LA BIBLIOTECA DE JOVELLANOS (1778)

LA BIBLIOTECA DE JOVELLANOS (1778) Publicación editada con cargo al Proyecto «Repertorios de Bibliografía de Literatura Hispánica», de la Comisión A

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LA BIBLIOTECA DE JOVELLANOS (1778)

Publicación editada con cargo al Proyecto «Repertorios de Bibliografía de Literatura Hispánica», de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Educación y Ciencia.

FRANCISCO AGUILAR PIÑAL

LA BIBLIOTECA DE

JOVELLANOS (1778)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS INSTITUTO "MIGUEL DE CERVANTES" MADRID, 1984

¥„

© C.S.I.C. I.S.B.N. 84-00-05690-6 Depósito Legal: M. 18.430-1984 Impreso en España Printed in Spain

GRÁFICAS OVIEDO - Geranios, 3 - 28029-MADRID

SUMARIO

Páginas INTRODUCCIÓN

9

JURISPRUDENCIA

31

Jurisprudencia eclesiástica

31

Biblias Concilios Santos Padres Obras elementales de Derecho Canónico Colecciones de Derecho Canónico Comentarios generales y particulares Jurisprudencia civil Derecho natural, de Gentes, Público, Política, Policía y obras relativas a ellos ... Derecho positivo de España y sus Códigos Derecho positivo de las naciones extranjeras Obras elementales y comentadores sobre todo el Derecho

31 32 34 35 37 38 48 48 61 68 70

LITERATURA

83

Humanidad. Bellas Leíras

83

Gramática y estudio de Lenguas ... Retórica y obras de elocuencia Poesía Poética Poesías griegas

83 89 99 99 101

Páginas Poesías Poesías Poesías Poesías Poesías Poesías

latinas castellanas portuguesas francesas italianas inglesas

101 108 117 118 124 126

Filosofía

127

Obras elementales de Filosofía Obras filosóficas

127 129

Historia Historia Historia Historia Historia Historia Historia Historia Historia

142 eclesiástica profana de España de Francia de Inglaterra de Portugal de otras naciones de Italia

144 145 152 169 172 172 173 175

Varía erudición

176

Cronología. Geografía. Antigüedades. Artes liberales, mecánicas y misceláneas

176

Papeles varios y manuscritos

182

ÍNDICES

185

Onomástico Lugares de impresión Bibliotecas citadas Repertorios citados

187 197 201 204

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INTRODUCCIÓN

Si el siglo XVIII representa una época esplendorosa para la recuperación económica y cultural de España, en gran parte se debe al ejemplar magistrado y erudito escritor Gaspar Melchor de Jovellanos, gloria de Gijón y benefactor incansable de Asturias desde sus cargos de alta responsabilidad política. Jovellanos, sin lugar a dudas, es el modelo más honesto y representativo del hombre ilustrado español, siempre dispuesto a trabajar por el bien de su patria y el progreso de su tierra natal, como lo demuestran sus múltiples iniciativas y actividades, pagadas, al fin, con la persecución y el destierro. Ciertamente, cuanto Jovellanos pensó, propuso, promovió, escribió y realizó —ya de sobras conocido— se debe, en gran parte, a su formación intelectual. Porque Jovellanos, antes que hombre de acción, fue hombre de pensamiento lúcido y de firmes convicciones morales y políticas. Su mentalidad, tradicional y progresista a la vez, se formó en el estudio constante, en el amor apasionado a los libros, en la infatigable lectura de los autores clásicos y modernos. Esto lo podemos hoy afirmar con absoluta certeza, a la vista del inventario de su biblioteca, felizmente hallado entre los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid. Nada tan revelador, para calibrar la formación de un político, máxime si es también escritor, como el contenido exacto de su biblioteca, el tesoro más preciado de todo hombre de letras. A este respecto, Jovellanos se nos revela, a sus treinta y cuatro años, como un exquisito bibliófilo que reúne en los anaqueles de su casa las más importantes obras de jurisprudencia, economía, historia y bellas letras de autores españoles y extranjeros conocidos en su época. Biblioteca básica, pero también especializada en los temas de mayor actualidad, relacionadas con su profesión de magistrado y estadista. Conocer al detalle este inventario es profundizar también en el conocimiento de su personalidad, de sus preferencias ideológicas y de su proyecto de futuro para su patria. Importancia de las bibliotecas privadas. El siglo xvn vio nacer casi simultáneamente en Inglaterra, en Italia y en Francia la concepción de biblioteca pública moderna, abierta gratuitamente a — 9 —

horas regulares, para el bien público. Pero hay que destacar que los promotores de esta generosa idea no fueron las instituciones públicas, sino particulares mecenas, grandes bibliófilos que quisieron enaltecer su nombre prestando este gran servicio a la sociedad. Tales fueron: sir Thomas Bodley, fundador de la Bodleyana de Oxford, el cardenal Federico Borromini, fundador de la Ambrosiana de Milán, y el cardenal Mazarino, fundador de la Mazarina de París. El bibliotecario de esta última Gabriel Naudé, echó los cimientos de la biblioteconomía moderna con su Advis pour dresser une bibliothéque (1627). Incluso ía Biblioteca Nacional Inglesa, hoy British Library, fue concebida como parte del British Museum, e iniciada en 1753 con la colección privada del médico John Sloane. El mismo siglo presenció la apertura de las Nacionales de Francia, Rusia y España, con los fondos particulares de sus respectivos monarcas. Baste lo dicho para destacar el importantísimo papel del coleccionismo privado en la formación de las actuales bibliotecas públicas y en la consiguiente conservación y expansión de la cultura escrita. Quizás en menor medida que en otros países europeos, pero con el mismo espíritu humanista, también España ha sido cuna de numerosos e importantes bibliófilos. Lástima que el estudio de estas bibliotecas particulares apenas haya comenzado. Ciñéndome al siglo XVIII, recordaré que se han publicado estudios sobre las bibliotecas de conocidos literatos, como el Padre Feijoo l, el Padre Isla 2 , el Padre Flórez 3 , Mayans 4 o Sarmiento5; de nobles ilustrados, como Olavide6, Campomanes7, el conde del Águila 8 o el ministro Gálvez9; de arquitectos, como Ardemans 10; 1

Agustín Hevia Ballina, "Hacia una reconstrucción de la librería particular del P. Feijoo", en Studium Ovetense, IV, 1976, pp. 115-138. 2 Luis Fernández, "La biblioteca particular del P. Isla", en Humanidades (Comillas), IV, 1952, pp. 128-141. 3 Ángel Custodio Vega, "Catálogo de la biblioteca del R.P.M. Enrique Flórez", en Boletín de la Real Academia de la Historia, CXXVIIL 1951, pp. 299-378; CXXIX, 1951, páginas 123-218 y 309-334; CXXX, 1952, pp. 257-266 y 407-447; CXXXI, 1952, pp. 6380 y 399-428. 4 Vicente Castañeda Alcover, Noticia de algunos de los libros que integran la biblioteca de D. Gregorio Mayans. Valencia, s.a. 5 Giovanni Stiffoni, "La Biblioteca de fray Martín Sarmiento. Apuntes para la historia de la penetración de las nuevas ideas en la España de Feijoo", en Homenaje al Profesor Carriazo. Sevilla, 1973, t. III, pp. 463-489. 6 Marcelin Défourneaux, Pablo de Olavide ou l'afrancesado. Paris, Presses universitaires de France, 1959. Apéndice. 7 Jacques Soubeyroux^ "La biblioteca de Campomanes: contexto cultural de un ilustrado", en Actas del Séptimo Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Roma, II, 1982, pp. 997-1006. 8 Francisco Aguilar Piñal, "Una biblioteca dieciochesca: la sevillana del Conde del Águila", en Cuadernos Bibliográficos, 37, 1978, pp. 141-162. 9 Francisco de Solano, "Reformismo y cultura intelectual. La Biblioteca privada de José de Gálvez, Ministro de Indias", en Quinto Centenario, núm. 2, 1981, 100 pp. 10 Mercedes Agulló y Cobo, "La biblioteca de Don Teodoro Ardemans", en Primeras Jornadas de Bibliografía. Madrid, FUE, 1977, pp. 571-582.

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de escultores, como Felipe de Castro u ; de instituciones, como la Orden de Montesa12; o de un simple hidalgo rural a . Más reciente es el repertorio de inventarios manuscritos de diversas bibliotecas de la época en la Biblioteca Nacional de Madrid, que pone los cimientos para ulteriores estudiosI4. Hasta el siglo xvn las bibliotecas privadas españolas no son importantes ni numerosas. Pero ya en 1658 se hace el inventario de la espléndida colección de Lorenzo Ramírez de Prado 15 , con cerca de nueve mil títulos. En 1670 el virrey Pedro Antonio de Aragón alcanza 2.600 obras 16 y poco después el cronista de Indias Antonio de Solís llega a las 1.45017. Adentrándose en los primeros años del siglo xvm la hispanista francesa Jeanine Fayard ha estudiado 31 bibliotecas de magistrados españoles, después de una paciente labor de investigación en los protocolos notariales. A la de Ramírez de Prado siguen en importancia las del marqués de Montealegre, Sebastián de Cotes, Fernando y Diego de Arce, marqués de Mondéjar, Juan Lucas Cortés, Andrés González Barcia, Diego Sarmiento y otros, con mayor porcentaje, como era de esperar, en libros de jurisprudencia w. La de Nicolás Antonio sabemos que tenía 30.000 volúmenes. En 1788 Campomanes redacta una Noticia abreviada de las bibliotecas y monetarios de España, en donde señala que ya en el XVIII "los ministros togados y algunos prelados eclesiásticos han sobresalido en la adquisición y acopio de libros" 19. Entre ellas destaca las de Luis de Salazar y Castro, Juan de Iriarte, Macanaz, Roda, el marqués de la Regalía y fray Martín Sarmiento. Otros destacados bibliófilos, como el marqués de la Compuesta y el cardenal Gaspar de Molina, dejarán sus libros al convento zaragozano de Santa Catalina y al sevillano de San Acacio, respectivamente, para que fuesen destinados a constituir bibliotecas públicas. Entre todos estos ilustres propietarios quisiera señalar a dos contemporáneos que pudieron suscitar la envidia de Jovellanos, uno en Sevilla y otro en 11

