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LA INTEGRACIÓN ESCOLAR DESDE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y EMOCIONAL Dr. Jesús Paredes Ortiz Dra. Victoria Machota Blas INTRODUCCIÓN La comunicación que tienes entre tus manos es el resultado de varios años de reflexión y de práctica pedagógica. Los coautores compartimos el deseo y la necesidad de educar en valores, o lo que es lo mismo, un tipo de enseñanza humanista que integre a la persona entera desde las intenciones u objetivos educativos del centro escolar hasta la programación de aula. Es decir, del hacer, sentir y pensar, integrando de esta manera las dos disciplinas citadas: la educación física y la educación emocional. De esta manera contemplamos al educando desde una dimensión preferentemente global y humanizada, ya que el objetivo educativo prioritario de estas páginas es incrementar y mejorar el grado de conocimiento y satisfacción personal, y el grado de comunicación de los sujetos entre sí, con la comunidad escolar y con la sociedad. Con ello no pecamos de utópicos (sólo los ideales y las personas idealistas son capaces de propiciar cambios educativos significativos), pues nos situamos desde el principio básico de que mejorar en comunicación (aspectos verbales y no verbales), usando aspectos cinético-corporales y emocionales es tanto como humanizar la escuela. Si propiciamos cambios actitudinales en los estudiantes conseguiremos avances en el aprendizaje de contenidos y procedimientos. Esta es nuestra línea de trabajo: por una parte el ofrecer a los docentes de la educación obligatoria alternativas o propuestas metodológicas válidas; y por otra, el que los estudiantes emprendan actividades dinámicas, lúdicas, creativas y cooperativas que hagan que los niños, niñas y adolescentes se encuentre más a gusto en los centros escolares. ¿Es esto muy pretencioso? La experiencia nos hace ser positivos, pues el plantear actividades eminentemente comunicativas nos inserta a docentes y discentes en la realidad más humana: que las personas “estamos hechas” para la comunicación; y por tanto, facilitar o promover estos cauces hace que nos encontremos más con nos-otros mismos al encontrarnos con los demás en el sentido más antropológico del término “encuentro” (López Quintás, 1995).
Estamos convencidos de que la adecuada aplicación de estas prácticas pedagógicas contribuirán al crecimiento personal de los estudiantes pues con ellas se alcanza en buena medida la mayor conciencia y aceptación corporal (“siento que
siento”), la armonía mundo exterior y mundo interior, la sensibilidad, la capacidad expresiva, la autoestima y, al mismo tiempo y como objetivo preferente, la comunicación, uno de los grandes y difíciles temas para los seres humanos de todas las épocas y, paradójicamente, del siglo de los mayores avances tecnológicos y comunicativos, los siglos XX y XXI. En efecto, el hecho de que nos podamos comunicar más, con mejores medios técnicos no quiere decir que la calidad de las relaciones interpersonales haya progresado en igual medida. En este sentido, algunas de las actividades que proponemos inciden precisamente en aprender a escuchar al propio cuerpo en primer lugar, y en segundo lugar a escuchar a nuestros semejantes, lo que implica también una actitud corporal bien dispuesta y cercana.
Por tanto, es nuestra intención no sólo instruir o enseñar en destrezas comunicativas desde la corporeidad, sino sobre todo educar a los sujetos en actitudes comunicativas: físicas y emotivas; es decir, “educare” en el sentido más profundo y etimológico del término: por una parte “educare” como alimentar o nutrir la comunicación; por otra, “educere” como sacar fuera o extraer del interior de los estudiantes las muchas potencialidades comunicativas que poseen. El primer término latino incide en el matiz activo del docente; por el contrario, el segundo término latino subraya la acción y el mayor protagonismo del discente. Tras esta matización etimológica queremos destacar el mayor interés pedagógico del segundo término latino, pues potencia el aprendizaje por descubrimiento y la autonomía de los estudiantes (aprender a aprender). De ahí que
ante la misma raíz morfológica de “duco”,
soslayemos vocablos tales como “seducir”,” inducir” o “conducir”. Por tanto, pretendemos contribuir a que los niños, las niñas y los adolescentes saquen lo mejor de ellos mismos, o dicho de forma más sencilla, educar, que es tanto como “enseñar a aprender”, de manera que los escolares no sean simples almacenes de conocimientos, sino personas capaces de pensar por sí mismas, capaces de buscar y de encontrar la información relevante y fiable, capaces luego de tomar decisiones.
