacerse de un 5
SI bien lo planteamos de esta manera para adecuarlo a nuestro marco teórico, vale aclarar que Bourdieu no habla se estructura sino de distintos campos.
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proyecto distintivo. Esta subordinación es el producto de cómo aconteció la historicidad misma, de cómo las clases dominantes lograron desarticular sindical, ideológica y políticamente a la clase trabajadora (otrora columna vertebral de los “compromisos” policlasistas del movimiento peronista en el modo de acumulación anterior, y poseedora de otras numerosas expresiones políticas con peso valorable, como el PC o el PRT-ERP) c) La distinción de las fracciones burguesas será construida a partir de dos factores: la coincidencia de posición y la coincidencia de acción en un momento determinado. No son fracciones fósiles, sino cristalizaciones conceptuales construidas a partir de recortes analíticos sincrónicos en el proceso de producción de la sociedad.
Establecemos, así, la conceptualización de los actores de clase en la esfera socioeconómica. Pero veremos también actores rectores de la historicidad en la esfera de la política. El recorte que se efectuará en este aspecto será el de actor gubernamental, es decir, aquel partido o grupo que dirige el gobierno. Pero este actor, no será analizado en sí, sino en relación. Esto quiere decir que no veremos, por ejemplo la composición de la cúpula militar o los cambios en la organización del PJ, sino principalmente sus políticas económicas y otras acciones determinantes (como por ejemplo, la represión de la dictadura), ya que estas expresan decisiones gubernamentales (que tipificaremos como uno de los aspectos de una acción estatal más amplia), con influencia concreta y directa con la esfera socio-económica.
Esta aclaración de pensar los actores “en relación”, vale también para el análisis de los actores de clase. En este caso no veremos la “biografía” de empresas determinadas, sino la dinámica macroeconómica que nos marque los espacios de interacción y confluencia, nunca
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lineal ni armónica, entre las esferas económico-social y política. Esto parte de la convicción de que la teoría social debe dar cuenta de las relaciones sociales. Desde Marx hasta Bourdieu o Touraine, y tantos otros, se ha venido planteando la siguiente posición: “lo real es relacional” y es tarea de la Sociología en particular, y de la teoría social en general, aproximarse creativamente a explicitar esas relaciones que no emergen ni claras, ni naturalmente en lo inmediato.
Si hablamos de actores, hablamos entonces de acción social. En la especificidad de nuestro problema de investigación deberemos dar cuenta de un tipo de acción social preponderante. En este sentido, lejos de tipificar todas las acciones sociales posibles, daremos cuenta de un tipo de acción que tiende a expandirse desde los inicios mismos de la sociedad burguesa. El mundo desencantado de Max Weber nos confronta hoy con la expansión de ese tipo de acción que denominó como “racional con arreglo a fines” y que sería recodificada por Jürgen Habermas como acción teleológica instrumental y estratégica 6 . Esta es una acción racional que es teleológica en tanto se orienta a fines, es instrumental en tanto piensa al ambiente como medio y es estratégica porque piensa a los otros actores también como medio para la consecución de ese fin. De este modo, al pensar a los otros actores como medio, esta acción es inherentemente conflictiva. Es racional en tanto plantea la elección del mejor medio para la obtención de ese fin. Este tipo de acción representa un tipo de razón: es la razón utilitaria que busca maximizar las preferencias, es la razón del occidente de la era burguesa. Este tipo de acción social será tomada en términos genéricos, en tanto se expresa como factor inherente a la lógica de acumulación más general de la relación social capital, pero en su tendencia a la expansión, muestra en el neoliberalismo capacidades de desprenderse de las regulaciones y restricciones que marcaban el equilibrio inestable de las relaciones clase en el 6
Habermas, Jürgen. “Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y racionalización social”. Madrid, Taurus, 1987.
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marco del empate hegemónico que caracterizó buena parte del modo de acumulación anterior. También veremos descender un nivel de generalidad en el uso del concepto de acción teleológica instrumental y estratégica, para abordar algunas especificidades de esta acción en las esferas particulares de análisis que abordaremos, la socio-económica y la política. Con respecto a la esfera socio-económica, pensaremos el despliegue de esta acción vinculado por un lado a la obtención de la máxima ganancia y por otro, a la posición que las fracciones de clase burguesas ocupan en la estructura. Por estructura entendemos las disposiciones objetivas de posiciones constituidas por y constituyentes de relaciones sociales generales, en el sentido de, posiciones constituidas horizontalmente en base a la relación capital/trabajo, y en forma vertical, según sus características sectoriales y que vinculado a la correlación de fuerzas (en la relación estructura/correlación de fuerzas) determinan las variaciones dentro de un modo de acumulación. Esta relación central en la esfera socioeconómica, la relación estructura/correlación de fuerzas, sumada a las reglas de juego establecidas en su interacción con la esfera política, determina las condiciones de ejercicio de la historicidad. Esta definición contiene en sí la noción de dualidad de la estructura 7 que Anthony Giddens formula a partir de la sentencia de Marx que señala que los hombres hacen la historia, pero en condiciones que ellos no eligen 8 . Dualidad de la estructura implica que la acción social constituye la estructura pero que es el medio mismo de esta constitución. En este sentido, planteamos la relación entre actores (clases)-producción de la sociedad (historicidad)estructura, cuyo aspecto fundamental al interior de la esfera socio-económica es la relación estructura/correlación de fuerzas, ya que permite pensar la acción social desplegada por los actores de clase en base a la posición ocupada en la estructura pero a su vez con capacidad de transformación de la estructura misma, estas modificaciones darán lugar a cambios en la disposición de posiciones que repercutirán a su vez en cambios en las acciones sociales, y así 7 8
Giddens, Anthony. “Las nuevas reglas del método sociológico” (1976). Buenos Aires, Amorrortu, 1987. Marx, Karl. “18 Brumario de Luis Bonaparte” (1869). Buenos Aires, Siglo Veintidós editora, 2000.
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sucesiva y dialécticamente; al tiempo que la correlación de fuerzas señalará la capacidad de modificación. Esta perspectiva teórica que plantea la recuperación del pensamiento dialéctico e histórico superando desviaciones “objetivistas” y “subjetivistas” de la acción y el orden social, nos permitirá observar la interacción social de forma dinámica atendiendo a posiciones y capacidad de agencia y a las transformaciones que producidas que darán lugar a nuevos escenarios.
En el análisis concreto de la historicidad argentina atenderemos, dos momentos que caracterizarán los distintos escenarios y que se presentan como cristalización o condensación de las tensiones expresadas en la relación estructura/correlación de fuerzas: el momento de la convergencia y el momento de la divergencia. El primero expresará la confluencia de intereses de las fracciones burguesas (o de algunas predominantes) en tornos a acuerdos de acción que analizaremos en sus casos particulares. El momento de la divergencia será el momento de la lucha interburguesa, el conflicto entre sus fracciones donde se atenderán también a las acciones desplegadas y a su resultante en términos de cambios en la estructura y la correlación de fuerzas.
Con respecto a la esfera política operaremos el análisis de modo diferente. No atenderemos a las posiciones ocupadas por las diferentes fuerzas políticas y sus relaciones de fuerzas, sino que observaremos la posición dominante en términos institucionales: el partido o fuerza principal gobernante. Esto implica, claro, una simplificación de la esfera política, ya que no enfoca (al menos como prioritario) las tensiones en su interior. Pero este recorte se orienta a pensar la acción social de la fuerza gobernante como acción estatal. Debido a la amplitud de acciones que despliega un Estado, enfocaremos principalmente a las políticas económicas. Esto se debe a que las políticas económicas representan las acciones estatales
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con íntima repercusión en la esfera socio-económica, en la construcción de las “reglas de juego”, que enmarcarán a su vez, el accionar de los actores de clase. También señalaremos otras acciones estatales de distinto signo pero que resaltaran con grandes implicancias en la interacción entre ambas esferas, tales como el sistema de represión y desaparición en la última dictadura y sus implicancias, por ejemplo, en modificar drásticamente la posición y las fuerzas correlacionadas de la clase trabajadora argentina. Acerca del análisis de la esfera política, podemos destacar dos formas de acción que se vinculan no sólo a la intensidad de la acción sino al estado cambiante en la esfera socioeconómica, y que configuran como dos momentos de la acción estatal: el momento de la gestión y el momento de intervención fuerte. Por supuesto, que gestión e intervención son dos características de toda acción estatal, pero nos referimos a su preponderancia en determinadas coyunturas político-económicas. El momento de la gestión se refiere al momento de gobernabilidad estable. Esto implica que se hayan impuesto ciertos patrones conductuales, ciertas “reglas de juego” que operen sin mayores amenazas en cuanto a convulsiones políticas y que se vinculen a una cristalización de la relación estructura/correlación de fuerzas en la esfera socio-económica. El segundo momento, el de intervención fuerte, refiere a momentos re-generativos de la interacción entre las esferas política y socio-económica, donde la acción estatal se plantea como decisiva en el reordenamiento y reconfiguración de las “reglas de juego”. En la presente investigación se abordará con mayor énfasis los momentos de intervención fuerte y sus relaciones con las transformaciones en la esfera socio-económica. Es por este motivo que partimos en la propuesta de marco conceptual hablando de historicidad, de la producción de la sociedad y no poniendo tanto énfasis en la reproducción social. Si bien ambas aparecen inscriptas en el concepto de dualidad de la estructura que recupera una mirada dialéctica, el foco en la producción social está explícitamente escogido porque
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evaluamos que la instauración del neoliberalismo en Argentina no fue una construcción lineal y evolutiva sino producto de cruentos conflictos de clases e intervenciones estatales fuertes. Al proponernos como objetivo poner en discusión este conjunto de relaciones sociales resumidas en la interacción entre las esferas económico-social y política durante el gobierno de Kirchner, buscaremos dar cuenta de los cambios en la relación estructura/correlación de fuerzas y sus vinculaciones con las acciones estatales, principalmente las políticas económicas formuladas por el gobierno en el marco del modelo productivo-exportador de dólar alto postConvertibilidad. El modelo de la Convertibilidad en los 90 será visto con mayor detenimiento ya que expresa el momento más acabado de realización de tendencias que ya se venían imponiendo, ya abruptamente, ya de manera sigilosa, desde la dictadura militar. Observaremos con mayor especificidad la acción estatal en cuanto a las políticas económicas generadas, en su momento de intervención fuerte inicial, atendiendo a la acción teleológica instrumental y estratégica de las fracciones burguesas y su pasaje desde la “comunidad de negocios” a la puja interburguesa en el ocaso de la Convertibilidad. Luego indagaremos acerca del momento de producción de la sociedad que enmarca el surgimiento del nuevo modelo productivo-exportador y nos abocaremos al análisis de su momento kirchnerista, para lo que realizaremos un contraste comparativo entre algunos de los pilares fundamentales del modo de acumulación neoliberal en su implementación histórica en Argentina, que llamaremos “neoliberalismo real”, y nos preguntaremos por las rupturas y continuidades observables en el nuevo modelo.
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II. La instauración del neoliberalismo en Argentina. El modelo de la Convertibilidad como momento particular.
El modelo de los 90 tiene como antecedentes, y posibilidad de existencia el proceso más amplio que parece tener un primer ensayo en el Rodrigazo y que se abre más claramente con el golpe de Estado de 1976 y sus implicancias en la desarticulación de las organizaciones de las clases subalternas a través del terrorismo de Estado en el marco del desarrollo de una “revancha clasista”. Así se avanzó en la apertura económica y el impulso al predominio de la valorización financiera y la instalación gradual del discurso privatista, en el marco de un progresivo endeudamiento público. Estos factores condujeron a un reacomodamiento de la correlación de fuerzas entre las distintas clases y fracciones en la Argentina, donde por un lado se opera el fortalecimiento del capital concentrado frente a la clase trabajadora, así como la preponderancia, en términos generales, de las ganancias financieras frente a las industriales en general, aunque dentro de los sectores productivos un núcleo de ellos lograrían consolidar su predominio frente a las pequeñas y medianas industrias, con menor margen de adaptarse al cambio en las reglas de juego. La noción de revancha clasista expresa un momento de convergencia de la clase dominante en Argentina para derrotar el poder de presión y de veto de la clase trabajadora. Distintas acciones de tipo teleológicas instrumental y estratégicas serían expresadas tanto desde el Estado como desde el gran empresariado para modificar la correlación de fuerzas, transformar la estructura (la disposición de posiciones) e instaurar nuevas reglas de juego.
El primer accionar que ya parecía asomar un nuevo proyecto de reestructuración política y económica se manifiesta fugazmente en el Rodrigazo. Este es el primer ejemplo que señala el advenimiento de un momento de intervención fuerte en la acción estatal. El 19
paquete de medidas impulsado por el gobierno de Isabel Perón y López Rega a través de su ministro de economía Celestino Rodrigo consistía en un aumento extremo de tarifas públicas que iban del 100% al 200%, una devaluación de la moneda de un 100%, al mismo tiempo que sugería limitar el aumento salarial a un 40%. Esta política económica, que generaría la primer hiperinflación de la historia argentina, puede comprenderse como un primer intento de modificar la alianza policlasista encarnada por el peronismo para dar lugar a una reconfiguración que tendría como puntal el cambio drástico de la política económica. El Rodrigazo es un intento de limitar el poder sindical y es también una señal para el acercamiento de posiciones del gobierno a los sectores más concentrados del capital y a las Fuerzas Armadas, cuyo papel se iba fortaleciendo en la denominada lucha contra la subversión. Sin embargo este programa no perduró, ya que fue derrotado por la movilización masiva de la clase trabajadora que culminara en el primer paro nacional llamado por la CGT contra un gobierno peronista. Serían necesario medidas más drásticas para desarmar el empate hegemónico que venía caracterizando el modo de acumulación por entonces vigente.
Con el golpe de Estado de 1976 llega a su esplendor este momento de intervención fuerte de la acción estatal. La implementación de un complejo sistema de represión basado en la tortura y la desaparición forzada de personas dirigida a desarticular las organizaciones de la clase trabajadora, destruir sus expresiones armadas y disciplinar mediante el terror al conjunto de las clases subalternas, se abrían condiciones propicias para comenzar con una profunda transformación de las bases económicas, políticas y sociales en las que se asentaba la sociedad argentina. Numerosos estudios corroboran la intensa colaboración de varias grandes empresas en la entrega de listas negras de los trabajadores comprometidos con actividades políticas y gremiales que luego serían desaparecidos, así como también brindar apoyo económico y logístico a las fuerzas militares para poder desempeñar en mejores
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condiciones su tareas de persecución y exterminio. Si hablamos de acciones teleológicas instrumentales y estratégicas para caracterizar el accionar del Estado y la clase dominante lo hacemos para señalar que la desaparición de 30.000 miembros de la clases subalternas no fue producto del “exceso” en la represión o de una “guerra” contra la guerrilla, sino que forma parte de un plan de transformación estructural, que evaluaba el despliegue de centenares de centros clandestinos, y el conjunto de dispositivos que componían el sistema de terrorismo de Estado, como una necesidad, como el “mejor medio” (o el único) para dar paso a nuevas relaciones entre Estado, sociedad y mercado. La convergencia entre Estado y los sectores más concentrados del capital no sólo se haría palpable en la represión de los trabajadores sino también en el despliegue de medidas de política económica, que tenderían al cambio de las reglas de juego y efectuarían transformaciones a nivel de la estructura. Así, la creciente reducción arancelaria a la importación (del 29 al 15% durante la dictadura) sumado a la liberalización financiera que impulsó la especulación y el proceso de valorización financiera, construyeron un panorama muy dificultoso para amplios sectores de las pequeñas y medianas industrias así como para grandes empresas independientes. La apertura comercial conllevó el avance de las importaciones que competían ahora contra algunos sectores de la producción nacional que, en el marco del aumento de las tasas de interés, tuvieron serios problemas para adaptarse, efectuando modificaciones en el proceso de industrialización en Argentina. Sin embargo, el sesgo desindustrializador de la política económica desempeñada por los gobiernos militares, producto del corte en el proceso de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), no se expresó en forma homogénea sobre todos los sectores industriales. Un conjunto de grandes empresas de capital local y extranjero que habían iniciado un proceso de integración y/o diversificación durante la segunda fase del modelo ISI, lograron no sólo mantener sus ganancias, sino que aumentarlas avanzando en el fortalecimiento de sus posiciones en el mercado. Esto se debe a diversas
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causas, de las cuales mencionaremos sólo algunas: el carácter integrado y/o diversificado 9 les permitió transferir ganancias entre las empresas del mismo consorcio, que según el vaivén de la política económica se vio mayormente afectada; también, el desarrollo de negocios en el mundo de las finanzas les garantizó un acceso privilegiado al crédito; y finalmente, la protección y promoción estatal de sus actividades principalmente en sus vinculaciones con lo que Ana Castellani llamó el complejo económico estatal privado, esto es el “conjunto de actividades desarrolladas por empresas públicas, privadas y mixtas que operan en las ramas más dinámicas de la industria, en el sector petrolero, en la construcción de obras públicas y en algunos servicios clave como la electricidad, la provisión de gas y las comunicaciones” 10 . Las vinculaciones preferenciales logradas por sectores empresarios en sus negocios con el Estado permitieron contextos privilegiados de acumulación favorecidos por el aumento de la inversión pública en obras de infraestructura, la política de privatización periférica que cedió a estos sectores del capital parte de las actividades empresariales del Estado y la promoción industrial a sectores vinculados con la industria militar. Vemos así como un cambio en la orientación de la acción estatal en un momento de intervención fuerte, y su vinculación interactiva con las acciones de los sectores más concentrados de las clases dominantes van dando lugar al cambio de la correlación de fuerzas, al tiempo que como expresión de este mismo cambio y de las modificaciones en las reglas de juego, se producen alteraciones en la estructura, entendida como disposición de posiciones. Este proceso parece corroborar el carácter dual de la estructura que enunciábamos previamente. De este modo encontramos que las fracciones burguesas con capacidad de diversificarse y/o integrarse, y a su vez tender lazos preferenciales con el Estado han logrado
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Cuando hablamos de integración y/o diversificación nos referimos a: la integración vertical (la expansión hacia otros niveles de la cadena productiva dentro de la misma rama), la integración horizontal (la expansión y fortalecimiento mediante la adquisición de empresas en el mismo rubro) y la diversificación (expansión hacia otras ramas de la industria o actividades empresariales) 10 Castellani, Ana. Gestión económica liberal-corporativa y transformaciones en el interior de los grandes agentes económicos de la Argentina durante la última dictadura militar. Pág. 194.
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fortalecer sus posiciones, absorbiendo también industrias menores incapaces de resistir el embate aperturista de la política económica del gobierno militar. Al tiempo que estas fracciones burguesas consolidaban su posición en el mercado, en un contexto que, debido a la liberalización financiera, la economía funcionaba con un aumento constante de la deuda pública, deuda que sería funcional al ciclo de valorización financiera basada en la ganancia especulativa producto del diferencial entre la tasa de interés interna y externa que dio lugar a la tristemente célebre “bicicleta financiera”, que impulsaba la fuga de capitales. La deuda privada según Aspiazu, Basualdo y Khavisse 11 , presenta un alto grado de concentración en un reducido número de operaciones (el 4,7% de las operaciones explican el 77,3% del valor de la deuda total contraída) generada principalmente por los grupos económicos de capital nacional y las transnacionales diversificadas y/o integradas. En sucesivas operaciones la dictadura estatizará esta deuda, que luego será una pesada carga en las cuentas públicas, representando un traspaso de ingresos del conjunto de las clases hacia los sectores más concentrados del capital. Este conjunto de políticas desarrollada por la dictadura se asientan principalmente en una fuerte transferencia de ingresos donde la principal perdedora es la clase trabajadora, que ve depreciarse su salario real en un contexto de aumento de la productividad y la duración de la jornada media de trabajo y en el marco de la represión a sus expresiones políticas y sociales.
Otro momento de singular importancia para comprender las condiciones en la que surge el modelo Convertibilidad es el efecto disciplinador de la crisis hiperinflacionaria en la década del ochenta, durante el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín (1983-1989). A diferencia de la revancha clasista que expresaba un momento de convergencia, la
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Azpiazu, Basualdo, Khavisse. El nuevo poder económico en la Argentina de los 80.
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hiperinflación puede ser entendida como un momento de divergencia, un producto de las disputas al interior de la clase dominante, en tanto la presión de las distintas fracciones burguesas por la apropiación del excedente y su derivación en las corridas cambiarias contra el austral efectuadas por algunas de estas fracciones, son ejercidas en un contexto internacional de crisis de la deuda y escasez y encarecimiento del crédito. En un modelo deuda-dependiente, los poseedores de divisas, el sector financiero nacional e internacional en su carácter de acreedores de la deuda, el sector agroexportador e industrial exportador, poseían un fuerte poder de presión sobre el gobierno. Así también, los grupos económicos locales y las empresas transnacionales diversificadas y/o integradas ejercían su influencia a través de los vínculos preferenciales que habían logrado construir con el Estado. En el marco de la disputa entre estas fracciones burguesas por el excedente económico y de la crisis de la deuda (Argentina declara la cesación de pagos en abril de 1988), los sectores exportadores y financieros desataron sucesivas corridas contra el austral 12 , que terminó por superar la capacidad de respuesta del Banco Central para mantener el precio de la moneda nacional, derivando en un proceso de devaluación profunda y constante. El dólar se tornó en el punto de referencia a partir del cual el empresariado reajustó constantemente los precios derivando en la hiperinflación, con sus efectos de caída del salario real y desbarajuste de las principales variables económicas. También la instalación gradual de las lecturas provenientes de las distintas fracciones de la clase dominante respecto de la crisis y la necesidad de rediseñar el papel del Estado y el mercado operaron como marco legitimador en una sociedad que presentaba un profundo rechazo a la inflación y su consecuente exigencia de estabilidad, y que arrastraba tras de sí los efectos desarticuladores de la revancha clasista a nivel político e ideológico. Estas lecturas señalan que la responsabilidad de la crisis deviene de un excesivo intervensionismo por parte 12
El austral fue la moneda argentina creada durante el gobierno de Alfonsín utilizada entre el 15 de junio de 1985 y el 31 de diciembre de 1991.
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de un Estado sobredimensionado en sus funciones y atributos, así como de su impronta proteccionista y la “rigidez” del mercado laboral. Las mismas fracciones que impulsaron en su disputa el proceso de crisis que combinaba devaluación constante de la moneda con hiperinflación, y que sirvió a estos actores de clase para apropiarse de una porción creciente de la riqueza socialmente, acordaron en la construcción de un diagnóstico que ya había sido impuesto durante la dictadura: la necesidad del abandono del “estado populista” y la profundización del libre mercado. Ya en las postrimerías del gobierno radical de Raúl Alfonsín, este asumiría las demandas aperturistas y privatizadoras pero en un contexto ya de incapacidad política de desarrollarla por la fuerte oposición política y sindical. Sin embargo, el gobierno justicialista entrante mostraría que por primera vez en la historia argentina los sectores más concentrados del capital lograban dar un vuelco profundo alcanzando la cooptación de los partidos más importantes. El PJ y la UCR serían en adelante la expresión y vía de desarrollo de los puntos centrales de las fracciones de la clase dominante en Argentina, estos actores de clase alcanzaban así su propia expresión política infundida de la legitimidad de la democracia parlamentaria.
Hasta el momento quedaban importantes tendencias instaladas, expresión de las transformaciones en el desarrollo de la historicidad: una regresiva distribución del ingreso, y su consiguiente aumento de la pobreza, la desocupación y subocupación, el endeudamiento público, la valorización financiera y la desindustrialización 13 , que se verían profundizadas con la instauración del modelo de la Convertibilidad durante el gobierno menemista. Este, tras haber asumido con su programa de “salariazo y revolución productiva”, impulsa decididamente una reestructuración integral de las relaciones entre el Estado, la sociedad y el mercado procurando disminuir las pugnas al interior de la clase dominante y proveer un plan 13
La desindustrialización aparecía como una tendencia parcial, ya que se consolidaba el sector productivo más concentrado (diversificado y/o integrado) con relaciones preferenciales con el Estado.