Claude Bédat, "La Bibliothéque du sculpteur Felipe de Castro", en Mélanges de la Casa de Velázquez, V, 1969, pp. 363-410. 12 Josefina Mateu Ibars, La librería de la Orden de Mantesa en el siglo XVIII. Madrid, C.S.I.C., 1974. 13 Amando Represa, "La biblioteca de un hidalgo rural del siglo xvm", en Hidalguía, XXIV, 1976, pp. 309-416. 14 Julián Martín Abad, "Catálogos, índices e inventarios de bibliotecas particulares del siglo xvm conservados en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid", en Cuadernos Bibliográficos, 44, 1982, pp. 109-122. 15 Joaquín de Entrambasaguas, La biblioteca de Ramírez de Prado. Madrid, C.S.I.C, 1943. 16 José Domínguez Bordona, "La biblioteca del virrey don Pedro Antonio de Aragón", en Boletín de la Real Academia de la Historia, núm. 129, 1951, pp. 385-416. 17 Frédéric Serralta, "La biblioteca de Antonio de Solís", en Caravelle, núm. 33, 1979, páginas 102-132. 18 Jeanine Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746). Madrid, Siglo XXI, 1982, pp. 461-477. 19 Justo García Morales, "Un informe de Campomanes sobre las bibliotecas españolas", en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 75, pp. 95-126.

Madrid. Ambos gozaron de su amistad y a no dudar pasarían con él largas horas hablando de libros, de rarezas bibliográficas y de las dificultades de su adquisición, de censores, de impresores y de aduanas. Me refiero al conde del Águila y al marqués de Sonora. El primero, en su sevillana casa de la plaza de los Trapos, logró reunir 7.477 títulos, con una valoración estimada en 126.606 reales. Era el noble más culto y erudito de Sevñla cuando Jovellanos llegó a la ciudad, en 1768. Ocupaba cargos de responsabilidad en el municipio y disfrutaba de gran autoridad y prestigio en los círculos ilustrados de la capital. Poseedor de un saneado patrimonio, destinaba gran parte a la compra de libros, manteniendo correspondencia, que se conserva en la British Library, con los principales libreros de Madrid. De su generosidad en el préstamo de libros hay constancia escrita, siendo Jovellanos uno de los amigos a quienes prestó los libros de su biblioteca en más de una ocasión. No parece descabellado suponer que al calor de tal amistad se encendiera en el asturiano el deseo de formar, con menos recursos pero con igual entusiasmo, un conjunto bibliográfico semejante. Ya instalado en Madrid, a partir de 1778, sería otro amigo, el malagueño José de Gálvez, secretario de Indias y futuro marqués de Sonora, el nuevo confidente de Jovellanos en el apasionante trato con los libros. Sus títulos no llegaban al millar, pero eran selectos y coincidentes en gran medida con los del propio Jovellanos, aunque casi todos eran impresiones de la época. Un centenar de ellas las poseía también el asturiano, como que formaban el acervo común de toda persona culta, pero otras muchas que no eran comunes pudieron haber sido objeto de intercambio de lectura. Su publicación, como el de los inventarios ya citados, constituye un meritorio esfuerzo de nuestros días por un mejor conocimiento de los orígenes intelectuales de la Ilustración española.

El inventario de Jovellanos. Hoy viene a sumarse a la serie otro feliz hallazgo: el inventario de la biblioteca de Jovellanos. Ha sido reciente adquisición de la Biblioteca Nacional de Madrid, en cuyo departamento de manuscritos se conserva20. Son 55 hojas en folio, paginadas, más la portada, que lleva la fecha del 28 de septiembre de 1778. La letra es clara, posiblemente de la mano de Juan Agustín Ceán Bermúdez, paje, amanuense y amigo de Jovellanos durante su estancia en Sevilla (1768-1778) como Alcalde del Crimen de su Audiencia. 20

Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 21879 (2). Procede, al parecer, de la testamentaría de la Condesa de Bureta, en Zaragoza, heredera de la familia Navarrete. Lo cedió en 1972 a la Biblioteca Nacional el librero madrileño don Benito Ángulo. No obstante, según Somoza (Inventario de un jovellanista. Madrid, 1901, núm. 411) el inventario de la biblioteca de Jovellanos estaba a comienzos de este siglo en poder de don Fermín Canella Secades, pero añade a continuación: "Ya impreso este pasaje, nos advierte el Sr. Canella que el Catálogo de 1777 pasó a poder del Sr. Fuertes Acevedo, entre cuyos papeles debe encontrarse".

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Llegaron ambos a Sevilla un martes santo, el 28 de marzo de 1768, casi un año justo después de la expulsión de los jesuitas. Detalle este no improcedente porque, como veremos, a él va unida la historia de la biblioteca. Al día siguiente de su llegada pronunció su primer discurso público, que fue muy elogiado, según Ceán. Tenía entonces Jovellanos 24 años y en frase del mismo biógrafo, "todos se paraban a mirarle, y no se hablaba de otra cosa que del nuevo Alcalde". El apuesto joven magistrado se vería pronto afectado por tales muestras de curiosidad y simpatía, cayendo en las amorosas redes de Clori, Enarda, Belisa, Marina y Galatea, destinatarias pastoriles de sus primeros y apasionados versos21. De la mano de sus mejores amigos en la Audiencia sevillana, el magistrado jubilado marqués de San Bartolomé y el oidor Martín de Ulloa, acierta en sus primeros pasos profesionales y pronto se ve colmado de atenciones y encargos oficiales. Uno de ellos y el que más interesa a nuestro propósito fue el de juez comisionado para la liquidación de las temporalidades del Colegio de las Becas, uno de los que la Compañía de Jesús poseía en Sevilla, considerado como el seminario de la diócesis. Entre las obligaciones de ese encargo figuraba, como una de las más delicadas, la liquidación y venta de la biblioteca. Como se sabe, todas las propiedades de los jesuitas —excepto los edificios, que tuvieron destino oficial— fueron subastadas y su producto empleado, entre otros fines, en el mantenimiento de los propios expulsos, algunos de ellos enfermos que quedaron en España22. Pues bien, tenemos constancia documental de que Jovellanos supo aprovechar bien la subasta de aquellos libros, comprando de su propio peculio los que más se ajustaban a sus aficiones y necesidades. Así lo hizo notar Julio Somoza en la comunicación que presentó en 1887 al Rectorado de la Universidad de Oviedo sobre la biblioteca del Instituto Asturiano de Gijón, al constatar que "los que fueron comprados en Sevilla llevan la marca Casa Profesa de jesuitas de San Hermenegildo, vendidos a bajo precio, después de la expulsión de los Regulares de la Compañía" 23. Muchos y buenos dineros hubo de emplear Jovellanos en la compra de aquellos libros, que constituyen la base principal de su biblioteca "sevillana", reflejada en este inventario, espléndida desde el punto de vista de la Bibliofilia. Cierto que los libros se vendieron a bajo precio,, jpero la cantidad y calidad de lo adquirido es tal que por fuerza hubo de suponerle un gran desembolso. Realidad difícil de explicar si tenemos en cuenta que Jovellanos hubo de aceptar ayuda económica de su amiga la condesa de Campo Alange para su instalación en Sevilla y que ocupó su cargo disfrutando sólo de medio sueldo24. 21

Vid. la edición de sus Poesías por José Caso González. Oviedo, IDEA, 1961, p. 7. Francisco Aguilar Piñal, La Universidad de Sevilla en el siglo XVIII. Estudio sobre la primera reforma universitaria moderna. Sevilla, Universidad, 1969, p. 313. 23 Bonifacio Chamorro, "Breve historia de la biblioteca de Jovellanos", en Bibliografía Hispánica, XI, 1944, p. 755. 24 Gaspar Gómez de la Serna, Jovellanos, el español perdido. Madrid, 1975, t. I, páginas 52 y 59. 22

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Fuese por sus ahorros o por nuevos préstamos, el hecho es que Jovellanos adquirió los libros, los aumentó cuanto pudo y logró, en sus diez años de vida sevillana, reunir una biblioteca de más de mil volúmenes, con preciosos manuscritos e incunables, que producirían la envidia de cualquier coleccionista amante de los libros raros y costosos. Llegado el nombramiento de Alcalde de Casa y Corte, por oficio del conde de Fioridablanca, en agosto de 1778, ordena la redacción del inventario de su biblioteca, que es realizado con gran urgencia, por cuanto el 13 de octubre ya está instalado en la capital de España. El inventario, que es una pieza de gran precisión bibliotecaria, adolece, sin embargo, de algunos defectos que dificultan su uso y estudio. Los títulos están todos abreviados y traducidos al castellano, omitiendo a veces el nombre del autor o sustituyéndolo por unas iniciales. Pero lo que más dificulta la identificación son los frecuentes errores de transcripción en los nombres o en las fechas. ¡Qué lejos estaría su autor de sospechar siquiera los quebraderos de cabeza a que iban a dar lugar sus descuidos, al cabo de dos siglos! Pero, por lo general, la minuciosidad y la corrección son la norma en tan extenso documento. Está dividido por materias, en dos grandes apartados: Jurisprudencia (eclesiástica y civil) y Literatura (bellas letras, filosofía, historia y varia erudición). La redacción está estructurada en siete columnas, con los datos bibliográficos esenciales, según el siguiente orden: título y autor de la obra, idioma en que está escrita, lugar de impresión, año de la edición, número de volúmenes, tamaño y tipo de encuademación. La letra es clara y legible. Finaliza con dos folios en los que se anotan los manuscritos y papeles varios. La biblioteca. Cuando Jovellanos es nombrado Alcalde de Casa y Corte no ha hecho más que empezar a vivir. Atrás quedaban los años de estudiante en Alcalá y los de su primer empleo en Sevilla, donde maduró física, intelectual y profesionalmente. Al abandonarla y tomar el camino de Madrid tenía 34 años, muchos para ser ya un joven y pocos para sospechar en él al propietario de una de las bibliotecas más completas con que podía soñar un magistrado de su tiempo. Y hago esta afirmación aun sabiendo que sólo era un germen de la que hubo de ser, sin duda, una de las bibliotecas privadas más importantes de España, zarandeada y desgraciadamente diezmada por los avatares políticos de los últimos años de su vida. Un benemérito hispanista francés, Jean-Pierre Clément, ha publicado hace pocos años un "ensayo de reconstitución de su biblioteca", que titula Las lecturas de Jovellanos25. Esta "biblioteca ideal", reconstruida a partir de las citas del propio Jovellanos en sus escritos, aunque coincide básicamente, no puede reflejar el total contenido de este inventario porque, como es obvio, no se citan todos los libros que se poseen y además hace referencia a toda una vida de intensísima lectura, mientras que este inventario es sólo el contenido de una 25

