LA FIGURA FEMENINA EN LA NARRACIÓN BÍBLICA: ESTER, UNA REINA EJEMPLAR

LA FIGURA FEMENINA EN LA NARRACIÓN BÍBLICA: ESTER, UNA REINA EJEMPLAR Nuria Calduch-Benages Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, Italia INTRODUCCI

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LA FIGURA FEMENINA EN LA NARRACIÓN BÍBLICA: ESTER, UNA REINA EJEMPLAR Nuria Calduch-Benages Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, Italia INTRODUCCIÓN Reinas y esclavas, prostitutas y castas, nobles y plebeyas, vírgenes y madres, heroínas y víctimas, judías y extranjeras, mujeres célebres y anónimas, desfilan por las páginas de la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis1. Si hacemos cálculos, en total aparecen 175 mujeres con nombre propio. Algunas suelen ser bastante conocidas (por ejemplo, las matriarcas: Sara, Rebeca, Raquel y Lía) y otras, en cambio, parecen condenadas al olvido (por ejemplo, la profetisa Hulda o las esclavas de las matriarcas: Agar, Bilhá, Zilpá, entre otras). Solo en contadas ocasiones son las mujeres las auténticas protagonistas de los relatos bíblicos. Por lo general son personajes secundarios en una historia dominada por las pasiones de los varones. De entre todas las mujeres bíblicas, solo tres cuentan con un libro homónimo. Nos referimos a Rut, Ester y Judit, tres figuras emblemáticas de la historia de Israel, dos viudas y una reina2. Viéndome en la necesidad, por obvias cuestiones de tiempo y espacio, de concentrarme en un solo personaje, mi elección ha recaído en la reina Ester.

1. LA EJEMPLARIDAD DE LOS PERSONAJES BÍBLICOS Aunque a simple vista el subtítulo de esta ponencia (“Ester, una reina ejemplar”) pueda parecer inofensivo, en realidad esconde una pizca de provocación. Me explico. Muchas personas consideran la Biblia como una galería de modelos a imitar, personajes

1

Para una vision general sobre las mujeres de la Biblia, cf. N. Calduch-Benages, “Mujer (vocación de la)”, en E. Borile – V. Magno – L. Rubio (dir.), Diccionario de Pastoral Vocacional (Nueva Alianza 2000), Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005, 764773. 2

Buenas introduciones a estos tres libros, a cargo de Mercedes Navarro Puerto, se encuentran en A. González Madrid et al., Historia, Narrativa, Apocalíptica (Introducción al estudio de la Biblia 3b), Estella (Navarra): Verbo Divino, 2000.

sublimes, de elevados pensamientos y conducta irreprochable; personajes modélicos que nada tienen que ver con los comunes mortales, pues mantienen el listón muy alto, tan alto que se hace inalcanzable. Pues bien, esa es una visión bastante frecuente pero equivocada de la Biblia. Los relatos bíblicos no pertenecen al género de la mitología sino que, al contrario, se caracterizan por su gran humanidad y realismo. Hombres y mujeres que viven y trabajan, aman y luchan, rezan y sueñan, nacen y mueren como nosotros. Esos son los personajes de la Biblia. En sus historias aflora la vida en todas sus dimensiones, aquellas positivas (amor, alianza, amistad, perdón…) y también aquellas negativas (odio, venganza, violencia, guerra…). No todos los personajes son ejemplares, ni tampoco todos son malvados. Los hay bondadosos y ruines, los hay sinceros y embaucadores, …. Es más, un mismo personaje puede ser capaz de acciones encomiables y reprobables, igual que ocurre en la vida real. En la Biblia el bien y el mal aparecen en una tensión constante y el ser humano es quien decide. Ilustro lo dicho con algunos ejemplos concretos3. El libro del Génesis contiene algunas escenas de engaño, mentira y vileza que escandalizan a los lectores de todos los tiempos. Patriarcas como Abrahán e Isaac mienten deliberadamente con tal de salir victoriosos de algunas situaciones peligrosas. Así, no dudan en hacer pasar a sus esposas por sus hermanas, exponiéndolas a los ultrajes de los extranjeros quienes de paso consiguen suculentas ganancias (Gn 12,10-20; 20,1-18; 26,6-11). Jacob engaña dos veces a su hermano Esaú en el famoso episodio del plato de lentejas y el derecho a la primogenitura, y luego robando la bendición de su padre (Gn 25,24-34; 27,1–28,9). Antes de reconciliarse con sus hermanos, José los trata con una dureza difícil de comprender y justificar (Gn 42,7.17.19.24b; 44,17). Podríamos añadir otros ejemplos de figuras poco virtuosas como el juez Sansón, el rey David o su hijo Salomón, cuyas flaquezas humanas han inspirado numerosas obras de arte. ¿Y qué decir de nuestra protagonista, la reina Ester, una joven hebrea, bella y talentosa, que no duda en usar sus encantos femeninos para embaucar a su marido, el rey Asuero, y que al final del libro se hace cómplice del masacre de los enemigos decretado por su primo Mardoqueo? ¿Es el suyo un comportamiento ejemplar? ¿Podemos considerar a Ester una reina ejemplar? Esta es la provocación de la que antes les hablaba. 3

