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CESARE GIRAUDO
LA IRREPETIBILIDAD DEL ACONTECIMIENTO FUNDADOR Y LA REPETICIÓN DEL RITO: LA MEDIACIÓN DEL SIGNO PROFÉTICO Irrepetibilità dell'evento fondatore e iterazione del rito: la mediazione del segno profético, Rassegna di Teología, 24 (1983) 385-402
1. LA DINÁMICA SALVIFICA EN LA ECONOMÍA VETEROTESTAMENTARIA De todos los acontecimientos del Antiguo Testamento, sin duda alguna, el que más destaca es la salida de Egipto, concretamente el paso del Mar Rojo, hasta el punto de convertirse en el centro de la economía veterotestamentaria. Este acontecimiento marca el paso de la "casa de esclavitud al nacimiento de los hijos de Israel como pueblo del Señor. En efecto, Dios escucha la voz clamorosa del pueblo esclavizado por el Faraón. Pero esta iniciativa salvífica de Yahveh no sé acaba en este momento puntual, sino que es el inicio de una constante presencia que protegerá a partir de entonces a todas las generaciones futuras. La salida de Egipto gira en torno a dos momentos clave: la última cena en la esclavitud y el paso del mar Rojo. Detengámonos a analizar la interrelación de ambos enclaves: ¿cuál es la prioridad lógica? ¿cuál de los dos debe considerarse en función del otro?
a) El signo en función de su futuro Inmediato En Ex 12,13 la sangre del cordero es considerada como un signo de pertenencia, como un signo protector. Y por ello también, un signo de alianza, paralelo y afín a aquel que lo es por autonomasia: el de la circuncisión. La fuerza actualizante de la prefiguración profética del signo obliga a colocar en el nunc (ahora) del signo el nunc salvífico que se manifiesta plenamente en el paso del mar. Por la mediación profética del signo, Israel ya está liberado, ya está fuera de Egipto cuando esparce la sangre del cordero en las puertas de sus casas; incluso se puede afirmar que, con este signo, ya ha atravesado el mar. La última cena en Egipto está totalmente referida a su futuro inmediato, que es el paso del mar Rojo. Este es el punto central de toda la economía veterotestamentaria, momento por excelencia de muerte a la esclavitud fuera del Paraíso, de resurrección a la condición nueva en la Tierra que el Señor ofrece. Considerándolo desde la dinámica teológica, la última cena en Egipto (signo profético) y el paso del mar (evento fundador) son dos momentos de una única e inseparable intervención salvífica de Dios: el paso del mar remite al signo profético dado a la vigilia
CESARE GIRAUDO y la última cena en Egipto, como prefiguración única, nos remite al futuro inmediato del día siguiente, es decir, al evento fundador.
b) El signo en función del futuro lejano Hemos visto por qué el paso del mar Rojo constituye el momento fundador de toda la economía veterotestamentaria: se trata del paso de la esclavitud de Egipto a la constitución de pueblo libre al servicio del Señor. Pero, ¿cómo mantenerse de ahora en adelante en este estado de salvación?, ¿cómo asegurar a la generaciones futuras que no se volverán a padecer esclavitudes semejantes a la de Egipto?, ¿cómo mantener para siempre la eficacia del paso del mar Rojo, en sí mismo irrepetible? La respuesta la encontramos en Ex 12,14: "Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre". Es decir, el signo, en su eficacia teológica, no se agota con el paso del mar, sino que perdurará en las generaciones sucesivas. Generaciones que atravesarán el mar, no físicamente, sino en la fe. De este modo, el signo del cordero pascual se convierte en memorial, superando los confines concretos de la situación originaria, y permite a toda comunidad futura hacer memoria de aquel acontecimiento de muerte y resurrección que fue el paso del mar Rojo. Encontramos pues que, junto a la irrepetibilidad del acontecimiento fundador (el paso del mar) y del signo profético (última cena en Egipto) dado en una determinada situación, aparece la repetibilidad del rito: la celebración de la pascua. Ritualidad es repetición, vuelta y presencia de la eficacia salvífica del evento fundador, transmitida a través del signo profético. Merece destacarse un momento central en el ritual de la celebración pascual: aquel en el que el benjamín de la familia debe preguntar. "¿En qué se diferencia esta noche de todas las demás?" (Ex 12,26), y el padre de familia responde anunciando los acontecimientos del éxodo (Dt 25,5ss). De este modo, la comunidad familiar reunida participa con sus antepasados en aquel paso por las aguas, superando los límites de tiempo y espacio que les separan de aquel único e irrepetible momento. En coherencia con esta representación en la fe, el padre de familia acaba exhortando: "Cada uno de nosotros está obligado a verse -con los ojos de la fe- a sí mismo saliendo de Egipto".
