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La Poesía Negroide reciente de Puerto Rico Lawrence S. Thompson Un cuarto de siglo atrás, tanto América como Europa, en busca de fuentes de in,spiración artística y literaria, volvían sus ojos a temas primitivos y exóticos capaces de reemplazar los destruí dos en el caos intelectual del período que siguió a la primera Guerra Mundial. Se exploraron, entre otras culturas primitivas, los valores de la negra, sin tomar en cuenta si ésta provenía de Harlem, de Africa o de la América tropical. De Frobenius y Ortega y Gasset, Las Atlántidas (1924) a los cabarets negros del Berlín republicano, el hombre occidental recibió una buena dosis de material africano. En los Estados Unidos estamos familiarizados con estas tendencias literarias en la obra de Vachel Lindsay, Langston Hughes y otros de menor importancia. En la escena hubo éxitos como el de Green Pasbures, Porgy and Bess, Carmen fones y Anna Lucasta; y tanto Josephine Baker como Katherine Dunham han hecho mucho para desarrollar el arte coreográfico negroide. Mucha de esta rica cosecha de literatura negra se debe, tanto al hecho que 1.)S negros han encontradc> canales de expresión propia, como por vez primera, audiencias in teresadas; pero gran parte de lo me jor de este arte se debe a la obra de blancos que han encontL,do su fuente de inspiración en vidas )T personajes negros. Existen aspectos diversos de las tendencias negras en literatura. No es necesario que prestemos atención al negro
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sentimental de La Cabaña del Tío Tom o las funciones de variedades de los Minstrels. De mucha mayor importancia aún es la interpretación metafórica, a ratos irónica y sofisticada de la vida del negro en la poesía de Lindsay o en la coreografía de Dunham. Ilustran, en este aspecto, la 'concepción que del negro tiene el hombre blanco y aunque aparezcan en la obra de un negro, las técnicas y las formas exteriores son europeas. De cualquier ángulo que se les examine, los tipos negros de estos escritores difieren tanto del personaje de Harriet Beeeher Stowe como los gitanos de Bizet se apartan de los de Federico García Larca. Un tercer aspecto de la cuestión es la vívida pintura de la vida del negro, tal cual se lo representa el artista, más aún, si éste es negro. Desgraciadamente el sensacionalismo popular del ambiente y vida negra lleva le tendencia de convertir este aspecto en grosero o banal. Estas tendencias hacia lo negroide ofrecen excelente oportunidad de expresarse, en un género apropiado, a los negros americanos de Harlem a Trinidad. En Cuba ha habido gran abundancia de poesía negra, la mejor de ella recogida por Emilio Ballagas en su Antología de Poesía Hispano American.a (Madrid, M. Aguilar, 1935). Ballagas, un blanco que ha escrito buena poesía negra, seleccionó de autores cubanos la mayoría de los poemas en su obra. Incluye un encantador son escrito por Gareía Larca durante su estancia en Cuba en 1930, aunque omitió la magnífica "Oda al Rey de Harlem" del propio autor. Ballagas presta especial atención a la obra de un poeta blanco de Puerto Rico, Luis Palés Matos. A pesar de colocar Ballagas al poeta cubano Nicolás Guillén por encima de Palés Matos, este último fué el primero, entre los poetas de las Antillas Hispanas que exploró las posibilidades del tema negro en literatura. Una simple inspección de la cronología de las publicaciones nos revela que Palés no sólo precedió a Guillén sino también a Ballagas y demás poetas menores cubanos. Por lo demás, el poeta negro puertorriqueño de la pasada cen-
