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La Comunidad del Anillo
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I. ¿QUÉ ES LA Comunidad del Anillo? El nombre de la Comunidad del Anillo surge de una curiosa coincidencia. El curso 88 de oficiales había sido hondamente permeado por la Comunidad del Anillo a tal punto que sus organizadores requerían un nombre para esa organización de prostitución. El 88 al girarlo hacia la izquierda o hacia la derecha queda en forma de dos anillos que unidos forman un grupo similar al de una olimpiada. Y también estaba de moda la zaga del Señor de los Anillos en la cual existe un grupo que se conoce así, claro con propósitos diferentes. Esta investigación sobre la Comunidad del Anillo se inició por un anónimo que la hizo pública. Me di a la tarea de interpretar el texto que aquí transcribo de acuerdo con los acontecimientos que yo conocía a raíz de la muerte (¿asesinato?) de la Cadete Lina Maritza Zapata Gómez al interior de la Escuela de Cadetes Policía General Francisco de Paula Santander el día 25 de diciembre de 2005. No sería nada fácil. Al tratar de descifrar ese relato inicial me preguntaba si ello era cierto. Durante semanas consulté con varias fuentes y efectivamente el escritor anónimo tenía la razón. Transcribo textualmente el revelador relato que me llegó publicado por un Oficial anónimo: En la página https://www.youtube.com/watch?v=Q1T wydeQvrw un oficial retirado que no menciona su nombre dice lo siguiente: “Soy un Oficial Retirado de la Policía, víctima de uno de los peores episodios que haya vivido la institución a la que pertenecí y que en estos días ha estado apenas conociéndose unos detalles a través de los medios de comunicación. Pese a que estos aberrantes hechos sucedieron en los años 2004, 2005 y 2006, me refiero a la red de prostitución de Alférez y cadetes que monto el Coronel Retirado, Gerson Jair Castellanos al interior de la Escuela de Cadetes General Santander y de la cual fui víctima dejándome nefastas secuelas que no he podido superar. El Coronel Castellanos, no debería solamente estar retirado, si no purgando una larga condena en una cárcel, se aprovechó de su grado, de su cargo como Jefe de seguridad
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del congreso para conformar una red de prostitución integrada por cadetes y alférez. Castellanos visitaba con frecuencia el centro de formación en búsqueda de hombres y mujeres jóvenes que satisficieran sus deseos sexuales y el de sus amigos de orgias, a cambio de valiosas sumas de dinero y tras reclutar un importante número de estudiantes, empezó a ofrecer este tipo de servicios a sus clientes, empresarios, representantes, Senadores, Alcaldes, Gobernadores y hasta cabecillas del Bloque Centauros de las Autodefensas, entre otros. Gracias a la actitud valerosa de varios Oficiales que en ese entonces laboraban en la General Santander tales como Mi Capitán Edwin Orjuela Pimienta y Mi Capitán Cesar Andrés Ospina Acero, los hechos fueron denunciados ante la Inspección General y ahí se vino la de Troya, inicialmente pensé en unirme a las voces de quienes denunciaron estos hechos por cuanto fui víctima de ese monstruoso Coronel, quien haciendo uso de su alto grado y poder me llevó a una fiesta de sus amigos con tendencias homosexuales, en un apartamento ubicado en el norte y termine siendo drogado y violado. Fue uno de los peores episodios que haya vivido en mi vida, luego la porquería del Coronel Castellanos me dijo que tenía un video con todas las poses que me habían comido y que me esperaban para la próxima parranda, que ahora en adelante iba a reinar, fue así que me prostituyeron y acabaron con mi vida. Muchas veces pensé en suicidarme, en matarlos, en salir corriendo, pero siempre me amenazaron con publicar los videos, con hacerle daño a mi familia, aun pienso en quitarme la vida, lo pienso ante la vergüenza de todo lo que me obligaron hacer. Las últimas publicaciones que me han animado y llenado de valor para hacer esto y mostrar la inmundicia que hay al interior de la Policía. Pienso que si me ubican, me matan como han matado a varios testigos de este asqueroso caso, igual mi vida sirvió de algo, viví aberrantes y humilllantes situaciones que uno jamás hubiera pensado que pudieran pasar en una escuela de formación de oficiales de la Policía. Entre a la Policía con grandes sueños y salí de ella totalmente destrozado y acabado, maldita sea la hora en la que me metí a esta porquería de institución. Como les decía, inicialmente traté de sumarme a los oficiales que denunciaron la existencia a esta red de prostitución,