Cf. N. Calduch-Benages, “Le pagine ‘oscure’ della Bibbia”, en C. Aparicio Valls – S. Pié-Ninot (ed.), Commento alla Verbum Domini. In memoria di P. Donath Hercsick, S.I. (Theologia 4), Roma: GBPress, 2011, 85-94, esp. 90.

2

2. LA HISTORIA DE ESTER Y SU CONTEXTO Ambientada en la corte del rey Asuero (identificado con Jerjes I, que gobernó el imperio persa entre los años 485 y 465 a.C.), la historia de Ester fue escrita probablemente alrededor de la segunda mitad del siglo II a.C. por un judío culto e ilustrado de la diáspora4. No se trata de una obra histórica sino de ficción, lo que en términos modernos llamaríamos una novela5. Su objetivo –una cuestión muy debatida por los estudiosos– podría ser doble. Por un lado, reforzar una visión positiva de la identidad judía, de la resistencia y seguridad en sí mismo en un contexto de dominación extranjera. Por otro, justificar históricamente la fiesta religiosa de los Purim, que en hebreo significa “suertes”6. Se refiere a las suertes que echó Amán para determinar el mes y el día que se había de ejecutar el exterminio de los judíos (cf. Est 3,7). Es la más desenfadada y divertida del calendario hebreo (una especie de carnaval), que se sigue celebrando entre los judíos y durante la cual se lee el libro de Ester en la sinagoga. La fiesta recuerda la victoria sobre los persas, los malvados enemigos de Israel, y la protección de Dios que en cualquier momento puede cambiar la suerte en favor de su pueblo. El autor de 2 Mac 15 la recuerda como “el día de Mardoqueo”. Recordemos, ahora, la historia.La esposa de Asuero, Vasti, se rebela contra su esposo y es destituida como reina. Empieza entonces la búsqueda de otra esposa para el monarca. Entre las muchas doncellas que le presentaron, Asuero eligió a Ester para que fuera reina. Ester era una sobrina huérfana que Mardoqueo, un judío de los deportados en tiempos de Nabucodonosor, había adoptado como hija. Por aquel entonces un tal Amán fue elevado de categoría entre los dignatarios del rey. Todos los presentes, menos Mardoqueo, se postraban a su paso cuando entraba en el palacio real, por lo que Amán se indignó contra él; al enterarse de que Mardoqueo era de raza judía dictó un decreto para que todos los judíos fueran ejecutados. Cuando Mardoqueo tuvo noticia de ello, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se puso ceniza en la cabeza en señal de dolor y tristeza. Después pidió a un eunuco de palacio que llevara a Ester una copia del decreto de Amán, rogándole que invocara al Señor e intercediera ante el rey a favor de su pueblo. 4

J. Campos Santiago, “Ambiente socio-cultural del libro de Ester”, Reseña Bíblica 56 (2007) 5-12. 5

D. Ruiz López, “El libro de Ester, desde el punto de vista literario”, Reseña Bíblica 56 (2007) 17-32. 6

Cf. M. Pérez Fernández, “La fiesta judía de Purim”, Reseña Bíblica 56 (2007) 13-16.