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turia, Eleuterio Derkes (Poesías, 1871) ha hecho incursiones ocasionales en temas negroides y más recientemente Luis Felipe Dessus ha mostrado tendencias similares. Palés sin embargo, ha sido el primero de tratar en poesía los temas negros con verdadera extensión. Las pruebas de la prioridad de Palés, pueden ser suministradas por el Dr. Ramón Lavandero, de la Escuela de Medicina Tropical de San Juan y jefe del propio Palés en el Departamento de Salubridad Insular, en el momento en que éste empezó a escribir poesía negroide. De acuerdo con el Dr. Lavandero, Palés adquirió un interés activo en los temas negros, a través de la lectura de un libro más bien ligero, sobre las costumbres africanas, libro cuyo título, ha sido infortunadamente olvidado. Después de completar su "Danza Negra", su verdadera obra maestra, Palés la leyó en una tertulia de la Mallorquina, restaurant de San Juan, caro a los intelectuales borinqueños. Entre los presentes estaba Luis Muñoz Marín, actualmente el más poderoso líder político de Puerto Rico. Se cuenta que Muñoz hizo un comentario sobre la similitud existente entre el poema de Palés y la obra de Vachel Lindsay, replicando Palés que nunca había oído nada de Lindsay o de cualquier otro escritor de poesías de ese tipo. Subsecuentemente, sin embargo, Palés comenzó a estudiar a Lindsay y demás prosas y poesías referentes al negro. Palés Matos nació en el "año de la invasión" en 1898 en Guayana, Puerto Rico, región densamente poblada de negros y de característico paisaje tropical. Desde la más temprana juventud se interesó por la poesía y publicó su primer volumen de versos a la edad de catorce años. Hasta mediados del 1920 no pudo encontrar un medio poético original en qué expresarse adecuadamente. Sin embargo, en 1926 publicó "Pueblo Negro" poema con que iniciaba una nueva dirección de su obra. Muestra una visión exótica de la vida del negro y parece ser indiferente a cualquier tratamiento realístico del tema. Durante los ocho años siguientes, prosiguió en esta nueva senda hasta que final[11 ]
mente, en 1937, publicó un delgado volumen de cerca de treinta poemas bajo el ingenioso y expresivo título de Tuntún de Pasa y Grifería. Se incluía en el volumen un penetrante ensayo crítico de Angel Valbuena P'rat que servía de valiosa introducción. El éxito de Tuntún fué inmediato y prontamente obtuvo el premio ofrecido por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. Palés es blanco y escribe y piensa como tal. Contrariamente a Ballagas o a Nicolás Guillén, Palés no intenta crear una atmósfera de autenticidad en sus poemas o imitar la manera característica de hablar de los negros. Sus recuerdos de la niñez sobre los negros de la Guayana sólo entran ocasionalmente en sus poemas y más bien son inspiraciones momentáneas que temas consistentes. Palés se desvía del negro que conoció en los campos y busca crear un negro abstracto e hipotético. El "Lagarto Verde" es típica muestra de su tratamento del tema; en tono superior pero de encantadora gracia, nos retrata una aristocracia negra, ejemplarizada por el "Condesito de Limonada" y "Madame Cafolé" quienes se conducen con maneras cortesanas hasta que una simple conjura ("lagarto verde") los arroja de nuevo a la selva. Durante cinco o seis años Palés ha estado silente. Se rumora que trabaja en una novela, pero no existen indicaciones de que continúe en sus temas negros. No ha existido otro poeta en Puerto Rico que siquiera se aproxime a la perfección de Palés en el tratamiento de los temas negros. En 1934, (Athenea) anual de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, dedicó su sección literaria a ensayos por prominentes críticos y a poemas originales sobre temas negros. Especialmente interesante es la feliz traducción inglesa de la "Danza Negra" por Tomás Blanco, quien ya había introducido a Palés a sus conciudadanos de habla inglesa en el American Mercury de Septiembre de 1930. Un estudiante, Luis Negrón Fernández, hoy prominente abogado de San Juan, contribuyó con un poema titulado "Misa Negra" que ganó el premio [12]
ofrecido por el A,te1'leo Puertorriquáio y Cesáreo Rosa Nieves, instructor de literatura española en la Universidad, contribuyó con un poema bacanálica intitulado ttMunda, la Reina del Tom Tom". Sin embargo, ninguno de estos dos autores ha conseguido nombradía literari;J. por sus poesías negroides. En la publicación crítica de tan corta vida, Hoslos, editado por Emilio R. Delgado en 1928 y 29 se prestó alguna atención a los temas negroides. Algunos de los poemas de Palés aparecieron en esta publicación. El único otro poema negro que se publicó fué un poema de débil simbolismo lírico ("El Negro") por Luis Llorens Torres, brillante