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La casa arte-práctico como espacio simbólico pedagógico. Reflexiones en la obra de Luis Barragán di Martin Francisco Gallegos Medina Introducción ¿Por qué la belleza, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, tarde o temprano arrebata al hombre? Esa belleza que para Luis Barragán pone en una invencible dificultad a los filósofos al pretender definirla, siendo ello muestra inequívoca de su inefable misterio. La belleza, nos dice, «habla como un oráculo, y el hombre, desde siempre, le ha rendido culto, ya en el tatuaje, ya en la humilde herramienta, ya en los egregios templos y palacios, ya, en fin, hasta en los productos industriales de la más avanzada tecnología contemporánea», y puntualiza diciendo que «la vida privada de belleza no merece llamarse humana»1. Por otro lado, si «la función básica expresiva del arte es hacer comunicable de manera directa, in vivo, el contenido de las experiencias vitales más trascendentes y profundas de un hombre, un pueblo y una época»2, como nos dice Samuel Ramos; y dado que el hombre ha sido creado a imagen y como semejanza de Dios, la “Belleza” por antonomasia, entonces el hombre al expresar el contenido de esas sus experiencias vitales más trascendentes, utilizando el arte como uno de tantos vehículos, no puede menos que expresarse en ella a través de lo bello. De ahí que tarde o temprano el hombre arrebatado por la “Belleza” misma en un acto de íntima revelación se vea interpelado por ella en espera de una respuesta adecuada. Ahora bien, para Barragán, la arquitectura como arte-práctico, es «una armonía de elementos que, produciendo poesía, delimitan espacios donde reina el espíritu»3 y la casa, preocupación fundamental de la arquitectura, busca expresar dicha armonía de tal forma que la belleza encuentre acogida en ella ofreciendo al hombre la posibilidad de ser su pan de cada día. Además el hombre, a lo largo de este viaje histórico que recorre en el tiempo y el espacio, ha intentado incesantemente expresar la búsqueda de la verdad, que es en sí misma bella y ha encontrado en la casa un aliado para narrar dicha aspiración; por momentos rasgando la perfección y en otros alejándose de ella. La casa ha sido para el hombre el espacio material que le ha protegido de las tormentas de la vida amén de las tormentas del cielo, porque éste es cuerpo y es espíritu, irreductible unidad dual; por ello, este espacio privado le resguarda en la intimidad ofreciéndole la posibilidad de estar delante de sí mismo por un lado, y por otro lo resguarda de las amenazas del exterior.

1 L. BARRAGÁN, “Composición de recintos. Una poética del espacio”, en Artes de México 23 (1999) 13. 2 S. RAMOS, Filosofía de la vida artística, Fondo de Cultura Económica, México 1994,15. 3 AA.VV., Luis Barragán. Temas y variaciones, Landucci Editores, México 2002, 191.

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En efecto, este lugar circunscrito le cubre de las inclemencias climatológicas, de los peligros que atentan contra su integridad física; además de acogerlo en el silencio, en la soledad consigo mismo, en el encuentro con los seres más cercanos, con Dios, encontrando en este espacio un abrigo contra los peligros que amenazan su integridad espiritual. De ahí que la casa concebida en estos términos, fungiendo como instrumento que expresa la belleza, puede ayudar a hacer más humana, más digna la vida del hombre. Si consideramos, en este caso, la casa como punto de referencia podemos decir que el hombre se traslada de un exterior, de la vastedad del universo, hacia un interior; luego de este interior se dirige nuevamente al exterior, al encuentro con el mundo entero pretendiendo dominarlo y habitarlo en armonía; este ir y venir dentro y fuera, fuera y dentro habla del hombre como intrínsecamente individuo-comunidad ya que ni puede vivir totalmente ensimismado ni por el contrario vivir sólo de la exterioridad. Al hombre le es imperativo estar en silencio y en soledad consigo mismo si pretende llegar a conocer algo del misterio que lo envuelve pero, al mismo tiempo el encuentro con un otro le es fundamental para poder vivir, sin las relaciones humanas el hombre está condenado a perecer. La casa, expresión del hombre, manifiesta la tensión que éste experimenta en su realidad dual de cuerpo-espíritu y en la de ser intrínsecamente individuo-comunidad; la doble función que compone el refugio: arte-práctico es reflejo y manifestación de quien la ha creado. Este libro, la casa, que ha sido escrito a lo largo del devenir por la historia contiene la biografía del hombre; es testimonio viviente de las experiencias más profundas que ha vivido ya el mismo hombre, ya un pueblo, ya una cultura que la ha erigido; la casa nos habla de lo que su creador pensó, hizo, amó y hay algunas que hasta ¡cantan! Luis Barragán, arquitecto mexicano (1902-1988), nos propone a través del espacio arquitectónico, como arte-práctico, en especial de la casa y el jardín, un lugar de encuentro, de intimidad, de belleza. Crea una poética del espacio. En tiempos como los que corren y en medio de un mundo en constante evolución tecnológica y científica, donde la casa ha pasado a ser una máquina de habitar, el hombre va olvidando el sentido profundo que este refugio puede contener como espacio de intimidad y de encuentro; lo va convirtiendo en un accesorio más de simple servicio funcional-práctico, reflejo de la concepción que tiene el hombre de sí mismo y del mundo. La propuesta de Barragán es una llamada de atención para no ser víctimas de la demencia. Hace una invitación a re-conocer en este espacio la doble función de la arquitectura, la de su ser arte-práctico. Para ello va al rescate de la tradición como fuente de inspiración y busca ahí las esencias que la constituyen para luego actualizarlas a las necesidades del presente con una mirada puesta en la eternidad. Este espacio puede ser para el hombre un lugar donde puede aprender a vivir en la quietud, de frente a un mundo que se debate en el caos; la casa puede ser un invaluable instrumento que sirva al hombre como lugar pedagógico; a través del símbolo y la imagen narrados por el mito, nos puede enseñar la verdad sobre el hombre, sobre la naturaleza y sobre Dios; basta que quien la edifique y quien la habite sepa mirar más allá de las

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apariencias y convierta este espacio en un lugar de poesía, de misterio reflejo del hombre, nunca definible totalmente. En esta investigación veremos en primer lugar, partiendo de una idea general, la importancia de la casa en la vida del hombre y su función al ser imagen de quien la ha creado (primer capítulo). Luego nos detendremos a reflexionar la casa en la propuesta del arquitecto mexicano Luis Barragán y su concepción del espacio arquitectónico (segundo capítulo). Presentaremos finalmente algunas sugerencias concretas, fundadas en las ideas del mismo Barragán, para construir la casa como un espacio simbólico pedagógico, así como para aprender a habitarla, serán: la comunicación y la mirada; la tradición y el símbolo como elemento pedagógico (tercer capítulo). LA CASA “…Soñar que tras las murallas se encuentra la choza protegida contra el exterior”. Luis Barragán

Existe un estrecho vínculo o mejor dicho, una íntima relación entre el hombre y la morada que éste edifica y no podría ser de otra forma ya que ésta es expresión de aquél. La casa es el espacio material-simbólico que ha albergado al hombre para protegerlo no sólo de las tormentas del cielo sino además, de las tormentas de la vida; proyecta en este refugio su realidad corporal y su realidad espiritual. Esta irreductible unidad dual que conforma al hombre nos habla de una primera experiencia elemental que lo caracteriza. En efecto, la casa le protege de las condiciones climatológicas pero también, en ella encuentra un lugar donde refugiarse en la intimidad del encuentro consigo mismo, con la naturaleza, con el otro y con Dios. Este pequeño espacio circunscrito, a través de la frontera que el mismo hombre traza, le ayuda a no perderse en la vastedad del universo. La casa por tanto, es un lugar de lo privado, de lo íntimo; el hombre, en este refugio crea un valor simbólico que le ayuda a evocar los recuerdos de la experiencia vivida a través de su caminar histórico y que luego lo lanza a responder a lo que la vida misma le pone de frente, se dirige a la conquista de sí mismo y del entorno entero para poder habitarlo con sentido y en armonía; este viaje que el hombre realiza de ida y vuelta, del exterior al interior y luego del interior al exterior nos habla de otra experiencia elemental del hombre, el de su ser intrínsecamente individuo-comunidad. En el presente capítulo veremos la importancia de la casa en la vida del hombre, aquélla como imagen de éste: el hombre como unidad dual de cuerpo-espíritu; individuocomunidad; varón-hembra, y la casa como expresión de él, espacio arquitectónico en su doble función de arte-práctico. 1.1. El refugio

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Las palabras que encontramos en la primera narración4 bíblica del libro del Génesis sobre la Creación nos permiten deducir que anterior a toda construcción humana existían ya refugios hechos por numerosas especies de animales5. Hallamos formas matemáticamente precisas en la elaboración de muchas de estas moradas, incluso en algunas de ellas sorprendentes procesos de ejecución como en un panal de abejas o en una termitera. No obstante esta deducción la cual nos presenta a la construcción de la morada animal como anterior a la elaborada por el hombre y aún compartiendo, ambas, un elemento en común: la búsqueda de protección y abrigo frente a las condiciones climatológicas y naturales que les amenazan, no pueden ser parangonadas entre sí ¿Por qué?, ¿cuál es la diferencia fundamental que hay entre ellas?, ¿cuál es la característica esencial que posee la construcción humana y que la diferencia de la extraordinaria complejidad de la morada de los castores? A pesar de la precisión lograda por algunas especies de animales en la construcción de sus guaridas y resueltas con extraordinaria belleza, no pueden ser equiparadas a la construcción de la vivienda humana por simple e imperfecta que ésta sea6. El hombre nace y muere, vive en el tiempo y en el espacio; es un ser que pregunta sobre esta realidad dramática que le acompaña; cuestiona cuál ha de ser su postura ante la vida, busca incansablemente su “Origen” y su “Fin”. ¿De dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿quién soy?, son algunas de las preguntas fundamentales que han acompañado al hombre a través de su historia y que lo sitúan en una posición de búsqueda permanente, con una imperante necesidad de ir des-cubriendo a través de su trayecto histórico la esencia de su ser, nunca decible del todo, así como la de des-cubrir la esencia del ser de las cosas que se le presentan delante con la finalidad de dar el nombre adecuado a ellas, las pretende aprehender7. De frente a esta realidad, el ser humano experimenta el drama de ser consciente, se sabe un ser mortal que vive envuelto por el tiempo y el espacio; ante ello demanda respuestas. El animal, aunque también comparte estas mismas características del ser humano -de ser mortal, temporal y espacial- en cambio, vive de instintos que responden a necesidades de supervivencia, podemos decir que reacciona bajo esquemas ya inscritos en su naturaleza, no pone en cuestión lo que se le aparece delante, simplemente lo asume. Sin embargo, aunque el hombre experimenta este drama que lo sitúa en una posición de tensión ante la búsqueda de sentido de la vida en su realidad contingente, se coloca como centro de la creación porque posee la capacidad de someter el entorno entero8. Pero para 4 Aunque en esta primera narración bíblica, la cual presenta al hombre como creado al final del acto creador de Dios y en aparente contraste con la segunda narración de la Creación que lo presenta como creado al inicio, no hay contraposición en ellas. El mensaje bíblico no nos asegura cronológicamente como sucedieron las cosas; la importancia radica en la soberanía del hombre sobre todas las criaturas y el encargo de dominarlas, además de haber sido el único en la creación hecho a imagen y como semejanza de Dios. 5 Cfr. Gn 1,20-26. 6 Aunque es oportuno aclarar que el hombre para crear, le es necesario un modelo. En la Creación, específicamente de la morada animal, ha encontrado ese modelo que le ha servido de ayuda para edificar sus propios refugios ayudándose de los elementos que la naturaleza le ofrece, porque al hombre le es imposible crear de la nada. 7 Cfr. Gn 2,19. 8 Cfr. Gn 1,28.

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poder dominar y someter este entorno, al hombre, le es necesario primero conocerlo y para llegar a conocerlo ha de aproximarse a él y al mismo tiempo distanciarse para luego reflexionarlo en la intimidad. En ese distanciamiento necesario que le permite reflexionar, el hombre ha comenzado a delimitar el inmenso espacio que le rodea, erige un refugio. A través del muro construye un microcosmos que le acoge y le protege de las amenazas que el mismo entorno le presenta. Además, este lugar circunscrito que es trazado a través de la frontera le da la posibilidad de colocarse delante de sí mismo; vive el refugio en su realidad real que experimenta directamente a través de los datos que captan sus sentidos corporales y al mismo tiempo, por medio del símbolo, lo vive en su realidad virtual que le evoca imágenes por medio del pensamiento, a través de su espíritu9. Sale del exterior y entra a un interior; se protege de la naturaleza para acogerse en la intimidad del refugio. Este espacio cerrado provee al hombre de una nueva disposición espiritual y emocional10 donde es acogido en la intimidad de lo privado y donde son, de forma especial, evocados los recuerdos a través de la memoria. Este pequeño rincón dentro del universo, ya marcado a través del muro y el techo que el hombre construye para habitarlo, se convierte en el primer universo que experimenta11 y que luego lo lanza fuera a descubrir y re-descubrir el mundo exterior que se presenta más allá de las paredes que ha levantado para luego someterlo y pretender habitarlo en armonía. Con esta característica fundamental de re-crear el ambiente a través del refugio, el ser humano participa en la creación al ser creador con el Creador: Dios creó el cielo, la tierra y todo cuanto lo habita12, la labor del hombre es la de gobernar y someter13 la naturaleza transformándola; la humaniza y con ello la civiliza. Re-crea el universo a proporciones humanas14. Creado creador, el hombre tiene la misión de culminar el anhelo de la Creación entera. Tal es su estatuto. De este modo, las cavernas dan paso a la construcción del refugio humano, por esto al hombre no le basta solamente cubrirse de la intemperie como necesidad básica en respuesta a sus instintos naturales; deja además en esta morada plasmado, a través del símbolo, sus logros y fracasos en la búsqueda de respuestas a sus preguntas más fundamentales. Narra a través del espacio material su aproximación o alejamiento a la verdad que lo constituye como ser humano, verdad que está inscrita en lo más íntimo de su ser en espera de ser des-velada. Con la construcción del refugio humano nace la casa. La casa es por tanto, una construcción que el hombre erige y cuya finalidad fundamental es la de habitarla como protección y como espacio de descanso. Esta delimitación del espacio, llevada a cabo con 9 Cfr. G. BACHELARD, La poética del espacio, trad. esp. E. DE CHAMPOURCIN, Fondo de Cultura Económica, México 20012, 34. 10 Cfr. AA.VV., Cosmo, corpo, cultura. Enciclopedia antropologica, trad. it. R. MESSORI., Bruno Mondadori, Milano 2002, 218. 11 Cfr. Ibid. 12 Cfr. Gn 1,1-30. 13 Cfr. Gn 1,28. 14 Cfr. L. BARRAGÁN, “Composición de recintos. Una poética del espacio”, en Artes de México 23 (1999) 13.

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muy diversos materiales y disposición variada de ambientes internos según la época en que fue construida por los diversos pueblos y, dentro de ellos por las diversas clases sociales para las cuales fue hecha, adquiere muy variadas formas y tamaños. Con el nacimiento de la casa podemos decir que comienza a surgir la misma arquitectura; en este limitado espacio testimonio del devenir humano el hombre ha escrito, y continua haciéndolo, el anhelo por conocer su esencia y la concepción que tiene del mundo; la casa se convierte así en un inestimable libro que narra la biografía del hombre, por ello no puede ser equiparada, por precisa y bella que sea, una construcción animal a la edificada por el hombre. En este refugio, ya erigido por el mismo hombre y a diferencia del elaborado por el animal, encuentra también un lugar especialmente adecuado para traer a la memoria las experiencias vividas; el hombre es un ser de recuerdos, recuerdos que va hilando de su historia transcurrida en el tiempo y en el espacio que le provocan sentimientos que va tejiendo en su mente y al mismo tiempo en el muro, en ese pequeño cosmos llamado casa. Los recuerdos, por tanto, se configuran como una expresión en la mente de cada hombre y ellos sirven como fuente de inspiración primaria al momento de construir la casa no sólo ya como refugio protector de la inclemencia natural15. La casa, en efecto, cumple con las necesidades básicas del hombre en el nivel de la materia y lo funcional práctico, es cuerpo necesitado de abrigo y protección pero al mismo tiempo lleva consigo fines psicológicos, emocionales y poéticos; es espíritu: “En su forma simple, la arquitectura está enraizada enteramente en consideraciones funcionales, pero a través de todos los niveles de valores puede alcanzar la esfera más elevada de la existencia espiritual y el universo del arte puro”16.