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que posibilite la confluencia de intereses tanto del capital concentrado local y extranjero como de los acreedores externos. Asistimos, de este modo, a un nuevo momento de convergencia en el plano de las relaciones estructura/correlación de fuerzas que va aunado a un momento de intervención fuerte de la acción estatal. Así se desarrollarían una serie de medidas que ofrecerían grandes negocios a las distintas fracciones del capital, adquiriendo, también, sintonía con las nuevas formas de acumulación a nivel global, instituyendo de esta manera un particular momento de convergencia que Eduardo Basualdo llama la “comunidad de negocios”. El modelo de los 90 se fundaría sobre consensos básicos del poder político con la clase dominante tales como la transferencia masiva de recursos del trabajo al capital, la “flexibilización” laboral, el desarrollo de una estructura impositiva ampliamente favorable a los sectores más concentrados del capital (a través, por ejemplo, de la disminución de los aportes patronales), la liberalización financiera que impulsaría tanto el ingreso de divisas para mantener la paridad cambiaria como su egreso en lo que implicaría una reactualización del ciclo de valorización financiera y la apertura comercial con la disminución arancelaria, manteniendo protegidos a ciertos sectores del capital concentrado local (como el automotriz), que también harían valer su posicionamiento en la negociación de la aplicación de las reducciones a los subsidios estatales a partir de la Ley de Emergencia económica. Para explicar el desempeño económico del modelo de los 90 abordaremos algunos aspectos centrales del mismo tales como la Convertibilidad, el impacto de las reformas estructurales neoliberales en el comportamiento de las distintas fracciones de la clase dominante, el papel de las privatizaciones, la valorización financiera, la deuda y el sector externo en general y el desempeño de las cuentas fiscales, el perfil industrial y el desempeño económico general en base a las fases expansivas y recesivas de la actividad económica.
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Podemos sostener la necesidad de diferenciar la Convertibilidad como medida monetaria-cambiaria del resto del programa neoliberal. Ya que la Convertibilidad como medida tendiente a la estabilización cambiaria no implicaba necesariamente las medidas de reforma estructural neoliberal, pero la asimilación de ambas en el discurso dominante favoreció a presentar dichas reformas como factores indisociables del combate a la inflación 14 . La Convertibilidad apuntó a generar confianza en la moneda nacional cortando el efecto “psicológico” de las corridas cambiarias al suplantar al austral por una nueva moneda convertible en dólares, fijando el tipo de cambio $1=u$s1 a partir de una ley así como el compromiso del gobierno a no emitir más moneda que la que pudiera respaldar con dólares en las reservas del Banco Central. En el mismo sentido de búsqueda de estabilización del índice de precios, se estableció dentro de la ley de Convertibilidad una cláusula de prohibición de las indexaciones. Si bien se logró desmantelar el mecanismo inflacionario de la pérdida de confianza en la moneda, sin embargo el paso del austral al peso (a 10.000 australes por peso) implicó una sobrevaluación del peso respecto al dólar que, en un marco de apertura externa y reducción arancelaria a las importaciones, habría de perjudicar la competitividad de la producción argentina de bienes transables. Otro factor relevante es que la Ley de Convertibilidad con la fijación del tipo de cambio implica para el gobierno dejar de contar con la posibilidad de ejercer libremente modificaciones en la política cambiaria y monetaria. Para mantener entonces el tipo de cambio, el gobierno se comprometió a respaldar la moneda nacional con dólares y en ese sentido, la economía contrajo una fuerte dependencia del ingreso de estas divisas. En el marco de la sobrevaluación del peso, y su impacto en la competitividad, sumada a la limitada evolución de las exportaciones, con un perfil primarizado, se recurrió constantemente al endeudamiento público con el fin de monetizar la economía. La balanza de pagos se convirtió en una de las cuentas más frágiles de la economía
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Notcheff, Hugo. La política económica en la Argentina de los 90. Una mirada de conjunto. Pág. 24.
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Argentina. En los primeros años del “modelo”, con el fin de satisfacer la demanda de la fracción de los acreedores externos y ganar la confianza del capital, el gobierno firmó el Plan Brady, en un programa más amplio de salvataje de la deuda. Este plan tenía como objetivo la reinserción de la Argentina en el mercado mundial de capitales. La deuda se renegocia a 30 años, con una pequeña quita de capital. También se produce un cambio en la estructura de la deuda, que se convierte en bonos que circulan libremente en el mercado internacional. En un contexto global distinto al de la década del 80, el gobierno puede acceder ahora al crédito para mantener el equilibrio en la balanza de pagos y también beneficiar a los acreedores externos, ya que la deuda deja de ser un pasivo incobrable. Otra medida que pretende dar respuesta a las necesidades de los acreedores, que profundizaremos más adelante, es la de permitir la capitalización de la deuda en la compra de las empresas públicas, recuperando el deprimido valor de la deuda en término del mercado, al reconocerse su valor nominal. El endeudamiento externo también estuvo al servicio de operaciones de valorización financiera realizadas por el sector privado relacionadas con la fuga de capitales. Como sostiene Eduardo Basualdo, “el crecimiento de la deuda privada es impulsado por las posibilidades de obtener una significativa renta financiera debido a que la tasa de interés interna supera a la vigente en términos internacionales” 15 . Así, el endeudamiento público se acrecienta para proveer las divisas necesarias a este ciclo de valorización financiera que se opera en el diferencial positivo entre las tasas de interés interna y externa y que culmina su ciclo fugándose al exterior, aumentando la vulnerabilidad externa de la economía. Es este un terreno propicio para el accionar de los llamados “fondos buitres”, inversiones volátiles de cartera a corto plazo, que presenta un capital líquido con tendencia a retirarse masivamente en un contexto de crisis. Un tipo de valorización financiera se verá también, en el accionar del capital concentrado local y su papel en las privatizaciones, que luego de participar en la 15
Basualdo, Eduardo. Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la década de los noventa. Pág. 69.
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adquisición de las empresas públicas y valorizarse internamente poniéndose a la cabeza del endeudamiento externo privado, vende su parte en las privatizadas para fugarse al exterior. Estos sucesos reflejan el cambio en la función del Estado en el nuevo modo de acumulación, y que se había ido profundizando desde la dictadura militar. Es un Estado cuyas acciones favorecerán a los sectores más concentrados del capital, es decir, a aquellos quienes ocupen las principales posiciones de dominación en la relación estructura/correlación de fuerzas, en detrimento de los otros actores de clase.
Las privatizaciones de las empresas públicas serán el principal incentivo para fundar este nuevo momento de convergencia en el que confluyen los intereses de las distintas fracciones de la clase dominante en la creación de la “comunidad de negocios” que lograra garantizar la “gobernabilidad” así como debilitar a los sectores subalternos limitando su presencia y capacidad de veto en las estructuras estatales. El proceso de privatizaciones se produce principalmente con la sanción de la Ley de Reforma del Estado (aunque ya se registraban experiencias de privatizaciones de sectores marginales de las empresas del Estado durante el gobierno militar y el radical). Las características propias de este proceso, como la permeabilidad al lobbying empresario y el establecimiento de patrimonios mínimos elevados que llevaron a la presentación de pocos oferentes en las licitaciones, generaron una fuerte concentración y centralización del capital y su reforzamiento en condiciones monopólicas u oligopólicas. La enajenación de los servicios y recursos estratégicos de la nación, dotó al capital concentrado local y extranjero, así como a los acreedores externos, posibilitados de capitalizar su deuda pagando con títulos de la misma, de un poder fundamental en la determinación de los precios relativos para el conjunto de la economía argentina. Estos factores sumados a la casi inexistencia de regulación pública y protección a los usuarios
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generó inmensas rentas de privilegio (ampliamente por encima del resto de los sectores del capital 16 ) en condiciones de mercado cautivo. La acción estatal jugó decididamente a favor de las principales fracciones de la clase dominante, al punto que el Estado mismo se encargó de aplicar fuertes aumentos tarifarios y expulsión masiva de mano de obra de las empresas públicas (a través de distintos mecanismos que engrosarían la deuda estatal) previo a su traspaso al capital privado con el fin de aumentar el atractivo de este negocio. Estos aumentos en las tarifas, que perjudican principalmente al conjunto de las clases subalternas, afecta la estructura de costos de los sectores de producción de bienes transables, que, sumado a la sobrevaluación del peso y la apertura económica, profundizaron el sesgo desindustrializador del modelo. A esto se le suma la tendencia de las privatizadas a comprar sus insumos a empresas vinculadas a sus propios consorcios, especialmente a través de importación, generando el desmantelamiento de numerosas unidades productivas tradicionalmente proveedores de las empresas públicas. Las superganancias de las privatizadas serían aseguradas también por una cláusula de indexación de las tarifas según la inflación de Estados Unidos, pese a la expresa prohibición de la misma por la Ley de Convertibilidad. También se recurrió constantemente a la renegociación de los contratos originales, en beneficio siempre de las empresas, como en los casos de exenciones en el pago del canon o modificación en los programas de inversiones. Con respecto al sesgo desindustrializador, no debe olvidarse que las principales fracciones productivas del capital también confluyó para fortalecer su posición en las privatizaciones, de modo que sus relaciones con el Estado (antes participando en distintos negocios con las empresas públicas estatales) no se terminaron sino que cambiaron de forma. Con respecto al impacto fiscal de las privatizaciones se debe tener en cuenta el efecto positivo en el corto plazo producto del ingreso de divisas por la venta de las empresas, la 16
Según D. Aspiazu y E. Basualdo, en Las privatizaciones en la Argentina, del total de las 200 firmas más grandes del país, las privatizadas (representando tan sólo un 13% de las mismas) generaron el 57% de las utilidades del conjunto de estas firmas.
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capitalización de títulos de la deuda pública y la eliminación del déficit producido por algunas de las empresas estatales, así como el ingreso de impuestos y pagos de canon por las privatizadas. En contraposición a esto, vale recalcar que el Estado dejó de percibir impuestos internos que se incluían en las tarifas, y que este también se hizo cargo tanto del endeudamiento de las empresas estatales como de los costos de la expulsión de mano de obra previa a las privatizaciones; también la situación irregular en la percepción del canon como el crecimiento de los subsidios a las privatizadas tuvieron efectos que deterioraron las cuentas públicas durante todo el período del modelo. El proceso privatizador está plagado de irregularidades, que aparecen como una muestra más de la firmeza y profundidad que caracterizaron las interacciones convergentes entre los actores dominantes en la esfera socio-económica y los actores dominantes en la esfera política. Por ejemplo, el caso de Aerolíneas Argentinas que permitió al consorcio que la adquirió endeudar a la empresa para comprarla, o el caso de la aprobación parlamentaria de la privatización del gas en la que uno de quienes levantó la mano para dar quórum no pertenecía a la cámara, así como el incumplimiento de las pautas de universalización de los servicios, la renegociación constante de las obligaciones en los contratos, la no traslación a las tarifas de las disminuciones impositivas, etc. mostrando una clara subordinación del poder político a la “comunidad de negocios” como momento de tregua de la clase dominante. Otro factor a destacar es que las empresas no arriesgaron capital propio a la hora de efectuar inversiones sino que apelaron al endeudamiento externo participando del ciclo de valorización financiera mencionado con anterioridad. Este endeudamiento no sólo se dirigió a inversiones sino también a la especulación financiera y la adquisición de otras empresas vinculadas para fortalecer su posición en el mercado. Otro aspecto del comportamiento de los grupos económicos respecto de las privatizadas ha sido la venta por parte de la fracción concentrada local, desde 1995, de su participación en dichas empresas en la búsqueda de
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realización de las ganancias patrimoniales efectuadas a partir de la subvaluación original de los activos privatizados y de las condiciones de alta rentabilidad, para destinar ese capital a la fuga al exterior y producción de bienes exportables basados en ventajas comparativas naturales. Esto redundó en un fuerte aumento de la participación del capital extranjero en el sector de servicios y bienes no transables con el consiguiente aumento de envíos de remesas al exterior profundizando los efectos negativos sobre la balanza de pagos, así como el envío a las casas matrices de “honorarios de administración”, ganancias encubiertas que se giran a empresas que controlan el consorcio de la privatizada, eludiendo el pago del impuesto a las ganancias 17 .
Debe destacarse que durante todo el período del modelo de los 90, en lo que refiere a los actores de la clase dominante, asistimos a un proceso de penetración creciente del capital extranjero, principalmente a través de la adquisición de empresas de capital nacional y de las empresas estatales consolidando la extranjerización del capital en Argentina. Estas empresas transnacionales que fueron consolidándose como actores de peso creciente en las principales posiciones de la estructura, tendieron a reinvertir escasamente sus utilidades y a remitirlas mayoritariamente al exterior, profundizando la vulnerabilidad externa del modelo. En el sector financiero esto fue facilitado por la modificación de la Ley de entidades financiera en 1994 que estableció dar igual tratamiento al capital extranjero y al capital nacional.
Otro elemento a evaluar es el impacto de las reformas neoliberales sobre las cuentas fiscales. Al respecto es necesario señalar el peso de una estructura impositiva de carácter profundamente regresiva, aumentando singularmente la presión fiscal sobre los sectores
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Borón, A. y Thwaites Rey, M. La expropiación neoliberal: el experimento privatista en la Argentina. Pág 169.
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populares a través del incremento del IVA, que pasa del 15% al 21% y la extensión del mínimo imponible del impuesto a las ganancias, tendiendo a convertirse en un gravamen que afecta al salario. Los ingresos del fisco se ven profundamente afectados por dos factores principales: la disminución de los aportes patronales al sistema de seguridad social y la pérdida de ingresos producto de la privatización del sistema de pensiones y jubilaciones. Esto implicó que el Estado dejara de percibir los aportes al tiempo que continuara pagando jubilaciones. Incluso el objetivo discursivamente perseguido por esta medida de crear una masa de recursos que impulsen la inversión productiva se vio claramente frustrado en tanto el principal destino de esos fondos fueron en condiciones de créditos al endeudamiento público con tasas elevadas. También el incremento del pago de intereses de la deuda generó que el ajuste en otras áreas del fisco (sueldos de la administración pública, salud, educación, etc) no lograran revertir el signo negativo de las cuentas fiscales.
El perfil industrial desarrollado por el modelo de los 90 se constituiría en una de sus principales problemas ya que sus características no le permitirían superar la vulnerabilidad externa de la economía argentina. A los previamente mencionados problemas de competitividad producto de: a) la sobrevaluación del peso, b) una estructura de precios relativos desfavorable en base al sobredimensionamiento de las tarifas de servicios, y c) el creciente peso del precio del transporte, generado por aumentos de los peajes privatizados, en los costos de producción, se le suma d) el desvío de inversiones al sector financiero por la rentabilidad del ciclo de valorización financiera así como al sector servicios. En un contexto de apertura comercial asimétrica, ya que algunos sectores ligados al capital concentrado local permanecieron bajo regímenes de protección especiales, el perfil industrial presenta rasgos de primarización y desofisticación. Así el desarrollo industrial aparece concentrado en las ramas sustentadas sobre la base de ventajas comparativas naturales (alimentos, bebidas, refinamiento
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de petróleo y la industria petroquímica) así como las que permanecieron bajo regímenes de protección (siderúrgica y automotriz) 18 , mientras la apertura comercial barre con las ramas de textiles, juguetes, autopartes y la industria química. También se ha citado anteriormente el accionar de las privatizadas de comprar sus insumos industriales a empresas ligadas a sus consorcios, principalmente a través de la importación y el efecto destructivo que esto ha tenido sobre un conjunto de ramas históricamente ligadas a proveer insumos a las empresas públicas. En síntesis, a los problemas de competitividad se le añade la creciente primarización de la producción industrial en un contexto de concentración económica y desindustrialización que afecta principalmente a los numerosos pequeños y medianos establecimientos industriales que poseen menor capacidad de reacomodamiento frente a las drásticas reformas neoliberales desplegadas por el modelo.
También vale mencionar el profundo impacto que han tenido las políticas desplegadas por este modelo en términos de las condiciones y niveles de vida de la clase trabajadora, como demostración de las transformaciones a nivel de la relación estructura/correlación de fuerzas, y como resultado de la instauración del modo de acumulación neoliberal a los largo de los años. Como resultante del nuevo esquema y sus reglas de juego, la clase trabajadora se vio afectada tanto por el creciente desempleo y subocupación, así como por la “flexibilización” laboral, que aparecen como factores que marcan la continuidad de la revancha clasista desarrollada desde el golpe del 76 en adelante. Si bien, vale recalcar que todo este proceso no careció de conflictividad y resistencia por parte de los actores de clase afectados, expresados en el surgimiento de la CTA como central obrera alternativa, la conformación del MTA al interior de la CGT en 1994 (que llevaría a su fractura en 1997), en el movimiento de desocupados en ascenso durante todo el período y las acciones de otros 18
Basualdo, Eduardo. Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la década de los noventa. Pág. 54.
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movimientos sociales y partidos de izquierda, los efectos duraderos de la desarticulación político organizativa de las clases subalternas sumada a la cooptación ejercida por las clases dominantes sobre los partidos mayoritarios tradicionales, entre otros factores, influyeron en la incapacidad de las clases subalternas de ejercer mayores modificaciones en la producción social, en la dirección de la historicidad. De este modo, en el marco de la profundización de la ofensiva del capital contra el trabajo, podemos encontrar algunas características centrales para pensar los cambios que afectaron profundamente a los actores de clase subordinados: la situación ocupacional, la estructura impositiva y el ajuste tarifario. En cuanto a la situación ocupacional encontramos un fuerte crecimiento del desempleo que va del 6% en 1991 al 18,3% en 2001, y la tasa de subempleo se disparó del 7,9% al 16,3% en el mismo periodo 19 ; esto señala el efecto devastador de las reformas del Estado implicadas en el cambio de función, las privatizaciones en primer lugar y el avance del proceso desindustrializador, que va configurando una masa de desocupados y subocupados que por un lado actúan como ejército de reserva presionando a la baja el salario y dotando a las empresas de un mayor poder de negociación, así como la aparición en Argentina de una amplia franja arrojada a la exclusión social. Esto se da en un contexto de debilitamiento del poder de negociación sindical, y afecta en primeros términos a la población de menor formación profesional, a los jóvenes, las mujeres y los mayores de 40 años 20 . Por otra parte asistimos a la instalación de patrones estables de flexibilidad laboral promoviendo la desregulación del mercado de trabajo, quitando estabilidad laboral a partir de la creación de contratos precarios, breves, descentralizando la negociación colectiva de los salarios, limitando el derecho a huelga, disminuyendo la indemnización por despido, etc. Es en este sentido que Julio Godio define a la flexibilidad laboral como “la formulación actualizada de la tesis neoclásica del mercado como asignador de recursos, y de la necesidad 19 20
Ibid. Aronskind, Ricardo. ¿Más cerca o más lejos del desarrollo? Transformaciones económicas de los 90.
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del capital de contar con normas laborales que faciliten la entrada y salida de trabajadores de la empresa sin altos costos indemnizatorios y sociales, la reintroducción del salario por desempeño (productividad) y la aceptación por los colectivos de trabajadores de la exclusiva autoridad empresaria de la gestión” 21 . Otro factor a destacar es el carácter profundamente regresivo de la estructura impositiva en Argentina. Como mencionábamos, la misma tiene su principal asidero en elementos tales como el aumento del IVA, impuesto al consumo que tiene un peso mayor en los sectores de menores recursos, la extensión del impuesto a las ganancias bajando su piso mínimo imponible y presenta, por otro lado, la baja de los aportes patronales. También el aumento tarifario mencionado en el marco del proceso de privatización de las empresas del Estado repercuten negativamente sobre los ingresos de los sectores populares. Otro punto a agregar es la caída relativa al crecimiento poblacional del gasto público en educación y salud. Esta serie de factores fueron configurando una nueva realidad para el conjunto de la clase trabajadora y el conjunto de las clases subalternas perjudicadas, que puede percibirse en el aumento de la pobreza (del 21,5% en 1991 al 35,4% en 2001) y de la indigencia (del 3% al 12% en el mismo periodo) 22 así como también en la evolución del salario, que tomando en cuenta la cobertura del salario nominal medio respecto de la canasta familiar pasó de cubrir el 63% en 1991 al 51% en 1999 23 .
Este conjunto de diversos aspectos del modelo mencionados a lo largo del presente capítulo, aparecen interrelacionados dinámicamente en el desempeño económico del mismo. Este presenta distintos ciclos: un primer ciclo de crecimiento económico en términos del PBI, entre 1991 y 1994, que asume una tasa promedio de 8,9% explicable a partir de la recuperación de la capacidad productividad ociosa (generada durante las crisis económicas de 21
Godio, Julio. Sociología del trabajo. Ed Atuel, Buenos Aires. 2001. Pág. 160. Basualdo, Eduardo. Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la década de los noventa. 23 Aronskind, Ricardo. Op Cit. 22
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la década del 80), así como el aumento del consumo, producto de estabilización de los precios y el crecimiento de algunas ramas industriales significativas como la automotriz. Este crecimiento inicial se iría agotando en tanto se alcanzaba la recuperación de la capacidad ociosa mencionada, y el aumento de consumo de bienes importados afectaran negativamente la balanza comercial a causa del escaso dinamismo de las exportaciones, hecho que revela la problemática del perfil industrial y exportador señalado anteriormente. Aún en su fase de crecimiento inicial, el modelo se desarrolla con creciente endeudamiento, el avance del desempleo y características de concentración económica y transferencia de ingresos, (a través de múltiples mecanismo tales como el aumento tarifario, el aumento de la productividad del trabajo sin correlato en el salario, una estructura impositiva regresiva, etc.) de los sectores subalternos a las distintas fracciones de la clase dominante. La vulnerabilidad externa del modelo se haría manifiesta ya en 1995 con la crisis del tequila, con una abrupta caída del PBI de 4,3% ese año, señalando la dependencia del modelo del ingreso de divisas y la incapacidad exportadora producto de su perfil primarizado y la baja competitividad internacional, entre otros motivos por la sobrevaluación del tipo de cambio. También es importante indicar que el funcionamiento económico del modelo hasta el ingreso en su fase recesiva final en 1998, presenta una elevada expansión de la actividad de la cúpula empresaria que lo hace a niveles más elevados que el de la economía en su conjunto, lo cual marca la creciente concentración económica en Argentina24 . A partir de 1998 la recesión, que comporta una caída del PBI del 2,8% promedio hasta el 2001, y el distinto comportamiento de las fracciones de la clase dominante serían la bandera de largada para el aumento en las disputas al interior de la misma, reagrupando a las distintas fracciones en la búsqueda de caminos alternativos para asegurar sus beneficios frente al agotamiento del modelo de la Convertibilidad. 24
Basualdo, Eduardo. Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la década de los noventa. Pág. 48.
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III. De la unidad de intereses a la puja interburguesa. Las estrategias de las fracciones burguesas y la salida de la Convertibilidad.
Como se señalaba en el apartado anterior, el modelo de los 90 constituye un momento particular de un proceso más amplio, insinuado en el Rodrigazo e iniciado más claramente con el golpe de Estado de 1976. Proceso en el que se desarticulan progresivamente las bases políticas, económicas y sociales de la Argentina del modo de acumulación populista, basada en la sustitución de importaciones en el marco de un modelo industrializador, con una fuerte presencia de la clase trabajadora tanto en la distribución del ingreso como en su capacidad de presión sobre las decisiones de un Estado interventor que aparecía como el impulsor de un proyecto cuyas principales miras económicas estaban orientadas al desarrollo del mercado interno. Este modo de acumulación sería interrumpido por el accionar, en primera instancia, de la dictadura y luego por los sucesivos gobiernos constitucionales. La dictadura rompió la capacidad organizativa de la clase trabajadora y del conjunto de las clases subalternas a través de la implementación sistemática del terror y el exterminio de sus cuadros políticos, así como también dio comienzo al proceso de desindustrialización considerable pero aun parcial, que debilitaría con mayor fuerza primero a las pequeñas y medianas empresas a través, por ejemplo, de la reducción arancelaria a las importaciones. De esta manera logró dar por piso tanto a las aspiraciones revolucionarias de un sector de as clases subalternas, así como de la posibilidad de reconstitución de una alianza policlasista entre la clase trabajadora y la pequeña y mediana burguesía. Encontramos, de este modo, un proceso inicial que evidencia la presencia conjunta de dos momentos: el momento de la convergencia, donde en un estado determinado de la relación estructura/correlación de fuerzas, la burguesía en su conjunto aúna horizontalmente fuerzas para producir profundas modificaciones que repercutirían en el cambio de modo de 38
acumulación, confluyendo con el otro momento de intervención fuerte en lo que refiere a la acción estatal, orientada en el mismo sentido. Las transformaciones en la relación estructura/correlación de fuerzas, relación que es siempre de conflicto y tensión y que expresa configuraciones de disposición de posiciones (estructura) así como la capacidad de dominación en relación a los distintos actores de clase (correlación de fuerzas), determinando en su relación compleja con los actores políticos dominantes la dirección de la historicidad. En este escenario general, la clase dominante, plegada en conjunto al impulso de la revancha clasista, genera distintas estrategias tendientes a la adaptación y fortalecimiento al nuevo proceso que se abre. Así, algunas empresas integradas y/o diversificadas de la fracción más concentrada del capital, compuesta por las principales empresas de capital nacional y algunas de capital extranjero arraigadas en el país, fortalecen su posición en base a un estrecho vínculo con el Estado y sus empresas públicas, en la procura de protección y subsidios para sus actividades como en la derivación de fondos a través de “sobreprecios”, como en la participación en el ciclo de valorización financiera y la absorción, por parte del Estado de la deuda privada.
