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La Predestinación ¿Fatalismo ó Providencia?
Análisis –En Un Contexto Islámico– De Las Doctrinas De LA ELECCIÓN y EL LIBRE ALBEDRÍO A La Luz De Las Sagradas Escrituras
______________________ Carlos MADRIGAL
Análisis, En Un Contexto Islámico, De La Elección Y El Libre Albedrío A La Luz De Las Sagradas Escrituras
Contenido Introducción a la Versión en Español… .......................................... 7 Consideraciones Previas… ............................................................. 11 1. Preguntas “Destinadas” a Recibir Respuesta ............................... 19 I.
¿Es la Elección de la que habla la Biblia una predestinación fatalista? ........................................................ 20
II. ¿Es acaso Dios el causante directo de todo lo que ocurre en el universo? ......................................... 26 III. ¿Puede actuar el hombre al margen de los designios de Dios? ............................................................. 37 IV. ¿Puede el hombre frustrar los planes de Dios? ........................... 45 2. La Doctrina de la Elección “Preferida” por la Biblia .................. 51 a) La muerte de Cristo provee el rescate por todos .................... 58 b) La salvación es una oferta para todo el mundo ...................... 58 c) El ser humano puede aceptar o rechazar la salvación ............ 59 d) El ser humano puede resistir al Espíritu Santo ..................... 60 e) Aquellos que han participado del Espíritu Santo pueden quedar excluidos de la salvación .............................. 60 f) Por causa del pecado original todo el mundo está bajo condenación ................................... 61 g) Dios ha escogido al hombre para que se salve en Cristo .................................................... 62
La Pred est inación. ¿ Fat alism o ó Prov id encia?
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h) La muerte expiatoria de Cristo solamente se aplica a los elegidos ........................................ 64 i)
Los elegidos no pueden frustrar la acción del Espíritu ......... 65
j)
Los predestinados alcanzan la semejanza al Hijo ................. 67
3. Elección Para La Salvación ............................................................ 71 I.
Elección y predestinación son cosas diferentes… ...................... 72
II. ¿De qué aspecto de la voluntad divina depende la elección para la salvación? ....................................... 76 III. La cláusula divina para la elección salvífica ............................... 86 IV. ¡Todo para alabanza de Su gloria! .............................................. 98 4. Elección y Predestinación en el Texto Sagrado ............................ 99 I.
La predestinación en Romanos 9–11 ......................................... 100 Diferencia entre la elección para salvación y la elección de un pueblo ........................................................ 112
II. Destinatarios, condiciones y propósitos en las elecciones divinas ........................................................... 115 Ro.9:21-24 ................................................................................ 116 Ef.1:4-11 ................................................................................... 117 Ro.8:29-30 ................................................................................ 117 2Ts.2:13-14 ............................................................................... 119 2Ti.2:19-21 ................................................................................ 120 1Pe.1:2; 2:8-9 ........................................................................... 122 Ap.3:5; 17:8 .............................................................................. 124 III. Diversas elecciones… ............................................................... 128 a) Elección de un pueblo .......................................................... 129 b) Los salvos
............................................................................. 131
c) Adopción y semejanza al Hijo .............................................. 132
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d) Usos honrosos y deshonrosos ............................................... 133 5. ¿Se Puede Perder la Salvación? ................................................... 137 I.
El fundamento de la salvación .................................................. 140
II. ¿Pueden los elegidos perder su condición de electos? .............. 145 III. Pasajes que sugieren la pérdida de la salvación ......................... 147 a) ¿Quién es creyente de verdad? .............................................. 147 b) Los frutos de los salvos ........................................................ 149 c) Advertencias contra una fe errónea ....................................... 150 d) Referencias a los galardones ................................................. 152 e) Disciplina o descalificación .................................................. 155 f) Textos de interpretación incierta ........................................... 158 IV. Textos que aseguran la continuidad de la salvación ................... 160 V. ¿Y los que se apartan? .............................................................. 166 6. ¡Alcanzar el Premio Supremo sin ser Descalificados! ................ 169 I.
Alcanzar la salvación ................................................................ 170
II. Poseer la salvación .................................................................... 175 III. Cultivar la salvación… .............................................................. 179 IV. Alcanzar el premio… ................................................................ 182 V. CONCLUSIÓN ............................................................................ 187
Apéndice-1, Al-Qadar (El Destino) en el Islam ............................... 191 Apéndice-2, El Destino en la Biblia y el Corán ............................... 199 Apéndice-3, ¿Cómo entender Romanos? ......................................... 201 Apéndice-4, Breve Análisis de Romanos 9–11 ................................. 203
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Introducción a la Versión en Español…
Este libro ha sido concebido para presentar el tema de la elección y
la predestinación en un contexto de mayoría islámica, como es el caso de Turquía. A la vez procura iniciar a los creyentes que viven como minoría cristiana en dicho contexto, en este tema tan trascendental de la Palabra; ayudándoles a entender el debate esencial sobre esta doctrina, tal como ha surgido dentro de la teología Protestante o Evangélica. Por último anhela ayudarles a superar diferencias y disputas que el tema ha generado tantas veces en el pasado, y aun hoy en día.
No se trata pues de un estudio exhaustivo del destino en el Islam, que es una de las piedras fundamentales de esta fe. El libro aporta sólo unas pinceladas de lo que es la creencia general entre los musulmanes (y concretamente entre la mayoría sunnita de Turquía). La idea es que el creyente que ha bebido esta cultura pueda comprender ahora el tema desde la revelación bíblica y apreciar los contrastes. ¿Qué valor o utilidad puede tener para los lectores de habla hispana? Por lo pronto surge de la experiencia de un obrero español con más de veinte años de servicio en el campo misionero. Pero sobre todo ayudará al lector a introducirse, aunque sea de forma elemental, en la mente de esa inmensa cantidad de países y culturas que abrazan la fe del Corán. Por otra parte, proporcionará una nueva perspectiva a un tópico generalmente tratado exclusivamente desde la óptica occidental. Además aporta su peculiar interpretación del tema con una fuerte base bíblica, arrojando luz a pasajes que a veces se han soslayado por ser difíciles. Frente al creciente interés que el Espíritu de Dios está levantando en toda Latinoamérica y en la Península misma hacia las zonas más descuidadas por el evangelio –que constituyen en su mayoría países de religión islámica– el presente libro es además una herramienta para seguir alimentando el llamado del Señor hacia esas latitudes. Y un estímulo para
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hacerles llegar el mensaje de una manera más eficaz. El Islam acusa al Cristianismo de dividido y confuso. Y los debates a veces feroces que las distintas escuelas o corrientes teológicas cristinas han librado, no favorecen ni la comprensión de la Palabra, ni un testimonio genuino. El autor, por servir en una iglesia nacional de primera generación, evalúa el tema no sólo desde el punto de vista del debate teológico, sino desde la voluntad de dar un testimonio unificado de la verdad. Para ello intenta, si es posible, armonizar puntos de vista visiblemente contradictorios, y si no, hacer una análisis crítico desde el respeto. Las iglesias nuevas sufren el embate de los que desde otros países ‘exportan’ sus corrientes doctrinales con todo su trasfondo cultural, lo que crea más confusión que otra cosa. La Iglesia Evangélica Turca, no ha tenido tiempo aún de consolidar actitudes inmovilistas en teología (gracias a Dios). Por ello está dispuesta a analizar el tema no desde la defensa de tradiciones, sino desde una voluntad de descubrir la verdad bíblica. Quiere aprender de todas las corrientes, para volver luego al fundamento de la Palabra y ver allí la consistencia o debilidad de cada planteamiento. Esta es también la voluntad de este libro. Y es el lector quien juzgará si se ha alcanzado o no el objetivo. No perdamos de vista que el análisis teológico no debe servir a posturas doctrinales, sino que la teología debe servir al pueblo de Dios para que éste descubra las maravillas de Su revelación. En la versión en español se ha invertido el orden de los capítulos 1 y 2 de la versión en turco. La razón es simplemente presentar el tema de la forma más asequible a ambas culturas y situaciones eclesiales. Sin una información previa de las principales posturas sobre la predestinación en la tradición evangélica, se hace difícil para el creyente turco introducirse en el tema. Por el contrario, sin un análisis comparativo de los puntos de vista cristianos y orientales sobre el destino, al lector de habla hispana se le pueden escapar matices de alguno de los énfasis del libro. Si al finalizar la lectura el lector crece en su admiración y dependencia de Aquel que hace todas las cosas según Su beneplácito, y aumenta en deseos de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, este ensayo habrá cumplido con creces su propósito. ¡Adorémosle pues por Su soberanía y por el don precioso de la libertad que le ha sido dada 8
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al hombre! ¡Adorémosle por Su oferta universal de la salvación, presentada a todos a través de la comunidad “de reyes y sacerdotes” llamados a proclamar Sus maravillas! Estambul, Mayo de 2005
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Consideraciones Previas…
Acabas de tomar este libro y empezar a leer sus líneas. ¿Qué es lo
que te ha motivado a ello? ¿Ha sido una decisión tuya, o te ha impulsado una fuerza sobrenatural? Quizás si solamente te hubiera preguntado, “¿por qué lo lees?”, la respuesta hubiera sido simplemente, “porque me interesa el tema”, o “por curiosidad”.
Pero si creemos en la existencia de un Dios todopoderoso y se nos insta a tomar partido entre el tema de la soberanía divina (kül-li irade) o la libertad de la voluntad humana (jüzi irade), la situación se complica.1 Para colmo, digamos que éste u otro libro parecido defiende la postura del libre albedrío absoluto y te convence. ¿Dirán los partidarios de la predestinación, que Dios te ha impulsado a creer en un error? Por el contrario, si el libro nos convence de la soberanía absoluta de Dios y la sumisión total de toda criatura, ¿dirán los defensores del libre albedrío, que como hombre no posees la capacidad de pensar libremente? No lo creo. El tema bíblico de la “elección” o de la “predestinación” se fundamenta en la fe en un Dios todopoderoso, soberano absoluto del cosmos. Esto implica que Él es también soberano sobre todo acto que ocurre en el universo, y determina, en última instancia, el destino y las consecuencias de todo. Este tema constituye una de las piedras angulares de las Sagradas Escrituras. De igual manera, las Escrituras apelan a la voluntad humana para que actúe correctamente y hacen al hombre responsable de 1 “Kül-li irade”, voluntad absoluta en el Islam (la de Dios); “jüzi irade”, voluntad relativa (la del ser humano). El contraste entre estas dos voluntades en el Islam es claro, por lo que no existe ninguna complicación en su teología, que postula que la causa directa e indirecta de todo es Dios. En cambio en el cristianismo, existe un claro enfrentamiento de posturas, defendiendo la supremacía de una voluntad (la de Dios) o la libertad de la otra (la del hombre); o lo que aún es más difícil: queriendo armonizar las dos...
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sus actos. Lo que implica que él es el autor de los mismos. Esto nos conduce a otra dimensión del tema: la del “libre albedrío”. Pero hay que decir, que el énfasis en la Biblia –en éste y en la mayoría de los temas– no es ni doctrinal ni teológico, sino devocional y vivencial. ¡La Palabra sostiene que podemos confiar plenamente en un Dios que tiene la capacidad de cuidar todos los detalles de la vida, según Su bondad infinita! Y por ello mismo nos insta a someternos a Su gobierno en actitud de adoración y gratitud. Esta es una entrega de fe: es decir no forzada sino voluntaria, alimentada por la confianza que podemos depositar en Él. En ocasiones en un accidente de coche nos libramos de una forma ‘milagrosa’, en otras sufrimos consecuencias trágicas y nos preguntamos ¿ha sido sólo fruto de un fallo técnico/humano o está Dios detrás de todo ello? La respuesta en la Biblia es que si llevamos una vida centrada en Dios, en ambas situaciones podemos confiar en Él, porque no sólo controla toda situación, sino que sacará una bendición de toda circunstancia. “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” (Ro.8:28; Biblia “Dios Habla Hoy”). ¡A esto se le suele llamar la ‘DIVINA PROVIDENCIA’! Se dice: Dios nos creó con el fin de que lo amemos libremente. Pero si no lo hacemos nos castiga. ¿Es esto libertad? ¿No lo llamaríamos más bien coacción? ¡No! Porque Él es el primero en “obligarse” a amar (puesto que el significado de amar en la Biblia es ‘negarse a uno mismo’, ‘entregarse por los demás’; lo que hizo Cristo por nosotros). Así también amar es responsabilidad de todo ser humano. Si decidimos no amarle, nosotros mismos nos condenamos a vivir apartados de Dios, con lo que somos nosotros quienes nos castigamos. Ser libres no implica que podemos traspasar impunemente los límites con los que hemos sido creados. Sino que debemos actuar consecuentemente y responsablemente. Por ejemplo: hemos sido creados para vivir alimentándonos. Somos ‘libres’ para hacerlo o no. Pero si cambiamos nuestros hábitos al respecto pagamos nosotros las consecuencias; como en los casos de anorexia. Lo mismo ocurre con el ‘amar a Dios libremente’. 12
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Algunos seres se someten a Dios, otros se revelan contra Su voluntad o Su plan. ¿Significa esto que se le escapa la situación de las manos? ¿Coarta Dios la libertad de ellos si los castiga? Tales hombres forjan su “propio destino” al revelarse, “atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” caen “en su propia condenación” (2P.2:1, 12; 3:16) y a la vez Dios los aboca a tal fin “siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1P.2:8). De nuevo la Biblia, más que una disertación teológica, nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos y hace un llamado para entregarse a Dios. Estos son algunos de los temas sobre los que la Palabra, al hablar de libertades y responsabilidades, nos invita a meditar. Pero esta meditación nos fuerza a buscar respuestas teológicas porque en definitiva, la teología es el intento de entender a Dios y todo lo que Él hace de forma ordenada. Y en consecuencia nos invita a hallar el significado último de nuestras vidas. Desde la perspectiva evangélica tradicional, el tema de la predestinación es sobre todo un tema de discusión teológica, que muchas veces no afecta para nada nuestra vida cotidiana. Incluso los más acérrimos defensores de una soberanía estricta, en su día a día enfocan su vida como dependiendo de sus propias decisiones. En contraste los adeptos de la libertad absoluta, en aquello que no pueden cambiar, no tienen más remedio que aceptar ‘lo inevitable’. No así para el oriental; bien sea de una cultura cristiana, musulmana o hinduista, etc. Todo está impregnado por el sentido del destino y por la resignación a una voluntad trascendente y caprichosa. El oriental busca la razón y la justificación de cada acontecimiento, de cada relación personal, de cada decisión, en una voluntad superior a la que someterse, o que lo somete a la fuerza. Así pues el establecer los límites y la amplitud de su libertad y responsabilidad conforme a la Biblia, va a afectar su relación con Dios, consigo mismo y con los demás de forma radical. ¿Deberá resignarse o deberá luchar? ¿En las dificultades podrá confiar en la bondad de Dios o deberá tragarse su frustración, pensando que Él le quiere amargar la existencia? ¿Dependerá de él o ella restaurar las relaciones personales dañadas con su prójimo, o debe permanecer como simple espectador o espectadora ante lo ‘inevitable’? ¿El progreso 13
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personal o social dependerá de su participación y esfuerzo, o no tiene sentido querer mejorar nada? Así pues una teología correcta tiene más consecuencias en el enfoque de la vida de lo que en principio podría parecer. ¡Sobre todo en Oriente! A lo largo de la Historia de la Iglesia los teólogos que han intentado armonizar estos dos tópicos –el de la soberanía divina y el de la libertad humana– se han encontrado con muchas dificultades, y estas mismas dificultades siguen hoy presentes. ¡Cuando trasladamos el tema de la soberanía de Dios del área devocional a la doctrinal, se convierte en un tema muy delicado! Porque hay que hacer definiciones precisas y a Dios no se le puede analizar ‘en una probeta’. Como resultado natural de la reflexión teológica, dos son las posturas básicas que en el protestantismo se han formulado, y éstas constituyen dos polos opuestos. A su vez existe un extenso abanico de interpretaciones que oscilan entre estos dos extremos. En nuestros días estas dos posturas son conocidas por los nombres de quienes las formularon en tiempos de la reforma: Calvino - calvinismo, y Arminio - arminianismo. Según el sistema teológico desarrollado por Calvino, el destino final del hombre está totalmente supeditado a la voluntad divina. Según Arminio el destino eterno del hombre, está totalmente supeditado a su libre respuesta al llamado divino. Evidentemente todo el mundo es ‘libre’ de expresar y defender lo que piensa. Pero cuando se trata de entender e interpretar las Escrituras debemos adoptar una actitud humilde e intentar despojarnos de toda idea preconcebida, sometiéndonos a la verdad revelada. Estoy seguro de que ésta era y es la intención de todo teólogo al abordar el tema. Por otro lado, tenemos un entendimiento limitado de la vasta verdad divina y somos, lo queramos o no, producto de nuestra cultura y del pensamiento de nuestro tiempo. Esto condiciona en parte la lectura que hacemos del texto sagrado, así como nuestras posturas teológicas. Evidentemente el mismo riesgo es válido para este ensayo. Con todo, es posible y a su vez necesario desarrollar enunciados teológicos más ajustados y encontrar expresiones más adecuadas a nuestras circunstancias. Partiendo de los estudios que en épocas pasadas 14
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realizaron nuestros predecesores en la fe, podemos reforzar aquellos puntos que quedaron débiles o son cuestionables. Al decir esto, debo confesar que no me considero un especialista en el tema. Y en este estudio he intentado –fuera de las expresiones y definiciones teológicas totalmente imprescindibles– encontrar ilustraciones asequibles a todos los lectores, en armonía con la información que las Escrituras nos dan. Con todo no es tarea fácil. Antes de introducirnos de lleno en el tema, es necesario aclarar un último punto. Aunque quizás suene extraño, creo que las dos posturas tienen parte de razón. Por supuesto que ambas presentan en sus sistemas teológicos postulados contradictorios que son irreconciliables. En este sentido es imposible armonizar el sistema Calvinista y el Arminiano. Pero cuando se trata de las relaciones entre Dios y los hombres (como en el caso de “la elección”), tratamos de entender dos dimensiones aparentemente incompatibles –la dimensión divina y la humana– por lo que algunos conceptos pueden parecer excluyentes aunque no lo sean. En realidad no son incompatibles ni contradictorios sino que se superponen. ¿Qué estoy intentando decir? Tomemos como ejemplo la doctrina de la inspiración de las Escrituras. Cuando declaramos que la Biblia es 100 % la Palabra de Dios, reconocemos a su vez que incluye las expresiones de los autores que escribieron sus diferentes partes. Decimos que las cartas de Pablo son Palabra de Dios. Pero a su vez son palabras de Pablo mismo. Pablo expresó en ellas sus pensamientos, pero bajo la inspiración del Espíritu Santo, lo cual implica que cada expresión que utilizó estaba bajo la guía exacta y precisa de Dios. Un enunciado así es una contradicción para la mente humana. Diríamos: “O se trata de la Palabra de Dios o la de Pablo; pero no de ambas a la vez”. El concepto de inspiración de las escrituras en el Islam, es a su vez un buen ejemplo para apreciar el contraste entre el concepto de predestinación según la fe bíblica y según la coránica. Las Escrituras judeocristianas incluyen dos tipos básicos de textos: (a) los oráculos y (b) los textos inspirados; que pueden ser tanto relatos históricos, como reflexiones teológicas, así como plegarias, salmos etc. Los oráculos son porciones dictadas por Dios, en las que el profeta se remite a reproducir literalmente lo que “oye”, introducidas generalmente por las palabras: “Así ha dicho el Señor...”. Los textos inspirados en cambio, son la 15
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combinación de lo que Dios quiere decir junto con los pensamientos del autor sagrado, expresados según sus habilidades lingüísticas, conocimientos, experiencias, etc. Pero estos textos, a pesar de la participación activa y libre del hombre, siguen cumpliendo el propósito de Dios y constituyen su Palabra inerrable. El Corán en cambio pretende recoger los dichos de Dios, recibidos por Mahoma, sin ninguna intervención humana. La teología islámica solamente acepta el concepto de ‘oráculo’. El profeta en este caso es un mero ‘megáfono’ en las manos de Alá. El mismo contraste es aplicable al concepto de predestinación en las dos fes. El Cristianismo postula que (a) hay ocasiones en las que Dios interviene directamente, –al margen de la voluntad del hombre- para cumplir Su plan y propósito; y hay otras en las que (b) de forma providencial guía los actos del hombre para alcanzar el fin que Él quiere, pero sin coartar su libertad. Este contraste se aprecia también en la explicación del origen del pecado. Según el Islam Dios interviene directamente en todos los actos humanos; y por lo tanto ¡Él es tanto la causa de la virtud como del mal!2 Según la Biblia el pecado es un resultado de la libertad dada al hombre. “He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas perversiones” (Ecl.7:29). Hay pues un aspecto muy importante que no debemos perder de vista: para Dios es viable dirigir al hombre a un fin concreto sin violar su libre albedrío (ver 2P.1:21). ¿Cómo es esto posible? ¡La verdad es que no lo sé! Se trata de algo sobrenatural y lo sobrenatural por definición es milagroso. Por eso mismo lo llamamos sobrenatural y si pudiera ser adscrito a los límites de lo natural, dejaría de serlo. Pero estos dos postulados –que la Biblia “es en su totalidad la Palabra de Dios” y a la vez “es obra de sus autores”– nos son contradictorios. Simplemente son el resultado de la ‘colaboración’ efectiva de dos dimensiones aparentemente incompatibles: la divina y la humana. ¡Pero con la garantía de infalibilidad divina! Como sólo podemos comprender la dimensión humana, nuestra lógica no puede asimilar la participación divina sin detrimento de la libertad humana; o la autoría 2
“Si les sucede un bien, dicen: «Esto viene de Alá». Pero, si es un mal, dicen: «Esto viene de ti». Di: «Todo viene de Alá».” (Corán, An-nísa 4:78).
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humana sin perjuicio de la inerrabilidad del texto. Pero Dios que entiende y participa de ambas dimensiones, nos dice que los dos enunciados son posibles y verdaderos. ¿Por qué no aceptarlos simplemente tal y como los presenta la Palabra? La misma actitud es válida y necesaria cuando nos acercamos al tema del destino… Todas las expresiones bíblicas referidas a la soberanía divina y la libertad humana, en realidad están ahí para fomentar en nosotros un sentido de confianza absoluta en Dios y de responsabilidad total ante nuestros actos. Cuando lo entendemos y lo vivimos así, una paz indescriptible y un sentido de armonía inunda nuestros corazones, nos llenamos de admiración a Dios y aflora en nosotros un deseo incontenible de entregarnos más a Él. Entonces la doctrina del “destino” en vez de crear disputas y divisiones produce paz y armonía. Éste es mi deseo para los lectores a través de este estudio: paz y armonía. Estambul, Junio de 2003
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Capítulo 1
Preguntas ‘Destinadas’ a Recibir Respuesta En este capítulo llegaremos a las siguientes conclusiones: •
Dios planifica y cumple todos Sus propósitos de forma providencial, con dos claros fines: Su gloria y el bien supremo del hombre.
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Ha creado al hombre responsable de sus decisiones y actos. Él no es responsable del pecado.
•
Dios escoge a, y decide sobre personas o grupos de personas; pero ésta no es una predestinación fatalista.
