la crisis de representación en tres novelas de hijos de desaparecidos:

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Universiteit Gent Faculteit Letteren en Wijsbegeerte Taal- en Letterkunde: Engels - Spaans Academiejaar 2010-2011

la crisis de representación en tres novelas de hijos de desaparecidos: La casa de los conejos – Laura Alcoba Los topos – Félix Bruzzone Perder – Raquel Robles

Masterscriptie ingediend tot het behalen

Promotor:

van de graad van Master in de Taal- en

Prof. dr. Ilse Logie

Letterkunde: Engels - Spaans door Rilke Broekaert 1

Agradecimientos En estas líneas deseo expresar mi agradecimiento a todas las personas que me han ayudado en el desarrollo de este trabajo:

Antes que nada, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a mi profesora y directora de tesina, Prof. Dr. Ilse Logie, por compartir su sabiduría y por siempre dejar la puerta abierta. He aprendido mucho de sus comentarios relevantes y sus revisiones detalladas de mi tesina.

A mis padres y mi hermano, les agradezco su apoyo, su guía y su confianza en mis capacidades.

A todos mis amigos por estar siempre a mi lado.

Finalmente, también a mis queridos compañeros de clase, muy especialmente a Soetkin, Zoë, Joke, Karen, Charlotte, Mara, Delphine, Evelyne, Nina e Ilse por correr la misma suerte, y por apoyarme en los momentos difíciles.

Muchas gracias a todos.

2

Índice Agradecimientos...................................................................................................................................... 2 1

Introducción .................................................................................................................................... 6

2

La guerra sucia 1976-1983 .............................................................................................................. 8 2.1 2.1.1

La política de exterminio ................................................................................................. 8

2.1.2

El secuestro, la tortura y la desaparición ...................................................................... 10

2.1.3

La apropiación ............................................................................................................... 10

2.2 3

6

¿Nunca más? ....................................................................................................................... 13

Los hijos de desaparecidos ............................................................................................................ 15 4.1

¿Y vos sabés quién sos? ....................................................................................................... 15

4.2

La crisis de identidad ........................................................................................................... 16

4.3

El duelo ................................................................................................................................ 19

4.4

La identidad colectiva .......................................................................................................... 20

4.4.1

5

La política del olvido ............................................................................................................ 11

La postdictadura ............................................................................................................................ 13 3.1

4

La política anti-humanitaria .................................................................................................. 8

H.I.J.O.S. ......................................................................................................................... 21

4.5

La crisis de memoria ............................................................................................................ 22

4.6

La crisis de representación .................................................................................................. 26

4.7

La literatura de los hijos de desaparecidos ......................................................................... 28

La casa de los conejos – Laura Alcoba ........................................................................................... 29 5.1

Introducción ........................................................................................................................ 29

5.2

¿Para qué recordar? ............................................................................................................ 30

5.3

La crisis de identidad ........................................................................................................... 33

5.4

La crisis de representación .................................................................................................. 36

Los Topos – Félix Bruzzone ............................................................................................................ 41 6.1

Introducción ........................................................................................................................ 41

3

7

6.2

La crisis de identidad ........................................................................................................... 42

6.3

La crisis de representación .................................................................................................. 48

Perder – Raquel Robles.................................................................................................................. 51 7.1

Introducción ........................................................................................................................ 51

7.2

La crisis materna.................................................................................................................. 52

7.3

El no querer recordar .......................................................................................................... 56

7.4

El refugio en la literatura ..................................................................................................... 56

7.5

La crisis de representación .................................................................................................. 61

8

Conclusión ..................................................................................................................................... 63

9

Bibliografía..................................................................................................................................... 67 9.1

La bibliografía primaria........................................................................................................ 67

9.2

La bibliografía secundaria.................................................................................................... 67

4

¡Oh, dioses de la noche! ¡Oh, dioses de las tinieblas, del incesto y del crimen, de la melancolía y del suicidio! ¡Oh, dioses de las ratas y de las cavernas de los murciélagos, de las cucarachas! ¡Oh, violentos, inescrutables dioses del sueño y de la muerte! Informe sobre ciegos – Sobre héroes y tumbas Ernesto Sábato 5

1 Introducción Desde 1995, con el nacimiento de la agrupación Hijos por la Igualdad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.), se observó en Argentina una nueva corriente cinematográfica y literaria que se centra en la figura del hijo/a de desaparecidos. Ya que son la marca viviente de la dictadura, los hijos de desaparecidos representan el recuerdo simbólico de las atrocidades de la dictadura. Desde hace años, ocupan un lugar central en campañas humanitarias dirigidas por organizaciones como Las Abuelas de Plaza de Mayo. En su artículo ―Por-venires de la memoria‖, Diana Kordon y Lucila Edelman refieren a la importancia de los hijos en el dominio público ya que muestran ―que existe la capacidad de reparación social, que existe la posibilidad de historizar, de recuperar el pasado en un proyecto de futuro, de asumir el presente y de sostener en miles de identidades personales una identidad colectiva‖ (Diana Kordon y Lucila Edelman 2007:11) Desde el fin de siglo se encuentra también una serie de novelas escritas por hijos de desaparecidos. En sus obras intentan reconstruir el pasado de sus padres para así entender su presente. Sin embargo, el proceso de escritura resulta difícil. Como ha señalado Mariela Peller, los hijos son doblemente huérfanos : no sólo han perdido a sus padres, pero también su propia Historia. (Peller 2009: 58)

En el presente trabajo trataremos el tema de la representación de la dictadura militar en Argentina en tres novelas de hijos de desaparecidos, todas publicadas en el año 2008, a saber, La casa de los conejos de Laura Alcoba, Los topos de Félix Bruzzone y Perder de Raquel Robles. Intentaremos demostrar que la situación psicosocial y los recuerdos o la falta de recuerdos sobre el pasado de sus padres tienen una influencia en la representación de la dictadura militar en sus novelas; o sea que estas novelas atestiguan de una crisis de representación. En concreto, la crisis de representación por parte de los hijos de desaparecidos se definirá como la representación problemática de un pasado desconocido que les persigue de manera traumática.

En una primera parte teórica describiremos la historia detallada y las secuelas de la última dictadura militar en Argentina. En el segundo capítulo comentaremos la política antihumanitaria y las prácticas del terrorrismo de Estado como la desaparición de los subversivos políticos y el robo de sus bebés. El tercer capítulo enfocará el período posdictatorial,

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exponiendo el conocido informe Nunca Más que expresaba el grito de la población por el cambio hacia una sociedad justificada y humanitaria. Por último, en el cuarto capítulo nos dirigiremos al grupo de los hijos de desaparecidos de los años 90 hasta ahora. En ese período, la organización Las Abuelas de Plaza de Mayo comenzó su búsqueda activa y la recuperación identitaria de los bebés robados. Además, se fundó la agrupación H.I.J.O.S., en la que los hijos de desaparecidos reivindican la lucha de sus padres. En este capítulo indagaremos también en los efectos psicológicos de las prácticas de la dictadura en los hijos. En particular, destacaremos la crisis de identidad causada por la filiación falsificada, la ausencia de padres durante la crianza y el duelo existencial con los padres. De la misma manera, analizaremos la crisis de memoria de los hijos causada por la distancia entre su propia historia y la de sus padres. Finalmente, estas consideraciones nos llevarán al tema de la representación literaria de la dictadura, que abordaremos focalizando en el artículo ―Tierra de la memoria‖ de Carlos Gamerro que describe la evolución en la literatura argentina sobre la dictadura militar.

Los capítulos siguientes consistirán en el análisis propiamente dicho de las novelas. Describiremos la biografía de los autores mencionados y evocaremos brevemente la trama de las novelas, para luego pasar a un análisis pormenorizado de las representaciones de la dictadura militar, con vistas a la crisis de identidad y de memoria. Algunas preguntas que nos guiarán en nuestro análisis, son: ¿Cómo representan los autores la dictadura?, ¿cuáles son los temas, los subtemas, los motivos y los símbolos?, ¿Refieren al tema de la dictadura de manera explícita o implícita? ¿En qué se basa la crisis de representación?, ¿Estos autores representan su historia personal de manera directa o mediada por otra historia? ¿Cómo influye la crisis de identidad y memoria en la representación? ¿ Hay algo que sólo la literatura es capaz de decir? ¿Cuáles son los límites de la literatura?

7

2

La guerra sucia 1976-1983 2.1

La política anti-humanitaria

El 24 de marzo de 1976, la presidenta argentina Isabel Martínez de Perón fue secuestrada y depuesta. Las Fuerzas Armadas, dirigidas por el general Jorge Videla, tomó el poder. Desde aquel momento, comienza una de las dictaduras más sangrientas e inhumanas de la historia reciente sudamericana. El terrorismo de Estado no sólo estuvo caracterizado por la sistemática abducción, la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de activistas políticos, sino también por la apropiación ilegal de los hijos de los desaparecidos. En este sentido, se rompieron 3 generaciones de familias: los abuelos, los padres y los hijos.

Al lado de esas atrocidades, el gobierno militar hizo suya una de las prerrogativas más humanas, es decir: el derecho del recuerdo. Por una estrategía de terror y la manipulación, el gobierno militar determinó la memoria colectiva de la sociedad argentina. El término ―guerra sucia‖, utilizado paradójicamente en un nivel internacional para referir a la dictadura militar argentina, fue empleado también por la propia junta militar para sugerir que se trataba de una guerra civil, intentando justificar así las matanzas. En 1985, el fiscal Julio Strassera a cargo del juico contra la junta señaló en su alegato que ―La guerra es algo ya de por sí lo suficientemente horroroso como para admitir el calificativo de sucia por añadidura. Esto es un eufemismo para tratar de encubrir actividades propias de pandilleros antes que de soldados.‖ En verdad, ―¿se puede considerar acción de guerra el secuestro en horas de la madrugada, por bandas anónimas, de ciudadanos inermes?‖1

2.1.1 La política de exterminio El Estado de terror como práctica del gobierno militar argentino puede ser relacionado con el concepto de biopoder planteado por Michel Foucault (1995) en su obra ―Historia de la sexualidad: la voluntad de saber”. Dentro del contexto del surgimiento del capitalismo en el siglo veinte, el biopoder constituye una forma del poder en que se incluye la vida humana como objetivo de la estrategía política. Más significativa para el contexto argentina es la 1

Acusación del fiscal Julio Strassera. Juicio a las Juntas Militares. Año 1985. URL: http://www.nuncamas.org/juicios/juntas/acusa.htm [consulta 15/01/2011]

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adición teórica de Giorgio Agamben (1998) que retoma la idea del biopoder en su ensayo ―Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida‖ destacando la creación de los campos de exterminio en los estados totalitarios. Giorgio Agamben (1998) describe el siglo veinte como la época de la biopolítica en que se crean estados de excepción, como lo ha hecho Hitler con su política concentracionaria durante la segunda guerra mundial.

Igualmente, durante la década de los setenta el gobierno argentino creó un estado de excepción mediante la construcción de centenares de campos de concentración por todo el país. Se llamaban Centros Clandestinos de Detención (CCD) para eludir el hecho de que fueran campos de tortura. Según Graciela Kait en su artículo ―Una respuesta a la barbarie‖ los estados de excepción ―se sirven de la suspensión de los derechos humanos y garantías constitucionales para imponer su terror‖ y en ellos ―la excepción es la norma‖. (Kait 2005: 48) Giorgio Agamban (1998) habla en este sentido del Homo Sacer, una figura arcaica del derecho romano, que refiere a una persona que cometió un delito cuya vida fue considerada insacrificable según la tradición religiosa. Por consiguiente, este hombre no se consideraba un ser humano.

La idea subyacente de la política del exterminio fue parte de la misión sagrada de la Junta de depurar Argentina de toda subversión. Como Fortunato Mallimaci señala en su ensayo ―La dictadura argentina: terrorismo de estado e imaginario de la muerte‖ el objetivo central de las Fuerzas Armadas fue ―la vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia.‖ (Mallimaci 2006: 6) Sin embargo, no sólo se trataba de poner fin a la subversión política, sino también a toda resistencia sindical, social, religiosa, simbólica, militar, cultural y educativa. Así, las Fuerzas Armadas hablaron de un Proceso de Reorganización Nacional en vez de una dictadura. Se aludió a la influencia peligrosa de la revolución cubana que posibilitó ―el imaginario del compromiso revolucionario‖ (Mallimaci 2006: 3) y que movilizó a un montón de estudiantes y trabajadores a principios de los años 70.

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2.1.2 El secuestro, la tortura y la desaparición El método del Estado para aniquilar a los subversivos implicó crímenes sistemáticos de lesa humanidad. Los subversivos fueron secuestrados en las calles, detenidos en secreto en los campos de detención y torturados para obtener informaciones. Además, se hace desaparecer a aproximadamente 30.000 mil personas con el objetivo de eludir toda responsabilidad. Diana Kordon y Lucila Edelman (2007) en su obra ―Por-venires de la memoria‖ definen la dictadura militar como una nueva arquitectura de la muerte que se basa en la desaparición de personas. Según ellas, el desaparecido ―implicaba la voluntad de encubrir el destino del secuestrado y la identidad de sus asesinos. Para la ‗historia oficial‘ estas personas estaban vivas y para las autoridades ‗prófugas‘ de la justicia.‖ (Kordon y Edelman 2007: 10) Como Giorgio Agamben (1998) ha descrito la maquinaria del holocausto, también podemos hablar en el caso de la dictadura argentina de una degradación de la muerte, visto que se trata de una situación torturosa en que los familiares son dejados en la incertidumbre sobre la muerte o no de sus queridos. Ana Zabala (2005) en su ensayo ―la subjetividad en el marco de la restitución de identidad luego de una apropiación‖ ha descrito el método absurdo de la desaparición como: ―Desaparecerles. Dejar un vacío ahí donde estaba el ser amado de cada familia. Ni un cuerpo que poder ritualizar en una despedida. Favorecer la locura de la búsqueda de esos cuerpos ha sido la marca de los asesinos. Como si se pudiera matar la muerte. Quizá de los más siniestros designios perpetrados por esa casta maldita: intentar hacer desaparecer también la muerte.‖ (Zabala 2005: 54)

2.1.3 La apropiación El robo de niños de los detenidos-desaparecidos fue uno de los aspectos más aberrantes de la historia de Argentina. Concretamente, se trata del secuestro de niños nacidos en los campos de detención. En la mayoría de los casos, las madres fueron mantenidas con vida hasta el momento del parto y después fueron asesinadas y desaparecidas sin dejar rastro. La apropiación de estos bebés refiere al acto de entregar los niños a parejas que paradójicamente en la mayoría de los casos fueron responsables y encubridoras del asesinato y la desaparición de los padres biológicos. La mayoría de los bebés fueron inscritos fraudulentamente como propios de los apropiadores. Por consiguiente, el gobierno falsificó los documentos de nacimiento y de identidad de los niños, entre otras cosas dándoles nombres falsos. De esta 10

manera se suprimió la identidad y la memoria de estos niños. En otros casos, los niños fueron entregados mediante adopciones ilegales.

Al igual que lo que pasa en Estados totalitarios, por ejemplo como bajo el poder de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y bajo Franco en la guerra civil de España, Argentina en los años setenta parte de la misma concepción general que el hombre sólo desempeña una función afirmativa de la omnipotencia del Estado en vez de ser un individuo con actitudes y opiniones alternantes. De esta manera, toda subversión se consideró como una enfermedad que se necesitaba eliminar o curar. En el caso de los niños de subversivos, la apropiación fue parte del plan bien calculado de re-educar al pueblo argentino, como ha declarado el general Ramón Camps en una entrevista realizada por Santiago Aroca: ―personalmente no eliminé a ningún niño, y lo que hice fue entregar a algunos de ellos a organizaciones de beneficencia para que les encontraran nuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos para la subversión. Eso hay que impedirlo‖2. Esto explica la decisión de las Fuerzas Armadas de entregar los niños a familias que estuvieron involucradas en el aparato represivo.

2.2

La política del olvido

El período de la dictadura militar en Argentina estuvo caracterizado por la amnesia social en diferentes niveles. Utilizando varias estrategías, el aparato estatal quiso manejar la memoria colectiva de la sociedad argentina. El terrorismo de estado se consideró como una política de olvido3 (el término es de Fernando Reati), que refiere al acto voluntario oficial de olvido político. A este respecto, Diana Kordon y Lucila Edelman (2007) señalan que el olvido y el perdón no sólo son actos privados sino también herramientas políticas que en la mayoría de los casos garantizan el encubrimiento y la impunidad en sus actos. Además, a causa de la complicidad del tribunal en los crímenes del gobierno, sobre todo en cuanto a las apropiaciones fraudulentas, ―se justifica desde la legalidad una situación de ilegalidad.‖ (Lo Giúdice 2005: 29) Evidentemente, la impunidad propiamente construida tiene como 2

Cita tomada de la revista española Tiempo. En: Equipo Interdisciplinario de Abuelas de Plaza de Mayo. 1988. “Situación de los niños desaparecidos en la comunidad.” Buenos Aires: Eudeba. URL: http://www.pparg.org/pparg/documentos/represion/ana_apropiacion/_b/contentFiles/3El_secuestro_de_ninos.pdf [consulta: 26/03/2011] 3 En: Kordon, Diana y Edelman, Lucila. 2007. Por-venires de la memoria: efectos psicológicos multigeneracionales de la represión de la dictadura: hijos de desaparecidos. Buenos Aires: Madres de Plaza de Mayo. Pg 26.

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consecuencia no sólo la imposibilidad de la sociedad argentina de reaccionar en contra, pero también la negación de los crímenes en un nivel mundial, lo que inspira a Martín Kohan a escribir sobre la complicidad o no de la sociedad en su obra ―Dos veces Junio.‖4

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Kohan, Martín. 2002. Dos veces Junio. Buenos Aires: Sudamericana.

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3 La postdictadura 3.1

¿Nunca más? «Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡nunca más!»5

El 20 de septiembre de 1984 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) entregó un informe al Presidente de la República para esclarecer todo lo que había sucedido durante la dictadura militar en Argentina. Es el primer libro que realmente reconoce que hubo desapariciones. El decir Nunca más durante la acusación del fiscal Julio Strassera en el famoso Juicio a las Juntas significó un cambio repentino en el silencio público hasta entonces. En este informe se expresan detalladamente todos los crímenes del estado, como una enumeración de todos los campos de detención y sus prácticas, y se reconoce por primera vez la violación de los derechos humanos durante la dictadura. Muy importante es el cambio de enfoque de la ignorancia en el pasado hacia la justicia y la posibilidad de hacerlo diferente en el futuro dado que el objetivo central de este informe es el de impedir que los hechos se repitan. En general, Nunca más abre el camino para la investigación crítica, asimismo autocrítica, de esa época horrible y da lugar a la transición hacia una política más humanitaria que se focaliza en la defensa de los derechos humanos.