E. Basualdo señala que, agotada la fase represiva e interrumpido el proceso de sustitución de importaciones, la clase dominante continúa su estrategia de dominación mediante otros medios: la cooptación de los cuadros políticos y sindicales de los sectores subalternos. Una tarea negativa de privar a sus grupos adversarios de la formación de sus propios cuadros dirigentes que Basualdo abordará a través del concepto gramsciano de “transformismo”. Este transformismo es impulsado desde una clase dominante que carece de una fuerza política propia (por lo que se había visto necesitada en el pasado de recurrir a la corporación militar) y
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que utilizará sus recursos económicos a través de la generación de “negocios comunes” con los referentes partidarios en el proceso de cooptación 25 . Este proceso se iría consolidando en el primer gobierno constitucional, en tanto este se vio imposibilitado de construir una alianza distinta que le permitiera replantear el curso económico así como a través de la estrategia de enfrentamiento, negociación y cooptación desplegada por la clase dominante. Esto se produce en un escenario distinto, donde prima el momento de divergencia en la relación estructura/correlación de fuerzas, ya que en un contexto de crisis de la deuda externa que amenaza los intereses de la otra fracción de la clase dominante, el capital financiero (en su calidad de acreedores), que juntamente con el FMI comienzan a presionar por reformas estructurales de carácter neoliberal para asegurar sus intereses. A esto se le agrega el poder de presión de los sectores exportadores en procura de beneficios para su sector, que por su posición atraen divisas preciadas en este contexto de escasez para las economías periféricas por la crisis a nivel latinoamericano de la deuda externa. En el marco de este momento de la divergencia, de la puja interburguesa, se producen las corridas cambiarias contra el austral y estalla la crisis hiperinflacionaria. La fracción de los acreedores externos en particular, y los sectores concentrados del capital en general, logran avanzar en consensos respecto de su lectura de la crisis responsabilizando al Estado por su carácter interventor, proteccionista y sobredimensionado en sus funciones y atributos. Así, a través del efecto disciplinador de la hiperinflación, que profundiza el creciente sometimiento del trabajo frente al capital, sumado a los duraderos efectos políticos e ideológicos de la revancha clasista, resulta exitoso en instalar en la agenda pública una perspectiva privatista y neoliberal.
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Basualdo, Eduardo. Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. 2001
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Tenemos hasta aquí un recorrido del proceso de instauración del neoliberalismo en dos tramos. La revancha clasista como momento de convergencia del capital contra el trabajo e intervención estatal fuerte en la misma dirección, que da lugar a transformaciones importantes en la dirección de la historicidad modificando la relación estructura/correlación de fuerzas, en tanto algunos actores se fortalecen (por ej., empresas integradas y/o diversificadas, capital financiero externo, etc.) mientras otros, aunque participan de la “cruzada” contra el trabajo, son desfavorecidos (como las pequeñas y medianas empresas) y el principal actor de clase que aparece derrotado es la clase trabajadora. En el segundo tramo se aprecia un momento de la divergencia, de disputa entre las principales fracciones del capital, en el marco de una acción estatal que va variando sin lograr consolidar un momento de gestión, de gobernabilidad. Son dos momentos distintos de un mismo proceso de cambio en la historicidad, que perfilan un panorama de crecientes cambios estructurales así como de las reglas de juego.
El esquema de reformas estructurales, ya insinuado hacia el final del gobierno de Alfonsín, será asimilado por el gobierno de Menem, y será desarrollado de forma tal que logre hacer confluir los distintos intereses de las fracciones de la clase dominante en el masivo traspaso de recursos de la clase trabajadora al conjunto de la burguesía, entre otros mecanismos, a través del cambio de función del Estado correspondiente con las lecturas neoliberales que implican, entre otras cosas, la entrega de sus empresas públicas, ya como parte de pago de la deuda pública (capitalización de títulos de deuda revalorizados al precio nominal), ya como negocio de elevadas rentas en condiciones monopólicas u oligopólicas descriptas en el punto anterior. Así arribamos a conformación de la “comunidad de negocios”, el segundo momento de convergencia, al que se llega no lineal ni pacíficamente sino atravesado por pujas intestinas de la clase dominante, la caída de las dos primeras conducciones del ministerio de economía, nuevas crisis hiperinflacionarias, y que recién se
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constituiría más establemente con la llegada de Domingo Cavallo y la puesta en escena del plan de Convertibilidad. La ejecución de las reformas estructurales de carácter neoliberal ya se habían perfilado previamente a través de dos instrumentos legales: la Ley de Emergencia Económica, que con el objetivo de reducir el gasto público planteaba un recorte a los subsidios y a los beneficios impositivos, que sería negociado con el empresariado, y la Ley de Reforma del Estado, que plantea las condiciones para comenzar el proceso privatizador. Con Cavallo, el Plan Brady (1992) da otra respuesta satisfactoria a las exigencias de los acreedores externos y el FMI, ya que reconfigura la deuda y organiza un plan de pagos a treinta años. La implementación de las reformas neoliberales no presenta una ejecución unívoca y lineal, sino que es producto de intensas pujas y negociaciones en la que Estado juega un rol activo buscando construir “coaliciones reformistas” 26 para lograr su realización, asistimos así a un segundo momento de intervención fuerte de la acción estatal. De este modo negociará el consenso para su aplicación con determinadas fracciones empresarias y con sectores de la dirigencia sindical, ya sea, ofreciendo compensaciones o morigerando el alcance de la reforma, así “el Estado logra un mayor margen de acción para satisfacer los intereses de algunos sectores que tienen grandes posibilidades de perder con la apertura de la economía tales como la burguesía local protegida, los sindicatos tradicionalmente corporativistas, el partido oficial en el Congreso o los apoyos clientelistas en las provincias periféricas” 27 . Esto generó una nueva disposición de “ganadores” y “perdedores” en la aplicación de las reformas, que favorecieron a los grupos que en el momento de su implementación poseían una posición de poder tal que podían amenazar el desarrollo político del proceso. Si bien S. Etchemendy sostiene que es necesario pensar la distribución de ganadores y perdedores del modelo en términos verticales y no horizontales, es decir, observando quienes ganaron y perdieron 26
Etchemendy, Sebastián. Construir coaliciones reformistas: la política de las compensaciones en el camino hacia la liberalización económica. 2001. En Desarrollo Económico nº 160. 27 Ibíd. Pág 680.
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dentro de cada clase, afirmando la mejor adaptación al modelo de sectores del empresariado y de la clase trabajadora, esta afirmación debe ser matizada. Ya que si tomamos una perspectiva más abarcadora, que englobe el proceso más general que tiene su punto de quiebre en la dictadura militar, podemos observar cómo la clase trabajadora en su conjunto es “horizontalmente” la clase perdedora, tanto como objetivo a disciplinar en el proceso de “revancha clasista”, como en términos de la participación del salario en el PBI (caída progresiva del salario real), en la destrucción de sus conquistas históricas, la implementación de una estructura impositiva profundamente regresiva, la precarización laboral, el efecto también disciplinador de la desocupación y la marginación, etc. Esto no implica dejar de percibir el contenido de creciente fraccionamiento dentro de la misma clase y observar en su complejidad las distintas acciones desarrolladas por las organizaciones sindicales, ya sea en la resistencia o adaptación al modelo neoliberal. En este minucioso entramado de negociaciones y disputas en la relación entre el Estado, las fracciones de la clase dominante y las clases subalternas, va tomando forma la “comunidad de negocios”. Ahora es necesario señalar cuáles son los principales acuerdos que sostienen esta comunidad, instituyendo un nuevo momento de la convergencia, permitiendo la confluencia de intereses entre las fracciones de la clase dominante, que previamente caracterizaban su accionar por un constante enfrentamiento y disputa por los recursos. Continuando la argumentación anterior podemos señalar un conjunto de aspectos fundamentales: las privatizaciones como “prenda de paz”, los regímenes de protección especial y la transferencia masiva de ingresos de la clase trabajadora (aunque también de amplias extensiones del conjunto de las clases subalternas) hacia la clase dominante, producto de una serie de mecanismo que fueron (y seguirían) transformando las relaciones entre el trabajo y el capital.
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Las privatizaciones son un momento fundamental en la concurrencia de intereses de este segundo momento de la convergencia, el de la “comunidad de negocios”, ya que ofrece respuestas a ambas fracciones en una misma propuesta. A los acreedores externos ofrece la posibilidad, no sólo de cobrar parte de su deuda mediante la adquisición de activos, sino de recuperar el valor de los títulos de deuda en tanto se reconoce el valor nominal de los mismos, valor que estaba muy por encima de su precio de mercado, es decir: el Estado paga la deuda con recursos estratégicos de la nación, con servicios que en el anterior modo de acumulación, basado en la sustitución de importaciones, tenían un papel central tanto en la planificación económica como en la potencialidad de influir a través de estos en la distribución del ingreso. Así la deuda pasa de ser un pasivo incobrable a la posibilidad de adquisición de una parte en un negocio que, por las características desarrolladas en el punto anterior, representaba ganancias exuberantes en condiciones de mínimo riesgo empresario. A su vez, ofrece a la fracción local de la clase dominante, que se veía amenazada por los cambios fundamentales en el funcionamiento y atributos del Estado, (ya que esta fracción se había hecho crecientemente poderosa al calor de la protección y el subsidio estatal y los sobreprecios que percibía en sus negocios con las empresas públicas), la posibilidad de una reinserción privilegiada en el nuevo modelo. Estos grupos aprovecharon las privatizaciones para fortalecer su posición en el mercado ampliando sus negocios, ya sea mediante la profundización de la integración productiva vertical (avanzando sobre otros eslabones de la cadena productiva vinculadas a su actividad principal) como horizontal (adquiriendo empresas del mismo rubro) o mediante la diversificación de sus inversiones hacia nuevas áreas.
También los regímenes de protección especial a determinadas ramas de la industria, como la automotriz y la petroquímica, donde grupos de la fracción productiva del capital
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lograron hacer prevalecer sus intereses y acomodarse lo mejor posible frente a la apertura comercial, que con su disminución arancelaria ponía en peligro sus ganancias (o incluso su subsistencia). Una vez acordados los términos de esta apertura con rasgos asimétricos, ya que no se vierte de igual modo sobre el total de la producción de bienes transables sino que mantiene ciertos reductos de intereses protegidos, estos grupos económicos van a conformar parte del consenso neoliberal expresado en la “comunidad de negocios”.
Aquí debemos remarcar la explicación en clave de las transformaciones de la relación estructura/correlación de fuerzas, siempre pensada desde la perspectiva de la dualidad de la estructura. Pensar a ganadores y perdedores del modelo en términos horizontales en tanto nos permite percibir con mayor amplitud la nueva correlación de fuerzas entre las clases sociales que presenta la aplicación del modelo de la Convertibilidad como momento particular del proceso más amplio abierto desde la dictadura. La “comunidad de negocios” logra articularse, es decir, consensuar una tregua, en base a la transferencia masiva de ingresos de la clase trabajadora y de los sectores subalternos en general, hacia la clase dominante. Hay un conjunto de mecanismos complejos que se articulan para este fin. Para señalar algunos, observemos cómo el ciclo de valorización financiera del que participa activamente la clase dominante basada en el diferencial positivo entre la tasa de interés interna y externa, y el endeudamiento tanto privado, para ingresar divisas desde el exterior, como público para, una vez valorizado ese capital, poder fugarlo al exterior, genera la vulnerabilidad de la cuentas del fisco (inherentes, por otra parte, a la Convertibilidad) que por un lado, deja al Estado endeudado al borde de la bancarrota, y por otro, descarga el ajuste sobre el conjunto de la población, buscando equilibrar las cuentas fiscales mediante la reducción salarial, aumentando impuestos regresivos (como el IVA y la ampliación de la base del impuesto a las ganancias), el desentendimiento respecto de la educación y la salud pública de las cuales
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inevitablemente depende una clase trabajadora sometida al flagelo de la desocupación y marginación creciente, etc. La reducción del salario real y la precarización de las condiciones laborales en el marco de su “flexibilización”, redefinen la vida de las mayorías populares acuciadas por el fantasma del desempleo que durante el modelo de Convertibilidad alcanza cifras de record histórico. También podemos observar que la clase dominante se apropia del ingreso a través del aumento de las tarifas de los servicios, cuya gravitación es mayor en los hogares de menores ingresos. La revancha clasista continúa así con el fraccionamiento creciente de clase trabajadora: entre ocupados y desocupados, entre trabajadores en blanco y trabajadores en negro, entre contratos estables y contratos flexibles, etc., al tiempo que buena parte de su dirigencia sindical aparece cooptada, como parte del desarrollo del “transformismo” argentino. También el conjunto de las clases subalternas en general se ven afectadas por estas reformas, sectores de pequeños y medianos propietarios, principalmente de carácter industrial, que ven barridos sus negocios por la apertura importadora consolidando el proceso desindustrializador, amplios sectores de las capas medias que pasan a formar parte de “los nuevos pobres”, etc. El modelo de la convertibilidad consolidó el avance de la concentración económica, y sólo mediante esta transferencia de ingresos que la clase dominante absorbió del conjunto de la sociedad, fue posible la constitución de la “comunidad de negocios”.
Hasta aquí hemos abordado el momento de construcción del consenso en torno al modelo de Convertibilidad. Ahora es necesario observar cuáles fueron los comportamientos que, en el seno de la clase dominante, comenzaron a marcar los distintos posicionamientos que derivarían en la contraposición de intereses, en un segundo momento de la divergencia y el reinicio de la puja interburguesa en la fase final de la convertibilidad, y cómo cada
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fracción enarbolará un proyecto alternativo a la Convertibilidad con consecuencias profundamente diferentes.
Un momento fundamental en la reactualización de la disputa es, a partir de 1995, el accionar que desempeña una fracción del capital concentrado, principalmente de capital nacional, respecto de su participación en las privatizadas, que tiende a vender para realizar las ganancias patrimoniales y reinvertir una parte de su capital en sectores vinculados a la exportación en base a ventajas comparativas naturales, y fugar el resto al exterior; mientras el capital extranjero se constituye en el principal adquisidor de las participaciones que deja el capital concentrado local. De esta manera, a partir del ingreso del modelo de la Convertibilidad en su crisis final, desde la recesión en 1998, la clase dominante se irá aglutinando en torno a dos bloques a partir de la posición que ocupan en la estructura: de un lado encontramos a la fracción productiva, de bienes transables del capital concentrado, o sea, empresas de capital nacional y externo, que principalmente se ubican en algunos sectores industriales (como los que gozan de regímenes de protección especial), sectores vinculados a la exportación en base a ventajas comparativas naturales (por ejemplo, agroindustriales) y que fugaron buena parte de sus ganancias y las mantienen en dólares en el exterior; por otra parte se ubican los sectores de capital extranjero que mantiene o adquirió su participación en el negocio de las privatizadas, algunas transnacionales fuertemente endeudadas en dólares, así como el sector financiero; o sea, en su mayoría sectores del capital que produce bienes y servicios no transables. Con el inicio de la crisis de la Convertibilidad ambas fracciones comenzaron a delinear acciones teleológicas instrumentales y estratégicas alternativas: la primer fracción mencionada se encolumnó detrás de la que sería la salida devaluacionista, ya que una devaluación comportaría dos principales beneficios a esta fracción: 1) aumento de la
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competitividad (recordemos que la Convertibilidad había fosilizado una sobrevaluación del peso respecto al dólar) que mejoraría la capacidad de exportación limitando la competencia externa vía importación, y 2) la posibilidad de aumentar su patrimonio en tanto mantiene abundantes divisas fugadas en el extranjero. La otra fracción de la clase dominante se aglutinó en torno al proyecto dolarizador, entendido como fase superior de Convertibilidad, procurando los siguientes objetivos: 1) mantener el valor en dólares de sus activos y poder seguir remitiendo sus utilidades dolarizadas al exterior, en el caso de los capitales externos, y 2) evitar el aumento de las deudas en dólares y mantener sus activos líquidos a precio dólar, en el caso del sector financiero, de modo de no perder competitividad internacional.
Ambas fracciones de la clase dominante perfilan distintas estrategias discursivas y procuran ampliar su influencia a través de la conformación de marcos de alianza que le permitan presentar su propio interés en tanto fracción como el interés general. Para aprehender este proceso debemos atender al despliegue performativo de las mediaciones sectoriales, políticas e intelectuales que expresan estos distintos proyectos como parte del desarrollo de la acción teleológica. La estrategia dolarizadora aparecería públicamente a través de los representantes políticos e intelectuales de la fracción del capital extranjero y financiero. Ya en el último gobierno menemista (1995-1999) se expresa a través del mismo presidente Menem y de economistas ortodoxos planteando la dolarización como profundización más acabada de la Convertibilidad y argumentando acerca de la necesidad de eliminar la incertidumbre cambiaria para atraer inversiones. Estas primeras pronunciaciones pro dolarización encontraron fuertes respuestas en los elementos que se irían conformando como el frente devaluacionista, quienes señalaban los perjuicios que la dolarización efectuaría en términos de la cristalización de las tendencias negativas de la Convertibilidad así como la pérdida de
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soberanía económica al renunciar definitivamente al ejercicio de la política cambiaria y monetaria. Esta estrategia volvería a cobrar impulso en el año 2001, cuando, con la agudización de la crisis, sectores del gobierno de la Alianza (1999-2001), encabezados por el presidente De la Rua y parte de su gabinete comenzaron a evaluar la necesidad de avanzar hacia la dolarización. Así “la alianza pro dolarización quedó constituida por los economistas más ortodoxos (el destituido Pedro Pou y el ex ministro Roque Fernández28 ), algunos funcionarios de gobierno (Chrystian Colombo, Nicolás Gallo y Fernando de Santibáñez), el presidente Fernando De la Rúa y el ex presidente Menem” 29 . Esta estrategia chocó con amplios rechazos desde un variado espectro de la sociedad civil y política (ya sea dentro del arco devaluacionista como del espectro opositor vinculado a la CTA, los diversos movimientos sociales y partidos de izquierda) que le imposibilitó de constituirse en una alianza más amplia que le permitiera aparecer como la portadora del “bien común”. Además esta propuesta contaba con una deficiencia objetivas fundamental ante la imposibilidad de realizarse fácticamente debido a la inmensa masa de dólares que hubieran sido necesarios para dolarizar el conjunto de la economía, en el contexto de profunda crisis política, económica y social que atravesaba el país y el desbarajuste en aumento de las variables económicas, que, sumado al altísimo endeudamiento, hacían casi imposible adquirir las divisas necesarias para realizar el proyecto dolarizador.
Por otro lado, encontraremos como uno de los principales voceros del proyecto devaluacionista a la Unión Industrial Argentina. Esta entidad empresaria aparece como representante de los intereses de la fracción productiva de la clase dominante y apostó a construir un discurso de corte nacional e industrialista, evocando constantemente 28
Pedro Pou fue el presidente del Banco Central, destituido en el 2001 acusado por el ministro de economía Caballo de conspirar contra el Peso a favor de la dolarización. Roque Fernández fue ministro de economía de Menem desde 1996 sustituyendo a Cavallo 29 Castellani, Ana G. y Szkolnik M. Devaluacionistas y dolarizadores. La costrucción social de las alternativas propuestas por los sectores dominantes ante la crisis de la Convertibilidad. Argentina 1999-2001. Pág. 12.
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elucubraciones discursivas que permitan aparecer a esta fracción del capital como el resurgir de una “burguesía nacional” dispuesta a volver a los viejos senderos del modo de acumulación populista, de industrialización por sustitución de importaciones, en una cruzada por el interés general en disputa con el capital foráneo. Así se comenzó a tejer una estrategia discursiva que, en primera instancia tuvo que emerger solapada, encubierta, en tanto permaneciera el amplio consenso logrado por la Convertibilidad como vencedora frente a la hiperinflación. De este modo a partir de la crisis de 1998 y con mayor énfasis desde la devaluación del real en 1999, la UIA comenzó a reclamar medidas compensatorias para mejorar la competitividad de la producción local afectada por la sobrevaluación del peso, sin mencionar todavía abiertamente la propuesta de devaluación. Esta aparece en público de la mano de un aliado clave que logra sumar la fracción local del capital: la cúpula sindical de la CGT 30 , que acudió a los cantos de sirena de la supuesta “burguesía nacional” en pos de una supuesta alianza policlasista de la producción y el trabajo para enfrentar la crisis. Así arribamos a una segunda fase de la estrategia discursiva del proyecto pro devaluación: “de la utilización de los denominados argumentos encubiertos (propiciados especialmente por las corporaciones del capital) se pasó a una combinación de esos mismos argumentos con otros abiertamente favorables a la devaluación (exclusivamente a cargo de los sindicalistas)” 31 . La propuesta devaluacionista incluirá otro reclamo crucial para las necesidades del capital concentrado local: la pesificación de las deudas, ya que, se deba a inversiones productivas o a la simple participación en el ciclo de valorización financiera, el endeudamiento en dólares podría complicar los propios intereses de esta fracción con la salida devaluacionista procurada. Castellani y Szkolnik señalan que la construcción del marco de alianza en esta estrategia, va sumando adhesiones hasta concluir en un amplio frente pro
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Quienes apoyaron decididamente la salida devaluacionista fueron principalmente los encolumnados en la CGT Rebelde de Moyano, mientras que la CGT oficial permanecía dubitativa y era posible su apoyo a la opción dolarizadora. 31 Ibíd. Pág. 16.
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devaluación conformado por el autodenominado Grupo Productivo, corporaciones empresarias (UIA, Federación Agraria, Coninagro, Confederaciones Rurales Argentinas, la Cámara de PyMes del sector alimenticio, Cámara Argentina de la Construcción), algunos grupos económicos (como Techint) y varios líderes políticos del PJ y la UCR, así como la cúpula sindical de la CGT. Paradójicamente, esta fracción de la burguesía, que participó activamente en colaboración con la dictadura militar en el proceso de exterminio de las organizaciones de las clases subalternas, que hizo fortunas con la valorización financiera y fugó constantemente su renta, que apoyó la implementación de las reformas neoliberales y avaló el proceso de desindustrialización parcial y fue ardiente promotora de la caída del salario real y la flexibilización laboral, logró aparecer como la “burguesía nacional” llamada a relanzar la utopía peronista de la industrialización, el pleno empleo, y la alianza policlasista en cruzada soberana contra el capital foráneo. Esta capacidad de articular un amplio espectro de fuerzas, de recrear un discurso con profundo arraigo en la sociedad argentina como el de la alianza policlasista, la industrialización y la recuperación del salario (que claro está, quedó sólo en el discurso), y de pronunciarse adecuadamente, primero de forma solapada, y luego cuando el consenso de la Convertibilidad en crisis comenzaba a ceder, hacerlo abiertamente, posibilitó a la fracción local de la clase dominante hacer aparecer sus propios intereses como la representación del bien común y a la devaluación como la mejor salida, natural e inevitable. Así, con la caída de De la Rúa, se aplica con Rodríguez Saá la moratoria unilateral en el pago de parte de la deuda pública, y finalmente la devaluación y pesificación asimétrica de las deudas con la llegada de Duhalde al poder. Sumada al gesto de compensación a los bancos por la pesificación de deudas que el Estado asume sobre las espaldas del conjunto de la sociedad.
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IV. El modelo productivo-exportador. Rupturas y continuidades.
En los apartados anteriores recorrimos brevemente el proceso de instauración del neoliberalismo en Argentina, llegando a su punto álgido en el modelo de la Convertibilidad. Asistimos también al agotamiento de este modelo por el peso de sus contradicciones internas e hicimos foco en las distintas estrategias desplegadas por las fracciones burguesas. El 2001 aparece como momento bisagra en el que estalla un cúmulo de contradicciones que atraviesan al conjunto de la sociedad argentina y que pone en tensión la legitimidad del régimen de dominación, principalmente su capacidad de “gobernabilidad”. El 2001 parecía dar a luz un momento de cambio o al menos de ruptura, expresado en dos dimensiones en el plano de interacción de la esfera socio-económica y la esfera política, la disputa “por arriba”: conflicto al interior de la burguesía y crisis del bipartidismo; así como una disputa “por abajo”, acumulación en el terreno de la lucha social por parte de actores de las clases subalternas que venían ejerciendo presión desde diversos espacios: movimientos de desocupados, sectores del movimiento obrero (principalmente la CTA), asambleas, “cacerolas”, etc., que parecían romper el cerco de marginación y poner en cuestión algunos aspectos cruciales del desarrollo político en nuestro país. Estos últimos aparecían al menos unificados en una consigna de rechazo: ¡que se vayan todos!. Lejos está este trabajo de querer explicar el conjunto de experiencias y relaciones sociales que dieron lugar a este momento crítico en nuestra historia, pero sí intentaremos seguir alumbrando el derrotero de la acción estatal, y las modificaciones de las reglas de juego en el marco del cambio de correlación de fuerzas al interior de la clase dominante.
