La determinación social del alcoholismo

La determinación social del alcoholismo En ocasiones la lectura de algún trabajo académico, científico, obra literaria, la apreciación de una exposic
Author:  Paula Mora Pérez

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COMUNICACIÓN SOCIAL Y ALCOHOLISMO. UNA VISIÓN INTEGRAL
COMUNICACIÓN SOCIAL Y ALCOHOLISMO. UNA VISIÓN INTEGRAL. Aleida María Núñez Tamayo. Centro Nacional de Promoción y Educación para la Salud. E-mail: ale

Alcoholismo, medio social, salud pública y desarrollo
www.alcoholinformate.org.mx Alcoholismo, medio social, salud pública y desarrollo Continuación del artículo anterior: Alcoholismo y sociedad, tendenc

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La determinación social del alcoholismo

En ocasiones la lectura de algún trabajo académico, científico, obra literaria, la apreciación de una exposición artística, una conversación, entre otras expresiones del quehacer humano, nos permiten hacer amplias reflexiones; los seres humanos somos capaces de responder con nuestros pensamientos y sentimientos a todo aquello que presenciamos. En la mayoría de las ocasiones guardamos para nuestro interior las cavilaciones a las que dio lugar la observación de ese quehacer humano, sin embargo, ahora quiero dejar de guardarme para mis adentros los pensamientos generados e intentar hacer eco en otros. En días pasados tuve la oportunidad de leer una muy interesante tesis de la Maestría de Medicina Social acerca del alcoholismo; esa lectura me ha dado motivo para hacer una serie de reflexiones que ahora quiero hacer extensivas por medio de esta publicación. El autor de la tesis, Rabin Amadeo Martínez Hernández (2016), sin duda alguna aborda una problemática a todas luces relevante, al proponerse el análisis desde una óptica diferente de la aproximación de la medicina hegemónica a un problema de salud pública. La cuestión tratada es muy importante, dadas sus consecuencias en la salud, en la familia, en la comunidad, en la sociedad y en el país entero. La visión que se propone Martínez observa al alcoholismo como problema de salud en las colectividades y destaca en ella el asunto del desarrollo de lo simbólico, de la subjetividad, de los mitos, de las emociones.

Abordaje desde una mirada distinta De nueva cuenta, afortunadamente, se está planteando el asunto de la importancia de las emociones en el origen de las problemáticas de salud; y digo afortunadamente no porque sea bueno que las emociones aumenten la prevalencia de la enfermedad, sino porque hoy se está mirando hacia ese ámbito con la intención de tratar de entender la complejidad del proceso salud enfermedad sin desligar la totalidad de la persona, quien es resultado de una compleja amalgama de determinaciones, en la que confluyen lo social, económico, político y cultural. Es un ser qué es cuerpo, mente, emociones, todo en unidad interna y en relación con los otros en un espacio social. La subjetividad, lo simbólico, los mitos, las emociones se entrelazan con la problemática central: el alcoholismo como problema de salud colectiva importante en la población de estudio. Muy interesantes son los aportes que los resultados de la investigación realizada por Martínez ofrecen; sin embargo, aún queda pendiente la necesidad de profundizar en la perspectiva de manera tal de dejar bien claro que los espacios de desenvolvimiento de las personas y de las colectividades tienen una determinación social, económica, política y cultural, sin dejar de establecer que existe un peso para cada una de ellas en el imbricado de determinaciones.

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ENSAYO

Así, no podemos olvidarnos de la base material sobre la que se asienta el desarrollo de la cultura, de las ideas; por eso mismo debemos recordar a éstas no como lo primario; en otras palabras, las ideas no son ocurrencias salidas quién sabe de dónde, las que llevan a los seres humanos a actuar de tal o cual manera, sino, por el contrario, justamente esas ideas, esa cultura tienen que ver con las formas materiales de la vida social de las colectividades. El consumo de alcohol es favorecido por el sistema, cierto que bajo proporciones muy elevadas se pierde la finalidad del control sobre los dominados, dicho de otra manera, el dominio para la explotación que se quiere tener sobre los individuos queda rebasado cuando el alcohol los convierte en entes improductivos y eso sí disgusta al poder, que se apresta a evitar la ruina. Sin embargo, dentro de ciertos límites el alcoholismo favorece la dominación; incluso, en lo inmediato, lo escuchamos hasta en canciones: “que linda es la borrachera, porque de todo me olvido y hasta pienso en el patrón y me parece un amigo”, es decir, el antagonismo de clases, no imaginario, sino de bases reales, se olvida, generando una desventaja más para la clase dominada, que no luchará más por sus derechos laborales ni por acceder a una vida digna. En ello está también entreverado un sentimiento que se utiliza para mantener el dominio; en otras palabras, se utiliza la culpa para evitar la lucha abierta, frontal, por conquistar derechos inalienables para la clase trabajadora. Por otro lado, de acuerdo con las cifras detalladas en la tesis de Martínez, más de la tercera parte de los pobladores de Tepango (la localidad de estudio) muere a consecuencia de las llamadas enfermedades crónico degenerativas, esas que, eufemísticamente, ciertas publicaciones, que parecen

