La concordancia del adverbio medio en español chileno

Faculteit Letteren & Wijsbegeerte Delfien Soenen En la frontera borrosa entre el adjetivo y el adverbio La concordancia del adverbio medio en españ

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Faculteit Letteren & Wijsbegeerte

Delfien Soenen

En la frontera borrosa entre el adjetivo y el adverbio

La concordancia del adverbio medio en español chileno

Masterproef voorgelegd tot het behalen van de graad van Master in de taal- en letterkunde Frans - Spaans 2012 - 2013 Promotor

Prof. Dr. Miriam Bouzouita Vakgroep Spaanse Taalkunde

Agradecimientos

La presente tesina no es el resultado de un esfuerzo individual, sino que es fruto de la dedicación de muchas personas. Quiero expresar mi gratitud por su apoyo, sus opiniones y sus correcciones. Sin ellos esto trabajo no hubiera sido posible. A mi tutora, Profa. Dra. Miriam Bouzouita, por todos los consejos dados, por responder puntualmente a mis preguntas y por guiarme a lo largo de este estudio en un campo bastante amplio. A la Profa. Macarena Del Rosario Céspedes, profesora de Lenguaje y Sociedad en la Universidad Alberto Hurtado de Santiago de Chile, por su contribución en cuanto a los asuntos típicos chilenos. A mis amigos con los que he compartido despacho y horas de trabajo. En especial, a mi familia, que me ha apoyado en cualquier plano, sea práctico, sea mental.

iii

Lista de abreviaturas

Adj. Adv. ASALE B&D B&T Cap. Coloq. CREA Est. Fem. Loc. Masc. N Part. Pas. Pl. Prep. PUC RAE S&S S.a. Sg. V Vern.

Adjetivo / adjetival Adverbio / adverbial Asociación de Academias de la Lengua Española Bosque & Demonte Brinton & Traugott Capítulo Coloquial Corpus de referencia del español actual Estándar Femenino Locución Masculino Sustantivo Participio Pasado Plural Preposición Pontificia Universidad Católica de Chile Real Academia Española Seco & Salvador Sin año Singular Verbo Vernáculo

iv

Lista de tablas

Tabla 2—1: Categorías léxicas y gramaticales en español (Lehmann 2002: 8) Tabla 3—1: Lexicalización y “folk etymology” (Lehmann 2002: 16) Tabla 3—2: Gramaticalización y degramaticalización (Lehmann 2002: 17) Tabla 4—1: Resultados del estudio de Graell y Quilis (1991) Tabla 5—1: Las categorías gramaticales que ocupa medio en el corpus Tabla 5—2: Las categorías gramaticales que modifica el adverbio medio Tabla 5—3: Género y número del adjetivo modificado por el adverbio medio Tabla 6—1: Comparación semántica, morfológica y sintáctica de medio como adverbio estándar y medio como adjetivo estándar (basada en sección 1.2 y 1.3) Tabla 7—1: Forma estándar vs. vernácula del adverbio medio según el género y número del adj. modificado Tabla 7—2: Concordancia del adverbio medio en corpus oral vs. escrito Tabla 7—3: Adj. con que se combina el adverbio medio Tabla 8—1: Comparación entre el presente estudio y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado Tabla 8—2: Comparación entre el presente estudio (solamente las conversaciones orales) y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado Tabla 0—1: Locuciones y expresiones con medio Tabla 0—2: Compuestos con medio

20 30 30 38 43 44 44 46 49 50 51 55 56 66 67

v

Lista de gráficos

Gráfico 1: Las categorías gramaticales que ocupa medio Gráfico 2: Categoría gramatical de la palabra modificada por el adverbio medio Gráfico 3: Género y número del adjetivo modificado por el adverbio medio Gráfico 4: Forma estándar vs. vernácula del adverbio medio según género y número del adj. modificado Gráfico 5: Concordancia del adverbio medio según el registro oral vs. escrito Gráfico 6: Comparación entre el presente estudio y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado Gráfico 7: Comparación entre el presente estudio (solamente las conversaciones orales) y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado

67 68 68 69 69 70 70

vi

Tabla de contenidos

Introducción

1

Parte 1 - Marco teórico .............................................................................................................................................. 3 Capítulo 1 La palabra medio y las categorías que ocupa............................................................. 4 1.1 Sustantivo ...................................................................................................................................... 4 1.2 Adjetivo .......................................................................................................................................... 5 1.3 Adverbio ......................................................................................................................................... 7 1.3.1 Prefijo vs. adverbio ........................................................................................................ 10 1.4

Otros usos de medio: formas verbales, locuciones y compuestos lexicalizados ..................... 11

Capítulo 2 El adverbio como una categoría distinta ................................................................ 13 2.1 Definición y criterios ................................................................................................................... 13 2.2 Prototipicalidad ........................................................................................................................... 14 2.3 Diferenciación de adjetivos ........................................................................................................ 16 2.3.1 Similitudes entre adverbios y adjetivos ....................................................................... 16 2.3.2 Diferencias entre adverbios y adjetivos ....................................................................... 18 2.4

Posición fronteriza en la clasificación binaria .......................................................................... 20

Capítulo 3 El adverbio como parte de otras categorías ........................................................... 22 3.1 Conversión ................................................................................................................................... 23 3.2 Lexicalización .............................................................................................................................. 25 3.3 Gramaticalización ........................................................................................................................ 27 3.4 Gramaticalización vs. lexicalización y degramaticalización ................................................... 29 3.5 Recategorización y decategorización ........................................................................................ 31 Capítulo 4 Estado de la cuestión: la concordancia del adverbio medio ..................................... 34 4.1 Variación diatópica ..................................................................................................................... 34 4.1.1 Teoría andalucista del español americano .................................................................. 35 4.2 Variación diacrónica ................................................................................................................... 36 4.3 Variación diafásica y diastrática ................................................................................................ 37 4.4 Interpretación semántica ........................................................................................................... 38 4.5 Casos semejantes ......................................................................................................................... 39

Parte 2 - Análisis de un caso concreto: la concordancia del adverbio medio en español chileno...................... 41 Capítulo 5

Metodología .......................................................................................................... 42

Capítulo 6

El proceso que funda la concordancia del adverbio ............................................... 45

Capítulo 7

Influencia de factores (socio-) lingüísticos en la concordancia del adverbio medio ..................................................................................................................... 49

7.1 7.2

Variación diafásica: escrito vs. oral ............................................................................................ 50 Variación lingüística: el adjetivo que modifica ......................................................................... 50 vii

Capítulo 8 8.1 8.2

Consideraciones finales y conclusión..................................................................... 54

Comparación con el estudio de Pato (2010) .............................................................................. 54 Resultados obtenidos y conclusión final ................................................................................... 56

Bibliografía 59 Obras citadas ........................................................................................................................................... 59 Bancos de datos ...................................................................................................................................... 64 Apéndice

65

Tablas ...................................................................................................................................................... 65 Gráficos ................................................................................................................................................... 67

viii

Introducción

Según la prescripción académica, la categoría del adverbio es invariable, lo que implica que, modificando un adjetivo, no puede concordar con este. Sin embargo, resulta que existen numerosas excepciones que anulan esta regla. Pensamos en peor en frases como Éstos son los que peores hablan el español. (Van Wijk 1969: 4), donde, a pesar de su función adverbial, sí muestra concordancia. Igualmente aparece esta variación lingüística en el caso del adverbio medio, que concuerda a veces como si fuera un adjetivo. Pato (2010) ya investigó la concordancia del adverbio medio en cuanto a su uso ocasional en el español peninsular, examinando el área geográfica que ocupa, su evolución a lo largo del tiempo y su interpretación semántica. Además, presuponía que, basándose en la teoría del andalucismo, la concordancia del adverbio medio también existiría en América Latina. Sin embargo, si se consultan los diccionarios y las gramáticas descriptivas que analizan la localización en América, falta univocidad entre los autores. Unos lo sitúan en todo el continente latinoamericano (Moreno de Alba 1993: 190; Saralegui 1997: 49; Vaquero de Ramírez 1996: 33), mientras que otros lo atribuyen a un país concreto, como México (Lope Blanch 1972 apud B & D 2000: 226), Honduras (Van Wijk 1969: 4 apud B & D 2000: 226) o un grupo de países (Kany 1951: 34-36). Además existe poca información sobre los factores sociolingüísticos que influyen en el uso de la forma estándar, como en está medio loca, frente a la forma vernácula, ilustrado en está media loca. Solamente se nota que las obras prescriptivas (todavía) no aceptan la estructura concordada. Por lo que se refiere a la variación diastrática, el único estudio que nos ofrece unos resultados es el de Graell & Quilis (1991) que investiga la relación entre el fenómeno y el nivel sociocultural de los panameños. De esta manera nace la cuestión fundamental del presente estudio: ¿podemos generalizar la concordancia no estándar del adverbio medio, investigada en España por Pato (2010), en Latina América? y, además, ¿se puede explicar la variación por motivos sociolingüísticos? Con vistas a tratar de contestar (parcialmente) la primera pregunta, analizamos la ocurrencia del fenómeno bajo discusión en un país americano concreto, a saber, Chile. Con el propósito de investigar la contribución (socio-)lingüística, se verifica igualmente la influencia de la variación diafásica, por un lado, y del adjetivo que está modificado por medio, por otro. A fin de representar la presencia del regionalismo bajo discusión en Chile, la presente obra se basa en los textos, tanto orales, como escritos, de cinco bancos de datos que entregan conversaciones y artículos producidos por chilenos desde el año 1975. Se analizan los casos donde el adverbio medio es seguido por un adjetivo en plural y/o en femenino, visto que el masculino singular no permite verificar la concordancia de medio. Basándose así en 100 ejemplos, se investiga si el registro escrito prefiere la forma estándar (no concordada) en comparación con el registro oral. Luego, se examina la influencia del contexto lingüístico en la alternancia: el adjetivo que medio acompaña, podría intervenir en la elección de la forma estándar frente a la forma vernácula. Antes de que se pueda examinar este regionalismo, es imprescindible de introducir la investigación (cf. parte 2) por medio de un marco teórico (cf. parte 1). En un primer tiempo, se realiza el análisis semántico y morfosintáctico de la palabra medio y las categorías que ocupa (cf. cap. 1). Después, se investiga la clase del adverbio en general y la delimitación, buscando el adverbio prototípico y oponiéndolo a la clase del adjetivo (cf. cap. 2). Luego, con la intención de explicar el

1

comportamiento adjetival del adverbio medio, se discuten cuatro procesos que contribuyen a la borrosidad de los límites entre las categorías del adjetivo y del adverbio: la conversión, la lexicalización, la gramaticalización y la recategorización (cf. cap. 3). Después de esta introducción general, se pasa al estado de la cuestión, o sea, la información que ya existe sobre la concordancia del adverbio medio. Además de la interpretación semántica del fenómeno, se citan igualmente unos estudios previos sobre su variación diatópica, diacrónica, diafásica y diastrática. A título de comparación, la parte teórica termina con un breve análisis de unos casos semejantes (cf. cap. 4). Provisto de este bagaje teórico, es gran tiempo de tomar el toro por los cuernos, realizando el propio estudio. Se introduce la investigación con un capítulo entero sobre la metodología aplicada (cf. cap. 5). Luego, se analiza el proceso que funda la concordancia del adverbio medio, basándose en la localización de la forma vernácula entre el adverbio y el adjetivo (cf. cap. 6). Después, verificamos la influencia de factores (socio-) lingüísticos en el fenómeno, es decir, la variación diafásica y la variación lingüística (cf. cap. 7). Se termina con una comparación con la obra arriba mencionada de Pato (2010) y una vista general de los resultados obtenidos y las conclusiones que se pueden sacar (cf. cap. 8).

2

Parte 1 - Marco teórico

Capítulo 1 ocupa

La palabra medio y las categorías que

Antes de poder investigar la concordancia del adverbio medio, conviene empezar con el análisis de la palabra medio en sí. En primer lugar cabe examinar esta palabra en cuanto a la(s) categoría(s) gramatical(es) que ocupa, su significado y su comportamiento morfosintáctico. Basándose en los diccionarios y las gramáticas descriptivas tradicionales, medio resulta pertenecer a distintas categorías: además de ser usado como sustantivo, también puede funcionar como un adjetivo o un adverbio (S & S 1986: 229; Pato 2010: 91), respectivamente ilustrado en los ejemplos (1), (2) y (3). (1) (2) (3)

medios de vida (S & S 1986: 229) medio kilo (S & S 1986: 229) medio dormido (S & S 1986: 229)

En lo que sigue, se estudian consecutivamente los criterios semánticos, morfológicos y sintácticos de medio como sustantivo en la sección 1.1, como adjetivo en 1.2 y como adverbio en 1.3. Aparte de estas categorías principales, se tratan muy brevemente otros usos de esta palabra en el apartado 1.4.

1.1

Sustantivo

En primer lugar se examinan los criterios morfológicos y semánticos de medio como sustantivo o nombre. En general, un sustantivo es una categoría léxica que se caracteriza morfológicamente “por tener género y número y por participar en procesos morfológicos de derivación y composición” y semánticamente por “representar conceptualmente seres o entidades” (RAE 2011: 61) 1. Cuando medio funciona como sustantivo, es variable en género y en número. Como nombre masculino en singular puede tener un abanico de significados de los cuales los tres siguientes son los más usados: (i) “conjunto de circunstancias o condiciones exteriores a un ser vivo que influyen en su desarrollo y en sus actividades” (RAE 2001; RAE 2005), como en (4); (ii) “parte que en una cosa equidista de sus extremos” (RAE 2001; Sánchez 2001: 1318), ilustrado en (5);

1

En cuanto a su uso en compuestos, cf. el apartado 1.4.

4

(iii)

“cosa que puede servir para un determinado fin” (RAE 2001), como ejemplificado en (6).

(4) (5) (6)

Lo primero que hay que hacer es dignificar la vida en el medio rural. (RAE 2005) Colocaron la botella entre los dos, en el medio de la mesa. (Sánchez 2001: 1318) medio de transporte; medio de comunicación (RAE 2001)

Para algunos significados, siempre se utiliza el plural, como, por ejemplo, en el campo de la tauromaquia medios representa el “tercio correspondiente al centro del ruedo”, como ilustra ejemplo (7) (Sánchez 2001: 1318; RAE 2005). (7)

El diestro se trajo al toro a los medios para proseguir la faena. (Sánchez 2001: 1318)

Aparte de su uso común como sustantivo masculino, medio existe también en forma femenina con el significado principal de “mitad de algo, especialmente de una unidad de medida”, como se observa en ejemplo (8). Además, el significado puede diferenciar de un país a otro, como en Cuba donde representa una moneda y en Nicaragua donde se utiliza como unidad de medida, ilustrados en los ejemplos (9) y (10) (RAE 2005). (8) (9)

media de trigo (RAE 2005) Un turista puede hospedarse en una casa particular por una media de 20 CUC diarios. (Sánchez Montes s. a.) (10) Las botellas de mitad de tamaño se suelen llamar una media. (Nicatour cltd s. a.)

Visto que esta categoría queda fuera de nuestro objeto de investigación, no se profundiza el uso sustantival de medio. Para obtener más información sobre la semántica, véanse el Diccionario de la lengua española (RAE 2001: s.v. medio / media) y el Gran diccionario de uso del español actual (Sánchez 2001: 1318) que proponen unos treinta significados del sustantivo medio, media. En lo siguiente, trataremos más en detalle el uso de medio como adjetivo y adverbio.

1.2

Adjetivo

Generalmente, la categoría léxica del adjetivo se caracteriza semánticamente por “aportar contenidos que se predican de un nombre o de un grupo nominal”, morfológicamente por “presentar flexión de género y numero” y sintácticamente por formar “el núcleo de grupos adjetivales, que funcionan como modificadores del sustantivo o como atributos” (RAE 2011: 69). En lo que sigue, se describe el comportamiento de medio como adjetivo, investigando consecutivamente las características citadas. En cuanto a los criterios semánticos, acompañado de un sustantivo, el significado del adjetivo medio depende de la posición que ocupa frente a este. Generalmente, precede al nombre que acompaña y toma el significado de “igual a la mitad o 50% de algo”, como ejemplificado en (11).

5

En un uso menos amplio, se aplica a lo “que no presenta todas las cualidades necesarias para ser completo, entero, perfecto, etc.”, como en (12). Además, puede indicar una “gran cantidad” en el sentido figurado con valor enfático o hiperbólico (Sánchez 2001: 1318; RAE 2005), como se puede ver en (13a), sobre todo en el registro espontáneo de Chile como en (13b) (ASALE 2010: 125; Kany 1960: 161). (11) (12) (13a) (13b)

Se comió media sandía. (RAE 2005) Bailaban a media luz. (Sánchez 2001: 1318) La delincuencia tenía aterrorizado a medio país. (Sánchez 2001: 1318) ¡Qué media casa! (Kany 1960: 161)

Cuando, al contrario, el adjetivo está pospuesto al sustantivo que acompaña, significa “lo que está entre dos extremos, en el centro o en el intermedio de algo”, ejemplificado en (14). En esta posición, también se refiere a “lo que corresponde a los caracteres o condiciones más generales de un grupo”, como se puede ver en (15). (Sánchez 2001: 1318; RAE 2005)2 (14) (15)

Nació en el seno de una familia de clase media. (RAE 2005) El español medio no suele ir a la ópera. (RAE 2005)

En el plano morfológico, como todos los adjetivos españoles, medio es una palabra tónica. En contraste con su atonicidad en el uso adverbial (cf. sección 1.3), la primera sílaba del adjetivo se pronuncia con mayor intensidad que la segunda (RAE 2001). En cuanto a su flexión, medio concuerda en género con el sustantivo que nombra la unidad fraccionada, como ilustrado en (16) donde media se pone en femenina como la unidad fraccionada botella. Aunque el sustantivo modificado normalmente aparece en singular, se observa la forma plural cuando va cuantificado por un cardinal, y, en ese caso, medio concuerda también en número (B & D 2000: 2730). Ejemplo (17) ilustra esta idea, es decir, medio está cuantificado por los cardinales tres y dos y, por consiguiente, concuerda tanto en género como en número con los sustantivos panes y botellas. A veces también aparece en su forma plural sin que un cardinal se presente y en tal caso, se utiliza en sentido figurado (RAE 1979: 246)3. Como se puede ver en (18), medias palabras no significa literalmente “la mitad de las palabras”, sino es una expresión que se refiere a una “insinuación embozada, reticencia, aquello que por alguna razón no se dice del todo, sino incompleta y confusamente” (RAE 2001: s.v. palabra). (16) (17)

2

Me bebí solo aquella media botella. (B & D 2000: 2730) Comió los tres medios panes y se bebió dos medias botellas. (B & D 2000: 2730)

La RAE (2001) también menciona tres otros significados, que se utilizan específicamente en la lingüística:

-

“Dicho de un sonido: que se articula entre la parte anterior y la parte posterior de la cavidad bucal.” “Dicho de una vocal: que tiene un grado de abertura intermedio entre el de las vocales cerradas y el de las vocales abiertas.” “Se decía del estilo oratorio o literario adornado y elegante, pero no tan expresivo y elevado o vehemente como el sublime.”

3

Según Pato (2010: 93), medio puede aparecer en su forma plural, pero siempre acompañado de un cardinal. En los ejemplos sin cardinal, como medias palabras en (18), se trata de unas combinaciones lexicalizadas (cf. sección 1.4).