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Todo ser humano se resiste a Dios, pero Él para cumplir Sus propósitos, usa o persuade a quien quiere sin violar su voluntad. *
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S
i Dios es soberano absoluto, y si además es omnisciente y omnipotente, no hay posible discusión: Él planifica todo de antemano y lleva a término todos sus designios. Pero si fuera así de simple, ¿valdría la pena discutir siquiera el tema? En el Islam el destino, no se refiere únicamente a la meta de la vida, al fin último; sino que implica que todo devenir, cada fracción infinita de tiempo depende de la planificación y la ejecución divina. Y es más importante el concepto de sometimiento a la voluntad divina, que la existencia o no de un propósito. En el Cristianismo el enfoque consiste más bien en el interés por elegir a algunas personas o grupos de personas para fines determinados. El propósito prima sobre el dictado. Dios elige a ciertas personas para crear la familia de donde nacerá el Mesías, o para que ocurran ciertas liberaciones en la historia, o para que un pueblo le sirva como adorador,
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o para que algunos alcancen el cielo, o para que otros proclamen su Palabra... El énfasis en el Islam está en la total inaccesibilidad de la voluntad divina y por tanto es absurdo buscar un significado; el énfasis de la revelación bíblica está en el propósito, y por tanto en la plenitud de significado. Por eso la Biblia dice que Dios todo lo hace conforme a “su beneplácito”, es decir siguiendo el dictamen de su BUENA VOLUNTAD (Ef.1:9). Aunque esto debiera representar un alivio para todos –pues nos asegura que Dios no actúa caprichosamente– la reacción natural del hombre es cuestionar la legitimidad de Sus decisiones: “Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad?” (Ro.9:19). Así pues la Biblia, recogiendo el eco angustiado de aquel ser humano que se siente coartado frente al poder arrollador de Su voluntad, nos permite formular una primera pregunta clave: I. ¿Es la Elección de la que habla la Biblia una predestinación fatalista? Años atrás había quedado a una hora determinada con un corredor de fincas en Estambul; uno de esos “haji” que para que se note que han hecho la peregrinación a la Meca se dejan crecer una barba blanca y se ponen un casquete en la cabeza (como el kippah judío). Sólo porque se había entretenido –porque le había dado la gana– tuve que esperarlo como una hora. Y cuando se lo reproché simplemente me dijo: “Es el destino... ¿qué le vamos a hacer?” ¿Qué es lo que evoca el término “kader” (destino), del original árabe “Al-Qadar”, en la mente de los musulmanes? Según el diccionario de la Academia de la Lengua Turca es: la “Creencia en una fuerza sobrenatural que determina de forma previa e inalterable todo lo que acontece y ha de acontecer. Generalmente: fatalidad ineludible”. Cuando se dice “es el destino”, es porque no queda más remedio que resignarse a los hechos y a esta “fuerza ciega”. ¿Actúa realmente Dios de forma tan aplastante? 20
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Antaño en el Oriente Medio se ofrecían sacrificios a los dioses de la Fortuna y del Destino para evitar sus caprichos (Is.65:11). ¿Hoy cuántos siguen adorando a la suerte por medio de los juegos de azar, o intentan burlarla con amuletos de toda clase? El tema del destino es trascendental en la teología islámica. La “predestinación” en la religión del Corán, que indirectamente enlaza con la tradición y fe judeo-cristiana en un solo Dios todopoderoso, ha sido discutida por todos los filósofos y teólogos del Islam a lo largo de la historia (para más detalles ver: Apéndice-1, Al-Qadar en el Corán). La creencia que está en la base es que Dios continuamente crea todo movimiento, cambio y acto que acontece en el universo. La acción creadora de Dios no ha concluido con la formación del universo. Según esto, Él es la causa directa de que ahora mismo esté apretando las teclas de mi ordenador para escribir estas líneas. El no sólo dirige sino que está creando el movimiento de mis manos.3 Alá es como un guionista de cine que trama sin excepción hasta el más ínfimo detalle de todo lo que ocurre. O bien es como alguien jugando en su ordenador, que en tanto no mueve el ratón o teclea algo retiene paralizado al personaje del juego. Ésta no es sólo la postura del Islam; en muchas religiones o creencias del Lejano Oriente existen conceptos muy parecidos sobre el destino. La única diferencia es que en vez de un Dios todopoderoso, es una fuerza cósmica impersonal la que rige el devenir. Por lo que no tiene sentido ni oponerse, ni cuestionar sus designios ciegos. Es como un imán irresistible, como un agujero negro que nos acecha desde el futuro y hagamos los que hagamos nos arrastra sin remedio a un fin que no podemos evitar. Incluso dentro del Judaísmo y del Cristianismo existen escuelas de pensamiento que han desarrollado doctrinas parecidas. En este punto hemos de resaltar lo que la Biblia nos enseña: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo 3 “La creencia en la Divina Predestinación (Al-Qadar) incluye la creencia [de que] Dios es el creador de todo” (...). “Si el ser humano puede escoger entre el bien y el mal, entonces éste se convierte en el creador de sus acciones, tal como Dios es el creador de toda acción. Ningún musulmán puede aceptar esta idea” (Emory VanGerpen, Notes on Islam, 1975, pp.35-36).
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santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gn.2:2-3). ¿Acaso Dios se cansa? ¿Por qué dice sino que descansó el séptimo día? “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Yahvé, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance” (Is.40:28). A lo que se refiere en Génesis es a que Dios concluyó su obra creadora y cesó de crear después del sexto día. Todo lo que acontece después de este punto no es producto de un acto creador ex-nihlo sino una cadena de reacciones conforme a las leyes naturales con las que Él mismo le ha dado orden a todo: “El ordenó y fueron creados; LOS ESTABLECIÓ ETERNAMENTE Y PARA SIEMPRE, LES DIO LEY QUE NO PASARÁ. (...) fuego y granizo, nieve y bruma; viento tempestuoso que cumple su palabra” (Sal.148:58). Por supuesto Él no se ha retirado a un rincón a hacer de mero espectador y sigue presente en cada uno de éstas reacciones supervisándolas y dirigiéndolas. Pero no es un titiritero que mueve los hilos como si de marionetas se tratara. ¡El destino no es una fuerza ciega y caprichosa! El es“quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (He.1:3), “todas las cosas en él subsisten” (Col.1:17). Dios no está en un estado frenético de creación continua. Creó el universo en 6 días y así dio fin a su acción creadora.4 Si lo desea puede crear de nuevo (y de hecho la hace en la conversión del creyente; ver Ef.2:10; 2Co.5:17), pero en la actualidad Su forma de gobernar el universo es “sustentándolo”. Es decir, Él provee la energía y el orden que mantiene al universo en movimiento, en armonía y vivo. Si “escondes tu rostro” todas las criaturas “se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Sal.104:29-30). Es como un gran relojero (no el relojero del deísmo, que luego abandona su creación). Primero diseña y fabrica el reloj. Éste es un acto único. Luego cada día le da cuerda y comprueba si funciona, si se adelanta o atrasa. Ésta es una acción continua. Pero no se dedica a mover de forma caprichosa sus engranajes, ni las agujas con el dedo. Si el reloj 4 No tiene lugar aquí discutir si los días de los que habla Génesis eran días de 24 horas o
eras de la creación.
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se estropea lo arregla. De forma parecida... 1) El Señor ha diseñado, ha creado la vida y el mundo con límites bien definidos: “Tú fijaste todos los términos de la tierra” (Sal.74:17); “...les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hch.17:26) 2) Él proporciona continuamente energía para la vida y la controla: “él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:25).5 3) Y aquellos que rompen las reglas o se desvían merecen Su castigo… “El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?” (Sal.93:10; Ro. 2:5-6). La postura de la Biblia, más que la de un Dios que re-crea cada acto en el universo, es la de un Dios que después de crear, gobierna las leyes y provee o suple en su providencia las necesidades del universo. La primera postura es fatalista, la segunda providencialista. Después de la creación Dios no lo manipula todo en el universo, pero tampoco se desinteresa del mundo, ni lo abandona como sistema cerrado en el que no puede intervenir. Provee para las necesidades físicas e interviene para cumplir Sus propósitos de bondad. Es algo así como montar una pecera: no la cerramos herméticamente a ver qué pasa; sino que oxigenamos el agua, echamos comida cada día y la limpiamos de vez en cuando… Una aplicación fatalista al ejemplo de la pecera consistiría en trazar la ruta de nado de los peces y cortarles el suministro cuando quisiéramos que murieran. Una actitud providencial sería dejarlos nadar libremente dentro de los límites de la pecera y proveer sus necesidades para disfrutar de su belleza. 5 Dios dirige todas las fuerzas naturales (Sal.147:8 y ss.); gobierna a los animales salva-
jes (Job 38–41), y todos los sucesos mundiales, grandes y pequeños, desde las tormentas eléctricas (Job 37; Sal.29) y las plagas (Ex.7:3–11:10; 12:29, ss; Jl. 2:25), hasta la muerte de un pajarillo (Mt.10:29) o la caída de una suerte (Pr.16:33). La vida física de hombres y animales es don de su gracia, que puede dar o quitar a su antojo (Gn. 2:17; 1S.1:27; 2S. 12:19; Job 1:21; Sal.102:23; 104:29-30; 127:3; Ez.24:16, ss; Dn.5:23, etc.); como también ocurre con la salud y la enfermedad (Dt.7:15; 28:27, 60), la prosperidad y la adversidad (Am.3.6; cf. Is.45:7), etc. ¡Pero el énfasis de la Biblia es que todo esto no carece de propósito! ¡Ni tampoco viola arbitrariamente las leyes que Él mismo ha establecido! Sino que apunta siempre hacia un buen fin: Él es el “que te sustentó... afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien” (Dt.8:16).
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Dios en vez de un guionista de cine (postura fatalista) es como la federación de fútbol (postura providencialista) que determina las reglas del juego. ¡Y no está permitido jugar un partido al margen de éstas! Los límites han sido fijados y también los mecanismos que controlarán que nadie se extralimite. Cuando alguien viola las reglas es sancionado. Cuando vemos una misma película esperamos que sea exactamente igual cada vez, de lo contrario (por ejemplo si alguien le ha dado un tijeretazo) nos quejamos. Incluso las segundas versiones nunca son tan buenas como las primeras, pues todo ya estaba perfectamente preestablecido en el guión original. Pero si un partido de fútbol es la réplica exacta de todos los anteriores, decimos que está amañado y reclamamos nuestro dinero. El partidario de la predestinación fatalista se somete a ciegas al guión, el partidario de la providencia se somete al árbitro del universo. Esta es una sumisión tanto voluntaria como con propósito. ¡Y dentro del juego hay emoción y aventura! Años atrás, regresando de Grecia a Turquía, quedamos atrapados por una tormenta de nieve como nunca he visto antes. En un momento dado estaba yo arreglando las cadenas de la rueda delantera izquierda en el arcén, cuando algo golpeó violentamente nuestro coche. La puerta a diez o veinte centímetros de mi, quedó empotrada de forma que no se podía ni abrir. El coche que nos golpeó era de los gendarmes, y del ímpetu del impacto cayó por un terraplén de 5 metros de desnivel. ¡Y a mí no me paso absolutamente nada! ¿Cómo pudo causar tanto destrozo y ni rozarme? No lo se. Pero si se que “la providencia” me guardó. Ningún término en el hebreo o griego bíblicos expresa el concepto de la providencia divina. Platón emplea pronoia para la previsión expresa de Dios, y los escritores estoicos, Filón, que escribió un libro “Sobre la providencia” (Peri pronoias), Josefo, y los autores de la Sabiduría (cf. 14.3; 17.2), y de 3, 4 Mac. hicieron lo mismo; pero en el NT solamente encontramos dos veces el término pronoia (Hch. 24.2; Ro. 13.14), y en ambos casos lo que denota no es el cuidado y la previsión de Dios, sino del hombre. La forma verbal pronoeo, también, se aplica únicamente al hombre (Ro.12.17;
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2Co.8.21; 1Ti.5.8).6 Pero sí encontramos el concepto de ‘provisión divina’ como uno de los grandes tesoros espirituales en el diseño de Sus relaciones con el hombre. La providencia está vinculada a su provisión; no solamente en el sentido material, sino también en el sentido de proveer significado y propósito a la vida (basta con mirar a Génesis 22:8, 14 a modo de ejemplo). En la relación de Dios con el mundo debe distinguirse entre: a) el panteísmo, que absorbe al mundo dentro de Dios (y confunde al reloj con el relojero, y viceversa. NO HAY INICIATIVA); b) el deísmo, que lo separa totalmente de él (el relojero nunca más le da cuerda al reloj. NO HAY UNA META); c) el dualismo, que divide el control del mundo entre Dios y otro poder (donde el relojero le da cuerda y ‘la competencia’ lo sabotea. NO HAY QUIEN PREVALEZCA); d) el indeterminismo, que sostiene que no está bajo ningún control (las agujas se mueven sin orden ni concierto. NO HAY SENTIDO); e) el determinismo, que postula un control de tipo tal que aniquila la responsabilidad moral del hombre (los engranajes controlan al relojero y no al revés. NO HAY LIBERTAD); f) la doctrina del azar, que niega que el poder que controla los acontecimientos sea racional (el reloj tanto se retrasa como adelanta sin razón. NO HAY LÓGICA); y... g) la doctrina del destino fatalista, que niega que sea benevolente (el reloj ha sido diseñado para que se deteriore. NO HAY ESPERANZA); En contraste con: h) la doctrina de la providencia, según la cual Dios guía hacia y procura siempre el bien (se hacen las revisiones pertinentes para que el reloj de la hora exacta. HAY PROPÓSITO DE BONDAD). Las Escrituras presentan la providencia en función de la soberanía 6 Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, Ediciones Certeza, 2000, c1982.
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divina. Dios es el Rey de toda la creación, y hace lo que Su voluntad dispone (Sal. 103.19; 135.6; Dn. 4.35; cf. Ef. 1.11). Él siempre dispone lo correcto, dándonos un sentido de protección, seguridad y confianza sin límites. ¡Y ésta es la fuerte convicción que satura toda la Biblia! II. ¿Es acaso Dios el causante directo de todo lo que ocurre en el universo? Hagamos la pregunta de nuevo: ¿Conoce o planifica Dios de antemano toda causa y efecto, el fin de toda acción? Aún más: ¿Incluye Él todo en su plan garantizando de antemano el cumplimiento de Su voluntad? ¡SI! Él, en última instancia, está detrás de todo lo que acontece en el universo! Pero enfaticemos lo de “en última instancia”. “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Dn.4:35). “Yahvé mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir” (1S.2:6-7).7 “Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos” (1Cr.29:12). Cuando decimos que Él es el causante de todo en el universo, nos referimos a que Él está detrás de todo lo que acontece en tres posibles niveles diferentes: (a) bien sea CAUSÁNDOLO, (b) bien sea CONTROLÁNDOLO o (c) bien sea PERMITIÉNDOLO; pero SIEMPRE INCLUYÉNDOLO EN SU PLAN.8 Dios es el Soberano absoluto del universo. ¡Nada 7 Ver Apéndice-2. 8 Para algunos “permitir” implica que Dios no gobierna, que no lo ha planificado delibe-
radamente y que no es su propósito directo, y según ellos esto menoscaba su soberanía. Dios planificó la muerte expiatoria de Cristo; y planificó así como permitió todos sus sufrimientos. Pero no podemos decir que el propósito directo era hacer sufrir a su Hijo. Cuando decimos que Dios permite algo, no negamos que lo haya incluido en sus planes sino que no es un fin en sí, sino un medio... Si Dios fuera el causante directo de todo, y todo cumpliese exclusivamente su voluntad, no de forma permisiva sino de forma activa, como en el caso de la inspiración de las
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escapa a Su gobierno, todo lo que acontece, cumple Su voluntad a la perfección! ¿Pero cómo? ¿No anula esto la posibilidad de actuar libremente y no exime así al hombre de la responsabilidad de sus actos? No se trata de una predestinación fatalista a la que hay que resignarse, como si se tratara de un tren con los frenos rotos que va a toda velocidad a un puente derribado, del que no hay oportunidad alguna de saltar ni salvarse. La ELECCIÓN en la Biblia consiste en la fijación de CIERTOS OBJETIVOS para individuos o grupos. Para ello Dios no altera las leyes espirituales y naturales que Él mismo ha establecido para el funcionamiento del mundo (Job 38:10-11, 33; Sal.89:37; 93:1; 119:90-91; 148:6; Pr.8:27-29; Is.54:9; Jer.31:35-36; 33:25). Él no hace que llueva hacia arriba (la lluvia está sujeta a estas leyes, y por lo tanto sujeta a Dios, que es quien las ha promulgado). Por supuesto Dios puede proveer ciertos medios especiales para que Sus objetivos se cumplan, pero a esta intervención divina la llamamos providencia, no predestinación. Por ejemplo salvó a Moisés de morir bajo el edicto del faraón, desarrollando un plan ‘alternativo’.9 Escrituras, tendríamos que concluir que Él es el responsable de todos los actos; o bien que en realidad todos los libros del mundo son inspirados, incluso aquellos que niegan la existencia de Dios... 9
Dios en su gobierno providencial dirige los corazones y las acciones de los hombres (Ef.1:9-10; Pr.21:1; Esd.6:22), a menudo para cumplir sus propios fines, fines que el hombre ni siquiera sospecha (Gn.45:5-8; 50:20; Is.10:5ss; 44:28-45:4; Jn.11:49ss; Hch.13:27ss). El hombre hace lo que Él ha dispuesto que debe hacer; y, sin embargo, es un agente completamente libre, en el sentido de que sus decisiones son propias, y él es moralmente responsable de lo que hace (Dt.30:15ss). Sin embargo, hay que distinguir que Dios incluye las acciones pecaminosas en su gobierno permitiéndolas no causándolas (Sal.81:12ss; Hch.14:16; Ro.1:24-28), y aún hace que éstas cumplan sus propósitos de bondad (“donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”; Ro.5:20b). Por otro lado su obra de gracia en los creyentes, consiste en lograr que su pueblo haga y quiera hacer lo que Él manda (Fil.2:13). Es por eso que dicen... “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Stg.4:13-15). Dios provee a su vez un plan de redención desde la caída, y por medio de él promueve la reintegración del cosmos desordenado a un estado glorioso (Ro. 8.19ss; Ef. 1.9–12; Fil. 2.9ss; Col. 1.20; 1 Co. 15.24ss). Por otro lado hace cumplir las profecías veterotestamentarias en el Nuevo Testamento. Así no hay enemigo que pueda entorpecer sus planes; se ríe ante toda oposición a sus planes (Sal. 2.4), y la utiliza para sus propios fines (cf. Hch. 4.25–28, que cita el Sal. 2.1s). La culminación de la historia será el derrocaPARA BIEN
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Especialmente Él nos orienta hacia un buen fin cuando le permitimos subirse al “carro” de nuestras vidas, no como al que se monta en unas montañas rusas y está totalmente supeditado al trazado de los raíles, sino como a un capitán de barco, a quien se les ha indicado el puerto de destino pero tiene libertad en la elección de la ruta. Según la postura fatalista Dios es INTERVENCIONISTA; interfiere en todos los asuntos de la vida; y lo hace de forma caprichosa, por lo que es imposible encontrarle sentido al destino y es absurdo preguntarse el por qué de las cosas. Según la postura providencialista Dios es SUPERVISOR, protector y árbitro. Planifica, posibilita y supervisa el funcionamiento del universo según sus propias reglas. Esto no es un determinismo cerrado, según el cual las causas determinan todos los fines y siempre los mismos fines, sin ningún propósito. Dios tiene un plan y conforme a éste provee los ajustes necesarios para conducirlo todo a la meta que se ha propuesto, sin intervenir arbitrariamente.10 Es decir sin violar Su propósito, Sus principios morales, ni Sus propias leyes. La pecera no está ni cerrada herméticamente y abandonada a su suerte, ni los peces encadenados a un trazado. El propósito de poner una pecera es producir belleza, irradiar Su gloria... Y Dios deja nadar a su antojo a los peces, sin determinarles la trayectoria sino sólo los “límites de su habitación” (Hch.17:26). *
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Puesto que el énfasis bíblico es el fin a alcanzar, ¿qué en cuanto al destino último? Esto es lo que ha preocupado más a los teólogos protestantes. Pero cuando la Biblia habla de elección en el marco del gobierno divino, no trata sólo de quién ira al cielo y quién al infierno. Según el diccionario Websters New Collegiate la ‘predestinación’ es “la doctrina de cómo Dios dirige a los elegidos para salvación de una forma inalterable e infalible, como resultado de Su pre-omnisciencia”. Aunque en principio esta definición es correcta, la elección en la Biblia no sólo se reduce a la salvación, sino que incluye un espectro muy amplio de objetivos y de designios divinos diversos. Conforme a esto los miento de quienes luchan contra Dios y su reino (Ap. 19, etc.). 10 A través de la ‘providencia’ Dios provee de sentido a todo lo que acontece en el
universo. De hecho la palabra “providencia” procede del concepto de “provisión”.
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pasajes bíblicos que hablan de la elección o de la predestinación deben ser estudiados en su contexto y por separado, sin la premisa (o presunción) de que todos tratan solamente del destino eterno de los elegidos. Los propósitos pueden ser generales y amplios, o específicos y reducidos. La elección del pueblo de Dios es amplia y general, la elección para salvación es específica y reducida; el pueblo entra en conjunto, los salvos uno a uno (más adelante aclararemos este tipo de acotaciones). Veamos algunos ejemplos. Los Israelitas fueron escogidos en su conjunto para que fuesen un pueblo santo: “Porque tú eres pueblo santo para Yahvé tu Dios; Yahvé tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Dt.7:6). Pero no fueron preordenados en su conjunto para que fuesen al cielo. Y de hecho no todos alcanzaron el cielo en la época del Antiguo Testamento (ej. Sal.95:10-11). De igual manera escogió a los gentiles más tarde, para que pudieran acceder a la categoría de pueblo de Dios a través del Evangelio. Pero no por ello podemos concluir que todos los gentiles se salvarán. Ni tampoco que todos se condenaron en tiempos del antiguo pacto. La elección general de los judíos primero y de los gentiles después no es para salvación sino para formar Su pueblo. Cuando la Biblia habla de elección no habla forzosamente de salvación. Hay pues que determinar el tema y el objetivo de cada elección según el pasaje bíblico en cuestión. De manera parecida Dios escogió a ciertos reyes antiguos o emperadores de Oriente Medio (babilonios, asirios, etc.) para castigar o liberar al pueblo de Israel (ej. Is.10.5-15; 44:28; 45:1). Pero éstos ni se convirtieron, ni podemos pretender que se salvaran. Por lo tanto en cada situación es imprescindible determinar acertadamente el objetivo de esa elección, tanto como los medios o procesos de la misma. Jesús escogió a los doce y sin embargo uno de ellos no fue al cielo: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” (Jn.6:70). Y por eso cuando habla de Judas Iscariote lo llama “hijo de perdición” (Jn.17:12). Cuando afirmamos que Dios determina de antemano y lleva a término todo fin, debemos distinguir entre conceptos muy relacionados pero diferentes entre sí. En la definición del diccionario citada arriba términos como ‘presciencia’, ‘salvación’, ‘elección’, ‘predestinación’ y 29
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‘dirección divina’, son todos puestos en el mismo rasero; y sin embargo cada uno de estos conceptos a veces es complementario y a veces excluyente, según la elección de que se trate. Pero lo que es seguro es que son conceptos diferentes entre sí. Para ir a Ankara desde Estambul puedo hacerlo en tren, autobús, coche o avión. Cuando hago los preparativos decido con qué iré. Según ello compro el billete o lleno el depósito de gasolina. Digamos que me decidí por el coche. Está claro (determinado) que éste es el vehículo que me transportará hasta Ankara. Pero decisiones como dónde parar a comer o cuan rápido ir, etc. las podemos tomar por el camino. El plan de viaje es como la presciencia de Dios. Comprar el billete de tren o llenar el depósito en la gasolinera son la acción o la circunstancia donde se confirma la elección. La red de carreteras es como la guía o providencia divina; ¡no vamos a pretender ir campo a través! La ruta (por la nacional o la autopista de peaje), las paradas, la velocidad elegida, son el producto del libre albedrío. El punto de destino equivale a la meta fijada previamente por la sabiduría divina. Veámoslo por separado: a) La PRESCIENCIA divina es el conocimiento anterior y eterno de Dios según el cual sabe e incluye en Su plan el fin de todas las cosas. “Elegidos según la presciencia de Dios...” (1P.1:2). Él posee tanto el poder de saber de antemano las decisiones libres de la voluntad humana y sus consecuencias, sin interferir en ellas, como la capacidad de producir los fines que Él desea independientemente del hombre y sus decisiones.11 ¿Contradicción? ¡No! Superposición de dimensiones opuestas. Nuestro hijo de bebé no había forma de que tragara sus papillas, por causa de sus asiduas infecciones de oído. ¡En una ocasión llego a retener una cucharada 24 horas en su boca! Así que teníamos que ingeniárnoslas. Una de los ardides que utilizábamos era ponerle un grano de uva peladito 11 Si su presciencia consiste meramente en conocer todo lo que acontecerá por haberlo
planeado hasta el último detalle, no tiene mucho de particular. Pero si por el contrario consiste en conocer previamente todas las decisiones humanas (sin violarlas) y ajustarlo todo conforme a su sabiduría para que de todos modos se cumpla Su plan, esto si es algo que realmente sólo un Dios infinito puede hacer. “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1Co 2:7).