3

Ahora bien, aun siendo la reina, Ester no podía presentarse ante el rey sin ser convocada por él. Pero, después de tres días de oración y ayuno, vistió sus mejores galas y se atrevió a presentarse ante Asuero. El rey al verla llegar a donde él despachaba asuntos, quedó embelesado por su hermosura y le preguntó qué deseaba. Ester le dijo que ella había venido para invitarle al banquete que había preparado para él y Amán, a lo que el rey accedió gustoso. Durante el banquete, y para mostrar su satisfacción, Asuero le dijo a Ester que le pidiera lo que más deseara, que se lo concedería inmediatamente fuera lo que fuera. Ester habló y le pidió por su propia vida, como judía que era, y por la vida de su pueblo, ya que estaban condenados al exterminio por orden de Amán. Asuero, al enterarse de ello (pues no sabía nada del edicto), montó en cólera y furioso ordenó la muerte de Amán, que fue ejecutado en la misma horca que éste había mandado alzar para Mardoqueo. Inmediatamente se despacharon mensajeros a todas las provincias para que comunicaran la anulación del decreto de Amán por lo que la angustia y terror reinantes se convirtieron en júbilo y alegría. Siguió la aprobación de un nuevo decreto (firmado por el rey, pero redactado según las instrucciones de Mardoqueo), en el que los judíos eran autorizados a vengarse de sus enemigos. Así pues, el día que tenía que haber sido de la destrucción se convirtió en el día de la venganza, pues los judíos pasaron a cuchillo a todos sus enemigos. Ante lo ocurrido, Ester hace una nueva petición al rey: que el decreto se aplique también a los judíos de Susa y que cuelguen los cuerpos de los diez hijos de Amán. El libro termina con un resumen de los sucedidos (Est 9,16-32) y su relación con la fiesta de los Purim.

3. ESTER, LA PROTAGONISTA DE LA HISTORIA Como bien dice Susan Niditch, el libro de Ester puede considerarse como un cuento de Cenicienta, en el que los personajes principales son colosales y también hiperbólicos: la belleza y sabiduría de Ester incomparables; la villanía de Amán, extraordinaria; la necedad de Asuero, innegable y la bondad de Mardoqueo ejemplar7 . Ahora bien, centrémonos en la auténtica heroína de la historia. Aunque parezca increíble, el personaje de Ester ha suscitado una encendida polémica entre los autores, los cuales 7

Cf. S. Niditch, “Interpretando Ester: categorías, contextos y ambigüedades creativas”, en N. Calduch-Benages – C.M. Maier (ed.), Los Escritos y otros libros sapienciales (La Biblia y las Mujeres. La Biblia Hebrea [Antiguo Testamento] 3), Estella (Navarra): Verbo Divino, 2013, 265.

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mantienen opiniones muy contrastantes. Algunos consideran a Ester desde una perspectiva totalmente negativa: exenta de cualidades o virtudes. Débil, inmoral, areligiosa, egoísta, obediente solo por necesidad, manipuladora y embaucadora, una mujer que utilizando sus encantos femeninos no hace sino confirmar el sistema patriarcal reinante. Otros, en cambio, muestran por Ester una gran simpatía y le reconocen más cualidades que defectos. La consideran un personaje completo, bien desarrollado, que consigue atraer la atención de los lectores. Destacan su sabiduría, valentía, generosidad, espíritu de sacrificio, iniciativa, ingenio y autoridad. Esta disparidad de ideas respecto a Ester se complicaría todavía más si en lugar de centrarnos solamente en el texto hebreo (esta es nuestra opción) también tomáramos en consideración las adiciones griegas de la Septuaginta y del texto Alfa o luciánico que contienen 107 versos que no tienen paralelo en el texto hebreo. Basándose en estos tres textos, en 1995 Linda Day escribió un famoso libro titulado Three Faces of a Queen8. Antes de dar nuestro juicio, vamos a profundizar en algunos aspectos que pueden resultar iluminantes para nuestra presentación. En algunos momentos ilustraremos nuestro comentario con fragmentos de la famosa tragicomedia en tres actos de Félix Lope de Vega que lleva por título La hermosa Ester o también La bella Ester, La horca para su dueño y La soberbia de Amán y humildad de Mardoqueo escrita en 1610 según consta en el manuscrito autógrafo que se conserva en la Biblioteca Británica, fechado el 5 de abril del citado año9.

3.1 Ester, sustituta de Vasti

El libro de Ester no empieza con la historia de su protagonista sino con la de su antecesora, la reina Vasti. Mientras su marido, el rey Asuero, ofrecía un banquete a todos los jefes, cortesanos y colaboradores suyos, la reina Vasti ofrecía otro banquete a las mujeres en el mismo palacio. Bajo los efectos del vino, Asuero manda nada menos que a siete eunucos que vayan a buscar a la reina adornada con la corona real para que sus invitados pudieran admirar la extraordinaria hermosura de su mujer (y de paso la

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L. Day, Three Faces of a Queen. Characterization in the Books of Esther (JSOTSup 186), Sheffield: Academic Press, 1995. 9

Cf. Lope de Vega, La hermosa Ester; edición y estudio preliminar del...Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999.