Jean-Pierre Clément, Las lecturas de Jovellanos. Oviedo, IDEA, 1980.

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biblioteca "juvenil", en la que aún faltan por ingresar los adquiridos en los más de treinta años que le quedaban de vida a Jovellanos. Otro intento de acercamiento fue el de la también hispanista francesa Lucienne Domergue, al tratar de la biblioteca del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, heredero del resto de la biblioteca particular de su promotor, el mismo Jovellanos, que escribió en su testamento, redactado el 11 de marzo de 1795: "Mis libros sean para el Instituto... Estén siempre en él sólo aquellos que puedan serle útiles, y todos los demás se vendan en beneficio suyo" 26. Hace un siglo todavía se conservaba esta voluminosa biblioteca y el paciente Julio Somoza pudo publicar el catálogo de sus fondos manuscritos27. Todo se perdió durante la guerra civil española. Hoy, por fin, gracias a un golpe de suerte, podemos conocer con exactitud los libros que poseía Jovellanos, si bien limitado al año 1778, fecha de su cambio de destino, cuando no había hecho más que iniciar su gran labor como escritor y estadista. Sumaban en total 857 títulos de impresos, con 1.300 volúmenes, una veintena de manuscritos y algunos tomos de papeles varios en los que no se especifica su contenido. Poseer ocho incunables era, sin duda, mucho más fácil entonces que ahora, pero en cualquier época haría las delicias de un buen bibliófilo. El más antiguo de los latinos era el Speculum vitae humanae de Rodrigo Sánchez de Arévalo, publicado en Roma, en el año 1468, por Conradus Sweynheim y Arnoldus Panhart (núm. 592). Le sigue una Biblia latina, editada en Ñapóles en 1476 por Mathias Moravus (núm. 2) de la que sólo se conocen cuatro ejemplares. Igualmente rara es la Expositio problematum Aristotelis de Pedro de Abano, con pie de imprenta en Padua, por Johannes Herbort en 1482, con tres ejemplares conocidos en la Biblioteca Queriniana de Brescia y en las Nacionales de París y Madrid (núm. 563). El cuarto incunable en latín es De divinis institutionibus libri sepíem, de Lactancio Firmiano, impreso en Venecia por Octaviano Scoti en 1494 (núm. 19). De los tres incunables españoles de Jovellanos el más antiguo y valioso es el Universal vocabulario en latín y romance de Alfonso de Palencia, sin colofón, pero impreso en Sevilla en 1490, del que dice Ticknor que "es uno de los libros más raros de la lengua castellana y el mejor tesoro de ella" (núm. 302). Otro incunable sevillano es el de Las siete Partidas, impreso por Meinardo Ungut y Lan$alao Polono en 1491, con las adiciones de Alfonso Díaz de Montalvo (núm. 197). Por último, las Coplas de vita Christi de Iñigo de Mendoza, impreso en Zaragoza en 1492 por Paulo Hurus, y del que sólo se conocen dos ejemplares, uno de los cuales es este que poseía Jovellanos y cuyo paradero hoy 26

Lucienne Domergue, Les démeles de Jovellanos avec l'Inquisition et la BÍbliothé~ que de ¡'Instituto. Oviedo, Cátedra Feijoo, 1971. 27 Julio Somoza de Montsoriu, Catálogo de manuscritos e impresos notables del Instituto de Jove-Llanos en Gijón, seguido de un índice de otros documentos inéditos de su ilustre fundador. Oviedo, 1883.

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desconocemos. Hay otro impreso, en italiano, de Aretino, que por carecer de colofón se da como probable su identificación con la edición de Venecia 1494, al que también le falta (núm. 540). Del siglo xvi hay nada menos que 217 títulos en el inventario, la mayoría de ellos en latín y castellano, aunque también hay franceses, italianos y portugueses. Entre los latinos habría que destacar las obras de Aristóteles, Platón, Homero, Demóstenes, Herodoto, Tucídices, Jenofonte, Ausonio, Virgilio, Plauto, Ovidio, Cicerón, Plinio, Luciano de Samosata, Plutarco, Lucano, Quintiliano, Valerio, Catulo, Tibulo, Propercio, Columela y la inmensa mayoría de los clásicos griegos y latinos. De Santos Padres estaba también muy surtida su biblioteca, con las obras de San Juan Crisóstomo, Eusebio de Cesárea, San Isidoro, San Agustín, más las de Santo Tomás de Aquino. El humanismo renacentista estaba representado, sobre todo, por Erasmo, cuya lectura recomienda Jovellanos en el Reglamento de Calatrava, y los españoles Nebrija, López Pinciano, García Matamoros, Arias Montano, Francisco de Vitoria, Ginés de Sepúlveda y Juan Luis Vives. Poseía también todas las crónicas y cronistas españoles, con una rara edición de Ramón Llull, el "iluminado" mallorquín que tan bien conocía Jovellanos. Se completa la colección con los autores italianos más representativos: Dante, Petrarca, Boccaccio, Bembo, Ariosto, Sannazaro. Y con un libro singular: el Catalogas del abad benedictino Johannes Trithernius (1462-1516) que es considerado como el padre de la Bibliografía por esta obra, cuya primera edición es de Basilea, 1495 (núm. 78). Sin embargo, hay todavía un libro más importante, por la polémica que puede suscitar. Se trata de las Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias (núm. 729) de Luis Alfonso de Carvallo. Todos los bibliógrafos y comentaristas dan como primera edición de esta obra la de Madrid, 1695, en la que se dice que es "obra postuma" 2&, aunque ya había circulado desde 1613 en copias manuscritas29. El autor, vecino de Oviedo, falleció en 1630. Difícilmente, pues, podía haber publicado su obra, como se indica en el inventario, en 1549 en Toledo. SÍ descartamos el error en la copia manuscrita del inventario, por indicar claramente la fecha y el lugar de impresión, debemos conjeturar la existencia de otro autor, del mismo nombre y apellido, distinto del que figura como autor de El cisne de Apolo. En el Registro asturiano (Oviedo, 1927) escribe Julio Somoza lo siguiente: "Cítase una edición de Toledo, de 1549, que no menciona Fuertes, muy dudosa e imposible por la fecha, salvo que estén equivocadas las de nacimiento y muerte del P. Carballo" (pág. 120). A mayor abundancia, en el prólogo de la edifión facsímil de las Antigüedades, hecha por Ayalga Ediciones en 1977, se cita una carta del P. General de la Compañía de Jesús, Mucio Vitelleschi, al P. Provincial de Castilla, Melchor de Pedrosa, en la que se dice: "Hólgára28 29

José Simón Díaz, Bibliografía de la Literatura Hispánica, VII, 5704. Alvaro Ruiz de la Peña, Introducción a la Literatura asturiana. Oviedo, 1981, p. 26.

