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La función del mito de Job (Job, 1-42, Antiguo Testamento) en Mercy among the children (2000), de David Adams Richards Alejandra Portela Doctoranda en Literatura Comparada. Magíster en Linguística Aplicada. Profesora de Literatura Anglófona y de Literatura Comparada en la Facultad de Lenguas. Unversidad Nacional de Córdoba, Argentina
RESUMEN: El presente trabajo intenta mostrar cómo una cultura se introduce en otra y, como resultado, se amplía el sentido de la segunda. Una de las características que se observan en la novela canadiense Mercy among the children de David Adams Richards es que la historia de Job, del Antiguo Testamento, atraviesa toda la obra y adopta funciones particulares que dependen del texto al que se incorpora y del pre-texto o texto fuente de donde fue extraído (El Antiguo Testamento). Lo más importante aquí es la manera en que esto incide en el plano semántico.
PALABRAS-CLAVE: función – mito – Job - novela canadiense
RESUMO: O presente trabalho busca explicitar como uma cultura se introduz em outra e, como resulta, se amplia o sentido da segunda. Uma das características que se observa na novela canadense Mercy among the dhildren, de David Adams Richards, é que a história de Jó, do Antigo Testamento, atravessa toda a obra e adota funções particulares que dependem do texto em que se incorpora e do pré-texto ou texto fonte de onde foi extraído (O Antigo Testamento). O mais importante aquí é a maneira como isso ocorre no plano semántico.
PALAVRAS-CHAVE: função – mito – Jó – novela canadense
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I N T R O D U C C I ÓN El presente trabajo intenta mostrar cómo una cultura se introduce en otra y, como resultado, se amplía el sentido de la segunda. Una de las características que se observan en la novela canadiense Mercy among the children de David Adams Richards es que la historia de Job, del Antiguo Testamento, atraviesa toda la obra y adopta funciones particulares que dependen del texto al que se incorpora y del pre-texto o texto fuente de donde fue extraído (El Antiguo Testamento). Lo más importante aquí es la manera en que esto incide en el plano semántico. El acto de leer nos sumerge en una red de relaciones intertextuales, por lo que interpretar un texto consiste en desenredar significados del tejido de la escritura. El acto de lectura se convierte, entonces, en el proceso de traslación del lector entre diversos textos, y el significado se sitúa en el espacio que se crea entre un texto y todos los otros textos a los que éste se refiere y cuyos sentidos el lector activa. El texto se torna así, como lo expresa Barthes (1968), en un espacio de dimensiones múltiples en el cual “varias escrituras, ninguna de ellas original, se fusionan y se enfrentan” (1968, en Lodge 1988, p.170) o en “un tejido de citas” tomadas de diferentes culturas y relacionadas entre sí por medio del diálogo, la parodia o la polémica (170). En The pleasure of the text (1975), Barthes describe el intertexto como “un recuerdo circular”, como “la imposibilidad de vivir fuera del texto infinito”. Un texto, entonces, no es un sistema unificado y cerrado, sino un entrelazado o textura penetrada por innumerables discursos. La novela de Adams Richards constituye un ejemplo claro de este “tejido de citas” que se fusionan y dialogan entre sí. Entre los numerosos textos que resuenan en Mercy among the children, destacaré la presencia de la historia bíblica de Job. Los estudios sobre la relación entre mito y literatura en el siglo XX exploraron en sus comienzos el uso del mito en las obras de los representantes canónicos de la literatura de habla inglesa modernista: J. Joyce, T. S. Eliot, Ezra Pound y W. B. Yeats. Desde la postura de crítico literario, en su ensayo “Ulysses, Order and Myth” (1932), Eliot sostiene que el mito le permite a la literatura dar un paso adelante al hacer que el mundo moderno, caótico y en crisis, se materialice a través del arte. El mito, sostiene Eliot, es relevante a la literatura debido a que le otorga a la misma cierta significación universal. Tal posición concuerda con la de Frye (1982) quien, ya en la segunda mitad del siglo XX, afirma que el mito en la literatura se ha usado para incrementar o iluminar la conciencia que tenemos de nuestra condición humana. Otros teóricos (Vickery 1966; Brady 1999) coinciden en que el mito, al ser un tipo de narración polisémica, permite que se lo mantenga siempre vivo, abierto a nuevos significados e indefinidamente capaz de reescribirse o reinterpretarse. Si bien no se puede negar que el mito tiene funciones propias, también la