6

(18)

medias palabras (RAE 1979: 246)

Por lo que se refiere a su posición, normalmente se coloca delante del sustantivo, como se observa en (19). Sin embargo, cuando está añadido a un cardinal combinado con la conjunción y, se va detrás del sustantivo, como en (20). (RAE 1979: 412) (19) (20)

medio peso (RAE 1979: 412) dos pesos y medio (RAE 1979: 412)

Ahora que se han tratado los criterios morfológicos, se pasa a las características sintácticas del adjetivo medio. La categoría a la que pertenece, se considera como un cuantificador fraccionario (RAE 1979: 246; RAE 2010: 401; B & D 2000: 13). Generalmente se combina con sustantivos masculinos y femeninos de variada significación que pueden ser o bien entidades, como peso en (21), o bien cantidades, como docena en (22) (Pato & Heap 2005: 1). Se impone una sola condición en cuanto a la naturaleza del sustantivo con el que se combina: tiene que ser un nombre contable (o discontinuo) (B & D 2000: 13; RAE 2010: 401). En este aspecto, podemos constatar una alternancia parcial con el sustantivo mitad, que se puede combinar tanto con sustantivos discontinuos, como silla en (23a), como con sustantivos continuos, como aire en (23b) (B & D 2000: 13; RAE 2010: 401). (21) (22) (23a) (23b)

medio peso (Pato & Heap 2005: 1) media docena (Pato & Heap 2005: 1) media silla vs. la mitad de la silla (B & D 2000: 13) *medio aire vs. la mitad del aire (B & D 2000: 13)

Medio es la única forma del grupo de los fraccionarios, que admite usos pronominales, y que alterna con mitad. En estos casos, medio siempre rechaza el artículo, como se ve en (24) (B & D 2000: 2750; RAE 2010: 401). (24)

Le di un pan y se zampó medio / la mitad / *el medio. (B & D 2000: 2750)

En suma, medio es un adjetivo numeral fraccionario que tiene unas diferencias de matices con respecto a su significado, dependiendo de su posición frente al sustantivo que modifica. Es una palabra tónica que concuerda en género y, en menor medida, en número con este último. Tiene un funcionamiento bastante restringido - solamente admite sustantivos discontinuos -, en los demás contextos se utiliza el sustantivo mitad. En lo que sigue, investigamos de manera igual el significado y el comportamiento sintáctico del uso adverbial de medio.

1.3

Adverbio

El adverbio como categoría léxica se define mediante los criterios siguientes. Semánticamente, son “unidades léxicas dotadas de valor semántico representativo y de capacidad referencial” y

7

“desde el punto de vista fónico, los adverbios son palabras tónicas” (RAE 2011: 136). Además, morfológicamente “carece de flexión” y sintácticamente “puede formar grupos adverbiales” (RAE 2011: 136-137). A continuación, se analiza la palabra medio como adverbio, basándose en los criterios citados. Por lo que concierne la semántica del adverbio medio, tiene el significado léxico pleno de “no del todo”, “no enteramente”, “casi enteramente”, “no por completo” (Kany 1951: 344; RAE 2001; RAE 2005; Pato 2010: 93) o “de manera incompleta, parcial o relativa” (Sánchez 2001: 1381), ilustrado en (25) en que la persona en cuestión no está completamente convencida. En el registro coloquial se usa irónica y enfáticamente en combinación con determinados adjetivos de valor peyorativo de modo que se suavice falsamente su significado, como es el caso de medio en combinación con el adjetivo despectivo tonta en (26) (RAE 2001; RAE 2005). Además, obtiene una significación aspectual cuando enfoca el desarrollo de un evento delimitado. Este aspecto se ilustra en (27) en que medio orienta el proceso de la construcción que aún no ha terminado (B & D 2000: 3027). (25) (26) (27)

Se fue a su casa medio convencido. (Sánchez 2001: 1381) La dependienta, que es medio tonta, no sabía qué ofrecerle. (RAE 2005) Lleva varios años construyendo la casa. La tiene medio construida. (B & D 2000: 3027)

Por consiguiente, se puede clasificar medio como un adverbio de cantidad por su contenido semántico (S & S 1986: 229), junto a cuanto, mucho, poco, nada, casi, bastante, demasiado, etc. (García Márquez 1997). Sin embargo, en algunas gramáticas se considera este grupo como adverbios de grado (B & D 2000: 226; RAE 2010: 359). Hay que añadir que los siguientes lingüistas le atribuyen también el estatuto de cuantificador debido a su función como transmisor de información sobre la cantidad de la entidad denotada. Según B & D (2000: 226) es un cuantificador adjetival, mientras que la RAE (2010: 359) lo considera como un cuantificador adverbial en un contexto similar. En (28) y (29) se ven los dos ejemplos dados por las llamadas gramáticas, que pueden ejemplificar la confusión terminológica. Aunque medio funciona en ambos casos de misma manera, es decir, como adverbio que modifica (o mejor: cuantifica) el adjetivo que sigue, está denominado por otro término. (28) (29)

medio chalado (B & D 2000: 226) medio tonto (RAE 2010: 359)

Luego, según “el modo de significar” (García Márquez 1997), medio adquiere su significado que depende del contexto, y, pertenece entonces a la clase de los adverbios pronominales, junto a primero, segundo, etc. (García Márquez 1997; B & D 2000: 707). Acompañado de un sustantivo, el adverbio pronominal concreta su significación. Esta idea se ilustra por el adjetivo medio en (30) donde en el primer caso medio significa la mitad de un litro, es decir, 50 centilitros, mientras

4

Kany (1951: 34) menciona también que en su uso prefijal (cf. sección 1.3.2) tiene el significado de “cuasi” o “semi”.

8

que, en el segundo ejemplo, refiere a la mitad de un decilitro, o sea, cinco centilitros. Por lo tanto, se puede decir que medio obtiene su significado en función del contexto. (30)

Medio litro

vs.

medio decilitro

Formalmente medio pertenece a los adverbios adjetivales, a saber, tiene el aspecto del adjetivo en singular con el sufijo masculino (B & D 2000: 712). Respecto con la acentuación, a diferencia de otros adverbios, medio es un adverbio átono (RAE 1979: 69; Pato 2010: 93; S & S 1986: 229). En cuanto a la caracterización morfológica, como ya se ha visto, tradicionalmente se ha mantenido que la clase de los adverbios carece de flexión de todo tipo (García Márquez 1997; B & D 2000: 707), por lo cual los adverbios permanecen invariables, y, por consiguiente, nunca concuerdan con el adjetivo que modifican, ni en género, ni en número. Sin embargo, a veces el adverbio medio parece mostrar un comportamiento excepcional, como se puede observar en (31). Normalmente el adverbio medio no tendría que concordar con el adjetivo madura que modifica, sin embargo la forma media ha claramente adoptada el género femenino. (31)

fruta media madura (Rabanal 1967:43)

Sintácticamente, el adverbio - en el sentido amplio - puede ser modificador del verbo, del adverbio, del adjetivo, de la oración y del enunciado en su totalidad o puede relacionar oraciones (García Márquez 1997), como es respectivamente ilustrado en los ejemplos (32) - (37). En el caso de medio, solamente puede modificar un adjetivo (B & D 2000: 226), otro adverbio (Kany 1951: 35) o un verbo (B & D 2000: 5027). Así, en los ejemplos (38), (39) y (40), medio modifica consecutivamente el adjetivo tonto, el adverbio mal y el verbo despertarse. (32) (33) (34) (35) (36) (37) (38) (39) (40)

Llegó temprano. (García Márquez 1997) totalmente lleno (García Márquez 1997) muy alto (García Márquez 1997) Lo llama frecuentemente. (García Márquez 1997) incuestionable (García Márquez 1997) entonces (García Márquez 1997) Este chico es medio tonto. (RAE 2001: s.v. medio) Ella está medio mal. (Kany 1951: 35) Se medio despertó. (B & D 2000: 3027)

En resumidas cuentas, el adverbio medio no se comporta completamente como un adverbio prototípico, hasta tal punto que sí tiene flexión en ciertos contextos, y, además, carece de acentuación. La primera divergencia constituyera el objeto del presente estudio y, entonces, entraremos en detalle más tarde. Luego, la segunda anomalía hace surgir unas dudas en cuanto a la índole adverbial de medio, es decir, a veces su aspecto se acerca a la caracterización de los prefijos.

9

1.3.1

Prefijo vs. adverbio

Cabe llamar la atención a la distinción propuesta por Bello (2002: 350) entre, por un lado, medio utilizado como adverbio, como en (41), y, por otro, medio utilizado como “puro afijo o partícula prepositiva”, ilustrado en (42). Asimismo la RAE (2009: 681) cita la discusión si medio se puede considerar como prefijo en algunos usos, comparable a entre en entreabrir, por ejemplo. En combinación con un participio, un sustantivo, un adjetivo o un verbo, ilustrado respectivamente en (43), (44), (45) y (46), se obtiene el significado gradativo de “parcialmente” en lugar de “la mitad de”. (41) (42) (43) (44) (45) (46)

medio vivo (Bello 2002: 350) La sirena era [...] medio pez y medio mujer (Bello 2002: 350) medio muerto (RAE 2009: 681) medio actriz (RAE 2009: 681) medio dulce (RAE 2009: 681) medio inundar (RAE 2009: 681)

La RAE (2009: 1396) también menciona que algunos hablantes distinguen entre media hermana (“hermanastra”) y medio hermana (“casi hermana”). En el primer caso el adjetivo media modifica al sustantivo hermana, mientras que en el segundo caso hermana se considera como un adjetivo, por lo que medio funciona como adverbio y queda invariable. Sin embargo, también se registra variación de concordancia en la segunda pauta, como se observa en la diferencia en número de medio en (47) y (48). Así, según la RAE (2009: 1396), “la preferencia por la variante no concordada (medio) en lugar de por la concordada (medios) puede estar influida por el hecho de que medio se acerca más a un prefijo que al adverbio casi.” (47) (48)

Y eso sin decir que los milicos eran medios hermanos de aquellos indios. (Ranesa s.a. apud RAE 2009: 1396) Sus medio hermanos morían como moscas, tuberculosos o intoxicados. (Vargas Llosa 1977 apud RAE 2009: 1396)

Otro argumento que fundamenta la existencia de medio como prefijo, es su comportamiento en combinación con verbos. En tiempos compuestos, como se observa en (49), se introduce entre el auxiliar y el participio y se desacentúa en esta posición (RAE 2009: 682; RAE 1979: 69). Además, el hecho de que medio en combinación con verbos pronominales puede intercalarse entre el morfema pronominal y el verbo en forma personal, como en (50), muestra su naturaleza prefijal (RAE 2009: 682). (49) (50)

la había medio dejado (RAE 1979: 69) se medio enamora de (RAE 2009: 682)

No obstante, Kany (1951: 34-35) propone considerar ambos usos como el uso adverbial. Bien que el prefijo pueda acompañar sustantivos (medio actriz), se considera generalmente como adverbio porque estos nombres tienen un valor adjetival.

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Todo lo anterior demuestra claramente que existe mucha polémica en cuanto al estatuto propio del adverbio medio, como ya ha advertido Pato (2010: 94). Encima de la dificultad de clasificarlo semántica y categorialmente, su comportamiento sintáctico tampoco ofrece una imagen unívoca. En lo que sigue, se añade que medio conoce otros usos, además de las categorías léxicas ya citadas.

1.4

Otros usos de medio: formas verbales, locuciones y compuestos lexicalizados

Aparte de las categorías principales arriba mencionadas, medio también aparece en otras formas: puede ser una forma verbal, surge en muchas locuciones y, además, puede formar parte de un compuesto. Medio puede ser interpretado como una forma verbal del verbo mediar que significa “llegar a la mitad de algo” (RAE 2001: s.v. mediar). Medio también es la primera persona singular del indicativo presente, mientras que media es tanto la tercera persona singular del indicativo presente, como la segunda persona singular del imperativo afirmativo. Finalmente, medias también puede ser interpretado como la segunda persona singular del indicativo presente. Además, existe un abanico de locuciones que incluyen una forma u otra de medio. Se trata de locuciones de tipo adverbial, adjetival, verbal, preposicional y expresiones (RAE 2001: s.v. medio), como ilustran respectivamente los ejemplos (51) hasta (55).5 (51) Mi mujer me regañaba mucho, pero en medio de todo tenía gracia. (Sánchez 2001:1318) (52) atrasado de medios (RAE 2001: s.v. medio) (53) Decidió quitarse de en medio y no acudir a la reunión para evitar problemas. (Sánchez 2001: 1318) (54) Podemos representar estas ideas por medio de diagramas. (Sánchez 2001: 1318) (55) Los trúhanes se retiran a dormir temprano en uno de los varios albergues de media con limpio de la misma calle de la Montera. (Mendinueta 2009) Encima de eso, a veces también se lexicalizan sintagmas de medio en combinación con otra palabra (Pato 2010: 93) y de esta manera van formándose palabras compuestas de naturaleza diferente (B & D 2000: 5027)6, como el compuesto propio en (56) o el compuesto sintagmática en (57).

5

Puesto que la enumeración de todas las locuciones y expresiones construidas con la palabra medio nos llevaría a un trabajo demasiado extendido, una lista con las más recurrentes y sus significados se encuentra en el apéndice (Tabla 0-1). 6

En el apéndice (Tabla 0-2) se encuentra una enumeración de los compuestos más frecuentes.

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(56) (57)

medialuna (García Márquez & Maldonado 2006: 1284-1286) media cuadrática (RAE 2001: s.v. medio)

En suma, en este capítulo se analizó la palabra medio y las categorías que puede ocupar. Ya se ha mencionado de paso que se investigará el comportamiento desviante del adverbio medio en cuanto a la concordancia que muestra. Antes de investigar cuáles son las razones por esta conducta (cf. cap. 3), cabe aclarar cómo se define la categoría del adverbio y en qué medida se diferencia de otras categorías (cf. cap. 2).

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Capítulo 2

El adverbio como una categoría distinta

En el capítulo precedente se analizó la palabra medio en sus diferentes formas y trató brevemente su forma adverbial y la concordancia que hace con el adjetivo que sigue. Este capítulo aspira a profundizar el adverbio en general con el objetivo de sacar en claro en qué medida el adverbio medio difiere del adverbio prototípico. Con este propósito, se empieza con la definición y los criterios que caracterizan el adverbio en la sección 2.1. Luego, en 2.2, se intenta de encontrar “el adverbio prototípico” y su relación frente a medio. Después, en 2.3, se analiza la diferencia entre el adjetivo y el adverbio a fin de delimitar las dos categorías. En la sección 2.4, el cap. se termina por poner al descubierto la clasificación binaria entre categorías léxicas o abiertas, por un lado, y categorías gramaticales o cerradas, por otro y la posición del adverbio en estas.

2.1

Definición y criterios

Es de saber común que el adverbio constituye una categoría de palabras distinta de las demás categorías, como los sustantivos, los verbos y los adjetivos. Lo que sí entra en discusión, es la índole de estas diferencias y los criterios para determinarlas. Tradicionalmente se considera el adverbio como una “parte invariable de la oración cuya función consiste en modificar la significación de un verbo, de un adjetivo, de otro adverbio o de toda una oración” (Clave 2006: s.v. adverbio). Esta definición se basa, por un lado, en los rasgos morfológicos y, por otro lado, en las funciones que cumple en la sintaxis del discurso. La caracterización morfológica del adverbio resulta el rasgo diferenciador menos polémico en la tradición gramatical. Formalmente, los adverbios constituyen una categoría invariable, ya que no flexionan, y por lo tanto, no concuerdan en género, número, caso, persona, tiempo, aspecto o modo. Se aproxima en este aspecto a las preposiciones, las conjunciones e interjecciones, todas juntas definidas como partículas (B & D 2000: 707-708; Ramat & Ricca 1994: 290; RAE 2011: 136-137). Funcionalmente, los adverbios pueden modificar predicados, otros modificadores, categorías más altas (verbos y adjetivos) o toda la oración. Dependiendo de otros elementos de la frase, solamente añaden información y, por lo tanto, son sintácticamente facultativos (B & D 2000: 707-708; Ramat & Ricca 1994: 290; RAE 2011: 136-137). Desde el punto de vista del significado, los adverbios son lexemas “dotados de valor semántico representativo y de capacidad referencial” (RAE 2011: 137). Como el adverbio puede referir a varios aspectos como el tiempo, la cantidad, el lugar, etc. que también se pueden expresar por las demás categorías léxicas, no se considera la denotación como un criterio pertinente en la diferenciación. Adicionalmente, en el nivel fónico, son palabras tónicas, una característica que los diferencia de las preposiciones y conjunciones (RAE 2011: 137-138).

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Sin embargo, expresiones como concordemente a o contrariamente a, pese a su formación adverbial en -mente y su clasificación como adverbios en las gramáticas tradicionales y los diccionarios, no se analizan como adverbios por comportarse como preposiciones: visto que introducen obligatoriamente otros elementos como sustantivos u oraciones subordinadas, se consideran como elementos fronterizos llamados “preposiciones adverbiales” (Ramat & Ricca 1994: 290). De esta manera, los intentos de definir los adverbios como una categoría distinta y de diferenciarlos de las demás categorías se ven perturbados por el fracaso de abarcar las variaciones fronterizas.

2.2

Prototipicalidad

Con el propósito de resolver este problema arriba mencionado, varios lingüistas han buscado una nueva teoría de categorización. Siguiendo Lakoff (1987: 7), tradicionalmente se supone que entidades se juntan por medio de sus similitudes. Esta idea clásica que las categorías se fundamentan en las propiedades comunes, no resulta completamente adecuada, tomando en cuenta la variación interna de los miembros dentro de una misma categoría con respecto al significado, a las características morfosintácticas y a las funciones ocupadas (Bhat 1994: 13). Wittgenstein (1952) propone una teoría alternativa, llamada “Prototype Theory”, elaborada más tarde por Rosch (1973). La hipótesis de Wittgenstein se basa en “family resemblances”, la idea que los miembros de una categoría se relacionan sin que todos tengan en común todas las características adjudicadas a la categoría (Fox 2011: 153; Ramat & Ricca 1994: 292; Cruse 1994: 167-168). Rosch et al. (1973) adaptó el planteamiento por sugerir que la categorización humana se funda en ejemplos centrales y periféricos, de los cuales los primeros constituyen los miembros prototípicos de esa categoría (Bhat 1994: 13). La calidad del miembro en una categoría se determina por la similitud con el ejemplar ideal o por la presencia de un número suficiente de características típicas de la categoría (Fox 2011: 154). La pregunta que surge ahora en función de este trabajo, es de saber cuáles son los adverbios prototípicos y después se analizará dónde se sitúa el adverbio medio dentro de su categoría. Debido a la heterogeneidad de la categoría, los adverbios resultan poco estudiados desde el perspectivo tipológico. Sin embargo, un número limitado de lingüistas como Ramat & Ricca (1994) y Hallonsten Halling (2012) se atrevieron a buscar ejemplos prototípicos para esta categoría compleja. Ambas obras se basan en investigaciones que tratan la prototipicalidad de los adjetivos, una categoría cerca de los adverbios y largamente estudiada por e.o. Dixon (1977) (Ramat & Ricca 1994: 304-305; Hallonsten Halling 2012: 6-8). Por lo que está mencionado en la sección 2.1, Ramat & Ricca (1994: 289-294) atribuye generalmente cuatro criterios al adverbio prototípico: (i) es invariable, (ii) es opcional, (iii) puede ser modificado por otros adverbios, (iv) puede modificar otras categorías, excepto el sustantivo. Aunque existen palabras que carecen uno de los criterios enumerados, todavía

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pueden pertenecer a la categoría del adverbio, pero no se considerarán como prototípicas (Ramat 2011: 503). Luego, los autores desenmarañan cómo se puede estructurar prototípicamente la categoría de los adverbios. En un primer tiempo se basan en seis diferentes subclases sintácticas y/o funcionales, ilustradas por los ejemplos (1) - (6): adverbios de predicado (“predicate adverbs”) (1), adverbios de grado (“degree adverbs”) (2), adverbios de frase (“sentence adverbs”) (3), adverbios de marco indicando lugar y tiempo (“setting adverbs of space and time”) (4), focalizadores (“focalizers”) (5) y adverbios de texto (“text adverbs”) (6) (Ramat & Ricca: 307308). (1) (2) (3) (4) (5) (6)

already, quickly, westwards, repeatedly, again very, extremely frecuently, unfortunately, probably, frankly, legally, logically, nominally today, now, here, recently only, also, even, purely, exclusively firstly, consequently, nevertheless