Sin embargo, se necesita tener en cuenta que el informe de Nunca Más y otros testimonios como aquel conocido de Adolfo Scilingo6, ex represor de la ESMA7, sólo fueron los primeros pasos hacia una democracia. La elección de Raúl Ricardo Alfonsín, quien asumió el cargo de presidente de Argentina desde 1983 hasta 1989, significó el fin absoluto del Proceso. Su régimen fue reconocido generalmente por la realización del Juicio a las Juntas en que manda enjuiciar a los miembros de las tres juntas militares y por otra parte la lucha por los derechos 5

Acusación del fiscal Julio Strassera (extracto). Albergado en la página del Museo de la Memoria de Rosario. En 1995, Adolfo Scilingo, el oficial de marina de guerra, narró en una entrevista con Horacio Verbitsky, la metodología de exterminio de los “desaparecidos”. Los llamados “Vuelos de la muerte” fueron una práctica de desaparición forzada en que miles de personas, anestesiadas o vivas, fueron arrojadas en el Atlántico. Fue uno de los primeros testimonios que ha revelado la participación de los oficiales de la Armada en los crímenes de Estado. 7 La Escuela Superior de Mecánica de la Armada, conocida por la abreviatura ESMA, fue un centro para el entrenamiento del personal de las fuerzas navales en Argentina. Sin embargo, durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) funcionó como centro clandestino de detención. 6

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humanos en un joven Estado de Derecho8. No obstante, a causa de la creación del CONADEP presentado arriba, el gobierno fue acorralado por sectores de las Fuerzas Armadas dado que anduvieron involucrados en la violación de los derechos humanos. Por consiguiente, en 1986, para detener estos sectores, se implementó la ley de Punto Final que impidió reabrir un proceso judicial contra violadores de los derechos humanos durante la dictadura militar. Un año más tarde, se introdujo también la Ley de Obediencia Debida que exculpaba a los oficiales subordinados de sus crímenes puesto que no podían haber hecho otra cosa. Como se acaba de ver, en ese momento la democracia todavía tenía mucho camino por delante.

No obstante, los testimonios y las realizaciones gubernamentales en el período postdictatorial hicieron flaquear el silencio público. En este contexto, las madres locas de la Plaza de Mayo han hecho una contribución considerable. Fueron llamadas locas dado que la solidaridad y el amor de las madres fue tan grande que estas mujeres arriesgaron sus vidas en su lucha incesante por encontrar a sus hijos-desaparecidos. Al revés, el resto de la sociedad argentina permanecía en silencio. Más tarde nació un subgrupo, el de las Abuelas, que se dirigió a generaciones posteriores. En vez de buscar información sobre sus hijos-desaparecidos, las abuelas aspiraban al regreso, más plausible,

de sus nietos. En sus propias palabras, la

Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo es ―una organización no-gubernamental que tiene como finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados desaparecidos por la represión política, y crear las condiciones para que nunca más se repita tan terrible violación de los derechos de los niños, exigiendo castigo a todos los responsables.‖9 Después de años de protesta en la conocida Plaza de Mayo10, las abuelas han alcanzado mucho. La realización más citada tiene que ver con el papel de las abuelas en la creación del ―derecho a la identidad‖ que fue reconocido en el Artículo 8 de la Convención de los Derechos del Niño. (Gandsman 2009: 448) Así, las abuelas incitan al uso del ADN para identificar a los niños y devolverlos a sus padres o abuelos biológicos. La restitución de la identidad forma parte de la gran misión histórica de las abuelas, es decir: la de no permitir el olvido. (Teubal 2003: 229) Como dicen las propias abuelas: el derecho a la identidad es el derecho de saber quién eres. Es el derecho al nombre, la nacionalidad y la historia.

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“Un sistema político que resolviera los conflictos de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa al margen de los poderes corporativos” En: Argentina en Noticias. URL: http://www.argentina.ar/_es/pais/personalidades/C2826-raul-ricardo-alfonsin.php [Consulta: 12/2/ 2011] 9 URL: http://www.abuelas.org.ar/historia.htm [Consulta: 12 de febrero de 2011] 10 La Plaza de Mayo fue el escenario de la revolución de Mayo 1810 cuando Argentina obtuvo su independencia.

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4 Los hijos de desaparecidos 4.1

¿Y vos sabés quién sos?11

En los años noventa, cuando los ―bebés robados‖ llegan a la adolescencia, las Abuelas de Plaza de Mayo se embarcan en una campaña pública dirigida a los que ―tenían duda sobre su identidad‖ y les ruegan que contacten a la organización. Hoy en día un centenar de los aproximadamente 500

nietos son recuperados y viven ahora con sus padres o abuelos

legítimos. Aunque queda tela por cortar, las Abuelas fueron las primeras

en abrir la

discusión. Sin embargo, cabe destacar que el asunto sigue siendo muy delicado. Todavía hay jóvenes apropiados que rechazan conocer su identidad verdadera. ¿Es posible que alguien no quiera saber quién es? Es una pregunta frecuentemente formulada por los miembros de la organización. El problema de esta pregunta parte de la suposición de que cada persona debe o desea saber quién es biológicamente y que no es capaz de vivir en continua duda existencial. (Gandsman 2009: 441)

El tema de la identidad sirve como hilo conductor en nuestro análisis de algunas novelas de hijos de desaparecidos. En este análisis investigaremos la manera en que los hijos representan la dictadura militar, y por qué lo hacen de esta manera. Esta propuesta nos lleva a preguntas sobre la posición sociocultural y política de los hijos ante la historia oficial y la historia personal de sus padres. En este sentido, nos preguntamos si estos hijos van a reivindicar el discurso de sus padres o van a rechazarlo y por qué. Nos lleva también a cuestiones de identidad, dado que estos hijos fueron privados de algunos derechos fundamentales que van a determinar consciente y inconscientemente su percepción de las cosas. Se puede hablar realmente de una crisis de identidad.

Además, el tema de la identidad está ligado estrechamente a cuestiones de la memoria. Saber quién eres se relaciona al acto de recordar. Analizaremos más adelante cómo estos hijos fueron privados del recuerdo personal a causa de la filiación falsificada y la ocultación de la verdad durante la crianza. En dicho contexto, es importante señalar las consecuencias de esta

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¿Vos sabés quién sos? fue la consigna de una campaña pública de las Abuelas de Plaza de Mayo dirigida a los jóvenes que tenían dudas sobre su identidad.

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privación sobre la representación literaria. Y esto nos lleva al tema de la posmemoria12, al interrogante de si se puede calificar el estado de los hijos en términos de la posmemoria, dado que se trata de una situación límite en que los hijos fueron retirados de sus cuidados maternales a la edad de aproximadamente tres o cuatro años.

4.2

La crisis de identidad ―Es fácil cometer un crimen pero difícil borrar sus huellas, que tanto el secreto como la impunidad son ilusorios‖. Sigmund Freud

En el diccionario de la Real Academia Española, se define la identidad como el ―conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás; la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás‖. Esta definición enfoca la identidad de un individuo como algo único que le permite distinguirse de los demás. Sin embargo, en el pre-congreso sudamericano sobre los derechos de la niñez y la adolescencia en Morón (Buenos Aires) en 2010, se ha notado que esta definición falla en el contexto argentino y que se necesita una cláusula más adecuada para poder captar una situación límite como el robo de identidad de bebés en un contexto dictatorial. En este sentido Victoria Martinez, directora de derechos de grupos vulnerables, añade que la identidad se define como ―un proceso que se inicia con el nacimiento y se prolonga hasta la muerte. La vida de un individuo se desarolla en un entramado de relaciones sociales que al mismo tiempo que provee los recursos de desarrollo y afianzamiento de la propia identidad, requiere de esta para generarse‖13. En esta definición, se enfoca la relación dialéctica entre el individuo y la sociedad en la construcción de la identidad, refiriéndose ya a la importancia de una filiación legítima. Finalmente, en la Convención de los Derechos del Niño en Argentina, se ha fijado la definición en que la identidad sirve como ―elemento constitutivo de la personalidad, la que se ve garantizada con la adquisición del nombre, la nacionalidad, el conocimiento de los 12

La posmemoria es “la memoria excepcional de quienes no han experimentado de manera directa un suceso límite como el holocausto, no obstante pueden sufrir síntomas postraumáticos” en: HIRSCH, Marianne. 2008. “The Generation of Postmemory.” Poetics Today, 29:1, p 103. 13 En : Claudia G. Vazquéz y María López de Belen. 2010. “identidad: reconocimiento, vulneración y políticas públicas”. Pre-congreso sudamericano sobre derechos de la niñez y la adolescencia. Moron, Argentina. URL: http://www.precongresoinfancia.com/trabajos/EJE1/Vazquez.pdf [consulta: 25/4/2011]

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padres, la convivencia con ellos y el sostenimiento de relaciones familiares sin injerencias ilícitas‖14.

Ser hijo de desaparecidos implica que el elemento constitutivo de la identidad no ha sido cumplido, es decir la filiación. En concreto, la filiación que se define como la procedencia de los hijos respecto a los padres puede ser natural o por adopción. Sin embargo, como Carla Villalta (2009) ha señalado en su estudio ―De secuestros y adopciones: el circuito institucional de la apropiación criminal de niños en Argentina‖ en el caso del robo de los bebés no se trataba de una adopción legal. Durante la dictadura, se normalizó la adopción plena (2009: 147) en que se sustituye la filiación anterior. En concreto, el juez inscribió al hijo fraudulentamente en el registro civil como abandonado utilizando procedimientos institucionales. De esta manera se destruye la relación de parentesco entre el hijo y su familia de origen. Se trataba de una filiación falsificada.

El núcleo más primario de la identidad se forma siempre en la familia o un grupo primario que posiciona a la persona en una cadena genealógica. (Kordon y Edelman 2007: 34). Este grupo primario es el portador de discursos y prácticas que constituyen los rasgos definidos de una identidad individual a partir de la inscripción histórico-social. (Kordon y Edelman 2007: 35). Desde el principio del nacimiento está presente el carácter social de la identidad, dado que las conductas biológicas de un bebé recibieron sentido a partir de las respuestas del entorno. (Kordon y Edelman 2007: 36). Las primeras experiencias y la primera identificación con la madre ya dejan huellas en el trabajo psíquico del bebé. (Kordon y Edelman 2007: 37). En el caso de la apropiación de niños en Argentina, los apropiadores despojan a estos niños del núcleo de su identidad, anulan el deseo parental de los padres biológicos, borran la cadena genealógica y se imponen como figuras identificatorias fraudulentas. (Teubal 2003: 238)

En el campo del psicoanálisis, Jacques Lacan vincula el tema de la familia a la lengua, dado que el lugar donde se aprende la lengua materna es el lugar familiar. En breve, es la lengua la que crea el parentesco; o sea que posibilita la transmisión de identidad. (Lo Giúdice 2005: 29) La perversión de la apropiación está en el hecho de que estos niños fueron privados de las primeras marcas singulares de la lengua materna. Como Ruth Teubal (2003: 231) ha dicho, es 14

En : Claudia G. Vazquéz y María López de Belen. 2010. “identidad: reconocimiento, vulneración y políticas públicas”. Pre-congreso sudamericano sobre derechos de la niñez y la adolescencia. Moron, Argentina. URL: http://www.precongresoinfancia.com/trabajos/EJE1/Vazquez.pdf [consulta: 25/4/2011]

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el asesinato de la madre lo que ha quebrantado el lazo humano fundamental. Por un lado, Lacan en su obra ―Símbolo y lenguaje como estructura y límite del campo psicoanalítico‖ demostró que la filiación falsificada tiene como consecuencia una disociación de la personalidad que está situada a partir del proceso de identificación. (Lo Giúdice 2005: 44). Por el otro lado, Laura Conte, abuela de la Plaza de Mayo, observó que se hace presente una división del sujeto y no de la personalidad. Por una parte los niños van a acomodarse a las figuras psuedoidentificatorias y por otra parte van a conservar el núcleo de identificación originaria con el riesgo de perder la integridad precaria mientras persista la apropiación. Esto genera una experiencia de extrañamiento, una sensación ―de ser otro.‖ (Teubal 2003: 239). Sin embargo, la mayoría de los psicológicos están de acuerdo en que la apropiación de niños deja marcas profundas en la subjetividad del niño.

Los niños apropiados sufren una doble situación traumática. No sólo se ven marcados por la desaparición de sus padres pero también por su propia desaparición, que se ve reflejada en el ocultamiento y la enajenación de su identidad. (Teubal 2003: 230). Viven el horror del secreto: no saben que son hijos de desaparecidos, no conocen su origen o nombre verdadero. Aun más perverso es el hecho de que los niños apropiados desconocen la manera en que fueron desaparecidos sus padres aunque sí la conocen sus apropiadores. (Teubal 2003: 233). Esta crianza fundada en el secreto y la mentira tiene consecuencias emocionales, hasta se habla de un trauma psíquico, por parte del hijo. (Teubal 2003: 228) En este sentido, Diana Kordon y Lucila Edelman (2007: 13) se preguntan cómo es posible identificarse con un padre o una madre ausentes y desconocidos, y socialmente renegados y silenciados.

Asimismo, el tema de la desaparición implica una ambigüedad. Como el término indica, el desaparecido implica la voluntad del asesino de encubrir el destino del secuestrado. (Kordon y Edelman 2007: 10) Sin embargo, estos ―cadáveres sin muerte‖15 quedan omnipresentes en la vida de las generaciones posteriores, dado que los niños necesitan la historia de sus padres para poder identificarse e incorporarse en una cadena generacional. Por consiguiente, los niños están atormentados por la ausencia - presencia de la vida de sus padres, que opera según D. Kordon y L. Edelman como ―una zona de ambigüedad psicotizante‖ (2007: 64). De esta manera podemos explicar la predominancia del tema de la búsqueda en la vida de los hijos de desaparecidos. No sólo buscan a sus padres, sino que también buscan la verdad sobre 15

Este término fue acuñado por Giorgio Agamben, para referir a la degradación de la muerte en el exterminio de los judíos en los campos de concentración.

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lo que ha pasado y sobre sí mismos para llenar el vacío en su propia vida. (Kordon y Edelman 2007: 45)

Lacan nos ha revelado que la vía regia para llegar a la verdad del sujeto está en la enunciación, o sea en la palabra. La enunciación revela algo sobre nuestra producción inconsciente de lo que tenemos, lo que nos falta, lo que buscamos e encontramos. (Lo Giúdice 2005: 54) De esta manera, la restitución sirve como trabajo esencial en la recuperación de la identidad, porque ―les permite acceder a la verdad sobre su origen y su historia, permite que se incluyan en una cadena generacional y, de este modo, que finalmente puedan integrar su verdadera identidad‖ (Teubal 2003: 234). En concreto, el fundamento de la restitución está constituido por un acto lingüístico- jurídico, dado que los niños recobran su nombre verdadero que ofrece acceso a la verdad de su historia. (Teubal 2003: 235) Por consiguiente, la restitución tiene un efecto liberador, o sea una vivencia de renacimiento, dejando atrás el peso de mentira y secreto desidentificante. (Teubal 2003: 236- 239)

4.3

El duelo ―La imagen que me habían dado siempre de mi padre era de alguien bueno, santo, justo, algo así como San Augustín o la Madre Teresa de Calcuta. Desde que me enteré que él pensaba que había que llevar la lucha hasta las últimas consecuencias tuve una gran crisis‖. Anónimo, hijo de desaparecidos

Como dicen D. Kordon y L. Edelman: ―la apertura al saber implica un trabajo identificatorio‖ (2007: 45). Mediante un trabajo de investigación los niños intentan rellenar el vacío reconstruyendo la vida de sus padres. Durante este proceso ―se produce una confrontación entre los nuevos elementos incorporados y las imágenes previas que se tenían de los padres‖. (Kordon y Edelman 2007: 46) Se trata de un trabajo de duelo. (Kordon y Edelman 2007: 46) En la mayoría de los casos, el duelo tiene que ver con la resistencia de los hijos al compromiso político de sus padres. Anteriormente, no consideraron a sus padres como militantes sino como padres que dan la prioridad a su familia. La revelación del saber implica otra crisis de identidad, la de sentirse abandonados por sus propios padres. 19

¿Qué valía más la pena: la patria o la familia? Es una pregunta central en muchas novelas y películas realizadas por hijos de desaparecidos. Los Rubios16, la pélicula de Albertina Carri, también hija de desaparecidos, aborda este tema. Ella responde a este duelo contando la historia de us padres desde una perspectiva no ideológica, o sea políticamente neutra. Como Mary Beth Woodson (2010: 55) ha dicho, Albertina Carri incita a cuestionar la versión oficial de la historia de sus padres, que los representa como figuras heroicas. Beatriz Sarlo nota que Carri posterga la dimensión política ―para recuperar y privilegiar una dimensión más ligada con lo humano, con lo cotidiano, con lo más personal de la historia de Roberto Carri y Ana María Caruso.‖ (2005: 147) Sin embargo, los contemporáneos de los padres todavía testifican desde una perspectiva política, lo que deja a Carri al final con poca o casi nada de información. En un gesto de desesperación, la actriz que interpreta a Carri grita las palabras ―Me cuesta entender la elección de mi mamá. Por qué no se fue del país. Por qué me dejó en el mundo de los vivos‖17.

