La formación por competencias y La calidad de la educación

13 La formación por competencias y La calidad de la educación Entrevista al Ph. D. Sergio Tobón Tobón Realizada por Gloria Aldana de Becerra1 y José

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La formación por competencias y La calidad de la educación Entrevista al Ph. D. Sergio Tobón Tobón Realizada por Gloria Aldana de Becerra1 y José Raul Ruiz2

Sergio Tobón Tobón es psicólogo, doctor de la Universidad Complutense de Madrid en Modelos Educativos y Políticas Culturales en la Sociedad del Conocimiento, con estudios postdoctorado en competencias de los docentes universitarios en esta misma universidad. Es asesor de diferentes universidades colombianas y extranjeras en la implementación de la formación basada en competencias, así como en gestión de la calidad, acreditación y políticas de investigación. Es autor y coautor de 15 libros sobre competencias, formación y calidad de vida y de múltiples artículos científicos sobre estos mismos temas. Ha sido conferencista en más de 370 congresos y eventos académicos en 17 países de Iberoamérica. Actualmente, se desempeña como asesor de varias universidades de Colombia, México, Perú y Chile. También es fundador y presidente del Instituto CIFE (www.cife.ws), un centro de investigación y de altos estudios en educación, calidad de vida, gestión del talento humano y administración de empresas.

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Maestrante en Educación y Desarrollo Humano, [email protected]. M.S.c. en educación.

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Gloria Marlen Aldana de Becerra y José Raúl Ruiz

Gloria Marlen Aldana de Becerra y José Raúl Ruiz: El concepto competencias es polisémico. Ha sido abordado desde diferentes enfoque teóricos, entre los cuales se cuentan: la lingüística de Noam Chomsky, la psicología cultural de Lev Semenovich Vigotsky, y el enfoque conductual de Burrhus Frederic Skinner. Para Chomsky, la competencia es una estructura mental implícita y genéticamente determinada, que se activa en la acción específica; Vigotsky, asume las competencias como acciones situadas, en las cuales intervienen aspectos como el aprendizaje y el contexto, donde la cultura juega un papel importante. Skinner, por su parte, plantea que la competencia consiste en la identificación de atributos causalmente relacionados con el desempeño eficiente de las personas frente a un estándar normalizado; en esta última postura cuentan tanto las condiciones de las personas como el entorno socio laboral; para lo cual, vale la pena recordar que, por lo menos en forma reciente, el concepto de competencias se ha relacionado con el campo organizacional. Sergio Tobón: Es importante diferenciar cuatro aspectos en las competencias: el término, el concepto, los enfoques y el currículo. El término “competencias” tiene una larga historia y no es nuevo. En español viene del latín “competentĭa” (competente), que significa lo que le incumbe o corresponde hacer a una persona con idoneidad. En la Grecia Antigua, el término empleado era “Ikanotis”, para dar cuenta de la idoneidad, mientras que el término “agon” era para describir la rivalidad o competitividad. La Real Academia Española de la Lengua ha comprendido esto y establece dos líneas diferentes de significación de las competencias: por un lado, las competencias como referencia a la idoneidad integral y a la incumbencia, y por el otro, la significación de la rivalidad (competir). Así, pues, el término “competencias” no tiene en su estructura la competición, como tantas veces se señala por parte de los críticos. Como concepto, las competencias tienen cuatro momentos relevantes en su construcción. El primer momento, es la elaboración de sus bases por

pedagogos e investigadores en el siglo XIX y primeras décadas del XX (como por ejemplo, Montessori). El segundo momento, corresponde a las primeras elaboraciones teóricas aplicando explícitamente el concepto, como Chomsky en el área del lenguaje (décadas de los años 50 y 60) y McClelland en el ámbito de la psicología organizacional (década de los años 70). El tercer momento, es la aplicación del concepto en procesos organizacionales y educativos a finales de los años 80 y en los años 90. Y, por último, tenemos el cuarto momento, que es la articulación del concepto con lo social a través de las competencias ciudadanas a finales de los años 90 y su consolidación en la década del 2000. Yo no creo que el concepto de competencias venga del mundo laboral, como tantas veces se dice. Mi tesis es que el concepto de competencias se fue estableciendo con base en contribuciones de diversas fuentes que han tenido su aplicación tanto en las organizaciones como en la educación y en la sociedad. Y en todo ello ha influido la globalización, pero también la meta de tener una tierra patria, en la cual vivamos la unidad como seres humanos para encontrar soluciones conjuntas a los problemas y, a la vez, se respete la identidad de las comunidades (la diferencia). Respecto a los enfoques, esto se refiere a enfatizar en algunos elementos en la aplicación de las competencias. En este ámbito, hay muchos enfoques en todo el mundo, de los cuales resalto cuatro: el funcionalista (enfatiza en la descripción detallada de las actividades en las competencias), el conductual (se enfoca en las estrategias organizacionales), el constructivista (se centra en resolver problemas) y el socioformativo (asume la ética como la esencia de la idoneidad y de la actuación). En la práctica, los enfoques no se dan puros, sino que tienen ciertas combinaciones de acuerdo con su empleo. Finalmente, está el currículo, es decir, la puesta en acción de las competencias en los procesos formativos en una determinada institución educativa (con su equivalente organizacional en los procesos de los puestos de trabajo). En el currículo confluye el concepto de competencias con uno o varios enfoques para abordar los retos de una determinada filosofía institucional y del contexto social, económico, laboral y político.