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en cada cucharada, porque sabíamos de antemano que le encantaba. Y esta era una forma de que tragara, aunque no quería. ¿Actuaba libremente o estaba forzado? Ambas cosas. Todo depende de cómo se mire. El tragaba porque le gustaba la uva; para nosotros lo habíamos hecho tragar la papilla. ¿Contradicción? ¡No! Diferentes puntos de vista. b) La PROVIDENCIA, es la habilidad y poder divinos para guiar todos los acontecimientos a un buen fin y para cumplirlo, a pesar de que el hombre tome sus decisiones libre e independiente. Incluso a pesar del mal uso que éste pueda hacer del libre albedrío; aprovechando las decisiones rebeldes o erróneas como medios efectivos para Sus fines y propósitos. “El corazón del hombre piensa su camino; Mas Yahvé endereza sus pasos” (Pr.16:9). Especialmente en el caso de los creyentes, la dirección providencial de Dios, alcanza dimensiones de un cuidado paternal sublime, generando un sentido de confianza total en Él aún en las circunstancias más adversas: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro.8:28). En todas las cosas Dios obra para el bien espiritual de Su pueblo. El conocimiento de que Dios determina o permite las circunstancias con un buen fin, enseña a los fieles a esperar en Él y les infunde coraje y esperanza cuando pasan por dificultades (Sal. 60; 62). Inspira todas sus plegarias en busca de ayuda, o las alabanzas por todo lo bueno que disfrutan. Dos de los ejemplos más sublimes que hallamos en las Escrituras de cómo actúa la providencia, son el de José y el de Ester: José fue vendido como esclavo por sus hermanos, acusado falsamente de abuso por la mujer de su patrón, encarcelado injustamente... Pero todo ello redundó en bendición: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Gn.50:20). Ester fue escogida reina justo cuando se tramaba el exterminio de los judíos en Babilonia; pero el Señor usó estas circunstancias para preservar a Su pueblo. “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; ... ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Est.4:14). ¡La providencia divina, que siempre persigue el bien, es el contrario 31
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absoluto del fatalismo, que nos entrega impotentes a toda clase de destinos caprichosos! El es el “Padre que está en los cielos, y ... hace salir su sol sobre malos y buenos,... hace llover sobre justos e injustos” (Mat.5:45). Confiar en la providencia es un bálsamo para el corazón del hombre acosado por tribulaciones a las que no les puede encontrar sentido, y en las que no puede entender los propósitos de Dios; pues la Escritura le asegura que Su actuación providencial no es algo caprichoso, sino que tiene un motivo y que éste contempla su bien por encima de todo. No se trata de resignarse sino de confiar en Dios, en un amigo, en el Padre celestial, pues saboreamos Su fidelidad. No se trata tampoco de pedirle cuentas a Dios, sino de preguntarse qué nos quiere enseñar a través de dichas circunstancias, cómo nos va a ayudar a desarrollar nuestro carácter y madurez espiritual. Esta es la gran lección del libro de Job, quien a pesar de todas las adversidades repentinas que sufre, nos enseña que Dios usa las penalidades para madurarnos, vencer al mal, profundizar en nuestra relación con Él y enriquecer nuestra vida de adoración genuina. c) Los PROPÓSITOS o DESIGNIOS de Dios en Sus elecciones pueden ser diversos, incluso ajenos unos a otros: pueden ser propósitos para usarnos como instrumentos de juicio o para hacernos ‘instrumentos útiles’ para Su obra y gloria, propósitos de reunir un pueblo suyo, propósitos de santificación, de adopción, de transformarnos a la semejanza del Hijo, propósitos de apostolado, etc. Y hace que se cumplan estos propósitos logrando que confluyan una serie de condiciones que Él mismo ya había determinado. También los propósitos pueden ser diferentes de los designios. Dios ha escogido a todos los que creen, con el propósito de manifestar Su gloria en y a través de ellos (Ef.1:6; 2:7;2Ts.1:10); pero el sentarse junto a su trono, es ‘un designio’ que sólo otorgará a algunos (Mt.20:23). Dios escogió a Jacob y rechazó a Esaú (Ro.9:13). Pero de ello no podemos concluir que Esaú fue a la condenación eterna. Lo importante es entender el propósito de esta elección o del repudio divino: el derecho a la primogenitura. Tampoco Esaú perdió la primogenitura hasta que la vendió por un plato de lentejas o hasta que Isaac bendijo a Jacob, es decir
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hasta que las condiciones divinas y humanas confluyeron.12 Sin embargo para Dios estaba determinado antes de que nacieran (Ro.9:11). Pero no se trata una intervención alienante y despiadada, sino del ajuste de ciertos acontecimientos para cumplir sus propósitos conforme a Su plan de bondad. d) La PREDESTINACIÓN es el proceso en el que Dios determina previamente, y lleva a término en el tiempo, una meta, un objetivo a alcanzar, garantizando su éxito. Es como apuntar y dar por alcanzada la diana. “A los que predestinó... a éstos también glorificó” (Ro.8:29). En tal caso, Él también provee las condiciones que ha de cumplir el hombre: “a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó...” (Ro.8:30). La elección es genérica, la predestinación específica ¡Dios escogió a todo Israel (Ro.11:1-2), pero sólo destinó un remanente a ser fiel (Ro.11:4)!13 En este punto algo que debemos entender bien es lo siguiente: Dios en su soberanía no sólo organiza un viaje hacia el cielo y monta a todo el que quiere en un único tren de la predestinación. Sino que algunos recorridos son al cielo, otros son viajes para recoger a Su pueblo, otros para ministerios específicos... Cada uno de estos recorridos son diferentes y los vehículos y las condiciones para montarse también lo son. No es lo mismo viajar a Ankara que a Esmirna. No es lo mismo un expreso (sin paradas) que un comarcal, donde hay muchas oportunidades para subirse o bajarse. Israel se subió en el tren del Pueblo de Dios con Moisés y se apeó con Cristo; y se espera que se vuelva a montar en tiempos de la segunda venida. Todo el que se monta al tren de la 12 Ya mencionamos que en el Islam, la voluntad divina es infinita (kül-li irade) y la humana es ínfima (jüzi irade) sin ningún valor alguno, un cero a la izquierda. Por eso no existe más posibilidad que resignarse a rajatabla al destino. No así en la Biblia donde Dios no excluye la voluntad del hombre sino la incluye en su plan. Lo que hace no lo hace a pesar de la voluntad del hombre, sino incluyendo la voluntad del hombre. 13
Primero dice que “conoció”, después que “llamó”, luego “justificó” y por último “glorificó” (Ro.8:30). Y aquí vemos que hay una parte que le corresponde al hombre y que se ha de cumplir también; la de responder al llamamiento. “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mt.22:14). Si Dios sólo llama (de forma eficaz) a los predestinados, el llamamiento (no eficaz) a los no elegidos sería una pantomima, y no sería llamamiento. En caso contrario todos los llamados serían elegidos. Si de los llamados sólo unos “pocos” son elegidos (como se afirma en el versículo de Mateo), se desprende que la respuesta de estos influye en la determinación de sus destinos.
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salvación (por la fe y arrepentimiento) además puede avanzar dentro del tren hacia el vagón comedor (el deleite de la imagen del Hijo). Dentro del pueblo de Dios algunos son escogidos para trabajos honrosos y compran billete de primera clase (“pagan el precio”), y otros para deshonrosos y se conforman con viajar en los furgones de carga. Un error generalizado consiste en que cuando se habla de elección y predestinación todos los pasajes son interpretados como si únicamente se tratara de la elección para la salvación. Sin embargo algunos pasajes hablan de elección para el servicio, otros de la elección para ser el Pueblo de Dios, algunos hablan de los “verdugos” escogidos por Dios para castigar a su pueblo (reyes idólatras), otros del proceso para santificación o para imprimir la imagen del Hijo en los redimidos. Y de entre todos estos textos sólo unos pocos hablan de quién ira al cielo o no. En cada una de estas elecciones las condiciones para que se cumplan en algunos casos dependen exclusivamente de Dios, en otros, Dios otorga al hombre la posibilidad de escoger. Además nos queda por considerar un último concepto: e) El LIBRE ALBEDRÍO; es la capacidad moral de elegir.14 Puesto que 14 En el marco del debate histórico sobre si el hombre caído tiene “libre albedrío” se deben hacer las siguientes distinciones: 1) Si la frase “libre albedrío” se toma moralmente, con el significado de poder de elección espontánea y voluntaria, y en consecuencia éticamente responsable, la Biblia en todas partes supone que todos los hombres, como tales, lo poseen, tanto los regenerados como los no regenerados. 2) Si se toma la frase en sentido metafísico, como indicación de que las acciones futuras de los hombres son indeterminadas, y por lo tanto, en principio, impredecibles, la Biblia da a entender que ningún acontecimiento futuro es indeterminado con respecto a Dios, porque Él todo lo sabe con antelación, y en cierto sentido lo ordena todo de antemano. 3) Si se toma la frase teológicamente, como si denotara una habilidad del hombre natural no regenerado para llevar a cabo actos que agraden a Dios, la Biblia indica que ningún hombre tiene la libertad de obedecer y tener fe, ni puede librarse del pecado sin la ayuda de la gracia. Tanto Lutero como Calvino, rechazaron el “libre albedrío” como sinónimo de poder acumular “méritos” para la salvación (en especial en respuesta a los escritos de Erasmo de Rótterdam); pero lo aceptaron en su dimensión moral, al reafirmar la responsabilidad del hombre con respecto a sus propios actos.
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es un don que Dios en su soberanía ha querido dar al hombre, no tiene sentido discutir si al actuar el hombre libremente esto afecta o no a la soberanía divina. Él no coarta las decisiones y acciones libres del hombre, sino que Su plan eterno incluye el libre albedrío como un eslabón de la cadena. Las decisiones y acciones libres del hombre son los ‘medios humanos’ de Su plan (la elección de la ruta, las paradas, la velocidad etc.).15 ¿Qué quiere decir que el hombre puede decidir libremente? El ser humano decide en conformidad con su carácter (y/o lo que desea), por una parte, y lo que le dicta su conciencia, por otra (y/o las reglas morales aprehendidas). Pero su carácter y deseos, en una mayor o menor medida, están manchados por el pecado. Y su conciencia le indica una conducta según la noción que tiene de lo que está bien o mal; pero sólo la Palabra y la acción iluminadora del Espíritu Santo le pueden dar una noción correcta del bien y del mal. Con todo el hombre natural tiene una comprensión bastante aproximada de estos valores éticos; y es por ello que en Romanos nos dice: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Ro.2:14-15). Es decir: el hombre es responsable de sus actos, porque posee libertad de decisión. Por supuesto que existen un sinfín de otros condicionantes sobre su voluntad, como pueden ser sus hábitos, sus miedos, sus pasiones, sus emociones, presiones sociales etc. Esto es lo que Ortega y Gaset expresó tan magistralmente: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Cuando decimos que el ser humano es libre, entendemos que no lo es en el sentido absoluto que lo es Dios. Por el mero hecho de ser una criatura, obra del creador, el hombre está sujeto a toda una serie de limitaciones naturales como pueden ser el espacio o el tiempo.
15 “El decreto divino no produce el evento, sino que sólo establece su absoluta certeza; y
el mismo decreto que establece la certeza del acto, al mismo tiempo establece la libertad de la persona en el acto” (Loraine Boettner, La Predestinación, Libros Desafío, 1994, Pág. 182).
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Pero por más fuertes que sean los condicionantes externos o los deseos corruptos del hombre, no le excusan de su responsabilidad de escoger lo correcto, bien sea conforme al dictamen de su conciencia o a su noción del bien. En ocasiones, antes de las elecciones generales en Turquía hay partidos políticos que reparten alimentos gratis por las casas para ‘comprar’ votos. Con todo, la responsabilidad del votante es ejercer su derecho según el programa político que encuentre más consecuente. Aún en el caso de que no lo haga así, esto no quiere decir que ha perdido su derecho al voto libre. Puesto que nadie lo ha forzado. Pero si en lugar de lo que entiende que está bien, vota según el ‘soborno’ que ha recibido, debe también atenerse a las consecuencias. Un gobierno elegido con sobornos es poco probable que erradique la corrupción en las instituciones públicas. ¡Todo hombre que claudica a las sugerencias del pecado debe también atenerse a las consecuencias que acarrea! *
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La ‘Soberanía Divina’ no es ni caprichosa, ni injusta, ni una fuerza que actúa ciegamente. Por lo pronto obra conforme a Su PROPÓSITO de BONDAD (Ef.1:9) y a su AMOR (Ef.1:6). Además el gobierno divino arropa las decisiones y acciones libres del hombre, es decir, incluye los ‘MEDIOS HUMANOS’. Estas decisiones no escapan de Su control, porque es Él mismo quién le ha dado al hombre el derecho de decidir y Él mismo quien lo controla (y lo juzga). Los ‘medios humanos’ no escapan de Su plan sino que son parte del mismo. Pero no en el sentido de la marioneta o el actor interpretando el guión, sino en el sentido del deportista que guarda las reglas del juego y las instrucciones del entrenador. Ni tampoco en el sentido de que el jugador no pueda o quiera cometer faltas, sino que no puede jugar un partido de básquet en un campo de fútbol; ni uno de jockey en una piscina de waterpolo. Los límites han sido marcados. El labrador dice “Si Dios quiere, el año que viene cosecharemos los frutos”. Con esto expresa su confianza en que Dios hará crecer la labor, aún cuando todavía no existe. Qué pues, ¿se tumbará a la bartola esperando que el campo fructifique? ¡Por supuesto que no! Trabajará la tierra y sembrará de forma que se cumpla el plan de Dios. La providencia 36
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divina incluye las acciones libres del hombre en Su plan. Otro dice “está determinado el día de mi muerte”. ¿Es eso cierto? Efectivamente: “Ciertamente sus días están determinados, Y el número de sus meses está cerca de ti; Le pusiste límites, de los cuales no pasará” (Job 14.5). Que pues, con todo ¿deberá comer? Cuando se enferme, ¿deberá ir al médico? ¿Tendrá que tener cuidado cuando cruce la calle? Es decir, ¿deberá hacer todo lo que esté en su mano para no morir ‘antes de tiempo’? ¡Por supuesto! No porque el día de su muerte sea todavía impreciso para Dios, sino porque la soberanía de Dios incluye los medios humanos (comida, medicinas, precaución...) para que Su plan se cumpla. Estas consideraciones nos conducen a una nueva pregunta: III. ¿Puede actuar el hombre al margen de los designios de Dios? Dicho de otra manera ¿puede resistirse el hombre a la voluntad y designios divinos? Según un dicho popular en la cultura musulmana: “Tanto el bien como el mal proceden de Dios.”16 Si esto fuese cierto, Dios se estaría divirtiendo a costa de todas las criaturas que ha creado, dándoles un falso sentido de libertad y responsabilidad. Y sería la causa directa de todas las catástrofes morales que se producen en el universo. En tal supuesto ¿no le tendríamos que dar la razón a Baudelaire cuando afirma que “si hay un Dios este debe ser el diablo”? Sin embargo la Biblia nos dice que el hombre ha sido creado con la capacidad de escoger por sí mismo y por ello es hecho responsable: “NO QUISISTEIS subir ...antes fuisteis rebeldes al mandato de Dios” (Dt.1:26). 16 El concepto de maldad, incluye los poderes diabólicos y toda clase de maldad moral.
En este sentido Dios no puede siquiera mirar al mal (Hab.1:13). Sin embargo sí es posible que ciertos desastres y daños físicos procedan de Dios (Is.45:7; Am.3:6; Mi.1:12). Pero éstos corresponden al ejercicio justo de su soberanía y a la aplicación de su disciplina, sin quedar excluida de su provisión amorosa. Tal es el caso de Job: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 2:10).
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“ESCOGE... la vida , para que vivas tú y tu descendencia” (Dt.30:19). “ESCOGEOS hoy a quién sirváis; ... yo y mi casa serviremos a Yahvé” (Jos.24:15). “Así ha dicho Yahvé: Tres cosas te propongo; ESCOGE de ellas una...” (1Cr.21:10). “...hasta que sepa desechar lo malo y ESCOGER lo bueno” (Is.7:15). “...los que ESCOJAN lo que yo quiero, yo les daré lugar en mi casa...” (Is.56:4-5). “ESCOGISTEIS lo que me desagrada” (Is.65:12).17 “ESCOGIERON sus propios caminos... ESCOGIERON lo que me desagrada” (Is.66:3-4). “María HA ESCOGIDO la buena parte, la cual no le será quitada” (Lc.10:42). Que el hombre se desvíe de su camino no es algo que Dios incita, puesto que el creó al primer hombre totalmente inocente, pero él y su descendencia se desviaron independizándose de la voluntad divina: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ELLOS BUSCARON muchas perversiones” (Ecl.7:29). Así que Dios no es tentado por el pecado ni induce a nadie a cometerlo: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg.1:13). De igual manera Dios ha establecido límites dentro de los cuales el hombre puede y debe actuar. Está limitado al tiempo y el espacio; necesita el alimento y el aire para respirar; algún día pasará irremediablemente a “mejor vida”. “El Dios que hizo el mundo ... él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el 17 En el contexto, en lugar un ser subyugado a los caprichos de la fortuna (Is.65:11), se
presenta al ser humano como responsable de sus decisiones y las consecuencias que acarrean.
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linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (Hch.17:24-26). Cuando decimos que el hombre tiene libertad para decidir, no quiere decir que puede hacer todo lo que le venga en gana. No puede invertir el curso del tiempo, no puede escoger vivir sin respirar, etc. Además después de la caída su alma ha sido contaminada y aunque deseara el bien absoluto no es capaz de realizarlo. “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro.7:18). Por otro lado el diablo se encarga de distorsionar su percepción de la realidad espiritual y moral, impidiéndole regresar a Dios. “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2Co. 4:4). *
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Enmarcando al hombre en estas limitaciones, la teología de la Reforma enfatizó la soberanía de Dios por encima de la libertad del hombre. Así el ‘ala estricta’ del Calvinismo exalta la soberanía de Dios a su grado absoluto y encadena la libertad humana diciendo que si Dios ha escogido a alguien para salvación se salvará aunque este “no quiera”, y si lo ha escogido para condenación se perderá aunque este “quiera” salvarse. Porque los designios de Dios son irresistibles y la voluntad humana sólo está habilitada para desear el mal ¿Está esto en conformidad con lo que enseña la Biblia? ¿Hay respaldo escritural para la llamada “gracia irresistible” a través del “llamado eficaz del Espíritu”? Esta postura se fundamenta en la doctrina de “la depravación total” del hombre por causa del pecado original, según la cual éste está incapacitado para procurar su propia salvación. “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro.3:10-12). Incluso se dice que el hombre es incapaz de ejercer la fe requerida para la salvación; para poder “creer” antes tiene que nacer del Espíritu. De la misma forma que no hemos intervenido en nuestro nacimiento natural, nosotros no podemos causar nuestro nacimiento espiritual. ¡Hasta aquí vamos a aceptarlo todo como correcto! 39
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Pero la cuestión es: ¿Podemos desear la salvación en nuestro estado natural? El Calvinismo estricto dice que no podemos siquiera desear salvarnos, desear creer o desear nacer de nuevo. Reza así porque identifica ‘querer’ con ‘poder’; pero ¡querer no es poder!18 Es absolutamente bíblico decir que el hombre no puede procurar su salvación; ¡pero es igualmente bíblico decir que puede desearla! El Señor mismo dijo: “El que QUIERA hacer la voluntad de Dios…” (Jn.7:17a). Aquí estaba dirigiéndose a gente que no había recibido el Espíritu Santo. Y no creo que se estuviera burlando de ellos, sino que su desafío iba en serio. Miles de ejemplos en la experiencia diaria confirman que el ser humano puede desear la salvación, y no tiene sentido escudarse tras argumentos teológicos para negar lo evidente. El Nuevo Testamento dice que “no hay quién busque e Dios; ni tan siquiera uno” (Ro.3:11); pero el mismo Romanos dice que Dios dará “vida eterna a los que... buscan” (Ro.2:7). ¡Es decir habla de personas que sin poseer aún la vida eterna buscan y por eso mismo Dios hará que encuentren de alguna manera! ¿Es Dios quien hace que busquen? Bueno, el pasaje dice que “buscan” no que “Dios haga que busquen”. Por supuesto que Él está detrás controlando todas las cosas. Pero vemos aquí que es el hombre quien lleva la iniciativa y Dios el que otorga. No debemos confundir ‘desear’ con ‘procurar’ u ‘obtener’. Cuando unos versos más tarde en Romanos dice que “nadie busca a Dios”, no habla de la acción en sí (puesto que muchos lo buscan en la experiencia diaria), sino de la ausencia de una búsqueda pura o meritoria. Nadie tiene un corazón limpio para buscar a Dios, es decir una motivación desinteresada; lo buscamos por egoísmo. Y tal búsqueda no merece encontrar a Dios; es Él quien quiere ser encontrado y se deja. ¿No es desear la 18 Para ilustrar esto generalmente se recurre a la resurrección de Lázaro (Jn.11). Según lo
cual nuestra situación antes de creer es idéntica a la de Lázaro en la tumba. Hasta que Dios no se acercó a nosotros y nos llamó a la vida, estábamos completamente muertos. Antes de ‘resucitar’ estábamos incapacitados para responder si o no a Dios. Así que es Él quien crea en nosotros inquietudes para buscarle, quien nos da un entendimiento de lo que es el pecado, quien nos hace desear la vida eterna y que nos decidamos por Cristo. Aunque todo esto es cierto en una medida, y el espíritu del hombre está ‘muerto’ antes de nacer de nuevo, también lo es que la voluntad humana no lo está. El hombre no puede hacer que resucite su espíritu pero si puede decir si o no al llamado. Lázaro en cambio no podía; porque en su caso él estaba muerto en cuerpo y alma...
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salvación o el cielo buscar el beneficio propio? ¡Pero por la gracia de Dios, aunque sea en beneficio propio, es un beneficio concedido por Su amor! ¿No es Él quien nos dijo, “el que busca encuentra”? Los capítulos 2 y 3 de Romanos hablan de que el hombre no puede en ninguna manera adjudicarse el mérito de su salvación, ni siquiera procurarla. Igualmente las Escrituras nos dicen por una parte que “NINGUNO puede venir al Hijo si el Padre... no le trajere” (Jn.6:44)19 y por la otra “Y yo, si fuere levantado de la tierra, A TODOS atraeré a mí mismo” (Jn.12:32). Así que en Juan 6 vemos que si Dios no nos “atrae” (lit. “arrastra”) no podemos encontrarlo; pero resulta que en Juan 10, Dios “arrastra” A TODOS, y por lo tanto todos pueden encontrarle. Puesto que atraerá a todos, pero no todos se salvan, de esto se desprende que tiene en cuenta la respuesta del hombre. De nuevo vemos que se entrelazan la dimensión divina y la humana. ¡Pero una no anula a la otra! El hombre natural puede “desear” el bien, pero lo que no puede es realizarlo: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro.7:18). Dios es quien puede hacer y hace todo lo que se propone. ¿Pero prescinde para ello de forma absoluta de la libertad de elección del ser humano? En la Biblia se ve que Dios cumple al 100 % su designio sin depender de nada ni nadie; pero a la vez se comprueba también que el hombre es 100 % responsable de sus actos y de su respuesta a la acción divina. Según esto el hombre no se puede salvar a sí mismo, la salvación es 100 % obra de Dios: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef.2:8-9). ¡Pero ello no implica que él no sea totalmen19 Además: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo
fuera” (Jn.6:37) “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Jn.8:47); “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho” (Jn.10:26). De igual manera dice: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada” (Mt.15:13). Todos estas declaraciones subrayan la dimensión sobrenatural de la conversión, y que realmente hace falta una intervención eficaz de la gracia para abrir los ojos espirituales. También ilustra por qué algunas personas que se acercan al Evangelio, por más que se empeñan no llegan a entenderlo. Pero aún estos casos son así porque van detrás de ello queriendo que el Evangelio se adapte a su idea de la verdad y no al revés: “tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia” (Ro.10:2). Lo que nos habla de nuevo de la responsabilidad humana...