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literatura puede apropiarse de tales funciones o usar al mito para desarrollar otras funciones específicas de cada momento histórico-cultural. Una de las características que los críticos y teóricos literarios contemporáneos (White 1978; Barth 1984, 1995; Calinescu 1987; McHale 1987; Hutcheon 1985, 1988) señalan con relación a las literaturas de habla inglesa de la segunda mitad del siglo XX es una particular conexión con el pasado. Esta relación implica un diálogo que adopta distintas formas -parodia, sátira, re-creación, metaficción historiográfica, entre otras. Dicho diálogo tiene como objetivos cuestionar, desafiar, re-inventar o re-pensar el pasado. Una de esas formas de re-escritura consiste en reproducir mitos antiguos. Los estudios sobre el mito y su relación con la literatura presentan numerosos interrogantes: ¿desde qué perspectivas teóricas se puede definir el concepto de mito, ¿cuáles son los modos de reproducción del mito en la literatura contemporánea?, ¿qué mitos aparecen en las literaturas de habla inglesa y con qué finalidad?, ¿cómo detectamos aquellos mitos que recorren los textos literarios de manera implícita y que no pueden identificarse en una primera lectura?, ¿qué cadenas intertextuales se generan a partir del acto de lectura de un lector informado?, entre otros. Al intentar definir mito, concuerdo con Eliade (1963) quien manifiesta que es muy difícil encontrar una definición de mito que sea aceptada por los expertos en mitología y que a la vez pueda ser comprendida por los no especialistas. Tampoco se puede dar una definición única de mito, capaz de abarcar todos los tipos y funciones en todas las épocas y sociedades. La mayoría de los teóricos definen mito como una narración que cumple ciertas funciones específicas. Para dar sólo algunos ejemplos de definiciones, puedo citar a Eliade (1963, p.12) quien define al mito como la narración de una historia sagrada o acontecimiento que dio origen a una realidad determinada, sea ésta el universo en su totalidad, una especie, un comportamiento humano o una institución. Uno de los estudios más significativos sobre el mito es el del crítico canadiense Northrop Frye (1982, p. 32) quien afirma que mito significa, esencialmente, mythos, es decir “narrativa” u “orden secuencial de palabras”. A este primer significado del término, Frye lo complementa con un sentido secundario: los mitos son narraciones que pertenecen a una sociedad determinada y que cumplen funciones sociales específicas. Es decir, según Frye (1982, p. 33), los mitos “le cuentan a dicha sociedad lo que es importante, ya sea sobre sus dioses, sus leyes, o su estructura de clases”. Estas narraciones no son “verdaderas” pero sí son “sagradas” en el sentido de que poseen una importancia y seriedad especiales para cada sociedad en particular. Estas definiciones de mito contribuyen a delimitar las funciones del mismo. Los autores mencionados, en general, afirman que el mito es una necesidad humana que surge del deseo de imponer orden sobre nuestra existencia, tanto individual como comunitaria, y de transmitir o consolidar valores morales. Frye (1983)
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lo resume claramente cuando afirma que el mito tiene dos aspectos fundamentales y paralelos: como “narración” y como “programa de acción para una sociedad determinada”. (K O L A K O W S K I , 1972, p.12) enfatiza que el mito surge como una necesidad humana, y tal necesidad se manifiesta de tres maneras: como la necesidad de comprender el mundo de la experiencia, como la necesidad de creer en la perduración de los valores humanos y como la necesidad de ver el mundo como continuo y duradero. Es decir, el mito intenta explicar la contingencia del ser, enfrentar la indiferencia del mundo y superar la experiencia de la propia heterogeneidad. El uso de mitos antiguos –grecorromanos y judeocristianos- en las literaturas de habla inglesa de las últimas décadas del siglo XX y comienzos del siglo XXI responde además a la necesidad de entablar una relación dialógica con el pasado. Dicha relación se manifiesta en la presencia de relatos míticos como intertextos explícitos o implícitos que adoptan diversas formas al incorporarse a los textos centralizadores y que cumplen diversas funciones en las distintas literaturas. Las relaciones entre textos han sido tratadas específicamente por la teoría de la intertextualidad, término introducido por Julia Kristeva - en su artículo “Le mot, le dialogue et le roman” (1966)- quien afirma que un texto no constituye una unidad cerrada o autosuficiente sino que es un “mosaico de citas” (Kristeva, 1966). Además de figuras tan importantes de la crítica y teoría literaria como Julia Kristeva, Roland Barthes, Gerard Genette, y Laurent Jenny, el escritor norteamericano John Barth se ha referido en sus colecciones de ensayos críticos (The friday book, 1984 y Further fridays, 1995) y en sus novelas a una de las características esenciales de la ficción contemporánea: la recreación de textos pasados. En las primeras páginas de una de sus novelas, The last voyage of somebody the sailor (1991), Barth define poéticamente esta recreación de hechos: “A story first heard is like a virgin bride who so takes us with her freshness that we care nothing for her style. A good tale retold is a beloved wife or a long-prized lover whose art we relish because no novelty distracts us” (21).
