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LA CLASE EN UNA CULTURA PREFIGURATIVA Dino Segura R. Escuela Pedagógica Experimental Las sociedades primitivas y los pequeños reductos religiosos e ideológicos son principalmente postfigurativos y extraen su autoridad del pasado. Las grandes civilizaciones, que necesariamente han desarrollado técnicas para la incorporación del cambio, recurren típicamente a alguna forma de aprendizaje cofigurativo a partir de los pares, los compañeros de juegos, los condiscípulos y compañeros aprendices. Ahora ingresamos en un periodo, sin precedentes en la historia, en el que los jóvenes asumen una nueva autoridad, mediante su captación prefigurativa de un futuro aun desconocido (Mead, M., 2002 p. 35).
La clase continúa siendo uno de los interrogantes por estudiarse, no solo en cuanto a la enseñanza de la ciencia sino, en general, en cuanto al que hacer en la escuela. No sobra recalcar que muchos educadores añoran aún aquel sueño de un maestro que magistralmente expone delante de sus estudiantes, expectantes y silenciosos, una clase muy bien preparada, que al final se ilustrará con casos particulares y ejemplos cada vez más complicados. Y es una añoranza porque en general esa no es la clase posible en nuestras instituciones. Podríamos decir que no lo es porque no hemos logrado interesar a los estudiantes (problemas de motivación) o, porque a pesar de los intereses de los estudiantes por la clase, existen otros distractores que son avasalladores (factores asociados). O porque estamos ante una juventud a la que no le interesa nada. Sin embargo, es probable que una clase de tal tipo sea un sueño imposible por otras razones. Ya hace más de cincuenta años, nos cuenta von Foester1, Alex Bavelas mostró cómo al comparar dos grupos de trabajo, uno “frontal” (en estrella) y otro con conexiones internas (circular), se encontraba que aunque el rendimiento era similar en los dos, las relaciones y el gusto por el trabajo eran mucho mejores en el segundo, se encontró también una interesante satisfacción democrática que se derivaba en el segundo grupo, de haber tenido en cuenta los puntos de vista de todos. Podría pensarse también que una situación frontal es la expresión inequívoca de una relación de poder y de autoridad poco satisfactoria para estudiantes proclives a otras formas de aprendizaje y de relación. En este escrito queremos plantear ciertas maneras de mirar el problema, derivadas de la antropología. Cierto reduccionismo al explicar Para los filósofos de la ciencia y también para algunos científicos, una manera precisa de decir lo que es explicar, es afirmando que explicar consiste en poner lo desconocido en 1 Von Foerster Heinz (1998) Las semillas de la cibernética. Gedisa, Barcelona.
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términos de los conocido (Hempel, 1970, Hanson, 1975). Esta manera de concebir las explicaciones es realmente útil cuando consideramos las observaciones y relatos de los niños y nos encontramos con los frecuentes … es como …, que utilizan para comunicar o describir una nueva experiencia. Una observación que resulta de la manera como se utiliza el … es como …y que puede resultar interesante es que en el extremo de la frase que se arma puede estar cualquier cosa, desde una ecuación hasta un pasaje de un cuento de hadas. Mientras Bohr colocó el sistema solar, para dar cuenta del átomo, Kekulé colocó una serpiente para inventar el anillo de benzeno; Lavoisiere, la balanza de la riqueza, que no se crea ni se destruye (Serres, 1991)2, para asegurarse de la conservación de la masa y Fourier las ecuaciones del oscilador armónico simple para modelar casi cualquier cosa. Se trata de genialidades que encontramos también en los niños cuando jugamos a explicar los acontecimientos del mundo que nos rodea. Y, encontramos también que son aquellos niños que poseen una mayor experiencia en la manipulación de las cosas o en la elaboración de imágenes o en la construcción de inventos, quienes con mayor frecuencia nos sorprenden con sus explicaciones, esto es con los extremos in-‐imaginados que resultan de aquellas