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te libre en su decisión! Y es en base a la consumación de la salvación que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef.2:10). Es decir, no podemos hacer las obras que Dios ha preparado de antemano para nosotros en tanto no somos creados de nuevo en Cristo Jesús. Pero sí podemos decidirnos por Cristo, antes de ser transformados. *
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Hagamos de otra manera la pregunta: ¿Puede el hombre resistir la gracia de Dios y la acción del Espíritu Santo? ¡El Señor en su soberanía ha decidido hacer eficaz la salvación promoviendo la decisión libre del hombre y que reciba Su gracia voluntariamente! De igual manera deja al hombre en su estado de condenación si éste rechaza el evangelio y se resiste a la gracia. “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que NO RECIBÁIS EN VANO la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido” (2Co.6:1-2).20 Nadie puede impedir el cumplimiento de los designios generales de la divinidad: “Porque Yahvé de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?” (Is.14:27). “Yo soy Dios... que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Is.46:10). Pero a título personal si puede rechazar los designios referidos a sí mismo, según ha sido habilitado por Dios mismo para autodeterminarse: “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” 20 De forma parecida Pablo dice que “NO DESECHO la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gal.2:21). Lo cual indica que ¡no sólo es posible resistir a la gracia sino también desecharla!
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(Lc.7:30).21 Los Fariseos rechazaron los designios que Dios tenía para ellos, porque Dios ha concedido al hombre el ‘arriesgado’ derecho de la libre elección. El designio de Dios aquí no es irresistible; sino que se combina la oferta divina (el bautismo de Juan) y la respuesta humana (en este caso el rechazo). De igual manera los que recibieron favorablemente el mensaje del Bautista y a Cristo como Mesías, aceptaron los designios que Dios tenía para ellos. Porque los designios divinos no son como una apisonadora que aplasta todo lo que encuentra a su paso. ¡Sino que Dios es quien ha determinado que sus designios se combinen con la voluntad humana! ¡Esto no debilita Su soberanía sino que la sublima! De igual manera el ser humano puede resistir la acción del Espíritu Santo: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros RESISTÍS siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hch.7:51).22 En un sentido todos resistimos la gracia de Dios y sus designios, todos resisten al Espíritu; todos son sujetos a desobediencia (Ro.11:32). Hasta que Éste, de una forma que sólo Él conoce, logra vencer esa resistencia, y el individuo cede a la acción del Espíritu, quedando el corazón persuadido con dulzura. Mis ojos han sido abiertos y mi corazón tocado para recibir a Dios. La pregunta es ¿por qué yo y no otro? La respuesta es que no sabemos. Existe una explicación, pero no nos la ha 21 Mateo 23:37 de igual manera muestra que los hombres se pueden oponer a la voluntad del Señor: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces QUISE juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y NO QUISISTE!” De igual manera: “Por cuanto llamé, y NO QUISISTEIS oír, / Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, / Sino que DESECHASTEIS todo consejo mío / Y mi reprensión NO QUISISTEIS” (Pr.1:24-25). 22 También es posible “afrentar al Espíritu de gracia” (He.10:29); es decir, alguien que está experimentando la acción del Espíritu y la gracia en su corazón se puede oponer a ella hasta el punto de la blasfemia. También la Palabra dice: “Y dijo Yahvé: No contenderá MI ESPÍRITU con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Gn.6:3). Si la humanidad existente en tiempos de Noé había sido predestinada para perderse, ¿para qué se molestaba el Espíritu en intentar hacerlos arrepentirse? ¿Era sólo una farsa? Y si por el contrario operaba en ellos con una fuerza irresistible, ¿Por qué no se arrepintieron?
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comunicado. Sin embargo Su misericordia (Ro.11:32) y la oportunidad de ser iluminados (Jn.1:9) está disponible para todos.23 Cuando el Espíritu vence la resistencia del corazón espiritualmente ciego, no ejerce coacción sobre la voluntad, sino una persuasión dentro de la voluntad. La persona no se siente obligada, sino algo ocurre dentro para que ahora desee a Dios. “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor” (Os.11:4). Es la combinación de “la santificación por el Espíritu” y “la fe del individuo en la verdad” de la que habla 2ª de Tesalonicenses 2:13. “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” Todos seguiríamos eternamente ciegos, si la gracia de Dios no iluminara nuestro corazón.24 Todos seguiríamos perdidos si rechazáramos esa iluminación. ¡El hombre decide, acepta, recibe, cree, todo porque el Espíritu a su vez le atrae o lo endurece! Pero no de forma arbitraria o discriminativa, puesto que el cometido del Espíritu de verdad es convencer a TODO EL MUNDO: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn.16:8). Así el Señor iluminó a Saulo en el camino a Damasco. Porque él estaba dando “coces contra el aguijón” (Hch.9:5). El aguijón es en realidad la fusta con que el amo hostiga al animal que tira del carro. Dios estaba llamando a Saulo (lo hostigaba) y este se resistía (daba coces). Pero en un momento dado cedió a la luz y dijo voluntariamente: “¿Señor 23 Por alguna razón yo he dicho que si a las oportunidades que Dios me ha dado (y esto
no es mérito mío), pero otro a mi lado ha dicho que no. No sabemos exactamente la causa de esto, pero nuestro corazón debe rebosar de agradecimiento. De forma parecida disponemos de oportunidades diferentes según el lugar donde hemos nacido: es más fácil escuchar el Evangelio en un país ‘cristiano’ que no en Turquía... Pero no podemos desechar la verdad de que Dios da y dará las oportunidades necesarias a todos, según la intensidad de luz que han recibido y la respuesta a esta iluminación (ver Hch.14:17; Ro.1:18-2:16; especialmente Ro.2:7 con Hch.10:1-4). 24 “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor ABRIÓ EL CORAZÓN DE ELLA para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hch.16:14) “Entonces LES ABRIÓ EL ENTENDIMIENTO, para que comprendiesen las Escrituras” (Lu.24:45).
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qué quieres que haga?” (Hch.9:6). Sin embargo, otros que recibieron luz a través de las sanidades que experimentaron (i.e. nueve de los diez leprosos sanados; Lc.17:11-19) no se entregaron al Señor. ¿Por qué? ¡Sólo Dios lo sabe! Todo ello nos conduce a una última pregunta: IV. ¿Puede el hombre frustrar los planes de Dios? Como hemos señalado arriba, Dios no coacciona la voluntad humana y por otro lado el hombre puede rechazar los designios particulares que Dios tiene para él. ¿No plantea esto la posibilidad de que el hombre frustre el plan divino? Es decir ¿puede impedirse el cumplimiento de los designios generales de Dios para la historia y la humanidad? ¿Incluso sus designios para el individuo? ¡Porque si Dios planea algo y el hombre obra totalmente independiente, tenemos dos voluntades enfrentadas, en conflicto la una con la otra! Si el hombre ‘gana’ Dios aparece como impotente; si Dios ‘vence’, el hombre queda como una marioneta. En realidad lo hemos dicho arriba: Nadie puede impedir el cumplimiento de los designios divinos. Y a la vez cada uno es responsable de sus actos. ¿Cómo se puede conciliar este conflicto de voluntades mutuamente excluyentes? Los designios divinos funcionan con planes aparentemente alternativos que prevén, o mejor dicho incluyen la respuesta ‘aleatoria’ del hombre. Digo “aparentemente alternativos” porque a nosotros se nos asemejan como tales, pero para Dios no son una sorpresa. Israel fue rechazado por haber ellos rechazado al Mesías. En el lenguaje bíblico “fueron desgajados del olivo” (Ro.11:17). Pero Dios, según las promesas que había formulado en el Antiguo Testamento, ya había incluido en su plan la forma de restaurarlos: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas... Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar... y luego todo Israel será salvo” (Ro.11:17, 23-24, 26). Es como un campeón de ajedrez que prevé todos los movimientos del contrincante y con jugadas alternativas al final gana la partida, tal como lo había planeado. Ejemplo de ello es la destrucción anunciada de 45
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Nínive, que es anulada aparentemente tras el arrepentimiento del pueblo. Esto es lo que no pudo digerir Jonás, pues habiendo Dios decretado la destrucción, al final es como si ‘cambiara’ de parecer. El hecho es que Dios incluye en sus decretos la respuesta del hombre como una alternativa o pieza de su ajedrez. Así el arrepentimiento de los ninivitas es una alternativa diseñada por Dios.25 No es una sorpresa sino parte integrante del plan. Pero a la vez otorga la opción de arrepentirse o no al pueblo. Y la denuncia profética de Jonás es el medio usado por Dios para provocar la conversión del pueblo. Dios está en cada hecho, no sólo anticipando el final de la partida, sino obrando en su sabiduría infinita para que llegue el final que Él ha determinado, incluyendo las decisiones libres del hombre. Podemos decir por tanto, que Dios lo planifica todo al detalle incluyendo las decisiones de aquellos a quienes les ha otorgado libre albedrío. En esta línea el ejemplo más sublime es el de Cristo y ‘su destino’. Estaba establecido desde la fundación del mundo que sería inmolado como Cordero de Dios (Ap.13:8); incluso la fecha de su muerte (Dn.9:26). Sería traicionado por su amigo (Sal.41:9; Hch.1:25), crucificado por los gentiles (Sal.22:16) y todo hasta el último detalle estaba planificado de antemano. Por otro lado Jesús se ofreció voluntariamente. Respecto a su vida dice que: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn.10:18).26 Enfatizando tanto la voluntariedad de su sacrificio como su sujeción al plan del Padre. Los que le traicionaron y aquellos que lo crucificaron actuaban libremente y por tanto eran responsables de sus actos. Por eso Jesús dijo que “A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas 25 De igual manera cuando la Biblia dice que Dios se arrepiente (antes del diluvio, con el
pueblo de Israel en el desierto, etc.), no quiere decir que prueba un método y cuando falla cambia de opinión, como haciendo experimentos en un laboratorio hasta que le salga bien. Sino que expresa Su dolor y la puesta en acción de su designio ya previo de castigar la rebeldía de los hombres. 26 Además la propia oración del Señor diciendo “si es posible pase de mi esta copa”, no
era una petición exigida por el guión, sino un clamor proveniente de su naturaleza libre. ¡Incluso Hebreos parece que da a entender que Dios el Padre le concedió su petición (He.5:7)! Y por ello queda claro que Jesús se ofreció voluntariamente...
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¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido” (Mt.26:24). De hecho este es el misterio que se desvela cuando se solapa la dimensión de la voluntad divina sobre la humana. Los que se oponen obran libremente y así cumplen el propósito de Dios, puesto que Él había incluido sus decisiones en su “jaque mate”. “...a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hch.2:23). “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera” (Hch.4:27-28). *
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La soberanía de Dios actuando a través de Su presciencia y Su designio eterno, han sido reveladas al hombre que sufre el problema del dolor en el mundo y situaciones injustas inexplicables, para mostrarle que éstas no escapan ni de Su poder ni de Su cuidado amoroso. Así los que sufren injusticias a merced de la maldad de otros (que también actúan libremente), saben que Él al final actuará en justicia, pues todo lo ha integrado en Su plan perfecto: “Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan” (2Ts.1:4-6). Cada uno de nuestros cabellos y de nuestros días están contados e incluidos en Su plan (Mt.10:30). Ha diseñado nuestro código genético (Sal.139:13). El hombre planifica su vida y por otro lado Dios (Pr.16:13) encauza todos sus pasos (Jr.10:23). Dios al planificar todo esto y notificárnoslo, no lo hace para que nos resignemos a un destino sombrío y sin esperanza, sino para que nos conformemos a Su voluntad, dependamos de Su fuerza y cumplamos Sus mandamientos con alegría. 47
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Un marinero cae al agua de un barco que navega por alta mar. Un tripulante hindú se encoje de hombros y dice “seguramente estaba destinado a ahogarse”. Sin embargo otro marinero cristiano lanza un salvavidas y exclama “quizás Dios nos ha destinado a nosotros para que lo salvemos. ¡Manos a la obra!” Cuando Dios planea algo y determina nuestro destino tiene razones de peso. No actúa caprichosamente ni nos hace injusticia. En algunos casos la voluntad específica de Dios puede quedar velada para el hombre. Pensemos en el sacrificio de Isaac. La voluntad velada de Dios era que Isaac no muriera, y que Abraham sacrificara el carnero en su lugar, como tipo del Señor Jesucristo. Pero la voluntad revelada a Abraham, a lo que tenía que hacer caso, era que sacrificara a su hijo. Abraham no tenía que preocuparse de otra cosa, sólo de lo que Dios le había dicho que llevara a cabo; porque conocía la bondad de Dios y su promesa (He.11:17). Pero lo que quedaba oculto para Abraham de la voluntad divina no es lo que Él en definitiva iba a hacer (puesto que sabía que Dios en Isaac le “llamaría descendencia” –Gn.21:12– lo que implica que de alguna manera viviría; He.11:18), sino cómo lo haría (pensó que Dios lo podía resucitar de los muertos; He.11:19). Y de hecho, aunque Abraham no mató a su hijo, ¡si lo sacrificó, puesto que antepuso la voluntad de Dios al amor que sentía por él, a quién había esperado con tanto anhelo por espacio de 25 años! La voluntad explícita de Dios es que tenía que ofrecer a su hijo en sacrificio; la voluntad velada era que ese sacrificio no sería físico sino espiritual.27 Así nosotros también debemos tener la misma confianza. La voluntad secreta de Dios es algo que Él se reserva en su sabiduría (Dt.29: 29). El tiene sus razones, no es arbitrario ni caprichoso. No elige “a dedo”. Pero nosotros desconocemos estas razones. Nosotros hemos de preocuparnos
27 Hemos de cuidarnos de no usar el término “voluntad secreta de Dios” en el sentido de que anula su voluntad manifiesta, expresada claramente en las Escrituras; como si Dios aun cuando dice abiertamente que desea la salvación de todo hombre, por otro lado alimentara un deseo oculto de condenar a algunos... Este concepto muchas veces usado por los calvinistas no tiene ningún apoyo bíblico. Es decir: Dios puede no haber revelado alguno de sus planes o deseos, pero estos designios ‘velados’ (es decir no ‘revelados’) en ninguna manera contradicen los revelados. ¡En Su caso no cabe la posibilidad de actuar hipócritamente!
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por lo que Él nos ha dicho que hagamos: orar, trabajar, evangelizar, obedecer, como si todo dependiera exclusivamente de nuestras elecciones libres, puesto que desconocemos todas Sus razones: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno” (Ecl.11: 5-6). Siendo así, por qué no decir más bien ante sus designios: “¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones” (Job 33:13). Aquellos que han gustado Su bondad (1P.2:3) exclaman junto con Job “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10). Porque saben que incluso aquellas situaciones aparentemente malas, “ayudan a bien” por el obrar de Aquel que todo lo hace según Su “BUENA VOLUNTAD” (Ro.8:28 con Ef.1:10).
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Capítulo 2
La Doctrina de la Elección “Preferida” por la Biblia En este capítulo descubriremos las siguientes verdades: •
Toda doctrina es sólo una comprensión parcial de la verdad revelada.
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Una lectura que lo sujeta todo a la soberanía de Dios es correcta.
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Una lectura que concede libertad y responsabilidad al hombre es asimismo correcta.
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Ambas lecturas pueden parecer contradictorias pero simplemente son sólo parciales. *
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os hadîth’s (recopilación tradicional de los dichos de Mahoma), explican cómo antes de que una persona nazca un ángel pregunta: “Oh, Señor, ¿miserable o bendito? Y escribe la respuesta. Luego pregunta: Oh, Señor, ¿varón o hembra?...” El ángel también escribe cual será su conducta moral, su vocación, su longevidad y los bienes que recibirá en este mundo. Finalmente se le dice al ángel: “Sella el libro, pues nada se le añadirá, ni nada se le sustraerá.” En otro hadîth se dice: “No haya alma alguna nacida, cuyo lugar de destino, sea al Paraíso o el infierno, no haya sido predeterminado por Dios”.28 Todos tenemos conceptos más o menos vagos, impuestos por la educación recibida o por la conciencia del colectivo al que pertenecemos, 28 Salisbury, (artículo), Mohammedan Doctrine of Predestination and Free Will. Citado
en: Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination, Presbyterian and Reformed Publishing Company, Phillipsburg, New Jersey, U.S.A., 1968, Pág. 276.
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acerca del sentido de la vida, del por qué ocurren las cosas y quién es el responsable último de todo. Especialmente ante los ‘imponderables’; es decir aquellos ‘accidentes’ imprevistos que no nos podemos explicar. Como resultado algunos son supersticiosos, otros resignados, otros se revelan contra el ‘destino’. Cuando aceptamos la verdad revelada, dos son las posturas posibles: Dios es la causa de todo, o el hombre es el responsable de todo. Y los defensores teológicos de ambas, están dispuestos a defenderlas al límite. Sea cual sea nuestra postura, aquellos que piensan lo contrario presentan objeciones difíciles de soslayar. Los partidarios del “libre albedrío” objetan lo siguiente al llamado por ellos “fatalismo”: Si es Dios quien decide y determina de forma absoluta el destino de cada ser humano, éste no es más que una marioneta en Sus manos, y es una injusticia que se le haga responsable de sus actos. ¿Sería culpable alguien que cometiera un delito bajo hipnosis?29 Los partidarios de la “soberanía absoluta” objetan lo siguiente a los por ellos llamados “arrogantes y autosuficientes”: Si el hombre puede convertirse por su libre decisión, quiere decir que puede participar de alguna manera en su salvación, lo cual es incompatible con la verdad de que la salvación no es mérito humano en ninguna proporción… Aún peor: si el hombre es autónomo en todas sus decisiones, quiere decir que cuando el hombre pecó por primera vez la situación se le escapó a Dios de las manos, lo cual implicaría que Él es impotente a la hora de gobernar el universo. En tal caso Dios sería una marioneta a merced de sus criaturas… ¿Cómo salirnos de este atolladero?30 29 Los científicos no han llegado a un acuerdo acerca de qué es lo que básicamente deter-
mina nuestros comportamientos; si son los genes -nuestra naturaleza- o bien la educación que hemos recibido -los agentes sociales-. Por otro lado ambos bandos, si están de acuerdo en que los agentes externos determinan en algún grado nuestros actos. Según el psicólogo B.F. Skinner, que postula que nadie puede conducirse de forma diferente a cómo está programado, debemos renunciar a la noción de libre albedrío y a la noción de que nuestros actos son reprobables o loables; es decir merecedores de un castigo o recompensa. En un universo determinado casuísticamente no existe nada correcto o incorrecto (B.F. Skinner, Beyond Freedom & Dignity, New York, Bantam, 1972). 30 Como ya adelantamos, creo que el concepto de la “providencia” es un ‘catalizador’
que permite conjugar las dos tendencias, sin caer ni en el fatalismo ni en la arrogancia:
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El caso es que la Biblia menciona por un lado la “elección” y “predestinación”: “Según nos ESCOGIÓ en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor” (Ef.1:4); “Y a los que PREDESTINÓ, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro.8:30). Por tanto la discusión no es sobre si tal concepto armoniza o no con la Fe cristiana, sino sobre cual es el verdadero significado y la correcta interpretación del mismo. Y por otro lado la Biblia promulga la “libertad” para el hombre: “Porque vosotros, hermanos, a LIBERTAD fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gal.5:13). “...como LIBRES, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1P.2:16). ¡Lo cual implica que existe un grado posible de libertad, hasta el punto de poder ser malversada! Por tanto la discusión no es sobre si el hombre es libre (y por tanto responsable) o no para tomar sus decisiones y forjar o influir de alguna manera en su destino, sino sobre cómo armoniza esto con la soberanía divina. ¿Cual es pues la postura que hace honor a la verdad bíblica?31 Intentemos ordenar los diferentes postulados teológicos relativos a la elección y la salvación. Se pueden resumir en cuatro: 1) Universalismo: según el cual todo el mundo se salvará (antes o después) puesto que Cristo ha muerto por todos. Evidentemente esto es
En la teología cristiana normalmente se define la providencia como la incesante actividad del Creador mediante la cual, con gran bondad y misericordia (Sal. 145.9; cf; Mt. 5.45–48), mantiene a sus criaturas en ordenada existencia (Hch. 17.28; Col. 1.17; He. 1.3), guía y dirige todos los acontecimientos, circunstancias, y acciones libres de ángeles y hombres (cf. Sal. 107; Job 1.12; 2.6; Gn. 45.5–8); y encamina todo hacia el fin propuesto, para su propia gloria (cf. Ef. 1.9–12). 31
Recordemos: en la teología cristiana el tema de la soberanía divina y la libertad humana está enfocado en última instancia sobre el tema del destino eterno; es decir, la salvación o la condenación. En el Islam en cambio, el énfasis está centrado sobre el acontecer diario de cada acción y los detalles de todo lo que ocurre en el universo; incluyendo por supuesto el destino eterno.
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inconsistente frente a la Biblia.32 2) Pelagianismo: según el cual el hombre puede procurar la salvación eterna exclusivamente por sus propios medios, por cuanto el pecado original no depravó la naturaleza humana. Ninguna rama del cristianismo ortodoxo ha apoyado nunca esta postura. (El Islam sería una modalidad del pelagianismo). 3) Arminianismo: sus postulados fundamentales se pueden resumir de la siguiente manera: a) Cristo ha muerto por todos los seres humanos. b) La gracia salvadora es ofrecida a todos los individuos por igual. c) El ser humano puede aceptar o rechazar dicha oferta. d) El individuo puede resistir la acción regeneradora del Espíritu. e) Los salvos, pueden perder su salvación. La idea principal es que la gracia divina y la voluntad humana operan juntamente tanto en el proceso de salvación y como de la santificación. La naturaleza humana quedo afectada por el pecado original pero no totalmente “depravada” (posee libre albedrío), por lo que aún tiene la posibilidad de responder al llamado de Dios; aunque no puede merecer Su favor ni la salvación. 4) Calvinismo: aunque abarca un amplio abanico de posturas, se pueden resumir de la siguiente manera: a) Por causa de la caída, todo hombre es, en su estado natural,33 32
Hoy en lugar del universalismo (relacionado con el inclusivismo; i.e. todas las religiones, aunque sea inconscientemente, incluyen algo de la verdad y de la experiencia de Jesús, por lo que al final los practicantes serán salvados por Cristo, aunque sea de forma indirecta) o del pelagianismo (que es la salvación por las obras exclusivamente), se puja más por el pluralismo (enmarcado en la voluntad del diálogo equitativo entre religiones), que postula que todas las religiones son verdad y vehículos de salvación en igual grado de condiciones con las otras; y que toda experiencia de ‘espiritualidad’ es igualmente válida... (Comentarios sobre la Cristología de Jhon Hick y Paul F. Knitter en el libro de: Mahmut Aydin, Jesús ¿Dios o hombre?; Ed. IZ, Estambul 2002).