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pero al ver la persecución y fuertes presiones me trasladan el retiro, así como amenazas contra la vida de los denunciantes, preferí guardar silencio para proteger uno de mis mayores sueños en ese entonces, ser oficial de la policía, proteger mi vida y proteger a mi familia, pero finalmente de nada sirvió. Destrocé mi vida, mi cobardía destrozó mi vida, los que vivimos esta terrible situación terminamos retirados o incluso algunos de ellos en la cárcel quizá con montajes o abusos de poder, tal como creo que le sucedió a mi Mayor Orjuela Pimienta. En el 2006 varios cadetes que fuimos víctimas, alcanzamos hablar con los oficiales que se habían dado a la tarea de desmantelar esta red nefasta montada por mi Coronel Castellanos, arriesgando sus carreras e incluso sus vidas. Pero nuestras intenciones se frustraron por nuestro temor y miedo que nos generó cuando de manera inexplicable, claro que ahora ya lo entiendo, fue nombrado como director de la escuela General Santander en remplazo del General Álvaro Caro entonces el entonces Coronel Janio León Riaño, quien actualmente ostenta el grado de Mayor General y se desempeña como jefe de la oficina de planeación de la Policía Nacional. En aquel entonces varios compañeros que teníamos conocimientos de las fechorías del Coronel Castellanos, nos sorprendimos cuando se produjo el nombramiento del Coronel León Riaño por cuanto lo habíamos visto en frecuentes ocasiones en sitios de la ciudad en compañía del Coronel Castellanos. Incluso mis compañeros me contaban que en varias fiestas que armaba el Coronel Castellanos con oficiales de alta graduación Gays, había asistido el Coronel Álvaro Caro y el Coronel Janio León, en compañía del entonces subdirector de la Policía el General Alonso Arango Salazar y otros oficiales de muy alta graduación, por lo que se nos desvanecieron las ilusiones de que la tiranía y presiones fueran a cambiar y lamentablemente así fue, cuando llegó el Coronel León a la escuela, una de las primeras cosas que hizo fue citarnos a mí y a varios de mis compañeros a reunirnos en privado con el fin de advertirnos que si decíamos algo en contra del Coronel Castellanos, seriamos retirados de la escuela y truncados nuestros sueños de ser oficiales de la Policía. Nos dijo que éramos unas prostitutas, que todo lo habíamos hecho con pleno conocimiento y por plata y no nos la diéramos a dar de dignos, que si hablábamos
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nuestras familias recibirían unos videos de nuestras orgias, que todo se grababan en los apartamentos y moteles a los que nos llevaban, dijo que nosotros ya sabíamos de que era capaz la Comunidad del Anillo amedrentándonos con una supuesta red poderosa de gays en la policía que estaba dispuesta mandar a callar a todo el que se metiera con ellos. Mi decisión fue callar, decisión que he lamentado durante todos estos años, ya que por no hablar me dejaron graduar como subteniente, pero luego sufrí increíbles presiones y persecuciones hasta que lograron mi retiro del servicio activo. Mi Mayor Orjuela en extrañas circunstancias fue capturado y un se encuentra en la cárcel pagando una pena por un delito que para todos los cadetes que lo conocimos, es imposible creer que lo haya cometido. El era para nosotros un ejemplo de oficial con enormes cualidades éticas y morales con un incuestionable carrera policial. Quizá el no decidió callarse ante las monstruosidades del Coronel Castellanos y termino pagando caro su actuar, y Mi capitán Ospina, que inicialmente denunció con valor y fuerza lo callaron y lo aplacaron trasladándolo a la dirección de inteligencia y dándoles varios viajes al exterior. Sueño con que un Juez dictamine una sentencia condenatoria contra el General Alonzo Arango Salazar, el General Álvaro Caro Meléndez, el General Jaime León Riaño, el Coronel Salvador Gutiérrez lambona, el Coronel Wilson Mosquera, el Mayor Wilmer Torres Orjuela y el artífice y máximo responsable de todo el desgraciado del Coronel Jerson Jair Castellanos y todos los demás involucrados en esta diabólica y depravada red criminal por dejación y trato indigno de los cadetes de la escuela a quienes nos convirtieron en objetos, en meras mercancías de cambio, quitándonos nuestra condición humana y transformándonos en simple monedas de cambio para la satisfacción de su vil lucro económico personal y sexual. En la situación actual en la que me encuentro donde nada me aterra, solo me complace imaginar a estos pervertidos personajes pagando por todos los males que le han cometido a la humanidad, por tantas vidas que frustraron, por la inocencia que nos arrebataron. Por ello insto a los oficiales de los cursos: 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, dentro de ellos a los Capitanes: Arias, Barrera, Orozco, Abello, Martínez, Laso, a las Capitanes: Sandra, Claudia. A los Tenientes: Lucumi, Ma-
