La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencia, autores y obras principales

La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencia, autores y obras principales. (Introducción) (Contexto histórico internacional y en Españ

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ESPAÑA A FINALES DEL SIGLO XX: SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA
ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 18 – MAYO DE 2009 “ESPAÑA A FINALES DEL SIGLO XX: SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA” AUTORÍA JOSÉ LARA GALISTE

A FINALES DEL SIGLO XIX
CULTURA URBANA FEMENINA Y ESPACIOS DE OCIO EN CMTELL~IN ' A FINALES DEL SIGLO XIX WOMEN'S URBAN CULWRE AND lE/SURE SPACES IN CAS~EUONAT ME END OF THE

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La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencia, autores y obras principales. (Introducción) (Contexto histórico internacional y en España: puedes seleccionar las ideas esenciales de este apartado que encuentres en el libro de texto) El fin de la dictadura franquista (1975) el avance progresivo a un sistema político democrático y el establecimiento de una monarquía constitucional permite en España la desaparición progresiva del recelo y las prohibiciones contra los fenómenos artísticos, en general y en concreto contra la literatura. Estas nuevas circunstancias políticas fueron abriendo un nuevo panorama, más libre y diverso que lo que la censura ideológica había permitido hasta entonces. Ese proceso de renovación, frente al silencio y la censura políticos impuestos tras el fin de la Guerra Civil Española, fue lento pero constante. Lo más llamativo de este nuevo periodo histórico es que en todos los géneros literarios se hace posible el desarrollo de gran diversidad de tendencias, subgéneros, modas literarias y autores. Hubo muchos escritores silenciados hasta entonces que dieron un nuevo impulso a su creación aprovechando las condiciones más favorables de libertad de expresión. Los escritores más jóvenes iniciaron su carrera literaria en un nuevo clima de libertad que también favoreció el desarrollo de muy diversas tendencias y actitudes estéticas. Muchos escritores consagrados de promociones anteriores siguen publicando con asiduidad nuevas obras. Y ello ocurre tanto con los escritores de la inmediata posguerra (Cela o Torrente Ballester), como con autores posteriores: Delibes, Juan Goytisolo, Benet, Marsé, etc. Además, en esta época siguen todavía activos autores vinculados a la Generación del 27: Alberti, Ayala, Chacel, ... Y, por último, debe señalarse que en el posfranquismo se va produciendo una cierta recuperación de la literatura del exilio y se publican en España algunas obras prohibidas por la censura o se editan íntegras otras que habían aparecido mutiladas durante la dictadura, por ejemplo, Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, cuya versión definitiva es de 1980. Por otra arte, desde 1975 es muy notable tanto el importante desarrollo de la industria editorial como el aumento del consumo literario. Aunque en ese consumo haya que tener en cuenta que tienen un lugar esencial los llamados best-sellers, libros escritos para el consumo rápido, pero con una vida efímera en las librerías, o más comúnmente, en los grandes almacenes o en los simples quioscos de prensa. La nueva división del Estado en numerosas autonomías regionales ha favorecido también el desarrollo de abundantes publicaciones, sufragadas por instancias oficiales, de escritores de ámbito autonómico, comarcal e incluso local.

