La historia de la musicoterapia en la antigüedad

Valderrama Hernández R. Psicologia.com. 2010; 14:11. http://hdl.handle.net/10401/2825 Revisión teórica La historia de la musicoterapia en la antigüed

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LA CIUDAD EN LA HISTORIA
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Valderrama Hernández R. Psicologia.com. 2010; 14:11. http://hdl.handle.net/10401/2825

Revisión teórica La historia de la musicoterapia en la antigüedad Roberto Valderrama Hernández*1, Hilda Patiño Tovar*2, Verónica Vázquez Rojas3 Resumen Se puede observar que el uso de la musicoterapia como herramienta para el tratamiento de diferentes padecimientos se ha dado a lo largo de la historia de la humanidad se ha utilizado ampliamente. En primera instancia, se le considero como parte un proceso mágico – religioso; y por consiguiente, le permitió tener comunicación con el mundo de los dioses y espíritus; pues, se consideraba la vía regia al mundo del más allá. En la medida que las civilizaciones antiguas evolucionaron en sus procesos de pensamiento; y por consiguiente, cada vez se le daban más valor a lo racional – lógico; y entonces cambio como se concebía a la música como una herramienta en el tratamiento de los enfermos; pero, no fue, sino hasta que los antiguos griegos se pudo llegar al pináculo del desarrollo de la música como una forma de tratamiento en la antigüedad. Palabras claves: Musicoterapia, historia de la musicoterapia. Abstract It can be seen that the use of musictherapy as a tool for the treatment of other conditions has been over the history of mankind has been widely used. In the first instance, consider him as part of a magical process - religious, and therefore allowed him to communicate with the world of gods and spirits, then, was regarded as the via regia to the world beyond. As the ancient civilizations evolved in their thinking processes, and therefore increasingly gave more value to the rational - logical, and then change as the music was conceived as a tool in the treatment of patients; but was not, not until the ancient Greeks could reach the pinnacle of the development of music as a form of treatment in antiquity. Keywords: Musictherapy, history of the musictherapy.

Recibido: 07/10/2010 – Aceptado: 31/10/2010 – Publicado: 20/12/2010

* Correspondencia: [email protected], [email protected] 1, 2Docente - Investigador de tiempo completo. Facultad de Psicología. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 3 Alumno de la Facultad. Facultad de Psicología. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Psicologia.com – ISSN: 1137-8492 © 2011 Valderrama Hernández R, Patiño Tovar H, Vázquez Rojas, V.

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La música viene del griego µουσLКή (Τέχνη) – mousike (téchne), la cual, significa literalmente “el arte de las musas”. Según la definición tradicional del término, es el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía, y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico – anímicos (Gaston, 1986 y Roberson y Stevens, 2001). Con base a todo lo anterior, se puede deducir que, la música, como toda manifestación artística, es un producto cultural; por ende, es un fenómeno social (Merriam, 1964), y por sus características intrínsecas es una comunicación no verbal. El fin de este arte, es suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo del ser humano; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones: entretenimiento, comunicación, ambientación, educación, etc. De lo anteriormente mencionado, se puede desprender que en todas las culturas van a existir manifestaciones musicales, por lo tanto, la música está ligada a un grupo social y a sus acontecimientos y expresiones de los mismos. Por lo tanto; es importante establecer que la música no es universal (Grout, D, J, 2005).

La musicoterapia en la época de la prehistoria Combarieu,J, 1962, afirma que en todas las culturas antiguas conocidas, la música se ha conceptualizado, como un producto que tiene un origen divino. En todas partes, la música fue considerada no como una creación del hombre; sino, como la obra de un ser sobrenatural. No hay nada similar en toda la historia del mundo del arte o el dibujo. Naturalmente, el hombre ha dado a la música los poderes que se le atribuían a los dioses; esto queda constatando por los múltiples mitos que han desarrollado sobre el origen de la música en diferentes culturas de la antigüedad. Por consiguiente; se parte del hecho que es un don que viene de dios. Como consecuencia, la música va a contribuir a la felicidad del hombre y a su salud física y psiquica; la cual, se da de modo universal; sin embargo, existe también otra creencia muy extendida; la cual, bajo ciertas circunstancias, se podía usar a la música por los espíritus malévolos; lo que, a su vez puede ocasionar en el hombre el que sea conducido a su perdición espiritual y/o física. Esto se puede encontrarse en las leyenda de tiempo inmemorial; por ejemplo, la historia alemana de Lorelei, cuyos cantos provocaban una melancolía irresistible e inducía a los hombres a arrojarse al rio Rhin, otro ejemplo seria, Odiseo que nos hablaba del canto de las sirenas, que hechizaban a los marineros, quienes no podían resistir su seducción e iban a naufragar contra las rocas En el caso del cro magñon o cromañón hasta que se fundaron las primeras ciudades; los cuales, vivían en un mundo poblado de espíritus y magia, creía, además que el universo era mágico y estaba regido por lo sobrenatural; y obviamente naturalmente que la enfermedad se debía a causas de índole mágicas y; por lo tanto, que requería remedios mágicos, pensaba que la enfermedad era causada por la posesión de un espíritu demoníaco que debía ser expulsado del enfermo; por lo tanto, se sentía las manifestaciones de su entorno, eran casi siempre malas o amenazantes, y con quienes debía llegar a un acuerdo. Se partía de la premisa que el médico – mago o chaman conocía las fórmulas mágicas secretas que dominaban y comunicaban con los malos espíritus que debían ser echados afuera. Para ello, se valía de la música, los ritmos, los cantos, las danzas, ordenes, amenazas, lijonas, y en algunas ocasiones hasta simulación o engaño; las cuales, obviamente tenían un papel trascendental en los ritos curativos – mágicos; es decir, dicha actividad es uno de los hechos más antiguos en la historia de la humanidad, y donde la música tenía un papel crucial en el tratamiento, y por lo tanto; se le concebía que tenía un origen divino; lo cual, tiene una importancia única en la historia de la humanidad (Combarieu,J, 1962). En este contexto; dicho ritos, eran secretos, tanto en los individuales, como los compartidos por todo el clan. Por ende; usaba la música para comunicarse con un

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mundo psíquico invisible. En este esquema, del pensamiento mágico, la música y en general de los sonidos permitían comunicarse directamente con el espíritu o bien, el ente sobrenatural; por lo tanto, a través de ello, se lograba el dominio sobre el espíritu de la enfermedad. La música expresaba su inflexible voluntad mediante la interminable monotonía del ritmo. Sus cantos tenían palabras de persuasión o de amenaza sobre una melodía; la cual, era más suave; o más fuerte; o más lenta o más rápida según el talante y la respuesta del espíritu malévolo. Hay que hacer notar que en esta etapa de la humanidad, la música no solía ser el elemento principal de los ritos; empero, contribuía a interpretar dinámicamente casi todos los episodios de una ceremonia; la cual, ponía en juego muchos símbolos de las fuerzas elementales que rodean al ser humano; tales como: el agua; la tierra, el fuego; y los reinos vegetal y animal (Gaston, 1986 y Alvin, 1990). Por consiguiente, dichos poderes mágicos podían ayudar a penetrar o a vencer la resistencia del espíritu malévolo de la enfermedad y así lograr la salud del paciente. Según, Coulanges, 1930, la transmisión de la serie de formulas religiosas – medicas para sanar a un enfermo se pasaban a la siguiente generación de chamanes en forma oral Ahora bien, cuando el chaman acudía a atender a un enfermo tenia ante él una actitud de indiferencia; es decir, va a tener un componente metafísico que a su vez se plasma en dos aspectos muy significativos: trascendencia cosmológicas (música celestial o música de las esferas) y en su trascendencia ética (Alvin, 1990). Como se podrá inferir, el medio curativo que empleaba el médico – brujo no se dirigía hacia el paciente; sino, al espíritu malévolo. Es necesario hacer constar que el hechicero tenía la certeza de que sin cantos, música o encantamientos, alguno de sus remedios serían absolutamente ineficaces. Con base a la información que arroja la historia, arqueología y la antropología social. Se puede inferir que la característica esencial de la música primitiva es que era extremadamente monótona; sin embargo, la ejecución recorría diferentes modalidades emocionales; tales como: tristeza, enojo, etc., como anteriormente se menciono actúa sobre el espíritu malévolo y procuraba persuadir, lisonjear, adular o amenazar a dicha entidad sobrenatural. Además; el mismo carácter exorcístico de la música se encuentra en muchas ceremonias de entierro, así, por ejemplo, en la casta Sudra de la India, cuando muere uno de sus miembros se acostumbra a tocar con dos trompas los cuales emiten los sonidos en sol sostenido y si bemol; los cuales, eran mantenidos continuamente desde el momento de la muerte hasta terminar la ceremonia mortuoria. Dichos sonidos tienen como objeto ahuyentar a los malos espíritus para que no se puedan apoderar del alma del difunto. Este cúmulo de información, llevo a Einstein, A, 1965, a inferir que la música debía de haber sido para el hombre primitivo algo incomprensible y por ende; misterioso y mágico. Por consiguiente, los hombres primitivos creían frecuentemente que cada ser vivo o muerto tenía su propio sonido o canción secreta a la cual debía responder, y que lo hacía vulnerable a la magia. Por dicha razón, los ritos mágicos de la salud de los médicos – brujos o chamanes trataban de descubrir el sonido o canción a la cual respondería el hombre enfermo o más bien el espíritu que habitaban en él. Una posible clave era que el sonido personal podía relacionarse con el timbre de la voz del hombre (Gaston, 1986 y Benenzon, 2000) Con base al uso de los ciernes de la musicoterapia en la pre historia, se puede deducir que, existen cuatro premisas básicas: 1.