No obstante, existen algunos casos en que los hijos de desaparecidos rechazan saber su verdadera identidad, sobre todo para poder evitar otra crisis personal. En dicho contexto, se planteó el debate sobre la posibilidad o no de los niños apropiados de optar por desconocer a sus familias verdaderas. (Teubal 2003: 236) ¿Tienen la posibilidad de elegir ser o no ser restituidos? Eva Giberta (1995) reacciona diciendo que estos niños no tienen esta posibilidad: ―los chicos desconocen su filiación y no pueden tener el deseo de lo que no conocen‖. Sin embargo, R. Teubal (2003) destaca la importancia de la restitución. Ella observa que la restitución no genera una crisis de identidad. Lo único que se observa ―es que demuelen las figuras fraudulentas y empiezan a confirmar aquello que ya sabían. Por otra parte, para ellos es muy estructurante saber que sus padres no los abandonaron y que siempre fueron buscados por sus familias.‖ (Teubal 2003: 239)

4.4

La identidad colectiva

Como se acaba de ver, la identidad no es un concepto estático, se ha ido cambiando en la historia. Se toma conciencia de que en Argentina el período de la dictadura ha dejado huellas en esta concepción. De esta manera, se puede decir que la identidad personal está relacionada con la construcción de una identidad colectiva. No se puede separar un caso límite como la 16 17

Carri, Albertina. 2003. Los Rubios En: Carri, Albertina. 2003. Los Rubios

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crisis de identidad de los bebés robados del contexto general de Argentina. Respecto a esto, Jeffrey Bass (2006: 433) habla de la crisis de identidad de Argentina. Según Ari Gandsman (2009) las Abuelas fueron las primeras para abrir paso a la construcción de una identidad colectiva argentina. Nota que la campaña pública de las Abuelas no está dirigida solamente a los bebés robados que tienen dudas sobre su identidad, sino también a toda la sociedad argentina. Si quieren saber lo que es ser argentino, es necesario que se atrevan a aceptar las verdades sobre lo que ha pasado durante la dictadura argentina. (Gandsman 2009: 457)

4.4.1 H.I.J.O.S. A partir de la adolescencia se produce un nuevo trabajo identificatorio individual y colectivo. En el contexto de la dictadura militar en Argentina, los hijos de desaparecidos van a elaborar una crisis adolescente causada por la problemática de la pertenencia social. Según L. Berenstein y J. Puget, la pertenencia tiene dos ámbitos: uno hacia lo intrapsíquico y otro hacia lo sociocultural. (1997: 43) O sea, gracias a la pertenencia, una persona puede situarse en una cadena genealógica y en la sociedad. Sabemos de D. Kordon y L. Edelman (2007: 121) que durante la crisis adolescente la identidad por pertenencia se amplía. Además, los hijos de desaparecidos necesitan buscar otras posibilidades para ser reconocidos en la sociedad a causa de la fractura genealógica. Por consiguiente, se han generado diferentes agrupaciones de singular importancia para el reconocimiento social de los hijos de desaparecidos.

En torno al veinte aniversario del golpe de Estado de 1976 se constituyó la agrupación H.I.J.O.S., sigla de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, que según sus propios miembros es: ―una agrupación que, con una visión particular de los Derechos Humanos, desde hace más de 13 años de lucha contra la impunidad, por la reconstrucción de la historia sin mentirosas versiones, por la restitución de la identidad de nuestros hermanos apropiados, por la reivindicación de la lucha de nuestros padres y sus compañeros, y por la cárcel efectiva y perpetua para todos los genocidas de la última dictadura militar, sus cómplices, instigadores y beneficiarios‖. (http://www.hijos-capital.org.ar) Según M. Edurne Portela (2010: 169) la fundación de H.I.J.O.S. fue ―un hito político, social y podríamos decir psicológico y suposo la reificación de la transmisión del trauma a la 21

siguiente generación‖. Políticamente, H.I.J.O.S. se caracteriza por la acción directa, como por ejemplo el ―escrache‖, que refiere a la condena pública de los represores que todavía quedan impunes. Además, intentan recuperar y reivindicar el discurso político de la generación de sus padres. (Portela 2010: 170) También han realizado mucho en la escena social. Según D. Kordon y L. Edelman (2007: 123) la particularidad de H.I.J.O.S. es que la afiliación garantiza la filiación, es decir han creado la figura del Hijo que les da a los hijos de desaparecidos un lugar en la sociedad. El grupo H.I.J.O.S ha rellenado el vacío generacional. Como ha dicho también M. Edurne Portela (2010: 170) ―ser parte del colectivo de hijos implica ser activamente político‖. Sin embargo, queda en pie la pregunta si esta definición no es demasiado restringida, y si no es posible ser Hijo de otra manera.

4.5

La crisis de memoria

Como Hugo Vezzetti ha analizado en su artículo ―Conflictos de la memoria en la Argentina‖, la cuestión de la memoria es una herencia de la última dictadura, profundamente ligada con la defensa de los derechos humanos y la exigencia de justicia y verdad. Como ya sabemos, durante el proceso las fuerzas armadas impulsaron una política del olvido, marcada por la desaparición secreta de personas, la ocultación de información y la negación de estar implicadas, lo que finalmente ha impuesto un estado de incertidumbre total sobre el pueblo argentino. (Gandsman 2009: 452) Asimismo, el dictador Jorge Videla ha citado que ―el desaparecido, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido‖18. La táctica deliberada de generar incertidumbre en cuanto a la existencia o no de sus queridos ha causado un sufrimiento enorme en las familias de desaparecidos. Tenía como objetivo paralizar a las familias en tomar medidas. (Gandsman 2009: 452). Como consecuencia, esta parálisis ha marcado el comienzo de una amnesia colectiva en la sociedad argentina. Cómo ha explicado Andreas Huyssen en su artículo ―Present Pasts: Media, Politics, Amnesia‖, la política represiva de la amnesia ha determinado la emergencia de una cultura de memoria en las generaciones siguientes. El período de transición hacia la democracia en los años 90 en Argentina implicó un cambio de percepción, haciendo más hincapié en los valores fundamentales y los derechos humanos, como la verdad, la justicia y la memoria. En 18

Fragmento audiovisual.URL: http://www.infochubut.com/modules.php?name=News&file=article&sid=10815 [Consulta: 23/5/2011]

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concretola obsesión con la memoria es el resultado del miedo de olvidar y se hace más grande cuando faltan la información o los testimonios primarios lo que es el caso con los desaparecidos. (Huyssen 2000: 28) Como consecuencia, se han creado ámbitos públicos de memoria ―real‖ dirigidos a toda la sociedad para reaccionar contra la política de olvido de antes. (Huyssen 2000: 26). El ejemplo más conocido es la restitución del edificio de la ESMA que sirvió como campo de detención durante la dictadura y ahora funciona como museo de memoria.

La restitución de espacios ideológicos ha sido de gran importancia para el reconocimiento de los hijos de desaparecidos. Por primera vez, después de años de olvido deliberado, el pueblo argentino reconoce el terrorismo de estado y da un grito colectivo por un futuro diferente y mejor. El caso más famoso es el de Juan Cabandié, un hijo de desaparecidos quien ha pronunciado un discurso emocionante durante la apertura oficial del museo de memoria. Él fue el primero en exclamar en voz alta: ―Yo soy Juan, hijo de desaparecidos‖, reconociendo su posición de víctima. Además estableció un paralelo entre su caso y la situación de todos los argentinos, incitándoles a buscar la verdad. (Gandsman 2009: 457) Después de su aparición pública, Juan se convirtió en un activista muy conocido de los derechos humanos. En 2005, León Gieco, una figura legendaria del rock nacional, escribió la canción ―Yo soy Juan‖, contando la historia de Juan Cabandié. (Gandsman 2009: 458) Sin embargo, las estrategías de la mediatización y la explotación de los discursos sobre la memoria no siempre fueron bien recibidas por parte de los hijos de desaparecidos. Como se acaba de ver, los hijos fueron privados de su memoria personal dado que fueron criados ilegalmente y en secreto. Como consecuencia, los hijos se preguntan si pueden confiar en su memoria que estaba basada en la memoria oficial. También se preguntan si es necesario recordar los hechos crueles para poder darles sentido. Respecto a esta problemática, se replantea el debate antiguo sobre la división entre memoria e historia.

Como ha descrito Mariela Peller, los vínculos entre memoria e historia siempre han sido conflictivos. Desde la antiguëdad, los historiadores fueron reconocidos como portadores de la verdad sobre los hechos ocurridos. Al revés, la memoria estuvo ligada a la subjetividad de los actores. (Peller 2009: 56) Sin embargo, existen algunos que adoptan una postura crítica en cuanto a esta dicotomía. Dicen que la historia y la memoria se interrelacionan dado que la memoria sirve como fuente primordial para la historia pero también que la historia contribuye a formar y orientar la memoria. (Peller 2009: 56) Siguiendo esta teoría, la forma más 23

adecuada para acercarse al pasado ―no consiste en suprimir la memoria en favor de la historia o viceversa, sino en inscribir la singularidad de la primera en un contexto histórico más vasto que contribuya a entenderla y explicarla‖. (Peller 2009: 57). Además, a partir de la época moderna, se ha tomado conciencia de que la historia tiene también dimensiones subjetivas como ha descrito Hayden White refiriéndose a la metahistoria 19, y que la memoria puede servir como un acceso directo a los hechos objetivos, como es el caso con los sobrevivientes del holocausto, cuyos recuerdos y testimonios forman parte de la historia oficial.

En los años 90 se replantea el debate sobre la memoria como fuente de la verdad. Es decir, los hijos de desaparecidos se encuentran en una crisis de memoria dado que necesitan rellenar los vacíos en su memoria. Sin embargo, para encontrar la verdad, tienen que superar algunos obstáculos. Primero, como Mariela Peller ha explicado, ―la historia personal de los hijos es al mismo tiempo la historia reciente de Argentina‖. (Peller 2009: 51) Todo lo que saben de sí mismos se funda en la memoria colectiva de la sociedad. Ser hijo implica ser víctima de la sociedad, dado que fue la desmentida de la sociedad lo que ha hecho posible un acontecimiento tan horrible. Como consecuencia, la memoria colectiva está llena de negaciones, privaciones y interpretaciones que no facilitan la reconstrucción de la memoria personal. La única manera para llenar los vacíos consiste en reconstruir la historia de sus padres biológicos. (Kordon y Edelman 2007: 45-49) Sin embargo, como James Young ha investigado en su obra ―At Memory‘s Edge‖, necesitamos preguntarnos si es posible ―recordar‖ aquellos hechos que no se han vivido. Young concluyó que sí es posible ―recordar‖ porque aquellos hechos pertenecen a un colectivo de memoria política, institucional y familiar. (Young: 2000) Marianne Hirsch en su obra ―The Generation of Postmemory‖ llama a este recuerdo la posmemoria. Según ella, la posmemoria se define como la memoria particular de la segunda generación que no ha experimentado de manera directa un acontecimiento límite como el holocausto. Son memorias que preceden su nacimiento, no obstante fueron transmitidas tan profundamente que constituyen memorias en su propio derecho. (Hirsch 2008: 103) Además, la conexión de la posmemoria con el pasado es indirecta; o sea que la posmemoria está altamente mediada por el trabajo imaginario y no por el recuerdo, lo que enfatiza la dimensión subjetiva de la posmemoria. (Hirsch 2008: 107) Puesto que los estudios de Marianne Hirsch enfocan el recuerdo del holocausto, cabe 19

La metahistoria define la obra histórica como una estructura verbal en la forma de una narrativa y el historiador como portador de interpretaciones. En: White Hayden. 1973. Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe. Baltimore: Johns Hopkins UP.

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preguntarnos si en el caso de la dictadura argentina se puede hablar de la posmemoria de los hijos de desaparecidos.

La posmemoria es un discurso imaginario producido en segundo grado en que los hijos están implicados subjetivamente. (Sarlo 2005: 128-130) En primer lugar, el trabajo posmemorial de los hijos de desaparecidos consiste en escuchar los testimonios o los relatos de sobrevivientes, sobre todo de los abuelos que han vivido la desaparición de sus hijos, y en mirar las fotografías de familiares o las imágenes que pertenecen a la memoria colectiva. En segundo lugar, la posmemoria se crea a través de la imaginación, que relaciona el acto posmemorial a la literatura. Con el intento de rellenar los vacíos en su Historia personal, los hijos van a imaginar la historia de sus padres utilizando imágenes provistas por la cultura. (Kordon y Edelman 2007: 90) Además, no podemos olvidar que en el caso de los hijos de desaparecidos no sólo la historia, sino también los propios padres son fantasmas, lo que aumenta la mediación. En general, Paul Ricoeur en su obra ―La memoria, la historia y el olvido‖ llama a esta búsqueda ―el trabajo de rememoración‖, lo que se equipara al término aristotélico de la ―anamnesis‖. La rememoración refiere al recuerdo como objeto de búsqueda (Ricoeur 2004: 109) Respecto o esto, Mariela Peller dice que el trabajo de rememoración constituye una búsqueda que implica un esfuerzo grande por parte del sujeto. Sin embargo, Beatriz Sarlo en su obra ―Tiempo Pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo‖ cuestiona la teoría de Hirsch sobre la posmemoria. El diccionario de estudios culturales latinoamericanos, coordinado por Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin, nos dice que Sarlo critica la dimensión subjetiva de la posmemoria. Según Sarlo, no se necesita un nuevo término que ocupa el mismo espacio semántico que ―la memoria‖ o ―el recuerdo. (2009: 227) Finalmente Sarlo, al igual que Young, argumenta que cada reconstrucción del pasado es vicaria, hipermediada y subjetiva. (Sarlo 2005: 129) Esta crítica forma parte de una objeción más general de Sarlo en el campo de la memoria. Es decir, en los años 90 se produjo el giro subjetivo, en el que, según A. Wieviorka: ―se trata, de algún modo, de una democratización de los actores de la historia, que da la palabra a los excluidos, a los sin título, a los sin voz‖20. Sabine Schlickers añade que ―Sarlo critica la dimensión intensamente subjetiva de la industria de la memoria interesada en una sociedad poco autocrítica, que parece haber olvidado cualquier escepticismo con respecto al sujeto que en los años sesenta y

20

Wieviorka, A. 1998. L’ère du témoin, Paris: Plon, p. 128.

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setenta se había creído muerto‖. (Schlickers 2010: 2) Por consiguiente, no es sorprendente que en los años 90 se revalora la historia oral y el testimonio dado que ―han devuelto la confianza a la primera persona que narra su vida (privada, pública, afectiva, política) para conservar el recuerdo o para reparar una identidad lastimada‖. (Sarlo 2005: 22) Podemos decir que en los años 90 se han restaurado los derechos y la verdad de la subjetividad. (Sarlo 2005: 22)

4.6

La crisis de representación ―To write a poem after Auschwitz is barbaric‖ Theodore W. Adorno

El filósofo argentino Juan Pablo Feinmann se ha preguntado, actualizando la cita de Adorno, cómo es posible escribir después de la ESMA,. Enfatiza el problema de la representación de acontecimientos horrorosos que exceden todos los límites. En el caso de la dictadura militar en Argentina, podemos hablar de una crisis de representación por parte de los hijos de desaparecidos, teniendo en cuenta los conflictos en los campos de la memoria y la identidad. ¿Cómo pueden presentar su Historia personal si no tienen nombre, ni memoria? En su obra ―Novelas familiares. Figuraciones de la nación en la novela latinoamericana contemporánea‖, Margarita Saona (2004) llama a la Argentina ‗un país sin niños‖, recogiendo la cita de Matilde Sánchez en su obra ―El Dock‖, para referir a la situación de soltera de los bebés robados. Como ya se sabe, la filiación falsificada y la ruptura generacional han hecho imposible para los hijos de desaparecidos formar su identidad. Respecto a esto, Margarita Saona indagó las diferentes representaciones de la familia y la nación en la evolución de la novela moderna latinoamericana. Naturalmente, la identidad del ser humano construida por los lazos familiares determina la posición y la participación del sujeto en la sociedad. De esta manera, ―tener determinado linaje, determinada herencia, acceso a la propiedad, ser blanco, indio, judío, negro, hombre, mujer, ser homosexual o heterosexual son todos factores que intervienen en la inclusión o exclusión del sujeto en la familia y en la nación, así como en la posición que se ocupa en ellas.‖ (Saona 2004: 17)

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Desde la segunda mitad del siglo veinte la familia y la nación entraron en crisis a causa de la pérdida de los ideales en la modernidad. Se rompe el ideal de una nación fundada en genealogías. Además la familia como estructura social desaparece o se reemplaza por una estructura mínima. Por consiguiente, el sujeto moderno busca maneras alternativas de posicionarse en la sociedad. Para Saona, dicha crisis se ve reflejada en la literatura dado que las novelas familiares van en busca de nuevas imágenes y representaciones de la nación y la familia. En este sentido, Edward Said en su obra The World, the Text, and the Critic, aunque aplicada a la literatura europea y norteamericana, señala esta tematización. Para Said, ―la filiación deja, supuestamente, lugar a la afiliación, que refiere a la posibilidad de pertenecer a una comunidad formada por lazos no biológicos‖ (Saona 2004: 18). Una situación límite como el robo de los bebés en Argentina naturalmente ha generado varias dificultades en la concepción de la familia. Nos queda la pregunta sobre cómo los hijos van a posicionarse en la sociedad, sin tener verdadera genealogía. ¿Qué consecuencias tiene su situación de soltera para la representación de la familia en sus novelas?

Al lado de la crisis de identidad, los conflictos en el campo de la memoria también dificultan la representación. Como ha dicho Beatriz Sarlo, ―los discursos de la posmemoria renuncian a la totalización‖; o sea, siempre están destinados al fragmento. (Sarlo 2005: 142). La fragmentariedad del discurso está causada por la fragmentariedad de cada memoria, dado que la rememoración siempre opera desde un vacío. (Sarlo 2005: 138) Beatriz Sarlo también refiere a las ideas de Yames Young, quien destaca los límites del lenguaje. Young ha dicho que siempre existe un vacío entre el recuerdo y lo que se recuerda lingüísticamente, dado que el vacío prevalece sobre la palabra. (Sarlo 2005: 137) Sin embargo, Sarlo señala que el caso de los hijos de desaparecidos es muy particular, dado que el vacío no sólo es un efecto de la memoria sino también una consecuencia de la manera en que la dictadura ha gobernado el asesinato. (Sarlo 2005: 157) De todas maneras, el tema que predomina en la literatura de los hijos de desaparecidos es el vacío. Algunas preguntas que nos guiarán en nuestro análisis serán las siguientes: ¿Qué y cómo recuerdan ellos? ¿Qué estrategías utilizan para representar la desaparición, la ausencia?

En general, el campo de la ficción abre nuevos caminos para los hijos de desaparecidos. Por un lado, como ha dicho Sabine Schlickers (2010) en su artículo ―La representación literaria y cinematográfica de las dictaduras militares sudamericanas‖, la narración ficcional puede tomar diferentes perspectivas y dejar de lado la subjetividad del autor pero al mismo tiempo 27

expresar una verdad. La perspectiva externa o variada sobre los acontecimientos narrados permite abrir la discusión por parte de los lectores. (Schlicker 2010: 3) Por el otro lado, la literatura tiene el derecho de hablar sobre cualquier cosa. (Sarlo 2005) Cada memoria es un constructo, lleno de discursos personales, colectivos y históricos. La construcción de la memoria de un testigo no difiere fundamentalmente de alguien que no tuvo experiencia directa. La memoria siempre sigue siendo una versión del pasado. (Sarlo 2005) De esta manera, los hijos de desaparecidos tienen la opción de distanciarse del género apropiado, incluso de narrar lo supuestamente inenarrable.