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rín, Galvis, a Vélez, a Cortés, a Henríquez al teniente Arboleda, Agudelo, a la teniente Leidy, Mónica, a Lina Clemencia, a Diana Roa, a Sandra y a la teniente Jacqueline y todos los demás que fueron objeto a todas estas vejaciones, presiones violaciones a que denuncien, a que sea más grande el valor que la vergüenza y el temor, que siendo policías no pueden seguir dejándose extorsionar, amedrantar, que denuncien a estos criminales que continúan contaminando y frustrando la vida de inocentes. Limpien de una vez por todas sus conciencias, denuncien antes de que los denuncien, denuncien antes que videos y grabaciones más algunas otras pruebas como recibos de consignación ya no tengan explicación. Ahora que sale nuevamente a la luz pública esta situación, espero que los medios periodísticos y judiciales, investiguen a todos estos nefastos personajes, comprobando como los Generales, Álvaro Caro Meléndez y Janio León Riaño con la participación de los Coroneles Salvador Gutiérrez y Wilson Mosquera, manipularon todo y ocultaron las pruebas que comprometen a los líderes de esta red de prostitución con la muerte de la Alférez Lina Maritza Gómez Zapata, afectando gravemente toda la investigación. Y es que ahora que tengo todo el tiempo del mundo para pensar en el daño ocasionado a las victimas me doy cuenta que ya son más de siete años de impunidad y los que además está relacionado en el homicidio de la Alférez Lina Maritza Zapata, que como yo, conocía los hechos de mercantilización sexual en esa escuela de formación. Estoy seguro que la mataron, porque decidió no callar. La lista de oficiales comprometidos en estos vejámenes sexuales es larga y la práctica de amenazas, compra de conciencias, ocultamiento de pruebas, muestra que una vez hecha a rodar la bola del mal, ya nadie puede detenerla. Lo que hacían los encubridores con sus manipulaciones fue cavar un camino sin regreso. Porqué un execrable caso de aberraciones sexuales al interior de una institución encargada justamente en garantizar la dignidad humana, fácilmente juzgable y condenable se convierte en esto? Cómo un oscuro oficial como el General León Riaño con un prontuario de acoso sexual llega a la escuela General Santander y continua su ascenso profesional sin ningún cuestionamiento, en el momento en que esta red criminal se encontraba
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en pleno auge? Como sucede esta porquería a espaldas de sus superiores, o con el concurso o temor de ellos? La justificación de estos hechos se basan en la misma condición humana, la cobardía, el miedo, la soberbia que nace del poder, la estupidez, la ambición y hasta la maldad pura de las que los Generales Álvaro y Janio León tienen en abundancia, son razones por las que estos oficiales omitieron actuar y decidieron ocultar todo lo que les comprometía desconociendo el popular dicho que entre cielo y tierra no hay nada oculto, no hay crimen perfecto y las autoridades judiciales se dan a la tarea de investigar a profundidad, encontraran la relación no solo de la red de prostitución, si no en materia criminal ante el General Álvaro Caro, el General Jaime León, el General Alonso Arango Salazar y el Coronel Wilson Mosquera, el Coronel Jerson Jair Castellanos, el temible Mayor Wilmer Torres, encargado de amenazar de muerte y hasta matar y desaparecer a quienes se atrevían si quiera a cuestionarlos y muchos oficiales más miembros de esta maldita red criminal que hoy en día continua prostituyendo a jóvenes que anhelan ser policías. Hagan justicia, hagan justicia por Dios no más tiranía ni impunidad, como honor a todas las víctimas de esta red criminal oculta tras el uniforme de la Policía. Justicia y condena ejemplares a los criminales”. No se discute que se trata de una víctima, no solo por el tono de su voz sino también por las concordancias de los nombres y los cursos. No se refiere al Cartel de la Bisagra pero sí a nombres de mujeres que por no ser de la Comunidad del Anillo (por carecer de antena) según la fuente eran llevadas a otro tipo de actividades. No necesité buscar datos del personaje, enjuiciado como el mayor responsable del inicio de la Comunidad del Anillo, de antemano lo conocía. Durante mis actividades como profesor lo había visto allí, varias veces, sin explicación alguna, siempre allí, en la misma silla, cuando permanecía sentado o en las zonas húmedas proyectando imágenes de su mundo, buscando medir sus aspiraciones. Era algo extraño, no aquel hombre, rodeado de hombres, sino el motivo de su permanencia allí. Laboraba en el Congreso de la República, como jefe de seguridad sin ningún nexo jerárquico ni funcional con la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander era el Coronel de la Policía Gerson Yair Castellanos. ¿Por qué se le permitía el acceso a la Policía? Era una pregunta de difícil respuesta, si bien, era menos antiguo que el Director, el
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poder que manejaba en el mundillo político le permitía moverse con facilidad en cualquier contexto, incluso en una escuela de formación, la más importante, la encargada de formar los oficiales de Policía.