La música es un don de la divinidad e incluso, la divinidad misma en muchos periodos.

2. La enfermedad es una desarmonía psicosomática y, debido a ello, la curación debe consistir en el restablecimiento de la armonía primitiva. Por tanto, la medida músico terapéutica por excelencia tenía que ser la mismísima música.

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3. La enfermedad equivaldría a pecado y; por consiguiente, sería un castigo de dios. Esta postura estaba claramente manifiesta en los pueblos antiguos, incluso por los judíos. Esto daba como resultado, la hipótesis sobre la que se basaba el origen de la enfermedad: si la enfermedad equivale a pecado y pecado significa una ofensa de diferente gravedad a la divinidad, para ello no había nada mejor como tratamiento que la música para así aplacar a la divinidad y; obtener por consiguiente, la curación. 4. El dualismo está presente en casi todas las religiones, el bien y el mal, se refleja en la creencia de que por medio de la música; la cual, es un don de la divinidad buena; la cual, podía ahuyentar el espíritu malo. La música era el auténtico talismán mágico para alejar a los malos espíritus; y por ende, a la enfermedad. Por ende; los recursos del chaman fueron deliberadamente encubiertos con un halo de misterio, lo que causaba que aumentara la autoridad del mago. Para asentar, esta autoridad y poder, se valía de los instrumentos musicales; los cuales, eran empleados durante ciertos ritos. Por ejemplo, a veces usaban matracas; las cuales, se sumaban al efecto de sus gesticulaciones y su atuendo. Los ritos curativos ponían al paciente a merced del curador. Por ende, su cuerpo y su alma eran el terreno pasivo de una lucha entre el chaman - mago y el espíritu demoniaco que lo poseía: una lucha que por lo regular aterrorizaba al enfermo, pues en la vida del clan, nada se hacía para tranquilizar al paciente, ni demostrarle pena ni compasión. Los miembros del clan partían del supuesto que ciertos recursos naturales; tales como: hierbas, tierra, o agua eran curativos; solamente, porque el espíritu que los habitaba podían combatir al espíritu malévolo. Por ello, solamente eran efectivos cuando el médico – brujo los usaba con el canto o el encantamiento adecuados cuyo único poseedor era él. Esto a su vez quedaba reforzado por que los miembros del clan eran ignorantes y subordinados a la autoridad del hechicero. Ahora bien, por la naturaleza impalpable e inmaterial del sonido, es fácil referir la música a las comunicaciones con el mundo sobrenatural e invisible. Posiblemente el ser humano ha sentido que podía participar de su condición divina cuando la usaba por sí mismo. Por ende; lo concebía no como una creación del hombre, sino, como producto de la obra de un ser sobrenatural. Es decir, el ser humano le ha dado a la música los poderes que atribuía a los dioses. Para Combarieu, 1962; el empleo de cantos mágicos es uno de los hechos más antiguos en la historia de la humanidad y; la cual, va a revestir de una gran importancia única en toda la historia de las distintas culturas. Chailley, J, 1966 va más lejos en su especulación, pues sugiere que posiblemente la música es la única partícula que tiene una esencia divina que el ser humano ha logrado capturar. Por ende; la música le ha permitido poder identificarse con sus dioses. De ahí que, los dioses le han dado la música al Homo sapiens, y esté a su vez, ha podido comunicarse con los dioses mediante la música. Por lo tanto, tenía un poder omnipresente, mágico, todopoderoso, y de sugestión que poseía la música. Posiblemente, aun queda en cada ser humano un residuo de estas creencias primitivas. Para prácticamente casi todas las culturas antiguas, parten de las leyendas sobre la creación del universo, en el cual, el sonido juega un papel crucial, pues era una fuerza cósmica presente y muy importante en el origen del mundo, y que tomo forma verbal, en el verbo. Es innegable que ciertos ritos curativos, especialmente cuando, se les acompañaba con música, muy probablemente, producían sobre el paciente efectos psicológicos (catarsis) extremadamente poderosos; los cuales, han de haber inducido ciertos estados deseables y en otras ocasiones perjudiciales, desde el punto de vista del chaman. En lo que respecta a la música no llevaba el propósito de afectar al enfermo en sí mismo; sino, al espíritu malévolo, ésta música al ser escuchada por el enfermo, el cual; se encontraba en un estado de vulnerabilidad y

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sugestionabilidad; por consiguiente; no estaba ajeno a la influencia directa de los sonidos de la música y de los ritmos; lo cuales, lo iban a conectar con el mundo invisible. Por consiguiente; el chaman, empleaba la música sólo como un medio de comunicación y de poseer el poder frente al espíritu de la enfermedad. Por lo tanto, la música expresaba la inflexible voluntad del chaman mediante la interminable monotonía del ritmo. Esto estaba vinculado con los cantos que utilizaba; lo cuales, eran de tipo: persuasivo o de amenaza sobre una melodía que era más suave o más fuerte, más lenta o más rápida dependiendo del talante y la respuesta del espíritu. El Chaman – mago en lo que respecta a su personalidad era de tipo extraño. Para Radin, P., 1960 partía del supuesto que era un ser solitario y aislado que atribuía mucho valor a la necesidad de soledad, para poder adquirir sabiduría, y los efectos educativos del sufrimiento. Debe de haber sido una persona inadaptada e inestable mental, que podía pensar por sí mismo y no colectivamente; además debe de haber poseído algunas características psíquicas, tales como habilidad para entrar en trance, para tener visiones o para poder hipnotizar a la gente y que, era una persona que era muy sensible al sonido y a la música. Dada su alta envestidura, no tomaba parte en la búsqueda de alimentos para la vida comunal. Su tipo de personalidad y la función del chaman no permitía que se mezclara con la vida cotidiana del clan; su única función era la de ser el intermediario entre el enfermo y los espíritus o mejor dicho sus diferentes deidades; las cuales, deberían ser aplacadas, o refrenadas; aduladas, o amenazadas. Para mantener su status era necesario poseer un conjunto de conocimientos envueltos en misterio; y además, provocaba que el hombre común sintiera miedo y sospechara de él (Schneider, M, 1956, Ostwald, 1966 y Gaston, 1986); sin embargo, el médico – mago contaba con la confianza de la tribu, para atender al ciclo completo de la vida: nacimiento – muerte; salud – enfermedad; guerra – paz; y finalmente la conducción de todas las ceremonias significativas para la comunidad. Por lo tanto; era fundamental para el chaman descubrir antes que nada, la naturaleza de la falta por la cual el enfermo o incluso la comunidad completa, eran culpable de haber causado la ira de los dioses o espíritus malévolos. Por ende; se debía aplacar a los dioses y así, poder curar al paciente o la comunidad. Y obviamente, en este contexto cultural, se dejaba en segundo plano la causa fisiológica de la enfermedad. Por ende, para el hombre primitivo el sonido fue un medio de comunicación con y desde el infinito, él cual ha aportado identidades erróneas y fantasías amenazantes. Luego, estos fenómenos se fueron desplazando como dice Mead M, 1961, quien explica que en ciertas tribus de Nueva Guinea se cree que las voces de los espíritus pueden ser oídas a través de las flautas, los tambores y los bufidos del toro. En las civilizaciones totémicas existe la creencia de que cada uno de los espíritus que habita el mundo posee su propio sonido específico e individual. El tótem ancestral, por ejemplo, parecía poseer una existencia acústica y respondía a ciertos sonidos. La imitación o simulación de los sonidos o canciones que provenían del tótem, permitían al hombre identificarse con él y, de esa manera, mantener su vida a través del contacto. De otra forma podría morir (Benenzon, 2000)