frases de … es como … : las nubes son como esponjas que chupan el agua, cuando ya no pueden más (por el peso), se revientan (Molina, A., y Segura, D., 1991)3. Es tal vez por ello que una de las recomendaciones que pueden hacerse para la enseñanza de la ciencia es precisamente esa: enriquecer la experiencia. Mientras más rico sea nuestro mundo experiencial más opciones existen para armar el … es como … que explica. Visto desde otra perspectiva, el proceso de explicar, no es otra cosa que un proceso de reduccionismo, que como dice J. Atlan (1991)4 es prácticamente imposible de evitar. Uno de los usos más recientes de este tipo de reduccionismo se dio hace unos treinta años cuando al estudiar las maneras espontáneas de explicación de los niños, algunas personas encontraron que las explicaciones que inventaban eran muy parecidas a explicaciones que habían sido enunciadas hace mucho tiempo en la historia de la ciencia por personajes tan importantes como Aristóteles o Galvani. En el mismo sentido, se encontraron unas repeticiones tan interesantes que era casi imposible no plantear el paralelo entre la filogenésis (en la especie) y la ontogénesis (en el individuo). Este programa de investigación fue muy fértil y promisorio ya que nos colocaba en la búsqueda de las circunstancias en que habían sido abandonadas ciertas ideas equivocadas para, aprendiendo de la historia, tratar de reproducirlas en el aula cuando aparecían como ideas espontáneas de los estudiantes. Pero la promesa poseía sus límites y sobre ello llamó la atención Piaget, cuando nos recordó, por ejemplo, que el pensamiento geométrico de los niños era primero topológico y mucho más tarde euclidiano, secuencia que entraba en contradicción con el orden reconocido en la historia de las ideas.
2 Serres, M., (1991). Historia de las ciencias, Madrid:Cátedra.
3 Molina, A. y Segura, D. (1991) Explicaciones de los niños. En Planteamientos en Educación No 2 Escuela
Pedagógica Experimental. Bogotá, EPE. 4 Atlan, H. (1991) Con razón y sin ella. Intercrítica de la Ciencia y el Mito., Barcelona: Tusquets
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Sin embargo, la utilización de elementos explicativos de una disciplina científica en otra, sigue siendo una buena estrategia para enriquecer el universo de posibilidades cuando se trata de esa búsqueda permanente por comprender y, es en tal sentido, que vamos a intentar una aproximación a las dinámicas de la clase, con la intención de comprenderlas, tomando elementos de la antropología. Las diferentes clases de cultura Este escrito comienza con un epígrafe tomado de Margaret Mead (2002)5, en el que la autora distingue tres opciones distintas de captar o aprender, en fin, tres tipos diferentes de cultura (op. cit. pg 35): postfigurativa, en la que los niños aprenden primordialmente de sus mayores; cofigurativa en la que tanto los niños como los adultos aprenden de sus pares, y prefigurativa, en la que los adultos también aprenden de los niños. En el caso de la cultura postfigurativa, el pasado de los adultos es el futuro de cada nueva generación: sus vidas proporcionan la pauta básica. Es una cultura en la que el cambio es lento e imperceptible. El caso de la cultura cofigurativa puede visualizarse de situaciones en las que grupos humanos llegan a nuevos territorios, a espacios completamente nuevos, son inmigrantes en el espacio. En estos casos las nuevas generaciones no aprenden de sus mayores sino de sus coetáneos, que conjuntamente con ellos están armando, están inventando una forma de vivir, para la que lo que se había hecho y saben hacer los ancianos, es completamente inútil. En la historia de la humanidad los casos de culturas cofigurativas se presentan como consecuencia de la dominación debida a la conquista o como resultado de la emergencia de nuevas tecnologías para las que los ancianos no son idóneos. Para referirnos a la cultura prefigurativa es necesario considerar como punto de partida que esta situación cultural presente es única y no tiene parangón en el pasado, consiste en que la ruptura generacional abarca todo el mundo (pg. 99). … Todo es secundario cuando