Basándose en el grupo más estable y estudiado de adverbios ingleses en -ly, declaran que los adverbios de predicado de modo (“manner predicate”) se sitúan como punto de partida central y, por lo tanto, tienen un carácter prototípico (Ramat & Ricca 1994: 307-314). Sin embargo, realizando una segunda investigación basada en la frecuencia de los adverbios, obtienen un resultado completamente diferente. Resulta que las funciones más frecuentes son las que no pueden ser prototípicas desde un punto de vista lógico y diacrónico. En conclusión, como anunció Kleiber (1990: 138-146 apud Ramat & Ricca 1994: 322), la dificultad de la teoría de prototipicalidad no reside en el descubrimiento de los prototipos, sino en el establecimiento de los criterios que permiten descubrirlos. El estudio de Hallonsten Halling (2012), en cambio, no se basa en la estructura sintáctica y/o funcional del adverbio, sino en el tipo semántico del concepto que expresa. Clasifica la categoría de los adverbios paralelamente con la categorización de los adjetivos en prototipos semánticos centrales (“core semantic prototypes”) como Color (“Color”), Dimensión (“Dimension”), Edad (“Age”), etc., propuesta por Dixon (1977). De esta manera descubre que conceptos que expresan el tipo de Velocidad (“Speed”), frecuentemente pertenecen a la categoría de los adverbios. Esto se explica por su función de modificar verbos, que prototípicamente expresan un movimiento o una acción, y, por lo tanto, se combinan fácilmente con el prototipo Velocidad (“Speed”). Además, el tipo de Valor (“Value”) resulta un segundo candidato que tiende a ser típicamente adverbial. En su función de modificar adjetivos, que denotan prototípicamente tipos como Color (“Color”) o Dimensión (“Dimension”), parece muy lógico que adverbios de Valor (“Value”) se combinen fácilmente con la categoría de adjetivos (Hallonsten Halling 2012: 4-15). En resumen, aunque la categoría de los adverbios es muy heterogénea, existen criterios para delimitar esta clase. No obstante, muchos adverbios no corresponden a todos los criterios, pero sí se consideran como miembros de la clase. De ahí nació la teoría de la prototipicalidad, que plantea que unos miembros de una categoría se sitúan más central de lo prototípico que los demás que no cumplen todos los criterios. Debido a esta heterogeneidad, falta mucha

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investigación en cuanto a los adverbios prototípicos. El estudio de Ramat & Ricca (1994) descubrió resultados contradictorios con respecto a la estructura sintáctica/funcional del adverbio prototípico, mientras que Hallonsten Halling (2012), si bien en el campo semántico, sí obtuve resultados fructuosos revelando que los prototipos semánticos de Velocidad y de Valor son los mejores candidatos para ser adverbial. Visto que la investigación con respecto a la prototipicalidad del adverbio (aún) no rindió mucho, se intentará delimitar la categoría del adverbio de otra manera. En lo que sigue, demarcarán los adverbios en oposición a la categoría con que tiene más en común, es decir, la clase del adjetivo.

2.3

Diferenciación de adjetivos

Otra manera de definir una categoría, es de diferenciarla de las otras. De esta manera, en lo que sigue, comparamos la categoría del adverbio con la categoría de los adjetivos, destacando las similitudes en sección 2.3.1 y las diferencias en 2.3.2.

2.3.1

Similitudes entre adverbios y adjetivos

En primer lugar, se puede observar un paralelismo formal entre el adjetivo y el adverbio, lo que es el resultado de la obtención de adverbios a partir de adjetivos (Hernández Alonso 1974: 56; B & D 2000: 715), conocida generalmente con el nombre de adverbialización (Hoyos Rodríguez 1993: 117). En español, durante el desarrollo de este proceso, pueden entrar en juego procedimientos tanto morfológicos como sintácticos. Desde un punto de vista morfológico, el sufijo -mente, originado del ablativo latín del sustantivo MENS (espíritu), se añade a un adjetivo concordado antepuesto. Así, por ejemplo, a partir del adjetivo vago, se obtiene el adverbio vagamente formado por la combinación del adjetivo en femenino singular y el sufijo -mente. Estos adverbios en -mente se contraponen a los adverbios adjetivales, que nacen de una usurpación de funciones del adjetivo en masculino singular. Sin cambio formal alguno, los adverbios adjetivales se comportan sintácticamente de manera diferente que los adjetivos correspondientes (Hoyos Rodríguez 1993: 117; B & D 2000: 712-715). Además, ambas subclases del adverbio son equivalentes en su significado, como se nota en el ejemplo (7) (B & D 2000: 712). (7)

La chica juega [limpio/limpiamente] todas las partidas. (B & D 2000: 712)

Por consiguiente, se puede plantear que los adjetivos y los adverbios tienen la base léxica en común. Encima de eso, según Hoyos Rodríguez (1993: 116) y Hernández Alonso (1974: 56), se pueden clasificar estas dos categorías de la misma manera: por un lado, los calificativos y, por otro, los determinantes. Hernández Alonso (1974: 56) menciona que “los adverbios y adjetivos del primer grupo se corresponden muchas veces y no son pocos los determinantes que también cumplen esta correspondencia.” Ambas categorías se parecen, entonces, en la clasificación común de base semántica. El ejemplo (8) ilustra el grupo de los adjetivos calificativos, que expresan cualidades, y los adverbios correspondientes. En los ejemplos (9) y (10), en cambio, se

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presentan los adjetivos y adverbios determinantes, que definen en este caso la dimensión (9) y la distancia (10). Actualmente, esta distinción clásica entre adjetivos calificativos y adjetivos determinativos ha sido sustituida por los adjetivos y los determinantes, por lo que este criterio ya no se toma en cuenta. (8) (9) (10)

bueno/malo alto/bajo cerca/lejos

- bien/mal (Hernández Alonso 1974: 56) - arriba/abajo (Hernández Alonso 1974: 56) - próximo/lejano (Hernández Alonso 1974: 56)

Desde un punto de vista funcional, adverbios tienen en común con adjetivos la función de modificar otras unidades lingüísticas (Bhat 1994: 67, 72; Ramat & Ricca 1994: 295). Según Carbonero Cano (1978: 189 apud Hoyos Rodríguez 1993: 116), ambas categorías son “adnucleares” por cuanto inciden sobre el núcleo de su respectivo sintagma. No obstante, las categorías se distinguen en el hecho de que modifican palabras que pertenecen a dos categorías diferentes (Bhat 1994: 67; Hoyos Rodríguez 1993: 116), lo que vamos a profundizar más abajo en la sección sobre las diferencias entre el adjetivo y el adverbio. Además, tienen en común las tres características siguientes, derivadas de esta función compartida (Bhat 1994: 72). En primer lugar, ambas categorías se pueden combinar con modificadores de grado (Bhat 1994: 72-73; Hoyos Rodríguez 1993: 117; B & D 2000: 716-717). Como indican las frases (11a) y (11b), el cuantificador de grado bastante se puede combinar no solo con el adjetivo independiente, sino también con el adverbio correspondiente. Segundamente, debido a la función de modificar, también ocurren en construcciones comparativas (Bhat 1994: 73-74), como muestra la combinación de más tanto con el adjetivo difícil en el caso de (12a), como con el adverbio rápidamente en (12b). Finalmente, también comparten la característica de funcionar como base en exclamaciones. Bhat (1994: 74) cita dos ejemplos, (13a) y (13b), en el idioma canarés donde los equivalentes del adjetivo grande y del adverbio rápidamente aparecen ambos en una exclamación. (11a) (11b) (12a) (12b) (13a)

Esta propuesta es bastante independiente de la anterior. (B & D 2000: 717) Esta propuesta se trató bastante independientemente de la anterior. (B & D 2000: 717) Esto es más difícil de lo que creía. Nadie puede correr más rápidamente que ello. avan-adu estu dodda mane! (Bhat 1994: 74) [canarés] his-it how-much big house “What a big house his is!” (13b) avanu estu be:ga o:dida (Bhat 1994: 74) [canarés] he how-much fast ran “How fast he ran!” Considerando estas similitudes entre el adjetivo y el adverbio, se comprende que, a veces, los límites entre estas categorías pueden ser confusos, tanto en el nivel formal como en el nivel funcional (Ramat & Ricca 1994: 295). Sin embargo, la semejanza no forma un argumento para juntar estas categorías porque también difieren en ciertos puntos, como se verá en el apartado siguiente.

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2.3.2

Diferencias entre adverbios y adjetivos

Como ya seha mencionado en la sección anterior, el adverbio y el adjetivo inciden en categorías diferentes. En el caso de los adjetivos, se prefiere modificar substantivos que prototípicamente describen objetos visibles o tangibles. Los adverbios, en cambio, modifican verbos que prototípicamente denotan eventos o acciones pasajeros (Bhat 1994: 67)7. Esta diferencia que afecta su funcionamiento en el discurso, se refleja en las tres diferencias derivadas que siguen. Primero, difieren en su estatuto de dependencia, debido al hecho de que los adjetivos afectan el significado de un substantivo a fin de identificar un objeto o individuo específico, mientras que los adverbios añaden información sobre la acción o evento que expresa el verbo. Según Bhat (1994: 79-82), los adverbios resultan más independientes en comparación con los adjetivos. A diferencia de los adjetivos, los adverbios no tienen que juntarse tan fijamente del verbo que modifican. La mayor independencia del adverbio se refleja e. o. en la posibilidad de cambiar de posición en una frase sin que afecte al significado. Como ilustra el adverbio ayer en los ejemplos (14a) y (14b), el significado del enunciado no cambia, solamente ocurre un desplazamiento del foco. (14a) Hizo un buen día ayer. (14b) Ayer hizo un buen día. Segundo, otra vez como consecuencia del hecho que afectan otras categorías, el adverbio y el adjetivo difieren en sus prototipos semánticos. Dixon (1982: 26-32 apud Bhat 1994: 83) distingue tres relaciones derivacionales entre adverbios y adjetivos en inglés: (i) los adverbios que modifican un argumento del verbo, que corresponden a adjetivos que modifican un substantivo, como en (15a). (ii) los adverbios que modifican el verbo mismo, que corresponden a adjetivos que modifican a un nominal derivado de ese verbo, ilustrados por (15b)8. (iii) los adverbios que modifican un adjetivo, que corresponden a un adjetivo que modifican un nominal derivado de ese adjetivo, ejemplificados en (15c). (15a) (15b) (15c) (16)

stupidly answered answered stupidly stupidly jealous deep dive

-

stupid man (Bhat 1994: 83) stupid answer (Bhat 1994: 83) stupid jealousy (Bhat 1994: 83) dive deeply (Bhat 1994: 84)

Lo que llama la atención es que solamente los adjetivos que expresan Propensión Humana (“Human Propensity”) (Dixon 1982: 28 apud Bhat 1994: 83) pueden desempeñar estas funciones. Pues bien, este tipo semántico no pertenece a los prototipos semánticos de los adjetivos,

7

En lo que precede, se ha visto que el adverbio además de modificar verbos, puede modificar adjetivos, otros adverbios y aun toda la oración, pero no son las funciones prototípicas y por eso no se toman en cuenta aquí en la comparación con el adjetivo. 8

Una categoría que comparte características con sustantivos y adjetivos.

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determinados por Dixon (1982: 55) como Dimensión (“dimension”), Color (“color”), Edad (“age”) y Valor (“value”). De hecho, en general, son estos adjetivos prototípicos que no poseen adverbios correspondientes. Incluso cuando tal adjetivo tiene un adverbio correspondiente, este puede solamente contraer la segunda relación (Bhat 1994: 83), como se puede ver en ejemplo (16). El adjetivo deep (“profundo”) que contiene el valor prototípico de Dimensión, modifica dive (“bucear”), un nominal derivado del verbo dive. Se observa que este adjetivo tiene un adverbio correspondiente, deeply, que solamente puede modificar un verbo, dive en este caso. Generalmente, se nota que solamente adjetivos con valor semántico periférico tienen un adverbio correlativo. Por consiguiente, se puede plantear que las categorías del adjetivo y del adverbio representan prototipos semánticos diferentes. Tercero, Bhat (1994: 75-79) menciona la diferencia en el uso categorial, o sea, el uso de las formas no marcadas cuando se usa en sus funciones categoriales (i.e. modificación del substantivo para los adjetivos y modificación del verbo para los adverbios). Cuando, al contrario, se utilizan en otras funciones, experimentan un tipo de cambio. De esta manera, en el idioma canarés, adjetivos que funcionan como un adverbio, toman el afijo age, mientras que adverbios que se utilizan como adjetivos necesitan el afijo ina. Ejemplo (17) ilustra el primer caso, donde el adjetivo becc (“caliente”) está provista del afijo age, frente al afijo ina añadido al adverbio mellaga (“despacio”) en uso adjetival en ejemplo (18). (17)

(18)

adannu becc-age irisida (Bhat 1994: 75) it warm-adv kept “He kept it warm” avana mellaga-ina ma:tu nanage ke:lisal-illa (Bhat 1994: 76) his slowly-adj talk me hear-not “I didn’t hear his slow talk”

[canarés]

En suma, la diferencia en la categoría de la palabra que modifican, conlleva muchas otras diferencias entre el adverbio y el adjetivo. No obstante, se nota que Bhat (1994) no toma en cuenta la concordancia del adjetivo como criterio discerniente, aunque, según Sobejano (1970 apud Gónzalez Calvo 1981: 122), “el adjetivo sea capaz de terminaciones genéricas distintas, sin poseer en sí mismo género alguno, lo distingue claramente de todas las otras partes de la oración”. Quizás podemos explicar la falta de este criterio en la obra de Bhat (1994) por no ser universal, visto que no en todas las lenguas el adjetivo concuerda con el sustantivo sobre el que incide. La comparación entre el inglés y el español en ejemplo (19) y (20) permite ilustrar esta idea. El adjetivo inglés beautiful no concuerda con el sustantivo en femenino plural women, mientras que en la traducción español el adjetivo bonito sí concuerda con el sustantivo mujeres, tanto en género como en número. De esto se induce que en español, a diferencia de otros idiomas, como el inglés, el criterio de la concordancia permite diferenciar los adjetivos de los adverbios. (19) (20)

He likes beautiful women. Le gustan las mujeres bonitas.

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En resumen, existen dos criterios principales en la distinción entre el adverbio y el adjetivo en español; por un lado, la categoría de la unidad lingüística sobre la que inciden y, por otro, la concordancia del adjetivo que falta en la categoría del adverbio. No vamos a tratar la diferenciación del adverbio de otras categorías, tales como el substantivo o el verbo, porque no resulta pertinente en este estudio. Lo que más conviene de ser tratado con el objetivo de esta investigación es el análisis de cómo el adverbio va incorporando en una otra categoría. Sin embargo, antes de analizar esta cuestión en el cap. 3, cabe prestar atención en la distinción entre clases abiertas y cerradas a fin de bien captar los procesos que trataremos en breve.

2.4

Posición fronteriza en la clasificación binaria

Las clases de palabras, según la teoría general, se pueden dividir en categorías léxicas y gramaticales. Mientras que las unidades léxicas presentan un contenido específico o concreto, las unidades gramaticales tienen un contenido abstracto, estructural/funcional o indexical. La categoría léxica se inscribe en paradigmas amplios, abiertos a nuevas incorporaciones expresándose por el sustantivo, el verbo y el adjetivo. La categoría gramatical, en cambio, se expresa por, entre otros, determinantes, pronombres y auxiliares que pertenecen a conjuntos limitados y cerrados (B & T 2005: 11; RAE 2011: 6-7). Sin embargo, en Tabla 2-1, propuesta por Lehmann (2002: 8), se indica que la subdivisión de las clases de palabras no siempre coincide con la de las categorías léxicas y gramaticales. Así, por ejemplo, hay preposiciones como tras que pertenecen a la categoría léxica por tener un contenido referencial y semántico, mientras que otras, como de, se consideran como preposiciones gramaticales por falta de tal significado.

Tabla 2—1: Categorías léxicas y gramaticales en español (Lehmann 2002: 8)

Además, unos lingüistas prefieren distinguir las clases abiertas de las clases cerradas, que corresponden respectivamente con las categorías léxicas y las categorías gramaticales. La característica discerniente es la (casi) (im)posibilidad de añadir nuevas palabras. No obstante,

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existe un continuum entre las clases abiertas y cerradas, y un miembro puede ser más o menos prototípico. Es una cuestión que surge en el caso de los adverbios, porque existe un alcance desde una clase relativamente abierta, representada por los adverbios en -mente, hacia una clase relativamente cerrada, como los adverbios monomorfémicos tal como ya (B & T 2005: 14-15). A pesar de su borrosidad, estas clasificaciones son de gran importancia para explicar los procesos que pueden provocar el comportamiento extraño del adverbio medio. En lo que sigue, analizaremos unos de esos procedimientos que podrían causar la concordancia del adverbio en cuestión.

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Capítulo 3 categorías

El adverbio como parte de otras

En el capítulo precedente se investigó el adverbio como una categoría distinta de las demás categorías. Después de la definición la categoría y el análisis de los criterios para delimitarla, se buscaron los adverbios prototípicos. A causa de los resultados insatisfactorios de esta búsqueda, se trató de definir la categoría del adverbio comparándola con las demás categorías, y con los adjetivos en específico. A pesar del inventario de sus similitudes y diferencias en la sección 2.3, todavía existen casos periféricos situados en la frontera confusa que separa los adverbios de los adjetivos. Un ejemplo constituye el adverbio bajo discusión, medio, que concuerda a veces con el adjetivo que modifica. Como la concordancia es una característica típica de los adjetivos e insólita para los adverbios, se puede plantear que en estos casos el adverbio medio se comporta parcialmente como un adjetivo. Con la finalidad de encontrar la causa de este comportamiento extraño, examinaremos unos procesos que contribuyen a la borrosidad de los contornos entre las categorías del adjetivo y del adverbio. De esta manera, en lo que sigue, se describen consecutivamente la conversión en la sección 3.1, la lexicalización en 3.2, la gramaticalización en 3.3, la relación entre estos tres, junto con el concepto de la degramaticalización en 3.4, para terminar con los procesos de la recategorización y la decategorización en 3.5. Para cada concepto se dará una descripción, seguida por las características generales y la aplicación en la categoría de los adverbios. Tanto la estructura de este apartado, como la parte de aplicación se basan en cierta medida en el estudio de Brinton (2002). Esta lingüista escribió una de las pocas publicaciones sobre adverbios que se comportan como adjetivos. Concretamente examinó, a lo largo de la historia del inglés, el uso de adverbios temporales como adjetivos atributivos, como los adverbios late (“tarde”) y then (“entonces”) en (1) y (2). (1) (2)

my late father (Brinton 2002: 67) the then practice (Brinton 2002: 67)

En realidad, nuestro objeto de estudio, la concordancia del adverbio medio, difiere aún bastante de la investigación de Brinton, por lo que no se puede aplicar integralmente sus resultados a nuestro estudio. En la parte práctica, la segunda mitad de la presente investigación, verificaremos en qué medida corresponden y, con eso, cuál(es) proceso(s) provoca(n) la concordancia del adverbio medio.

