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LA OBSTETRICIA EN LA GANADERÍA MODERNA J. Ebert MV, Dr. Med. Vet. – Instituto de Reproducción Animal, Facultad de Ciencias Veterinarias – Universidad Austral de Chile, Casilla 567, Valdivia, Chile. 1990. Cabia Nº 19, 28 – 36 RESUMEN El trabajo aborda la importancia del parto bovino en la ganadería moderna y su vigencia en una época en que los procedimientos biotecnológicos han provocado una verdadera revolución en lo que a reproducción animal se refiere. Se discuten las diferentes causas que pueden provocar problemas del parto de la vaca, como sus efectos negativos para la explotación bovina, especialmente lechera. Se entregan datos sobre la incidencia de partos distócicos y el porcentaje de muerte de terneros al nacimiento, como la relación de estos con la condición del parto, obtenidos en un predio lechero del sur de Chile en condiciones de manejo más bien natural. Se concluye que es necesario evitar los trastornos del parto o, si ellos se han presentado, corregirlos adecuadamente, como también evitar sus secuelas. Por lo indicado, es indispensable que los estudiantes de medicina veterinaria reciban una muy buena enseñanza tanto teórica como práctica en Clínica Obstétrica. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - - La intensificación de la explotación ganadera implica la necesidad de otorgar al parto una creciente importancia en la crianza del bovino. Recordemos que el parto puede constituir un episodio durante el cual no sólo el feto sino también la madre pueden sufrir graves lesiones o daños, quedando afectados en su capacidad productiva y reproductiva. En la vida silvestre los trastornos del parto constituyen un procedimiento de selección. En el bovino, debido a la intervención del hombre, este mecanismo de selección natural ha ido restringiéndose cada vez más. Existe la opinión generalizada que el vacuno tiene, en comparación con otros animales, una predisposición mayor tendencia a las distocias, por lo que requiere de más supervisión y una frecuente ayuda durante el parto. Es cierto que, en oposición a otras especies, es de duración relativamente largo; no obstante, el que ha tenido la suerte de presenciar el paro de una vaca con tranquilidad queda sorprendido de la perfección de su mecanismo, realizándose finalmente la expulsión del ternero con una natural facilidad. Para la observación del proceso completo se requiere, especialmente de la primíparas, de bastante tiempo y paciencia. Los factores de mayor importancia que inciden en esta especie los trastornos del parto sean los más frecuentes no responden a esta tendencia natural, sino principalmente a factores de manejo, zootécnicos y económicos. Atendiendo a lo anterior, en muchas de las ayudas que prestan a vacas en partos personas no profesionales queda la duda si fue realmente indispensable, o si no habría sido preferible esperar el desenlace natural. El desarrollo del parto no sólo depende de la fuerza y duración de las contracciones, sino también de la conformación de la pelvis materna, de la dilatación del conducto de parte blandas, del tamaño y de la capacidad de amoldarse del feto a las
condiciones que vaya enfrentando durante el parto y, en una muy importante medida, de la actitud que tenga el hombre frente a la vaca parturienta. Por esto es importante familiarizarse con el parto fisiológico, de modo que pueda distinguirse lo normal de lo patológico y reconocerse oportunamente cualquier trastorno. La ayuda que a veces es necesario prestar para salvar al ternero o a la vaca debe efectuarse de manera en el momento oportuno. La acción del hombre debe quedar limitada a aquellos casos en que realmente sea imprescindible. No cabe duda alguna que en la reproducción animal las nuevas biotecnologías, ya sea utilizadas aisladamente o en combinación, han provocado una verdadera revolución. La inseminación artificial que permite el uso de espermios provenientes de reproductores de alta calidad genética en una gran cantidad de vientres, y por ende, la producción de miles de crías de un mismo toro, además del control de las enfermedades venéreas. La conservación de semen prácticamente en forma indefinida, posibilita su transporte incluso desde un continente a otro y la obtención de descendencia de reproductores largamente desaparecidos. La inducción y sincronización del estro facilita la inseminación artificial, especialmente en ganado de carne y permite concentrar la época de los partos; igualmente, posibilita la transferencia de embriones a vacas receptoras. El poder tener gran número de hembras en