LA MIGRACIÓN DE LAS MUJERES DESDE LA NARRACIÓN LITERARIA A LAS PELÍCULAS DE ANIMACIÓN DE DISNEY
Mª Esther del Moral Pérez Mª Teresa Bermúdez Rey Departamento de CC de la Educación. Universidad de Oviedo. Correo-e:
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Resumen: En este artículo, se intenta poner de manifiesto la evolución operada a través de las descripciones de los personajes femeninos protagonistas de algunos cuentos y narraciones literarias, y su posterior adaptación y representación visual rubricadas por la productora disneyana. Para ello, basándonos en las versiones literarias originales de algunos de los cuentos de de Andersen como “La pequeña sirenita”; “Aladino y el rey de los ladrones” versión de uno de “Los cuentos de las mil y una noches”; “La Bella y la Bestia” de Madame Leprince de Beaumont; y la novela de Victor Hugo, “Nuestra Señora de Paris”, entre otros..., intentaremos mostrar los perfiles psico-sociológicos de las figuras femeninas más representativas de cada uno de ellos, entre los que destacan la joven sirenita, Yasmín, Bella y Esmeralda. Y, sin perder de vista la contextualización de los nuevos roles desempeñados por la mujer en nuestra sociedad actual, estableceremos una analogía con los estereotipos que tradicionalmente ostentaban éstas en épocas anteriores.
Palabras clave: Cine de animación, literatura infantil, mujer, estereotipos, género.
Evolución de la figura de la mujer en las narraciones literarias y cinematográficas El imaginario social actual se constituye en gran parte a partir de la influencia de los medios de comunicación de masas. La construcción artificial que de la identidad femenina se realiza desde éstos, en numerosas ocasiones, contribuye a provocar una distorsión que impide la proyección de la problemática y necesidades reales de las mujeres. Así pues, constatamos como el cine y la literatura, entre otros, a lo largo de las diferentes décadas, adjudicaron un papel a las mujeres muy sesgado, proyectando una imagen que se adecuaba a unos modelos impuestos, intentando servir de pauta de comportamiento real para el conjunto de la población femenina (Jorge, 2004). 1
No se puede perder de vista que la literatura desde siempre ha sido considerada como transmisora cultural de modelos femeninos y masculinos, al mismo nivel que instituciones educativas tales como la familia, la escuela, etc... Tradicionalmente, la literatura ha discriminado por razón de género los libros infantiles polarizando las audiencias en niños y niñas; pero a partir de los años setenta se muestra activamente comprometida en favorecer valores no discriminatorios, tomando partido a favor de las mujeres. Así se inician los estudios y también las críticas sobre los cuentos de hadas y libros infantiles, que ponían de manifiesto estereotipos impregnados de pasividad en los roles femeninos. Pero este compromiso parece relajarse de nuevo, así en la década de los noventa, casi un centenar de editores (AECF, 1994) estudiaron diversos cuentos franceses, italianos y españoles, llegando a la conclusión de que existe una dominancia masculina tanto en el título como en la ilustración de las cubiertas. Lo mismo sucede con sus protagonistas, con lo que se prima claramente una visión predominantemente masculina del mundo. Además, un personaje femenino de cada dos en los cuentos, sólo desempeñan trabajos domésticos y asumen los roles propios de la maternidad; al realizar otro tipo de actividad profesional, suelen ser ridiculizadas a causa de su torpeza. Las únicas ocasiones en que logran escapar del papel de madre es para convertirse, según Durán (1986), en princesa (bella y deseada), reina (progenitora), o en algún tipo de personaje malvado (bruja o madrastra), o sublimando su belleza y bondad en tanto hada. Colomer (1999) destaca la primacía del protagonismo masculino en la literatura infantil y juvenil, pero a la luz de nuevos valores, las conductas varoniles se han visto enriquecidas desde la esfera sentimental haciéndose cargo de la educación y atención de sus hijos, por ejemplo. Aunque, sin adoptar roles pertenecientes al ámbito tradicionalmente asignados a las mujeres. A menudo, se ha podido observar el modo en que los personajes masculinos en las narraciones literarias han encarnado la maldad y la perversión, en consonancia con los rasgos deshumanizadores de las sociedades altamente