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suntuosidad de la corona!). Para estupor de los enviados, Vasti se niega a obedecer la orden del rey. Escuchemos las palabras que el soldado Setar dirige al rey Asuero en la comedia de Lope de Vega: A la Reina mi señora dije tu mandato y gusto, y responde que no es justo que eso le mandes agora; que ella está allá con sus damas, con debida honestidad, y que a toda una ciudad no has de enseñar lo que amas; finalmente, da a entender que el convite te ha dejado con poco seso10. La reacción de la reina rebelde escandaliza a todos, incluidos los sabios a quienes consulta Asuero, pues temen que su ejemplo cunda por todo el imperio y las mujeres acaben perdiendo el respeto por sus maridos. El castigo ante tamaña ofensa no tarda mucho en llegar. Se promulgó el siguiente decreto: “Vasti no volverá a presentarse ante el rey y el rey concederá el título de reina a otra mujer más digna que ella” (Est 1,19). No solo Vasti fue destituida sino que además Asuero mandó cartas a todas las provincias del reino “ordenando que fuera el marido quien mandara en su casa” (Est 1,22). La reina rebelde que, desafiando a su marido, se negó a exhibirse como un objeto de deseo, desparece de la escena para dar paso a su sucesora, una joven hebrea llamada Ester. Esta, en cambio, se ajusta al patrón de una joven hermosa, sumisa, dependiente y obediente que no parece vaya a tomar iniciativa alguna y mucho menos a oponerse a los deseos de su marido. Esta pasividad aparente de Ester se transformará de manera radical a partir del cap. 4, donde por primera vez, consternada por el decreto de Amán, actúa abiertamente como judía, identidad que hasta entonces había ocultado. Emprende un ayuno de tres días para prepararse al combate y pide a sus correligionarios que hagan lo mismo. Algo ha cambiado, ya no es Mardoqueo que da órdenes a Ester sino Ester que da órdenes a su tío: “Mardoqueo se fue y cumplió lo que Ester le había indicado” (Est 4,17).

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Lope de Vega, La hermosa Ester, Acto primero, versos 157-167.

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3.2 Ester y su estrategia La guerra no se reduce al enfrentamiento directo en el campo de batalla. Otra forma de luchar contra el enemigo es utilizar las tácticas de guerrilla, o sea, estrategias basadas en la astucia, la sorpresa y el engaño. La Biblia narra muchas victorias ganadas via trickery, cuyos protagonistas son indistintamente varones o mujeres. El libro de Ester, como el de Judit, y como las historias de Débora/Yael o Sansón contra los filisteos responden a la ideología del tricksterism11. Según esta ideología, los héroes y heroínas son personas marginadas política y culturalmente que, gracias a su ingenioso uso del engaño, consiguen eliminar a los que atentaban contra su vida, lo que al final redunda en bien no sólo para ellas sino también para el pueblo. Si bien es cierto que Ester no se encuentra totalmente al margen del poder, pues a pesar de su humilde origen ha llegado a ser reina, utiliza su posición para manipular al rey y conseguir su objetivo. Para ello, no se rebela contra el sistema que la ampara – sólo hasta cierto punto – sino que planea y realiza sus operaciones desde dentro, colaborando en cierto modo con quien ostenta el poder12. Su estrategia “militar” es muy sutil: consiste en seducir al enemigo por medio de la belleza y la habilidad retórica. Éstas son sus armas, las armas que le acarrearán la victoria. a) La belleza Ya en las primeras páginas del libro, sobresale la belleza de la protagonista. “La muchacha era hermosa y de buen parecer”, señala el narrador en 2,7 después de mencionar el parentesco entre Mardoqueo (tío) y Ester (sobrina). Desde el primer momento, al eunuco Egeo, guardián de las mujeres, le gustó (lit.: “le pareció bien a sus ojos”) la muchacha; le agradó (lit.: “halló gracia ante él”), insiste el texto en 2,9. Tanto es así que pone a disposición de Ester todos los recursos para que consiga ser la favorita del rey: los mejores cosméticos, la mejor comida, las mejores criadas, la parte mejor del 11