4.7

La literatura de los hijos de desaparecidos

¿En qué medida son diferentes las representaciones de la dictadura realizadas por los hijos de desaparecidos de novelas anteriores? ¿Dónde reside su particularidad? En su artículo ―Tierra de la memoria‖21, publicado en el periódico Página/12, Carlos Gamerro destaca cuatro etapas en la evolución de la literatura sobre la dictadura argentina.

Primero está la literatura

producida durante la dictadura, que se caracteriza por la elipsis y la alegoría a causa de la censura. Al lado de esta, está la producción discursiva de los participantes directos, tanto los militantes como los sobrevivientos, que tienen como objetivo central establecer la verdad. En tercer lugar, hay que mencionar la literatura de los testigos o bystanders, en la que vuelve a dominar la mirada indirecta, refractada. Como José Di Marco ha explicado en su artículo ―Ficción y memoria en la narrativa argentina actual: la escritura como táctica‖, estas novelas no intentan denunciar, no persiguen la verdad objetiva del testimonio, sino que sólo quieren hacer memoria. (Di Marco 2003: 2-5) La última etapa consiste en la literatura de los que no tienen recuerdo personal alguno. En esta etapa se sitúa la literatura de los hijos de desaparecidos en que predomina el tema de la búsqueda, no obstante sin la solución esperada. Así, la fantasía juega un papel importante en rellenar los vacíos. En nuestro análisis, nos proponemos prestar atención a tres novelas escritas por hijos de desaparecidos, todas publicadas en el año 2008. Aunque presentan subtemas muy variados, tienen en común la búsqueda de una representación apropiada del tema de la dictadura. Expresan sus dudas y sus duelos frente a sus padres y la sociedad, mostrando cómo la dictadura y la elección de sus padres han afectado sus vidas como hijos. 21

Gamerro, Carlos. 2010. “Tierra de la memoria.” Página 12, 11 de abril del 2010, URL: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3787-2010-04-11.html [Consulta: 30/2/2011)

28

5 La casa de los conejos – Laura Alcoba 5.1

Introducción

La casa de los conejos es una historia autobiográfica en la que Laura Alcoba describe cómo ha vivido en y sobrevivido a la dictadura en Argentina. Laura Alcoba nació en La Plata, Argentina en 1968. Sus padres eran militantes del grupo armado Montoneros. Cuando estalló la dictadura militar en Argentina, Laura y su madre tuvieron que esconderse a causa de la represión, mientras que su padre ya fue detenido. Estaban algún tiempo en una casa donde supuestamente criaban conejos pero que en realidad ocultaba la imprenta clandestina del periódico ‗Evita Montonera‘. Afortunadamente, Laura y su madre pudieron huir de la casa unos meses antes de que fuera atacada por los militares. Finalmente, Laura y su madre se trasladaron a Francia en 1979. En 2003, 30 años despues de los acontecimientos traumáticos, Laura Alcoba decidió volver a La Plata y visitar ―La casa de los conejos‖. La vuelta a la casa incitó a Laura a escribir esta parte de su vida en Argentina en la que tuvo que huir de la violencia estatal.

En general, la novela aborda en profundidad los temas de la memoria y la identidad. Trata preguntas como: ¿Para qué necesitamos recordar? ¿Podemos confiar en una memoria perturbada y hasta qué punto nos da la verdad objetiva? ¿Por qué Laura y su madre han sobrevivido la dictadura, mientras que el resto de sus compañeros encontró la muerte? ¿De qué manera este trauma influye en la percepción de una niña sobre la realidad? Sin duda, las crisis que Laura Alcoba necesita padecer durante la escritura van a determinar la manera en que se representa la situación dictatorial. Y esto nos lleva a la particularidad de esta novela que está en la perspectiva que adopta. Es decir, la novela fue escrita desde la mirada inocente y sencilla de una niña.

Para introducir la cuestión de la memoria, es importante señalar que originalmente esta novela fue escrita en francés, llamándose Manège. Como sabemos, Laura vivió en Francia desde los diez años. Ella y su madre decidieron huir de Argentina para poder sobrevivir en otro país. A causa de los acontecimientos traumáticos, Laura ha reprimido su memoria e identidad argentinas. Sin embargo, en el momento de volver a visitar su país natal, sufre un sentimiento de pérdida pero al mismo tiempo tiene el impulso de recuperar su pasado. Respecto a eso,

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Salman Rushdie en su ensayo ―Imaginary Homelands‖, comenta que los escritores exiliados: ―are haunted by a sense of loss, some urge to reclaim, to look back, even at the risk of being mutated into pillars of salt. But if we do look back, we must also do so in the knowledge – which gives rise to profound uncertainties – that our physical alienation almost inevitably means that we will not be capable of reclaiming precisely the thing that was lost; that we will, in short, create fictions, not actual cities or villages, but imaginary homelands.‖ (1991: 10)

5.2

¿Para qué recordar?

Laura Alcoba decidió escribir su historia después de una visita a ―La casa de los conejos‖ donde pasó unos meses antes del arranque de la dictadura militar en Argentina. La vuelta al sitio del trauma desencadena algunas memorias reprimidas de su infancia y le incitan a escribir esta parte de su vida: “Empecé a recordar con mucha más precisión que antes, cuando sólo contaba con la ayuda del pasado. Y el tiempo terminó por hacer su obra más rápidamente que lo que yo había imaginado jamás: a partir de entonces, narrar se volvió imperioso. Aquí estoy.” (12) Tzvetan Todorov en su obra ―Los abusos de la memoria‖ distingue entre dos formas de rememoración, es decir: la memoria literal y la memoria ejemplar. La primera consiste en revivir literalmente el pasado sin integrarlo en el presente. Al revés, la memoria ejemplar toma el pasado como el principio de acción para el presente. Mientras que la memoria literal puede ser peligrosa dado que se revive literalmente el trauma del pasado, la memoria ejemplar puede ser liberadora. En este último sentido, los actos del pasado sirven de lecciones para el presente. (Todorov 1996: 14) Por un lado, La casa de los conejos de Laura Alcoba trata de una memoria ejemplar, en que se intenta reintegrar el pasado en el presente. O sea, Laura Alcoba intenta reconstruir simbólicamente el pasado desde el presente: “Voy a evocar al fin toda aquella locura argentina, todos aquellos seres arrebatados por la violencia. Me he decidido, porque muy a menudo pienso en los muertos, pero 30

también porque ahora sé que no hay que olvidarse de los vivos. Más aún: estoy convencida de que es imprescindible pensar en ellos. Esforzarse por hacerles, también a ellos, un lugar.” (12)

Por el otro lado, la novela contiene también algunos rasgos de una memoria literal. Se puede decir que toda la novela se presenta como una memoria traumática. Como Dominick Lacapra ha explicado en su artículo ―Trauma Studies: Its Critics and Vicissitudes‖ una memoria traumática es una memoria en que se experimenta o se vive el acontecimiento traumático de nuevo en el presente. Además, la distancia entre el aquí y el allá, o sea entre el presente y el pasado se derrumba. (Lacapra 2004: 119) La tensión entre las dos temporalidades se ve claramente en el manejo confuso de la voz narrativa. La novela comienza con la insistencia de Alcoba en recordar su historia, no obstante no puede hacerlo desde su propia voz adulta. Como ha dicho Andrea Cobas Carral en su artículo ―Memoria, temporalidades y voces narrativas en La casa de los conejos de Laura Alcoba‖, ―la recuperación de la memoria se hace a través de la construcción de una voz narrativa infantil que enlaza el pasado con el presente en el que se recuerda‖22. Además, el tratamiento de las dos voces es muy confuso. Ambas voces hablan en primera persona, lo que perturba la distinción entre el pasado y el presente.

En general, La casa de los conejos contiene la esencia del debate sobre la memoria y la verdad en los años de la transición. No obstante, Laura Alcoba, desde su propia experiencia como hijo, da una visión particular a propósito del debate, insistiendo en la individualidad de la memoria. Como ya sabemos, la memoria de los hijos consiste de huecos. La voz infantil en La casa de los conejos está llena de dudas e incertezas, causadas por el trauma de los acontecimientos vividos. La historia atiborra de preguntas que pueden afectar la verosimilitud de la historia, como por ejemplo: Hoy mi abuelo y yo tenemos cita con mi madre. ¿Cuánto tiempo hace que no la veo? ¿Dos, tres meses, quizá? (29) o ¿Cuánto tiempo hace que no voy a la escuela? Tres, cuatro meses quizá? (113) La modificación de la voz en algunos momentos particulares de la historia hace visibles las rupturas de esta memoria parcialmente obturada. (Carral 2010: 3) Por ejemplo, en la página 68 hasta 69 la voz adulta interrumpe la historia, diciendo: 22

En: Carral, Andrea Cobas. 2010. “Memoria, temporalidades y voces narrativas en La casa de los conejos de Laura Alcoba”. Revista Afuera, 8 de mayo del 2010. URL:http://www.revistaafuera.com/articulo.php?id=33&nro=8 [Consulta: 7/4/ 2011]

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Sí, ahora que me esfuerzo por recordar esa escena en casa de mi vecina, creo que tuve miedo. Puede ser que yo le haya dicho, es verdad, que no tenía apellido, tal como te lo repitió Diana. [...] Oh, yo sé que tuve miedo, ahora lo recuerdo perfectamente [...] (68-69)

Además, la voz adulta intenta poner orden en las memorias confusas de la niña, añadiendo marcas temporales y espaciales, como en el capítulo 1 ―La Plata, Argentina, 1975‖ (13), el capítulo 13 ―La Plata, 24 de marzo de 1976‖ (95) y al final ―París, marzo de 2006‖ (134). Todos estos complementos por parte de la voz adulta demuestran la posibilidad de la recuperación ficcional de la memoria. Curiosamente, Laura Alcoba ha optado por el género literario en vez del género testimonial para contar su testimonio, erosionando de esta manera los límites entre la representación literaria y la experiencia real. (Carral 2010: 4) La literatura la da la posibilidad de recordar con más libertad, como un proceso a trancas y barrancas. En una entrevista en la Feria del Libro de Leipzig en 2010, Laura Alcoba decía que: “Mi idea no era recordar por recordar, en ese sentido no es un testimonio, a pesar de que el libro tenga un valor testimonial, pero quería que se pudiese leer como una novela, que tuviera una posible lectura novelística, porque para mí era una manera de dar esa historia al lector. Que el lector pudiera proyectarse y vivir con esa niña durante los meses que narro en la casa de los conejos.23”

Por fin, Alcoba nos revela también el verdadero motivo de su escritura, que no es sólo recordar sino también olvidar:

Pero antes de comenzar esta pequeña historia, quisiera hacerte una última confesión: que si al fin hago este esfuerzo de memoria para hablar de la Argentina de los Montoneros, de la dictadura y del terror, desde la altura de la niña que fui, no es tanto por recordar como por ver si consigo, al cabo, de una vez, olvidar un poco. (12) La necesidad de olvidar el trauma o de cerrar la historia a través de la literatura ya fue descrita por varios psicoanalistas como Cathy Caruth. En su obra ―Trauma: Explorations in Memory‖, Cathy Caruth refiere al concepto de ―working through‖ que ella define como la verbalización 23

Papaleo, Cristina. 2010. “Laura Alcoba: un libro sobre vivos y muertos”, Deutsche Welle, 9 de marzo del 2010. URL: http://www.dw-world.de/dw/article/0,,5373055,00.html [Consulta: 3/5/2011]

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de las memorias traumáticas. Según ella, el hecho de contar su historia personal es una manera para superar los efectos postraumáticos. (2004: 154)

5.3

La crisis de identidad

Como se acaba de ver, en el momento de volver a ―la casa de los conejos‖, Laura Alcoba sufrió una gran crisis existencial. La visita provoca emociones fuertes, pero también algunas preguntas sobre lo que ha pasado, sobre sí misma y su familia. Para alcanzar algunas respuestas, Laura Alcoba necesitó revivir el trauma de su infancia. Sin embargo, la perspectiva infantil tiene algunas consecuencias para la representación literaria, pero al mismo tiempo va a ayudarnos a entender la crisis en la que se encuentra Alcoba en el momento de escribir su novela.

Laura Alcoba fue obligada a vivir la vida de sus padres, y dejar de lado su infancia. Comienza su historia con la explicación de su madre sobre lo que ocurrió en Argentina y por qué necesitaban refugiarse. Aunque es imposible para una niña de siete años entender lo que pasaba por el carácter extremo de los acontecimientos, ella está segura de que lo entiende todo muy bien:

Ciertas personas se han vuelto muy peligrosas: son los miembros de los comandos de las AAA, la Alianza Anticomunista Argentina, que “levantan” a los militantes como mis padres y los matan o los hacen desaparecer. Por eso debemos refugiarnos, escondernos, y también resistir. Mi madre me explica que eso se llama “pasar a la clandestinidad”. “Desde ahora viviremos en la clandestinidad.” Esto, exactamente, es lo que dice. Yo escucho en silencio. Entiendo todo muy bien. (15)

Muy rápidamente, Laura aprende a adaptarse al mundo de sus padres. Sin su propia voluntad o su comprensión, Laura debe actuar como una militante, o sea que se vuelve cómplice de un crimen sin saberlo. Sin embargo, siendo una niña inteligente ella sabe muy bien lo que tiene que hacer: ―No había necesidad de decir más: yo sabía lo que tenía que hacer... Yo no pedía explicaciones. (86) Muy fácilmente aprende algunas rutinas para encubrir el secreto de la casa: tiene que usar documentos falsos e incluso otro nombre; tiene que tomar el colectivo ella sola para ir a la escuela sin que nadie pueda sospechar nada; no puede hablar con nadie, 33

tampoco con otros niños en la escuela y aprende algunos juegos infantiles para poder vigilar inadvertidamente:

Casi siempre, soy yo la que se vuelve a mirar hacia atrás. Resulta más natural que un niño pare, dé media vuelta y desande sus propios pasas; en un adulto, en cambio, este comportamiento podría considerarse sospechoso, signo de una inquietud que nos pondría en peligro de llamar la atención. Por mi parte, aprendí a disimular estos actos de prudencia bajo la aperiencia de un juego. Me adelanto encandenando tres saltitos, luego entrechoco las palmas y me doy vuelta de pronto, saltando con los pies juntos. Entre la casa de mi abuela y la de su hermano Carlitos, tengo tiempo de hacerlo unas diez veces, comprobando, así, que nadie nos ha descubierto y nos persigue. No es más que una cuestión de rutina. (24)

Además, su madre le explica la importancia de callarse a través de una historia que va a perseguirle toda su vida. Se trata de una historia sobre otro niño que fue culpable del encarcelamiento y probablemente también el asesinato de sus queridos, solamente porque no había entendido ―hasta que punto es importante callar” (17) Desde aquel momento, se crea un sentimiento de culpa enorme en Laura que extrema sus esfuerzos por no caer en la misma trampa que ese niño.

Pero mi caso, claro, es totalmente diferente. Yo ya soy grande, tengo siete años pero todo el mundo dice que hablo y razono como una persona mayor. Los hace reír que sepa el nombre de Firmenich, el jefe de los Montoners, e incluso la letra de la marcha de la Juventud Peronista, de memoria. A mí me explicaron todo. Yo he comprendido y voy a obedecer. No voy a decir nada. Ni aunque vengan también a casa y me hagan daño. Ni aunque me retuerzan el brazo o me quemen con la plancha. Ni aunque me claven clavitos en las rodillas. Yo, yo he comprendido hasta qué punto callar es importante. (17-18)

El fragmento revela el deseo de Laura de estar al corriente de todo; o sea de ser mayor. Quiere mostrar que ella es diferente y que sabe callarse. Ella sí puede aguantar todos los métodos de tortura de los que han hablado sus padres sin delatar nada. De esta manera, ella empieza a copiar todos los gestos, movimientos y emociones de la gente mayor:

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Las miro a una por vez tratando de reír muy fuerte, tan fuerte como puedo, ansiosa de que recuerden que estoy aquí, de hacerles entender que entendí el chiste. Al menos, creo haberlo entendido. (37)

En un determinado momento, se enamora del Ingeniero, el hombre que instala el embute donde se esconde la imprenta clandestina. Se trata de un enamoramiento muy ingenuo de una niña que sólo intenta formar parte de este mundo de adultos. Utiliza una cámara que le fue regalada por su tía Sofía para poder mirarle con discreción. Sólo quiere ―que él me mirase también, y que me viera de un modo diferente, con está máquina de adultos‖ (61) Sin embargo, aunque se esfuerza a más no poder por ser aceptado, comete algunos fallos como: revelar el sitio donde se encuentra su madre con los ojos cerrados, sacar una foto del Ingeniero, decir a la vecina que no tiene apellido y por último olvidar llevarse el nombre de su tío en la etiqueta de su blazar. Siempre cuando comete un error, el miedo de la culpabilidad se vuelve más grande. Por ejemplo, cuando su madre está enfadada porque le ha dicho a la vecina que no tenía apellido, ella no recuerda nada de lo que ha ocurrido. Cree que debe ―haber entrado en pánico‖ (67) Lo único que se entiende perfectamente es que ―se trata de algo grave, muy grave. Que puse a todos en peligro.‖ (67) O por ejemplo, cuando el Ingeniero pregunta furioso ¿qué hubieras hecho? (101) si las monjitas del San Cayetano hubieran visto el nombre de su tío en su blazer, ella dice atemorizada:

Existe una buena respuesta para esta pregunta, estoy convencida. Como todos los problemas, éste también tiene una solución. Pero ya no consigo siquiera pensar. Siento mi cabeza como una enorme bola vacía. Ya no sé, en verdad, más nada. Después de un largo silencio, me escucho murmurar. Y... no sé... no sé... no sé nada yo... (101)

Toda su vida Laura ha estado obligada a callarse. En consecuencia, nunca ha aprendido cómo dar una buena respuesta. Sus acontecimientos traumáticos siempre están relacionados con intentos de olvidar los hechos y de reprimir los recuerdos para no ser confrontada con estos. En general, la paradoja del silencio es demasiada difícil para una niña de siete años. El tema de la paradoja se ve reflejado también en los motivos del disfraz y la mentira que atraviesan la historia. Toda la situación es una farsa: Laura aprende juegos para distraer a la policía; Diana y Cacho parecen representar ―un matrimonio modelo, a salvo de toda sospecha, y que además espera un hijo‖ (53); Cacho ―no tiene nada de un revolucionario, podría suponerse que es un 35

profesor poeta” (52) y la casa de los conejos tiene dos obras al mismo tiempo: una criadora de conejos y una emprenta clandestina. Todo esto se vuelve muy confuso para Laura. En un momento determindado, sufre una crisis cuando no reconoce a su madre ya que ésta se ha cambiado el pelo para no llamar la atención: ―Mi madre ya no se parece a mi madre. Es una mujer joven y delgada, de pelo corto y rojo.” (31) De esta manera, Laura no lo entiende cuando la perra de sus abuelas la reconoce, ―como si yo fuera la misma de siempre”(87), pensando que ella también ha cambiado de apariencia. Por último, el hecho de que no tiene un nombre y un apellido fijo, evoca una crisis de identidad, por lo que se pregunta varias veces ―¿Cuál es, al fin y al cabo, mi nombre?”(68)

Sin embargo, necesitamos destacar que hasta cierto punto Laura sí entiende muchas cosas y sabe manejar la situación. A veces parece más adulta que su entorno. Quiere enterarse de la situación lo mejor posible. Cuando los militantes se reúnen en la casa, ella sigue “cebando mate, siempre en silencio, pero no pierde una sola palabra de la conversación.” (120) o cuando sus abuelos dicen que sus padres habían partido a Córdoba por su trabajo, ella ―había entendido muy bien que estaban en la cárcel.‖ (32) Finalmente, ella se da cuenta de que aunque ha “querido jugar a la adulta, a la militante o a la ama de la casa” sabe bien que es “pequeña, muy pequeña, increíblemente pequeña incluso.” (59)

5.4

La crisis de representación

Para concluir nuestro análisis, nos queda por tratar la cuestión de la representación de la dictadura. En general, el problema de la representación es el resultado de la crisis existencial en la que se encuentra Laura Alcoba al comenzar su novela. En este sentido, la perspectiva infantil que ella adopta para narrar su historia determina claramente la representación. En concreto, se narra la historia desde la mirada inocente, políticamente neutral y fantástica de una niña. Además, esta niña puede contar lo incomprensible no sólo desde la angustia y la inseguridad pero también desde la sencillez infantil.