autor en el tratamiento de otros temas líricos y una balada de gran colorido ("Drama Negro para Ciegos") por Angel Valbuena Prat. De mucho mayor valor que los citados es la "Canción de Faena" del Dr. Lavandero, publicada en el último número de Hoslos. Esta traducción casi perfecta se tomó de una canción de los negros de Georgia sobre su héroe John Henry y se montó en un ritmo de mandarrias. La incursión del Dr. Lavandero en la genuina poesía negroide sugiere otro aspecto de esta poesía reciente de Puerto Rico, la vulgarización de la vida de los negros en poesía. Palés, en ningún sentido que se le mire, fué jamás vulgarizador, pero sus seguidores de Cuba escribieron en un estilo tan real como les fué posible. No es demasiado difícil imaginarse la poesía de Guillén o de Ballagas en boca de los negros habaneros. La obra de Palés se concibe en función de recitaciones capaces de enfrentarse a las demandas de una audiencia culta. Como resultado la "Danza Negra", tal cual la recita José González Marín, ha ganado un puesto en España análogo al del "Congo" en América. Los cubanos han tenido la extraordinaria suerte de poseer a Eusebia Cosme como popularizadora de sus obras en el escenario y en la radio. Esta bien dotada recitadora puede ser oída por cualquiera que sintonice las estaciones [13 ]
habaneras. El Dr. Lavandero, en el volumen segundo de la revista del Ateneo Puertorriqueño, publicó una descripción llena de colorido de su recitación del "Sensemaya" de Guillén. Las posibilidades dramáticas de este magistral exorcismo poético son bien evidentes de la lectura de la estrofa final, en conjuro letal: i Mayom be-bombe-mayol1'tbé! SENSEMAyÁ,
LA
CULEBRA.
i Mayombre-bombe-lnayombe! SENSEMAy Á, NO SE MUEVE.
i Mayombre-bombe-lnayombé! 5ENSEMAy Á,
LA
CULEBRA.
¡Mayo nzbe-bombe-mayombé ! SENSEMA YÁ, SE MURIÓ!.
Puerto Rico, también tiene su recitador, Juan Baria, negro conocido popularmente a las radioaudiencias boricuas como "El Faraón del verso negroide". Baria sin dirección de ninguna clase a no ser en las técnicas rudimentarias de la recitación por Leopoldo Santiago Lavandero, director del Teatro Universitario. Su sentido de los valores esenciales de la poesía negroide tendrán probablemente sus raíces en la infancia en Dorado y en los años pasados en Canóvanas y Carolina, regiones densamente pobladas por los negros. El arte de Baria es en sí mismo diferente del de Palés. A Baria sólo le preocupan sus oyentes del momento; Palés por el contrario escribe para la eternidad. Boria, entretiene, Palés, medita. No debe sorprendernos por lo tanto que el repertorio de Baria se nutra del Dinga y Mandinga, de Fortunato Vizcarrondo. a Vizcarrondo, cartero de la ciudad de Santurce, no ha tenido, al igual que Baria, entrenamiento en las técnicas poéticas. Pero ha tenido notable éxito al escribir poesía dialectal, lejanamente reminiscente de la de Burns. No es una [ 14\
poesía de altura y el propIO Vizcarrondo se vió obligado a costear la impresión de Dinga Ji Mandinga en 1942. A pesar de eso, es poesía que satisface y el colorido de los temas escogidos y el entusiasmo de Vizcarrondo, la han hecho elevarse muy por encima del nivel de' "The Shooting of Dan MacGre¡w". No sabemos de otra poesía capaz de ofrecer la oportunidad de tan hábil onomatopeya, como la que encontramos en "Tangalatin" y el divertido dialecto de "¿Y tu Agüela, a'onde ejtá?" es una verdadera proeza literaria. La poesía de Vizcarrondo probablemente id a la tumba con Juan Boria. Cada una de las estrofas, viola los requisitos básicos de la buena poesía. Además, siempre nos queda la sospecha que su verdadera intención es meramente el explotar los temas negros debido a su atracción en el público. La importancia de Vizcarrondo es únicamente la de reflejar una tendencia y la de señalar el camino, para más y mejor poesía de este género. Palés nos ha mostrado lo que la genuina inspiración es capaz de hacer con los temas negroides. Un tratamiento correcto de este material, puede ser· un factor de considerable importancia en el desarrollo de la cultura nacional y de la literatura puertorriqueña.
(Traducción de Rodolfo Tro).
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