La musicoterapia en las antiguas civilizaciones clásicas Posteriormente, cuando el hombre logro un desarrollo cultural para poder insertarse en las llamadas civilizaciones clásicas, el chaman evoluciono en sacerdote; el cual, empleaba la música como medio de comunicación con los dioses, sólo lo hacía para poder agradarles y ganar así su favor. No se suponía que, esto fuera una experiencia emocional mediante; la cual, el paciente y el sacerdote pudieran aproximarse recíprocamente y tener alguna forma de contacto humano. Tampoco había amor entre el suplicante paciente y el dios. Cuando el sacerdote

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empleaba la música como medio de comunicación con los dioses, solamente lo realizaba para poder agradarles y así poder ganar su favor. Por ende; no existía amor o empatía entre el suplicante paciente y el dios o su intermediario. Entonces, el sacerdote representaba el lazo que unía a los enfermos indefensos con el poder supremo. La obligación básica del sacerdote consistía en hacer que los dioses le relevaran la causa de la enfermedad, indicaran el remedio que podía curarlo o exigieran el sacrificio que los aplacara. Y por lo tanto; poder proceder de acuerdo a lo revelado por la deidad La personalidad del sacerdote, en primera instancia era una especie de figura paternal elegida por los propios dioses, en su inicio, se daba este rol de forma hereditaria; posteriormente, por el voto de multitudes; las cuales, expresaban la voluntad de los dioses. Por consiguiente; su persona les resultaba grata. Era una persona sagrada que contaba con confianza de la comunidad, empero, no era amada. Y paradójicamente vive de forma abierta entre su tribu. Tanto su vida pública y privada se presentaba al menos de una manera responsable al menos exteriormente (Coulanges, 1930). El sacerdote adquirió sus conocimientos mediante los libros; los cuales, eran mantenidos en absoluto secreto. Lo que estaba anotado en los textos sagrados consistían en himnos o cantos que habían de ser entonados con el ritmo exacto, para lo cual era menester seguirlos meticulosamente; todo cambio o error era un acto de sacrilegio severamente castigado por el Estado, pues desagradaba a los dioses y ponía en peligro la comunidad entera. Por lo tanto; el sacerdote su responsabilidad era conocer todos los detalles concernientes a los ritos sagrados, obviamente se incluían aquellos que se usaban para combatir las enfermedades y las epidemias; y por ende, debían satisfacer a la deidad, pues de otro modo, el dios podía tornarse enemigo y provocar un verdadero desastre. La información que generaba los antiguos textos, eran mantenidos en absoluto secreto. Algunos de los libros sagrados contenían colecciones de cantos e himnos que a veces eran tan arcaicos, que su lenguaje ya no era comprendido por nadie, aunque el pueblo seguía cantándolas y creyendo en su eficacia (Coulanges, 1930). Esto implicaba que aun se mantenía ciertos elementos mágicos en el origen y tratamiento de las enfermedades; empero, paralelamente se comenzó a gestar una actitud racional hacia la enfermedad. El inicio de dicha actitud se dio en las culturas babilónica y egipcia y fue en la antigua Grecia donde creció, desarrollo, y maduro. La música instrumental y coral era utilizada durante las ceremonias, de acuerdo, al ritual adecuado para la ocasión. El sacerdote cantaba durante las ceremonias; empero, no parece haber ejecutado instrumento musical alguno. Por consiguiente; era relegado lo más probable, a la banda de flautistas que tocaba durante los sacrificios que él ofrecía. Además había cantores o coros que cantaban durante la ceremonia (Glotz, 1929 y Ostwald, 1966). Los cantos que se utilizaban en el rito eran producto de los conocimientos adquiridos a lo largo de su historia de esa cultura; en primera instancia se pasaban de generación en generación de forma oral y posteriormente, se comenzaron a ser archivados en libros (Coulanges, F, 1930). Los dioses de las civilizaciones clásicas del mundo antiguo no eran espíritus elementales dominables por la magia; sino, que eran deidades creadas a semejanza del ser humano. Poseían los atributos del hombre y se comportaban más bien como legisladores o reyes sobrenaturales que esperaban ofrendas y retribuciones. Incluso tomaban partido activo en los asuntos públicos y privados de la vida del hombre. Presidían sus necesidades específicas y sus actividades tales como: la guerra – paz; la medicina, o la música.

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En dicho contexto, la enfermedad y la trasgresión de la ley estaban muy íntimamente relacionadas en el mundo antiguo clásico. Los ritos familiares de purificación en los cuales, de forma más o menos irregular la música se vinculaba con la curación física o espiritual. Las antiguas culturas clásicas (a excepción de la cultura griega culta y por ende, la romana), se partían de la creencia de que la enfermedad era enviada por un dios vengativo que debía ser aplacado para que el enfermo pudiera recuperar su salud; sin embargo, no descartaba totalmente un enfoque racional de la enfermedad física. Un caso especial, eran las enfermedades de tipo mental; a las cuales, en su conjunto, se les atribuía la posesión de un espíritu demoníaco que debía ser echado afuera para que así el paciente pudiera recuperar su salud mental. Ciertas deidades eran el origen de la perdida de la razón; tales como las Furias, quienes llevaban al ser humano a la locura y a menudo hacia su perdición física y espiritual. Aun cuando existiera un tratamiento racional – medico; la cura de las enfermedades resultaba imposible sin la propiciación de los dioses de quienes el ser humano esperaba una respuesta humana de justicia o compasión. El paciente se acercaba a los dioses para aplacar a aquellos cuyo poder no tenía cómo trascender o dominar. Para ello, adoptaba una actitud respetuosa, o humilde, ofrecer súplicas, promesas, dadivas y aun en ciertas ocasiones transacciones. Se dirigía a ellos – por lo común a través del sacerdote, los cuales, conocían todas las formulas -, a la deidad especifica que creía haber ofendido, o al dios que poseía el poder de curar. Como conclusión de lo anteriormente mencionado, se establece que para las culturas antiguas clásicas la música había llegado a ser un medio de comunicación entre el sacerdote con la deidad. Por ende; usaba la música como un instrumento de persuasión, el cual, debía ser grato a la deidad, pues el hombre era, sensible a la armonía y a la belleza. La música que acompaña los ritos curativos de las civilizaciones antiguos; la cual, se dirigía a dios y debe de haber puesto de forma indirecta al enfermo en una actitud de descanso; de esperanza; sugestionable; y receptividad. Obviamente las ceremonias; los encantamientos; cantos o música las conducían los sacerdotes y en algunas ocasiones por los especialistas del templo. En algunas culturas las orgias y otros ritos paganos conocidos; los cuales, incluían cosas tales como: danzas, y mucha música, no llevaban propósitos curativos de forma directa; empero, le bridaban al hombre común una vía de escape psicológica y física significativamente importante; la cual, por razones obvias no podía ser ignorada.

La musicoterapia en el antiguo Egipto Debemos en primera instancia, tratar de entender primero qué era la música para los egipcios. Debido a su mentalidad que buscaba el poder trascender, la van a considerar como, una manifestación física de la armonía que envuelve al cosmos. Según sus creencias, los Dioses, eran grandes fuerzas de la Naturaleza, pues, habían creado el universo según unas leyes que eran las mismas para el cielo, la tierra y el hombre, por consiguiente; conceptualizaban a la música como: “la expresión y la imagen de la unión de la tierra y el cielo; sus principios son inmutables; fija el estado de todas las cosas; actúa directamente sobre el alma y hace entrar al hombre en tratos con los espíritus celestes” (Einstein, 1965, pág. 20). Todo en la Naturaleza guarda una estrecha relación entre sí, y por ello el concepto más cercano es el de armonía, equilibrio, que estaba representado por medio de la diosa Maat. Los hombres, como partícipes del cosmos, sienten la necesidad y la responsabilidad de colaborar en el mantenimiento de este orden y es por ello que necesitan de la música para reflejar dicho equilibrio. Desafortunadamente, existe muy poca