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3.1

Conversión

Entre los procesos de formación de palabras como la composición y la derivación, se coloca igualmente el procedimiento menos estudiado de la conversión, también denominado como “functional shift” de una categoría hacia otra (B & T 2005: 33). Según Bauer (1983: 227), la conversión es un proceso sintáctico en que “the use of a form wich is regarded as being basically of one form class as tough it were a member of a different form class, without any concomitant change of form.” Dicho de otro modo, una palabra considerada como parte de una determinada categoría, va perteneciendo también a otra categoría, sin que cambie su forma. No hay restricciones en cuanto a las categorías que pueden experimentar una conversión y, además, el proceso es capaz de crear palabras de casi cada categoría, sobre todo de las categorías abiertas. De esta manera, Bauer (1983: 226) menciona que este proceso es completamente libre y cada lexema puede convertirse en una forma de una clase abierta, lo que se refleja en la alta productividad de este fenómeno en el marco de la formación de palabras. A pesar de unas objeciones de Lyons (1977: 523), Gruber (1976: 337) y Matthews (1972: 190), en inglés, el término de conversión (“conversion”) está corrientemente equiparado como sinónimo de cero-derivación (“zero-derivation”) (Bauer 1983: 32; B & T 2005: 37). En vez de seguir el camino usual añadiendo un sufijo derivacional para cambiar de categoría, se anexiona el marco cero, o sea, nada (si bien el acento puede trasladarse). A continuación se examinan unos ejemplos que permiten ilustrar estos procesos. En los ejemplos de (3a)-(3g) de B & T (2005: 37), se nota que la conversión siempre conlleva la derivación de un elemento de una categoría abierta en otro. Así, del verbo to run (“correr”), se ha derivado, sin cambio formal alguno, el sustantivo run (“corrida”) y paralelamente se explican los ejemplos siguientes. (3a) (3b) (3c) (3d) (3e) (3f) (3g)

(a) run (N) (a) runaway (N) (a) private (N) paper (shredder) (Adj.) tow-away (zone) (Adj.) (to) calendar (V) (to) lower (V)

< < < < < < <

(to) run (V) (B & T 2005: 37) (to) run away (V + Prep.) private (Adj.) paper (N) (to) tow away (V + Prep.) (a) calendar (N) lower (Adj.)

Además, en idiomas que tienen poca flexión, como el inglés, también puede producirse una cero-derivación desde una clase inferior (adverbio, preposición, conjunción etc.) hacia una clase superior (sustantivo, verbo, adjetivo) (Bauer 1983: 230; B & T 2005: 38). De este modo, en el ejemplo (4a) se observa que del adverbio off (“ausente”) se ha derivado el verbo to off (“irse”). Se puede analizar los demás ejemplos de (4b) hasta (4d) de manera semejante. No obstante, esta promoción desde una categoría funcional hacia una categoría léxica, se ha considerada como un tipo de lexicalización y de degramaticalización, dos procesos que profundizaremos en los apartados 3.2 y 3.4 (B & T 2005: 38).

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(4a) (4b) (4c) (4d)

(to) off (V) (to) down (V) up (Adj.) if (N)

< < < <

off (Adv.) down (Adv.) up (Adv.) if (Conj.)

(B & T 2005: 38)

Sin embargo, los casos más obvios no son estos precedentes que cambian de una categoría a otra, sino los que truecan una subcategoría del sustantivo, del verbo o del adjetivo por otra subcategoría (Bauer 1983: 227). Consideremos los ejemplos (5a) y (5b), cuyos sustantivos tea (“té”) y goat (“cabra”) se utilizan en dos diferentes subclases. En (5a) se ve que el sustantivo incontable tea, como en some tea (“un poco de té”), se comporta como un sustantivo contable en two teas (“dos tés”). En (5b), en cambio, se observa el caso inverso: mientras que goat es claramente un sustantivo contable, en a slice of goat (“un trozo de cabra”) figura como un sustantivo incontable. A continuación se presenta el ejemplo (6) en que el verbo intransitivo to run (correr) se utiliza como un verbo transitivo en to run a horse (“participar con un caballo en una carrera”). Un último ejemplo muestra que adjetivos que no admiten gradación, como French (“francesa”), a veces pueden usarse como adjetivos de grado permitiendo la combinación con very (“muy”). En la sección 3.5, veremos que estos ejemplos de conversión se apoyan estrechamente a los casos recategorizados. (5a) (5b) (6) (7)

two teas < some tea a slice of goat < a goat He is running a horse in the Derby . She looks very French.

(Bauer 1983: 227)

Ahora que se ha definido y detalladamente ejemplificado el proceso general de la conversión, cabe concentrarse en lo que atañe específicamente a este estudio: la conversión del adverbio. En lo que precede, ya se citaron los ejemplos (4a), (4b) (4c) de B & T (2005: 38) en que el adverbio se convirtió en un verbo o un adjetivo, un fenómeno que ocurre sobre todo en idiomas con poca flexión. Sin embargo, Brinton (2002: 86), en su estudio sobre el uso de adverbios temporales como adjetivos atributivos, nota que Bauer (1983: 226) no habla de la conversión de adverbios en adjetivos. Aunque este último considera la conversión en general como un proceso completamente libre que puede concernir cada categoría, no ejemplifica esta conversión concreta y menciona solamente que la conversión hacia un adjetivo puede ser problemática (Bauer 1983: 228). Quirk et al. (1985: 1562 apud Brinton 2002: 86), en cambio, argumenta que se puede adjudicar esta conversión al adverbio a condición de que permita el uso predicativo y muestre flexión, tal cual el adjetivo. Si no cumple estos requisitos impuestos, tiene que explicarse por medio de términos sintácticos (“syntactic terms”), llamándolo “un adverbio que actúa como un adjetivo”. Finalmente, Brinton (2002: 87) cita un planteamiento alternativo en términos de gradación intersectiva (“intersective gradience”), basándose en la teoría de Denison (2001). La hipótesis parte de la gradación de las fronteras entre categorías como el sustantivo y el adjetivo. Esta gradación (“gradience”) también se aplica a categorías mayores, como el modificador, a que pertenecen el adjetivo y el adverbio. En este sentido, se podría decir que el adverbio convertido se considera como un miembro menos típico de la categoría del adjetivo.

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En resumen, cualquier palabra puede experimentar una conversión, o sea, un traspaso hacia otra (sub)categoría, sin que cambie formalmente. En cuanto a los adverbios que van comportándose como adjetivos, solamente existen planteamientos teóricos borrosos, faltan entonces estudios profundos. Seguimos con el proceso de la lexicalización, que está muy relacionado con la conversión, ya que es igualmente incluido en los procesos de la formación de palabras (Brinton 2002: 94).

3.2

Lexicalización

Cada lingüista que se ocupa del proceso de la lexicalización, empieza su obra denunciando la falta de uniformidad en su concepción (Bauer 1983: 45; Brinton 2002: 70; Himmelmann 2004: 21; B & T 2005: 18; Buenafuentes de la Mata 2007: 32; Alonso Calvo 2009: 33-34). Esta confusión terminológica procede del uso ambiguo para procesos tanto sincrónicos, como diacrónicos. Con el objetivo de poner orden en la acumulación de definiciones, Brinton (2002: 70-74) destaca nueve diferentes propuestas, clasificadas por B & T (2005: 32) en 3 subcategorías: (i) (ii) (iii)

procesos de formación de palabras (+/- institucionalización) procesos de fusión que resultan en reducción de composicionalidad procesos de separación que resultan en aumento de autonomía

El primer tipo de lexicalización, considerado como la definición más amplia, se concibe como sinónimo de los procesos de la formación de palabras (B & T 2005: 33; Buenafuentes de la Mata 2007: 32). Los procedimientos de la composición, la derivación y la conversión, como citados en la sección anterior, responden de crear nuevas formas que sí o no pueden institucionalizarse. Para ejemplificar, la composición de blackboard (“pizarra”) en (8) se forma mediante la combinación de dos palabras independientes, black (“negro”) y board (“pizarra”). El vocablo swimmer (“nadador”) en (9), en cambio, es el resultado del verbo to swim (“nadar”) acompañado del morfema derivacional -er, que expresa el agente. Finalmente, como indica el ejemplo (10), desde el sustantivo milk (“leche”) se creó el verbo to milk (“ordeñar”) por medio de una conversión. (8) (9) (10)

blackboard swimmer (to) milk (V)

< black + board (B & T 2005: 34) < (to) swim (B & T 2005: 35) < milk (N) (B & T 2005: 39)

Sincrónicamente, la interpretación de la lexicalización como el producto de una fusión implica que el significado se mantiene constante, mientras que la forma cambia. Desde un punto de vista diacrónico, al contrario, se trata de la evolución desde una forma compleja hacia una unidad más simple, durante la cual el significado sí puede cambiar notablemente (Alonso Calvo 2009: 35). En el plano diacrónico, se distingue generalmente, por un lado, la transformación de una construcción sintáctica en un lexema, y, por otro, la evolución de un morfema fijo en un

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lexema (Blasco Mateo 2002: 35 apud Buenafuentes de la Mata 2007: 34; Brinton 2002: 72; B & T 2005: 47-57). El ejemplo (11) ilustra el primer proceso en que la construcción corre, ve y dile se convirtió en una sola palabra, correveidile (“chismorrero”). Luego, en ejemplo (12), el sufijo derivacional -ade que denota una bebida, se cambió en un lexema y ejemplifica entonces la segunda transformación. (11) (12)

correveidile < corre + ve + y + dile (Ramat & Ricca 1998: 122) lemonade (B & T 2005: 52)

Mientras que estos elementos se fusionan, también existen casos en los cuales se observa un aumento de autonomía y composicionalidad, como indica la tercera definición. De esta manera, un afijo inflexional se puede convertir en un clítico (clitización), o un clítico, a su vez, puede cambiarse en una palabra independiente (declitización) (B & T 2005: 57). Es lo que ocurrió en el caso del genitivo inglés, ejemplificado en (13). Desde la ‘s inflexional en the King’s dog (“el perro del rey”) a través del clítico ‘s en the King of England’s dog, nació la palabra independiente his en the King his dog (Brinton 2002: 75). (13)

the King his dog < the King of England’s dog (Brinton 2002: 75)

< the King’s dog

Aparte de estas digresiones en cuanto a la delimitación del término, cabe añadir unas características generales del proceso. Por un lado, se puede señalar la unidireccionalidad de la lexicalización, que resulta en la irreversibilidad de la transformación de un elemento de naturaleza gramatical en un elemento léxico. Por otro lado, este procedimiento implica ciertos cambios en el plano semántico, ya que lleva a la pérdida de la composicionalidad semántica. Es que la motivación de la palabra puede perderse (desmotivación), debida a la adquisición de idiomaticidad (idiomatización) (Buenafuentes de la Mata 2007: 36-41; Brinton 2002: 73; B & T 2005: 56; Alonso Calvo 2009: 36). Un caso concreto, como ejemplo (14), permite ilustrar esta idea. En inglés antiguo se juntaron las palabras god (“bueno”) y spell (“noticias”) para formar el lexema gospel (“evangelio”), pero se perdió la composicionalidad semántica por añadir la connotación religiosa (B & T 2005: 56). (14)

gospel

< god (good) + spell (tidings)

(B & T 2005: 50)

Aplicando esta teoría preliminar a nuestro estudio, es decir, el adverbio, se puede referir otra vez al estudio de Brinton (2002) sobre los adverbios temporales que se comportan como adjetivos. La autora anuncia que a primera vista se podría pensar que se trata de un caso claro de lexicalización por la transformación de una palabra gramatical en una palabra léxica. Es que el adverbio se considera como más gramatical que el adjetivo y, por consiguiente, experimenta un cambio hacia una función más léxica. Desde este punto de vista, se trataría de un caso de lexicalización secundaria, o sea, el proceso que hace un elemento léxico aún más léxico (Brinton 2002: 87; Buenafuentes de la Mata 2007: 35). Sin embargo, Brinton misma (2002: 87-88) renuncia a esta hipótesis dando tres argumentos en contra de esta postura. Primero, cuestiona la distinción entre las clases gramaticales y lexicales por ser muy borrosa (cf. sección 2.4). Segundo, visto que el proceso de lexicalización es

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idiosincrásico, consiste en cambios inesperados y no existen patrones. No obstante, en el estudio de Brinton, el cambio es casi general, afectando toda una clase de formas y, además, es muy regular. Tercero, los cambios semánticos en su investigación son muy atípicos por lo que se refiere a la lexicalización. Aunque la modificación en el plano semántico normalmente es casi irrecuperable o imprevisible, como acabamos de ver (cf. desmotivación e idiomatización), en el estudio de Brinton ocurre la inversa (Quirck et al. 1985 apud Brinton 2002: 88). En suma, el abanico de definiciones sobre la lexicalización en la literatura se puede clasificar en tres agrupamientos. Lo que todos tienen en común son las dos características siguientes: por un lado, la integración de una palabra en el léxico (lexicalización primaria), y, por otro, la acción de hacer un elemento más léxico (lexicalización secundaria). En cuanto a nuestro estudio, la lexicalización del adverbio a un adjetivo se anula mediante varios argumentos. En lo que sigue, discutimos el procedimiento de la gramaticalización, a veces considerado como el proceso opuesto a la lexicalización.

3.3

Gramaticalización

Desde que Meillet (1912: 131) ha definido el proceso de gramaticalización como “le passage d’un mot autonome au role d’élément grammatical”, muchas han sido las definiciones que ha recibido el fenómeno a lo largo del tiempo. Campbell & Janda (2001: 94-107 apud Cifuentes Honrubia 2003: 14) seleccionó lo que tienen en común todas las descripciones de la gramaticalización al resultar en la siguiente definición general: “la adquisición por parte de una unidad lingüística de un contenido gramatical o más abstracto, o bien el paso de una unidad de contenido gramatical a otro contenido más gramatical”. En general, el proceso se caracteriza por tres propiedades: (i) las cadenas de gramaticalización, (ii) la unidireccionalidad y (iii) las implicaciones semánticas que provoca (Buenafuentes de la Mata 2007: 10-31). Heine, Claudi y Hünnemeyer (1991) atribuyen dos cadenas de gramaticalización a esta evolución gradual, representadas en (a) y (b). Buenafuentes de la Mata (2007: 20) nos da los ejemplos clásicos para clarificar estas dos cadenas. En el marco de la formación del futuro de indicativo en las lenguas románicas el verbo HABERE ha sufrido una clitización y después una morfologización e ilustra entonces la primera cadena. La segunda cadena se ejemplifica por el sufijo adverbializador -mente que, como ya hemos visto en la sección 2.3.1, se originó del sustantivo latín MENS en el ablativo y también acabó gramaticalizándose. Además, Garachana (1999: 156-157 apud Buenafuentes de la Mata 2007: 19-20) añade una tercera cadena, descrita en (c), que se aplica a la transformación del sintagma preposicional en cima en el adverbio espacial encima, luego en un conector discursivo y finalmente en una interjección.

(a)

verbo pleno > (auxiliar) > clítico > afijo (cantare habeo > cantar he > cantaré)

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(b)

nombre pleno > (nombre relacional) > (preposición secundaria o locución prepositiva) > (preposición primaria) > clítico (mens > -mente)

(c)

sintagma preposicional > adverbio > conector aditivo > interjección impropia (en cima > encima)

Otra característica, que se relaciona con estas cadenas de gramaticalización, es la unidireccionalidad del fenómeno. Esto implica que se gramaticaliza siempre desde el léxico > gramática o bien desde gramatical > más gramatical y no viceversa (B & T 2005: 25) y forma entonces un “proceso irreversible y gradual, y por lo regular unidireccional, de debilitamiento del significado referencial de las formas y ganancia de un significado gramatical más abstracto” (Company Company 2003: 9). En otras palabras, la gramaticalización conlleva la evolución diacrónica de una sustancia desde un contenido más específico hacia más general y abstracto (Bybee et al. 1994: 13 apud Fischer et al. 2000: 19). De ello se infiere que, desde el punto de vista semántico, la unidad lingüística pierde el contenido léxico y adquiere un significado gramatical o funcional (Buenafuentes de la Mata 2007: 27). Este desgaste semántico se denomina como desemantización, bleaching o reducción semántica (Heine 2003: 579). Las repercusiones semánticas de la gramaticalización pueden conllevar uno de dos procesos cognitivos: por un lado, la metaforización o, por otro, el cambio de tipo metonímico-discursivo. La metaforización comprende una transferencia de dominios concretos de experiencia humana hacia dominios más abstractos de relaciones espaciales, temporales, textuales etc. (Heine 2003: 586). Por lo que es el tipo metonímico-discursivo, no es la similitud que provoca la asociación como en el caso de la metáfora, sino la contigüidad. Por decirlo de otra manera, en el caso de la metonimia, se busca un término del mismo campo o contexto, mientras que la metáfora supone una substitución de un elemento similar de un campo o paradigma diferente (Fischer et al. 2000: 16 - 17). Estos cambios semánticos pueden producirse o bien de forma independiente, o bien juntos dentro de una misma gramaticalización (Buenafuentes de la Mata 2007: 30). Esta aclaración del proceso general de gramaticalización por medio de su definición y sus características nos permite de profundizar su efecto en el campo específico de los adverbios. En un primer tiempo, Ramat (2011: 504-505) distingue las categorías lingüísticas como el sustantivo, el verbo, el adverbio de las categorías cognitivas como modo, tiempo, optatividad, pero también la adverbialidad (“adverbiality”). Argumenta que la categoría cognitiva de adverbialidad se presenta en cada idioma del mundo, pero no siempre se realiza como adverbios prototípicos. Después se concentra en los idiomas en que existe claramente la categoría lingüística de adverbios, e identifica diacrónicamente tres tipos de adverbios (Ramat 2011: 506507): (i) (ii)

word formation rules (WFRs) que son productivos, p. ej. sufijos como -ly en inglés y -mente en español; WFRs que alguna vez fueron productivos, pero sincrónicamente ya no son productivos;

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(iii)

unidades lexicales que no se puede explicar por los WFRs.

Llega a la conclusión que, respecto a la gramaticalización de adverbios desde un punto de vista sincrónico, solamente el primer tipo entra en vigor. Esto significa que nuevos adverbios se pueden crear únicamente según los WFRs del idioma, mientras que las formas opacas como tomorrow (“ayer”) son los resultados de lexicalizaciones aisladas. En cuanto al cambio de los adverbios temporales en adjetivos atributivos, Brinton (2002: 88-91) no excluye interpretarlo como una gramaticalización, defendiendo esta propuesta mediante tres argumentos. Primero, el cambio presenta la mayoría de las características formuladas por Lehmann (1985, 1995) y por Hopper (1991) en cuanto a la gramaticalización. A pesar de que no corresponde a todos los criterios de Lehmann, no anula esta hipótesis porque estos criterios tampoco aparecen en ejemplos de gramaticalización que son generalmente aceptados. Segundo, el cambio en el plano semántico también corresponde a la gramaticalización por generalizarse y dirigirse de más referencial hacia menos referencial. Tercero, el hecho de que el cambio ocurre en un contexto muy reservado - es decir, el contexto formado por un nombre de acción, papel u orden - también coincide con la caracterización de la gramaticalización (Brinton 2002: 88-89). En lo siguiente, analizaremos la relación entre este proceso y los precedentes. Además, aparece la noción de la degramaticalización, un proceso que, según Brinton (2002:91), comparte muchas características con la gramaticalización, pero se produce en la dirección opuesta.

3.4

Gramaticalización vs. lexicalización y degramaticalización

Aunque, en los párrafos anteriores, se ha distinguido el procedimiento de la gramaticalización del proceso de la conversión, que forma parte de la lexicalización, cabe reconocer la relación estrecha entre estos conceptos. No obstante, hasta ahora, no existe consenso en cuanto al vínculo que contraen (Fischer et al. 2000: 5). De este modo, Brinton (2002: 67-69) destaca cuatro planteamientos que describen el tipo de ligazón entre la gramaticalización y la lexicalización. Generalmente se les considera como procesos inversos (“mirror image processes”) al funcionar en sentido contrario. Esta idea implica que la lexicalización es sinónimo de degramaticalización (Brinton 2002: 67-68; Buenafuentes de la Mata 2007: 41 -42). Para Ramat (1982: 550 apud Fisher et al. 2000: 5; Brinton 2002: 68) los dos procesos se complementan y se solapan porque ambos causan la pérdida de autonomía. Desde esta perspectiva, la lexicalización sería un aspecto de la degramaticalización, así que esté capaz de crear nuevos lexemas. Un tercer punto de vista los etiqueta como procesos paralelos que operan en el mismo terreno del cambio lingüístico, pero se producen en niveles o dominios diferentes. Así, Wisher (2000: 364 apud Buenafuentes de la Mata 2007: 42) declara que “it becomes obvious that lexicalization and gramaticalization [...] are not contradictory processes. They show many similarities, but operate on different levels of language.” Además, muestra que la lexicalización de la construcción impersonal en inglés antiguo en la expresión methinks en inglés moderno, no es un aspecto de degramaticalización, sino está más relacionado con la gramaticalización (Fischer et al. 2000: 6).