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tener el auspicio de los grandes capitalistas, se han atrevido a llamar enfermedades de la abundancia. Sin embargo, y, en sentido opuesto a esa afirmación, Tepango tiene un alto índice de rezago social; dentro de los indicadores de rezago social se encuentran la pobreza alimentaria, la pobreza de patrimonio, un elevado porcentaje de población analfabeta, alto porcentaje con educación básica incompleta. Entonces estamos lejos de coincidir con la ciencia hegemónica cuando afirma que esos padecimientos son consecuencia de la abundancia. Estamos viendo, a partir de un caso concreto, que las enfermedades crónico degenerativas no son padecimientos de los países ricos, sino todo lo contrario: son las poblaciones más pobres las que seguramente enfrentan con mayor intensidad los problemas derivados de la imposición del modelo económico neoliberal. Ese modelo no intenta mejorar las condiciones de desarrollo social, sino que se encuentra centrado en la búsqueda de optimizar las condiciones de acumulación de capital. Esto último significa la depauperación de las condiciones de trabajo y, en consecuencia, de las circunstancias de vida de la clase trabajadora. La llamada precariedad laboral, que representa, a fin de cuentas, una mayor explotación y un intensivo despojo de los trabajadores se convierte en la vía más utilizada por los capitalistas para incrementar la acumulación de capital. Así pues, son estas poblaciones más pobres, las de los trabajadores, las que enferman y mueren con mayor frecuencia de las enfermedades crónico degenerativas; los infartos, los padecimientos cerebrovasculares, la diabetes mellitus, el cáncer, la enfermedad hipertensiva, la cirrosis hepática, encuentran en los pobres, en los dominados, en la clase trabajadora, las condiciones más propicias para expandirse y acabar con sus vidas.

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Pobreza y alcoholismo, formas distintas de enfrentar el deterioro de condiciones Casi para nadie resulta desconocida la falta de respaldo del Estado al agro mexicano, mejor dicho, a sus campesinos, porque cuando se trata de apoyar a los grandes capitalistas para despojar a los campesinos de sus tierras, en función del desarrollo de lucrativos negocios, el gobierno despliega una gran capacidad de fuerza para respaldar el despojo de tierras de sus propietarios originales. Así, bajo el estado de desprotección y pocos o nulos apoyos para los campesinos medios y bajos, la mayoría de pobladores de las comunidades rurales, se emplea como jornaleros. Ellos, a lo largo de su historia, han visto cómo sus condiciones de trabajo y de vida se van deteriorando cada día más, al tiempo que la incertidumbre se adueña de sus comunidades. El escenario en el que se desenvuelve la mayoría está constituido por carencias, miseria y abandono, la migración se vuelve un fenómeno frecuente. Martínez (2016: 15) resalta que aun cuando en varias regiones o estados del país hay una correspondencia entre población indígena y mortalidad por consumo de alcohol hay lugares donde no existe tal correspondencia, como el Estado de México donde ocurre elevada mortalidad debida a padecimientos hepáticos por consumo de alcohol (33.6%) y su población indígena no rebasa el 3%. Por el contrario en Chiapas y Yucatán la población indígena supera la cuarta parte (27.3% y 29.6% respectivamente), sin embargo, sus tasas de mortalidad por enfermedad alcohólica del hígado son inferiores al 15%. Son datos muy interesantes que podríamos tomar en cuenta para realizar análisis más profundos e intentar entender qué es lo que está sucediendo en