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documentación sobre las formas de la música del antigua Egipto y como sonaba. Los antiguos egipcios no diseñaron un sistema de notación musical, así que, no conocemos ninguna melodía de la época. Lo que sí tenemos, sin embargo, son composiciones de poesía como la llamada "Canción de los Trilladores", los arqueólogos han hipotetizado que los trabajadores la debieron de haber cantado durante el trabajo; tal como, los trabajadores egipcios de hoy continúan haciéndolo. Muchos poemas de amor han sobrevivido en documentos conservados en papiro. Esta hermosa literatura pudo haber sido utilizada para crear la música popular. Para los antiguos egipcios al igual que muchas culturas el origen del Universo se atribuye al Verbo, a la palabra o al sonido, la voz humana, y por ende el canto, es una expresión concreta del mundo espiritual. De ahí que el canto sea el vehículo de la palabra sagrada. Una forma de decir música es hst, que es canto entendido como “fuerza creadora del universo” (Chailley, 1966, pág. 21). Gracias a todo lo anterior, podemos entender por qué los egipcios no buscaban en la música la innovación y la originalidad, sino la, perfección de las formas y su mantenimiento. No es de extrañar, pues, que tuvieran unas reglas musicales muy precisas y una técnica muy concreta, donde nada se dejaba al azar o a la improvisación. Su carácter ritual requería de unos músicos que, además de ser buenos intérpretes, buscaran el perfeccionamiento y el dominio de sí mismos dentro de la búsqueda espiritual, para poder ser fieles transmisores de Maat, del equilibrio cósmico. Consideraban que si ellos no estaban afinados internamente según la armonía celeste, era imposible hacer música sagrada. Se entiende con base a dicho argumento, el por qué los músicos solían ser sacerdotes o estar vinculados a los templos. Por otra parte, la profesión estaba muy reconocida, especialmente la de cantante; numerosas tumbas, así nos lo demuestran (Einstein, 1965 y Chailley, 1966). Conviene aclarar que además de la música sacra tenían poseían música popular, que abarcaba desde la música de la corte –con una función de entretenimiento y que alcanzó un alto nivel de refinamiento-, hasta los cantos y melodías tradicionales, donde la alegría era protagonista. No hay que olvidar que otra palabra para música era Ihy, que significa alegría, disfrute. De ahí, se ve que existe en la cultura egipcia una estrecha relación entre música y la alegría. Su símbolo era un loto florecido y por eso muchas arpas aparecen ornamentadas con dibujos de lotos en flor: “Que haya música y canto ante ti, deja tras de ti todo cuidado y preocúpate de alegrarte hasta que venga ese día en que viajemos a la tierra que ama el silencio” (Pérez, 2001, pág. 11). Contaban con música para animar las diferentes labores tales como: la cosecha, pesca, caza, etc., con ritmos que marcaban una cadencia que transmitía fuerza y energía. Para los egipcios, la música tiene la capacidad de modificar la sensación del tiempo real y abrir la conciencia a otra dimensión. Esta capacidad, que todos hemos vivido en mayor o menor medida, se relaciona con el término «en-cantar». Es decir, el canto nos hechiza, nos transporta. Por supuesto, en función del nivel de sensibilidad que pueda tener el escucha. La música en el antiguo Egipto, se caracteriza por poseer tres tonos; los cuales, actúan sobre las emociones. Fundamentalmente usaban la música para tratar de calmar, sedar el organismo emocional y purificarlo de vibraciones groseras, o, en ciertas ocasiones, se usaba para inducir a una especie de trance emocional. Aunque ignoramos su sistema musical, se da por seguro que en el Imperio Nuevo se utilizaba la escala de siete sonidos. Esto se aprendía en las Escuelas Esotéricas llamadas “los misterios”. En estas instituciones, uno de los primeros ejercicios consistía en provocarles un trance con ayuda de la música y otros ritmos. Lo cual, lo hacían para intentar descubrir qué ocurría en el estado post mortem de la existencia. Por consiguiente; trataban de obtener sabiduría oculta. Los egipcios fueron un pueblo que amó y respetó la música con tal intensidad que la tuvieron presente en todos los actos de su vida bajo múltiples manifestaciones (Einstein, 1965; Chailley, 1966 y Molinero y Sola, 2000)

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Otra ciencia que dominaban era la curación por medio de los sonidos o música con fines estrictamente terapéuticos. Se ha comprobado mediante hallazgos arqueológicos, que en muchos templos tenían hospitales donde aplicaban la música como método para obtener la sanación. Hoy, a nivel científico, se ha podido demostrar la capacidad curativa de la música, tanto en el cuerpo (soma) como en la psique, lo que nos constata que simplemente estamos redescubriendo una ciencia que ya se conocía y se manejaba de una forma más o menos útil por parte del hombre del antiguo Egipto (Benenzon, 2000; y Pérez, 2001). Se conservan textos empleados en algunas ceremonias – como serian las del culto de Isis, y Neftis-, que permiten inferir que dos sacerdotes alternaban en el canto y la danza, por lo tanto; tenía un carácter esencialmente de tipo mística – religioso - terapéutico. Y es aquí, donde se tiene la primera referencia escrita en papiros médicos del uso de la música con fines terapéuticos; los cuales, fueron descubiertos por Petrie en 1889 en un lugar denominado Kahum. Esta evidencia es de aproximadamente el año 2500 A.C (Alvin, 2000 y Benenzon, 2000). Dichos escritos, se refieren al encantamiento por medio de la música, logrando una influencia favorable sobre la fertilidad de la mujer (Benenzon, 2000). Para los egipcios, mediante la respiración curaban todas las enfermedades y se acompañaban con cantos de unas canciones nacidas hace miles de años; la cuales, estaban pensadas de acuerdo con dicha teoría; dichas canciones se llamaban canciones de Mazdaznan. Se debía respirar profundamente en ciertos pasajes, los cuales, se señalaban de antemano y de un modo regular. Otro ejemplo, en esta cultura, la encontramos en un bajo relieve de Sakara, en el cual, se va a mostrar a unos cantantes sentados, conducidos por un director. Los egiptólogos, infieren que los movimientos de las manos del director, no solo guiaba a los intérpretes sino que constituía un lenguaje determinado. Como en otros pueblos, también se consideraba un medio de comunicación con los difuntos, y los músicos alcanzaban una categoría tal que algunos están enterrados en las necrópolis reales (Molinero, P, M, A, y Sola, A. D, 2000). Por ejemplo, el famoso médico Herofilo, de Alejandría, regulaba la pulsación arterial de acuerdo con la escala musical y en correspondencia con la edad del paciente. Lo anteriormente mencionado, va a indicar el altísimo nivel que se había logrado en la utilización de la musicoterapia. Es extremadamente significativo el hecho de que en los hospitales del Cairo fuera utilizada la música con fines terapéuticos alrededor del año 1284 D. C. el cual, según Kuemmel, W, 1977 (citado por Pérez, A; R, 2001), dicho hallazgo, es el testimonio más antiguo del uso de la música en un hospital. Incluso quedo el nombre de una sacerdotisa del uso terapéutico de la música; la cual, se llamada Shebut –nmut (British Museum) El tipo de instrumentos que se usaban en Egipto se pueden clasificar en tres tipos; los cuales, era: Los instrumentos más antiguos que usaron, fueron probablemente los instrumentos de percusión, por lo que es evidente que la música era de tipo rítmica a ellos, se les llamaba idiófonos («los que suenan por sí mismos») tales como: sonajeros de cerámica en forma de fruto o huevo, que al percutirse movían semillas en su interior (símbolo de fertilidad); tablillas que chocan entre sí, generalmente hechas de marfil y que producían un sonido agudo; en cambio, los realizados con madera tenían un sonido más grave. Destacan las tablillas hathóricas, con forma de mano y brazo, durante el Imperio Antiguo. El sistro es un instrumento egipcio, de los más apreciados, está hecho de madera en forma de U, con un mango como asidero, con barras cruzadas que sostenían unas placas metálicas; el cual, que produce un sonido de susurro de cañas. Está dedicado a la diosa Hathor, una de las protectoras de la música. Los hay de varios tipos: hay que distinguir el sesheshet (con una naos que sostiene a un Horus sobre el techo) y el sistro sehem (tiene forma de herradura cerrada por la parte superior; el mango suele aparecer con una cabeza de Hathor). Contaban, a su vez, con el menat o collar hathórico, realizado con un contrapeso metálico, símbolo de renacimiento. Por último aparecen los crótalos y címbalos ya en época tardía -posiblemente importados de Grecia-, con un marcado carácter