tecnificadas, presentándose como agresivos, competitivos, y violentos, subrayando la negatividad y la fuerza bruta. Por otro lado, y a pesar de que las mujeres han tenido una alta presencia en la literatura infantil sus papeles se reducen al de “bruja”, en tanto personaje malvado, que termina desapareciendo, víctima de su propia maldad; o el de “madre” como referente en el ámbito doméstico, sin embargo, éstos aparecen eclipsados cuando se proyectan a otros campos de acción. Todo ello, a nivel psicológico, implica ciertos riesgos entre los que podemos señalar que la identificación directa con los personajes femeninos infantiles no permita la deseada socialización no discriminatoria, dado que las niñas tienen que renunciar a su propia identidad femenina a favor de la adopción de un modelo masculino de reconocido éxito social. De un tiempo a esta parte, los modelos tanto femeninos como masculinos se encuentran cargados de una gran ambigüedad, lo cual hace perder la perspectiva de dicotómica de género, haciendo emerger un híbrido indefinido que, del mismo modo que los modelos sesgados anteriores, contribuye a silenciar los valores positivos que ambos poseen. Del mismo modo, y como venimos indicando, la representación de la mujer a través de los medios audiovisuales, el cine, la publicidad, los dibujos animados, etc... ha
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adolecido de cierta objetividad y ha contribuido frecuentemente a reproducir esquemas discriminatorios. Por un lado, se han subrayado modelos desajustados que mostraban sesgadamente ciertas características un tanto reduccionistas, a la vez que se eclipsaban otras. En ocasiones se manipulaba esa representación dando origen a caricaturas de la realidad, y por otro lado, a través de la aniquilación semántica en la representación cultural llegan a desaparecer valores que no debían ser representados, por parecerles a algunos no modernos o no apropiados, de esta forma, lo que no se representa se acababa olvidando, e incluso se llega a cuestionar su existencia. En este sentido, se están operando algunos cambios sustantivos y, en concreto, el análisis que presentamos se va a centrar en las películas de animación de Disney, si bien es cierto que mucho se ha criticado a esta productora, al ser acusada de promover el capitalismo y el imperialismo, fomentar la sumisión, el sexismo, el inmovilismo ideológico, y por ser el vehículo de los valores de la “american way of live”, en tanto carrusel de consumo (Del Moral, 1999). Sin embargo, y a pesar de ser interesantes estas posturas, intentaremos olvidar ciertos prejuicios que pudieran condicionarnos. Aquí nos centraremos en el estudio de la representación de la mujer en algunas de las grandes producciones disneyanas de los últimos años, que tanta aceptación han tenido entre todo tipo de audiencias. La elección que hemos realizado nos lleva a analizar algunos de los personajes femeninos que se encuentran representados tanto en las películas como en la literatura de la cual proceden. Para ello, nos centraremos en: “La Sirenita” (1989), versión disneyana del cuento de Hans Christian Andersen , cuyo título original responde a "La pequeña sirenita"; “La bella y la bestia” (1991), adaptada a partir del cuento “La Belle et la Bête”, de Madame Leprince de Beaumont; “El Jorobado de Notre Dame” (1996), realizada a partir de la novela de Victor Hugo “Nuestra Señora de París”; así como “Aladdin” (1993) y “Aladino y el rey de los ladrones” (1996), las cuales recrean “El cuento maravilloso de Aladino y la lámpara maravillosa” y “La historia de Alí Babá y de los cuarenta ladrones”, incluidos en “Las mil y una noches”, clásico de la literatura oriental. A continuación, procederemos a la descripción de las características más representativas que definen a los personajes femeninos de las mencionadas producciones, y su correspondiente referente dentro de la obras literarias originarias.
Tratamiento analógico de los personajes femeninos literarios y fílmicos
LA SIRENITA (1989). Versión animada de la factoría Disney. GÉNERO: Animación. NACIONALIDAD: USA. DIRECTOR: Ron Clements y John Musker. PRODUCTOR: Howard Ashman y John Musker. GUIÓN: Roger Allers y Ron Clements. MÚSICA: Alan Menken y Robby Merkin. PREMIOS: entre ellos, dos Oscars en 1990, a la Mejor Canción (“Under the sea”) y a la Mejor Banda Sonora.