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estas colectividades que no presentan el mismo panorama epidemiológico, qué pasa con estos seres humanos. Podemos pensar que en Chiapas existe una situación algo diferente; desde 1983, año en el que se inició la lucha del EZLN, se empieza a posicionar a la población indígena en la concientización de su situación y en la necesidad de luchar por sus derechos y por combatir lo que ellos llaman el mal gobierno. Hagamos un paréntesis para señalar que precisamente es alrededor de los años 90 del siglo pasado cuando la imposición del modelo neoliberal comienza a mostrar fuertes estragos en la salud de las poblaciones trabajadoras con un incremento enorme de las enfermedades crónico degenerativas en lugares como Tepango, la localidad estudiada por Martínez. Ese incremento, podemos ubicarlo como consecuencia de la situación por la que atraviesan las personas de la clase trabajadora, derivada de las condiciones depauperadas de trabajo y de vida de la mayoría de este país. Es necesario no perder de vista que en esos años 90 se cumplen alrededor de 10 años del deterioro ascendente de las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora, tiempo que muestra la fuerte repercusión en la salud, en especial sobre las enfermedades crónico degenerativas,1 secuela ocasionada por los cambios en las dinámicas laborales, con la expulsión masiva de trabajadores, la incertidumbre laboral, la violación sistemática de los derechos laborales conquistados años atrás por las luchas gremiales. En suma, el creciente deterioro de las condiciones del mundo del trabajo, que trasciende en la precariedad de las condiciones Es suficiente con observar las estadísticas de la morbimortalidad nacional a lo largo de las cuatro décadas de la imposición del modelo económico neoliberal, para percatarse del ascendente incremento de enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la cardiopatía isquémica, el cáncer, entre otras.

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de vida de la clase trabajadora se manifiesta en el incremento masivo de daños a la salud representado por el perfil de morbimortalidad ascendente de las enfermedades crónico degenerativas. Regresemos dos párrafos atrás para señalar, que, en diversas colectividades de Chiapas, en varias comunidades indígenas ocurre algo diferente; pese a estar bajo las mismas circunstancias que en otros lugares, es decir, también enfrentan las políticas depredadoras del llamado mal gobierno, sin embargo, lo hacen con una visión diferente: ya no con la lucha desarticulada, individualizada, desorganizada, pues ahora, desde 1983, la superación de las problemáticas de la explotación-dominación se da a través de la colectividad. Se recupera la dignidad, la estima colectiva, el orgullo de la raza; pero desde una visión totalmente opuesta a la hegemónica, es decir, luchando por vencer las inercias del autoritarismo, del sectarismo y poniendo en el centro los derechos de la colectividad, de la que forman parte tanto mujeres como hombres, niñas y niños, todas y todos los miembros de la colectividad. En ese camino se va dando una suerte de recuperación de la condición humana, del desarrollo de lo humano. Recordemos un poco a Georges Navel, quien, en su libro Trabajos, dice: “Hay una tristeza obrera de la que sólo cura la participación política”. Hagamos otro paréntesis para aclarar el tipo de participación política a la que no nos estamos refiriendo, y, cuál es la participación política en la que sí hacemos énfasis, por considerarla necesaria e inherente al ser humano, un ser social, un ser político y, para ello, en virtud de la claridad de su exposición retomamos las palabras de Adolfo Sánchez Vázquez en su obra Filosofía de la praxis (2003:35), donde señala:

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Para la conciencia ordinaria, lo práctico es lo productivo, y productivo, a su vez desde el ángulo de dicha producción capitalista es lo que produce un nuevo valor o plusvalía. Tratando de satisfacer las aspiraciones ‘prácticas’ del hombre común y corriente se desarrolla, a veces desde el poder, una labor encaminada a deformar, castrar o vaciar su conciencia política. Esta labor tiende, al parecer, a integrar a este hombre común en la vida política pero a condición de que se interese exclusivamente por los aspectos ‘prácticos’ de ella, o sea, la política como carrera. Es evidente que reducida a este contenido ‘práctico’, productivo, la política sólo puede adquirir un sentido negativo para los que permanecen al margen de esta integración, y no aciertan a ver, fuera de ese politicismo ‘práctico’, otra dimensión de la política que no sea la del romanticismo, idealismo o utopismo. Pero el intento de satisfacer las aspiraciones ‘prácticas’ del hombre común y corriente adopta también otra forma alimentada desde el poder y encaminada a destruir el más leve despertar de una clara conciencia política manteniendo al hombre común y corriente en el más completo apoliticismo. La despolitización crea así un inmenso vacío en las conciencias que sólo puede ser útil a la clase dominante al llenarlo con actos, prejuicios, hábitos, lugares comunes y preocupaciones que, en definitiva, contribuyen a mantener el orden social vigente. El apoliticismo de grandes sectores de la sociedad excluye a éstos de la participación consciente en la solución de los problemas económicos, políticos y sociales fundamentales y, con ello, queda despejado el camino para que una minoría se

