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“LA HISTORIA DE LA SALUD Y LAS EMOCIONES FEMENINAS DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO A TRAVÉS DE REVISTAS DE DIVULGACIÓN EN LOS AÑOS TREINTAS”. Dra. Alba Luz Robles Mendoza. UNAM Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Dra. Nydia E. Cruz Barrera. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
El estudio de las emociones en las ciencias sociales y humanas es relativamente nuevo iniciando en los años setenta y ochenta de la última década del siglo XX. Se ha empleado el término de emoción para referirse a las formas en que experimentamos al mundo, donde los seres humanos le damos significados a las imágenes y prácticas sociales como producto de una relación íntima e indisoluble entre la emoción y la cultura. Según el antropólogo André Le Breton, las emociones son las resonancias propias de un acontecimiento pasado, presente o futuro, real o imaginario, en la relación del individuo con el mundo. Es una sensación que nos dice quiénes somos y nos conecta con la realidad, cristalizándose en una expresión particular: alegría, miedo, ira, sorpresa, odio, etc.; las cuales nos proporcionan el sentimiento de existir y de pertenecer a un espacio específico (Citado en: Fernández, 2011:4). La expresión emocional es el punto de interdependencia entre lo social y la experiencia individual, donde la cultura marca las construcciones e identificaciones que los hombres y las mujeres reproducen de forma distinta y antagónica a través de sus procesos sociales. Las determinantes de género permitirán analizar desde los dispositivos emocionales, entendiendo éstas como el conjunto de estrategias discursivas e institucionales, ideas, prácticas cotidianas y rituales especializados; las conductas y representaciones que hombres y mujeres han atribuido a las manifestaciones emocionales, naturalizándolas y apropiándolas exclusivamente hacia un sexo u otro (López, 2010:7). Las experiencias emocionales son un asunto cultural desde que los individuos definen sus realidades individuales en relación con los esquemas de la cultura a la que pertenecen. Pero las culturas son parte de un sistema dominante que se vale de estructuras colectivas, que son sociales en el más amplio sentido y constituyen el campo de los órdenes morales que penetran en nuestras vidas de un modo u
otro, en especial en la formación de nuestras emociones culturalmente diferentes. En este sentido, los hombres y las mujeres construimos nuestras emociones no sólo desde el campo subjetivo e interior individual sino desde el sistema social imperante en el cual estemos inmersos; en donde se coloca a las emociones en relación a los factores como el sexo, la clase social, la edad, la profesión, entre otros. Las emociones, por tanto, se consideran elementos constitutivos de la identidad y subjetividad femenina que influyen en las relaciones sociales y de género, lo que implica el desarrollo de
construcciones socioculturales en las mujeres,
atribuyéndoles imágenes femeninas específicas en modelos de domesticidad y estereotipos ligados a la vida familiar, la maternidad y el matrimonio; en donde, los medios de comunicación masiva cobran una gran importancia para la reproducción de estas categorizaciones. Esta investigación aborda desde la perspectiva de género, las contribuciones de dos revistas mexicanas en el campo de la salud femenina y su interacción con la construcción de las emociones: Mignon y El Hogar. Ambas revistas fueron fundadas en 1913, “El Hogar. Semanario ilustrado para las familias” fue publicada, en la década de los 40´s. “Mignon: La revista de las familias”, suspendió su primera época en 1915 y reanudó la segunda en 1919, prolongándola ininterrumpidamente, hasta finales de los años 60´s. La fundación de las dos revistas se dio en un ambiente de gran agitación política en México; tres años antes sucedió la salida de Porfirio Díaz; entre 1911-1913, la breve presidencia de Francisco I. Madero, asesinado en febrero por Victoriano Huerta, quien ejerció la presidencia entre 1913-14. Este año, Venustiano Carranza encabezó un movimiento revolucionario triunfal en su contra, ejerciendo el poder hasta 1920, y constitucionalmente, entre 1917-1920. Estas revistas incluyeron artículos sugerentes para la interacción social familiar así como la divulgación de cuidados para la salud a través de la publicación de anuncios comerciales. También contenían propuestas sobre vestimentas de la moda, comidas, labores del hogar, artículos o servicios para combatir o prevenir enfermedades; donde los medios de comunicación jugaban un papel importante