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funerario. Entre los instrumentos llamados cordófonos o instrumentos realizados con cuerda, generalmente de fibra vegetal de palmera, el arpa era la más emblemática y muy apreciada por su dificultad técnica. Había de muchos tamaños y estilos, así como de diferente número de cuerdas (de cinco a doce según la época) y su sonido era más oscuro que las arpas modernas. Su afinación exigía tanto rigor y paciencia que se ha hecho famoso el pleito que se puso a un músico por devolver a un templo un arpa desafinada. Ya en épocas posteriores aparecieron las liras y los laúdes de origen asiático. Los instrumentos llamados aerófonos, o instrumentos que funcionan por la vibración del aire al soplar, abarcan desde los silbatos de concha y los cuernos (los más primitivos), hasta la flauta faraónica (con medidas establecidas según su sistema, que se regía por el codo egipcio de 45 cm.). Eran, generalmente, de uno o dos codos de largo, y constaban de tres o cuatro agujeros que se tapaban con las falanges y no con las yemas de los dedos. Dentro de la clasificación instrumental faltarían los instrumentos llamados membráfonos, en los que se percute una membrana de piel. Su tradición se mantiene en la actualidad pudiendo encontrar varias formas que producen un timbre cálido y misterioso. Los tambores y panderos marcaban una música muy rítmica. Además, se utilizaban la flauta recta, la chirimía doble, de caña, que consistía en dos tubos paralelos provistos de lengüeta, que sonaban al unísono; y en los desfiles militares una especie de trompeta de cobre o de plata. Hacia el siglo XVI a de C., el contacto de los egipcios con Mesopotamia contribuyó al desarrollo y asimilación de un nuevo estilo de música oriental de carácter fundamentalmente profano Esta influencia se advierte en un tipo de baile más rápido que el practicado durante los imperios Antiguo y Medio, y sobre todo, en los numerosos instrumentos asiáticos que llegaron a Egipto. Entre ellos tuvo gran importancia el oboe doble, con dos cañas colocadas en ángulo, y mientras una ejecutaba la melodía, la otra la acompañaba con una nota grave que sonaba ininterrumpidamente a modo de nota pedal. Durante el Imperio Nuevo aparecen además en Egipto otros instrumentos como las arpas angulares, de caja armónica alta, que se fue perfeccionando hasta convertirse en un magnífico instrumento de unos seis pies de altura, con diez o doce cuerdas; y un marco profusamente tallado, el cual, acabo volviéndose el instrumento nacional. En general, los instrumentos de viento o aerófonos los tañían hombres principalmente, mientras que los instrumentos de cuerda o cordófonos tenían un carácter femenino relacionado con cultos lunares (Einstein, 1965; Benenzon, 2000; y Perez, 2001). Posteriormente, durante la ocupación griega, los egipcios adoptaron muchos elementos de la música helena, aunque la influencia de Egipto sobre Grecia fue enorme. Los instrumentos musicales que usaban eran: órgano, liras, guitarras, trompetas, arpas, flautas, címbalos, tambores y posiblemente las castañuelas (Benenzon, 2000). A través del contacto con otras culturas del Mediterráneo y el Levante, la música antigua egipcia debe haber tenido algunas influencias que la apartaran de la música africana pura. Con base al estudio de los instrumentos, de los que hay numerosas representaciones en forma de jerolifo, se ha llegado a la conclusión de que seguían una escala pentatónica o heptatónica (Einstein, 1965; Benenzon, 2000; y Perez, 2001). En la mitología egipcia se creían que la música era un regalo del dios That (en otros textos aparece como Thot), quien había provocado mediante un terrible grito; el cual, tuvo el suficiente poder para hacer surgir de la nada cosas y de esta manera logro crear el nacimiento de cuatro dioses, quienes, dotados de poderes similares poblaron y organizaron el mundo; por ende, para los egipcios, se le considera como el creador de la teoría de la música. Se dice que creó una lira de tres cuerdas; las cuales, van a representar a las tres estaciones del año; las cuales son: 1) el tono alto o ajet; que corresponde al verano; 2) el tono medio o paret; el cual, corresponde a la primavera; y 3) tono bajo o shemu; el cual, corresponde al invierno. Los dioses Isis y Serapis eran según la mitología egipcia los grandes sanadores; inclusive seres humanos con un don excepcional en la medicina; tal como, el gran médico Imhotep lo

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convirtieron en dios, fundamentalmente por sus logros. Para poder comunicarse con sus deidades usaban los cantos a Isis, Osiris y Ra; los cuales, estaban acompañados por el laúd. Sus ideales espirituales eran de amor y armonía del corazón (Poch, 1964). Se puede deducir que su música les ayudaba a tener un carácter ecuánime, con base en sus obras de arte; las cuales, poseían las siguientes características: elegantes, sobrias por naturaleza y esquematizadas. Fetis, 1893, fue un poco más lejos, pues hipotetizo que los inmensos trabajos de ingeniería y arte que realizaron los egipcios, fundamentalmente las pirámides. Fue debido al a mágico poder de la música. Al son de los cantos rítmicos llevaron a cabo la proeza de levantar aquellas obras colosales.

La musicoterapia en el Antiguo pueblo Hebreo. El uso terapéutico de la música se puede observar en el Antiguo testamento donde hace referencia al rey David; el cual, se encuentra en el libro I de Samuel, capitulo XVI. Ahí se narra cómo asaltaban los malos espíritus a Saúl, y ante ello llegaba David para tocar el arpa; con lo cual, Saúl se recreaba y sentía mucho alivio, y con ello se retiraba el mal espíritu (Biblia de Jerusalén, libro I de Samuel, 1976). Quizás este sea el relato más antiguo de la eficacia de la música sedante, usada como herramienta terapéutica para tratar la depresión (Poch, 1964). En otro pasaje hace referencia al profeta Eliseo, él cual estaba poseído de cólera contra el rey, para contrarrestar su ira pidió que le tocaran el arpa para sosegarle y restituir el don de la profecía (Biblia de Jerusalén, libro de los reyes 1976).

La musicoterapia en la Antigua Grecia. Empero, fueron los Antiguos Griegos, quienes llevaron a la música, al papel trascendental que juega hoy en día. El concepto helénico de la música es un conjunto de tonos ordenados de manera horizontal; lo cual, corresponde a las melodías y por otro lado; de forma vertical; el cual, corresponde a la armonía (Comotti, 1977 y Roederer, 1975). Se percibe a la música como una herramienta en la curación; en otra palabra estaríamos hablando de la musicoterapia; la cual, no era ni mágica ni religiosa. Esto implica dejar de creer tanto en lo sobrenatural para dar más importancia a la razón humana, con ello nace el culto a la sabiduría y entonces, la música se relaciona con la filosofía. Los antiguos griegos aplicaron su mentalidad clínica y lógica al empleo terapéutico de esta. Esto se encuentra enmarcado en el llamado pensamiento griego. Los conceptos griegos van a ocupar un lugar de excepción en la historia del uso de la música con fines terapéuticos. El hecho de que el dios Apolo presidiera a la música y la medicina; va a hablar, posiblemente de que sea un símbolo de la interrelación de ambas disciplinas. La concepción psicosomática helénica de la enfermedad es explicada como una desarmonía y, se, ocupaban la música para tratar de restituir la armonía; porque se conceptualizaba a la música como orden y armonía; la cual va a influir en el hombre en su totalidad; por cual, va a desempeñar un rol tan importante desde el punto de vista de la concepción griega de la de salud; por consiguiente; se puede dislumbrar que existía una fuerte influencia que jugó la cultura egipcia en la cultura griega. Por ende; la música va a ser parte integrante de la vida griega. Los filósofos realizaron investigaciones profundas sobre la mente y sobre el cuerpo. Extrajeron conclusiones sobre el valor terapéutico de la música. Esto llevo a la cultura helénica a la aplicación de forma sistemática de la música como un medio curativo o preventivo que podía y debería ser dosificado, pues sus efectos sobre el estado físico y mental