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haga cargo de estas tareas de acuerdo con sus intereses particulares, de grupo o de clase. Tanto el politicismo ‘práctico’ como el apoliticismo por razones ‘prácticas’ satisfacen las aspiraciones y los intereses del hombre común y corriente, del hombre ‘práctico’, pero, en verdad, no hacen sino apartarlo de una verdadera actividad política y, especialmente de una praxis revolucionaria. Esa verdadera actividad política, la de la praxis revolucionaria, es decir transformadora, es a la que nos referimos como la necesaria para el ser humano, tanto para deshacerse de la tristeza2 en la que se ve envuelto el ser por el modo de producción capitalista, como para construir un mundo mejor para todos. Se trata de una práctica política con la cual la persona no sólo aporta sus ideas, sus puntos de vista, sus reflexiones, sus cuestionamientos, sino que al hacerlo está plasmando su ser como humano y al mismo tiempo hace posible su desarrollo como tal; en otras palabras, esto mismo lo hace ser un humano. Justamente lo que el modo de producción capitalista le impide al ser humano hacer en el trabajo diseñado bajo los cánones del capitalismo, orientado sólo a alcanzar gran productividad para obtener la máxima acumulación de capital, una mayor plusvalía para unos pocos, los privilegiados poseedores de los medios de producción3, a costa de la explotación, el despojo y como consecuencia, la enorme miseria del conjunto más amplio de seres humanos, la clase trabajadora.

Una vez que se apodera de la persona el desencanto, la decepción, la tristeza por la pérdida del ser, aparece la enfermedad.

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Esos medios de producción de los que previamente, a lo largo de la his­ toria de despojo de esos medios y del conocimiento de los procesos de trabajo han privado a los propietarios originales.

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Mientras un trabajo diseñado para conjugar concepción y ejecución en la transformación de los objetos de la naturaleza para hacerlos acordes a las necesidades humanas, permite que se empleen sus capacidades, se desarrollen sus potencialidades, se desarrolle su ser tanto en lo físico, en lo externo, como en su interior, incluidos cerebro, lenguaje, la mente, pensamiento, simbolizaciones. Todo en el individuo es susceptible de desarrollarse, incluso su imaginación y su creatividad; la propia cultura puede ser proyectada en todas sus obras, en un trabajo planteado en función de los seres humanos, de sus necesidades de alimento, vestido, vivienda, protección, culturales, artísticas, emocionales y hasta espirituales, en un trabajo donde se fomente la posibilidad de plasmar las capacidades y desarrollar las potencialidades, incluso aquellas de las cuales se ignora poseer, pero listas a desarrollarse en el momento preciso, en el momento en que se las necesita, se las llama a cuentas. Sin embargo, el trabajo en el capitalismo no está diseñado para poder plasmar capacidades y habilidades y menos aún para el desarrollo de potencialidades, sino como ya decíamos líneas arriba, se diseña sólo con la finalidad de aumentar la productividad para alcanzar tasas altas de ganancia, una mayor acumulación de capital. Se busca la productividad a toda costa, aun cuando sea a costa de la salud y la vida de los seres humanos, a costa de la deshumanización del mundo del trabajo. Las capacidades y potencialidades humanas son desechadas, no interesa el ser humano, sólo las cosas, el dinero que se obtenga de esas cosas, mientras más cantidad, mejor, aun cuando en ese camino se dañe la salud, pues las condiciones de trabajo cada día son más nocivas en el afán de obtener ganancias al menor costo posible. Regresemos a las colectividades en las que sucede algo diferente, donde se va haciendo posible la

