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LA LITERATURA GRIEGA (I). LA ÉPICA 1. -
LA ÉPICA Características del género épico son: • el autor se consideraba transmisor de unos hechos pasados legendarios; • se recuerda a las musas como inspiradoras y protectoras del poeta; • se escribe en verso, en hexámetros, y generalmente en dialecto jonio; • en las fiestas aedos lo cantaban con su lira y los rapsodas lo recitaban; • abunda el uso de epítetos y fórmulas épicas que facilitaban su memorización; • hay digresiones hacia temas que explicaban y desarrollaban el asunto central; • sus personajes, bien diseñados, exaltaban valores humanos; • se inicia el recurso “in medias res” de tanta transcendencia literaria posterior. Los hechos épicos son de la edad heroica (s. XV-XIII a.C.) y nos son desconocidos. Se crearon leyendas para explicarlos, exaltándose con acciones de dioses y héroes. El acontecimiento central fue la guerra de Troya (s. XII a.C.), y en torno a él surgieron los poemas la Ilíada y la Odisea, que fueron los principales medios educativos. Ambas épicas constituyen en realidad la culminación de una larga tradición de poesía oral que, hasta su fijación por escrito en el s. VIII a.C., se fueron interpolando diversos relatos dando lugar a los textos que hoy conocemos. La Ilíada se escribió hacia 750/700 a.C. y la Odisea después conociendo la anterior. Ambas muestran diferencias sustanciales de estilo y de tono, siendo la Odisea de mayor complejidad estructural. Los especialistas finalmente afirman que la clara y consciente caracterización de los personajes principales y la atmósfera de cada poema, trágica en la Ilíada y fantástica en la Odisea, son, sin duda el fruto recopilador y creador del genio poético de Homero. 2. HOMERO (s. VIII a. C). “LA ILÍADA” Y “LA ODISEA” De Homero, padre de la épica, se sabe poco: por tradición, se cree que era un aedo ciego de Jonia que se ganaba la vida cantando sus poemas de ciudad en ciudad. Ilíada y Odisea se suelen atribuir a él, como frutos de su madurez y ancianidad, respectivamente, aunque inicialmente se pensara que eran obras de autores diferentes. Cada una es una epopeya de 24 cantos que, con el trasfondo de la guerra de Troya, culminan una tradición oral de siglos, puesta por escrito en la época homérica. Se recitaban para fines festivos y pedagógicos: • la Ilíada, en un entorno trágico y guerrero; y la Odisea, en el fantástico y ético; • exaltaban los anhelos más humanos: honor, sutileza, amor, cortesía, fidelidad; • y los expresaban en una fina identificación de sus personajes: Aquiles, Héctor, Helena, Paris, Odiseo, Ayax, Andrómaca, Casandra, Eneas, Penélope, etc. 3. HESIODO (s. VIII-VII a.C). La gente vibraba y aplaudía a Homero, pero seguía y tenía como ejemplo a Hesíodo Es un campesino piadoso, amante de la tierra y conocedor de mitos y leyes, que escribe desde la pobreza y la ingratitud de su trabajo representando el sentir de su clase. Sus obras, La teogonía y Los trabajos y los días, son esencialmente didácticas: • la Teogonía es un poema con influencias orientales sobre el origen y la genealogía de dioses y héroes, en el que intenta explicar el orden del mundo; y • los Trabajos y los días son una serie de consejos didáctico-morales sobre la vida diaria del campesino que reflejan el nuevo orden social que surgía entonces intentando superar la injusticia aristocrática y conseguir éxito.
4. APOLONIO DE RODAS (s. III a.C.). Después de Homero y Hesíodo, no se dispone de obras épicas completas hasta Apolonio, aunque, por distintos fragmentos y referencias, se sabe que existieron; una de ellas es la Batalla de los Titanes, recitada por rapsodas hasta el s. V a.C. Apolonio fue director de la célebre biblioteca de Alejandría en la época helenística. En su obra la Argonáutica, la violencia homérica y la moral hesiódica ceden ante la competición aventurera y la complejidad psicológica de los sentimientos amorosos.
ANEXO I: ARGUMENTOS DE OBRAS ÉPICAS Y DETALLE CRÍTICO Homero, Ilíada Tras una invocación a la musa, el poeta afirma que se propone cantar la cólera de Aquiles. Crises, sacerdote de Apolo, se presenta en el campamento de los griegos que están cercando la ciudadela de Troya (Ílion) y pide al jefe supremo, Agamenón, que le permita rescatar a su hija Criseida, que ha sido cautivada. Agamenón se niega a ello, lo que provoca la indignación de Apolo, que castiga al ejército sitiador con una epidemia; pero el adivino Calcante declara que no cesará hasta que Criseida sea devuelta a su padre. Agamenón accede pero, pero exige que, en compensación se le entregue a Briseida, la joven esclava de Aquiles, lo que suscita una violenta disputa entre ambos, a consecuencia de la cual Aquiles decide retirarse de la guerra contra Troya. Su madre, la diosa Tetis, consigue de Zeus que prometa conceder la victoria a los troyanos para vengar a su hijo, lo que a su vez irrita a Hera, esposa de Zeus (I). Se disponen a luchar en campo abierto, griegos y troyanos, pero se decide que la contienda sea un combate singular entre el troyano Paris, raptor de Helena, y el marido de ésta, Menelao, hermano de Agamenón (II). Cuando Paris está apunto de ser vencido, la diosa Afrodita, partidaria de los troyanos, lo salva prodigiosamente (III). Se pacta una tregua, pero el troyano Pándaro la rompe (IV). En la lucha, realiza grandes hazañas el griego Diomedes, que llega a herir a Afrodita. (V). Entra en batalla Héctor, hermano de Paris, que, tras despedirse de su esposa Andrómaca, presagia su muerte (VI). Siguen hazañas de Héctor, que combate contra el griego Ayax (VII). Zeus entonces ordena a los dioses que no intervengan en la contienda (VIII). Ante la difícil situación de los griegos, los jefes Ayax, Odiseo, y Fénix visitan a Aquiles en su retirada y le piden que se reincorpora con los suyos, a lo que éste se niega (IX). Siguen hazañas de Odiseo y Diomedes, e infortunios de Agamenón, en la lucha (X), que tiene que retirarse herido. Los griegos retroceden (XI). La batalla se expande, y se lucha tanto ante la cuidadela Ílion (XII) como junto a las naves griegas (XIII). Ayax consigue imponerse a Héctor y los griegos se sienten vencedores (XIV). Los troyanos huyen, pero Héctor consigue prender fuego a la flota aliada (XV). Sin embargo, Patroclo, que viste la armadura que le ha dejado su gran amigo Aquiles y que manda las tropas de éste, planta cara a Héctor y rechaza a los troyanos hasta Troya. Pero en la contienda Héctor mata a Patroclo (XVI). Se lucha en torno al cadáver de Patroclo hasta que los griegos lo retiran (XVII). Se entera con gran dolor Aquiles del suceso de la muerte de su amigo Patroclo, y Tetis, la madre de aquel, encarga al dios Hefesto que le fabrique una nueva armadura (XVIII). Entonces, Aquiles, despechado por la muerte de Patroclo, se reconcilia con los griegos, que le devuelven a su esclava Briseida, y decide volver a la lucha (XIX). Zeus permite que los dioses vuelvan a intervenir en la guerra, y batallan Aquiles contra Eneas y Héctor, con resultados favorables de Aquiles (XX), hasta que Apolo con astucia ayuda a los troyanos (XXI). Pero Aquiles persigue a Héctor en torno a la murallas, y finalmente, ayudado por la diosa Atenea, lo mata (XXII). En honor de Patroclo los aliados celebran funerales y competiciones (XXIII). Y Príamo, rey de Troya, va al campamento griego a la tienda de Aquiles y le pide que le entregue el cadáver de su hijo Héctor para hacer lo mismo entre los suyos; y Aquiles, aunque antes había ultrajado el cuerpo de Héctor y lo había arrastrado cruelmente, ahora cede apaciguado ante las súplicas del anciano padre Príamo, y los troyanos terminan también celebrando los funerales de Héctor (XIV). Ni la belleza de Helena, ni la ambición de poder de Agamenón, ni la vanidad de Paris y ni siquiera el coraje reflexivo de Héctor; el protagonista central de la obra es Aquiles y sus crisis. Cuando entran en juego su ira, su resentimiento, su amor, su orgullo y honor militar, nace la verdad poética y humana del asedio a Troya. Entonces ya es secundaria la verdad histórica o legendaria de la guerra de Troya, y sólo importan o la ira de Aquiles ante Agamenón o su furor al morir su amigo Patroclo, las dos pasiones que dividen equilibradamente el poema entre las descripciones bélicas y la distinta respuesta de los demás personajes ante los hechos.
Homero, Odisea Tras una invocación a la musa, el poeta afirma que se propone cantar las peripecias y navegaciones de Odiseo, rey de la isla de Ítaca, desde que emprendió el regreso de Troya, ya conquistada por los griegos, hasta llegar a su tierra. Hacía siete años que estaba retenido en una isla por la ninfa Calipso, y Atenea va a Ítaca para que Telémaco, hijo de Odiseo, emprenda la búsqueda del padre. Una caterva de ambiciosos pretende a Penélope, la fiel esposa de Odiseo, esperando vanamente que ésta acceda a casarse con uno de ellos, y mientras tanto devoran su patrimonio (I). Telémaco comienza su búsqueda (II); en Pilos visita al anciano Néstor, que nada sabe de su padre (III), y en Esparta es acogido por Menelao y Helena, que saben que está retenido por la ninfa Calipso (IV). Por mandato de los dioses, Calipso deja partir a Odiseo, quien se reconstruye una almadía para poder volver a Ítaca (V), pero una tempestad lo arroja a la isla de los feacios, donde reina Alcínoo, padre de la joven Nausícaa (VI), quienes lo reciben muy hospitalariamente (VII). Celebran un banquete en honor de Odiseo, en el cual el aedo ciego Demódoco recita cantos épicos (VIII). Luego, Odiseo cuenta sus aventuras desde su salida de Troya con sus compañeros, cuyos principales sucesos son el del cruel cíclope Polifemo que burlado por la astucia de Odiseo (IX), el de Eolo y los odres llenos vientos, el de los lestrigones y el de la maga Circe que convierte en cerdos a algunos de los compañeros de Odiseo (X). También explica a los feacios su descenso a los infiernos donde habló con su madre y con héroes de la guerra de Troya (XI), la aventura de las sirenas y su naufragio y arribo a la isla de Calipso (XII). Marinos feacios llevan a Odiseo a Ítaca (XIII), donde encuentra al porquerizo Eumeo, que no lo reconoce, aunque es fiel a su recuerdo y cree que no lo volverá a ver nunca más (XIV). Telémaco regresa a Ítaca y en la cabaña de Eumeo encuentra a Odiseo, que se le da a conocer (XV) y le da consejos sobre el plan que piensa seguir (XVI). Odiseo llega a su palacio disfrazado de mendigo para no ser reconocido. Allí sólo le reconoce su viejo perro Argos que luego muere satisfactoriamente. En cambio, los altivos pretendientes maltratan a Odiseo (XVII). Odiseo también se entrevista con Penélope, pero sin darse a conocer, aunque su vieja nodriza Euriclea, al lavarle los pies, por una cicatriz se da cuenta de su verdadera personalidad. Sin embargo, Odiseo le impone silencio. (XVIII). Penélope le manifiesta que está al límite y que se casará con aquel pretendiente que mejor maneje el arco que como legado le dejó su marido (XIX). Los pretendientes siguen con sus excesos (XX), hasta que comienzan las pruebas. Como sólo Odiseo es capaz de tensar su arco (XXI), los pretendientes entablan una lucha contra Odiseo y Telémaco (XXII), en la que matan a todos ellos y, finalmente, Penélope reconoce a su esposo (XXIII). Odiseo visita a su viejo padre Laertes y, tras una turbulenta asamblea, se restablece la paz en Ítaca (XIV).
El poema tiene tres partes, la búsqueda e indagaciones de Telémaco a su padre, las aventuras y navegaciones de éste y la venganza de Odiseo hacia los pretendientes de Penélope. Las tres confluyen en una trama única: el tema del retorno a Ítaca inserto en cada una de las aventuras y contextos. Retorno que es nostalgia familiar, empeño, destrezas y argucias de Odiseo por sortear toda clase de obstáculos. No hay un orden cronológico. Por un lado, se simultanean acciones de Telémaco, Odiseo y Penélope en los mismos días pero en lugares distintos, y, por otro, el héroe unas veces narra sus aventuras pasadas en primera persona y otras son las aventuras las que invaden el presente. Se inicia el recurso in medias res que seguirán infinidad de narradores posteriores.
Apolonio de Rodas, Argonáutica Jasón, obligado a hacer una peligrosa navegación hasta la Cólquide (al sur del Cáucaso) en demanda del vellocino de oro, reúne en la nave Argo a un grupo de hombres curtidos en guerras y aventuras y expertos marineros, y emprende el viaje en el que suceden múltiples episodios marginales que van manifestando lo difícil de la empresa. Los más significativos son la breve estancia en Lemnos, donde se resisten a ser retenidos por las mujeres que, ellas solas pueblan la isla; el combate con los gigantes de la isla de los doliones; el rapto de Hilas; la pérdida de los expedicionarios Heracles y Polifemo; el pugilato con el rey de los bebrices; y, sobre todo, el peligroso paso de las simplégades en el Bósforo, donde dos rocas se entrechocan cuando bajo ellas se aventura alguna embarcación. Finalmente, llegan a la Cólquide y allí, con la ayuda de los poderes mágicos de la joven Medea, hija del rey Eetes, enamorada de Jasón, éste logra superar las difíciles pruebas que se le imponen para hacerse con el vellocino de oro. Medea abandona su patria para seguir a Jasón, que emprende el regreso, y, para evitar de nuevo el peligroso paso de las simplégades, cambia su ruta por el río Istro (Danubio) y llega al mar Cronio (Adriático). Una tormenta los empuja hacia el norte, y la nave Argo se interna por el río Erídano (Po) y desde éste al río Ródano, hasta que definitivamente, tras nuevos episodios y aventuras, como el de llevar la nave a hombros, entran en el Mediterráneo y desembocan en Yolcos, en la Grecia continental, punto de partida de la expedición, ya casados Jasón y Medea. El poema es una imaginación erudita que implica un gran acopio de datos míticos y legendarios y de noticias de geógrafos y viajantes. Y con todo el material recogido el poeta ha construido una trama central enriquecida con una serie de episodios marginales que recalcan lo exótico, maravilloso e inverosímil del largo viaje.
ANEXO II: GENERALIDADES SOBRE COSMOGONÍA Y TEOGONÍA ÉPICAS Al principio era el Caos, inmensa masa, mezcla de agua, fuego, rocas y aire. De aquí nacieron Gea (la madre Tierra), Eros (el amor) y el Tártaro (lo profundo y desconocido). Gea amaba a Urano (el cielo) y de sus uniones nacieron Titanes y Titánidas, Cronos (el tiempo) y los Cíclopes. Pero Urano, padre desnaturalizado, apenas nacían sus hijos, los escondía en las entrañas de la Tierra, y Gea no aguantó, se fabricó una hoz, y Cronos vengó la crueldad de su padre. Esperó la cita diaria cielo-tierra, y le mutiló los genitales. Así, Cronos sustituyó a su padre en el reino inmortal. Pero temeroso de que algún hijo hiciera con él idéntica agresión, decidió una solución más drástica: comerse a sus hijos. Rea (la existencia), su esposa, cuando estaba a punto de parir a Zeus, le esconde en Creta, pone en su lugar unas piedras y Cronos las engulle engañado. Zeus creció y de mayor levantó una guerra familiar contra su padre y los Titanes. Fue la Titanomaquia: Todo se conmovió. Los Hecatonquiros y los Cíclopes, que Cronos los tenía encerrados en el Tártaro, son liberados y, junto a Zeus, vencen a Cronos, y le encierran con los Titanes en el Tártaro. Los Cíclopes entregan a Zeus el rayo, el relámpago y el trueno, a Hades el yelmo y a Poseidón el tridente. Y el universo se repartió: Zeus tomó el cielo, dominando todo; Poseidón, el mar; y Hades, el reino de los muertos. El reino de los vivos quedó sin un dueño concreto, bajo la tutela de todos los dioses del Olimpo. Hasta la aparición del género humano, hubo cuatro edades. La primera, la de oro o inmortal, una eterna primavera feliz; la segunda de plata, la de Cronos, en la que surgen las cuatro estaciones y el hombre se enfrenta al dominio de la naturaleza y de los animales; la de bronce, en la que se manejan las armas plenamente; y la de hierro, en la que reina el terror y el egoísmo humanos. Indignado por tanta maldad humana, Zeus decide borrar de la faz de la tierra a la humanidad y desencadena con Poseidón grandes maremotos y huracanes de los que únicamente se libran Deucalión y sus hijos, Prometeo y Epimeteo. Y, a partir de éstos, vuelve a regenerarse el género humano, esta vez bajo la intervención de Zeus y de todos los dioses olímpicos. En torno a ellos los griegos describieron fabulosas leyendas con un fin primordial: el de comprender al hombre y las razones de su conducta en los distintos acontecimientos de la vida.
ANEXO III: GENERALIDADES SOBRE ZEUS Y LOS DOCE DIOSES OLÍMPICOS Los mitos sobre Zeus son muchos. Es el hijo menor de Cronos y Rea. De pequeño, alejado de la ira de Crono, fue educado por la ninfa Amaltea y sus llantos los ocultaron los Curetes golpeando con fuerza sus escudos. Tras la Titanomaquia, se hace señor del Olimpo. Dioses, semidioses, héroes, hombres, animales, todo el universo, está a sus órdenes. Pero los mitos más célebres versan sobre sus conquistas amorosas. Primeramente, se unió a la oceánide Metis, pero, al enterarse de que, si le diera un hijo varón le vencería, Zeus engulle a su esposa, y la gestación sigue en su cabeza hasta que, ayudado por Hefesto, da a luz a Atenea. Durante nueve noches se une a la titánide Mnemosine generando a las nueve Musas. En forma de cuco, refugiándose en su regazo, seduce a su hermana Hera, pero ésta le disuade por respeto a su madre Rea, hasta que finalmente accede cuando Zeus le promete matrimonio y de ella tendrá a Hebe, Ares e Ilitía. Se metamorfosea con Leto en codorniz y de ella nacen Apolo y Artemisa; se disfraza de toro para seducir a Europa y obtiene de ella a Minos, Ramadante y Sarpedón; disfrazado de mortal, seduce a Sémele y engendra a Dionisos; adoptando la forma de Anfitrión, se une a Alcmena, y de esta unión tiene a Heracles; metamorfoseado en lluvia de oro, penetra en la cámara subterránea de Dánae y engendra a Perseo; transformado en cisne, fecunda a Némesis, que se ocultaba bajo la forma de oca, y con ella tiene a Helena; se hace serpiente para conquistar a Deméter y sátiro para enloquecer a Antíope; etc.