celo en un momento determinado puede simplificar el manejo y contribuir a reducir costos. La superovulación permite la obtención de un mayor número de óvulos, se realiza en la práctica para obtener varios embriones con el objeto de su transferencia, para inducir mellizos en ganado de carne y para recuperar embriones de vacas infértiles. La transferencia de embriones permite su obtención e implementación en hembras receptoras de menor valor. La superovulación junto con la transferencia de embriones aumenta la productividad potencial de la hembra y permite acelerar el progreso genético a través de un aumento de las crías de vacas de alto valor zootecnológico. La congelación de embriones permite suspender el proceso de vida, logrando mantener indefinidamente bancos de embriones de calidad genética superior. También posibilita el intercambio de los embriones criopreservados entre países con ventajas en cuanto al costo de transporte y a evitar la transmisión de enfermedades. Todas estas son técnicas actualmente de uso rutinario a terreno y su aplicación parece ser ya algo natural y normal. Tampoco nos sorprende cuando se habla de producción de mellizos idénticos, cuya técnica basada en la microcirugía a nivel del embrión ha alcanzado un desarrollo que permite su aplicación práctica, de fertilización in vitro, de obtener crías del sexo que se prefiera a través de sexaje de espermios o de embriones, de la producción de quimeras en que los blastómeros de dos o más embriones son colocados juntos para producir un individuo, y de clones, que consiste en obtener, a través del transplante nuclear, múltiples copias de individuos genéticamente iguales o de la incorporación de material genético diferente modificando a voluntad el original; en fin, de manipulaciones de bioingeniería diversas aplicadas a la producción animal. Todo esto abre un campo ilimitado a los avances en la reproducción y producción animal con un impacto que aún no podemos evaluar íntegramente. Cuando pensamos en todo esto debemos preguntarnos si la obstetricia – que es tan antigua como la humanidad misma- no es algo del pasado y si aún vale la pena preocuparnos de ella. Recordemos que la obstetricia animal nació por la necesidad del hombre de servirse de los animales como productores de alimentos (carne y leche) y como animales de trabajo. Las pérdidas que los trastornos del parto provocaban llevaron a los pueblos pastores a intervenir para disminuir estas pérdidas y aliviar el sufrimiento de los animales. Por ejemplo, ya en Antiguo Egipto, 300 años aC, se encuentran referencias de intervenciones obstétricas mediante tracción (Richter y Götze, 1978).
Ningún otro proceso vital tiene tantas posibilidades de crisis como el nacimiento, pues significa para la madre y el feto un gran esfuerzo. Pensemos solo en el brusco cambio que implica el paso de la vida intrauterina a la independiente y los peligros que esto conlleva para el recién nacido. El avance científico no ha podido hasta el presente reemplazar la gestación y el parto como etapas fundamentales en el proceso reproductivo. Si bien el hombre puede manipular el parto, induciéndolo en el momento deseado o retrasándolo, según sea su conveniencia, o lograr que los partos que mayoritariamente se producen de noche se trasladen al día con el objeto de su más cómoda supervisión u obviar mediante técnica quirúrgica el conducto natural del parto, la gestación y el nacimiento de un nuevo ser es y seguirá siendo fundamental. Consecuentemente, la necesidad de evitar los trastornos del parto o corregirlos, si ellos se han presentado, subsiste con igual o mayor razón que antes. Es por ello que se requiere que los médicos veterinarios estén capacitados para ejercer con éxito esta importante especialidad. Al respecto, recordemos la definición de fertilidad según la cual la hembra debe tener una gestación, un parto y puerperio normal y dar una cría viva, además debe ser capaz de protegerla y alimentarla hasta que ésta pueda valerse por sí misma. Esta definición recalca la importancia que tiene la gestación, el parto y el puerperio, lo que indica lo indispensable que es cuidar de estas etapas si se desea mantener la fertilidad en el rebaño. Fuera de esto, interesa muy especialmente el número de crías que una vaca produce durante su vida. Por otro lado, una reproducción regular, es la base esencial de una explotación ganadera rentable; por lo tanto, el mejoramiento de la fertilidad es una de las principales funciones del médico veterinario en una explotación intensiva eficiente. La fertilidad es un criterio de eficiencia económica.