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recuperación de la condición humana, el desarrollo de lo humano. Bajo esas circunstancias diferentes, la fuga de la realidad que implican las adicciones deja de ser una necesidad, ahora, bajo la situación extraordinaria de varias colectividades en Chiapas, todo parece indicarles que es necesario conocer a fondo la realidad para contribuir a su transformación, que no se entiende como una hueca transformación para beneficio de quienes concentren el poder en una persona o grupo de personas, sino se trata de una transformación que permita y posibilite el desarrollo de todas y todos los miembros de la colectividad. Por lo menos así lo están reflejando las tasas disminuidas de muerte por alcohol. Claro, como ya decíamos antes, hay otros elementos que debemos tomar en cuenta y ya que a la pobreza suele enlazarse la condición indígena, tal vez sería mejor intentar hacer esa correlación, o intentar, cómo dice Martínez, establecer esa correspondencia entre pobreza y mortalidad por consumo de alcohol, o pobreza y clase social, para ser más exactos. Valdría la pena realizar también acercamientos más profundos que intenten mirar qué ha pasado con esas comunidades indígenas en su impulso de cambio del sistema capitalista a uno colectivo. Por lo pronto, en la idea de continuar destacando lo que sucede en las comunidades que siguen bajo el orden capitalista, me parece que una mención especial debe hacerse a lo que señala Martínez, citando a Luis Berruecos, en el sentido de que desde el porfiriato hasta el sexenio de De la Madrid, “se han emitido acuerdos, decretos, normas y reglamentos orientados básicamente a la oferta (aprobación de permisos para la venta, circulación, distribución y consumo de bebidas alcohólicas) en detrimento de la legislación en torno de la demanda, prevención, educación y atención al bebedor”

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(Berruecos, 2001:5). Con esto podemos ver cómo las acciones legislativas y gubernamentales lejos de desestimar el consumo, lo promueven, no en balde el sistema legislativo, judicial y ejecutivo está orientado a favorecer a la clase en el poder: la clase de los capitalistas, a la cual pertenecen los productores de alcohol. No podemos menos de reconocer las profundas contradicciones en el sistema. Se envían mensajes contradictorios a la sociedad, dobles mensajes que promueven la confusión; por un lado se incorporan reformas en materia legislativa como en el art. 3º. de la Ley General de Salud que señala “la creación del Programa para la Prevención, Reducción y Tratamiento del Uso Nocivo del Alcohol, la Atención del Alcoholismo y la Prevención de Enfermedades Derivadas del mismo” (Martínez, 2016: 19) que supuestamente promueve la educación a través de los medios de comunicación masiva, acerca de los efectos nocivos en la salud por el consumo de alcohol, la promoción de “conductas que favorezcan estilos de vida activa y saludable en los individuos, la familia, la escuela y la comunidad”; y, por otro lado, se permite la difusión en esos mismos medios de anuncios comerciales que promueven el uso del alcohol para beneficiar a las industrias del alcohol. No se puede negar que el Estado favorece los intereses de la clase en el poder y con ello se perpetúa el uso y abuso del alcohol, y las problemáticas que de ello se derivan, incluidos los daños a la salud. Pero no sólo de esa manera se promueve lo que supuestamente pretende evitarse, sino que el mismo sistema favorece las condiciones en las que las personas buscan un escape de una realidad que no les es permitido transformar, en la que tienen prohibido participar; prohibición de la que nos percatamos no a partir del discurso hueco, sin una base real, sino a través de los mismos hechos, que

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muestran la intolerancia a la participación política, ejemplos, desgraciadamente los hay en exceso. Está la desaparición forzada y el asesinato de los mejores luchadores sociales; los normalistas de Ayotzinapa constituyen un referente emblemático y no es el único desafortunadamente, parece haber una represión sistemática organizada desde el poder. Los mensajes son claros en ese sentido, no se permite la participación política. No se favorecen la crítica, ni la reflexión; por todos los medios se bombardea a las personas con “señales” en el sentido de que lo único que vale en la vida es tratar de divertirse, claro, bajo la definición dada por el mismo sistema a la diversión, dirigida a olvidarse de todo su entorno, e incluso de su misma persona, olvidarse de pensar, es decir, de su condición como humanos, olvidarse de lo mal que se está dirigiendo al país y al mundo hacia su propia catástrofe; no pensar, no cuestionar, no reflexionar, vivir solo el momento, vivir en la inmediatez. Como si el desarrollo del ser como humano fuera aburrido, como si el pensar, el reflexionar y tener cada día mayores elementos para la reflexión fuera aburrido. No, no es aburrido, pero lo que sí es, lo que sí representa es una amenaza para el orden vigente que a fin de cuentas constituye la explotación del ser humano para convertirlo en algo diferente de un humano, un ente que esté sólo para comer, reproducirse y morir. Y es una amenaza porque si todos tuvieran permitido –como dice el artículo 3º. de la Ley General de Salud- tener estilos de vida activa y saludable, esto implicaría el desarrollo de las ideas, la creatividad, la búsqueda de un mundo mejor para todos, y, con ello el cuestionamiento de un orden absurdo; y esto, como puede entenderse, no conviene a los que rigen el mundo capitalista.