1. CORPOREIDAD Y MOTRICIDAD: BASE DE LA COMUNICACIÓN Hacer, sentir, pensar, ¿por qué? El ser humano es capaz de vivenciar situaciones en la vida, producto de una asunción, asimilación e interiorización hacia la expresión: una comunicación hacia el exterior. Ambas nacen en el interior y desean salir a la luz.
Podemos considerar los modos compartidos como una esfera que rodea, en el mundo, al ser humano; por un lado la asunción se refiere a pensar y sentir, y por otro la comunicación a sentir, pensar y actuar. ¿Dónde empieza un modo y dónde acaba el otro?, es evidente que no es fácil hacer una distinción entre estos modos compartidos, ni siquiera de los diversos aspectos que conforman y enriquecen lo que hoy entendemos por cultura.
Los productos de la cultura son resultados de los modos compartidos de pensar, sentir y actuar del ser humano; ¿del cuerpo, del intelecto, del alma?, parece que todo anda conectado. Si dividiéramos al ser humano en piezas, y éstas fueran sus piezas, ¿cuál sería más importante?, ¿cuál de ellas definiría lo humano?, ¿de cuál de ellas podríamos prescindir en la concepción del ser humano? Parece complejo, y sin embargo, la respuesta se halla en el aula humana, que se precipita a levantar la mano para tomar voz: “ni mi cuerpo, ni mi intelecto, ni todo aquello que se halla oculto dentro de mí, se halla independiente”.
En consecuencia, la persona, en su globalidad, posee distintos aspectos: físico o corporal,
anímico o emocional y simbólico o intelectual. Entendemos que en las
personas la cultura es unitaria, holística; y de esta manera participa la persona en la cultura. La cultura se refiere a las formas pautadas de pensar, sentir y comportarse.
Desde Darwin, las investigaciones científicas nos invitan a creer que el lenguaje del ser humano lo conforma la fusión del lenguaje verbal y del lenguaje no verbal. Gracias a lo verbal y a lo no verbal, las personas cubren las líneas de despliegue de la acción humana, el sentido físico, el sentido ético y el sentido filosófico; estas líneas marcan las tres actividades humanas fundamentales: hacer, percibir y saber. ASPECTOS
DE
LA ACCIÓN
FORMAS
ACTIVIDADES
PERSONA
HUMANA
PAUTADAS
FUNDAMENTALES
FISICO/CORPORAL
Sentido
COMPORTA
HACER
FISICO
RSE
Sentido
PERCIBIR
ANIMICO/EMOCIONAL
ÉTICO
SENTIR
SIMBOLICO/INTELECTU
Sentido
AL
FILOSÓF
SABER
PENSAR
ICO
Para una interpretación de la vida, consideraremos que los dos elementos vitales del lenguaje, entendido como realidad humana, son “el soma” y el “logos”. En definitiva, el leguaje tiene una doble vertiente, por un lado es como un vehículo del ser corporal, y por otro se convierte en vehículo que está en el mundo y se relaciona con él y, consecuentemente, es un emisor y un transmisor de vivencias. Vivencias que son experiencias de manifestaciones ricas en pensamientos, en sentimientos y en acciones.
Como decía Einstein (1981), lo verdaderamente valioso es la imaginación. El ser humano es un ser que expresa, que se comunica, que juega y crea, que tiene el poder inmenso de transformarse y transformar el medio en el que vive. El lenguaje forma parte de la vida, es la vida humana, es un bien social y cultural. Actividades que se refieran a la comunicación, al lenguaje verbal y no verbal, son fuente de creatividad, y constituyen un medio ideal de enriquecimiento personal y de aptitudes sociales. Dichas tareas alimentan el cambio, cambio necesario en lo educativo, en lo social, en la cultura. Ayudar a crear y recrear por medio de dichas actividades es ayudar a construir el futuro.
Por todo esto, el lenguaje constituye, bien verbal bien no verbal, el primer canal para el desarrollo de la corporeidad, para la expresión de la motricidad, para la eclosión de la creatividad. El lenguaje humano es la base de la comunicación, del puente de encuentro o ruptura, del establecimiento de un clima social. Corporeidad y motricidad van de la mano, se expresan, y nos aportan un equilibrio de ánimo.