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me que V.R. hubiera puesto medios eficaces en orden a que el Sr. Inquisidor General tuviese por bien que se acabase de reveer el libro del P. Carvallo cerca de los linajes y antigüedades del Principado de Asturias, no sea que haya en él alguna cosa en que se pueda reparar, por la cual padezca después la Compañía, que, aunque el libro no se imprima en nombre del dicho Padre, sino de un sobrino suyo, luego se sabrá quién es el autor". Esto quiere decir que en 1624, fecha de la carta, aún no había sido aprobada la obra, que tuvo problemas con la Inquisición. Aunque no invalida la tesis de una primera impresión en 1549, ya que la Inquisición sólo actuaba sobre libros impresos. Pero esta edición es muy anterior al establecimiento de la Compañía de Jesús en Oviedo (1578) por lo que cabría suponer que el autor de la obra, habiendo ingresado en la Compañía de Jesús por aquella fecha, ya de edad avanzada, es probablemente tío del clérigo del mismo nombre fallecido en 1630. Misterio bibliográfico que sería conveniente descifrar consultando el archivo catedralicio de Oviedo. En todo caso, con este dato del inventario se afianza la tesis de la existencia real de la edición toledana de 1549, de la que no se conoce hoy día ningún ejemplar. Los impresos correspondientes al siglo xvii suman 172, descenso considerable con respecto al siglo anterior. Ahora la primacía la tienen los libros en castellano, seguidos por los latinos y los franceses. Aparece el primer libro en inglés, pero es la versión de un clásico: las Metamorfosis de Ovidio (núm. 550). Asimismo hay ediciones de Séneca, Terencio, Polibio y Juvenal. El portugués está representado por Rodrigues Lobo; el italiano por Guarini; el francés por Corneille, Racine, Pradon y otros. En castellano predominan las obras históricas y jurídicas, sin que falten los grandes literatos: una edición del Conde Lucanor, otra de la Celestina, Mateo Alemán, Cervantes, Lope de Vega, Alonso de Ercilla, Montemayor, Salas Barbadillo, Cáncer y Villegas. Además, las obras eruditas de Rodrigo Caro, Jiménez Patón, Cáscales, Nicolás Antonio, Saavedra Fajardo, Huarte de San Juan, Covarrubias, Zurita y Mariana. Como era de esperar, las obras impresas en el siglo XVIII (recordemos que sólo hasta 1778) representan má del cincuenta por ciento del inventario. Primero las castellanas, seguidas muy de cerca por las francesas y latinas. En menor número las inglesas, italianas y portuguesas. Destaquemos a los autores ingleses Bacon, Hume, Milton, Thomson, Dryden, Pope, Addison y Young; el suizo Gessner; los portugueses Pereira de Figueiredo y el Barbadiño; los franceses Fontenelle, Tissot, La Fontaine, Marmontel, Montesquieu, Voltaire y Rousseau, junto a un ejemplar de la Enciclopedia, numerosas obras dramáticas y una edición veneciana de la Lógica de Port-Royal (núm. 556); los italianos Beccaria, Metastasio y Muratori, con ediciones de los clásicos Tácito, Lucrecio, Marcial, Tibulo y Terencio, y unas obras completas del Brócense editadas en Genova. La confirmación de que Jovellanos poseía las obras poéticas de Milton en — 17 — 2

su original inglés disipa las dudas sobre la traducción que hiciera en Sevilla del primer canto de El paraíso perdido, que tantos elogios merece de su editor moderno, José Caso González30. Jovellanos traduce directamente del inglés, al que sigue con escrupulosa fidelidad, mucho antes de que lo hicieran Reinoso, Lista y Escoiquiz. El buen conocimiento de la literatura inglesa, prohibida en gran parte por la Inquisición, se completa con la edición plurilingüe del Essay on Man de Alexander Pope, que utilizó su amigo Cándido María Trigueros para la inspiración de sus Poesías filosóficas (1774). Igualmente prohibida, la obra de Beccaria le sirve para la redacción de su drama El,delincuente honrado, sin esperar a la traducción de Juan Antonio de las Casas (1774). De las fábulas de La Fontaine traduce "Le chSne et le raseau" y "Les deux mulets", así como un idilio de Montesquieu. Significativos son, desde luego, los nombres de Voltaire y Rousseau, que Jovellanos conocía bien aunque estuvieran prohibidos por la Inquisición, sin que apruebe totalmente sus ideas, como se comprueba leyendo los Diarios del asturiano. Entre los extranjeros autores de obras jurídicas hay un grupo filo-jansenista de enorme trascendencia en el pensamiento de Jovellanos (Van Espen, Pierre Marca, Febronio, Vattel, Grocio, Engel, Fleury, Burlamachio) que elogia y cita en más de una ocasión, como en el Reglamento para el colegio de Calatrava y en la breve Instrucción que dio a un joven teólogo al salir de la Universidad, escrita en Bellver. Por otro lado, son los mismos escritores que aparecen en la biblioteca que Olavide reunía por aquellos años en Sevilla, la ciudad entonces más ilustrada de España. Los autores políticos están muy bien representados, sea en obras originales o en traducidas, comenzando por las ediciones dieciochescas de Sancho de Moneada y Caja de Leruela, Zavala y Auñón, Ulloa, Uztáriz, Ramos, Galiani, Campomanes y otros. La literatura castellana del XVIII cuenta con la gran antología del Parnaso español de López Sedaño, la Historia de la Literatura de España de los hermanos Rodríguez Mohedano, y las obras sueltas de los principales escritores del momento: Mayans, Flórez, Iriarte, Salas, Luzán, Montiano, Isla, Cadalso, Trigueros, Capmany, Velázquez, Sarmiento y La falsa filosofía del P. Cevallos. Un solo nombre brilla por su ausencia: el Padre Feijoo, el autor más reeditado del siglo, cuya influencia había sido reconocida en todos los ámbitos culturales del país. No es posible que Jovellanos lo desconociese cuando en los círculos académicos y eruditos de Sevilla era citado elogiosamente con frecuencia. Sin embargo, no compra sus obras completas (por 140 reales) hasta mayo de 1797, como consta en sus Diarios (II, p. 62). Al establecer la estadística de los libros que poseía Jovellanos, las conclusiones difieren bastante de las deducidas por Clément en su ya citada obra.

30

José Caso González, op. cit., pp. 343-377. — 18 —

En cuanto a los idiomas originales, las lecturas de Jovellanos hasta 1778 se corresponden con el siguiente cuadro, dividido por siglos: XV

XVI

XVII

XVIII

Español .

3

67

92

173

335

Latín

4

136

57

112

309

3

19

144

166

9

2

7

19

1

17

18

2

1

7

10

217

172

460

857

Francés ..



1

Italiano .. Inglés ... Portugués









TOTAL

Siguendo la opinión de Clément, se puede establecer que Jovellanos prefería leer las obras en su idioma original. De las 335 obras en castellano sólo 42 son traducciones (4 del griego, 11 del latín, 14 del francés, 8 del italiano, 4 del portugués y 1 del árabe) lo que representa el 12,5 por 100 del total. Otra conclusión evidente es la gran importancia del humanismo europeo del siglo xvi en la formación de Jovellanos, cuyas obras superan en número a las del xvn, la mayor parte en latín. No obstante, son superiores en número las del xvin, con predominio del español y del francés. La cultura de Jovellanos era, pues, humanística, pero su curiosidad intelectual se enfoca decisivamente hacia la producción tipográfica de su siglo, cuyas corrientes de pensamiento conoce casi en su totalidad. La Sevilla de Jovellanos. "La capital andaluza, a la llegada de los Borbones, intentaba ocultar, con el recuerdo vanidoso y estéril de sus pasadas glorias, las miserias de la decadencia presente. Pero no todos sus hijos comulgaban con tan engañosa ficción. Desde mediados del siglo toma cuerpo en el ambiente intelectual sevillano un espíritu de sorda protesta, un malestar no contenido, una rebeldía honesta pero firme, respetuosa con los principios pero irreconciliable con los métodos; rebeldía, en fin, que se miraba en espejos extraños, pero que estaba alimentada por la más rancia tradición nacional". Estas palabras están tomadas del prólogo de un libro publicado hace casi veinte años, La Sevilla de Olavide31, personaje cuya gestión de gobierno coincide exactamente con la estancia de Jo^vellanos en Sevilla. 31

Francisco Aguilar Piñal, La Sevilla de Olavide. Sevilla, 1966.

— 19 —

Había nacido Gaspar Melchor de Jovellanos en Gijón, el 5 de enero de 1744, décimo hijo del propietario de una modesta ferrería y nieto por línea materna del marqués de San Esteban de Natahoyo. A los trece años el Obispo de Oviedo le confirió la primera tonsura eclesiástica, necesaria para que le fuera adjudicado un beneficio diaconil en San Bartolomé de Nava, cuyo derecho de presentación correspondía a su tía Isabel de Jove Ramírez, abadesa del monasterio de San Pelayo de Gijón. Hacia 1760 pasó a continuar sus estudios eclesiásticos en Avila, al cuidado del Obispo don Romualdo Velarde, cuyo palacio episcopal se había convertido en seminario de jóvenes asturianos. Sin perder de vista su destino eclesiástico, se graduó de bachiller en la Universidad de Avila y se licenció en Cánones y Leyes en Burgo de Osma. El mismo prelado abulense, su protector, le consiguió una beca de canonista en el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares, a fin de que concluyera allí sus estudios eclesiásticos. Obtuvo la plaza en mayo de 1764, llegando a sustituir en la propia Universidad las cátedras de Sexto y Decretales. Entusiasmado con la docencia, preparó una oposición a la cátedra de Cánones en 1766, a la que no pudo concurrir, como explica Ceán, porque tuvo que salir para realizar unas pruebas de colegiales. Esta frustración le decidió, a fines de año, a abandonar Alcalá para opositar a la canongía doctoral de Tuy. Pero, a su paso por Madrid, abandonó inesperadamente la carrera eclesiástica para dedicarse a la magistratura. Influyeron en cambio tan repentino los consejos de los amigos y familiares, principalmente el colegial Juan Arias de Saavedra y su tío el duque de Losada. Decisión que marcará el rumbo de su vida, para el cual no estaba del todo preparado, como confiesa en 1780: "Entré a la Jurisprudencia sin más preparación que una lógica bárbara y una metafísica estéril y confusa, en las cuales creía entonces tener una llave maestra para penetrar el santuario de las ciencias. Mis propios directores miraban como inútiles los demás estudios, incluso el de la Historia; y dedicados siempre a interpretar las leyes romanas, creían perdido el tiempo que gastaran en leer los fastos de aquella República. De forma que hasta el ejemplo de mis propios maestros contribuyó a separarme de un estudio que después el tiempo me hizo conocer del todo necesario". La cita es de Ceán y nos muestra la enorme importancia de Sevilla en la formación de Jovellanos, el cual reunió durante su estancia en ella la ejemplar biblioteca que aquí se comenta, riquísima precisamente en libros históricos y jurídicos. Llegó a Madrid a fines de 1766 y hubo de esperar casi un año hasta recibir, el 31 de octubre de 1767, el nombramiento de Alcalde del Crimen de la Audiencia sevillana. Era entonces Presidente del Consejo de Castilla el conde de Aranda, Manuel de Roda ocupaba la Secretaría de Gracia y Justicia y eran Fiscales del Consejo Campomanes y el futuro conde de Floridablanca. Estos "impulsores" de la Ilustración buscaban personas idóneas para la renovación cultural que se pretendía, en la que Sevilla era un objetivo de primera línea. Y para ello destinaron, con visión certera, a dos de los hombres que mayor aportación iban a dar al movimiento ilustrado: Olavide y Jovellanos. — 20 —