Desde el punto de vista de las pérdidas económicas, la condición del parto es muy importante en una explotación pecuaria. Con el fin de hacer rentable una explotación, ganadera en general, y lechera, en particular, el productor se ve obligado a aumentar su eficiencia cada vez más. Un factor primordiales el parto, ya que con él se inicia el proceso productivo y un nuevo ciclo reproductivo. Para Schumann (1973) la condición “dificultad de parto” adquiere una creciente importancia, por lo que en la mayoría de los países se realizan esfuerzos para evaluar las pérdidas relacionadas al parto, determinar sus causas y reducirlas. Según Smidt y col. (1977) los problemas al momento de parto pueden abordarse desde tres aspecto, a saber: - Evaluando la magnitud de las dificultades de los partos y las pérdidas de terneros. - Investigando los factores que influyen en la aparición de estos problemas. - Probando diversos métodos de selección, manejo y crianza y la aplicación de distintas biotécnicas para lograr disminuir la incidencia de estos trastornos. Las distocias pueden provocar fuertes pérdidas; las directas están constituidas por la muerte de terneros, los gastos de atención de los partos distócicos, la muerte de animales madres, el tratamiento de los trastornos puerperales consecuentes y la baja en la producción de leche. Como factor indirecto sobresaliente debe mencionarse la baja en la fertilidad que, como secuela de los partos distócicos, causan un daño económico importante (Smidt y col., 1977).
El factor económico directo, sin lugar a dudas muy importante pero que en muchos planteles aún no recibe la necesaria consideración, es la sobrevida del ternero. Los problemas del parto y la muerte de terneros son causa de elevadas pérdidas económicas en toda explotación bovina, existiendo entre ambos hechos una estrecha relación, lo que está confirmado por innumerables trabajos (por ejemplo: Smidt y col., 1977). Los factores que producen distocias son múltiples, interactuando durante el parto tanto la madre como el feto; por lo tanto, hay que diferenciar el componente maternal y el directo de la cría. Entre estos factores se mencionan: - El número ordinal de parto. Está comprobado que las vaquillas presentan un mayor número de distocias (Rutter y col., 1980). - La edad y el desarrollo de la madre al momento del parto. El aprovechamiento temprano de las vaquillas es causal de distocia, al no tener un adecuado desarrollo pelviano (Belcher y Frahm, 1979). También vaquillas muy viejas presentan mayores problemas por falta de adaptación de la pelvis. - El peso de la madre. Tanto el sobrepeso como pesos anormalmente bajos al momento del parto tienen importancia en la presentación de distocias (Rutter y col., 1980). - El largo de la gestación. Las dificultades de parto aumentan tanto en gestaciones muy cortas )abortos, partos prematuros) como demasiado largas. - El peso del ternero al nacimiento. Es esencialmente el efecto directo que más influye en la mayor o menor presentación de distocia (Averdunk y Hausmann, 1985). El peso del ternero a su vez está influenciado por el tiempo de gestación y su sexo; recordemos que los machos alcanzan una gestación 1 a 2 días más larga y que el incremento diario de peso del feto se produce precisamente en los últimos días de gestación. - El toro. Como padre del ternero influye en el peso al nacimiento (Nelson y Beavers, 1982) y como padre de la madre en la conformación pelviana de sus hijas, factor que puede tener importancia en las condiciones de parto de éstas (Shumann, 1983). - La raza. Al realizar cruzamientos interraciales pueden producirse desrelaciones materno-fetales entre la cría y el conducto obstétrico (Menissier y col., 1981). Incidencia de partos distócicos Los trastornos del parto alcanzan por término medio en las diversas razas y considerando vacas y vaquillas un 5%. De acuerdo a las diferentes referencias bibliográficas el porcentaje de partos intervenidos varía en un rango muy amplio. Como ejemplo podemos mencionar a Sloss (1974) con un 2% y a Smidt y col. (1977) con un 52,2%, dependiendo de las condiciones a las que estaban sometidas las respectivas observaciones (vaquillas o vacas, raza, cruzamiento, manejo, etc,). En el sur de Chile un estudio realizado por Aliaga (1986) en una explotación lechera con condiciones de manejo más bien natural, sobre 1.572 observaciones obtuvo un 85,3% de partos espontáneos (Cuadro 1).