Hera, hija de Cronos y Rea, representa la fidelidad, la firmeza y la belleza solemne, pero Zeus se cansó de ella por sus arrogantes e insoportables celos. Es significativo el romance de Zeus con la sacerdotisa Ío. Zeus la visitaba transformándose en toro y ella montaba a su grupa y le acariciaba. Pero Hera lo descubrió, y para evitar su cólera sobre Ío, Zeus la convierte en vaca, negando sus relaciones con ella. Hera, astuta, pidió a su marido la vaca, como regalo para confirmar su fidelidad. Zeus no pudo rehusar, equivalía a confesar su culpa, y se la regaló. Hera entonces se la confió a Argos, el monstruo de los cien ojos, cincuenta abiertos de día y los otros cincuenta de noche. Entonces Zeus echó mano de Hermes. Éste sacó su flauta y entonó una melodía que infundió en Argos un profundo sueño por el que, uno a uno, se le fueron cerrando todos sus ojos, y cuando estuvo completamente dormido le cortó la cabeza. Cuentan también que Hera, ante la enésima aventura de su esposo, abandonó el Olimpo. Zeus, al principio, no lo sintió, pero con el tiempo advirtió su vacío y se propuso inducirla a regresar ordenando que se difundiera su decisión de casarse en segundas nupcias con una supuesta novia muy atractiva. Y Hera picó; su temperamento impetuoso le impidió descubrir el truco. Y al precipitarse sobre ella resultó ser un ridículo fantoche. Hera aceptó la broma y se reconcilió con Zeus. No obstante, tratando de emular el alumbramiento partenogénito de Atenea, concibe por sí misma a Hefesto, pero, al verlo tan deforme, lo arroja al mar desde el Olimpo. Más tarde, celosa por las joyas que Hefesto forjaba para las diosas, decidió retomarlo en el Olimpo y darle por esposa a Afrodita. En otra ocasión, es engañada por Zeus y Atenea para que amamante a un niño expósito que resultó ser Heracles al que Alcmena había abandonado por temor; el niño succionó tan violentamente que Hera, al apartarlo de su pecho, dejó en el cielo la Vía Láctea. Cuando Zeus se enamora de la diosa Metis (la Prudencia) y sabe que si de su embarazo tuviera un hijo éste le suplantaría, piensa en eliminarlo y se come a la madre antes de que naciera el hijo. Pero Zeus tuvo tantos dolores de cabeza que llamó a Hefesto para acabar con ellos de un hachazo y al hacerlo, el mar se encrespó, la tierra templó y el sol se detuvo, y surgió de su cabeza una vigorosa doncella, cargada de armas deslumbrantes: Atenea. Hefesto al verla le forjó las mejores armas, pensando que con ello le concedería su amor, pero ella decidió vivir célibe para dedicarse a proteger a los mortales con el poder de su sabiduría, por lo que Hefesto, al intentar poseerla por la fuerza, eyacula en su muslo, y ella al limpiarse el semen lo arroja sobre el suelo y nace Erictonio, un niño con forma de serpiente. De mayor, los griegos quisieron tenerla como patrona, pero las tierras marinas de Grecia también las deseaba su tío Poseidón y hubo una competición por el patronazgo: Poseidón, de un golpe con su tridente en una roca, hizo surgir un caballo; y Atenea, arañando el suelo con su lanza, un olivo retorcido, muy original, cuyo fruto proporcionaba luz y alimento. La victoria fue para Atenea y allí nació Atenas. Era norma para Atenea aceptar todos los desafíos: era presuntuosa y le gustaba intimidar con sus cualidades. De adulta, instituye en Atenas la fiesta de las Panateneas. A Hefesto Hera, al arrojarlo del Olimpo, lo dejó además cojo y deforme. Por eso fue un dios, aunque pícaro, también bondadoso y servicial. Al volver al Olimpo, se le dio en compensación como esposa a Afrodita, la diosa más deseada, una diosa inconstante y seductora, que le fue infiel con Ares en el mismo lecho conyugal. Pero Hefesto, sorprendiendo a los amantes, los puso en evidencia ante todos los dioses, y éstos que siempre estaban en deuda con él, pues hizo el cetro a Zeus, el tridente a Poseidón, las flechas a Apolo, la hoz a Deméter, y sillones de oro para todos los dioses, fallaron a su favor. Era un dios trabajador. Su mejor obra fue la modelación de Pandora, la primera mujer. Siempre los dioses contaban con él: si había que encadenar a Prometeo, Hefesto se encargaba de las cadenas; si Aquiles necesitaba nuevas armas o una coraza Heracles, allí estaba el ingenioso orfebre. Se hizo dos muletas con vida: dos hermosas muchachas de oro que le sostenían y hablaban como personas. Según Homero, Afrodita nace de la unión de Zeus con Dione; según Hesíodo, de la espuma del mar que produjo la castración de Urano a manos de Cronos. Los griegos preferían esta segunda versión y muestran a Afrodita surgiendo, bien de la espuma del mar, bien de una concha como una perla. Era la diosa más bella del Olimpo y no podía evitar ser seductora. Lo fue con Ares, pero también sedujo a infinitas víctimas mortales. La más notoria es la aventura con el príncipe troyano Anquises al que indujo a que se casara con ella, pero éste, al descubrir su divinidad y pensar en la terrible venganza de Zeus, temió morir. Afrodita le dijo que guardara el secreto de su amor, pero al enterarse que fruto de su unión era el célebre Eneas, del cual surgiría Roma, no fue capaz del silencio. En definitiva, unas veces castigaba a los que rechazaban su amor, como al joven cazador Adonis, al célibe Hipólito o al bellísimo Narciso, y otras, se compadecía de los que enloquecían por su causa, como el escultor Pigmalión. Al lado de Afrodita, diosa del amor, está normalmente Eros, su inseparable colaborador, tirando caprichosamente sus dardos a los tres espacios, tierra, mar y aire; los dardos de oro desencadenaban pasiones arrebatadoras y los de plomo quitaban la capacidad de amar. Apolo es el dios más coqueto. Nació en la isla de Delos, producto del amor de Zeus y Leto, que al dar a luz, tuvo que huir de los celos de Hera hasta allí, donde fue asistido por todas las diosas que le concedieron las más brillantes aptitudes. No obstante, Apolo tuvo pocas aventuras amorosas. Es célebre su amor por la ninfa Dafne, una divinidad inferior, porque Eros le había inducido con una flecha de oro, pero la ninfa le desdeñaba porque había sido tocada con una de plomo. Apolo enloquecía por las negativas de Dafne y de nada servían sus cualidades de médico, músico, poeta, guía de las musas y un sinfín de prerrogativas: Dafne había decidido seguir a Artemisa. La persecución de Apolo fue tan perseverante que Dafne pidió a los dioses que cambiaran su rostro, y fue complacida: quedó convertida en un árbol de laurel. Desde entonces este árbol quedó consagrado a Apolo, y con hojas de laurel serían coronados todos los poetas y héroes. También es notorio el amor de Apolo por Casandra, hija de Príamo, rey de Troya. Le concedió el don de profetizar a cambio de corresponder a su amor. Pero Casandra desdeñó su amor, y el dios la castigó condenándola a leer el futuro sin que nadie la creyera. En general, Apolo normalmente destaca por ser un dios con sentido del equilibrio y la armonía, que hasta apaciguaba los arrebatos del mismo Zeus. Es célebre su oráculo en Delfos, donde, por matar a la serpiente Pitón, propiedad de su abuela Gea, en su honor instituye los juegos Píticos. Tuvo un hijo muy famoso de la tesalia Corónide, Asclepio, educado con el centauro Quirón, excelente, cazador y médico. Gemela de Apolo, Artemisa es una figura compleja. Es una diosa severa con una especial aversión al sexo que compensó con su dedicación a la caza. De ella hay muchos mitos. Cuentan que el cazador Acteón, por verla bañarse tras una cacería, pagó con su vida; que Agamenón, jefe de la flota griega, por haber dudado de su destreza como cazadora, tuvo que sacrificar a su hija Ifigenia; que al descubrir que una de sus ninfas, Calisto, había yacido con Zeus,
la expulsa de su cortejo y, con el beneplácito de Hera, la transforma en osa; y que excepcionalmente, disfrazada de Sémele (la luna) se rindió al pastor Endimión, porque éste se entregaba noches enteras a la observación de las estrellas, hasta que agotado caía bajo el regazo del sueño lunar. Ares, único hijo varón de Zeus y Hera, no resultaba simpático por su manía de buscar pelea. Sólo a Afrodita resultaban atractivos su vestimenta guerrera, sus armas y su pecho descubierto y provocador. Siempre le acompañaban en combate un séquito de divinidades guerreras encabezadas por Eris (la discordia). Era inestable; en Troya unas veces estaba del lado de los griegos y otras del de los troyanos. Si Atenea representa la guerra inteligente, Ares el furor salvaje. En el Olimpo, Hefesto lo minusvalora muchas veces ante los dioses. En general, el mito griego lo trata mal. De muy distinto carácter es Hermes, el hijo de Zeus y Maya. Un dios activo, sagaz, emprendedor, puntual mensajero y rico en palabras y recursos. A él, que viajaba con un par de alas sujetas a los pies, confiaba Zeus las misiones más delicadas, como la de matar al monstruo Argos, centinela de Ío. Pero Hermes se consideraba un dios de segunda fila, pues todos le confiaban en secreto sus misiones y se sentía usado por todos. Cuentan que del caparazón de una tortuga hizo la primera lira, y se la canjeó a Apolo a cambio de unas vacas que previamente le había robado. Por su sagacidad comercial, no dudó en utilizar caprichosamente la espada de Ares, el carcaj de Eros, el tridente de Poseidón o el ceñidor de Artemisa. Una traviesa cleptomanía que le produjo el destierro del Olimpo. Pero los dioses no pudieron estar sin él y Zeus le constituyó su primer ministro para asistir a los juicios definitivos de las almas y conducirlas a sus cuerpos en las sucesivas transmigraciones. Con Deméter, hermana de Zeus, los mitos no han sido productivos. Por ser de conducta ejemplar, es considerada diosa de la paz familiar y de la producción agrícola. Dicen que Hades se apoderó de su hija Perséfone (Core), que se divertía en un prado cogiendo flores, y no paró hasta hacerla su esposa en el reino de los muertos. Deméter la buscó en vano, pero, ayudada por el Sol (Apolo), supo que el rapto había sido autorizado por Zeus, a petición de su marginado hermano Hades. Deméter enojada no se hizo esperar: si no le restituían a su hija, el campo jamás produciría ni espigas ni frutos y la humanidad moriría. Y como nadie podía volver a los vivos después de haber visto a los muertos, y Deméter estaba llenando de mortales a Hades, hubo una solución de compromiso: Perséfone volvería a con su madre durante dos tercios del año y el resto permanecería en el reino de las sombras. Será el definitivo establecimiento de los ciclos de la naturaleza en el mundo terrestre. De su unión con Iasión, hijo de Zeus, en un campo muy fértil, tuvo a Pluto (la Riqueza). Dionisos, el más joven de los hijos de Zeus, dicen que nació dos veces porque si al nacer murió su madre Sémele, al ser prematuro, Zeus lo unió a su cuerpo y al cabo de tres meses de gestación le dio a luz por segunda vez. Hera le persiguió siendo niño y a sus cuidadores los hizo enloquecer. Zeus llega a transformarlo en cabrito y a ocultarlo bajo la custodia de Hermes. Se le asocia con Eros y con Afrodita, en clara alusión a las buenas relaciones entre el vino y el amor. Siempre aparece seguido de un cortejo de sátiros y ninfas (divinidades de segunda categoría que representaban las distintas formas de la vida natural y vivían en bosques, montes y ríos), coronado de hiedra y laurel, y dispuesto a enseñar al hombre cómo se planta la vid y se recoge la uva. A quien lo acoge le da pingües frutos y al que lo rechaza lo castiga con un éxtasis furioso y enloquecedor. De ahí que en torno a él haya muchas leyendas. Cuentan que visitando al rey Eneo se enamora de su mujer Altea y con ella engendra a Deyanira (futura esposa de Heracles) pero compensa a su marido instituyéndole como anfitrión del cultivo del vino, su planta sagrada. Se casó con Ariadna, hija de Minos, después de que fuera abandonada por Teseo tras haberle ayudado a matar al Minotauro. Poseidón es el señor del mar y de los terremotos. Con el tridente levantaba tempestades y creaba islas a su antojo. Quizá el dios más importante, después de Zeus, pues los griegos respetaban muchísimo el poder del mar (talasocracia). Por haber minusvalorado su fuerza, obligó a Odiseo a vagar sin rumbo por el mar retrasando su vuelta de Troya a Ítaca, su reino, donde le esperaba su mujer Penélope. Era venerado en todas las islas del Egeo, en las zonas costeras y hasta en el continente, pues dicen que secaba lagos y ríos por venganza a quien le provocaba. Ningún marino partía o regresaba sin antes ofrecerle algún sacrificio, siendo su animal preferido el caballo. Se enamoró hasta de Deméter, quien para librarse de él se transformaba en yegua, sin pensar cuán fácil era para él hacerse un semental. Pero su esposa legítima fue la nereida Anfitrite de quien tuvo a Tritón (mitad hombre y mitad pez) y a las islas más diversas (entre las que destaca Rodas); con otras ninfas tuvo a hijos monstruosos (como el cíclope Polifemo); con Medusa, al caballo alado Pegaso; y con Gea tuvo a Anteo (un famoso cínico y asesino). Hades es hijo de Crono y Rea, y hermano de Zeus, Hera y Posidón. Es Plutón para los romanos, o sea, “el rico” por los minerales que la tierra guarda en sus entrañas. En el reparto del mundo le tocó el mundo subterráneo y, por ello, el de los muertos, que también se llama Hades, un lugar de tinieblas donde vagan las almas de los muertos. Como sabemos, se casó con Perséfone, a la que la raptó, pero su madre Deméter, al final le aceptó. Sus atributos son el trono y el casco, que hace invisible a quien lo lleva, el cancerbero, el ciprés y el narciso.
LITERATURA GRIEGA (II). LA LÍRICA 1. LA LÍRICA ARCAICA Y CLÁSICA Se expresa recitada o cantada, con una lira o una flauta, y a veces "danzada". Aporta una novedad: el sentimiento personal con sus preocupaciones. Se compone para una celebración o interpretación colectiva. El poeta es un sabio que apoyándose en la tradición guía al pueblo: interpreta los errores pasados, prevé los posibles peligros futuros y los aplica a la vida diaria presente. El hexámetro épico deja paso a nuevas y variadas combinaciones métricas. Tipo Individual (monódica)
Coral:
2. -
Métrica y características literarias Autores Elegía: • Calino de Éfeso (s. VII): Proaristócrata que canta la gloria a la - Connota una intención muerte en el combate. moralizante. • Tirteo (s. VII): Portavoz de Esparta que proclama el amor a la - Es más racional que epopéyica. patria como ideal. - Tiene una temática bélica, política, • Solón de Atenas (s. VI): Insiste con elegancia y gran riqueza disciplinaria o ética. expresiva en la educación de los problemas humanos. - Se versifica con sucesiones de • Jenófanes de Colofón (s.V): Contra el mito y los premios hexámetros y pentámetros. atléticos, se apoya en la filosofía y en las ideas educativas. - Repite fórmulas homéricas. • Teogonis (s.V): Un noble resentido por la nueva demócracia. • Empédocles de Agrigento (s.V): Un filósofo legendarizado. • Arquíloco de Paros (s.VII): - Irrespetuoso de las opiniones y las tradiciones, rechaza los ideales homéricos y advierte de la corrupción ciudadana. - A la moralización elegíaca opone su pasión y odio personales. Yambo: - A veces sustituye lo mitológico por la fábula animalística. - De carácter satírico y agresivo. • Semónides de Samos (s.VII): Poeta triste, pesimista y - Expresa desde una insultante misógino, ridiculizador de las mujeres grosería a una broma amistosa. Hiponacte de Éfeso (s.VI): Aristócrata desterrado, precursor - Cultivado sólo en Jonia. de la comedia, que dice con humor sus propias desgracias • Alceo (s. VI): Expresa con viveza, tanto su pasión y nostalgia Oda o canción: políticas por la aristocracia como su lamento personal por sus - Sin intención moral ni crítica. desgracias, entre el furor del vino y el placer de los amores. - De gran variedad estrófica. • Safo de Lesbos (s.VI): - Artística elaboración del interior - Poetisa de familia noble, desterrada, casada y con una hija, es vital del poeta. el prototipo de la “desviación lesbiana”, quizá por establecer una academia exclusiva para muchachas. - Aunque dicen que se despeñó por sus amores lesbios, tiene versos apasionados, sencillos y directos, tanto a hombres como a mujeres, en torno al amor y la belleza. - Es célebre su Himno a Afrodita. • Corina (s. VI): Poetisa de gran fama entre los latinos. • Anacreonte (s.VI): - Tenemos escasos fragmentos de odas monódicas. - Escribió lírica coral como poeta de un tirano para cantarla en los - Poesía solemne para ser cantada festines de amigos, de ahí su efecto en la juglaresca renacentista. por un coro, con danza y música. - Su poesía es fácil e intranscendente, pero ágil y acertada. - El poeta es el portavoz de las • Alcmán (s.VII): creencias, de la política, de la - Corega célebre por sus pártenos e himeneos, combina escenas guerra, del deporte y de la ética. de la vida cotidiana con mitos y elementos de la naturaleza. - Se recuerdan las hazañas míticas - Fue imitado por muchos autores posteriores. de héroes con sus genealogías. • Estesícoro (s.VI): Cultivador de temas épicos y míticos. - Sus géneros son: • Íbico (s.VI): De temática mitológica con finales amorosos. el peán, de alabanza a los dioses; • Simónides de Ceos (s. V): Profesional de la victoria militar, los el epitalamio / himeneo, en las trenos y los epinicios, y sabio inventor de la mnemotecnia. bodas; • Baquílides (s.V): Autor de ditirambos legendarios y epinicios. el epinicio, en las victorias • Píndaro (s. V): atléticas; - El de mayor éxito y producción poética, sobre todo por sus el ditirambo, en fiestas y orgías; Epinicios: Olímpicas (14) píticas (12), nemeas (11) e ístmicas (8). el treno, en funerales; - Su poesía es difícil, muy elaborada y elegante. el encomio, en los elogios; y - Su profundidad religiosa revaloriza el mito. el partenio, de las doncellas. - Su obra maestra es su primera Pítica (al vencedor Hierón)
LA LÍRICA HELENÍSTICA Tuvo su esplendor literario en torno a la biblioteca de Alejandría de Egipto (s. III). Destacan dos autores: • Calímaco: Bibliotecario retórico, célebre por sus Himnos mitológicos, Epigramas y Yambos, y autor de muchas obras en prosa sobre temas geográficos y étnicos. • Teócrito de Siracusa: Poeta bucólico y paisajístico, célebre por sus Idilios (escenas campestres).
LITERATURA GRIEGA (III). LA TRAGEDIA 1. -
LA TRAGEDIA Tuvo su origen en el ditirambo poético cantado por sátiros (tragw/n wv|dh,) a Dioniso. Canta los sufrimientos de los héroes por enfrentarse a su destino. Los autores presentaban a competir cuatro obras: tres tragedias y un drama satírico. El vestuario consistía en una máscara, un quitón, un himatión y los coturnos. La temática es mítica, en torno a ciclos legendarios, como los de Argos-Micenas y Tebas: ARGOS-MICENAS: Clitemnestra = Agamenón, hermano de Menelao = Helena, hermana de Clitemnestra.
Electra TEBAS:
Ifigenia
Orestes, casado con Hermíone
Layo = Yokasta, hermana de Creonte Edipo, casado con Yokasta Eteócles Polinices Antígona Ismena
2. -
Hemón
ESQUILO (525-456 a. C.) Exalta la libertad griega frente al dominio persa y a Atenas frente a Esparta. Aunque introdujo un segundo actor en escena, el coro mantiene un papel destacado. Normalmente agrupa sus tragedias en trilogías con una encadenación temática. Obras: Los persas, Siete contra Tebas, Suplicantes, Orestíada, Prometeo encadenado. Estilo: - Personajes heroicos y de perfiles míticos en diálogo mutuo y con el coro. - Trama religiosa sencilla y lección moral.
3. SÓFOCLES (496-406 a. C.) Autor dramático por excelencia que participó en los asuntos de la po,lij de su tiempo. En un horizonte mítico-psicológico, su temática es ética y profundamente humana. Introduce un tercer actor, reduce la importancia del coro (aunque aumenta a quince el número de coreutas), abandona las estructuras trilógicas y se centra en un solo personaje. Obras: Áyax, Antígona, Traquinias, Edipo rey, Electra, Filoctetes, Edipo en Colono, y el drama satírico, Los sabuesos. Estilo: - Personajes, ya no semidivinos, sino que responden a un ideal humano. - Menos poético que Esquilo, con una trama más variada y un lenguaje más llano. 4. EURÍPIDES (485-406 a. C.) Fue un acomodado, racionalista y escéptico, no apreciado en su época. Supera los moldes tradicionales, con nuevos conflictos y patologías en sus personajes. Innova sus tragedias con un prólogo informativo, con una retórica de cantos líricos y con el empleo del llamado deus ex maquina para dar una solución rápida al tema. Obras: Alcestis, Medea, Hipólito, Hécuba, Las troyanas, Electra, Orestes, las dos "Ifigenias" (Ifigenia en Taúride e Ifigenia en Áulide), Las bacantes, Las fenicias, Los heraclidas, Heracles, Las suplicantes, Helena, Ión y El cíclope. Estilo: - Sus personajes son melodramáticos y desencajados del mito: con sus virtudes y sobre todo con sus defectos y pasiones. - Expresa sobreentendidos y dobles sentidos en los diálogos de los actores. Esquilo, Sófocles y Eurípides, pusieron en escena a los mismos personajes (Agamenón, Clitemestra, Orestes, Ifigenia, Antígona, Electra, etc.) y situados ante los mismos conflictos, porque así era la tradición mítica: En Esquilo, los personajes son bastante míticos y lejanos; En Sófocles, los personajes son arquetipos, para el bien o para el mal, de conducta humana; y En Eurípides, los personajes son meros seres humanos, con conciencia de carne y hueso.