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Otro rasgo esencial de esta nueva etapa es la del desarrollo de textos literarios publicados en la prensa. Los artículos periodísticos de opinión, en muchas ocasiones, rebasan el límite temporal del hecho de actualidad y se convierten en textos literarios en sí mismos, intemporales y perdurables. La diversidad de corrientes y de autores en este amplio periodo, desde 1975 a la actualidad, impide trazar un panorama claro y simple de tendencias, obras y escritores. (Desarrollo) Los rasgos generales y comunes a la narrativa en estas fechas podrían ser: a) La recuperación de la trama argumental, el renovado interés en contar una historia. Las novelas vuelven a entenderse así como ficción de unos hechos que el lector ha de considerar como si fueran verdaderos, según ocurría en la narrativa clásica desde el Lazarillo y Cervantes, y no como una propuesta de sucesos –a veces mínimos- que servían de soporte argumental a las novelas experimentales desde mediados de los sesenta. Gran parte de las novelas más recientes se proponen el objetivo de recuperar al lector y el placer mismo de leer. La narrativa se aleja del experimentalismo puro y del mero juego literario. Los relatos hacen ahora de la intriga su eje argumental frente al hermetismo creciente en que se habían sumido las novelas experimentales. b) La estética dominante en la novela será en los últimos lustros de carácter realista, aunque las novelas no volverán ni al realismo típico de la narrativa del siglo XIX, ni tampoco al más próximo del realismo social de los años cincuenta. La novela no debe reflejar ya la realidad como un espejo el camino, según la vieja fórmula de Stendhal, ni mucho menos va a ser el soporte literario de un explícito compromiso social o político. Por el contrario, lo habitual será que las narraciones no pongan en cuestión la realidad social que presentan y ni siquiera que exista interés en desvelarla con intención crítica; más bien, la ambientación realista tendrá el objeto de servir de marco verosímil de las preocupaciones estrictamente individuales de los personajes. Los novelistas renuncian a cualquier interpretación global del mundo y los problemas que plantean no van más allá de la individualidad de sus protagonistas. c) El intimismo y cierto vago neoexistencialismo van a ser notas comunes a muchos de estos relatos. Por ello, es en muchos aspectos irrelevante el ámbito real en que se enmarcan las peripecias de los personajes, más allá de la necesaria apariencia de realidad para que dichas vivencias resulten verosímiles. Así se explican las muchas novelas ambientadas en lugares exóticos o las todavía más abundantes obras que sitúan sus argumentos en épocas pasadas, hecho este último tan frecuente que se ha llegado a hablar de un auténtico renacer del género de la novela histórica.

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d) Otro rasgo frecuente en esta narrativa es el neorromanticismo. Abundan los protagonistas de novelas solitarios y desolados. Frecuentemente se tratan temas como la muerte o el amor y muchas novelas se construyen eligiendo como eje un misterio y muestran a los personajes incapaces de comprender un mundo que se presenta ante ellos como inabarcable o simplemente hostil y ante el que se muestran dubitativos o indecisos. e) El género narrativo refleja las conquistas técnicas de la renovación narrativa de los años sesenta y de las más variadas tradiciones novelísticas de nuestro siglo: novela negra, de aventuras... Así, nos encontramos ante novelas muy bien construidas en las que la intriga se halla cuidadosamente dosificada. El relato tradicional en tercera persona es el más frecuente, pero no faltan tampoco ni la narración en primera persona, ni el monólogo interior, ni el empleo de la segunda persona narrativa como fórmula para expresar los procesos de conciencia de los personajes. Igualmente, se maneja con toda habilidad técnica el tratamiento del tiempo, de modo que, si bien los relatos sencillos y lineales han ganado terreno frente a la completa descomposición temporal de las novelas de principios de los setenta, no es tampoco raro que se eche mano en ocasiones de cierto desorden cronológico. f) La novela es actualmente el género de mayor consumo literario. Por eso la oferta de textos narrativos se sustenta en una potente industria editorial que necesita un número cada vez mayor de potenciales lectores. La publicidad tiene una importancia esencial en el estímulo de esos potenciales lectores. Así se comprende la proliferación de premios literarios, publicación de listas de libros más vendidos, organización de numerosísimas ferias del libro, firmas de obras literarias en grandes almacenes, y también la incorporación al mundo de la literatura (y, claro está, básicamente al de la novela) de conocidos periodistas, de algunos políticos o de famosos presentadores de televisión, que provocan el interés del lector. Autores y obras más significativos: El giro en la novela española desde el anterior experimentalismo se produce en el año de 1975 con la publicación de una de las más importantes novelas de este último cuarto de siglo: La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, obra cuya acción se desarrolla en Barcelona entre 1917 y 1919, años de pujante anarquismo y de pistolerismo patronal.La primera parate de esta novela podría considerarse todavía experimental; se construye con el contrapunto de líneas argumentales, diferentes puntos de vista y secuencias articuladas en diálogos, monólogos y textos variados, como cartas, documentos policiales o artículos periodísticos. En la segunda parte, sin embargo, se recupera la forma tradicional d contar historias, desarrollando la intitrga y desvelando progresivamente la trama, mediante la presencia constnte de los diálogos. Mendoza escribe después El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982), parodias ambas de la novela policíaca. En 3

