La ficción que evalúa: lectura de la literatura argentina del siglo XIX en la narrativa de Martín Kohan

La ficción que evalúa: lectura de la literatura argentina del siglo XIX en la narrativa de Martín Kohan María Elena Fonsalido 1 Universidad Nacional d

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La ficción que evalúa: lectura de la literatura argentina del siglo XIX en la narrativa de Martín Kohan María Elena Fonsalido 1 Universidad Nacional de General Sarmiento [email protected]

Resumen: Una de las operaciones más evidentes que realiza la narrativa de Martín Kohan es la lectura de la literatura argentina anterior. Este trabajo se centrará en el recorrido que las ficciones de Kohan organizan dentro de la narrativa argentina del siglo XIX. Desde los comienzos románticos de los textos considerados fundantes (La cautiva, El matadero, Facundo, Martín Fierro) hasta la generación del ’80 (Juvenilia), los cuentos y las novelas de Kohan leen y evalúan la literatura argentina del XIX con diferentes gestos. La parodia, el diálogo, la apropiación, el desvío, la resignificación son algunos de los modos a través de los cuales Kohan manipula la literatura decimonónica y la asume como tradición. Palabras clave: Narrativa - Kohan - Literatura siglo XIX - Clásicos – Tradición Abstract: One of the clearest operations performed by Martin Kohan’s narrative is to read previous Argentine literature. This piece of work will focus on the path Kohan’s fictions trace within Argentine narrative in the 19th century. Since the romantic beginnings of those texts deemed foundational (La cautiva, El matadero, Facundo, Martín Fierro) until the 80’s generation (Juvenilia), Kohan’s stories and novels read and appraise Argentine literature in the 19th century with different gestures. Parody, dialogue, appropriation, diversion, resignification are some of the ways through which Kohan manipulates the nineteenth-century literature and assumes it as tradition. Keywords: Narrative - Kohan - 19th century literature - Classics - Tradition

Introducción Este trabajo se inscribe en el proyecto de tesis de doctorado que presenté este año en la Universidad de Buenos Aires, sobre la narrativa de Martín Kohan. 1 María Elena Fonsalido es profesora de enseñanza secundaria, normal y especial en Letras por la Universidad del Salvador. Magíster en Literatura española y latinoamericana por la UBA. Se desempeña como investigadora docente en el área de Cultura del Instituto de Desarrollo Humano en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Es coautora de Leer Literatura en la escuela media (2003). Coordinó la publicación de Palabras cruzadas. Dimensiones culturales de la Lengua y la Literatura (2009); Decir el mal. Dobles, bestias y espectros en la literatura fantástica (2010); Recorridos. Secuencias para la enseñanza de la Lengua y la Literatura (2011).

Uno de los aspectos característicos de esta obra es la lectura que realiza de la tradición literaria argentina. Al referirme a esta lectura, no hablo de la labor de Kohan en tanto crítico literario, sino de cómo sus novelas y cuentos “leen” la literatura argentina y, desde la ficción, realizan diferentes operaciones: la parodian, la comentan, arman recorridos, se detienen en puntos cruciales, la discuten, la evalúan. Me resisto, por otro lado, a catalogar de “reescrituras” a estas operaciones. Con diversos fines (que van desde el homenaje hasta la desacralización), la reescritura trabaja sobre los modelos. Kohan no reescribe en el sentido de Bloom, de emular el modelo (1976); ni siquiera en el sentido de Lamborghini, de desmontarlo para hacer una reelaboración a partir de los mismos materiales (2007). Kohan no considera los textos canónicos como “modelos”, sino que, en sus narraciones, expone su conocimiento de la literatura que lo antecede y su conciencia del espacio cultural y literario del cual proviene y en el cual se inserta. De este modo, la lectura de los textos argentinos decimonónicos en la narrativa de Kohan enfatiza uno de los objetivos del ejercicio de la intertextualidad: constituirse en un modo expreso y consciente de inserción en una tradición. Las novelas y cuentos de Kohan seleccionan, agrupan y jerarquizan los textos decimonónicos que le interesan. Sus producciones, Una pena extraordinaria (1998), Los cautivos (2000) y Segundos afuera (2005), se centran en cuatro de los textos fundantes: La cautiva, El matadero, Facundo y Martín Fierro; más cercanas en el tiempo, Ciencias morales (2007) y “Argirópolis” (2010), leen los textos del “proyecto nacional”: Juvenilia de Cané y Argirópolis de Sarmiento. En este trabajo voy a centrarme en la lectura de los textos fundantes.