en el momento histórico que las caracterizaba, formando parte de un asunto complejo sobre la conformación de la identidad de las mujeres. La prensa se convertiría en un recurso para educar a las mujeres; pese al alto índice de analfabetismo de la sociedad mexicana del siglo XIX existían publicaciones y en particular revistas femeninas –religiosas, laicas y literariascuyos contenidos en un inicio pretendían promover el modelo de domesticidad instituido (López, 2010:10). Incursionando en los contenidos de las revistas especializadas para las mujeres de este siglo, aparentemente solo estaríamos en terrenos que nos mostrarían una o diversas vías de perpetuación de los roles femeninos, sin embargo, deteniéndonos un poco más, podríamos atisbar aún mínimamente, sobre la construcción de una policía femenina, que rebasaría a las mujeres como sujetos históricos, para extenderse a la familia y los hijos e hijas; hombres y mujeres, adultos, jóvenes y niños, en interacción. En un complejo proceso socio-histórico, que desde lo doméstico ha organizado el espacio interno y externo de la casa en torno a lo femenino, con una resonancia impresionante. El concepto policía hace referencia al arte de gobernar y su forma práctica se asentó en instrumentos jurídicos, ante la necesidad de establecer una serie de regulaciones para la obligatoriedad de sus normas y las correspondientes sanciones o penas, difundidas formalmente en las obligaciones y derechos estipulados por la ley civil y también por las normas sociales imperantes. Los conocidos bandos de policía y buen gobierno, han dado cuenta a través de las últimas décadas, de los afanes gubernamentales para lograr una convivencia social entre los distintos grupos sociales, siendo los cabildos, municipios y otras estructuras políticas de mayor alcance, los encargados de la vigilancia del orden social; imponiendo los criterios dominantes de buen comportamiento y conjuntándose con otro tipo de policía; la policía social o moral. Ésta última, representada por las fuentes escritas, entre ellas, la prensa y las revistas de la época; quienes son portavoces de los proyectos de organización social imperantes en cada período histórico. Así, el arte de gobernar, una cocina, una casa, una
familia, un pueblo, una nación, es un concepto de una actualidad y trasversalidad política específica (Donzelot, 1979: 31). Para la buena aplicación de estos preceptos se precisó de una educación e instrucción informal de la población, por diversos medios durante el siglo XX y el precedente. Desde fines del siglo XIX, la consideración de la ciencia como parte de la modernidad y garantía de la pertinencia y conveniencia del consumo de productos respaldados por ella, para el cuidado o la restauración de la salud, se fue fortaleciendo. Entre los preceptos para una vida saludable y productiva, encontramos el cuidado del cuerpo y la higiene individual y colectiva, como un asunto muy importante. La divulgación de cuidados para la salud a través de la publicación de anuncios comerciales, inserciones pagadas por diversas empresas farmacéuticas, invitando su consumo a las receptoras directas: las mujeres y sus familias. Cultura, ciencia y tecnología, son temáticas presentes en las revistas que hoy nos ocupan, compartiendo elementos con asuntos de moda, cocina y labores. Los discursos que se habían arraigado en torno al cuerpo dentro de las familias, corrían a cargo de sectores privilegiados de la sociedad; entre ellos la religión y la medicina. A mediados del siglo XX, estos aspectos sobresalen tanto en los anuncios, como en las propuestas médicas publicadas en las revistas de Mignon y El Hogar. El manejo del discurso que se dio a las mujeres a través de estos medios de comunicación, incluyó una educación en diversos niveles, desde informar y reafirmar en las mujeres el cuidado familiar y personal, hasta la atribución de responsabilidades vinculadas con el manejo emocional de los mensajes enviados a través de anuncios y artículos especializados en salud e higiene personal propios para la población femenina; por ejemplo, la disponibilidad de las toallas sanitarias, que expandían sus horizontes, no solo culturales, sino de inclusión social, con el tratamiento cada vez menos críptico sobre la fisiología de las mujeres y la participación femenina en mayor número de actividades. La modesta producción local, casera y mensual de Mignon y la más cuidada, capitalina y semanaria, de El Hogar, han resultado una veta riquísima para