1986, aparece otra de sus novelas importantes, La ciudad de los prodigios. En ella, el autor evoca nuevamente la ciudad de Barcelona en el extenso período cronológico que va desde 1888 hasta 1929, fechas en las que se celebraron en la capital catalana sendas exposiciones universales. Otras novelas de Mendoza son La isla inaudita (1989), especie de parodia posmoderna de la novela de amor y del Romanticismo, Sin noticias de Gurb (1990)... El estilo de Eduardo Mendoza se caracteriza por el hábil manejo de los diversos ingredientes novelísticos de subgéneros narrativos populares (novelas de aventuras, policíaca, rosa...), siempre tratados con humor e ironía. Francisco Umbral, conocido periodista, fue también prolífico autor de muy diversos libros, algunos de los cuales pueden considerarse como propiamente narrativos. Su rica prosa alcanza su mayor logro novelístico en Mortal y rosa (1975), novela lírica y emotiva en la que el autor presenta el tema de la muerte. Manuel Vázquez Montalbán, además de poeta, fue también autor de numerosísimas novelas que van desde las de tipo policíaco (Los mares del Sur, 1979; Asesinato en el Comité Central, 1981; Los pájaros de Bangkok, 1983, etc.) hasta reconstrucciones históricas como Galíndez (1990), novela en la que se mezclan la ficción y los hechos reales, teniendo éstos como protagonista a Jesús de Galíndez, representante en Estados Unidos del gobierno vasco en el exilio, secuestrado y asesinado por orden del dictador dominicano Trujillo. Otras novelas de Vázquez Montalbán son El pianista (1985), Los alegres muchachos de Atzavara (1987)... En todas ellas muestra el autor su polifacética personalidad, sus sobresalientes dotes de narrador y una mirada muy crítica hacia la España de la época. José María Merino conjuga en sus relatos el gusto por narrar con la experimentación técnica. Así ocurre ya desde Novela de Andrés Choz (1976), ejemplo de literatura dentro de la literatura. Su habilidad constructiva se manifiesta también en obras posteriores como El caldero de oro (1981) y La orilla oscura (1985). Mezcla de realidad y fantasía, lirismo, parodia de subgéneros literarios, rico lenguaje, influencia de la literatura oral son otros tantos rasgos de la narrativa de Merino, quien es también autor de relatos breves: Cuentos del reino secreto (1982), El viajero perdido (1990) y las cuatro novelas cortas de Cuatro nocturnos (1999). Luis Mateo Díez, integrante durante los años sesenta del grupo poético leonés de la revista Claraboya, ha destacado después como narrador con las novelas Las estaciones provinciales (1982), La fuente de la edad (1986), Las horas completas (1990) y El expediente del náufrago (1992). En ellas, retrata críticamente la vida provinciana, con un realismo irónico en el que es habitual el humor e incluso la parodia. Lourdes Ortiz muestra ya en su primera novela, Luz de la memoria (1976), un dominio de recursos técnicos innovadores (el uso de la primera, segunda y tercera persona narrativas, según va cambiando el punto de vista del 4

