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LA HUELLA PLANTAR RESUMEN El autor intenta demostrar que basarse sólo en la huella plantar para emitir un diagnóstico, sobre todo, al que llaman pie plano, es una verdadera aberración. Sabemos que por encima de la huella existen unas estructuras que son las que condicionaran esa huella y son precisamente éstas, la
causa en las que las que debe basarse el diagnóstico puesto que la huella, es sólo una consecuencia de patologías que se encuentran por encima de ella y, una consecuencia, nunca puede ni debe ser motivo de diagnóstico, aunque sí es lógico, el que se utilice como complemento. De igual manera, es totalmente erróneo el hecho de diagnosticar una alteración patomecánica del pie, pura y simplemente, como pie plano. Sea clasificándolo de 1º ó 3 r grado o sin él. Decir pie plano equivale a dar como diagnóstico “ tiene usted dolor de cabeza” . Hay algo más por encima de la planta del pie y, será la patomecánica de esas estructuras, las que nos condicionarán el diagnóstico y, luego, sí podremos añadir; con aplanamiento del pie. Es pues inconcebible e inaceptable que, todavía hoy, la mayoría de profesionales se valgan de la expresión “ pie plano” como único diagnóstico. En este trabajo veremos cómo a, través de la manipulación del pie observaremos reflejadas distintas huellas y distintos conceptos que nos van a ayudar, tanto en la confección del soporte plantar, como en el diagnóstico. PALABRAS CLAVE Huella plantar. Huella funcional. Huella resultante. Huella de contacto. Huella de presión. Pie plano. Pie plano infantil. Pie en balancín. Causa. Consecuencia. INTRODUCCION Estamos totalmente en contra de la utilización de la huella plantar como único elemento para emitir un diagnóstico de cualquier alteración biomecánica del pie. No existe una relación suficiente como para poder establecer una relación huella patología. La patomecánica que pueda diagnosticarse no puede estar basada sólo en un signo o característica como es la huella plantar. Por ello, diferimos rotundamente en cuanto a la clasificación establecida en prácticamente todas las bibliografías consultadas, respecto a su clasificación y, más aún si para emitir un diagnóstico se basan sólo en la huella.
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pie plano de 1 er grado
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pie plano de 2º grado
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pie plano de 3 er grado
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pie plano de 4º grado
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Sin duda existe algo más por encima de la huella detectada y, por cierto, en ocasiones bien distinto puesto que, observando huellas similares, pueden apreciarse diferentes patologías, motivo por el cual, el tratamiento con soporte plantares no podrá ser igual en cada caso y quizá, como es frecuente, también variará de un pie a otro. Ocurren igualmente errores similares en cuanto al pie del niño. Es sabido qué, en la mayoría de los casos, el pie del niño recién nacido es “ plano” . Bien eso es lo que dicen, pero, no coincidimos en ello. Hemos comprobado, no sin asombro, cómo obtenían las huellas de los bebés y afirmaban lo comentado, que todos los pies a esa edad eran planos. Volvemos a lo comentado anteriormente. Cómo pueden basarse en un procedimiento tan absurdo cuando sabemos que la consecuencia de ese “ pie plano” , que dicen existe, es sólo tejido adiposo. También, se basan en ello para asegurar que luego el pie, sin más, puede evolucionar a cavo. El pie, desde el primer momento, presenta ya una morfología que será determinante para su posterior evolución y desarrollo y, lo que ocurre, es que no se interpreta adecuadamente.