A primera vista, el tema de la dictadura es omnipresente. Se trata de una historia autobiográfica, rodeada por el contexto dictatorial. El lector sabe muy bien en qué situación se encuentra Laura y sus padres. Sabemos del embute secreto, dado que ―ha sido elegido para ocultar en ello la principal imprenta montonera‖ (54). Y además, entendemos que 36

―centenares de militantes Montoneros eran asesinados día a día; grupos enteros desaparecían. Porque si a veces los asesinaban en la calle, lo más frecuente era que desaparecieran. Así de golpe. (109-110) Sin embargo, Laura Alcoba no habla de las atrocidades o las violaciones directamente. En un momento determinado, su madre refiere a una mujer que ha sido torturada para obtener información, y enseguida Laura comienza a imaginar prácticas de tortura que causan mucho dolor:

¿Viste esa mujer? La torturaron, pero no cantó. Le hicieron cosas horribles, sabés, cosas que no son para contarle a una nena como vos. Pero no abrió la boca. Aguantó todo sin decir una palabra. Yo no insistí en saber en qué consistían esas “cosas”. Yo también sé callarme, sí. Y no hice más que imaginar. E imaginé cosas que causan mucho dolor, mucho daño, con clavos oxidados o un montón de cuchillitos ahí adentro, bien profundo. (111) Además, el ataque a ―la casa de los conejos‖ también fue suprimido de la historia. Sólo recibimos alguna información del enfrentamiento mediante un artículo que la protagonista ha leído más tarde en La Gaceta del 25 de noviembre de 1976 y un intercambio que ella tenía con Chicha Mariani, la madre de Cacho. Todos estos ejemplos destacan la veracidad de los hechos contados. En general, Alcoba podía haber escrito sobre el horror de la dictadura, pero no lo ha hecho simplemente porque no lo ha experimentado.

En un segundo plano, se encuentran también algunos motivos o subtemas de la dictadura, como la desaparición y la cuestión de la culpabilidad. El motivo de la desaparición predomina en diferentes niveles de la narración. A lo largo de la historia, todos los queridos de Laura desaparecen. Al inicio, desaparecen sus padres y Laura tiene que vivir con sus abuelos. Su madre desaparece también de una manera metafórica, cuando Laura no la reconoce. Y al final de la historia, todos los personajes, salvo su madre, desaparecen de su vida. Además, en algunos momentos particulares, la propia Laura quiere desaparecer. Siempre cuando se muere de miedo o de incerteza, intenta desvanecer su cuerpo y mente para aliviar el dolor. Por ejemplo, cuando no reconoce a su madre, Laura dice: muy rápidamente, todo vuelve a inflarse y tomar cuerpo y el libro de luz en que me hallaba desaparece... (30-31) o cuando piensan que han encontrado el embute, Laura expresa: por un momento, mi miedo fue más grande todavía... ¿O más aún, hubiera querido sobre todo acomplarme a su movimiento, fundirme en él al punto de desaparecer? (109) Por último, también al nivel del lenguaje se encuentra una 37

desaparición de la palabra ―embute‖. En Francia, Alcoba busca la palabra de nuevo pero descubre que ya no pertenece a la memoria colectiva : ―Embute parece pertenecer a una suerte de jerga propia de los movimientos revolucionarios argentinos de aquellos años, más bien anticuada ya, y visiblemente desaparecida.‖ (50)

El motivo de la desaparición está ligado también al tema de los hijos de desaparecidos. En este sentido, necesitamos destacar que la historia está dedicada a Diana E. Teruggi, quien fue asesinada y desaparecida por las Fuerzas Armadas. Durante la historia, se ve muy claramente la importancia de Diana en la vida de Laura. Es decir, Laura describe a Diana como una mujer fuerte con una sonrisa ―tan clara y gozosa que logra quebrar la insoportable pesadez‖. (70) Siempre cuando todos están en peligro a causa de un fallo inocente de Laura, Diana como una verdadera madre podía aliviar el dolor de Laura con una sonrisa. Además, cuando Laura no podía recordar nada por el miedo, ella siempre estaba lista con una solución. En otras palabras, Diana fue el último rayo de esperanza en la vida de Laura; o sea por su despreocupación, Laura podía ser una niña de nuevo. Durante la historia, nos enteramos de que Diana está embarazada. Después del ataque a la casa, comprobamos que todas las personas que estaban, han encontrado la muerte, menos una niña, de la que luego descubrimos que es Clara Anahí, la hija de Diana y Cacho. Observamos que es muy interessante que la historia de Laura esté llena de huecos a causa de la falta de la memoria, pero que sin embargo la existencia de Clara es la única certeza presente en la narrativa: “Estoy convencida de que Clara Anahí sobrevivió y fue criada por militares, como tantos otros chicos. [...] Clara Anahí vive en alguna parte. Ella lleva sin duda otro nombre. Ignora probablemente quiénes fueron sus padres y cómo es que murieron. Pero estoy segura, Diana, que tiene tu sonrisa luminosa, tu fuerza y tu belleza.” (134)

Además, observamos que Laura sólo revela los nombres verdaderos de esta familia: Diana E. Terrugi, Daniel Mariani, Clara Anahí y Chicha Mariani, la madre de Daniel. Los nombres de sus propios padres, sus abuelos, el Ingeniero y el Obrero son dejados de lado. En general, la insistencia en la sobreviviencia de Clara y la utilización de los nombres verdaderos hacen hincapié en la situación de los hijos de desaparecidos y destacan la posibilidad de un futuro sin injusticia.

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Por último, la novela trata la cuestión de la culpabilidad. La pregunta que le obsesiona a Laura durante toda su vida es quién los ha traicionado. Al final, Chicha Mariani revela que fue el Ingeniero quien ha delatado el lugar del embute. El Ingeniero aplicó la teoría de la evidencia excesiva que ha encontrado en su cuento preferido de Edgar Allen Poe, La carta robada. La teoría dice que ―nada esconde mejor que la evidencia excesiva.‖ (56) El embute fue construido así. Finalmente, la propia Laura encuentra la solución en el cuento. El Ingeniero, aunque tenía que ocultarse bajo una frazada antes de llegar a la casa, podía derivar el camino porque ―había traspuesto el juego que Dupin había visto realizar sobre un mapa a la configuración de una ciudad real.‖ (133) De esta manera, ―no debe de haber necesitado conocer, en efecto, el número de la puerta de la casa, ni siquiera el de la calle, porque era capaz de leer, desde lo alto del cielo, las líneas y los trazos que denunciaban la casa. Él supo descifrar las letras enormas.” (133) Por consiguiente, Laura se encuentra en una crisis existencial dado que en este sentido la literatura que se consideró civilizadora ahora funcionó como cómplice de la dictadura. Sin embargo, Laura concluye:

Pero no, no puede ser posible que un cuento de Poe haya servido de arma en la guerra sucia. No es posible que tanta sutileza e inteligencia haya sido utilizada para masacrar gente. Y si alguien lo hizo, en todo caso, no tenía derecho. Y Poe no puede ser un cómplice. No. Ni siquiera Dupin. (133)

Como se acaba de ver, el tema de la dictadura está presente en diferentes niveles. No obstante, cabe vincular la particularidad de esta representación con la perspectiva infantil. La mirada de un niño se caracteriza por su carácter inocente, sencillo y a veces también fantástico. Por ejemplo en La casa de los conejos, hay una escena en la que Laura y su tía descubren una pintada no acabada de un militante montonero, que dice: PATRIA O MU. Lo siniestro está en el hecho de que esta persona no podía terminar su pintada probablemente porque fue asesinada. Sin embargo, Laura y su tía lo miran de un modo totalmente diferente, diciendo: ―‗si no nos ocupamos de la Argentina, nos convertimos todos en vacas: ¡MUUUUUU!‟ A mí me había dado mucha risa.‖ De igual modo, Laura imagina las Fuerzas Armadas como hombres con ―bigotazos y armados hasta los dientes (...) que irrumpen en la casa para matarnos a todos como a conejos al fondo del galpón, al borde del inmenso agujero‖ (70) En general, la niña no tenía el objetivo de idealizar ni de denunciar los hechos dado que era demasiado pequeña para entender la situación. De manera semejante, Martín Kohan ha descrito las escenas con los muñecos playmobils en Los rubios, vistas también a través de los 39

ojos de una niña, y él explica: ―los ojos de este „niño‟ despolitizan el secuestro. Suprimió una realidad, la de la violencia política‖24. En este sentido, Laura Alcoba nos presenta un testimonio políticamente neutral y lo deja en manos del lector para interpretarlo. Asimismo, Alcoba ha aclarado en una entrevista que ―Para mi era muy importante no caer en lo que yo veo como una doble trampa: por un lado, la idealización de una lucha que no fue la mía y que no es la mía, y, por el otro lado, la condena de la generación de los padres. Hubo tantos muertos en Argentina en ese momento, que esa condena me parecía casi una obscenidad. No quería caer ni en una trampa ni en la otra. De hecho, no reivindico la lucha montonera en absoluto. En ese momento tenía siete años. Crecí en otro sitio, en un país democrático. O sea, que no viene al caso reivindicar o ensalzar eso. Lo viví como un momento histórico argentino sumamente violento y lo traté literariemente desde la experiencia infantil.25”

De igual forma, se puede entender y explicar la crisis existencial de Laura como niña, adulta y autora. A lo largo de la historia, se obsesiona por la pregunta por qué algunos han muerto y ella no: ―Cuando ocurre el ataque de la casa de los conejos yo ya no estaba en esa casa. Afortunadamente, nos pudimos ir antes. El libro es una reflexión del por qué estamos vivas, mi madre y yo, habiendo estado tan cerca de personas que encontraron la muerte en esa casa.”26 Durante la historia, no busca ninguna razón política, sólo concluye que “sé bien que si estoy aquí, es el fruto del azar.” (68)

24

En: Sarlo, Beatriz. 2005. Tiempo pasado. Cultura y la memoria y giro subjetivo. Buenos Aires: Siglo XX. Cap.16, pg 30. 25 Papaleo, Cristina. 2010. “Laura Alcoba: un libro sobre vivos y muertos”, Deutsche Welle, 9 de marzo del 2010. URL: http://www.dw-world.de/dw/article/0,,5373055,00.html [Consulta: 3/5/2011] 26 Papaleo, Cristina. 2010. “Laura Alcoba: un libro sobre vivos y muertos”, Deutsche Welle, 9 de marzo del 2010. URL: http://www.dw-world.de/dw/article/0,,5373055,00.html [Consulta: 3/5/2011]

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6 Los Topos – Félix Bruzzone 6.1

Introducción

Félix Bruzzone, nacido en 1976 en la ciudad de Buenos Aires, es hijo de desaparecidos. Su padre desapareció en marzo de 1976 y en noviembre también desapareció su madre. Estudió letras en la Universidad de Buenos Aires. Durante algún tiempo, era maestro de la escuela primaria, no obstante decidió dimitire dado que en su parecer ―no era buen maestro‖ 27. Cuando conoció a su futura esposa en 2003, decidió trabajar destapando piletas de natación en Don Torcuato. Entretanto, publicó un libro de cuentos titulado 76 que nos presenta diferentes experiencias vinculadas con la última dictadura militar. En 2008, publicó su primera novela, Los topos, que continúa con la temática de la dictadura militar, no obstante desde una perspectiva poco convencional.

Los topos presenta una situación autobiográfica que cuenta la historia de un hijo de desaparecidos en búsqueda de su verdadera identidad. El hijo ha sido criado por sus abuelos con los que sostiene una relación difícil. Le ocultan la verdad sobre su padre que ha traicionado a su propia esposa durante la dictadura. Además, cuando muere el abuelo, la abuela que está obsesionada con el asesinato de su hija en la ESMA está segura de que su hija dio a luz a otro hijo, el supuesto hermano del protagonista. La abuela decide comprar un apartamento situado en frente del edificio, esperando poder encontrar algunas respuestas. Después todo se va desdibujando. De una manera vertiginosa somos introducidos en la vida del protagonista. Conocemos a una galería de personajes que afectan al protagonista en su búsqueda. Primero, el protagonista encuentra a Romina, militante de H.I.J.O.S., con la que mantiene una relación también conflictiva. Cuando Romina está embarazada, deciden abortar al niño dado que según Romina el protagonista no está listo para el compromiso paterno. Poco después, se enamora de un travesti llamada Maira, hija de desaparecidos, de la que el protagonista sospecha que es un asesino de policías. Además, se llega a sugerir que Maira es el supuesto hermano del protagonista. Finalmente, Maira desaparece misteriosamente. Después, los acontecemientos se acumulan de manera rápida: el protagonista se muda de nuevo a la casa Moreno donde ha vivido en su infancia; los albañiles se apropian de su casa y 27

Friera, Silvina. 2009. Entrevista con Félix Bruzzone “Cómo rastrear el pasado con las letras.” Página 12, junio 2009. URL: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-11256-2008-09-12.html [Consulta: 12/05/2011]

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le echan a la calle; en la calle conoce a Mariano que le da un lugar para dormir a trueque de alguna ayuda en la construcción de una casa; ambos van a Bariloche por motivos diferentes: el protagonista quiere encontrar a los asesinos de Maira y por eso se travestiza y Mariano tiene un trabajo por encargo; Sin embargo, en Bariloche el protagonista cae cautivo de El Alemán, un torturador de travestis. La novela acaba con un final abierto, no obstante sugiriendo un desenlace fatal.

6.2

La crisis de identidad

Al inicio de la novela, el protagonista nos presenta una imagen nítida de su situación familiar. De manera rápida, nos vemos enfrentados con lo traumático de su situación: es un hijo de desaparecidos que ha sido criado por sus abuelos. Además, ya desde las primeras palabras se nos revela la duda existencial del protagonista sobre el hecho de que pudiera tener un hermano nacido en cuativerio: ―Mi abuela Lela siempre dijo que mamá, durante el cautiverio en la ESMA, había tenido otro hijo.‖ (11) Nos enteramos también de que su padre ha traicionado a su propia esposa. En general, la ausencia de los padres, la posible existencia de un hermano desconocido y la traición de su propio padre le llevan al protagonista a una profunda crisis identitaria. Como vamos a ver, esta crisis se manifiesta en un duelo constante entre la fantasía y la realidad, por lo que podemos entender también el tema del travestismo. De esta manera, a lo largo de la historia, a través de cambios geográficos y físicos, el narrador intenta buscar su identidad verdadera.