ANEXO I: CICLOS MÍTICO-LEGENDARIOS ASOCIADOS A REGIONES O CIUDADES Argos Los mitos de esta ciudad, donde recibía culto especial Hera, se encuentran entre los más antiguos; sobresale el de Ío, amante de Zeus, transformada en vaca para alejarla de los celos de Hera, quien tras adueñarse de ella la pone bajo la vigilancia de Argos, también llamado Panoptes (todo ojos), un héroe epónimo (que da nombre a la ciudad), quien, a su muerte, será honrado por la diosa colocando sus numerosos ojos en la cola del pavón. Ío huye a Egipto, acosada por un tábano enviado por la celosa esposa. De ella descenderá Dánao (que dará nombre a los griegos continentales: “dánaos” eran llamados en la Ilíada por los troyanos), cuyas cincuenta hijas, las Danaides, salvo Hipermnestra, fueron castigadas al suplicio eterno de llenar un cántaro agujereado (o sin fondo) por asesinar a sus respectivos maridos, hijos de su tío Egipto, la misma noche de bodas; también pertenecen a la casa real de Argos, Dánae (fecundada por Zeus como lluvia de oro en su encierro en la torre de bronce) y su hijo Perseo; y Alcmena y su hijo Heracles.
Atenas El origen de los mitos atenienses se remonta, aunque indirectamente a Atenea, que cría a Erictonio, nacido del semen derramado por Hefesto en la Tierra cuando iba a consumar su unión con la diosa virgen. Descendientes de Erictonio, en la casa real ateniense, fueron Erecteo, héroe con culto y templo propio en la Acrópolis, y de éste, Egeo, epónimo del mar en el que se ahogó al creer que su hijo Teseo había muerto. Este es el héroe más importante de la ciudad: su historia más conocida se refiere a la liberación del tributo que Creta había impuesto a Atenas de entregar siete muchachos y siete doncellas cada nueve años para alimentar al Minotauro, monstruo nacido de la unión de Pasifae, esposa del rey cretense Minos, y un toro enviado como castigo por Poseidón. El monstruo se hallaba encerrado en el Laberinto construido por Dédalo, también ateniense, quien escapó de allí con su hijo Ícaro, con unas alas fabricadas por él. Teseo mató al Minotauro y consiguió salir con la ayuda del ovillo que le había entregado otra hija de Minos, Ariadna, bajo la promesa de sacarla de la isla. Sin embargo, la abandonó en Naxos. Pero allí la encontró Dioniso, quien se enamoró de ella. La amistad de Teseo con Heracles le llevó a participar en el noveno trabajo de aquel: el robo del cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas, y en la expedición de los Argonautas con Jasón en busca del vellocino de oro. Su hijo Hipólito protagonizó una trágica historia de calumnias amorosas por parte de su madrastra, Fedra, que lo llevó al suicidio.
Micenas Fue fundada por Perseo. Destaca la historia de sus descendientes Anfitrión, en cuya esposa engendró Zeus a Heracles, y Euristeo, quien impuso a este los doce trabajos que lo hicieron célebre. Tras su muerte, el reino pasó por orden divina a mano de los hijos de Pélope e Hipodamia, Atreo y Tiestes. Reinando Pélope en Micenas, acogió a Layo, futuro rey de Tebas, quien, enamorado de Crisipo, hijo de otra unión de Pélope, lo rapta, granjeándose una nueva maldición de Pélope (que tendrá su fruto en la célebre tragedia de su hijo Edipo, en torno al ciclo de Tebas). Por su parte, Crisipo es asesinado por Atreo y Tiestes, por lo que su padre también los maldice y los destierra. Tiempo después Atreo, con el concurso de Zeus, consigue el trono de Micenas y destierra a su hermano Tiestes. Cuando se entera de que éste ha cometido adulterio con su esposa, se venga del ultraje de su hermano convidándolo a un banquete en el que le sirve los propios hijos de Tiestes, quien lo maldice. La sucesión de maldiciones y atrocidades culmina en los hijos de Atreo, Agamenón y Menelao. El primero será asesinado por su esposa Clitemnestra y el amante de ésta, Egisto (quien había sido además el asesino de su tío Atreo), los cuales, a su vez, serán muertos por el hijo de Agamenón, Orestes, incitado por su hermana Electra.
Tebas La saga más famosa de esta ciudad arranca del oráculo que predijo la muerte a Layo a manos de su hijo Edipo, quien, además, se casaría con su propia madre Yocasta. Abandonado en el monte Citerón y criado en Corinto, Edipo terminará asesinando a su desconocido padre en una disputa de regreso de Delfos. Pues temeroso de volver a Corinto, ya que el oráculo le había revelado su destino, se desvía hacia Tebas donde vence a la Esfinge al resolver su célebre acertijo. Como premio por librar a Tebas del asedio del monstruo, recibe el trono de la ciudad y la mano de la reina, su madre, con quien se casa y tiene dos hijas y dos hijos. Al enterarse de su verdadera historia, se arranca los ojos y, tras presenciar el suicidio de Yocasta, se marcha de la ciudad. Maldecidos por Edipo, se enfrentan por el trono sus hijos Etéocles y Polinices. Mientras, su tío Creonte es nombrado rey, y castiga a Polinices ya que en su lucha por el trono se había valido de la ayuda extranjera. Los hermanos mueren en una lucha fratricida y Creonte decide castigar la traición de Polinices decretando que no se entierre su cadáver. Por otro lado, la desobediencia a este decreto de una de las hermanas, Antígona, también la lleva a la muerte.
Tesalia El intento de recuperar el trono de Yolco lleva a Jasón a aceptar la prueba de su tío, el usurpador Pelias, de traer el vellocino de oro (la piel dorada de un cordero mítico), para lo que organiza la expedición de los Argonautas; éstos héroes llegan a la Cólquide, donde, ayudados por la maga Medea, consiguen el vellón. Jasón se lleva consigo a Medea, que ocasiona la muerte de Pelias a manos de su propia familia en un intento falso de conseguir eterna juventud. Cuando Jasón decide abandonar a la maga, ésta se venga asesinando a sus propios hijos.
Troya Es el ciclo más conocido y de mayor repercusión artística y literaria. En él se basan la llíada y la Odisea de Homero. Para su argumentación remitimos al tema ya tratado de la épica.
ANEXO II: ARGUMENTOS DE OBRAS TRÁGICAS Y DETALLE CRÍTICO Esquilo, Los persas La acción tiene lugar en Susa capital del imperio persa, donde la reina Atosa, viuda de Darío, madre de Jerjes, está angustiada por la suerte del ejército que manda su hijo en la lejana Grecia, sobre lo que ha tenido un funesto sueño que presagia desgracias. Llega un mensajero que narra la victoria de los griegos en Salamina, el gran desastre que supone para los persas está derrota y la triste situación de los vencidos. Evocada la sombra de Darío, ésta predice nuevos desastres, y finalmente llega el derrotado rey Jerjes, que lamenta su infortunio. Impresiona cómo el heroísmo y los ideales de libertad de los atenienses son expuestos sin la menor sombra de venganza, con gran dignidad y notable moderación por los derrotados.
Esquilo, Los siete contra Tebas Encendida la guerra entre Etéocles y Polinices, hijos de Edipo y Yokasta, ya muertos, el ejército de Argos, en el que milita el segundo, cerca Tebas, donde Etéocles reina injustamente. Un emisario da cuenta a éste de las fuerzas argivas enemigas y enumera los capitanes que asedian la ciudad en cada una de sus siete puertas. Etéocles dispone de otros siete capitanes tebanos que lucharán contra ellos, y en la séptima puerta se enfrentarán los dos hermanos. Poco después el emisario narra la lucha entre Etéocles y Polinices, en la que los hermanos se han dado muerte mutuamente. Los magistrados de Tebas deciden que el cadáver de Polinices, que luchó contra su patria, no reciba honras fúnebres y se quede a la intemperie para ser pasto de las aves. Contra esta disposición se rebela su hermana Antígona. La leyenda ya conocida por el espectador da ocasión al autor de ahondar en el tema del hombre y su sujeción al destino. Etéocles, condicionado por su linaje y sabedor de lo inevitable de su perdición, es considerado el personaje más logrado.
Esquilo, Las suplicantes Llegan a Argos las danaides o suplicantes, hijas de Danao, que han huido de Egipto, rey de Egipto, cuyos hijos se querían casar con ellas. Van acompañadas de su padre, Danao, y desazonadas ruegan a los dioses que hundan las naves de los hijos de Egipto, que las persiguen, que prefieren la muerte al matrimonio. El rey de Argos accede a darles protección, lo que mantiene cuando le llega un mensajero para notificarle que acaban de desembarcar los perseguidores, y las danaides entonan un himno de alegría y gratitud. El sentido de la tragedia no acaba en ésta obra. No se puede faltar a la naturaleza que impone la perduración de la vida En los restos de las piezas sucesivas, se elogia a Hipermestra, la única que no mató al esposo y de la que descendió toda la estirpe de Argos. Los valores líricos se imponen a los dramáticos y el coro tiene gran protagonismo.
Esquilo, La Orestíada: Agamenón - Las coéforas - Las euménides (trilogía) 1ª Agamenón: A Argos llega la noticia de que Troya ha sido destruida y de que el rey Agamenón, jefe supremo de las fuerzas griegas vencedoras, regresa a su patria, lo que advierte primero un vigía y luego anuncia un mensajero que recibe Clitemestra, la esposa del rey. Agamenón llega triunfante con la profetisa Casandra, hija de Príamo, el rey vencido de Troya, doncella que ha sido destinada a ser su esclava. Clitemestra, que durante la larga ausencia del esposo se ha entregado a Egisto, que no perdona a Agamenón el sacrificio de su hija Ifigenia y que siente celos de Casandra, asesina a ésta y a su marido. Y Clitemestra y Egisto reinan en Argos. 2ª Las coéforas: Seis años después, Orestes, hijo de Agamenón y de Clitemestra, que fue alejado de Argos de niño, cuando ésta mató a su padre, vuelve con su amigo Pílades a fin de tomar venganza, por mandato del dios Apolo. Se reconoce con su hermana Electra, que coincide con sus propósitos. Trazan un plan, y Orestes, fingiendo que es un viajero que viene a comunicar a Clitemestra su propia muerte, se introduce en palacio, mata a Egisto y luego a su madre. La acción es presenciada por un coro de mujeres que hacen ofrendas fúnebres a la tumba de Agamenón, las coéforas. 3ª Las euménides: Orestes perseguido por las Erinias, furias que castigan a los criminales, se ha refugiado en templo de Apolo de Delfos, y éste le aconseja que vaya a Atenas, donde será juzgado justamente. Llega a la Acrópolis de Atenas, y la diosa Atenea manifiesta que el caso ha de ser juzgado por jueces atenienses; pero como los delitos de Clitemestra, asesina de su marido, y de Orestes, asesino de su madre, son de igual gravedad, los votos de los jueces empatan y Orestes es absuelto. Atenea aplaca a las furiosas Erinias, que se convierten en bienhechores con el nombre de euménides. Los fatales crímenes acaban con una solución jurídica acorde con el espectador ateniense del tiempo, tan orgulloso de la justicia de su ciudad. La obra presenta el mayor arte de Esquilo, con un diálogo vivo, solemne e incisivo. Orestes es el gran protagonista. Su hermana Electra, delicada y cargada de verdad, reaparecerá con mayor fuerza en otras tragedias.
Esquilo, Prometeo encadenado Prometeo es encadenado en un solitario peñasco próximo al mar y situado en Escitia (Cáucaso) por Cratos (el Poder) y Bías (la Fuerza), por orden de Zeus, y castigado así por haber arrebatado el fuego a los dioses y haberlo puesto a disposición del hombre. Prometeo queda solo, lamenta su suerte en un soliloquio, y aparece en escena el coro de las ninfas oceánidas con el mismo Océano, quien aconseja a Prometeo que se someta a la voluntad de Zeus, a lo que aquél se niega. Llega a aquella soledad Ío, hija de Ínaco, lejana antepasada de Heracles, el que será el libertador de Prometeo, y éste le hace predicciones y le confía un gran secreto: el nacimiento de Heracles. Zeus, al enterarse del
secreto, envía a Hermes a averiguarlo, pero Prometeo se niega a revelarlo. Un cataclismo resquebraja la peña en que está encadenado, y Prometeo desaparece en el vacío. Aunque el conflicto se sitúa en medio de una titánica mitología, sin presencia de mortales, connota una gran carga simbólica. Su tema es la humanidad y su sufrimiento, en el protohistórico Prometeo, origen de la civilización humana.
Sófocles, Áyax En el cerco de Troya, Áyax, hijo de Telamón, gran guerrero, que aspiraba a poseer las armas que fueron del difunto Aquiles y se adjudicaron a Odiseo, se cree injustamente desposeído y es víctima de terribles arrebatos de locura, que le inducen a matar bueyes y carneros creído que se trata de Odiseo, Agamenón, Menelao, etc., y otros, a los que considera enemigos. Hay intentos de cordura y en un momento de lucidez Áyax, sabedor de sus acciones descerebradas, se suicida en la playa. Menelao no quiere que le otorguen las honras fúnebres, pero Teucro le da digna sepultura. La loca furia de Áyax es la del Orlando de Ariosto, la del Quijote de Cervantes y la Julio César de Shakespeare. Son modélicas las caracterizaciones contrarias de Áyax, el demente orgulloso, y de Odiseo, el astuto prudente.
Sófocles, Antígona Muertos Etéocles y Polinices combatiendo el uno contra el otro ante los muros de Tebas, el rey Creonte, su tío, publica un decreto en que prohíbe que al segundo se le den honras fúnebres y ordena que su cadáver quede insepulto para pasto de las aves, por haber muerto luchando contra su patria. Antígona, hermana de ambos, se siente obligada a rendir el debido culto al cuerpo de éste, y, desoyendo lo ordenado, realiza los ritos funerarios. Es detenida por haber desobedecido la ley, y ante su entereza Creonte la condena a morir, enterrada viva, en un sepulcro. Ella allí se ahorca, y sobre su cadáver se suicida su novio Hemón, hijo de Creonte, el cual, ante ello, se arrepiente de todo lo que ha hecho. La obra, la más representada del autor, tiene dos protagonistas: Antígona y Creonte. Su contraste es dramatizado muy intensamente en los diálogos. Ambos representan la ley familiar: religión y moral, y la ley civil: justicia y democracia, respectivamente. El autor se desprende de la leyenda, para centrarse exclusivamente en el problema humano.
Sófocles, Las traquinias Cuando Heracles regresa a su casa después de largos años de ausencia, realizando sus trabajos, su esposa Deyanira se entera de que está a punto de casarse con la joven Yole. Presa de celos, le envía la túnica del centauro Neso, convencida de que, untada con un filtro de amor, lo retendría para siempre a su lado. Su hijo Hilo le hace ver su error, pero lo desoye, y, cuando Heracles se viste la túnica, le produce gravísimos tormentos. Heracles entonces lanza maldiciones a Deyanira y ésta se suicida poco después de que muriera Heracles. Es un drama menor en torno a los celos femeninos, en el que Heracles y Deyanira eran interpretados por un mismo actor, lo que hace que al no coincidir nunca en escena la tragedia adquiera un tono díptico, pero perfectamente trabado.
Sófocles, Edipo rey Sobre Tebas se abate una mortal peste, y se averigua que la epidemia cesará se si castiga al asesino del anterior rey Layo. El actual rey, Edipo, un supuesto extranjero que antes ya salvó a Tebas de otra calamidad, la del azote de la Esfinge, y que por esto se le dio por esposa a la viuda del rey Layo, inicia las investigaciones para saber quién fue el asesino de éste. Estas indagaciones ponen de manifiesto que el asesino fue el propio Edipo (que no sabía a quien mataba) y que él es hijo del mismo Layo y de Yokasta, su viuda. Horrorizado al saberse parricida e incestuoso, Edipo se arranca los ojos, tras haberse suicidado su madre y esposa Yokasta. Edipo parte al destierro después de despedirse de sus hijas. Junto a Antígona es La obra maestra de Sófocles. El conflicto en que inocentemente se encuentra Edipo --protagonista absoluto-- no tiene solución humana. Las más elementales leyes de la naturaleza humana han sido infringidas sin conciencia de falta, pero ésta es tan monstruosa que debe ser castigada. El dramatismo lírico de la situación es sublime.
Sófocles, Electra Electra, hija de Agamenón, hace libaciones en la tumba de su padre, lamenta su muerte y confía en que será vengada por su hermano Orestes, al que no ha visto desde que era muy pequeño. Orestes envía un falso mensajero con la noticia de su propia muerte, lo que tranquiliza a su madre Clitemestra, siempre temerosa de su venganza, y desespera a Electra, que la ve más difícil. Llega Orestes, acompañado de Pílades, se da a conocer a su hermana, y luego procede a la venganza matando a Clitemestra y a su nuevo esposo y cómplice Egisto. Es el mismo argumento de "las coéforas" de Esquilo y de la "Electra" de Eurípides. Aquí se genera una especie de "Hamlet" femenino, en el que reina la profunda tristeza que ocasiona el recuerdo amoroso del padre muerto y el odio a la madre infiel. Sólo la esperanza de una justicia familiar apaciguará el dolor indeclinable de Electra.
Sófocles, Filoctetes El guerrero y hábil arquero Filoctetes había sido abandonado en una isla desierta porque una herida que le había producido una serpiente en un pie despedía un hedor repugnante y él lanzaba estridentes gritos de dolor. Así pasó diez
años alimentándose de hierbas y de las piezas que cazaba con su arco. Un oráculo reveló a los griegos que la larga guerra de Troya no se acabaría hasta que Filoctetes volviera a luchar al lado de los griegos; y encomiendan al astuto Odiseo la misión de ir a la isla desierta, sacar de ella a Filoctetes y reincorporarlo al ejército griego. Odiseo va allá con Neoptólemo, el joven y noble hijo de Aquiles, que, al ver a Filoctetes, cambia el plan trazado por Odiseo para engañarlo. La situación se soluciona con la aparición de Heracles que ve útil a Filoctetes, le ordena que se embarque para Troya y le promete que será curado y alcanzará glorioso renombre. Como el "Áyax" presenta un conflicto menor sobre el dolor físico o enfermedad incurable que el autor resuelve con la intervención del deus ex machina típico de Eurípides. El tema reaparecerá con mucha fuerza en la Edad Media.
Sófocles, Edipo en Colono El viejo y ciego Edipo, guiado por su hija Antígona, llega a Colono, cerca de Atenas, y es afablemente acogido por el rey de la ciudad, Teseo. Llega también Ismene, la otra hija de Edipo, y da la noticia de la guerra entre sus dos hermanos Etéocles y Polinices ante los muros de Tebas. Como un oráculo ha anunciado que la victoria la obtendría el bando que tuviera a su lado a Edipo, comparece en Colono Creonte, valedor de Etéocles, dispuesto a llevarse por la fuerza al anciano ciego; y también acude Polinices para que se junte a su bando. Edipo maldice a sus dos hijos, que antes le desterraron de Tebas, es protegido por Teseo, pero muere poco después. Es la última tragedia de Sófocles que, situada entre "Edipo rey" y "Antígona", se desliga de la leyenda, presentando a Edipo y a Antígona como a un pordiosero y su lazarillo, pero, a ella, a la vez, como a una divinidad protectora del Ática.