Consecuentemente, la comunicación nos aporta un equilibrio entre lo creativo y lo aprendido; una estabilidad entre lo personal y lo social; entre lo emocional y lo práctico; entre el corazón y el alma; una estabilidad que enriquece la vida día a día. Al respecto, Maslow (1983) habla sobre la satisfacción de la persona, que es equilibrio que contribuye a lo que denomina “realización personal” y “realización
social” y tiene que ver con lo que Rojas (1998) identifica como objetivo de vida “encontrarse a sí mismo” y “encauzar un proyecto de vida”.
Es más, el grado de comunicación es un síntoma de calidad de vida, de bienestar, y para ello nuestro cerebro ha de funcionar en conjunto con sus dos hemisferios: el izquierdo o lógico-convergente y el derecho o analógico-divergente. El juego, como primer instrumento en la comunicación humana, tiende a desarrollar tanto un hemisferio como el otro. Es mediante la comunicación, y concretamente a través de la creatividad, como la persona disfruta y crece con la búsqueda de nuevas posibilidades motrices y verbales, y nuevas maneras de vivir su corporeidad, creciendo en busca de la realización como ser corporal y como ser social, es decir, como ser humano.
2. INTEGRACIÓN SOMÁTICA Y EMOCIONAL
La corporeidad debe ser objeto de la potencialidad humana. En otras palabras, si pensamos en lo multidimensional de la persona, las acciones humanas (verbales y no verbales) se manifiestan y se expresan a partir de lo corporal. Sartin (1987) afirma que la corporeidad, desde el punto de vista filosófico, no corresponde a un elemento mensurable, sino a una imagen que construimos en la mente. Nos resulta atractiva la definición que aporta Zubiri (1982), “la vivenciación del hacer, sentir, pensar, querer y comunicar”; si Sartin (1990) nos invita a entender la corporeidad como la propiedad básica que nos garantiza la comprensión del cuerpo, queremos ser atrevidos y afirmar que no sólo la comprensión del cuerpo, sino la comprensión de la vida a partir de la realidad corporal.
A partir de esta nueva concepción, podríamos subrayar tres actitudes, que pueden responder a aspectos filosóficos subyacentes: una ontológica, en la que la corporeidad significaría exactamente aquello que constituye el cuerpo como tal; una segunda epistemológica, en la que la corporeidad es tomada como la determinación espacio-temporal del cuerpo, en tanto organismo vivo, a partir de los estudios de las ciencias experimentales, y siendo asumida esa tarea por la biología, por la genética, por la anatomía y por la fisiología; y una tercera, llamada fenomenológica, que no
está preocupada en garantizar las bases ontológicas, ni en construir una epistemología objetiva y rigurosa de la corporeidad, sino en intentar describir las imágenes de corporeidad que el imaginario humano construyó a lo largo de la historia de la humanidad, incluidas también las imágenes metafísica y científicas; ésta intenta captar las posibles implicaciones culturales, sociales, educativas, políticas e ideológicas que tales imágenes generaron en los individuos y en la sociedad. Si la corporeidad es una imagen construida a partir de lo corporal, y se percibe, y se vivencia con el fin de un perfeccionamiento, éste no sólo será biopsicológico, sino también trascendente de la persona. Lo importante es comprender las diferentes corporeidades que inspiran y determinan el tratamiento de las distintas realidades corporales, desarrolladas por las distintas culturas humanas. Lo emocional es una propiedad metafísica e inherente a la vida, se torna humano al vivenciarse tanto a partir de lo consciente como de lo inconsciente (verbal y no verbal). Al manifestarse se hace actividad y produce la conciencia y esta se presenta como un lenguaje psíquico que revela al sujeto el mundo que lo rodea (Goellner, 1992). De ahí, que es posible afirmar que la construcción del conocimiento y de la cultura se da, en principio, en un plano social y posteriormente, en un plano individual. En la corporeidad se ubica el punto central del encuentro del ser consigo mismo. Ella es la "presencia y la manifestación de lo humano...” (Sartin y Alves, 1997). A este respecto Alves (1997), nos invita a pensar que la corporeidad es la condición inicial para que se reinstaure la presencia de lo humano: la comunicación.