Gerson Jair Castellanos, Coronel de la Policía Nacional de Colombia, durante años jefe de seguridad del Congreso de la República.
Álvaro Caro Meléndez era el director de la Escuela de formación de oficiales; su paso por la Institución era requisito previo para ascender a Brigadier General, el sueño de todo Oficial de Policía. Entre Álvaro Caro Meléndez y Gerson Jair Castellanos existía un denominador común, conocido hasta ese momento, el lobby que el segundo haría en el Congreso para lograr la promoción del primero. Las competencias para ascenso a General no son fáciles; de hecho para ninguna promoción resultan ser senderos que cualquier persona recorre. Eso aparece en una particular conversación: Existía una razón para “adorar” a Gerson Jair Castellanos, el facilitador del ascenso a las cumbres más altas del poder y Álvaro Caro Mélendez lo sabía; de manera que no solo abrió las puertas de la Escuela a un Oficial menos antiguo sino que esto les permitió comercializar con los cadetes y alféreces a su antojo. Es la única explicación existente, aunque algunos apuntan a otras, asistencia a fiestas comunes. “Escoger los generales es casi una mafia”. En medio de esa mafia, que era fácil saltar con la ayuda de Castellanos, surgió otra mafia, la sexual.
CADETE DE POLICÍA SE SUICIDÓ EN BOGOTÁ Nadie sospechaba en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander, que la estudiante Lina Maritza Zapata Gómez, de apenas 19 años pensaba quietarse la vida, como se presume. A su regreso a la escuela de Bogotá, luego de pasar vacaciones de Navidad y fin de año en Marsella (Risaralda, de donde era oriunda, parece que llegó con una pena de amor. Dejo una carta donde hablaba de un desempeño amoroso ocurrido en Risaralda, donde vive su novio, manifestó el director de la escuela, coronel Álvaro Caro Meléndez. Lina Maritza fue reina de la simpatía en su colegio, el Instituto Estrada, de Marsella y quedó en segundo lugar en otro certamen de belleza realizado en Villamaría (Caldas). Estaba en segundo año de formación, la semana entrante recibiría su grado de Alférez y en diciembre el de subteniente de la Policía. Su carrera profesional, sus planes y su vida se interrumpieron la noche del miércoles en el alo-
jamiento de ella y sus compañeras dormían cuando una bala del arma de dotación de Lina Maritza disparó un su cabeza. En la memoria de sus familiares y compañeros quedó el recuerdo de una mujer de un promedio superior en sus calificaciones, responsable y disciplinada y que no dio ninguna señal anímica o sicológica que pudiera prever su intención de suicidarse, como para que alguien pudiera impedirlo. En la mañana de ayer su cuerpo fue sometido a una necropsia, en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, oficiales de Policía lo esperaban para llevarlo a la funeraria y posteriormente entregarlo a sus familiares y trasladarlo a Marsella (Risalralda), donde será sepultada. Es muy difícil decirle a un familiar que trate de sobrellevar esto y más viendo la situación tan triste en que se encuentra cuando un ser querido muere así, pero no me queda más que darles valor, condolencias y acompañarlos en su pena, expresó el coronel Caro Meléndez. Periódico La Tarde de Pereira, Risaralda Colprensa. 26 de enero de 2006
FISCALÍA: NO SE SUICIDÓ ...