Cuadro Nº 1: Distribución de los partos de acuerdo a su condición Partos Sin ayuda Ayuda leve Gran dificultad Tracción forzada
Nº 1341 137 83
% 85,3 8,7 5,3
Profesional
7
0,4
Intervención quirúrgica Total
4 1572
0,3 100,0
Al agrupar como partos normales los partos espontáneos, más los con ayuda leve, en que la tracción se realizó sólo para acelerar su desarrollo sin presentar ninguna alteración evidente, ni requerir una corrección previa, el porcentaje sube a un 94,0%, correspondiendo el 6,0% restante a partos distócicos. Incidencia de muerte de terneros Según Schumann (1968) se acepta como normal una pérdida perinatal de terneros de un 4 a un 5%, variando los porcentajes enormemente de un predio a otro, dependiendo de las condiciones de manejo, de la raza, etc. Philipsson (1978), en diferentes países europeos y en distintas razas, observa en primíparas entre 3,5% y 15% y en vacas entre 0,2% y 5,6% de pérdidas de terneros. En el trabajo efectuado por Aliaga (1986), ya mencionado, el porcentaje de terneros muertos fue de 5,6% sobre 1567 terneros (Cuadro 2). Este porcentaje, relativamente alto, pudo deberse a las condiciones de explotación semiextensiva que no permitieron una vigilancia estricta de los partos, que al desarrollarse mayoritariamente sin ayuda provocaron un daño mayor a los terneros, manifestándose en una mortalidad más elevada. Además, el personal encargado de asistir los partos no tenía una edecuada preparación ni recursos en cuanto al cuidado del recién nacido, limitándose, al comprobar un trastorno en la expulsión del feto, a realizar la extracción, descuidando al ternero, ya que aún no existe conciencia general de su valor. Cuadro 2: Distribución de los partos según sobrevida de los terneros Terneros Nacidos vivos Nacidos muertos Muertos 1ras. 24 hs Total
Nº 1480 76 11 1567
% 94,4 4,9 0,7 100,00
En este mismo trabajo se correlacionan los partos normales y distócicos con la sobrevida de los terneros. Al diferenciar el porcentaje de muerte de terneros entre partos normales y distócicos se encontró en los primeros un 4,4% y en los segundos un 23,7% (Cuadro 3).