La lectura de los textos fundantes Hasta el momento, Martín Kohan ha publicado once libros de ficción: nueve novelas y dos libros de cuentos, a los que habría que agregar los que

aparecen en diversas antologías 2. En su libro, Una pena extraordinaria de 1998, que toma su título de uno de los ocho cuentos que lo conforman, ya aparece una mención a la literatura del XIX. De modo tal que, desde los comienzos de su producción ficcional, Kohan señala el itinerario de las lecturas decimonónicas que le interesan. La primera de ellas es el Martín Fierro.

Una pena extraordinaria o el desvío En sus comienzos, Kohan lee el canon más estricto. Reproduzco la cita de la primera estrofa del poema de Hernández: “que el hombre que lo desvela / una pena estrordinaria, / como el ave solitaria / con el cantar se consuela”. El cuento narra un “desvelo”: el de un preso que espera ser ejecutado a la mañana siguiente por una razón que no se menciona en el texto y trabaja sobre la matriz de Martín Fierro. Toma del poema gauchesco la cesión de la voz al protagonista (“Mañana, al amanecer, voy a ser ejecutado” (53)), la presuposición de un público (“para que no se crea que mi condición de condenado me es indiferente” (60)), el tema de la “pena”. Sobre esta matriz de lectura, operan los desvíos en la escritura: donde se espera un poema, aparece un cuento 3; en lugar de un canto, un monólogo; no escuchamos al enunciador popular (“estrordinaria”), sino que en su lugar aparece un enunciador culto que realiza ejercicios de semántica (“cuando se dice que hay que ejecutar algo, y no a alguien, la idea es la de hacer esa cosa: crearla o concretarla. Aplicada a mí […] la palabra adquiere el sentido exactamente contrario” (54)); la “pena” no está constituida por ser marginal, sino por la ausencia del amor; el protagonista no abandona el mundo “civilizado” mientras dos lagrimones le ruedan por la cara, sino que salva su vida por una apelación judicial que aumenta su pena al anular su último deseo: la posibilidad de volver a ver a la mujer amada. Es 2 Me refiero a textos como “Semana Santa”, publicado en Los días que vivimos en peligro (2009), “Argirópolis”, publicado en La Argentina del tercer centenario (2010) o “Diario del último día”, publicado en Historias del fin del mundo (2012). 3 Esta operación de cambio genérico, en la concepción de Jorge Monteleone, es borgiana: “Borges […] invierte los lugares. Martín Fierro no es leído como poema lírico […] sino como relato. Aparece en sus cuentos ‘El fin’ y ‘Biografía de Tadeo Isidoro Cruz’. Facundo, en cambio, aparece como sujeto imaginario del poema ‘El general Quiroga va en coche al muere’” (Monteleone, “Facundo, mito liminar”). Las relaciones entre Kohan y Borges exceden en mucho el espacio de este trabajo, por esto me limito a señalarlas.

decir, en esta primera lectura, está marcado el gesto con el que Kohan tratará a la literatura argentina del XIX: asumirla como punto de partida y desviarse del camino marcado por ella.

Los cautivos o la parodia En el año 2000, Kohan publica Los cautivos. En otra ocasión me he detenido en este libro (Fonsalido 2009). A los efectos de este recorrido, basten algunas puntualizaciones. En principio, los textos que la novela lee. Es posible encontrar aquí referencias a La cautiva y El matadero de Echeverría; al Facundo de Sarmiento y, nuevamente, al Martín Fierro de Hernández. Como puede verse, el más estricto canon decimonónico de la literatura argentina en torno del eje civilización / barbarie. Al operar sobre el canon, Kohan realiza la operación previsible: la parodia 4. Para ello, se vale de tres acciones básicas: la reutilización y puesta en evidencia de los procedimientos, aplicadas fundamentalmente a los textos de Echeverría; la desacralización de los tópicos de la gauchesca, en directa referencia al Martín Fierro y la exasperación del punto de vista del narrador, que parodia la mirada del narrador del Facundo. Considero en primer lugar las operaciones que ponen en evidencia los procedimientos que remiten a los textos de Esteban Echeverría. La figura del poeta romántico tiene para Kohan una importancia fundamental. Así, ha confesado: “Mi héroe de la literatura es Esteban Echeverría” (Kohan “La emigración” 138). Producto de este interés es el libro Las brújulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría, que Kohan compiló con Alejandra Laera. La lectura crítica de la obra de Echeverría es de 2006. Seis años antes, en el 2000, ya la ficción de Kohan había “leído” los textos fundantes. De este modo, los dos procedimientos básicos que el Kohan crítico releva en El matadero como indicio de la “barbarie”: la animalización, a la que considera “un recurso capital” del texto (Kohan “Las fronteras” 189) y la carnavalización, 4 Al referirse a la relación parodia/tradición, afirma Linda Hutcheon: “I see parody as operating as a method of inscribing continuity while permiting critical distance” (20). En su visión, las operaciones de la parodia serían: “revising, replaying, inverting, and ‘trans-contextualizing’ previus work of art” (11).