Cf. al respecto, J.C. Exum – J.W.H. Bos (ed.), Semeia 42 (1988); S. Niditch, War in the Hebrew Bible: A Study in the Ethics of Violence, New York – Oxford, Oxford University Press, 1993, 106-122, esp. 119-122 y T.S. Laniak, Shame and Honor in the Book of Esther (SBL.DS 165), Atlanta, GA: Scholars Press, 1998, 149-152. 12

Cf. Niditch, War in the Hebrew Bible, 122; S. White Crawford, “Esther. A Feminine Model for Jewish Diaspora”, en P.L. Day (ed.), Gender and Difference in Ancient Israel, Minneapolis: Fortress Press, 1989, 161-177, aquí 173.

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harén13. Los cuidados del eunuco surtieron efecto, pues Ester “se ganaba a cuantos la veían” (lit.: “hallaba gracia a los ojos de todos los que la veían”, 2,15) y, por supuesto, se ganó también al rey, quien se enamoró de ella y la prefirió (lit.: “halló ante él gracia y favor más que todas…”, 2,17) a todas las doncellas. Escuchemos a Asuero en la Hermosa Ester: Por el supremo Dios que rige el suelo, hermosísima Ester, que no pensara que se pudiera hallar fuera del cielo de hermosura y de luz fénix tan rara; das en mirarte celestial consuelo; toda memoria en tu belleza para; que cual huye del sol la noche escura, huye el ajeno amor de tu hermosura14. Llegado el momento oportuno, Ester se acicaló con esmero antes de presentarse ante el rey, sabiendo que con su actuación se jugaba la vida, pues nadie podía acercarse al rey por propia iniciativa so pena de muerte. Se vistió con sus vestidos reales y aunque el texto sea parco en detalles, suponemos que también se adornó con sus mejores joyas y perfumes como corresponde a una reina. Ester se preparaba, pues, para impresionar y seducir a su marido con sus extraordinarios encantos. Ciertamente la estrategia tuvo éxito, porque el rey, al verla, “la miró complacido” (lit.: “ella consiguió el favor de sus ojos”, 5,2) y extendió hacia ella el cetro de oro que sujetaba en su mano para que lo tocara. Así pues, el arma de la belleza, la misma que Judit había utilizado para conquistar a Holofernes, funcionó perfectamente también en esta ocasión. Ahora bien, el poder de seducción de Ester no deriva solamente de sus encantos femeninos sino que pasa también a través de los banquetes. En el libro abundan los banquetes (el término hebreo mishteh, banquete, aparece 20x): los cuatro primeros son organizados por el rey Asuero y los otros dos por Ester15. La estrategia de conquistar al enemigo ofreciéndole suculentos manjares y buen vino también la utilizaron otras mujeres bíblicas como Judit con Holofernes y Yael con Sísara16, aunque en este último 13

J. Vílchez, Rut y Ester (NBE. Narraciones II), Estella (Navarra): Verbo Divino, 1998, 250. 14

Lope de Vega, La hermosa Ester, Acto primero, versos 894-901.

15

Para un análisis de los banquetes, cf. A. Bach, Women, Seduction, and Betrayal in Biblical Narrative, Cambridge, University Press, 1997, 194-200. 16

Cf. S. Niditch, “Eroticism and Death in the Tale of Jael”, en P.L. Day (ed.), Gender and Difference in Ancient Israel, 43-57.

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caso no se trató ciertamente de un banquete propiamente dicho! En todos estos textos, la comida es utilizada como un arma de seducción más que como una celebración. El primer banquete en honor del rey se celebra con Amán como único invitado. En el momento del brindis, al final de la comida, cuando todos están satisfechos y eufóricos, Ester le propone al rey un segundo banquete en honor suyo y de Amán. Allí la narración alcanzará su más alto clímax cuando Ester señala a Amán como el autor de la conspiración contra los judíos (7,6). Una vez descubierto el culpable, asistimos a una escena que evoca lo que sucedió en casa de Jéber el quenita después de la batalla entre los israelitas capitaneados por Sísara y el ejército del rey Yabín: el asesinato de Sísara en manos de Yael (Jue 4,17-22). Así como Sísara confió en la hospitalidad de Yael, Amán confió en la misericordia de Ester; así como Sísara cayó muerto entre los pies de Yael, Amán cayó muerto de miedo a los pies de Ester17. En ambos casos el enemigo no sólo es derrotado sino también deshonrado por el ingenio y el poder de seducción de una mujer. En el episodio de los Jueces la deshonra es explícitamente mencionada por el narrador: “Así humilló Dios aquel día a Yabín, rey de Canaán ante los israelitas” (Jue 4,23) y en nuestro texto se hace manifiesta en el gesto del rey Asuero: “Aquel día el rey Asuero entregó a la reina Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos” (8,1).