A N ÁL I S I S El modelo de análisis que utilizaré para el estudio de los intertextos en la obra de Adams Richards consiste en seis categorías que sintetizan clasificaciones y nociones de varios estudiosos de la intertextualidad (Genette 1982; Hebel 1991; Jenny 1976; Plett 1991), aunque por razones de espacio, me referiré brevemente a sólo ciertos aspectos de este modelo, el cual incluye: 1 - Identificación de los componentes de la “gramática intertextual” (Plett 1991):
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intertexto (texto incorporado / insertado)
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texto de llegada (texto centralizador o texto en el que el intertexto se inserta)
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pre-texto (texto fuente de donde se desprende el intertexto)
2 - Análisis de la dimensión semántica del intertexto (área de referencia, aspectos espaciales y temporales, Hebel 1991): •
Estos aspectos ayudan a determinar el potencial de un intertexto para crear vínculos semánticos significativos entre el hipertexto y el texto fuente o pre-texto.
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Áreas de referencia: Las áreas incluyen categorías tales como literatura, historia, religión, política, educación, economía, ciencia, cultura popular, medios de comunicación, deportes, estudios bíblicos, mitos, entre otros. La identificación de estas áreas contribuye al estudio de las implicancias semánticas.
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Dimensiones espaciales y temporales: Estas categorías proveen información sobre los contextos de producción y recepción del pre-texto, sobre el contexto original del intertexto, y sobre las relaciones entre el anclaje témporo-espacial y los contextos del relato de ficción del texto de llegada y del intertexto.
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En lo que respecta a los componentes,
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El intertexto es el Libro de Job,
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el texto de llegada es Mercy among the children de David Adams Richards, y
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El pre-texto es el Antiguo Testamento, en especial la sección de Los Libros Sapienciales (además de los Proverbios, el libro de la Sabiduría, entre otros). Este pretexto es significativo ya que contextualiza la temática moral y religiosa del texto de llegada.
David Adams Richards nació en Newcastle, New Brunswick, en 1950 y vive en Toronto desde 1997. Entre sus obras puedo mencionar The coming of winter (1972), Nights below station street (1988), Evening snow will bring such peace (1990), y For those who hunt the Wounded Down (1993), Lines on the water (1998), River of the brokenhearted (2003). También ha escrito obras de teatro, poesía y guiones para cine. Entre las influencias literarias que Adams Richards reconoce están Thomas Hardy, Charles Dickens, and Fyodor Dostoyevsky, lo cual se manifiesta en el realismo de sus novelas y en el interés por las historias de familias de clase media baja, trabajadores que deben enfrentar luchas psicológicas, económicas, cotidianas, y dilemas morales. La novela se ubica en el valle Miramichi de New Brunswick, y narra la historia de la familia de Sydney Henderson, un hombre que juró en su niñez no expresarse nunca con violencia ni enojo después de que accidentalmente empujara a un amigo desde un techo. Como resultado de este juramento, los miembros de su comunidad se abusan de su bondad, lo culpan de un delito y atormentan a sus hijos. Lo que resulta realmente interesante en la novela es cómo el autor ha utilizado la historia bíblica de www.fatea.br/angulo
Job para expandir el significado moral de la tragedia familiar de los Henderson. Job es un personaje bíblico sometido a una opresiva prueba por Satanás y cuya dignidad y temple para salvar la adversidad es usado por Adams Richards para compararlo con Sydney Henderson como un ejemplo de santidad, integridad de espíritu y fortaleza ante las dificultades. A diferencia de Sydney, Job era un ganadero muy rico, con 7 hijos y 3 hijas y numerosos amigos y criados. Sin embargo, Job debe pasar por pruebas muy duras, al igual que Sydney, ya que Satanás reta a Dios argumentando que el amor perfecto de Job es por causa de sus bendiciones y no porque realmente Job ame a Dios. Satanás entonces lo acecha y se ensaña causándole múltiples desgracias como enfermedades (sarna), muerte de su ganado, pobreza, el repudio de su mujer e incluso la muerte de sus hijos. Casi todas estas desgracias se corresponden con la vida de Sydney. Job en medio de las terribles pruebas, yace desnudo y cubierto de ceniza en medio del campo, pero a pesar de