2. LA DINÁMICA SALVIFICA EN LA ECONOMÍA NEOTESTAMENTARIA Así como el antiguo Israel veía en el paso del mar Rojo el acontecimiento fundador de toda su economía de salvación, nosotros, el nuevo Israel, podemos reconocer en la muerte y resurrección del Señor el evento fundador de la alianza nueva y eterna.
CESARE GIRAUDO Leyéndolos en paralelo, en ambos podemos encontrar los binomios inmersión-emersión y muerte- resurrección. De hecho, Pablo, para explicar la participación de nuestro bautismo en la muerte y resurrección del Señor, utiliza las categorías de inmersión-emersión (Rm 6,3-5; 1 Co 10,2). Y en los evangelios, el mismo Jesús habla de un bautismo, de una inmersión cuando trata de hacer comprender a sus discípulos el significado de su muerte (Lc 12,50; Mc 10,38). Otra clara referencia a la tipología inmersión-emersión es la referencia a Jonás, el único signo que acepta mostrar Jesús a sus adversarios cuando le exigen pruebas (Mt 12,40): Jesús estará sepultado tres días en el corazón de la tierra como Jonás lo estuvo en el fondo del mar -en el vientre de la ballena (Jon 2,4.6.7).
a) El signo en func ión de su futuro inmediato La Ultima Cena de Jesús no puede ser reducida a un simple preliminar cronológico de su muerte-resurrección. Aun considerando el carácter exquisitamente humano de despedida que aparece sobre todo en el evangelio de Jn, la Ultima Cena tiene una profundidad teológica mucho mayor: como veíamos en los relatos veterotestamentarios, el signo profético dado a la vigilia está en íntima interconexión con el acontecimiento fundador. Es decir, la muerte-resurrección de Jesús es teológicamente inconcebible sin la Ultima Cena, como el paso del mar Rojo lo era sin la cena de la vigilia. Las palabras de la Consagración -que nos hemos acostumbrado a leer en clave de una teología estática, casi como una demostración de la presencia real de Jesús en el pan y en el vino- adquieren entonces una profundidad mucho mayor al ser leídas en clave de una teología dinámica. Pablo nos introduce en ésta cuando habla de la koinonía (íntima comunión y participación real) con el cuerpo y la sangre de Cristo a través del signo profético y evento fundador, Ultima Cena y muerte-resurrección, forman parte de un único e inseparable momento de salvación. Instituyendo la eucaristía, Jesús entra en koinonía con su muerte-resurrección en el signo del pan y del cáliz. La comunidad de discípulos, al participar de aquel primer pan fragmentado y bebiendo aquel primer cáliz, se sepultaba en aquel mismo momento en la muerte de Jesús a la condición de esclavitud, a la vez que resucitaba con Jesús a la nueva vida de servicio.