Ante esta realidad des-cubrimos que el hombre en una primera experiencia elemental es una unidad dual irreductible que lo compone como cuerpo-espíritu diferenciándolo del resto de la Creación. De frente a esta verdad el hombre experimenta una tensión, tensión que le exige ser reconocida y asumida para continuar con sentido hacia la búsqueda incesante de respuestas adecuadas a su naturaleza. La casa, hecha a imagen de su creador, materializa dicha tensión, nunca acabada, nunca dicha totalmente, es un organismo viviente reflejo de la naturaleza misma del hombre. Sin la casa el hombre se perdería en la vastedad del universo, en efecto, ella le protege de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida ya que el hombre es cuerpo y es espíritu17 y en la arquitectura, en la casa18 como símbolo, como arte-práctico, ha encontrado un aliado insustituible para expresar esta verdad irreductible. 15 Al respecto nos dirá Hajo Eickhoff: “Prima de erigere le case l’uomo costruisce su se stesso. Un costruire che si può cogliere dalle forme del suo pensare, sentire e volere, e dalla sua costituzione corporale”. Ver AA.VV., Cosmo, corpo, cultura… cit., 217. 16 AA.VV., Luis Barragán. Temas… cit., 191. 17 Cfr. BACHELARD, La poética… cit., 37. 18 En sazón de la importancia de la casa para el hombre, Gaston Bachelard afirma: “Si nos preguntaran cuál es el beneficio más precioso de la casa, diríamos; la casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la

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Diremos con Luis Barragán que a través de todos los valores se puede alcanzar, en este espacio materializado, la esfera más elevada de la existencia espiritual19. 1.2.

La arquitectura como arte

El arte es portavoz del hombre; a través de la expresión artística el hombre habla al mundo, se expresa, a la manera en que el árbol o el cielo le hablan a él de una Creación. Para san Agustín, el artista forma un cuerpo reproduciéndolo de otro cuerpo ya existente, según la inspiración del alma. El alma en efecto, continúa diciendo, es capaz de imprimir cualquier forma que ve dentro de sí mismo con el ojo interior. Pues bien, el artista, toma de una cosa que posee ya una existencia por ejemplo, utiliza elementos naturales que se le presentan delante como lo son la tierra, la piedra, la madera, el oro, etc., para re-elabóralos y con ello participar de la Creación con su propia creación20. Por medio de este proceso el hombre pretende expresar, comunicar su visión del mundo exterior y de su mundo interior a través de la re-producción, a través del arte. Ahora bien, el arte tiende a la perfección en la expresión; es una transposición de esencias al mundo sensible, encarnación a través del eikon21. Esta transposición de esencias que toma forma en el eikon sólo puede ser encarnada por el artista, por el poeta22 el cual, a través de la obra, busca hacer visible lo invisible. En el proceso de pretender materializar lo inmaterial, el artista concibe una idea, la juzga y decide sobre ella; este proceso mental, al hombre, le exige una expresión que se manifiesta por medio de la exteriorización de la esencia captada, se esfuerza por poner límites a lo ilimitado, busca aclarar lo confuso, siendo esa esencia la forma misma que luego, el artista, le da una resolución precisa, eikon; esencia necesitada de la forma sensible como el alma necesitada del cuerpo y el cuerpo del alma formando una irreductible unidad dual. Cuando el artista capta la verdad de la esencia oculta de la fuente inspiradora, da inicio el acto de significación que quiere ser expresado en la obra artística y, una vez resuelta se ofrece a un observador o intérprete y cuando éstos la experimentan, acaban de captarla y la miran a través de la contemplación, se puede hablar de arte mismo, de comunicación. El creador de arte a través de la producción artística pretende ayudar a la búsqueda de la unificación del hombre por medio de una comunicación adecuada expresada a través de la obra material que busca la exactitud en la expresión entre la fuente de inspiración y la obra producida, crea el arte, la poesía, el eikon. casa nos permite soñar en paz. No son únicamente los pensamientos y las experiencias los que sancionan los valores humanos. Al ensueño le pertenecen valores que marcan al hombre en su profundidad”. Ver BACHELARD, La poética… cit., 36. 19 Cfr. AA.VV., Luis Barragán. Temas… cit., 191. 20 Cfr. SAN AGUSTÍN, Confesiones, trad. esp. J. COSGAYA, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, 383. 21 “Scrive Suzanne Saïd che, nel mondo greco antico, eikon è «una trasposizione dell’essenza». Dunque non un idolo, non il semplice rendere visibile la somiglianza compiacendo e ingannando l’occhio, ma l’incarnare un significato profondo e simbolicamente rilevante, un’essenza, un vedere con il pensiero ciò che le apparenze non sono in grado, sole, di dire”. Ver F. GUALDONI, “Editoriale”, en Eikon 1 (2007) 7. 22 Y todo hombre tiene de poeta un poco al haber sido creado a imagen y como semejanza de Dios.

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Pero ¿cuáles son las esencias que pretende materializar el artista? La historia del hombre se sucede en el tiempo y en el espacio siendo esta realidad fuente de experiencia que él mismo recoge de su cotidianeidad inmersa en el mundo y que capta a través de los sentidos corporales. Esta realidad vivida encuentra sentido sólo en la medida en la cual toma en consideración un “Origen”: la prehistoria que constituye su horizonte. Pero también la palabra sobre la historia del devenir humano llama a otra consideración: la reflexión sobre el hombre de re-tornar al “Inicio”, esta vez como al fin de la historia; el horizonte visto como conclusión de la historia, posthistoria. Prehistoria-posthistoria hablan de una metafísica de las cosas, de la esencia de ellas, habla de un “Origen” y de un “Fin”. Para concebir al ser humano en su integridad se exige el esfuerzo de estar de frente a su verdad, es necesario dejar que la verdad se des-vele. Historia que nos remite de forma especial a su corporeidad fundada en una prehistoria y que se dirige hacia una posthistoria; polarizar al hombre en uno u otro extremo (cuerpo-espíritu) equivaldría a fragmentar al hombre mismo, destinándolo al fracaso, a la ruptura o a la yuxtaposición de su unidad dual de cuerpo-espíritu. En esta dinámica hemos de entender al hombre como un ser creado, salvado y resucitado. El arte se ve inspirado en esta realidad, habla del origen y del fin del ser humano que vive y se actualiza en la historia. Por medio de la obra de arte se busca materializar lo inmaterial, se aventura a la búsqueda del sentido de la vida, del Origen y del Fin de la Creación. El arte, la arquitectura, específicamente la casa, pretenden acercar al hombre el horizonte que habla del Origen y del Fin de sí mismo y de la Creación; a través del muro levantado por el hombre se delimita virtualmente ese Origen y ese Fin. El horizonte ya delimitado así por el muro queda abierto a través del símbolo, de la narración poética, del mito, cuya fuente de verdad nunca es dicha totalmente, nunca definida ni definitiva porque éste es misterio pero, que va dotando de sentido la vida dramática del hombre. Este espacio simbólico por tanto, recoge al hombre religioso, al poeta que mira la vida más allá de las apariencias, de la inmediatez, es lugar que da abrigo al soñador; la casa alberga al hombre para que sueñe en paz. A la ensoñación le pertenecen valores que marcan al hombre en su profundidad23 y que éste expresa a través del arte, de la arquitectura, de ese su espacio de intimidad llamado casa. Al respecto, Luis Barragán, encuentra en la religión una fuente de inspiración para narrar a través del mito, escrito en el espacio material, en el arte, esa ensoñación que llena de sentido el devenir humano que transcurre en la historia y que testimonia la belleza misma de la Verdad en sus múltiples expresiones24. 23 Cfr. BACHELARD, La poética… cit., 36. 24 Luis Barragán nos dirá al respecto: “¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico? Sin lo uno y lo otro no habría pirámides de Egipto y las nuestras mexicanas; no habría templos griegos, ni catedrales góticas, ni los asombros que nos dejó el renacimiento y la edad barroca; no las danzas rituales de los mal llamados pueblos primitivos, ni el inagotable tesoro artístico de la sensibilidad popular de todas las naciones de la tierra. Sin el afán de Dios nuestro planeta sería un yermo de fealdad. En el arte de todos los tiempos y de todos los pueblos impera la lógica irracional del mito…”, ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12.

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Por tanto, sin la religión ni el mito el hombre se encuentra incapacitado para hablar y nutrirse del Origen y del Fin de las cosas que dan sentido a la vida; del Origen y del Fin del mismo hombre, de la esencia. Prehistoria-Historia-Posthistoria no deben ser separadas si se quiere realizar una aproximación adecuada al hombre y a la Creación de lo contrario, se estará pretendiendo fragmentar lo indivisible: la Verdad, que en sí misma no permite ser dividida. Las consecuencias de tal pretensión las habrá de cargar el mismo hombre a sus espaldas y en consecuencia la misma Creación, como lo constata la construcción humana de todos los tiempos y la Creación misma que re-clama cuando no es aprehendida adecuadamente. 1.3.

La casa como espacio arquitectónico

Para Luis Barragán «la arquitectura es una armonía de elementos que, produciendo poesía, delimitan espacios donde reina el espíritu»25. La arquitectura, y en especial la casa, no es sólo un extensión espacial que protege al hombre de las inclemencias climatológicas o como la simple solución de procesos de abstracción funcionalista; es una composición armónica que llevada a niveles espirituales se transforma en poesía, se crea una poética del espacio, sello distintivo en la obra de Barragán26. En el espacio construido como morada, representado en la arquitectura de todos los tiempos y de todas las culturas, el hombre encuentra un testimonio viviente que habla de las ideas que el mismo hombre ha concebido a través de su experiencia de frente a la realidad captada y que han dado origen a las civilizaciones. Esta construcción acompaña muy de cerca el camino que el hombre ha recorrido en su ruta histórica legándonos un patrimonio cultural. De tal forma, el arte, testigo vivo de la historia; la arquitectura, testimonio del devenir humano, son dos elementos que no mienten, que no pueden mentir acerca de la realidad de una etapa de la vida del hombre, pues ni arte ni arquitectura tienen la capacidad de interpretar sucesos, ni mucho menos de juzgarlos a conveniencia. Son refrendarios que sólo saben charlar con su aparente mutismo la verdad y la realidad de lo que la época que los erigió creyó, pensó, hizo, amó. Son libros que narran la riqueza de una búsqueda constante: biografía del hombre. Testamento que contiene el drama de una incesante lucha por des-velar la verdad del ser humano y la razón de ser del mundo que se presenta delante a sus ojos, nominándolo, con la sola consigna de encontrar un sentido de vida. Con lo que hemos argumentado hasta este momento es evidente que el ser humano necesita protegerse de las inclemencias del tiempo. La casa es el espacio que da cobijo a sus necesidades primarias, lugar de reposo. Pero como además hemos pretendido demostrar, esto no le basta ni le es suficiente porque no es sólo carne sino que además es espíritu; si no fuese así al ser humano le bastaría seguir los esquemas del animal; hay una

25 AA.VV., Luis Barragán. Temas… cit., 191. 26 Cfr. M.E. ORENDAIN, En busca de Luis Barragán. El recorrido a la simplicidad, Ediciones de la Noche, México 2004, 10.

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diferencia fundamental entre éste y aquél y la casa como espacio arquitectónico, como lugar simbólico, da testimonio de ello. De ahí que la arquitectura, como arte-práctico, haga referencia a la constitución fundamental del ser humano, unidad dual irreductible de cuerpo-espíritu; éste edifica la casa no sólo como un utilizable funcional sino como un lugar de encuentro en la intimidad, de significación; lugar simbólico que le acompaña en su devenir histórico pero con una constante búsqueda de eternidad y la casa como cuerpo material, llena de simbología, representa al espíritu en esa búsqueda27. Hay un estrecho vínculo entre el hombre y la arquitectura y no podría ser de otra forma porque ésta es producto y expresión de aquél. La casa puede tejer armónicamente la doble función que le da su razón de ser cumpliendo con sus fines más nobles, o mejor dicho puede ayudar a des-cubrir la realidad irreductible del hombre: cuerpo-espíritu; la arquitectura en su doble función de arte-práctico acompaña, a través de la casa, al hombre. De tal forma, la obra construida y fundamentada en esta verdad dual que caracteriza al hombre cumple con su exigencia básica, lo pone como sujeto receptor de un ambiente espacio-temporal que aporta las energías y que ayudan a su total realización, por ello es fundamental que todo hombre posea un espacio digno donde vivir y donde pueda desarrollarse. Precedentemente mencionamos que el hombre es un ser mortal, contingente, que está ubicado en el tiempo y en el espacio pero con anhelo de eternidad; esta realidad antes que limitar al hombre le es fuente de vida porque al asumirla como parte constitutiva de su ser humano le promete la eternidad ofrecida en la posthistoria y la casa, como espacio arquitectónico, ha de reflejar esta realidad humana28. La casa nos muestra según la cultura y el tiempo en que fue edificada dos elementos esenciales que fundamentan esta realidad, condición necesaria para el hombre: refugio en su calidad de ser contingente y expresión en su anhelo de eternidad. Ya desde sus orígenes y en su correr por la historia, el hombre, ha desarrollado desde los más simples espacios dejando ver esta necesidad, como la choza o los tepees de ciertas tribus de indios en Norteamérica, hasta formas complejas como los castillos de la Europa medieval o las ricas construcciones de palacios del período barroco o renacentista. La construcción de la casa ha adquirido formas muy variadas, hecha de muy diversos materiales, en proporciones varias y bajo expresiones artísticas distintas según el tiempo, la geografía y la cultura pero con un común denominador: La revelación de su espíritu en la materia. 27 Para Luis Barragán “La corporeidad… es santa porque tiene una misión trascendente: representar al espíritu”. Esta frase se encuentra escrita con puño y letra del mismo Barragán en uno de los dos cuadernos rojos que se localizan en la casa del arquitecto en Tacubaya, ciudad de México y que ahora funge como museo. Este museo, que comprende la residencia y el taller arquitectónico de su creador, es propiedad del Gobierno del Estado de Jalisco y de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán. La arquitecta María Emilia Orendain en su texto intitulado “En busca de Luis Barragán” nos ofrece material de primer orden encontrado en el archivo y en la biblioteca personal del mismo Barragán del cual fue tomada esta frase. 28 Para Barragán “La certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en la religiosidad implícita en la obra de arte triunfa la vida sobre la muerte”. Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12.

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Vemos cómo en esta búsqueda expresada en el tiempo y el espacio el hombre narra en la casa su aproximación o alejamiento a esta verdad que lo conforma y, testigo de ello es precisamente la arquitectura; por ello, el hombre no debe olvidar, como Juan Pablo II lo ha señalado con índice de fuego que «las casas se construyen para el hombre, para satisfacer sus necesidades fundamentales. No se puede alterar esta finalidad fundamental suya por otros fines o motivos…»29. De tal forma, la casa como espacio materializado expresa algo más que lo puramente funcional-práctico, en otras palabras cualquier construcción nos da una lectura de la experiencia del hombre, quizás algunas alcancen niveles altísimos de belleza estética y otras no, lo importante es saber, con mirada aguda y penetrante, leer lo que hay detrás de la imagen, del símbolo; es necesario interpretarla para descubrir al hombre que la habita y la concepción que ha tenido de sí mismo, de Dios y del mundo. Parafraseando un dicho popular muy difundido podemos decir: “dime dónde moras y te diré qué piensas”. La casa como elemento arquitectónico y éste como arte son un lugar privilegiado para comunicar de forma directa, in vivo, el contenido de estas experiencias vitales más trascendentes del hombre a través de lo bello, materializando lo inmaterial; por momentos rasgando la perfección y por otros alejándose de ella. 1.4. La casa expresión del hombre En la casa, el hombre se sitúa en un espacio de intimidad; de este espacio sale al exterior para luego retornar y protegerse nuevamente del mismo exterior en un ambiente privado, alejado de lo público y «soñar que tras las murallas se encuentra la choza protegida contra el exterior»30. La casa en la vida del hombre es tanto más necesaria y significativa cuando éste toma conciencia de su importancia, cuando la convierte en su pequeña choza, en su aliada; cuando la hace un refugio que le guarda de la dispersión del exterior. Este espacio le ofrece un puesto privado retirado del mundo, por instantes, a la manera del claustro. En el se refugia, se protege, reposa, medita, comparte en la cercanía con los seres más próximos, consigo mismo, con Dios. Cuanto más el espacio material ofrecido por la casa exprese la verdad dual que constituye al hombre tanto más dará la posibilidad de encuentro en la intimidad, de silencio, de soledad creadora porque, quien mira más de cerca al hombre su mirada alcanza distancias más largas. Aquí radica la importancia de la necesidad de que todo hombre pueda poseer un espacio que lo proteja ya no sólo de la intemperie31.