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Aldana, G. M. y Ruiz, J. R.

Tobón, S.

A partir de la década de los 90s el concepto de competencias se hizo extensivo a la educación en algunos países, orientado principalmente a dos cosas: primero una efectiva inserción laboral y segundo a lograr empresas competitivas y, como consecuencia, alcanzar el desarrollo por parte de los países. En este orden de ideas, lo que se espera es que la educación contribuya a resolver los problemas sociales, pero éstos han ido en aumento, la violencia y la pobreza, por ejemplo, ¿cómo conciliar esta ambigüedad?

En mi opinión es precisamente la falta de empleo del concepto de competencias en la educación lo que está generando el énfasis en formar para la competitividad y para el mundo laboral. Un verdadero empleo de las competencias, tal y como está en las raíces del concepto, busca formar personas integrales que estén en condiciones de afrontar los diversos problemas del mundo, con base en valores humanos, como la responsabilidad, la honestidad, la integridad, la verdad, la justicia, etc. Se necesita que las instituciones educativas realmente se apropien del concepto de competencias y cambien la competitividad por la colaboración. Si esto se hace, entonces la educación va a contribuir a mejorar de forma significativa la calidad y condiciones de vida de las personas, en complemento de otras estrategias necesarias en el plano social.

Tobón, S. Las competencias buscan que los seres humanos desarrollen todo su potencial para actuar con idoneidad y ética ante los problemas, y si esto es así se esperaría tener impacto en los problemas sociales como la pobreza y la violencia. ¿Por qué esto no ha sucedido? Son varias las razones: primero, es relativamente poco tiempo el que se lleva implementando las competencias en todo el mundo. Segundo, aunque muchas instituciones educativas y organizaciones sociales y empresariales dicen que trabajan por competencias, esto no sucede en la práctica, debido a que siguen imperando los esquemas tradicionales. Tercero, los problemas sociales requieren de acciones integradas e integrales, que tengan como base la justicia social, los derechos y la inversión pública y privada. Si solamente se trabajan las competencias los resultados serán bajos. Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. Desde Michel Foucault, no es peligroso trasladar el concepto de competencias a la educación, en tanto que la formación por competencias se ha asumido como una estrategia para mantener la productividad y la competitividad económica, a cualquier costo? No estaríamos formando sujetos orientados solamente a potenciar al máximo su capital humano con la única finalidad de garantizar el empleo, de manera acrítica? Su proyecto de vida estaría básicamente centrado en el trabajo y en la obtención de bienes materiales?

Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. En el contexto de la globalización económica, la educación basada en competencias debe reunir, entre otros, las siguientes características: la formación ha de ser permanente y especializada; el sujeto debe adquirir capacidad para obtener información, para trabajar en equipo y para interactuar con pares, debe interiorizar los valores corporativos, con el fin de satisfacer las necesidades del sector productivo. Pero, al mismo tiempo, el mundo globalizado es cada vez más incierto, aparecen y desaparecen sistemas productivos, entonces la especialidad adquirida ya no aplicaría. Cómo entender esta situación? El costo de la movilidad del mercado recaería finalmente en las personas? Tobón, S. Yo creo que los cambios en la sociedad siempre han existido, sólo que hoy son más rápidos por mayores facilidades en la comunicación entre las personas. Las competencias son esenciales para generar y gestionar los procesos de cambio, como también para abordar los momentos de estabilidad. Creo que hay que buscar que las instituciones educativas preparen a las personas tanto para los momentos de estabilidad como para generar y administrar el cambio. Y esto mismo deberían hacer las organizaciones.