Con la caída de De La Rua una serie de presidentes (todos ellos peronistas) desfilarían en un breve lapso de tiempo, de entre los cuales resaltaría Adolfo Rodríguez Saa por la 52
implementación de la cesación de pagos de la deuda. Se arribaría a un nuevo presidente consensuado en el seno del bipartidismo, cada vez más fragmentado por disputas intestinas (principalmente al interior del PJ): Eduardo Duhalde, el jefe del peronismo bonaerense llegaba al poder prometiendo terminar la alianza con la patria financiera para iniciar el camino de la producción y el trabajo. Con Duhalde se inicia un nuevo momento de intervención fuerte de la acción estatal en la configuración de las nuevas reglas de juego que interactuarían con las modificaciones descriptas en la esfera socio-económica. Ya a inicios del 2002 pondría fin a la paridad convertible (el 1 a 1) mediante la devaluación de la moneda, primero a una tasa fija de $1,40 por dólar y luego, dejando flotar libremente el tipo de cambio que tras una serie de vaivenes se estacionaría (con un papel activo del Banco Central mediante) alrededor de los $3 por dólar. Esta medida fue acompañada por el “corralón”, una ampliación del corralito 32 , que implicó el congelamiento de los depósitos a plazo fijo y la reprogramación de sus vencimientos en función de los montos depositados. Estas medidas fueron impulsadas a través de la Ley nº 25.561 de Emergencia pública y reforma del régimen cambiario promulgada el 6 de enero del 2002. Esta ley también disponía, en su artículo nº 8, que quedaban “sin efecto las cláusulas de ajuste en dólar o en otras divisas extranjeras y las cláusulas indexatorias basadas en índices de precios de otros países y cualquier otro mecanismo indexatorio. Los precios y tarifas resultantes de dichas cláusulas, quedan establecidos en pesos a la relación de cambio UN PESO ($ 1) = UN DOLAR ESTADOUNIDENSE (U$S 1)”. Por lo que impedía a las privatizadas de hacer uso de la cláusula indexatoria que vinculaba las tarifas al dólar y al índice de inflación de EEUU. También habilitaba al gobierno para renegociar los contratos de las privatizadas y “regular, transitoriamente, los precios de insumos, bienes y servicios críticos, a fin de proteger los derechos de los usuarios y consumidores, de la eventual distorsión de los mercados o de 32
El corralito era la restricción a la extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro impuesta por el gobierno de De La Rua con el objetivo de frenar la salida de dinero del sistema bancario, intentando evitar así una corrida bancaria y el colapso del sistema
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acciones de naturaleza monopólica u oligopólica”. Esta misma ley también establecía la pesificación asimétrica: esto implicaba que los bancos deberían devolver los depósitos en dólares a $1,40 por cada $1, mientras que los deudores con la banca local verían pesificadas sus deudas en dólares a $1 por u$s1. O sea que el gobierno se dotaba de un instrumento legal que lo facultaba para intervenir en amplios aspectos de la economía y ponía en marcha una estrategia de reorganización cuya principal iniciativa constaba con poner fin a la paridad 1 a 1 de la Convertibilidad y dar lugar a un nuevo tipo de cambio.
Como explicábamos en el apartado anterior esta iniciativa del gobierno expresaba un cambio en la correlación de fuerzas dentro de la clase dominante. Esto se debe a que los “ganadores” de esta medida son aquellos quienes poseían grandes deudas en dólares con la con la banca local, principalmente la fracción productiva-exportadora. En una primera instancia, los propietarios de los servicios públicos privatizados y el sector financiero surgían como los grandes “perdedores”: ya que el primero vería depreciado sus activos en dólares y congeladas sus tarifas, sumando a esto que, conformado mayormente por capital extranjero, encontraría disminuida su capacidad de remitir remesas en dólares a sus consorcios; mientras que el segundo parecía quedar al borde del colapso tras asumir el diferencial de la pesificación asimétrica. Sin embargo las compensaciones de salvataje al sector financiero no tardarían en llegar y se efectivizarían con la asunción de Roberto Lavagna como Ministro de Economía. Las compensaciones caerían sobre el conjunto de la sociedad a través de la emisión de deuda pública que alcanzaría los 30.000 millones de dólares.
La devaluación funcionaría como un dinamizador de las exportaciones que aprovecharían ahora un tipo de cambio internacionalmente competitivo. Si bien, en una
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primera instancia, las exportaciones también caerían (un 5%), las importaciones lo harían aún más (un 56%) producto del nuevo tipo de cambio y la recesión generalizada, dando origen a un superávit comercial histórico que alcanzó los 16.358 millones de dólares 33 . El Estado se haría partícipe de esos beneficios mediante el establecimiento de retenciones a las exportaciones, que acompañado de una política de congelamiento del gasto público, jubilaciones y salarios, permitirían a las cuentas públicas gozar de buena salud. Esto se produciría también por el impacto de la inflación en el IVA, que ejerce un aumento en la recaudación de dicho impuesto. Estos aspectos se mantendrán relativamente constantes a lo largo de todo el período (2002-2006). Esto, sumado al congelamiento de tarifas, y los perdurables efectos de las reformas de los noventa (apertura externa, liberalización, privatizaciones, etc.) posibilitarían al gobierno contener la inflación. Claro, que sin evitar que más de la mitad de la población argentina fuera arrojada debajo de la línea de pobreza y el salario alcanzara un piso histórico 34 . Como señalan Costa, Kicillof y Nahón: “la inflación registrada (del 45%) bastó para reducir los ingresos reales de los trabajadores en un tercio en el período 2001-2003” 35 . Además, el índice de indigencia trepó a un 25%, apenas mitigado por los planes sociales “Jefes y Jefas de Hogar” impulsados por el gobierno de Duhalde para contener la convulsionada situación social. En este
sentido,
el
gobierno
desarrolló
una
acción
estatal
con
características
de
contención/coacción frente a la cuestión social, masificando los planes de sólo $150 mensuales, al tiempo que impulsaba la criminalización de la protesta social, acompañado por un fuerte despliegue mediático que apuntaba a la marginación de las luchas y, principalmente,
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Clarín 1/2/2003 Según Marcos Novaro (“Historia Argentina contemporánea”) en los primeros 6 meses del 2002 los jubilados y empleados públicos perdieron el 50% de su capacidad de compra respecto del 2001. 35 Costa A., Kicillón A., Nahón C., “Las consecuencias económicas del Sr. Lavagna. Dilemas de un país devaluado” (2004) en Realidad Económica, nº 214. 34
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a la estigmatización del movimiento piquetero 36 . Esta escalada represiva alcanzaría su punto álgido en la llamada “Masacre de Avellaneda”, el 26 de junio del 2002, donde un amplio despliegue policial finamente orquestado descargaría todo su poderío sobre las columnas del movimiento de desocupados con un saldo de numerosos heridos, persecuciones que incluyeron la violación de un local partidario 37 y la ejecución de dos militantes piqueteros, Darío Santillán y Maximiliano Kostequi. Logrando superar la primera versión mediática, que sugería que los muertos eran producto de una disputa entre piqueteros, a través de fotos que develaban la cacería policial, este evento sumado a las intensas disputas al interior del PJ, fueron claves en el adelantamiento de las elecciones presidenciales.
De este modo arribamos a las elecciones del 2003, elecciones que mostraban un alto grado de crisis en el bipartidismo, contando con divisiones tanto en el PJ como en la debilitada UCR. El PJ admitió en su congreso nacional la posibilidad de presentar diversas listas, estableciendo que el partido oficialmente no reconocería a ninguna 38 . Menem reapareció compitiendo por la presidencia, y Duhalde, imposibilitado de presentarse, acabaría, luego de algunas otras propuestas fallidas, apoyando a Néstor Kirchner, por entonces gobernador de Santa Cruz. También se postuló desde el peronismo el gobernador de San Luis: Adolfo Rodríguez Saa. La UCR se expresó orgánicamente en la postulación de Rodolfo Terragno, pero también participarían dos figuras que habían salido de su seno finalmente rompiendo con el partido: Ricardo López Murphy y Elisa Carrió. Por otra parte la izquierda no lograría superar su fragmentación, optando por distintas opciones: no voto desconociendo las elecciones, y la participación electoral aunque sin presentar una opción fuerte y unitaria 36
Nombre con el que conoce al movimiento de desocupados en Argentina por ser el “piquete” (corte de ruta) el método de lucha mayormente empleado. 37 La puerta del local del Partido Comunista de Avellaneda fue derribada por la policía, que ingresó, rememorando los tiempos más oscuros de nuestra historia, en la búsqueda de los manifestantes que allí se refugiaban de la represión. 38 Novaro, Marcos. “Historia de la Argentina contemporánea. De Perón a Kirchner” Buenos Aires, Edhasa. 2006. Pág. 299.
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que pudiera haber aparecido como alternativa al bipartidismo desgastado y dividido. Carlos Menem lograría obtener el primer puesto con un 24% seguido por Kirchner con un 22%. Avizorando una catastrófica derrota para la segunda vuelta, Menem se retiró de la contienda, dejando a la fórmula Kirchner-Scioli con un frágil triunfo. Este presidente asume desde el segundo puesto en una primera vuelta y un triunfo negado en la segunda, con una situación económica que ya hacia el final del período de Duhalde parecía comenzar a revertir lentamente el profundo cuadro recesivo. Un presidente que alcanzaba la victoria principalmente gracias al apoyo del líder del PJ bonaerense, que le legaba unos cuantos ministros incluyendo al de Economía. Este mismo presidente no sólo lograría revertir su débil legitimidad origen, sino que desplegaría una hábil estrategia que le permitiría no sólo ganar la contienda frente a su impulsor inicial, Eduardo Duhalde, sino también aparecer frente al público como el presidente de la soberanía nacional, el modelo de “capitalismo nacional” y de los derechos humanos, captando amplias adhesiones populares. Erigiría un gobierno que reclama para sí las banderas del peronismo original, del trabajo, la industria y la justicia social. Desplegando tácticas tales como la “transversalidad”, se fortalecería para la reconquista del PJ, alcanzando un momento importante con el triunfo de Cristina Kirchner frente a Chiche Duhalde en las elecciones del 2005. Este gobierno lograría sumar a su proyecto a organizaciones populares y de izquierda, tradicionalmente opositoras, tales como sectores de Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Patria Libre y su organización de desocupados Barrios de Pie, el PC Congreso Extraordinario, sectores de la CTA tales como la FTV y varios sindicatos, etc. Pero... ¿cómo fue esto posible? Demás está aclarar que el presente trabajo no pretende dar cuenta de la infinidad de dimensiones a través de la cual se desplegó esta reconstitución de la legitimidad y la gobernabilidad que se llevó a cabo en estos últimos años. Sin embargo podemos mencionar algunas claves explicativas al respecto.
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El gobierno de Kirchner es inexplicable sin los sucesos del 2001. Kirchner se propone como resolución de ese momento de crisis: “El 27 de abril, las ciudadanas y los ciudadanos de nuestra patria, en ejercicio de la soberanía popular, se decidieron por el avance decidido hacia lo nuevo, dar vuelta una página de la historia (...) Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro” 39 . En este mismo discurso, en el Parlamento el día de su asunción presidencial, Kirchner llama a construir un “capitalismo nacional” que permita la movilidad social ascendente, volviendo a la senda del progreso social. Para esto, dice, se deberán implementar políticas activas para el crecimiento económico, la generación de puestos de trabajo y una más justa distribución de la riqueza, recuperando el Estado un rol central. Kirchner construye en su discurso un oponente que refiere a un conjunto de actores identificados con las políticas neoliberales encarnadas en las prácticas de los 90: “En la década de los 90, la exigencia sumó la necesidad de la obtención de avances en materia económica, en particular, en materia de control de la inflación. La medida del éxito de esa política, la daba las ganancias de los grupos más concentrados de la economía, la ausencia de corridas bursátiles y la magnitud de las inversiones especulativas sin que importara la consolidación de la pobreza y la condena a millones de argentinos a la exclusión social, la fragmentación nacional y el enorme e interminable endeudamiento externo.” 40 También opone la recta gestión frente a la corrupción y la impunidad. Es en este sentido que planteamos la necesidad de pensar a Kirchner como una propuesta “resolutoria” particular de la crisis del 2001, principalmente porque discute con las figuras deslegitimadas frente a los cuales se alzan los reclamos en ese entonces: Kirchner se propone a sí mismo como momento de ruptura frente al neoliberalismo. 39
Discurso de Kirchner ante la Honorable Asamblea Legislativa el día de su asunción presidencial. Página web de la Presidencia de la Nación: www.presidencia.gov.ar/discursos.aspx 40 Ibíd.
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De este modo saldría a construir una imagen novedosa que, amplificada por los medios masivos de comunicación, lograrían un alto impacto. Ejemplo de esto es, entre otros, el discurso dado en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata (2005) donde sostuvo que Argentina, que vivió en 2001 la peor crisis económica y social de su historia, ejemplifica el fracaso del neoliberalismo y la conveniencia de seguir un camino propio, ajeno a las recetas de los organismos internacionales. Este es otro de los momentos “rupturistas” del discurso de Kirchner que generó amplia adhesión popular, el presidente, que llamaba a construir “lo nuevo”, (“una Argentina en serio” sería su slogan), se plantaba a denunciar “lo viejo” usufructuando todo lo que significaba el haber acelerado el retiro de su primer rival electoral, Carlos Menem, uno de los principales símbolos encarnados del paradigma neoliberal. También se aprontaba a criticar al FMI como co-responsable de la debacle argentina. Kirchner se plantea a sí mismo como “lo nuevo”, convoca la figura del outsider, invoca el modelo de la llegada, desarrollado por E. Verón y S. Sigal en “Perón o muerte: Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista” 41 , posibilitado también por el desconocimiento generalizado en otras partes del país de su gestión como gobernador de Santa Cruz. Kirchner provenía de largas gestiones primero como intendente de Río Gallegos desde 1987 a 1991 y desde entonces en la gobernación de Santa Cruz. Sin embargo, el desconocimiento general de sus gestiones pasadas posibilitan a Kirchner aparecer como la principal figura del recambio. Kirchner, dice en sus discursos, viene a trabajar por los argentinos: “Yo y quienes me acompañan seremos sus servidores, trabajaremos con mucho esfuerzo y, para terminar, les quiero decir qué es lo que sentimos que somos: hombres comunes con responsabilidades muy importantes”. 42
41
Un desarrollo más completo de este argumento puede encontrarse en Slipak, Daniela, “Más allá y más acá de las fronteras políticas: apuestas de reconstrucción del vínculo representativo en el discurso kirchnerista” 42 Discurso de Néstor Kirchner en la ceremonia de juramento del gabinete nacional, 25/5/2003. Página web de la Presidencia de la Nación: www.presidencia.gov.ar/discursos.aspx
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Hábilmente, Néstor Kirchner, logró recuperar algunos reclamos sentidos de las clases subalternas y dar cauce a su (al menos aparente) resolución. Sus gestos progresistas más saludados por la población refieren a su política de Derechos Humanos, los cambios en la Corte Suprema de Justicia, sus discursos críticos frente al FMI, el descabezamiento de la cúpula militar y su acercamiento a gobiernos populares de América Latina tales como Venezuela. Estas medidas producirían amplias adhesiones, incluyendo de personalidades y organizaciones tradicionalmente opositoras. Con respecto a la política de Derechos Humanos, produjo algunas escenas de alta trascendencia como el apoyo a la anulación de las leyes de perdón a los represores de la última dictadura militar (ley creada y promovida por diputados de izquierda), así como la transformación de la ESMA en un museo para la memoria. “Yo no vengo en nombre de ningún partido, vengo como compañero y también como Presidente de la Nación Argentina y de todos los argentinos (...) seguimos luchando como podemos, con las armas que tenemos, soportando los apretujones y los aprietes que nos puedan hacer. Pero no nos van a quebrar, compañeros y compañeras. Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y también la bandera de la justicia y de la lucha contra la impunidad. Dejaremos todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta lamentable década del ’90 como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir.” Kirchner aparece en su discurso como un compañero más, que no ha claudicado en la lucha de su juventud setentista por un mundo mejor, repudia el genocidio junto con las reformas neoliberales. Con su estilo popular, despreocupado, que no respeta protocolo alguno, procura un contacto directo con el pueblo, del que es tan sólo un servidor. Los medios amplificaban el eco del estilo K. Con gestos desafiantes impugnaba a políticos neoliberales, funcionarios
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corruptos y militares represores... descolgaba los cuadros de los dictadores en la ESMA y la hacía museo... leía en un acto una poesía escrita por una compañera desaparecida... hechos inimaginables en cualquier presidente pre-2001. Hasta ponía funcionarios piqueteros (Delía de la FTV, Cevallos de Barrios de Pie, etc.) y entablaba estrechas relaciones comerciales con Venezuela, al que a cambio brindaba su apoyo para el acceso al comité de seguridad de la ONU y la inclusión de este país como miembro pleno del MERCOSUR. Hasta priorizaba el MERCOSUR frente al ALCA en la cara del mismo George W. Bush en la Cumbre de las Américas. Nos encontramos con un gobierno que se auto-proclama abanderado de la lucha contra la contaminación y alza la voz frente a las papeleras que se están construyendo del lado uruguayo del río Uruguay. Promueve la disputa a planos internacionales... Pero repetimos, este no es el objetivo del presente trabajo. Lo mencionado con anterioridad son algunos puntos básicos referentes a acciones estatales que aparecen como progresistas para explicar el alto grado de adhesión popular. Pero cualquier televidente podría agregar varios argumentos más... el país crece año tras año en el gobierno de Kirchner, el desempleo baja, se recuperan algunas industrias, el “riesgo país” (factor señalado en rojo en los programas informativos de nuestra TV durante el gobierno de De la Rua) está en su piso histórico... ¿Argentina en la senda del progreso? Entonces es este el momento para retomar el eje central que corresponde a este capítulo: las acciones estatales en materia de política económica.
Para avanzar en este camino creemos conveniente abstraer algunas características fundantes del constructo neoliberal argentino, el “neoliberalismo real”, desarrollado en los apartados anteriores, para dar lugar a algunas preguntas que señalábamos en la introducción: ¿es el kirchnerismo un proyecto político que sostiene en su modelo económico y social los
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rasgos estructurales del neoliberalismo o representa un momento de ruptura con el mismo? ¿qué continuidades y qué rupturas podemos detectar? ¿qué intereses representa este modelo? ¿estamos frente a una salida de corte popular o frente a un momento de resolución de las disputas dentro de la clase dominante y su nuevo acomodamiento de fuerzas?
Veamos qué aspectos aparecen como constitutivos de la “Argentina Neoliberal”:
•
Desindustrialización selectiva. Primarización del aparato productivo
•
Concentración económica
•
Apertura comercial externa
•
Creciente extranjerización económica
•
Endeudamiento público pronunciado
•
Valorización financiera.
•
Gasto público acotado
•
Sistema impositivo regresivo
•
Regresiva distribución del ingreso. Transferencia de ingresos de asalariados a capitalistas
•
Privatizaciones. Entrega de los recursos naturales y servicios públicos
Modelo de productivo exportador de “dólar alto”. Perfil productivo
Veíamos que el modelo de la era post-Convertibilidad nacía como un modelo de “dólar alto”, debido a que encuentra en el tipo de cambio la “punta de lanza” a partir de la cual comenzó a reordenar la economía y puso fin al ciclo recesivo (1998-2002) ejerciendo amplias
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modificaciones en los precios relativos. La modificación en el tipo de cambio que marcó el fin de la Convertibilidad dio lugar a la dinamización de las exportaciones, y a través de su gravamen mediante retenciones, a la recomposición de las cuentas públicas. Si bien en 2002 el superávit se explica principalmente por el desplome de las importaciones así como el aprovechamiento de los recursos derivados del default de parte de la deuda, los años subsiguientes continuarán teniendo amplios saldos positivos beneficiados por precios internacionales favorables a las exportaciones argentinas. La recuperación económica ha conllevado una aumento de la producción manufacturera, impulsada por la dinámica exportadora e incluyendo un fenómeno de sustitución de importaciones producto de la “protección” que generó la modificación del tipo de cambio al aumentar el costo de las importaciones. La devaluación ha impulsado el crecimiento de los sectores industriales vinculadas a la exportación así como el resurgimiento de algunas ramas que habían sido duramente afectas por las reformas de los noventa y la recesión, tales como la textil, la metal-mecánica, vestimenta, entre otras 43 . Esta expansión de la producción avanzó principalmente sobre la capacidad ociosa instalada. El bajo nivel salarial y el nuevo tipo de cambio internacionalmente competitivo permitieron a los sectores exportadores generar elevados márgenes de ganancia y recuperar niveles de actividad económica. Las exportaciones argentinas cerraron 2006 contabilizando valores cercanos a los 45.000 millones de dólares. Este resultado supera en más del 80% a los ingresos por exportaciones del año 2002. Además, supone un 15% de crecimiento respecto a 2005. El carácter exportador del actual modelo puede verse claramente en comparación con el período anterior a su instauración.
43
Schorr, Martín. “Modelo nacional industrial. Límites y posibilidades”. Capital intelectual.
63
EXPORTACIONES TOTALES En millones de U$S 45.000
2003 en adelante
40.000
35.000
30.000
1993 - 1997
25.000
20.000
mediados de 1988 fines 1990
15.000
10.000
5.000
0
I 81
I 82
I 83
I 84
I 85
I 86
I 87
I 88
I 89
I 90
I 91
I 92
I 93
I 94
I 95
I 96
I 97
I 98
I 99
I 00
I 01
I 02
I 03
I 04
I 05
I 06
I 07
Fuente: Ministerio de Economía
El carácter exportador del modelo no puede dejar de estar relacionado con las modificaciones en la relación estructura/correlación de fuerzas en el marco de las nuevas reglas de juego producto de la interacción entre la esfera socio-económica y la esfera política. Esto implica el fortalecimiento de las fracciones cuya posición se encuentra vinculada a la exportación de bienes y servicios transables proclives a la exportación. Pero, ¿cómo se compone este “frente exportador”?
El principal complejo exportador es el de las oleaginosas, que ha mostrado un alto crecimiento en cuanto a su valor exportado, observable en su incremento de u$s 5.884 millones en 2001 a u$s 9.317 millones en 2005, llegando a representar un 23,3% del valor total exportado en ese año. Este complejo es prácticamente explicable a partir del peso de las actividades vinculadas a la soja que por sí solas participan del 20,8% del total de las exportaciones en 2005. Detrás del complejo de las oleaginosas se ubica el complejo petroleropetroquímico, encabezado por las actividades petroleras y gasíferas, cuyo valor exportable a 64
crecido de u$s 4.992 millones en 2001 a u$s 7.633 millones en 2005, expresando el 19,1% del valor total exportado. En tercer lugar aparece la industria automotriz, elevando sus exportaciones de u$s 2.350 millones en 2001 a u$s 3.446 millones en 2005, expresando el 8,6 del valor de las exportaciones argentinas. En cuarto lugar se encuentra el complejo cerealero (maíz, trigo, arroz) pasando de un valor exportado en 2001 de u$s 2.593 millones a u$s 3.066 millones en 2005, siendo esto el 7,7% de las exportaciones totales de ese año. En quinto lugar se ubica el complejo de origen bovino (carnes, cueros y lácteos), que ha superado la duplicación de sus ventas al exterior de u$s 1.392 millones en 2001 a u$s 2.921 millones en 2005, representando el 7,3% del total exportado. Por debajo encontramos al complejo siderúrgico y frutihortícola, explicando respectivamente el 4,2% y el 3,4% del valor total exportado en 2005. Y oscilando el 2% del valor de las exportaciones argentinas en dicho año aparecen el complejo de cobre, pesquero, y de origen forestal (el complejo pesquero ha mostrado un importante retroceso en sus exportaciones desde 2001) 44 .
Exportaciones argentinas según complejo exportador. Año 2005.
23,3
26,3
Oleaginosas (soja 20,8% del total de las exportaciones) complejo petrolero petroquímico industria automotriz complejo cerealero (maíz, trigo, arroz) complejo de origen bovino
3,4 4,2
19,1
complejo siderúrgico complejo frutihortícola
7,3 7,7
8,6
otros (pequero, forestal, uva, aluminio, etc.)