En general, para encontrar su identidad, el protagonista se da cuenta de que necesita conocer la verdad sobre sus padres: por qué su padre ha traicionado a su esposa, si su padre todavía está vivo, si es verdad que tenían un hijo nacido en cautiverio, etc. Todas estas preguntas y dudas circulan y marcan la narrativa. Sin embargo, a causa de la desaparición de los padres, es imposible tener acceso directo a la verdad sobre el pasado. En otras palabras, se percata de que el pasado es irrecuperable. Respecto a eso, podemos explicar la resistencia del protagonista frente a la actitud de su abuela. Sabemos que su abuela está obsesionada con la búsqueda del nieto perdido hasta el punto de que decide comprar un departamento en Núñez ―lo más cerca de la ESMA que fuera posible,‖ (12) con el motivo de encontrar algunas respuestas. En general, la abuela no puede dejar en paz el pasado. En todas partes supone

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haber visto la imagen del nieto. Sin embargo, el protagonista no manifiesta ningún interes en participar en esta búsqueda. Además, manifiesta claramente que le molesta vivir ahí:

Me molestaba la zona, sin zanjas, sin grillos, sin sapos; y el calor, tan difícil de combatir y con el río tan cerca; y sobre todo la presencia constante de la ESMA, los árboles antiguos, enormes, el parque siempre tan cuidado, los canteros llenos de flores que de tan perfectas parecían de papel. A veces hasta me daban ganas de seguir a mi abuela en su historia delirante y salir a incendiar los jardines o demoler el edificio a las patadas, o las dos cosas. (13)

Este fragmento demuestra claramente el desinterés del protagonista por el pasado. Además, curiosamente, en toda la narrativa no hace ninguna referencia a la muerte de su madre. Podemos interpretar esa negación como una manera para el protagonista de reprimir las memorias traumáticas. A la que sí refiere el protagonista, es la historia parcial de su padre, contada por los abuelos maternos y su hermano Mario. En general, el protagonista nos dice que sus abuelos maternos nunca han hablado de su padre, y si lo hacían, ―era para ejercitar o perfeccionar insultos. Desde ‗tibio‘ hasta ‗asesino‘.‖ (133) Según Lela, su padre era un topo ―que siempre pareció algo distinto a lo que era.‖ (134) Finalmente Mario, el hermano de su padre, le cuenta la historia oficial. El protagonista la recapitula de la manera siguiente:

Papa había llegado a la política, como muchos de los jóvenes de aquellos años, por amigos que militaban y por ese impulso de la juventud de siempre querer hacer algo diferente, nuevo. Pero cuando cayó preso por primera vez todo se le complicó. Estaba con mamá en un grupo que después de la muerte de Perón había quedado mal parado y terminó ya en libertad, por ceder a los temores maternos y dedicarse a entregar compañeros. Te van a tracionar, m‟hijito, decía mi abuelo que decía mi abuela, te van a traicionar, y entonces empezó él a traicionar a los que tenía más cerca, incluida mamá. (136) Al revés, la abuela paterna aclara que su hijo ha sido un espía; es decir ―que no había sido un infiltrado de la Triple A ni de las Fuerzas Armadas sino un doble agente.‖ (137) En general, la figura del topo o del traidor, a la que refiere también el título de la novela, es muy significativa para entender la crisis de identidad. En su ensayo ―Reconstrucciones‖ Daniel Riquelme refiere a la teoría de Lacan que destaca la importancia de la figura del padre en el 43

desarrollo de la identidad, dado que ―es en el Nombre del Padre que reconocemos el soporte del orden simbólico‖ (Riquelme 2005: 42); en otras palabras cuando nació un bebé recibe el nombre del padre, incluyéndole en una cadena genealógica. El hecho de que en Los topos el padre es ausente provoca una crisis identitaria ya que genera una fractura en la filiación. De esta manera, podemos entender la búsqueda incesante del protagonista de una figura paternal. Como ya hemos dicho, la crisis se manifiesta en un duelo entre la realidad y la ficción, ya que el protagonista no consigue saber la verdad sobre su padre. En este sentido, la definición de ―un topo‖, algo que parece otra cosa de lo que es, destaca de nuevo esta imposibilidad del saber. Por consiguiente, el protagonista comienza a fantasear sobre la vida de su padre:

A veces ponía otro nombre y completaba todo lo de él con cosas que se me ocurrían en el momento. Nacionalidad: búlgaro, ruso, español, mexicano. Ocupación: aviador, lavacopas, abogado, buso. Enfermedades: viruela, tuberculosis, chagas. Todo así. (133) La fantasía es su manera de evitar la verdad, dado que cuando anota el verdadero nombre de su padre le da la sensación de estar traicionando a alguien, “como si escribir el nombre del traidor fuera reivindicarlo.” (133)

En general, la negación del pasado de sus padres explica por qué el narrador subconscientemente empieza una búsqueda identitaria en el presente. En concreto, el protagonista intenta encontrar a su hermano perdido y a su padre ausente. Desde la primera frase de la novela, salta a la vista la importancia del tema del hermano perdido. A lo largo de la historia, la búsqueda del hermano funciona como hilo conductor. Primero, cuando conoce a Romina, el protagonista refiere a Romina como su hermano ya que pueden hablar como hermanos: lo saben casi todo el uno del otro. De la misma manera obsesiva, el protagonista supone que Maira es su hermano perdido porque tienen la misma apariencia. Además, el encuentro con Maira en el presente le hace averiguar de nuevo la versión del pasado:

Mientras buscaba a Maira, además, empecé a sentir la necesidad de confirmar y olvidar para siempre la versión de Lela sobre mi supuesto hermano nacido en cautiverio, como si las dos búsquedas tuvieran algo en común, como si fueran parte de una misma cosa o como si fueran, en realidad, lo mismo. [...] Al principio, por ese motivo, me arrepentí de haberme mudado. Pero después pensé que por algo lo había 44

hecho y que mi búsqueda, distinta a la de Lela, no tenía por qué necesitar de un lugar para vivir cerca de la ESMA. ¿Por qué suponer que mi hermano había nacido donde mamá había estado secuestrada? (40)

De manera semejante, con el motivo de mostrar su identidad, el protagonista también busca a su padre ausente. Primero, hay un encuentro del padre ―disfrazado‖ en Maira, ya que no es sólo un travesti sino también un topo. En concreto, Maira es un hijo de desaparecidos cuyo proyecto es matar represores. El protagonista la describe de la manera siguiente: “Por qué no pensar, mejor, que ella era un doble agente, que entregaba datos a la policía pero que su verdadera meta era la venganza?”(66) Como dice M. Edurne Portela (2010) en su ensayo ―Como escritor no me interesa tomar partido: Félix Bruzzone y la memoria anti-militante‖ la figura de Maira hace eco de la historia del padre. El protagonista encuentra en Maira la doble cara de su padre. Por consiguiente, según el narrador “vengar a Maira era hacer justicia también con su padre – y, sí éramos hermanos, con el mío” (128) En segundo lugar, encuentra al padre en sí mismo. Como sabemos, en un determinado momento Romina estaba embarazada. Aunque querían abortar al hijo, el protagonista y el lector no saben si Romina realmente ha llevado a cabo el aborto. Durante la historia, el protagonista frecuentemente se pone en la posición de su propio padre que no ha conocido a su hijo. No quiere revivir el trauma de su padre. Por consiguiente, la búsqueda del padre es también una búsqueda del propio hijo, como un movimiento círcular que simboliza la cadena genealógica.

Como siempre me imaginé abuelo antes que padre, ver a Ludo tan feliz intentando calmar a su hijo y pensar en que Romina también podía haber tenido el nuestro era reconocer que si no volvía a verla cabía la posibilidad de que mi hijo creciera lejos de mi y un día viniera a verme con sus propios hijos y me dijera: mirá, papa, tus nietos quieren conocerte. (51)

En realidad mi búsqueda era una búsqueda del padre. Buscar a mi hijo era

buscar

mi lugar de padre. (128)

Por último, el protagonista conoce al Alemán, un ingeniero de una empresa de construcción, pero también un hombre cruel que mata y desaparece a travestis. En un momento de delirio, el protagonista dice: “Ella era mamá y el Alemán era papá.” (182) Sin embargo, es una figura paternal muy complicada. Al inicio, el protagonista quiere matar al Alemán para 45

vengarse de la muerte de Maira, ya que “gente como él era la peste social, el infierno alrededor, cada uno de los enviados del mal que Maira había perseguido en su vida de matapolicías‖ (128). Además, matarlo implicaba “un acto único de justicia hermosa: el primer paso hacia el hallazo de mi verdad familiar y de todas las verdades posibles.” (143). Por consiguiente, el protagonista decide travestizarse para encontrar al Alemán. Sin embargo, curiosamente, el protagonista se enamora del Alemán, y además goza de sus maltratos: “el Alemán me tomó del mentón con un mano, suave, dedos de felpa, y con la otra, inesperado, me dobló la cara de un gope. La sacudida fue necesaria y la agradecí.” (158) En su artículo ―Psychological Dimensions of Masochistic Surrender‖28 Dorothy C. Hayden refiere a la teoría de Freud sobre el sadomasoquismo29; es decir, Freud describe el fenómeno de sadomasoquismo como el resultado de un sentimiento subconsciente de culpa durante la infancia y también como una necesidad de castigo de una autoridad parental. Respecto a eso, Lacan añade otro principio a la teoría del sadomasoquismo, el del ―Herrschaft‖, la idea de que el sadomasoquismo es una manera de vencerse a sí mismo; o sea, de dominar la propia identidad: ―Freud articulated in the most categorical way that at the outset of the sadomasochistic drive, pain has nothing to do with it. It is a question of Herrschaft, of Bewaltigung, violence done to what? - to something that is so unspeakable that Freud arrives at the conclusion, and at the same time recoils from it, that its first model, in accordance with everything I have told you, is to be found in a violence that the subject commits, with a view to mastery, upon himself.30

M. Edurne Portela (2010) refiere también a esta dualidad con la que el protagonista reflexiona sobre la figura del Alemán: padre / amante; torturado/torturador; desaparecedor/ desaparecido Según ella, podemos interpretar esta dualidad como una fusión del personaje del padre con el del Alemán a través de la figura del topo. (Portela 2010: 179)

28

Hayden, Dorothy C. 2010. Psychological Dimensions of Sadomasochistic Surrender. URL: http://www.revisef65.org/hayden2.html, abril 2010. [Consulta: 10/5/2011] 29 Definición : «sadomasochism, a term combining ‘sadism’ and ‘masochism,’ is the activity of deriving pleasure, gratification, or satisfaction, often physical and sexual, sometimes mental and emotional, from inflicting on others, or submitting to, painful beatings, bondage, humiliation, and similar abusive procedures. » En: Enciclopedia filosófica. 2006. Sex from Plato to Paglia. Editada por Alan Soble. Greenwood Press, Volume 2 : M-Z, p. 960. 30 Lacan, Jacques. 1977. The Four Fundamental Aspects of Psycho-analysis. Penguin: p 183.

46

En general, el travestismo constituye un tema muy significativo en esta narración. No sólo es un tema de identidad, sino también de transformación, ya que el protagonista decide transformarse en lo que busca, es decir Maira. Respecto a este tema, M. Edurne Portela refiere a la definición de Ben Sifuentes –Jáuregui que señala que el travestismo ―is about a peculiar act of self-figuration and disappearce.‖ (2010: 174) Explica que ―por autofiguración se refiere a la transformación del sujeto y la performatividad de género que el travestismo supone, por desaparición se refiere a, siguiendo la crítica de Marjorie Garber, cómo el travesti ha sido borrado o ninguneado como sujeto con su propia individualidad e identidad.‖ (2010: 174) El tema de la desaparición está multipresente en Los topos; es decir en el motivo de la orfandad causada por el terrorismo de Estado; en las desapariciones literales de los queridos del protagonista; y al final en la propia desaparición del protagonista. Además, según M. Edurne Portela, ―El travestismo se convierte para el protagonista en una manera de ejercer una búsqueda que le lleve a encontrar un nuevo espacio de posibilidades en el que pueda encontrarse a sí mismo, encontrar a su amante Maira y/o a su hermano, a su padre, a su madre, es decir, a todos aquellos que antes y a lo largo de su vida han ido desapareciendo.‖ (2010: 177) Por último, nos queda la cuestión del desenlace; si el protagonista realmente ha logrado algo en su búsqueda; si podemos hablar de un cambio. Cabe destacar la evolución de la novela. Respecto a eso, los desplazamientos geográficos sirven como indicaciones claras de un cambio. Es decir, la búsqueda del protagonista comienza precisamente cuando Maira desaparece. En este momento específico, decide mudarse de nuevo a la casa Moreno. Según el protagonista: “volver allá iba a significr la recuperación de muchas cosas, algo fundamental para seguir avanzando. Un paso hacia atrás que permitiría dar muchos hacia adelante” (39) En otras palabras, como ha dicho M. Edurne Portela, la vuelta a la casa ―tiene que ver con el intento de recuperar el espacio sentimental de su infancia‖ (Portela 2010: 178) Sin embargo, este intento fracasa. Al revés, el viaje hacia Bariloche implica otra indicación manifiesta del posible cambio, ya que dice: “adentro, Mariano y yo a salvo de todo y soñando con ese viaje que nos iba a cambiar la vida.” (99) Una vez en Bariloche, se compromete a buscar activamente a Maira; o sea coge el timón. Para encontrar información sobre ella elabora un plan; es decir, decide travestizarse. Sin embargo, cae cautivo del Alemán y comienza la confusión familiar y sexual. Además, a causa de un tobillo roto, el protagonista que ahora es el amante del Alemán es sometido a una operación en la que le implantan senos. En un frenesí delirante, causado por el anestésico, comienza a soñar contodos sus queridos: 47

Lo que Maira quería, lo que quería mamá, y papá a su manera, mundo nuevo, nuevo mundo, hombre nuevo, hombres felices por la llegada, y la promesa de retorno, de las hermanas blancas, las más puras, las hijas de la nieve, del frío más intenso que se vuelve noche de amor. (185) Según M. Edurne Portela, ―la vida del protagonista ha tenido que llegar al punto del exceso más delirante para permitir el encuentro imposible y soñado de todos sus seres queridos: su madre, su padre, y su hermano perdido. El espacio de posibilidad del reencuentro es, sin embargo, un espacio de imposibilidad y de horror porque al final la única certeza que queda en el lector es que el protagonista va a sufrir la misma suerte que tuvo Maira y que sufrieron sus padres—la desaparición violenta. La realidad del protagonista se convierte en tan delirante e insostenible que una continuación de la vida es imposible.‖ (181)

6.3

La crisis de representación

El tema de la representación de la dictadura en Los topos es muy interessante ya que Félix Bruzzone ha conseguido dar una visión particular del asunto. En general, cabe destacar que la novela consiste de un doble fondo. Por un lado, Félix Bruzzone claramente refiere a las prácticas violentas de la dictadura y las secuelas de represión en el período posdictatorial. Sin embargo, por el otro lado se distancia del tratamiento previsible del tema de la dictadura mediante algunas técnicas literarias, como el cruce de diferentes géneros y el uso del humor; y mediante algunas críticas, como la denuncia de una política de memoria, partido y identidad que culmina en la organización de H.I.J.O.S., la negación del pasado de sus padres y por último también el discurso anti-redentor.

En general, hay una presencia constante del tema de la dictadura en Los topos. Se manifiesta claramente que la historia trata de un hijo, traumatizado por la desaparición de sus padres durante la dictadura militar, que intenta buscar la verdad sobre lo ocurrido. Sin embargo, necesitamos tener en cuenta que, aunque dispone de alguna información de fondo sobre sus padres, el protagonista parece no tener ningún interés por el pasado de sus padres. No obstante, en un segundo plano, se nota el protagonismo del motivo de la desaparición, ya que no sólo sus padres, sino también todos sus queridos desaparecen; es decir: Romina, su hijo, Maira y Mariano. Además, al final el propio protagonista desaparece en el delirio. De la 48

misma manera, hay también una presencia manifiesta del motivo de la búsqueda que puede referir a la búsqueda de la identidad de muchos hijos de desaparecidos o a la búsqueda de los bebés robados por la organización Abuelas de Plaza de Mayo. Por último, hay también algunas alusiones implícitas a figuras simbólicas de la dictadura, como el topo, la víctima, y el represor. En este sentido, el personaje del Alemán representa la figura del represor que en vez de matar a subversivos políticos tortura, secuestra y desaparece a subversivos sexuales. En la novela la referencia al represor dictatorial es muy claro cuando dice: “y si uno con los travestis hace muchas cosas, no todo es pagar por sexo: uno puede matar travestis a cuchilladas, hacerlos desaparecer, enamorarse.” (117)

La época dictatorial se caracteriza por la dominancia de determinados imaginarios políticos, como la política de la memoria, el partido y la identidad. En 1995 se fundó la organización H.I.J.O.S. que intenta recuperar a través de acción política directa el discurso de los padres desaparecidos. Además, por primera vez se ha aceptado la idea del hijo como militante, el que reivindica la lucha de la generación perdida. De esta manera, podemos explicar el énfasis en la identidad estrictamente política de la víctima. Asimismo, se hace hincapié en el proceso de la memoria activa, rechazando el olvido durante la dictadura. Sin embargo, Félix Bruzzone, al igual que Albertina Carri, aportan ‗una visión muy diferente de esta generación, enfatizando que hay muchas maneras de recordar, que hay muchas maneras de ser hijo/a y que la identidad no tiene por qué inscribirse exclusivamente en un marco político.‖ (Portela 2010: 170) Los topos de Bruzzone afirma esta tesis, ya que no se focaliza en la recuperación histórica o política. Según Bruzzone, el pasado es irrecuperable. Como ya hemos señalado, sólo hay escasas referencias al pasado de los padres del protagonista. En Los topos, cuando el narrador habla de la ESMA, no reflexiona sobre la muerte de su madre; sólo refiere a la apariencia molesta del edificio. Esto es sorprendente ya que el edificio normalmente contiene un valor simbólico para los hijos de desaparecidos. Además, en cuanto a la política, Bruzzone rechaza la identidad estrictamente política. Afirma en una entrevista: ―como escritor no me interesa tomar partido.31‖ En Los topos, el protagonista se burla de la organización H.I.J.O.S.; además, rechaza el compromiso político. Por ejemplo, satiriza la decisión de Romina de militar en H.I.J.O.S. dado que no tiene ningún familiar desaparecido. También el hecho de que Maira, una víctima y militante de H.I.J.O.S., es un asesino de represores, tiene un efecto 31

Friera, Silvina. 2009. Entrevista con Félix Bruzzone “Cómo rastrear el pasado con las letras.” Página 12, Junio 2009. URL: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-11256-2008-09-12.html [Consulta: 12/05/2011]

49

incómodo por parte del lector. En cambio, Bruzzone decide enfocar la continuidad de la violencia o la represión en el presente. De esta manera, el motivo de la desaparición sólo cobra sentido en el presente ya que Bruzzone no la presenta como una consecuencia o un proceso del terrorismo de Estado. Por último, también hay una fuerte crítica a la política de la identidad mediante la figura del travesti. Según Amy Kaminsky, el travesti es ―el que traversa fronteras de género, el que se niega a reconocer las fronteras convencionales.‖ (Portela 2010: 182). En este sentido, en Los topos Bruzzone traspasa un límite ético ya que representa a las víctimas como travestis grotescos. De esta manera, intenta dejar de lado la victimización y la idea de que existe algo como una identidad estable. Recapitulando, M. Edurne Portela describe el discurso de Bruzzone como anti-redentor ―porque su narrativa no otorga ningún sentido al pasado, a la desaparición, a la represión o a la lucha política, sino que lleva al lector a través de un viaje alucinado por el presente guiado por un personaje nómada, imprevisible y en constante mutuación‖. Finalmente, Félix Bruzzone opta también por una narrativa totalizante con el motivo de distanciarse del lector. Por ejemplo, al final, la búsqueda del protagonista acaba en la autodestrucción total, colocando al lector fuera del control sobre el pasado y sus significados. Además, Félix Bruzzone emplea también algunas técnicas literarias específicas, como el cruce de géneros y el uso del humor, que aumentan el distanciamiento del tema. En cuanto al género, desde un punto de vista ético, tradicionalmente se opta por el realismo autobiográfico o político para describir las historias de los hijos de desaparecidos. Sin embargo, Los topos es una novela de intriga, fantasiosa y cómica. Respecto a eso, Beatriz Sarlo, en su artículo ―Condición de búsqueda: Sobre Los topos de Félix Bruzzone‖ de 2009, se pregunta varias veces si habría un límite para escribir sobre la dictadura. Sarlo refiere al derecho de la literatura de hablar de cualquier modo sobre este tema. Como ella dice: ―Cuando un tema grave logra, finalmente, liberarse del biempensantismo, se convierte finalmente en algo que la literatura puede tocar.‖ (Sarlo: 2009) Sin embargo, Sarlo añade también: ―Los topos no podría haber sido escrita hace diez años. No porque Bruzzone tenía entonces poco más de veinte […] sino porque debieron suceder algunos hechos para que el campo de lo ―escribible‖ sobre los desaparecidos se ampliara para aceptar el cruce de géneros y la comicidad.‖ (Sarlo: 2009)

50

7 Perder – Raquel Robles 7.1

Introducción

Raquel Robles nació en Santa Fe, Argentina en 1971. Tenía cinco años cuando sus padres Flora Celia Pasatir y Gastón Robles fueron secuestrados y desaparecidos el cinco de abril de 1976. Desde que tenía diez años Raquel milita activamente en la agrupación H.I.J.O.S, escribiendo los discursos de los actos. Además, es la voz pública del movimiento. De su propia militancia en H.I.J.O.S. dice: ―Yo hago un ejercicio político de todas las cosas que hago, ahora trabajo en la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia con los chicos y lo vivo como una militancia.‖ Al lado de su dedicación política, también es directora del Instituto de Menores San Martín, periodista, docente y madre de dos hijos.