se fija la atención en la disconformidad juvenil, cuyas dimensiones son mundiales y, entonces, la pregunta es por ¿Cuáles son las nuevas condiciones que han desencadenado la revuelta juvenil en todo el mundo? (Pg. 101). Margaret Mead hace 40 años intentaba dar una respuesta a esta pregunta (pg. 101 y ss.) y anota que, por primera vez los seres humanos del mundo se han congregado, en razón a las informaciones que los unos tienen acerca unos de otros y de las reacciones que los unos provocan en los otros, en una comunidad unida por el conocimiento y el peligro compartidos. El mundo es una comunidad. Por otra parte, tenemos una serie de cambios que se han registrado simultáneamente dentro del ciclo vital de una generación y aún más el impacto mismo de la idea de cambio es mundial. Entre ellos tenemos los avances en la producción agrícola, las amenazas ecológicas, las promesas de los ordenadores, la revolución médica, el control de la natalidad. La radio y la televisión les llevan a todos, sonidos e imágenes de las ciudades de todo el mundo. Estamos ante una inmigración en el tiempo: Todos los hombres son
5 Mead, Margaret (2002). Cultura y Compromiso. Barcelona:Gedisa
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inmigrantes a una nueva era (103). Al respecto Mead es concluyente, al referirse a estos inmigrantes: [Para estos inmigrantes …] … Su pasado, la cultura que había plasmado su comprensión –sus pensamientos, sus sentimientos y sus concepciones del mundo– no eran una guía segura para el presente. Y los ancianos que los acompañaban, atados al pasado, no podían proporcionarles modelos para el futuro (pg. 103).
En cambio, la nueva generación se bate contra los controles que los sujetan, están cómodos en su tiempo, los satélites son algo familiar en sus cielos, nunca conocieron una época en que la guerra no proyectara su amenaza de aniquilación, cuando se le comunican los datos correspondientes, entienden en seguida que la contaminación permanente de la atmósfera, el agua y la tierra convertirá al planeta en un erial inhabitable y que será imposible alimentar a la población mundial si esta continúa aumentando indefinidamente. Pero no es solo esto lo que los diferencia y separa: Cuando observan con atención, descubren que sus mayores marchan a tientas, que abordan torpemente, y a veces sin éxito, las tareas que les imponen las nuevas condiciones. … Actualmente en ningún lugar del mundo hay mayores que sepan lo que saben los jóvenes, por muy remotas y sencillas que sean las sociedades donde viven estos últimos. No hay adultos que sepan lo que saben acerca del mundo en que nacieron quienes se han criado dentro de los últimos veinte años (Pg. 108). … La mayoría de los padres se siente demasiado insegura para atreverse a ratificar los viejos dogmatismos. No sabe cómo educar a estos hijos que son tan distintos de lo que ellos mismos fueron otrora, y la mayoría de los jóvenes es incapaz de aprender de padres y adultos a los que ellos jamás se parecerán (Pg. 114).
Y, por fin, para puntualizar lo que está planteando, Mead define este nuevo estilo como prefigurativo, porque en esta nueva cultura será el hijo y no el padre ni los abuelos quien representarán el porvenir (Pg. 117) y propone como alternativa ante un futuro que se presenta ante nosotros, con todos los elementos de incertidumbre, cultivar la parte más flexible y compleja del sistema: el comportamiento de los adultos: En verdad, debemos enseñarnos a nosotros mismos a alterar la conducta de los adultos para poder renunciar a la educación postfigurativa, con sus ingredientes cofigurativos tolerados, y debemos descubrir medios prefigurativos de enseñanza y aprendizaje que mantengan abierto el futuro. Debemos crear nuevos modelos para que los adultos puedan enseñar a sus hijos no lo que deben aprender sino cómo deben hacerlo, y no con qué deben comprometerse, sino cuál es el valor del compromiso (Pg. 121). … Ahora debemos encaminarnos hacia la creación de sistemas abiertos que apunten al futuro, y por consiguiente a los niños, cuyas aptitudes menos conocemos y cuyas opciones deben quedar en suspenso (Pg. 121).