33 ‘Su estado natural’ significa su naturaleza pecaminosa adquirida a través del
nacimiento.
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absolutamente incapaz de agradar a Dios y merecedor de la condenación eterna. b) Dios en la eternidad, conforme a Su soberanía absoluta, escoge y destina a algunos para salvación eterna y a otros los deja en su estado de condenación natural.34 c) Jesucristo murió en sacrificio expiatorio exclusivamente por los elegidos (expiación limitada). d) El Espíritu Santo aplica la expiación de forma eficaz en la vida de los elegidos. Éstos no pueden provocar la acción regeneradora del Espíritu (o la gracia) ni resistirla. e) Todos los escogidos son guardados por el poder de Dios y adquieren certeza de plena salvación eterna. Al leer alguno de los enunciados de arriba, interiormente quizás hemos pensado: “¿Cómo es posible algo tan inverosímil?” o al leer otro: “Esta es la verdad”. Sin embargo, aunque alguno de nuestros impulsos pueda ser justificado, lo que hace a la verdad ser tal, no es que coincida con nuestras opiniones o que nos parezca lógica, sino que la verdad en teología debe corresponderse a las declaraciones de la Palabra de Dios. Siendo así debemos preguntar ¿qué es lo que enseña la Biblia al respecto? Y permitir que ésta dé forma a nuestro sistema de pensamiento teológico. En mi opinión, no existe en la Biblia un sistema teológico plenamente coincidente con el Calvinismo ni tampoco con el Arminianismo. Por otro lado, hay un sinnúmero de versículos o pasajes que aparentemente apoyan a uno u otro sistema. Por supuesto cada cual, según el sistema teológico del que es partidario subestima los textos claves que presentan ‘los otros’, como de importancia secundaria o les dan una interpretación ‘diferente’. Lamentablemente este tipo de posturas no prestan ningún servicio a la verdad divina y crean la sensación errónea de que podemos usar la Biblia a conveniencia. Sin embargo, a lo largo de la 34 El ala más dura del Calvinismo (el llamado hiper-calvinismo) afirma que Dios ha predestinado de forma activa y eficaz tanto a los que se salvan como a los que se pierden. El ala moderada dice que el destino eterno de los condenados es una decisión pasiva de la divinidad, por no ser éstos incluidos entre los salvos.
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historia ha habido teólogos de gran prestigio y muy respetables que han defendido una de las ‘dos’ posturas. Y por supuesto el propósito principal de éstos era hacer honor a la verdad y a la Palabra de Dios. Debemos respetar nosotros también sus opiniones. Tristemente por causa de aquellos que, sin ser investigadores profundos, solamente defienden posturas por el mero hecho de que es la teología de su denominación, o por que les gusta la confrontación; un tema de gran bendición como es el de la “elección” ha sido causa de crudas disputas y divisiones entre los creyentes. Cada uno puede escoger la postura teológica que prefiera, o sencillamente no encasillarse con ninguna etiqueta teológica. Pero todos debemos fidelidad absoluta a las Sagradas Escrituras. Otro punto que nunca debemos olvidar es que: “Ahora vemos como por un espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido... mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará” (1Co.13:12,10). La Biblia nos dice claramente que nuestros conocimientos son y serán limitados en tanto permanezcamos en este mundo: “Ahora conozco en parte”. Es decir, hay algunas verdades espirituales que las podemos conocer; pero quizás hay otras con un sinfín de detalles, que no las podemos conocer de forma exhaustiva. La razón es muy simple: “Las cosas secretas pertenecen a Yahvé nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Dt.29:29). Hay verdades que Dios ha querido revelar y hay algunas (o sus detalles) que no las ha querido desvelar.35 Aquellas que ha revelado nos pertenecen. Las que no ha desvelado son misterios que solamente Él entiende. ¡Y nuestras posturas 35
Además nuestro conocimiento está velado al conocimiento puro y exacto, tanto por nuestra naturaleza pecaminosa (Ro.1:21) como por la influencia engañosa de los poderes del mal (2Ts.2:3). Aun el nacido de nuevo, incluso bajo la guía e iluminación del Espíritu Santo es susceptible al error (Gal.6:7). Por ello la verdad exenta de error, sólo es patrimonio de la Escrituras (Jn.17:17) y la interpretación correcta de la verdad se va puliendo por la participación corporativa de la comunidad de creyentes a lo largo de la historia de la iglesia (1Ti.3:15).
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teológicas no pueden ir más allá del texto revelado! Es por ello que Pablo dice: “No penséis más allá de lo que está escrito” (1Co.4:6). La teología intenta ordenar la información bíblica en un sistema o marco lógico bien delimitado. Esto no es sólo necesario, sino también provechoso. Es algo así como la diferencia entre echar nuestros bultos al maletero del coche de cualquier forma, o intentar colocarlos ordenadamente. Colocarlos ordenadamente nos hace ganar espacio y es práctico… La teología ordena la comprensión que tenemos de la verdad revelada para poder analizarla como un todo. Pero nunca un sistema teológico debe sustituir a la Biblia. La teología trata nada más y nada menos que de comprender a Dios y sus propósitos, lo cual está mucho más allá del alcance de las mentes más privilegiadas. Dicho llanamente, la verdad divina (las maletas) es incomparablemente mucho más voluminosa que el sistema teológico (el maletero) que la intenta formular. Es por eso que siempre hay algún bulto (pasaje bíblico) que no hay manera de que encaje y nunca podemos cerrar el capote y decir ¡listo! Al igual que uno no puede verse la nuca sino es con dos espejos, probablemente las diferentes posturas no son más que caras de la misma moneda que muestran facetas de la trascendente e irreductible verdad divina. ¿Qué es pues lo que la Biblia enseña sobre los puntos que hemos enunciado arriba? Primero veamos esto brevemente y luego intentemos armonizar aquellas verdades que parecen opuestas o contradictorias, buscando declaraciones adecuadas. Pero sin olvidar lo siguiente: que la Biblia no está obligada a coincidir con nuestras posturas teológicas, sino nuestras posturas con la Biblia. En este punto debo abrir un pequeño paréntesis. No pretendo haber encontrado una solución definitiva a un tema tal, que ni los grandes y más profundos pensadores de la historia del Cristianismo pudieron encontrar ni conciliar. Pero ¿por qué no ha de haber una explicación sencilla y llana, aunque pueda tener huecos, de las declaraciones bíblicas? ¿Los huecos no se corresponderán más bien a los misterios que Él no ha desvelado? Y si Él no lo ha revelado, ¿por qué obsesionarnos en encajarlo todo en una sola explicación?
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Vamos a intentar resumir los pasajes que aparentemente apoyan con más fuerza las declaraciones del Calvinismo y Arminianismo. En la mayoría de los casos es casi imposible encontrar en la Biblia expresiones como las de los enunciados de arriba. Siendo así, ¿por qué no buscar definiciones más acordes con el lenguaje del texto bíblico? Es por eso, me he permitido la osadía de readaptar algunos enunciados. Veamos pues lo que declaran las Escrituras: Primero analizando los postulados arminianos... a) La muerte de Cristo provee el rescate por todos: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1Ti.2:5,6). Quizás decir llanamente “Cristo ha muerto por todos” se pueda prestar a confusiones. Como si los fuera a salvar a todos. Cuando en realidad el texto dice “se dio”, “se ofreció”. Ahora bien, lo que está claro es que este solo versículo pone en un considerable aprieto al punto “c” del Calvinismo, que dice que “Jesucristo sólo murió en sacrificio expiatorio por los elegidos”. ¡Jesucristo no sólo murió por los elegidos sino que “se dio a sí mismo en rescate por todos”! Sin embargo, lo que muchos calvinistas quieren decir con esta expresión –creo-, lo aclararé en el punto “h” de abajo (es decir, que murió en favor de todos, pero sólo se benefician los salvos). En tal caso no existe discrepancia con la declaración de este punto. b) La salvación es una oferta para todo el mundo: “Dios... quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1Ti.2:4). Es difícil sostener que “la gracia salvadora es ofrecida a todos los individuos por igual”. Sí que la oferta de salvación es la misma y para todos. Pero la forma, los medios y las oportunidades varían mucho de un lugar geográfico a otro y de una época a otra.
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Por otro lado la idea general en el Calvinismo es que, de entre todos los hombres (quienes en su totalidad merecen el infierno y están irremisiblemente abocados a la perdición eterna), si Dios en su bondad infinita ha querido dar la oportunidad sólo a algunos, ¿quién puede reprochárselo? Si en un ataque nuclear sólo unos pocos caben en los refugios, ¿no es preferible que unos pocos se salven a que todos perezcan? Pero el caso es que en el ‘refugio nuclear’ de Dios (el cielo) hay sitio suficiente para todos. ¡Es más, Él es quien quiere que todos se salven! ¡Y que ninguno se pierda! (2P.3:9). Lo cual es más que suficiente para desarrollar un plan donde haya cabida para la salvación de todos. Pero la Biblia muestra claramente que no todo el mundo se salva. ¿Si Cristo murió por todos por qué no se salvan todos? Podemos decir que Dios ha escogido a todos para salvación, pero que no todos escogen Su oferta de salvación. En su ‘refugio nuclear’ hay sitio para todos, pero no todos obedecen al llamado de la ‘sirena’. Esto no hace a Dios impotente para dirigir las vidas de sus criaturas, por que es Él –en su justicia y misericordia- quien ha dictado las reglas del juego y las hace cumplir, concediéndole al hombre el derecho a autodeterminarse. c) El ser humano puede aceptar o rechazar la salvación: “¿Cómo escaparemos nosotros, si desechamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron” (He.2:3). ¿El rechazo o aceptación es iniciativa del hombre, o es resultado exclusivo de la gracia eficaz? Es decir ¿puede el hombre libremente decir “si” o “no”? El arminianismo así lo afirma; el calvinismo relega al hombre a un papel bastante pasivo. Su respuesta es como un acto reflejo al estímulo de la gracia. Como la reacción de la pierna al golpear sobre el tendón rotuliano. Pero al tratar el tema desde otro punto de vista, aun el calvinismo acepta la posibilidad del rechazo: en Hebreos 10:26 dice “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados.” Según el calvinismo el “pecado” del que se habla aquí, no son aquellas faltas que cometemos contra Dios por debilidad, sino el hecho de
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rechazar a Cristo como único sacrificio válido.36 Es decir, es posible rechazar voluntariamente la fe ¡incluso después de haber entendido el mensaje! Para los tales no existe ningún otro sacrificio posible, pues rechazan el único que es válido para Dios, esto es a Jesucristo. d) El ser humano puede resistir al Espíritu Santo: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hch.7:51). Según el Calvinismo si Dios ha trazado un plan (designio) para alguien, Él lo lleva a cabo con toda eficacia y la persona no puede resistir la acción del Espíritu Santo. Pero creo que es más que suficiente repasar el versículo citado con el que cito a continuación para zanjar de momento el tema sin necesidad de más comentarios: “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley DESECHARON LOS DESIGNIOS de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (Lc.7:30). (Se puede repasar el título III. ¿Puede actuar el hombre al margen de los designios de Dios?, del capítulo anterior). e) Aquellos que han participado del Espíritu Santo pueden quedar excluidos de la salvación: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (He.6:4-6). En el resumen de los postulados arminianos lo habíamos expresado así: “Los salvos pueden perder su salvación”. Se llega a tal conclusión especialmente apoyándose en el pasaje arriba citado y otros parecidos. 36 No olvidemos que la carta a los Hebreos se escribió a Judíos que estaban en peligro de
rechazar a Cristo como único sacrificio válido y de regresar a las prácticas sacrificiales del Antiguo Testamento.
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Pero, ¿habla aquí específicamente de creyentes regenerados, o de personas que han experimentado el poder del Espíritu Santo pero lo han rechazado? Por supuesto que si no han nacido de nuevo los tales quedan exentos de la salvación. Judas Iscariote participó del Espíritu Santo (hizo incluso milagros con Su poder) y con todo fue a la “perdición” (Jn.17:12). Participó del Espíritu Santo pero no había nacido de nuevo. Los diez leprosos sanados por Cristo experimentaron el poder del Espíritu Santo en sus vidas y en sus cuerpos (Lc.17:11-19), pero sólo uno volvió y se salvó por su fe. Con todo el tema del nuevo nacimiento y de la posible pérdida de la salvación lo trataremos con más detalle en próximos capítulos. De momento notemos lo siguiente: hay ciertamente personas que hacen profesión de fe y luego abandonan la fe y al Señor. En tales situaciones el arminiano dice que “han perdido la salvación”, en cambio el calvinista dice que “en realidad no habían sido elegidos”, no habían sido nunca salvos; para el calvinista no han perdido la salvación, sino que la han dejado escapar, no la han alcanzado. Existen pasajes que aparentemente pueden apoyar ambas posturas. Quizás se trate de nuevo de las dos caras de una misma moneda. *
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Analicemos también brevemente los postulados del Calvinismo (los puntos a–e de la pág.54-55, aquí son f–j) : f) Por causa del pecado original todo el mundo está bajo condenación: La caída en Adán comporta la depravación total del alma. Todo hijo de Adán está absolutamente incapacitado para agradar a Dios en su estado natural, por ello está en estado de condenación. “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro.3:10-12). “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1Co.15:50). 61
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La “carne y la sangre” hacen referencia al estado natural del hombre. El hombre no puede acceder a la “incorrupción” (la esfera de la inmortalidad y/o la santidad divina) por causa de la semilla del pecado (la corrupción o depravación del alma) que hereda por nacimiento. Es “por naturaleza hijo de ira” (Ef.2:3), esto es: merece el infierno. En estado natural “no hay quien busque a Dios”. Quizás busque una religión o apaciguar su conciencia a través de una creencia. Pero generalmente esta no es una búsqueda real de Dios. Con todo, el Nuevo Testamento habla de que dará “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Ro.2:7). Es decir, habla de gente que busca, a quienes Dios de alguna manera se les manifiesta y les muestra el camino de salvación (ver Hch.10:31-34, 44-48).37 El hombre puede hacer el bien al hombre. Pero después de la caída el “bien” del hombre procede de sí mismo y no de Dios. Por ello no puede satisfacer las demandas santas de Dios y está absolutamente incapacitado para agradarle. Es decir, ningún esfuerzo humano pede ser considerado un “mérito” ante la justicia divina. En este punto coinciden generalmente tanto partidarios del Calvinismo como tendentes al Arminianismo. Pero si a “la depravación total” le damos el sentido de que el hombre no puede ni aceptar ni rechazar el llamado de Dios, ¡entonces nos estamos oponiendo a todos aquellos pasajes en los que Dios exige al hombre que tome una decisión (que elija) o que cese en su empeño de pecar! g) Dios ha escogido al hombre para que se salve en Cristo: 37 Dios “no ha quedado sin testimonio” en las generaciones pasadas (Hch.14:17). Él ha
provisto el testimonio suficiente para que los seres humanos le busquen desde el conocimiento innato que tienen de Él (Ro.1:18-2:16). Este testimonio le llega a todo hombre a través de la creación (Sal.19; Ro.1:20) y a través de la conciencia (Ro.2:14 vd.). Por el hecho de que este testimonio es suficiente para que Lo busquen, no tienen excusa si no se arrepienten de sus idolatrías, de su corazón endurecido o de su indiferencia: “Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hch.17:27). Por lo que podemos concluir que Dios quiere que los hombres Lo busquen aún en su estado natural; y los hace responsables de dicha búsqueda…
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Dios en la eternidad, conforme a su soberanía, escoge y destina a algunos para salvación eterna a través de Cristo y deja a aquellos que lo rechazan en su estado de condenación natural. “...según nos escogió EN ÉL antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos POR MEDIO DE JESUCRISTO, según el puro afecto de su voluntad” (Ef.1:4-5). “EN ÉL asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef.1:11). Añadiendo “a través de Cristo” a este enunciado calvinista –esta expresión se halla en todos los versículos de Efesios 1:4-11 que hablan específicamente de la elección–, la doctrina adquiere su oportuno equilibrio. De acuerdo a ello, Dios no escoge caprichosamente a algunos si y a otros no, sino a aquellos que pasan por la puerta, que es Cristo. Si bien es verdad que, la postura calvinista es que entran por la puerta (Cristo) porque previamente habían sido elegidos. Es como la broma del cubo de agua sobre una puerta entreabierta. Al que abre y pasa, le cae el cubo y se moja. En lenguaje de la elección podemos decir: “pasa por la puerta porque Dios ya había decidido mojarlo” ó “Dios ha decidido que se moje todo el que pase por la puerta”. Parece que no pero hay una gran diferencia. En la primera expresión, Dios fuerza a pasar por la puerta en la segunda no. Si bien es cierto que Él ya sabe quienes se van a mojar y para eso ha puesto “el cubo”. ¡Por lo tanto lo que es seguro es que ha escogido que algunos se mojen! En los próximos capítulos trataremos con detalle este tema y los correspondientes pasajes bíblicos. De momento contentémonos con un ejemplo: El ejército que estaba con Gedeón tenía 32.000 soldados (Jue.7:1-7). Pero Dios escoge sólo a 300 de ellos para ganar la batalla. ¿Cual fue el criterio para escogerlos? No los escogió por sus méritos o habilidades, de forma que la gloria de la victoria perteneciera tan sólo al Señor (versículo 2). Pero tampoco los escogió ‘a dedo’. Escogió a aquellos que cumplieran ciertos criterios. Permitió regresar a sus hogares a los que temieran por sus vidas; y abandonaron el campamento 22.000 soldados. Y luego, de entre los 10.000 restantes escogió a trescientos que 63
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para beber “lamieron el agua” (v. 7). Podemos decir que Dios usó dos criterios: uno de exclusión y otro de admisión. Los que abandonaron se excluyeron a sí mismos; los que bebieron lamiendo se incluyeron. El factor determinante fue una decisión tomada por unos y una acción concreta de los otros. ¿Ocurre lo mismo con la elección? Los que rechazan a Cristo se condenan (Jn.3:18-19), los que se humillan son usados por Dios (Stg.4:6; 2Ti.2:21). A modo de conclusión: Dios ha escogido a todo el mundo para salvación EN CRISTO, según acepten o no a Cristo como Salvador. Y deja a aquellos que rechazan a Cristo en su estado de condenación natural: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn.3:19).38 h) La muerte expiatoria de Cristo solamente se aplica a los elegidos: “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador DE TODOS los hombres, MAYORMENTE de los que creen” (1Tí.4:10).39
38 Por supuesto que aquí algunos calvinistas protestarán. Dirán que Dios no puede ser un
mero espectador que contempla impotente desde la eternidad lo que los hombres harán en el futuro. Según ellos Él conoce de antemano a los que se salvarán porque es de nuevo Él quién los escogió uno a uno en la eternidad. Sin embargo, tampoco esta idea de “presciencia” le hace mucho honor, puesto que sería un conocimiento también bastante ‘impotente’. En realidad nosotros tenemos ese tipo de conocimiento previo y sabemos de antemano aquello que hemos decidió hacer; para ello no hace falta ser Dios. Mientras que el significado de “presciencia” en la Biblia evoca más bien la idea de algo que no puede ser conocido por medios ‘naturales’ pero que es cognoscible para la divinidad. Sin embargo, si la elección no incluye la respuesta libre del hombre, si es una elección directa y arbitraria de Dios, los que se condenan se pierden por no haber sido escogidos, lo cual es equivalente a ser rechazados o escogidos para perdición. Según esta postura ¡Dios interpreta el papel del sacerdote o del levita de la Parábola del Buen Samaritano! Realmente es difícil de armonizar esta postura con el carácter de Aquel que precisamente dice “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stg.4:17). 39 En los puntos “a” y “b” junto con el punto “h” todos los versículos base pertenecen a
la Carta a Timoteo. Este libro del Nuevo Testamento nos da una visión totalmente centrada y equilibrada del tema: la salvación es para todo el mundo, Cristo murió por todos pero sólo se salvan los que creen.
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Aquí hemos remodelado la expresión calvinista: “Jesucristo murió en sacrificio expiatorio exclusivamente por los elegidos.” Porque Jesús no sólo murió por los elegidos sino POR TODOS. Así intento expresar de una forma más apropiada lo que muchos calvinistas quieren decir. Jesús fue ofrecido como Salvador de todos los hombres, pero solamente los que se convierten se salvan (los elegidos). Cuando los calvinistas dicen que Jesús sólo murió por los elegidos, generalmente lo que pretenden decir es correcto (esto es, que la muerte de Cristo solamente se aplica a los que se salvan), pero está mal expresado. En cambio si lo que pretenden decir es que Jesús no murió por los que no creerán, ¡dicha expresión anula el valor vicario (universal) de su sacrificio! ¿Qué pasaje o pasajes bíblicos apoyan semejante teoría?40 Según la postura calvinista si Jesús murió por ellos pero no se salvan, el propósito de su muerte fracasó. Es la llamada “expiación limitada.” i)
Los elegidos no pueden frustrar la acción del Espíritu:
El Espíritu Santo aplica los efectos de la expiación en la vida del creyente (elegido en Cristo). Éste no pueden provocar la nueva vida del Espíritu (la regeneración) ni tampoco frustrarla. “...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1P.1:2). En el enunciado he cambiado la expresión “los elegidos” por “elegido en Cristo”; y la de “no pueden resistir o impedir la acción del 40 Versículos como Juan 10:15 (“pongo mi vida por las ovejas”), ¡no anulan aquellos
otros en los que se dice muy claramente que Cristo murió POR TODOS! “...el cual se dió a sí mismo en rescate por todos” (1Ti.2:6); “por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (He.2:9); “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1Yu.2:2). ¡Es más la Escritura nos asegura que Jesús incluso pagó el rescate de los falsos profetas abocados a la perdición! “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al SEÑOR QUE LOS RESCATÓ, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2P.2:1).
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Espíritu” por “no pueden frustrarla.” La razón de ello, creo que ya ha quedado clara en los comentarios de los puntos anteriores. El versículo citado aquí lo corrobora, puesto que condiciona la elección divina a dos pares de factores: (1) la presciencia de Dios, su conocimiento previo y (2) la santificación por el Espíritu, por un lado. Y por el otro, vemos que la santificación actúa en paralelo con dos factores más. Así la acción del Espíritu: (3) suscita o es suscitada junto con la entrega en fe (la obediencia); y a su vez (4) rocía al creyente con la sangre de Cristo; haciendo así efectivo el valor de la expiación en su vida. El pasaje permite dos lecturas alternativas: (a) el Espíritu provoca la obediencia ó (b) la acción del Espíritu es efectiva juntamente con la obediencia, es decir cuando uno acepta a Cristo.41 De nuevo vemos que los que aceptan a Cristo y los elegidos son los mismos. Desde el punto de vista humano, podemos decir que son elegidos porque aceptan a Cristo; y desde el punto de vista divino que aceptan a Cristo porque son elegidos (o porque Dios ya sabía lo que harían, por lo cual los ha elegido). Es algo parecido a un banquete de bodas que se celebra en un jardín. 41 La presciencia es anterior a la elección-salvación; de ahí la expresión “elegidos según...” (según algo ya establecido). Pero la santificación (que es el proceso de apartar algo o a alguien para un fin), parece ser que opera al unísono con la obediencia y el rociamiento de la sangre. De ahí la expresión “elegidos... en”; es decir a través del proceso que incluye la santificación y sus implicaciones. Lo que no ofrece duda es el punto inicial y el resultado final de la elección: la presciencia y el rociamiento con la sangre. Y lo que también está claro es que la santificación no es un premio a la obediencia. El creyente no pueden provocar la nueva vida del Espíritu. Y una vez se desencadena el proceso tampoco puede frustrarlo... Pero en cuanto si la obediencia es un efecto irresistible de la santificación o si ambas operan en paralelo, el debate queda abierto: La prep. eis (Gr. έις) de la expresión “para obedecer” puede significar: ‘para’, ‘a través de’ o ‘por causa’. Es un caso parecido al de Hch.2:38, en el que el bautismo “para” perdón de pecados debe ser entendido como bautismo “por causa” del perdón de los pecados, o bautismo como expresión de arrepentimiento... De otro modo el sentido violaría el tenor general del NT, de que la salvación es por gracia y no por obras. Desde este punto de vista es interesante la versión de la Vulgata (Jerónimo, 405 d.C.): “Secundum praescientiam Dei Patris IN sanctificatione Spiritus IN oboedientiam et aspersionem sanguinis Iesu Christi gratia vobis et pax multiplicetur.” Aquí la santificación y la obediencia son mostradas en paralelo.