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La última interpretación de la relación entre lexicalización y gramaticalización, defendida por Lehmann (2002: 15-17), parte de la oposición de gramaticalización a degramaticalización, ilustrada en Tabla 3-2, y la oposición entre lexicalización y “folk etymology”, como se puede ver en Tabla 3-1 . Mientras que la gramaticalización reduce la autonomía de un elemento y lo hace más regular, la lexicalización reduce la estructura interna de un elemento y lo incorpora en el léxico. En suma, ambos son procesos reductivos, pero se producen en diferentes niveles; el uno en la gramática, el otro en el léxico (Brinton 2002: 69; Fischer et al. 2000: 5).

Tabla 3—1: Lexicalización y “folk etymology” (Lehmann 2002: 16)

Tabla 3—2: Gramaticalización y degramaticalización (Lehmann 2002: 17) Respecto del concepto de la degramaticalización, Heine (2003: 593) observa que, tal cual los procesos precedentes, ha recibido usos contrastivos y se ha usado para referir, por ejemplo, a los tres fenómenos siguientes: (i) (ii) (iii)

la imagen inversa de gramaticalización; un proceso por lo cual un elemento más gramatical asume un índole menos gramatical; una fase final de gramaticalización en que un elemento pierde su índole gramatical, su significado o su función.

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En cuanto a la primera idea, como acabamos de ver, Lehmann (2002: 17) plantea que la inversión de gramaticalización, no es la lexicalización, sino la degramaticalización, refiriéndose a la prestación de autonomía a una expresión que era dependiente hasta el momento. Este procedimiento es mucho más raro que la gramaticalización por lo que no existen muchos ejemplos. No obstante, se pueden citar casos en inglés y también en alemán donde se utilizan los sufijos -ism e -itis como unidades enteramente léxicas (Fischer et al. 2000: 5). En lo referente a la degramaticalización en el segundo sentido, el movimiento de un índole más gramatical en menos gramatical (Brinton 2002: 75), de hecho invierte la segunda parte de la definición de gramaticalización, tratada en la sección precedente. La última interpretación va aún más lejos argumentando que la degramaticalización también se refiere a la adquisición de una índole léxica, modificando su significado y/o la pérdida de su función como elemento gramatical (Brinton 2002: 75). A continuación se aplica esta introducción teórica al estudio práctico de Brinton (2002: 89-90), que trata del cambio del adverbio temporal en un adjetivo. Dado la índole menos gramatical que se obtiene, a priori se podría clasificar esta transformación como un caso de degramaticalización, pero el autor cita dos objeciones a esta conjetura. Primero, no encuentra ejemplo alguno en la literatura en que el adverbio se degramaticaliza como adjetivo, mientras que abundan los casos de esta revalorización en otras categorías. Segundo, si bien unas teorías requieren un proceso gramatical que precede en sentido inverso a la degramaticalización, la mayoría de los cambios en su estudio no anulan o invierten una gramaticalización que les precede. En síntesis, la relación entre los conceptos de la lexicalización y de la gramaticalización puede concebirse desde cuatro perspectivas, es decir, pueden considerarse como procesos opuestos, complementarios, paralelos en diferentes niveles o reductivos en diferentes planos. El concepto de la degramaticalización, unas veces un aspecto de la lexicalización, otras veces una fase de la gramaticalización, también sufre una falta de consenso en cuanto a su delimitación. Aplicando estas observaciones teóricas al caso concreto de la transformación del adverbio en el adjetivo, se concluye que el cambio en cuestión no constituye un ejemplo de degramaticalización. Seguimos entonces la búsqueda para el proceso que provoca este cambio, analizando dos otros conceptos que vienen a sumarse a los anteriormente mencionados: la recategorización y la decategorización.

3.5

Recategorización y decategorización

Según Pato (2010: 101), la noción de recategorización se utiliza como término paraguas desde diferentes perspectivas en distintos análisis gramaticales. En el plano morfológico, Plag (2003: 73-74) considera la noción de recategorización sintáctica como una función en el contexto de la formación de palabras. Con el objetivo de condensar la información, de variar estilísticamente o de obtener cohesión textual, frases largas pueden substituirse por una sola palabra compleja.

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En ejemplo (15) esta última motivación está ilustrada: por la presencia de la palabra compleja slowness, la segunda frase se relaciona con la frase precedente. (15)

Yes, George is extremely slow. But it is not his slowness that I find most irritating. (Plag 2003: 73)

Sin embargo en el presente estudio, siguiendo el ejemplo de Pato (2010: 101), utilizamos el término recategorización en el sentido de un proceso léxico-sintáctico de conversión, tal como lo aplican Demonte Barreto (2001), Lyons (1971), Dubinsky & Williams (1995) y Bhat (1994). Demonte Barreto (2001: 13-14) distingue dos tipos de recategorización, que afectan a (subconjuntos de) unidades léxicas y provocan alternancias léxicas. Un primer tipo de recategorización es “el paso de un elemento a una subclase distinta de la categoría mayor a la que pertenece” (Demonte Barreto 2001: 14). La conversión de sustantivos contables en sustantivos incontables, como menciona Lyons (1971: 282), permite ilustrar este tipo. En ejemplo (16) se ve que wines (“vinos”), un nombre que normalmente no se puede contar y, por consiguiente, no se puede pluralizar, se muestra como un nombre contable en este contexto. (16)

They drink three or four different wines at every meal. (Lyons 1971: 282)

Otro ejemplo de recategorización de este tipo se encuentro en los trabajos de Malchow (1992: 29-32), de Egli & Egli-Gerber (1991: 94-101) y de Dowty (1982: 79-130), respectivamente bajo el nombre de “recategorization”, “umkategorisierung” y “relation-change” o “category-change”, en que se atribuye el término a los cambios en el llamado cuadro de construcción (“construction frame”). Un ejemplo por excelencia para explicar este concepto, constituye la pasivación de una frase activa, como ilustrada en (17a) y (17b). En la frase activa (17a) el verbo kissed se combina con el objeto directo John, mientras que por la conversión en una frase pasiva (17b) el verbo no admite el uso de un objeto directo. Por consecuencia, se puede deducir que el verbo to kiss (“besar”) se ha “recategorizado” de un verbo transitivo, que requiere un objeto directo, en un verbo intransitivo, lo que explica el rechazo de un objeto directo en el último caso (Dowty 1982: 102; Egli & Egli-Gerber 1991: 94-95). (17a) Mary kissed John. (Dowty 1982: 102) (17b) John was kissed by Mary. (Dowty 1982: 102) Un segundo tipo es el cambio de categoría gramatical, ejemplificado por la investigación de Dubinsky & Williams (1995). Examinaron la recategorización de preposiciones en conjunciones subordinantes (“complementizers”) en inglés, como el reanálisis de la preposición for en ejemplo (18), donde el grupo for us to go ocupa la posición de sujeto. (18)

For us to go is neccesary. (Dubinsky & Williams 1995: 129)

Estos fenómenos de vacilación categorial implican que un elemento se interprete en una variedad como de una categoría y en otra variedad como de otra categoría (Pato 2010: 101; Pato & Heap 2005: 1; Demonte Barreto 2001: 13). Según Pato (2010), es este tipo de recategorización que se aplica a nuestro objeto de estudio. Es que la palabra medio que modifica un adjetivo, se

32

considera en español estándar como adverbio, mientras que en ciertas variedades, que trataremos más en detalle en el capítulo 3, se comporta como un adjetivo. Esta aclaración de la noción de recategorización permite profundizar el proceso general y, luego, su desarrollo concreto en relación con los adverbios. Además, en lo que sigue, se analiza el procesamiento menos estudiado de la decategorización que precede la recategorización. Con este objetivo, es primordial distinguir entre el uso primario y el uso secundario (o “extendido”) de una unidad léxica. En el caso de los adverbios, la función primordial es modificador de verbos y esto constituye el uso primario de la categoría, mientras que la modificación de adverbios y adjetivos forma una función extendida. Solamente cuando una unidad léxica se usa en funciones extendidas, resulta que los procesos de decategorización y recategorización la afectan (Bhat 1994: 17-20; 69-72). En el uso secundario de una categoría, por ya no cumplir la función primaria, la unidad léxica pierde características categoriales y por lo tanto está “decategorizada”. Además, dependiente de la función extendida que toma, la unidad léxica va tomando características de otras categorías, lo que se denomina como la “recategorización”. Una forma puede ser más o menos decategorizado o recategorizado dependiente del grado en que se asemejan a la categoría prototípica (Bhat 1994: 20, 252). Ilustramos con el ejemplo (19) en que se adquiere una nueva índole categorial. Cuando I think se gramaticaliza, pierde la índole de una oración principal que contiene una oración subordinada (“matrix clause”), pero gana la índole adverbial, y con eso, más libertad en cuanto a la posición sintáctica (Brinton 2002: 90). (19) John is, I think, a vegetarian. 255)

< I think that John is a vegetarian. (Wierzbicka 2006:

Ahora que se ha analizado el proceso general, se echa un vistazo a la decategorización y la recategorización de los adverbios en el estudio de Brinton (2002: 90). Tomando en cuenta el ejemplo anterior de I think, se nota que la recategorización requiere un proceso de gramaticalización que le precede. Como ya hemos visto en la sección anterior, no es el caso en su estudio y, de tal manera, esta hipótesis se invalida. En resumidas cuentas, otra vez se trata de dos conceptos de los cuales la delimitación deja mucho que desear. No obstante, se puede generalizar que la recategorización implica un cambio de una (sub)categoría a otra y la decategorización es el proceso que le precede. En el caso de la investigación de Brinton (2002), se anula la conjetura que los adverbios temporales se recategoricen en adjetivos debido a la falta de una gramaticalización que tiene que preceder a la recategorización. Hasta ahora, todavía se desconoce el proceso que causa la concordancia del adverbio medio. Mientras que Pato (2010) lo considera como una recategorización, en el análisis de los adverbios de Brinton no es el caso, entonces un estudio más profundo se impone. Con este fin, analizaremos investigaciones anteriores sobre la concordancia del adverbio medio en el capítulo que sigue.

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Capítulo 4 Estado de la cuestión: la concordancia del adverbio medio

Como ya hemos visto, existe una tendencia en ciertas variedades del español de hacer concordar el adverbio medio con la palabra que modifica: un adjetivo, un participio pasado o un sustantivo adjetivado (Kany 1951: 34), como ilustran respectivamente los ejemplos (1), (2) y (3). Se trata de flexión tanto de género, como de número de un adverbio, una categoría que normalmente no varía. Basándose en investigaciones anteriores, se examinan las variables sociolingüísticas que son capaces de determinar la variación lingüística, es decir, la concordancia del adverbio en cuestión. Apoyándose en los criterios de la teoría variacionista, se verifica si la tendencia de adjetivar el adverbio medio es inherente a un territorio determinado en la sección 4.1 y si se puede dar una explicación para tal variación geográfica en 4.1.1. En la sección 4.2 que trata la variación diacrónica, investigaremos si la variante ha evolucionado a lo largo del tiempo. Además, en 4.3 averiguaremos si el uso de la variante sería condicionada por la situación comunicativa o por la influencia de factores sociales, como la edad, el sexo y el nivel sociocultural. En sección 4.4 se examina si la interpretación semántica del adjetivo modificado influye en la concordancia del adverbio medio. Se termina en 4.5 con unos casos que muestran un comportamiento semejante a ese del adverbio medio. (1) (2) (3)

4.1

media muerta medios arruinados media mujer

vs. vs. vs.

medio muerta medio arruinados medio mujer

(Kany 1951: 34) (Kany 1951: 36) (Kany 1951: 34)

Variación diatópica

La variación diatópica hace referencia a las diferencias en el habla de hablantes de una misma lengua debidas al lugar donde viven. Se examina si la concordancia se realiza en todo el territorio hispanohablante y si no es el caso, en qué partes sí ocurre. Aunque bastantes autores, como Moreno de Alba (1993: 190), Saralegui (1997: 49) y Vaquero de Ramírez (1996: 33), atribuyen la variación a todo el continente latinoamericano, otros especifican unos países donde ocurre más frecuentemente. En concreto, hay autores que la documentan en México (Lope Blanch 1972 apud B & D 2000: 226) y en Honduras (Van Wijk 1969: 4 apud B & D 2000: 226), mientras que Kany (1951: 34-36) también cita ejemplos de Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Ecuador, Guatemala, Santa Domingo y Puerto Rico. A pesar de este abanico de zonas, en la presente obra nos enfocamos en la variante de Chile. Varios otros estudios (Bello 1869: 92; Kany 1951: 34-36; Oroz 1966: 372; Rabanales y Contreras 1979: 584; Pato 2010: 91) ya han advertido la existencia del fenómeno lingüístico bajo discusión en esta variante diatópica. 34

La variación también ha sido localizada en la Península Ibérica y las Islas Canarias según Vigara Tauste (1992: 233-334), Pato (2010: 95-99) y la RAE (2009: 1395). Pato & Heap (2005: 2-4, 8) se basa en los datos inéditos del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI) para examinar la distribución geográfica del fenómeno. De los 173 casos de la frase Estaba medio dormida, un 54% de las veces se utilizó la forma estándar medio, mientras que casi un 40% se construyó mediante la forma vernácula media. Además, en un 4% de los casos encuestados se documentó la variación medio/media en el habla de un mismo informante 9. Encima de eso, descubren que la zona geográfica de la concordancia del adverbio medio se extiende no solamente por Galicia (Rojo 2004: 1094-1095), sino también se produce en otras partes de España, sobre todo en la región de León y en Andalucía. Por consiguiente, se demostró que la distribución de este fenómeno no se limita a Hispanoamérica, sino que también está presente en España y en las Islas Canarias. Aunque se han estudiado de manera detallada las variedades peninsulares por Pato & Heap (2005), se desconoce el alcance exacto en Latinoamérica y, por eso, requiere un estudio más profundo. También falta una explicación cómo la variante llegó a presentarse en ambos continentes.

4.1.1

Teoría andalucista del español americano

La presencia del fenómeno tanto en la Península Ibérica como en América podría considerarse como una extensión de la teoría andalucista del español americano (Pato 2010: 98), que trata de aclarar el desarrollo de determinados rasgos fonéticos propios de las variedades de español de América. Según la hipótesis del andalucismo, no solo el español general constituye la base del español americano, sino también el dialecto andaluz de España (Fontanella 1964: 346). En el siglo XVI, se distinguen generalmente dos normas fonológicas en España: el habla de Castilla (el español general) y el habla de Sevilla (el dialecto andaluz). Este último gana importancia por la Reconquista, por un lado, y los descubrimientos geográficos en Andalucía, por otro (Fontanella 1964: 345). En esta cuestión se oponen los andalucistas, representados por el lingüista alemán Max Leopold Wagner, a los anti-andalucistas con Pedro Henríquez Ureña como el protagonista principal. En 1920 Wagner explicó la diferencia entre las regiones por medio del origen de la nueva población y la velocidad de poblar. En las zonas costeras ocurrió una población rápida y temprana de los andaluces, mientras que las interiores fueron puebladas menos tempranamente y conocieron “un influjo nivelador” de españoles originarios de las regiones interiores (Fontanella 1964: 346347; Noll 2005: 96). En su tratado de 1962, Menéndez Pidal se remonta a esta teoría andalucista, oponiendo “Sevilla frente a Madrid”10, pero da otra explicación: plantea que las diferencias entre las zonas

9

De un 1,74% no tenía datos, para más información véase Pato (2010: 97-98).

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americanas se debe a la mayor o menor comunicación con la metrópoli y resultaban así en tres zonas lingüísticas (Fontanella 1964: 347): (i) las zonas de influencia cortesana (p. ej. México y Lima); (ii) las zonas de intercambio comercial (p. ej. el Caribe y Veracruz) y (iii) las zonas conservadores o arcaizantes (p. ej. Guatemala y Chiapas). (Parodi 1995: 37-38; Pato 2010: 98) Aunque en mayor parte afirmada por las varias investigaciones estadísticas de Boyd-Bowman (1956) (apud Parodi 1995: 35; Noll 2005: 97; Pato 2010: 99), Henríquez Ureña, por su parte, rechaza la hipótesis andalucista por falta de fuentes históricas. Estimaba que las semejanzas de los rasgos americanos y sur-españoles se debían a un desarrollo paralelo e independiente en ambos terrenos. Las divergencias, en cambio, se explican por “las diferencias del clima, diferencias de población, contactos con diversas lenguas indígenas, diversos grados de cultura, mayor o menor aislamiento” (Henríquez Ureña 1921: 358-359; Fontanella 1964: 347; Noll 2005: 99). Unos trente años más tarde, Amado Alonso (1953) otra vez afirmará que la base del hispanoamericano es “la nivelación realizada por todos los expedicionarios en sus oleadas sucesivos durante todo el siglo XVI” (Alonso 1953: 44). El hecho de que los testimonios del seseo y del yeísmo en América fueron atestiguados antes de los en España prueba, en su opinión, que el lenguaje de los andaluces no forma la base del americano. Además, estima que las particularidades hispanoamericanas se deben a un proceso de innovación propia, es decir, al modo americano de vida y, por consiguiente, comparte el punto de vista de la “teoría climatológica” arriba precitada (Flórez 1954: 414; Noll 2005: 99; Pato 2010: 99). Lapesa (1964), quién ocupa una posición intermedia en esta polémica, atribuye los llamados rasgos fonético-fonológicos a la influencia no solo de Andalucía, sino también de otras zonas sur-españoles. Con ello, Pato (2010: 99) concluye que “la presencia conjunta de rasgos que en España aparecen disgregados, combinados con indigenismos, con supervivencias e innovaciones hasta cierto punto “extrañas” a los hábitos peninsulares de hoy”. Por lo tanto, el presente objeto de estudio, la concordancia del adverbio medio, podría difundirse en toda América gracias a su presencia en varios dialectos españoles (andaluz, gallego y otros).