Cuadro Nº 3: Porcentaje de partos normales y distócicos en relación a la sobrevida del ternero Condición parto Sobrevida Vivos Muertos Total
Normal Nº 1409 65 1474
% 95,6 4,4 94,1
Distocia Nº 71 22 93
% 76,3 23,7 5,9
Total Nº 1480 87 1567
% 9,4 5,6 100,0
Estos resultados comprueban que las condiciones del parto tienen una gran importancia como factor determinante de la muerte perinatal de los terneros. Aun las muertes producidas en el período postnatal pueden tener su origen en daños sufridos por el ternero durante el parto, que afecta su vitalidad y lo hace resistente a las condiciones externas. Esta estrecha relación entre sobrevida y condición del parto debe tomarse en cuenta al momento de la elección de la cruza, tratando de disminuir al máximo los factores que pueden llevar a una distocia (toro, edad y desarrollo, hibridación, etc.). La importancia de la obstetricia animal, en general, radica, pues, en diferentes requerimientos: - Mantención de la vida de la madre. Hoy en día, gracias al avance de las ciencias médicas, se considera la sobrevida de la parturienta como normal. Pero no sólo basta mantener la vida de la vaca, sino que es necesario lograr que su capacidad productiva (leche y carne) se exprese en forma total y sin retardo. En casos individuales es indispensable una adecuada atención clínica para evitar pérdidas. - Obtención de una cría viva en condiciones de afrontar con éxito el medio externo. Cuidar de la sobrevida del ternero adquiere cada vez mayor importancia; debe evitarse durante el parto el daño fetal (asfixia), las infecciones intraparto y establecerse un manejo adecuado que permita al ternero adquirir prontamente las defensas a través de la ingestión del calostro. - Mantención de la fertilidad futura. Está claro que existe una correlación entre las complicaciones al parto producidas en el período anteparto, del parto y postparto, con la tasa de fertilidad. Esto incluye los trastornos por causas metabólicas, tocológicas y la higiene deficiente durante el parto. Todo trastorno a nivel del parto o puerperio se traduce inmediatamente en problemas reproductivos. Las condiciones del parto (a término, prematuro, retardado, múltiple, aborto, atonía uterina, retención de placenta, metritis, etc.) y el método y oportunidad de las intervenciones obstétricas son de gran importancia para el curso del puerperio y la fertilidad siguiente. La fertilidad del bovino es influenciada negativamente por las complicaciones presentadas durante el parto, a tal punto que incluso influye el hecho de si el parto se realiza con producto vivo o muerto, es un 13-14% inferior al que se obtiene después de un parto con ternero vivo. En vacas cuyo parto es espontáneo, con producto vivo y oportuno desprendimiento de la placenta, es más probable obtener un desarrollo normal del puerperio y una mejor fertilidad. Se requiere, pues, evitar los traumatismos del parto (heridas, desgarros del canal blando), las infecciones, las intervenciones inadecuadas, los trastornos de involución uterina, las retenciones de placenta, tomando las medidas preventivas más
convenientes y realizando los tratamientos en forma oportuna. Las alteraciones del puerperio también inciden negativamente en la reiniciación de la actividad ovárica postparto. Mediante los tratamientos de metritis, retención de placenta, etc., no sólo debe lograrse dominar su etapa aguda a través del uso de antibióticos, sino que deben evitarse sus secuelas, que pueden hacer dudosa una nueva gestación o condicionar un período parto-concepción anormalmente prolongado. Un adecuado manejo y atención obstétrica constituye, pues, la base de una exitosa profilaxis de los problemas reproductivos. Es conocido que una buena parte de los trastornos reproductivos de un rebaño pueden originarse precisamente en una ayuda obstétrica inadecuada y la mayoría de las lesiones producidas durante el parto son causadas por la aplicación indiscriminada de fuerza, ya sea prematura, exagerada o técnicamente mal dirigida. Diferentes estudios indican que, como consecuencia de la domesticación y de la intensificación de la explotación bovina, se han incrementado los problemas obstétricos, requiriéndose siempre con mayor frecuencia ayuda profesional y produciéndose un cambio en los variados factores que condicionan, como también en los actos obstétricos. La intensificación ha modificado las condiciones de crianza, de manejo, de alimentación y de producción del ganado. Las intervenciones obstétricas son poco frecuentes