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Las reflexiones de M. Mead, planteadas ante los cambios tan dramáticos y significativos de los años 70 del siglo pasado seguramente podrían enriquecerse y actualizarse para encontrar otros cambios y acontecimientos de los últimos cuarenta años, que en muchos aspectos son una proyección de lo que en ese momento se avizoraba, pero que plantean también otras novedades. En este mismo sentido es interesante constatar la rapidez con que están cambiando los contextos, interacciones y perspectivas lo que hace que las consideraciones de los años 70, planteadas en términos generales, se mantengan para el momento en que vivimos, esto es, que las diferencias generacionales entrañen diferencias culturales y que como consecuencia, en el aula de clase exista un desfase cultural; en otras palabras, la generación de los noventas en el siglo pasado, que son nuestros estudiantes hoy, cuentan con intereses, valoraciones y expectativas culturales diferentes a los mayores de 30 años, se trata de culturas diferentes. Recordemos de lo que se ha dicho que ante esta situación, si de alguien depende el que lo que se haga en clase tenga un sentido, es de los adultos y, en particular del maestro. Por otra parte, es interesante constatar cómo esa sucesión de culturas que se encuentra en la historia de las sociedades, se revela de alguna manera en la vida de los individuos. Podemos volver a interpretar las etapas que vive un individuo a la luz de las etapas culturales que han aparecido en la historia de la humanidad, como lo hacíamos cuando comparábamos la ontogénesis con la filogénesis. Nos encontramos entonces con una época primera del ser humano en que se es post-‐figurativo, con un respeto a ultranza en la tradición y la autoridad de los ancianos (los padres). Vivimos también esa época en la que los pares son el factor determinante, ya no se aprende de lo que dicen los progenitores, las enseñanzas vienen de los compañeros, en una dinámica cofigurativa. Y, en medio de todo esto, estamos frente a niños que poseen una especie de intuición frente muchas novedades tecnológicas, que cuentan además con la seguridad en sí mismos que les permite abocar y solucionar los problemas que se presenten y comunicarlas a sus pares en un idioma que solo es inteligible para ellos. Ahora bien, las diferencias culturales poseen diferencias en significados y realidades: estamos todos en una misma aula, en un mismo entorno, sin embargo, la realidad que estamos viviendo es diferente. Las fuentes del conocimiento son distintas y las concepciones de felicidad, de logro, de satisfacción, etc., son diferentes. Mientras los adultos estamos exigiendo y procurando que nuestros niños y jóvenes estén en capacidad de anticiparse y de planear, los artefactos cotidianos nos plantean la posibilidad de tomar decisiones en tiempo real, al borde de los acontecimientos: con un celular en el momento en que sea posible “te hago un ring”. En estas condiciones no estamos en capacidad de planear (esto es, de anticiparnos) ni un día en nuestra vida. Con los artefactos contemporáneos ello no es siempre necesario, entonces nos preguntamos, ¿cuáles son los límites de la imprevisión?, ¿será que planear no es necesario en algún momento?. Porque, si hay algo que caracterice la cultura científica es la capacidad de prever y la obligación de tomar en cuenta los antecedentes, antes de tomar decisiones. Si ahora en nuestra cotidianidad cada día dependemos más y más de la inmediatez de los