aparecen en su novela como principios constructivos de la primera parte, titulada “Tierra adentro”. Numerosos son los ejemplos de animalización de los personajes en Los cautivos. De todos los que podrían tomarse, incluyo dos, uno referido a los indios y otro a los gauchos. La primera parte consta de catorce capítulos. Trece tienen nombres de animales (perro, gallos, chicharras, etc.). El capítulo 11 se titula “Los indios”. No se quiebra, sin embargo, el campo semántico: los indios de Los cautivos son vistos como animales: “Ya no ladraban los perros ni relinchaban los caballos ni mugían las vacas; aullaban todos, presas del pánico; tal vez esos otros animales, a los que se llamaba indios, ya los estaban hiriendo o enlazando o aplastando” (Kohan Los cautivos 90, destacado mío). Este tratamiento de los indios remite directamente a la visión de Echeverría en la Segunda Parte de La cautiva: “la caliente sangre fuera, / en pie, trémula y convulsa, / dos o tres indios se pegan, / como sedientos vampiros, / sorben, chupan, saborean / la sangre, haciendo murmullo, / y de sangre se rellenan”. El segundo ejemplo tiene que ver con los gauchos: En los reiterados momentos en los que consuma el incesto, Maure le ordena a Luciana: “Como una yegua, m’hijita, póngase como una yegua”(22). Estamos muy cerca de la visión que Echeverría tiene de “la chusma” en El matadero. El segundo procedimiento relevado es la carnavalización. Kohan considera que la carnavalización de El matadero tiene una diferencia clave con la bajtiniana: no se trata en este caso de una inversión de la cultura oficial, sino de una integración con ella. Precisamente por esto, porque “lejos de invertir una ceremonia oficial, la encarna” (193-4) es que se convierte en una tragedia. Este es el procedimiento que, leído en el texto de Echeverría, Kohan aplica a su escritura para desacralizar la “tragedia” de la gauchesca. Ofrezco solamente dos ejemplos, los dos relacionados con tópicos que la gauchesca entroniza: la dignidad del gaucho y su sentido de la amistad. Para desacralizar la dignidad del gaucho, Kohan lo presenta como un ser primitivo: “Era costumbre muy arraigada entre los paisanos la de meterse los dedos en la

nariz. Podían pasarse horas hurgando y hurgado. Al cabo, lo que extraían, les servía de entretenimiento también durante horas” (35). Para desmontar el carácter sagrado de la amistad, construye dos personajes que repiten burlescamente el dúo primordial Fierro / Cruz. En el texto, los personajes son Tolosa y Gorostiaga, dos gauchos que “no hacían más que pelearse todo el día” 5, y de quienes se dice que “no eran hermanos, ni pesaba ni habría de pesar sobre ellos mandato alguno de ser unidos, y sin embargo eran unidos, y eran unidos en grado tal que excedía incluso lo que es propio de la unión fraterna” (Kohan Los cautivos 13, destacado mío). Esta presentación, unida al paréntesis en el cual el narrador hace a un lado “por anacrónica y por impertinente” (13) una explicación psicológica de la relación, habilita la lectura de Ludmer, para quien“[el narrador] acá está insinuando algo (la homosexualidad, que aparece también en el final)” (Los cautivos 20). Como se ve, la desacralización paródica de la amistad viril que propone la gauchesca es total. El último procedimiento paródico que Kohan utiliza en Los cautivos es la exasperación del distanciamiento del narrador culto. El narrador distanciado, que describe una realidad que no conoce pero que evalúa, en la literatura fundante tiene como paradigma en nuestro país al Facundo. A este distanciamiento sarmientino, Kohan le suma los paréntesis evaluativos borgianos 6. El resultado es una dinámica binaria de hecho / comentario que parodia a dos puntas: por un lado a la literatura gauchesca, al tiempo que satiriza al referente gaucho entronizado y mitificado por ella; por el otro, al narrador hiperculto que resulta burlado al ser expuesto de manera tan evidente: “(Los paisanos no se daban cuenta de que vivían en el campo, porque, no 5 En los recorridos que las lecturas de Kohan arman de la literatura argentina, entre Fierro / Cruz y Tolosa/ Gorostiaga, aparecen las figuras de Chivas y Goncalves, los dos gauchos también paródicos que imagina Rodrigo Fresán en su cuento “Padres de la patria”, en Historia argentina (1992). No me detengo en este punto porque este trabajo se centra en la lectura del siglo XIX. 6 Afirma Ana María Barrenechea: “[por el uso de los paréntesis]se siente como si Borges estuviera expresando una línea de pensamiento y al mismo tiempo quisiera manifestar paralelamente a ella una acotación, una corrección, un subrayado, un desarrollo de sus elementos; es decir como si de doblase en dos individuos, uno que narra y otro –siempre vigilante y lúcido- que comenta la obra del primero”(Barrenechea La expresión 109-110).