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Sobre la puerta está escrito “si lo desean acompáñenos” y al pasar la puerta en el otro lado vemos un rótulo que dice “usted estaba ya en la lista de invitados”. Cristo nos llama a aceptar la salvación, nos dice “el que entre se salva” y cuando pasamos por la puerta, esta vez declara: “estas elegido desde la eternidad”. Para Él habíamos pasado por la puerta desde siempre, pero para nosotros ocurrió en el momento que dimos el paso. Una vez atravesada la puerta nadie puede cambiar nuestra condición de electos. Y como Dios conocía o había escogido desde la eternidad a los elegidos, también es un hecho invariable desde la eternidad. ¿Que Dios determine o sepa desde la eternidad cual va a ser nuestra decisión no le pone cadenas a nuestro libre albedrío? ¡No! Pero el por qué y el cómo lo trataremos más adelante. j)
Los predestinados alcanzan la semejanza al Hijo:
Son guardados por el poder de Dios y alcanzarán con certeza el destino fijado (la semejanza al Hijo). “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro.8:29-30). Esta vez en lugar de “los elegidos” he puesto “los predestinados”. ¿La razón? La elección depende de Dios y del hombre, pero la predestinación sólo de Dios. La elección puede ser rechazada, pero la predestinación no se puede impedir. Si yo sostengo una piedra en la mano puedo elegir dejarla caer o no; pero si la dejo, está destinada a caer. Uno puede elegir o no a Cristo, pero si lo hace está destinado a ser transformado a su semejanza, aunque sea en el cielo. Dios ha decidido transformar a aquellos que sabía que pasarían por la puerta a la semejanza de su Hijo. Para aquel que sube al tren que va a Ankara, Ankara es su destino fijo. Pero en tanto no ha comprado el billete y subido al tren, su destino no está cerrado. Después de subir al tren no varía su lugar de destino. A aquel que cree en Cristo, le ha sido fijado como destino la semejanza al Hijo. Pero en tanto no se arrepintió y 67
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creyó en Él, desconocía su destino. Después de nacer del Espíritu no puede variar la meta de llegada, esto es, llegar a ser %100 semejante a Cristo en el cielo. ¡Desde el momento de su nuevo nacimiento hasta llegar al cielo su destino está garantizado por el poder de Dios!42 “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1Pe.1:3-5).43 Más adelante trataremos con algún detalle el tema de la pérdida o no de la salvación. *
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A modo de conclusión, en el proceso de la elección hay una parte 42 Aquí los arminianos objetarán, desde su punto de vista, no sin razón: “¿Pretendéis
decir que una vez hecha la profesión de fe ya tenemos el cielo garantizado? ¿Y qué del que niegue al Señor y se aparte de la fe? ¿También se salvará? Si no somos autómatas, siempre existe el riesgo potencial de negar al Señor y apartarse de la fe”. Es verdad que cualquiera que niegue al Señor no se puede salvar (Mt.10:33; 2Ti.2: 12). Pero solamente aquel que no conoce al Señor puede cometer tal locura. Aunque el proceso de salvación concluye con la entrada al cielo, para Dios ya se completó con el nuevo nacimiento (si la persona realmente ha nacido de nuevo). Al igual que alguien que entre en el cielo ya no se perderá (y esto no significa que en el cielo no seremos libres; aquí tanto unos como otros estarán de acuerdo), la vida del regenerado está siendo custodiada desde ahora en el cielo (Col.3:3; 1P.1:3.4). Al igual que no hemos podido hacer nada para merecer la salvación, no podemos hacer nada para perderla. Pero sólo Dios sabe de un modo infalible quienes le pertenecen (ver 2Ti.2:19a). Por nuestra parte, si no permanecemos en la fe (2Ti.2:19b) siempre nos asediará la duda ¿realmente nací yo de nuevo? Lo que para Dios es un hecho consumado, para nosotros depende de perseverar en la carrera de la fe y llegar a la meta. 43 Nada que está bajo la protección garantizada de Dios puede frustrarse. Pero según el
versículo la fe es condición o instrumento para la preservación de la salvación. La pregunta es: ¿La fe de la que habla aquí es la fe de la conversión, ejercida una vez y para siempre; o la permanencia en la fe? Si se trata de esta segunda fe, la experiencia nos confirma que no todos permanecen en la fe. En tal caso si la fe se debilita, podríamos concluir que cabe la posibilidad de que se ‘debilitase’ también la protección divina que actúa juntamente con ella... Pero si se trata de la entrada por fe a la salvación, ésta es un hecho consumado para los que han creído y la salvación queda garantizada por el poder de Dios.
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que corresponde al hombre, y como tal depende de él: aceptar el evangelio, perseverar en la fe... Pero a la vez todo el proceso depende de Dios y por lo tanto es infalible: la elección, el llamamiento, la justificación, la glorificación... La postura arminiana enfatiza el papel que le toca representar al hombre. El calvinismo por su parte, exalta la obra de Dios en el proceso. Aun a riesgo de pecar de reduccionista por los claros puntos de desacuerdo entre ambas posturas, en líneas generales creo que podemos clasificarlas como las distintas caras de una misma moneda. En este punto debemos reconocer con toda humildad que hemos intentado colocar las maletas (las declaraciones de la Palabra) en el maletero del coche (un sistema teológico coherente) de la mejor manera posible. Por supuesto habrá paquetes (pasajes difíciles) que no habremos sabido colocar (armonizar). Incluso seguro que otros habrán colocado mejor las maletas, ganando más espacio libre, pudiendo incluir así más “verdad bíblica” en su sistema. Sea cual sea nuestra postura, conforme al dicho “los árboles me impiden ver el bosque”, en lugar de perdernos en los detalles, podemos deleitarnos en el hecho de que a Dios no se le escapa ninguno y de que en Sus manos estamos totalmente amparados bajo Su soberanía y propósitos. Esta es la esencia de la vida de fe.
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Capítulo 3
Elección Para La Salvación En este capítulo meditaremos las siguientes líneas de pensamiento: •
La elección es condicional; la predestinación incondicional.
•
Dios elige potencialmente a todos los hombres para salvación.
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Atrae hacia sí a los que conoció en Cristo desde la eternidad.
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Destina a los salvos a llevar irrevocablemente la imagen del Hijo. *
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S
egún una tradición popular islámica Dios ha creado el infierno para llenarlo de seres humanos hasta rebosar.44 Sin embargo el Evangelio nos dice que el infierno no fue creado en sí para los hombres, sino para el diablo y los ángeles que con él se revelaron: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno PREPARADO PARA EL DIABLO Y SUS ÁNGELES” (Mt.25:41). ¡El propósito original de Dios nunca fue enviar a ningún ser humano a la perdición eterna! “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, NO QUERIENDO QUE NINGUNO PEREZCA, SINO QUE TODOS PROCEDAN AL ARREPEN44 El Corán, Al sayda (32) 13; “Si hubiéramos querido, habríamos dirigido a cada uno. Pero se ha realizado Mi sentencia: «¡He de llenar la gehenna [infierno] de genios [¿demonios?] y de hombres, de todos ellos!»” Qaf (50) 30; “El día que digamos a la gehenna: «¿Estás ya llena?», ella dirá: «¿Aún hay más?»” Además ver: El Corán, Al araf (7) 18, 179; Hud (11) 119; Al sayda (32) 13... En el NT el término infierno (geenna) aparece 18 veces; en el Corán, que tiene una extensión aproximada como la del NT, se habla unas 180 veces del infierno (gehenna).
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TIMIENTO” (2P.3:9).
“Diles: Vivo yo, dice Yahvé el Señor, que NO QUIERO LA MUERTE DEL IMPÍO, SINO QUE SE VUELVA EL IMPÍO DE SU CAMINO, Y QUE VIVA. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ez.33:11). Primero vamos a formular algunos principios básicos. I. Elección y predestinación son cosas diferentes: La “elección” en el sentido bíblico es el ‘primer paso’ hacia un propósito divino. El “destino” es la meta a alcanzar. Algo así como decidir entre ir de vacaciones o no (elección), por un lado, y determinar luego el lugar (destino), por otro. La elección es el inicio, el destino es el fin del proceso. A su vez la elección es ofrecida al grupo; el destino es una promesa individual. Toda la familia puede venir o no de vacaciones (elección), pero le prometemos a nuestros hijos, por ejemplo, que si vienen podrán montar a caballo (destino). La elección de Israel tenía el propósito de formar una nación santa (Gn.12:2) y abarcaba a todo el pueblo. Pero no todos se santificaron, aunque a todos se les dio la oportunidad. Como pueblo todos eran parte del proceso, todos estaban en el punto de partida. Pero la promesa de la realeza fue dada a la descendencia de David. El hombre no podía frustrarla, dependía de Dios, Él garantizó su continuidad (2S.7:12). Fue ofrecida a una sola familia y apuntaba a su cumplimiento final en un sólo individuo: el Mesías. a) La Elección: propicia LA ENTRADA a un propósito divino. El hombre puede asentir, según Dios le haya dado o no ese derecho. Es como la decisión de saltar o no a la piscina para refrescarnos. O como la decisión de quedarse o no con Gedeón (Jue.7:1-6). b) La Predestinación: garantiza EL FIN que alcanzarán los elegidos, los que han entrado. No depende del hombre, sino de la promesa de Dios. Después de saltar seguro que caemos a la piscina. Si estamos entre los 300 de Gedeón, Dios nos hará ganar la batalla (Jue.7:7-14). Si no saltamos, tampoco caeremos a la piscina. Si no ‘bebiéramos 72
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lamiendo’, tampoco acabaríamos en la batalla. Pero una vez hemos saltado o bebido lamiendo, caemos en la piscina y entramos en la batalla. Saltar o no, está en nuestras manos; en cambio una vez en el aire caer ya no depende de nosotros. Así entrar en la elección posee un aspecto que depende del hombre45. En cambio la predestinación ‘se dispara automáticamente’ con la entrada en la elección; la oferta de la elección se puede declinar, pero el resultado final de la predestinación no. ¡Así la predestinación depende de la elección, pero la elección no depende de la predestinación!46 La “elección” y la “predestinación” pueden complementarse. Pero en realidad son dos conceptos separados. La elección es condicional, tiene en cuenta ciertas acciones o decisiones humanas. En cambio la predestinación es incondicional. Dios hará lo que ha determinado prescindiendo del hombre.47 Así la ‘elección’ viene antes de la ‘predestinación’. La primera no es consecuencia de la segunda. Es decir, Dios no elige a aquellos para quienes ha marcado un destino, sino que determina un destino para aquellos que elige. En el calvinismo la elección se entiende como una consecuencia de la predestinación; pero en realidad es al revés. Vamos a intentar ponerlo más claro. En ocasiones algunas compañías de publicidad inician campañas de promoción en las que premian a aquellos que poseen su producto de 45
No así el diseño de las cláusulas que definen y delimitan la elección, las cuales dependen de Dios: si Él no ‘construye una piscina’ y no ‘nos trae hasta el borde’, no tenemos donde saltar; si Él no define la condición que cumplirán los que quiere que vayan a la batalla, tampoco se daría la elección de los 300...
46 Para que haya una predestinación forzosamente ha de haber una elección ‘previa’ que
la sustente o posibilite. Pero un elección no trae forzosamente consigo una predestinación; es decir no desemboca siempre en una predestinación. Los predestinados a llevar la imagen del Hijo, son elegidos en Cristo (la predestinación exige una elección); pero los elegidos en Abraham (el pueblo de Israel), no están forzosamente predestinados al cielo. La elección se puede presentar sin predestinación. 47 Incondicional en cuanto la actuación humana, pero dependiente del proceso electivo,
por cuanto la predestinación es ‘desencadenada’ por la entrada en la elección. Es decir, la predestinación es la culminación invariable de la elección. Pero para que se cumpla debe iniciarse el proceso, aceptar el llamado. Y esta es la única cláusula que el hombre debe cumplir. Cláusula que por cierto es Dios quien la establece, no el hombre...
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entre una lista de gente que llaman por teléfono. Según la postura soberanista, se escoge sólo a unos cuantos del listín telefónico y se premia a todos ellos; y si no tienen el producto en cuestión de alguna manera se lo endosan (para que cumplan el requisito). Según la postura de la responsabilidad humana, se llama a toda la población y se premia a aquellos que tienen el producto. De esta forma todos han sido elegidos pero únicamente los que cumplen la condición deseada son premiados. Mientras que en el primer ejemplo sólo unos pocos han sido elegidos y llamados. Sin embargo Dios llama a todos pero sólo “los que están en Cristo” son elegidos, no al revés. Es decir, Él no determina en la eternidad a quienes va a ‘premiar’, para conforme a ello elegirlos después. A esto se le llama “Elección Condicional”. Los partidarios de una “Elección Incondicional” protestarán ante este postulado, porque dirán que la voluntad y soberanía divinas no pueden quedar supeditadas a la voluntad humana. (¿No se parece esto mucho a la objeción del Islam que dice que Dios no puede limitarse a una naturaleza humana?). Pero si es Dios quien ha decidido supeditar su elección a las condiciones que Él mismo ha establecido, ¿Cómo es que aquellos que dan tanta importancia a Su soberanía (a sus decisiones) se sienten tan incómodos? Dios quiso hacer depender la elección para la salvación, de la fe puesta en Cristo.48 Podía haber decidido escoger incondicionalmente a algunos y no habría hecho falta que Cristo muriera. Pero justificar a alguien cuyos pecados no han sido penados se contradiría con su justicia. Por otro lado, escoger a algunos sin tener en cuenta su respuesta libre al mensaje de la Cruz y ‘forzarlos’ a creer en Jesús aún sería, si cabe, una injusticia mayor. Como hemos dicho, Dios en el caso de Gedeón determinó la condi48 La elección no depende de las obras sino de la gracia: “Y si por gracia, ya no es por
obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Ro.11:6). Con todo, esto no significa que la elección para salvación sea incondicional, sino que la condición no son los méritos humanos. Según la postura calvinista si la fe humana es la condición, la gracia queda anulada. Sin embargo Pablo asegura lo contrario, que la condición para que sea por gracia es la fe: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme...” (Ro.4:16). Por otro lado el hecho de que Dios haya hecho que la elección sea condicional o incondicional no le añade ni le resta nada a la soberanía divina.
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ción para hacer una elección, no hizo a solas la lista de los escogidos. Sin embargo Él los predestinó a ganar la batalla. No eligió a los 300 por nombre, pero si determinó alcanzar la victoria con ellos. He aquí la diferencia entre “elección” y “predestinación”: Dios para la elección pone como condición la respuesta humana; pero en la predestinación, el cumplimiento del fin depende exclusivamente de su decisión soberana. Mientras que no dio la lista de los 300, si determinó alcanzar la victoria, sin margen al fracaso. De la misma forma Dios no decide con una lista quién se salvará, sino que decide salvar a los que creen en Cristo. ¡A la vez decide predestinar los que se salvan a llevar la imagen del Hijo y no hay nadie ni nada que pueda invertir el proceso! El significado de predestinar es “fijar un destino previamente”. Algo así como los aviones cazas que tienen un sistema de fijación para sus misiles, de forma que entre tanto el avión que persiguen no queda fijado por el sistema del ordenador aun se puede escapar; pero una vez fijado al blanco no hay escapatoria posible. Todo hombre puede aceptar o rechazar a Cristo. Pero una vez aceptado y nacido de nuevo, queda fijado al blanco y ya nadie puede cambiar eso. Desde este punto de vista el capítulo 8 de Romanos es muy interesante. Dice que Dios predestinó a los que antes conoció para un fin determinado. Que los ha fijado a un blanco: la semejanza a Cristo (versículo 29). Sabe que van a aceptar a Cristo; lo que lleva consigo la salvación eterna. Pero decide agasajarlos con un premio adicional: la certeza de la semejanza a Cristo. La salvación es una oferta, la imagen una promesa. Conoce a los que se van a salvar y decide garantizarles la meta. Y así incluye este galardón adicional en el proceso de salvación que los llevará al cielo (v. 30). Primero los llama, luego los justifica y por último los glorifica (confiriéndoles la imagen sin defecto de Cristo). No dice que por el puro placer de su voluntad haya preparado una lista de los que van a ir al cielo o al infierno. Lo que dice es que “a los que antes conoció los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”. No los predestinó a salvarse, sino que predestinó a los que conoció (lo cual implica el conocimiento mutuo) a llevar la imagen del Hijo. Porque ya había decidido salvarlos por medio del llamamiento (lo cual implica respuesta), por la justificación (lo cual implica fe) y por la
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glorificación (que es la culminación de la salvación).49 Es algo así como un padre que invitara a todo el mundo a la boda de su hijo. Pero no todos van a venir. ¿Cuantas mesas y cubiertos tiene que disponer para el banquete? Si el dispusiera de un medio para saberlo de antemano, podría preparar lugar para todos los comensales y poner una tarjeta con el nombre de cada uno. Y habría una plaza en el banquete para todos los que acudieran, ni uno más ni uno menos. Así mismo ocurre con la predestinación. Veamos otra ilustración: Antes de comprar el tiquete uno puede decidir entre varios cines. Pero después de comprarlo queda fijada la película que va a ver. Dios no nos fuerza a entrar al cine “Cielo”, pero si compramos la entrada en la taquilla “salvación” (y allí las entradas se regalan), no podremos ver otra película que “Semejanza al Hijo”. ¡Y jamás fue su propósito poner butacas para los seres humanos en el salón “Infierno”! Aunque las butacas del cine “Cielo” sí lleven una etiqueta con el nombre de cada espectador. II. ¿De qué área de la voluntad divina depende la elección para la salvación? El gobierno divino abarca tal infinidad de aspectos que no son siquiera imaginables para nuestra mente. Domina un espectro tan amplio como supervisar dónde y cuando nacerá cada individuo, hasta determinar el año, día y hora en que regresará Cristo a la tierra. Todos estos aspectos pueden estar relacionados tanto con decisiones electivas como con destinos prefijados. Pero nos concentramos en la doctrinas de ‘la salvación’ y 49 Los partidarios de una predestinación rígida hablan aquí del llamamiento eficaz o
irresistible. Es decir, los llamados no aceptan por iniciativa propia, sino que es Dios quien hizo que aceptaran el llamamiento. Para apoyar esto enfatizan que en el versículo todos los llamados son justificados. Esto implica (según ellos) que el llamamiento del que habla aquí no se puede rechazar. Es como si dijéramos, “todos los que entran a la sauna sudan”. ¿Implica esta expresión que han sido forzados a entrar, porque no pueden dejar de sudar? ¡No! Esto sería confundir la “gimnasia” con la “magnesia”... El ordenamiento de los eslabones en el versículo no deja lugar a dudas: (1) a los que antes conoció, (2) los predestinó, (3) los llamó, (4) los justificó y (5) los glorificó. En resumidas cuentas: los predestinó por que los conoció de antemano, no los conoció porque los predestinó primero... (eso no sería ‘pre-ciencia’ sino ‘post-ciencia’).
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‘el destino eterno del hombre’ por ser éstas las más discutidas por la teología tradicional en el protestantismo y la clave para entender el tema. Dios en algunos casos crea, en otros destruye con juicios. Su misericordia alcanza a algunos, a otros los castiga. En ocasiones actúa según se presciencia, en otras conforme a sus designios eternos. En algunas circunstancias decide actuar conforme a su estricta voluntad y en otras decide acoplarse a la voluntad humana (Jos.10:14). ¡Por que Él es soberanamente libre y hace lo que quiere! Él es a su vez quien determina su modo de actuar en cuanto a la elección, la salvación o la predestinación: “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?” (Ro.11:34). ¿Acaso le vamos a decir nosotros cómo tiene que hacer las cosas? Es este un terreno santo y demasiado resbaladizo para el hombre. ¡Debemos avanzar con mucha cautela! ¿En qué aspecto de su soberanía se basó Dios para determinar la elección para la salvación? a) ¿En la voluntad (deseo) divina? (ej. 1Ti.2:4). b) ¿En la presciencia divina? (ej. 1Pe.1:2). c) ¿En Su designio (ó decreto) previo? (ej. Hch.13:48). “El cual QUIERE QUE TODOS los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad” (1Ti.2:4); Elegidos según la PRESCIENCIA de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1P.1:2); “Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos ESTABAN ORDENADOS a vida eterna” (Hch.13:48). Indudablemente estos tres atributos tuvieron un papel activo en el proceso. Los versículos dados a modo de ejemplo no dejan lugar a dudas. ¿Pero cuál fue el que desencadenó el proceso? ¿Cuál hizo de locomotora y cuales de vagón? Su voluntad acaricia un deseo: salvar a la humanidad. Su presciencia conoce el número exacto tanto de los individuos como del conjunto de los redimidos. Sus designios determinan la meta a alcanzar, 77
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el fin de los salvos. Mi postulado es que: El PROPÓSITO de la elección divina se define según Su buena voluntad (en el sentido de ‘deseo’ no de ‘decisión’), su ALCANCE (a quienes abarca) se verifica según Su presciencia y el FIN se cumple a través de Sus designios (es decir sus ‘decretos’). Si se confunde el resultado o fin del proceso de la elección divina con su propósito o con su alcance, irremediablemente se llega a conclusiones erróneas como la de que Cristo no murió por todos. Es por el hecho de que EL PROPÓSITO prevalece sobre la META y el ALCANCE de la elección, que en la Biblia este propósito es UNIVERSAL: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado DEL MUNDO” (Jn.1:29). “Porque de tal manera amó Dios AL MUNDO, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn.3:16). “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida DEL MUNDO” (Jn.6:51). “Y yo, si fuere levantado de la tierra, A TODOS atraeré a mí mismo” (Jn.12:32). “Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino A TODOS los hombres la justificación de vida” (Ro.5:18). “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia DE TODOS” (Ro.11:32). “...uno murió POR TODOS... y POR TODOS murió...” (2Co.5:14-15). “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo AL MUNDO, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2Co.5:19).50 50 2ª de Corintios 5:19 dice que “Dios escogió reconciliarse con todos”. Pero inmediatamente después añade un llamamiento a reconciliarse con Dios (2Co.5:20); de lo que se desprende que no todo hombre elige reconciliarse con Él. La elección abarca potencial-
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“…el cual quiere que TODOS los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1Ti.2:4). “…el cual se dio a sí mismo en rescate POR TODOS, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1Ti.2:6); “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación A TODOS los hombres” (Tit.2:11).
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte POR TODOS” (He.2:9); “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de TODO EL MUNDO” (1Jn.2:2). “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador DEL MUNDO” (1Jn.4:14).51 Pero de nuevo en la Biblia, desde el punto de vista del número de los que se salvan, el RESULTADO es limitado (¡no la expiación en sí!). La clave: “…porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres [OBJETIVO-PROPÓSITO], mayormente [específicamente] de los que creen [RESULTADO-ALCANCE]” (1Ti.4:10). Jesús murió por todos,52 pero el valor expiatorio de su muerte es válido sólo para los que se salvan. ¡Y aunque Jesús murió por todos, el valor de su sacrificio no se ha desperdiciado en el caso de los que no se salvan, porque cumplió con el designio divino de ofrecer una expiación para posibilitar la salvación de todos! Los sacrificios se ofrecen a Dios mente a todos los hombres a través de la expiación, pero solamente los que creen en Cristo son hechos partícipes de la misma. 51 A estas citas se puede añadir todas aquellas que hacen un llamado a la evangelización
mundial: “a todas las naciones”, “a todo el mundo”, “a toda la creación” (Mt.28:19, Mr.16:15). Y es por ello que “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch.17:30). 52
Además ya vimos que Jesús compró con su sangre incluso a los falsos profetas “destinados” a perderse (2P.2:1). ¡Lo cual demuestra que aunque la expiación no los haya salvado (no ha sido válida para ellos) si ha sido eficaz! Pues ha pagado el precio de su compra; aunque el trato no se haya aún cerrado por ambas partes...