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PREFACIO Lina Maritza, un nombre difícil de olvidar. Quienes tuvimos el placer de conocerla en una forma de vida, la terrena, hemos alcanzado a entender, que más allá de ella, su vida, un sueño sin respuesta, cabalga por las noches en el imaginario colectivo buscando en los senderos del conocimiento humano una formula, sin magia, capaz de desenterrar, no a la difunta, sino a la verdad, ocultada en los viejos anaqueles de las perversiones humanas. Cuando los jinetes derriben un tercio de las estrellas según el relato de San Juan, la hecatombe del mal, derribada en tiempo presente, colocará de bruces los últimos destellos de luz que se resistan a herir las sombras. Y, seguramente, una posibilidad con intenciones probables marcará un hito, rumbo a la resolución de un caso y sus consabidas consecuencias. Es sencillo, deletrear intenciones humanas agrupadas para dar apariencia de real a algo que no la tiene y desencadenar la caída del velo que despertará un sueño, el de unos padres, en principio, de cerrar, como corresponde, un duelo prolongado en los tiempos. Veritas liberabit vos, la aspiración de libertad mezclada con la verdad en una simbiosis perfecta, os proclamo tu bienvenida para liberar el alma de Lina quien desde la inmensidad, en un mundo sin tiempo ni espacio, ve pasar las horas de los mortales con la misma incredulidad de Adiela, encerrada en una caja de cristal de vidrios polarizados donde al otro lado, la verdad camina esquiva; al defensor, enmarcado en un esquema de seguridad que simboliza la restricción de libertades para tener el derecho sagrado a vivir. Libertad igual para los asesinos, no la física, sino la de sus propias conciencias entrelazadas con cómplices, necesarios o no, en una madeja de hilos anudados con la pasión de circunstancias apegadas al poder. Si la vida, como forma conocida, permanece unida a los recuerdos, Lina vive. Y vivirá con más luces cuando los secretos que rodearon su muerte emerjan de las tumbas celosamente guardadas de los pactos sacros manchados de pecado. En los últimos momentos de un mes primigenio del año dos mil seis, la aparición de unas fotografías alineadas como en una formación de muerte, con números codificadores del placer, resaltadores de detalles íntimos promocionales de deseos escondidos tras el espí-
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ritu mismo de los creadores de las leyes, pondría fin a una carrera, a segundos del primer peldaño. La última imagen, aparte de ver el rostro sonriente del perpetrador, un uniforme con la tierra que recibiera su cuerpo, reflejos de prácticas ancestrales de dominación humillante. Ver un sable depositado sobre un cuerpo en despedida, colocado por una mano acanelada es la imagen fatal de la desconfianza; verlo salir después, disparado por los imanes de las decisiones humanas aún en el deshielo de la vida, complementa el oprobio de la partida, camino al túnel final, antes de la entrevista con el Creador del universo. Las semblanzas de Lina compiten armónicamente con los entretelones de la historia. La ficción, en primer orden, escalón primario al cual asciende la realidad y luego desciende de nuevo a la ficción hasta quedar emparentados cual gemelos idénticos bautizados con el mismo nombre. Respetar la orientación sexual de las personas es un prefacio constitucional, ello en nada convalida defender las orientaciones criminales. Una y otra son distintas, como los anillos que se entrelazan formando una figura y conservando la propia. Cada cosa tiene un nombre, separador de circunstancias en la carpeta de la vida. La fuerza al servicio del derecho no puede ser confundida con el derecho al servicio de la fuerza, ni la fuerza, con menor categoría e incidencia, al servicio del poder. El poder como forma de coerción frente a la norma que coacciona, tiene una única finalidad y ella es la garantía de los medios de policía para asegurar el bienestar general mediante la desestimulo de los motivos de policía. En la presente historia, el investigador representa el medio para la búsqueda del fin; el abogado, un operador visionario instigador de los motores de la administración de justicia, las dos hermanas en un drama humano rodeado de crimen, las dos posibilidades humanas del bien y el mal y la muerte, final de las existencias humanas conocidas, un estadio superior a las manipulaciones, génesis de traiciones, montajes, proyecciones criminales y la perfilación criminal negativa como forma de colocar al ser en el no ser. No es que los personajes reales, tan importantes como los ficticios, realicen todas las motivaciones humanas que se describen en la trama, es la ficción impulsando las motivaciones humanas para dejar un sendero, cualquiera que sea, que, en cualquier sentido, en diferentes horas, en la luz o en las sombras, nos conduzca siempre al mismo lugar: la realidad, semilla del pensamiento aristotélico buscando la convergencia entre la mente y el objeto, acto definitorio de verdad.
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En un estadio más bajo del conocimiento humano, la certeza busca proyectar la convicción íntima de un suceso determinado. Antes de semejante y arriesgado reto el ser obtiene su propio convencimiento. En un relato, cargado de ambas propuestas, ficción y realidad, bajo parámetros de certeza, no deja de ser, sencillamente un punto de vista, una forma de ver las cosas, la propia interpretación de los hechos y no la verdad misma. Una categorización menor nos llevaría a niveles de probabilidad, caminos de posibilidades soportadas en inferencias. Lo mío, en el relato no es eso, es una sencilla convicción que las cosas ocurrieron así y de esa manera las transmito. Los escritos no plantean soluciones, actividad a cargo de quienes los interpretan. “La Comunidad del Anillo”. simbiosis motivacional de un segmento orientado sexualmente en sí, no es un hecho cuestionable; los hechos en los cuales quedó derivada que rayan en el Código Penal, aún, presuntamente, sin el concurso total o parcial de su diseñador visionario, son los verdaderamente censurables. Hacía allá apunta la historia, déjela girar con el mismo movimiento de los anillos cuando se liberan de las uniones forzadas, olimpiadas de presión, juegos de inducción, ensayos para llegar más lejos en un cargo, fragores de pensamientos que vienen de atrás, en el tiempo, claro; vaivenes acalorados en el sudor de las emociones, al fin, emblemas de libertad, básicos cuando no rayan con una simple palabra que define el límite entre seducción y violación: la voluntad.