La Sirenita vive en el fondo de los mares, hasta que un día se enamora de un príncipe que vive en la superficie. La Sirenita es hija del Rey de los Océanos, no posee un referente femenino en una madre. Transgrede las normas que rigen el “reino de lo mares”, saliendo a la superficie cuando ello le está prohibido, y se enamora de un
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príncipe humano, lo cual le aboca a la propia perdición. La desobediencia de la Sirenita, tiene un precio: la pérdida de su voz a cambio de unas piernas que le permitan acceder a la superficie, para ir en busca de su enamorado. El valor y sacrificio de la Sirenita tendrá su recompensa. En el cuento de Hans Christian Andersen, la Sirenita es la hija más pequeña del Rey del Mar, cuidada por su abuela con todo esmero, personaje adulto que desaparece en la versión animada. Es joven y bella, pero nada vanidosa. Es valiente, arriesgada y compasiva. Tiene buen corazón, y también se convierte en heroína al salvar a su amado príncipe de una muerte segura, tras sufrir un naufragio en el barco en le que navegaba. Si bien no acabará casándose con éste, a diferencia del final romántico que Disney nos ofrece. Sin embargo, este final es aleccionador ya que parece advertir que “el precio de la felicidad siempre es el dolor”, aunque se embellezca ese sufrimiento. Por otra parte, se resalta a La Bruja de los Mares, personaje perverso femenino y fundamental para el transcurso de la trama, que aparece en la representación cinematográfica; ésta es de mediana edad, fea, obesa y malvada, y no dudará en aprovecharse de la ingenuidad de Ariel en beneficio propio, arrebatándole su preciosa voz. Igualmente, es de destacar el papel del padre de la Sirenita que se ha visto enriquecido en la película, encarnando aquellos valores más específicamente femeninos, dotándolo de cualidades como cariñoso, bondadoso, cumplidor de su deber, etc, características que no se enfatizan en la obra literaria. Como ya destacamos un personaje eclipsado en la producción cinematográfica y que merece la pena destacar, es el de la abuela de la protagonista, ésta sustituye a la madre consejera, que engalana a sus nietas para que suban a la superficie terrestre, cumpliendo con un ritual de iniciación a la madurez.
LA BELLA Y LA BESTIA (1991). Versión disneyana. GÉNERO: Animación. NACIONALIDAD: USA. DIRECTOR: Gary Trousdale y Kirk Wise. PRODUCTOR: Don Hann. GUIÓN: Rogers Allers y Linda Woolverton. MÚSICA: Alan Menken. PREMIOS:Ganadora de dos Oscars en 1992, a la Mejor Banda Sonora y a la Mejor Canción (“Beauty and the Beast”)
Un cruel príncipe es convertido en una horrorosa bestia; para romper el hechizo, deberá ganarse el amor de una mujer a la que no le importe su apariencia física. Así pues, entra en escena Bella, que es hija de un científico despistado, el cual, un buen día se pierde y acaba entrando en el castillo de una horrible Bestia. Bella se ofrecerá a cambiarse por él, y terminará ganándose el corazón de la Bestia. Bella, tanto en la película como en el cuento de Madame Leprince de Beaumont. se nos muestra como una mujer joven y hermosa, “extraña” para sus vecinos “en el sentido de peculiar y distinta a los demás”, como se puede escuchar en la letra de la canción que ilustra el inicio de la película. Lectora empedernida, ya que “cuando lee no se acuerda de comer”. Ávida por conocer mundo. Cumple debidamente con las labores de la casa. Es valiente pues no dudará en canjearse por su padre, prisionero de la Bestia, es curiosa, sincera, abnegada, virtuosa y buena hija. No se encuentra apegada a lo material y por tanto, aunque no contempla el matrimonio como meta principal, busca un amigo de verdad, que sepa escuchar. Y finalmente, acaba siendo una heroína al salvar a
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su padre del cautiverio de la Bestia, y a la propia Bestia, al devolverle su apariencia humana rompiendo el hechizo que le encerró en ese horrible cuerpo. Tras la detenida lectura del cuento original se constata que la protagonista Bella de la versión animada recoge fielmente las características que le fueron asignadas por la célebre escritora, si bien es cierto que los personajes secundarios femeninos como pueden ser las hermanas de Bella, quedan eclipsadas en la producción cinematográfica, tal vez por entender que las características negativas que encarnaban ellas (aprovechadas, materialistas, vanidosas...)-, no podían servir de referente, y al mismo tiempo se subrayaba de esta forma, el protagonismo de Bella: bella por fuera y por “dentro”. Las diferencias entre ambas narraciones, afectan sin embargo, a la profesión del padre, un mercader definitivamente arruinado, que se ha actualizado en la película transformándose en un científico despistado. Hecho que no afecta sustancialmente a la narración y a la intención de la misma.