4.2

Variación diacrónica

Según Pato & Heap (2005: 8), la adjetivación de medio no es un fenómeno reciente. Basándose en el corpus de Davies (2001), contrastan ejemplos históricos y actuales de textos peninsulares e hispanoamericanos. Se ha atestado la concordancia desde la Edad Media y, además, se notó la variación entre la forma estándar y vernácula en textos de esa época. Se encontraron ambas formas en contextos similares en diferentes variantes del español escrito, como se observa en (5a) y (5b) y en textos de la misma época, incluso del mismo autor, como ilustran (4a) y (4b). (Pato 2010: 99-101)

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(4a)

como los dioses grandes y medios dioses [Philosofía secreta, Juan Pérez de Moya (1554) apud Pato 2010: 99] (4b) donde las ninfas y otros medio dioses se ayuntaban a hacer sus fiestas [Philosofía secreta, Juan Pérez de Moya (1554) apud Pato 2010: 99] (5a) era media hermana del ministro de la educación [Cuentos, Guido Rodríguez Alcalá (Paraguay, 1993) apud Pato 2010: 99] (5b) era hija adúltera de su marido y medio hermana [...] [Cecilia Valdés o La loma del Ángel, Cirilo Villaverde (Cuba, 1882) apud Pato 2010: 99]

4.3

Variación diafásica y diastrática

Aparte del lugar (cf. sección 4.1) y del tiempo (cf. sección 4.2), también influyen los aspectos diafásicos y diastráticos en el uso de variedades en una lengua. La variación diafásica hace referencia a las diferencias que presenta una lengua en función de la situación comunicativa y se coloca entre dos puntos extremos: el registro formal y el registro coloquial. Pese a su uso bastante extendido (cf. sección 4.1) y a su existencia desde la Edad Media (cf. sección 4.2), la variante adjetival del adverbio medio (todavía) no está considerada como la norma. Según Bello (1869: 92), “en Chile se emplea mal el adjetivo por el adverbio” y la RAE (2005; 2009: 952) confirma que esta tendencia no está integrada en los registros formales. En general, la variante no concordada (medio dormida) goza de un mayor prestigio y extensión en comparación con la variante concordada (media dormida) (RAE 2009: 1395). En cuanto a la variación diastrática, se refiere a las diferencias entre los hablantes de una lengua en el plano sociocultural que se sitúa de nuevo entre dos extremos: la variedad culta y la variedad vulgar. Las características principales que hacen diferenciar la forma de hablar de un miembro de la comunidad al otro, forman la edad, el sexo y el nivel sociocultural (Moreno Fernández 2009: 34). En cuanto a la influencia de los primeros dos factores faltan estudios, a pesar de que se escribieron unos pocos estudios sobre el impacto del nivel sociocultural. Oroz (1966: 372) menciona que la adjetivación de medio es propia del lenguaje popular. No obstante, unas veinte páginas más lejos se contradice puesto que observa que la concordancia entre el adverbio y el sujeto o predicado no es solamente un fenómeno popular, sino que la “gente ilustrada” también lo use (Oroz 1966: 395). El único estudio consultado que nos ofrece datos pertinentes sobre el fenómeno bajo discusión es el de Graell & Quilis (1991) que examina el fenómeno en Panamá (Pato 2010: 94). Tabla 4-1 muestra los resultados obtenidos del cuestionario en cuanto a la concordancia del adverbio medio. Encima de la forma no concordada (e), los panameños aceptan cuatro casos de concordancia (a)-(d). Además, los resultados prueban que el variable nivel sociocultural no determina en el uso (no) concordado de medio, visto que tanto informantes cultos como incultos rechazan o aceptan la concordancia.

37

Concordancia en todos los casos

(a)

(b) en fem. (sg. y pl.) (c) en fem. sg. (d) en masc. pl. (e) no (uso correcto)

Informante (nivel sociocultural + origen) Informantes cultos de Jaqué y Colón + Informantes no cultos de Santiago y Changuinola Informantes no cultos de Jaqué, Colón, Panamá y Las Tablas + Informantes cultos de David y Changuinola Informante culto de Panamá Informante no culto de David Informantes cultos de Santiago de Veraguas

Tabla 4—1: Resultados del estudio de Graell y Quilis (1991)

En síntesis, se puede plantear que la presencia de la concordancia del adverbio medio varía según la distribución y el registro, pero, según los citados estudios, ni la época, ni el nivel sociocultural del hablante influiria en el uso. A pesar de la polémica sobre su procedencia, los lingüistas están de acuerdo de que la variante se presente tanto en el continente europeo como americano desde la Edad Media hasta ahora. Además, resultó que la forma vernácula todavía no está aceptada como la norma en las gramáticas. Pese a estas revelaciones, quedan varias controversias y falta investigación detallada en cuanto a este tema.

4.4

Interpretación semántica

Analizados los diferentes tipos de variación (socio-)lingüística, cabe verificar si la interpretación semántica tiene influencia en la concordancia del adverbio medio. La hipótesis de Pato & Heap (2005: 6) parte de que el significado léxico del nombre o del adjetivo que acompaña a medio, determina el cambio de categoría de este último. En su investigación han observado que el adverbio medio se combina con nombres y adjetivos que ofrecen “una información, cualidad o característica negativa del sujeto”, como ilustra el ejemplo (6) (Pato 2010: 104). En estos contextos se utiliza medio - por razones de cortesía - para suavizar la naturaleza despectiva del adjetivo (o del nombre) y toma el significado de “un poco”. (6) (7)

no sé si estaría media pesimista [Habla Culta de Santiago de Chile, M35 (1979/1990) apud Pato 2010: 104] media muerta, media tonta, medios desnudos, media rara, media estropeada (Pato & Heap 2005: 6)

Los ejemplos en (7) parecen confirmar que “la recategorización permite caracterizar de un modo [+/- valorativo] el objeto de discurso en cuestión, restar especificidad a un término negativo y hacerlo más suave, lo que implica una nueva conceptualización de la palabra y su posterior conversión.” (Pato 2010: 106)

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Se puede concluir que, aparte de los criterios (socio-)lingüísticos del párrafo anterior, también hay índices que el valor semántico del adjetivo modificado por medio influiría en la variación. De todos modos, este aspecto se analizará en la parte práctica en la sección 7.2.

4.5

Casos semejantes

Un vistazo en unas gramáticas tradicionales (RAE 2010; B & D 2000) nos enseña que la concordancia de medio no es un fenómeno aislado, sino que surgen también casos semejantes en otros idiomas y con otros adverbios. Además, parece que el cambio inverso también se produce: un adjetivo puede tomar funciones adverbiales. La adjetivación del adverbio medio también existe en el español de Galicia y en otros idiomas. La concordancia de medio se produce frecuentemente en portugués y en gallego bajo la forma meio/meia. Además, se ha atestado el fenómeno con aparición regular en el español de gallegos bilingües, como se puede observar en (8) (Pato & Heap 2005: 3; Pato 2010: 95; Rabanal 1967: 43; Rojo 2004: 1095; Cotarelo Valledor 1927: 97). Se nota una situación similar en italiano bajo la forma mezo/mezza y en inglés bajo la forma half como ilustran (9a) y (9b) (Pato 2010: 95). (8) (9a)

fruta media madura, perdices medias asadas (Rabanal 1967:43) she’s half crazy (adverbio) (Pato 2010: 95) “está medio loca” (9b) half a dozen eggs / a half-dozen eggs (adjetivo) (Pato 2010: 95) “media docena de huevos” Tampoco medio es el único adverbio que experimenta tal concordancia. En el español actual se presentan muchos adverbios que sufren un patrón similar. Podemos citar los casos de puro, demasiado (Pato & Heap 2005: 7; Pato 2010: 106; Cuervo 1885: 361) y todo (Cuervo 1885: 361; RAE 2010: 359), ilustrados en (10), (11) y (12). Además, Vigara Tauste (1992: 233-234) también menciona ejemplos con primero, poco y mucho, ejemplificados en (13) y (14). En el español de Honduras, Van Wijk (1969: 4) nota no solamente la concordancia de demasiado, como en (15), sino también señala la de peor y mejor, como ilustran (16) y (17). Pato & Heap (2005: 3, 6-7) cita casos similares en otras lenguas como el francés coloquial y el italiano, como bon en (18) y svelto en (19a) y (19b). (10) (11) (12) (13) (14) (15) (16) (17) (18)

Pero no me casé por pura perezosa [...]. (Pato & Heap 2005: 7; Pato 2010: 107) [...] terminé la carrera demasiada joven. (Pato & Heap 2005: 7; Pato 2010: 107) Estaba toda manchada. (RAE 2010: 359) Yo estoy primera. (Vigara Tauste 1992: 233) ¿Él? Sólo [tiene] poca más [fe] que tú, pero mucha menos fuerza. (Vigara Tauste 1992: 234) Es demasiada culta mi prima. (Van Wijk 1969: 4) Éstos son los que peores hablan el español. (Van Wijk 1969: 4) Ellas son las mejores que visten. (Van Wijk 1969: 4) Elle sent bon/bonne. (Pato & Heap 2005: 7)

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“Ella huele bien/bien (fem. sg.)” (19a) María parla svelto (masc. sg.) (Pato & Heap 2005: 7) “María habla rápido.” (19b) María parla svelta (fem. sg.) (Pato & Heap 2005: 7) “María habla concisamente.” También existe el fenómeno contrario en el que el adjetivo se adverbializa, como ilustra (20) (Pato 2010: 107). Según Van Wijk (1992: 4), en el español de Honduras, ocurre frecuentemente y en todas las clases sociales, como se puede observar en (21), (22) y (23). (20) (21) (22) (23)

Trabaja duro. (Pato 2010: 107) Canta bonito, lindo. (Van Wijk 1992: 4) Te voy a tratar decente. (Van Wijk 1992: 4) (Yo) pago puntual. (Van Wijk 1992: 4)

De todo lo anterior se desprende que el proceso de la concordancia de categorías (normalmente) invariables no forma un fenómeno aislado en el léxico gramatical del español, visto que existen ejemplos análogos con varios otros adverbios y en otros idiomas. Además, se presenta también el fenómeno contraria, o sea, la adverbialización del adjetivo.

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Parte 2 - Análisis de un caso concreto: la concordancia del adverbio medio en español chileno

41

Capítulo 5

Metodología

Llegamos al colmo de este estudio en que surgen varias preguntas: ¿cómo investigamos la ocurrencia del fenómeno en Chile? y ¿qué factores influyen en el uso no estándar del adverbio medio? A fin de encontrar una respuesta en estas preguntas, es imprescindible de recoger un conjunto de datos que puede representar la totalidad de las enunciaciones que se construyen mediante el adverbio medio. De esta manera, se ha creado un corpus a base de 3155 casos extraídos de cinco bancos de datos que tienen lo siguiente en común: todos contienen textos (orales y escritos) producidos por chilenos desde el año 1975. (cf. Bibliografía: Bancos de datos) El primer banco de datos, Linguarum Fovendarum Causa, transcribe quince horas de grabación. Estas transcripciones forman una colección de “entrevistas personales, mediales y comentarios deportivos, religiosos, políticos, etc.” en el habla culta de Santiago de Chile (PUC 2005). En segundo lugar, se utilizaba el banco electrónico COLAS, compuesto de conversaciones informales entre jóvenes de Santiago de Chile. Contiene unas 150.000 de palabras transcritas y forma un subapartado del proyecto COLA que aspira a coleccionar el lenguaje juvenil hablado informal de diferentes capitales de habla español. (Jørgensen 2001) El corpus aún no publicado de Kris Helincks sirve como tercera fuente para realizar esta investigación. Reproduce las transcripciones de conversaciones espontáneas realizadas en Iquique, Chile. En el momento del análisis de los ejemplos servibles para este estudio, el corpus, en pleno desarrollo, llegaba a unas 26 horas de grabación. (Helincks 2012) El libro El habla culta de Santiago de Chile de Rabanales & Contreras (1979), cubre un cuarto banco de datos con vistas a examinar la palabra medio en español chileno. Forma la transcripción de 40 horas de conversaciones entre hombres y mujeres con estudios universitarios, casi todos profesionales. Analiza el español de Santiago de Chile en conferencias y diálogos libres y dirigidos, incluyendo información sobre el sexo, la generación, los estudios, la profesión y el origen del locutor (Rabanales & Contreras 1979). Finalmente, como único banco de datos que representa encima de transcripciones de conversaciones también la lengua escrita, el Corpus de referencia del español actual de la RAE nos permite de analizar el español de varias países desde 1975. Este corpus, consultable libremente en internet, cuenta en total más de 200 millones de palabras constituyendo unos 140.000 documentos, de los cuales unos 4.500 en español chileno. La parte oral, que ocupa solamente un 10% del corpus, reproduce tanto el medio (p. ej. radio, televisión), el registro y la audiencia de la conversación, como la procedencia, el sexo, la edad y la profesión del hablante (CREA). Una vez determinados los bancos de datos que nos servirán para el análisis, se puede empezar a buscar todas las enunciaciones que contienen el adverbio medio. A pesar de que todo parezca listo para realizar la investigación, la búsqueda de las construcciones con el adverbio medio no marchará de perillas a causa de tres obstáculos. En primer lugar, a veces es difícil de determinar la palabra que está modificado por medio. En algunos casos, no resulta muy claro si medio funciona como adverbio o como adjetivo. Una ilustración de esta ambigüedad es el sintagma en (1) donde media puede interpretarse de dos

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maneras: o sea como adverbio modificando el adjetivo alta, o sea como adjetivo que modifica el sustantivo clase. (1) Proviene de una familia de clase media alta. En segundo lugar, la palabra medio, como se ha visto en el primer capítulo, puede ocupar varias funciones: aparte de ser adverbio y adjetivo, funciona igualmente como sustantivo, forma verbal, parte de compuestos y de locuciones. Esta multifuncionalidad complica la búsqueda en los bancos de datos y requiere un análisis precedente de cada enunciación con el objetivo de determinar la clase de palabra a la que pertenece medio. Visto que el análisis de cada forma exige bastante trabajo, también se ha incluido en el corpus, por un lado todos los casos donde medio ocupa la función de adjetivo, y, por otro, las locuciones formadas mediante medio. Aunque no se analizarán las precitadas formas en la presente tesina, el corpus puede servir como punto de partida para un estudio futuro de la palabra medio. Además, la integración de las diferentes clases en el corpus permite de indicar la frecuencia del adverbio medio con respecto a su uso adjetival y su presencia en locuciones. En tercer lugar, falta información sociolingüística en algunos bancos de datos, lo que impide una investigación más elaborada según el origen, el sexo, la edad, etc. del hablante o del autor. Sirviéndose de los enumerados bancos de datos, se podía constituir un corpus de 3155 casos, compuesto de ejemplos con medio como adjetivo, adverbio y parte de locuciones, como indica Tabla 5 -1 (cf. apéndice: Gráfico 1). La mayor parte ocupan los adjetivos que forman un 58,1% del total, siguiendo por las locuciones que ocupan un tercio (34,3%). Luego, encontrábamos 238 ejemplos en que medio funciona como adverbio, lo que vale casi un 7,5% de los 3155 casos analizados. De esto se induce que nuestro objeto de estudio, el adverbio medio, no es de uso frecuente en comparación con los demás usos de medio, lo que reduce el campo de investigación. Adj. (una media hora) Adv. (medio lento) Loc. (está por medio)

58,1% (1836/3155) 7,5% (238/3155) 11 34,3% (1081/3155)

Total

100% (3155/3155)

Tabla 5—1: Las categorías gramaticales que ocupa medio en el corpus

Según la gramática tradicional, el adverbio medio puede modificar a un adjetivo, a otro adverbio o a un verbo (cf. la sección 1.3). En la Tabla 5-2 (cf. apéndice: Gráfico 2), que muestra la distribución de las categorías modificadas por medio, se nota que el adverbio prefiere claramente combinarse con

11

Hay nuevo casos que no se pueden analizar por falta de contexto. Por tanto, no se continúa con 238 ejemplos del adverbio medio, sino que con 229.

43

adjetivos, participios pasados y sustantivos en uso adjetival (217)12. Además, aparecieron nuevos casos en combinación con un verbo, lo que vale un 3,9% de todos los usos adverbiales de medio. Un número bastante restringido (3) modifica a otro adverbio. Medio + Adj. / Part. pas. / N adj. (media nostálgica / medio ahogado / media bruja) Medio + Adv. (ando medio loco por ella) Medio + Verbo ([…] sirven para medio subsistir con mi familia)

94,8 % (217/229) 1,3% (3/229) 3,9% (9/229)

Total

100% (229/229)

Tabla 5—2: Las categorías gramaticales que modifica el adverbio medio

En las líneas que siguen entramos en detalles en cuanto a esta primera subcategoría: el adverbio medio combinado con un adjetivo, un participio pasado o sustantivo adjetivado. Visto que estos tres tipos sufren flexión, es posible examinar en que género y número aparecen en combinación con medio adverbial. Tabla 5-3 (cf. apéndice: Gráfico 3) indica que, cuando el adverbio medio se combina con un adjetivo, en la mitad de los casos (117) se trata de un adjetivo en masculino singular. En 74 ejemplos modifica a una forma en femenino singular, seguido por 19 casos en masculino plural. Finalmente, solamente siete construcciones se constituyen por el adverbio medio acompañado de un adjetivo en femenino plural. Estas observaciones resultan muy lógicas, teniendo en cuenta que el género masculino y el número singular no son marcados de modo que aparezcan más frecuentemente en el discurso. A pesar de que parezca de poca utilidad en primera vista, esta distinción, basada en la flexión del adjetivo modificado por medio, no está superflua con vistas a la parte siguiente. MEDIO + ADJETIVO

Masculino

Femenino

Total

Singular

86% (117/136) 14% (19/136)

91,4% (74/81) 8,6% (7/81)

88% (191/217) 12% (26/217)

62,7% (136/217)

37,3% (81/217)

100% (217/217)

Plural Total

Tabla 5—3: Género y número del adjetivo modificado por el adverbio medio

12

Se considera como un solo grupo, siguiendo el ejemplo de Kany (1951: 34) (cf. cap. 3). Para no repetidamente hablar de “un adjetivo, un participio pasado, o un sustantivo adjetivado”, desde ahora se reduce esta enumeración simplemente a “un adjetivo”, visto que la distición con el participio pasado y el sustantivo adjetivado no es de utilidad para este estudio.

44

Capítulo 6 adverbio

El proceso que funda la concordancia del

Antes de analizar el proceso que está debajo del comportamiento desviante del adverbio medio en el uso vernáculo, es preciso describir en qué medida difiere del adverbio prototípico, es decir, las características que comparte con el adverbio, por un lado, y con el adjetivo, por otro. Basándose en la teoría precedente, y sobre todo en los tres primeros capítulos, se contraponen los rasgos semánticos y morfosintácticos del adverbio y del adjetivo en el uso estándar, seguidos por la localización de la forma vernácula entre estas dos categorías. Como ya se ha visto en el capítulo sobre la categoría del adverbio (cf. cap. 2), los adverbios expresan un valor semántico representativo y tienen una capacidad referencial. Eso también vale para el adverbio medio: los citados significados están resumidos en Tabla 6-1. Morfológicamente, igual que los adverbios prototípicos, el adverbio medio constituye es invariable, puesto que carece de flexión. Sin embargo, mientras que el adverbio prototípico es tónico, medio es una palabra átona (lo que también explica su carácter prefijal). En cuanto al plano sintáctico, sigue el camino prototípico, modificando un adjetivo, otro adverbio o un verbo. No obstante, como se acaba de ver en el capítulo precedente, modifica sobre todo a adjetivos (casi 95%) y solamente Por lo que se refiere a medio en su uso adjetival, su significado depende de la posición que ocupa frente al sustantivo que acompaña. Cuando se encuentra delante del sustantivo, tiene más o menos el mismo significado como su forma adverbial, excepto en el sentido figurado donde expresa una gran cantidad. Detrás del sustantivo, significa algo que se encuentra en el intermedio de algo o que corresponde con lo general de un grupo. Como adjetivo, medio es una palabra tónica que concuerda en género y número con un sustantivo contable. Adverbio estándar

MEDIO Ej. Sem.

Estoy medio loca. -

-

Adjetivo estándar Una media hora Delante del sustantivo - “igual a la mitad o 50% de algo” - “que no presenta todas las cualidades necesarias para ser completo, entero, perfecto, etc.” - “gran cantidad” en el sentido figurado con valor enfático o hiperbólico

“no del todo” “no enteramente” “casi enteramente” “no por completo” “de manera incompleta, parcial o relativa” registro coloquial: se usa irónica y enfáticamente en combinación con determinados adjetivos de valor peyorativo de modo que se suavice Detrás del sustantivo - “lo que está entre dos extremos, en falsamente su significado el centro o en el intermedio de algo” significación aspectual cuando enfoca el desarrollo de un evento - “lo que corresponde a los caracteres o condiciones más generales de un

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delimitado

grupo”

Morf.

-

átono carece de flexión de todo tipo

-

tónico concuerda en género y en número con el sustantivo que nombra la unidad fraccionada

Sint.