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eran predecibles. De ahí, que los griegos analizaron la música y sus elementos. Sus teorías suelen estar relacionadas con los modos o secuencias de notas; las cuales, contienen un sentido matemático. Además, Se atribuía a ciertas modalidades un valor ético y a otras un valor emocional. Esto generaba en el individuo, el que se desencadenara la llamada emoción musical; la cual, era provocada por ciertas combinaciones de sonidos en las diferentes modalidades o escalas; las cuales, se encontraban referibles hipoteticamente a la tonalidad de la lira (que era el don de Apolo dado a los hombres). Lamentablemente; no ha quedado nada de la música griega antigua. De lo poco que sabemos, sobre su música es que era principalmente melódica, muy próxima al ritmo del lenguaje. La armonía, tal como la entendemos hoy en día, apenas existía; en cambio, se valían de los intervalos melódicos para conseguir el efecto que se deseaba lograr; además, del color tonal o ritmo, acerca de los cuales no podemos sino hacer conjeturas. Si el hombre moderno escuchara los intervalos melódicos contenidos en aquellas escalas, se podría especular que produjeran efectos; tales como: tensión, excitación, descanso o tristeza. Empero; no tenemos, cómo descubrir la forma en que la música sonaba y por qué producía los efectos tan minuciosamente descriptivos en los escritos de la época. En forma holística, el concepto griego de la terapia a través de la música se refería más bien a la audición y no a la ejecución de la música. Sigerist, H. E., 1962 afirma que el proceso era una especie de psicoterapia que actuaba sobre el cuerpo a través de actuar sobre el alma; esto, era debido a que; ante un trastorno, el médico griego procuraba restablecer el equilibrio perdido a través de dos variables: 1) remedios físicos y 2) con la música en lo mental. Por consiguiente; los remedios y la música caían de esta manera dentro del círculo de sus investigaciones. El origen de de la música a nivel mitológico para así poderle dar un rol de tipo místico – religioso. En primera instancia, para que así se pudiera justificar, su papel místico los griegos, se valen del mito de Orfeo (en griego Ορφέυς) descripción que hizo Virgilio al final de la Geòrgica IV, la cual, es la primera versión de la historia que ha llegado completa hasta el presente. Dicha descripción consiste en lo siguiente: Orfeo es hijo de Apolo y la musa Calíope. Hereda de ellos el don de la música y la poesía. A tal grado de magnificencia que cuando Orfeo era un cantor y músico tracio de poderes extraordinarios tocaba la lira que generaba un sonido tan encantador que el mundo se rendía a sus pies, los hombres se reunían para oírlo y hacer descansar su alma. Por tal talento, pudo enamorar a la bella Eurídice o también llamada Agriope.; además a los arboles y las piedras lo seguían y las bestias más salvajes se amansaban al son de su instrumento. Orfeo estaba profundamente enamorado de su mujer Eurídice. Sin embargo, la fatalidad quiso que Aristeo persiguiese un día a Eurídice para violarla y por escapar fue mordida por una serpiente y murió. Quedando Orfeo desconsolado. Sumiendo a la naturaleza que le rodeaba en una profunda melancolía. Por fin, añorando desesperadamente a su mujer decidió ir a la puerta del Hades donde consiguió, con su música, que hasta la más inflexible de las diosas, la diosa del Hades (Hécate o también llamada Perséfone) se apiadase de él hasta el extremo de que le permitió hacer algo que estaba vetado a todos los demás mortales: descender al Hades para recuperar a su mujer. Únicamente le impuso una estricta condición: que cuando la encontrase y retornase con ella al mundo terrenal, Eurídice debía seguirle y Orfeo, en ningún caso, podría girarse hacia atrás para comprobar si la mujer le seguía. Si incumplía esta orden, la perdería definitivamente. Orfeo aceptó el reto. Caminando por el Hades consiguió paralizar con sus cantos toda la vida y movimientos del antro infernal (la rueda de Ixión y la piedra de Sísifo dejaron de rodar y las Danaides abandonaron momentáneamente su inútil trabajo de llenar de agua las jarras agujereadas) hasta que, por fin, encontró a Eurídice. Ella, tal como había sido prescrito, siguió sumisamente sus pasos a lo largo del camino de retorno hacia la luz del sol. Sin embargo, Orfeo, cuando ya estaba pisando el

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umbral de la salida del Hades, no pudo contener su humana curiosidad y se giró hacia atrás para comprobar si su mujer le seguía, aunque tan sólo llegó a intuir como una sombra espectral se desvanecía hacia las profundidades del abismo infernal. La amenaza de la diosa del Hades se había cumplido implacable (Casadeús, 2009, y Wikipedia, 2007). En lo que respecta al origen mítico de los instrumentos, los griegos establecieron que muchos instrumentos musicales fueron inventados, ejecutados y entregados al hombre por los dioses. Por ejemplo, la flauta fue un don de Atenea; Pan tocaba la armónica; Apolo había hecho la lira con un caparazón de tortuga y era el instrumento favorito de los dioses del Olimpo; la citara era considerada el atributo de Apolo. Los crótalos; se trata de unos platillos que entran en escena en las danzas, dicho instrumento musical, estaba en manos de las musas. (Schuhl, 1963; Sigerist, H. E., 1962; Alvin, 1990; Wikipedia, 2007; y Casadeús, 2009) La razón subyacente que existe para darle a la música un origen mitológico, es que se pudo darle a la música un sentido misterioso y un poder especial. Por lo tanto; se partía de la siguiente premisa: en el Monte Olimpo la música hecha divinidad dará lugar a artes distintas; así Apolo es el dios de la música y su hermano Dionisios el de la danza y el teatro. En otro lado, del Olimpo encontramos a las musas o también llamadas ninfas que serán las encargadas de ayudar y respaldar a los dioses. Tersícore será la musa de la poesía coral y la danza, Erato de la canción amatoria y Euterpe, de la música y la flauta. Todo lo anteriormente mencionado nos habla que la música nació envuelta en fabulas y leyendas. Para el mundo griego, la tierra es de los dioses y la música su medio de comunicación (Casadeús, 2009, y Wikipedia, 2007). Singer, 1928 (citado por Alvin, 1990) denomino que el efecto del mito llevo a los griegos a poder lograr “una conciencia científica”. Todo lo anterior se traduce en que en la antigua Grecia, la música era utilizada en el movimiento dionisiaco, la corriente mística y ascética que se reclamaba de Orfeo (Schuhl, 1963). Ahora sí, podemos entrar de lleno en los aspectos teórico – científico de la música en la cultura helénica, Para ellos, la música específicamente va a actuar en el estado de ánimo; a lo cual, los griegos le llamaron Ethos y de ahí se formo la teoría de Ethos; la cual, se funda en el postulado de que entre los movimientos de la música y los psíquicos del hombre existen relaciones íntimas y estrecha que hacen posible a la música un influjo determinado sobre el carácter humano; y de ahí, sobre el estado fisiológico y el estado de ánimo de las personas (Monro, D. B, 1884 y Schuhl, 1963); es decir, la música por sí mismo, va a crear un determinado estado de ánimo. Dentro de los Principales teóricos que postulaban dicha teoría, se encontraba el filósofo Pitágoras (582 – 500 A.C siglo VI A. C), y posteriormente, en los pitagóricos (formaron una secta semireligiosa, semimatemática, en la ciudad de Crotona, es un pueblo al sur de Italia, los conocían como la Orden de los Pitagóricos. Junto con las matemáticas inculcó a sus discípulos la veneración de los números). En lo que respecta a su formación teórica la obtuvo a través de la educación en los sagrados templos egipcios; y por ende, asimilo gran parte de la ciencia egipcia. Para él la música formaba parte de las prácticas favorables para la reminiscencia y con valor purificador, en el sentido estricto de la catarsis. Empero, también posee una virtud equilibradora capaz de detener las almas violentas y aliviar a los deprimidos de sus tensiones psíquicas. Para él, se va a partir existe una relación entre los modos o secuencias de notas y el principio matemático que las rigen. Incluso, llego más lejos al desarrollar una mística de numerología que expresaba en términos musicales; a lo cual, lo llamo medicina musical (Powell, 1963). Como menciona Bernabé, 2000 se le va atribuir a Pitágoras el descubrimiento de los intervalos musicales regulares; esto significa, la comprobación del hecho de que las escalas se componían a base de dividir la cuerda en las proporciones: 1:2, 3:2, y 4:3. Esta implica el que Pitágoras descubrió un principio acústico fundamental; el cual, se refiere a que la altura de los sonidos va depender de la longitud de la cuerda vibrante. En esta sociedad secreta logró concebir a la música como algo eterno y, por lo tanto; la música adquiere un valor