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I Yo estaba allí esa noche, justo cuando el Alférez dejó de escribir. Lo había observado por horas terminando una carta sin fin. Con frecuencia miraba hacia atrás tratando de captar con el iris de sus ojos imágenes indiscretas capaces de permear su obra. No comió. Todos sus compañeros pasaron al comedor y me preguntaba, ¿cómo hacía para escapar al riguroso régimen interno? A menudo, como si consultase mundos lejanos contestaba su celular V3 de última tecnología. De pronto terminó; las luces casi al instante cedieron ante la oscuridad y con los últimos reflejos previos a la sombra vi caer un papel que pensó había guardado en su chaqueta. Lo llamé sin respuesta alguna. Lo había perdido. Tomé el documento para devolverlo a su dueño pero a lo largo de meses nunca apareció. Siempre pregunté por él, hasta el día que decidí leer la nota manuscrita. Me sorprendí con el texto: “es para usted”. decía. “Son los secretos del anillo”. El texto contenía algunas indicaciones, una de ellas, un tanto ridícula, “si quieres escribir un libro, comienza por el principio”. Quise desechar el largo escrito, en cierto sentido, cifrado y procedí a cumplir una voluntad no consultada. Eran siete hojas oficio, escritas por ambas caras y en la última cartilla un mapa para encontrar el resto del relato. Esperé un tanto las penumbras y bajo una de las pocas vírgenes existentes en el plantel, apareció ante mis ojos una bolsa gris con doscientas veinte páginas. “Solo hay una condición”. decía el texto, “que estos escritos se combinen entre ficción y realidad, el aporte mío es la ficción, usted aportará la realidad, solo hasta el momento en que escribiéndola coincida con el tiempo real, de lo contrario, la historia debe dejarse igual, evento en el cual su interpretación iría al final”. No decía más; de entrada comprendí que mi aporte sería la realidad para verificar la ficción, un aspecto un tanto extraño en un texto. Antes de partir, sentí pasos detrás de mí y un jinete montado sobre un caballo blanco dio una vuelta alrededor de mí. Lo seguí con la mirada y los pensamientos. La voz me sorprendió: –Prométame que lo escribirá, profesor –me dijo como si aquella
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frase emergiera de su garganta como una voluntad al final de sus días. –Ya está escrito –le respondí mirando un monumento de un caballo que brillaba al paso de las estrellas y de paso para tranquilizarlo un poco mientras el noble bruto mostraba más inquietud que su jinete. El jinete partió en silencio y preferí perderlo en mis sentidos antes de intentar descifrar su mundo. Nunca intenté ver su rostro ni él intentó mostrarlo, era un punto de coincidencia entre dos realidades cruzadas por el destino. Una gran curiosidad me invadió, durante toda la noche devoré con avidez la historia, gran parte de la cual no había ocurrido en el tiempo. Decidí leer hasta allí para no contaminarme de un futuro inexplicablemente anticipado. Un sendero de dudas se abrían ante mis intenciones y con el paso de las palabras y la mezcla y combinación de ellas encontré una fórmula para lograr el más grande de mis propósitos: escribir. Abrí el primer capítulo del escrito original y a pesar de haberlo leído me sorprendí al retomarlo. El único dibujo existente no lo entendía aún, un par de pingüinos luciendo en su cuello sendos anillos entrelazados y unos hilos propios de las marionetas sostenidos cada uno por un brazo. Tampoco comprendía el significado de los colores de las chaquetas, una verde y otra de un paño inglés. En mis doce años al servicio de la docencia en aquel mundo paralelo un gran reto empezaba a tomar fuerza en mis entusiastas intenciones delegadas por el azar. Un viento batido por las alas del misterio me permitió elevarme por encima de la realidad misma para soñar despierto en un mundo que se abría ante mis ojos. La primera hoja estaba rasgada y el aire fresco trató de arrancarla de mi mano privándome para siempre de vivir la magia de tan curioso relato…
II “La silla permanecía siempre vacía para él. Al observar en el horizonte la camioneta blanca ningún ser viviente decidía estar allí. Parecía el trono de un rey lejano protegido meticulosamente para ser perpetuado y él quería serlo; a menudo manifestaba un gran interés que lo desvelaba en llegar a la cima más alta del poder y poseía la forma de lograrlo; manejaba un arma secreta, la mejor, los contactos más altos del ejecutivo y el legislativo y con ellos, de