Eurípides, Alcestis El rey Admeto había obtenido de Apolo la seguridad de que, cuando llegara el momento de la muerte, podría escapar de ésta si otra persona se ofrecía a morir por él, y sólo se brindó a ello su esposa Alcestis. Cuando a Admeto le llegó la hora de morir, la reina Alcestis se dispuso serenamente al trance, dolorida pero arrepentida, y se despidió de sus hijos pequeños y de la luz del sol. Llega al palacio Heracles y es bien acogido, pero cuando se entera de lo sucedido va a los infiernos, se encara con la Muerte y consigue que le deje llevar otra vez a Alcestis a la vida, y la devuelve a su marido. La obra presenta en un trasfondo mítico el tema de la muerte, contrastando la actitud de la mujer, heroica, razonadora y conformista, con la del marido, de cínica resignación, con un final deus ex machina tan feliz como inesperado.
Eurípides, Medea Jasón llega a la Cólquide en busca del “vellocino de oro”. Medea, hija del rey de la Cólquide, Eetes, se enamora de él y a cambio de la promesa de convertirla en su esposa, le ayuda a conseguirlo. Después de varias argucias en que Medea no duda en descuartizar a su hermano Apsirto, llegan a Yolco, donde de nuevo Medea, engaña a las hijas de Pelias, usurpador del trono contra los derechos de Jasón, para que descuarticen a su padre. Así, Jasón y Medea, exiliados de Yolco, huyen a Corinto. Aquí, Medea se entera de que Jasón quiere repudiarla y casarse con Glauce, la hija del rey Creonte de Corinto. Jasón desoye los ruegos y amenazas de Medea, y la induce a que se vaya con sus hijos. Pero Medea trama una sangrienta venganza: finge acomodarse a los deseos de Jasón y envía a sus hijos a Glauce con unas prendas muy ricas, como regalo de bodas, que al ponérselas le producen la muerte y también la de su padre Creonte. En su paroxismo, Medea mata también a sus dos hijos para ennegrecer más la desgracia de Jasón. Jasón y Medea discuten apasionadamente, pero Medea no se resigna a su marginación, y cuando el rey de Atenas, Egeo, vuelve de consultar en Delfos la causa de su impotencia, ella le promete solución a cambio de su hospitalidad en Atenas. Tomado del final de la leyenda de los Argonautas, es la obra maestra que mejor traza a una mujer escalofriante que tiene el convencimiento de que debe proceder criminalmente. Un tema monstruoso, con variadas notas de misoginia, muy frecuente en el autor, que es origen de múltiples referencias e imitaciones en la actualidad literaria.
Eurípides, Hipólito El casto Hipólito, joven entregado a la caza y a quien repugna el amor, suscita una intensa pasión en su madrastra Fedra; y cuando el joven se entera de ello, por una indiscreción de una nodriza, se muestra airado, disciplente e insultante con Fedra y asegura que jamás deshonrará a su padre Teseo, marido de ésta. Fedra, despechada, se ahorca, pero para vengarse del rechazo de Hipólito escribe antes una tableta en la que revela que su hijastro la ha deshonrado. Teseo se indigna, cubre de denuestos a su hijo, cuyas razones no atiende y en cuya inocencia no cree. Lo maldice y lo arroja de casa; e Hipólito cae bajo las ruedas del carro en que corría desenfrenadamente. La diosa Ártemis, gran valedora de Hipólito, revela a Teseo la verdad: la inocencia de su hijo y la maldad de Fedra. Entonces, traen el cuerpo moribundo de Hipólito, quien muere en brazos de su padre. El público ateniense veía en esta tragedia la pugna entre Afrodita y Ártemis, entre el placer y el deber. Un tema que posteriormente se ha diversificado pasando a ser el retrato de la cruda venganza de la pasión de una mujer rechazada.
Eurípides, Hécuba Conquistada y destruida Troya por los griegos, entre los cautivos vencidos está la anciana Hécuba, viuda del rey Príamo. Sus desgracias se acrecientan cuando se entera que de que su hija Polixena ha de ser sacrificada en el túmulo de Aquiles y le traen el cadáver de su hijo Polidoro, niño aún, que ha sido asesinado por quien lo tenía recogido a fin de hacerse con unos tesoros. Nada consigue Hécuba de Odiseo ni de Agamenón en los dramáticos parlamentos que
sostiene con ellos; y al final, se vaticinan los tristes destinos de Hécuba, que morirá convertida en esclava de su hija Casandra y de Agamenón, que perecerán a manos de Clitemestra. Es una tragedia sanguinaria, con excelentes parlamentos entre Odiseo y Agamenón, y entrecruzados lamentos muy sentidos y enternecedores de Hécuba, que lleva a una acción bien trazada sin caer en la intervención de divinidades.
Eurípides, Las troyanas Tras la guerra de Troya, el autor refiere las desdichas de Hécuba y otras princesas troyanas, como Casandra, Andrómaca y Helena. La anciana Hécuba es reducida a esclavitud, el niño hijo de Héctor y Andrómaca es muerto por disposición del implacable Odiseo, y Helena pronuncia una apología de su proceder al reencontrar a su esposo Menelao. La obra no es tanto una tragedia cuanto una sucesión de cuadros patéticos sobre la suerte de las mujeres troyanas tras el asedio griego, con una intención: hacer saber a todos los horrores e inutilidad de las guerras, la altanería de los vencedores y las miserias de los vencidos. El parlamento de Helena es un auténtico discurso de abogacía.
Eurípides, Electra Tras el asesinato de Agamenón, Clitemestra entrega a su hija Electra en matrimonio a un humilde campesino, para evitar que tenga descendencia noble que vengue su crimen. Electra, pues, vive apartada, entregada a faenas rurales pero sin contacto con el esposo que le ha sido impuesto, que es persona honrada. Llega a su retirada morada su hermano Orestes, acompañado de su amigo Pílades, y cuando después de varios episodios se reconocen planean la venganza. Orestes mata a Egisto cuando le da la espalda para ofrecer un sacrificio, y luego es muerta Clitemestra por su hija Electra. Al final, se prevén los remordimientos del matricida Orestes y su expiación de la culpa. Es un tema sobre el sufrimiento y el dolor ya tratado por Esquilo y Sófocles, pero ahora en un contexto y forma distintos. Aunque, es justo que Clitemestra expíe su maldad con la muerte, el matricidio nunca quedará justificado.
Eurípides, Orestes Orestes, después de haber asesinado a su madre Clitemestra, es víctima de las furias Erinias, perseguidoras de los criminales, y sufre terribles ataques de locura asistido por su hermana Electra. Mientras el pueblo de Argos se reúne en el ágora para juzgar a los dos hermanos por el matricidio cometido, llegan de Troya Menelao (hermano de Agamenón) y Helena (hermana de Clitemestra). Acude también Tindáreo, padre de Clitemestra y de Helena, para que se castigue a los asesinos de la primera. Los ciudadanos reunidos en Argos condenan a muerte a Orestes y a Electra. Entonces Pílades, inseparable amigo de Orestes, decidido a salvarlos, desvía el litigio: propone que se dé muerte a Helena, la culpable de la guerra de Troya y de todas las calamidades. Orestes y Pílades asaltan su residencia, retienen a su hija Hermíone, pero Helena se desvanece misteriosamente al ser alcanzada por Orestes. Aparece Apolo y revela que Helena se ha salvado y ha sido colocada entre las divinidades, y dispone que Menelao interceda a favor de su sobrino Orestes, el cual ha de ir a Atenas a purificarse y luego ha de reinar en Argos y casarse con su prima Hermíone. Una tragedia que cautiva, sorprende y desorienta. Hay un remordimiento que se desvanece y reaparece en un ímpetu criminal, y ambos forman la erística ideológica y judicial ateniense. Al final, Apolo, deus ex machina, lo arregla todo.
Eurípides, Ifigenia en Áulide La flota griega que va hacia Troya ha quedado inmovilizada en Áulide (Beocia) por ausencia de viento favorable, y el adivino Calcante ha revelado que esta situación no variará hasta que Agamenón, jefe supremo de los griegos, sacrifique a su hija Ifigenia a la diosa Ártemis. Agamenón vacila, y cuando ya está decidido a no matar a su hija, una maniobra de su hermano Menelao (el más interesado en la campaña contra Troya) cambia su intención. Llegan a Áulide Clitemestra, mujer de Agamenón, con su hija Ifigenia y el pequeño Orestes, en la creencia la reina de que se los ha llamado para celebrar las bodas de su hija con Aquiles. Cuando se averigua lo que de veras se está tramando se producen encontrados parlamentos, hasta que Ifigenia, con patriótica resolución, se presta a ir al sacrificio porque traerá un bien para Grecia. Pero, cuando Agamenón tiene el cuchillo sobre el cuello de la muchacha, la diosa Ártemis la arrebata y coloca en su lugar una cierva. Es una tragedia que muestra los caracteres cambiantes de sus personajes principales, Agamenón e Ifigenia, que, al estar situados de repente ante disyuntivas de graves conflictos, han de tomar unas decisiones de manera inmediata.
Eurípides, Ifigenia en Táuride Tras lo ocurrido en Áulide, Ifigenia es llevada a la tierra de los tauros (Crimea), como sacerdotisa del templo de Ártemis. Allí reinaba el bárbaro Toante, que le hacía inmolar a todos los griegos que llegaban. Orestes, mientras tanto, ha sabido que, para librarse de la persecución de las Erinias, le es preciso robar la imagen de Ártemis que se venera en ese templo y llevarla al Ática. Llega pues, acompañado de Pílades, y son apresados y sentenciados a ser inmolados por Ifigenia. Sin reconocerse, Orestes explica a su hermana Ifigenia la triste historia de su común padre Agamenón, desde la vuelta de Troya hasta su muerte a manos de Clitemestra. Una vez que se han reconocido como hermanos, planean la fuga en una nave, llevándose la estatua de Ártemis, lo que se lleva a buen término tras varios y peligrosos trances, y gracias a la protección de la diosa Atenea. Es una auténtica pieza de peripecia y acción que no plantea ningún problema moral o psicológico serio, pero es llevada con gran maestría dramática, lo que ha generado muchas innovaciones literarias posteriores.
Eurípides, Las bacantes
Dioniso impone los ritos de su culto en Tebas, donde reina Penteo, el cual advierte extrañado e indignado que las mujeres de la ciudad, entre ellas su madre Ágave, se entregan en el campo a excesos orgiásticos, propios de los fanáticos de aquella divinidad. Penteo no puede vencer ni retener a Dioniso, que dispone de poderes divinos, y, cuando se viste de bacante para espiar lo que hacen las mujeres, es sorprendido por éstas, que lo descuartizan, siendo la primera en desgajarle los miembros su madre Ágave, que no lo reconoce, aunque él sí a ella. Cuando la madre vuelve a la razón y se da cuenta de su horrenda acción, lamenta su desdicha. Todo se arregla con la intervención deus ex machina de Dioniso. [El final concreto se ha perdido]. Es una tragedia intrigante, turbadora y misteriosa, que enfrenta a Dioniso y sus ancestrales ritos con el racionalismo y buen gobierno de Penteo. Siendo más mítica que las otras, los mismos horrores parecen no sacudirnos con tanta fuerza.
LITERATURA GRIEGA (IV). LA COMEDIA 1. LA COMEDIA ÁTICA. ARISTÓFANES (450-386 a. C.) A la transcendencia moral de la tragedia se opone la burla y la sátira de la comedia. En la tragedia el espectador conocía el mito; en la comedia, ignora el argumento. La comedia suele tener tres partes: el prólogo o exposición del tema, el avgw,n central que despliega la disputa hasta que el coro da su criterio, y la parábasis o explicación final del autor. El comediógrafo inventa el guión y los personajes, tomándolos de la vida cotidiana, y los exagera, ridiculiza y fustiga más con la intención de hacer reír que de moralizar o corregir. Pero no es un teatro "realista": los cómicos sorprenden realizando grandes fantasías. Aristófanes, contemporáneo de Sófocles y Eurípides, es el principal autor con once obras: • Con ingenio democrático y nostalgia aristocrática ataca la corrupción ateniense, satiriza a Eurípides y trata a Sócrates como a un sofista embaucador. • Obras: Los acarnienses, Los caballeros, Las nubes, Las avispas, La paz, Las aves, Lisístrata, Las tesmoforiantes, Las ranas, La asamblea de mujeres y Pluto. • Estilo: - Esquema general sencillo, aunque imaginativo, humorístico e insólito. - Hábil creador de figuras verbales, juegos de palabras y chistes. 2. -
LA COMEDIA NUEVA. MENANDRO (342-292 a.C.) Entre la comedia ática y la nueva está la transición de la comedia media. Desaparece la intención política y la chocarrería para dejar paso al teatro de costumbres. Su estilo es coloquial, reflexivo y moralizante, disminuyendo el papel dramático del coro. El principal representante es Menandro, gran triunfador de certámenes teatrales: • Amigo de Epicuro y de familia acomodada, es creador de caracteres psicológicos inesperados (prostitutas nobles, padres iracundos) que son una huida de la decadencia real en la que, al final, gana la virtud y todo acaba bien. • Obras: De un centenar, sólo se conserva completa El misántropo, y, fragmentadas, El arbitraje y La trasquilada. • Estilo: - Moraliza con personajes típicos y abstractos, sin recurrir a la presencia de dioses ni seres fantásticos. - Su acción es cuidada y gradual, sin dejar de ser familiar y resuelta.
ANEXO: ARGUMENTOS DE COMEDIAS Y DETALLE CRÍTICO Aristófanes, Los acarnienses Durante la larga guerra del Peloponeso, un campesino, Diceópolis, se ha refugiado como otros muchos en Atenas y, harto de privaciones y convencido de la mala gestión de los políticos, logra pactar con Esparta, la potencia enemiga, una tregua de treinta años, para él solo. Los carboneros del pueblecillo ático Acarnes, que constituyen el coro de la comedia, envidiosos de su suerte, le atacan. Diceópolis decide recurrir al juicio de los atenienses; pero, como éstos siempre se inclinan a favor del más miserable, visita a Eurípides y consigue que le preste los harapos de los héroes más andrajosos de sus tragedias. Con tal aspecto y con su oratoria convence a los acarnienses y logra vivir disfrutando de una paz de la que sólo gozan él y su familia, haciendo buenos los negocios en momentos de carestía y escasez de alimentos. La actitud pacifista de Diceópolis contrasta la belicista de Lámaco, soldado fanfarrón, que al final regresa malparado de la guerra, mientras aquél lleva años disfrutando de tranquilidad y placeres. Atenas vivía duros momentos de la guerra con Esparta y el autor, decepcionado por las decisiones de los políticos, defiende la necesidad de acabar con toda guerra, como algo absurdo, con formas desconcertantes y divertidas.
Aristófanes, Los caballeros Demos, el pueblo, tiene dos servidores que, actuando con las máscaras de los generales Demóstenes y Nicias, se hallan sometidos a la tiranía y malos tratos de otro esclavo, el Paflagonio, que, representando al tirano Cleón, con adulaciones y triquiñuelas, se ha adueñado de la voluntad de su señor y hace de él lo que quiere, siempre en provecho propio. Los dos esclavos consiguen entusiasmar a un vil salchichero, aún más vil que el Paflagonio, para que dispute a éste su situación privilegiada cerca de Demos. En la polémica entre los dos, el salchichero, soez, inculto e inmoral, deja bien demostrado que paradójicamente él es la persona más adecuada para dominar a Demos y recibe el apoyo del coro de caballeros, compuesto por jóvenes pertenecientes a la vieja aristocracia Al autor le interesa, por un lado, agradar al público ateniense aludiendo a personajes conocidos, a inmoralidades públicas, a negocios sucios y a un sinfín de arbitrariedades, y, por otro, expresar los anhelos de la vieja aristocracia.
Aristófanes, Las nubes Estrepsíades, hombre de origen humilde y campesino, pero que se ha casado con una mujer de rango, está muy preocupado por las deudas que contrae con los gastos que a su hijo Fidípides origina su afición a los caballos y a la hípica en general. Como sabe que su vecino Sócrates enseña el arte de argumentar las causas más difíciles e injustas, intenta aprender este nuevo método, pero su inteligencia no le permite acceder a él, y lleva a su hijo Fidípides a la nueva escuela, de la que sale hecho un sofista, capaz de demostrar lo más injustificable, hasta el punto de llegar a apalear a su padre con argumentos que justifican acción tan castigada en Grecia. Esto hace que Estrepsíades comprenda que la razón está de parte de la antigua educación, y que se enfurezca contra Sócrates, cuya casa incendia y a quien maldice por irrespetuoso con los dioses. El coro está formado por mujeres vestidas de nubes. El tema trata de un problema candente: la educación. Pero desorbitando actitudes y deformando grotescamente a las personas, en este caso, a Sócrates, por la novedad de su modo de razonar y dialogar.
Aristófanes, Las avispas Filocleón (“amigo de Cleón”) y su hijo Bdelicleón (“que odia a Cleón”), cuyos nombres forman un juego de palabras se burlan del juez ateniense Cleón. Filocleón es adicto a los juicios y pasa su tiempo como miembro del jurado, juzgando a los demás. Bdelicleón quiere ayudar a su padre, así que le encierra en casa. Tras unos cómicos intentos de fuga, los otros miembros del jurado y compañeros de Filocleón, vestidos de avispas, van a rescatarle. Bdelicleón y sus sirvientes pelean contra las avispas, quienes son pronto derrotadas. Después de esto, Bdelicleón discute con su padre, y pronto les demuestra a él y al coro que al ser miembros del jurado no consiguen nada más que servir a los demagogos. Y Filocleón se resigna a quedarse en casa. Para ayudar a su padre a superar su adicción, Bdelicleón monta un juzgado en su propia casa para que su padre lo presida. A falta de alguien a quien acusar, Filicleón juzga al perro de la familia en referencia a un juicio anterior de Cleón. Bdelicleón defiende el perro y, cuando todo lo demás falla, un grupo de niños vestidos como los cachorros del perro salen a escena. Filocleón ni se inmuta, pero Bdelicleón intercambia las cajas donde estaban depositados los votos, haciendo que su voto aparezca junto con los que le consideraban inocente. En el recuento de votos se absuelve al perro y Filocleón se desmaya, pues hasta ahora jamás había absuelto a nadie. Entonces ambos acuden a un simposio y, profundizando en el tema del cambio de roles, Bdelicleón enseña a su padre cómo comportarse de forma adecuada en el simposio y a la vez que expresa su desdén por cómo Cleón manipula a los miembros del jurado, por otro lado adula a Cleón y a sus siervos. Al final, Filocleón se emborracha, insulta a casi todo el mundo en el simposio y secuestra a una flautista. Algunos ofendidos durante la noche le informan de las denuncias que le pondrán, pero Filocleón se ríe de ellos. Lo importante es que está feliz. La obra termina con un final absurdo: Filocleón reta a tres cangrejos, los hijos de Carcino, que representan a los dramaturgos de Atenas, a participar en un concurso de baile. En definitiva la obra expone cómo un hijo lleva por el buen camino a su padre, lanzado a la magistratura para obtener de ella pingües ganancias. Las escenas son de gran comicidad expresando las relaciones padres-hijos, con intervenciones insólitas.
Aristófanes, La paz El campesino Trigeo, harto de la larga guerra, cría un enorme escarabajo, que se alimenta de estiércol, y montado en él vuela hacia la morada de los dioses para conseguir de ellos la paz. Pero los dioses se han ausentado, cansados de las continuas contiendas de los hombres, y sólo ha quedado Pólemos (la Guerra), que ha encerrado a Irene (la Paz) en
una caverna y pretende destruir las ciudades griegas. Trigeo, entonces, con la ayuda de Hermes se dispone a liberar a Irene y a otras abstracciones aprisionadas, como a Opora (la Abundancia) y a Teoría (el Placer de la fiesta), y en ello, colaboran campesinos áticos que constituyen el coro de la comedia Vuelve el tema del pacifismo, predilecto del autor. Se entrecruzan temas realistas humanos con las fantasías más diversas de animales, para elogiar la apacible vida campesina
Aristófanes, Las aves Los atenienses Pistetero y Evélpides, cansados de la vida en la ciudad y de sus demagogos, deciden irse a la morada de los pájaros y fundar una nueva ciudad en el aire, a medio camino entre los dioses y los hombres. El conjunto de las aves, que constituyen el coro de la comedia, los recibe con hostilidad; pero la hábil retórica de Pistetero las convence, y funda Nefelocoquigia, o la morada de las nubes y de los cuclillos, a la que enseguida acuden hombres poco recomendables para obtener la ciudadanía. Pistetero los echa, pero después son divinidades del Olimpo las que se presentan, y, al final, todos quedan sometidos a la soberanía del ingenioso ateniense. La obra es una auténtica fantasía con ribetes de utopía misantrópica: huir de los mortales hacia un mundo irreal, en el que también paradójicamente acuden todo tipo de aprovechados y delincuentes.