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terapéutico, y lleva como consecuencia que se purifique el alma. (Monro, 1884; Schuhl, 1963; Salazar, 1954; Scout, 1969, Poch, 1999, poch, 1999a y Martin, abril 2007). Lo cual, llevo a Pitágoras y; por ende, a la secta de los pitagóricos a que se unan las matemáticas y la música; a lo que le llamaron harmonía que significa, las proporciones de las partes de un todo. Es necesario hacer referencia que Pitágoras fue el primero en llamar cosmos al conjunto de todas las cosas, debido al orden que existe en este (según Aecio, citado por Corona, diciembre 2000). Dicho orden, por el que se va a regir el cosmos es dinámico. Por lo tanto; el universo esta en movimiento y es el movimiento de los astros y de las harmonía. Esto, está implicando, en que las esferas al moverse van a producir un sonido, aunque no perceptible por el ser humano ordinario, debido a que se había acostumbrado a él, con el paso de los años, que había existido. Este sonido era diferente según la esfera que estuviese en movimiento; así, según las proporciones aritméticas de sus orbitas alrededor de la Tierra, se producía un tono u otro. De tal manera que al sonar todas al mismo tiempo componían una armonía perfecta. Por otro lado, el alma también es harmonía. Las matemáticas y la música, se van a aprender por los ojos y los oídos. Lo cual, va a constituir los dos caminos para la curación del alma. Además, la harmonía tiene otra connotación, es la afinación de un instrumento musical con cuerda de diferentes tirantes, llegando a significar la escala musical; lo cual, se concluyo en el siglo V a. C. Con base a lo anterior, los pitagóricos llegaron a afirmaba que “la tonalidad del universo era harmonía y número” (según Aristóteles, citado por Corona, diciembre 2000). Siguiendo esta línea de pensamiento el número, va a aludir al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos del Cosmos; el cual, era comparado con un inmenso teatro. Y de ahí que, la harmonía alude al sonido de los instrumentos afinados que hacen del cosmos una orquesta sinfónica. De lo anteriormente mencionado, la doctrina pitagórica, va a enseñar a aprender mirando el cielo y escuchando la música callada de las esferas celestes. Debido a que, el cielo es el número y harmonía y también es música que sólo quien sabe guardar silencio es capaz de escuchar. Esta forma de explicar de forma numérica la esencia de lo creado, va a tener un origen oriental. Con base a lo anterior, se puede inferir que Pitágoras fue el iniciador de la aplicación curativa y medicinal mediante el uso de la música. Va a actuar sobre el alma; se considera a el alma, como que es harmonía; por lo tanto, la música va a ejercer sobre el espíritu o alma una especie de poder; debido, al hecho de que la música puede restablecer la armonía espiritual, incluso después de estar perturbada. De tal idea, se infiere uno de los conceptos más importantes de la estética musical de la antigüedad: es el concepto de catarsis (Katharsis), entendido como la purificación del alma. La música era admirada y llamada purificación, por ello los pitagóricos realizaban la purificación del cuerpo con la medicina y el alma con la música. Es necesario mencionar que esta concepción pitagórica de la filosofía como curación del alma; la cual, tiene como ciencias auxiliares a las matemáticas y a la música; dando como consecuencia a una meloterapia o psicoterapia musical. Empero; los pitagóricos, no sólo establecieron una especie de medicina musical del alma; sino, que además se empleaba ciertos encantamientos para ciertas enfermedades creyendo que la música contribuía grandemente a la salud si se empleaba de modo más conveniente. Por consiguiente, se establecía un lazo indisoluble entre salud y música; lo cual, era debido al hecho de que la proporción y equilibrio de las notas produce harmonía y orden, tanto en el cuerpo como en el alma. Ergo; Martin, abril 2007, llego a dos conclusiones obvias: que la música es esencial como un medio de contemplación y; por ende, de un conocimiento inteligible; y número dos, es un medio de purificación espiritual; la cual, implica temas menos importantes; tales como, el desahogo de malestar psíquico o el apaciguamiento interior efímero. Según Arístides Quintiliano, citado por Poch, 1999 llego a la conclusión que para los griegos va a haber tres modos o estados de ánimo que la música puede provocar; los cuales, son: systaltiké (la cual; consiste en aquellas composiciones musicales que producen un efecto deprimente o sentimientos penosos); diastaltiké (la cual; consiste en aquel género musicales

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que producen un efecto de levantar el espíritu o excitar) y finalmente hesikastiké y mese (la cual; se refiere a aquellas composiciones musicales que producen un efecto de poner en tranquilidad o calma al espíritu agitado; es decir, va a relajar o sedar). Para Platón va a considerar que la concordancia de los sonidos, es el resultado de que percibimos un sonido como acorde o desacorde, va a depender de la semejanza o compatibilidad de los sonidos y movimientos musicales en nosotros en el primer caso y de lo contrario en el segundo. El ser humano ve la realidad teñida en función de su estado de ánimo que presenta en cada momento.(Monro, D. B, 1984; Schuhl, 1963 y Poch, 1964). En cambio, para Aristóteles (Salazar, 1954) había señalado que la música puede actuar de cuatro modos sobre nuestra voluntad: 1) puede incitarnos a la acción, es el ethos práctico, praktikón; 2) puede despertar una fuerza o vigor en nuestro temperamento, es el ethikón; 3) puede producirnos una mengua o desfallecimiento en nuestro equilibrio moral, es decir, es malakón, thenödes = trenódico; y 4) puede quitarnos por algún tiempo el empleo de nuestras facultades volitivas de suerte que perdamos la consciencia de lo que estamos haciendo, entregándonos al poder avasallante del ethos de esa música que es conocido como enthousiastikón; peculiar de los ritos dionisíacos, es decir, del éxtasis. Siguiendo esta línea de pensamiento Aristóteles tenía la creencia de que la música posee un efecto sedante, calmante, un efecto que hoy diríamos de evasión o aloofness y que él denomina katharsis. De ahí que para dicho autor, existan cuatro tipos de Ethos: instrumentos musicales; ritmos; tonoi (tonos); y harmoniai o escalas. De todo lo anterior, se puede desprender que para la cultura helénica termina por idolatrar la belleza y la voluptuosidad, las formas físicas, perdiendo con ello su capacidad de razonamiento y hasta su capacidad de percepción. Por lo tanto, desde el punto de vista helénico la música no ha sido dada al ser humano con el objeto de halagar sus sentidos; sino, más bien para poder calmar los trastornos de su alma y los movimientos que experimenta un cuerpo lleno de imperfecciones (Benenzon, 2000). Todo lo anterior significa que el ethos en un sentido general, aplicado principalmente en la música va a provocar que se le dé un carácter moral que la música tiende a inspirar en el alma. Las notas, las harmoniai, los géneros, la melodía en general, y los ritmos dan como resultado que le atribuyan a la música el rol más importante dentro del sistema educativo griego (Robertson, A; y Stevenson, D, 2001) Por ende; se puede inferir que en la presente civilización, aplicaron en forma sistemática la música como un medio curativo o preventivo que podía y debería ser dosificado por el Estado, pues sus efectos sobre el estado físico y mental eran predecibles (Monro, 1884). Es decir, le asignaban a cada tipo de armonía y de ritmo un influjo especial sobre el alma. Siendo ejemplos de este amplio uso de la música, los siguientes pensadores helénicos: el filósofo y matemático Pitágoras (582 – 500 a.C.); el cual, ya fue tratado de forma amplia en los párrafos anteriores. Posteriormente, Tatarkiewicz ya en el Siglo V A .C menciono que se tenía la convicción popular de que la música y la poesía provocaban unas reacciones violentas y extrañas en la mente, produciendo un estado en el que las emociones y la imaginación superan a la razón. Por consiguiente; estas experiencias provocan una descarga de emociones. Subsecuentemente, Platón (428 – 347 a.C.). Este autor propone la educación musical, como parte principal de la educación, ya que considera que la beldad es el objeto de las artes, la cual crea una atmósfera sana en los niños y jóvenes para verse conducidos a imitar y amar lo bello. Platón estaba convencido de que si la música se inicia adecuadamente en el alma de los jóvenes, aprenderán a advertir la imperfección y lo defectuoso en la naturaleza y el arte, alabarán la belleza y alimentarán su alma con ella; a la vez que despreciarán lo vicioso, ya que la música crea una relación entre la razón y la persona. He aquí la ventaja, de acuerdo a Platón, de educar a los niños y jóvenes en la música, era que podremos aspirar a un orden justo del Estado (Monro, 1884; Salazar, 1954; y Schuhl, 1963). Además enuncio un principio fundamental en el uso de la música para fines médicos: el que unos sonidos parezcan al ser humano acordes o desacordes; lo cual, va a depender de la semejanza o, mejor dicho de la compatibilidad de estos sonidos en el