29 Ya el Papa Juan Pablo II en la Homilía durante la Misa en la parroquia de san José, Roma, Italia, 1979, llamaba la atención acerca de la importancia fundamental y la función de la casa para el hombre: “La casa es la morada del hombre. Es una condición necesaria para que el hombre pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda trabajar, educar y educarse…”, ver A. SARMIENTO- J. ESCRIVÁ-IVARS, Enchiridion familiae, Eunsa, Pamplona 2003, Vol. III, 03 18 4, 2293. 30 La expresión es de LUIS BARRAGÁN, ver ORENDAIN, En busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., 16. 31 “…il diritto radicale di ogni uomo ad avere non solo una casa, ma una casa sulla misura umana e sovrannaturale: che gli consenta la custodia sacra del mistero del suo colloquio con Dio, nel quale si regenera –dopo la fatica e la dispersione- l’unità e la forza della sua personalità sovrannaturale. La casa diventa allora,

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Cuando hayamos comprendido como poder habitar la casa para alcanzar nuestra realización más completa, entonces sabremos como debemos construirla32. Por tanto, la casa como refugio en la intimidad ha de estar a la altura de quien la mora. Pero ¿qué es el hombre? 33 El hombre, como mencionamos anteriormente, «en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material»34. El hombre es un ser en perpetua búsqueda de su humanidad. Ha de encontrar su identidad para dar sentido a su existencia. Tendrá que recurrir a distintas vías de conocimiento para lograrlo: la vía de lo sensible, lo racional, y la vía de lo incomprensible. El hombre como cuerpo-espíritu es un misterio; hecho a imagen y como semejanza de Dios por tanto, no puede ser definido totalmente porque posee en sí mismo una parte de enigma. Hay en nosotros algo sin límite ni comprensión posible que es constitutivo de nuestro ser. Es necesario no perder de vista esta dimensión. Cuando esto sucede, el hombre pierde el rumbo y se convierte en un ente innombrable. Además, en la realidad entera, en nosotros y en nuestro entorno, hay una parte de nocturnidad que nos constituye y con la que nos constituimos. Por eso será fundamental re-aprender a vivir, y a vivir siempre, con nuestra parte enigmática, en nosotros, en los demás, en el mundo y respecto a Dios. El hombre debe construirse con lo indecible que hay en él. Lo que alberga ahí no es un desastre, es la posibilidad de des-cubrirse e irse completando, haciendo. No podemos ahorrarnos ese avance lento y largo, lejos de respuestas rápidas e inmediatas, en el fondo mágicas. Por tanto, el hombre aun construyéndose con la racionalidad, el sentido, la afectividad, con la acción y con Dios, se construye también con lo insoportable, que es lo indecible, lo indescifrable. Si no está preparado para este vivir cara a cara, será imposible vivir la vida. Ante esta realidad humana, la casa material, tiene como tarea dejar ver esta verdad innegable del hombre. Cualquier reducción o alienación hecha a la naturaleza del ser humano se verá reflejada en la habitación que mora. Sólo una justa concepción del hombre es capaz de reproducir una morada que le resguarde en la intimidad, lo acoja en su totalidad y le ayude a seguir caminando por la historia hacia el horizonte que se le presenta delante, hacia el Fin, mirando y sosteniéndose en su Origen. Prehistoria-historiaposthistoria deben ser reflejadas en la casa ayudando al hombre a no perder de vista su realidad total para seguir hacia su destino dignamente. Por otra parte, para mirar a la prehistoria es necesario el recuerdo nostálgico porque ello es fuente de belleza y de búsqueda de lo que no se posee en el presente, ella da la posibilidad de alcanzarlo caminando hacia la posthistoria, hacia el Fin de la Creación. essa stessa, preziosa e privilegiata come il Tempio!” Ver G. GRESLERI, La casa cantiere di santità, Città Nuova, Roma 2004, 394. 32 Cfr. GRESLERI, La casa... cit., 390. 33 “Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia. La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado «a imagen de Dios», con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios”. Ver GS 12. 34 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 355. Ver http://www.vatican.va/archive/ESL0022/__P1B.HTM (última visita 10.05.2007).

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Cuando hacemos abstracción de la prehistoria y de la posthistoria en la dinámica de querer entender al hombre, los discursos se ven limitados, se vuelven vacíos incluso. Permanecer sólo en la historia sin un referimiento a la prehistoria y a la posthistoria es quedarse en el plano meramente científico, hipotético, con la mirada baja. La prehistoria y la posthistoria nos hablan de un Inicio y de un Fin. La nostalgia nos manda a ese desear poseer el Inicio llegando al Fin. De ello Luis Barragán nos dirá cómo este proceso es fuente de belleza para cubrir la casa donde mora el hombre llenándolo de esperanza y de sentido de vida porque sólo lo que permanece lo crea el hombre religioso, el poeta, en cambio la ciencia que ayuda a comprender una parte del ser humano no puede ser tomada como la última palabra porque está en constante revisión y actualización de hipótesis: “El arquitecto no debe, pues, desoír el manato de las revelaciones nostálgicas, porque sólo con ellas es verdaderamente capaz de llenar de belleza el vacío que le queda a toda obra arquitectónica una vez que ha atendido las exigencias utilitarias del programa. De lo contrario la arquitectura no puede aspirar a seguirse contando entre las bellas artes”35.

Por ello, para poder comprender la verdad sobre el hombre y luego expresarla en la construcción arquitectónica es necesario partir de una antropología adecuada. Para poder aproximarse al hombre hemos de partir de lo evidente y luego dejar que por sí mismo emane lo que no lo es tanto por ejemplo, al ser cuerpo y moverse en el tiempo y en el espacio experimenta un poder, el poder de auto-movimiento y el poder de autodeterminación. Paradójicamente, el hombre en su corporeidad, experimenta al mismo tiempo el contrario, la impotencia de su misma corporeidad, se descubre limitado. No puede estar en dos lugares en el mismo instante, su misma materialidad lo ubica en el limite surgiendo el drama de saberse poderoso y al mismo tiempo impotente, con capacidades y limitaciones materiales, ha de reconocer que ese poder no se lo da a sí mismo, de ser así todo lo podría. La casa es una muestra clara de esta impotencia, le cubre de las inclemencias del tiempo, se ve necesitado del sueño, del descanso; el cuerpo lo limita. Se refugia en un espacio que lo resguarda pero, ahí mismo experimenta su potencialidad al toparse consigo mismo, vive la cercanía de su ser en relación, experimenta la amistad, el encuentro; el mismo cuerpo se convierte en el único móvil para expresar su realidad total, su deseo profundo de eternidad. La casa es el espacio privilegiado para este encuentro consigo mismo, con un otro y con Dios. En esta dinámica de potencia e impotencia el hombre se debate entre el deseo y la posibilidad. Deseo que le lleva a querer desentrañarse; posibilidad de realizar ese deseo, encontramos en este proceso lo más caro del hombre, el drama de la acción entre el deseo y la posibilidad por conformarse a su naturaleza a través del ejercicio de su libertad, libertad que le exige actuar, tomar una postura ante la vida: dejar des-velar la verdad inscrita en sí mismo o, pretender construirla.

35 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 15.

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En la casa, el hombre expresa este drama, en la materialidad de su morada aclara lo confuso y pone límites a lo ilimitado, deja marcada su lucha entre el deseo y el poder de conformarse a su naturaleza. Al hombre le es necesario un espacio que no sólo le proteja de las “tormentas del cielo”, busca protegerse además de las “tormentas de la vida”, creando con ello el valor simbólico36. Sin lo anterior no habría diferencia entre habitar en una casa o en una cueva privada de símbolos. Pero, podemos preguntarnos si hoy el hombre sabe verdaderamente habitar la casa; si está en grado de elaborar una posición crítica al fin de madurar la conciencia de las propias necesidades; si está capacitado para re-conocer cuáles son las necesidades para realizarse completamente como unidad irreductible de cuerpo-espíritu, experiencia elemental del hombre. ¿Cuál es la concepción que tiene el hombre de sí mismo actualmente?37 Echemos una mirada a sus construcciones y en especial a sus casas, ella nos dará su veredicto sobre lo que el hombre piensa de sí mismo, del mundo, de Dios (si lo profesa). 1.5.

La Casa espacio relacional “Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (Gen l,27). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás” (GS 12).

«No es bueno que el hombre esté solo» (Gn 2,18). Una segunda experiencia elemental del ser humano es la tensión de ser individuo-comunidad. La naturaleza del hombre, sus propios instintos y fundamentalmente sus limitaciones personales hacen evidente que éste necesite de un otro, como condición necesaria, para su conservación, desarrollo físico y cumplimiento de sus tareas intelectivas y morales. Al hombre, individuo como único e irrepetible, la vida comunitaria no sólo le es conveniente sino necesaria, la cual, por tanto, estará compuesta de una pluralidad de hombres, que tratan de unir sus esfuerzos de un modo estable para la realización de fines individuales y colectivos; dichos fines no son otros que la consecución del bien propio y del bien común. Lo anterior indica cómo el hombre necesita establecer una serie de vínculos creados por las mismas necesidades de convivencia38. Las primeras relaciones sociales las establece el 36 Al respecto la arquitecta María Emilia Orendain, estudiosa en la vida y obra de Luis Barragán, nos dirá: “El hombre mora en la imagen de la casa y la imagen de la casa mora en el hombre. Este viaje de ida y vuelta nos lleva a entender la casa como intimidad”. Ver ORENDAIN, En busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., 10. 37 Cfr. GRESLERI, La casa... cit., 390. 38 “La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación”. Ver GS 25.

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individuo con su propia familia. Más tarde y conforme las necesidades individuales son más numerosas y extensas, el número de los vínculos sociales aumenta, hasta el momento en que el círculo de las relaciones familiares es rebasado y el individuo se adentra en nuevas etapas de convivencia. Sale de la intimidad de la casa familiar hacia una extensión de relaciones con la sociedad en general. El hombre no se limita a este reducido espacio que es la casa, se ve necesitado de las relaciones fuera de ella, se agrupa en tribus, clanes, familias, civilizando el entorno y separando la vida de la sociedad de aquella simplemente selvática, natural. Humaniza los espacios y crea una red de relaciones sociales complejas. La casa, en efecto, alberga al hombre y lo recibe cuando llega a este mundo, es acogido por otro que le protege: la familia. Ésta debe poseer un espacio delimitado para poder ofrecerle las condiciones necesarias para su desarrollo, la casa; este espacio privilegiado le prepara para las futuras relaciones que se viven fuera de este microcosmos pero siempre abierto para volverlo a acoger. De ahí que para formar una familia se presenta una tercera experiencia elemental del hombre y que encontramos en la dualidad varón-hembra, condición natural necesaria para formar la familia. En esta polaridad se encuentra otra tensión que tira al hombre a reflexionar sobre su verdad y que forma la familia. Esta otra verdad sobre el hombre ha de ser considerada al momento de edificar la casa. Levantar muros que satisfagan las necesidades esenciales del hombre individuo y de la familia, de la comunidad. Una casa donde la reciprocidad y el amor mutuo encuentren acogida determinando los espacios internos y externos. Diremos con Pierpaolo Donati que la familia es una relación social cuya identidad se basa en cuatro dimensiones que la constituyen en modo específico: reciprocidad, generación, sexualidad, don. La familia se forma en el momento en que dos personas se donan recíprocamente, reactivan este don a través de la norma de reciprocidad y generan a través de la sexualidad. Esta polidimensionalidad se manifiesta al interno de la familia como su realidad constitutiva, a tal grado de identificarla con un código simbólico, el amor que es entendido como don, reciprocidad, generación, manifestación sexual. El amor es el medio simbólico de intercambio entre la familia y la sociedad entera. La familia es una solución a las necesidades más fundamentales sea de la persona sea de la sociedad39. Negar esta verdad es alienar a la familia y por consecuencia al hombre. Modelos de relaciones fundadas en el costo-beneficio de los cónyuges o sostenidas por intereses políticos por un lado y por otro, nuevas tendencias de pseudo familia acaban con el valor de la misma. La identidad de la familia no yace en un hecho material objetivo (no es un lugar o una estructura física, incluso si frecuentemente la vemos así), y tampoco en una característica subjetiva (un sentimiento, una percepción, un afecto, etc.) sino en el ser una relación social.

39 Cfr. P. DONATI, Manuale di sociología della famiglia, Laterza, Roma-Bari 20054, 10.

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En cuanto relación, es invisible e inmaterial y sin embargo posee una realidad. Su realidad consiste en un enlace de elementos objetivos y subjetivos que trascienden las cosas ya dadas. Puede ser hecha sólo por las personas pero precede y va más allá de ellas. Cuando la familia es concebida por una ideología, la casa material es testimonio de ello40; pongamos un ejemplo: si una “pareja” no tiene intenciones de fundar un lugar estable, fijo, pensando que si las cosas funcionan entre ellos y no atenta contra la individualidad y el proyecto personal de vida o bien, si se siguen experimentando las mismas emociones de placer, se garantiza la continuidad de la relación, si atenta contra ello simplemente hay ruptura. La casa concebida con esta idea refleja la transitoriedad del espacio que es habitado, se vuelve funcional-pragmático o bien romántico. La casa refleja fielmente la concepción que tiene el hombre de sí mismo y de la familia; este espacio se vuelve en un aliado si se piensa y se sostiene en la verdad que habla del hombre en su totalidad y le da la posibilidad de educar, educarse, desarrollarse, crecer... De ahí que todo hombre, y toda familia tienen el derecho fundamental de poseer una casa digna, por simple que ésta sea41. Ha de cumplir con la tarea de cobijar al hombre: en su necesidad corporal y en su necesidad espiritual42. La casa es el primer templo de espiritualidad del hombre para la realización de la familia43 donde el amor, como medio simbólico, le prepara para las futuras relaciones sociales pero en especial para ir descubriendo su verdad como hombre. El muro, la simbología y los espacios deben reflejar esta verdad que habla del hombre y para el hombre, verdad que habla de la familia; la casa familiar ha de erguirse a la manera de una catedral gótica orgullosamente mirando al cielo pero claramente sustentada en la tierra. La composición de la catedral gótica deja ver en claro la gravedad y la gracia que se deben considerar a la hora de pensar en la construcción de la casa que acompaña por este mundo al hombre en dirección a la casa paterna. Habíamos mencionado como experiencia elemental del hombre la de ser individuocomunidad y la de ser varón-hembra y hasta aquí en este apartado hemos argumentado sobre la parte comunitaria, en especial sobre la familia como formada por esa dualidad de

40 “La economía moderna, tan celebrada, tan orgullosa del producir cada vez más barato, no ha llegado, sin embargo, todavía a satisfacer esta necesidad real del hombre y, sobre todo, la familia. Necesidad real y no ficticia, como se querría a veces insinuar, como si se la pudiera satisfacer ya con los tugurios de los primitivos nómadas, ya con el pisito elegante dotado de todo confort moderno, pero donde no hay sitio para el niño”, ver Alocusión Voyez, Messieurs, a los Delegados de la Oficina Internacional del Trabajo, 25 de marzo de 1949, 5. En A. SARMIENTO- J. ESCRIVÁ-IVARS, Enchiridion familiae, Eunsa, Pamplona 2003, Vol. II, 1371. Además el magisterio agrega “…En verdad, el ánimo se horroriza… al pensar cuan frecuentemente el régimen moderno del trabajo y principalmente las irracionales condiciones de habitación crean obstáculos a la unión e intimidad en la vida familiar”, ver De la Carta Encíclica Quadragessimo anno- sobre la restauración del orden social-, 15 de mayo de 1931. 130. En A. SARMIENTO- J. ESCRIVÁ-IVARS, Enchiridion familiae, Eunsa, Pamplona 2003, Vol. I, 799. 41 Cfr. Ecclo 29,21. 42 “…hemos manifestado muchas veces nuestra preocupación por la urgente y angustiosa necesidad de procurar a miles, millones de individuos y de familias un alojamiento que les asegure un mínimo de higiene y de bienestar, de dignidad y de moralidad… La obra de la construcción es de primerísima importancia”, Alocusión Voyez, Messieurs, a los Delegados de la Oficina Internacional del Trabajo, 25 de marzo de 1949, 5. En A. SARMIENTO- J. ESCRIVÁ-IVARS, Enchiridion familiae… cit., 1371. 43 Cfr. GRESLERI, La casa… cit., 389.