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manera combinada las mieles de la gloria. Todos los días, en diversas horas, aparecía de repente, era como si mundo estuviese allí y le perteneciese. El vehículo como un carruaje de Papá Noel traía tantos regalos que muchos de ellos debía guardarlos para el día siguiente. Todos lo consideraban un benefactor, un hombre con ideales preciados, dispuesto a ceder horas enteras para la causa de jóvenes que decidió ayudar, sacarlos adelante y buscar propósitos claros para sus vidas; en definitiva, que sus metas, como la propia, hicieran parte de un gran reinado. Al llegar a la cafetería, lugar de reunión de los estudiantes del viejo claustro, los meseros corrían a limpiar las mesas, los directivos de la institución le rendían todos los honores al recién llegado y un grupo de varones como en una coreografía de un teatro con ensayos constantes, aparecía a su lado. Una particular condición de exigencia para hacer parte de tan importante comitiva impuesta por él; jóvenes altos, atléticos, de ojos claros y deportistas consagrados, varoniles, con una misma loción escogida y obsequiada por el prohombre y previo estudio, con unas medidas genitales verificadas. Había un hombre en el lugar, desempeñando un cargo importante, nombrado por él, dispuesto a esperarlo siempre, complacerlo en todas las formas; solo un gramo de azúcar para el café, un nivel de calor determinado para la sopa y un grado específico de cocción si deseaba una hamburguesa, una pizza y unas papas fritas. No existía detalle alguno que el delegado desconociera. Su vida estuvo colmada de favores de aquel hombre y ahora el turno previsto por las circunstancias le generaba claras opciones de resarcimiento y, por encima de todo, sin importar que tipo de acciones fuere necesario realizar. Se conocían de bien atrás, gran parte de sus vidas presentaban momentos comunes, insomnios, sueños compartidos, camaradería, ascensos, premios y una misión importante para el gran benefactor: complacerlo. No poseían tendencias a la maldad, en su pensar cotidiano, lo que hacían, a su juicio buscaba solamente un fin, la felicidad y en ello, habían encontrado el mejor escenario para lograrlo, el lugar ideal, la más grande escuela de policía. Ambos sentían, casi al mismo tiempo, la complacencia que el poder les otorgaba. Con un cruce de miradas se decían todo, un lenguaje gestual perfecto de almas gemelas capaces de superar sus propias metas y soñar a todo momento en utilizar elpoder que el uniforme les facilitaba. Ese día, el lujoso automotor traía botas mediacañas importadas propias para pies grandes, tallas especialmente escogidas, incluso unas confeccionadas sobre medida para un atleta con una dimensiones fuera de lo común, en todo. Los celulares de última tecnolo-
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gía con cámaras incluidas que emocionaban a los muchachos con pensamientos de vanguardia. Camisetas originales de equipos de fútbol para todos los gustos; él deseaba, preferentemente, verificar si las tallas de las prendas eran perfectas y a menudo los acompañaba al vestier para verificar su precisión y los demás detalles de las ropa. Pantalones de finas marcas no podían faltar en el cúmulo de obsequios provenientes del humanismo extremo. Lociones finísimas con marcas distintas clasificadas por cursos, los azules, los verdes, los rojos; cada uno de ellos merecía un olor particular para ser identificado aún en la oscuridad. No podía faltar un maletín negro con moneda nacional o extranjera, una forma sublime de auxiliar a los necesitados. Muchos detalles tenían significaciones tan importantes que eran entregados en particulares ceremonias. Para el amigo más cercano, el hombre de la avanzada, su embajador, un reloj para que no olvidara el respeto por los compromisos dentro del tiempo estipulado. Al oficial a cargo de los jóvenes, el comandante, prendas en oro, collares, cadenas, dijes y no faltaban los anillos. Nadie se quedaba sin nada y nadie se retiraba del grupo sin dar o prometer algo. Las cadenas de la guardia, a la entrada del Instituto caían con gran rapidez para facilitar el paso del vehículo oficial del ciudadano insigne, del hombre que dejaba sus quehaceres cotidianos en El Congreso de la República donde tenía su asiento laboral. Luego, el desplazamiento al interior de la Escuela con rumbo a la plazoleta de comidas activaba todas las alarmas. Los estudiantes seleccionados