Las personas nos comunicamos, expresar y comunicarse es a la vez fácil y difícil. Se convierte en una necesidad básica, a la vez instintiva y cultural. Por eso nos suelen gustar las maneras de expresarnos propias y, con más razón si cabe, las formas de comunicarnos. En cuanto a las maneras de expresar y de comunicarse, podríamos hacernos la pregunta: ¿es posible fiarnos del instinto?, podríamos dar como repuesta válida: si y no.
Conservamos escondido en nuestro cerebro parte de ese instinto ancestral, pero la racionalidad y las convenciones sociales (localizadas en el córtex cerebral), impiden, la mayoría de las veces, combinar sabiamente lo que sabemos, sentimos y hacemos ante una determinada circunstancia. Hay ocasiones, en cambio, en que ese instinto casi perdido aflora de manera espontánea, rápida y evidente; debemos esforzarnos en equilibrar el instinto con la razón.
Dejar espacio a la intuición a la hora de conocernos permite aumentar el placer por la comunicación y averiguar cuáles son nuestras necesidades o tendencias expresivas. Cada persona es única, y subrayamos que hay que la individualidad prevalece, que cada persona es distinta, tanto desde el nivel microscópico, pasando por el emotivo, hasta el anatómico, como desde el funcionamiento de sus órganos a la composición de sus fluidos corporales. Estas inherentes diferencias se extienden a la estructura y metabolismo de cada célula, de cada estrato, físico, anímico y simbólico y determinan su expresividad, su potencial comunicativo. Y, sin embargo, nos atrevemos a enunciar unas pautas que contribuyan a la búsqueda del equilibrio en el cultivo de este potencial: ¾ Expresar y comunicarse por necesidad, no por costumbre. Es necesario tener la sensibilidad hacia lo que nos conviene para poder manifestarlo. ¾ Ser consciente, lo que implica un acercamiento sutil o natural, a la hora de querer, sentir y saber expresar y comunicar. ¾ Respetar el deseo y aceptar, orientar y/o modificar las maneras de actuar a la hora de expresar o comunicar. ¾ Aceptar impulsos extravagantes. Los cambios, tanto fisiológicos como psicológicos, a veces son necesarios y, siempre, nos ayudan en el proceso de aprendizaje evolutivo. ¾ Evitar los sentimientos de culpa relacionados con “lo púdico”, vergüenza, o que tenga que ver con el hecho de relacionarnos con los demás. ¾ Valorar nuestro estado emotivo y energético (físico y mental), si mejora nuestro humor. Esas sensaciones varían a veces, por lo que hay que fijarse en las que suelen mostrarse más estables.
3. CEREBRO, INTELIGENCIAS MÜLTIPLES Y LENGUAJE HUMANO
Si entramos en discusión y consideramos que el cerebro derecho es masculino y el cerebro izquierdo es femenino, estaremos en un error importante; el cerebro funciona como unidad compleja integrada que contiene dos hemisferios, uno derecho y otro izquierdo, que no son entidades separadas.
Los códigos de comunicación se procesan en el cerebro. El cerebro está cubierto por una capa exterior llamada córtex. En su interior hay cuatro áreas, llamadas lóbulos, cada uno de los cuáles tiene distintas responsabilidades: el lóbulo frontal es responsable del razonamiento; el lóbulo parietal se responsabiliza de la recepción sensorial; el lóbulo occipital es responsable de la vista; y el lóbulo temporal es responsable de la memoria, del habla, del lenguaje y del oído. CEREBRO LÓBULOS
Funciones
FRONTAL
Razonamiento
PARIETAL
Recepción sensorial
OCCIPITAL
Vista
TEMPORAL
Memoria, habla, lenguaje y oído
La manera de hablar y de manejar la voz va a depender, principalmente, del lado izquierdo del cerebro (responsable del habla y del lenguaje), de las zonas del cerebro llamadas área de Broca y área de Wernicke. Una zona localizada en el interior del cerebro, llamada sistema límbico (aloja el sistema nervioso simpático y el parasimpático) permite que tengamos respuestas emocionales específicas cuando oímos algunas voces, tonos, o cuando vemos a alguna persona que conocemos o no conocida; estas respuestas emocionales nos causan sensaciones positivas
o
negativas. El sistema límbico es el responsable de que sintamos emociones; nos hace que podamos suscitar sentimientos y emociones.