Después de una breve estancia en Asturias, acompañado por su ya inseparable Ceán Bermúdez, llegó Jovellanos a Sevilla, como queda dicho, el 28 de marzo de 1768, después de diez días de viaje desde la Corte. Era Regente de la Audiencia, y fue por tanto su primer superior en la carrera judicial, don Luis de Cárdenas y Montalvo, pronto sustituido por el marqués de los Llanos. Tomó posesión de su cargo de Alcalde de cuadra o barrio al día siguiente de su llegada, siendo su guía y maestro en la práctica forense un magistrado jubilado, el marqués de San Bartolomé. Conocida es la anécdota, reflejo de un carácter voluntarioso e independiente, del rechazo a la peluca que solían llevar los magistrados. Al despedirse en Madrid del conde de Aranda, le dijo que estaba dispuesto a presentarse en la Audiencia hispalense sin la blanca y rizada peluca tradicional. El Presidente del Consejo asintió, contestándole: "No señor, no se corte Vd. su hermosa cabellera; yo se lo mando. Haga Vd. que se la ricen a la espalda y comience a desterrar tales zaleas, que en nada contribuyen al decoro de la toga" 32. El escándalo debió ser grande y los comentarios muy numerosos, para todos los gustos. Pero Jovellanos nunca se retractó de su decisión que, al fin, hubo de ser aceptada como norma general. Sevilla contaba entonces con unos veinte mil vecinos, la mayor parte con graves problemas económicos. Frente a los dos millares largos de nobles, vivían las clases populares reducidas con frecuencia a la pobreza, por su excesiva dependencia de los vaivenes agrícolas, en una ciudad escasamente industrializada. Población abigarrada y variopinta, con exceso de clérigos y mendigos, de ladrones y de criados. Extremosa en todo, desde su religiosidad hasta su criminalidad, estaban llenas tanto las iglesias como las cárceles33. Todavía no se había repuesto la ciudad del revuelo ocasionado el año anterior con la expulsión de los jesuítas, cuyas casas quedaron vacías y sus bienes administrados por diversos magistrados, entre los que se contaba Jovellanos, a quien le tocó en suerte la administración de las temporalidades del Colegio de las Becas, seminario hispalense, que fue destinado en 1778 para albergar al Tribunal de la Inquisición. Fue este, pues, uno de los asuntos que tuvieron preocupado a Jovellanos durante los diez años de su vida sevillana. Preocupación que se extendió a diversos ramos de la enseñanza, como lo demuestran los informes que redactó sobre el patronato de las escuelas de Garayo, las clases de Gramática y los estudios de medicina de la Universidad34. Jovellanos fue testigo del histórico traslado de la Universidad hispalense a la antigua Casa Profesa de los jesuítas el último día del año 1771 y de las apasionadas polémicas suscitadas por este motivo entre colegiales y manteistas, a los que, sin duda, manifestó su simpatía, como se desprende de las palabras del rector, que le escribe a Madrid en 1783 para que interceda en los expedientes de la Uni32

Manuel Chaves, Ambientes de antaño (Evocaciones sevillanas). Sevilla, 1914, página 138. 33 Francisco Aguilar Piñal, Historia de Sevilla. Siglo XVIII. Sevilla, Universidad, 1982. 34 ¿Pub. en la Biblioteca de Autores Españoles, t. 50, p. 427 y t. 46, p. 279.

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versidad, "en beneficio de la causa pública y de una ciudad cuyos intereses ha mirado Vd. siempre con la mayor pasión y ternura" 3S. En la vida cultural sevillana de aquellos años, además de la Universidad, existían instituciones como la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias, a la que Jovellanos no perteneció como miembro, pero de la que fue nombrado, en diciembre de 1773, "juez asesor de la Conservaturía", en su calidad de Juez subdelegado del Real Protomedicato en Sevilla. Al año siguiente era ya Juez conservador de la Sociedad, que debió guardar un buen recuerdo de su gestión, ya que le felicita en 1797 por su ascenso a Ministro de Gracia y Justicia36. Fueron nulas, por el contrario, sus relaciones con otra institución sevillana, la Real Academia de Buenas Letras, fundada unos veinte años atrás, y a la que pertenecieron sus amigos y compañeros Ulloa, Aguirre, Bruna, Trigueros, e incluso Montiano, Campomanes y Floridablanca. Ni Olavide ni Jovellanos figuraron entre sus miembros37. Donde sí intervino activamente fue en la Sociedad Patriótica o Económica de Amigos del País, que le cuenta entre sus fundadores. Fue el primer secretario de la comisión de Industria, Comercio y Navegación, presidida por el conde del Águila. En aquellos primeros días de la Sociedad formaron parte de ella buen número de magistrados. Además de Jovellanos, se cuentan entre sus promotores Martín de Ulloa, Ignacio Luis de Aguirre, Francisco de Bruna e Isidoro de la Hoz, todos ellos compañeros de la Audiencia. Otros amigos personales completaban el cuadro de socios: los marqueses de Caltójar, Vallehermoso, Torreblanca, de las Torres, Moscoso, Montefuerte, Loreto y Villafranca; el ya citado conde del Águila, Miguel Maestre, Domezain, Armona, Larumbe y Rubin de Celis; los canónigos Céspedes, Doye y Cevallos. Entre todos estos nombres se deben contar las amistades sevillanas de Jovellanos, sin olvidar al Asistente Oíavide, en cuyo domicilio celebró la Sociedad sus primeras reuniones. En febrero de 1778, pocos meses antes de su marcha a Madrid, fue elegido presidente de la Comisión de Enseñanza, en la que se puso a trabajar inmediatamente, llegando a establecer tres escuelas patrióticas en otros tantos barrios necesitados. Con motivo de su partida, "determinó la Sociedad nombrarle por socio honorario, en atención a lo mucho que dicho señor ha trabajado en los asuntos de este Cuerpo". Aún hay que dejar constancia de la proposición que hace, antes de su marcha, en el sentido de que se hiciera una suscripción entre los miembros de la Sociedad para "la manutención por seis años de un sujeto que pase a estudiar Química y Mineralogía en Francia, Suecia y Alemania" 38. Este mismo entorno amistoso es el que encuentra en la tertulia diaria del Asistente Olavide, donde se dan cita casi todos los ya mencionados, además de 35

Francisco Aguilar Piñal, La Universidad de Sevilla en el siglo XVIII, p. 354. Antonio Hermosilla Molina, Cien años de Medicina sevillana. (La Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla en el siglo XVIII.) Sevilla, 1970. 37 Francisco Aguilar Piñal, La Real Academia Sevillana de Buenas Letras en el siglo XVIII. Madrid, C.S.I.C., 1966. 38 Francisco Aguilar Piñal, "Fundación de la Sociedad Patriótica de Sevilla", en Temas sevillanos. Sevilla, 1972, pp. 77-94. 36

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jóvenes y nobles damas, para escándalo de los timoratos. Damas que fueron, probablemente, las que inspiraron los primeros versos amorosos de Jovellanos. Tertulia en la que se discutía de todo, pero principalmente de teatro, y que sirvió de estímulo a Jovellanos para la creación de dramas como El delincuente honrado y el Pelayo. El primero fue representado en Aranjuez en 1774 y traducido al francés, en Cádiz, tres años después. Son tiempos de intensa actividad literaria y profesional de Jovellanos, en los que la batalla sobre las representaciones teatrales parece ganada por Olavide y sus amigos39. Cuando, años más tarde, Bruna agradece a Jovellanos el envío de un ejemplar de El delincuente honrado, le comenta: "Me ha renovado las memorias de aquellos felices tiempos, acaso serán los más alegres que tendremos en nuestra vida; se me apura la imaginación de considerar el placer y buena amistad con que gastábamos las horas y cotejarlo con la actual insulsez" 40. En esto ocupó Jovellanos los años de Sevilla: amistad, creación literaria, iniciativas pedagógicas, lectura de las obras más recientes publicadas en Europa. Porque nada de cuanto hizo, entonces y después, pudiera haber sido realidad sin la lectura de libros extranjeros, con las novedades de la Ilustración europea. En los años que dura su estancia en Sevilla hay en la ciudad seis imprentas41, pero de su producción poco queda en el inventario de Jovellanos, que tiene preferencia por los libros venidos de fuera. Impresos en Sevilla se cuentan sólo 45 libros, la mayor parte de épocas anteriores. De Madrid, en cambio, hay 179 títulos, que superan con mucho a los de otras ciudades españolas. En total, las impresiones de España suman 315 obras, frente a 554 extranjeras. Tanto en un caso como en otro, hay que suponer una importante actividad importadora en Sevilla durante estos años, en los que había en la ciudad quince librerías42. A pesar de la política proteccionista de Curiel, iniciada en 1752, el comercio del libro europeo fue muy activo en España en la segunda mitad del siglo XVIII. No solamente porque los libreros fueran de origen francés —como Orcel en la calle Montera y Barthélémy en la Puerta del Sol de Madrid— sino porque la península era visitada periódicamente por libreros franceses —Grasset, Cramer, Tournes— que impulsaban la importación visitando los principales centros comerciales del país (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Cádiz) catálogo en mano. Cuatro de estos catálogos se encuentran precisamente en la Biblioteca de Jovellanos: uno de la Casa Durand, de París, dos de Lyon, de la Casa Deville y Bruyset, y otro de la Casa Remondini, de Venecia (núms. 855-858). 39

Francisco Aguilar Piñal, Sevilla y el Teatro en el siglo XVIII. Oviedo, Centro de Estudios del siglo XVIII, 1974. 40 Francisco Aguilar Piñal, La Sevilla de Olavide, p. 151. 41 Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos del siglo XVIII. Adiciones a la Tipografía hispalense. Madrid, C.S.I.C., 1974. 42 Según los datos del Archivo Histórico Nacional, citados por Francois López, en su monografía "Un apercu de la librairie espagnole au milieu du XVIII* siécle", en prensa.