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no a los hombres. Y si el sacrificio de Cristo cumplió con la voluntad y satisfizo la justicia divina, no sería en vano aun y cuando ni siquiera un solo ser humano se hubiera acogido a la salvación. Pero igual que podemos constatar que Dios en su misericordia y su justicia decidió abrir un camino de salvación y es en base a esto que decidió ofrecerse a sí mismo como sacrificio, estamos intentando comprender en base a qué decidió que operara la elección. No podemos decir que el plan de Dios era sacrificarse a sí mismo y que luego se le ocurrió de paso salvar a los hombres. El propósito divino era salvar al hombre, no sacrificar a su Hijo (aunque esto estuviera determinado desde la eternidad; He.13:20; Ap.13:8). El sacrificio es el medio no el propósito. Pues bien, de igual manera que el plan de salvación se fundamenta en la misericordia divina, ¿podemos saber con precisión en qué se fundamenta la elección; si se fundamenta en Su deseo de que todos se salven, o en Su presciencia o en Su soberanía? ¿En la dinámica de la voluntad divina, cual de estos atributos se apoya en los otros? ¿Cual es el que tira de los otros a la cabeza? ¿Cómo se distribuyen los eslabones de la cadena? Conforme a los atributos arriba señalados (a) ‘el deseo’, (b) ‘la presciencia’ y (c) ‘el designio’: 1. Si el alcance de la elección (el número y nombre de los salvos) surge directa y exclusivamente de un decreto divino (c), tal elección es ARBITRARIA… 2. Si el objetivo está subordinado en primer lugar a Su presciencia (b), la elección resulta RESTRINGIDA o LIMITADA… 3. Si el objetivo depende de Su deseo salvífico (a), la elección es IMPARCIAL y de propósito UNIVERSAL.53 ¿Cómo llegamos a estas conclusiones? Toda decisión tomada sin causas o sin condicionantes es arbitraria. Que sea arbitraria no implica 53 La elección es UNIVERSAL, la salvación no. Dios elige a todos para darles la oportunidad de elegir salvarse, pero no todos lo hacen. El calvinismo, por identificar la elección con la predestinación dice que si cualquiera de los elegidos (predestinados) se pierde, Dios es impotente para cumplir sus designios; y la elección una burla que no sirve para nada. Sin embargo, si Dios escoge al hombre no para que se salve (de forma irrefutable), sino para que se pueda salvar (de forma potencial), el problema desaparece.
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forzosamente que sea incorrecta, sino que depende exclusivamente del arbitrio de uno mismo. Es evidente que Dios puede hacerlo en el uso de sus poderes y facultades. ¡Pero no lo hace debido a su carácter! Si Dios hubiera basado su elección en su pre-determinación, es decir si hubiera decidido de forma unilateral quién iría al cielo y quién al infierno, prescindiendo de toda otra condición, sería esta una decisión cruel. Porque “¿quién ha resistido a su voluntad?” (Ro.9:19). Tal como se especifica en el capítulo 9 de Romanos, Dios puede usar un método irrefutable para cumplir ciertos propósitos (en este caso otorgar el derecho de primogenitura o de pueblo a quien quiere). ¡Pero en los pasajes que hablan directamente de la salvación no existen vestigios de una elección incondicional! Por otro lado, si Dios hubiera hecho depender su elección tan sólo de tratar de vislumbrar entre las brumas del futuro quienes iban a creer en Cristo en un entorno determinista (como si se tratara de saber qué harán unos robots previamente programados), entonces hubiera sellado la puerta del cielo a muchos, mucho antes de que estos nacieran. Porque es imposible que cambie aquello que Dios sabe ya desde la eternidad que ocurrirá. Y en tal caso, ofrecer el plan de salvación a los que no se salvarán, no sería más que una pantomima. Tal elección quedaría reducida a un puñado de personas. Pero si Dios ha preparado la elección conforme a Su deseo de ofrecer una salvación libre a todo el mundo (incluyendo las decisiones humanas en su plan), ¡entonces la oferta de su amor y misericordia es generosa y equitativa para todos! Si hubiese una secuencia temporal el orden sería: (1) presciencia -> (2) predestinación -> (3) oferta salvífica. Desde el punto de vista de una elección incondicional debería ser: (1) predestinación -> (2) presciencia -> (3) llamado eficaz. Pero no existe una relación temporal entre los atributos divinos. No es el problema de quien fue antes si el huevo o la gallina. Porque todos operan al ‘unísono’, pues Él habita la eternidad, el “ahora” continuo. No hay una secuencia temporal entre su presciencia, soberanía o su oferta salvífica, pero si existe un ORDEN DE DEPENDENCIA: 81
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(1) Dios desea la salvación de todos -> (2) conoce de antemano quienes responderán favorablemente a Su llamado, y -> (3) a estos los predestina a llevar la imagen del Hijo… !LO QUE DETERMINA LA ELECCIÓN NO ES UN ORDEN CRONOLÓGICO EN SU TOMA DE DECISIONES, SINO EL ORDEN DE DEPENDENCIA! Comparemos posibles combinaciones y sus implicaciones: Decreto –> presciencia –> arbitrario, registro de autómatas a la lista
deseo limitado incondicional
Presciencia limitada a lo que sabe
–>
decreto asentimiento pasivo
–>
deseo sin propósito, impotente
Deseo oferta universal
–>
presciencia planificación providencial
–>
decreto garantiza el cumplimiento
Los redimidos no se salvan conforme a un decreto o a la presciencia divina. La salvación no se basa en el conocimiento o selección previos de Dios. Ni porque haya hecho una lista a priori, ni porque haya copiado la lista de los que se ‘inscribirán’ a posteriori. Se basa en la misericordia (su deseo universal), la expiación (su oferta universal) y la adopción (la aceptación de los que se convierten). Entonces la presciencia divina no determina la actuación humana, ni tampoco limita su libertad y responsabilidad.54 54 William Irwin, en la obra Matrix ve Felsefe – Matrix y la Filosofía (Güncel Yayincilik, pág.111-114) hace las siguientes consideraciones: “La omnisciencia y el libre albedrío aparentemente se contradicen. Si puedo evitar hacer algo, soy libre de hacerlo o no. Pero si se conoce a ciencia cierta el resultado de algo antes de que acontezca aparentemente es inevitable. Si esto es cierto y Dios conoce también Su propio futuro, éste se hace inevitable. Con lo que Él mismo aparece como impotente para cambiarlo. En tal caso una omnisciencia rígida no sólo anularía el libre albedrío, sino la misma posibilidad de la omnipotencia... “Por otro lado es posible conocer el futuro sin interferirlo. Digamos que se nos cae un vaso de leche al suelo. Es posible saber que salpicará todo alrededor antes de que se estrelle.” (Tal conocimiento no se basa en ninguna fuerza sobrenatural, sino en conocer
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Imaginémonos un partido de fútbol. Grabamos el partido y luego miramos una y otra vez los goles. Nadie puede cambiar ya el resultado. Pero ¿cual es la causa directa del resultado, los goles o el video? Dios a diferencia nuestra puede ‘grabar’ el partido antes de que se juegue. Pero la pregunta es la misma. ¿Cuál es la causa directa del resultado, los goles o ‘el video’? Pero alguien dirá: si Dios ya los sabía de antemano, los goles son la consecuencia de su conocimiento previo. Dios de hecho existe al unísono en el pasado, en el presente y en el futuro. ¡Él es el que habita la eternidad! Por eso para Él todo lo que acontece en el futuro, existe desde el pasado; y todo aquello que conoce de antemano, ocurrirá por sí mismo en el futuro. Para Él no existe ni ‘antes’ ni ‘después’; desde su perspectiva tanto da que lo sepa ‘a priori’ como ‘a posteriori.’55 El no fuerza nadie a creer. Creó al hombre con libre albedrío y por ello le hace responsable de sus actos. Por supuesto, la elección no sólo consiste en saber de antemano quién creerá y quién no. Desde el punto de vista de la presciencia hace unos preparativos muy importantes. (a) Provee el sacrificio expiatorio para todo el mundo; (b) sabe quienes van a asentir al llamado; y (c) a estos les proporciona comprensión espiritual y la capacidad de creer. Esto es así desde la realidad que vive el hombre. Y si se quiere expresar desde el punto de vista de la realidad eterna, es Dios quien las leyes naturales. Dios determina y conoce no sólo todas las leyes naturales, sino también las espirituales y morales. Para Él es posible conocer el futuro sin anular la libertad de acción). Con todo, su presciencia no consiste en un simple determinismo. Éste “postula que nada acontece sin una causa y que una misma causa siempre produce el mismo efecto o resultado. Al punto que si las leyes que rigen un universo dado son fijas, sólo existe un posible futuro. Si pudiéramos rebobinar el tiempo y dejarlo de nuevo a su aire, todo se cumpliría exactamente igual que la vez anterior.” “El filósofo griego Epicureo (341-270 a.C.) se percató que en un universo en el que todos los efectos son causados por otros efectos no podía existir el libre albedrío. Para explicar cómo es posible la libre elección, arguyó que los átomos ‘se desviaban’ por casualidad de su curso. Es interesante notar que los físicos modernos coinciden en decir que es imprevisible y matemáticamente imposible determinar el movimiento aleatorio de ciertos electrones y sus partículas…” 55 Pero desde nuestra perspectiva si es muy importante. Como Él conoce el fin de todas
las cosas, sabemos que es eficaz en elaborar un plan que redunde para Su gloria y el bien de los suyos. Así es como funciona la “providencia” y por ello podemos estar seguros de que “todas las cosas ayudan a bien” (Ro.8:28).
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otorga a los elegidos una comprensión espiritual y la capacidad para creer. Los que creen, son “todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hch.13:48).56 Pero esto no cambia nada. Dios desea la salvación de todos, provee del sacrificio necesario y da una oportunidad a todos. Siendo así, ¿podemos decir que Dios interviene para que el hombre se decida por Cristo? Sin la intervención divina nadie podría creer. Sin tal intervención la presciencia divina lo único que podría ver de antemano sería la destrucción eterna de todos. Dios ablanda el corazón de unos y endurece el de otros. ¿Cómo es esto posible? Es Dios quien nos da la energía para respirar, para dar un paso, para tomar una decisión. Él es el sustentador de la vida (He.1:3). Si nuestra decisión es obedecer nos da la energía para ello y nuestro corazón se sensibiliza. Si nuestra decisión es desobedecer nos da la energía para hacerlo y nuestro corazón se endurece. Este es su veredicto: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” (Ap.22:11). En Isaías 63:17 el extravío de Israel es igualmente expresado como resultado de que Dios los haya endurecido. Así es Dios quien endurece al pueblo de Israel “provocándolos a celos” por medio, bien sea de sus juicios o bien de sus favores. Es decir Dios “incita” las reacciones, para sacar a flote lo que hay en el corazón del hombre y a la vez cumplir Su propósito. Incita pero no produce. ¡Él da el hálito (la fuerza) y a la vez hostiga a ciertos hombres para que ellos lleven a cabo sus propias inclinaciones y con todo cumplan así Su plan! Es interesante la interpretación que hace Lutero sobre la maldición de Simei cuando comenta el endurecimiento del faraón. Lutero que en En el original griego la palabra τεταγµενοι (“ordenados” en la versión RV60), significa ‘puestos en fila’ o ‘en formación hacia’ (NT Interlineal Griego-Español, Clie). En realidad aquí, no está hablando de que algunos hayan sido ordenados desde la eternidad para creer (de hecho el prefijo “pre” no aparece en el pasaje). El tema es que al rechazar los judíos el Evangelio, quienes venían primero en orden (Hch.13:46), ahora el turno de creer y salvarse le ha llegado a aquellos gentiles que esperaban en “la cola”. Así el texto podría parafrasearse de la siguiente manera: “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que esperaban su turno para la vida eterna” (Hch.13:48). 56
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respuesta a los escritos de Erasmo de Rótterdam rechaza radicalmente el libre albedrío por identificarlo con los méritos humanos, dice lo siguiente: “Dios no crea nuevas maldades en el corazón de los hombres. Él usa las maldades que ya están allí para sus propósitos sabios y buenos. En II de Samuel 16:11 David dice así acerca de Simei: “Dejadle que maldiga pues Yahvé se lo ha dicho”. Pero Dios no dio una orden para que Simei maldijese a David. Sin embargo Su juicio soberano provocó que Simei hiciera lo que para él era lo más natural, en el lugar y momento determinado por Dios, conforme a los deseos malignos que él ya albergaba en su corazón. (...) [En el caso del faraón] El significado llano de esto es que Dios se había propuesto endurecer[lo] provocándolo con las plagas...”57 Así cuando dice que “endureció al faraón” (Ex.4:21; Ro.9:17-18) no solamente se refiere a que afirmo la decisiones de éste, sino que la suscitó o provocó por medio de los juicios que envió. Sin estos juicios el faraón no habría sido tan duro. Pero con todo es el faraón quien toma sus decisiones, por que ya existía esa disposición en él. Dios no coloca tal disposición, provoca su exacerbación. Se trata del mismo concepto cuando afirma que “provocó a celos” a su pueblo (Ro.10:19). Pero aún cuando es Dios quién da la fuerza para tomar las decisiones (y es capaz de usarlas para cumplir sus propósitos), es el hombre quien hace sus planes libremente (Pr.16:1, 9; 19:21). ¡Y Dios de forma magistral incluye estas decisiones en su macro-plan para que en definitiva cumplan Su propósito! Esto es así también en la elección, porque ésta no se basa ni en su presciencia ni en su designio previo, sino en su deseo de que todos se salven. Decimos “NO SE BASA ni en su presciencia ni en su designio previo”, pero ¡SÍ CUMPLE su presciencia y su designio previo!58 57 Martín Luther, The Bondage Of The Will, Cáp. 3, Tesis 5-6, Pág. 76-78, Capítulo V.
Tesis 5-6, Kaya Basim Yayin Dagitim Tic.Ltd.Şti. 58 Ante esto se objeta:
1) “Dios puede tener un deseo de que todos se salven, y por propósitos suyos, decidir no cumplir ese deseo en su corazón. Como si anduviéramos camino al banco para pagar el alquiler de la casa. Llevamos el dinero justo, se acerca un mendigo, y decidimos (por motivos que el mendigo desconoce) no darle nada, pudiendo hacerlo. Deseamos socorrerle, pero decidimos en este caso no hacerlo.”
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Si la elección dependiese en primer término de la presciencia o de un designio previo, sería incondicional. Pero si depende del deseo de que todos se salven es condicional. Incluye el ‘si’ o el ‘no’ del ser humano. “Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Ro.2:11). ¡Y otorga a todos una oportunidad! Si es este su deseo, ¿quienes somos nosotros para objetárselo? ¿Acaso Dios espera en vano que se arrepientan aquellos que no han sido destinados a hacerlo? ¿Es Su paciencia sólo una máscara? ¡Por supuesto que no! “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Ro.2:4). “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2P.3:9). III. La cláusula divina para la elección salvífica: La carta a los Efesios posee la clave. En el primer capítulo (v. 4–11) se sientan las bases de la doctrina de la “elección” (v. 4, 11) y de la “predestinación” (v. 5, 11). La elección aquí, es “para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor” (v. 4); y la predestinación, “para ser adoptados hijos” (v. 5). Pero el énfasis del pasaje es que todo ocurre “en Cristo” o “a través de Cristo” (v. 4, 6, 7-8, 9, 10, 11). ¿Cual es la razón de que esta expresión se repetida hasta la saciedad? Bien sea Pero en esta ilustración no hay un conflicto entre el deseo y el propósito. Sino una ausencia de recursos, lo cual no es válido en el caso de Dios. ¡El no tiene propósitos secretos que anulen o contradigan sus propósitos revelados! 2) “De la misma forma, si andamos por un barrio de pobres, y damos un billete de 1.000 € a este, al otro, y al de más allá, ¿somos injustos si no damos a todos? En absoluto, porque no teníamos ninguna obligación de dar dinero a nadie. El hecho de hacerlo con tres se debe a nuestra inmensa misericordia. No cabe ninguna acusación de arbitrariedad.” No hay arbitrariedad si no hay un pacto de por medio. Pero si sacamos una ley de indulto y sólo se libera a los que nos da la gana y no a todos lo que cumplen las condiciones estipuladas en la ley, sí hay arbitrariedad. Y la salvación se fundamenta en Su pacto eterno (He.13:20) y universal (1Ti.2:6).
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la elección o la predestinación, la salvación o la santificación, el perdón de los pecados o la adopción, todo depende de estar o no “en Cristo”. A fin de que toda la gloria sea para Él (v. 6, 12, 14). “4
Según NOS ESCOGIÓ en él ANTES DE LA FUNDACIÓN DEL 5 MUNDO, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos PREDESTINADO para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quién tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra: 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido PREDESTINADOS conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad...” (Ef.1:4-11). ¿Qué pues significa la expresión “en Cristo” repetida aquí siete veces de diversas maneras? ¿Y cual es su importancia y su lugar en el proceso electivo? La “elección” y la “predestinación” se cumplen “en Cristo”. La condición, la cláusula divina para la salvación es ESTAR POSICIONADO(S) en Cristo. Según el Nuevo Testamento el creyente en Cristo está vitalmente unido a Él, de forma que ha sido injertado en su cuerpo místico. Es por ello que se habla de él como “en Cristo”; está de forma espiritual y real UNIDO a Él. Siendo pues un todo con Él, comparte su mismo destino. La razón de ser de Cristo –la santidad y la filiación divina– es ahora la razón de ser y el destino de los redimidos. En un sentido Cristo es el elegido desde la eternidad y consecuentemente todo el que está en Cristo, es a su vez elegido.59 “Quien nos 59 Aunque este concepto se le adjudica al teólogo suizo Karl Barth, no estoy defendiendo
aquí el posterior desarrollo de sus seguidores hacia el inclusivismo (Cristo salva a todos los que tienen una fe-religión), ni el universalismo (todos se salvan).
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salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que NOS FUE DADA EN CRISTO JESÚS ANTES DE LOS TIEMPOS DE LOS SIGLOS” (2Ti.1:9). Algo así como que se salvan todos los que están en el bote salvavidas. El bote flota por naturaleza, e independientemente de que los náufragos sepan nadar o no, éstos comparten un mismo destino con él. Cristo es nuestro “bote salvavidas”. El que está EN Él queda escogido en el Amado (Ef.1:6; el elegido). De la misma forma que Jesús no puede ser condenado, no lo son los que están EN Él. Por ser Jesús la justicia de Dios, los que están EN Él han sido revestidos de esa misma justicia, etc. El hecho de que el texto sagrado diga que hemos sido escogidos EN Cristo y alcanzado la gracia EN Él, confirma que hay una condición puesta por Dios que debe cumplirse en el proceso de la elección.60 Por lo pronto, en ninguna parte de Efesios dice que hayamos sido “salvados por ser uno de los elegidos”. Si lo expresase así, los expositores de la elección incondicional tendrían razón. ¡La elección no es para acceder a una salvación ‘irresistible’ sino para hacernos santos! ‘Primero’ somos injertados en Cristo y nuestra salvación depende de este hecho; y no al revés. Es decir no es que ‘primero’ nos salvamos (según un decreto eterno) y luego accedemos a Cristo. La elección no se consuma en la salvación sino en Cristo: “el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1Co.1:30). Así pues el mensaje de Efesios 1:4-14 es: “Habéis sido escogidos porque estáis EN Cristo” Somos injertados en Cristo, y al beber de sus sabia producimos frutos acordes con la raíz. Es como el jardinero que dijera, “esta rama de 60
Evidentemente “en Cristo” puede ser interpretado como ‘el vehículo’ y no como la condición. Pero esto sería así si el énfasis del texto fuera “salvados en Cristo”. Siendo la salvación un proceso, Cristo sería (y es) el instrumento para realizarlo. Pero el pasaje habla de la elección, que es un decisión puntual, no un proceso, y por tanto se trata de escoger los que están en Cristo. Siendo así, no es un vehículo sino ‘el lugar’, la posición donde Dios busca a los escogidos; por tanto es una acotación, una condición que el mismo Dios pone. Veámoslo en un ejemplo: en la expresión “ve y coge las manzanas, las del cesto”, el cesto es la condición puesta para seleccionar las manzanas adecuadas. En la expresión “ve y lava las manzanas en la fuente”, la fuente es el instrumento (el vehículo) para limpiar las manzanas, pero no para escogerlas. En el proceso de la salvación “en Cristo” es el vehículo, en la elección “en Cristo” es la criba, la condición.