De esta manera, somos conscientes de la forma en que opera nuestro cerebro, en el que se integran las dos áreas que la componen: la parte superior del cerebro, el
córtex, donde vemos y escuchamos información, de manera objetiva; y la parte inferior del cerebro, el sistema límbico, en el que sentimos y vivimos las emociones. Esforzarnos en aprender a ser conscientes de lo que observamos, oímos, de lo que hacemos y sentimos es estimular, es adquirir riqueza, es aprender a vivir de manera diferente.
La calidad de vida determina nuestro bienestar, y para ello nuestro cerebro debe funcionar en conjunto con sus dos hemisferios: el hemisferio izquierdo o lógicoconvergente y el hemisferio derecho o analógico-divergente. El lenguaje humano (corporal y verbal) tiende a desarrollar tanto un hemisferio como el otro. Mediante el lenguaje y a través de la creatividad la persona disfruta y crece con la búsqueda de nuevas posibilidades motrices y lingüísticas, nuevas maneras de vivir su corporeidad, creciendo en busca de la realización como ser corporal y como ser social.
Esta realidad es posible gracias a la acción educativa. En este sentido, podemos hacer referencia al “cultivo”, que deviene del verbo latino colere, y cuyo significado etimológico posee un triple sentido: físico, ético y religioso. Observamos que este triple sentido engloba las tres líneas de despliegue de la acción humana, dando lugar a las tres actividades humanas fundamentales: hacer, obrar y saber.
Sentido
Cultivo de tierra
Razón técnica
HACER
FÍSICO Cultivarse según el Razón Sentido
ideal
ÉTICO
humanitas
SENTIR
la práctica
de y
la
padeia clásicas Sentido TRASCENDENTE
Estar
abierto
cultivar espiritual
a Razón teórica lo
SABER
¿Quiénes somos?, ¿qué buscamos?, ¿qué debemos cultivar? Parece evidente que siendo seres humanos, y teniendo en cuenta desde que nacemos andamos queriendo conquistar la categoría humana, pretendemos diferenciarnos del animal, o mejor dicho, ser mejor animal: ser un animal cultural, y de esta manera convertirnos en persona. Es obvio, que en ello nos diferenciamos, poseemos, además de instintivo, la capacidad de crear y adquirir cultura.
lo
La categoría humana la
conquistamos cultivando la razón, mejor dicho a través de la inteligencia, de los distintos talentos que conforman la inteligencia.
Si revisamos la definición de educación, que aporta García Hoz (1970), apreciamos el tremendo, complejo e importante quehacer del desarrollo de las inteligencias,
“el
perfeccionamiento
intencional
de
las
potencialidades
específicamente humanas”; es evidente que los talentos personales perseguirán las aptitudes sociales, y llegarán por medio del cultivo de la educación. Dichas potencialidades específicamente humanas hacen referencia a los estilos de aprendizaje para adquirir los valores humanos. La educación física deberá contribuir, de manera eficaz, al potencial intelectual, al desarrollo de los talentos o inteligencias personales, porque es un elemento clave para expresar la capacidad para resolver problemas, o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural. Si tenemos en cuenta que lo que determina las habilidades es el entrenamiento, entendido como aprendizaje (Bloom, 1985), recomendaríamos el trabajo del lenguaje verbal y corporal para lograr una mejor comunicación humana. Pensamos que los talentos o parcelas que habremos de trabajar en el proceso de construcción de la persona (educación), a partir de la comunicación, y específicamente, desde la propia inteligencia lingüística (verbal) y corporal y cinética (no verbal), son: la inteligencia musical, la lógico-matemática, la espacial, la interpersonal, la intrapersonal, la emocional, la artística y la inteligencia moral. De esta manera, el lenguaje corporal y lo emocional se convierten en un apoyo y recurso importante, en una herramienta clave para el aprendizaje humano, para un aprendizaje del desarrollo y de la mejora del potencial biopsicológico, de las potencialidades. Son una manera eficaz para educar a niños-as y a los jóvenes en el desarrollo de la inteligencia personal, que les capacitará para adquirir habilidades sociales en la vida.