Elaboración propia en base a datos INDEC publicados por Informe Industrial nº 208
44
Datos del INDEC publicados por Informe Industrial nº 208.
65
Esta descripción de las exportaciones argentinas nos permiten observar cuál es la estructura productiva que sustenta el actual modelo. El núcleo dinámico de la economía argentina está representado en el actual modelo por las exportaciones, cuya composición las muestra basadas en la explotación de los recursos naturales, marcando, en su perfil, una fuerte continuidad con el modelo anterior: un alto grado de primarización productiva. Esto se refiere a que las actividades de los principales complejos exportadores se concentran en las primeras etapas del proceso productivo. De este modo la Argentina continúa siendo exportadora de productos primarios y de manufacturas con escaso valor agregado. Mientras el discurso oficial, de Duhalde a Kirchner, se hace un fuerte hincapié en que la Argentina ha adoptado un modelo basado en la industria, se esperaba que por la nueva protección cambiaria, se estableciera desde el 2002 un cambio en el perfil de las exportaciones argentinas, volcándose más hacia las manufacturas de origen industrial. Sin embargo, la participación de este sector se mantuvo constante en torno a 31-32% de ventas al exterior.
Otro factor a destacar es que el 52% de las ventas al exterior están protagonizados por la suma de manufacturas de origen agropecuario y productos primarios, que debido a su naturaleza dual de ser productoras de divisas y bienes de consumo masivo a la vez, impulsan
66
una dinámica exportadora que contrae el mercado interno45 . Esto repercute negativamente en el nivel de inflación y, por ende, en las condiciones de vida de los sectores populares. Es la posición misma de las fracciones dominantes que se presentan hoy cómo más dinámicas en el actual modelo que, en vez de posibilitar (como se promueve en los discursos de las cámaras empresarias que las representan) un nuevo esquema de “alianza” con el trabajo, o al menos de fomentar profundos cambios en las condiciones de vida de las clases subalternas, encuentran como interés antagónico el aumento salarial, ya que aumenta sus costos de producción y no aparece como imprescindible su aumento generalizado dada de su dinámica exportadora, a lo que se agrega la repercusión negativa en las condiciones de vida del aumento de productos básicos de la canasta familiar que son exportados.
Un elemento a mencionar es el desarrollo de un sector de las pymes ligadas a la exportación. Estas presentan un mayor grado de incorporación de valor agregado (debido a que el precio medio en u$s de su producción por tonelada casi triplica el de las grandes empresas) y poseen una fuerte producción relativa de manufacturas de origen industrial (del 77% de su composición en la pequeñas y micro empresas a un 52% en las medianas) 46 . La devaluación ha mejorado la capacidad exportadora de estas pymes, que en cuánto a cantidad representan el 70% del total de empresas exportadoras, presentando una evolución favorable en los últimos años:
45
Tolón, Gaspar. “El crecimiento del complejo agroalimentario” en Datos & Opinión de la coyuntura cooperativa. Publicación del Cefim. Nº 58 Diciembre 2005. 46 CEP (Centro de Estudios para la Producción) “Performance exportadora de las pequeñas y medianas empresas” 2004.
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Sin embargo es necesario destacar que continúa al igual que en el modelo de la Convertibilidad, un perfil altamente concentrado de la estructura económica argentina. Esto se puede ver claramente en que el núcleo reducido de las grandes empresas realiza ventas al exterior que representan valores cercanos al 90% del total de las exportaciones realizadas. Además, debido al tipo de bienes que se venden al exterior (que en su mayoría provienen del agro), se mantiene un alto grado de concentración entre los exportadores: de u$s 10 que exporta el país, las grandes empresas de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario reciben u$s 4. 47
47
Ámbito Financiero 27/1/2006
68
Exportaciones argentinas por tamaño de empresa. 2005.
10,4
0,3
Grande Pymes Micro 89,3
Elaboración propia en base a datos del INDEC
La concentración económica llegó a tal nivel, que sólo las veinticinco primeras empresas líderes en exportación explican el 62,9 % del valor total las exportaciones del país. Estas empresas, las máximas “ganadoras” del nuevo modelo devaluacionista está compuesta por once compañías del sector agropecuario y agroindustrial, siete que operan en el área petrolera y minera, tres en la siderurgia, dos automotrices y dos ligadas al complejo petroquímico 48 . Así esta burguesía no está interesada en promover activamente el desarrollo del mercado interno, en tanto prefiere reducir sus “costos” para mejorar su rentabilidad en un horizonte exportador, puede seguir aplicando la flexibilización sobre el trabajo así como el deterioro del salario real.
Las exportaciones presentan características de aguda concentración regional, al punto que plantea serias dudas acerca de qué tipo de modelo “nacional” se está desarrollando. Esto se debe a que sólo una región, la pampeana, concentra el 72,6% del valor exportado total, dentro de la cual la provincia de Buenos Aires aporta más de la mitad de dicho valor. Mientras que en el otro extremo el NEA participa tan sólo del 1,6%. En medio se ubican 48
Schorr, M. y Wainer A. Argentina ¿muerte y resurrección? Notas sobre la relación entre economía y política en la transición del”modelo de los noventa” al de “dólar alto”
69
Patagonia con el 11% (un monto exportable apenas inferior a la provincia de Córdoba), el NOA con el 6,7% y Cuyo con el 4,3%. Este es otra característica del modelo, que no parece revertirse, y que parece determinar la relevancia en cuanto a la relación estructura/correlación de fuerzas, no sólo de la posición en cuanto a las clases y sectores productivos, sino también a la posición geográfica regional. Esto se debe a que el modelo actual, al basar su dinámica en las exportaciones, parece relegar amplias zonas del territorio argentino, de modo que las tensiones propias de toda estructura de clases encontrarán especificidades distintas en las distintas regiones, teniendo en cuenta que uno de los reclamos y ejes de resistencia de las clases subalternas es por “inclusión” social. Estas posibilidades de inclusión al modelo se encontrarán fuertemente sesgadas de continuar estos contrastes de integración regional a la exportación en los términos del actual modelo. Estas asimetrías geográficas tienen sus repercusiones a nivel de las condiciones de vida de las clases subalternas, como podemos observar en lo referente a la distribución geográfica de la pobreza, que según el IEF-CTA, alcanza al 40% de la población argentina en 2007, y “se agrava en las provincias del Noreste y Noroeste (donde la tasa de pobreza se ubica en el 56,1% y 51,8% respectivamente), mientras en las provincias patagónicas la pobreza afecta al 22,7% de la población” 49 . Gráfico de concentración regional de las exportaciones argentinas
6,7
4,3
3,8
1,6
11
50
NEA Patagonia Región Pampeana NOA Cuyo
72,6
Otros (plataforma continental, Extranjero e Indeterminado)
49
Lozano, Claudio; Rameri, A. y Raffo, T. “Análisis y propuesta frente al presupuesto 2007” IEF-CTA Porcentajes basados en informe del INDEC, noviembre 2005. Los porcentajes restantes refieren a los rubros Plataforma continental, Extranjero e Indeterminado 50
70
Observando ahora el crecimiento de la economía en términos generales, debemos dar cuenta que el actual modelo logró poner fin a la recesión económica dando lugar a un nuevo ciclo expansivo.
Fuente: Ministerio de Economía
El PBI ha aumentado en promedio en los últimos cuatro años cerca de un 9%. Sin embargo esto responde a un fenómeno de recuperación económica que aún no logra alcanzar en términos de PBI per cápita los niveles de mediados de 1998 51 . Una vez alcanzados los límites de la capacidad ociosa instalada, este modelo deberá afrontar una de las problemáticas recurrentes en la historia argentina, los potenciales “cuellos de botellas” del sector externo producidos por la necesidad de incorporación de bienes de capital en una estructura productiva poco integrada que tienden a aumentar las importaciones y provocar ciclos de “stop & go”. Esta tendencia comienza a ser observada en 2006, teniendo en cuenta que en los primeros once meses las importaciones crecieron un 20% respecto del año anterior, mientras que las exportaciones lo hicieron sólo a un 15% 52 .
51
López, Rodrigo. “¿Qué es crecer?” en Datos & Opinión de la coyuntura cooperativa. Publicación del Cefim. Nº 59. Febrero 2006 52 INDEC, noviembre 2006.
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COMERCIO EXTERIOR Promedios mensuales
4.500
Exportaciones
Importaciones
Saldo comercial
4.000
En millones de US$
3.500 3.000 2.500 2.000 1.500 1.000 500 0 I 02
II
III
IV
I 03
II
III
IV
I 04
II
III
IV
I 05
II
III
IV
I 06
II
III
IV
I 07
Ministerio de Economía. Mayo 2007.
Actualmente la capacidad industrial instalada está siendo utilizada a un 75,6% promedio alcanzando su máximo nivel de uso en las industrias de refinería de petróleo (95,7%), las industrias metálicas básicas (84,2%), productos textiles (83,9%) y las de papel y cartón (81,4%) 53 . A su vez las importaciones están siendo impulsadas principalmente por el crecimiento productivo, de modo que el principal rubro es el de bienes intermedios (representando un 35% del valor total importado) seguido por bienes de capital (25% del total).
Para continuar con la descripción de algunos de los aspectos más importantes del modelo productivo-exportador, debemos observar cuales son los principales bloques comerciales en el comercio exterior: 1. MERCOSUR, que en el presente modelo económico aparece como el principal espacio de integración comercial y negociación frente al resto de los bloques. Este
53
Ibíd.
72
bloque se vio fortalecido con el ingreso de Venezuela como miembro pleno en 2006, con quien el gobierno de Kirchner ha estrechado relaciones en lo económico. Las exportaciones argentinas a la República Bolivariana de Venezuela en los primeros nueve meses de 2006 fueron de 529 millones de dólares, un aumento de 56 por ciento respecto a igual período de 2005; en ese incremento de las ventas la industria automotriz tuvo una participación clave. Sin embargo debe tenerse en cuenta que las tres principales ramas que concentran la mayor parte de las exportaciones al MERCOSUR, la automotriz, el agro y la petroquímica, son sectores fuertemente monopolizados y con amplia hegemonía del capital externo 54 . Además, debe tenerse en cuenta que según el INDEC en 2006 (hasta noviembre) el intercambio con este bloque arrojó un saldo comercial negativo de 2.724 millones de dólares (sin contar las transacciones con Venezuela, de reciente incorporación). 2.
Unión Europea. En los primeros once meses del 2006, el comercio con este bloque arrojó un saldo de u$s 2.151 millones. Las exportaciones aumentaron el 21%, lideradas por las mayores compras de Mineral de cobre y sus concentrados de Alemania y España, de Residuos y desperdicios de la industria alimenticia de Francia, Reino Unido, Países Bajos y Polonia; y de Camarones y langostinos de España e Italia. Las importaciones provenientes de este origen aumentaron el 21%, impulsadas principalmente por Bienes de capital y Bienes intermedios 55 .
3.
ASEAN, Corea Republicana, China, Japón e India. En 2006 (hasta noviembre), el intercambio comercial con este bloque arrojó un saldo positivo de u$s 1.249 millones. Las exportaciones se vieron impulsadas por las ventas de Combustibles y energía y
54
J. Gambina, A García, M Borzel, A. Crivelli. “Liberalización de la economía argentina: ruptura o continuidad” en Periferia nº 12. Primer semestre 2005. 55 INDEC noviembre 2006
73
por las Manufacturas de origen agropecuario, donde se destacaron las ventas de aceite de soja y girasol a India y Malasia. 56 4. NAFTA. En los primeros once meses de 2006, el intercambio comercial con el bloque registró un saldo de u$s 370 millones. Las exportaciones crecieron el 1%, por el incremento de las ventas de las Manufacturas de origen industrial, destacándose los productos químicos orgánicos hacia Estados Unidos, productos farmacéuticos a Canadá y aleaciones de aluminio a Estados Unidos y México. También aumentaron las ventas de productos primarios y las Manufacturas de origen agropecuario hacia este bloque. Las importaciones crecieron el 12%, debido al incremento de los Bienes de Capital, Bienes intermedios y Vehículos automotores de pasajeros.
Observar el mapa de integración regional nos permite comprender la estrategia del gobierno argentino en la Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, 2005, ya que la negativa o, al menos, postergación de la incorporación al ALCA, responde a la estrategia desplegada por los principales grupos exportadores y es coherente con sus intereses de clase. Esto se debe a que, por un lado, el NAFTA posee un lugar no principal respecto del comercio exterior argentino, y por otro, a que las principales potencias (también en el caso de la Unión Europea) poseen una estructura para-arancelaria que vulnera los intereses que expresa la estrategia exportadora del modelo productivo actual. Esto representa en el fondo la continuidad de las políticas de liberalización económica, ya que el gobierno y los sectores dominantes del capital plantean la necesidad de profundizar la apertura económica y disputan desde allí con las políticas “proteccionistas” de los países centrales. La Argentina no ha modificado su estructura arancelaria dejando intacta la del modelo de la Convertibilidad. El impulso
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Ibíd.
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productivo parece centrarse principalmente en el tipo de cambio de carácter más competitivo que la paridad 1 a 1 del modelo anterior.
Otra cuestión a evaluar es ¿quién crece en Argentina? Mientras algunos economistas del establishment siguen sugiriendo que hay que esperar el “derrame” 57 , los grupos económicos cuyos intereses expresan siguen agrandando el vaso. La estructura económica argentina posee un alto grado de concentración y extranjerización, que dan por tierra el recurrente mito de la “burguesía nacional”. Mito apelado por los grupos más concentrados del capital productivo, expresados corporativamente en la UIA, organismo que no ha dejado de llamar ha reconstituir una alianza entre la producción y los trabajadores, reactivar el mercado interno y fortalecer un verdadero empresariado nacional 58 . Los mismos grupos que apoyaron fervientemente la implementación de las reformas neoliberales en nuestro país no vacilaron en invocar algunos principios de San Perón para conquistar amplias adhesiones que le permitiera fortalecer sus posiciones al interior de la clase dominante. Estos mismos argumentos transitan aún los emotivos discursos del presidente Kirchner en su afán por construir una Argentina en serio... un “capitalismo nacional”. Pero, cómo imaginar una “burguesía nacional” independiente, mercado-internista, “aliada” a la clase trabajadora, cuando sus intereses se encuentran fuertemente transnacionalizados, e incluso su composición está extranjerizada. Mientras que en 1993 sólo el 35% de las utilidades eran apropiadas por empresas con más de un 50% de participación extranjera, hacia el 2004, estas se quedaban con el 88,3% de las mismas. En tanto que nuestra “burguesía nacional” reducía su participación del 35% de las utilidades en 1993 a tan sólo el 8,9% de las mismas en 2004. Esto es resultado del largo proceso de instauración del modo de 57
Ver por ejemplo Gerchunoff, P. Y Aguirre H. “La política económica de Kirchner en la Argentina: varios estilos, una agenda”. Real Instituto Elcano. 2004. 58 Gaggero, A. y Wainer, A. 2004. “Crisis de la convertibilidad: el rol de la UIA y su estrategia para el (tipo de) cambio” Realidad Económica nº 204
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acumulación neoliberal en la Argentina y las modificaciones producidas respecto de los actores de clase en la esfera socio-económica, y es a partir de estos actores en sus distintas posiciones al interior de la estructura y en su distinta fuerza para desplegar sus acciones, que se instaura, en interacción con los actores gubernamentales en la esfera política, el actual modelo.
Utilidad por origen de Capital. 1993/2004
Fuente: INDEC, octubre 2006
En el “capitalismo nacional” de Kirchner las empresas transnacionales no sólo han recompuesto sus ganancias sino que superan ampliamente las obtenidas en promedio, durante el modelo anterior, y sin embargo de la renta obtenida es muy poco lo que dejan en el país: “Aún hacia 2004, en un contexto de apreciable recuperación de la economía y con una renta de la IED 59 que resultó un 55% superior al promedio observado en la década del 90, las ETs 60 remitieron utilidades por un monto mayor al obtenido en dicho año, y fue sólo en 2005, y con una renta que superó en un 120% al promedio de los 90s a pesar de la pérdida de valor del
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Inversión Extranjera Directa Empresas Transnacionales
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peso, que las utilidades reinvertidas cambiaron su signo: las ETs dejaron en el país el 9% de la renta obtenida” 61 Observando esta tendencia del capital extranjero a reinvertir escasamente sus utilidades, y en términos generales a remitirlas mayormente al exterior, promoviendo la vulnerabilidad externa de la economía argentina, también debemos señalar que la extranjerización del capital se ha profundizado durante todo el gobierno de Kirchner. Lejos de realizarse, la “propuesta” de burguesía nacional y alianza capital-trabajo, se muestra claramente como un artilugio discursivo tendiente a construir consenso en base a la recuperación del peronismo como mito originario; busca recrear mediante el discurso la fantasía de alguno de los aspectos del modo de acumulación anterior recuperando la iconografía identitaria del peronismo con sus connotaciones de bienestar popular. Tanto Kirchner como la UIA no cesan de invocar estos principios que han calado profundo en la conciencia de las clases subalternas, logrando consensos tal vez inestables por la inexistencia de condiciones y acciones estatales que pudieran dar mayor sustancia a estas afirmaciones. El mito de la burguesía nacional culmina allí donde al revisar los datos del mismo INDEC que constatan cómo se ha incrementado la extranjerización del capital durante el gobierno kirchnerista: “en el año 2005, la utilidad de las empresas con participación extranjera se duplicó respecto a 2003.” 62
61
Sacroisky, Ariana. “La Inversión Extranjera Directa en la post-Convertibilidad” Documento de Trabajo nº2 CEFIDAR. Octubre 2006. Pág. 41. 62 INDEC “Grandes empresas en la Argentina” Enero 2007
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INDEC 2007
Si bien en número (cantidad) la proporción entre empresas nacionales y extranjeras no ha presentado cambios importantes, la extranjerización durante el kirchnerismo se vincula al aumento de peso de las empresas extranjeras en la relación estructura/correlación de fuerzas, mostrando una clara mejora en sus posiciones relativas, cumplimentando la realización de las acciones teleológicas tendientes a la maximización de sus ganancias. El “capitalismo nacional” de Kirchner parece resultar una excelente propuesta para el capital extranjero, que aumenta durante todo el gobierno sus ganancias tanto en términos comparativos al modelo de la Convertibilidad, como señalábamos antes, como en términos de apropiación de las utilidades según el origen del capital.
¿Qué clase de “derrame” habrá que esperar de una burguesía altamente concentrada? Diminuta en número y gigante en poder controla en pocas manos los principales resortes de la economía. De las mayores 500 empresas no financieras, encontramos que las primeras 100 empresas (el 20% mayor) explicaban el 66,5% del total de valor agregado en 1993, siendo que en 2004 esta proporción se ha incrementado en casi 6 puntos porcentuales, llegando al 72,1%. Las 50 mayores empresas, el 10% del total, ya superaba la mitad del valor agregado en 1993, mientras que para 2004 llegan al 59%. Finalmente, las 4 empresas más grandes
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explican por sí mismas en este último año algo más del 20% del valor agregado, un incremento de 5,6 puntos porcentuales respecto a 1993 (14.9%) 63 . ¿Cómo esperar el “derrame” y una orientación mercado-internista de una burguesía con estrategia exportadora? Como señalábamos antes, buena parte de los productos exportados son elementos centrales de la canasta básica y la reacción de esta burguesía ha sido trasladar a sus precios internos, en cuanta proporción ha podido, los precios de exportación. Por otra parte las pymes vinculadas al mercado interno han visto caer su rentabilidad debido al aumento de los insumos así como a la estrechez del mercado interno 64 . Y, finalmente encontramos que la burguesía productiva que propone a vivas voces una alianza con los trabajadores tiende a expulsar trabajo de sus empresas. Las 100 empresas más grandes en 2004 (el 20% del total) emplea al 45,7% del total de puestos de trabajo asalariado, valor que está por debajo del 53,7% que empleaba esa fracción de empresas en 1993. La participación en el total de las 4 mayores empresas pasó del 5,6% de los puestos totales en 1993 (más de 34.000) al 1,7% en 2004 (cerca de 9.000). Las 50 mayores empresas, que son el 10% del panel, explican algo más que el 20% de los puestos de trabajo en 2004, un 16% por debajo de 1993 65 .
Participación en los puestos de trabajo asalariado del panel de las 4, 8, 20, 50, 100 y 200 empresas más grandes. Años 1993/2004
63
INDEC octubre 2006. APYME, “Enfoque desde APYME” en Datos & Opinión de la coyuntura cooperativa. Publicación del Cefim. Nº 58 Diciembre 2005. 65 INDEC octubre 2006 64
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Fuente: INDEC, octubre 2006
Si bien es necesario recalcar que la recuperación económica ha tenido un impacto positivo sobre el empleo, reduciendo significativamente la desocupación, de 26.6% en el primer trimestre de 2003 a 12.8%, en el en 2006 66 , no ha habido avances significativos en la redistribución del ingreso. A principios del 2006, el 10 por ciento más rico de la población tuvo ingresos 31 veces superiores al 10 por ciento más pobre 67 , y la participación del salario en el PBI en 2005 implica una caída del 8,3% respecto de valores de 2001, pleno momento de crisis. La transferencia de ingresos de salario a capital continúa, ya que el costo del obrero industrial está un 14% por debajo del de 1997, en tanto la productividad laboral creció un 23,8%. Esto implica una reducción del costo laboral por unidad de producción del orden del 40% 68 . El empleo aumenta, pero también aumentan las condiciones de explotación. Esto se ve confirmado en un informe del INDEC de enero de 2007 sobre los resultados de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE), donde se constata el aumento de la explotación del 66
La Opinión 15/10/2006 Clarín 10/2/2006 68 Clarín 4/12/2006 67
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trabajo asalariado a lo largo del gobierno de Kirchner, señalando que “la productividad entendida como valor agregado por ocupado, se incrementó en un 25.7% en el período 20032005, lo que representa un aumento de 44 mil pesos por ocupado” 69 . La explotación aumenta en tanto el trabajo crea, en el aumento de su productividad, mayores riquezas que no se ven reflejadas ni en el salario ni en una mejora generalizada de las condiciones de vida de la clase trabajadora, y esta es una de las claves de la Argentina neoliberal. Mientras el crecimiento del PBI logró sobrepasar el de 1998, los indicadores sociales, si bien han mejorado en los últimos años, se encuentran aún por debajo de los de ese año: la tasa de desocupación (sin contabilizar a quienes reciben planes sociales) creció un 2,4% (significando 400.000 desocupados más), la tasa de pobreza se expandió en un 33,5% (4.300.000 pobres más), la tasa de indigencia explotó en un 114% (aumentando en más de 2.700.000 personas); el ingreso medio de los ocupados descendió en términos reales un 25,4%. Este ingreso medio que superaba en un 34,1% al valor de la canasta de pobreza para la familia tipo en 1998 actualmente está por debajo en 6,7% al valor de dicha canasta (lo que implica un deterioro de la relación equivalente a casi un 120%) 70 . Otros datos a tener en cuenta es que la canasta familiar ascendía (según INDEC) a finales del 2005, a $2.207,7, mientras que el ingreso promedio de los ocupados (para esa misma fecha) ascendía a $722 (lo que representaba el 32,7% de la canasta necesaria). Estos $722 son inferiores (-17%) incluso a la canasta considerada para definir la línea de pobreza de un hogar tipo ($860) 71 .
Si bien las características actuales del modelo y de la relación estructura/correlación de fuerzas plantean un panorama de continuidad en términos horizontales (relación capital-
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INDEC “Grandes empresas en la Argentina” Enero 2007 Lozano, C., Larrosa, R., Rameri, A., Raffo T. “Crecimiento y distribución del ingreso” Fecha publicación:03/05/2006 en Argenpress.com.ar 71 Lozano, R., Rameri, A., Raffo T. “La deuda interna se acentúa” Publicado el 17/4/2006 en Argenpress.com.ar. 70
81
trabajo), el gobierno de Kirchner a desplegado determinadas acciones estatales tendientes a apuntalar los ingresos mínimos de las clases subalternas de modo de impedir la profundización del empeoramiento de las condiciones de vida de estas clases. De este modo el gobierno ha incorporado cuatro mecanismos para detener la caída del salario real (que alcanzara un piso histórico en 2002): a) el aumento del salario mínimo, b) el impulso a los convenios colectivos, c) el aumento de las jubilaciones mínimas y d) acuerdo de precios entre otros mecanismos para limitar la inflación.
a)
El aumento del salario mínimo se daría a partir de la convocatoria al “Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil” y levaría el salario mínimo a $450 en 2004, a $510 en 2005 y a $630 en el 2006 72 . Sin embargo, hay que recordar que esta medida alcanza sólo a los trabajadores privados registrados y a los dependientes del sector público nacional, dejando por afuera a la masa de trabajadores en negro, cuentapropistas informales y desocupados.
b)
El gobierno ha impulsado las negociaciones colectivas de salario. Los convenios colectivos son uno de los mecanismos de mediación en la puja distributiva que había perdido peso durante todo el proceso de instauración del neoliberalismo en Argentina. Estos se han multiplicado desde la sunción de Kirchner a la presidencia y representa un factor novedoso respecto de los 90. Sin embargo, debe relativizarse el alcance de esta política, ya que involucra sólo a cerca de dos millones y medio de trabajadores, lo que representa apenas el 14,7% de la fuerza laboral del país 73 .