adentrarse en el complejo mundo de la modernización de la sociedad del siglo XX, la conformación de su visión del mundo, y para los fines que nos ocupan, la irrupción mensual y semanal en la cotidianidad de las suscriptoras de Mignon y El Hogar, de conceptos médicos, psicológicos y farmacéuticos, por citar solo unos cuantos relacionados con el conocimiento científico, aval de esa modernidad y los criterios sociales en la transformación del siglo XX. Los metalenguajes a través de discursos científicos, consejos éticos, normas sociales de urbanidad, imágenes de las nuevas modas o las fotografías de las bodas, eventos religiosos o civiles, recetas de cocina, nuevas instrucciones para el lavado o planchado de ropa, (actividades ejecutadas en espacios transformados por los nuevos electrodomésticos), entre otros temas, incidieron en la formación no solo de las mujeres lectoras, sino de aquellos otros miembros de la familia allegados a ellas. Se muestran en sus contenidos, los propósitos de permear suavemente en la complejidad psíquica de sus lectores, construyendo emociones a través de sus experiencias cotidianas e integrando mensajes propios de su realidad. Asimismo, a través de estas revistas se motivaba a traspasar los conocimientos tradicionales de remedios caseros para recurrir a los productos de laboratorio. Se acercaba y ponía en las manos de las mujeres, herramientas para complementar su perfil de mujer moderna. Además de la industriosidad acometida desde la cocina o el cuarto de costura, ahora una nueva habilidad se volvía cada vez más obligatoria: la responsabilidad de conocer, saber y hacer lo pertinente para conservar la salud y evitar la enfermedad de los miembros del grupo familiar de la mujer, con los nuevos recursos respaldados por las ciencias médicas. Profundizar en el estudio de las revistas “femeninas” comienza entonces a perfilarse más allá de la frivolidad que cualquier nombre de la revista pudiera suscitar. Mignon, vocablo de origen francés, quiere decir: lindo, “mono”, delicado, y se aplica sobre todo en circunstancias que atañen a niños y mujeres. La influencia francesa en ambas revistas es notable, lo mismo que la importación de los productos anunciados. Estas revistas resultaron sucesos mediáticos, pues a través de sus 40 y 64 páginas, más o menos según sus épocas, proveyeron a sus
lectores, de información general, formación educativa en el ámbito de las ciencias y la modernización de usos y costumbres. Comprender las emociones como procesos socialmente construidos nos permite conocer los diversos elementos implicados en la experiencia emocional; donde el significado de la misma va más allá de su expresión fisiológica o psicológica, colocándola en la subjetividad misma del ser humano. Por ello, su dinamismo se vertirá en la construcción del lenguaje de las cosas, en la producción de metáforas con valor e implicación moral (propias del discurso de imprenta de ese siglo); atenderla en su dinamismo social es entenderla en el campo de los procesos socioculturales complejos. La comprensión del sujeto social requiere del análisis de la vida cotidiana, de las formas y expresiones concretas del afecto, de los modos de callar, así como de las tácticas y estrategias para lidiar y afrontar lo que se experimenta en el plano emocional (Enríquez, 2009: 204).
Mignon. La revista de la mujer La Revista Mignon fue fundada y administrada por el químico Manuel Ibáñez Guadalajara, descendiente del notable químico Joaquín Ibáñez, científico porfiriano, reconocido catedrático del Colegio del Estado de Puebla, actualmente la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; heredero suyo, conocedor por tradición familiar de las mejores expresiones de la modernidad porfiriana, con muchos referentes franceses en modas, cocina, literatura, y por supuesto ciencias médicas. La familia Ibáñez pertenecía a una familia de élite, con varios de sus miembros pertenecientes a los círculos científicos, educativos y políticos de la sociedad poblana, tanto de finales del siglo XIX como del siglo XX.
Ejemplo de este tipo de influencia social podemos verla en la siguiente portada donde se muestra una escena de una madre con ropas a la moda, la carriola, accesorios y alrededores de lujo como la mascota familiar de raza pura, evidenciando opulencia y tranquilidad. A través de sus casi setecientos ejemplares, entregados mensualmente a sus suscriptoras y público en general, al menos durante 58 años, mediante la escritura y las imágenes, notificó sobre un mundo más amplio y posible que el de los linderos de la capital poblana.