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varón-hembra; ahora queremos detenernos en esa realidad individual que le caracteriza ya como hembra o como varón. Dentro de la familia compuesta de un padre, una madre y la generación, el hombre se define como individuo al ocupar un rol determinado dentro de ella, se individua, se determina dentro de ese rol que desempeña; ya como padre, como madre o como hijo o hija. El ser humano tiene la posibilidad de descubrirse único e irrepetible pero necesitado de la relación; la familia es el lugar privilegiado para ir descubriendo la realidad de la diferencia sexual que le llevará a entender el mundo en su polaridad: blanco-negro; díanoche; hombre-mujer; frío-calor... Es en este proceso de socialización que el niño aprende a pensar: él no interioriza simplemente cuanto ve o le viene dicho, sino interpreta. Su aprendizaje no se basa sobre las cosas que le vienen propuestas, sino como las elabora interiormente. Lo que es decisivo es el comportamiento o la enseñanza de los miembros individuales, porque el niño interioriza primero las relaciones entre las personas que significan algo para él: la relación entre la madre, y el padre, antes que nada. Cuando entre en relación fuera de casa e inicie a tener sus propias relaciones autodirigidas y autónomas, buscará inspiración en esa experiencia que ha vivido en aquellas prácticas familiares primarias. El espacio material, reforzando la experiencia dada a través de los sentidos servirá de apoyo en esa aproximación vivida ya de forma positiva o negativa. El rol de cada miembro de la familia se activa de forma natural a través de la individuación del cónyuge y de los miembros del grupo. La estructura familiar es una estructura antropológica fundamental. La familia es en cuanto se da la identidad humana. Si no hubiera existido una especie humana que no conociera el vínculo familiar podríamos decir que no sería una auténtica especie humana sino de forma darwinianamente prehumana. Hay un hombre cuando hay un rol familiar. Veamos al niño apenas nacido, como individuo bio-síquico, el niño explora el mundo, expresa necesidades de cariño, hace propias las percepciones de las cosas del entorno, busca un interlocutor, que al inicio no es lingüístico sino sólo perceptivo y simbólico, en breve tiene experiencia a través de las prácticas que son inicialmente naturales y que poco a poco se vuelven prácticas sociales. Social significa que se forman a través de la interacción que “el sí mismo” del niño tiene con el nombre que le viene atribuido de las figuras significativas entorno a él, con el sentido de “nosotros”, que se forma en él sin darse cuenta de ser parte del grupo y después en las interacciones con el rol que debe asumir dentro de la familia y en las relaciones con el externo. La individualidad le da una presencia objetiva al ser humano. El hombre se da un nombre, los animales no se lo dan. Ahora bien el hecho de que los animales no lo hagan no significa que la especie animal tenga una carencia, antes bien quiere decir que el hombre se diferencia del resto de la creación al tomar conciencia de su ser y esto lo logra sólo a través de sus primeras relaciones humanas, es decir, a través de la familia que habita y construye la casa material. Donde la capacidad de interacción del hombre sea bloqueada o desviada, también la identidad personal lo será. La casa familiar debe considerar esta realidad y reflejar estas experiencias elementales del hombre: ser individuo-comunidad y la de ser varón-hembra. Debe abarcar el mundo entero, plasmarlo a través del símbolo, y narrar la verdad del hombre tratando de hacer

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visible lo invisible; comprensible lo incomprensible; materializar lo inmaterial a través de la belleza; la casa, como espacio simbólico, ha de ser un instrumento que ayude a reforzar la verdad sobre el hombre presentada a través de la imagen. II. LA CASA EN LA OBRA DE LUIS BARRAGÁN “En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretenderles haber hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro”. Luis Barragán

Considerado, sin lugar a dudas, el más destacado arquitecto del siglo XX en México alcanzando la admiración y el reconocimiento a nivel internacional por su contribución a la arquitectura, Luis Barragán, premio Pritzker (1980) nace en Guadalajara, Jalisco, México el 9 de Marzo de 1902 y muere en la ciudad de México el 22 de noviembre de 1988. La arquitectura de Barragán es una propuesta para re-encontrar, en este espacio de intimidad habitado por el hombre llamado casa, la belleza, la inspiración, el embrujo, la magia, el sortilegio, el encantamiento y también la serenidad, el silencio, la soledad, la intimidad y el asombro en una época en que el hombre se pierde en el bullicio; donde se ve acechado constantemente por el placer de la inmediatez; donde la publicidad ofrecida por los mass media lo asfixian; donde la apatía y el caos lo acosan; y muere de vacío y sinsentido. Barragán, como él mismo describe a su arquitectura, es el arquitecto de las emociones; trae a la memoria, a través del recuerdo nostálgico, el pasado y la tradición (se dirige hacia la búsqueda de esencias) actualizándolos a las necesidades del presente pero con la mirada puesta en la eternidad; va en búsqueda del Origen y del Fin usando como guía infalible el ser religioso, racional y sensitivo que es el hombre. Pretende responder a la necesidad de integración del hombre en su ser cuerpo-espíritu, individuo-comunidad y éste en estrecha vínculo con la naturaleza y con Dios. Barragán, recibirá de su familia y de la etapa de la infancia, en medio del campo44 de la provincia mexicana una gran lección de sensibilidad y sabiduría popular reflejada en las construcciones y que tendrán en él una gran influencia que permeará toda su obra; además se verá fuertemente afectado por el legado cultural de sus abuelos, como él llama

44 Entendemos por el “campo” la zona rural que se ubica en la provincia mexicana, alejado de las grandes urbes.

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a sus antepasados, cargados de sentido de vida y que le ayudarán a seguir caminando en la búsqueda permanente de respuestas a sus preguntas más fundamentales. De ahí que él mismo Barragán declarará que: «El arte es recuerdo. Recuerdo puesto en escena»45; la memoria y la nostalgia (vista ésta como fuente de inspiración poética) son elementos necesarios en la vida del hombre para que éste pueda vivir el presente proyectado al futuro. La arquitectura de Barragán es universal precisamente por haber hablado de la naturaleza del hombre mismo y su necesidad de retornar a las esencias que nutren la vida misma del ser humano. Narra a través del mito, cargado de simbología, la necesidad de trascendencia de este ser en transcurso y su necesidad de lo bello y lo bueno. 2.1. Luis Barragán La obra de Barragán se sitúa entre el año de 1926 y 198046. El trayecto de este arquitecto mexicano se ha dividido en tres grandes etapas: 1926-1936: Vive en su ciudad natal. Su arquitectura se distingue por un estilo regional y pintoresco. Se ve influenciado por la cultura popular mexicana, la obra de Ferdinand Bac47 y la cultura mediterránea. 1936-1947: Se muda a la ciudad de México. Recibe la influencia de los movimientos de vanguardia europeos en especial de Le Corbusier. 1947-1980: En el inicio de esta tercera etapa de madurez coincide con la construcción de su casa en Tacubaya, se encuentra la obra de un poeta. Barragán pone en tensión el orden geométrico y los límites de la memoria48. Se ve influenciado por el escultor y arquitecto Mathías Goeritz, el pintor mexicano Jesús (Chucho) Reyes Ferreria, el muralista José Clemente Orozco, el escritor Marcel Proust, entre otros. Durante el primer período de la obra de Barragán, México atraviesa por una situación de cambios políticos y sociales radicales. Entre 1910 y los años treinta el país vive un proceso de modernización acelerado luego de la revolución mexicana y en medio del período de la persecución contra la iglesia católica en México por el presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928). En esta contrastante situación político social del país y los cambios de un mundo en constante movimiento hacia una modernidad tecnológica y funcional que ya se elaboraba en Europa hacia una arquitectura racional, ponen a prueba al joven arquitecto; ante esta realidad decide elegir por cuenta propia su rumbo en el campo de la arquitectura. Diremos con Octavio Paz que Luis Barragán es un artista solitario y silencioso, que ha vivido lejos de las facciones ideológicas y de la sugestión del arte contemporáneo. No obstante, la propuesta de la obra de Barragán, que alcanzó su plena madurez en la última etapa de su vida, fue consecuencia de un proceso largo y paulatino; su obra por 45 A.R. MARTÍNEZ, Luis Barragán, Electa, Milano 1996, 7. 46 Cfr. AA.VV., Barragán. Opera completa, trad. it. R. DAL COL-E. CARO, Logos, Modena 1996, 210-213. 47 Ferdinand Bac marcó profundamente la obra de Luis Barragán, ya desde sus inicios hasta su etapa de madurez. Noelle nos ofrece un breve perfil biográfico de la vida y obra de Ferdinand Bac, ver L. NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione emotiva degli spazi, trad. It. M. SPINA, Simmagine, Milano 1997, 7. 48 Cfr. ORENDAIN, En busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., IX.

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tanto, no debe ser considerada como un caso atípico, no se le puede ni se le debe aislar de la arquitectura mexicana y del contexto histórico que le tocó vivir en vías de un mundo modernizado tanto en la ciencia como en la técnica en miras a la funcionalidad y el pragmatismo. Barragán se ve fuertemente influenciado por su tradición y, su obra construida en el tiempo y en el espacio es consecuencia de un proceso natural de desarrollo. Incluso atravesó por un período (segundo) que caracterizó sus obras por la influencia del llamado internacional style y donde se ve la marca notable de la propuesta lecorbuseriana y del así llamado movimiento racionalista antes de llegar a la plenitud de su vida y obra49. Sin embargo, a pesar del trabajo de este arquitecto mexicano desarrollado por más de medio siglo en medio de grandes cambios sociales acelerados y luego de haber pasado casi en el olvido durante mucho tiempo50, especialmente dentro de su país, Barragán es un personaje que ha sido tantas veces mitificado51. Luis Barragán no era un orador, ni un teórico en arquitectura; sólo nos heredó sus obras y, en una de sus máximas expresiones artísticas y poéticas como lo es la casa de Tacubaya52 (fig. 1 y 2) en la ciudad de México y que le dio refugio desde 1947 en que fue construida hasta su muerte en 1988, encontramos una amplia biblioteca personal, además de un archivo de 7,000 documentos y 4,000 fotografías53 y algunas obras de arte de Jesús Reyes Ferreira, Miguel Covarrubias y arte mexicano de los siglos XVI al XX. Su obra se conoce poco y de ello sólo se ha tomado la parte formal de su producción dejando al margen, en la mayoría de los casos, el espíritu que le movió a crear verdaderas obras poéticas. Este hombre aparentemente tímido encontró un medio eficaz para mostrar el contrario, su producción arquitectónica es un desafío en tiempos de funcionalidad; evoca la belleza cuando el mundo se ha olvidado de ella; busca el silencio en medio del bullicio; la serenidad en medio del caos; la intimidad donde todo se vuelve público, la integridad en medio de la dispersión. Al respecto el mismo Barragán afirmará: “En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado 49 “Sobre Le Corbusier comentó que su gran aportación fue despojar a la arquitectura de sus excesos, del oropel innecesario, haberla desnudado. Sin duda purificado. Tan solo por este hecho le perdonaba sus terribles ideas urbanísticas y su mecanización de lo habitable”, ver F. LEAL, “Una tarde en la casa de Luis Barragán”, en Artes de México 23 (1999) 65. 50 Fue hasta que por mérito de Emilio Ambasz le fue expuesta su obra en el Museum of Modern Art di New York en 1976, cuando el arquitecto Barragán tenía 74 años de edad. Luego de esta muestra le fueron otorgados más reconocimientos a nivel nacional e internacional, entre ellos el premio Pritzker en 1980. 51 “La presencia de Luis Barragán en el arte contemporáneo permanece como la del elusivo autor de un puñado de obras mal conocidas y peor conservadas. Personaje legendario, medio oculto por un tupido velo que tejen por un lado la ignorancia y por otro la palabrería más o menos hueca y desconcertada con que el medio intelectual que lo rodeó ha tratado de explicárselo, lo cierto es que su arquitectura constituye un hito fundamental para el arte del siglo que se apresta a terminar. Un arte que se construye por sus rotundas y sutiles afirmaciones como por sus no menos terminantes omisiones”, ver J.P. VERA, “El alquimista de la memoria”, en Artes de México 23 (1999) 19. 52 Declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Beijing, China, julio de 2004). 53 Cfr. ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., XI.

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amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro”54.

A través de su obra, antes que heredarnos formas, ha legado un camino para seguir en búsqueda del equilibrio de la misma vida, la unidad integral del hombre con la naturaleza, el anhelo por resolver la fractura que tantas veces ha dañado al hombre mismo en su unidad dual de cuerpo y espíritu. De hecho su vida misma fue una constante lucha por integrar esta verdad55 y su obra habla de ello a la cual el mismo considerará autobiográfica56. De ahí que dos elementos fundamentales que permean toda la obra de Luis Barragán son la soledad y el silencio (fig. 3); para el arquitecto de las emociones si la casa como no está en disposición de ofrecer estos dos recursos esenciales para la vida del hombre, éste estará condenado a perderse en la vastedad del universo. Al respecto el mismo Barragán hará una clara declaración al definir su obra: “Sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo. Es buena compañera, y mi arquitectura no es para quien le tema y le rehúya”57.

2.2. Influencias en la obra de Luis Barragán Luis Barragán a lo largo de su vida recibió muchas influencias que marcaron no sólo su obra, sino su concepción de la vida. Él mismo reconoce públicamente que sería mezquino no reconocer el “estímulo” y el apoyo que se recibe de otras personas y nos dirá al respecto: “But as no one ever owes all to his own individual effort, it would be ungrateful not to remember all those who throughout my lifetime have contributed to my work with their talents, assistance and encouragement: fellow architects, photographers, writers, journalists, as well as personal friends who have honored me by taking an active interest in my work” 58.

Una de las más fuertes experiencias que influenció la vida y la obra de Luis Barragán, y que pretendió expresar en su producción arquitectónica fue la época de su niñez. Barragán nace en la provincia mexicana, lejos de la gran urbe59, hijo de una familia acomodada y católica profesa de Guadalajara60. De sus años de estudiante se tiene 54 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12. 55 Cfr. ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit. XVII. 56 Cfr. BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 14. 57 Ibid., 12. 58 L. BARRAGÁN, “Discurso de recepción del premio Pritzker”, 1980, ver http://www.pritzkerprize.com/barragan.htm (última visita del 10.05.2007). 59 Nos referimos a la ciudad de México que en aquel entonces ya contaba con habitantes. Barragán mismo se trasladará a partir de 1936 y hasta su muerte en 1988. 60 Considerado como un lugar típicamente mexicano con una arquitectura de influencia colonial y con un rico mestizaje cultural.

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referencia que pasaba las vacaciones en un rancho en Mazamitla, Jalisco propiedad de la misma familia61 y cuyos recuerdos quedaron impresos en su memoria a tal grado de evocarlos en el discurso que emitió al recibir el premio Pritzker: “En mi trabajo subyacen los recuerdos del rancho de mi padre donde pasé años de niñez y adolescencia, y en mi obra siempre alienta el intento de trasponer al mundo contemporáneo la magia de esas lejanas añoranzas tan colmadas de nostalgia”62.

«El arte es recuerdo: recuerdo puesto en escena»63, en estas palabras Barragán nos da una clave de lectura para poder aproximarnos a su obra, no son la formas en la arquitectura lo que hay que reproducir sino el espíritu que les da vida por eso «cuando las formas no son consecuencia del contenido que la determina, las arquitecturas permanecen privadas de significado»64. La primera etapa en la vida del hombre, nos dirá el psicoanálisis, son determinantes para el desarrollo de la personalidad del ser humano a lo largo de su vida, y al menos Luis Barragán es testimonio de ello. La educación recibida en su infancia y el impacto que recibió de la atmósfera que lo rodeaba dejó huellas profundas que le llevaron a dar testimonio de ello a través de su obra y que él mismo reconocerá al decir: “En la vigilia y en el sueño me ha acompañado a lo largo de mi vida el dulce recuerdo de fuentes maravillosas; las que marcaron para siempre mi niñez: los derramaderos de aguas sobrantes de las presas; los aljibes de las haciendas, los brocales de los pozos en los patios conventuales; las acequias por donde corre largamente el agua; los pequeños manantiales que reflejan las copas de los árboles milenarios, y los viejos acueductos que desde lejanos horizontes traen presurosos el agua a las haciendas con el estruendo de una catarata” 65.

En cuanto a su educación formal, Barragán estudia en su ciudad natal la carrera de ingeniería civil en la Escuela Libre de Ingeniería66 recibiendo su título en 1923. Entre sus maestros se encontraba Agustín Basave quien lo introdujo en el mundo del arte y Aurelio Aceves quien le ayudó a desarrollar su personalidad. Como compañeros de estudio fueron Pedro Castellanos, Enrique González Madrid, Ignacio Díaz Morales y Rafael Urzúa, con quienes la amistad perdurará a través de los años y la cual producirá una influencia recíproca67. 61 Cfr. ORENDAIN, En busca de Luis barragán. El recorrido… cit. IX. 62 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13-14. 63 La expresión es de LUIS BARRAGÁN, ver A.R. MARTÍNEZ, Luis Barragán, Electa, Milano 1996, 7. 64 AA.VV., Barragán, Opera completa… cit., 21. 65 Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13-14. 66 En los años en que estudió Barragán no existía como tal la carrera de arquitectura. Después de cumplidos los requisitos de estudio para obtener el título de Ingeniero toma unos cursos complementarios para obtener el título de arquitectura. Habiendo concluido su tesis para la obtención de tal grado un viaje a Europa le impide llegar a obtenerlo aunque esto no impide que Luis Barragán se asumiera como arquitecto en su vida profesional. 67 NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione... cit., 6.