EL JOROBADO DE NOTRE DAME (1996). Película de Disney. NACIONALIDAD: USA; GÉNERO: Animación; DIRECTOR: Gary Trousdale y Kirk Wise; PRODUCTOR: Roy Conli y Don Hahn; GUIÓN: Victor Hugo. Irene Mecchi; MÚSICA: Alan Menken y Stephen Schwartz. PREMIOS: Entre otros obtuvo una nominación al Oscar por la Mejor Música.
El deforme Quasimodo vive en el campanario de la Catedral de Notre Dame acompañado de tres gárgolas de piedra y de su mentor. Un día decide salir de su personal exilio, y conoce a una bella gitana llamada Esmeralda, la cual cambiará su actitud ante la vida. Esmeralda, es en la película de “El Jorobado de Notre Dame”, una mujer joven bella y alegre. “Trabaja” en las calles como acróbata y bailarina, posee un gran corazón, y reivindica los derechos de las minorías, pues no en vano es de etnia gitana. Así no dudará en exclamar en un pasaje de la película: “maltratáis a este hombre (Quasimodo) como maltratáis a mi pueblo, ¿qué tenéis en contra de los que son distintos?”. Este personaje femenino desafía su condición de “sexo débil”, ya que incluso físicamente llega a medirse con un hombre, el capitán Febo, quien tiene orden de arrestarla. Por otro lado, es devota y virtuosa. Acaba siendo una heroína que salva a Quasimodo y al propio capitán, del que se enamora. La protagonista de la novela de Víctor Hugo, comparte algunos rasgos con la descrita anteriormente de la versión animada, pero no todos: es miedosa, débil, pasional, cándida e ingenua y esa ingenuidad acabará perdiéndola, al ser engañada por un capitán donjuanesco. Más que heroína es aquí, víctima de su belleza. Como la vida de la protagonista está guiada por la Anafkh (fatalidad), Esmeralda acabará muriendo ahorcada, olvidada por “su capitán”.
ALADDIN (1992). Dibujos animados.
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GÉNERO: Animación. NACIONALIDAD: USA. DIRECTOR: Ron Clements y John Musker. PRODUCTOR: Ron Clements y John Musker. GUIÓN: Rogers Allers y John Musker. MÚSICA: Alan Menken. PREMIOS: Ganadora de dos Oscars en 1993 a la Mejor Banda Sonora y a la Mejor Música
Esta versión animada está basada en el libro “El cuento maravilloso de Aladdino y la lámpara maravillosa”, cuya trama se sitúa en el exótico paisaje del mítico reino árabe de Agrabah. Aladdin es un ingenioso joven, que vive en una extrema pobreza y sueña con evadirse en su existencia callejera y casarse con la bella hija del Sultán, la princesa Yasmín. El destino interviene cuando el astuto visir del Sultán, Yafar, recluta a Aladdin para que le ayude a recuperar la lámpara maravillosa de las profundidades de la Cueva de las Maravillas. Aladdin consigue alcanzar la lámpara en la que vive un Genio bromista, que concederá tres deseos a quien le libere. Se gana la enemistad del visir, pero se hace amigo del genio de la lámpara, y con su ayuda se hace pasar por un rico y apuesto príncipe. No logra impresionar a la princesa por sus riquezas pero si por su forma de ser. Gracias a sus amigos Abú, su mono amaestrado; el Genio; y una alfombra voladora, salva el reino del complot del malvado Yafar, quien pretendía que abdicara el sultán a su favor, tras concederle la mano de su hija en matrimonio. En esta adaptación en formato de animación, la protagonista femenina es la princesa Yasmín, que es representada como una mujer atractiva, independiente, con gran poder decisorio para elegir la pareja con la que va a compartir su vida. No consiente ante el matrimonio concertado que le tiene preparado su padre, condicionado e hipnotizado bajo el poder del malvado visir. Es capaz de transgredir las normas que le exigen la reclusión en su entorno privado, y redime a su amado. Otro de los valores con los que aparece relacionado este personaje femenino es con la compasión y amor por los animales, da la libertad a los pajarillos que estaban enjaulados, mantiene una gran amistad con un tigre en los jardines de palacio, etc...