b) La habilidad retórica

La victoria de Ester se debe también a su dominio del lenguaje. Al igual que Judit, a Ester le complace jugar verbalmente con el enemigo. Así, en el primer banquete utiliza expresiones típicas del lenguaje de corte como, “si le parece bien al rey” (5,4.8) o “si he hallado gracia a los ojos del rey” (5,8) con las que muy sutilmente intenta captar la benevolencia de su esposo, ya predispuesto a su favor a causa de su hermosa presencia. En lugar de revelarle inmediatamente su deseo, Ester le invita a un segundo banquete y le promete que en esa ocasión le comunicará su petición. Con esta espera crece la tensión dramática y aumenta la intriga. Así se expresa Asuero en la comedia de Lope de Vega: ¿Qué quieres? ¿A qué has venido? ¿Quieres algo? Pide, Ester: 17

Seguimos aquí el texto griego (Alfa), pues el hebreo es pretendidamente equívoco: “Amán estaba inclinado sobre el diván donde se recostaba Ester”.

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pide a un Rey que no ha tenido desde que te vio, querer más que de haberte querido; no temas, que tardas más en pedir que en concederte18. Al día siguiente, a la hora del brindis, el rey se adelanta impaciente a la petición de Ester y, embelesado por su belleza, le ofrece la mitad de su reino19. La respuesta de Ester pone al descubierto los sentimientos de su corazón dando muestra de su sabiduría y arte retórica. Dos frases condicionales, prácticamente idénticas a las pronunciadas en 5,4.8, preparan su discurso a modo de introducción: “Si he hallado gracia ante tus ojos, oh rey” y “si al rey le parece bien” (7,3). La manera en que Ester formula su petición deja entrever un peligro de muerte inminente para ella y su pueblo (“concédeme la vida y la vida de mi pueblo”), lo que a la fuerza debió de turbar al rey. Acto seguido ella se refiere al decreto de exterminio que Amán había hecho circular por todo el imperio citando sus mismas palabras (“yo y mi pueblo hemos sido vendidos para el exterminio, la matanza y la destrucción”) y concluye con una frase sorprendente: “Si hubiéramos sido vendidos como esclavos, me habría callado, ya que esa desgracia no supondría daño para el rey” (7,4). De ella se deduce que Ester se ha decidido a hablar movida por una sola preocupación: evitar un daño irreparable al rey, lo cual inmediatamente inclinó la balanza en su favor. En el capítulo 8, después del nombramiento de Mardoqueo como gran visir del rey, Ester pronuncia su segundo discurso, “a little masterpiece of psychology and rhetoric”20 acompañada de lágrimas y sollozos a los pies del rey. Esta vez la petición es muy delicada, pues se trata de revocar el decreto real sobre el exterminio de los judíos. Por eso, haciendo gala de sus dotes oratorias, Ester empieza su discurso con cuatro frases condicionales que son una auténtica captatio benevolentia (8,5). Las dos primeras remiten a las previas intervenciones de la reina (5,4.8; 7,3); no así las otras dos, creadas para esta ocasión, que apelan a la responsabilidad del rey (“si la cosa le parece justa al rey”) y a su relación personal con él (“si yo misma soy grata a sus 18

Lope de Vega, La hermosa Ester, Acto segundo, versos 772-778.

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Salomé, la hija de Herodías, recibe la misma oferta de parte del rey Herodes, cf. Mc 6,22-23. 20

D.J.A. Clines, The Esther Scroll. The Story of the Story (JSOTSup 30), Sheffield: JSOT Press, 1984, 102 y White Crawford, “Esther. A Feminine Model for Jewish Diaspora”, en P.L. DAY (ed.), Gender and Difference in Ancient Israel, 173.