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De hecho, la mayoría de los libros de Jovellanos están impresos fuera de España. Son 84 los distintos lugares de impresión que figuran en los libros. Se llevan la primacía, por orden de importancia: París (159), Lyon (63), Venecia (50), Amsterdam (34), Londres (24), Amberes (23), Francfort (14), Colonia y Ñapóles (13). Sin llegar a poseer la extraordinaria biblioteca del Conde del Águila, con cerca de ocho mil volúmenes impresos y cinco mil manuscritos, los libros que Jovellanos llevó de Sevilla a Madrid forman.un conjunto difícilmente superable por un particular de tan escasos medios económicos. Si el conde tiene 24 incunables, Jovellanos tiene ocho, cifra nada despreciable. Pero lo que importa es el ambiente cultural que encuentra en Sevilla. Si bibliófilo destacado es el conde del Águila, no lo es menos Olavide, que en 1768 recibió 29 cajas de libros franceses, reexpedidos desde Bilbao, que provocaron las sospechas de la Inquisición sevillana43. Puede decirse que entre estos tres hombres reúnen la mejor colección bibliográfica de Sevilla, siempre a disposición de los amigos. Los libros se prestan, se intercambian y ... se pierden. Pero todo ello contribuye a crear ese ambiente intelectual que hace posible las reformas que impulsa el activo Asistente. Conclusión y agradecimiento. He procurado, en el estudio del inventario, identificar todos y cada uno de los libros reseñados, buscando el título original y el nombre correcto del autor, a veces mal transcrito, como he indicado. Además, he intentado localizar en alguna biblioteca pública un ejemplar de la misma edición. Esta labor, paciente y penosa, me ha dado la enorme satisfacción de poder comprobar, por una parte, las excelencias de la biblioteca de Jovellanos, y por otra, la desgraciada realidad de las pérdidas de libros antiguos, que no constan en nuestros grandes depósitos bibliográficos. Aunque la mayoría han sido localizados, hay un medio centenar de ediciones que no se han encontrado, sea porque no se conserva ningún ejemplar, sea porque en la transcripción el amanuense haya sufrido alguna equivocación, como se prueba en algunos casos concretos. Nada hubiera sido posible sin la colaboración de los buenos amigos, de cuya generosidad quiero dejar constancia en estas páginas: Nigel Gíendinning (Londres), Marie-Hélen Piwnik y Jean-Pierre Etienvre (París), Belén Tejerina y Fray Germán Zamora (Roma), Carlos Romero (Venecia), Hans-Joachim Lope (Marburgo), Osvaldo Chiareno (Genova), Rinaldo Froldi (Bolonia), Jean-Daniel Candaux (Ginebra), Rene Andioc y Jacques Soubeyrox (Montpellier), Mireüle Coulon (Pau), Jorge Demerson y Joél Saugnieux (Lyon), Jean-Paul Bo43

Marcelin Defourneaux, Pablo de Olavide, el afrancesado. Versión castellana. México, 1965, p. 45.

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reí (Neuchatel), Louis Mourin (Gante), Jesús Ruiz (Durham), Alejandro Cioranescu (Santa Cruz de Tenerife), Lucienne Domergue (Toulouse), Fran^ois López (Burdeos), Guy Mercadier (Aix-en-Provence), José C. de Torres (Madrid), Antonio Odriozoía (Pontevedra), Francisco Lafarga (Barcelona) y José Martínez de la Escalera (Madrid). Todos ellos me han ayudado, con mayor o menor fortuna, en la búsqueda de ejemplares. A todos mi más sincera gratitud. Francisco

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AGUIJAR PIÑAL

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LETTRES DE CET É C R I V A I N , DANS lefqueües on vena VHifloire de fa Fí*„ de fes Ouvrages , de fet Querelles t de fe* Correfponiancet, & les principaux Traitsdefom CaraBlre : avec un grand nombre d*Anecdotes + dt Remarques & da Jugemsnts Litteraireu PREM1ERE

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Tai des Adorateurs & n'ai pas un Amu MARIAMNL.

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L X V i

Núm. 378 del inventario.

Yndice de los Libros y M.S. que posee D. Gaspar de Jove-Llanos y Ramírez, del Consejo de S.M. y su Alcalde de Casa y Corte. Hecho en Sevilla a 28 de septiembre de 1788.

JURISPRUDENCIA

Jurisprudencia eclesiástica 1

Historia del Derecho Canónico, por Mr. Durand Franc. Lyon, 1770. 9 8.° Past. Joannes Paulus LANCELLOTTI. Institutes du Droit Canonique, traduites en frangois et adaptées aux usages présents d'Itálie et de l'Eglise gallicane par des explications, precedées de l'histoire du Droit Canon par M. Durand de Maillane. Lyon, 1770, 10 vols. Cit. por Clément (970). Hay ejemplar en la British Library de Londres (497.a. 15).

Biblias. 2 Una Vulgata. Falta el Gen[e]sís ... Lat. Ñapóles, 1476. 1 Fol. Perg. Biblia latina. Ñapóles, 1476. Cit. por Hain (3059). Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (I. 1347). 3 Biblia Políglota Complutense, con el texto hebreo, la versión de los Setenta, la Vulgata, la Interlineal, la Caldaica, y su traducción Alcalá, 1517. 5 Fol. Past. Vetus Testamentum multiplici lingua, nunc primo impressum. Compluti, 1514-1517, 6 vols. Ed. de Antonio de Nebrija, Juan de Vergara y otros. Hay ej. en la British Library de Londres (G. 11951/56). 4 La Biblia Vulgata, con la versión y escolios de. Batablos, corregida por los DD. Salmantinos Lat.

Salamanca, 1584.

2

Fol.

Perg.

Biblia sacra cum duplici translatione et scholiis Francisci Vatabli... erroribus repurgatis doctissimorum theologorum Universiiatis Sálmanticensis et Complutensis judicio. Salmanticae, 1584, 2 vols. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Universitaria de Murcia (SB-1015). 5 Biblia sacra Vulgata, con notas de Daumel, de los PP. de la Congregación del Salvador de Madrid ... Lat. Madrid, 1767. 2 Fol. Past. Biblia sacra Vulgaíae editionis, Sixíi V et Clementis VIH, Pont. Max. auctoritate recognita, cum annotationibus I. B. Du-Hamel, et Vitreani exemplaris notis chronologicis atque hisíoricis: digesta, recensita, eméndala studio atque opera Praepositi et Sacerdotum Congreationis Oratorii Salvatoris. Matriti, 1767. La primera edición es de París, 1706. Clément acierta al dar esta edición (núm. 454). Hay ej. en la Universidad Comillas de Madrid. 6 Biblia de Roberto Stephano Lat. París, 1545. 1 Fol. Perg. Biblia, quid in hac editione praestitum sit, vide in ea quam operi praesuposuimus, ad lectorem epístola. Lutetiae, ex Officina Roberti Stephani, typographi Regü, 1545. Contiene la versión de la Vulgata de Leo Judas y notas de Francisco Vatablo y otros. Clément no la cita. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (U-6182).

Concilios. 7 Diccionario de los Concilios Franc. París, 1767. 1 8 ° Past. Augustin ALLETZ. Diciionaire portatif des Concites. París, 1767. No cit. por Clément. Fue traducido al español por Francisco Pérez Pastor (Madrid, 1771}. Hay ej. en la Biblioteca Universitaria de Oviedo (XXIV-400). 8 Summa de los Concilios y Pontífices, desde San Pedro hasta Paulo III, por Fr. Bartholomé Carranza Lat. Salamanca, 1649. 1 4.° Past. Bartolomé CARRANZA. Summa Conciliorum et Pontificum a Petro usque' ad Paulum tertium. Salmanticae, 1549. Es evidente la errata de las centenas por parte del copista. Clément (núm. 572) se equivoca al preferir como edición "una de las mas recientes". Jovellanos la cita en el Reglamento de Calatrava. Hay ej. en la British Library de Londres (5015. aa.14). — 32 —

9 Colección de todos los Concilios generales y particulares, que ha habido en la Iglesia, desde los Apóstoles hasta el tiempo de la impresión de esta obra Lat. Colonia, 1551. 3 Fol. Past. Conciliorum omnium tam generalium quam particularium... Coloniae Agripinae, 1551, 3 vols. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Universitaria de Murcia (SB-1490/92). 10

Colección de los Concilios de España, por García Loaysa Lat. Madrid, 1593. 1 Fol. Perg. García de LOAISA. Collectio Conciliorum Hispaniae, diligentia Garsiae Loaisa, elabórala, eiusque vigiliis aucta. Matriti, 1593. Es la primera edición de Concilios españoles. No cit. Por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (493.1.7). 11 Concilio de Trento, con las declaraciones de Galemart, y las remisiones y notas de otros AA Lat. Madrid, 1762. 1 Fol. Perg. Sacrosanctum oecumenicum Concilium Tridentinum, additis Declarationibus Cardinalium ejusdem Concilii Interpretum, ex ultima recognitione Ioannis Gallemart; nec non remissioníbus Augustinae Barbosae, et annotationibus practicis Cardinalis de Luca, cum variis Rotae Romanae decisionibus. Editio novissima... Matriti, 1762. No cit. Por Clément. Hay ej. en la Universidad Comillas de Madrid. 12 Oraciones, respuestas, c a r t a s y mandatos de las actas del Concilio de Trento Lat. Venecia, 1567. 1 8.° Perg. Orationes, responsa, litterae ac mándala ex acíis Concilii Tridentini collecta, nuperquae in lucem aedita. Venetiis, 1569. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca de Catalunya. 13 Noticia de los Concilios, por Juan Cabasucio Lat. Lyon, 1670. 1 8.° Past. Ioannis CABASSUTIO. Notitia Conciliorum Sanctae Ecclesiae, in qua elucidantür exactissimae tum sacri Cañones, tum praecipuae partes ecclesiasticae historiae. Lugduni, 1670 No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (3-22993). — 33 — 3