ALADINO Y EL REY DE LOS LADRONES (1996) NACIONALIDAD: USA; GÉNERO: Animación; DIRECTOR: Tad Stones; PRODUCTOR: Tad Stones; GUIÓN: Mark McCorkle y Robert Schooley; MÚSICA: Carl Johnson y Alan Menken; PREMIOS: Ganadora de un Annie a la mejor producción de Video en 1997, entre otros.
La boda entre Aladino y la princesa Yasmín no llega a producirse, porque los cuarenta ladrones irrumpen mientras se está celebrando, en busca de un maravilloso tesoro: la legendaria mano del rey Midas, circunstancia ésta, que aprovechará Aladino para conocer a su padre. En “Aladino y el rey de los ladrones,” Yasmín es la novia que espera al héroe. Es joven y hermosa. Dulce, sensata y tiene buen corazón. En el libro de “Las mil y una noches,” el cuento titulado “El maravilloso cuento de Aladino y la lámpara maravillosa, Aladino es hijo de una viuda china que se dedica a hilar algodón, ésta es engañada por un brujo magrebí, que se hace pasar por tío de Aladino. Tras ser desenmascararlo, Aladino cuenta con un anillo y una lámpara maravillosos, que le ayudarán a lograr, no sin complicaciones, el amor de la princesa.
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La señora Badr al-Budur, es en la narración literaria, también joven y bella, se muestra temerosa en muchas situaciones; está dotada, sin embargo, de gran elocuencia y posee un buen corazón. En “La historia de Ali Babá y de los cuarenta ladrones”, se narran las peripecias de dos hermanos: Qasín, casado con una rica heredera y Alí Babá, casado humildemente. Por casualidad, éste último descubre el tesoro que guardan los cuarenta ladrones, lo cual despertará las envidias de su cuñada y la persecución de los anteriores. La presencia femenina más destacada se nos muestra en la figura de Marchana, la hija adoptiva del protagonista, hábil y muy sagaz; gracias a ella la familia de Alí Babá no perecerá en manos de los cuarenta ladrones, y ella recibirá su recompensa al casarse con el hijo de Alí Hasta aquí, se ha efectuado una descripción de los personajes femeninos aparecidos en las películas de Disney seleccionadas, y se han establecido las diferencias y semejanzas encontradas con las obras literarias originales de las que se supone son adaptaciones, más o menos fidedignas. Una visión retrospectiva, nos hace considerar que si bien es cierto que cada una de estas tramas narradas tienen lugar en una época en la que la mujer tenía circunscrita su función dentro de la esfera familiar, no podemos pasar por alto el hecho de que ninguna de ellas ejerza una profesión. Así, tenemos que señalar que casi todas son hijas de reyes. La sirenita es hija del Rey de los Océanos; Bella lo es de un científico e inventor; Yasmín lo es de un gran Sultán; salvo Esmeralda que aparentemente no posee un ascendente real, ya que se trata de una zíngara, bailarina itinerante. En cualquier caso, ninguna de ellas destaca por desempeñar tareas profesionales al margen de las tradicionalmente asignadas a las féminas. Como se puede observar, los roles de la mujer siguen mostrando estereotipos sexistas, nada recomendables en una sociedad que aboga por una educación orientada a la igualdad de género. Al parecer su ambición, más o menos larvada, consiste en encontrar a un hombre que, con mayor o menor fortuna, les haga acceder a otro estatus o al menos, mantener el que ya poseen (la Sirenita busca a un príncipe, Esmeralda a su capitán, Bella a la Bestia, que resulta ser otro príncipe...). Para ello se valen de dos cualidades: su belleza y su juventud, características que aparecen en todas las historias. Aunque, también se empieza a observar cómo de forma progresiva, se les va dotando de otros rasgos que van adquiriendo relevancia, tales como inquietud intelectual y gusto por la lectura con el que se representa a Bella; valor para enfrentarse, e incluso luchar de forma equiparable a un hombre, como