Mignon No. 145, marzo 1932
Estuvo profusamente ilustrada, permitiéndole incluso a las personas no alfabetizadas aprehender las nociones mas rudimentarias de los artículos, en su texto o con la visualización de nuevos productos y sus usos. La otra revista, El Hogar, se destinaba a un público más preparado, con largos artículos y una profusión de imágenes menos expresiva. Mignon incluyó muchos artículos pequeños, que orientaron a las lectoras en cuestiones relacionadas con la vida cotidiana en familia, incluyendo autorías de cuentos y novelas. Generalmente tenían un mensaje orientador y normativo para el
comportamiento
adecuado
a
la
moral,
exaltando
alguna
virtud,
o
comportamiento; lo que conlleva la expresión de emociones adecuadas para su rol femenino. En esta publicación, los artículos de índole médica sobre el cuidado del cuerpo y medidas preventivas ante algunas posibles enfermedades, lo mismo que nociones de higiene, fueron firmados por médicos reconocidos en la ciudad, informando de tópicos como nutrición y algunas medidas adecuadas para el tratamiento doméstico en caso de distintas enfermedades, especialmente de los hijos e hijas.
Por otro lado, hubo una mediana divulgación, de la existencia de productos y servicios médicos profesionales relacionados con la maternidad y fertilidad. Ejemplo de ello lo vemos en este número donde se publicaba el “Indicator” de 1959; a fin de conocer los recursos tecnológicos para las necesidades de las familias deseosas de controlar la natalidad sin transgredir los códigos morales de la población. Dirigido a las mujeres, se ofrecía un dispositivo auxiliar en el “método del ritmo”, sin mencionarlo claramente, solo para llevar la cuenta precisa a la hora de planificar embarazos: “Indicator, calculador de precisión que le indica de antemano y exactamente a la mujer los días de cada mes en que puede o no tener hijos”.
Mignon No. 476, octubre 1959
En estas publicaciones vamos constatando un mayor interés editorial por ofrecer a su público una cantidad ampliada de artículos relacionados con la psicología, proporcionando
criterios
y
conocimiento
sobre
las
distintas
emociones,
comportamientos, desarrollo infantil y asuntos propios de los adultos. Había un aspecto moralista subyacente en los textos que permitía que las fronteras entre el conocimiento científico de la época se mezclara de una manera “natural” con las presuposiciones religiosas que la revista ha evidenciado a lo largo de su historia, permitiendo afirmar la orientación católica y conservadora en sus contenidos. En resumen, es posible observar mensajes sobre el cuidado del cuerpo femenino como un deber hacia la sociedad, representado en primera instancia por la familia, hijos y esposo, en cuyo seno, la salud física y mental, cobraban cada vez mayor importancia en aquellos artículos que versaban sobre los aspectos emocionales y sentimentales propios de la feminidad; exaltándose las cualidades afectivas y
emocionales de tipo moralistas que se naturalizaron a través del discurso religioso y médico, amparadas en la supuesta naturaleza femenina.