Santos Padres. 14

Biblioteca de los SS. PP Lat. París, 1589. 8 Fol. Perg. Marguerin de LA BIGNE. Sacrae Bibliothecae Sanctorum Patrum... Editione secunda. París, 1589, 8 + 1 vols. La primera edición es de París, 1575. El autor, Prior de la Sorbona, publicó este "corpus" patrístico para combatir la doctrina protestante. Esta obra tuvo muchas ediciones y sirvió de base a la Máxima bibliotheca veterum Patrum (Lyon, 1677). Es de suma rareza, y sólo he podido encontrar un ej. en la biblioteca de la Cornell University de Ithaca (EE.UU.),

15 Las obras de San Agustín Lat. Venecia, 1570. 11 4.° Perg. SAN AGUSTÍN. Opera omnia. Venetiis, 1570. 11 vols. Clément (núm. 507) equivoca la edición. Hay ej. en la Biblioteca Universitaria de Murcia (SB-1422/32).

16 Obras de San Isidoro Lat Madrid, 1599. 2 Fol. Perg. SAN ISIDORO. Divi Isidori Hispal. Episcopi Opera. Matriti, 1599, 2 vols. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (R-2920/21).

17 Obras de San Clemente Romano, con notas de Lamberto Gruterio Venrradis .. Lat. Colonia, 1570. 1 Fol. Past. CLEMENTE I, Papa. Opera quae quidem in hunc usque diem a variis auctoribus collecta, conversa, emendataque latine exstant, omnia... cum locorum explanatione D. Lambertí Gruteri Venradii. Coloniae Agrippinae, 1569. La fecha de impresión no coincide, pero como no aparece ninguna de 1570 debe haber confusión con las de licencia. Hay ej. en la British Library de Londres {3627. f.10).

18 Las de Clemente Alexandrino, traducidas del griego por Genciano Hervetto Lat. París, 1590. 1 Fol. Vitel. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA. Opera omnia ante annos quadraginta e graeco in latinum conversa, nuhc vero recognita, interpretatione, amplissimis commentariis illustrata a Gentiano Herveto. Parisiis, 1590. No cít. por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (C.79.g.2).

— 34 —

19 Obras de Lactancio Firmian, con la Apologética de Tertuliano Lat. Venecia, 1494. 1 Fol. Perg. LACTANTIUS. Lactantii Firmian De divinis institutionibus libri septem... ítem Tertuliani Apologeticus adversus gentes. Venetiis, 1494, Clément (núm. 512). Hay ej. de este incunable de Octaviano Scoti en la Biblioteca Nacional de Madrid (1,30/3). 20 El Cronicón de Eusebio Cesariense Lat. (S.1J, 1518. 1 4.° Perg. EUSEBIO DE CESÁREA. Chronicon. París, 1518. No cit. por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (9008.e.l7). 21 Las obras de Juan Casiano Lat. Anveres, 1578. 2 8.° Perg. Juan CASIANO, Monasticarum institutionum libri HH. Antuerpiae, 1578, 2 tomos. No cit. por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (847.C.17). 22 Santo Thomas de Aquino, Summa theologica Lat. Amberes, 1585. 3 Fol. Perg. TOMÁS DE AQUINO. Summa totius Theologiae. Antuerpiae, 1583, 3 vols. Jovellanos la cita en el Reglamento de Calatrava, y Clément (núm. 513} se inclina erróneamente por unas obras completas. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de París (D.2661). 23 San Juan Crisóstomo, sus obras ... Lat. Venecia, 1548. 1 4.° Perg. Juan CRISÓSTOMO. Opera. Venetiis, 1548-49, 5 vols. Jovellanos sólo parece poseer el tomo I. Hay ej. de esta rara edición en la Biblioteca Universitaria de Harvard (EE.UU.). 24 Las obras de S. Juan Damasceno. Lat. París, 1603. 1 Fol. Perg. Juan DAMASCENO. Opera. París, 1603. No cit. por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (C.79.h,2). Obras elementales del Derecho canónico. 25 Instituciones al Derecho eclesiástico por el Abad de Fleuri, aumentadas con notas y otras cosas por Mr. Boucher de Argis

Franc. — 35 —

París, 1771. 2



Past.

Claude FLEURY. Institutions au droit écclesiastique. Nouvelle edition, revue et augmeníée par M. Boucher d'Argis. No encuentro esta edición. En la Biblioteca Nacional de París hay una de 1767 en dos vols. (E.6021). 26 Derecho eclesiástico universal, por Cegero Bernardo Wan-Espen Lat. Lovaina, 1753. 5 Fol. Past. Zegerus Bernardus VAN ESPEN. JUS ecclesiasticum universum. Lovanii, 1753, 5 tomos. Jovellanos cita a este autor jansenista en el Reglamento de Calatrava (Clément, número 988). Hay ej. en la British Library de Londres (15.3e.5/8). 27 Instituciones al Derecho canónico, por Mr. Durand de Maillane [ia está puesto] Franc. Es repetición del núm. 1.

Lyon, 1770.

9

8.°

Past.

28 Instituciones al Derecho eclesiástico, por Carlos Berardi Lat. Turín, 1769. 1 8.° Past. Cario Sebastiano BERARDI. Institutionis juris ecclesiastici. Augusta Taurinorum, 1769. Jovellanos lo califica de "excelente" en el Reglamento de Calatrava. Clément (número 966) equivoca la edición. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (56809). 29 Instituciones cathólicas sobre precaverse y extirpar las heregías, por Jacobo Simancas Lat. Valladolid, 1552. 1 Fol. Perg. Jacobo SIMANCAS. Institutiones catholicae, quibus ordine ac brevitate diseritur quicquid ad praecavendas et extirpandas haereses neccesarium esí. Vallisoleti, 1552. No cit. por Clément. Hay ej. en la British Library de Londres (C. 62.ee. 16). 30 Melchor Cano, de los Lugares Theologicos Lat. Madrid, 1764. 2 4.° , Perg. Melchor CANO. De Locis theologicis, relectiones. De Sacramentis in genere et de Poenitentia. Matriti, 1764, 2 vols. Clément (núm. 461) no precisa la edición. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (3-53003/4). — 36 —

Colecciones de Derecho canónico. 31 Diccionario del Derecho Canónico, y de la Práctica beneficial, por Mr. Durand Franc. Lyon, 1770. 4 Fol. Past. Pierre T. DURAND DE MAILLANE. Dictionnaire de Droit canonique et de pratique beneficíale, Lyon-Paris, 1770, 4 vols. Clément (núm. 970) se equivoca de edición. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de París (E. 2386). 32 Cuerpo del Derecho Canónico ... Lat. Colonia, 1757. 2 4.° Past. Corpus Juris Canonici emendatum et notis illustratum Gregorii XIII Pont. Max. jussu editum. Coloniae Munatianae, 1757, 2 tomos. Cit. por Clément (núm. 989). Hay un ej. incompleto en la Biblioteca Nacional de Madrid (6-Í-1274). 33 Principios del Derecho Público eclesiástico, por Justino Febronio. Lat. Venecia, 1767. 1 8.° Past. Johann Nicolás HONTHEIM. Justini Febronii... Principia juris publici eclesiastici catholicorum. Venetiis, 1767. No cit. por Clément. Autor prohibido por la Inquisición. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (7-11576). 34 Cuerpo del Derecho Canónico, con notas por Francisco y Pedro Pitheo Lat. París, 1705. 2 Fol. Perg. Franciscus et Petrus PITHOU. Corpus Juris Canonici restitutum et notis illustratum. París, 1705. No cit. por Clément. Hay ej. en la British. Library de Londres (1239.Í.6). 35 Pandectas de los Cánones apostólicos, Concilios de la Iglesia griega y epístolas canonistas de los Santos Padres, por Guillermo Bebergio Grec-lat. Osford, 1662. 2 Fol. Past. William BEVERIDGE. Synodicon, sive Pandectae canonum SS. apostolorum, et Conciliorum ab Ecclesiae graeca receptorum; nec non canonicarum SS. Patrum epistolarum. Oxonii, 1672, 2 vols.

La fecha de 1662 debe ser errata. El autor es uno de los principales teóricos protestantes. No cit. por Clément. Hay ej. en la Brítish Library de Londres (497.k.l).

36 Colección de los Brebes Pontificios y Leyes reales sobre la libertad de las personas, bienes y comercio de los indios del Brasil Port. Lisboa [s.a.]. 1 Fol. Pap. Collecgao dos Breves Pontificios e Leies Regias, que foram expedidos e publicados desde o anno de 1741, sobre a líberdade das pessoas, bens e commercio dos Indios do Brasil, [s.l.s.a.] Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (2-20065),

37 Brebes del Papa Clemente XIII y otros documentos pertenecientes a la causa de los jesuítas en la Francia Cast. Barcelona [s.a.]. 1 8.° Pap. CLEMENTE XIII, Papa. Constitución que de nuevo aprueba el Instituto de la Compañía de Jesús. Barcelona, 1765. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (V.266/14).