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Terminados sus estudios de ingeniería realiza su primer viaje a Europa (1925-1926); durante este viaje también, el joven Barragán recibió influencias que permearon toda su obra y que le permitieron mantenerse en búsqueda constante de la belleza, en especial a través de la naturaleza representada en los jardines. De hecho, en su estancia en París, en tiempos de la posguerra, es inaugurada la Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes, ahí conocerá el pabellón “Espirit Noveau” de Le Corbusier; el pabellón del sovético Konstantin Melnikov; sin embargo, lo que atrajo poderosamente su atención fue un pequeño jardín diseñado por Ferdinand Bac, del cual dará testimonio 55 años más tarde al recibir el premio Pritzker68. Además, en su misma estancia por el Viejo Continente recorrerá la zona sur de la España, donde recibirá fuertemente otra gran impresión que le acompañará en toda su vida marcando su obra: La Alhambra69. La arquitectura de Barragán se distingue notablemente por el diseño de los jardines, de los cuales en muchas de sus construcciones es el punto de partida para el diseño de la obra total. La lección recibida por Bac y la sensibilidad de los moros del sur de la España70 quedarán grabadas en la memoria del joven Barragán. La sensibilidad que le llevó a admirar la propuesta de Bac y de la arquitectura islámica la había ya adquirido en su infancia; proveniente de una familia católica profesa, Barragán hereda especialmente de la espiritualidad franciscana la sencillez y la contemplación de la naturaleza, su obra está preñada de simplicidad pero cargada de simbolismo espiritual. Contraria a la producción de los tiempos que corrían, en un mundo frenetizado por la modernidad caracterizada por la sola funcionalidad de los espacios y la moda de los nuevos materiales y formas en la construcción elige elaborar su propia contemporaneidad trayendo a la memoria los recuerdos de la infancia tranquila y apacible que se vivía en la provincia mexicana como Mazamitla, el estado de Michoacán; pueblos alejados de las grandes ciudades, ahí encontrará inspiración para actualizar el pasado vivido71. 68 “«El alma de los jardines» decía Ferdinand Bac, alberga la mayor suma de serenidad de que puede disponer el hombre». Y fue Bac quien despertó en mí el anhelo de la arquitectura de jardín. El decía: «En este pequeño dominio (sus jardines de Les Colombiers) no he hecho otra cosa que unirme a la solidaridad milenaria a que todos estamos sujetos, que no es sino la ambición de expresar con la materia un sentimiento común a muchos hombres en búsqueda de un vinculo con la naturaleza al crear un lugar de reposo, de placer apacible». Ya se ve que es condición de un jardín aunar lo poético y lo misterioso con la serenidad y la alegría. No hay mejor expresión de la vulgaridad que un jardín vulgar”. Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13. 69 “…caminando por un estrecho y oscuro túnel de la Alhambra, se me entregó sereno, callado y solitario, el hermoso patio de los mirtos de ese antiguo palacio. Contenía lo que debe contener un jardín bien logrado: nada menos que el universo entero”. Ver Ibid. 70 Con respecto a la concepción que Barragán tenía de la cultura islámica que conoció en el sur de la España dirá: “La belleza de la cultura islámica reside en el hecho de que dos extremos se tocan: el misterio de la religión y la magia de la sensualidad, casi del erotismo”. Notamos aquí ya la intuición de Barragán con respecto a la importancia de la realidad del ser humano en cuanto ser cuerpo-espíritu y que logró ver claramente expresada en esta cultura, la cual le dejó profundas huellas que influenciaron toda su obra, ver M. SCHJETNAN, “Recintos a la intemperie. Conversación de formas. Entrevista a Luis Barragán”, en Artes de México 23 (1999) 61. 71 “…Se me despertó muchísimo también visitando los pueblos de México y las casas populares; yo encuentro que la casa popular en México es de una belleza increíble, particularmente e inclusive del estado de

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De su misma cultura, el muralista mexicano José Clemente Orozco, a quien Luis Barragán conoció personalmente y con quien tuvo amistad, tuvo también una fuerte influencia en éste. Teniendo en consideraciones algunas oleos de Orozco en los que representa construcciones cúbicas, sólidas y edificadas en un paisaje árido y claramente mexicano, donde Barragán encontró una fuente de inspiración para sus obras72. “Quiero que observen esta litografía de Orozco. Él pintó las sombras donde va la luz y la luz donde van las sombras, esto es algo que va más allá de lo que nosotros vemos, es algo mágico. Por eso el pintor nos lo describe, porque el puede ir más allá de las limitaciones físicas y enseñarnos lo que nosotros no podemos ver. Hay una gran lección de arquitectura que debemos aprender de ello”73 (fig. 4).

Durante la segunda etapa de su obra (1936), cuando Luis Barragán se traslada a la Ciudad de México, manifiesta claramente la influencia de Le Corbusier; realiza alrededor de veinticinco complejos residenciales, todos de inspiración lecorbusieriana y de carácter netamente comercial (fig. 5). Son casas o edificios de apartamentos que construye para la venta o la renta comisionados por su clientela de Guadalajara. En esta fase conocida como racionalista aparecen en su obra grandes ventanales horizontales, ventanas en ángulo, materiales modernos y elementos arquitectónicos característicos como il toit terrassa; con una sobriedad singular y economía de medios. También aparece ya en la distribución de los ambientes internos esta influencia, que tiende a un mayor nivel de eficacia y que anuncia la “máquina para vivir”, siguiendo criterios eminentemente citadinos, con espacios ordenados y en justa relación entre ellos74. Pero el funcionalismo racionalista y la construcción de vanguardia no le satisfacen ni en el campo creativo ni en el económico por lo que decide abandonar el ejercicio de la profesión para dedicarse a la actividad inmobiliaria diciendo: “A la hora que el agrarismo liquidó los trabajos me vine a trabajar en México en 1936. Entonces ya francamente a ejercer la profesión que la ejercí como arquitecto postulante consiguiendo trabajo en casas, en algunos edificios, nunca en cosa grande, hasta en 1940, en donde me percaté que se ganaba más en especulación en terrenos que uno le ayudaba a los clientes a encontrarlos o se los pasaba al costo, que cobrar honorarios profesionales, y me desmoralicé enormemente de la clientela porque usaba los proyectos sin pagar honorarios, porque lo trataban a uno con un tono paternal, o que lo protegían con darle trabajo, una serie de deficiencias y mezquindades humillantes, Michoacán”. Estas palabras de Luis Barragán son tomadas de una Conversación con Luis Barragán que se llevó a cabo en noviembre de 1962. Archivo II, 2-3. Propiedad de la Fundación Tapatía de Arquitectura Luis Barragán, AC. Es una conversación tenida con Alejandro Ramírez Ugarte y se publica 13 años más tarde (1975) en el libro intitulado: Ensayos y apuntes para un bosquejo crítico. Esta información dada en esta conversación la tomo del texto de la Arq. María Emilia Orendain titulado: En busca de Luis Barragán. El recorrido de la simplicidad. En delante al referirme a esta conversación sólo citaré “Conversación con Luis Barragán”. 72 Cfr. NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione… cit., 6. 73 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13. 74 Cfr. NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione... cit., 6.

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casi siempre. Esta situación ha cambiado ya ahora. Ahora el arquitecto es un poco más respetado, no mucho, pero ya es distinto. Entonces, conclusión: ganar un poco, servir mucho, tener ratos desagradables con los clientes. Renuncié a la profesión en 1940. Me dediqué a especular con bienes raíces; dentro de esa especulación entró parte de construir en ellos para vender. Entonces rodaron los años de cuarenta a cuarenta y cinco en ese tipo de especulación sin haber hecho algunos edificios o algunas residencias, digamos, ni en volumen ni en libertad para algo que valiera la pena mencionarse” (Conversación con Luis Barragán).

En esta conversación vemos parte del itinerario de Luis Barragán. El entusiasmo de los primeros años de vida profesional da paso a la desilusión de la arquitectura, o mejor dicho encontramos un momento de crisis, necesario en la vida de todo artista. Este período en que se adentra al movimiento racionalista y funcional de la época le cansa, incluso reflejado en la clientela “mezquina”. Cuando se trata de un arquitecto de la talla de Barragán, uno tiende a imaginar que los períodos difíciles quedan mágicamente resueltos ya por la suerte ya por el talento75. Esto no es real, en el caso de Barragán ni en el caso de cualquier ser humano. Barragán tuvo sus comienzos difíciles que, podemos decir necesarios, ayudaron a este poeta a llegar a su fase madura. En la etapa de madurez de Barragán, que coincide con la construcción de su casa en Tacubaya, contemplamos la obra de un poeta que pone en «tensión el orden geométrico y los límites de la memoria»76. «El arte es recuerdo: recuerdo puesto en escena»; el pasado y su relación con la memoria a través del recuerdo, tienen un rol fundamental en numerosos actos creativos que constituyen frecuentemente el punto de partida en la creación de la obra artística77. Jesús Reyes Ferreira, pintor mexicano autodidacta influyó también a tal grado en la obra de Barragán que una de las características esenciales del arquitecto de las emociones es el color; la alegría del color que recuerda la tradición popular mexicana y que Barragán supo adaptar extraordinariamente en cada una de sus construcciones. De hecho para Luis Barragán la alegría es otro que no debe faltar en la creación de los espacios arquitectónicos y al respecto nos dirá (fig. 6). “¡Cómo olvidarla! Pienso que una obra alcanza la perfección cuando no excluye la emoción de la alegría silenciosa y serena para ser disfrutada en soledad”78.

El genio de Barragán fue precisamente la apertura, intuía que así como la belleza es un misterio, el hombre mismo lo es. Esta disposición de ánimo para descubrir la belleza en sus múltiples manifestaciones lo llevó decir que lo importante no se fundaba en las formas sino en lo que las nutría. El arte de Barragán es la propuesta de una “arquitectura moderna pero no modernista”.

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Cfr. ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit. 24. Ibid., cit. IX. Cfr. NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione... cit., 6. BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12.

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2.3. Concepción del espacio arquitectónico en Luis Barragán La espiritualidad franciscana le había preparado para descubrir la sencillez y la belleza presentada en los espacios naturales propuestos por Ferdinand Bac, el extraordinario jardín de los mirtos en la Alhambra, sur de la España, así como la zona volcánica del Pedregal en la ciudad México79. El jardín adquirió para Barragán un espacio sacro dentro de los lugares humanizados por el hombre, ya en la zona urbana, ya en la casa. Al respecto el mismo Barragán afirma en su discurso al recibir el premio Pritzker: “En el jardín el arquitecto invita a colaborar con el reino vegetal. Un jardín bello es presencia permanente de la naturaleza pero la naturaleza reducida a proporción humana y puesta al servicio del hombre, y es el más eficaz refugio contra la agresividad del mundo contemporáneo”80.

Barragán intuye a través del jardín la necesidad de retornar al origen, como pretendiendo recuperar el paraíso perdido81. Para el jardín y para el hombre es necesaria el agua, símbolo de la vida82; encontramos aquí otro elemento fundamental en los espacios creados por este arquitecto mexicano. La fuente, que simboliza el manantial, es ya creación humana, portadora de silencio, de reposo, de vida y al respecto el mismo Barragán afirmará: “Una fuente nos trae paz, alegría y apacible sensualidad, alcanza la perfección de su razón de ser cuando por el hechizo de su embrujo, nos transporta, por decirlo así, fuera de este mundo”83 (Fig. 7).

En la concepción del espacio limitado por el hombre para retirarse en la intimidad, en ese pequeño rincón que erige para recogerse de los peligros del exterior, Luis Barragán nos ofrece un lugar sacro donde el silencio envuelve el entorno, silencio necesario para que el 79 El Pedregal es una zona le lava volcánica donde Luis Barragán encontró un espacio excepcional para entablar un diálogo con la naturaleza. Allí planeó el fraccionamiento Jardines del Pedregal y, al respecto de la zona nos dirá: “En una vasta extensión de lava al sur de la ciudad de México me propuse, arrobado por la belleza de ese antiguo paisaje volcánico, realizar algunos jardines que humanizaran, sin destruir tan maravilloso espectáculo. Paseando entre las grietas de lava protegido por la sobra de imponentes murallas de roca viva, repentinamente descubrí, ¡O sorpresa encantadora!, pequeños secretos, valles verdes, rodeados y limitados por las más caprichosas, hermosas y fantásticas formaciones de piedra que había esculpido en la roca derretida el soplo de vendavales prehistóricos”, ver Barragán, “Composición de recintos… cit., 13. 80 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13. 81 En palabras del famoso arquitecto Louis Kahn al referirse a la sensibilidad del jardín que poseía Barragán dirá: “En México he conocido a un arquitecto: Luis Barragán…He descubierto que es un hombre verdaderamente notable…Sus jardines están provistos sólo de una pequeña fuente de agua y, a pesar de eso, son así inmensos que todas las composiciones paisajistas del mundo no podrán nunca rivalizar con él”, ver AA.VV, Barragán, Opera completa… cit., 33. 82 “No había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara la tierra. Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo”. (Gn 2, 5-6) 83 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 13.

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hombre entre en su interior y se descubra a sí mismo para luego enfrentar los retos que se presentan en el exterior y que lo confrontan día a día y dirá: “En mis jardines, en mis casas siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y en mis fuentes canta el silencio”84. “Además de ser espacial, la arquitectura es música que se toca con el agua. La importancia de los muros es que aíslan el espacio de la calle, que es agresiva, inclusive hostil. Los muros crean silencio. A partir de ese silencio empezamos a hacer música con el agua. Después la música nos envuelve”85.

El silencio creador dentro de la vida el hombre en fundamental, ya en el encuentro consigo mismo, ya en el encuentro con el otro o bien con el universo entero, con Dios. Las casas desprovistas de este sacro silencio hacen que el hombre pierda el rumbo de su vida, de su destino ¿Cómo pretender ver más allá del horizonte que se presenta delante si el hombre no está en posibilidad de callar y dejar hablar al misterio mismo de la vida?, ¿cómo querer encontrar respuestas a las preguntas fundamentales que acompañan al hombre si éste no calla, no escucha, no mira…? Haciendo una crítica al ritmo de vida que se refleja en las casas del hombre contemporáneo, Barragán dirá: “Mi chiedo qual è il momento del giorno in cui l’uomo moderno che conduce un’esistenza di questo tipo può meditare e permettere che la sua immaginazione dia libero sfogo a idee creatrici e spirituali. Mi chiedo pure se questo stile di vita permetta di trovare la pace e la serenità di cui tutti gli uomini hanno un gran bisogno, soprattutto nell’epoca in cui viviamo”86.

Barragán cuestiona los excesos a los que el hombre se ve sometido y que lo han convertido en un ser público, ya privado de intimidad; para ello propone específicamente el jardín como aliado en la búsqueda del silencio, un jardín que le haga evocar la belleza de la creación, que le permita añorar el paraíso perdido; la unión con la Creación toda a través de la naturaleza. Pero hace un llamado a distinguir entre un jardín público y uno privado y nos dice: “L’uomo moderno vive in publico, e per questa ragione, crea giardini aperti che non possono essere dotati del fascino e dei vantaggi dei giardini privati… È importante sottolineare il fatto che il giardino, in particular modo a certe latitudini ed in determinati luoghi del mondo, può fungere da living room in tutto l’arco dell’anno per accomodarvisi, mangiare, o quale luogo di riunione degli abitanti di una casa. Vorrei potervi trasmettere chiaramente il riposo psichico e spirituale di cui possiamo godere grazie all’abitudine di trascorrere alcune ore del giorno in un giardino. Proviamo la sensazione di trovarci in un territorio privato ed intimo, in un focolare, tradizionale. 84 Ibid., 12. 85 M. SCHJETNAN, “Recintos a la intemperie. Conversación de formas, entrevista a Luis Barragán”, en Artes de México 23 (1999) 12. 86 AA.VV., Barragán, Opera completa… cit., 32.

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Questo tipo di giardino fa sì che l’uomo si serva habitualmente della bellezza, che la bellezza diventi il nostro pane cuotidiano... ”87.

Ahora bien, la belleza del jardín no radica en su magnitud, se encuentra en su equilibrio y en su espontaneidad, es vida, es movimiento, armonía (fig. 8). La contemplación del jardín nos permite estar delante del transcurrir del tiempo en el cual está inmerso el mismo hombre, la creación nace, se desarrolla, muere; muere para continuar dando vida. Con la evocación del ciclo anual esta realidad se ve claramente representada en la vegetación con su ciclo de vida. Da la posibilidad al ser humano de no perder de vista su realidad en el trozo de historia que le toca vivir a cada generación. Simboliza el mismo misterio de la vida y que Barragán buscará incansablemente para preñar su obra diciendo: “È mio desiderio che queste parole relative ai giardini privati e pubblici possano condurci alla conclusione che, senza far sparire la necesaria ed indispensabile vita pubblica, l’uomo dei nostri giorni necesita, per piacere o piuttosto per bisogno, nelle sue attività sociali, di questo tesoro che gli possiamo offrire in cambio: una vita privata e un giardino privato. Un giardino di questo tipo favorisce enormemente lo sviluppo della personalità e l’eliminazione delle mentalità standardizzate”88.

Pero no sólo a través del jardín Barragán encuentra un elemento donde recurrir al silencio, busca además en el muro un aliado fiel que lo refugia en la intimidad, en silencio sacro. Para Barragán el silencio ocupa el espacio que separa el mundo del miedo que éste suscita89 (fig. 9). El silencio se logra a través de una experiencia de intimidad. Barragán en una de las pocas entrevistas que concedió (noviembre de 1962) critica la cultura de su tiempo por su acelerado ritmo de vida y su falta de serenidad; cultura que es caracterizada por el vertiginoso y desmedido caos carente de silencio y dice: “Ya la vida interior se ha perdido, se ha perdido por la gran ciudad. La gran urbe que obliga a la gente a vivir fuera de su casa. En primer lugar la obliga más a trabajar… las muchachas trabajan… necesitan estar en sus coches o usando medios de transporte, viven ya mucho fuera. Entonces yo creo que el origen de esa arquitectura abierta es que vivimos en público actualmente, inclusive los fines de semana ya no se pasan en casa, ya hay la costumbre de hacer el weekend y el weekend no se hace solo, se hace con un grupo de gente: es decir, hay algo de publicidad. No publicidad para exhibirse sino que ya no es la vida íntima, la vida interior, sino que es vida en hoteles y lugares de recreo o en una serie ininterrumpida de fiestas… la vida nuestra es pública, se vive en clubes, se come fuera de casa muchísimo por las mismas necesidades que hay ahora. Entonces se 87 Ibid. 88 Ibid., 33 89 “Al silencio inviolado de la naturaleza, Barragán lo sustituye por lo revelador de su arquitectura; «los muros crean silencio» afirma, porque aíslan el espacio que acoge los recuerdos y predisponen los lugares a la espera. Separando, ellos violan el más profundo y profundo silencio de la naturaleza”, Cfr. MARTÍNEZ, Luis Barragán… cit., 11-12.