El Hogar. Revista para las familias. Semanario Ilustrado. La otra reconocida revista editada desde 1913 en la ciudad de México es El Hogar, semanario ilustrado, la cual dedicaba un gran espacio a los anuncios de productos farmacéuticos y un menor número de artículos de contenido médico, aunque de mayor extensión y más profundidad, que contribuyeron al desarrollo de la pediatría y paidología mexicanas. También fue una publicación de larga duración, aunque menos longeva que la revista poblana. Durante 41 años fue editada y dirigida por Emilia Enríquez de Rivera, quien firmaba algunos trabajos bajo el nombre de Obdulia; su orientación editorial ofrecía puntos de vista más favorables a las condiciones femeninas y exigencias internacionales al respecto y se mostraba más liberal en sus opiniones políticas sobre las circunstancias nacionales e internacionales. En su formato hubo regularmente la sección de artículos, con seis o siete de ellos; cuentos y narraciones, modas y labores, secciones fijas, incluía una partitura musical de alguna pequeña pieza y una miscelánea temática además de una sección de compras, que despachaba, enviando vía postal lo solicitado por las suscriptoras. Los números de esta publicación corresponde al año en que ocupaba la presidencia el general Álvaro Obregón; el 20 de julio de 1923 fue asesinado Francisco Villa, la fecha de la revista coincide con la aprobación del Plan de las Misiones Federales de Educación, auspiciadas desde un año antes, por el Secretario de
Educación Pública,
José Vasconcelos,
para
contribuir al
mejoramiento cultural y profesional de los maestros rurales. Uno de los temas controvertidos en esta publicación eran las atribuciones de fragilidad en el cuerpo femenino y su influencia en el sistema nervioso, además de mostrar al concepto de “lucha contra los nervios excitados” como “consecuencia natural de la agitada vida moderna”. El hecho de publicarse en revistas especiales sobre asuntos domésticos, hacía ver el mensaje, como algo inherente a la modernización y su consecuente cambio del modo de vida femenina. En este
sentido, la necesidad de regresar a los patrones socio-culturales que colocarán nuevamente la imagen de mujer “hogareña y doméstica” era de vital importancia. Ejemplo de ello, lo vemos en la imagen de una de sus portadas, donde se representa una escena familiar, tema recurrente en las publicaciones de la época. Las imágenes de mascotas de raza con pedigree también fueron una constante que al igual que en Mignon se repetía como símbolo de bonanza y opulencia. Se observa un grupo de jóvenes mujeres de diversas edades, que dan la impresión de gozosa familiaridad, en una actividad lúdica El Hogar No. 195, 10 Octubre 1923
como disfrute de ocio y bienestar.
Otra forma de regresar a estos estereotipos de género fue el rol de madre que las mujeres debían seguir teniendo con independencia de su rol productivo dentro del ámbito público social. Las madres a cargo del cuidado de los niños, cada vez más debían conocer y procurar mantenerlos saludables y activos, sin dejar de ocuparse en el cuidado de sus otras tareas; también fueron incitadas y motivadas, a comprometer su tiempo, sus recursos e inteligencia para incorporar a la familia a nuevas costumbres, higiénicas y de arreglo personal y grupal.
Ejemplo de ello, era el extracto de hígado de bacalao como parte de los anuncios de complementos vitamínicos y minerales dirigidos principalmente a la población infantil y a las mujeres. En el mensaje de Emulsión de Scott además se usaba un lenguaje retador, con una fuerte carga emocional, recurriendo a la evocación de pesadumbre, al ver lo que otros tenían y ellos no: “¡INFANCIA ALEGRE! No envidie a los niños ajenos, Dé Scott a los suyos…”
El Hogar No. 731, 11 abril 1934, p. 50
Un tema importante en El Hogar de 1925 fueron los anuncios de las servilletas sanitarias Kotex, cuyo nombre deviene de la contracción de las dos primeras sílabas de cotton y texture, en alusión a la conformación de éstas, y a la difusión del deber que tenían las madres de informar a sus hijas sobre el nuevo método de higiene personal para las mujeres. Sin entrar en mayores explicaciones, mantenían un discreto silencio, donde solo se mencionaba la función que las servilletas desempeñarían durante los días del período menstrual. El anuncio muestra un paquete del producto y en la parte baja un cupón recortable para solicitar el envío de una muestra gratuita, exhibiendo el aval profesional de una enfermera extranjera. A partir de 1925 y años posteriores persistió las mismas formas cripticas para referirse a productos similares. Aún en los 60´s, eran usualmente despachados por mujeres y envueltos en papel periódico para disimular su contenido.
Lo más notable de este anuncio es la representación de la madre; una mujer encanecida que en actitud confidente charla con una joven, quien expectante muestra una actitud pasiva. La diferencia de edades es muy grande. Podría llevar al observador a considerar la escena entre la hija núbil de una mujer prolífica. Por aquellos años había premios a esas madres. Por otra parte, el concepto de adolescencia no era El Hogar No. 289, octubre 1925, p. 30
común en aquellos años.