b) El signo en función del futuro lejano En las palabras de Jesús: "Haced esto en conmemoración mía" se perfilaba la celebración litúrgica que las generaciones futuras - la Iglesia- repetirían sin cesar. La celebración ritual es nuestro único modo de volver al mar que nuestros padres cruzaron en tiempos antiguos, precisamente aquel mar que Jesús surcó con su muerteresurrección. Con el bautismo -rito irrepetible para cada uno de nosotros- hemos sido inmersos de una vez por todas en la muerte y resurrección del Seño r, pero no por ello hemos alcanzado la perfección: seguimos estando amenazados por múltiples tentaciones que en cualquier momento nos pueden hacer volver al estado de esclavitud. Por ello debemos volvernos
CESARE GIRAUDO una y mil veces al mar de Jesús, pero ese retorno físico al Calvario en aquel mediodía del primer Viernes Santo es imposible de realizarse: Jesús no puede sumergirse físicamente de nuevo en aquel mar, en su Pasión. El Calvario- Tumba Vacía es algo irrepetible, único, ephapax. Sólo a través de la Eucaristía, sólo a través de la acción ritual del signo profético del pan y del cáliz podemos volver a aquel Calvario-Tumba Vacía. Se trata, como veíamos en las realidades veterotestamentarias, de una re-presentación sacramental, de un acercamiento nuestro a Aquello, que en sí mismo es irrepetible. En la comunidad cristiana reunida, el sacerdote -análogo al cabeza de familia de la comunidad hebraica- podría pronunciar una monición también análoga: "Cada uno de nosotros está llamado a verse a sí mismo en el Calvartio, en aquel Primer Viernes Santo, y ante la tumba vacía aquella mañana de la resurrección. Todos nosotros estábamos ahí aquel día, acompañando a los discípulos y a las mujeres ".
3. ALGUNAS CONSECUENCIAS ? Desde esta perspectiva que nos ofrece el sacramento pascual de la economía veterotestamentaria es cómo deberíamos entender la dinámica salvífica del sacramento de la eucaristía. Y así, desprendernos del pietismo estático-emocional que ha caracterizado a la Pascua cristiana desde hace un milenio. ? Tal concepción de la eucaristía es un estímulo para la comunidad celebrante a ponerse en relación directa con el momento fundador y con el signo profético dado la vigilia; una llamada a salirse de sus estrechos marcos espacio-temporales para insertarse de lleno en el movimiento de la acción salvífica del Padre, siempre idéntica y siempre nueva. ? Todo lo anterior pone de manifiesto la importancia radical del signo profético (el cordero pascual para Israel y el pan y el vino para el Nuevo Israel): gracias a él las generaciones siguientes pueden actualizar el primer, único e irrepetible evento fundador. De otro modo, no existiría hilo conductor. ? Debe quedar bien claro que las representaciones rituales no se pueden identificar con el signo profético original (la Ultima Cena) ni con el acontecimiento fundador irrepetible (Calvario-Tumba Vacía). En este sentido, no podemos considerar la institución del cenáculo como la primera misa, como el primer número de la larga serie posterior. La Ultima Cena fue algo mucho mayor, en ella se prometió a las generaciones futuras la posibilidad de re-presentar la eficacia salvífica del evento fundador. ? Estas consideraciones sobre la diversidad de los tres momentos de la dinámica salvífica -signo profético, acontecimiento fundador, rito- debería hacer revisar la actual teología de la eucaristía -por ejemplo, la naturaleza sacrificial de la misa, como se afirma desde Trento. ? Por último deberíamos hacer ciertas consideraciones en el campo pastoral: si lo que se celebra en la eucaristía es la participación de la comunidad -su representación hoyen el Calvario-Tumba Vacía, tal actualización salvífica supera con creces cualquier sentimiento privado de devoción, toda rutina, toda participación monopolizada por el sacerdote en el rito, la cerrazón de muchos grupos... Se trata, en cambio, de una llamada seria a una participación verdaderamente comunitaria en todos y cada uno de los momentos de la celebración de la eucaristía, creyendo firmemente que nos
CESARE GIRAUDO reconciliamos todos a través de ella, formando el Cuerpo místico de Cristo, que es su Iglesia. Tradujo y extractó: JAVIER MELLONI