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acontecimientos, qué tipo de ciudadanos estamos contribuyendo a formar, y qué tipo de sociedad estamos contribuyendo a construir, como nos lo anticipaba J. L. Villaveces6, cuando en la práctica nos mantenemos firmes en que “por el camino se enderezan las cargas”. Con estas consideraciones en mente, volvamos a nuestras clases para constatar, entre otras cosas, que hay diferentes versiones posibles de lo que es una clase. Frente a las posibles expectativas que usualmente nos planteamos cuando pensamos en la educación existen otras consideraciones que son pertinentes para analizar la manera como la concebimos y las funciones que le imponemos al acto educativo. Una de ellas viene de Humberto Maturana7, la otra de Philippe Meirieu8. Humberto Maturana se sorprende de expresiones tales como “adecuar la educación a las necesidades o condiciones que prevalecerán en el siglo XXI” (op. Cit. p. 8 y ss). Y se sorprende porque en primer lugar, no sabemos cómo será la vida durante el siglo XXI, y cualquier predicción es ese sentido solo una extrapolación del presente. El asunto es que si el presente que vivimos ha surgido de nuestro modo de pensar y sentir, y no nos gusta, ¿cabe que aceptemos un futuro que surge de ese mismo modo de pensar y sentir?. En segundo lugar, no hay cierta deshonestidad y prepotencia cuando “queremos formar a nuestros hijos ahora, para que ellos hagan, en el futuro, un mundo que nosotros especificamos en este momento, y ¿dónde quedan ellos?”. Y, finalmente, los seres humanos vivimos en el presente; el futuro es un modo de estar en el presente, y el pasado también. Si queremos preparar a nuestros hijos para el futuro, haciendo de nuestro presente su futuro, los negamos y enajenamos en algo que no les pertenece, obligándolos a buscar su identidad fuera de ellos. De acuerdo con estas consideraciones, no estamos en capacidad de imaginar el futuro y si lo imaginamos no será más que una proyección de algo que queremos cambiar porque no nos gusta, el presente. Por otra parte, el futuro es una construcción individual, intentar construirle el futuro a alguien no sólo no es posible sino que es también un pensamiento arbitrario. Así pues una escuela que quiera contribuir al bienestar de los niños en el futuro, no puede más que propender por una formación en la rectitud, la felicidad, el respeto y el amor que posibilitarán que cada persona construya en su momento el mejor futuro. Por otra parte en su Frankenstein educador, P. Meirieu (op. cit. pg 26), plantea al referirse a las diferencias generacionales que: 6 Villaveces J. L. (2002) Cultura científica, factor de supervivencia nacional. En Innovación y ciencia.
Bogota:ACAC 7 Maturana, H. y Nisis, Sima, (1997). Formación humana y capacitación. Santiago de Chile: Dolmen-‐ Unicef.
8 Meirieu, P. (2007). Frankenstein Educador. Barcelona:Laertes-‐educación.
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No ha pasado tanto tiempo desde que las diferencias de una generación a otra eran mínimas; las generaciones sucesivas se superponían unas a otras en el grado suficiente para que el individuo transgeneracional quedase garantizado, por decirlo así, por impregnación, sin que se pensara realmente en ello y sin que fuese producto de una acción ordenada y sistemática. … Hoy, en cambio, vivimos una aceleración sin precedentes en la historia. De una generación a otra, el entorno cultural cambia radicalmente, hasta tal punto que la transmisión por impregnación se ha hecho en muchas familias particularmente difícil. La oleada de imágenes televisuales es, a veces la única cultura común en grupos familiares reducidos a su más simple expresión: un conjunto de personas que utilizan la misma nevera. … En estas condiciones de aumento del desfase entre generaciones y de inmolación de la transmisión cultural, encontramos a adolescentes “bólido” (Imbert, 1994), sin raíces ni historia, sin acceso a la palabra, dedicados por entero a satisfacer impulsos originales (p. 27).