-

puede modificar un adjetivo, otro adverbio o un verbo

-

puede modificar contables

sustantivos

Tabla 6—1: Comparación semántica, morfológica y sintáctica de medio como adverbio estándar y medio como adjetivo estándar (basada en sección 1.2 y 1.3)

Enumeradas las características semánticas y morfosintácticas del adverbio y del adjetivo estándares, se puede verificar en qué medida medio en el uso vernáculo corresponde con el adverbio estándar, por un lado, y con el adjetivo estándar, por otro. Como se ya ha discutido (cf. sección 4.4), la forma vernácula se combina con palabras que ofrecen “una información, cualidad o característica negativa del sujeto” para “caracterizar de un modo [+/- valorativo] el objeto de discurso en cuestión, restar especificidad a un término negativo y hacerlo más suave” (Pato 2010: 104-106). En el plano semántico corresponde entonces con el adverbio estándar usado en un registro coloquial. Sin embargo, difiere del adverbio estándar en cuanto a la flexión, visto que sí concuerda en género y en número; es una característica que comparte con el adjetivo estándar. Con respecto a la sintaxis, la forma vernácula modifica solamente a adjetivos (y sustantivos adjetivales), lo que es una función propia de los adverbios, pero se nota que no modifica otros adverbios o verbos, como lo hace el adverbio estándar. En líneas generales, se puede decir que la forma vernácula de medio comparte la mayoría de las características con el adverbio estándar, pero difiere en cuatro planos: (i) su valor semántico es menos amplio, (ii) se usa particularmente en el registro coloquial, (iii) tiene flexión, igual que el adjetivo, y (iv) puede modificar solamente adjetivos. Ahora se puede preguntar cuál proceso, propuesto por Brinton (2002), funda esta vacilación entre dos categorías ¿Se trata de una conversión del adverbio hacia un adjetivo? ¿Sería un fenómeno debido a una lexicalización o gramaticalización en pleno desarrollo? ¿Seguemos la proposición de Pato (2010) que lo analiza como una recategorización del adverbio? Empezamos con el análisis del fenómeno como un proceso de conversión en que medio formaría parte de la categoría de los adverbios y va perteneciendo también a la categoría de los adjetivos, sin que cambie su forma. Asimismo se puede aplicar el término de cero-derivación a este procedimiento por no añadir un sufijo derivacional para cambiar de categoría. Como hemos visto en la sección 3.1 con la teoría de Quirk et al. (1985: 1562 apud Brinton 2002: 86), el adverbio tiene que reunir dos requisitos para poder hablar de una conversión hacia un adjetivo. La primera condición, que requiere que el adverbio permita el uso predicativo, no se cumple en el caso de medio, como indican ejemplos (1a) y (1b). Mientras que el adverbio up (“arriba”) se convierte en un adjetivo permitiendo el uso predicativo en (1a), este uso está bloqueado en (1b).13 No obstante, el adverbio medio en el uso no estándar sí cumple la segunda condición, la presencia de flexión,

13

Este argumento no está completamente fundado , visto que medio como adjetivo tampoco permite el uso predicativo.

46

como indican los ejemplos bajo (2). Dado que el adverbio medio no cumple ambos requisitos y basándonos en la teoría Quirck et al. (1985: 1562 apud Brinton 2002: 86), proponemos de explicar su comportamiento desviante por medio de términos sintácticos, llamándolo “un adverbio que actúa como un adjetivo”. Además, existe otra manera de categorizarlo, que se basa en la hipótesis de gradación de Denison (2001). En esta teoría, se podría considerar el adverbio medio como un miembro menos típico de la categoría del adjetivo. En el presente estudio se prefiere la teoría de Quirck et al., puesto que medio como en (2b) - (2d) todavía pertenece más a la categoría de los adverbios que a la categoría de los adjetivos por mostrar solamente una característica de los adjetivos, la flexión, y por lo demás se comporta como un adverbio. Aunque ya podemos describir el fenómeno bajo discusión como “un adverbio que actúa como un adjetivo”, vale la pena verificar si corresponde con los demás procedimientos anteriormente citados: la lexicalización, la gramaticalización y la recategorización. (1a)

His blood is up. “Es muy furioso.” (1b) *Mi padre es medio. (2a) Está medio loco. (2b) Está media loca. (2c) Están medios locos. (2d) Están medias locas. Debido a su capacidad de concordar, el adverbio medio se apoya más cerca de la clase de los adjetivos y se hace entonces más léxica. Este cambio de una palabra léxica hacia una palabra aún más léxica podría sugerir que se trata de una lexicalización secundaria, pero unas objeciones anulan esta hipótesis. Primero, la variación entre la forma no concordada y la forma concordada no da lugar a una nueva palabra y no hay indicaciones que el significado ha cambiado, solamente se ha observado una reducción del campo semántico (cf. arriba). Segundo, la forma de la palabra se mantiene constante, solamente se añadió la flexión. Tercero, desde un punto de vista diacrónico no se trata de una transformación desde una forma compleja hacia una unidad más simple y entonces ni hay una fusión, ni un aumento de autonomía. En suma, pese al cambio de un elemento léxico hacia un elemento aún más léxico, no se trata de un proceso de lexicalización en el caso de medio. Por lo que se refiere al proceso de la gramaticalización, se puede tomar como punto de partida la definición de Campbell & Janda (2001: 94-107 apud Cifuentes Honrubia 2003: 14). Según esta descripción, el adverbio estándar medio obtendría un contenido más gramatical o más abstracto cuando está utilizado en su forma vernácula. Esta hipótesis está fundada, puesto que, de todos los significados presentados del adverbio estándar en Tabla 6-1 (cf. arriba), es solamente el valor más abstracto, la suavización del adjetivo despectivo, que se mantiene en su uso vernáculo, así que se pueda hablar de una reducción semántica (cf. sección 3.3). En efecto, se afirma que corresponde a otro criterio de la gramaticalización, la unidireccionalidad: se gramaticaliza desde una palabra con un valor gramatical en ciertos contextos hacia una unidad lingüística que tiene siempre este significado gramatical. Sin embargo, la hipótesis de la gramaticalización se ve amenazada por no seguir las cadenas de gramaticalización propuestas más arriba por Heine, Claudi y Hünnemeyer (1991) (cf. sección 3.3), ya que el punto de partida de la gramaticalización es ni un verbo, ni un nombre, ni un sintagma preposicional. A pesar de este argumento opuesto, la hipótesis puede mantenerse, visto que el adverbio medio, por falta de acento, 47

se comporta cada vez más como un clítico, incluso está considerado por unos autores como un afijo (cf. sección 1.3.1). De esta manera, se puede plantear que el fenómeno sigue la cadena de gramaticalización siguiente: adverbio > clítico > afijo. En resumidas cuentas, el fenómeno bajo discusión corresponde a la definición arriba mencionada y cumple los tres criterios pertinentes del proceso de la gramaticalización: (i) la cadena de gramaticalización, (ii) la unidireccionalidad, (iii) las implicaciones semánticas que provoca. Por último, siguiendo el estudio de Pato (2010: 101) sobre la concordancia de medio con el adjetivo que sigue, se puede analizar la concordancia del adverbio medio como una recategorización en el sentido de un proceso léxico-sintáctico de conversión. Basándose en la teoría precedente (cf. sección 3.5), el adverbio medio se recategorizaría según el segundo tipo: el cambio de categoría gramatical (desde adverbio hacia adjetivo). Medio se considera en la variedad estándar como adverbio y en variedades no estándares como adjetivo. Esta recategorización solo puede producirse en el uso secundario (o extendido) de medio: la función primordial del adverbio es modificador de verbos, ilustrada en (3), mientras que la modificación de adverbios y adjetivos constituye la función extendida (o secundaria), ejemplificada en (4) y (5). Visto que la variación se produce efectivamente en el uso extendido, como ilustrado en (2) y en (4), se puede plantear que hasta ahora la concordancia del adverbio medio corresponde a todos los criterios del proceso de la recategorización. Esta hipótesis se anuló en el estudio de Brinton (2002: 90) por falta de una gramaticalización que precedería a la recategorización. En cambio, en el presente estudio es muy probable que sí se haya producido una gramaticalización, como se acaba de demostrar en el párrafo precedente. De esta manera, se sigue el planteamiento de Pato (2010: 101) que propone explicar el fenómeno bajo discusión como una recategorización del adverbio medio. (3) (4) (5)

Se medio despertó. Está medio/media loca. Te estuve esperando durante media hora.

En suma, medio como en ejemplo (4) se encuentra entre la categoría del adverbio y del adjetivo, pero comparte la mayoría de las características con los adverbios. Por lo tanto en este estudio se puede describir de manera general el comportamiento desviante del adverbio medio, como “un adverbio que actúa como adjetivo”, manteniendo así su estatuto adverbial. Sin embargo, resulta necesario de demarcar esta descripción, puesto que solamente en el plano de la flexión actúa como adjetivo. Pese al cambio de un elemento léxico hacia un elemento que pertenece a una categoría aún más léxica, una investigación más profunda ha invalidado la hipótesis de una lexicalización. En cambio, el fenómeno cumple con las propiedades principales de dos otros procesos: la gramaticalización y la recategorización. Por eso, se concluye con Pato (2010: 101) que se trata de una recategorización del adverbio medio, precedida por una gramaticalización.

48

Capítulo 7 Influencia de factores (socio-) lingüísticos en la concordancia del adverbio medio

Con el propósito de investigar la concordancia del adverbio medio, analizaremos los casos donde concuerda con el adjetivo que sigue. Debido al hecho de que el adverbio no puede concordar con un adjetivo en masculino singular, solamente podemos tomar en cuenta los adjetivos en masculino plural y en femenino (plural y singular) para investigar el fenómeno bajo discusión. Por lo tanto, no podemos basarnos en todos los 217 ejemplos, sino solo en 100 casos14. Una investigación del corpus nos ofrece los resultados en Tabla 7-1 (cf. apéndice: Gráfico 4), que representa el uso de la forma estándar o no concordada frente a la forma vernácula o concordada. Observamos un paralelismo muy claro entre las combinaciones con un adjetivo en femenino singular y en masculino plural: en un poco más que la mitad de los casos medio queda invariable (forma estándar) mientras que en los otros casos concuerda con el adjetivo que sigue (forma vernácula). Sin embargo, en combinación con un adjetivo en femenino plural haría una preferencia para la forma vernácula, pero visto el número limitado de siete casos, no se puede generalizar esta tendencia.

MEDIO + ADJETIVO Medio + adj. en fem. sing. (medio ridícula vs. media pesada)

Medio + adj. en masc. plur. (medio convencidos vs. medios pesados)

Medio + adj. en fem. plur. (medio rotas vs. medias híbridas)

Total

Estándar 55,4% (41/74) 57,9% (11/19) 28,6% (2/7)

Vernácula 44,6% (33/74) 42,1% (8/19) 71,4% (5/7)

Total 74% (74/100) 19% (19/100) 7% (7/100)

54% (54/100)

46% (46/100)

100% (100/100)

Tabla 7—1: Forma estándar vs. vernácula del adverbio medio según el género y número del adj. modificado

De esto se induce que los chilenos utilizan ambas formas en igual medida: tanto la forma estándar (54%), como la variante recategorizada (46%), que (todavía) no corresponde a la norma (cf. sección 4.3). En los parágrafos que siguen, se va en busca del motivo que puede explicar esta vacilación.

14

Como este grupo se constituye de 100 ejemplos, no es necesario distinguir entre el número absoluto y el porcentaje.

49

7.1

Variación diafásica: escrito vs. oral

En la parte teórica se ha visto que el habla no siempre es uniforme en todos los contextos y el hablante puede preferir unas estructuras sobre otras en determinados registros lingüísticos (cf. sección 4.3). De esta manera, se puede suponer que en el registro escrito se opta más por la forma formal o la norma en comparación con el registro oral. Se investigó si también está de vigor en este estudio: ¿sería más propio al lenguaje escrito la variante formal o estándar? Tabla 7-2 (cf. apéndice: Gráfico 5) demuestra la distribución de las variantes según el registro oral y escrito, confirmando el principio precedente. Observamos que en las transcripciones de conversaciones orales se encuentran más formas recategorizadas de medio (30) que formas no concordadas (9). Lo contrario ocurre en el caso de los textos escritos, visto la clara preferencia de la forma estándar no concordada (45) sobre la forma vernácula (16). Sin embargo, un determinado registro no excluye el uso de tal o tal variante, visto que en ambos casos se utiliza en más o menos en un cuarto de los casos (9 y 16) la forma no apropiada al registro. Por lo tanto, la preferencia de la forma vernácula en conversaciones orales y la forma estándar en textos escritos no se puede generalizar y se puede considerar solamente como una tendencia.

MEDIO + ADJETIVO Oral Escrito Total

Estándar

Vernácula

Total

23% (9/39) 73,8% (45/61) 54% (54/100)

76,9% (30/39) 26,2% (16/61) 46% (46/100)

39% (39/100) 61% (61/100) 100% (100/100)

Tabla 7—2: Concordancia del adverbio medio en corpus oral vs. escrito

7.2

Variación lingüística: el adjetivo que modifica

Aparte de este factor sociolingüístico, podemos investigar también si el contexto lingüístico influye en el uso de una determinada forma. La alternancia podría depender del adjetivo que medio acompaña. Se puede preguntarse si el adjetivo que modifica el adverbio medio, interviene en la elección de la forma estándar frente a la forma vernácula. Por lo tanto, se examinan tanto las características gramaticales, como los aspectos semánticos de los adjetivos modificados y su relación con la recategorización del adverbio. En Tabla 7-1 (cf. arriba) ya se ha visto que la flexión del adjetivo no influye en la recategorización de medio, pues que la forma estándar y vernácula ocurren en igual medida, independientemente del género o del número del adjetivo que la acompaña. Por consiguiente cabe deducir que los criterios gramaticales del adjetivo modificado no tienen influencia en la elección de la forma estándar frente a la concordada del adverbio medio.

50

Luego conviene hacerse la pregunta si el valor semántico del adjetivo puede determinar la alternancia. En Tabla 7-3 se presentan todos los adjetivos que siguen a medio en nuestro corpus, distinguiendo la combinación con medio estándar y vernáculo. Adj. combinados con medio como forma Adj. combinados con medio como forma estándar vernácula Abierta, adormilados, ahogados (2x), animal, atonada, bestia, blandos, bruta, cabra, carbonizados, ciega/ciegos, coja, coloradas, convencidos, defensivos, derrumbosa, deshilachada, desmayada, desnuda (5x), destruida, dormida (6x), encendida, escapistas, experimental, hermética, hueva, ladeada, loca, malditas, morena, muerta, ojerosa, pelada, pelienta, peligrosa, pesada, primitiva, rollera, rotas, sentada, solemne, tarados, trasnochados, vacía, vegetal

Alcanzada (2x), altos (3x), bruja, cagada (2x), completa/completos, confusa, copeteada15, cuajada, cuática16, embarrada, enciclopédica, extrema, fantasiosos, híbridas, huevona, locos, malos, mensuales, mudita, negra, nostálgica, oscura, pasadas, patibularias, pecaminosa, pesada, picada (2x), preocupada, rara/raros, ridícula, suave, torcida, usada

Tabla 7—3: Adj. con que se combina el adverbio medio

En primer lugar, se puede, si bien parcialmente, confirmar la tesis de Pato (2010) (cf. la sección 4.4) en cuanto a la interpretación de los adjetivos. Se nota que el adverbio medio prefiere efectivamente combinarse con adjetivos con valor negativo, como ilustran los ejemplos siguientes, sacados de nuestro corpus:  Combinados con la forma estándar: bestia, blando, bruta, cabra, ciega/ciegos, coja, desmayada, destruida, hueva, loca, malditas, muerta, ojerosa, pelada, peligrosa, pesada, primitiva, rollera, rotas, tarado, trasnochados, vacía; (23/54; 42,6%) 

Combinados con la forma vernácula: bruja, cagada, confusa, cuajada, cuática, embarrada, extrema, híbridas, huevona, locos, malos, mudita, oscura, pasadas, patibularias, pecaminosa, pesada, picada, preocupada, rara/raros, ridícula. (22/46; 47,8%)

Además, Pato planteó que la recategorización de medio contribuiría a la suavización de estas cualificaciones despectivas, lo que va comprobando por la presencia de formas diminutivas encontradas en nuestro corpus, como mudita. El diminutivo se utiliza para expresar un tamaño pequeño e/o insignificante, igual que la función de la recategorización de medio, según la teoría de Pato. En este caso, se puede hablar de redundancia, visto la doble mitigación - una primera vez por la recategorización del adverbio medio, una segunda vez por el sufijo diminutivo - del adjetivo en cuestión.

15

Forma femenina singular del participio pasado de ‘copetear’, un verbo típico chileno que significa “tomarse varios tragos de

alguna bebida alcohólica” (RAE 2001. s.v. copetear). 16

Forma femenina singular del adjetivo chileno ‘cuático’, sinónimo de “curioso, exagerado, escandaloso, raro” (Sanchez 2001. s.v. cuático).

51

A ello cabe añadir que unos adjetivos prefieren claramente combinarse con una determinada forma como indica la alta recurrencia de desnuda (cinco veces) y dormida (seis veces) en combinación con la forma estándar. No obstante, estos dos adjetivos neutros, sin valor negativo entonces, no se habían encontrado juntos a medio en forma vernácula, lo que podría dar motivo para plantear dos hipótesis. Primero, esta observación llevaría a pensar que unos adjetivos siempre se combinan con medio en forma estándar, otros con la forma recategorizada. Segundo, los adjetivos sin valor despectivo rechazarían la recategorización de medio. En cuanto a la primera suposición, ocurre una objeción: en el corpus se encuentran dos adjetivos, pesada y loca/locos, combinados tanto con la forma estándar, ejemplificados en los (1) y (3), como con la concordada, ilustrados en (2) y (4). Un análisis de los ejemplos en el contexto lingüístico nos permite de sacar en claro si la recategorización de medio provoca una diferencia semántica del adjetivo. (1)

De ahí me echaron de los “Puntos” por un ~ una broma medio pesada… [PUC 2005]

(2)

A - mira están ordenando allá átras B - oye si lo están mandando por qué tanto color A - lo mandan lo mandonean pues B - para todo lo mandonean viste A - se hace el sometido huevón B - media pesada [Jørgenson - scawm4-03.htm]

(3)

Durante los dos días siguientes la perra no quiso comer y se volvió todavía más huraña y desconfiada. Margarita no dejó de notar el cambio. - La Úrsula está medio loca, está sentimental como una mujer -le dijo a Max. [CREA (Contreras, G. 1995. El nadador. Chile: Alfaguara)]

(4)

“Una cosa es que a lo mejor haya poca conciencia de la importancia de los científicos y otra es que los consideren malos, discrepo en cuanto a que el mundo crea que son todos medios locos y hacen cosas malas, no es mi experiencia, creo que ellos tienen un gran prestigio dentro de la opinión pública y una gran influencia” señala el doctor Ventura-Juncá. [CREA ([sin autor]. 2003. “Reflexión necesaria sobre clonación”. En: Revista Bioplanet. Biotecnología para sus negocios. Santiago de Chile: Fundación Ciencia Para La Vida)]

Se puede hacer dos observaciones por lo que se refiere al valor semántico de la construcción. En primer lugar, los sintagmas con la forma estándar se refieren a un sujeto inhumano: la broma en ejemplo (1) y la perra Úrsula en ejemplo (3). Las construcciones con la forma vernácula, al contrario, determinan un sujeto humano: una mujer desconocida en ejemplo (2) y los científicos en ejemplo (4). En segundo lugar, se nota que, en el uso predicativo, la forma estándar de ejemplo (3) se combina con el verbo estar, lo que indica un estado variable, mientras que la forma vernácula en (4) se junta con el verbo ser, que expresa un estado permanente. Sin embargo, en la presente tesina se trata de un número limitado de casos, por lo que estas observaciones no se pueden generalizar y merecen un estudio más profundo.