Perder nos cuenta la historia dolorosa de una madre que pierde a su hijo de cinco años en un accidente automovilístico. Focaliza en el dolor íntimo y lacerante de una madre que ha perdido el control de sí misma; además de que ha perdido los ánimos de vivir. Prefiriendo estar totalmente aislada, rompe las relaciones y la comunicación con su marido y amigos. Encuentra su único refugio en la literatura. Cree poder olvidar el pasado y vaciarse la mente sumergiendo obsesivamente en una serie de novelas. Sin embargo, al final se da cuenta de que la literatura no ofrece consuelo, ni una salida al dolor, dado que la única manera para ella de convalecer implica la reintegración en la vida familiar y el rechazo del olvido. En este sentido, la crianza de un niño huérfano que se llama Radú significa para ella el comienzo de una vida nueva en la que se integra el pasado.

En general, la novela está cortada en dos partes, que parecen diferentes, pero que no obstante comparten un lazo claro. La primera parte se sitúa en una clínica psiquiátrica donde la protagonista no consigue curarse. Ahí, decide tener sexo con Stephan, un paciente rumano que supuestamente tiene sida, para poder morir. Sin embargo, su plan no puede realizarse dado que Stephan sufre de leucemia. Cuando muere Stephan comienza la segunda parte de la novela que se sitúa en Rumania. La protagonista quiere fugarse de su país y de su vida para dejar atrás su pasado. No obstante, el encuentro con Livia, la criada del hotel donde vive, el hijo Radú y Ecaterina, la madre de Stephan, cambian su percepción sobre la vida.

51

7.2

La crisis materna ―Escribí desde el terror de perder mi hijo y viví el dolor de mi madre‖32 Raquel Robles

Raquel Robles comenzó a escribir su novela cuando estaba embarazada de su primer hijo y experimentaba el dolor sofocante de la posibilidad de perder su hijo. Se puso en la piel de su madre, quien ha perdido dos hijos durante la dictadura militar en Argentina. Además, Raquel explica que: ―más allá del terror de perder a mi hijo no quería morirme para no perdérmelo a él. No era lo que podía producirle a él el hecho de que yo no estuviera. Yo sé que a eso se puede sobrevivir.‖ En general, Perder es una novela que no sólo trata del dolor de perder a un hijo, pero también sobre la voluntad o no de sobrevivir la pérdida.

Perder nos cuenta el testimonio en primera persona de una madre después de la muerte de su hijo de cinco años. Al inicio de la novela, la protagonista revela lo que ya ha perdido antes: “había perdido a mis padres, había perdido mi casa, había perdido mi mundo y todo lo que una persona puede perder sin perder la vida antes de cumplir los cinco años” (10) Teniendo en cuenta la situación de soltera de la autora de la novela, podemos suponer que la protagonista de Perder también es una hija de desaparecidos. Para poder entender la crisis materna en la que se sitúa la protagonista, referimos a la obra de Diana Kordon y Lucila Edelman (2007), quienes indagaron de manera profunda el tema de la maternidad de los hijos de desaparecidos. Según ellas, la maternidad es un tema complejo sobre todo para mujeres que tienen a su madre desaparecida. (Kordon y Edelman 2007: 96) Además, señalan que el proceso del embarazo ―puede ser vivido como una forma de recuperar a la madre identificándose con ella en sus capacidades maternales, pero también con la situación de sufrimiento de la madre, tanto en los casos en que la madre fue secuestrada embarazada como por la separación de sus hijos.‖ (Kordon y Edelman 2007: 97) En este sentido, refieren también a ―la reactivación del duelo durante el embarazo por la pérdida de la madre‖, ―al sentimiento de ausencia de la madre como figura protectora‖ y a ―los sentimientos de angustia en relación a lo que pudiera pasar cuando queden embarazadas.‖ (Kordon y Edelman 2007:

32

Rodríguez Ballester, Alejandra. 2008. “Raquel Robles: Escribí desde el terror de perder mi hijo y viví el dolor de mi madre.” Buenos Aires: Clarín, 29 de octubre del 2008. URL : http://edant.clarin.com/diario/2008/10/30/um/m-01791619.htm [Consulta: 24/04/2011]

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97) En la novela de Raquel Robles la protagonista también sufre de un pánico de perder durante el embarazo:

Cuando quedé embarazada hice el mismo ejercicio durante los nueve meses de gestación. Iba de la alegría y el embelesamiento a la triste resignación posterior a la pérdida, pasando por el pánico total. Me preguntaba si no estaba metiéndome en camisa de once varas al generar un ser que podía morirse, matarse, perderse, accidentarse, sufrir, dándome la estocada final en mi larga carrera de dolores.(10-11)

Desde la primera página podemos sentir la gravedad de la situación. La protagonista cierra el primer párrafo diciendo: “había perdido a mi hijo y estaba desesperada.” (9) Nos enteramos de que ella y su hijo han sido víctimas de un accidente automovilístico en el que su hijo ha fallecido. Desde ese momento, la madre sufre una crisis profunda que se manifiesta con períodos de silencio, aislamiento, sentimientos de culpa, momentos de pánico, un afán de morir y por último también un estado de locura. Compara su existencia con un gran vacío y desamparo: “yo estaba segura de que nada quedaba, de que todo había muerto con la muerte de mi hijo.” (29) Finalmente, exclama fuertemente: “soy un fracaso.” (88) “Lo primero que hice cuando llegué a mi casa después del accidente fue aclarar que no quería ver a nadie y que no iba a atender las llamadas telefónicas.” (23) Como se acaba de ver, la protagonista de Perder se dedica al silencio absoluto, dado que se “sentía prácticamente incapaz de pronunciar una frase entera.” (21) Nadie le importa, ni siquiera su esposo ya que queda como “un recordatorio permanente” (83) de cómo no sería su hijo cuando no creciera. No quiere ser salvada por nadie, dado que el dolor suyo es “insuperable.” (94) A lo largo de la historia, destaca la soledad de su existencia y la singularidad de su dolor:

La soledad de sentir lo que nadie más en todo el mundo puede sentir. Ni siquiera otras madres de niños muertos. Porque sólo yo soy la madre de mi niño muerto. […] Mi hijo era mío y su muerte también. No quería compartirlo con nadie. […] Mi dolor era privado. (94) Buscando el silencio, la narradora decide internarse. Según ella, el internamiento era “una opción interesante”, dado que “la fantasía de estar internada significaba un cuarto blanco, con enfermeras solícitas, aislamiento total y un estado de inconsciencia provocado por las 53

drogas.” (25-26) Igualmente, podemos entender su motivo de trasladarse a Rumania ya que no hablaba rumano y quería olvidar su lengua materna. Para ella, “el hecho de hablar, de decir cualquier palabra, abriera peligrosamente, en sí mismo, la posibilidad de herirse.” (221)

El gran dolor de su estado de ánimo está causado por el sentimiento de culpa de haber sobrevivido al accidente. En un determinado momento, describe detalladamente lo que ha pasado:

Yo lo había escuchado gritar mami mami mami y sabía que había sentido mucho miedo. Incluso había visto cómo corrían las lágrimas por sus mejillas tan redondas, y cómo extendía las manitos hacia mí. De ese sufrimiento nada me liberaba. Yo había tratado de saltar por encima del conductor para dominar el auto y evitar el accidente, en vez de abrazarlo y calmar su dolor. Si no hubiera hecho nada, probablemente el auto se hubiera desbocado definitivamente y así habríamos muerto los dos. Pero no, creí que podía dominar la fatalidad y lo único que hice fue salvarme a mí misma. Es decir, condenarme, internarme en esa muerte absurda que es la vida sin deseo. (35)

Este fragmento claramente forma parte de una memoria traumática que sigue persiguiendo la protagonista después del accidente. El sentimiento de culpa que rodea la historia refiere a la pregunta fundamental que también hemos encontrado en la casa de los conejos de Laura Alcoba, es decir: ¿por qué yo lo he sobrevivido y él no?. La cuestión sobre el por qué del seguir vivir después de un acontecimiento tan traumático frecuentemente está postulada por la protagonista. Según ella, vivir es “francamente insoportable.” (21) Sin embargo, morir “tampoco estaba dentro de las posibilidades.” (21) Además, no tiene fuerzas para suicidarse, ya que como ella lo expresa: “para el suicidio hace falta talento.” (59) Respecto a esto, ella busca maneras para morir sin tener que suicidarse: drogarse; tener un cáncer; tener sexo con un enfermo; coger una neumonía; etc. Sin embargo, no consigue morir y echa la culpa “al maldito psiquiatra, a esa puta clínica, al marica de mi marido que se escapaba con el pretexto de salvarme y a ese imbécil del rumano que ni siquiera había sido capaz de contagiarme.” (66)

El conflicto interior de la madre sobre la cuestión de la muerte se encuentra también en el significado de la palabra perder. Como indica el título, este tema predomina en la novela. En 54

general, hay una serie de pérdidas en la vida de la protagonista. No sólo pierde a personas, pero también a cosas como su lengua materna, el camino, el tiempo, etc. No obstante, lo que nos interesa es la definición de la palabra perder, a la que refiere también la protagonista en las primeras páginas. Por un lado, perder implica el hecho de que algo no está pero por el otro lado “siempre oculta la esperanza de volverlo a encontrar.” (12) Al inicio de la novela destaca que ha perdido su hijo, aún esperando volver a encontrarlo. Sin embargo, más tarde cae en la cuenta de que su hijo está irremediablemente muerto y que nunca volverá a verlo. A lo largo de la historia, la narradora reflexiona sobre el sentido de la vida. Según ella, la vida es una fuente constante de dolor a causa de la incertidumbre, sin embargo no hay nada peor que la “terrible certeza de la muerte.‖ (21) “Ahora sé perfectamente que hay algo peor que la incertidumbre: la certeza. Yo sé dónde está mi hijos, sé cómo está. Está bajo tierra en su pequeño cajoncito.Y está muerto. No existe ninguna esperanza de volverlo a encontrar, porque no está perdido.” (13)

Por último, necesitamos tocar el tema de la locura. Después del accidente, la protagonista claramente se pierde a sí misma: rechaza la comunicación e intenta vaciarse con palabras ajenas de una serie de novelas. Además, pierde su razón de vivir.

Muchísimos

acontecimientos, encuentros y recuerdos remiten a su hijo, hasta el punto que se vuelve paranoica:

Otra vez el frío esculpió en dos o tres cinceladas mi cara de loca, y otra vez emprendí la caminata con pasos cortos y rápidos hacia mi cita con la nada. (115) En su obra ―Novelas Familares‖, Margarita Saona refiere al tema de la locura relacionada con el discurso materno. En concreto, refiere a un ensayo que se llama ―Stabat Mater‖ de Julia Kristeva dedicado a la maternidad. En este ensayo, Kristeva notifica que durante el embarazo la madre experimenta ―una forma institucionalizada de psicosis, una división del yo, un cuestionamiento de los límites de la subjetividad‖ (Saona 2004: 207) En breve, el discurso materno es un discurso de la locura, porque la madre va a cuestionar no sólo lo natural de la maternidad sino también el sistema patriarcal. Este último argumento explica el rechazo del padre después del accidente. (Saona 2004: 219) Además, el discurso de la locura es una fuente

55

inagotable de la creatividad y aclara el refugio en la literatura y la imaginación de la narradora.

7.3

El no querer recordar

Antes de entrar en el tema de la literatura, es importante destacar el significado y la función de la memoria en esta novela. Cuando la madre decide internarse en una clínica psiquiátrica, el psiquiatra le pregunta por qué cree que está ahí. Y ella no puede evitar decirle la verdad y le responde: “para olvidar.” (27) El olvido, o el no querer recordar, es un tema predominante en Perder. Respecto a eso, Diana Kordon y Lucila Edelman hablan de la necesidad del olvido para los hijos de desaparecidos, dado que ayuda a aliviar el dolor del trauma. (2007: 29) La madre en Perder es perseguida por miles de recuerdos e imágenes de su hijo “que pasan con una lentitud lacerante.” (33) Estas memorias traumáticas que dominan y determinan el presente parecen obstacularizar la posibilidad del olvido. En este sentido, Diana Kordon y Lucila Edelman refieren a la construcción de la memoria como un trabajo, o sea un duelo ―entre el exceso de recordar y el olvido.‖ (2007: 29) La protagonista describe este duelo de la memoria de la manera siguiente:

Cinco años de madre son millones de imágenes, trillones de células nerviosas ocupadas en almacenar memorias. Ser madre de un hijo muerto supone otros trillones de células nerviosas ocupadas en impedir que esos recuerdos pasen la valla y se dibujen en la mente. (61)

7.4

El refugio en la literatura

El duelo entre el exceso de recuerdos traumáticos y el querer olvidar a éstos provoca una crisis insoportable que finalmente llega a un afán de morir por parte de la protagonista. Sin embargo, no tiene la voluntad de suicidarse. Busca una manera de “ignorar que estaba viva, morir sin morir, atravesar los días sin que nada ni nadie notara mi presencia pero sobre todo sin que nada se convirtiera en un estímulo capaz de desencadenar ese dolor que vivía agazapado en mi.” (21) Finalmente, la protagonista encuentra un refugio en la literatura, ya que a través de la lectura se puede alejarse de la realidad hostil. Desde la primera página, la 56

protagonista nos cuenta su motivo para refugiarse en la literatura. Lo describe de la manera siguiente: Hasta ese momento no había reparado en el verdadero significado de la frase “se refugió en la lectura”. Pero ahora todo era distinto. Había encontrado en ella un verdadero refugio. Un lugar al que nada ni nadie podía entrar. Hacía lo necesario para sobrevivir, porque no tenía coraje para matarme ni fuerza de voluntad para acciones tan drásticas. Me hacía la comida, iba al baño, dormía. Y entre cada una de esas actividades, y a veces mientras las realizaba, leía. Era la única manera que había encontrado de huir. Del mundo, pero sobre todo de mí. [...] Leía aunque a lo largo de las primeras tres páginas no entendiera una sola palabra, leía hasta que me forzaba a entrar en el relato y abstraerme de todo contexto o sentimiento. (9-10)

En concreto, su método de leer consiste en sumergirse en algunos relatos determinados hasta el punto de vaciarse o abstraerse del dolor. Respecto a eso, fue necesario vaciar las palabras de todas sus referencias; o sea de vaciar el significado del relato. El truco estaba en no dejar de leer, dado que cuando alejaba un libro, “todo se desbarataba y las lágrimas venían con una incontinencia insoportable.” (34)

Yo leía como quien lee en otro idioma y deja de traducir mentalmente para disfrutar de la extraña pronunciación. Seguía las palabras como quien sigue instrucciones para desactivar una bomba. Con ese cuidado y esa precisión. Jamás me detenía en el contenido. La cuestión, como ya lo he dicho, era llenar, llenar el tiempo, llenar el vacío, callar mi voz con el murmullo permanente de las palabras de otros. (74) De una manera obsesiva, la protagonista decide leer ―todos los libros que figuraban en la última página del último libro que había leído antes del accidente,‖ (9) siguiendo estrictamente el orden de la lista. A lo largo de la historia, la protagonista refiere a seis novelas de esta lista: El barón rampante de Italo Calvino, El hotel New Hampshire de John Irving, Tres rosas amarillas de Raymond Carver, América de Franz Kafka, La sangre de los otros de Simone de Beauvoir y Orlando de Virgina Woolf. Todas estas novelas marcan una etapa en su proceso de convalecencia. Al terminar El barón rampante de Italo Calvino, había logrado “separarse unos centímetros de su dolor.” (21) O después de leer El hotel New Hampshire de John Irving, aunque incluye una escena en que mueren un niño y su madre en 57

un accidente, dice que “por la primera vez podía recordar el accidente sin caer en el profundo pozo de la impotencia.” (34) Cuando lee Tres rosas amarillas de Raymond Carver empieza otro método que le permite distanciarse más del contenido; es decir el asunto del abecedario. Igualmente, transforma América de Franz Kafka “en una sopa de letras sin ningún sentido.” (90) Al inicio de su estancia en Rumania termina con la lectura de las novelas para poder olvidar su lengua materna hasta el punto en que decide leer La sangre de los otros de Simone Beauvoir. Por primera vez lee de nuevo palabras en castellano y según ella “esas palabras eran un gran secreto que debía resguardar.” (155) El último libro al que refiere es Orlando de Virginia Woolf. Desde este momento percibimos un cambio fundamental en la actitud de la protagonista, ya que no elige el libro siguiente en la lista, sino “un libro cualquiera.” (190) Además, decide no leer ninguna palabra, sino que transforma las hojas del libro en numerosos barquitos de papel que en ella provocan “una agitación parecida al entusiasmo.” (191)

De manera semejante, la protagonista se deja sumergir en las historias de personas que se encuentra después del accidente. Durante su estancia en la clínica psiquiátrica conoce a María, su compañero de cuarto, que cuenta la historia de su vida en estricto orden cronológico. La protagonista refiere a ella como “una novela viviente pero sin páginas a las que pudiera volver.” (39) Las historias que cuenta distraen al protagonista y “le ayudan a dormir” (38); o sea le ayudan a calmar su mente alterada. Igualmente, la protagonista se sumerge en la historia de Stephan, el músico rumano que fue a Argentina para buscar a su gran amor perdido. Al final, Stephan muere de leucemia, una muerte acelerada por la profunda tristeza de amor, en la clínica psiquiátrica. Según ella, Stephan fue la primera persona con la que podía comunicarse desde el dolor; o sea hablar en negativa, ya que podían entenderse sin conocer el idioma del otro.