Aristófanes, Lisístrata La matrona ateniense Lisístrata, convencida de que los hombres son incapaces de acabar con la guerra contra Esparta, reúne a mujeres de Grecia y les propone un plan: que se abstengan de tener relación sexual con sus maridos hasta no se consiga la paz, proposición que es recibida con repulsa, hasta que una espartana se adhiere a ella y demuestra su viabilidad. Simultáneamente, y siguiendo el plan de Lisístrata, las ancianas se hacen fuertes en la Acrópolis, donde se guarda el tesoro público, con el fin de cortar la financiación de la guerra. Se siguen alborotos y claudicaciones, y al fin un oráculo anuncia a las mujeres su triunfo. Destaca el episodio en que Mirrina finge estar dispuesta a que su marido Cinesias se acueste con ella, pero siempre encuentra pretextos para interrumpirlo cuando él se encuentra más a punto. Los hombres no pueden resistir la huelga de esposas, y atenienses y espartanos firman la paz. Es la obra más conocida. De línea argumental sencilla y lógica. La singular huelga de esposas fue un éxito pues se datan una serie de episodios de subida comicidad: chistes, juegos de palabras y sutilezas
Aristófanes, Las tesmoforiantes Eurípides se entera de que las mujeres de Atenas están enfadadas por cómo se las retrata en sus tragedias: aparecen como locas, asesinas, ninfómanas y suicidas, y utilizan el festival de las Tesmoforias, como tapadera, para tramar un plan en el que Eurípides pague por sus injuriosas palabras. Eurípides, aterrorizado, busca ayuda en el afeminado poeta Agatón, intentando que éste finja ser una mujer y vaya al debate de las Tesmoforias como infiltrado para obtener información y hablar a su favor. Pero como se niega, el viejo suegro de Eurípides, Mnesíloco, se ofrece a ir en su lugar. Eurípides lo afeita, lo viste de mujer con las ropas que Agatón le presta y lo envía a las Tesmoforias. En la asamblea, las mujeres expresan por turnos su desagrado por Eurípides, sobre todo porque sus maridos ya no se fían de ellas tras haber visto sus tragedias. Y cuando le toca a Mnesíloco dice cosas tan negativas sobre las mujeres que éstas se enfurecen. Entonces llega Clístenes para avisarlas de que Eurípides ha enviado a un hombre disfrazado de mujer y que está entre ellas. Las mujeres, entonces, sospechan de Mnesíloco, señalando que era la única a la que no conocían. Le quitan la ropa, descubren que es un hombre, llaman a las autoridades y Mnesíloco es apresado. Eurípides intenta liberarle distrayendo a los guardias con frases sacadas de sus tragedias, pero, no sólo no lo consigue, sino que es descubierto, por lo que promete a las mujeres que nunca más volverá a hablar mal de ellas en sus obras. Y así consigue salvarse a sí mismo y a Mnesíloco de la ira de la población femenina. Es una farsa a la imagen de la mujer en la obra de Eurípides con el trasfondo del tema de la paz.
Aristófanes, Las ranas Narra la historia de Dioniso, desesperado por el estado de los autores de tragedias de Atenas, y supuestamente recuperándose de la desastrosa batalla de Arginusas. Así, viaja al Hades para traer de vuelta a Eurípides del mundo de los muertos. Lleva consigo a su esclavo Jantias, que es más inteligente, fuerte, racional, prudente, valiente y educado que Dioniso. Para ganarse a la audiencia, la primera escena consiste en una serie de chistes en la que Jantias supera sutilmente a Dioniso en cada frase. Para hallar un camino seguro al Tártaro, Dioniso busca el consejo de su hermanastro Heracles, que ya había estado allí para robar al sabueso Cerbero. Dioniso se presenta en su puerta vestido con una piel de león y llevando una clava. Heracles, tras ver al afeminado Dioniso vestido como él, no puede sino reír. A la pregunta de qué camino es el más rápido para llegar al Hades, Heracles contesta con las opciones de ahorcarse, beber veneno o tirarse de una torre. Dioniso elige el más largo viaje por el lago Aqueronte, el mismo que tomó Heracles. Cuando Dioniso llega al río, Caronte le transporta. A Jantias, siendo un esclavo, no le deja subir a bordo, pues no pudo tomar parte en la batalla de Arginusas, y tiene que rodearlo a pie. Mientras Dioniso ayuda a remar, oye un coro de ranas croando. Su canto se repite constantemente y Dioniso se une a él. Cuando llegan a la orilla, Dioniso se vuelve a encontrar con Jantias. Luego, se encuentra con Éaco, que confunde a Dioniso con Heracles debido a su atuendo. Aún enfadado por el robo de Cerbero por parte éste, Éaco amenaza con soltar a varios monstruos sobre él como venganza. Asustado, Dioniso cambia sus ropas con Jantias. Una doncella llega entonces y se muestra feliz de ver a Heracles. Le invita a un banquete con bailarinas vírgenes y Jantias está más que feliz de ser obligado. Pero Dioniso quiere volver a cambiar las ropas de inmediato. De nuevo con la piel de león, Dioniso se encuentra con más gente enfadada con Heracles, por lo que vuelve a cambiarla con Jantias una tercera vez. Cuando Éaco regresa, Jantias le cuenta que debería torturar a Dioniso para obtener la verdad sobre si es realmente un ladrón o no, y le ofrece varias opciones para hacerlo, caracterizadas por su crueldad. El aterrorizado Dioniso dice la verdad y admite que es un dios. Después de que ambos sean azotados, Dioniso es llevado ante los señores de Éaco, y
se comprueba la verdad. Dioniso encuentra entonces a Eurípides en mitad de un conflicto. Eurípides, que había muerto muy recientemente, está retando al gran Esquilo para sentar a cenar al “mejor poeta trágico” en la mesa de Hades. Se celebra un concurso con Dioniso de juez. Los dos dramaturgos citan versos de sus obras y se burlan de los del otro por turnos. Eurípides argumenta que los personajes de sus obras son mejores porque están más cercanos a la vida y la lógica, mientras Esquilo cree que sus personajes idealizados son mejores por ser más heroicos y modelos de virtud. Esquilo lleva ventaja en la discusión y empieza a ridiculizar a Eurípides. Para resolver el debate, se presenta una balanza y se dice a ambos que digan unos pocos versos en ellas. Aquel cuyos versos tengan más “peso” hará que la balanza se incline a su favor. Esquilo gana y Dioniso decide llevárselo de vuelta en el lugar de Eurípides. Antes de marcharse, Esquilo proclama que Sófocles y no Eurípides debería ocupar su silla mientras no esté. Dionisos desciende a los infiernos para rescatar a Eurípides y llevarlo a la tierra, pero ve que el fallecido en el otro mundo, ha usurpado el trono de Esquilo, y que Eurípides queda desacreditado por sus exageraciones y defectos. Reaparece lo maravilloso y una constante caricatura de la mitología, ahora utilizada sencillamente al servicio de la crítica literaria y de la defensa de la educación tradicional. Mientras el autor escribió esta obra, murió Sófocles, y le dedicó una alusión respetuosa.
Aristófanes, La asamblea de mujeres Los hombres han llevado a cabo un pésimo gobierno, y por esto que Praxágora convence a las mujeres a que se hagan cargo ellas de la administración. Habla de una cierta “repartición igualitaria de las riquezas”, que incluso llegará a las relaciones amorosas. Hay dos partes muy diferenciadas: una primera que nos muestra el gobierno de las mujeres con su programa político caracterizado por un marcado "comunismo", y una segunda, con el desarrollo de este ideal puesto en marcha y en la práctica en distintas escenas cómicas, paródicas y burlescas. Es un tema que retomará con Pluto, similar al de Lisístrata y que aparecerá, en cierto modo, en la República de Platón.
Aristófanes, Pluto Cremilo es un anciano ateniense y maestro estúpido que tiene un esclavo, Cario, bastante insubordinado. Cremilo se ve a sí mismo y a su familia como virtuosos pero pobres y está preocupado por ello y pide consejo a un oráculo. La obra comienza justo después de haber recibido el consejo de seguir al primer hombre con el que se encuentre y convencerle de que le acompañe a su casa. Este hombre resulta ser el dios Pluto que está sin vista, por lo que distribuye sus favores sin ton ni son. Cremilo, convencido de que si se le restituyera la vista, el mundo sería mejor. Pero la diosa Pobreza refuta el razonamiento; es mejor ser rico, y argumenta que sin pobreza no habría esclavos (todos podrían comprar su libertad) ni tampoco bienes lujosos (nadie trabajaría si todos fueran ricos). Finalmente, se devuelve a Pluto la vista sanada, y da riquezas a algunos y se las quita a los que ve que no son virtuosos, lo cual hace que surjan comentarios rencorosos y clamores de injusticia por parte de los que han perdido sus riquezas. La obra se representó ante los dirigentes atenienses de la época, casi todos ricos. Aristófanes guarda deliberadamente para ellos sus más mordaces ataques, intentando una justicia moral. Es una alegoría sencilla para alentar a unos atenienses empobrecidos en su democracia, con un abuso de máximas morales que indican el final de la etapa cómica.
Menandro, El misántropo En una montaña del Ática vive con su hija Cnemón, un viejo misántropo, y, a poca distancia en otra casa, habita su esposa, que no ha podido soportar su compañía, con Gorgias, hijo suyo de un primer matrimonio. Todos son labradores humildes, excepto Sóstrato, hijo de un rico labrador, que se enamora de la hija de Cnemón, el cual siempre recibe irritadamente al emisario que le envía para formalizar sus relaciones con la joven. El hermanastro de ésta, Gorgias, pide explicaciones a Sóstrato por su actitud hacia ella, y al convencerse de que sus intenciones matrimoniales son dignas, accede a que, para que tenga ocasión de verla y planearlo mejor todo, finja que es bracero suyo y que trabaja la tierra. Sóstrato lo hace soportando un rudo trabajo al que no está acostumbrado. Mientras, Cnemón, cuando pretendía recoger un cubo de un pozo se cae en él. Pero es salvado por su hijastro Gorgias con la ayuda, más bien pasiva, de Sóstrato y de la muchacha. Este accidente hace recapacitar a Cnemón sobre los inconvenientes de la soledad y decide considerar a Gorgias “hijo suyo”, y le encarga que busque marido a la muchacha, lo que hace inmediatamente entregándola a Sóstrato. Llegan los padres de éste, aprueban el matrimonio, y Sóstrato a su vez consigue que Gorgias se case con su hermana. La fiesta de la boda obliga a repensar su misantropía a Cnemón. En un ambiente campesino el protagonista, inicialmente un misántropo irritante y huraño, al verse envuelto en temas amorosos, llega a caer simpático al espectador, a través de divertidas escenas de esclavos y cocineros.
Menandro, El arbitraje Un esclavo ha encontrado un niño abandonado y lo cede al carbonero Sirisco, pero le retiene las joyas que iban prendidas a sus ropas. Sirisco las reclama y para zanjar la discusión acuden al arbitraje del viejo Esmícrines, que decide que no deben separarse niño y joyas, por lo que todo se lo queda Sirisco. Por otro lado, Pánfila, hija de Esmícrines, y casada con Carisio, ha sido repudiada porque éste, al regresar de un viaje, se entera de que ella dio a luz a un niño concebido antes de su boda y que luego expuso. A su vez, por otro lado, un criado de Carisio reconoce las joyas prendidas en las ropas del niño como las que su amo entregó a una desconocida muchacha a la que, estando ebrio, violó en la fiesta de las Tauropolias, escena que es recordada al ser presentada por la citarista Habrótano. Y gracias a ésta, al final, la muchacha deshonrada es identificada como Pánfila, que también ignoró que quien la violó en la fiesta fue Carisio. Todo acaba felizmente al descubrirse que el niño abandonado es hijo de Carisio y de Pánfila. Una trama complicada cuyo desenlace tiene mucho de casual. El autor expresa una fina delicadeza y da un acertado diseño del temperamento y estados de ánimo de los personajes en escena, todos ellos tratados con afecto y simpatía.
LITERATURA GRIEGA (V). LA HISTORIOGRAFÍA La épica, la poesía y el teatro (dramático o cómico), versificados, se oían; pero la prosa, en sus versiones de historia u oratoria, se leía a gente ilustrada para informar o convencer. La historiografía clásica nace cuando Grecia se consolida estatalmente (s. V a.C.). Son antecedentes: a) los "periplos": textos-guía para viajes marinos y para mercaderes. b) los "logógrafos": descripciones y noticias geográficas y etnológicas. 1. HERODOTO (49O-425 a.C.) Considerado "padre de la historia", hizo muchos viajes recopilando gran información. Influido por los logógrafos, integró fuentes muy diversas en una estructura organizada. Su Historia, el primer libro de nuestra cultura, narra la guerra entre persas y griegos. Aunque es crítico con las fuentes, todavía mítico-religiosas, en sus investigaciones los dioses castigan la u[brij humana; es decir, las causas históricas aún son extrañas a los hechos. Emplea múltiples incisos, perspectivas y anécdotas, tratando de ser imparcial y pacífico. 2. -
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TUCÍDIDES (46O-399 a.C.) Es un aristócrata que continúa la obra de Herodoto, aunque de forma muy distinta. Es el creador de la prosa ática, y antepone la verdad histórica a la estética literaria. Utiliza el recurso de exponer ideas históricas en los discursos de sus personajes. Admira a Pericles, aunque critica sus reformas democráticas. En su Historia de la Guerra del Peloponeso, entre Esparta y Atenas, que él mismo vivió…, • presenta un análisis político sobre las causas y el desarrollo del enfrentamiento; • Herodoto, sin apenas crítica, sólo aportaba datos de tipo etnológico y arqueológico. Su método es crítico con las fuentes: retira lo mítico y busca la historia objetiva…, • pues no le interesan todas las fuentes recibidas, sino únicamente las más selectas; • Herodoto consideraba que cualquier dato era una perspectiva más que podía ser útil. JENOFONTE (430-354 a.C.) Es un ateniense aristocrático, discípulo de Sócrates, pero simpatizante de los espartanos. En sus Helénicas continúa la Guerra del Peloponeso, inacabada por Tucídides. En su Ciropedia describe, entre ficción e historia, la formación pedagógica del persa Ciro. En su Apología de Sócrates recoge la huella de sus contertulias con el filósofo. Su gran obra es La Anábasis: el relato de su propia experiencia militar. Hechas las paces entre Atenas y Esparta, contingentes de mercenarios, acostumbrados a guerrear, se quedaron sin ocupación. Ciro, entonces, queriendo despojar del trono a su hermano Artajerjes, acude a ellos. Jenofonte se alista en esta expedición de 10.000 soldados. Pero no había una misión concreta y “conocieron mundo”. Al final, Ciro es derrotado y los griegos contratados, extraños en tierras persas, quedaron sin apoyo. Jenofonte se vio obligado a hacerse cargo de este ejército perdido. Y tras múltiples azares y aventuras, y recorridos de paisajes duros, llegan a las costas del mar Negro.
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Además escribió tratados sobre equitación, caza, deportes y ensayos políticos. Secundó a Tucídides y se le estima más como prosista cronológico que como historiador.
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LA HISTORIOGRAFÍA DESDE EL HELENISMO Hubo muchos historiadores, sobre todo de tipo “memorialista”; destacan dos: • POLIBIO (200-127 a.C.) o Propone un “método histórico”, con una relación cronológica de los hechos. o Se vale de fuentes escritas, de la experiencia de testigos y de pruebas "in situ". o Da un enfoque universal a la historia, distinguiendo las causas de los pretextos. o En sus Historias (las guerras púnicas entre romanos y cartagineses) relata cómo todo el mundo antiguo fue dominado por Roma. • PLUTARCO (45-120 d.C.) o Con nostalgia helénica recaba información viajando por todo el imperio romano o Sus Vidas paralelas son 22 pares de biografías (un griego y un romano) que muestran que la historia está hecha por los hombres excepcionales. o Sus Moralia son ensayos y conferencias sobre filosofía, pedagogía y naturaleza. o No busca causas ni indagaciones históricas, como Tucídides, sino la anécdota, el drama, la emotividad y el desarrollo de un perfil humano.
LITERATURA GRIEGA (VI). LA ORATORIA Su origen es paralelo a la implantación de la democracia; y su fin, convencer al auditorio. Sus características: carácter dialogal y normativo, repleto de matices y efectos expresivos al hablar en público (ingenio, persuasión, emotividad, dicción, voz, etc.). Clases: judicial (en pleitos), deliberativo (en política) o epidíctico (en fiestas). 1. -
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LISIAS (445-380 a.C.) Es un profesional que como… o logógrafo, se acomoda a todo tipo de discursos que le encargan sus "clientes"; y o asesor jurídico, muestra cuadros minuciosos de la clase media ateniense. Su fama es mayor por su estilo, claro y conciso, que por su profundidad de pensamiento. De sus Discursos destaca Contra Eratóstenes: un apoyo a la democracia contra la tiranía. ISÓCRATES (436-338 a.C.) Empieza como logógrafo judicial por encargo y se afianza como un orador profesional. Logra su fama o al fundar una academia de retórica: un programa educativo basado en el esfuerzo, la reflexión y el estudio personales, como cualidades que benefician a todos; y o con su actitud ética: proponiendo la unidad panhelénica frente a los persas. Discípulos destacados suyos fueron: Iseo, Hipérides y Licurgo. No improvisa: calcula el ritmo oratorio, a veces con exageración y pedantería. En Discursos y Panegírico defiende la unidad griega contra las po,leij independentistas.
3. DEMÓSTENES (384-322 a.C.) Huérfano de padre, tartamudo, tímido, huidizo y de voz débil, escribía (no pronunciaba) sus discursos hasta que por su tesón desafía a los usurpadores de su herencia, convirtiéndose en el logógrafo profesional más elocuente de Atenas. No improvisa nunca y su fuerza disuasoria en público es máxima. Su oratoria se caracteriza por… o No incluir elementos marginales o embellecedores. o Emplear paradojas, diálogos, razonamientos, costumbres y retratos persuasivos. o Combinar armonía formal y convencimiento racional, lo cual no da lugar a réplicas en sus adversarios. Su mejor obra son los Discursos políticos: o Son intitulados posteriormente como… “Filípicas”: la 1ª y 3ª filípica son obras cumbre de la oratoria mundial; y “Olintíacas”: el acoso macedonio a la ciudad de Olinto, o Tratan de convencer a los griegos de la grave amenaza que era la expansión de Filipo II de Macedonia para la paz y prosperidad de Atenas. Otras obras son: Sobre la corona, Sobre la paz y De la falsa embajada.
LITERATURA GRIEGA (VII). LA NARRATIVA 1. -
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CARACTERÍSTICAS GENERALES Son relatos inventados de personajes, acontecimientos y aventuras, con un final feliz. Sus antecedentes están en la épica, y en los periplos y logógrafos de la historiografía. Específicamente, nace en el s. I a.C. con la “novela amorosa”. Sus rasgos son: o Protagonistas: un chico y una chica de extremada belleza, enamorados castamente, que tras diversos trances de separación, loran consumar su unión amorosa. o Contexto: Salvo excepción, el ambiente es de piratas y eventos intemporales. o Estilo: retórico muy cuidado, tratando de imitar al griego ático clásico. Se escribía para entretener a un lector (lectora?) culto ya desencantado de la política.