72 73
Gambina, J. y colaboradores. “La política económica del gobierno argentino (2003/2006)”. 2006. Ibíd. Pág 10.
82
Fuente: Ministerio de Trabajo
c)
Al gobierno de Kirchner inicio del gobierno de Kirchner las jubilaciones mínimas se encontraban en $200 mensuales. A través de varios aumentos se encuentran a fines del 2006 en $530 y el gobierno anuncia que llevará la jubilación mínima a $560 para 2007.
d)
El gobierno ha impulsado acuerdo de precios con los principales productores y comercializadores para intentar contener la inflación, que acumula cifras que se acercan al 10% promedio anual, y que por las características propias del modelo tiende a impactar en los bienes más elementales en lo que refiere a la calidad de vida de las clases subalternas. Las retenciones a las exportaciones actuaron también en el mismo sentido. Como señala Julio Gambina “hasta el momento los controles de precios y retenciones a las exportaciones han venido controlando la inflación, pero su éxito se reduce sólo a los productos pactados entre el gobierno y las cámaras empresariales. El resto de los productos presentan mayor fluctuación y sensibilidad (...) en el periodo de Julio 2005 a Junio 2006, los precios sujetos a
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acuerdos subieron un 8,2%, mientras que los libres aumentaron un 14,2%” 74 . También el gobierno ha negociado la adjudicación de abultados subsidios a fracciones del capital concentrado para impedir el aumento de precios. Esta política de “subsidios focalizados” se aplica principalmente a transportes y alimentos de primera necesidad, pero representan también una vía por la cual el gobierno asegura las ganancias del capital concentrado, direccionando recursos del Estado hacia las grandes empresas, mientras, como veremos más adelante, mantiene comprimido el gasto social.
Podemos observar que el actual modelo por su característica de productivo y exportador, por un lado tiende a aumentar los niveles de empleo, pero por su estrategia orientada al mercado externo, y por el tipo de exportaciones ligadas a la explotación de recursos naturales y de productos vinculados a las necesidades elementales de la población (como alimentos) generan una constante tensión por la realización de las ganancias del capital concentrado y el mantenimiento de las aún críticas condiciones de vida de las clases subalternas. Los datos presentados muestran que aunque el repunte de la economía mejore las condiciones de vida de las clases subalternas respecto del momento más crítico de la recesión, lejos está este modelo de poder ser pensado como una modelo que “alíe” a burguesía y trabajadores. Si bien algunas acciones estatales presentan novedades respecto del modelo de los 90, parecen tender a apuntalar el salario (principalmente de los trabajadores formales privados) pero no tienden a postular una redistribución del ingreso favorable a la clase trabajadora. Como señala J. Gambina, “desde la devaluación hasta la actualidad, la recomposición salarial estuvo por detrás de la evolución de precios minoristas. Sólo los trabajadores regularizados mantuvieron su capacidad de compra, representando escasamente el 21% de los trabajadores totales. Los
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Ibíd. Pág. 30.
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trabajadores estatales y los que no están regularizados vieron deteriorarse recurrentemente sus ingresos con relación a la canasta de gastos correspondiente” 75 . Además, el deterioro de la salud y su desfinanciamiento, que parece plasmarse en la propuesta del presupuesto nacional 2007, muestra la despreocupación del gobierno respecto de uno de los aspectos fundamentales constitutivos de las condiciones de vida de la clase trabajadora: el gobierno plantea destinarle a Salud una cifra ínfima que representa una reducción del 42,7% respecto del presupuesto menemista de 1998 76 . También queda por verse qué ocurrirá cuando la recuperación económica haya alcanzado en todas sus variables los niveles previos a la recesión y el uso de la capacidad productiva instalada sea colmado para ver cómo evolucionarán las relaciones entre la burguesía productiva y el trabajo. Mientras tanto, el nuevo modelo ha mostrado su capacidad de avanzar a la recuperación de la economía y niveles de vida relativamente similares a los del modelo de la Convertibilidad, pero vale recordar que incluso en sus mejores momentos representan la consolidación de una Argentina desigual, con una clase trabajadora fragmentada por la dispersión salarial y sus distintas formas de inserción (o no) al mercado laboral, cuyos niveles de vida se acercan a los de 1998, pero muy lejos está de los alcanzados en el modo de acumulación anterior.
La deuda “soberana”
Observábamos en el segundo apartado que el modelo de la Convertibilidad era un modelo “divisa-demandante”, o sea, un modelo necesitado de divisas para mantener la sobrevaluación del tipo de cambio fijado en la paridad 1 a 1, pero que en condiciones estructurales de escaso dinamismo de las exportaciones y un constante déficit fiscal (entre otros motivos por el 75 76
Ibíd. Pág. 19. Datos tomados de IEF-CTA.
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agujero que implicó la privatización del sistema de jubilaciones y pensiones) apeló incesantemente al endeudamiento. Este modelo deuda-dependiente, que continuaba la tradición de la última dictadura militar, se hundió dejando una deuda de aproximadamente u$s 144.000 millones 77 . Como mencionábamos con anterioridad, el gobierno de Kirchner cobró fama de “negociador duro”, ya que en sus planteos acusaba al FMI y al conjunto de políticas conocidas como “el consenso de Washington” como parte responsable de la crisis argentina. En su discurso de asunción el presidente exclamó: “No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos” 78 . Para contrastar esta aseveración con las acciones estatales desplegadas por su gobierno respecto de la deuda debemos observar: ¿qué deuda se paga? ¿a quién? y ¿en qué condiciones? Primero vale recordar que el gobierno de Kirchner reconoció la totalidad de la deuda pública como “deuda soberana”, es decir, que rechazó toda posibilidad de dar cauce a la investigación de la deuda, opción que marca una clara continuidad con el período anterior. Una vez más se relegó la extensa investigación de Alejandro Olmos, que da cuenta de numerosas irregularidades en la deuda, convalidando y legitimando esta deuda que durante los últimos treinta años ha servido como correa del saqueo, ya que buena parte de la misma, como decíamos en el segundo apartado, ha ido a deparar en fuga de capitales. El gobierno podría haber repudiado la deuda dando cauce a la investigación de Olmos avalada por el fallo judicial del juez Ballesteros, e incluso apelar a la figura de “deuda odiosa” de la jurisprudencia internacional, ya que el caso argentino cumple los requisitos de haber sido concertada sin el consentimiento del deudor, sin que este obtuviera beneficios a cambio del
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Lucita, Eduardo. “El regreso a la “normalidad””, 2005. Discurso de Kirchner ante la Honorable Asamblea Legislativa el día de su asunción presidencial. Página web de la Presidencia de la Nación: www.presidencia.gov.ar/discursos.aspx 78
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pasivo, y con claras irregularidades por parte de los acreedores 79 . Si bien estas condiciones se realizan claramente en el inicio del ciclo de endeudamiento pronunciado, durante la última dictadura militar, este pasivo fue legitimado en todas las negociaciones subsiguientes (incluyendo la del gobierno de Kirchner). Esto podría haber dado inicio a la indagación de la deuda para establecer qué se debe pagar (si es que la deuda no fue ya pagada varias veces) y a quién.
Otro factor a destacar es que si en el plano discursivo el FMI era denostado, en el plano económico era reconocido por el gobierno como acreedor privilegiado. La deuda con los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID) nunca quedó en default, sino que fue religiosamente saciada, primero por Duhalde y luego por Kirchner. Es por esta razón que del total de la deuda de u$s178.000 millones unos u$s 79.000 nunca se dejaron de pagar 80 . El gobierno se convertiría en el que más deuda pagó a estos organismos en la historia argentina, llegando a la cancelación por adelantado de la deuda total con el FMI. Si bien este evento fue presentado frente a la población como un sacrificio para ganar soberanía, responde en realidad a satisfacer la política de “desendeudamiento” que el FMI viene desplegando para reducir sus riesgos financieros. Argentina, Brasil, Rusia y Turquía se encuentran entre los principales deudores del FMI (los tres primeros países han avanzado en el pago total de sus deudas con este organismo). Es decir, que se presenta como un acto de independencia el obedecer a las exigencias políticas de un organismo financiero al que en el discurso oficial se señala como responsable de la debacle nacional... se retribuye al Fondo el haber avalado y sostenido financieramente las reformas neoliberales y el régimen de la Convertibilidad. Esto implicó
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En este sentido se manifiestan Claudio Katz en “Quién gana con el canje?” y Luis Becerra y Andrés Méndez en “Renegociación de la deuda: un éxito demasiado caro”. 80 Katz, Claudio. “La deuda después del default” en Periferias nº12. Primer semestre 2005.
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que el gobierno cancele por adelantado el total de su deuda de u$s 9.810 millones, utilizando para esto el 35% de las Reservas Internacionales del Banco Central 81 .
Otro dato a tener en cuenta es que la era post-Convertibilidad no ha logrado, a pesar de ser proclamado en distintos discursos, dejar de endeudarse. Más de 30.000 millones de dólares fueron engrosando los pasivos públicos, destinados en buena parte al objetivo de “salvar” a los bancos, durante el gobierno de Duhalde, de los perjuicios de la pesificación asimétrica a través de compensaciones y redescuentos y, en menor medida,
favorecer a empresas
industriales afectadas por la devaluación. Pero estas medidas no sólo dieron respuesta a esta fracción de la clase dominante que luego de la crisis devendría aparentemente subordinada, sino que, cual Cavallo del 82, el Estado argentino cargo sobre la masa de su población la licuación de deuda de la fracción triunfante: los sectores concentrados del capital productivo y exportador.
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Declaración del IMFC (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos) “El FMI y la deuda externa” en Datos & Opinión de la coyuntura cooperativa. Publicación del Cefim. Nº 58 Diciembre 2005.
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El gobierno K también ha avanzado en la resolución del default. Ya había proclamado varias veces “no somos el proyecto del default”, y en esto no habría doble discurso. En la asamblea anual del FMI en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, el por entonces ministro de economía, Roberto Lavagna propondría los términos para comenzar la negociación para volver a pagar la parte de la deuda en default. Su oferta inicial constaría de una quita del 75% sobre el valor nominal y la creación de tres nuevos bonos: Bonos Descuento: su valor explicita la quita del valor nominal; Bonos Par: no tienen reducción del valor nominal, o tienen una pequeña reducción, pero comparativamente ofrecen menores rendimientos y plazos de pago más prolongados; Bonos con capitalización: con intereses y una indexación según el crecimiento del PBI. 82 También anunció que se daría igual tratamiento a grandes tenedores de bonos como a los pequeños, factor, que por la capacidad de maniobrar en el mercado financiero beneficiaría a los grandes. Claudio Katz señala varios factores a tener en cuenta respecto del canje: al momento de publicitar la quita del 75% ningún bono defaulteado cotizaba a más de ese valor, por lo que esto resultó en una convalidación de una situación de hecho. También señala cómo las negociaciones fueron favoreciendo a los acreedores a quienes finalmente se les reconocieron los intereses del período del default, con lo que “este incremento del pasivo (de 82.000 a 105.000 millones de dólares) duplicó el total de la deuda a reconocer luego de aplicada la quita (de 20.500 a 43.200 millones)” 83 . También señala que se elevaron las tasas de interés propuesta para los nuevos bonos y el cálculo de los beneficios vinculados al crecimiento, así como un pago adicional inicial al contado. Estos factores concluyeron en que la quita se ubicara entre un 40% y un 50% del valor original de los bonos. Se podría entender que el hecho de que una porción de la deuda esté ahora en pesos es un aspecto positivo ya que comportaría mayores márgenes de libertad respecto del dólar, sin embargo, la deuda en pesos 82 83
Clarín. 23/9/2003. Katz, Claudio. “La deuda después del default” en Periferias nº12. Primer semestre 2005. Pág. 64.
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está indexada a la inflación parte , que año tras año alcanza los dos dígitos, por lo que la deuda se incrementa constantemente, efectuando un doble saqueo al bolsillo de las clases subalternas: el traspaso de riquezas que implica la inflación y la carga interminable de la deuda pública. Otra parte de la deuda se encuentra indexada al crecimiento del PBI, que en los últimos cuatro años arroja un crecimiento de 9% anual. Los nuevos bonos garantizan en promedio una tasa de interés del 10% al 11% anual en dólares, dos veces y media la tasa de interés internacional 84 . ¿Qué implicancias tiene esto? En principio es allanamiento del camino de la valorización financiera, una de las características fundantes del neoliberalismo argentino, ya que representa un negocio financiero a tasas sumamente elevadas respecto de los estándares internacionales. Se abre nuevamente y de forma más clara el juego a la “patria financiera”... el “capitalismo nacional” de Kirchner también tiene lugar para los grandes negocios de esta fracción del capital. No sólo se compensó al sector financiero para salvarlo del drenaje de fondos de la pesificación asimétrica que benefició principalmente a los grandes capitales del sector productor de bienes transables (ya que estos son los que mayor capacidad de endeudamiento poseen por su accesibilidad al crédito), sino que, incluso la quita en la deuda es la expresión de que este gobierno está dispuesto a pagar “soberanamente” todo el margen posible de la impagable deuda pública. Impagable porque hipoteca el futuro de las clases subalternas por los próximos 40 años al menos. El canje representa la cristalización de una nueva transferencia masiva de ingresos de asalariados a capitalistas, ya que recompone las relaciones en la clase dominante a costa del conjunto de la sociedad. Esto puede verse también en “la nueva Deuda en Pesos – que configura actualmente más de la tercera parte del total – ahora está indexada por inflación (se actualiza por CER), de
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Lucita, Eduardo. “Nueva reestructuración de la deuda”. En website de ARGENPRESS.info. Publicado el 28/5/2005.
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modo que aumenta continuamente potenciando la base de cálculo de tales intereses” 85 ,esto implica que se le garantiza a la fracción financiera del capital no perder más posiciones respecto de la fracción productiva-exportadora. Además, con respecto a los bonos no indexados a la inflación también representa un gran negocio, principalmente a la fracción extranjera del capital financiero (que como veíamos es mayoritaria) ya que, “con la virtual convertibilidad 3 a 1 es un negocio extraordinario traer dólares del exterior, pasarlos a pesos, colocarlos al 11,7% y recomprar divisas por el mismo valor de venta. Casi casi como en los 90” 86 Estos hechos demuestran la implicancia que tiene las transformaciones al interior de la relación estructura/correlación de fuerzas, ya que el nuevo modelo expresa estas modificaciones y busca cristalizarlas mediante el establecimiento de nuevas reglas de juego. El canje de deuda parece dar testimonio de un acercamiento a una “nueva comunidad de negocios”, ya que redistribuye el ingreso por arriba, reincorporando al juego (aunque en una nueva posición) a la fracción financiera del capital. El canje garantiza también una atención especial a las AFJP, grupo que durante toda la década pasada se apropió de los aportes jubilatorios que dejaba de percibir el Estado, generando un vacío importante en las cuentas fiscales, para volver a prestar el dinero, que este dejaba de percibir, pero a tasas de interés usureras. Poseedor del 17% de los viejos títulos de deuda podrá canjearlos ahora por un bono a su medida en pesos y sin descuento 87 que fosilizarían la condición de las AFJP como acreedoras del Estado, dotándolas de un amplio poder, pero compensando de antemano, al mismo tiempo, una de las acciones estatales más novedosas del gobierno de Kirchner, respecto de los 90, anunciada a inicios de 2007 de permitir por seis meses el libre traspaso del sistema de capitalización (privado) al sistema de reparto (estatal).
85
Giuliano, Héctor "La trampa de la deuda más cara”. Martínez, Oscar. “Qué esconden las emisiones” en IECO, Clarín. 17/6/2007. 87 Katz, Claudio. “La deuda después del default” en Periferias nº12. Primer semestre 2005. Pág. 64. 86
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Una perspectiva a tener en cuenta acerca de las características y el peso de la fracción financiera, que aparece ahora subordinada en la nueva correlación de fuerzas que se abre en la era post-Convertibilidad, es su característica de creciente conglomeración. Jorge Golla realiza una interesante descripción de este fenómeno que identifica “con empresas o sociedades que desarrollaban originalmente su actividad en un determinado segmento del mercado financiero y que, posteriormente incursionan en otros segmentos de los servicios, diferenciados (aunque a veces complementarios) de su motivación original 88 ”. Es decir, que un Conglomerado Financiero posee negocios en varias o todas las siguientes empresas: bancos, AFJP, Compañías de Seguros y Fondo Común de Inversión. El sistema financiero argentino presenta un 80,5% de sus fondos en poder de conglomerados de distintos tipos (privados, estatales y cooperativos). Los Conglomerados Financieros en Argentina presentan, como todas las fracciones del capital con negocios en el país, un alto grado de extranjerización: del conjunto de Conglomerados Financieros un 59,9% es capital de origen extranjero, en tanto que sólo el 10,9% es de capital privado nacional. Si bien existe una fuerte presencia del sector público en el sistema financiero (conglomerados nucleados en torno al Banco Nación y al Banco de la Provincia de Buenos Aires), los mayores cuatro conglomerados privados (20% del total) representan más del 50% de los fondos manejados por el total de conglomerados ($131.111 millones). Estos son, por orden de importancia, los principales cuatro Conglomerados Financieros privados: 1) Nucleados en torno al BBVA Banco Francés, comprende a Consolidar AFJP, BBVA Seguros Generales, Consolidar ART, VIDA y Retiro (compañías de seguros), y el fondo común de inversión Francés Administradora de Inversiones; 2) Nucleados alrededor del Banco Río de la Plata, incluye el 69,4% de Orígenes AFJP, las compañías de seguros Río Seguros Generales, Internacional Vida 88
Golla, Jorge. “Dimensión de los Conglomerados Financieros: el Caso Argentino” en Documento de Trabajo nº 10 del CEFIDAR. Mayo, 2006.
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(59,2%), Orígenes Retiro (59,2%), y el fondo común de inversión Santander Investment. 3) Nucleados en torno al Citibank, contiene a Siembra AFJP, las compañías de seguros Siembra Retiro y Siembra Vida, y el fondo común de inversión Citicorp Inversora. 4) Nucleados en torno al HSBC Bank Argentina, abarca Máxima AFJP, las compañías de seguros HSBC Buenos Aires, HSBC NY Life retiro y HSBC NY Life Vida, y el fondo común de inversión HSBC Administradora de Inversiones. 89
Decíamos más arriba que el pago de la deuda se descarga principalmente sobre las clases subalternas, esto se debe a que el gobierno desoye los reclamos para saldar la “deuda social” que tiene con estas clases producto de treinta años de políticas concentradoras del ingreso. Pero el caso especial de la deuda implica que una ingente masa de recursos obtenidos a través de los impuestos sean consolidados en superávit fiscal primario para ser destinados al pago de la deuda. Otra decisión “soberana” que responde a las exigencias de los acreedores y los organismos financieros internacionales. El superávit fiscal de entre el 3% y el 4% que se ha destinado principalmente a deuda supera a la suma de las partidas presupuestarias de Salud, Educación, Vivienda y Agua potable, es decir el gasto social que define la calidad de vida de los sectores populares, ya que “por cada peso que se utiliza para pagar la deuda, sólo 0,75 centavos para servicios esenciales para la comunidad” 90 . Esta proviene en parte del recorte del gasto público (cuestión que pone en duda las convicciones “keynesianas” del presidente) que en el 2004 representó tan sólo el 15,7% del PBI, mientras que en el 2001 este representaba un 19,7% del PBI. En épocas de reactivación económica, el gasto público
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Ibíd. Datos 2004. Lucita, Eduardo. “Nueva reestructuración de la deuda”. En website de ARGENPRESS.info. Publicado el 28/5/2005. 90
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promedio del período 2002-2006 representa $ 44.745 millones, comportando un descenso del 15% del período recesivo 1999-2001, de $ 52.165 promedio.
Fuente: Ministerio de Economía
Esto refleja no sólo la continuidad sino la profundización de las políticas de ajuste, que se despliegan ahora con el objetivo de garantizar fuertes superávit fiscales destinados principalmente al pago de la deuda. De este modo “en conjunto para el período 2002 – 2005 los pagos netos de deuda ascendieron a $57.338,6 millones; mientras el superávit primario fue de $45.659,1 millones. Es decir los pagos por deuda fueron superiores al superávit primario. Es decir la totalidad del superávit primario alcanzado en el período, a costa del ajuste real del gasto primario, se destinó al pago de deuda” 91 . Además ya señalábamos con anterioridad el tremendo ajuste que afecta a la salud pública, uno de los rubros más postergado por este gobierno. Sin embargo, a la hora de evaluar cómo aparece este punto en las proclamas presidenciales, notamos que la contención del gasto fue un objetivo promulgado desde la 91
Lozano, Claudio; Rameri, A. y Raffo, T. “Análisis y propuesta frente al presupuesto 2007” IEF-CTA
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primera hora: “El equilibrio fiscal debe cuidarse. Eso implica más y mejor recaudación y eficiencia y cuidado en el gasto” 92 . No se trata pues, en este caso de “doble discurso”, en el sentido de decir una cosa y hacer otra o la contraria, sino más bien de las antinomias del discurso y el proyecto kirchnerista en materia de política económica, ya que en un mismo discurso propone contener el gasto al tiempo que plantea mejorar la salud, la educación, el nivel de vida de los trabajadores, agregando que “al contrario del modelo del ajuste permanente, el consumo interno estará en el centro de la estrategia” 93 . Observamos que efectivamente este sigue siendo un gobierno que ajusta, ya que el ajuste debe medirse en relación con los recursos del Estado, el crecimiento de la economía y las necesidades de la población. Estas antinomias se presentan a las claras respecto del pago de la deuda, ya que al tiempo que Kirchner proclama “No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos” 94 , también dice “No somos el proyecto del default. (...) Creciendo nuestra economía crecerá nuestra capacidad de pago” 95 . Y esto, a no dudar, fue seguido al pie de la letra (nos referimos a esta última declaración). El problema es que en el “capitalismo nacional” K no hay lugar para saldar estas contradicciones, y el gobierno termina “optando” por la reconstrucción del régimen de dominación, por saldar cuentas con las principales fracciones del capital. No se trata entonces de mero “doble discurso”, se trata de antinomias inherentes a un proyecto de reconstrucción hegemónica del capital en tensión con una construcción identitaria (peronista) que invoca constantemente las consignas de un modelo industrial, policlasista, mercado-internista, etc. que no existe más. Esta política es considerada por el Ministerio de Economía, que dirige actualmente Felisa Miceli como uno de los pilares de su estrategia económica al que llama “mantenimiento de la prudencia fiscal”, en
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Discurso de Kirchner ante la Honorable Asamblea Legislativa el día de su asunción presidencial. Página web de la Presindencia de la Nación: www.presidencia.gov.ar/discursos.aspx 93 Ibíd. 94 Ibíd. 95 Ibíd.
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el balance de su gestión explicita su función: “Las finanzas públicas siguen exhibiendo superávit financieros, lo que posibilita la reducción nominal de la deuda pública” 96 . Parece dudoso en este punto pensar un cambio de orientación de las acciones estatales lo suficientemente profunda como para romper los límites del modo de acumulación actual (al menos como tendencia), ya que si en un período de alza de la economía y de crecimiento del PBI a tasas del 9% promedio en los últimos cuatro años, con abultados superávit fiscales, no desarrolla una política decidida que favorezca a la clase trabajadora (como parece expresarse en el ajuste del gasto social) generando una fuerte distribución progresiva del ingreso, no se ve porque habría de esperarse a futuro, en otros escenarios de desaceleración del crecimiento económico. Notamos la existencia de mecanismos “redistributivos” pero que traspasan riquezas a otras fracciones de la misma clase dominante, como se expresa en la deuda como mecanismo de reactualización de la valorización financiera y reincorporación de la fracción financiera a lo que pareciera insinuarse como una nueva comunidad de negocios. También vale recordar que el canje de deuda presentado a la población como una causa nacional nos enfrenta con que finalizado el canje, la deuda total está aún por sobre los valores el 2001. La evolución en millones de dólares ha sido la siguiente: 2001: 144.3, 2002: 153, 2003: 178.8, 2004: 191.3, 2005: 149.8 (incluyendo la parte aún en default que no entró al canje) 97 . A esto se le agrega un arduo calendario de pago que implicarán desembolsar más de 10.000 millones de dólares anuales en los próximos tiempos.