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ojos”). Estas dos condiciones, en realidad, son las causas que justifican la petición de Ester. ¿Cómo podría el rey negarse a anular los planes perversos de Amán – Ester no menciona en ningún momento la palabra “decreto” – que pretendían acabar con la vida de su esposa a la que él tanto ama? En ese momento Ester se juega lo que Clines ha llamado su mejor carta21: “¿Cómo podré ver la desgracia que sobrevendrá a mi pueblo y cómo podré ver la destrucción de mi familia?” (8,6). La fuerte carga emotiva de estas palabras toca el corazón del rey quien concede a Ester y Mardoqueo carta blanca para que escriban lo que quieran sobre los judíos en su nombre y lo sellen con su sello (8,8). Ester no es la única mujer bíblica que utiliza el arma del lenguaje para conseguir su objetivo. Lo mismo hizo Judit para vencer a Holofernes y lo mismo hicieron las mujeres sabias de Tekoa y Abel para salir victoriosas de sus respectivas intervenciones ante el rey David y su general Joab (cf. 2Sam 14; 20).

3.3 Ester y su sabiduría

La figura de Ester está emparentada con otros personajes bíblicos que se distinguen por su sabiduría. Nos referimos en primer lugar a José, cuya historia es narrada en los capítulos 36–50 del Génesis. Allí conocemos los avatares de José, un pobre judío vendido como esclavo por sus mismos hermanos a los egipcios. Al principio José vive una situación parecida a la de Ester. José es un pobre judío a quien sus propios hermanos, sin ningún escrúpulo, venden como esclavo a los judíos. Gracias a la protección del Señor llega a ser administrador en casa de su amo Putifar, cortesano del faraón y jefe de la guardia, quien confía plenamente en él. Por desgracia, a causa de un incidente provocado por la mujer de su amo, acaba en la cárcel. También Ester es una pobre judía, además huérfana, que acaba encerrada en el harén del rey Asuero esperando el resultado de la competición para la que se está preparando. José tenía buen tipo y hermoso semblante y la belleza de Ester era inigualable. Basta decir que ganó sin dificultad el concurso de belleza organizado para encontrar una digna sustituta a Vasti, la reina repudiada. Ambos utilizan su belleza natural para conseguir su objetivo: José para salvar de hambre a su pueblo, Ester para rescatarlo de la muerte. Así pues, podríamos aventurar que el autor del libro de Ester 21

Clines, The Esther Scroll, 102: “She is her own trump card, and she plays it gallantly”.

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hace una especie de adaptación de la historia de José en femenino, eliminando todos los motivos teológicos que, dicho sea de paso, son retomados por las versiones griegas. Como muy bien dice Isabel Gómez-Acebo: “Si el hijo de Jacob tenía unos poderes sobrenaturales que le permitían interpretar los sueños, Ester sólo cuenta en el TM [texto masorético] con sus cualidades humanas”22. La historia de Ester también se parece a la de Judit23. Voy a señalar sus principales puntos en común. Ester y Judit entran en escena cuando Israel se ve amenazado por un gran peligro, ya sea el dominio del imperio asirio (en el caso de Judit) o de los persas (en el caso de Ester). Las dos heroínas, ambas muy hermosas, tienen que enfrentarse con un pagano poderoso (Holofernes y Asuero) para poder salvar a su pueblo de la destrucción. Ni a la una ni a la otra les cuesta ganarse el favor de las personas con las que tratan, ni tampoco concebir sin la ayuda de nadie un plan de acción efectivo para conseguir sus objetivos. Dos mujeres inteligentes que utilizan con sagacidad sus habilidades retóricas y su atractivo sexual para convencer al enemigo. Llevan a cabo su estrategia en un banquete, es decir, rodeadas de suculentos manjares y vino abundante, pues saben que el ambiente festivo juega a su favor. Ellas, sin embargo, hacen ayuno antes de ponerse en acción: Ester lo hace antes de interceder ante Asuero por su pueblo y Judit antes de degollar a Holofernes en la tienda. Gracias a su actuación se revierten los papeles entre vencedores y vencidos y sus acciones son recordadas de generación en generación. La actuación de Ester nos recuerda también la actuación de las mujeres sabias de Tekoa y Abel, cuyos nombres desconocemos (cf. 2Sam 14,1-24 y 20,14-22 respectivamente)24. No destacan por su belleza física, ni por su condición social, ni por su destreza manual, sino por su sabiduría, cualidad que les permite resolver con ingenio las más intrincadas situaciones.