Las revistas femeninas eran el escaparate perfecto para los productos más vinculados con temas tratados en muchos espacios sociales con extrema precaución, en algunos casi tabú y en otros definitivamente como tales. Las funciones fisiológicas correspondientes al ciclo menstrual y reproductivo requerían de veladas descripciones sobre los malestares que ocasionaban en algunas mujeres, como fue en el caso de Mignon. El mercado femenino requería un lenguaje propio, y las molestias, síntomas, enfermedades y síndromes en las ciencias médicas tenían un nombre definido, pero en el ámbito popular seguían prevaleciendo, no como dolores de cintura, por citar un ejemplo, sino como “enfermedades de la cintura”, términos muy utilizados en estas publicaciones. Así tenemos un producto; los óvulos Devals que se anunciaban tanto en Mignon como en El Hogar. Los anuncios de sustancias para duchas vaginales, también invocaban el concepto de higiene, asociando una imagen de elegancia como el que se apreciaba en los comprimidos Gyraldose. O bien los calmantes femeninos “sedante y antiespasmódico del dolor útero ovárico” como el Fandorine, que
presentaba la imagen de una mujer en salida nocturna, envuelta en abrigo de pieles, peinado a la moda y una radiante expresión de contento. Estos anuncios integraban los conceptos de salud, belleza y responsabilidad en el auto cuidado personal de las mujeres, siendo explícito las consecuencias en la apariencia de las mujeres por los trastornos reproductivos y sexuales, apelando también a la vanidad. La construcción de los criterios de belleza se apuntalaban también desde estos espacios, que resultan educativos e ilustradores para su público y que implicaban emociones femeninas entendidas con valoración positiva. Por último, y no menos importante, el desarrollo de los productos que iba directamente apelando a las necesidades de aceptación de la autoimagen femenina, sin invocar propiedades medicamentosas ni higiénicas, donde la belleza se relacionaba con el peso ideal o delgadez. Ejemplo de esto era el jabón reductor La-Mar elaborado por Beick, Félix & Co., quienes despacharán pedidos por correo. El producto tenía como objetivo adelgazar cualquier parte del cuerpo sin afectar las demás. El jabón La-Mar eliminaba en breve tiempo la papada, el abdomen protuberante la desproporción de los tobillos, la carnosidad de las muñecas y de los brazos, el abultamiento de las caderas y de los senos así como la gordura superflua de cualquier parte del cuerpo.
El Hogar No. 289, octubre 1925
Los anuncios rebasaban las temáticas de salud y proponían soluciones en asuntos que problematizaban aspectos de moda o bien relacionados con la autopercepción y estima de las mujeres. La esbeltez versus la gordura también era un tema que
aparece en conexión con asuntos de salud femenina asociado a emociones positivas.
Consideraciones Finales En la construcción sociocultural del género aprendemos a comunicar de formas distintas lo que sentimos y pensamos. Lo que pensamos debe entrar en el marco de lo racional que será lo que lo validará socialmente; mientras que las expresiones referidas a los sentimientos y emociones suelen quedar relegadas y subvaloradas. Es así porque desde esta mirada, la subjetividad, el contenido emocional de lo expresado, se aprecia como minimizante de su objetividad social. Las representaciones sobre las diferencias en la expresividad emocional entre hombres y mujeres con frecuencia funcionan como una pantalla de proyección en la que se inscriben las fantasías sobre la naturaleza y su relación con la sociedad (Paladino y Gorostiaga, 2004:6). Las formas como se transmiten las emociones y sentimientos adquieren expresiones distintas en hombres y mujeres; en donde no existe una neutralidad e imparcialidad del discurso sobre su construcción. Por tanto, las representaciones sociales que se hagan en torno a éstas tendrán elementos diferentes de análisis. Las revistas Mignon y El Hogar nos ofrecen la posibilidad de conocer y observar un fenómeno social de larga permanencia, su carácter mediático, de amplia distribución y permeabilidad, desde la aparente sencillez de los mensajes, a la fascinación por la ciencia y la cultura, fortaleció la confianza de las lectoras y sus familias, en cada revista de las dos casas editoriales. Mujeres y hombres, ciudadanos y habitantes de espacios restringidos, que a través de actividades tan cotidianas como comer o vestirse, enfermarse, atenderse, curarse, etc., incorporaron, reforzaron o trasformaron, nuevos comportamientos, ideas, creencias, expresándolas, corporeizadas, usualmente después del proceso mental y emocional, en actitudes y conductas socialmente aprobadas, penadas, censuradas o solo mal vistas. El proceso social de aprendizaje de nuevos consumos, a través de la lectura, a medias entre la cultura y la mercadotecnia y los tópicos desde allí difundidos, se