También Meirieu encuentra que la transmisión por impregnación no es ya posible en nuestras instituciones educativas y que aunque debe reconocerse que existen múltiples formas de aprender, es importante mantener en mente una “pedagogía diferenciada”. Al respecto afirma (p. 109): Entendida de este modo, la pedagogía diferenciada es ante todo, quizá, sencillamente, un modo de »dar clase sin dar el curso» , o, al menos, no dando el curso siempre; una manera de hacer que los alumnos trabajen y se pongan al servicio de su trabajo; de crear condiciones óptimas para que ellos mismos con sus caudales y sus limitaciones, progresen lo más eficazmente posible. La pedagogía diferenciada, sobre todo, antes de ser un conjunto de métodos y técnicas de organización del trabajo escolar, es la expresión de la voluntad de »hacer con». »Hacer con» el alumno concreto, tal como lo encontramos, fruto de una historia intelectual, psicológica y social, una historia que no puede abolirse por decreto. »Tomar al alumno tal como es, allí donde está» es oficiar los funerales del mito de Pigmalión y del proyecto del doctor Frankenstein, de la ilusión de la tabla rasa y de la nostalgia de la cera blanda donde imprimir el sello del saber y de la ciencia. La pedagogía diferenciada levanta acta del hecho de que los saberes son construidos por personas vivas en un momento determinado de su historia; personas que no se reducen a un segmento lógico-‐racional idéntico en todas, personas con las que no basta la clonación para educarlas (p. 110).
Tenemos entonces tres opiniones acerca de lo que sucede o puede suceder en el aula de clase. Y de ello podemos sintetizar varios elementos coincidentes. En primer lugar lo que es cierto es que los procesos de aprendizaje no están garantizados aunque los tres puntos de vista ponen en duda los métodos usuales de transmisión (postfigurativos o de impregnación). Se buscan, por otra parte, alternativas en donde quienes aprenden sean más protagónicos desde dos perspectivas, que puedan aprender de sus coetáneos o que tengan la oportunidad de la anticipación prefigurativa de que nos habla M. Mead. El sistema abierto …
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Comencemos (o, terminemos) con la clase Ya en otros escritos hemos9 planteado que una manera conveniente de caracterizar la clase es mediante las interacciones que se dan en la triada estudiante – maestro – actividad, que mostramos como alternativa a la propuesta tradicional que coloca los contenidos curriculares en el horizonte del proceso y que en la teoría de la transposición didáctica Chevallard (1989) se concreta como la triada estudiante – maestro – contenido. La discusión acerca de cuál es la clase más conveniente no es un simple asunto de forma, se trata a más que eso, de la definición de cuál es el papel de la escuela en la sociedad, esto es, de para qué es la escuela. Se trata también de explorar cuál es la clase que posee sentido desde una perspectiva cultural. Si los contenidos son el horizonte del proceso, ya sea que se les denomine disciplinas o conceptos curriculares, nos encontramos con dos hechos; primero, con una clase o una escuela mirando hacia atrás, hacia los logros que se dieron en el pasado como resultado de la actividad científica; en este caso, la escuela se reconoce así misma como una guardiana de los hitos logrados en el pasado. En segundo lugar, nos encontramos con una clase o una escuela más comprometida con la información que con el conocimiento. Recordemos que los enunciados, los procedimientos, las leyes y explicaciones son informaciones que como tales se encuentran en los manuales y enciclopedias. El centramiento en la información se mantiene incluso en las prácticas usuales de solucionar problemas particulares que no se constituyen en una puerta hacia el conocimiento puesto que estos problemas están tan bien “preparados” y con las variables tan bien controladas que en vez de ser una puerta hacia la cotidianidad son un encierro dentro de la disciplina misma; esto es, un ejemplo más del privilegio de la información, ahora en términos de adiestramiento y de procedimientos. Los enunciados de los problemas son muy eficientes en su asepsia por cuanto no permiten que el ejercicio se contamine con la cotidianidad. Ahora bien el que lo central sean los contenidos no excluye la posibilidad de plantear proyectos y otras actividades interesantes para los niños con la intención de llegar a los contenidos. Así tenemos por ejemplo “el juego a la tienda”, para ejercitar la suma y la resta; la organización de una granja, para saber de las gallinas y los conejos; la construcción de Ver por ejemplo, Segura, D. (2007). Un nuevo modelo pedagógico comienza a orientar las relaciones escolares y en particular la formación de niños y jóvenes en las escuelas. En Magisterio: Educación y Pedagogía No 23, Bogotá: Magisterio. Pg 21 a 29. 9