debían abandonar cualquier actividad para estar cerca de su compañía. Parqueaba siempre en el mismo lugar, luego un rato de suspenso antes de abrir la puerta del rodante mientras las coordinaciones colocaban en su camino, uno a uno para darle una cordial bienvenida, lista en mano, a sus estudiantes preferidos. Andrés y Camilo deberían estar siempre allí, una orden tajante del director, sin importar las aulas y los compromisos académicos. Entre los dos, Andrés sobresalía por sus habilidades deportivas. Hasta ese día, nunca había aceptado una invitación de Yerzon. La insistencia era permanente. Era, y de eso se jactaba el oficial, la escogida para él, la única loción exclusiva que existía en más de mil estudiantes. –Es hecha solo para ti por la casa fabricante – le dijo una mañana ante una pregunta indiscreta de Andrés. Y realmente el poder de Yerzon podría llegar a ese nivel, lograr una loción única para una persona a quien consideraba igualmente única. En tanto, Camilo, podría asegurarse era el niño mimado de Wilmar. Ningún pecado existía en la vida de dos hombres que solo habían
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Jesús Vergara Padilla
desviado sus intenciones sexuales más allá del compromiso afectivo de sus propios hogares. Amaban a sus esposas, apoyaban férreamente a sus hijos y la posibilidad de un mundo paralelo le colocaba algo más interesante a sus vidas sumidas en las emociones de secretos guardados celosamente y públicamente conocidos. Jonh sería el más grande de los tormentos en el mundo amoroso de Yerzon. Ningún regalo, permiso, dinero, promesa o algo similar lo hacía cambiar la idea de no acompañarlo al menos por una noche. No sabía por qué, desde el día que lo observara medirse unos pantaloncillos que le había regalado, era algo abrumador, inexplicable, tal vez un capricho que no deseaba perder. Había decidido no dar marcha atrás y así invirtiera todo el dinero del mundo pagaría lo que fuera por lograr ese objetivo crucial en su vida. Wilmar lo enteró de algo inquietante, dos noticias que cubrían de bruma sus intenciones; los zapatos que durante varias horas había escogido para Jonh y luego perfumados, fueron vendidos a otro estudiante y, algo más gravoso, imperdonable, una innegable falta de fidelidad, la presencia en su vida de un obstáculo, inquietante con lo cual no deseaba competir, una bella mujer, embrujadora con sus encantos, capaz de haber superado sus propias fronteras invadiendo las suyas, un monstruo capaz de enfrentar sus sueños convirtiéndolos en pesadillas constantes que martillaban su cerebro. –¿Quién es? –preguntó a Wilmar en tanto se rascaba las bolas pensando que pensaba en voz alta y que su amigo podía escuchar sus pensamientos al tratar de descifrar el misterioso nombre de una bruja entrometida. Wilmar, con los sentidos bloqueados por la cercanía de Ricaurte, no escuchó la pregunta de Yerzon y solo supo de sus preocupaciones al verlo de pie vociferando como si su mundo estuviera incendiado por un fuego capaz de convertir sus aspiraciones en cenizas. Wilmar prefirió ignorarlo, lo conocía muy bien y en ese estadio de su proceder, reflejo externo de su mundo interior, la única alternativa posible para tranquilizar su espíritu dominador no estaría en condiciones de realizarla allí, en una cafetería ante la mirada escrutadora de muchas personas. El hombre de pie y en tono autoritario continuaba cuestionando todo, en la soledad de sus propias confusiones con frases ininteligibles que con el paso de los segundos fueron cobrando claridad. –Vamos al baño – concluyó sin que los presentes supieran para que persona iban dirigidas esas palabras. No era prudente para Wilmar acompañarlo a ese lugar por una razón de imagen. Tampoco le agradó mucho que el acompañante fuese Camilo, era como si su propio campo de acción se debilitara
La Comunidad de la Bisagra
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ante el paso por un punto ciego. Contuvo la respiración y, aunque quiso reclamar, el efecto del temor reverencial apaciguó las pasiones y mientras los dos hombres se alejaban decidió mirar una paloma torcaz que con temores comía algunas sobras de pan en tanto que una mariposa de colores variados volaba incesantemente sobre su cabeza golpeando con sus alas pensamientos sutiles que fueron disipados cuando recordó que Ricaurte estaba allí, que nunca se había movido de su silla y que Yerzon permanecía de pie esperando, como realmente ocurrió, su directa compañía…”.