22

I. Gómez-Acebo, “Personajes femeninos en los libros de Ester”, Reseña Bíblica 56 (2007) 33-40, aquí 34. 23

Para una comparación entre los dos libros, cf. S. White Crawford, “Esther and Judith: Contrast in Character”, en S. White Crawford – L.J. Greenspoon (ed.), The Book of Esther in Modern Research (JSOT.SS 380), London - New York: T & T Clark International, 2003, 61-76; y para una comparación entre las protagonistas, cf. Day, Three Faces of a Queen, esp. 223. 24

Cf. N. Calduch-Benages, “Las mujeres sabias (2 Sam 14; 20)”, Reseña Bíblica 14 (1997) 15-22.

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Ambas actúan en un contexto de extrema violencia, donde los varones entablan una feroz lucha para conseguir el poder a toda costa y el cuerpo de la mujer sirve de escenario privilegiado para reconocer al vencedor. No obstante este clima de agresividad, las mujeres sabias trabajan activa y eficazmente para salvaguardar la paz y la vida de sus gentes, valores éstos que están muy por encima de las ansias desenfrenadas de poder. En lugar de sacar provecho para sí mismas, ponen su profesionalidad al servicio del bien común con una valentía y libertad impresionantes. Desafiando con la palabra a hombres poderosos (el rey David, el general Joab), arriesgan su vida para salvar la vida de los suyos, haciendo uso de su competencia y autoridad. 5. CONCLUSIÓN Retomando la pregunta inicial, ¿podemos hablar de ejemplaridad respecto al personaje de Ester? ¿La podemos considerar como recita el título “una reina ejemplar”? ¿Cómo evaluamos sus decisiones, su modo de actuar, sus estrategias, sus discursos? Si hay algo que este relato, como tantos otros de la Biblia, pone de manifiesto es que leer la historias bíblicas buscando modelos de comportamiento puede ser frustrante para el lector. Ante esta situación se impone, pues, aplicar otro tipo de hermenéutica. Una hermenéutica que contemple la Biblia, incluidas sus páginas oscuras, en cuanto obra literaria que transmite un mensaje religioso capaz de incidir en nuestra vidas, a pesar de todos los impedimentos y dificultades. Si contemplamos la Biblia desde una perspectiva literaria, descubriremos que los protagonistas de la historia de Israel no son personajes mitológicos o angélicos, inmaculados y exentos de imperfección. Todo lo contrario, son gente común, parte del pueblo y viven los dramas propios de la existencia humana. A pesar de sus debilidades y errores, los antepasados y antepasadas de Israel son memoria viviente del pasado y símbolo de su identidad25. Somos nosotros, los lectores, quienes debemos sacar nuestras conclusiones. Pienso que muchos lectores tendrán reparos en aprobar la estrategia de Ester (en cierta manera deshonesta respecto a Asuero), el uso que hace de sus encantos femeninos (es consciente de que ante su belleza el rey queda desarmado) o la crueldad de su última petición al rey (quiere que los judíos dispongan de un día más para acabar con sus 25

Cf. N. Calduch-Benages, “Le pagine ‘oscure’ della Bibbia”, 91-93.

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enemigos y que se cuelguen en la horca los cadáveres de los diez hijos de Amán). Ahora bien, por otro lado, Ester aparece como una mujer fuerte y equilibrada, capaz de hacer opciones libres y responsables en unas circunstancias tremendamente difíciles. Opta por actuar a favor de su pueblo y de su identidad religiosa, aunque eso implique poner en riesgo su propia vida y su prestigio en cuanto reina. En palabras de André Wénin y Camille Focant, “asumiendo con valentía sus responsabilidades, [Ester] pone en juego su vida. Ante sus ojos, la vida de los demás tiene más valor que la propia. En ella, solidaridad y valentía pasan por encima del miedo, y quizás también la confianza en una salvación proveniente de ‘otro lugar’. En esto radica la grandeza de Ester” 26 . Y podríamos añadir “en esto radica su ejemplaridad”. Escuchemos como colofón las palabras del rey Asuero en la comedia de Lope de Vega: Hoy salva a Israel la divina Ester. hoy, Ester dichosa, figura sagrada de otra Ester guardada para ser esposa, más pura y hermosa, de más alto Rey. Hoy salva a Israel la divina Ester27.

26

A. Wénin – C. Focant, La donna, la vita. Ritratti femminili della Bibbia (Itinerari), Bologna: Edizioni Dehoniane, 2008, 101. 27

Lope de Vega, La hermosa Ester, Acto tercero, versos, 892-901.

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