en explotaciones extensivas. Para el parto es favorable que durante la gestación el animal pueda moverse libremente y alimentarse en forma natural. Además en estas condiciones, a través de la selección natural, que en la naturaleza se realiza sin misericordia, los factores genéticos que provocan distocias son rápidamente eliminados por la muerte de la madre y/o cría, en general, al momento del primer parto. Los factores que aumentan los problemas obstétricos en ganaderías más intensivas son, entre otros: - El cruzamiento interracial. El tamaño del feto y su conformación pueden discrepar de las condiciones anatómicas del conducto obstétrico materno (Grunert, 1981). - El uso reproductivo prematuro. En vaquillas con desarrollo corporal insuficiente se establece una desrelación entre el tamaño fetal y el conducto obstétrico materno, debido a la pelvis juvenil. - El uso masivo a través de la inseminación artificial de ciertos toros que, no obstante sus buenas características productivas, pueden incrementar el porcentaje de distocias por engendrar crías más grandes, más pesadas o de una conformación poco adecuada para el parto. Estos factores paternos tienen especial significancia en las vacas primíparas (Heimann, 1969). Además, el toro también puede heredar condiciones anatómicas obstétricas adversas en sus hijas, las que se reflejarán al momento de su primer parto, por lo que para mejorar permanentemente las condiciones de parto debe efectuarse a través de los factores maternales (forma y tamaño de pelvis, condiciones del conducto del parto). Una disminución del peso del ternero favorece el parto, pero afecta su capacidad de engorde. Con el aumento del peso de los terneros aumenta el porcentaje de distocias, pero disminuye el porcentaje de pérdidas; esto último se debe a la mayor vitalidad de los terneros más pesados. - La alimentación. Tanto la sobrealimentación como la subalimentación tienen consecuencias negativas en el proceso del parto. La primera lleva al engrosamiento del conducto obstétrico blando, a la hipotonía y atonía uterina y, eventualmente, a fetos
demasiado grandes. A esto se agrega un aumento de los trastornos puerperales en vacas demasiado gordas. La subalimentación, especialmente en la etapa de crecimiento, provoca un desarrollo corporal insuficiente con consecuencias negativas en el parto. También los déficit de energía en la etapa peripartal son, frecuentemente, condicionantes de trastornos puerperales y metabólicos que se traducen en una involución uterina como en una reiniciación retardada del ciclo. - La estabulación permanente o la semiestabulación favorecen los trastornos de la mecánica del parto. - La falta de higiene y limpieza no sólo durante los exámenes y maniobras obstétricas, sino también del local en que se mantiene la vaca durante la alta gestación, parto y puerperio. - El aprovechamiento intensivo lleva a una eliminación más rápida de las vacas y, por lo tanto, a una vida útil más corta y, consecuentemente, a un menor número de partos por animal. Esto hace aumentar el porcentaje de los partos de primíparas y, por consiguiente, el de trastornos obstétricos por ser éstos, por razones obvias, más frecuentes en estos animales. - Las intervenciones prematuras. El deseo de aminorar las pérdidas y disminuir el sufrimiento de la parturienta induce, con gran frecuencia, a intervenciones erróneas y perjudiciales (por ejemplo: aberturas de las bolsas, tracción) que, en vez de favorecer el parto, condicionan precisamente distocias. Los aspectos reseñados demuestran que la presentación de distocias en el vacuno dependen hoy en día en gran medida de una variedad de factores, algunos de ellos derivados de causales económicas y de un manejo animal necesariamente orientado a una mayor producción y rentabilidad de las explotaciones. En general, la tendencia moderna de la medicina veterinaria, especialmente en los animales de utilidad económica, es dar cada vez mayor énfasis a prevenir que a curar, esta tendencia es también válida en el campo obstétrico, pero ello no llevará jamás a desplazar la atención clínica individual del parto bovino, en especial cuando éste está alterado. El costo de crianza y mantención de una vaca, su valor, su largo período de gestación, el pequeño número de descendientes durante su vida, su largo intervalo generacional, la pérdida de la producción lechera y el precio del ternero, justifican de por sí la rentabilidad de estas intervenciones en el bovino, aún aquellas quirúrgicas de