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una cámara oscura para saber de la propagación rectilínea de la luz, etc. En este caso los proyectos y demás actividades son una estrategia didáctica para llegar a los contenidos. Otra cosa muy distinta es organizar la tienda por la diversión y el entretenimiento que resulta de ese “… jugar a que …”, o la organización de una granja por tener la granja y lograr que esta, por ejemplo, sea una granja productiva, o la construcción de la cámara para tomar fotografías de verdad. En este caso, claro que si se sabe más de gallinas y conejos, la granja funcionará mejor, y si en el otro caso se sabe más de la luz y de las aberraciones ópticas, posiblemente tendremos una cámara de mayor calidad. Entonces, los contenidos son una conveniencia para que la actividad funcione mejor y los tenemos que aprender para la actividad, para profundizarla, para hacerla mejor, etc. La diferencia es entonces clara, una cosa son las actividades que se organizan para cumplir con las exigencias curriculares, se trata entonces de estrategias didácticas, otra son las actividades que poseen valor por ellas mismas y que se enriquecen más en la medida en que los contenidos nos vayan abriendo nuevas posibilidades, preguntas y opciones. Tenemos entonces que las disciplinas ganan en importancia en cuanto son para las actividades. Así pues, una cosa son las actividades pensadas y ejecutadas para cumplir con los contenidos y, otra, muy distinta son las actividades que se emprenden por la importancia que poseen y para las cuales las disciplinas son una buena opción para su complejización, para su generalización y, en fin, para solucionar los problemas que se presentan en su desarrollo. Cuando en el centro colocamos las actividades, no solamente nos encontramos ante un núcleo dinámico que está en transformación permanente y en el que los papeles de los actores: maestro – estudiante – actividad no están rigurosamente definidos mediante un guión predeterminado, sino que la actividad orientada desde preguntas genuinas conduce a que en todo momento lo que se hace tenga sentido para los sujetos que lo realizan. Notemos que cuando hablamos de las actividades nos estamos refiriendo a lo que se desencadena en el aula ante preguntas tales como ¿qué fue lo que pasó con el reactor nuclear en Japón?, o ¿por qué el color de la llama de las sustancias cuando arden es distinto, depende de cada sustancia?. Se trata de preguntas que gatillan tareas de indagación, búsqueda de datos, necesidad de observaciones, elaboración de montajes experimentales, etc., que suelen ser asumidas por grupos de trabajo y cuya solución requiere de compromisos tanto con los compañeros como consigo mismos. En estos casos, con frecuencia (y, más, cuando la pregunta es genuina) el maestro no sabe la respuesta y entonces la búsqueda es colectiva y se dan liderazgos, no siempre centrados en el maestro. Notemos de paso que las preguntas que desencadenan las búsquedas son, en general derivadas del presente, incluso de las noticias que publican los periódicos. Estas dos posibilidades, la de situar los contenidos en el centro o la de colocar en el centro las actividades conducen a formas diferentes de asumir la clase por los diferentes actores y, como veremos, conducen también a aprendizajes y formas de aprender diferentes, al
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responder de maneras distintas a diversos interrogantes entre ellos los relacionados por el sentido o por las fuentes del conocimiento. Una tabla puede ser útil para avanzar en la comparación.
Actividades
Contenidos
Lo central
Lo central en el aula es la actividad Lo central en el aula es el contenido.