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Ministerio de Economía. “Lineamientos estratégicos para el desarrollo productivo de la Argentina”. 2007 Lucita, Eduardo. “El regreso a la “normalidad””, 2005.
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Evolución de la Deuda pública argentina 2001-2005 en miles de millones de dólares
200 150 100 50 0 2001
2002
2003
2004
2005 (postcanje)
Otra amenaza de las condiciones en que deja a la economía argentina este canje, es que frente a eventuales procesos de deterioro de las cuentas públicas (por ejemplo por desaceleramiento del crecimiento, caída de los términos de intercambio del comercio exterior, etc.) el país se vería envuelto inmediatamente al histórico círculo vicioso de volver a endeudarse con el sólo fin de pagar las deudas, reingresando en este espiral ascendente de consecuencias sumamente nocivas para el conjunto de la población.
También vale recalcar que la propuesta de “capitalismo serio” fue acompañada por medidas que buscan corregir algunas de las falencias del modelo de la Convertibilidad: poner un pequeño freno a la volatilidad financiera producto de la conjunción de grandes negocios especulativos y extrema liberalización financiera. En este sentido tras la finalización del canje “las autoridades económicas establecieron un encaje (junio de 2005) al ingreso de capitales destinado a evitar las repercusiones cambiarias de una potencial llegada masiva de fondos especulativos. La medida se sumó a otras herramientas implementadas en el período postConvertibilidad, como el requisito de permanencia mínima y las regulaciones sobre el
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mercado de cambios” 98 . Esta medida regulatoria no afecta a las emisiones primarias de títulos de deuda pública, pero sí a las inversiones a los títulos de deuda pública adquiridos en mercados secundarios. De modo, que ofreciendo con el canje un gran negocio especulativo debido al elevado diferencial entre las tasas de interés propuestas en los bonos y la tasa internacional promedio, el Estado ahora contará con mejores dispositivos para contener la inestabilidad financiera.
Estructura impositiva
“Produciremos cambios en el sistema impositivo para tornarlo progresivo” 99 . Esta aseveración simplemente no tiene asidero real en las acciones del gobierno kirchnerista... simplemente evocaciones de la ilusión de un pasado peronista cargado de legitimidad. Más arriba afirmábamos la continuidad de una característica destacada del “neoliberalismo real” en la Argentina: la transferencia masiva de riquezas de asalariados a capitalistas. Un momento fundamental de este traspaso reside en la regresiva estructura impositiva de nuestro país, que este gobierno ha mantenido intacto. El IVA, impuesto de naturaleza regresiva ya que afecta al consumidor final y posee un mayor peso relativo sobre el ingreso de los que menos tienen, explica cerca de un tercio de la recaudación impositiva nacional (2006). El IVA se convierte así en el principal alimento de las cuentas públicas que acrecienta el superávit fiscal: mientras que la recaudación impositiva (a septiembre del 2006) alcanzaba los $108.745 millones, el IVA representaba $29.837 millones.
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Borzel, Mariano. “El manejo de la Cuenta Capital: enseñanzas recientes y desafíos para Argentina” en Documento de Trabajo nº 7 del CEFIDAR (Centro de Economía y Finanzas para el desarrollo de la Argentina). Diciembre 2005. 99 Discurso de Kirchner ante la Honorable Asamblea Legislativa el día de su asunción presidencial. Página web de la Presindencia de la Nación: www.presidencia.gov.ar/discursos.aspx
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Fuente: www.econline.com.ar
El impuesto que se ubica en el segundo lugar de importancia en cuanto a la recaudación es el de Ganancias. Este impuesto afecta crecientemente a los trabajadores ya que el gobierno no ha elevado los mínimos imponibles de acuerdo con las modificaciones producidas en precios y sueldos, de modo que se queda con mayor proporción del salario. Esto se relaciona con que la mayoría de los trabajadores, en términos reales, gana menos que en 2001 porque las mejoras salariales nominales que recibieron después de la devaluación fueron menores a la suba de los precios. Pero como el gobierno no fue ajustando por la inflación o la suba nominal de los salarios el piso de Ganancias, con cada aumento nominal de los salarios, aunque no llegue a compensar la suba inflacionaria, una parte cada vez mayor va a parar al Fisco y no al trabajador 100 . Como señala J. Gambina, si bien le gobierno elevó el mínimo imponible para el impuesto a las Ganancias, la suba fue menor a la inflación, de modo que si a fines de la década del 90 un empleado con familia tipo tenía ingresos equivalentes a 11 salarios mínimos vital y móvil no pagaba este impuesto, sin embargo, hoy ese mismo empleado obtiene ingresos iguales a 3 salarios mínimos, vital y móvil, está alcanzado por ese tributo 101
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Clarín 14/2/2006 Gambina, J. y colaboradores. “La política económica del gobierno argentino (2003/2006)”. 2006. Pág. 16.
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Las características propias de los dos impuestos de mayor gravitación en el conjunto de la recaudación tributaria genera una brutal “paradoja” de desigualdad: mientras los trabajadores, siendo la amplia mayoría de la población, no perciben más del 30% de la riqueza generada (gravitando cerca de su piso histórico) pagan impuestos que representan el 50% del total recaudado: “Entre privados en blanco y en negro y empleados públicos, en la Argentina existen unos 10,5 millones de asalariados. "Bancan" desde el IVA y varios otros impuestos nacionales —directa o indirectamente— hasta las tasas más diversas y los tributos provinciales y municipales. Y la enorme mayoría no puede evadirlos o eludirlos, cosa que el resto está en condiciones de hacer y de hecho hace” 102 . Otro elemento más que parece corroborar que las acciones estatales del actual gobierno, lejos de apuntar a revertir el estado en la relación estructura/correlación de fuerzas resultante de las tensiones que dieran lugar al cambio de modelo, se orientan a mantener la condición de profunda subordinación de la clase trabajadora.
Tras el monto del tributo referido a Seguridad Social, se ubican los Derechos de Comercio Exterior, principalmente las Retenciones, que con el creciente dinamismo de las exportaciones, llega a representar un 12,9% de la recaudación. Esta ha sido una de las novedosas fuentes impositivas de la era post-Convertibilidad. Este impuesto que grava a la fracción del capital más dinámica actualmente, que en el apartado anterior aparecía encabezando el frente devaluacionista, nos permite plantear determinados factores que hacen a las relaciones entre las distintas fracciones de la burguesía y el rol del Estado, insinuando algunas de las particularidades que caracterizan la actual interacción entre la esfera socioeconómica y la esfera política. Para dilucidar estas relaciones parece conveniente recordar el rol que cumplió el gobierno de Menem en la década de los noventa, en la inauguración del
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Clarín 7/2/2006. .
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modelo de la Convertibilidad. Frente a las disputas interburguesas que caracterizaban aquel momento de la divergencia, y que habían hecho naufragar al gobierno radical sumiendo a la economía Argentina en la hiperinflación y el desbarajuste de las principales variables económicas, el gobierno menemista desplegó acciones estatales que daban cuenta de una estrategia conciliatoria. Veíamos en el primer apartado cómo las reformas estructurales, teniendo a las privatizaciones como “prenda de paz”, lograron conciliar los intereses en pugna de las distintas fracciones dominantes instituyendo un nuevo momento de la convergencia, que Eduardo Basualdo denominó “la comunidad de negocios”. El gobierno menemista desplegó acciones estatales que caracterizamos como un momento de intervención fuerte, ya que tuvo en el Estado un actor de máxima relevancia en la forja de “coaliciones reformistas” que serían la punta de lanza para la implementación de las transformaciones neoliberales en los noventa. Es posible pensar las retenciones, que gravan a la fracción hoy predominante del capital, como un factor que hace a la recomposición de los intereses de las diversas fracciones. Tanto las compensaciones a los bancos y la salida del default, representan momentos de este proceso conciliatorio; las retenciones a las exportaciones capturan divisas que ha permitido al Estado balancear sus cuentas y volver a pagar la deuda pública. Estos mecanismo, que podríamos llamar de redistribución por arriba, ya que apuestan a establecer reglas de juego que, a la vez que cristaliza las transformaciones en la relación estructura/correlación de fuerzas, recompone posiciones “aceptables” para la fracción “perdedora” de las clases dominantes, marcando el arribo a un nuevo momento de la convergencia, producto de la articulación de gestión (de algunas premisas en materia de política económica heredadas del gobierno de Duhalde e incluso del anterior modelo), al tiempo que con claros componentes de un momento de intervención fuerte de la acción estatal. De este modo es posible observar como se instituye en el nuevo modelo, en especial
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durante el gobierno de Kirchner, estas cristalizaciones producto del particular desarrollo de la historicidad argentina post crisis del 2001, construyendo un escenario de interacciones entre la esfera socio-económica y la esfera política donde se establecen las nuevas reglas de juego que regularán el nuevo momento de convergencia, la “nueva comunidad de negocios”. Con esto no se plantea que el proceso conciliatorio sea lineal y sin conflicto, vale la pena recordar las medidas de confrontación que han enfrentado a variadas expresiones de la producción agropecuaria con el gobierno de Kirchner, desde la prohibición circunstancial a la exportación de carne hasta los paros que, por distintos motivos, movilizaron desde la Federación Agraria hasta la Sociedad Rural Argentina. Por eso, no puede reducirse al gobierno de Kirchner a ser el representante de tal o cual fracción de la burguesía, o ni siquiera a una mera reproducción de las condiciones de desenlace del último momento de la divergencia en la relación estructura/correlación de fuerzas, sino que recompone un escenario con reglas de juego, que si bien mantiene algunas características fundantes de la culminación de ese período de crisis, recoge algunas demandas de las fracciones “perdedoras” del capital, y mantiene políticas activas de control de la inflación y en materia de ingreso que apuntalan el salario y cristalizan las desigualdades más estructurales. Esta lectura permite comprender el descenso de la desocupación y la pobreza, producto de las características del nuevo modelo productivo-exportador en su fase expansiva, y a las acciones estatales desplegadas, al tiempo que posibilita entender por qué no se ha avanzado decisivamente en la redistribución del ingreso. Para comprender la magnitud de la actual “redistribución del ingreso por arriba””, hemos de citar un interesante análisis realizado por el IEF-CTA que coordina Claudio Lozano, y que en el análisis de la propuesta de presupuesto para el 2007 señala algunos factores que corroboran nuestra hipótesis ya que: La pérdida de recaudación por exenciones, reducción de alícuotas y de contribuciones patronales (por $ 5.008 millones), sumado a los fondos transferidos al capital privado vía
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regímenes promocionales (por $10.263 millones), más las transferencias al sector privado vía secretaría de transporte ($ 952 millones), más las transferencias al sector privado vía secretaría de energía ($ 1.901 millones), más los subsidios a la conformación del mercado financiero de fondos de pensión ($10.417,8 millones), a lo que, finalmente se suman las pérdidas por no restituir las contribuciones patronales a los niveles vigentes en el año 1993 (que implicarían $9.300 millones), representan redistribución desde el estado a distintos actores de la clase dominante. En síntesis, Lozano indica que “En total los recursos públicos involucrados en exenciones, reducción de alícuotas y contribuciones, subsidios y transferencias, ascienden a $ 37.841,8 millones, prácticamente el 38% del gasto de la Administración Nacional. Cabe agregar que, para el año 2007, los servicios por deuda se ubican en $ 13.899 millones. Por lo tanto, puede afirmarse que (...) el presupuesto 2007 asigne $ 51.700 millones en concepto de deuda pública y transferencias al capital privado y a los sectores más acomodados de la población. Es decir, una cifra equivalente al 51% del gasto de la Administración Nacional” 103 . También se señala en el mismo análisis que el gasto público en Servicios Sociales evidencian en la comparación 2007/1998 una expansión del 9%., pero si se considera que se trata de servicios para el conjunto de la población y se observa que ésta crece a una tasa del 1,9% anual, el gasto en Servicios Sociales per capita cae un 8% respecto al 1998.
Privatizadas. Estrategia heterogénea.
Para poder avanzar con la hipótesis referida a que el desarrollo del nuevo modelo productivo-exportador de “dólar alto” y las acciones estatales en materia de políticas
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Lozano, Claudio; Rameri, A. y Raffo, T. “Análisis y propuesta frente al presupuesto 2007” IEF-CTA
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económicas de los gobiernos Duhalde-Kirchner representan un nuevo momento de la convergencia entre las fracciones burguesas, un proceso conciliatorio que instituye una “nueva comunidad de negocios”, debemos indagar qué ocurrió con la otra fracción “perdedora” de la salida devaluacionista: las privatizadas. Sostendremos que el gobierno de Kirchner ha desplegado una estrategia heterogénea respecto de los servicios públicos consistente en tres acciones estatales diferenciadas: renegociación, “reestatización” y creación empresarial.
Las privatizadas han estado en el centro de las “denuncias” discursivas del presidente Kirchner, quien parece muchas veces incluirlos en su construcción de un ellos que comprende a los actores que instauraron las políticas neoliberales. Esta estrategia fue desplegada persiguiendo tres objetivos: 1) desmantelar los procesos judiciales que muchas privatizadas llevan adelante en la CIADI (organismo del Banco Mundial que arbitra en los litigios entre los inversores extranjeros y los Estados nacionales), que a inicios del 2005 implicaban juicios por u$s 17.000 millones 104 ; 2) evitar un “tarifazo” que debilite su credibilidad pública y afecte negativamente la recuperación económica y el nivel de inflación; y 3) aumentar la influencia del Estado en determinadas áreas.
Con respecto a las renegociaciones, el gobierno ha utilizado como herramienta la Ley de Emergencia que dispuso el congelamiento tarifario y la renegociación de las privatizaciones, para revisar los contratos y discutir el ajuste tarifario. Este instrumento legal que el gobierno ha ido prorrogando le permitió demorar las renegociaciones, muchas de las cuales están aún sin resolverse. Un ejemplo de esto es la negociación con la empresa Gas Natural BAN, a quien se le avaló un aumento del 27% para los medianos y grandes usuarios y
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El Día 18/1/2005
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un 17% para las casas de familia, aunque aún aguardan la ejecución de distintas disposiciones burocráticas para comenzar a cobrarlo 105 . Esta negociación se llevó a cabo a partir del retiro de la demanda judicial de la Gas Natural BAN en la CIADI. Otras negociaciones que culminaron en aumento tarifario fueron las de las autopistas del acceso Norte y Oeste, que presentaron un incremento del 15% que comenzó a cobrarse en abril del 2006. Una importante renegociación es la que se está llevando a cabo en el sector energético, que comenzó con los regímenes de “premios y castigos” según la cantidad de consumo de energía, que representa en realidad una forma de aumento encubierto, y continúa con la negociación de contratos y tarifas. En las negociaciones con Edenor y Edesur, el gobierno ha ido avanzando, logrando el retiro de las demandas judiciales en la CIADI y previendo aumentos de tarifas a los medianos y grandes usuarios deberá implicar una mejora en los ingresos de las distribuidoras del orden del 28%. “Además del ajuste para los clientes no residenciales, los nuevos contratos contienen dos nuevas vías de actualización tarifaria. Por un lado, cada seis el ENRE verificará los costos operativos y si aumentan un 5%, determinará el ajuste correspondiente. Y por otro lado, las empresas podrá solicitar una revisión "extraordinaria" cada vez que sus costos se eleven más del 10%” 106 . La renegociación con Edelap incluyó el retiro por parte de la empresa de una causa judicial contra el Estado argentino por u$s 1.000 millones y el permiso para efectuar un 15% de aumento tarifario 107 . Es de importancia remarcar que una principales problemáticas que el gobierno ha tenido (y tiene aún) que enfrentar para garantizar la gobernabilidad es la crisis energética que, por falta de inversiones y por el crecimiento que presenta la economía pone al sistema energético al borde del colapso en momentos de fuerte aumento de la demanda. El gobierno también benefició con nuevos subsidios a los ferrocarriles concesionados. Subvencionó además, solapadamente a las petroleras a través de la compra con fondos 105
Clarín 18/9/2006 Clarín 26/12/2006 107 El Día 18/1/2005 106
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públicos de electricidad y fuel-oil a países vecinos y cedió ante las presiones de las extractoras de hidrocarburos e insumos energéticos frente a la crisis de abastecimiento interno, con un plan de incrementos en el precio del gas que llegará hasta la paridad cambiaria del peso con el dólar. En ese camino también prepara un plan de abastecimiento energético llamado “energía plus” que prevé aumentar aproximadamente un 15% la provisión de energía entre 2007 y 2010 garantizando fuertes aumentos entre el 20% y el 50% que afectarán a grandes usuarios 108 . En ese mismo camino, el oficialismo a aprobado una cuestionada ley que otorga exenciones impositivas a las petroleras que explorar y exploten nuevos yacimientos: las empresas que desarrollen este tipo de actividades en asociación con ENARSA recibirán amplios beneficios referidos a desgravaciones en el IVA, se les perdona el pago de Ganancia Mínima Presunta y de los derechos de importación para el equipo que necesiten para el desarrollo de esas tareas 109 . Mencionamos también que en el presupuesto 2007 se plantean transferencias cercanas a los dos millones de pesos al sector energético privado. Estos son sólo algunos ejemplos que marcan la continuidad de las políticas de los noventa en cuanto al beneficio de las privatizadas a quienes no se les ha reclamado por el sistemático incumplimiento con sus planes de inversiones y se les garantiza, aunque en negociaciones graduales, el aumento de tarifas.
Por otro lado, la política de “reestatización” de las empresas privatizadas marca una arista de una estrategia diferente. Esta se efectúa mediante la rescisión del contrato y la asunción de dichas actividades por parte del Estado. ¿Pero qué clases de “reestatizaciones” encontramos? Hablamos de “reestatizaciones” con comillas debido a que estas se crean como sociedades anónimas consignadas bajo la ley nº 19.550 que regula y tipifica las sociedades 108 109
Clarín 17/12/2006 Clarín 11/10/2006
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comerciales. Esto quiere decir que escapan a las regulaciones propias de las empresas estatales, tales como la Ley sobre Contrataciones, la Ley de Contabilidad de Empresas Públicas, ni la Ley de Administración Pública, escapando así al control de la SIGEN y la Auditoría General de la Nación. Este es el caso del Correo. En el decreto 635/2005 se determina que “CORREO OFICIAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA SOCIEDAD ANONIMA, en la órbita de la SECRETARIA DE COMUNICACIONES del MINISTERIO DE PLANIFICACION FEDERAL, INVERSION PUBLICA Y SERVICIOS hasta tanto se privatice, bajo el régimen de la Ley N° 19.550 de Sociedades Comerciales”. El Correo fue reestatizado el 19 de noviembre del 2003 luego de que se le rescindiera el contrato a la Sociedad Macri (SOCMA) debido a una millonaria deuda en concepto de canon que la concesionaria debía pagar al Estado. El decreto que determinó la caída del contrato preveía el llamado a licitación para volver a ofrecerla a una empresa privada, pero esa alternativa está por el momento desechada debido a los resultados económicos que está ofreciendo la gestión estatal 110 . Esta “reestatización”, sin ser plenamente tal, se manifiesta como un ejemplo exitoso que desmitifica uno de los consensos de los 90, que sugiere que el Estado sería incapaz por naturaleza de gestionar los servicios, ya que a tres años de la reestatización del Correo la administración pública ha logrado mantener las tarifas congeladas minoristas, no generó déficit ni utilizó dinero proveniente de subsidios y obtendrá una ganancia estimada en más de 18 millones de pesos para el año 2006 111 . Otro caso particular de “reestatización” (nuevamente con comillas) es el del servicio de Aguas Argentinas, rescindido al grupo Suez, que dio origen a AySA (Aguas y Saneamientos Argentinos). AySA tampoco es propiamente una empresa estatal, sino que por la legislación que la contiene (Ley 19.550, al igual que el Correo) se ha constituido en una 110 111
Clarín 13/2/2005 Crónica 18/11/2006
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sociedad comercial: una empresa privada desprendida de los controles y regulaciones de las empresas del Estado. AySA se convierte así en una empresa privada cuya composición accionaria es, inicialmente, un 90% del Ministerio de Planificación y el otro 10% del sindicato. AySA representa otro experimento híbrido de estatización/privatización ya que, por un lado, es regida por las regulaciones que afectan a las sociedades comerciales no estatales, al tiempo que el 90% queda en manos de un Ministerio público. También queda abierta la posibilidad de venta en el futuro a manos privadas. Otro caso similar de “reestatización” ha sido la anulación del contrato a la empresa francesa Thales Espectrum, que tenía a su cargo el control del espacio radioeléctrico argentino. La “reestatización” del espacio radioeléctrico se explica principalmente por el objetivo del Estado de recuperar influencias en ciertas áreas claves. Un caso de “reestatización” parcial podemos encontrarlo en Aeropuertos Argentina 2000, donde el gobierno adquirió el 40% del paquete accionario constituyendo una sociedad mixta. Por otro lado, en el caso del ferrocarril San Martín, podemos ver otro caso mixto que mezcla “reestatización” y reprivatización, ya que luego de rescindir el contrato al grupo anterior, si bien será administrada por el Estado, su gestión técnica queda en manos de una Unidad de Gestión Operativa (UGO) a cargo de un grupo que expresa la fusión de otras tres empresas operadoras de servicios de ferrocarril (Ferrovías, Trenes de Buenos Aires TBA y Metrovías).
La tercer variante de la estrategia heterogénea del gobierno respecto de los servicios públicos es la de creación empresarial. Esta opción implica la creación de una empresa “estatal” (en los mismos términos que las “reestatizadas”), como sociedad anónima regida por ley nº 19.550, sin quitar las concesiones hechas en el área. Este es el caso de ENARSA, creada como parte de la política energética del gobierno, para incidir en esta área clave, cuya composición accionaria incluye un 35% de participación del capital privado. A pesar de las
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similitudes con las experiencias señaladas en el punto anterior (se crea una empresa comercial donde el Estado es el principal accionario), ENARSA representa ciertos aspectos de continuidad, o, más aún, de profundización de las políticas de entrega de los años 90. Esto se debe a que ENARSA se ha convertido en una herramienta de cuño estatal para la penetración de las corporaciones petroleras, posibilitándoles acceder a la explotación de riquezas previamente vedadas. Es en este sentido, que ENARSA abre las puertas al gran capital a explotar “conjuntamente” las riquezas de la cuenca marítima, el último reducto de reserva petrolera sin privatizar. ENARSA se convierte entonces en el canal mediante el cual el gobierno privatiza estas riquezas, las cuales se mantenían vedadas a la gran burguesía petrolera. Lejos de cualquier reclamo soberano respecto de los hidrocarburos, ya está conformando un consorcio encabezado por Repsol-YPF (35%), ENARSA (35%), Petrobras (30%) y Petrouruguay (30%) 112 que desde 2007 darán inicio a la exploración y explotación de la cuenca marítima. También es importante resaltar que mientras desde distintos sectores de la sociedad se está discutiendo la necesidad de reestatización de los hidrocarburos, guiados por ejemplo por el caso Boliviano que recuperó la soberanía de los mismos y volvió a reglamentar las condiciones de su explotación dando prioridad a la estatal YPFB, en Argentina el gobierno no sólo no se plantea la recuperación de YPF sino que además permite a Repsol remitir al exterior el 70% de sus utilidades. La falta de inversiones en exploración por el incumplimiento de los planes de inversiones durante la década del 90, encuentran en ENARSA un aliado para derivar fondos del Estado a la exploración de nuevos pozos, tarea incumplida por las petroleras privadas.