2. PRINCIPALES AUTORES Y OBRAS Autor Obra Caritón de Afrodisias Quéreas y Calírroe Jenofonte de Éfeso Antia y Habrócomes [intitulada Efesíacas] Aquiles Tacio Leucipa y Clitofonte Longo Dafnis y Cloe Heliodoro Teágenes y Cariclea (el mayor novelista [intitulada Etiópicas] clásico)
Características Ingenuidad, candor y honestidad Fidelidad y castidad Retórica y efectista, escrita en 1ª persona Diferente: escasa aventura y tema bucólico Suspense, técnica "in medias res" (excursus sin dañar el eje novelado), gran realismo (al relacionar a griegos, egipcios, persas y etíopes, en problemática interlingüística)
3. LUCIANO DE SAMOSATA (125-180 d.C.) De origen sirio, aprende el griego en Atenas y realiza muchos viajes. Se dedica primero a la retórica, y finalmente a la abogacía, a la docencia y a la filosofía. Es reflexivo, crítico y escéptico con las filosofías y las creencias religiosas. No pretende corregir ni moralizar, sino satirizar y caricaturizar los defectos y vanidades. Relatos verídicos es su obra más extensa: un fabuloso viaje a la Luna, en el que critica a historiadores, geógrafos y viajeros, que narran ficciones pretendiendo ser verídicos. Sus obras más conocidas son sus Diálogos…: o …de cortesanas: conflictos triviales entre mujeres. o …de marinos: versiones irónicas y desmitificadas de temas épicos homéricos. o …de los dioses: burla de la mitología, con diversos "cotilleos y travesuras" de dioses. o …de los muertos (su mayor acierto): el sarcasmo de la muerte que iguala a ricos y pobres y a jóvenes y viejos, y la crítica social a la tontería y vanidad humanas. Otras obras menores son: o El elogio de la mosca: auténtico derroche de imaginación sobre este insecto. o Fálaris: apología de un tirano, cruel para todos, pero en realidad, buena persona. o Pleito entre consonantes: Un imaginario juicio entre S y T, ante las vocales. o El aficionado a la mentira: Sátira fantástica a un filósofo inclinado a mentir. o Sobre una equivocación cometida al saludar: el error al dar "los buenos días". o Sobre la pantomima: temas mitológicos convertidos en danza artística. o Contra un ignorante coleccionista de libros: un ricachón inculto de manías bibliófilas. o El elogio de la patria: una arenga con ocasión de una conmemoración patriótica. o Cómo escribir una historia: una censura a las adulaciones de pseudohistoriadores. o Sobre la muerte de Peregrino: Curiosas informaciones sobre la vida de los cristianos
ANEXO: ARGUMENTOS DE OBRAS NARRATIVAS Y DETALLE CRÍTICO Caritón de Afrodisias, Quéreas y Calírroe En Siracusa de Sicilia, Calírroe, una joven de hermosura sobrehumana, hija del estratego Hermócrates, es pretendida por reyes e hijos de tiranos; pero al encontrarse casualmente con el apuesto joven Quéreas, se enamoran y se casan. Algunos de los antiguos pretendientes se sienten burlados, trazan un engaño y hacen creer a Quéreas que su esposa le es infiel; él se enfrenta a ella y en un infortunio, le da una patada, y Calírroe cae como muerta. Luego, Calírroe se entera de la trama y se desespera al advertir la trampa ya que ella siempre ha sido fiel. La muchacha es depositada en un panteón con ricas joyas, cerca del mar. El pirata Terón entra en el sepulcro, se apodera de las joyas y se lleva a Calírroe, medio inconsciente, a Mileto de Jonia donde la vende como esclava a Dioniso, un poderoso viudo (I). Dioniso se enamora perdidamente de Calírroe, la trata con respeto y le hace confesar quién es, pero ella le oculta que está casada. Poco después Calírroe se da cuenta de que está embarazada de Quéreas, y sólo lo confiesa a Plagón, una esclava personal, que le aconseja que aborte, a lo que ella se niega (II). Para salir del trance, Calírroe decide casarse inmediatamente con Dioniso y hacerle creer que el hijo que nacerá es suyo; y se celebran solemnemente las bodas. Mientras, en Siracusa, Quéreas, afligido por el robo en el sepulcro del cuerpo de Calírroe, piensa que el rapto ha sido obra de piratas y zarpa en una nave. Tras muchas aventuras, aprehende a Terón que le confiesa que vendió a Calírroe en Mileto. Quéreas parte hacia allí con su amigo Policarmo. En Mileto, Basilio, el administrador de Dioniso se da cuenta de que Quéreas es el marido de Calírroe, con quien su amo acaba de casarse, e invita a unos persas a atacar la nave siracusana para que apresen a sus tripulantes. Quéreas y Policarmo son vendidos como esclavos en Caria. Entretanto un sueño revela a Calírroe que Quéreas la está buscando; investiga, y el administrador, para no dañar el matrimonio de Dioniso, le dice que el joven ha muerto. A los siete meses de la boda con Dioniso, Calírroe da a luz un hijo, que todos creen que es hijo de éste (III). Calírroe hace construir en Mileto un monumento funerario a Quéreas y en la ceremonia Mitrídates, sátrapa de Caria, se enamora de ella. Cuando éste regresa a Caria se encuentra con que van a crucificar a varios esclavos por haber intentado huir reiteradamente. Entre ellos están Quéreas y Policarmo, quien a punto de ser clavado en la cruz exclama que todas sus desgracias se deben a Calírroe. Mitrídates lo interroga, se entera de la verdad y aparenta favorecer a Quéreas, cuando en realidad lo que pretende es despojar a Dioniso de su esposa y hacerse él con ella. Convence a Quéreas para que escriba una carta a Calírroe dándole cuenta de que está vivo y la busca; pero la misiva es entregada a Dioniso, quien se imagina que es un engaño de Mitrídates. Fárnaces, sátrapa de Lidia, también enamorado de Calírroe, escribe al rey persa Artajerjes explicándole lo que ocurre y el rey, deseoso de ver a aquella mujer cuya hermosura causa tantos estragos, llama a Dioniso y a Mitrídates a su corte (IV). Llegan ambos a Babilonia. Mitrídates lleva consigo a Policarpo y a Quéreas, a quien mantiene oculto; y Dioniso se presenta con Calírroe. Dada la fama de su belleza, las mujeres persas eligen por votación a Rodoguna, como la mujer de entre ellas más hermosa, para que elipse a la griega. Naturalmente, queda vencida por Calírroe. A los treinta días se celebra el juicio. En él, Dioniso acusa a Mitrídates de intento de adulterio, argumentando que el sátrapa ha inventado la carta de Quéreas a Calírroe para hacer creer a ésta que el joven aún vive y así facilitar sus adúlteras intenciones. Con estudiado efectismo, Mitrídates hace compadecer a Quéreas, y, al encontrarse frente a frente ambos esposos quedan paralizados y mudos. Se produce una violenta discusión entre Quéreas y Dioniso, cada uno reclamando a la mujer; y el rey absuelve a Mitrídates, fijando un nuevo juicio para dentro de cinco días con el objeto de decidir cuál es el marido que se ha de quedar con Calírroe, la cual mientras es depositada en las estancias de la reina Estatira. Quéreas, desesperado porque le ha parecido que su presencia ha desagradado a Calírroe y, creyéndola enamorada de Dioniso, se dispone a ahorcarse, pero se lo impide su amigo Policarmo (V). El rey persa, también enamorado de Calírroe, aplaza la celebración del nuevo juicio y, con la mediación de un eunuco, pretende atraerla. Pero súbitamente llega a Babilonia la noticia de que Egipto se ha sublevado contra los persas y que sus fuerzas están avanzando peligrosamente. Artajerjes moviliza su ejército, y Dioniso va con él, y Calírroe es incorporada al conjunto de mujeres que, con la reina y los tesoros, han de seguir a las fuerzas (VI). A Quéreas, que se ha quedado en Babilonia, le hacen creer por instigación de Dioniso que Calírroe se ha ido con él porque el rey se la ha devuelto. Para vengarse de éste, Quéreas y Policarmo salen de Babilonia y se pasan a las líneas egipcias, cuyo rey los recibe con agrado. Quéreas se pone al mando de unos mercenarios griegos y conquista la ciudad persa de Tiro, pero, en otra batalla, Dioniso, que lucha con valentía mata al rey de Egipto, y por ello, Artajerjes, le promete entregarle a Calírroe. Quéreas, mientras, ya es almirante de la escuadra egipcia, y rechazando a la armada persa ocupa la ciudad donde estaban el tesoro y las mujeres, y entre ellas, Calírroe y la reina Estatira; y ordena que riquezas y mujeres sean embarcadas, pero Calírroe se resiste (VII). Quéreas, sin saber su identidad, va a obligarla y así, se encuentran de nuevo, se reconocen y, por fin, quedan unidos. Al enterase que se aproxima el ejército persa, se embarcan con las mujeres y el tesoro y llegan a Chipre. Allí Quéreas facilita el regreso a Persia a la reina Estatira y escribe a su esposo Artajerjes para que intente la paz con los egipcios; a escondidas de Quéreas, Calírroe escribe a Dioniso una carta en la que le confía la custodia de su hijo. Y, con los mercenarios griegos y otros voluntarios, y el tesoro persa, regresan Quéreas y Calírroe a Siracusa, donde son recibidos con aclamaciones y festejos (VIII). El autor intenta evocar una situación bélica de tres siglos atrás con una trama de amor que expone de modo lineal y seguido, sin más interrupciones que intercalaciones de soliloquios y sueños. No hay fenómenos milagrosos y sí casualidades, azar e inverosimilitudes que se entremezclan con piraterías, esclavitudes, juicios, batallas, intentos de suicidio, cautiverios, etc., iluminados por amores legales y sinceros. Como trasfondo, ajustadas citas a Homero, y constantes comparaciones de la belleza de Calírroe con Afrodita.
Jenofonte de Éfeso, Las efesíacas En la ciudad de Éfeso, el atractivo joven Habrócomes, hijo del poderoso Licomenes, se casa con la hermosísima muchacha Antia, hija del ciudadano Magamedes; y cuando el matrimonio emprende un viaje a Egipto su nave cae en poder del pirata Corimbo, que los lleva como esclavos a Tiro (I). Apsirto, jefe de los piratas, reclama a los dos jóvenes y se los lleva a su casa, pero su hija Manto se enamora de Habrócomes y le hace llegar una carta declarándole su pasión; como él la rechaza, ella lo acusa ante su padre de haber intentado violarla. Apsirto hace flagelar y torturar a Habrócomes y lo encierra en un calabozo. Manto se casa con Meris, un sirio, que se la lleva a Antioquia con Antia como
esclava, y para vengarse, porque sabe que es la esposa de Habrócomes, la entrega por mujer al cabrero Lampón, el cual, al saber su triste historia la trata con respeto. Mientras tanto Apsirto encuentra la carta amorosa de su hija Manto a Habrócomes, se da cuenta de la calumnia y saca al joven del calabozo, le da la libertad y lo nombra administrador de su casa. Simultáneamente, Meris, el marido de Manto, se enamora de Antia; pero un cabrero se lo dice a Manto y ésta ordena que se la lleve al bosque y la mate. No obstante, enternecido por sus ruegos, la vende como esclava a unos comerciantes de Cilicia, que se embarcan para su tierra con ella; pero naufragan y son capturados por el bandido Hipótoo, el cual decide sacrificar a la joven a Ares. Pero es salvada por Perilao, irenarca de Cilicia, que se la lleva a Tarso, se enamora de ella y pretende hacerla su esposa. Antia le pide un plazo de treinta días. Habrócomes, que ha partido escondidamente de Tiro en busca de su esposa, averigua por el cabrero que la han comprado los comerciantes cilicios, y luego se encuentra con el bandido Hipótoo, al que, sin saber su anterior relación con Antia, obliga a acompañarlo (II). Habrócomes llega a Mazaco de Cesarea, en Capadocia, en compañía de Hipótoo, y le cuenta algo de su vida (unos amores anteriores que lo llevaron a cometer un crimen que lo empujó al bandidaje) y, a su vez, Hipótoo, al ver semejanzas de vida con él, le cuenta también su triste historia. De ella dedujeron que la joven que estuvo en poder del bandido era la esposa de Habrócomes, y deciden ir en su busca con el grupo de unos ladrones que han sido reclutados. En Tarso, pasados los treinta días, todo está preparado para las solemnes bodas entre Perilao y Antia, la cual desesperada, pide a un médico de confianza de Éfeso que le proporcione una pócima que le dé la muerte; pero él le entrega un somnífero. Antia lo ingirió cuando la llevaron al tálamo, y a todos pareció que había muerto, y Perilao la depositó en una cámara mortuoria. Allí despertó la joven, sola y encerrada; pero por la noche entraron unos ladrones de tumbas y se la llevaron con las riquezas contenidas en dirección a Alejandría. Habrócomes e Hipótoo se enteran de las bodas y de la presunta muerte de Antia y de la desaparición de su cuerpo, y el joven, desesperado, intuye que los ladrones se la han llevado a Egipto, y, a escondidas de Hipótoo, se embarca para Alejandría. Aquí Antia fue comprada por el indio Psamis, de cuyos ardores se defendió diciendo que estaba consagrada a Isis. Y Habrócomes al desembarcar es maniatado por unos pastores, y éstos lo venden al anciano Araxo, cuya repugnante esposa, Cino, se enamora de él y para allanar el camino mata a su marido. Habrócomes logra huir. Pero Cino lo denuncia como asesino de Araxo y, por orden del gobernador es prendido y encarcelado (III). Habrócomes es prendido en una cruz a orillas del Nilo para que muera de hambre; pero se encomienda al dios del río, y éste lo arrastra plácidamente hasta su desembocadura, donde lo recogen los centinelas y lo entregan al gobernador, quien ordena que sea quemado en una pira, pero el Nilo la cubre con sus aguas y el fuego se extingue. El gobernador, admirado por el hecho, le levanta la condena y lo encarcela. Mientras, por otro lado, cuando Psamis se encaminaba a la India con Antia, Hipótoo, que con sus hombres había llegado a Egipto, cae sobre ellos y se apodera de la joven sin saber quién es. A su vez, el gobernador hace que Habrócomes le explique su historia, y, compadecido, lo pone en libertad y le da dinero; y él inmediatamente se embarca para Italia, donde no sabe por qué razones cree que se encuentra Antia. Uno de los bandidos de Hipótoo intenta violar a Antia, pero ella lo mata, e Hipótoo ordena que sea metida en un foso con perros hambrientos; pero la mantiene viva el compasivo bandido Anfínomo alimentando a los perros (IV). Los vientos llevan la nave de Habrócomes a Siracusa de Sicilia; y en Egipto la banda de Hipótoo es destrozada por las fuerzas públicas del joven militar Políido, y el bandido huye hacia Sicilia. Políido encuentra a Anfínomo y a Antia, de la que se enamora, pero ella huye de su asedio y se refugia en el templo de Isis; y luego el dios Apis le augura que pronto recobrará a su esposo Habrócomes. La mujer de Políido, celosa, le corta los cabellos, la encadena y ordena a un esclavo que se la lleve a Italia y la venda a un proxeneta. En Taranto la adquiere el dueño de un burdel, pero Antia evita ser prostituida fingiendo que padece ataques de epilepsia. Hipótoo, mientras, se ha enriquecido casándose con una vieja que se murió pronto, y emprende un viaje a Italia. Por casualidad, encuentra a Antia y se la compra al proxeneta; se la lleva a su casa y también se enamora de ella; pero al revelarle ésta que es la tan buscada esposa de Habrócomes, el bandido decide ayudarla a encontrar a éste. Habrócomes, por su parte, después de trabajar como picapedrero una larga temporada en Italia, decide embarcarse a Oriente, lo hace y se establece en la isla de Rodas. Hipótoo y Antia desanimados en su búsqueda deciden también volver a Oriente, a Éfeso, patria de Antia, para que viva con sus padres; se embarcan y hacen escala en Rodas. En la isla, durante la fiesta de Helios, Antia ofrece sus bucles al dios y los expone en con la inscripción: “por su esposo Habrócomes, Antia dedica sus cabellos al dios”. La inscripción es leía por los antiguos servidores de Éfeso, que buscan a Habrócomes y hacen que la pareja se reúna. La alegría de todos es inmensa. Repasan las desventuras y, junto a Hipótoo, llegan a Éfeso (V). Con un sabor romántico y un ambiente idílico, la novela resalta como la pareja es víctima de la belleza, virtud que es codiciada por todos; a pesar de ello, ambos superan felizmente todos los obstáculos, conservando su fidelidad y castidad recíprocas de manera intachable. Al autor le gusta despistar al lector y va prolongando como quiere el anhelado encuentro de la pareja sin dar razones que justifiquen los distintos viajes. Se advierte la influencia literaria de historiador Herodoto.
Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte El joven Clitofonte (que narra en primera persona), hijo de Hipias, residente en Tiro, estaba a punto de casarse con Calígone, hija de un segundo matrimonio de su padre, cuando llegó acompañada de su madre su prima Leucipa, y ambos se enamoraron (I). Calístenes, joven bizantino, enamorado de Leucipa por haber oído hablar de su hermosura, sin verla, intenta raptarla; pero se equivoca y rapta a Calígone. Clitofonte y Leucipa se embarcan y huyen hacia Alejandría, acompañados de Clinias, amigo y pariente de aquél, y de Sátiro, sirviente de ésta, y en el navío conocen al egipcio Menelao; pero naufragan, y Leucipa y Clitofonte llegan a la costa agarrados a un madero y son apresados por piratas egipcios. Éstos deciden sacrificar a Leucipa y se la llevan (II). Clitofonte consigue ganarse la amistad de Cármides, un general que ha ahuyentado a los bandidos, y va con sus fuerzas a rescatar a Leucipa, la cual, cuando está a punto de ser sacrificada, es salvada gracias a la astucia de Menelao, quien, junto con Sátiro, se ha salvado del naufragio (III). Cármides se enamora de Leucipa, pero Clitofonte se entera, y la joven da síntomas de una rara locura. Cármides y sus soldados son desbaratados por unos bandidos. Un egipcio, Quéreas, sana la locura de Leucipa, y se sabe que la produjo una droga que le hizo ingerir un soldado, creído de que era un filtro amoroso que la atraería hacia él. Ya curada Leucipa, Quéreas se incorpora al grupo, que emprende un viaje por el Nilo (IV). En Alejandría, Quéreas, que se ha enamorado de Leucipa, pretende apoderarse de ella; pero se adelantan unos piratas, que los asaltan,
golpean a Clitofonte y raptan a la joven. Clitofonte los persigue en la nave del gobernador y presencia horrorizado cómo los raptores decapitan a Leucipa y arrojan sus restos al mar. Vuelto a Alejandría, Clitofonte se encuentra con Clinias, que también logró salvarse del naufragio, y que le propone que, habiendo muerto Leucipa, se case con Melisa, una viuda de Éfeso muy rica, a lo que el joven accede. En Éfeso la viuda tiene una esclava que resulta ser Leucipa; y entonces llega inopinadamente Tersandro, el marido de Melisa, al que todo el mundo creía muerto, y da una paliza a Clitofonte, que es encarcelado, y al que en la prisión consuela Melisa, que se entrega a él (V). Clitofonte intenta huir disfrazado con las vestiduras de Melisa, pero es apresado de nuevo y se le acusa de haber cometido adulterio con la esposa del irascible Tersandro. Éste, por su parte, intenta seducir a Leucipa, que sigue en su apariencia de esclava, la cual promete que conservará su juventud para Clitofonte (VI). Melisa logra que llegue a Clitofonte encarcelado la falsa noticia de que Leucipa ha muerto; y el joven, para vengarse, declara al día siguiente en el juicio que son él mismo y Melisa quienes han asesinado a la esclava. Pero interviene Clinias, poniendo de manifiesto que es mentira y, como excelente corroboración comparece Sóstrato, padre de Leucipa, que conoce a Clitofonte. Después Leucipa logra escaparse y refugiarse en el templo de Artemisa, y Clitofonte queda en cierto modo rehabilitado (VII). Pero Tersandro exige en el juicio que se demuestre la virginidad de Leucipa y que su esposa Melisa no ha cometido adulterio, sometiéndose, respectivamente, a las pruebas de la gruta del dios Pan (cuya siringa suena dulcemente cuando una doncella entra en ella) y de la laguna Estigia (donde se ahogan los que cometen perjurio). Leucipa sale, naturalmente airosa de la prueba, y Melisa también, porque hace un juramento ambiguo al afirmar que no cometió adulterio en ausencia de su esposo. Leucipa explica entonces que en el navío de los piratas fue decapitada una ramera a fin de desorientar a los perseguidores. Y todos regresan a Tiro para celebrar las bodas de Leucipa y Clitofonte (VIII). Es una novela distinta porque está redactada en primera persona en boca de Clitofonte, un recurso de tan larga fortuna en la novelística universal, y porque éste se permite un matrimonio y unas relaciones-extra con Melisa, si bien creyendo muerta a Leucipa. Se muestra que el autor es culto y con sentido artístico ya que hace descripciones de pinturas míticas como las del rapto de Europa, los afectos de Andrómaca o el ingenio de Prometeo Es curioso también el episodio en que un esclavo canta los amores entre Apolo y Dafne. La narración defrauda por abordar el final de forma muy precipitada.