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forma el círculo vicioso de las casas no acogedoras y de la gente que no puede ser acogedora en la vida actual íntima; entonces también las casas repelen a la gente y tienen que salirse porque no puede ser acogedora una casa que es todo cristal, todo cortinones, y la gente comienza a vivir unos con otros, se buscan es una vida de publicidad falsa completamente; porque las relaciones humanas cada día son más falsas, menos sinceras, pero hay un formulismo y un sistema social que aparenta que todo está bien”90 (Conversación con Luis Barragán).

O bien, diremos con José María Buendía «La vida en esas construcciones de escaparate, más que un acto de recato interior, agravian a sus usuarios, aprisionados en espacios deshumanizantes, realizados todavía en nombre del sacrosanto funcionalismo…»91. Frente a esta realidad Barragán busca recuperar la intimidad que la cultura del tiempo actual ha perdido. La vida pública tendría que restablecer el equilibrio del origen, el equilibrio del centro doméstico, lugar de encuentro y de intimidad; en respuesta a la experiencia elemental del ser humano en la tensión de ser individuo-comunidad, cuerpoespíritu92. La propuesta de Barragán es una casa anónima93, que no atrae la mirada pública. Pretende, por otro lado hacer de la casa una fortaleza, un punto de ruptura con el exterior, y lo hace, precisamente, con el camuflaje de lo indiferente94. Este lenguaje de Luis Barragán alcanzó reconocimiento sólo a finales de su última etapa (1976) cuando fue invitado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York a presentar parte de su propuesta. Luego de este evento le fue otorgado el premio Pritzker (equivalente al premio novel) del cual el mismo Jay A. Pritzker declaró que Barragán se había dedicado a la arquitectura «as a sublime act of poetic imagination»95. La contribución más destacada y la cual fue reconocida en estos dos momentos importantes para la difusión de la obra de Barragán fue no una teoría de la arquitectura, ni la cualidad formal sino, su particular evolución como arquitecto, el lenguaje arquitectónico que supo aplicar en sus espacios de una manera personal y única. «Mi obra es autobiográfica» afirmará él mismo Barragán. 90 Cfr. ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., XVII. 91 AA.VV., Luis Barragán, Editorial RM, México 2001, 18. 92 “Los hombres modernos vivimos aislados y necesitamos reconstruir nuestra comunidad, rehacer los lazos que nos unen a nuestros semejantes; al mismo tiempo, debemos recobrar el viejo arte de saber quedarnos solos, el arte del recogimiento”, ver O. PAZ, “Recintos de Convivencia. Los usos de la Tradición”, in Artes de México 23 (1999) 17. 93 A este respecto el fotógrafo René Burn captando con el lente casas alrededor del mundo (India, Italia, Francia, Dinamarca, Suecia…) para Daily Telegraph Magazine nos relata su experiencia en la casa de Tacubaya propiedad de Luis Barragán: “…I photographed all these houses, amazed by so much imagination, but equally shocked by all the drama between architects and their clients. One day, Anestey called to tell me his writer had found another house in Mexico, “Barragán”, he said. When the taxi drove up and down calle General Francisco Ramirez, I was sure I was in a wrong place –all the doors along the street looked the samethen I discovered a small name-card at number 14: “Luis Barragán, arquitecto”. Our encounter was magical, and so were his house and garden, reminding me of h g wells’s description of an enchanted garden in short story the door in the wall … despite the awesome contradictions of Mexico, I have never had such a rare sensation of pace and tranquility”, ver R. BURN, Luis Barragán, Phaidon, London 2000, 15. 94 Cfr. ORENDAIN, En busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., XVII. 95 BARRAGÁN, “Discurso de recepción… cit.

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La producción de este arquitecto es el resultado de un proceso de maduración, de experiencias vividas, de búsquedas constantes de respuestas a preguntas fundamentales. Para poder entender su etapa de maduración es necesario ver donde nace el recorrido. Este proceso atravesó por la arquitectura popular en su primera etapa pasando por el racionalismo que lo caracterizó en su segunda etapa y cuya influencia fundamental fue la obra de Le Corbusier para finalmente elaborar una síntesis o mejor dicho una conclusión poética del espacio arquitectónico. Luis Barragán, legó a la humanidad una producción de gran valor artístico y poético que rasga la verdad del hombre en su integridad. Su obra cumple no solamente con los requerimientos de la necesidad funcional-práctica lograda en sus construcciones sino en el alcanzar de forma poética la narración, a través del mito escrito en piedra y madera, la realidad del ser humano. Es una invitación a seguir en búsqueda del origen y del fin de las cosas; es una búsqueda constante del sentido de la vida, una invitación a pensar en la importancia de la morada que acoge al hombre, de ahí que toma su propia postura ante los tiempos que vivió convencido de que alienaban al hombre y lo fragmentaban96. La historia, su propia historia le mueven hacia ésta búsqueda, interés que Barragán nutre por la arquitectura de su región, de su tierra, a la cual lo ligan recuerdos de infancia, las raíces de familia, las experiencias que dan forma a su aristocrática sensibilidad97. El lenguaje que habla directamente de la “historia” del hombre e indirectamente de su “prehistoria” y “posthistoria” es un lenguaje simbólico y mítico98. Con este lenguaje son capaces de hablar solamente los poetas. Barragán recurría al recuerdo pero no sólo al recuerdo histórico, iba al “Inicio” y se dirigía al “Fin”, iba en búsqueda de esencias99. Para el hombre es necesario vivir poéticamente pensando poéticamente y, pensando poéticamente viva poéticamente, de otra forma se perderá a sí mismo100. La tradición; los

96 “En su itinerario hacia una arquitectura racionalista, muchos contemporáneos de Barragán renunciaron al significado y sustituyeron la idea por la fórmula, la introducción por la cita, la simulación por la claridad. Alejado de las vanguardias superficiales de su tiempo, la arquitectura de Barragán se halla impregnada de una razón que siente. Su inteligencia se pasea incesantemente, con un hambre de realidad, en perpetua búsqueda de esencias”, ver AA.VV., Luis Barragán. La luz y la línea, Museo Regional de Guadalajara, Guadalajara 1996, 5. 97 Cfr MARTÍNEZ, Luis Barragán… cit., 7. 98 “El pasado y su relación con la memoria tienen un rol fundamental en numerosos actos creativos, constituyendo frecuentemente el punto de partida. Afirma Marcel Proust: «La grandeza del verdadero arte está en el encontrar, en el retomar, en conocer aquella realidad de la cual vivimos en la distancia». La memoria ocupa en efecto, un puesto privilegiado en la esfera creativa de un individuo, porque es una función psíquica que manda al propio pasado al estado de conciencia. Los recuerdos se configuran como expresión concreta de la existencia personal y la conciencia que de ella deriva influye sobre las actividades de cada artista”, ver NOELLE, Luis Barragán. Dilatazione... cit., 5. 99 Para Luis Barragán, como católico practicante que era, la religión es fuente de inspiración y de belleza y nos dirá al respecto: “¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico?” Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12. 100 “La experiencia del mito está ligada a lo sagrado, ya que pone al hombre religioso en relación con el mundo sobrenatural. Debemos reconocer que el mito tiene un sentido arquetípico; es decir, tiene sentido en la medida que da, a la vez, sentido a nuestra existencia misma. El mito de Barragán se complementa con su inclinación hacia el rito, la magia que para él representa esta forma de lo sagrado. Barragán es un homo religiosus, sólo mediante el mito puesto como arquetipo debe reproducirse la vida. ¿No es éste uno de los

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orígenes del hombre mismo; los elementos naturales como la luz, el agua, el jardín…; la necesidad del hombre de silencio, soledad, relación consigo mismo, con el otro, con la naturaleza y con Dios llevaron a Barragán a concebir el espacio físico como lugar privilegiado para la intimidad y el encuentro. La arquitectura de Luis Barragán es una constante búsqueda de encuentro, sus obras están en espera de la belleza de la naturaleza, del placer causado por las formas puras sugeridas por el arte de los números y del dominio ejercitado por la mesura, del rumor del silencio101 (fig. 10). La casa es el sancta sanctorum del hombre que le acompaña en este itinerario hacia la búsqueda de las preguntas más fundamentales a través de la intimidad, es el templo sacro que le acoge y le protege de las “tempestades del cielo” y de las “tempestades de la vida”, en su unidad dual de cuerpo y espíritu. 2.4. Aportes a la Arquitectura en la obra de Barragán Es inútil y frustrante seguir las formas de Barragán a la letra; conocer las esencias y los principios que le motivaron será lo que verdaderamente revista importancia y trascendencia para crear un espacio que dignifique al ser humano, independientemente de las formas o las culturas102. Cuando una forma no es consecuencia de los contenidos que la determinan la casa es reflejo de una privación de significado que sólo responde a las exigencias vacías, superficiales o funcionalistas103. La obra de Barragán de frente a la imposición de una arquitectura funcionalista se vuelve irreverente, como irreverente el hombre que no sigue las modas por perseguir sus ideales nobles de trascendencia que le dignifican y le permiten conformarse a su naturaleza. A veces, perseguido por un grupo de estudiantes, les dice «No me pregunten de ésta o aquella obra, no busquen lo que hago, vean lo que veo»104. significados de la poética del espacio de Barragán, mantener el mundo de lo sagrado?”, ver ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., 13. 101 “En este continuo interrogar sobre el auténtico verdadero ser de las cosas, Barragán imprime a sus obras lo que Yves Bonnefoy llama «la experiencia del lugar», entendiendo éste como «un punto del espacio en el que se centra nuestra atención, y por el que ésta se ve retenida». Sitio en el que la «epifanía del signo» o «la experiencia interior, madurada por el individuo y vivida en la soledad» le imprimen un carácter de realidad más intensa, más eminente que la de otros lugares. Sitio elegido por voluntario designo sobre el resto del territorio «para toda la vida, para la felicidad, para la conciencia de uno mismo»”, ver AA.VV., Luis Barragán. La luz… cit., 10. 102 “Refugios para una vida espiritual electa, manifiestos a favor del particularismo cultural, declaraciones de cauta adecuación a las transformaciones políticas del tiempo, prudentes aperturas a los ideales de progreso y de una modernización sin sorpresas, las construcciones de los años veinte contraponen la ritualidad de la existencia doméstica, la intimidad religiosa del habitar al pecaminoso desarraigo de la ciudad a la indiferencia de la época contemporánea… es en el silencio de los jardines y de las estancias de las casas de Barragán donde ofrece a sus contemporáneos la ocasión de redimirse de los pecados y de las culpas que es inevitable cometer en el momento en que se abandona a las seducciones del mundo modelado por la masa”, ver MARTÍNEZ, Luis Barragán… cit., 12-13. 103 De aquí que la casa para Barragán es un espacio que alberga al hombre integral y nos dirá al referirse a su propia casa, obra maestra de la arquitectura contemporánea: “Mi casa es mi refugio, una pieza emocional de arquitectura, no una pieza fría de conveniencia. Una composición emocional de mi arquitectura y no una obra utilitaria e insensible”. Ver AA.VV., Luis Barragán. Temas... cit., 187. 104 AA.VV., Barragán, Opera completa… cit., 21.

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El legado fundamental de Barragán a la arquitectura está no en la cuestión formal de su obra sino en la sensibilidad de enriquecer lo propio con la tradición y lo actual, pretende conciliar la verdad y la libertad. Su obra muestra como lo refiere Octavio Paz, el arte de ser moderno pero no “modernista” universal precisamente por el uso inteligente de nuestra tradición popular105. La casa popular para Barragán fue una gran lección de sabiduría, de belleza, de sensibilidad106. El contacto con la tradición de su tierra mestiza y campesina de la provincia mexicana107; su experiencia por Marruecos108 y la impresión que le dejó la armonía totalmente integradora de la naturaleza y la cultura de los pueblos norte del Sahara son muestra clara que para vivir dignamente y tener una morada a la altura de quien la mora no se necesita de poder ni de riqueza económica, basta la contemplación de la naturaleza y el conocimiento de lo que es el hombre en su totalidad, misterio nunca decible pero ligado en armonía a la creación toda. La obra propuesta por Luis Barragán hace una convocatoria al orden109; un orden que él supo proponer en los espacios que nos heredó expresados a través del muro, del jardín; en cada casa que construyó. La evocación de la belleza y la sencillez lograda en espacios habitados a la altura del hombre expresada en el símbolo y narrada a través del mito y la poética del espacio. Para Barragán el hombre no es sólo corporeidad o racionalidad es además misterio, de ahí que la arquitectura que creó haga una convocatoria al ser integral para entablar diálogos de intimidad que le ayuden al hombre a vivir mejor y con dignidad.

105 O. PAZ, México en la obra de Octavio Paz III, Los privilegios de la vista, Fondo de Cultura Económica, México 1987, 397. 106 “La auténtica interpretación de la obra de Barragán deriva de la reconstrucción de su personal proceso creativo; él mismo subrayó que para crear, se debe descubrir, observar y actualizar todo eso viene considerado estimable… la arquitectura no tiene necesidad de grandes gestos para ser de cualidad. Por medio de su obra se puede reconocer la fe en el oficio, más allá de la disponibilidad de tecnológica o de los medios; viene confirmada la seguridad que la arquitectura no tiene necesidad de seguir la moda para ser importante y apreciada; y si tiene la certeza que la premura, la simplicidad y la humildad en el gestionar medios y materiales son algunas de las auténticas posibilidades para desarrollar una arquitectura con la cual se pueda identificar una sociedad”, ver AA.VV., Barragán, Opera completa… cit., 19. 107 Fue a tal grado la influencia del paisaje mexicano y su cultura que Barragán afirma: “Han sido para mi motivo de permanente inspiración las lecciones que encierra la arquitectura popular de la provincia mexicana: sus paredes blanqueadas con cal; la tranquilidad de sus patios y huertas; el colorido de sus calles y el humilde señorío de sus plazas rodeadas de sombreados portales. Y como existe un profundo vínculo entre esas enseñanzas y las de los pueblos del norte de África y de Marruecos, también éstos han marcado con su sello mis trabajos”. Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12. 108 La obra de Barragán recoge no sólo la tradición de su pueblo mexicano, va más allá de un tradicionalismo y trata de recoger las esencias que encierra el arte en sí mismo y de ello da testimonio al decir: “Un viaje que hice al África ha sido el viaje que más me ha impresionado en mi vida, donde vi las construcciones que se llaman ‘casbahs’ en el norte del desierto del Sahara, sur de Marruecos, es lo que encontré plásticamente más ligado al paisaje, más ligado a la gente que lo vive, a su ropa, al ambiente de la atmósfera, inclusive más ligado a sus propias danzas, a su familia, es decir, encontré ahí la integración perfecta de su religión con todo el ambiente en que viven y las cosas físicas que tocan.” (Conversación con Luis Barragán) 109 Barragán “maneja la forma y el volumen con rigor, pureza y racionalidad, creando una sincronía entre los espacios para activar los sentidos y armonizando los ambientes. Desarrollando para el hombre sitios sobrios de gran misticismo y silencio”. Ver AA.VV., Luis Barragán. Temas… cit., 191.

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III. EL MITO Y EL SÍMBOLO COMO ELEMENTOS PEDAGÓGICOS EN LA CASA “En el arte de todos los tiempos y de todos los pueblos impera la lógica irracional del mito”. Edmundo O’Gorman

El término mito tiene dos acepciones en el mundo griego: palabra y narración. A la primera corresponden la palabra, la palabra pública, la conversación, el objeto de la conversación, el pensamiento, pensamiento expreso, mensaje; a la segunda pertenece la narración, ficción opuesta a la realidad, fábula, trama de una comedia o de una tragedia. En sus orígenes, en el dialecto ionico de Homero, el término mitos tenía un significado equivalente a la palabra logos. Con el correr del tiempo estos dos términos “mythos” y “logos” tomaron caminos diversos logos pasó a ser expresión de la verdad mientras que mythos representó otra cosa diversa de lo verdadero, fantasía110. En la primera acepción entendemos nosotros el mito, como una narración de algo verdadero, del logos, pero que no agota la verdad que expresa por ser inexplicable del todo. La narración del mito a través del símbolo111 tiene como objetivo fundamental el comunicar una verdad; esta comunicación debe ser adecuada para ello, es necesaria la honesta búsqueda de respuestas a preguntas fundamentales por parte del narrador o el artista. El narrador de mitos necesita una mirada nítida que le lleve a ver más allá de las apariencias, de lo que sus sentidos corporales pueden captar. Le es necesario tener como horizonte una prehistoria y una posthistoria, de ahí que la tradición será además un elemento esencial para obtener dicho fin; el artista, el poeta pretende hacer visible lo invisible, busca representar esta verdad a través de un eikon que sea lo más fiel a sus experiencias más trascendentales por ello la exactitud al momento de representar la obra, cuya esencia exige una forma material, también es un elemento de altísima importancia. En este capítulo analizaremos los elementos antes mencionados para poder narrar en la casa la verdad sobre el hombre a través del símbolo convirtiéndolo en una poética del espacio.