habiendo conocido nunca una ciudad […] no podían contrarrestar […]. De la misma manera, por no haber visto jamás una montaña […] también ignoraban que vivían en una llanura. Y por desconocer las poblaciones, desconocían el desierto. Por eso nunca hablaban de “campo”, ni de “llanura”, ni de “desierto”, ni tampoco de “pampa”, que es una palabra que no les pertenecía. Ellos a su ámbito le llamaban “tierra” […], desde luego que no por conciencia planetaria, sino por captar la diferencia con el agua)” (74).Obviamente, este trayecto no resulta inocente. Tomar como punto de partida a Sarmiento y aplicarle un procedimiento tan claramente borgiano para desacralizar la gauchesca es una toma de partido respecto de la canonicidad del género. Por otro lado, parodiar la cosmovisión “civilizadora” del narrador, salva a la novela de optar por una respuesta simplista a la dicotomía de base.

Segundos afuera o la evaluación En 2005, Martín Kohan centra temáticamente su lectura de la dicotomía civilización / barbarie en su novela

Segundos afuera. Este texto es,

seguramente, de los más complejos escritos por el autor. De perfecta arquitectura, cruza elementos riquísimos al tiempo que expone su lectura de la literatura argentina de los siglos XIX y XX. Me detengo en los textos decimonónicos exclusivamente. La novela trata “de lo que pasa cuando dos mundos que no deben tocarse se tocan” (Kohan Segundos 172). Estos dos mundos, la civilización y la barbarie, aparecen exasperados en la novela a través de dos representaciones: el universo del boxeo y el de la música clásica de vanguardia. En torno de estos dos ejes, la pelea Firpo/ Dempsey y el estreno de la Primera Sinfonía de Mahler en el teatro Colón, bajo a la batuta de Richard Strauss, gira el texto. Dos de los protagonistas, Verani y Ledesma, periodistas a cargo de la sección deportiva y de la sección cultural de un diario patagónico respectivamente, conversan sobre la pelea:

_ El Toro Salvaje de las Pampas. De oírlo nomás ya mete miedo.

_ El Torito de Mataderos ya tiene lo suyo. Usted que leyó el cuento de Cortázar bien lo sabe. De Mataderos, para colmo, usted se imagina ese barrio, la muerte, los animales; me hace acordar al cuento de Esteban Echeverría. […] a uno le dicen el Torito de Mataderos y se estremece. _ ¿A quién no se le frunce, digo yo, con un nombre semejante? _ Claro que es peor que a uno le digan: el Toro Salvaje de las Pampas. Primero porque no hay diminutivo. Después porque le dicen Salvaje. Y por fin porque se menta a la pampa, Verani, que era el lugar de la barbarie. _ Era un nombre muy argentino. _ Y qué le parece, ahí tiene de todo: El matadero de Echeverría, unitarios y federales. El Facundo de Sarmiento. Todo tiene (71-2). Para el periodista deportivo, la referencia es concreta y real: un boxeador de un barrio porteño. Para el periodista cultural, la referencia está mediatizada: el texto de Echeverría, el ensayo de Sarmiento, el cuento de Cortázar: el esquema civilización / barbarie. La complejidad de la novela tiene una densidad que es imposible desarrollar aquí 7. Sí quiero apuntar que, a lo largo de su trama, Kohan realiza una verdadera evaluación de la dicotomía fundante. Lo que Sarmiento planteó como antinomia, civilización o barbarie, es restituido por Kohan a su oposición inicial en diferentes niveles textuales: temas, personajes, procedimientos. Sólo que el autor del siglo XXI marca una diferencia con el del siglo XIX. Lo que en Sarmiento era disyunción electiva, en Kohan es antinomia irreductible. Pero esta irreductibilidad es el espacio deseado por la literatura: “que lo más vulgar penetre en lo más sublime no podía adoptar para él otro rasgo que ése: el de la catástrofe” (172). Y esta catástrofe es la materia de la narración.