Así, la historia del rumano, que desde ese día dejó de ser para siempre el rumano para convertirse en Stephan, su historia o esos datos inconexos, son parte de mí. Tienen, incluso, más entidad que un recuerdo, porque no sólo lo veo a él en mi memoria inventada, sino que veo con sus ojos. Lo recuerdo a él y tengo los recuerdos de él. (120)

58

Finalmente, como resultado de la identificación profunda con Stephan, la protagonista decide ir a Rumania en busca de la madre de Stephan. Ahí se sumerge en la vida de Stephan tomando su posición en la familia con la intención de prolongar su historia de vida.

Por último, encontramos también algunos capítulos en la novela que se distinguen de la historia general ya que son narrados desde la tercera persona. Se trata de los capítulos 2, 6, 15, 21, 27, 31, 39, 41, 46, 52. Poquito a poco, vamos descubriendo que estos capítulos se sitúan veinte años más tarde. En concreto, esta parte nos cuenta un día en la vida de la madre veinte años después del accidente, todavía luchando contra el dolor del pasado. En general, podemos interpretar estos capítulos como una historia en la que la madre es un personaje literario, lo que explica el uso de la tercera persona, casi cómo se ha sumergido en su propia novela.

Lo que nos queda por comentar es la pregunta si la literatura en esta novela tiene una capacidad redentora o si sólo es la causa de una huida de la realidad. En general, en la segunda parte de la novela, cuando la madre está en Rumania, percibimos un cambio fundamental en su actitud. Después de algún tiempo viviendo en el hotel, rodeada de cuidados por la criada, la madre dice: “fueron los primeros días de cierta calma desde la muerte de mi hijo.” (129) Sin embargo, todavía existe esta “sinrazón” (136) con la que sigue viviendo. Solamente cuando por voluntad propia decide buscar la casa de Stephan, se inicia este cambio en la madre ya que es el día que finalmente “decide romper su rutina” (195). La identificación con Ecaterina, que también ha perdido un hijo, y el acercamiento hacia Radú, le dan nuevo sentido a su vida. Respecto a eso, podemos explicar también el cambio en la forma de tratamiento; es decir cuando se acerca al niño Radú le tutea, casi como se dirige la novela a él. Además, por primera vez, siente “la verdadera necesidad de aprender rumano” (205) para poderse comunicar. Necesita decir la verdad a Ecaterina para dejar atrás el pasado y aliviar el dolor. Al final de la novela, lo alcanza:

Y entonces le conté todo. Desde el principio. Hablé más de lo que nunca había hablado en mi vida. [...] Dejaba mi máscara de parálisis facial, abría apenas la boca y las palabras salían. [...] Pero también sentí como si me hubieran abierto con una navaja bien afilada y hubieran destrozado al animal que me aniquilaba cada vez que bajaba la guardia. [...] Sin embargo, esa madrugada pude empezar a entrever que mi hijo era más que su muerte y mi dolor por su pérdida.

Él había

sido una persona hermosa, un ser bello como una fruta madura y merecía más de mí 59

que ese recorte angustioso. Quería recordarlo, quería poder contar las cosas maravillosas que hacía.

(237-238)

Sin embargo, necesitamos preguntarnos si podemos considerar este cambio el resultado del refugio en la literatura? Por un lado, se observa un cambio en la actitud de la madre en cuanto a este refugio. Desde su estancia en Rumania, la madre nos dice que no ha abierto un libro durante meses. Además, comienza algunos experimentos en que desmenuza las novelas. Por ejemplo, transforma la novela de Raymond Carver en una lista alfabética de palabras con el fin de distanciarse del contenido de la novela. Con la misma intención, reduce Orlando de Virginia Woolf en una colección de aviones y barcos de papel. De esta manera, la revelación de la madre no es el resultado del refugio en la literatura, sino del alejamiento de la literatura. Al final, se da cuenta de que la solución para su dolor está en el enfrentamiento con la realidad dura. La única manera para ella de aliviar el dolor es de reconocer que ha perdido a su hijo para poder reencontrarlo. Este reconocimiento ha abierto la posibilidad de amar de nuevo y de encontrar a Radú. Por eso, dice al final de la novela:

Me despierto con una sensación ambigua de alivio y de angustia; porque si no lo hubiera perdido a él, no te habría encontrado a vos. Para recuperarlo a él, aunque sea en sueños, tengo que perderte a vos. Gracias a Dios no está en mí tomar esa clase de decisiones. (250)

Sin embargo, por el otro lado, necesitamos destacar la contribución de la literatura en esta revelación. Como ella dice, sólo puede recuperar a su niño muerto en sus sueños. Gracias a la literatura, ella ha aprendido a recordar de nuevo, ya que dice: “no sé por qué no recuerdo absolutamente nada de los siguientes semanas después de la sesión en la que hablé, ni tampoco cuál es la razón por la que sí recuerdo los libros que leí.” (77) En este sentido, al final descubre que es una “ilusión vana que murieran los recuerdos con las palabras‖ (153). Por último, cabe destacar la importancia de los cuentos en la vida de la protagonista. Por ejemplo, refiere a sus padres contando cuentos rusos cuando era niña. De esta manera decide ir a Rumania, caminando en las calles “con los personajes de los cuentos de su infancia.” (141) De la misma manera, decide contar cuentos fantásticos a Radú antes de dormir, como lo han hecho sus propios padres. Podemos decir que es a paritr de la literatura que se acerca a Radú. Por primera vez, se sumerge en una historia y se puede relajar. En este sentido podemos entender por qué el último párrafo de la novela es un reflejo del primer párrafo 60

interpretándolo como un movimiento circular y destacando la función redentora de la literatura, ya que sólo se puede recuperar a personas perdidas a través de la literatura. “Entonces se le ocurre empezar por los libros. A él siempre le gustaron los libros, seguramente algún día será un escritor famoso. Está segura de que él la entenderá mejor si empieza hablándole de los libros.” (252)

7.5

La crisis de representación

A primera vista, Perder parece una novela que trata del dolor insuperable de una madre que pierde a su hijo. Aunque sabemos que la novela está escrita por una hija de desaparecidos, no hay ninguna referencia explícita a la política o la situación dictatorial en general. En un segundo plano, sí podemos observar algunas referencias implícitas a la situación de los desaparecidos y los hijos de desaparecidos. Sin embargo, estas marcas quedan muy bien encubiertas detrás del dolor universal de la pérdida. En su ensayo ―La ficción: espacio simbólico de la ausencia en la novela argentina contemporánea‖ (2010), Graciela Aletta de Sylvas indaga sobre las diferentes maneras de representar la dictadura argentina. Según ella, las novelas contemporáneas escritas por los hijos de desaparecidos demuestran la imposibilidad de escribir sobre el horror de la dictadura, ya que por un lado sus recuerdos están llenos de agujeros y por el otro lado no pueden escribir lo incomprensible. De la misma manera, podemos interpretar la ausencia de la dictadura en la novela Perder. Otra interpretación puede ser que interpretamos la negación de lo político como una denuncia de la ruptura entre el ámbito personal y el político durante la dictadura militar; o sea como una acusación de las prácticas insensibles de las Fuerzas Armadas. Por consiguiente, Raquel Robles optó por una novela hipersentimental en que negaba cada marca política.

Sin embargo, no podemos eludir el hecho de que esta novela arraiga en una herida profunda de la sociedad argentina. El tema de la novela, la pérdida irrecuperable, refiere sin duda a la situación dictatorial en la que al mismo tiempo los desaparecidos pierden a sus hijos y los hijos pierden a sus padres. Aunque el contexto es diferente, dado que se trata de la muerte de un niño en un accidente automovilístico, el dolor maternal causada por la pérdida de un hijo 61

es universal. Además, Raquel Robles decide dedicar su novela ―a las madres, a los hijos, a los encontrados y a los perdidos‖, refiriendo claramente a la situación de los bebés robados que hasta el día de hoy siguen siendo encontrados por las Abuelas de la Plaza de Mayo. Sin embargo, la idea de la recuperación o el reencuentro con el hijo, aunque en la realidad es imposible, es presente en la novela. Finalmente, la madre puede recuperar a su niño muerto a través de la memoria.

Al nivel de la trama, se encuentran también algunas denuncias implícitas o más bien metáforicas acerca de la sociedad argentina durante la dictadura miliatr. O sea que interpretamos la negación de la familia tradicional, la huida del país natal y el estado paranoico de la madre como una acusación simbólica. En primer lugar, Perder presenta un rechazo de los vínculos tradicionales de la familia ya que la madre decide romper con su esposo. Respecto a eso, podemos aplicar la teoría de ―la familia paródica‖ (2004: 211) que Margarita Saona ha empleado para analizar otra novela argentina: El dock de Matilde Sánchez33. En general, la familia paródica propone otra forma de núcleo familiar, ya que el núcleo convencional de madre-padre-hijo ha desaparecido. En el caso de Perder, encontramos la díada artificial de madre-hijo, formado por la protagonista y Radú. Metafóricamente, el rechazo del padre significa una desconfianza frente a las estructuras patriarcales del Estado en la que la madre no tiene ningún derecho. En este sentido, Perder propone otra concepción de la maternidad en la que se elimina cada lazo biológico. De manera semejante se puede interpretar la fuga del país natal como un rechazo de la nación patriarcal. Por último, el estado de locura en que se encuentra la madre es también una forma de disidencia. Como Margarita Saona lo ha descrito, ―el tema de la locura es una somatización de los malestares sociales, el cuestionamiento de las estructuras patriarcales como pilares de la nacionalidad.‖ (Saona 2004: 219)

33

Sánchez, Matilde. 1993. El dock. Buenos Aires : Seix Barral.

62

8 Conclusión En este trabajo, hemos indagado la representación de la dictadura en tres novelas de hijos de desaparecidos. En general, hemos comprobado que no se pueden analizar estas novelas sin tener en cuenta la historia reciente de Argentina, y más en particular la última dictadura militar,

ya que las historias de los hijos están arraigadas en el pasado de sus padres.

Psicológicos como Ruth Teubal, han constatado que la desaparición de los padres y la filiación falsificada han dejado huellas profundas en la subjetividad del hijo. De esta manera, nos hemos propuesto trabajar con dos puntos de vista para analizar la representación: es decir la crisis de memoria y la crisis de identidad de los hijos. Después, hemos averiguado si estas crisis han tenido una influencia remarcable en la representación literaria de la dictadura. Mediante el análisis literario y biográfico, podemos concluir que se trata en las tres novelas de una crisis de representación.

¿Por qué necesitan recordar? Esta es una pregunta que predomina en las tres novelas. Como sabemos, la memoria de los hijos de desaparecidos está llena de huecos, causados por la falta de la transmisión generacional de los recuerdos. La ausencia de los padres biológicos ha provocado una profunda incertidumbre sobre la verdad del pasado de sus padres. En La casa de los conejos, la pequeña Laura no podía recordar la apariencia de su madre o cuánto tiempo no la ha visto. En Los topos sólo hay escasas referencias al pasado de los padres. Aún menos son las referencias en Perder. La incertidumbre sobre el pasado o la falta de referencias son causadas por el terrorismo de Estado. De esta manera, cada novela enfatiza la ausencia o el secreto: la emprenta clandestina en La casa de los conejos; la historia del padre como topo y la ausencia del hermano en Los topos y el tema de la pérdida en Perder. De manera semejante, la crisis de la memoria se simboliza en el duelo entre la realidad hostil y la huida en la fantasía. En La casa de los conejos la niña huye de la realidad cruel en la fantasía porque le permite ser niño de nuevo. De la misma manera, en Los topos el protagonista sólo puede reunir a todos sus queridos en el sueño o el delirio. Asimismo, podemos explicar el refugio en la literatura en Perder. Por último, cabe destacar el duelo entre el olvido y la necesidad de recordar que está multipresente en La casa de los conejos y Perder. Es decir, la abundancia y la profundidad de las memorias traumáticas han provocado un deseo del olvido. Sin embargo, finalmente Laura se da cuenta de que necesita escribir su testimonio para poder

63

sobrellevar el dolor del pasado. De la misma manera, la protagonista de Perder descubre la necesidad del recuerdo para poder encontrar a su niño.

Relacionada con la crisis de memoria, las tres novelas parten también de una profunda crisis de identidad claramente ligada a lo que ha ocurrido durante la dictadura militar: Laura creció en una casa que ocultaba la emprenta clandestina del periódico Evita Montonera; el protagonista en Los topos es hijo de desaparecidos criado por sus abuelos y traumatizado por la traición de su padre; Asimismo, la protagonista en Perder es hija de desaparecidos traumatizada por la pérdida de sus padres durante la dictadura militar. En general, el tema más importante que se encuentra en cada una de las tres novelas es el de la búsqueda que simboliza la búsqueda de la identidad verdadera. Respecto a eso, los tres protagonistas intentan recuperar su identidad mediante un viaje subconsciente, a veces delusorio, en el pasado. Se dan cuenta de que para encontrar respuestas sobre su raison d‟être necesitan buscar las respuestas en el pasado de sus padres. De esta manera, podemos explicar la confusión manifiesta entre el pasado y el presente en las tres novelas. En La casa de los conejos la voz de la niña que representa el pasado frecuentemente es interrumpida por la voz de la adulta. De la misma manera, en Los topos las secuelas de violencia del pasado siguen siendo vigentes en el presente. Además, el protagonista intenta buscar a su padre y hermano ausentes en el presente. Por último, en Perder la profunda tristeza de la madre está provocada no sólo por la pérdida del hijo sino también por las pérdidas anteriores en su vida. Por consiguiente, las tres noveles hacen hincapié en las emociones, reviviendo el trauma de la infancia. En primer lugar, encontramos un sentimiento de culpa en las tres novelas. En La casa de los conejos y Perder las dos protagonistas se preguntan repetidas veces por qué han sobrevivido y los otros no. Es esta culpa de haber sobrevivido al accidente que explica el afán de morir de la protagonista en Perder. Al revés, en La casa de los conejos no es la muerte la que da consuelo sino la idea de que existe el azar. En cambio, en Los topos el protagonista se siente culpable por la traición de su padre. Los topos representa claramente, lo que Diana Kordon y Lucila Edelman han llamado ―un trabajo de duelo‖, o sea un duelo entre el hijo y los ideales de los padres. El sentimiento de culpa causado por el enfado con la actitud del padre explica el estado sadomasoquista del protagonista en Los topos. En segundo lugar, encontramos en Perder y Los topos un momento de delirio. En este sentido, Margarita Saona (2004) define el estado de locura como un cuestionamiento, o más bien un rechazo de las estructuras patriarcales. Por último, el tema de la búsqueda de la identidad está relacionado

64

con algunos subtemas, como el travestismo, el duelo, la pérdida, la dualidad, la desaparición, el exilio, etc.

Para concluir, nos queda por contestar nuestra pregunta de investigación, o sea que si podemos hablar de una crisis de representación en las tres novelas analizadas. Primero, cabe destacar que la representación literaria está interrelacionada con, o más bien afectada por las crisis de identidad y memoria mencionadas arriba. Segundo, podemos presentar algunos argumentos contundentes que afirman la crisis de representación:

Las tres novelas claramente se distancian del tema de la dictadura mediante el instrumento de la mediación. En otras palabras, las tres novelas no escriben directamente sobre la dictadura, sino más bien implícitamente. En general, la mediación se explica por el uso del género noautobiográfico, la ausencia de las atrocidades dictatoriales, la ausencia de los imaginarios políticos, y la falta de condena personal. En primer lugar, curiosamente los tres autores han rechazado el género autobiográfico para escribir su historia personal. Aunque su testimonio se presenta como semi-autobiográfico, Laura Alcoba adoptó la voz infantil para narrarlo. De la misma manera, Raquel Robles optó por una narrativa que evocó el sentimiento universal de la pérdida para alienarse de su dolor personal como hija de desaparecidos. Asimismo, Félix Bruzzone eligió una mezcolanza de géneros para distanciarse del género más previsible. En segundo lugar, faltan las referencias explícitas a las atrocidades ejecutadas por las Fuerzas Armadas. Es decir, Laura Alcoba sólo refiere a algunas prácticas de tortura a través de la imaginación; Raquel Robles refiere al dolor insuperable de ser hija de desaparecidos mediante otra pérdida; y Félix Bruzzone refiere por ejemplo a las prácticas de tortura mediante la figura alegórica del Alemán. En tercer lugar, las tres narrativas no enfocan los imaginarios políticos; o sea que el tema central de estas novelas no se sitúa en el ámbito político. En este sentido, las tres narrativas rechazan la identidad política del hijo en los años 90 y después. Con esto se relaciona también la última observación; que los autores no tienen la intención de condenar los hechos del pasado ya que según ellos no entablan la misma guerra; no es lucha suya. En breve, en las tres novelas no hay idealización ni condenación. Se trata más bien de historias personales focalizadas en el dolor individual. En este sentido, los autores escriben desde su trauma personal de ser hijo, pero no tienen la intención de hablar por todos los hijos de desaparecidos. Además, una manera para superar el propio trauma es verbalizarlo; o sea narrar la historia dolorosa. Sin embargo, y curiosamente, estos autores necesitan elaborar otra historia, o una historia ficcional, para poder reconocer la propia. Respecto a eso, cabe 65

preguntarse por qué deciden escribir desde un segundo plano.

¿Es consecuencia de su

pertenencia a la posmemoria o de un fenómeno más particular? En este sentido, parece adecuado un análisis comparativo entre la literatura de los hijos de desaparecidos y la literatura de la segunda generación del holocausto u otros acontecimientos traumáticos en la historia universal.

Por último, es importante destacar que en este momento en Argentina los tiempos están cambiando. Hasta ahora, obras como Los topos de Félix Bruzzone fueron rechazados por la mayoría de la población argentina por ser moralmente repugnantes. Concluimos que el tema de la dictadura sigue siendo muy delicado. Sin embargo, ya estamos a dos años de la publicación de las novelas. En este sentido, el 22 de diciembre de 2010 marca un hito, ya que ese día el dictador argentino Jorge Rafael Videla fue condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura34. La IPS argentina señaló que la condena de Videla cierra el año de los juicios35, anunciando un cambio. Recientemente, el 3 de marzo de 2011, la organización no gobernamental Abuelas de Plaza de Mayo, encabezada por Estela de Carlotto, ha recibido el Premio de Fomento de la Paz ―por su aporte a la lucha por los niños desaparecidos y apropiados y a los derechos humanos durante la dictadura, y a la memoria, justicia y la identidad a partir de la democracia‖36. Este premio fue otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Todos estos acontecimientos pueden indicar el fin de la amnesia social y llevar a una sociedad más autocrítica. En este sentido, será sin duda interesante seguir la evolución de la literatura de los hijos de desaparecidos y las modalidades de representación del tema de la dictadura que aparecerá en ella en el futuro.

34

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66

9

Bibliografía 9.1

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9.2

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