3.1. La comunicación

110 Cfr.J. RIES, Il Mito, trad. it. G. MONGINI, Jaca Book, Milano 2005, 21-22. 111 “Σύµβολον da, συµ-βάλλω «metto assieme», era un segno di riconoscimento costituito dalle due metà accostate di un oggetto spezzato”. Ver AA.VV., Enciclopedia filosofica, Istituto per la colaborazione culturale, Venezia-Roma1957, 626.

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«La biografía del hombre es en el fondo una biografía de la palabra»112. Cuando hablamos de biografía hablamos necesariamente de movimiento, de expresión dados en el tiempo y en el espacio; hablamos de la historia donde esta realidad le pertenece sólo al hombre. El hombre en efecto, biografía, se mueve y es capaz de hacerse pasar a sí mismo de la potencia al acto, es un ser vivo que se auto-determina. La palabra es una potente capacidad que éste posee para desarrollar-se, actualizar-se, expresar-se. Con la palabra, que es presencia, el homo loquens puede llegar a des-cubrir-se. «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gn 2,23). En la lucha por desentrañar-se se precisa re-descubrir estas palabras del libro del Génesis que reafirman la individualidad y la imperante necesidad de relación ya que «El hombre por su propia naturaleza, es un ser social y sin las relaciones con los demás ni puede vivir, ni puede desarrollar sus capacidades…»113. El hombre es necesariamente un ser de encuentro, de experiencia114. El mundo en que vive, las personas y los seres con los que convive, tienen una resonancia en su interior que provoca un movimiento, dicho movimiento necesita ser expresado y, éste lo exterioriza y objetiva a través de la palabra. Mediante la palabra el hombre se aproxima al sentido de las cosas, les da un nombre, las humaniza, las comunica115. Con la palabra, el hombre se instala en sí mismo y de alguna manera toma auto-posesión. Hablando, el hombre se aventura en su mundo interior que es confuso, impreciso, múltiple, hecho de enigmas e incertidumbres; hablando prosigue en su “auto- comprensión” siempre necesitada de una búsqueda ulterior. En esto radica el misterio de ser hombre, jamás totalmente agotable ni decible; es un ser en constante viaje por este mundo, es misterio. La palabra permite al hombre insertarse en el mundo de las relaciones humanas, hace posible la comunicación con el otro, con el cosmos y con Dios. Pero incluso en este ámbito la palabra humana expresa no una física sino una metafísica de las relaciones. Es el ser mismo quien se expresa. Pero para que esta expresión se lleve a cabo a través de la palabra es necesario también el silencio, elemento fundamental en el proceso de comunicación. El silencio constituye el horizonte delante del cual se cumple cada discurso. De tal forma que la comunicación se efectúa a través de palabras y silencios así como de un emisor y un receptor. Sin estos elementos esenciales la comunicación adecuada se ve interrumpida por ruidos que fragmentan el encuentro. Como ya hemos mencionado anteriormente para la arquitectura de Barragán el silencio es uno de los elementos principales que la

112 V. MANUCCI, La Biblia como palabra de Dios. Introducción general a la Sagrada Escritura, trad. esp. J. JÁUREGNI, Desclée De Brouwer, Bilbao 19989,15. 113 GS 12. 114 “En todos los tiempos y en todas las latitudes emerge en el yo una apertura originaria, una invitación a salir de sí, que lo empuja (el verbo latino di-ferre indica tal dinamismo) hacia el tú. Se trata de un carácter inscrito de modo indeleble en la naturaleza de todos los seres humanos”, ver A. SCOLA, La cuestión decisiva del amor: hombre-mujer, trad. esp. V.A. MARTÍNEZ, Encuentro, Madrid 2003,15. 115 Cfr. Gn 2, 19.

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permean, ya que sin ella el hombre no puede ni escuchar ni estar en disposición de elaborar su propio discurso. Ahora bien, como hemos mencionado en un capítulo precedente, para dominar el entorno le es necesario aproximarse a él y al mismo tiempo retirarse para reflexionarlo y luego pretender “dominarlo”; en esta dinámica de escucha y de expresión se da el acto de comunicación que en nuestro caso lo vemos representado en la casa como espacio de encuentro, de diálogo sereno y armónico que sabe escuchar e intervenir con su discurso a través del símbolo. Así, por tanto, la casa se vuelve expresión del espíritu de la palabra representada a través de la imagen, del símbolo que en momentos calla y por otros habla al interlocutor que lo habita116. La palabra encuentra en la casa una forma simbólica para ser expresada, narrada. Luces, sombras, vacíos, llenos; espacios de intimidad, de relación dan a la palabra una nueva forma de expresión representada en el símbolo, en el muro. La casa pensada de esta forma se convierte en perfecto aliado en la búsqueda del sentido de la vida, de encuentro. Encuentro en la intimidad de una comunicación permanente que habla del hombre en su totalidad. Acoge las necesidades básicas práctico-funcionales y más aún le acoge y le acompaña con su aparente mutismo en la incesante necesidad de encontrar respuestas a sus preguntas fundamentales. La palabra que el hombre concibe y expresa encuentra cabida para ser expresada a través de la piedra, la madera, el metal… y que dirigidas a un otro dejan su biografía cargada de logros y fracasos. Es herencia que el hombre lega a las generaciones para continuar con esperanza la lucha por continuar desentrañando la verdad de las cosas. Pero ¿Cómo pensar la casa como espacio físico que habla, que comunica la verdad del hombre que dirige su palabra de encuentro?, ¿cómo poner en marcha el acto de comunicación entre la casa y quien la habita?, ¿Cómo crear un lenguaje adecuado que comunique? Cuando el hombre, que concibe el espacio físico de la morada, toma conciencia de sí mismo en su integridad y de la realidad que le rodea, arranca el acto de significación. Al verse interpelado por aquello que le inspira a crear una obra, le lleva a querer objetivar. Se lanza a la aventura de comunicar, de pretender iniciar un diálogo a través de su obra. El símbolo es quien actúa durante la creación de la obra y después de la misma, siendo ésta un símbolo que obedece a la imagen de un objeto real o imaginario que evoca, y es evocado por un sentimiento. Así pues, el espíritu y el cuerpo se comunicarán a través de un lenguaje simbólico, del “eikon”. Pero. ¿Cuál será el proceso de comunicación entre el símbolo creado por el artista y el intérprete que se lanzará a descubrirlo? Es el símbolo, el que está a la espera de esa interpretación. Pero ¿cómo se da este proceso de interpretación? El acontecimiento simbólico constituye siempre un encuentro, es una relación entre cierta presencia que sale de la ocultación y cierto testigo que la reconoce (determinando su forma y su figura). Esa

116 “Barragán nos dice con la arquitectura exactamente lo que Emilio Lledó con el lenguaje. Lo propio de todo lenguaje es no sólo situarnos en el mundo, sino decirnos como nos situamos en el mundo”, ver AA.VV., Luis Barragán. Temas... cit., 175.

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presencia (símbolo) y ese testigo (hombre) componen una correlación: una genuina relación presencial que sella de forma manifiesta, dicho encuentro. Quien es tocado por la belleza, como afirma Barragán, es capaz de habitar en la imaginación poética117. Con ella, la poesía, la belleza no pasa desapercibida ante quien tiene una mirada que sabe posarse en tal belleza. Se da una relación íntima entre quien mira y el objeto mirado que representa la belleza misma. Con la ausencia de lo bello el mundo se vuelve inhabitable. El mismo Barragán dirá: «La vida privada de belleza no merece llamarse humana»118. En virtud de esa relación, la presencia adquiere forma o figura, como teofanía, como irradiación luminosa. Dicha relación presencial, constituye, la condición de posibilidad de una genuina comunicación, entre dicha presencia y el testigo. Tal comunicación consuma entonces la manifestación simbólica o corona el proceso de esa consumación, una revelación en forma de imagen, palabras de vida escritas en piedra que cantan a la vida. El hombre por tanto, es un ser que no puede no comunicarse, incluso el silencio habla, el silencio canta como lo afirma el mismo Barragán al hablar de los espacios que conforman la casa: «En mis jardines, en mis casas siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y en mis fuentes canta el silencio». Uno de los grandes obstáculos del hombre contemporáneo es que paradójicamente, en medio de los grandes avances tecnológicos, con los mass media que permiten acercar las relaciones, en tiempo real el hombre perece de vacío, muere “de” y “en” soledad. Cierto es que el hombre no puede no comunicarse pero hacerlo adecuadamente no es cosa sencilla y la sociedad de finales del siglo XX e inicios del XXI dan testimonio de ello. El hombre necesita reconciliarse consigo mismo, con el semejante, con la naturaleza y con Dios y sólo a través de una comunicación adecuada estará en camino de hacerlo, pero para conocer y “dominar” el entorno entero primero hay que aproximarse a él y luego distanciarse para reflexionarlo en el silencio, en la intimidad. La casa es el espacio privilegiado para refugiarse de las amenazas del exterior, del perderse en la vastedad del universo. Luego de este proceso de reflexión en soledad y en el silencio el hombre estará en mejores condiciones para comunicarse y responder adecuadamente a su interlocutor. 3.2. La mirada «Es el ojo el que mira, pero el espíritu quien ve»119. Para Antonio Merino, esta analogía muestra la importancia de una mirada profunda y penetrante que trata de descubrir la esencia misma de las cosas. Llegar al conocimiento de la verdad es imperativo para el hombre que ha tomado conciencia de su naturaleza. Para san Agustín existe una diferencia en el mirar las cosas: «No cambian de aspecto hasta el punto de presentarse a unos y a otros de diversa manera. Lo que pasa es que para unos son mudas y a otros les dirigen la palabra. Mejor dicho dirigen la palabra a todos, 117 “El señor Jay A. Pritzker cuando explicó a la prensa que se me había concedido el premio por considerar que me he dedicado a la arquitectura «como un acto sublime de la imaginación poética». En mí se premia entonces, a todo aquel que ha sido tacado por la belleza”. Ver BARRAGÁN, “Discurso de recepción… cit. 118 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12. 119 J.A. MERINO, Visión franciscana de la vida cotidiana, Paulinas, Madrid 1991, 71.

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pero sólo la comprenden aquellos que confrontan la voz que les llega del exterior con la verdad que está en su interior»120. El acto de ver, con el fin de extraer dicha esencia, es el primer paso para poder penetrar las cosas y poder hablar de ellas. La producción artística que debe contener la casa exige esta dinámica, aclarar lo confuso y poner límites a lo ilimitado. No vasta mirar por encima. Es por ello que la mirada tiene una función muy importante en la vida del hombre. Mateo el evangelista nos habla al respecto: “Lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero está a oscuras. Y si la luz que tienes está a oscuras ¡Qué oscuridad tan grande!” (Mt 6,22).

Las producciones seudo artísticas que pretenden llevar un mensaje sin haber primero surgido de la mirada profunda y penetrante de las cosas, no trascienden porque fragmentan la realidad del hombre. Barragán da un peso fundamental al acto de saber ver y al respecto nos dice que: “Es esencial al arquitecto saber ver… Y a este propósito no está fuera de lugar traer a la memoria unos versos de otro gran y querido amigo el poeta mexicano Carlos Pellicer: «Por la vista el bien y el mal nos llegan. Ojos que nada ven, almas que nada esperan»”121.

La casa familiar debe ser creada para penetrarse, vivirse. Por ello, es necesaria la mirada profunda que conduzca al encuentro entre el símbolo y el observador. Para lograr un acercamiento profundo entre la casa y quien la habita es necesario poner marcha el acto de ver “a través de”. Antes de discurrir sobre cualquier objeto, primero hay que captarlo con los sentidos, pues ¿cómo querer entenderlo si antes no se ve, no se contempla? Las imágenes son captadas por la vista, pero... ¿cómo penetrar el objeto si estoy imposibilitado para entenderlo? La visión del objeto me lanza a quererlo entender, a comunicarme con él, a buscar la razón de su ser, a descifrar su mensaje, esperando una respuesta122. Para descifrar el mundo simbólico que presentará la casa es necesario poseer una visión purificada de todo prejuicio y así lanzarse al encuentro del objeto mirado. Ahora bien, la agudeza de la mirada depende de la intención del que mira, y uno encuentra frecuentemente lo que proyecta123. Será entonces el alma, o la propia interioridad, quien rija y dirija los sentidos exteriores. El hombre ha de ir con disposición clara al encuentro del símbolo representado en la casa para romper esa escisión entre el símbolo y el testigo y así, consumar el encuentro gracias a la contemplación de la mirada profunda. 120 Cfr. SAN AGUSTÍN, Confesiones… cit., 318. 121 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 15. 122 “Cuando la pupila del espíritu está purificada, todo el universo se hace transparente y acogedor, pues el ojo que mira y el mundo mirado encuentran y reviven su armonía y parentesco originarios”, ver MERINO, Visión franciscana… cit., 72. 123 “La mirada sale desde el fondo del sujeto y va a posarse sobre el objeto representado”. Ver Ibid.

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El actor y espectador de la casa necesita mirar y lograr que todo su ser se encuentre bajo un estado de iluminación. La casa como espacio físico debe poner en marcha esta iluminación, esta relación de la mirada y el espacio le conducirán a un clima de experimentación y afectividad. El hombre ha de estar ligado a las necesidades más entrañables de sí mismo y a través de la mirada individual producir un conjunto de sentido que destruye la soledad vacía para unificarla en la comunidad del símbolo. Hay que buscar fundamentalmente, por medio de la imagen, representar la unidad dual irreductible del hombre mismo. Además, la casa debe ofrecer una libertad en el ver. Tal libertad ha de obrar un doble significado: por una parte permitir la percepción individual y su experiencia subjetiva, sin ponerle coartadas a la misma y por otra, reunir en una misma experiencia colectiva, la necesidad de un ritual en el cual el hombre se puede asociar, hablar de su realidad individuo-comunidad. El espacio, representado en la casa, debe reunir uno de los elementos fundamentales de la existencia del hombre: su necesidad de comunicación y su anhelo de eternidad. Así, la casa deberá ser testimonio poético de lo visible, de lo que es posible ver y de lo nunca antes visto. La perspectiva de la casa familiar bajo esta perspectiva aparece con una mirada puesta en la eternidad, materializado espacios de unidad cósmica, donde lo real físico y lo real imaginario se fusionen. Se trata de una belleza metafísica. La casa no ha de recorrer el camino de un racionalismo que ha arrojado al hombre de su propio hogar. La propuesta de la casa pensada como imagen y semejanza del hombre busca las experiencias intuitivas y afectivas con la razón. El camino a trazar por esta construcción pide como observador a un hombre integral, hace una convocatoria al ser. Así, la experiencia de estos espacios no tiene limitantes. Nos lleva a realizar todo un camino intensivo que es profundidad vital. Gracias a estas imágenes creadas con profundidad, no hay mucha distancia entre el hombre y lo que ve, entre la naturaleza de las cosas reales y la naturaleza de las cosas imaginadas. La obras imaginables re-encantan nuestro mundo. Así pues, la mirada será de vital importancia para acercarse a descubrir toda la riqueza expresiva que contenga la narración del hombre, la cual constituirá el vínculo vivo entre el símbolo y el testigo. La comunicación entre el símbolo de la casa y el testigo, no ha de ser apriorístico, sino, por el contrario, es necesario poner las bases de información para romper con la disidencia previa que hay entre ambos a través de la educación y la casa como elemento pedagógico puede ayudar a saber mirar. Ojos que miran, espíritus que ven. 3.3. La tradición El hombre vive a base de recuerdos, trae a la memoria la experiencia del pasado, pasado que marca su presente y lo coloca en una posición de tensión; busca una conciliación entre ambos momentos que lo lanzan al futuro, se ve inmerso en un constante movimiento; experimenta la temporalidad.

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El pasado no puede ser modificado sólo permite ser interpretado y actualizado a través de la memoria. El hombre se ve inmerso en esta realidad que le exige una constante reinterpretación y re-valorización de las acciones y de los acontecimientos ya ocurridos. La historia se teje de instantes que pasan y dejan marcada la vida del hombre, la tradición evoca al pasado actualizado en el presente, diremos con Carlos Fuentes que «Toda nueva creación se nutre de la tradición que la precede. Toda tradición viviente requiere nueva creación que la nutra»124. Para Luis Barragán el recuerdo fue motivo de inspiración, recuerdo de tiempos vividos que dejaron profundamente marcada el alma de este gran arquitecto; fuente de inspiración, sentido de vida. La casa construida de recuerdos nutre y fortalece la experiencia del hombre en su presente. La tradición es fuente de creación, el hombre sin historia y más aún sin prehistoria que lo sostenga está condenado a perecer en el instante fugaz sin sentido y sin bases sólidas que lo lleven a responder adecuadamente a sus cuestiones fundamentales. De ahí que Luis Barragán dirá: “La nostalgia es conciencia del pasado, pero elevada a potencia poética, y como para el artista su personal pasado es la fuente de donde manan sus posibilidades creativas, la nostalgia es el camino para que ese pasado rinda los frutos de que está preñada. El arquitecto no debe, pues desoír el mandato de las revelaciones nostálgicas, porque sólo con ellas es verdaderamente capaz de llenar de belleza el vacío que le queda a toda obra arquitectónica una vez que ha atendido las exigencias utilitarias del programa”125. Sin la prehistoria, el ser humano tiende a perderse en lo inmediato, en la materialidad, en la hipótesis elaborada por la ciencia, se limita al pequeño mundo de la creación sin encontrar derroteros, por ello olvida las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro como lo diría Luis Barragán al sorprenderse que en muchas de las publicaciones de arquitectura estas palabras habían desaparecido126. Este olvido no es sino la consecuencia de la concepción del mundo que vive en la materialidad y la funcionalidad, en la mirada limitada del presente, ya no recuerda su pasado ni construye su futuro. Se ha perdido en un materialismo inmediato, pragmático. Barragán nos dice que este olvido se ve reflejado en las obras que el mismo hombre produce; la casa es testimonio de ello, el arquitecto de las emociones nos invita de nuevo a mirar al pasado con una mirada que sepa traer al presente las esencias. Barragán, a través de su obra, nos habla de la importancia de las esencias, de descubrir lo bello; de esa verdad que pertenece al hombre que es la trascendencia. Hace una invitación a re-descubrir la belleza de la vida y que encuentra en la construcción del espacio habitable un lugar privilegiado para acoger de nuevo a la humanidad extraviada. 124 FUENTES, Luis Barragán, temas… cit., 171. 125 BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 12. 126 Cfr. BARRAGÁN, Ibid.