relato), pero no como mera experimentación, sino para expresar las turbaciones psicológicas de un protagonista desgarrado por sus propios problemas personales y por la situación política española de los últimos años del franquismo. Después ha cultivado diversos subgéneros narrativos, como el policíaco en Picadura mortal (1979) o el histórico en Urraca, pero siempre con intención de servirse de las convenciones de cada género para reflexionar sobre cuestiones de importancia. Otras novelas posteriores de Lourdes Ortiz son Arcángeles (1986) o Los motivos de Circe (1988). Ha abordado asimismo el ensayo literario con Rimbaud y su obra (1979) y ha compuesto varias obras teatrales: Las murallas de Jericó (1980), Penteo (1983), Yudita (1988). José María Guelbenzu fue en sus inicios uno de los cultivadores de la novela experimental con títulos como El mercurio (1968) y Antifaz (1970), pero después ha utilizado formas narrativas más tradicionales para forjar el mundo desolado en el que viven sus atormentados protagonistas: La noche en casa (1978), El río de la luna (1981), La mirada (1987)... Formalmente innovadora es, sin embargo, Un peso en el mundo (1999), prolongado diálogo entre dos personajes sin intervención alguna del narrador. Juan José Millás es un característico autor de relatos de tipo intimista que diseccionan las complejas psicologías de sus desorientados y angustiados protagonistas: Visión del ahogado (1977), El jardín vacío (1981), El desorden de tu nombre (1988), La soledad era esto (1990)... Luis Landero sorprendió con su primera novela, Juegos de la edad tardía (1989), historia de un mediocre empleado que acaba haciéndose pasar por un peculiar escritor. La poderosa voluntad del protagonista, de raigambre cervantina, es capaz de disolver las fronteras entre la realidad y la ficción y de forjarse una personalidad distinta, que se acerca a lo que hubiera sido su ideal en la vida y que acaba por contagiar a otro pobre diablo. El contraste de ese anhelo de ideal con la mediocridad burguesa que lo rodea es notable. Aunque muy diluido, hay también un trasfondo histórico en la novela, el de la dictadura franquista (alusiones al General, al Caudillo, a la persecución de los comunistas...), ramplona y sórdida época histórica que es metafóricamente impugnada al levantar frente a ella los protagonistas un mundo ficticio que se le opone. La novela está escrita con una prosa brillante, imaginativa, en la que abundan el humor y la ironía. Landero ha publicado posteriormente Caballeros de fortuna (1994) y El mágico aprendiz (1999). Javier Marías es probablemente el escritor español actual que ha alcanzado un mayor reconocimiento internacional. Su larga trayectoria culmina en sus últimas obras, en las que se muestra dueño de una insólita capacidad narrativa: Todas las almas (1989), Corazón tan blanco (1992), Mañana en la batalla piensa en mí (1994), Negra espalda del tiempo (1998). En sus novelas se dan cita el vanguardismo culturalista de los sesenta y el gusto por contar historias propias de las décadas posteriores y el cuidado desarrollo de unos

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personajes de rica vida interior, cuyo pasado se explora mediante una constante indagación en su memoria. Antonio Muñoz Molina es uno de los más conocidos novelistas actuales, escritor interesado en recrear desde la memoria su perdido mundo de la infancia –en este caso en tierras jiennenses-, vivencias pasadas que se rescatan del olvido y aparecen como trasfondo o como tema en algunas de sus obras. No es, sin embargo, la prosa de Muñoz Molina una prosa poemática, sino más propiamente narrativa: en sus novelas, la intriga y la hábil construcción del relato son dos de sus componentes fundamentales. Se muestra en ello deudor de la novela policíaca y de la novela y el cine negros, así como de narradores tan admirados por él como Max Aub o el uruguayo Juan Carlos Onetti. Sus novelas más destacadas son Beatus ille (1986), El invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989), El jinete polaco (1991) y Plenilunio (1997). Características comunes a la novelística de Muñoz Molina son su preferencia por el relato en primera persona, el contraste y paralelismo de varias intrigas simultáneas, la estética realista, la acción sostenida (lo que no es obstáculo para que, a veces, aparezca cierto tono moralizante).. Pueden citarse todavía una infinidad de novelistas, desde los de gran éxito como autores de novelas comerciales, caso de Arturo Pérez Reverte, hasta los escritores de relatos policíacos (Juan Madrid, Jorge Martínez Reverte...) o el creciente número de mujeres que se revelan como notables narradoras, incorporando algunas de ellas a sus novelas reivindicaciones de carácter feminista más o menos expresas: Cristina Fernández Cubas, Paloma Díaz-Mas, Adelaida García Morales, Almudena Grandes, Rosa Montero, Pilar Pedraza, Soledad Puértolas... (Conclusión) En la actualidad, como se ha dicho, el género literario de la novela forma parte esencial de un mercado editorial que, a través de la publicidad, crea un constante flujo de oferta de títulos y autores y demandas del público de nuevos títulos y escritores, o los ya consagrados por su trayectoria o los jóvenes prometedores que publican su primera obra y que ofrecen la frescura de su juventud como parte del atractivo comercial que suscitan en el público. Existen también producciones narrativas en nuevos soportes. Es el caso de la “novela gráfica”, en la que se combinan texto e imagen. Muchos jóvenes creadores están usando con bastante eficacia las redes de Internet para llegar a su público. Otro fenómeno que favorece el desarrollo y el conocimiento entre el gran público de la narrativa actual española son las versiones cinematográficas de muchas novelas que, con la colaboración o el recelo de sus autores, llegan a las pantallas del cine o de incluso la televisión. Muchos autores que no logran publicar en las editoriales convencionales, suelen “autoeditarse” sus propias obras, pagando ellos mismos el coste de la edición de sus obras. 6

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