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Gloria Marlen Aldana de Becerra y José Raúl Ruiz

Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. En el ámbito de la globalización económica la educación se maneja con criterio de empresa, en el sentido de que produzca rentabilidad económica, entonces la calidad queda en entredicho, tanto desde el punto de vista de la formación por competencias como desde la formación disciplinar. De qué manera se puede afrontar este hecho? Tobón, S. Es cierto que con frecuencia la globalización económica piensa más en la rentabilidad inmediata y deja de lado la calidad. Sin embargo, esto sucede por la falta de visión de las organizaciones, ya que la calidad brinda estabilidad a largo plazo, aunque a corto plazo represente mayor inversión y menos ganancias. Las competencias son esenciales para gestionar la calidad porque se orientan a que las personas actúen con idoneidad y ética, y esto se traduce en servicios y productos más pertinentes a las necesidades humanas. Sin las competencias no es posible asegurar la calidad. Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. En el libro Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación, Ud. define las competencias como actuaciones integrales para identificar, interpretar, argumentar y resolver problemas del contexto con idoneidad, ética y mejoramiento continuo. ¿Qué significado tiene esa definición desde la teoría del pensamiento complejo de Edgar Morin?

realicen de forma plena, y, a su vez, contribuyan a mejorar el tejido social, fortalecer la economía, gestionar el equilibrio y la sostenibilidad del ambiente ecológico y, en general, promover una mejor calidad de vida en todos los ámbitos. 3) Toda competencia es un tejido, tal como propone Morin, y eso significa que son actuaciones que articulan de manera sistémica el saber ser, el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir. Esto implica que no hay competencias actitudinales, cognitivas, valóricas y afectivas, porque toda competencia integra estos procesos. En cambio, cuando no se sigue un pensamiento complejo, con frecuencia se llega a considerar cualquier acción o proceso humano como competencia. 4) Las competencias implican cambios en las estructuras educativas y organizacionales, y la única forma de hacerlo es cambiar la forma de pensar, tal y como lo propone de forma magistral Morin. ¿Por qué muchas instituciones educativas y organizaciones en el mundo dicen que trabajan por competencias y en realidad no lo hacen o hacen lo opuesto? Porque no han cambiado la forma de pensar. A lo mejor tienen un nuevo currículo o nuevas actividades en los puestos de trabajo, pero siguen con los esquemas tradicionales. Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. Entre las críticas que se le hacen a la educación por competencias se dice que la educación se orienta a lo laboral y que se descuida lo disciplinar y lo humano, ¿cuál es su opinión?

Tobón, S. Son varias las implicaciones de esta definición desde el pensamiento complejo: 1) Las competencias no se centran en tareas, como establece el funcionalismo, sino en problemas, y esto hace que estén más enfocadas en las dinámicas del contexto, en sus procesos de orden-desorden-reorganización. 2) Las competencias tampoco son conductas para que las organizaciones logren alcanzar sus metas, como propone el conductismo. Las competencias, desde el pensamiento complejo, son actuaciones para que las personas se

Tobón, S. Esas críticas vienen dadas por el desconocimiento del significado de las competencias y una mala aplicación de éstas. Las competencias no descuidan ni lo disciplinar ni los procesos humanos; por el contrario, fortalecen tales procesos y se enfocan mucho en cómo hacerlos realidad en la actuación. Esto es algo de lo cual carece en gran medida la educación tradicional enfocada en la memorización de contenidos. En las competencias las personas se forman de manera integral y luego se desempeñan en determinados campos, uno de los cuales es el laboral.

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Aldana, G. M. y Ruiz, J. R. Es posible incorporar el concepto de competencias a los sistemas educativos para generar desarrollo social tal como lo concibe Amartya Sen? Teniendo en cuenta que Sen refiere la importancia de potenciar el desarrollo las capacidades humanas, para que las personas puedan vivir la vida que deseen vivir, mediante el ejercicio de la libertad para decidir, cooperar y participar en política.

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Tobón, S. Las competencias posibilitan que las personas estructuren y fortalezcan su proyecto ético de vida, y, al hacerlo, se proyectan a mejorar el tejido social, contribuir al desarrollo económico, apoyar el desarrollo cultural y proteger el ambiente ecológico. De esta forma, es muy claro que cuando las personas desarrollan sus competencias, al mismo tiempo están contribuyendo a tener una mejor sociedad, por la articulación del saber ser con el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir.

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