Inteligencia/talento
Concepto
Cinético y corporal
Capacidad para resolver problemas o para elaborar productos empleando el cuerpo o partes del mismo
Lingüística
Capacidad verbal, en su forma más completa
Lógica-matemática
Capacidad científica
Espacial
Capacidad para formarse un modelo mental de un mundo espacial y para operar usando ese modelo
Musical
Capacidad de crear y reproducir efectos musicales
Interpersonal
Capacidad ara entender a las otras personas
Intrapersonal
Capacidad
de
formarse
un
modelo
ajustado,
verídico, de uno mismo y de ser capaz de usarlo y desenvolverse eficazmente en la vida Artística
Capacidad para crear
Moral
Capacidad para actuar según entendimiento o conciencia
Emocional
Capacidad para desarrollar habilidades emocionales
Es cierto que la educación física invita desde lo cinético-corporal a las fuentes de la comunicación, ayuda y complementa a los otros talentos y ayuda a expresar de manera natural lo emocional, conformando así un código lingüístico común. Compartimos la concepción del filósofo, pedagogo y fundador de las escuelas Waldorf, Rudolf Esteiner (1861-1925), cuyo pensamiento sintetiza Carlgren (1998). Este tipo de ideario lo podemos visualizar con el siguiente cuadro:
Integración del sujeto con los demás
Integración del sujeto consigo mismo
Integración del sujeto con el cosmos
Recorramos estas profundidades antropológicas, epistemológicas y lingüísticas con la ayuda de otro cuadro: INTEGRACIÓN-COMUNICACIÓN DE LA PERSONA CONSIGO MISMA
CON LOS DEMÁS
CON EL COSMOS
Comunicación satisfactoria mente-cuerpo. Equilibrio entre las acciones, los sentimientos y las acciones.
Comunicación Satisfactoria con las personas, sobre todo con las más próximas. Los humanos por naturaleza somos “trans-itivos”.
Comunicación satisfactoria con la naturaleza, con el entorno próximo, con la ecología.
El yo El razonar Los pensamientos La inteligencia
El tú El sentir Las emociones La afectividad
El él El hacer Los juegos La motivación
Esta triple concienciación es el paso previo para modificar algún tipo de conducta con vistas a una mejora personal y grupal, pues quedarnos sólo en alguna de estas facetas es ofrecer una visión incompleta e insatisfactoria de la vida en la escuela, en la familia y en la sociedad. Por eso apostamos desde estas páginas a que en la escuela se eduquen también los sentimientos, que es tanto como “enseñar cómo conseguir una mayor armonía entre la inteligencia, la afectividad y la motivación. (...) Educar es convertir a alguien en persona, hacerlo libre, independiente, con criterio.” (Rojas, 2004).
La enseñanza deberá caminar hacia una participación activa por parte del niño en el proceso educativo. Para cualquier aprendizaje, es tan importante adquirir conocimientos como sentirlos, es decir sentir el aprendizaje como experiencia vital. No se trata de adquirir conocimientos sino de aprender a convertirse, aprender a cambiar, aprender a admitir y a convertirse con el cambio, aprender a vivir. Podemos afirmar que con la educación física como materia, desde la corporeidad y a través de la motricidad, los alumnos-as experimentan y vivencian a través del hacer, sentir y pensar.
Por último, proponemos una materialización educativa desde las propuestas de Maslow (1983) sobre la personalidad creadora, de Feldman (1986) acerca de la complejidad de lo cognitivo, de Gardner (1995) sobre las inteligencias múltiples y de Goleman (1997) y su teoría de la inteligencia emocional. Y, más allá de ver utópica la afirmación de Rojas (1998), “la meta del hombre en la vida es ser feliz”, la compartimos, la añoramos y la anhelamos. Observamos con impotencia cómo un halo de silencio nos rodea cuando hablamos de ello entre pupitres, pizarra y gimnasio. No parece estar claro, hemisferios, educación, inteligencias, demasiados cambios para un futuro que aprieta, y el tiempo escapa, pasa o más bien no parece existir.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS - Moreno Ramos, J. (2006) Habilidades sociales e intervención docente. En García Gutiérrez, M. E. et al, La educación Lingüística y Literaria en Secundaria. Materiales para la formación del profesorado (305-326), Murcia, Consejería de Educación y Cultura. - Moreno Ramos, J. y J. Paredes Ortiz (2005) Hacer Sentir Pensar. Reflexión y actividades para mejorar la comunicación en educación, Ciudad Real, Ñaque. - Paredes, J. (2003) Juego, luego soy. Teoría de la actividad lúdica, Sevilla, Wanceulen.