Repetimos una vez más que hemos de olvidarnos de la huella y mirar lo que existe por encima de ella. Si nos fijamos bien, apreciaremos rápidamente como será ese pie al cabo de los años. La huella sólo nos servirá como un buen complemento a la evolución del proceso. Será siempre lo que encontremos por encima de ella lo que nos dará el camino a seguir y, no olvidemos, que a lo que llaman “ pie plano” (que nosotros diríamos aplanado como consecuencia de…) no es una causa, es una consecuencia por lo cual, no puede ser NUNCA motivo de diagnóstico. A los tres meses de haber iniciado la deambulación, ya pueden observarse las alteraciones que van a persistir (caso de no tratarse) y éstas, no deben estar basadas, precisamente, en la huella plantar y de ser preciso (como así ocurre en un número elevado de casos) se debe ya instaurar el tratamiento adecuado. Un ejemplo muy claro lo tenemos en la naturaleza: ¿cuando se le empiezan a aplicar tirantes o sujeciones a un árbol si se observa que va acrecer torcido?, ¿cuando ya ha crecido? La coherencia de lo comentado anteriormente viene determinada por unas Leyes (que veremos reflejadas al final) qué, en este caso son básicas y que aplicadas a nuestro campo nos harán comprender mejor la valía del soporte plantar en cuanto a su misión y eficacia. Otro pero a oponer a la costumbre de diagnosticar por la huella, lo encontramos en la práctica habitual de nuestra consulta. Cuando observamos una determinada huella (sobre todo en pies con patología medial, que es donde más se prodigan los cambios), la clasificaremos como huella FUNCIONAL y a la que resulta de la corrección o equilibrado del pie, realizado con nuestras manos (corrección manual), la denominamos RESULTANTE. Un ejemplo claro lo vemos en las imágenes de abajo. Por lógica la huella RESULTANTE nos dará una pauta importantísima en cuanto a las características que debe reunir el soporte plantar. Para ello es siempre útil valernos también del podoscopio
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En la huella de nuestra derecha podemos apreciar como la huella resultante presenta la presión de MTT A.V. detalle que nos confirma la influencia de éste en la pronación.
Diferentes huellas y patologías
Huella de Pie A.V. Huella de Pie ADDUCTUS Huellas similares en pies distintos
Para concretar en cuanto a la definición de la huella diremos que tal alteración provoca un aplanamiento del pie cuando así sea de (aquí podéis poner la clasificación que más os guste). También podemos definir la huella como equilibrada cuando ocupa un tercio de su ancho.
Cuando la hallamos más estrecha, pero todavía contacta, la podemos clasificar como de tendente a la excavación.
Cuando ésta está partida la clasificaremos como de excavado.
Precavo.
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Cavo (los dos huevos invertidos)
También hay que tener en consideración otros dos conceptos que pueden resultar básicos, a la hora del tratamiento, respecto a la huella plantar: la huella de presión y la huella de contacto. La de presión (amarilla o verdosa), sí se traduce en el podoscopio.
La de contacto (rosada), es la que observamos sin presión en el podoscopio y que no se refleja en el examen podométrico.
Con esta nomenclatura creo están definidas las huellas más frecuentes que solemos encontrar en nuestras consultas. El resto ya están comentadas en cada patología. Quede pues bien claro que el diagnóstico basado sólo en la huella plantar es irreal y como consecuencia de ello, tanto el diagnóstico como el tratamiento no se corresponderán con la realidad. Sólo existe una patología en que la huella, obtenida electrónicamente, puede darnos un diagnóstico que, sin este método de obtención, es más difícil diagnosticar: el pie en balancín.
No podemos englobar con una sola nomenclatura diferentes alteraciones. Un abanico más amplio, preciso y exhaustivo, en cuanto al diagnóstico, nos dará más posibilidades de tratamiento. Las Leyes y demás escritos que vienen a continuación, amplían y apoyan los conceptos anteriormente comentados y los que, en otras exposiciones, iremos comentando.
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LEY DE DELPECH. Donde los cartílagos diartrodiales transmiten una presión normalmente disminuida, el cartílago de conjunción o de crecimiento vecino entra en actividad e inversamente. LEY DE WOLF. (Adaptación funcional del hueso) Todos los cambios de forma, función o posición de un hueso van acompañados de alteraciones definitivas de su estructura interna, al mismo tiempo que de su conformación externa. (Siempre de acuerdo con leyes matemáticas). LEY DE DAVIS. (Adaptación funcional de las partes blandas) Los ligamentos y las partes blandas sometidas a un moderado grado de tensión continua, sufren una elongación por adición de nuevo material; por el contrario, si los ligamentos u otras partes blandas se mantienen de forma ininterrumpida en estado de laxitud, se acortarán progresivamente por evacuación de material, hasta que lleguen a mantener las mismas relaciones con las estructuras óseas a las que están unidos, que mantenían antes del acortamiento. SÍNDROME DE HANS SELYE Como respuesta a una situación prolongada de esfuerzo, sea cual sea su naturaleza, se ponen en marcha ciertos mecanismos fisiológicos de protección. Selye divide este síndrome en la reacción de alarma, la fase de resistencia y la fase de agotamiento, que bien pueden aplicarse en podología. FEEDBACK/RETROALIMENTACIÓN Este concepto se ha empleado por analogía a diversos fenómenos fisiológicos y se emplea siempre que un fenómeno al desarrollarse más y más inhibe al que le dio su origen, creando una regulación automática.
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