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A ellos conviene el individualismo egoísta centrado en la diversión que busca el consumo inmediato. Ese individualismo que favorece la separación de los seres humanos, que impide la búsqueda del beneficio de la colectividad, y, por tanto, favorece al sistema. Por ese mismo motivo, ésta, como otras problemáticas de salud que tienen en su base a la sociedad no son enfocadas para su estudio de manera profunda, es decir, no se estudian para dilucidar claramente el origen y progresión de la enfermedad, sino para quedarse en la superficie, desde la cual, el sistema promueve y favorece su ocurrencia. Queda así intacto el punto de vista de la medicina hegemónica. En comunidades que buscan alejarse de la manera hegemónica de reproducción y reproducción social, las personas no sólo tienen posibilidad de desarrollar un “estilo” de vida activo y saludable, sino que toda la comunidad los motiva a ello, de tal manera que en el día a día se encuentran envueltos en la posibilidad de desarrollarse como humanos, de que sus ideas sean escuchadas por los otros y se encuentran bajo una lógica diferente, de aprender día a día, incluso de los mismos errores, pues de lo que se trata es de crecer como seres humanos. Podemos suponer que bajo esas condiciones los seres humanos se sentirán acompañados unos con otros en su diario crecimiento, ligados, al compartir penas y alegrías, ubicando, claro está, ese compartir en una perspectiva de transformación social, de tal manera que se limita o se evita la posibilidad del malestar emocional prolongado, de depresión, de necesidad de llenar carencias principalmente de índole emocional. Así posiblemente las adicciones no tengan espacio tan propicio como el de los que vivimos constreñidos por la lógica del individualismo egoísta; en el que muchos a duras

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penas logran deshacerse de los impulsos de llenar con sustancias nocivas las carencias emocionales y de otro tipo. ¿Qué necesidad de hacerlo a duras penas, cuando la sociedad debería brindar a todos esas posibilidades de desarrollarse como humanos, para no tener que llenar las carencias emocionales? Esas carencias que el sistema induce a llenar con consumo. Pesa como una loza sobre los seres humanos la necesidad de conocer cómo se mueve el entorno, a muchos se les ha hecho creer que basta con conocerlo en lo superficial, para poder moverse ellos mismos al ritmo que marca el mundo de su entorno, con el único objetivo de ser “exitosos” en ese mundo de lo superficial. En ese propósito de tratar de entender el movimiento superficial del mundo, van asimilando que para ese mundo de lo inmediato lo único que cuenta es tener dinero y si no se tiene mucho dinero, al menos lo suficiente para sobrevivir y que su familia sobreviva, aun cuando esa sobrevivencia se de en la miseria y en la más absoluta desesperanza de alcanzar un mundo mejor. Ese mundo de lo superficial los va formando para ser productivos a toda costa, incluso a costa de su propia salud y de la misma vida. En ese propósito, el mundo de lo superficial va formándolos también en la idea de que todos los que sufren su misma situación constituyen obstáculos para su propia supervivencia, pues los otros están enfrascados en la misma lucha por el supuesto “éxito” marcado en el mundo de lo superficial. De tal manera se va logrando que todos se vean entre sí como enemigos, en los que no se puede confiar. En el camino de andar al ritmo que marca el mundo superficial y para hacerse a imagen y semejanza de ese mundo caerán en comportamientos