envergadura. Es posible, mediante un manejo adecuado (elección del toro, momento de la primera cubierta, alimentación, etc.), prevenir la presentación masiva de trastornos del parto, pero, una vez producidos, su atención profesional estará siempre indicada y será rentable. Además, debemos recordar que la tarea del obstetra no se limita sólo a la ayuda durante el parto mismo. Más que nunca hoy en día deben controlarse las posibles consecuencias negativas que se pueden originar a partir de una distocia y que afectan la producción y reproducción de una vaca y la sobrevida del recién nacido. Debido a la importancia de los trastornos obstétricos y lo multifactorial del problema y con el objetivo de detectar sus causas y establecer las mejores normas de manejo, en cada plantel debe tipificarse adecuadamente el parto de acuerdo a su normalidad y a la ayuda requerida, evaluando la incidencia de los diferentes factores que provocan distocia, estudiando los factores maternales y fetales que intervienen y sus características y, por último, cuantificando las pérdidas peri natales de los terneros. Gracias a la perfección alcanzada por las técnicas obstétricas, al apoyo de un arsenal terapéutico muy vasto (sulfas, antibióticos, relajantes uterinos, hormonas), a los
exámenes de laboratorio y métodos biotecnológicos, la posibilidad de intervenciones exitosas es siempre mayor. Para lograr una mejor ayuda del parto con el objetivo de conservar una reproducción normal y a la vez la vida del producto, se requiere que un profesional, con una adecuada capacidad clínica, realice un examen a fondo, una exacta interpretación de este, una elección acertada de la intervención más apropiada (extracción, operación cesárea, fetotomía), debiendo aplicar que garantice el mayor éxito, sin considerar otros aspectos que no sean puramente médicos. A este respecto, debe insistirse en que las fetotomías, especialmente las parciales, tienen aún hoy día una valiosa indicación. Cabe señalar que no siempre es fácil determinar la mejor intervención, ya que debe considerarse no solo en relación a la vida de la madre, sino a la del feto y a la fertilidad futura. Por ejemplo la operación cesárea tiene un mejor pronóstico para la vida fetal, pero condiciona una mayor incidencia de trastornos reproductivos que la fetotomía realizada en iguales condiciones. Una acertada ayuda obstétrica, en el momento oportuno, evitará las infecciones, o éstas serán de poca consideración, pudiendo ser fácilmente controladas. Las extracciones o correcciones deben efectuarse correcta y rápidamente, evitando, por el empleo adecuado de lubricación y tracción, las lesiones tanto vulvares como perineales, que constituyen una de las principales causas de las infecciones genitales. Cuanto antes se realice la intervención obstétrica, una vez establecida su indicación, tanto más favorable será el pronóstico para la madre, el desarrollo del puerperio, y su posterior fertilidad, como también para la cría. Para cumplir como médicos veterinarios, nuestro deber en la especialidad que nos preocupa, es necesario que los estudiantes reciban una adecuada enseñanza que no sólo requiere del conocimiento teórico, sino de un adecuado entrenamiento práctico en relación a las principales intervenciones obstétrica. El quehacer obstétrico en el bovino se desarrolla generalmente en terreno bajo la observación crítica del dueño o del encargado del animal; esto exige del profesional conocimientos adecuados y gran destreza y seguridad para no sufrir menoscabo en su prestigio. Su forma de proceder sirve además como ejemplo al personal subalterno, que en nuestro medio debe necesariamente intervenir en muchos de estos casos. El éxito de un parto o de una intervención obstétrica debe evaluarse no sólo a través de la conservación de la vida de la madre, del desarrollo normal del puerperio y las expectativas de una nueva gestación y de su capacidad productiva, sino también por la sobrevida del producto. Como ya se dijo, los trastornos del puerperio, fuera de incidir sobre la fertilidad, se traducen en disminución de producción. Visto de esta perspectiva, la obstetricia del bovino es una especialidad que no solamente mantiene su importancia, sino que se acrecienta, y que aunque a veces no falta una gran frustración cuando, no obstante haber hecho todo el esfuerzo, la cría es obtenida muerta, en general da, al que la ejecuta con éxito, una satisfacción especial que se repite cada vez que se contribuye al nacimiento de un nuevo ser vivo.