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Su misma tradición religiosa lo llevó a concebir el espacio como un lugar de trascendencia, de encuentro con Dios127 y, fue precisamente gracias a las enseñanzas de sus antepasados que supo contemplar la belleza de la naturaleza, del hombre y de Dios mismo encontrado en los espacios sacros. Diremos con Octavio Paz que «el arte de Barragán es un ejemplo del uso inteligente de nuestra tradición. Algo semejante han hecho algunos poetas, novelistas y pintores contemporáneos. Nuestros políticos y educadores deberían inspirarse en ellos: nuestra incipiente democracia debe y puede alimentarse de las formas de convivencia y solidaridad vivas todavía en nuestro pueblo. Estas formas son un legado político y moral que debemos actualizar y adaptar a las condiciones de la vida moderna. Para ser modernos de verdad tenemos antes que reconciliarnos con nuestra tradición»128.

3.4. Función pedagógica de la casa La enciclopedia pedagógica define el término educación como la: «Azione che favorisce lo sviluppo fisico, intellettuale e morale della persona umana, verso la piena coscienza di sè e il pieno dominio de sè, e verso la rispondenza alle esigenze della comunicazione e cooperazione sociale, nella partecipazione ai valori»129. Por otro lado, la raíz etimológica de educación indica dos diversos orígenes, ambos del latín educare: la primera deriva de edere (alimentarse) haciendo referencia especialmente en el sentido de “nutrir”, y por ello de criar; mientras la segunda deriva de ex-ducere, subrayando el sentido de “traer fuera” y por tanto de favorecer el desarrollo130. Tomando como referencia esta segunda acepción de la palabra entendemos en este caso la educación como el “traer fuera” la realidad que compone a la persona misma en su unidad irreductible de cuerpo-espíritu, es hacer emerger la verdad que está inscrita en el hombre mismo. Para Luigi Giussani «La vera educazione debe essere un’educazione alla critica»131; entendemos que la educación, por tanto, es sinónimo del proceso de des-velar la verdad del hombre tal cual es, en toda su realidad. Esta verdad sobre el hombre no se construye se des-cubre; sólo una mirada que ve más allá de las apariencias, que atraviesa lo sensible, que sale del corazón mismo del hombre en su realidad cuerpo-espíritu puede des-cubrir esta verdad liberándolo de toda fragmentación que le aliena y le destruye. 127 Con respecto a su religiosidad Barragán dirá: “Católico que soy, he visitado con reverencia y con frecuencia los monumentales conventos que heredamos de la cultura y la religiosidad de nuestros abuelos, los hombres de la Colonia, y nunca ha dejado de conmoverme el sentimiento de bienestar y paz que se apodera de mi espíritu al recorrer aquellos hoy deshabitados claustros, celdas y solitarios patios. Como quisiera que se reconociera en algunas de mis obras La huella de esas experiencias…”. Ver BARRAGÁN, “Composición de recintos… cit., 14. 128 PAZ, “Recintos de convivencia… cit., 17. 129 AA.VV., Enciclopedia pedagogica, Editrice La Scuola, Brescia 1992, vol. III, 4222. 130 Cfr. Ibid. 131 L. GIUSSANI, Il rischio educativo, Rizzoli, Milano 2005, 17.

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En este proceso, el hombre por su misma naturaleza, necesita de un período largo de tiempo para des-cubir esta verdad; éste a diferencia de todo animal requiere un proceso más complejo y prolongado de maduración. Nace totalmente necesitado de otro que le acoja, le alimente, le proteja de las inclemencias del tiempo; necesita alcanzar la maduración del cuerpo para erguirse, para articular el lenguaje, para madurar el cerebro. Por tanto es gracias a un otro que le ayuda en este proceso de des-velamiento a des-cubrir esta verdad inscrita en su ser; un otro que le acompaña en ese camino de vida a través de la experiencia relacional fundada en el amor. Este acompañamiento se llama pedagogía, comprende el arte de la educación y cuya palabra tomada del griego παĩς (niño) αγωγώς (custodio)132 nos da a entender esta dinámica de acompañamiento. En Grecia y en Roma, el pedagogo, era llamado al esclavo que acompañaba al niño a la escuela; después el término hizo referencia a indicar al educador (en Clemente de Alejandría es atribuido a Cristo). Por extensión se llama educador a la persona que guía especialmente al niño en todo lo relativo a su educación, ese quien le ayuda a “traer fuera” la verdad que pertenece al humano133. La función pedagógica de la casa se ve completada en el momento en que es vista como instrumento de apoyo en el encuentro de amor que se da al interno de la familia. A través del símbolo y la narración del mito sobre la verdad del hombre, representada en la materialidad, la casa se vuelve un aliado fundamental que acompaña el transcurrir del hombre histórico fundado en una prehistoria y dirigiéndose hacia una posthistoria. De forma especial, la casa y su simbología, nutren al niño, comparte la inquietud del adolescente y ayuda a conducir tranquilamente la etapa madura de la vida. Hemos dicho que el tema de la educación es fundamental en la vida del hombre; éste viene indefenso al mundo, necesitado totalmente del otro, quien le acoja y le acompañe en el tiempo y el espacio, en esta realidad corporal, de forma especial y absolutamente necesaria en las primeras etapas de la vida. Basta ver a una mujer cuando da a luz, percibe inmediatamente la fragilidad y la incapacidad con la cual el hombre llega a este mundo. Lo toma y lo protege, ofreciéndole el abrazo, el calor físico. El cuerpo del ser humano, material se introduce en la realidad espacio-temporal preparándose para la aventura de desentrañarse a sí mismo, en búsqueda de respuestas a las preguntas fundamentales, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Sólo un acompañamiento adecuado le ayudará a salir con esperanza cierta a la búsqueda de estas cuestiones fundamentales que él mismo debe responder. Ahora bien, Giussani nos dirá que: «la prima preoccupazione di un’educazione vera e adeguata è quella di educare il cuore dell’uomo così come Dio l’ha fatto».134 La relación familiar a través de la dinámica del rol de padre y madre podrán acompañar al niño a través del proceso de socialización aprendida fundamentalmente en la casa familiar. Para este proceso de interacción entre los miembros de la familia, la casa como espacio material es una herramienta necesaria para reforzar las experiencias de la convivencia familiar. 132 Cfr. AA.VV., Enciclopedia pedagogica... cit., vol. V, 8856. 133 Cfr. Ibid. 134 GIUSSANI, Il rischio… cit., 15-16.

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Pero ¿Qué entendemos por educar? ¿Cuál es la función específica de la casa en el proceso educativo del hombre? La casa familiar busca a través del símbolo y de la narración del mito grabados en muros, rincones de intimidad, jardines, en el calor de la cocina, en la intimidad de la recámara… acompañar al ser humano en su caminar por la historia con un pasado, un presente y un futuro; con una prehistoria y una posthistoria; a través de su corporeidad y de su espiritualidad representada en la casa como espacio arquitectónico, ésta lo refleja a través del arte-práctico que el muro limitado, a través de la frontera, le ofrece al abrigo de este espacio de intimidad. Al hombre no le basta habitar en cuevas, le es necesario un espacio que le acoja, que le narre su pasado, lo invite a vivir el presente y lo lance con esperanza al futuro. El pasado de la tradición hecha presente, actualizada, vivida profundamente en el instante del presente pero encaminada a un futuro que lo lanza a la eternidad. La representación de la casa debe evocar el paraíso perdido con la esperanza y la certeza de caminar hacia él. En el aprender a amar se necesita de tiempo y espacio, de un maestro, y de disponibilidad; se necesita de modelos, de la relación con los otros y de un lugar donde se experimente dicho amor que, además este puede ser representado a través de la belleza y armonía en el espacio de intimidad llamado casa. Además, la estructura de la casa y sus simbolismos, la estructura del vecindario y sus elementos arquitectónicos como la Iglesia, el mercado, la plaza… ayudarán con su estructura a crear ambientes adecuados en la formación de la persona. Ahora bien, el hombre gracias a la memoria se remonta a recordar el pasado ya triste, ya gozoso; ya lleno de esperanza, ya de desesperanza. En el interior de su ser, en algún lugar, quedan impresas las experiencias vividas y estas generalmente acompañadas de imágenes espaciales. La casa familiar es para el niño, especialmente, el lugar donde se aprenden y se van guardando en la memoria las primeras experiencias de la vida, dejando una huella inolvidable. Las texturas de la casa, los sonidos, los olores, las imágenes, los sabores que allí gustamos y que nos impactaron profundamente se evocan y nos recuerdan nuestra infancia, impactando en nuestra acción concreta en el presente. Estas impresiones que entraron en nuestra memoria a través de los sentidos quedarán grabadas hasta llegar la demencia o la muerte; o quizás queden en el inconsciente, pero influyen en nuestro actuar y pensar. La casa física es un espacio en el cual se percibirán estas realidades. Si en la familia se tiene la experiencia del amor, este sentimiento que es abstracto a los sentidos, así como la libertad, el respeto, la verdad, la justicia, la misericordia… quedarán plasmados en el recuerdo a través del espacio que nos rodea y que los sentidos de nuestro cuerpo pueden registrar. Si el hombre crea espacios adecuados donde el amor y todas las demás virtudes mencionadas se viven, ayudarán a ordenarlos y a reforzarlos. De lo contrario sucede con los mass media que a través de la publicidad que habla de consumismo y que acompañado de olores en ocasiones en el supermercado, o de sensaciones que conducen

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al hombre a donde las imágenes, los sonidos, las texturas, los sabores o los olores los arrastran135. La construcción de la casa familiar ha de erguirse en medio de la oscuridad como un haz de luz que porte esperanza de vida; el hombre hecho a imagen y como semejanza de Dios portador de esa luz que irradia vida en medio de las tinieblas es quien la edifica. Testimonio viviente de eternidad es este libro de piedra que lleva consigo la biografía del hombre desentrañando la verdad desde el misterio de la vida misma. Obra escrita por el hombre, interpretada por la construcción material y que va anunciando la buena nueva de la salvación; materializando lo inmaterial y haciendo visible lo invisible esta construcción en piedra es refrendario de la búsqueda constante en el devenir del hombre en dirección a la casa paterna. El ser humano es alguien inevitablemente afectado por sus circunstancias. Sin embargo, posee la capacidad de elección, ya que puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso cuando se encuentra en situaciones de tensión psíquica y/o física. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino. La educación al sentido crítico es fundamental para que el hombre desarrolle esta capacidad que le es propia, la de su libre elección. La casa puede ser una herramienta pedagógica adecuada al hombre que le ayude, a través del símbolo, a evocar con la memoria el encuentro de amor con el otro, consigo mismo y con Dios; le da la posibilidad de re-vivir a través del recuerdo y la nostalgia que la vida merece ser vivida mirando de cara al futuro en un acto de plena libertad.

Conclusiones El refugio es una necesidad básica en la vida del hombre ya que éste requiere de la protección y el abrigo que el cuerpo le solicita. Pero, esta morada no sólo le protege de la intemperie además, le resguarda en la intimidad y le ofrece un espacio que le permite estar delante de sí mismo, en una relación más estrecha con los seres más cercanos, con la familia. En efecto la casa, como refugio, ofrece al hombre la posibilidad de descanso. Es aquí donde el mismo hombre experimenta su ser en relación de una forma más estrecha, ya en la realidad íntima entre varón-mujer, ya entorno a la familia; es el primer universo que experimenta al nacer. De ahí que la casa es un lugar fundamental para el desarrollo y la formación del hombre desde sus primeras etapas de la vida hasta la última.

135 “Todos los elementos familiares dejan una huella psíquica que después fundamenta, que después personaliza una poética del espacio”. Ver ORENDAIN, En Busca de Luis Barragán. El recorrido… cit., 23.

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La casa es un testigo fiel que nos narra la experiencia que el hombre ha vivido en este lugar circunscrito a través de la frontera de los muros. Ha dejado impreso en este espacio material su concepción del mundo a través del símbolo. La casa así se convierte en una herramienta pedagógica que va nutriendo al mismo hombre que incesantemente cuestiona el sentido de la vida, de su vida. La propuesta esencial del arquitecto mexicano Luis Barragán es la de crear espacios donde se pueda vivir la experiencia del encuentro íntimo consigo mismo y con otro en un ambiente de privacidad. El muro y el jardín son dos elementos fundamentales en la obra de Barragán para recoger a este constante itinerante que va en busca de respuestas. Crear espacios poéticos que narren la verdad sobre el hombre es imperativo para que éste pueda seguir su ruta de forma digna. Barragán recoge de la tradición, la cultura y de la experiencia religiosa elementos que nutren el quehacer del hombre y que éste teje en la casa a través de la construcción para crear una poética del espacio. Es importante para acercarse a la propuesta de Barragán no mirar sólo las formas sino lo que hay detrás de ellas, lo que las crea. Una aproximación adecuada al hombre en su verdad como misterio, como unidad de cuerpo-espíritu, como individuo-comunidad nos darán pautas para crear espacios a la altura de quien los habita. Sabemos que los síntomas de una enfermedad se manifiestan en la gran mayoría de los casos a través del cuerpo; algunas de estas enfermedades no son fáciles de diagnosticar si se observan solamente los síntomas presentados; quizás por el cuadro clínico que se observa el paciente requiere de estudios fatigosos y en ocasiones dolorosos pero necesarios para determinar su malestar y luego, si existe la cura iniciar dando el medicamento adecuado en dosis determinadas esperando que lo prescrito comience a surtir efecto. La casa análogamente es un síntoma que permite observar el estado de salud del hombre y de la sociedad en sus múltiples expresiones. Ahora bien, la enfermedad es definida como la ausencia de salud, cuando ésta se presenta refleja algo que ocurre en el organismo y que no funciona adecuadamente poniendo en riesgo todo lo que lo compone; algunas veces las enfermedades son ligeras y fáciles de atender pero en otras las consecuencias pueden ser mortales. Para atender al cuerpo humano en un estado de salud deteriorado se requiere de la compañía de un especialista en la materia o bien de un grupo de especialistas, alguien que conozca el procedimiento y el funcionamiento de dicho organismo. Para diagnosticar si el hombre padece de alguna enfermedad en su persona, ya no sólo en el cuerpo sino en su totalidad, en su unidad dual de cuerpo-espíritu, individuo-comunidad o bien varón-hembra es necesario un especialista o un grupo de ellos que determinen su estado de salud, y si padece de algún malestar habría que diagnosticar el mal para luego proceder a dar el medicamento adecuado y en las dosis requeridas por dicho organismo. Si se pretende hablar del estado de salud del hombre, a quien lo haga le es necesario primero conocerlo y en primera instancia deberá tener en claro que éste es un misterio, nunca definido ni definitivo. Hecho precisamente a imagen y como semejanza de Dios. La mayoría de las enfermedades que presenta el hombre o la sociedad que conforma se fundamentan en su más o menos reconocimiento de esta premisa fundamental, y la arquitectura, en especial la casa, a través de la historia nos permite ver el historial clínico

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de la humanidad, es un instrumento que no miente sobre la verdad del hombre que la erigió pensó, hizo y amó. Y precisamente el aporte de Luis Barragán es la de ser un remedio contra la dispersión, el caos, la excesiva vida pública casi en términos de exhibicionismo; la prescripción: espacios materiales que alberguen al hombre en la intimidad, espacios que propicien la paz, el encuentro consigo mismo, con el otro más próximo, con la naturaleza y con Dios. Es fundamental para el hombre crear una casa que le hable del misterio de su ser; crear espacios poéticos que miren al Origen y al Fin de la Creación; espacios que sean utilizados como lugar pedagógico que ayuden a la formación del ser humano y que le eduquen en el desarrollo del sentido crítico no importando la magnitud o lo forma adoptada, la riqueza o la pobreza de la construcción sino de la dignidad con que son creadas y que sean respuesta adecuada a las necesidades fundamentales del hombre en su totalidad. El trabajo aquí presentado ha pretendido ser una introducción al vasto campo de la creación de espacios arquitectónicos, en especial de la casa; así como la de ser un aproximación al grande aporte que podemos encontrar en este arquitecto que nos llama en causa para atender una de las necesidades fundamentales del hombre: la de saber habitar la casa, nuestra casa.

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