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nocivos para su propia salud, dañándose a sí mismos, no sólo a largo plazo, sino en el mismo instante. Un ejemplo lo encontramos en la tesis de Martínez, cuando uno de sus entrevistados quiere ser considerado para trabajar en las obras de construcción y para ello se reúne, para embriagarse, con los que pueden tenerlo en consideración para contratarlo. Lo inmediato se apodera de su persona, la necesidad imperiosa de sobrevivir a costa de su salud. Triste paradoja: el ser humano empeña su vida misma para sobrevivir, aunque finalmente morirá preso de los peores tormentos pues el alcohol es un veneno para el organismo y si no lo mata en el mismo momento de la intoxicación, a la larga provocará tantos daños, incluso aquél del que en lo simbólico han querido alejarse los varones. Cierto, para forzar a beber a alguien si no quiere hacerlo, se intenta ofenderle al decirle que si no bebe se debe a que no es hombre, sino afeminado -como señala Martínez (2016:123), al estar desposeído de capital y sin poder ejercer dominio alguno en ninguno de los campos sociales, busca mostrar rasgos de la masculinidad construida socialmente a través del consumo excesivo de alcohol y de la agresividad-; al final, la cirrosis alcohólica provocará atrofia testicular, ginecomastia y otras características femeninas en el varón. Amarga paradoja para aquellos que pretenden no ser vistos con características de lo femenino. A manera de corolario, podemos mencionar que Martínez ha logrado visualizar algunas características, que él menciona, siguiendo a Bourdieu, como ciertos tipos de capital relacionados con la dependencia alcohólica, sin embargo no es posible conocer a partir de este primer acercamiento, cuáles elementos de la subjetividad se encuentran en el centro de la problemática para ayudar a definir si se es o no dependiente del alcohol, sería muy

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valioso que ampliara, en una futura publicación, qué es lo que lleva a la persona a la adicción o a no ser adicto. En otras palabras, sería de enorme relevancia poder contribuir al creciente número de publicaciones que intentan ahondar en la determinación social, económica, política y cultural de las problemáticas de salud y otras problemáticas que aquejan a la humanidad. Constituiría un buen inicio, para ir abriendo mentes, reflexionar en torno de cuáles son las carencias que desempeñan un papel mayor en los seres humanos que se alcoholizan o se hacen dependientes del alcohol hasta su muerte; sin desprender, sin aislar esas carencias, de los otros hechos de sus vidas, en otras palabras, se trata de permitirse conocer, para asimismo reflexionar qué sucede, o más bien dicho, qué ha sucedido en los espacios sociales por donde han transitado en interrelación con los otros, cómo ha sido su vida en contacto con los otros para que les resulte tan detestable ser considerados no como hombres, sino como mujeres, por el hecho de no alcoholizarse.

El anterior párrafo no es para ser reflexionado de manera automática, sino, por el contrario, para permitirse reflexionar ampliamente acerca de si podemos ser capaces de cuestionar lo obvio, lo supuestamente evidente para poder escuchar de las palabras de los otros cómo fue construida su masculinidad. Eso es en apariencia muy obvio, puesto que autoras y autores expertos en el tema han señalado que la masculinidad se construye en oposición a lo femenino, por estar lo femenino más claramente definido; sin embargo debemos preguntarnos si podremos escuchar con paciencia qué nos dicen nuestros entrevistados al respecto, sin mediar el cuestionamiento directo, en específico de ello, sino interesándonos en atender la manera en que ha sido construida su masculinidad en sociedad, en los espacios sociales por los que han transitado a lo largo de sus vidas; en suma, cómo son y han sido sus vidas en interrelación con los otros. La idea es conocer más de lo escrito hasta ahora, de las fuentes directas, esto es, de viva voz de los involucrados en los fenómenos que se estudian. Dra. Margarita Pulido Navarro Profesora investigadora Maestría en Ciencias en Salud de los Trabajadores, UAM, Xochimilco.

Bibliografía Berruecos, L. (2001) ¿Políticas públicas en la atención al consumo excesivo de alcohol y el alcoholismo en el México rural? Trabajo presentado en el II Congreso Nacional de Especialistas en Adicciones, “Modelos y técnicas para el tratamiento de las Adicciones”, México. Martínez, R. (2016). El agente alcohólico: El caso de los totonacos de la Sierra Norte de Puebla. Tesis de

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Maestría en Medicina Social. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Navel, G. (1946). Trabajos. Argentina, Argos. Sánchez Vázquez, A. (2003). Filosofía de la praxis. México, Siglo XXI.

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