Conclusiones: En su lectura, la narrativa de Kohan aísla, expone y exaspera los procedimientos decimonónicos. Por otro lado, traza una línea en el recorrido civilización / barbarie y resignifica el tópico. Lo que se planteó en el siglo XIX 7 Trabajé algunos aspectos de esta novela en “Civilización / Barbarie en la narrativa argentina del siglo XXI. El caso de Segundos afuera, de Martín Kohan”. Florencio Varela: UNAJ, en prensa.

como oposición sociológica, como esquema a aplicar sobre la realidad, es para Kohan, después de Echeverría, de Sarmiento y de Hernández, el espacio de lo literario. Este espacio que muchos de sus contemporáneos, narradores y críticos, consideran superado, en sus textos se reafirma como el lugar de la autonomía literaria. Su novela de 2010, Cuentas pendientes propone:

¿y si volviésemos a la dicotomía? […] En vez del diálogo, la interacción, la alimentación mutua, el desdibujamiento de los límites, poner todo lo otro: el conflicto, la exclusión, la oposición irreductible, la imposibilidad de conciliar […]. Volver al versus […]. Y ver qué pasa (146-7). Estamos siendo testigos de una de las cosas que pasan cuando se vuelve al versus, cuando se explora el espacio de la tensión: la narrativa argentina del siglo XXI.

Bibliografía

Textos literarios Echeverría, Esteban. La cautiva- El matadero. Prólogo de Carlos Gamerro. Buenos Aires: Eudeba, 2011. Fresán, Rodrigo (1991). “Padres de la patria”. Historia argentina. Buenos Aires: Planeta, 1992. Kohan, Martín. Una pena extraordinaria. Buenos Aires: Simurg, 1998. -------------------- Los cautivos. Buenos Aires: Sudamericana, 2000. -------------------- Segundos afuera. Buenos Aires: Sudamericana, 2005. -------------------- “La emigración en ciernes”. Sylvia Molloy y Mariano Siskind (eds.). Poéticas de la distancia. Buenos Aires: Norma, 2006. -------------------- Cuentas pendientes. Barcelona: Anagrama, 2010. Lamborghini, Leónidas. “El jugador, el juego”. El jugador, el juego. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2007.

Textos teóricos y críticos: Barrenechea, Ana María. La expresión de la irrealidad en la obra de Borges. Buenos Aires: Ceal, 1984. Bloom, Harold. La angustia de las influencias. Caracas: Monte Ávila, 1976. Fonsalido, María Elena. “Leer y escribir a Echeverría. Kohan crítico, Kohan autor”. XV Congreso Nacionalde Literatura argentina “1810-2010: Literatura y política. En torno a la Revolución y las revoluciones en Argentina y América Latina”, Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2009, formato CD. Hutcheon, Linda. The theory of parody. New York: Methuen, 1985. Kohan, Martín. “Las fronteras de la muerte”. Alejandra Laera y Martín Kohan (comp.). Las brújulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría. Rosario: Beatriz Viterbo, 2006. Ludmer, Josefina. “Los cautivos. Martín Kohan”. Año 2000. Algunas ficciones. Buenos Aires: Seminario de Letras Centro

Cultural Rector Ricardo Rojas,

mimeo, 2000. Monteleone, Jorge. “Facundo, mito liminar”. Las Ciento y Una...: Jornada de discusión sobre Sarmiento, Grupo Redes Culturales de la Literatura Argentina / Instituto de Literatura Hispanoamericana, UBA, Centro Cultural Rojas, Buenos AiresAires, 2 de setiembre de 2011, (en prensa).

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