El sentido
El sentido de la actividad surge de su nexo con la cotidianidad.
El sentido de lo que se hace deviene de las consideraciones curriculares.
Forma de trabajo
La forma de trabajo es más de colectivo, de conversación.
La forma de trabajo es más individualista.
Aprender a aprender
Prima un aprendizaje por Prima un aprendizaje construcción: invención, haciendo. memorístico: repetir y memorizar.
Imperativos
Es necesario vivir el problema.
Es necesario recordar la solución.
Fuente del La fuente de conocimiento es la conocimiento interacción con los pares, la conversación, por ejemplo; el apoyo es la información.
La fuente de conocimiento es el texto, el maestro, el libro. Si hay actividades o proyectos, tales son estrategias didácticas.
Hacia donde se mira Lo que se hace Sistemas
El presente
El pasado
Actividad – Invención
Pasividad – ¿Descubrimiento?
Sistema abierto
Sistema cerrado
Cuando en la clase se establecen dinámicas en las que en el centro de interés están las actividades nos encontramos con dos elementos que pueden llevarnos a otras reflexiones, estas de tipo antropológico. La primera fue ya mencionada antes, desde el punto de vista de los horizontes de las actividades, cuando los intereses que dinamizan la actividad están centrados en problemas reales, podríamos decir vivenciales, la mirada está comprometida con el presente y son los referentes del presente los que marcan el que hacer. La mirada no está puesta en el pasado sino en el presente. Pero además, los aprendizajes no se remiten exclusivamente al pasado, a la autoridad del texto, o a la prescripción del maestro o del anciano, sino que se refieren en mucho a lo que hacen, dicen y piensan los colegas, los que también están trabajando en esa actividad o en una actividad simultánea, contemporánea. No se aprende de los maestros sino más bien de los compañeros y con los compañeros.
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Es una oportunidad para instaurar formas cofigurativas de aprender. Y es algo que hemos observado con frecuencia, la comunicación entre pares, con los lenguajes característicos de los pares promueve la comprensión y la búsqueda colectiva. Por otra parte, las búsquedas idiosincrásicas pueden promover esas habilidades novedosas que nos sorprenden cuando los jóvenes y niños se acercan a las novedades (por ejemplo tecnológicas) con intuiciones inexplicables por su eficacia. En todo caso, se trata de procurar en todo momento el protagonismo, que es inmediato cuando nos enfrentamos a verdaderos problemas y que es imposible cuando lo que tenemos como meta son los contenidos. Referencias Atlan, H. (1991) Con razón y sin ella. Intercrítica de la Ciencia y el Mito., Barcelona: Tusquets Bogota:ACAC Maturana, H. y Nisis, Sima, (1997). Formación humana y capacitación. Santiago de Chile: Dolmen-‐ Unicef. Mead, Margaret (2002). Cultura y Compromiso. Barcelona:Gedisa Meirieu, P. (2007). Frankenstein Educador. Barcelona:Laertes-‐educación. Molina, A. y Segura, D. (1991) Explicaciones de los niños. En Planteamientos en Educación No 2 Escuela Pedagógica Experimental. Bogotá, EPE. Magisterio. Pg 21 a 29. Segura, D. (2002) Información y conocimiento, una diferencia enriquecedora. En Museolúdica. Bogotá: Museo de la Ciencia y el Juego No 9 (22,34), U. Nacional. Serres, M., (1991). Historia de las ciencias, Madrid:Cátedra. Villaveces J. L. (2002) Cultura científica, factor de supervivencia nacional. En Innovación y ciencia. Von Foerster Heinz (1998), Las semillas de la cibernética. Gedisa, Barcelona. * Ver por ejemplo, Segura, D. (2007). Un nuevo modelo pedagógico comienza a orientar las relaciones escolares y en particular la formación de niños y jóvenes en las escuelas. En Magisterio: Educación y Pedagogía No 23, Bogotá:
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