Longo, Dafnis y Cloe En la isla de Lesbos, en las proximidades de la ciudad de Mitilene, un matrimonio de pastores recogió a un niño abandonado, Dafnis, y otro pastor encontró a otra niña también abandonada, Cloe. Los niños son criados por los que los encontraron, y cuando tenían quince y doce años respectivamente siempre iban juntos a apacentar sus rebaños, nació entre ellos un cariño infantil que los llevó a un ingenuo enamoramiento. Su vida pastoril se ve perturbada por el ataque a la isla de unos piratas de Tiro, que raptan a Dafnis, quien poco después logra escaparse con la ayuda de unos pastores. La pasión de los dos jóvenes aumenta, y, en su inocencia ignoran la consumación sexual de su amor. Más adelante, una mujer casada, Licenion, seduce a Dafnis con el pretexto de enseñarle a hacer el amor; y, por otro lado, Cloe tiene varios pretendientes ricos y con ellos también varios incidentes. Más tarde, se averigua que Dafnis es hijo de Dionisófanes, el señor de todas aquellas tierras, y que Cloe lo es del rico Megacles, quienes por diversas razones se vieron obligados a abandonar a sus hijos al poco de nacer. Al final se celebra la boda de los dos jóvenes pastores. Es la novela más divulgada. El amor creciente de los jóvenes transcurre en un ambiente pastoril a la par que las estaciones del año. La trama es sencilla, mostrando un camino sensual que oscila entre lo libidinoso y lo sentimental.
Heliodoro, Etiópicas Unos piratas llegan al amanecer a una playa en la desembocadura del río Nilo y ven en ella cadáveres y moribundos, y, entre los restos de un banquete, una nave amarrada a la orilla sin tripulación, y en una roca a una muchacha de extraordinaria belleza coronada de laurel y con una aljaba que le pendía del hombro, cuidando las heridas de un apuesto joven. Los piratas son ahuyentados por una partida de bandidos, cuyo jefe, Tíamis, se lleva prisioneros a los dos jóvenes que son Cariclea y Teágenes a un islote donde tiene su guarida y los encomienda a la vigilancia del joven Cnemón, un griego cautivo. Éste les cuenta su historia. “Cnemón es un ateniense de familia rica. Su madre Demédeta había intentado en vano seducirlo, y, despechada, lo calumnió ante su padre. El padre lo castigó con rigor, y Demédeta, cada vez más despechada, hizo que su criada Tisbe engañara a Cnemón diciéndole que su madrastra tenía un amante, y el joven pretendió apuñalarlo y en realidad atacó al padre en el lecho. Condenado Cnemón al destierro por el tribunal se fue a la isla de Egina donde poco después un amigo le contó que la criada Tisbe había trazado otro engaño haciéndole creer a su padre que Demédeta le era infiel y que ella se había suicidado precipitándose en un pozo. Cnemón es perdonado”. Su historia queda pendiente. Tíamis se enamora de Cariclea y le propone públicamente casarse con ella, y explica que es hijo de un sacerdote de Menfis y que esta dignidad, hereditaria en Egipto, le ha sido arrebatada por su hermano menor. Cariclea responde con otro discurso en el que, tras manifestar que Teágenes es su hermano, dice que pertenecen a una familia principal de Éfeso, que ella fue elegida sacerdotisa de Artemisa y él sacerdote de Apolo, y que navegando hacia Delos una tempestad los trajo hasta Egipto; y accede a ser la mujer de Tíamis, pero previamente ha de ir a un templo de Apolo a despojarse de la dignidad sacerdotal. El discurso de Cariclea es un hábil subterfugio con el que disimula que ella y Teágenes son novios que se comportan con total castidad. Se decide que irán al templo de Menfis, pero súbitamente fuerzas hostiles atacan el islote donde se refugiaban los bandidos; y por orden de Tíamis, y para protegerla, Cnemón encierra a Cariclea en una gruta. Los atacantes son bandidos instigados por Petosiris, el hermano usurpador de Tíamis. Éste casualmente se refugia en la gruta, y al oír en la oscuridad a una mujer que habla en griego, creído que es Cariclea y que pronto va a caer en poder de los fieros atacantes, la mata con su daga y vuelve a la lucha, donde es capturado. Teágenes y Cnemón huyen y el campamento de los bandidos es incendiado (I). Pasados el combate y el incendio, Cnemón y Teágenes van a la gruta, donde éste se desespera a oscuras ante el cadáver de la mujer griega muerta por Tíamis creyendo que es Cariclea; pero resulta que la muerta es la criada Tisbe, la que engañó a Cnemón. Encuentran a Cariclea viva, y Cnemón se ve precisado a seguir contando su historia. “Una flautista confidente de Tisbe, celosa de ella, reveló sus maquinaciones a los familiares de Demédeta, la madrastra suicida, y, llevado el asunto ante el tribunal, el padre de Cnemón fue desterrado, y Tisbe,
atemorizada, huyó de Atenas con su amante, el comerciante Nausicles. Cnemón, perdonado, volvió a Atenas con la intención de dejar en buen lugar a su padre, y luego zarpó para Egipto en persecución de Tisbe”. Interrumpe su narración. En las ropas de Tisbe encuentran un mensaje dirigido a Cnemón, en el que explica que Termutis, escudero del bandido Tíamis, se ha enamorado de ella y la tiene encerrada en aquella gruta. Llega a ésta Termutis, deseoso de encontrarla, descubre su cadáver, halla allí a Cnemón, a Teágenes y a Cariclea, y por la daga se enteran que Tíamis mató a Tisbe. Deciden abandonar el islote, y parten primeramente Cnemón y Termutis, y éste es mordido por una cobra y muere, y aquél llega a la aldea llamada Quemis, donde encuentra al anciano Calasiris, quien afirma ante la sorpresa de Cnemón, que es considerado el padre de Teágenes y Cariclea y que reside en la casa que tiene el comerciante Nausicles, que ha llegado allí en busca de Tisbe. Calasiris narra a Cnemón que es sacerdote del templo de Isis de Menfis y que, huyendo de un amor ilícito, se refugió en Delfos, donde Caricles, sacerdote de Apolo Pitio, le contó su historia. “Para olvidar desgracias familiares, Caricles emprendió un largo viaje que le llevo hasta las cataratas del río Nilo, y en la ciudad de Catadupos un embajador etíope le encomendó una niña de siete años que había encontrado abandonada con joyas y señales de reconocimiento. Caricles se la llevó a Delfos, la trató como hija y le dio su nombre: Cariclea. En Delfos ésta creció haciéndose muy atractiva y aprendió griego (II). Durante la celebración de los juegos píticos Cariclea se enamoró del joven Teágenes, que era considerado descendiente de Aquiles y que triunfó en las competiciones deportivas, y que también se enamoró de ella. El sacerdote egipcio Calasiris (el narrador ahora) protege los amores de los jóvenes y recibe de ellos diversas confidencias (III). Calasiris logra descifrar el mensaje que se encontró entre las ropas de Cariclea cuando Caricles se hizo cargo de ella en Egipto. Está escrito por Persina, reina de Etiopía, esposa del rey Hidaspes; cuando concibió a la niña contemplaba una pintura sobre los amores de Perseo y Andrómeda, y por esta razón nació con una faz blanquísima y con gran parecido a la Andrómeda de la pintura. Como los etíopes son negros, la reina Persina temió que su marido le acusara de adulterio, y le entregó a la niña para que fuese expuesta con joyas de reconocimiento y un mensaje. Calasiris organiza que Teágenes rapte a Cariclea y la fuga de los tres en una nave fenicia, y hace jurar a Teágenes que respetara la honestidad de la joven. Pero Caricles, que nada sabe y que prepara la boda de Cariclea con un sobrino suyo, reúne la asamblea de Delfos contra los fugitivos” (IV). El relato de Calasiris es interrumpido por el comerciante Nausicles, que acaba de regresar de una expedición armada con una joven que se hace pasar por su amada la criada Tisbe, cosa que sorprende a Cnemón, que sabe que está muerta. Cariclea y Teágenes, huyendo del islote de los bandidos y siguiendo el camino de Cnemón y Termutis, son capturados por un destacamento de Mitranes, militar a las órdenes de Oroóndates, sátrapa de Egipto y sujeto al rey de Persia. Pero Mitranes está ahora a sueldo de Nausicles en la empresa de rescatar a Tisbe, y cuando el comerciante se da cuenta de que la posesión de Cariclea es más ventajosa que la Tisbe, dice que ésta es la Tisbe que buscaba, a lo que ella se aviene para no caer en poder de los persas; y Mitranes ordena que Teágenes sea llevado al sátrapa Oroóndates para que éste lo regale como esclavo al rey persa. Llegado Nausicles a la aldea Quemis, Calasiris y Cnemón se reúnen con Cariclea, y el comerciante la deja en poder de éstos a cambio de una rica sortija. Calasiris reanuda su relato. “Huyendo de Delfos, la nave fenicia, tras hacer escala en Creta, es abordada por el bergantín del pirata Traquinio, que se apodera de Teágenes, de Cariclea y de Calasiris y de las riquezas de los fenicios. Traquinio revela que los seguía desde Delfos porque está enamorado de Cariclea y ha decidido casarse con ella, a lo que tanto la muchacha como el anciano fingen para salir del aprieto. Una tempestad arroja el bergantín a la costa cerca de la desembocadura del río Nilo, donde desembarcan con la intención de celebrar un festín y después las bodas de Traquinio con Cariclea. Calasiris convence a un forzudo pirata, Peloro, lugarteniente de Traquinio, de que Cariclea está locamente enamorada de él; y mientras ella, en el bergantín, se engalana con el vestido sagrado de Delfos y se ciñe una corona de laurel, se inicia el banquete de los piratas en la playa; y Peloro reclama para sí a la muchacha porque le asiste el derecho de escoger la parte del botín que quiera porque fue el primero en abordar la nave fenicia. Se produce una gran pelea entre Traquinio y Peloro, y los piratas, dividiéndose al lado de uno y de otro, se atacan, y, mientras Teágenes acomete a unos y otros y Cariclea, con las flechas, causa muchas bajas. Al final de la lucha la situación es la que se describe el principio de la novela, episodio que ahora queda dilucidado. Llegan los bandidos de Tíamis, se apoderan de Teágenes y de Cariclea, y Calasiris ve cómo se los llevan (V). Calasiris, Cnemón y Nausicles parten en busca de Teágenes, y se enteran de que los persas que lo apresaron han sido capturados por Tíamis, quien así se ha vuelto a adueñar del joven. Aquellos tres regresan a la aldea Quemis, donde Cnemón se casa con Nausiclea, hija del comerciante Nausicles. Calasiris confiesa a Cariclea que es el padre del bandido Tíamis, y con Cariclea, ambos vestidos de mendigos, emprenden la búsqueda de Teágenes (VI). Tíamis, después de vencer al destacamento persa de Mitranes, llega con sus tropas a Menfis, donde, en ausencia del sátrapa Oroóndates, gobierna su esposa, la libidinosa Ársace, que tiempo atrás se enamoró de Tíamis, lo que motivó que el sátrapa lo persiguiera y que Petosiris, su hermano menor, se apoderara de la dignidad sacerdotal. Ársace ordena que la contienda entre los dos hermanos se decida en un combate singular entre ellos, y cuando Tíamis había perseguido y aterrorizado a Petosiris, se interpuso entre ellos su padre Calasiris, que había llegado hasta Menfis con Cariclea en busca de Teágenes. Calasiris, tras haber pacificado a sus hijos y restituido a Tíamis la dignidad sacerdotal, muere. Cariclea y Teágenes se encuentran, con grandes señales de amor, lo que enciende los celos de Ársace, locamente enamorada del joven, y que confía su pasión a su vieja nodriza Cíbele, la cual nada consigue de Teágenes, fiel a Cariclea. Los jóvenes, ante esta situación, vuelven a hacerse pasar por hermanos, y Aquémenes, hijo de la vieja Cíbele, quien ha reconocido en Teágenes al joven que apresó Mitranes, se enamora de Cariclea. Teágenes queda como criado de Ársace, defendiéndose de sus constantes insinuaciones, y Aquémenes se propone casarse con Cariclea; hasta que el joven griego revela a Ársace que ella no es su hermana, sino su novia, y le promete acceder a sus lascivos deseos si impide que se case Cariclea con Aquémenes, el cual, despechado, parte de Menfis para revelar a Oroóndates todo lo que ocurre (VII). El rey Hidaspes de Etiopía estaba en guerra con el rey de Persia, dominador de Egipto, y se había apoderado de la ciudad de Filas, a orillas del Nilo; y el sátrapa Oroóndates luchaba contra los etíopes cuando recibió de Aquémenes la noticia de los desvaríos de su mujer en Menfis, y envió allí a Bagoas, su eunuco de confianza, para que Teágenes y Cariclea le fueran remitidos inmediatamente. Mientras tanto Ársace hacía torturar a Teágenes para que cediera a sus deseos y Cíbele decide envenenar a Cariclea para que así el joven no tenga el pretexto de la fidelidad; pero, por error, es la vieja quien bebe la copa emponzoñada, y muere. Cariclea es acusada del crimen por Ársace; y puesta en una pira las llamas no la dañan gracias al poder mágico de una piedra engastada en su anillo, y luego es encarcelada. Llega el eunuco Bagoas y se lleva a Teágenes y Cariclea; por el camino se enteran de que Ársace se ha ahorcado al enterarse de la fuga, y el pequeño destacamento del eunuco es atacado por tropas etíopes, que capturan a Teágenes y a Cariclea para
entregarlos a su rey (VIII). Hidaspes, rey de Etiopía, derrota al sátrapa Oroóndates; y cuando después llevan a su presencia a Teágenes y Cariclea se sorprende, porque aquel día había soñado que tenía una hija igual que la muchacha. Se muestra generoso con los vencidos y perdona a Oroóndates, pero dispone que, según la costumbre ritual con los primeros prisioneros, Teágenes sea sacrificado al Sol y Cariclea a la Luna (IX). El ejército vencedor llega a Méroe, capital de Etiopía, donde es recibido con alborozo, y está allí la reina de Persia. Como los sacrificados deben ser vírgenes, Teágenes y Cariclea superan la prueba de la parrilla ardiente, que no daña a los jóvenes. Cariclea entonces detiene el sacrificio exhibiendo las pruebas que demuestran que es hija del rey Hidaspes y de la reina Persina, como revela el mensaje de ésta que se encontró en sus ropas, lo que corroborado por el hecho de que sus rasgos son idénticos que los de Andrómeda tal como figura en el cuadro que su madre contemplaba cuando fue concebida. Gran gozo de Persina y de Hidaspes, quien proclama ante la multitud que Cariclea es hija suya. Pero sigue empeñado que Teágenes sea sacrificado, y, por otra parte, quiere casar a Cariclea con su sobrino Meroebo. Dos de los toros destinados al sacrificio se escapan, y Teágenes, a caballo, logra dominarlos, lo que produce la admiración de todos. Luego es obligado a luchar con un corpulento soldado etíope y lo vence. Llega entonces el viejo Caricles, que iba en busca de Cariclea, su hija adoptiva, y cuenta la historia de Teágenes. Un sacerdote etíope manifiesta que los dioses no se muestran favorables a aceptar el sacrificio del joven, tan admirado por su valor y su fuerza, y se decide su ansiada boda con Cariclea (X). El autor es el más alto novelista de la antigüedad. Usando una técnica in medias res que recuerda a Homero, al que cita bastantes veces, muestra el mejor suspense y la trama más complicada, notablemente acentuada por el realismo de la incomunicación lingüística que supone la relación entre personajes griegos, egipcios, persas y etíopes. Sin embargo, los retrocesos e interrupciones y lo inverosímil de los trances nunca dañan la trama central, sino que son superados ampliamente por el arte narrativo del autor siempre dueño de su novela. Es en términos generales un autor creativo, que lleva al lector de sorpresa en sorpresa, y que es considerado el padre de la novelística moderna.
LITERATURA GRIEGA (VIII). LA FILOSOFÍA Aunque es prosa literaria, la filosofía, por su lucidez y profundidad, es un caso aparte: el origen y la referencia inevitable de todo el pensamiento occidental europeo. 1. -
LOS PRESOCRÁTICOS (etapa cosmológica) Desligándose del mito, hacen una primera reflexión sobre el mundo cosmológico y físico.
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Autores: o Tales de Mileto: El principio de la vida reside en lo húmedo, el agua. o Anaxímandro: El origen de lo existente es el a;peiron, lo indeterminado e infinito en evolución. o Anaxímenes: El aire, en sus procesos de rarefacción-condensación, es el inicio vital de todo. o Pitágoras: Lo inmaterial, la forma y el número, originan la vida y el orden universal. o Zenón: El mundo surge de la dialéctica y de la discusión (e;rij) por el punto medio vital. o Heráclito: El fuego, es decir, el cambio, el movimiento y la tensión de contrarios, es lo primero. o Parménides: El denominador común de la vida es el “ser”, el uno, y no la pluralidad. o Empédocles: Todo surge de la relación energética y mecánica entre fuego, agua, tierra y aire. o Demócrito: El inicio del cosmos está en el movimiento “invisible”: átomos y vacío (ser y no-ser). o Anaxágoras: El inicio es una Nou/j o inteligencia previa y su intención ordenadora frente al caos.
2. -
LA SOFÍSTICA Y SÓCRATES (etapa antropológica) Los sofistas buscan la persuasión; son pedagogos individualistas y convencionales.
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Autores: o Protágoras: Todo es relativo y subjetivo. o Gorgias: Nada es válido para siempre, sino contextual; es escéptico y utilitarista.
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Sócrates es el creador de la mayéutica y del único género literario filosófico: el diálogo. “Conócete a ti mismo”: el reconocimiento de la propia ignorancia lleva al saber universal.
3.
PLATÓN Y ARISTÓTELES (etapa global o sistemática) • Platón (428-347 a. C.) o Escribe en forma de diálogo y en torno a Sócrates un total de 29 obras. o Divididas en cuatro etapas: juventud (socrática), transición, madurez (sistemática: su teoría de las Ideas) y vejez (crítica); destacamos los escritos… - …de juventud: Lisis (sobre la amistad), Ión (sobre la poesía) y Protágoras (sobre la virtud). - …de transición: Gorgias (sobre retórica y política), y Hipias (sobre la belleza y la verdad). - …de madurez: Fedón (sobre la inmortalidad), Banquete (sobre el amor), República (sobre política y filosofía) y Fedro (sobre la belleza). - …de vejez: Parménides (crítica a su filosofía), Teeteto (sobre el conocimiento), Timeo (sobre cosmología) y Leyes (sobre la sociedad).
o Mediante la imposición de la reflexión lógica, intenta conversar de forma instructiva. o Su estilo es tan elegante que difícilmente puede reproducirse en una traducción. • Aristóteles (384- 322 a.C.) o Literariamente, es inferior a Platón; pero científica y filosóficamente, superior. o Es preceptor de Alejandro Magno y el de mayor influencia filosófica. o Se opone al dualismo platónico: la verdad esencial está en las cosas, no en las ideas o De sus obras, muy variadas y entresacadas de sus clases en el Liceo, destacamos… en filosofía: Lógica, Metafísica, Física, Sobre el alma y Ética a Nicómaco; y en literatura: Poética, Problemas homéricos y Retórica. o Su estilo y sintaxis es complicado por lo abstracto de sus razonamientos. 4. -
LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA (etapa expansiva o ética) Surge del declive político y la expansión helénica, proponiendo una “felicidad” personal. Destacamos tres corrientes filosóficas: estoicismo, epicureísmo y neoplatonismo. • El epicureísmo se debe a Epicuro (341-270 a. C): o Es hedonista e individualista; la ataraxia elimina el miedo físico y el temor espiritual. o Lo “político” es fuente de incomodidades; sólo tomar de ello lo que nos beneficie • El estoicismo tiene su origen en Zenón de Citio (323-264 a.C.): o Es cosmopolita y solidario; su labor se desarrollaba en los pórticos, sto,a. o El mundo se rige por un orden inevitable; descubrirle y asumirle es ser feliz. • El neoplatonismo se desarrolla con Plotino (205-270 d.C.): o El hombre es el puente entre la materia física y el mundo inteligible del Uno. o Contactar espiritualmente con el Ser Supremo (éxtasis) es conseguir la felicidad.