sucede con Esmeralda, intrépida y luchadora. Pero sin olvidar, en ningún caso, las cualidades femeninas por antonomasia como la dulzura, la compasión, la sensibilidad, etc. Por otra parte, la desaparición sistemática de las madres en estas películas, ya que todas son familias monoparentales, puede ser interpretado como refuerzo de poder ostentado por el varón en la figura del padre. Del Moral (2000), en un estudio realizado sobre diversas películas de Disney, como “La Bella y la Bestia,” “Pocahontas”, La Sirenita, etc; señala la ausencia de las madres en las mismas, así la mayoría de las
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familias son monoparentales, y es el personaje materno el que sistemáticamente desaparece para dar paso a la figura paterna, la cual será la que ejerza especial influencia en la protagonista femenina, dado que ésta adopta los patrones de conducta masculinos, con lo cual se pretende romper intencionadamente con los estereotipos reduccionistas de la mujer, pero a la vez y sutilmente, se está eliminando el valor que tiene, el papel de la madre en la educación de los hijos. Parece darse a entender que la influencia de la madre puede ser una rémora para los tiempos postmodernos y para la realización de la mujer, de ahí que haya que extirparla de raíz, lo que nos lleva a cuestionarnos si no es posible retratar otro tipo de modelos más ajustados a la realidad actual, ya que cada vez son más frecuentes las madres-profesionales-triunfadoras. Como señala Irigaray (1992) es conveniente preguntarse a qué o a quienes desean igualarse las mujeres, ¿tal vez a los hombres, o tal vez a sí mismas?, pues el peligro que se corre es imitar el orden simbólico asociado tradicionalmente a los varones, y anular a la mujer una vez más. Abundando en esta misma temática, hay que señalar que los personajes secundarios que acompañan las tramas refuerzan la misma argumentación que venimos defendiendo; en primer lugar, son más los personajes masculinos que aparecen en relación con los femeninos. También los papeles que desempeñan mantienen la misma dualidad, salvo excepciones. Así, por ejemplo, en “La Bella y la Bestia”, los personajes secundarios nos muestran a mujeres que no leen, que sólo ayudan al marido o se dedican a la casa y a sus hijos. La Señora Pott posee unos rasgos típicamente femeninos, es bondadosa, dulce y perfeccionista, vela por su hijo pequeño, que bajo la apariencia de tacita, representa la ingenuidad y la inocencia. La tónica general viene a reforzar la idea de que el ámbito masculino está vinculado de forma exclusiva al poder, a la autoridad y al dominio. Los papeles que desempeñan los personajes masculinos son de reconocido prestigio y consideración social, tales como reyes, príncipes, investigadores, cazadores, etc… Y aquellos que no los ostentan, luchan encarnizadamente por lograrlo, utilizando estrategias no siempre legítimas. Obviamente, ninguno aparece realizando tareas domésticas, o ayudando mínimamente en su realización, antes bien se desocupan de las mismas y de la crianza de los hijos. Si los analizamos, podemos concluir que la Bestia, es en realidad un príncipe, que tiene la vida resuelta, y cuenta con un envidiable servicio doméstico. Se nos muestra con un gran corazón, aunque con un carácter salpicado con arrebatos de ira, lo cual hace que se le califique de tosco y huraño en su comportamiento. El capitán Febo, después del maquillaje al que fue sometido por la productora Disney, se nos muestra como un atractivo galán, buena persona, noble seguro de sí mismo, que se convierte en héroe al salvar a Quasimodo. El príncipe de la Sirenita, también vive acomodadamente, es joven y guapo, muestra arrojo, su única ambición es casarse con la mujer de sus sueños, que además ya posee su propio rango, pues también es hija de un rey, el Rey de los Océanos.
