Año 37 - Edición Nº 815 - 16 de Marzo de 2015
La Argentina, sin reacción en la era del dólar fuerte Jorge Vasconcelos
La Argentina, sin reacción en la era del dólar fuerte1
El año en que el real brasileño se devaluó e introdujo una fisura irreversible en el 1 a 1 de la convertibilidad fue 1999. En aquel entonces, el peso argentino se apreció (perdió competitividad) un 27 % contra la moneda brasileña. En marzo de este año, la cotización del dólar a 3,10 reales en San Pablo implica que el peso argentino se está apreciando un 35 % en los últimos doce meses contra la moneda brasileña, 8 puntos porcentuales más que aquel fatídico 1999!. Sin embargo, el cimbronazo de 2015 es mucho menor que el de16 años atrás. Hay dos razones para que esto ocurra, una “mala” y otra “buena”. La primera responde a la brutal represión de las variables financieras que caracteriza a esta última etapa de la gestión económica, que adormece las señales de precios que toda economía necesita para funcionar adecuadamente. La segunda tiene que ver con la percepción que el daño será temporal y que comenzará a revertirse después del cambio de gobierno, el 10 de diciembre. Mientras tanto, conviene reparar en que la devaluación del real no es un fenómeno aislado, aunque los problemas propios lo acentúen. Por ende, seguir reprimiendo sus consecuencias puede afectar más a la economía argentina en el corto plazo y agregar algún grado de dificultad al momento en que busque recuperarse el tiempo perdido.
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Nota publicada el 15 de marzo en la Voz del Interior
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En los últimos doce meses, el récord de devaluación frente al dólar pertenece a Rusia, dónde se necesita un 70 % más de rublos para adquirir la moneda estadounidense. Haciendo abstracción de algunos países en guerra, el segundo lugar del ranking lo ocupa Brasil, con una variación de 30 % en el tipo de cambio. La prueba de que no hay sólo factores locales la aporta el hecho que hoy se requiere un 25 % más de monedas tan disímiles como el Euro y el peso colombiano para adquirir un dólar. Y de 15 % para países intensivos en recursos naturales como Canadá y Australia, pero también para México, con una pauta exportadora más vinculada a la industria. El fortalecimiento del dólar es parte de un reacomodamiento que conlleva turbulencias, pero que debería depositarnos en un escenario más confortable en términos de crecimiento global. No hay alquimia financiera, sino el reflejo de una economía, la norteamericana, que está saliendo de la crisis de 2008 a un paso más sustentable que el resto. El movimiento alcista del dólar y el conjunto de variables involucradas tiene un impacto ambivalente sobre la economía mundial, ya que por el canal comercial habrá un “derrame” de crecimiento sobre terceros mercados, pero por el canal financiero puede haber efectos negativos sobre la capacidad de financiamiento de los países más endeudados y/o con mayor riesgo crediticio, dado que los Estados Unidos habrá de comenzar a subir la tasa de interés. Sin embargo, este “viento en contra” puede no ser tan intenso, debido a que existen condiciones para que la suba de tasas sea suave y gradual y, además, durante los próximos 18 meses el Banco Central Europeo estará inyectando más de un millón de millones de euros. Bajo estas condiciones, el mundo podría crecer a un ritmo levemente superior en 2015 y 2016 (respecto de 2014), pero con un mix diferente, basado en un mayor dinamismo en los países desarrollados y cierto aquietamiento de emergentes. En un escenario de estas características, un país como la Argentina debería estar reenfocando sus radares en busca de mercados que puedan tener mayor crecimiento relativo y adecuándose a las nuevas condiciones financieras, tanto por el lado cambiario como por el del acceso al financiamiento (se requerirá una fuerte reducción del riesgo país para compensar la suba de tasas cuando esto comience a ocurrir). Al fortalecerse el dólar, Estados Unidos habrá de importar más y, por esa vía, contagiar crecimiento al resto del mundo. No hay temor a una rápida reversión, ya que el déficit de cuenta corriente de USA es de sólo 2,5 puntos del PIB., por lo que podría armarse un círculo virtuoso con la Eurozona, dónde el euro más devaluado contribuye a dinamizar las exportaciones y a alejar los riesgos de una deflación. El enfriamiento de China compensa parcialmente este cuadro de situación, ya que el crecimiento del PIB, que fue de 7,4 % en 2014, podría pasar a 6,5 % este año y a 3 Revista Novedades Económicas – 16 de Marzo de 2015
6,2 % en 2016. Sin embargo, el proceso de urbanización continúa, por lo que el consumo no debería frenarse a igual ritmo (dadas las reservas fiscales y externas de las que dispone) . Además, tampoco hay incentivos para que China entre en una “guerra de monedas”. El yuan se ha fortalecido frente al resto de divisas tanto como el dólar (la paridad está estable en torno a 6,2 yuans por dólar) y, sin embargo, este año la balanza comercial de China alcanzará un superávit récord, acercándose a los 500 mil millones de dólares. ¿Qué país devalúa en esas circunstancias?...salvo que no le encuentren la vuelta a las propias presiones deflacionarias que han comenzado a experimentar. Asumiendo que China logre evitar un “aterrizaje forzoso”, entonces la caída del precio de las materias primas, que también fue alimentada por el fortalecimiento del dólar, podría haber hecho un piso en estos meses, como parecen mostrarlo los granos y el petróleo. Estas pinceladas del cambio en el escenario global permiten comenzar a bosquejar una nueva agenda para el país: La progresiva suba de tasas en Estados Unidos afectará el costo de nuestro endeudamiento, pero el antídoto es bajar en forma sustancial el riesgo país, para lo que Argentina necesita normalizar su situación financiera internacional. El fortalecimiento del dólar sólo puede ser ignorado mientras duren los cepos cambiarios y financieros. Por ejemplo, con 3,1 reales por dólar, aquí la paridad oficial debería ubicarse entre 10,5 y 11,5 pesos por dólar, para volver al equilibrio cambiario con Brasil de los años ’97 y ‘98, según se considere la evolución de la inflación o de los salarios industriales. Eso sin contar la marcha de la inflación de aquí en adelante. Cuando este tema pase a tener la consideración que merece, inmediatamente surgirá la relevancia de un sólido programa de estabilización, para evitar desangrantes secuencias de “prueba y error”. La soja vale, en el mercado internacional, entre 30 y 35 % menos que tres años atrás. Sin embargo, la cosecha no se ha resentido y esta campaña, salvo las pérdidas por las inundaciones, no difiere en volumen de la de 2011. Esta es una señal potente para los hacedores de política: ¿cuánto más podría aportar el campo con un tipo de cambio en equilibrio, mercados sin interferencias y menos impuestos? El comercio global se recupera pero a un ritmo bastante contenido, con diferencia marcada en el dinamismo por regiones. Esto impone la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales y un replanteo a fondo del Mercosur, incluyendo una negociación más decidida con la Unión Europea, con la Alianza del Pacífico y con el Nafta. Respecto de China, la clave está en que el gigante asiático deje de discriminar a los productos alimenticios con mayor valor agregado.
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Un tipo de cambio en equilibrio y unificado (sin brecha) permitiría recuperar rápidamente el dinamismo de las exportaciones de servicios (profesionales, turismo, transporte), que perfectamente podrían incrementarse en 6 mil millones de dólares en un par de años.
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