que flaquea maldiciendo el día de su nacimiento, defiende su integridad y perfección de amor a Dios, se queja de la prueba, es acusado de maldad por uno de sus amigos, pero no reniega de Dios y éste le enseña el valor de la humildad y entonces Job sale aún más fortalecido. Terminada la prueba, Job resulta triunfante y le es restituida su felicidad anterior aún con más del doble de lo que tenía. Este final no se corresponde con el de Sydney, ya que éste se da cuenta de que su bondad, paciencia y confianza en Dios han sido en vano, y termina lamentando haber hecho el pacto inicial. Sin embargo, uno de sus hijos, Lyle, quien es el narrador de la historia, a pesar de haber sufrido mucho a causa del juramento de su padre, finalmente reconoce que todo lo sucedido le ha servido para encontrarse a sí mismo. En el texto no se insertan citas bíblicas sino que se menciona una vez el Libro de Job. Genette aclara que el intertexto “es uno de los lugares privilegiados de la dimensión pragmática de la obra, es decir de su acción sobre el lector” (12). En otras palabras, en Palimpsestos, Genette sugiere que el intertexto dirige y controla la recepción del texto, y señala que la función del mismo consiste en guiar al lector sobre cómo interpretar el texto, ya que el aspecto más importante del texto insertado o transformado es que “asegura que el texto tenga un destino consistente con el propósito del autor” (407). Esta postura sobre la paratextualidad claramente se aleja de la posición postestructuralista que elimina la intención del autor en las consideraciones sobre la intertextualidad. Concuerdo con el teórico alemán Manfred Pfister (1991) quien en el artículo “How Postmodern Is Intertextuality?” (en Plett, 1991), considera que tal enfoque le quitaría al intertexto la vitalidad y fuerza desestabilizadora. Sin embargo, y éste es quizás uno de los aspectos más interesantes de la novela, no importa desde qué perspectiva crítica leamos el texto, ya que si aceptamos la postura de Genette podemos concluir
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que la intención del autor fue precisamente presentarnos un texto oscuro, de significados inciertos; y si nos ubicamos en el polo de la recepción y definimos la intertextualidad como una forma de lectura, el texto sigue estando caracterizado por la ambiguedad.
C O N C L U S I ÓN Como dijera en el comienzo, la importancia que tiene el uso casi implícito de este intertexto (una sola vez se hace una referencia circunstancial a Job en la novela) es la temática relacionada al sufrimiento del inocente. Ya desde la más remota Antiguedad los pensadores han discutido el problema del hombre bueno que sufre. Varios mitos griegos se refieren a temas parecidos: Prometeo es culpable, pero la enormidad de su castigo lo rebela; Edipo Rey sufre el castigo de los dioses por un pecado que él no era consciente de estar cometiendo; Hércules no ha pecado, pero los puños de los dioses terminan por aplastarlo. Se puede afirmar que si bien no existe una proliferación de referencias intertextuales explícitas, la relación intertextual con el otro texto determina y limita la interpretación, e influye en un cambio del curso de la lectura. La intrusión de ciertos relatos de carácter universal, como los mitos bíblicos, cuestiona la linealidad del proceso de lectura, dirigiendo la atención del lector –particularmente de uno informado- no hacia el siguiente segmento del texto sino hacia innumerables puntos. Es decir, la presencia de un intertexto es una fuerza desestabilizadora del proceso de lectura. Al referirse a las funciones del intertexto, el teórico Glowinski en “Acerca de la intertextualidad” (1994), sostiene que cuando un elemento es tomado en préstamo e insertado en otro texto puede desempeñar los papeles más variados. Esto se produce por los procesos de descontextualización y recontextualización (escisión y reinserción, desintegración e integración, o movimiento complejo de afirmación y negación simultáneas de otro texto) que son inherentes a la intertextualidad. La paradoja de las relaciones intertextuales consiste entonces en que el intertexto queda desconectado de lo que le daba significado y tiene que volver a funcionar en un entorno nuevo, pero sin perder “el testimonio de su presencia” (196). A pesar de las diferencias en la resolución de las dos historias, en Mercy among the children se da a entender que Dios no recompensa a Sydney pero sí a su hijo Lyle. En resumen, y volviendo al comienzo de este trabajo, la historia de Job como intertexto cumple con una de las funciones básicas del mito: se ha usado para incrementar o iluminar la conciencia que tenemos de nuestra condición humana.
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