Comentadores generales y particulares. 38 Los cánones de Graciano, por Carlos Sebastián Berardi Lat. Turín, 1757. 4 4.° Past. GRACIANO. Cañones genuini ab apocryphis discreti, corrupti ad emendatiorum codicum fidem exacti, difficiliores commoda interpretatione illustrati, opera et studio Caroli Sebastiani Berardi. Taurini, 1752-57, 3t. en 4 vols. Clément (núm. 989) no acierta con la edición. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de París (E.2486).

39 Práctica forense eclesiástica y secular, por Gonzalo Suárez de Paz. Lat. Valladolid, 1609. 1 Fol. Perg. Gonzalo SUÁREZ DE PAZ. Praxis ecclesiastica et seculari. Vallisoleti, 1609. No cit. por Clément. Hay ej, en la Biblioteca Nacional de Madrid (R-35167).

40 Pedro Marca: la Concordia del Sacerdocio y el Imperio, o de las libertades de la Iglesia Galicana, con observaciones de Justo Henningo Boehmero Lat.

Venecia, 1769.

— 38 —

1 Fol.

Past.

Pierre MARCA. Disertationum de concordia sacerdotii et imperii, seu de libertatibus Ecclesiae Gallicane libri octo... Nec non Heningi Boehmeri selectae observationes libros concordia illustrantes. Venetiis, 1770. No cit. por Clément. Debe haber algún error en la fecha, porque no he encontrado más edición que la de 1770. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (7-13554).

41 Commonitorio a los jurisconsultos catholicos, que trata de las cosas eclesiásticas con algunas disertaciones jurídico-eclesiásticas Lat. [s.l.], 1655. 1 4.° Past. Commonitorium ad civilis et publici juris-consultos catholicos. [s.l.] 1755. La fecha del inventario debe estar equivocada, porque no se encuentra más que la edición citada, de la que hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (3-60436).

42 Comentarios a la Bulla del Sr. Gregorio XIV sobre la inmunidad y libertad eclesiástica, por Alexandro Ambrosino Lat. Brasi, 1621. 1 4.° Perg. Alessandro AMBROSINO. Commentaria in Bullam Gregorio XIV. Bracciani, 1621. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (2-35472).

43 Todas las obras de Don Martín de Azpilcueta, navarro Lat. Venecia, 1601. 5 Fol. Perg. Martín de AZPILCUETA. Opera et Concilla. Venetiis, 1601, 5 vols. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (3-69364).

44 Disertaciones sobre varios pasages de la Sagrada Escriptura, por Calmet, y traducidas del francés por Juan Dominico Mansi Lat. Venecia, 1634. 2 Fol. Vitel. Augustin CALMET. Prolegomena et dissertationes in omnes et singulos Sacrae Scripturae libros... nunc vero latinis litteris tradittum a Joanne Dominico Mansi. Venetiis, 1734, 2 vols. La fecha es evidente errata del amanuense, ya que Calmet es autor del siglo xvm. No cit. por Clément. Edición muy rara, que sólo he podido encontrar en la Biblioteca de la Universidad de Yale (EE.UU.).

— 39 —

45 Justificación moral del fuero de la conciencia de la particular batalla que el Duque de Medina Sidonia ofreció al que fue de Braganza, por el P. M. Thomás Hurtado, clérigo menor Cast. Antequera, 1641. 1 4.° Pap. Tomás HURTADO. Justificación moral en el fuero de la conciencia, de la particular batalla que el Excmo. Sr. Duque de Medina Sidonia ofreció al que fue de Braganga. Antequera, 1641. Edición muy rara, no cít. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (V.999/2). 46 Salviano, del verdadero juicio y providencia de Dios Lat. Roma, 1564. 1 Fol. Perg. SALVIANO, Episcopi Massíliensis. De vero judicio et providentia Dei, libri VIII. Romae, 1564. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (3-68019). 47 Demostración theológica, canónica e histórica del derecho de los Metropolitanos de Portugal para confirmar y mandar consagrar los Obispos sufragáneos nombrados por S. M. K, por Antonio Pereira de Figueredo Port. Lisboa, 1767. 1 4.° Past. Antonio PEREIRA DE FIGUEREDO. Demostracao theológica, canónica e histórica do direito dos Metropolitanos de Portugal para confirmar e mandar sagrar os Bispos suffraganeos nomeados por Sua Magestade. Lisboa, 1769. Es primera edición, según Silva (núm. 1249). Por tanto, la fecha debe ser errata del amanuense. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (217874). 48 Colección general de las providencias tomadas por el Govierno sobre el extrañamiento y ocupación de temporalidades de los jesuítas de España, Indias e Islas Philipinas Cast. Madrid, 1767. 2 4.° Perg. Colección general de las providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento y ocupación de temporalidades de los Regulares de la Compañía, que existían en los dominios de S.M. de España, Indias e Islas Filipinas... Madrid, 1767. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (V.E. 322/2). — 40 —

49 Exposición del Misal, por Pedro Ziruelo Lat. Alcalá, 1528. 1 Fol. Perg. Pedro CIRUELO. Expositio libri missalis. In Universitate Complutensi, 1528. Libro raro, no cit. por Clémertt. Hay un ej. en la British Library (C.63.1.20). 50 Oras nuebas traducidas de las que usa la Iglesia Romana y Galicana. Franc. París, 1745. 1 8.° Past. Heures nouvelles dediées aux domes... selon l'usage de Rome. No cit. por Clément. Ej. no localizado de una obra reimpresa muchas veces. 51 Tratado de las excomuniones Franc. París, 1719. 2 8.° Past. [Louis Ellies Du PIN.] Traite historique des excommunions. París, 17161719, 2 vols. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de París (E.5931). 52 Exercicios de virtudes que se deven practicar delante del Smo. Sacramento Cast. Sevilla, 1773. 1 8.° Edición no localizada ni citada en ninguna bibliografía sevillana.

Past.

53 Reflesiones theologicas 13, por el P. Francisco Victoria Lat. Lyon, 1586. 1 8.° Past. Francisco de VITORIA. Relectiones theologicae tredecim partibus, per varias sectiones in dúos libros divisae. Lyon, 1586. Son las lecciones magistrales o solemnes en la Universidad de Salamanca, donde Vitoria ocupó la cátedra de Prima de Teología durante 20 años. La primera palabra del título fue mal interpretada por el amanuense. Hay otra ed. de Lyon, 1586, por el impresor Pedro Landry. No cit. por Clément, Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (U-7705). 54 Imitación de Christo, por Thomas Kempis Lat. París, 1743. 1 4.° Past. Thomae KEMPIS. De imitatione Christu París, 1743. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (2-11504). 55 Manual de confesores y penitentes, por Martínez de Azpilcueta Lat. Martín de AZPILCUETA, Enchiridion nitentium. Antuerpiae, 1575.

Amberes, 1579. 1 4.° Perg. sive Manuale confessariorum et poe~

Hay ej. de esta edición plantiniana en la Biblioteca Nacional de París (D.5094). La fecha del inventarío debe ser errata, porque no se encuentra ningún ejemplar de esa supuesta edición. Sí hay impresa en Aggripinae, 1579, en el Seminario de Saint Mary of the Lake, Mundelein (EE.UU.). Hay otra edición de Antuerpiae, 1581, en la British Library (848.d.l0). 56 Concordia de las leyes divinas y humanas, y desengaño de la iniqua ley de la venganza, por D. Artal de Alagón, Conde de Sástago y religioso de San Francisco Cast. Madrid, 1524. 1 4.° Perg. Artal de ALAGÓN. Concordia de leyes divinas y humanas, y desengaño de la iniquua ley de la venganca. Madrid, 1593. No cit. por Clément. Debe haber error en la transcripción, porque las censuras son de 1592. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (R-14155). 57 Tratado del estado de la Iglesia, por Justino Febronio Lat. [s.l.], 1768. 1 4.° Perg. Johan Nicolás HONTHEIM [Justino FEBRONIO]. De Statu Ecclesiae el legitima potestate Romani Pontificis, líber singularis. Editio tertia priore emendatior et multo auctior. Bullioni, 1768. Obra muy difícil de encontrar en España, ya que fue prohibida y muy perseguida por la Inquisición. No cit. por Clément. Hay ej. en la Universidad Comillas de Madrid (P-l-4). 58 Código matrimonial, o recolección completa de todas las leyes canónicas y civiles de Francia, de las disposiciones de los Concilios, etc. Franc. París, 1770. 2 4.° Past. A. G. CAMUS. Code matrimonial, ou recueil complet de toutes les loix canoniques et civiles de France... par orare alphabétique, sur les questions de mariage. Par. A.G. Camus. París, 1770, 2 t. No cit, por Clément. Hay ej. en la British Líbrary de Londres (5107.e.26). 59 Comentos al Derecho canónico, por Pedro Francisco Schinier Lat. Venecia, 1714. 2 Fol. Perg. Franz SCHMIER. Jurisprudentia canonico-civilis, seu Jus canonicum universuum, juxta V libros Decretalium nova et facili methodo expíanatum. Venetiis, 1714, 2 vols. No cit. por Clément. jEdicíón rarísima, de la que sólo he encontrado un ejemplar en la Biblioteca Nazionale de Roma (13.19.F.25). — 42 —

60 Tratado de la facultad y jurisdicción del juez en materia de esponsales, por Don Juan Manuel de Prado Lat. Madrid, 1765. 1 4.° Pap. Juan Manuel de PRADO. Commentatio jurídico canónica de judiéis facultate et jurisdictione circa sponsalia adimplenda. Matriti, 1765. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Nacional de Madrid (2-11534). 61 Disertación sobre reformar la disciplina eclesiástica, por Genciano Herveto Lat. Brixia, 1563. 1 8.° Perg. Gentianus H E R V E T . De reparanda ecclesiasticorum disciplina, orado. Brixiae, 1563. No cit. por Clément. Hay ej. en la Biblioteca Comunale del Archigymnasio de Bolonia (2.Teol.

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