LITERATURA GRIEGA (IX). VALOR DEL MITO EN LA LITERATURA GRIEGA 1.
LA MITOLOGÍA. NOCIÓN Y ORIGEN Se llama mitología a las narraciones fabulosas que tratan de la vida y hazañas de dioses, semidioses y héroes. Algunas descansan sobre fundamentos históricos, pero no es lo usual. En realidad, el mito es anterior a Grecia: tiene su cuna en Egipto, Fenicia e Israel, y todas las culturas han creado sus propios mitos. En ellos se transmite sabiduría, pedagogía, creencias y todo tipo de temores y proyectos humanos. Es asombroso ver cómo mitos de culturas históricamente inconexas, coinciden en lo esencial: son distintas escenas de la misma inquietud humana preocupada por el porqué de la vida. Pero fueron los griegos los que alcanzaron la edad de oro de la mitología: embellecieron las narraciones con ingeniosas ideas y sabias ficciones, y las transmitieron como legado cultural de padres a hijos. Por eso, los mitos no tienen autor, son el patrimonio de la humanidad. Los primeros mitógrafos los difundieron por calles y plazas como buena noticia de “experiencias” de tradiciones orales de gentes que no conocieron. 2.
VALOR, CRÍTICA Y RACIONALIZACIÓN DEL MITO EN LA LITERATURA GRIEGA El mito no es objeto de la ciencia histórica, no informa sobre acontecimientos históricos. Pero esconde esa verdad vital a la que la ciencia no llega con sus medios estrictamente racionales. Por eso, el hombre, aún hoy, necesita de mitos. Si no los conociera, los inventaría para no desorientarse: para comprender la naturaleza, las relaciones con los demás y las claves del sentido de la vida. Con el mito, la épica, la lírica, la tragedia y la comedia, se adueñan del mundo y del hombre. Así, detrás de Crono, está lo irreversible e imparable del tiempo; detrás del buitre que roe las entrañas de Prometeo, la imagen del remordimiento; en Narciso, la estúpida vanidad; en Ícaro, el hijo desobediente; en Eros, la poderosa pero fugaz satisfacción del sexo; en Orfeo, el poder de atracción de la música; en Helena, la belleza y identidad de la mujer fatal; en Polifemo, la fuerza vencida por la astucia; en Penélope, la esperanza fiel; en Egeo, el color de la desesperación; etc. En el mito, los pastores se tornan en sátiros y faunos, las pastoras en ninfas, los jinetes en centauros, los héroes en semidioses, las naranjas en manzanas de oro, un bajel con velas desplegadas en un dragón alado, un orador persuasivo en un domador de leones, una mujer sumida en un llanto inconsolable en una fuente inagotable de aguas cristalinas, etc. Todas las facetas de la vida encuentran en los mitos un anhelo de explicación. También se los utiliza en la oratoria, en la narrativa, e incluso en la historiografía y en la filosofía, pues los mitos exigen una “hermenéutica” y una interpretación: es la gran cuestión polémica de los mitos. Afirmar que los mitos son falsos es hacer una hermenéutica torpe. Para comprenderlos hay que escudriñar la verdad profunda que esconden. Los mismos griegos intentaron diversas interpretaciones. Las dos más importantes fueron: 1) la “alegórica”, de Teágenes de Regio (s. VI a.C.), que comprendía a los dioses como símbolos de realidades naturales o de capacidades humanas; y 2) la “historicista”, de Evémero de Mesene (s. III a.C.), que consideraba a los dioses como seres humanos exaltados a la divinidad por temor o por admiración. En cualquier caso, como producto de la cultura humana, los mitos han cautivado la imaginación del hombre a lo largo de la historia y han proporcionado claves para lo religioso, lo filosófico e incluso lo científico, de manera que, más allá de una crítica racional escueta, han descubierto, en lo más evidente, ordinario y familiar, el cimiento eternamente válido de esa vida que nunca pasa. Por tanto, afirmar que los mitos son la esencia de la vida, no es ser crédulo, ingenuo o anacrónico, sino amar la vida por encima de prejuicios sociales, culturales y religiosos. Acudir a los mitos es pintar lo cotidiano de maravilloso sin desfigurarlo, es despertar a una comprensión de sentido y contemplar lo que, aún siendo evidente, antes nos pasaba desapercibido. Los mitos muestran la verdad vital con tal fuerza que el hombre no puede rechazarlos ni cambiarlos, sino tan sólo comprenderlos y acogerlos como unos criterios válidos para la difícil aventura de la existencia.
ANEXO I: GENERALIDADES SOBRE EL VALOR DEL MITO - El mito no es una forma de pensamiento inferior a la racional, sino un abordaje de la vida con una valoración distinta, complementaria a la racional. - No tiene sentido preguntarse si los mitos son mentira o verdad; forman parte de nuestra cultura y, son útiles en tanto que intuiciones de sentido a la vida y que exponen las claves del comportamiento humano. - La mitología es un sistema de pensamiento que engloba la totalidad de la cultura, lo que permite un acercamiento idóneo a los diversos aspectos del universo mental de una civilización. El término mitología puede contener dos acepciones: “recopilación de relatos míticos de una cultura” o “el estudio de estos relatos”. - Los mitos están presentes en todas las culturas y, cuando su simbolismo ya no tiene validez, se cargan de un nuevo significado o se olvidan para ser sustituidos por otros. - Los mitos clásicos manifiestan una gran creatividad, encerrando en sí mismos una capacidad para renovar constantemente su significado, como lo demuestran su presencia en la literatura y en el arte occidental de todas las épocas. - Los mitos clásicos son relatos que se desarrollan en un tiempo fabuloso, protagonizado por seres excepcionales (dioses o héroes), cuya finalidad es hacer comprensible el universo y explicar lo que a simple vista no tiene explicación, y, sobre todo, pretenden ofrecer una respuesta a las grandes preguntas existenciales: cuál es el origen del mundo, quiénes somos los seres humanos, qué pasa cuando morimos, por qué las cosas son como son, etc. - Hoy día también “mitificamos personajes o acontecimientos” por la necesidad de creer que existen seres con quienes podemos identificarnos y cuyo éxito puede compensarnos de nuestras frustraciones; lo que han variado han sido las denominaciones que les damos –ahora pueden llamarse éxito, felicidad, progreso, juventud, etc., o encarnarse en personajes que destacan de la música, el deporte, el cine, etc.–, pero siguen cumpliendo una función semejante a la que cumplían en la antigüedad. - Los mitos griegos perviven aún en nuestra cultura, y sus personajes divinos y humanos se han convertido en los más genuinos símbolos y prototipos que expresan los grandes problemas existenciales del ser humano. ANEXO II: •
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ALGUNAS CONCRECIONES DEL VALOR DEL MITO EN LA VIDA COTIDIANA, EN LAS CIENCIAS Y EN LAS OTRAS ARTES.
A pesar de que el cristianismo a partir de la época romana relegó los mitos, estos resurgieron con fuerza mayor con la llegada del Renacimiento. - Quizá la iconografía más persistente e imborrable al tiempo fue la del diablo, representado culturalmente como un fauno o un sátiro, con cuernos, barba y pezuñas peludas al modo de un dios bucólico como Pan. Al margen de lo dicho respecto a la literatura, los mitos salpican prácticamente todas las áreas de la vida cotidiana, las ciencias y la totalidad de las artes. En el lenguaje coloquial, encontramos innumerables referencias mitológicas. - Caótico: procede del dios Caos, el estado primero, anterior al origen del cosmos, el orden universal. - Crónico: deriva de Cronos, el tiempo, que “devora todo” imparablemente. - Ombligo del mundo: proviene de la piedra que Rea entregó a Cronos para salvar a Zeus, y que cayó en Delfos, considerado por los griegos el centro espiritual de su mundo. - Afrodisíaco: referido a Afrodita, diosa del placer. - Hermético: procede del dios Hermes, protector del comercio y confidente privado de los dioses. - Proteico: Proteo es un dios marino con la propiedad de fantasmagórica de poder adoptar cualquier forma. - Prometeico: por alusión a Prometeo, benefactor-creador del ser humano. - Caja de Pandora: alude a la mujer Pandora, “todo regalos”, a lo que tiene buena apariencia pero daña. - Manzana de la discordia: alude a Éride, la discordia (de ahí “erística”), que al regalar una manzana a “la más bella”, a Hera, Atenea o Afrodita, desencadenaría la guerra de Troya - Erótico: procede del dios Eros, hijo de Penia, la pobreza, y de Poros, la abundancia, y manifiesta la intensa fugacidad del amor. - Panacea: diosa de la medicina, hija de Asclepio, el “dios científico” que cura todos males. - Ambrosía: literalmente significa “inmortalidad” y es el manjar de los dioses. - Cancerbero: Cerbero era un perro de tres cabezas que guardaba la entrada del Hades. - Caco: fue un “ladrón malo” que robó a Heracles unas vacas en su décimo trabajo. - Quimérico: Quimera, hermana de Cerbero, es un monstruo cuerpo-cabra, cabeza-león y cola-serpiente. - Armarse la de Troya: es un conflicto violento; para los griegos, el mayor enfrentamiento legendario. - Una odisea: se refiere a sufrir unos inesperados sucesos, lo que acaeció a Odiseo en su vuelta a Ítaca.
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- Canto de sirenas: es ceder ante algo placentero que en realidad es nocivo, en referencia a la aventura que Odiseo superó astutamente. En astronomía, hay muchos personajes míticos que, ligados a constelaciones -lo que se ha llamado catasterismos, se dibujan bajo agrupaciones caprichosas de estrellas. - El mismo nombre de “galaxia” procede de ga,la( leche, por ser la estela de gotas brillantes que emulan el chorro de leche que emanaba del pecho de Hera cuando le mordió Heracles. - Igualmente, términos como las doce constelaciones del Zodiaco, Andrómeda, Orión, Pegaso, etc.: - Andrómeda: liberada por Perseo, tras decapitar a Medusa, cuando la iban a sacrificar a Poseidón. - Orión: héroe, hijo de Poseidón, muerto por un escorpión (de ahí su catasterización junto a Escorpio). - Pegaso: caballo alado surgido de la sangre de Medusa, cuando Perseo le corta la cabeza. En ciencias sociales, geografía, etc. muchos términos y topónimos. - Europa: la célebre aventura amorosa de Zeus que la rapta transformado en toro, y concibe a Minos. - Atlas: Gigante, hijo del Titán Japeto, condenado por Zeus a sujetar la bóveda celeste sobre su hombro. - Bósforo: “paso de vaca” (boo.j+fore,w) que atravesó Ío, transfigurada, huyendo de los celos de Hera. - Egeo: rey de Atenas que se arrojó al mar Egeo (de ahí el nombre) al creer muerto a su hijo Teseo. - Arco iris: proviene del rastro multicolor de la diosa Iris, mensajera de Zeus y Hera. - Tifón: monstruo gigante, hijo de Gea, al que Zeus hubo de vencer para convertirse en dios del universo. - Eólico: Referido a Eolo, hijo de Poseidón, dios de los vientos. En ciencias naturales, biología, etc., bastantes especies y sus funciones - Hermafrodita: Hermafrodito, hijo de Hermes y Afrodita, fue unido inseparablemente a su ninfa Sálmacis. - Hipnótico: Hipnos es dios del sueño, hijo de la Noche y hermano de Tánatos, dios de la muerte. En física, química, etc., algunos elementos de la tabla periódica - Uranio: procede de Uranio, dios del cielo. - Selenio: Selene es la diosa de la luna, hermana de Helios, el sol. - Titanio: Titán es un nombre genérico que se da a los hijos de Urano y Gea, el cielo y la tierra. En psicología, psiquiatría, etc., ciertas afecciones y síndromes. - Narcisismo: Narciso fue de tan extrema belleza que, al verse reflejado en un río, se enamoró de si mismo. - Complejo de Edipo: proviene a la vez de la unión de Edipo a su madre y de la rivalidad hacia su padre. - Complejo de Electra: procede de la admiración que Electra sentía por su padre y la aversión a su madre. - Complejo de Casandra: troyana que adivinaba el futuro pero, por no amar, fue castigada a no ser creída. En arte (arquitectura, escultura, pintura), música, cine, etc., las obras y referencias son tan abundantes y variopintas que resulta imposible su recopilación; ciñéndonos exclusivamente a obras pictóricas, referentes a mitos concretos, a modo de ejemplo, datamos un breve elenco de obras célebres y autores famosos. - El rapto de Europa de autores como Tiziano, Quellyn o Picasso. - El nacimiento de Venus [Afrodita], Venus y Marte [Ares] de Boticelli, - El origen de la Vía Láctea, El juicio de Paris, La caída de Ícaro, La muerte de Hipólito, Deucalión y Pirra, Las tres Gracias, El rapto de Perséfone de Rubens - Las bodas de Tetis y Peleo, El castigo de Prometeo, Dioniso y Ariadna de Jordaens - El juicio de Paris de M.Klinger - Aquiles ante el cuerpo de Patroclo de Pellegrini - Paris y Helena de J.L.Davis - Helena de Troya de D.G.Rossetti - Leda y el cisne, La seducción de Dánae de Correggio - Sibila (délfica y cumana) de Miguel Ángel - La barca de Caronte, Medea enloquecida de Delacroix - El rapto de Polixena de Feli - Zeus y Tetis, Edipo y la Esfinge, Aquiles con los embajadores de Agamenón de Ingres - Heracles y la hidra de Lerna, Orfeo en la tumba de Eurídice, Edipo ante la Esfinge, Jasón y Medea de G.Moreau - Ariadna en la isla de Naxos de G.Watts - Dioniso y Ariadna, Dánae y la lluvia de oro de Tiziano - Perseo rescata a Andrómeda de B.Cellini - Perseo y Andrómeda de Vasari - Circe de Dosso Dossi - La edad de oro de J. Zucchi - Prometeo fabricando al hombre de J.A.Calvi - Prometeo roba el fuego de Cossiers - Eva Prima Pandora de J.Cousin - Edipo maldice a su hijo Polinices de A.M.P.Jaschet - Edipo y Antígona de F.Jalabert - Antígona de autores como L.Leighton y M.S.Stillman - Antígona y Creonte de J.Cocteau - Orfeo y Eurídice, Paisaje con Polifemo de N.Poussin - La muerte de Orfeo de E.Levy
LITERATURA GRIEGA (y X). INFLUENCIA DE LA LITERATURA GRIEGA EN LA MODERNA LITERATURA OCCIDENTAL 1.
EL LEGADO CULTURAL GRIEGO EN LA LITERATURA UNIVERSAL La cultura griega se ha proyectado a través de los siglos y pervive actualmente en las diferentes manifestaciones artísticas. Por eso, llamamos “clásicos” a los autores helenos que han supuesto una fuente de inspiración para escritores y artistas posteriores. Ya se ha analizado la pervivencia de las cuestiones mitológicas (tema IX). Ahora, por cuestiones de espacio, dejando el inmenso legado cultural (música, cine, etc.), nos ceñimos al literario. La mayoría de las obras literarias, sus distintos personajes, se han retomado actualmente convirtiéndose en modelos y símbolos occidentales. 2.
LA PERVIVENCIA DE LA LITERATURA GRIEGA EN LA LITERATURA OCCIDENTAL Los exponentes literarios son inmensos. Ofrecemos algunos ejemplos por cada género literario, sin olvidar que una misma obra puede tener influencia en varios estilos. • ÉPICA -
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J. W. Goethe (s. XIX, alemán), en Fausto, recrea muy especialmente a Helena de Troya. R. Pérez de Ayala (s. XX, español), en Prometeo, trata magistralmente a Odiseo. M. Shelley (s.XIX, inglesa), en Frankestein o el Prometeo moderno, es un clásico de terror, una obra fundacional de la actual ciencia ficción, basada en las raíces de la mitología griega.
LÍRICA L. Góngora (s. XVII, español), en Fábula de Polifemo y Galatea, reabre la “poesía bucólica” de Teócrito. Meléndez Valdés (s. XVIII, español), en La paloma de Filis, es un típico ejemplar de poesía anacreóntica. F. Hölderlin (s. XIX, alemán), en Poesía completa, reclama con nostalgia una vuelta a la cultura griega.
TRAGEDIA W. Shakespeare (s. XVI, inglés), en Ricardo III, inserta la “anagnórisis” en el amor-odio del teatro griego. H. Kleist (s.XIX, alemán), en La penthesilea, imita el estereotipo dramático de la mujer griega. S. Schiller (s. XIX, alemán), en La joven de Orleans, refleja en mitos las crisis circunstanciales y personales P. Calderón de la Barca (s. XVII, español), en La vida es sueño, rememora el argumento de Edipo
COMEDIA W. Shakespeare (s. XVI, inglés), en Timón de Atenas, inserta la obsesión del misántropo griego. J. B. P. Molière (s XVIII, francés), en El misántropo, evoca la sátira aristofánica y la sociopatía de Menandro
HISTORIOGRAFÍA G. Sartori (s. XX, italiano), en Teoría sobre la democracia, elogia cómo, tras dos milenios de ausencia, el referéndum más parecido a la democracia directa ateniense se ha recuperado en el discurso político-social. C. Scott Forester (s. XX, inglés), en su ficción, S. Hornblower, El mundo griego, compara la grandeza de la evkklhsi,a ateniense con las actuales democracias.
ORATORIA Fco. de Quevedo (s. XVIII, español), en La hora de todos… se burla del vicio de su tiempo utilizando humorística pero persuasivamente a los dioses Olímpicos. M. de Cervantes (s.XVI, español), en El Quijote, en las solemnes convicciones con que Don Quijote aconseja a Sancho, recuerda tanto la claridad de Lisias como el programa educativo de Isócrates.
NARRATIVA Lope de Vega (s. XVII, español), en La dama boba, se transparenta el estilo de “Teágenes y Cariclea” de Heliodoro, que tanto influyó en la novela bizantina de los siglos de oro. M. de Cervantes (s. XVI, español), en Los trabajos de Persiles y Segismunda cuenta aventuras amorosas, usando las técnicas griegas de la intercalación de episodios (para retrasar la intriga), de la “anagnórisis” (en el reconocimiento de personajes) y, sobre todo, los comienzos expectantes “in medias res”. Calderón de la Barca (s. XVII, español), en Los hijos de la Fortuna, recoge el legado de fantasía y mitos de la novela griega, tan importantes en toda la literatura barroca. J. Joyce (s. XX, irlandés), en Ulises, es una obra cumbre de la literatura actual en honor a la “Odisea”.
FILOSOFÍA F. Nietzsche (s. XIX, alemán), en El nacimiento de la tragedia griega…, funda su existencialismo en el dualismo simbólico de Dionisos (su vitalismo demoledor) y Apolo (el orden precedente establecido). A. Camus (s. XIX, francés), en El mito de Sísifo, verifica su filosofía del absurdo de la conducta humana. S. Freud (s. XIX, alemán), en El porvernir de una ilusión, dando una versión sexual a la tragedia edípica de Sófocles, sitúa los cimientos ateos de su teoría psicoanalítica. Lou Marinoff (actual) en Más Platón y menos prozac, reconoce en el diálogo socrático el fundamento de su escuela estadounidense de psicoterapia filosófica. Adorno & Horkheimer (actual) en Dialéctica de la Ilustración ve en Odiseo el prototipo del hombre moderno. K. G. Jung (actual) en ¿Quién es Ulises? realiza un ensayo psicológico sobre los símbolos y el stress de la vida actual en relación con las aventuras de Odiseo. G. Liprovetsky (actual), en La tercera mujer, estudia la evolución histórico-cultural de la mujer, proponiendo a Penélope y a Helena, como a los dos primeros modelos femeninos de la historia, y en relación con éstos, a la mujer actual, como al tercer modelo.