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oyente. Por otro lado, Platón partía del supuesto de que el carácter de cada modalidad producía efectos específicos sobre la moral del oyente; es interesante advertir que atribuía un valor de permanencia en dichos efectos. En cambio, para el filosofo y científico Aristóteles (384 – 322 a.C.), da a la música un valor medico; pues afirma que las personas que sufren de emociones no dominables, a través de escuchar la música lleva a la psique de la persona alterada hasta el éxtasis retornándolo a su estado normal (Bruscia 1997). Incluso llego a afirmar en su obra La Política, que recomendaba por el uso de matracas musicales como una puerta de escape para la energía de los infantes destructivos; los cuales, de otra manera podían dañar los muebles Aristóteles en su tratado de Política (Libro V, Capítulo VIII, paginas 247 – 248) pensaba que, como medio de educación, las melodías éticas y sus correspondientes armonías debían ser aplicadas al desarrollo del carácter. Abogaba, por ejemplo, por el uso del modo dorio, que tenía un espíritu de coraje, o el modo lidio, particularmente adecuado para los jóvenes. Por consiguiente; usa la música para llegar a la catarsis emocional. Para Alvin, 1999 va a considerar a Platón y Aristóteles como los precursores de la musicoterapia; para ellos, la conceptualizaban como el uso dosificado de la música. Aristoxenos de Tarento dejo de ver en la música meros elementos matemáticos y decretó que era el oído y no el razonamiento quien debía intervenir en su explicación. Esculapio famoso músico prescribía música y armonía a personas de emocionalidad perturbada con fines curativos; partía de la premisa de que si se daba una depuración catártica de las emociones, era crucial para conseguir la salud mental. Isménius, médico de Thèbas, curaba la ciática; Théophrate calmaba a los dementes; Xénocrate trataba los rabiosos. Por otro lado, Claudio Ptolomeo, que vivió el ocaso de la cultura egipcia, fue un importante matemático y teórico de la música y miembro de la Academia, escribió un tratado de teoría musical llamado Harmónicos; pensaba que las leyes matemáticas regían los sistemas musicales. Y en el siglo II DC. El griego Ctesibios, residente en Alejandría inventó el órgano hidráulico, instrumento en el que el suministro de aire de los tubos era realizado por un mecanismo que utilizaba la presión del agua (Chomet, 1965 y Bruscia, 1997). Los instrumentos musicales griegos van a pertenecer a dos familias principales; las cuales son: 1.

Los de cuerda punteadas tales como, la lira usada para acompañar a los cantos o a los salterios.

2. Los instrumentos de viento ejecutables en solo; tales como, el aulos o la flauta Es necesario, que se recuerde que los instrumentos de viento eran, en la época de los griegos antiguos, los únicos instrumentos de sonido sostenido, que poseían las características de la voz humana. De allí su notable efecto sobre el oyente de aquellos tiempos, cuyos oídos no estaban condicionados a la intensidad y al dinamismo del violín. En diferentes textos, se hace referencia al potente efecto de la flauta sobre las emociones. Se le creía capaz de exaltar pasiones y producir así catarsis. Para Aristóteles en su Política (libro V, Capítulo VI, pagina 242) expresa su creencia de que la flauta era un instrumento de un carácter muy excitante, más bien que ético y debía ser en consecuencia, empleado solamente en aquellas ocasiones en que el objeto de la música era depurar las emociones más bien que enriquecer la mente. La lista que sigue, fue enunciada por Casiodoro, (citado por Meinecke, 1948), muestra lo detallado del análisis de los efectos modales. La presente clasificación es, probablemente, muy personal, aunque refleja opiniones de otros autores. En los tiempos modernos ha habido afirmaciones similares acerca del efecto de ciertas tonalidades, los más subjetivos. 1.

El modo dorio se relaciona con la modestia y la pureza.

2. El modo frigio estimula la combatividad

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3. El modo eolio compone trastornos mentales e induce al sueño 4. El modo jonio azuza a los intelectuales melancólicos y provoca el deseo de objetos celestiales 5. El modo lidio alivia a las almas oprimidas por sus preocupaciones. Es necesario constatar el hecho de que un porcentaje importante de médicos griegos eran escépticos o cautos acerca del valor de la música en la medicina. Por ejemplo Aurelianus C, condenaba su empleo de forma indiscriminada. El había observado que en el tratamiento que recibían un paciente con locura los médicos usaban la música excitante sin ninguna restricción, lo cual, podría generar efectos positivos si se administraba en forma adecuada; empero, si se le administraba de forma negativa podría causar mucho daño en muchos casos. (Chomet, H., 1965) La musicoterapia en la antigua Roma. En la antigua Roma, se continuo la tradición helénica, en concreto se adopto el culto a Esculapio alrededor del año 293 a. C haciendo énfasis en los aspectos psicosomáticos de la enfermedad y de la salud, administrando pócimas y efectuando prácticas quirúrgicas a quienes acudían al templo e invitaba a músicos y a poetas a que participaran en la curación de estas personas. No se iba a orar, sino que en el templo se atendían las necesidades humanas relacionadas con las enfermedades físicas y psíquicas (Comotti, 1977 y Bruscia, 1999). Dentro de los autores del Imperio Romano que más destacan, están: Asclepíades el cual usaba la música para calmar las sediciones, levantamientos, además curaba el insomnio mediante la música armoniosa, tocada a distancia y curaba la enfermedad mental con los sonidos armoniosos. Xenócrates utilizaba la música de órgano para curar la enfermedad mental. Coelius Aurelianus utilizaba el modo frigio de manera melancólica unas veces y otras como una furia; ya que los dos modos son necesarios, placen y estimulan. En cambio el modo dórico se utilizaba en aquellos casos que el paciente manifestara risas inmotivadas y de comportamiento infantil. Establece que a través de los sonidos, los ancianos se curaban de las partes doloridas, sobre todo si se cantaba encima de ellas de tal manera, que el escalofrió resultante de la percusión del aire los aliviase. Para Zenócrates y Celso, en tiempos de Augusto, usaban ciertos instrumentos, en particular en cámbaro, como tratamiento de la locura. Cicerón fue un poco más lejos llamó a la filosofía, la medicina del alma y a la música como un instrumento, para tratar el alma, debido a su fuerte influencia en las emociones. Posteriormente Galeno identifico al espíritu que animaba al ser humano como pneuma; el cual, poseía características tanto físicas como psíquicas y decía que la música era la más grande de las musas ya que formaba parte de la poesía, del canto, de la música instrumental y de la danza, y podía ser utilizada como medio curativo fundamentalmente a que poseía: armonía, melodía y ritmo. Para Galeno, es crucial el orden en que se citan estos elementos; ya que para la música lo esencial es la armonía y la melodía; empero, no lo es el ritmo, el cual, es un auxiliar de la música, se le considera el sostén, más no lo esencial. Además hacia la recomendación de que se usara la música como antídoto contra las mordeduras de serpientes y escorpiones. Ovidio recomendaba que se cantara acompañado de mover los brazos de forma rítmica. Cantón hablaba de que el sonido dulce que emanaba de la flauta se utilizara como ayuda para facilitar la tarea del cazador. Virgilio tenía el pensamiento de que no existía un individuo tan estúpido e insensible que no se conmoviera por el canto. Apuleyo, en su tratado de Música indica que la música es piadosa y sugiere que ayuda a fomentar la religiosidad e incluso, fue un poco más allá de sus especulaciones, pues afirmaba, que todo esto implica que para la cultura Helénica la música va a tener un carácter encantador y mágico. De ahí que la música no exista tan sólo para ponerle en relación con los vicios y las virtudes de los seres humanos. Se creía que la música entrañaba facultades y poderes.

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De lo anterior, se puede desprender que la música en el Imperio Romano fue casi una continuación de la música de la Cultura Helénica. Cuya escritura musical, tonos y modos, adoptaron, puesto que empleaban los mismos instrumentos. Entre los romanos gozaban de gran boga la flauta y la trompeta, en los conciertos públicos o privados. En la sociedad romana vino a adquirir un gran desenvolvimiento y la música vino a ser la distracción de moda entre lo más selecto de la sociedad romana. Sin embargo, entre el hombre común la música fue tenida no como un arte; sino, como algo que utilizar. Siendo el pueblo profundamente militar; por ende, la música de este género fue crucial, presentaba como características predominantes: era enérgica, capaz de producir salud, coraje y virilidad. Esta música tenía como rol ejercer una influencia sobre la parte física; debido al hecho de que no influía sobre la imaginación. Empero; los efectos de la música militar pura y simple; sin estar de alguna manera contrarrestada por influencias refinadas, puede en el curso del tiempo, degenerar y convertirse en perniciosa para la personalidad, debido a que podía hacer que involucionara el coraje en brutalidad y la virilidad sexual en sensualismo (Scott, C, 1969; y Alvin, 1990).

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Correspondencia: Roberto Valderrama Hernández Facultad de Psicología. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 3 oriente 404, Puebla, Pue., CP 72000 Tel. 01222 42 33 37 [email protected]

Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver): Valderrama Hernández R, Patiño Tovar H, Vázquez Rojas, V. La historia de la musicoterapia en la antigüedad. Psicologia.com [Internet]. 2011 [citado 24 Feb 2011];14:11. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/2825

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