ubicaron en lo que podría denominarse una policía de lo femenino, de las mujeres, conformando espacios de acción concreta para aquellas. Abordar asuntos como la alimentación saludable y el derecho de las mujeres al voto, promovió nuevos universos de expectativas sociales, según los propios argumentos de los contenidos de las revistas Mignon y El Hogar, contribuyendo a la posibilidad de plantear un tema tan amplio, con miras de transversalidad para estudios y temáticas derivadas. El uso de la emociones como una categoría sociocultural, insoslayable en el análisis de la organización social y las relaciones de poder en la cultura de género, nos permite dar cuenta de cómo la prensa femenina del siglo XIX y principios del XX
de tipo moralista institucionalizaba las emociones como un sistema de
atribuciones de las responsabilidades femeninas en la esfera doméstica, reforzando el papel estereotipado de los roles de la mujer en la sociedad. Encontramos la presencia de la ciencia como aval, modelos culturales y estilos de vida moderna diseminados con su apoyo, desde el uso de nuevos productos medicamentosos y nuevos conocimientos, que incluyeron conceptos como los de la química, pediatría y la psicología, entre otros. La permanencia de la apropiación o imposición de la obligación del cuidado de la salud familiar a cargo de la mujer, quedó establecido en sus páginas. Además de ofrecer conocimiento sobre la relación de las condiciones de la vida material y sus repercusiones en la salud mental y la psicología del individuo. El concepto de Modernidad estilo siglo XX, se hizo cada vez más presente y comenzó a considerarse parte sustancial de la vida agitada de los nuevos tiempos; nuevas enfermedades o trastornos aparecieron, a la par que medicamentos; nuevos conceptos y tratamientos distintos para la fisiología femenina e infantil. El cuerpo y la persona de los varones aparecen más desdibujados, adquiriendo mayor protagonismo tanto mujeres como niños, receptores de nuevas políticas editoriales y de consideraciones sociales, en tanto personas susceptible de protagonizar activamente algún rol social conveniente al tiempo histórico. El cuerpo de las mujeres comenzó a recibir más atención para atender asuntos de obesidad versus esbeltez, entre razones higiénicas y estéticas de belleza. Desde
el buen comportamiento, el gobierno de las mujeres atendería a escala particular el orden de su espacio más cercano: el de su misma persona, el de los que con ella convivían y dependían, y el manejo manual y cada vez más tecnológico de su ambiente circundante, el ámbito doméstico. Como menciona Illouz (2007) “La jerarquía social que producen las divisiones de género contienen divisiones emocionales implícitas, sin las cuales hombres y mujeres no reproducirían sus roles e identidades” (pag. 17. Citado en: López, 2011: 15); en donde los hombres tienen un lugar fuera de la vida emocional, mientras que las mujeres les corresponde la expresión de las emociones intrínsecas y subjetivas a su ser; es decir, naturalizadas a su esencia humana. Por tanto, las emociones y la racionalidad se organizan jerárquicamente llevando implícito disposiciones sociales y morales de los géneros (López, 2011:15). Referencias Bibliográficas
Donzelot, Jacques (1979) La policía de las familias. Valencia, España: Pre textos.
Enríquez, Rocío (2008) El crisol de la pobreza: mujeres, subjetividades, emociones y redes sociales. Guadalajara, México: ITESO.
Fernández, Anna María (2011) “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos”. Revista Visión Nueva Época. Junio 2011. Número 26.
López. Oliva (2010) “Los mensajes con contenidos emocionales dirigidos a las mujeres en dos revistas femeninas progresistas de la segunda mitad del siglo XIX en México”. Revista Latinoamericana sobre estudios sobre cuerpos, emociones y sociedad. No. 4 Año, 2. Diciembre 2010. www. relaces.com.ar.
Paladino, Celia y Gorostiaga, Damián (2004) Expresividad emocional y estereotipos de género. Universidad Nacional de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Departamento de Ciencias de la Educación.