Aún quedan muchos contratos por renegociar, pero podemos apreciar en el desarrollo anterior una estrategia desde el gobierno que presenta continuidades y novedades respecto de
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Clarín 17/12/2006
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la desplegada durante el modelo de la Convertibilidad que consistió lisa y llanamente en la entrega absoluta y vergonzosa de todos los servicios públicos y los recursos esenciales de la nación. El gobierno presenta un mayor grado de incidencia en los servicios pero renegocia aumentos tarifarios que recaerán sobre el conjunto de la población. Mantiene el amplio grado de extranjerización y concentración económica en los servicios y recompone su rentabilidad sin exigir las inversiones no realizadas “Reestatiza”, pero lo hace por fuera de las figuras legales correspondientes a empresas estatales, creando empresas “privatizables” y con escaso control estatal, dotando de un fuerte poder discrecional al Ministerio de Planificación. Crea una empresa en el sector de los hidrocarburos, pero que lejos de planificar la recuperación de la histórica empresa estatal YPF, se propone aumentar la presencia en el sector pero ofreciendo grandes negocios a las empresas privadas del sector. Esta estrategia heterogénea muestra continuidades y rupturas respecto del modelo anterior pero no parece apuntar a definir un rumbo que incorpore al Estado, trabajadores y usuarios a la gestión y decisión sobre los principales recursos y servicios de la economía argentina. Por otro lado si bien ha contenido el tarifazo, despliega varios subsidios que transfieren ingresos al sector, permite ajustes graduales de tarifas en los contratos ya negociados generando la recomposición de las ganancias de estos actores de clase que, compuesto principalmente de productores de servicios y bienes no transables, figuraron como uno de los “perdedores” en el desenlace del último momento de divergencia que afectó a la relación estructura/correlación de fuerzas.
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V. Conclusiones
En la presente investigación nos propusimos observar el desarrollo de la producción social en Argentina, su historicidad, atendiendo a la interacción entre la esfera socioeconómica y la esfera política con una mirada que daba al conflicto un lugar central. Para esto recuperamos desde una perspectiva particular, algunos conceptos de la sociología contemporánea. Así nos propusimos ver, en la esfera socio-económica las transformaciones de un componente central de la misma: la relación estructura/correlación de fuerzas. El análisis de esta relación partía de una concepción que recuperaba una mirada dialéctica a través del concepto de dualidad de la estructura que significaba que si bien la estructura es producto de la acción social desplegada por los actores, ésta era el medio mismo a partir del cual la acción era ejercida. La estructura, definida como una disposición de posiciones, al tiempo que establece los límites de variación histórica de un modo de acumulación particular, también era susceptible de ser transformada a partir de las acciones de los distintos actores de clase en conflicto, y en ese sentido es que pensamos la dinámica de la correlación de fuerzas como el otro elemento del par dialéctico de la relación mencionada, y que permitía distinguir las posiciones también en términos de “ganadores” y “perdedores”, de dominantes y dominados. En este sentido, los actores de clase se encontraban situados en una posición distintiva: horizontal en términos de la relación capital/trabajo, vertical (sectorial) según su área de desarrollo (por ej. fracción financiera, fracción productiva exportadora). Y era a partir de esta posición en los distintos períodos históricos y en interacción con la esfera de la política, que orientaban sus acciones teleológicas instrumentales y estratégicas; así iban determinando, en la interacción de las esferas, las reglas de juego que demarcaban los términos de las interacciones, y que a su vez repercutía en la relación estructura/correlación de
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fuerzas, preparando nuevos escenarios, dando lugar a momentos de convergencia, de confluencia de intereses de actores de clase en contraposición a otros, o de divergencia, de conflicto abierto entre los principales actores de clase dominantes. En lo que se refiere a la esfera política decidimos hacer foco en las acciones de lo que definimos como actor gubernamental, aquel que dirige el Estado en un período dado. En ese sentido fuimos a observar las acciones estatales con influencia directa en la interacción con la esfera socio-económica y determinamos dos momentos según las modalidades de ejercicio de esa acción estatal: un momento de la gestión de las reglas de juego establecidas donde se procuraba mantener el estado de las cosas garantizando la gobernabilidad y un momento de intervención fuerte, en el cual la acción estatal se desplegaba con energía para establecer nuevas reglas de juego y disminuir el grado de conflicto entre los actores de clase dominantes. En nuestra investigación hicimos hincapié principalmente en este momento ya que develaba más claramente las formas de la interacción entre las dos esferas.
A partir de la construcción de este marco teórico, salimos a dar respuestas a nuestro problema de investigación de manera que buscamos hacer un breve recorrido por el proceso de instauración del modo de acumulación neoliberal en Argentina deteniéndonos en el modelo de la Convertibilidad con el fin de apreciar las relaciones antes mencionadas y extraer las características del “neoliberalismo real” producto de las interacciones conflictivas entre los distintos actores y las interacciones entre las distintas esferas. El objetivo de abstraer algunas características fundantes del neoliberalismo en Argentina, era su posterior contrastación con el modelo post-Convertibilidad, el modelo productivo exportador y preguntar por sus rupturas y continuidades especialmente en lo que hace al gobierno de Kirchner. En este recorrido descriptivo de la historicidad argentina, asistimos a un primer momento de convergencia de los actores de la clase dominante y momento de
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intervención fuerte de la acción estatal: la revancha clasista. A través de ella se gestó un corte con el modo populista de acumulación anterior y se desplegaron acciones tanto desde los actores de clase dominantes como desde el Estado para destruir el poder que ejercían las clases subalternas, principalmente la clase trabajadora, derribando la situación de empate hegemónico característica del modo de acumulación anterior. La connivencia entre las principales empresas y el despliegue de políticas económicas por parte de los gobiernos militares, sumado a la brutal, extensa y sistemática represión de las organizaciones de las clases subalternas, generaron cambios tanto en las reglas de juego como en la relación estructura/correlación de fuerzas. Estas transformaciones implicarían una profunda subordinación de las clases subalternas, y el inicio de un proceso concentración y centralización del capital a partir del cual saldrían fortalecidos en primeros términos una fracción productiva de empresas integradas y/o diversificadas con relaciones preferenciales con el Estado (que irían absorbiendo parte de las empresas que no lograrían resistir la apertura económica y en general las nuevas reglas de juego) y la fracción financiera del capital, ampliamente favorecida por el ciclo de valorización financiera y la liberalización económica. De este modo vimos algunas características de la interacción entre la esfera socio-económica y la esfera política que señalaba que nuevos actores aparecían como los decisivos rectores de la historicidad argentina. Este período de revancha clasista tendría efectos duraderos respecto de la capacidad de resistencia y acción de las clases subalternas, en posiciones de mayor subordinación que las que presentaba en el modo de acumulación anterior.
Luego atendimos a un primer momento de divergencia al interior de la clase dominante por la apropiación del excedente y su consiguiente mejora de las posiciones ocupadas que culminarían con la caída del primer gobierno constitucional del radical Raúl Alfonsín. En un contexto de crisis internacional de la deuda la disputa entre la fracción
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financiera en su calidad de acreedores, la fracción agro-exportadora e industrial exportadora con capacidad de presión por ser también poseedores de divisas y por otra parte, las fracciones productivas integradas y/o diversificadas con negocios preferenciales con el Estado, aumentaron su disputa impulsando la crisis de devaluación de la moneda e hiperinflación. En este contexto, la acción estatal se mostró incapaz de establecer nuevas reglas de juego que pudieran retornar la gobernabilidad, y el gobierno radical cayó meses antes de terminar su mandato. Las acciones desplegadas por las principales fracciones del capital lograron imponer su propia lectura de la crisis y propagaron su diagnóstico: era necesario terminar de desarmar los resabios populistas y avanzar hacia la transformación definitiva de la relaciones entre Estado, sociedad y mercado. Los efectos duraderos de la revancha clasista, el disciplinamiento que produjo la hiperinflación y el hábil despliegue propagandístico logró aglutinar amplios consensos sobre las reformas estructurales a seguir.
El paquete de transformaciones neoliberales sería implementado por el gobierno de Menem con la instauración del modelo de la Convertibilidad. Nos encontramos un período que conjuga un nuevo momento de intervención fuerte de la acción estatal y nuevo momento de convergencia de los actores de clase dominante. EL Estado desplegaría acciones decisivas en la conformación de “coaliciones reformistas” para implementar las medidas que irían a configurar las nuevas reglas de juego, donde las dos fracciones más poderosas del capital, la fracción financiera y la fracción productiva integrada y/o diversificada, encontrarían alicientes suficientes para instaurar una nueva era de pax interburguesa, dando lugar a la “comunidad de negocios”. Durante el modelo de los 90 se profundizarían tendencias ya instaladas: la concentración y centralización económica, la extranjerización del capital, la valorización financiera, el endeudamiento público, etc. Avanzarían de este modo la liberalización y desregulación de la economía. Con un peso
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sobrevaluado, los productores de bienes transables verían afectada su competitividad, profundizando el sesgo desindustrializador que sin embargo se presentaría asimétrico, ya que algunas empresas de peso lograrían regímenes de protección especiales. El perfil industrial del modelo se caracterizaría por su desofisticación y primarización crecientes. Las privatizaciones serían la principal “prenda de paz” de los actores de clase dominante que llevaría a las dos fracciones principales del capital, antes mencionada, a confluir en este nuevo momento de la convergencia. Por otra parte las clases subalternas verían deteriorarse crecientemente sus condiciones de vida: el avance del desempleo y la subocupación, la caída del salario real, la flexibilización laboral y el aumento del nivel de explotación del trabajo suponían la pérdida de conquistas históricas que la clase trabajadora había logrado en el modo de acumulación anterior. Esto sería determinante en la constante transferencia de ingresos de asalariados a capitalistas. Las distintas estrategias de la clase dominante, y principalmente las propias contradicciones del modelo de la Convertibilidad, como modelo deuda-dependiente al servicio de la fuga de capitales y su vulnerabilidad externa, sumado a los avances en el plano de la lucha impulsada por las clases subalternas, llevaron a crisis a este modelo.
En ese momento, las transformaciones operadas al interior de la relación estructura/correlación de fuerzas con su carácter de la dualidad de la estructura, llevaron a que las distintas fracciones de clase dominante expresaran sus intereses en acciones conflictivas que darían un nuevo vuelco a la historicidad argentina. Así se produciría un segundo momento de la divergencia, la entrada de recesión ya en 1998, fue determinando la adopción de estrategias distintivas en base a la posición ocupada en la estructura y su capacidad, según la correlación de fuerzas y las posibilidades objetivas de implementación, de dos estrategias diferentes (ninguna de las cuales serían beneficiosas a las clases subalternas). Por un lado, el frente dolarizador, que conformado por las fracciones financieras del capital y por las
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transnacionales propietarias de los servicios privatizados no transables, al que se le sumaron los funcionarios e intelectuales más ortodoxos del establishment, que procuraba mantener el valor en dólares de sus activos, seguir remitiendo en dólares sus utilidades al exterior y mantener sus activos financieros líquidos a precio dólar. Esta estrategia encontró fuerte rechazo en la sociedad además de poseer dificultades objetivas por el monto de dólares necesitado para su implementación, difícilmente conseguibles por la crisis económica, política y social que atravesaba al país. Por otro lado, el frente devaluacionista sería encabezado por la fracción productiva del capital, que buscaba aumentar su competitividad externa y aumentar su patrimonio en tanto mantenía sus divisas en dólares fugadas en el exterior. Esta estrategia encontraría un aliado clave en sectores de la CGT, que se plegaría al discurso del empresariado de recrear la alianza entre una supuesta burguesía nacional industrial y los trabajadores. Este frente devaluacionista lograría imponerse y conseguir otro de sus objetivos procurados: la pesificación y licuación de sus deudas.
Nuevas transformaciones al interior de la relación estructura/correlación de fuerzas, nueva disposición de “ganadores” y “perdedores”, nuevas reglas de juego, que vendrían a establecerse en primer lugar durante un nuevo momento de intervención fuerte de la acción estatal que se iniciaría en el gobierno de Duhalde y continuaría en el gobierno de Kirchner. Devaluación, pesificación asimétrica, compensaciones a los bancos, y congelamiento e inicio de rediscusión de tarifas, serían los principales elementos de la acción estatal desplegada por Duhalde, que irían configurando el nuevo escenario con sus reglas de juego. Explosión de redistribución regresiva del ingreso, aumento histórico de la pobreza y la indigencia marcarían las condiciones de vida de las clases subalternas. Mientras, en el último año del gobierno de Duhalde, el desplome de las importaciones por sobre las exportaciones darían lugar al primer superávit comercial, iniciando el proceso de recuperación económica.
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Arribamos así a la pregunta central de nuestra investigación acerca de si el actual modelo de productivo-exportador de “dólar alto” representaba una continuidad en cuanto a los pilares de la Argentina Neoliberal, buscando contrastar el modelo más paradigmático y acabado de cuño neoliberal, el de la Convertibilidad, con el actual siguiendo el derrotero de la acción estatal y las transformaciones en la relación estructura/correlación de fuerzas, manteniendo el foco en los actores de clase dominantes. Construimos un esquema descriptivo que
abstraía
las
desindustrialización
principales selectiva,
características primarización
fundantes del
aparato
del
“neoliberalismo
productivo,
real”:
concentración
económica, apertura comercial externa, endeudamiento público pronunciado, valorización financiera, gasto público acotado, sistema impositivo regresivo, regresiva distribución del ingreso y transferencia de ingresos de asalariados a capitalistas y privatizaciones (entrega de los recursos naturales y servicios públicos). Luego analizamos el modelo actual contrastando estos ejes, indagando acerca de sus rupturas y continuidades con el modelo anterior. Esbozamos primero algunas claves explicativas de la adhesión popular que presenta el gobierno de Néstor Kirchner y destacamos cambios en el discurso, la propuesta identitaria y las acciones concretas respecto a distintas reivindicaciones sentidas por las clases subalternas. Luego retomamos el estudio de la acción estatal haciendo foco en la política económica y sus relaciones de clase, observando la interacción entre la esfera socio-económica y la esfera política. Nos sumergimos en el modelo de productivo-exportador y observamos que, si bien es un modelo más favorable que el anterior a la producción, su núcleo dinámico está representado por exportaciones basadas en la explotación de los recursos naturales, marcando, en su perfil industrial, una fuerte continuidad con el modelo anterior: un alto grado de primarización productiva. Esto lo explicamos analizando la composición de los distintos
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complejos exportadores, que la Argentina continúa siendo exportadora de productos primarios y de manufacturas con escaso valor agregado. A pesar del discurso oficial industrialista, la participación de las manufacturas de origen industrial en la oferta exportadora se mantenía en los mismos porcentajes que en el modelo anterior. Otro aspecto que señalamos fue la aguda concentración regional de las exportaciones al punto de poner en duda el carácter “nacional” del modelo, pues una sola región (la pampeana) y en particular una provincia (la provincia de Buenos Aires) explicaba la gran mayoría del valor exportado. Observamos que la economía se recuperaba, creciendo al orden del 9% en los últimos cuatro años, pero advertimos sobre las potenciales limitaciones una vez alcanzados los límites de la capacidad ociosa instalada. La amenaza de “cuellos de botellas” en el sector externo producidos por la necesidad de incorporación de bienes de capital en una estructura productiva poco integrada que tiende a aumentar las importaciones y provocar ciclos de “stop & go”. Dimos cuenta de algunos indicadores que parecieran sugerir que esto está comenzando a ocurrir, al menos como tendencia. Otro elemento que estudiamos fue la estrategia de integración global, dando cuenta de los intercambios comerciales con distintos bloques. Sostuvimos que la opción gubernamental de priorizar el MERCOSUR para avanzar desde allí a negociar con los otros bloques era expresión de los negocios reales de la fracción burguesa “ganadora” del modelo. Que la postergación del ALCA respondía a esos intereses de clase. También vimos la continuidad de las políticas de liberalización económica, ya que el gobierno y los sectores dominantes del capital plantean la necesidad de profundizar la apertura económica y disputan desde allí con las políticas “proteccionistas” de los países centrales. Esto explica por qué el gobierno no ha modificado su estructura arancelaria dejando intacta la del modelo de la Convertibilidad. Y da cuenta de los intereses transnacionalizados de la burguesía local.
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Más adelante nos preguntamos quién crecía en el actual modelo para poner en tensión una de las preguntas iniciales acerca del carácter de clase del modelo, para pensar si expresaba o no una posible alianza policlasista, o si reflejaba la continuidad en materia de concentración económica. Allí discutimos la idea de una “burguesía nacional” dando cuenta de la divergencia de intereses entre ésta y las clases subalternas. También observamos el alto grado de concentración económica que mantiene el actual modelo y la continuidad en la extranjerización del capital. Además dimos cuenta que la recuperación de algunos de los indicadores sociales, como la baja en la desocupación y la pobreza, iba acompañada de un incremento descomunal de la explotación del trabajo mediante un amplio incremento de la productividad no remunerada del mismo. Dimos cuenta de acciones estatales dirigidas por el gobierno de Kirchner tendientes a “apuntalar” el salario, tales como el aumento del salario mínimo, los convenios colectivos, el aumento en las jubilaciones y los acuerdos de precios para evitar moderar el aumento de la inflación. Pero también vimos que sigue transfiriendo ingentes recursos a través de pago de deuda, más subsidios, exenciones impositivas, etc. a las fracciones más concentradas del capital, por valores que casi duplican el monto propuesto para gasto social en 2007. A esto se le suma que por el tipo de exportaciones de Argentina y su naturaleza dual de ser bienes exportables y de bienes de consumo elementales para la exportación, los alimentos y otros insumos vinculados a las necesidades básicas de la población han tendido a aumentar sus precios a los precios de exportación, dolarizándolos en la medida de lo posible. Otro factor a través del cual debatimos las continuidades del “neoliberalismo real” fue el de la deuda pública. Desde aquí observamos una arista fundamental que pareciera indicar el despliegue de un proceso conciliatorio, que parece insinuar la creación de un nuevo momento de la convergencia entre los actores de clase dominantes, ya que aspiraba a compensar los intereses de la fracción financiera del capital, dando lugar a una “nueva
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comunidad de negocios”. Este proceso aparece expresado en el siguiente mecanismo: pesificación asimétrica (en beneficio del capital productivo-exportador) – compensaciones bancarias (favorables al capital financiero) – endeudamiento (para la realización de las compensaciones, en detrimento de las clases subalternas) – salida del default (que vuelve a dar aire al ciclo de valorización financiera a costa de hipotecar el futuro de los sectores populares). Esto se agrava al dar cuenta de que la salida del default se realiza principalmente a través de la restricción en materia de gasto público, restricción que va en de detrimento del gasto social, cristalizando así paupérrimas condiciones de vida para la población. El canje de deuda presentado como gran causa nacional, recompone el ciclo de valorización financiera y presenta nuevos negocios para la fracción financiera del capital, asumiéndose como un factor importante de lo que llamamos una redistribución por arriba del ingreso, en la que el Estado redirecciona amplios los recursos obtenidos en el superávit fiscal para esta fracción “perdedora” del capital. A esto se suma la más clara continuidad en materia tributaria que sostienen, al igual que en los noventa, una estructura impositiva regresiva, sostenida sobre los hombros de los trabajadores a través del IVA y el amplio alcance del impuesto a las Ganancias, que llega a afectar al salario. También dimos cuenta de las retenciones, y las planteamos como otro elemento de este proceso conciliador. Señalamos que este impuesto que grava a la fracción del capital exportador, nos permitía poner de manifiesto determinadas relaciones entre las distintas fracciones de la burguesía y el rol del Estado, en la interacción entre la esfera socioeconómica y la esfera política. Recordamos el activo rol conciliador que cumplió el gobierno de Menem en la inauguración del modelo de la Convertibilidad apaciguando las disputas interburguesas que habían hecho caer al gobierno de Alfonsín. Así, mediante la implementación de las reformas estructurales se dio origen a “la comunidad de negocios”. Desde esta tarea de contrastación es que planteamos mecanismos tales como la deuda pública,
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los subsidios y exenciones impositivas al capital concentrado y a las retenciones como factores que hacen a la recomposición de los intereses de las diversas fracciones burguesas, estableciendo a partir de la acción estatal nuevas reglas de juego que parecen dar lugar a un nuevo momento de la convergencia al interior de la clase dominante. Nuestro camino analítico finalizó en las privatizadas, señalando que en este plano se presentan las mayores novedades respecto del modelo de la Convertiblidad. Planteamos la existencia de una estrategia heterogénea compuesta por tres aristas: renegociación, “reestatización” y creación empresarial. Y definimos tres objetivos perseguidos por esta estrategia: desmantelar los juicios internacionales de las privatizadas, atemperar el efecto del aumento tarifario para preservar el apoyo popular y aminorar el impacto inflacionario, y por último, incrementar (o recuperar) la presencia estatal en ciertas áreas claves. Observamos que el gobierno presentaba un mayor grado de incidencia en los servicios pero también negociaba aumentos tarifarios que recaerían sobre el conjunto de la población. Dijimos que se mantenía un amplio grado de extranjerización y concentración económica en los servicios. También vimos que mientras estos recomponen su rentabilidad, el Estado no les exige las inversiones no realizadas. Advertimos como un elemento novedoso la “reestatización” pero advertimos que esta se efectuaba por fuera de las figuras legales correspondientes a empresas estatales, creando sociedades anónimas con escaso control estatal, manejadas por el Ministerio de Planificación y también dimos cuenta de otro elemento novedoso de creación empresarial, pero analizamos el caso de ENARSA y las políticas del gobierno respecto del sector de hidrocarburos viendo que si bien proponía mayor presencia en esta área clave, lejos estaba de replantearse la nacionalización de los mismos, sino que generaba a través de ENARSA, nuevo negocios para las petroleras privadas, y proponía ponerla a la cabeza de las exploraciones, que la privatizada Repsol no había hecho.
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Este conjunto de elementos analizados nos permite concluir que los pilares del “neoliberalismo real” en la Argentina se mantienen pero que ha habido cambios tanto en la correlación de fuerzas al interior de la clase dominante como en las acciones estatales. Estamos en condiciones de aseverar que actualmente Argentina está presenciando la reconstitución y reconfiguración de una “nueva comunidad de negocios”. Tal vez no hay una “prenda de paz” particular, pero podemos señalar varios elementos tendientes a la “armonización” de las relaciones en la clase dominante. Este modelo ofrece la posibilidad de usufructuar el crecimiento económico con salarios reales bajos, al tiempo que reconstituye la legitimidad puesta en crisis hacia el 2001. Gobernabilidad y nuevos negocios para las distintas fracciones: renta productiva vía exportación, subsidios y exenciones impositivas, valorización financiera vía deuda y gradual ajuste tarifario. Transferencia de ingresos del salario al capital. Esto se debe a que si el gobierno no se define a impulsar una fuerte redistribución del ingreso en plena fase expansiva de la economía, con abultados superávit fiscales, ¿cuándo lo va a hacer?, seguramente no lo hará en tiempos de crisis. No parece tampoco impulsarse con énfasis el desarrollo de otro tipo de relaciones sociales en el ámbito de la producción, tales como el cooperativismo, las experiencias de fábricas recuperadas y el conjunto de empresas sin fines de lucro que hacen a la economía solidaria. Ni siquiera se ha eliminado el IVA a los alimentos e insumos esenciales. No son visibles políticas que impulsen la participación más directa de las clases subalternas en las decisiones que hacen a la gestión de la historicidad, a la construcción de una democracia de nuevo tipo. Por otra parte, los efectos duraderos de la revancha clasista y los largos años de políticas neoliberales mantienen a las clases subalternas, en una posición fuertemente subordinada, fragmentada y dispersa, no parecen haber constituido una alternativa propia que permita transformaciones progresivas en la relación estructura/correlación de fuerzas.
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Sin dudas, que la relación estructura/correlación de fuerzas se ha ido transformando en los distintos momentos atravesados desde el comienzo de la instauración del modo de acumulación neoliberal. Las posiciones al interior de la clase en Argentina han variado, hay “ganadores” y “perdedores”, una burguesía productiva-exportadora de bienes y servicios transables en el primer caso, y una burguesía financiera y vinculada a los servicios no transables, en el segundo. Pero, a no dudar, la nueva pax interburguesa descansa sobre los hombros del trabajo, financiando tanto al Estado, como la deuda, como la renta productiva, etc. con impuestos, “productividad”, y baja calidad de vida. Las principales perdedoras en términos horizontales han sido clase trabajadora y las clases subalternas. Ya que lejos de revertir la situación de penuria producto de décadas de implementación de la revancha clasista en sus diversas fases, sigue cargando sobre sí la posibilidad de enriquecimiento inaudito y concentración económica de la clase dominante. Como señalan Schorr y Wainer, la salida devaluacionista que resuelve la salida de la Convertibilidad representa una salida para la burguesía en su conjunto, como clase, ya que le permite restablecer su dominación y relegitimar el desarrollo de un modelo que mantiene el sometimiento y la transferencia de ingresos desde la clase trabajadora y los sectores subalternos hacia el gran capital. Se ha constituido un nuevo modelo en Argentina, pero el mismo parece fosilizar las desigualdades existentes, mediante una regresiva distribución del ingreso, parece cristalizar un piso histórico de participación del salario en la riqueza socialmente producida... parece hacer perdurable el cambio en la correlación de fuerzas en la estructura del conjunto de las clases en Argentina, un cambio que comenzó a gestarse a sangre y fuego hace apenas treinta años...
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