52

Por lo que se refiere a la segunda hipótesis - los adjetivos neutros siempre se combinan con medio estándar -, también existen contraejemplos que anulan esta presunción. A pesar de un significado neutro, los casos de alcanzada, enciclopédica, nostálgica, suave, etc. están combinados con la forma vernácula y, por consiguiente demuestran lo contrario. No obstante, en comparación con las formas estándares (42,6%), las vernáculas (47,8%) se combinan relativamente más con adjetivos despectivos. En suma, por un lado, la forma gramatical del adjetivo no influye en la alternancia del uso estándar frente al uso vernáculo. Por otro lado, hay índices que el valor semántico sí puede determinar el uso. El adverbio medio, tanto en el uso estándar como en el uso vernáculo, se combina frecuentemente con adjetivos despectivos, lo que confirma la tesis de Pato (2010). Sin embargo, la hipótesis que determinados adjetivos preferirían combinarse con, o bien la forma estándar, o bien la forma vernácula, se ve amenazada por varias objeciones.

53

Capítulo 8

Consideraciones finales y conclusión

En esta tesis se han presentado algunas observaciones que hasta la fecha habían quedado al margen en investigaciones anteriores sobre la frontera entre el adjetivo y el adverbio, por un lado, y sobre el adverbio medio, por otro. En lo que sigue, se comparan los resultados obtenidos de la presenta obra con el estudio de Pato (2010) quién ha investigado el fenómeno bajo discusión en España (cf. sección 8.1). Como conclusión final, se enumeran de manera resumida las observaciones hechas y los resultados obtenidos de la investigación del corpus (cf. sección 8.2).

8.1

Comparación con el estudio de Pato (2010)

Como se ha dicho más arriba, esta tesina se basa en el artículo titulado “La recategorización del adverbio medio en español” de Enrique Pato que data de 2010. Ese estudio ha servido como punto de partida para investigar el fenómeno de manera más profunda y en un espacio geográfico más concreto, a saber, el país de Chile. A continuación se comparan los aspectos investigados y los resultados del estudio de Pato (2010) con los del presente trabajo. Mientras que Pato (2010) introduce su artículo con una breve descripción de la palabra medio y las categorías que ocupa, la presente tesina ha profundizado estas categorías en un capítulo entero (cf. cap. 1) a fin de hacer posible la comparación entre el adverbio medio y el adverbio prototípico, por un lado, y, el adverbio medio y el adjetivo medio, por otro lado (cf. cap. 6). Además, se han citado las hipótesis sobre su carácter prefijal y los otros usos de medio como forma verbal, en locuciones y compuestos, que merecen un estudio aún más profundo. Luego, Pato (2010) verifica la extensión de la concordancia del adverbio medio en la Península Ibérica, basándose en los datos del ALPI. Asimismo presupone que, según la teoría andalucista del español americano, este “regionalismo” también se generalizaría en las variedades americanas. En efecto, la presenta tesina ha confirmado (parcialmente) esta suposición por demonstrar su alta ocurrencia en Chile (cf. cap. 7: 54% la forma estándar y 46% la forma vernácula en nuestro corpus). Como se ha visto en la sección 4.2, Pato (2010) igualmente ha ligeramente discutido la variación diacrónica para probar que no se trataba de un fenómeno nuevo. En la presente obra se ha enfocado la alternancia en el español actual, mientras que, pese a su interés, no se ha analizado la evolución a través de los siglos por falta de espacio y de tiempo. Después pone al descubierto la ambigüedad del término de la recategorización, precisando que hace referencia al fenómeno en que “un elemento se interpreta en unas variedades como una categoría gramatical y en otras variedades como otra categoría” (Pato 2010: 101). Aparte de este procedimiento, en la parte teórica se han desenmarañado los demás procesos que pueden contribuir a la borrosidad del límite entre la clase de los adjetivos y la de los adverbios (cf. cap 3). En la parte práctica, se ha investigado cuál proceso provocaría el comportamiento desviante del adverbio bajo discusión (cf. cap. 4). Se llegó a la conclusión que se trataría de “un adverbio que actúa como un 54

adjetivo” en el plano de la flexión, y que ha sufrido una gramaticalización seguida por una recategorización. Además, el estudio de Pato (2010) profundiza la interpretación semántica de la recategorización de medio, lo que se ha citado brevemente en la sección 4.4. Según su estudio, es la semántica del adjetivo que sigue medio, que parece condicionar la recategorización de medio. Se trata de un aspecto negativo del adjetivo modificado y la función de medio consiste en la suavización cortesa de este valor despectivo, dándole una nueva conceptualización. Esta hipótesis ha sido confirmada parcialmente por el presente estudio, siendo pruebas de esto los adjetivos despectivos enumerados en la sección 7.2. Sin embargo, no se puede generalizar esta tendencia, tomando en cuento que solamente 45 de los 100 casos se combinan con un calificativo peyorativo, mientras que la otra mitad se construye mediante un adjetivo neutro. Asimismo Pato (2010) ha investigado la distribución de la forma estándar frente a la forma vernácula desde un punto de vista del género y del número. Más abajo se encuentra la Tabla 8-1 (cf. apéndice: Gráfico 6) que compara los resultados del presente estudio (cf. Tabla 7-1) y los de Pato (2010: 105). Ambos estudios demuestran el mismo camino previsto del fenómeno: del masculino al femenino y del singular al plural. Esto no quita que aparezca una diferencia crucial entre las dos obras: la distribución recíproca de la forma estándar frente a la vernácula difiere en tal medida que se contradicen en todas las categorías. La presente tesina se basa en un corpus en que más de la mitad de los ejemplos representan la forma estándar, ese de Pato (2010), en cambio, contiene solamente un 30% de construcciones estándares. PATO (2010)

EL PRESENTE ESTUDIO

MEDIO fem. sing. masc. plur. fem. plur. Total

Est.

Vern.

Total

Est.

Vern.

Total

55,4% (41/74) 57,9% (11/19) 28,6% (2/7)

44,6% (33/74) 42,1% (8/19) 71,4% (5/7)

74% (74/100) 19% (19/100) 7% (7/100)

25,6% (11/43) 28,6% (8/28) 66,6% (4/6)

74,4% (32/43) 71,4% (20/28) 33,3% (2/6)

55,8% (43/77) 36,4% (28/77) 7,8% (6/77)

54% (54/100)

46% (46/100)

100% (100/100)

30% (23/77)

70,1% (54/77)

100% (77/77)

Tabla 8—1: Comparación entre el presente estudio y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado

Una hipótesis que permite explicar la divergencia de los resultados es la elección de los bancos de datos. El presente estudio se basó tanto en conversaciones orales como en textos escritos, mientras que Pato (2010) analizó datos exclusivamente orales sacados del ALPI. A fin de verificar esta suposición se compara el estudio de Pato (2010) con nuestro estudio, dejando los textos escritos y limitándose a las conversaciones orales. EL PRESENTE ESTUDIO (solamente las conversaciones orales)

MEDIO fem. sing. masc. plur.

PATO (2010)

Est.

Vern.

Total

Est.

Vern.

Total

25% (8/32) 0% (0/3)

75% (24/32) 100% (3/3)

82,1% (32/39) 7,7% (3/39)

25,6% (11/43) 28,6% (8/28)

74,4% (32/43) 71,4% (20/28)

55,8% (43/77) 36,4% (28/77)

55

fem. plur.

25% (1/4)

75% (3/4)

10,3% (4/39)

66,6% (4/6)

33,3% (2/6)

7,8% (6/77)

Total

23,1% (9/39)

77% (30/39)

100% (39/39)

30% (23/77)

70,1% (54/77)

100% (77/77)

Tabla 8—2: Comparación entre el presente estudio (solamente las conversaciones orales) y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado

En efecto, Tabla 8-2 (cf. apéndice: Gráfico 7) parece afirmar la presunción precedente, visto que el equilibrio entre las formas estándares y vernáculas es más o menos paralelo en ambos estudios. El presente corpus oral contiene solamente un 23,1% de formas estándares frente al 54% en el corpus total (cf. Tabla 8-1), lo que se aproxima al 30%, obtenido en la investigación de Pato (2010). No obstante, queda una diferencia de casi 7% entre los estudios que se puede deber a varias causas, como, por ejemplo, la ocurrencia del fenómeno en España en comparación con su presencia en Chile. Esto implicaría que la concordancia del adverbio medio sería más divulgada en la Península Ibérica que en Chile. Sin embargo, resulta arriesgado de desviar esta suposición, visto que la ligera diferencia de los resultados obtenidos se podría explicar también por otros factores, tanto (socio-) lingüísticos, como extralingüísticos. Pato (2010) termina su artículo citando los adverbios alerto, solo, demasiado y puro que muestran un comportamiento similar a ese de medio para mostrar que no se trata de un fenómeno aislado en la lengua española. En este trabajo se añadieron los adverbios todo, primero, poco, mucho, peor y mejor, así que unos ejemplos sacados de otros idiomas. Se citó también brevemente el procedimiento opuesto, o sea, la adverbialización del adjetivo (cf. sección 4.5) En suma, la presente tesina ha profundizado, completado y confirmado el estudio precedente de Pato (2010) en diferentes planes. Además, forma una respuesta en la suposición del llamado autor, comprobando que la concordancia del adverbio medio efectivamente se presenta en el continente ultramarino, y más específico, en el país de Chile. Las divergencias de los resultados obtenidos se deben sobre todo a la elección de los bancos de datos, pero una discrepancia del fenómeno según el país no queda descartada y merece un estudio más profundo.

8.2

Resultados obtenidos y conclusión final

Aparte de formar una confirmación y un suplemento para el estudio de Pato (2010), la presente investigación también ha contribuido unas propias revelaciones. La finalidad primordial fue ofrecer un marco teórico que discute la frontera borrosa entre el adjetivo y el adverbio en general, seguido por una aplicación a un caso concreto, es decir, la concordancia del adverbio medio en español chileno. De esta manera, la presenta tesina permitiría contestar a las preguntas de investigación hechas en la parte introductora: ¿podemos generalizar la concordancia no estándar del adverbio medio, investigada en España por Pato (2010), en Iberoamérica? y, además, ¿se puede explicar la variación por motivos sociolingüísticos? En una primera parte, se ha discutido brevemente la palabra medio tal como sustantivo, adjetivo, adverbio, prefijo, forma verbal, núcleo de locuciones y compuestos lexicalizados, basándose en los diccionarios y las gramáticas descriptivas. Sobre todo las clases del adjetivo y del adverbio llaman la

56

atención y, en específico, la frontera entre las dos. Se han encontrado muchas similitudes entre las características del adjetivo y del adverbio, lo que explica los límites confusos, tanto en el nivel formal, como en el nivel funcional. Sin embargo, se presentan dos criterios principales que los difieren: la categoría de la palabra que modifican, por un lado y la concordancia del adjetivo, por otro. La presencia de esto último rasgo, propio de los adjetivos, en el caso del adverbio medio provoca un comportamiento extraño. A fin de sacar en claro la causa que está debajo de eso, se han analizado unos procesos que contribuyen a la borrosidad de la frontera entre las dos categorías: la conversión, la lexicalización, la gramaticalización y la recategorización. En la parte práctica donde se aplica el marco teórico a nuestro objeto de estudio, se ha verificado en qué medida medio corresponde con el adverbio prototípico y cuál proceso provoca la concordancia del adverbio medio. Como comparte sobre todo las características con los adverbios, se prefiere de describir este caso desviante como “un adverbio que actúa como adjetivo”, siguiendo así la teoría de Quirck et al. (1985: 1562 apud Brinton 2002: 86). Su comportamiento desviante se explica por una gramaticalización en combinación con una recategorización. En resumidas cuentas, basándose en cinco bancos de datos que ofrecían textos actuales producidos por chilenos, se han obtenido los resultados siguientes que ofrecen más información sobre la palabra medio y su comportamiento desviante como adverbio: (i) El fenómeno de la concordancia del adverbio medio ocurre con gran frecuencia en el país de Chile y se utilizan ambas formas en igual medida: tanto la forma estándar (54%), como la variante recategorizada (46%), que (todavía) no corresponde a la norma; (ii) La forma vernácula de medio comparte la mayoría de las características con el adverbio estándar, pero difiere en cuatro planos: (a) su valor semántico es menos amplio, (b) se usa particularmente en el registro coloquial, (c) tiene flexión, igual que el adjetivo, y (d) modifica solamente adjetivos (entonces no verbos o adverbios); (iii) La forma vernácula es el resultado de una gramaticalización en combinación con una recategorización del adverbio medio; (iv) Medio en el uso adverbial ocurre mucho menos frecuente que su forma adjetival y su presencia en locuciones, lo que reduce el campo de investigación de nuestro estudio; (v) El adverbio medio prefiere claramente combinarse con adjetivos, participios pasados y sustantivos adjetivales en comparación con las demás categorías que puede modificar, i. e. los adverbios y los verbos; (vi) El adverbio bajo discusión sigue el camino previsto en cuanto al género y número del adjetivo con que se combina: del masculino al femenino y del singular al plural; (vii) Hay una tendencia de usar la forma vernácula (o concordada) en conversaciones orales y la forma estándar (o no concordada) en textos escritos; (viii) Ni el género ni el número del adjetivo modificado por el adverbio medio tienen influencia en el uso de la forma no concordada frente a la concordada; (ix) Se ha confirmado (parcialmente) el resultado de Pato (2010) por lo que se refiere al valor negativo del adjetivo que se combina con medio (tanto concordado como estándar); (x) Aunque existen varios contraejemplos, hay índices que unos adjetivos prefieren combinarse con o bien la forma estándar o bien la forma concordada, pero este tema merece ser profundizado en el futuro.

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Todo lo anterior nos lleva a concluir que la prescripción académica y su objetivo de crear y de conservar una lengua estándar no siempre coincide con la realidad lingüística. Aspirando a sacar en claro la concordancia llamativa del adverbio medio, esta tesina no ofrece solamente unas observaciones inadvertidas en cuanto a este fenómeno, sino también entrega una reseña teórica que intenta de delimitar la frontera entre el adverbio y el adjetivo en general. Además, la presenta investigación puede formar el punto de partida para estudios futuros que tratan de la palabra bajo discusión, visto que se ha creado un corpus de 3155 ejemplos donde medio aparece bajo la forma del adjetivo, del adverbio y como parte de locuciones.

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del

español

actual,

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Apéndice

Tablas Locuciones adverbiales A medias A medio De medio a medio

+ V en inf.

De por medio En este medio En medio

Poco usado Poco usado

Poco usado En medio de todo Entre medias Entre medio / entremedio Medio en serio, medio en broma / medio en broma, medio en serio Ni medio Por (en) medio Por sus/tus/etc. propios medios Por todos los medios

Coloq. (España)

Coloq. + adv.

1. Por mitad, la mitad cada uno 2. Algo, pero no del todo, incompletamente De manera incompleta, parcial o relativa 1. En la mitad o en el centro 2. Completamente, enteramente, de todo punto 1. En medio (entre dos o más personas o cosas) 2. A medias En tanto 1. En lugar o tiempo igualmente distante de los extremos 2. Entre dos o más personas o cosas 3. No obstante, sin embargo 4. En tanto Después de todo En medio En medio (espacial) o entre tanto, entre medias (temporal) Sin poder definir el exactamente estado de ánimo de alguien Expresión que intensifica el valor negativo de la frase en la que está En desorden y estorbando Solo, sin ayuda de nadie De todas las maneras posibles y con todos los recursos al alcance

Locuciones adjetivales Atrasado de medios Corto de medios Estrecho de medios

Dicho de una persona: que está pobre, y especialmente si antes fue rica Escaso de cuadal Corto de medios

65

Locuciones verbales Coger en medio

Coloq.

Entrar de por medio Estar de por medio Estar/encontrar/hallarse/vivir alguien en su medio Ir a medias Meterse de por/en medio No ahorrar / economizar / escatimar / regatear / reparar (en) medios No valer ni medio Partir por (en) medio

Valer poco o nada Tomar una resolución o medio extraordinario para salir de una dificultad, sin reparar en obstáculos o inconvenientes Usarlos para el logro de lo que se intenta.

Poner (todos) los medios (para) Poner a alguien de vuelta y media Poner tierra (de) por medio Quitar de en medio/del medio a alguien Quitarse alguien de en medio

Tener en medio o estar dos o más cosas a los lados de otra Mediar entre discordes o desavenidos Mediar en un negocio Estar en un ambiente favorable o (esp) apropiado o conveniente Colaborar o participar a medias en algún asunto Interponerse para componer una pendencia o sosegar una riña Hacer todo lo posible para conseguir algo, sin reparar en dinero ni esfuerzo

Criticar o regañar a alguien con dureza

Coloq. Coloq.

Tomar el medio/los medios Sacar (a alguien) de en medio

Alejarse o huir de un lugar para evitar un conflicto o un enfrentamiento, o para salvar la propia vida Apartarlo de delante, matándolo o alejándolo Apartarse de un lugar o salirse de un negocio para evitar un lance, disgusto o compromiso Poner los medios Quitar de en medio

Locuciones preposicionales A/Al medio de Entre medio de Por medio de

Por la mitad En medio Valiéndose de la persona o cosa que se expresa

Expresiones Media con limpio

Era usado en Madrid

Cuando alguien se ajustaba en una posada, para que le dieran solamente por la noche media cama, y por compañero alguien que estuviese limpio de sarna, tiña u otro achaque contagioso. No hay medio (de) Coloq. Resulta imposible, es muy difícil Tabla 0—1: Locuciones y expresiones con medio (Basado en: García Márquez & González 2006: 1284-1286, RAE 2001, RAE 2005, Sánchez 2001: 1318)

66

media aritmética media cuadrática media geométrica media pensión media ponderada media proporcional mediacaña medialuna medianoche (media noche) mediapensión

mediapunta medio ambiente medio de comunicación medio de proporción medio interno medio natural medioambiental medioambiente (medio ambiente) mediocampista mediodía (medio día)

mediofondista mediometraje mediopensionista medios de difusión medios de locomoción medios de prueba medios de transporte medios de vida medios económicos medios masivos

Tabla 0—2: Compuestos con medio (Basado en: García Márquez & González 2006: 1284-1286, RAE 2001, RAE 2005, Sánchez 2001: 1318)

Gráficos

1081 Adj. Adv. 1836

Loc.

238

Gráfico 1: Las categorías gramaticales que ocupa medio

67

3 9

Medio + Adj. Medio + Adv. Medio + Verbo

217

Gráfico 2: Categoría gramatical de la palabra modificada por el adverbio medio

7 19

Medio + adj. en masc. sing. Medio + adj. en fem. sing. 74

117

Medio + adj. en masc. plur. Medio + adj. en fem. plur.

Gráfico 3: Género y número del adjetivo modificado por el adverbio medio

68

Estándar

Vernácula

41 33

11 8 5 2 Medio + adj. en fem. sing.

Medio + adj. en masc. plur.

Medio + adj. en fem. plur.

Gráfico 4: Forma estándar vs. vernácula del adverbio medio según género y número del adj. modificado

Estándar

Vernácula 45

30

16 9

Oral

Escrito

Gráfico 5: Concordancia del adverbio medio según el registro oral vs. escrito

69

El presente estudio Estándar

Pato (2010)

Vernácula

Estándar

Vernácula

32

41 33

20

11

11 8

8 2

4

5

Medio + adj. Medio + adj. Medio + adj. en fem. sing. en masc. plur. en fem. plur.

2

Medio + adj. Medio + adj. Medio + adj. en fem. sing. en masc. plur. en fem. plur.

Gráfico 6: Comparación entre el presente estudio y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado

El presente estudio

Pato (2010)

(solamente conversaciones orales)

Estándar

Vernácula

Estándar

Vernácula

32 24 20 11

8

8 3 0

1

3

Medio + adj. Medio + adj. Medio + adj. en fem. sing. en masc. plur. en fem. plur.

4

2

Medio + adj. Medio + adj. Medio + adj. en fem. sing. en masc. plur. en fem. plur.

Gráfico 7: Comparación entre el presente estudio (solamente las conversaciones orales) y ese de Pato (2010) - según el género y número del adj. modificado

70

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