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Por su parte, Aladdin, personaje occidentalizado por la productora, es un hombre atractivo, buena persona, valiente y buen hijo; el único obstáculo que entorpece su felicidad es el no poseer riquezas, pero ese “handicap” será solventado por el genio de la lámpara, que le convertirá en un rico partido.
En busca de la identidad perdida No cabe duda de que las representaciones femeninas que se han analizado continúan transmitiendo modelos anacrónicos. De ahí que se haga necesario romper con esos esquemas tan reduccionistas, en pro de la igualdad de género y de una visión más equitativa de la personalidad, tanto masculina como femenina. Hay que destacar que en los años setenta en Estados Unidos, ya existían reivindicaciones en la línea de apostar por fórmulas no discriminatorias en la literatura infantil y juvenil, enunciadas por la bibliografía Little Miss Muffet Fights Back (1974), en donde se pormenorizan algunas de las recomendaciones que debieran tenerse presentes a la hora de incorporar libros a las bibliotecas de las escuelas en Norteamérica. Y tras contrastar el paralelismo existente en cuanto a la representación femenina entre la narración literaria y la producción fílmica, nos permitimos extrapolar estos criterios al ámbito de la creación y la adaptación cinematográfica, quedando enunciados del siguiente modo: -
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Primar la creación de películas en donde las mujeres y niñas interesadas por su profesión, más implicadas en tramas de acción y aventuras, y con mayor protagonismo. Abogar por presentar personajes femeninos con rasgos positivos de carácter no sólo relacional, específicamente identificados con la mujer como la intuición, la empatía, etc...; sino también rasgos de carácter instrumental, vinculados al dominio de competencias atribuidas tradicionalmente al hombre, tales como la actividad, el conocimiento, la racionalidad, la eficacia, la autonomía, etc... - según las categorías definidas por Pastor (1996)-. Incorporar retratos de mujeres que no sólo desempeñen roles asociados a la maternidad y estén volcados en las actividades meramente domésticas. Presentar personajes femeninos jóvenes que demuestren autonomía y capacidad para tomar sus propias decisiones, sin depender de otros. Defender la inclusión de comentarios explícitos del narrador o voces en “off” a favor de la no discriminación sexista. Y en otro orden alejado de la mera producción, fomentar la lectura de libros y el visionado de películas, que aborden la temática romántica de manera, que la relación de pareja no parezca el único objetivo que guíe la existencia femenina.
Desde una perspectiva educativa, cabe apostar por una defensa de formatos literarios y audiovisuales que se conviertan en vehículos para la transmisión de valores, tales como los contemplados por el Ministerio de Educación y Ciencia (1991), -y concretados en las orientaciones pedagógicas para abordar los temas transversales del curriculum de primaria y secundaria-, entre los que caben mencionarse: la educación para la paz, para la igualdad, para la interculturalidad, para el consumo, para la salud, 9
etc... Puesto que no hay que olvidar que tanto la literatura como sus múltiples adaptaciones cinematográficas no sólo entretienen, sino que constituyen unas importantes plataformas para la formación de las nuevas generaciones. Señalar por último, que las licencias que se toma la productora Disney a la hora de adaptar textos, modifican en buena medida el argumento de éstos, en un intento de modernizar dichas narraciones. Las historias tienen un final feliz, que se rubrica normalmente con una boda. Los hombres siguen teniendo un claro protagonismo frente a las mujeres, y aunque éstas adoptan tímidamente actitudes más decididas, todavía son incapaces de despegarse de los roles que tradicionalmente les fueron asignados, y por otra parte, cuando por fin se atreven a hacerlo despliegan actitudes aprendidas de los modelos masculinos, por entender que tendrán más éxito, perdiendo, en cualquier caso, algunas que le son propias. Así pues, las conclusiones que se desprenden del presente análisis apuntan a considerar que algunas narraciones infantiles o juveniles, tanto en su versión literaria como cinematográfica, se tornan ambiguas en lo relativo a la presentación de modelos masculinos y femeninos realistas, y se encuentran sumidas en la desorientación más absoluta, reflejo por otra parte, de lo que ocurre en la actual sociedad, donde el híbrido parece prevalecer, a costa de la pérdida de identidad de unos y de otras.
BIBLIOGRAFÍA
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