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albaricoque está destinada a producir albaricoques amelocotonados cuando esté injertada en el melocotonero”. No es que la rama de albaricoque sea tratada de forma aislada para producir melocotones; sino que será injertada, beberá de la raíz del melocotonero y producirá los frutos lógicos de ésta su nueva posición. Lo mismo ocurre con el que está en Cristo: ha sido escogido para ser hijo y santo a través de ser injertado en Cristo. ¡La condición es estar EN Cristo! Hay un abismo de diferencia entre las dos expresiones de arriba (“salvados por ser de los elegidos” o “elegidos para ser hechos santos”). Algo así como la diferencia entre decir: “el tren me lleva porque yo voy a Ankara” y “voy en este tren porque es el que va a Ankara”. En la primera expresión el hecho de que el tren vaya a Ankara depende directamente de mi propio itinerario. Equivaldría a decir: “Cristo pagó por mis pecados porque yo tenía que ir al cielo” (puesto que yo estaba predestinado). En la segunda expresión yo puedo ir a Ankara por que hay un tren que va allá. Es decir: “es por el hecho de que Cristo pagó por mis pecados, que puedo ir al cielo”; y no al revés. Si esto es así en el transcurso lógico de los acontecimientos históricos de la salvación (primero la expiación y luego la salvación), es exactamente igual en la dimensión eterna. *
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La condición divina para la elección es estar EN Cristo. Siendo así, ¿cómo llega uno a estar en Cristo? ¿Somos nosotros quienes ‘nos colocamos’ en Cristo, o es Dios quién lo hace? En realidad ya hemos respondido a esto arriba: en la decisión de aceptar a Cristo, la dirección que toma esta decisión pertenece al hombre, pero el poder para tomarla a Dios. Es como conducir un coche; la dirección y la velocidad la decide el conductor pero la fuerza para ello la da el motor. Abrir nuestros ojos de forma que podamos entender la salvación es obra de la gracia divina. Pero la responsabilidad de aceptarla o no a través de la fe y el arrepentimiento es nuestra.61 61 ¿Es acaso Dios quién da la fe y el arrepentimiento? Algunos versículos así lo sugieren:
Hch.18:27, Fil.1:29, 2P.1:2. Otros en cambio especifican más y hablan de la fe necesaria para la vida o el servicio cristiano como proveniente de Dios (Ro.12:13; 1Co.12:9; Gal.5:22). En cuanto al arrepentimiento, aquellos versículos que hablan de él como dado de parte de Dios, se refieren mayoritariamente a la oportunidad que se le da ahora a los gentiles de salvarse (Hch.11:18), o de la necesidad de arrepentimiento en ciertas
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En la elección, igual que en el caso de los soldados al lado de Gedeón, Dios no determina unilateralmente la lista de los ‘afortunados’ (aunque la conozca), sino que determina la situación, la condición por la que han de ser elegidos. No decide arbitrariamente quienes se salvarán, sino la cláusula por la que recibirán la salvación: ¡estar EN Cristo!62 Al decir que Él no determina tal lista, me refiero a que no lo hace prescindiendo de la responsabilidad humana. Sino que decide desde la eternidad fortalecer la decisión (no producirla) de los que alcanzarán la redención, pues sin esta acción fortalecedora no podrían creer ni nacer de nuevo.63
circunstancias para aquellos que ya profesan la fe (2Ti.2:25-26). Por otra parte los pasajes que muestran la fe o el arrepentimiento como una iniciativa, decisión o responsabilidad humana son tantos que no es posible darles cabida aquí (basta mirar en una concordancia). Una vez más la Palabra nos muestra el equilibrio entre la dimensión divina y la humana; pero el énfasis en este caso es sobre la responsabilidad humana. 62 Dos son las objeciones presentadas: (1) ¿Cómo va Dios en su soberanía absoluta a
condicionarse a la voluntad humana? La elección es unilateral. (2) Si una condición para la elección es que el hombre acepte la salvación de su libre voluntad, ¿no equivale esto a incluir un mérito humano en la salvación? A la primera objeción se puede responder con las palabras de Pedro: “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección...” (2P.1:10). Lo cual implica que la elección no es unilateral, sino que hay una parte de responsabilidad que corresponde al hombre. Todo ello no quiere decir que el hombre fuerce la elección (al igual que no la fuerza Dios), sino que su respuesta libre y responsable ante la gracia, ha sido incluida como un eslabón necesario en la cadena. Y el que haya una condición a cumplir por el hombre no disminuye la soberanía divina, puesto que es Dios quién ha determinado que la elección opere dando lugar al cumplimiento de dicha condición. En cuanto a la segunda objeción, cuando se habla de que Dios ha dado cabida a la decisión humana en la elección, no se está hablando de un mérito humano sino de aceptar la gracia como un regalo. A esta consideración se refieren las palabras de Pablo: “...os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios” (2Co.6:1). ¿Cuando acepta el hombre la salvación, antes de nacer de nuevo bajo el efecto iluminador y fortalecedor de la gracia, después de nacer de nuevo o en el mismo instante de la regeneración? La verdad es que la Palabra no entra en estas discusiones de “camisas de once varas”. Pablo habla claramente de aceptar la gracia... Y lo que es evidente es que no es Dios quien la acepta por el hombre. En conclusión ni la voluntad humana anula la divina, ni la divina la humana. ¡Cada una actúa por su lado pero de forma paralela, en armonía y al unísono! Ni el hombre es coartado ni el plan divino frustrado... 63 Algunos versículos sugieren tales listas: las referencias al libro de la vida (Fil.4:3;
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Si alguien se sube al tren “EN Cristo”, el tren lo llevará hasta a la estación “Semejanza a Cristo” en el Cielo. Puesto que Él ha preparado desde la eternidad este hipotético tren cósmico donde los que se suben son elegidos. Ahora la pregunta es: ¿Cuál es la causa determinante de que suban al tren? ¿El designio divino previo a la historia, o la voluntad humana dentro del correr del tiempo? ¿Qué es lo que nos dicen las Escrituras? ¿“Salvaré a los que escogí de antemano”? o ¿“Escogí de antemano a los que se salvarán”? O mejor dicho ¿“Escogí a Cristo desde la eternidad de forma que todos los que estén EN Él queden automáticamente elegidos”? Si lo expresamos según el ejemplo del tren, ¿Qué es lo que dice Dios? ¿“Haré subir al tren a los que he escogido” o “He escogido desde la eternidad a los que se subirán al tren”? ¿O quizás mejor dicho: “Preparé este tren desde la eternidad para que todo el que se suba se salve”? La elección se verifica a un nivel en el que la voluntad de Dios y la humana se combinan fuera de toda comprensión para nuestra mente limitada. Pero ni la voluntad divina anula a la humana, ni ésta a la divina. Este es el tema que se presta a confusión. Creo que después de lo dicho en capítulos anteriores, ahora estamos en una mejor posición para poder comprender el asunto. Somos escogidos al subir al tren. Y esto para Dios ocurrió ya en la eternidad. Por lo cual somos escogidos desde antes de la fundación del mundo. Dios nos invita a hacerlo, y nos permite ver este tren, ‘invisible para los ojos naturales’. Pero somos nosotros en definitiva quienes decimos: “Venga, voy a montarme”. El caso es que una vez Ap.20:12, 15) o a “números” que han de completarse (el número de los gentiles: Ro.11: 25; el número de mártires en la tribulación: Ap.6:11). Pero el número de los salvos es tan grande que “nadie lo podía contar” (Ap.7:9); es decir el número de los salvos no aparece como un número limitativo o cerrado de antemano (no son asientos reservados; los nombres pueden borrarse o escribirse; Ap.3:5), sino más bien expresa la idea de un número rebosante (no hay un número limitado de x plazas; y todo el que cumpla las condiciones puede acceder a una); más que una expresión de restricción, es una expresión de plenitud (como si cuantos más entran, aumentaran más las plazas...). Así también en la parábola de la gran cena: “dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (Lu.14:22-23). ¡Y hay un “libro de la vida” pero no un “libro de la muerte”! Dios borra a algunos del libro de la vida, pero no inscribe a nadie en un ‘libro de la muerte’. Como en el caso de Gedeón, la oportunidad se le da a todos los soldados, pero algunos la dejan escapar. Así es con la salvación: la oportunidad de estar en el libro de la vida se le da a todos, pero algunos la dejan escapar...
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montados, ya no hay vuelta atrás, y seremos transformados a la imagen del Hijo. Se ha iniciado una reacción en cadena irreversible. Si nos esforzamos en la gracia podemos acercarnos más y más a esta imagen estando en vida. Pero en el peor de los casos, todo el que se monta realmente al tren, experimentará esta transformación en la última estación. *
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En este punto, es de suma importancia determinar qué entendemos por “subir al tren”. ¿Se trata de una mera profesión de fe, o de nacer de nuevo? Hablando de nuevo nacimiento, ¿éste ocurre por el empeño del hombre, o consiste en el hecho de que Dios nos de una nueva naturaleza por su Espíritu? ¿Es la fe el único requisito para todo ello o también hace falta una entrega total? Todo esto lo analizaremos más detalladamente en los próximos capítulos. Pero alguien dirá que si el pasajero quiere se puede apear del tren. Es decir, ¿podemos perdernos después de recibir la salvación? Desde el punto de vista humano así parece. ¡Pero desde la perspectiva divina es imposible! Porque si el subir al tren depende de cumplir con la condición para la elección, llegar a la última estación depende del designio incondicional de Dios. Subir al tren es una elección que incluye la decisión libre del hombre; el punto de partida para cumplir un propósito. Pero llegar a la última estación es un destino incondicional del plan divino fijado desde la eternidad. Es decir, Dios promete desde la eternidad que llevará hasta la última estación a todo el que se suba al tren. Aunque los lleve hasta la puerta del tren no los fuerza a subir; pero una vez montados, los lleva hasta el fin: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil.1:6). El tren divino para la salvación es un directo, no para en estaciones intermedias, sino sólo en la estación de destino. La elección es condicional, la predestinación en cambio es incondicional.64 64 Los que defienden una postura soberanista unilateral, identifican la elección con la
predestinación. Es por eso que para ellos Dios primero decide y luego escoge. Pero los partidarios de una independencia total de la libertad humana, cometen el mismo error en el sentido contrario. Es decir reducen la predestinación a las características de la elección.
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Bueno, ¿pero qué diremos de los que se bajan? En realidad esto es imposible. Pero igual que en los trenes de cercanías de Estambul algunos chiquillos sin billete se cuelgan de puertas y ventanas, algunos que no han experimentado el nuevo nacimiento se pueden añadir al recorrido del tren en este mundo sin llegar a entrar en él. Pero llega un punto en el que no resisten más y caen (tristemente a veces esto también ocurre así en los trenes de cercanías de Estambul). La mayoría de las advertencias de la Biblia al respecto, nos invitan a estar seguros de tener el billete (i.e. 1Co.15:34; 2Co:13:5). Al que se monta sin billete (sin el nuevo nacimiento) le cae una multa. ¿No funciona así en los trenes reales? Otras advertencias se refieren a cuidar de no perder nuestro puesto en el vagón de primera y ser echados a un vagón de carga, es decir a no ser descalificados en la carrera y ser dejados fuera del servicio (i.e. 1Co:9:2427). Esto también lo trataremos más adelante. Pero sea como sea, debemos darle una gran importancia a las advertencias de la Palabra. El quid de la cuestión está en que nosotros no podemos distinguir, hasta el punto de no equivocarnos, quien está dentro del tren y quien está colgado por fuera. Porque sólo Dios ve ‘las paredes’ del tren. Nosotros podemos discernir por su ‘postura’ si han entrado por la puerta o todavía están fuera; pero existe el riesgo de equivocarse. Saber si alguien ha nacido o no de nuevo requiere discernimiento espiritual. A veces vemos gente que se mueven juntamente con el tren y después de un tiempo se alejan, es decir abandonan la fe y niegan al Señor. Algunos dirán: “Habían subido al tren, pero se han apeado”. Otros en cambio dirán: “En realidad nunca habían entrado en el tren y por eso cayeron”. En definitiva el resultado es el mismo, ¡ya no están en el tren! *
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La elección es para que seamos “santos y sin mancha” (Ef.1:4). La predestinación para que seamos “adoptados hijos” (v. 5). La elección es para escoger un pueblo. Como en el caso de Israel: “Porque tú eres Por ello ven la predestinación también como algo condicional. Si la elección es incondicional es arbitraria y injusta. Pero si la predestinación es condicional (dependiente de la actuación variable del ser humano), es un mera fantasía de alguien incapaz de cumplir lo que ha prometido. La salvación depende de la condición de estar o no en Cristo, estar en Cristo depende de creer en El. Pero la transformación de los salvos a la imagen del Hijo depende pura y exclusivamente de la promesa eterna de Dios para todos los que ‘entran’ en Cristo.
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pueblo santo para Yahvé tu Dios; Yahvé tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Dt.7:6). La elección expresa un propósito; en cambio la predestinación una meta: “ser transformados a la imagen del Hijo” (Ro.8: 29). ¡En realidad en Efesios no hay ninguna expresión tal como “habéis sido elegidos para salvaros”! Solamente en un lugar explica la salvación como el resultado natural de estar en Cristo, lo que confirma la elección: “...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (v. 7). La elección no es para salvación, sino para ser pueblo de Dios. La predestinación no es para salvación, sino para ser hechos hijos de Dios. ¡Pero tanto la una como la otra se cumplen en la salvación!65 Ciertos pasajes nos pueden hacer pensar que la Biblia dice algo diferente. En base a ellos algunos llegan a la convicción de que Dios no sólo determina la suma de los que subirán al tren, sino que los escoge uno a uno para que suban. Según esto Dios ha designado a algunos desde la eternidad y quieras o no los hace subir al tren. Como ejemplo de ello se puede citar a Jacob y Esaú (Ro.9:11-12). Sin embargo, en este pasaje la Biblia no está hablando del tren “salvación” sino del vagón “bendición”. Se trata de quien ganará el derecho a la primogenitura. Y hasta donde se desprende de las Escrituras Esaú vivió hasta el fin de sus días en la fe (Gn.33:10 y ss.), pero perdió su asiento en el vagón “la bendición de la primogenitura” y nunca más lo pudo recuperar (He.12: 17). Dios no lo forzó ni a subir ni a bajar del tren; pero lo despojó de su bendición por causa de su actitud profana; y esta decisión fue irrevocable. La distinción entre elección para salvación y predestinación para alcanzar cierta función o meta, es mucho más importante de lo que suponemos y no debemos confundirnos. Dios escogió a Ciro por nombre aproximadamente 200 años antes de 65 Es algo así como escribir una carta, ponerla en un sobre, pegarle un sello y echarla al buzón. El propósito es hacer llegar unas líneas a un ser querido. La meta que llegue a sus manos. El sello es solamente un requisito para que el propósito se cumpla y llegue a su meta. No escribimos una carta para pegarle un sello. Le ponemos el sello para que se cumpla el verdadero propósito: alcanzar al destinatario. Dios no escoge a los que están en Cristo para salvarlos. Salva a los que están en Cristo para que sean transformados a la imagen del Hijo...
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que ascendiera al trono (Is.44:28; 45:1). Pero de nuevo esta no era una elección para la salvación. Para cumplir cierto propósito Dios puede determinar incondicionalmente a algunos desde la eternidad (aunque incluso en estos casos Él usa o adapta decisiones libres de ellos a su plan, ver Is.10:7). El punto aquí es que, al igual que en la elección de Jacob en lugar de Esaú, la elección de Ciro no es para la salvación sino para cumplir un cometido en este mundo. Sí, es una elección incondicional (una predestinación), pero no para garantizarles el cielo, ni para enviarlos al infierno. El problema es que siempre que en la Biblia aparece una referencia a la predestinación se identifique ésta con un solo tema: el de la salvación. Es como si la electricidad sólo sirviera para alumbrar, y nos empeñáramos en que no se puede hacer funcionar un motor con ella. Sea cual sea nuestra postura desde el punto de vista del resultado, ambas posturas (la incondicionalista y la condicionalista) no son muy diferentes; a fin de cuentas se salvan los que se salvan y Dios ya los conocía desde la eternidad. ¡Pero si son diferentes desde el punto de vista del propósito divino! Es algo parecido al efecto de un tamiz: todas las piedras son amontonadas en él, pero solamente algunas pasan por la criba. La elección abre los brazos a todos, pero únicamente los que pasan por la puerta que es Cristo se salvan. ¡Dios escoge a todos los hombres para la salvación, pero no todos escogen el camino de salvación! Pablo dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado” (Gal.2:20). ¡Si el fue crucificado con Cristo, esto ocurrió años antes de que él se convirtiera! ¿Antes de convertirse hubiera podido decir lo mismo? Fuimos escogidos en la eternidad, pero hasta la conversión ¿podemos decir que somos uno de los elegidos? Al llegar a la puerta leemos el cartel “Jesús murió por ti”; una vez cruzado el umbral en el reverso de la puerta leemos “Has muerto con Cristo” (2Co.5:14). Cuando vemos la cruz antes de la conversión, vemos a Cristo en ella. Pero después de creer y nacer de nuevo nos vemos a nosotros crucificados juntamente con Él. Pensemos en el ejemplo de la persona que entraba en el cine. No puede ver otra película que la que está en cartel. Pero es él quien se decidió a entrar. Si lo expresáramos con el lenguaje bíblico de la elección: todos los que están EN el cine han sido ELEGIDOS para ver la película en cartel. Sin embargo a lo que han sido predestinados, no es el hecho de entrar o no al cine, sino a ver la película en cartel una vez 95
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dentro. En el proceso de salvación lo que está prefijado no es que el individuo se salve o no, sino que si se salva sea adoptado y lleve la imagen del Hijo. Es Dios quien se ha condicionado a Sí mismo a transformar a la imagen del Hijo a aquellos que “encuentra” EN Cristo. No han sido escogidos para subir al tren, sino EN el tren. *
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Así podemos finalizar resumiendo las diferentes posturas de la siguiente manera: •
Los partidarios de la libertad humana absoluta dirán que es el hombre quien decide subir o bajar del tren en cualquiera de las paradas antes del destino final.
•
Los partidarios de la soberanía absoluta de Dios, dirán que es Dios quien monta a los pasajeros al tren y que luego le echa el cerrojo a la puerta.
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La postura de este libro es que el hombre sube al tren libremente, y como es un directo, no tienen la oportunidad de bajarse hasta la última parada.
¿Y a ver quién es el que se atreve a saltar? ¡Que lo pruebe! ¿Por qué habría de bajarse nadie antes de llegar a donde quiere ir? ¿Y si no, para qué subir al tren? Si alguien toma el tren para Ankara, no hay razón, ni lógica alguna para que se apee si no es por causas mayores, ajenas a su voluntad. Si la salvación depende enteramente de Dios, y del hombre lo único que se pide es que la acepte, ¿a quien se le ocurriría renegar a sabiendas? Y aun en el supuesto de que pudiera hacerlo ¡ya ha sido adoptado! ¿Lo va a echar Dios de casa? Y si reniega, ¿podemos asegurar que realmente ha conocido a Dios? ¡No lo creo! Veamos en unos diagramas las posibles posturas ante el tema de la elección y predestinación (en dos líneas paralelas). El proceso de la elección y predestinación está representado desde la eternidad anterior (izquierda) hasta la llegada al cielo (derecha) pasando por la experiencia de la conversión (centro) en forma de líneas, continuas o discontinuas y de diferente grosor que tienen los siguientes significados:
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Acción soberana de Dios, papel sumiso del hombre; Dios y las decisiones libres del hombre se combinan; Dios promueve pero no fuerza la iniciativa humana; Dios decide amoldarse a la iniciativa del hombre.
Llamamiento eficaz
eternidad elección
Persevera hasta el fin
Pre-destinado
Guardado por el poder de D.
incondicional
Calvinismo
destino
cielo
Elegido por decreto
incondicional
Escogido en Cristo
elección Arminianismo
destino
Conocido previamente
Si persevera en la fe… condicional
No hay predestinación
Puede
perderse... condicional
Nuevo nacimiento
elección Este libro
destino
Elegido en Cristo
Puede perder el premio
Pre-destinado a través de Cristo
Depende de la expiación
condicional incondicional
El punto de contraste es que mientras que en el calvinismo elección y predestinación son incondicionales, en el arminianismo ambas son condicionales (derecha del diagrama). En cambio, la postura en este libro es que la elección es condicional (depende tanto de la elección divina como de la respuesta humana), pero la predestinación es incondicional (está garantizada por Dios al margen de cualquier posible fracaso humano). La meta es incondicional pero no el premio. Pero sea cual sea nuestra postura podemos admirar la disposición de Dios a rescatarnos y a hacerlo de una forma gloriosa. ¡Este es el énfasis de las Escrituras! ¡La iniciativa es Suya, el cielo es Su regalo y la gracia 97
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nos permite recibirlo..! IV. ¡Todo para alabanza de Su gloria! “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” “A fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo” “...que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (v. 6, 12, 14). Podríamos estar discutiendo estos temas toda una eternidad. ¡Pero que lamentable sería! ¿Quién tiene la razón? ¿La postura incondicionalista o la condicionalista? ¡No es el tema realmente crucial! Dios de alguna manera, conforme a su amor por todos y a sus propósitos de bondad, ha escogido a los hombres para compartir con ellos Su felicidad eterna. Si somos uno de los privilegiados que hemos alcanzado esta gracia (en definitivas cuentas, tanto da si hemos sido escogidos de forma irresistible o si lo hemos aceptado por voluntad propia), lo importante es no cejar en nuestra admiración ante la firme voluntad divina de salvarnos, a pesar de no merecerlo. El aspecto más sorprendente, no es el hecho de que Dios comparta o no su soberanía con sus criaturas, sino el hecho de que haya aceptado para salvación, santificación, adopción y para llevar la imagen de Su Hijo a pecadores sin remedio como nosotros. ¡Y por ello alabamos Su gloria! Este plan cósmico trasciende con mucho el tema de la salvación individual de cada uno, y se propone reunir, conforme a Su bondad y en una armonía sobrecogedora, todos los elementos del universo en Cristo. Cuando se ve así, el que se haya interesado por nosotros hasta el punto de darnos garantías respecto a la herencia que poseemos en el Hijo, constituye otra razón más para adorarle sin fin. ¡Y Dios acapara toda la gloria a fin de prodigarnos con toda su generosidad! Porque de esta forma podrá “mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef.2:7). 98
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Capítulo 4
Elección y Predestinación en el Texto Sagrado En este capítulo descubriremos los siguientes principios escriturales: •
Dios ha destinado al hombre a descubrir su fracaso espiritual, a fin de tener misericordia de todos.
•
Cada ser humano es responsable de aceptar o rechazar la gracia.
•
El creyente es responsable de llevar el Evangelio a toda criatura dándoles así una oportunidad.
•
El creyente es y será premiado o penalizado según su vida de entrega o negligencia. *
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Ya se sabe, cuando hay regalos de por medio los niños difícilmente
se dan por contentos. Si por ejemplo, le traemos un regalo a nuestros hijos después de regresar de un viaje, para evitar discusiones lo mejor es determinar de antemano qué le daremos a cada uno. Porque si les ofrecemos los dos regalos –digamos una pelota y una caja de colores– y les decimos escoged el que queráis, basta que uno escoja la pelota para que los dos la quieran y pataleen hasta hacerse con la suya o hasta que tomemos cartas en el asunto. Pero hay algo más importante que el regalo. También les damos una abrazo y un beso cuando llegamos; y ellos a nosotros. Aquí no importa tanto el hecho de a quién se lo damos primero (incluso los abrazamos a todos a la vez), como el hecho de la reciprocidad, del amor expresado por ambas partes. Elegimos a los dos para nuestro efusión de amor (y ellos a nosotros). Es una expresión de nuestro cariño a la que no ponemos límites; sin embargo es mejor si los regalos los destinamos a cada uno de
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antemano. Algo parecido ocurre con la elección y la predestinación. La elección es como el abrazo amoroso, la predestinación como la designación específica de regalos. ¿Por qué pues interpretar todos los pasajes en que aparece algún tipo de elección como si hablase de predestinación; o viceversa? ¿O por qué confundir el regalo del amor eterno con obsequios sólo válidos para este mundo o pensados sólo para unos pocos? Por ejemplo, en el caso de ‘la primogenitura’ entre Jacob y Esaú, Dios decidió dar su regalo a Jacob. Y esta decisión era irrevocable; es decir, el hombre no podía hacer nada para cambiarla. ¡Pero ‘la primogenitura’ es un regalo para esta vida, no tiene nada que ver con la salvación! Aunque sí con la bendición. La mayoría de los estudios identifican o confunden la “elección” y la “predestinación” entre sí, como si se tratase de lo mismo; y los objetivos de ambas como si fuera sólo el destino eterno. Pero como ya hemos visto anteriormente son conceptos, que aunque generalmente se complementan, son independientes y hasta diferentes. ¡Hay una diversidad de temas en los que Dios elige con diferentes premisas y propósitos! Así que lo mejor es analizar cada pasaje aparte y descubrir de qué elección o predestinación está hablando. Porque las condiciones y los objetivos de Dios para diferentes actos selectivos varían entre sí. Los pasajes más importantes se encuentran en Romanos y Efesios. A éstos se les añaden algunos textos en Tesalonicenses, otros en las cartas a Timoteo y algunos versículos en las epístolas de Pedro. Por último, Apocalipsis tiene unas palabras que decirnos. En los capítulos anteriores ya hemos analizado algo de Romanos y el pasaje de Efesios. Pero en este capítulo debemos analizar especialmente Romanos 9-11. I. La predestinación en Romanos 9-11 Sin duda el pasaje más importante en el tema es la Carta de Pablo a los Romanos. En ella la ELECCIÓN, es la decisión divina de apartar a individuos o grupos, de entre una masa mayor de gente para cumplir un propósito. Por ejemplo, aparta a Pablo de entre otros muchos para que sea apóstol: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Ro.1:1). Pedro también fue escogido 102
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apóstol, pero en la elección de ambos el objetivo era diferente. Pedro fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel, mientras que Pablo fue nombrado apóstol de los gentiles (Gal.2:8). Así que también aquí hemos de distinguir entre la elección y la meta, pues pueden ser diversas. Pero a parte de una referencia en el capítulo 8 (v.29-30), es entre los capítulos del 9 al 11 de Romanos donde se trata el asunto con mayor amplitud. ¿Cual es el tema predominante aquí? Determinarlo es más importante de lo que suponemos, puesto que afectará de lleno a nuestra comprensión del texto y su interpretación. ¿Habla acaso de la elección para la salvación? ¡NO! Pablo está buscando respuesta a una pregunta crucial: ¿Cómo es que los judíos aparentemente han sido rechazados, cuando en el Antiguo Testamente existen tantas promesas referidas a pactos eternos de Dios con ellos? ¿Y cómo es que en su lugar ahora los gentiles han sido incorporados a la elección como Pueblo de Dios? Por eso mismo desde un principio Pablo introduce el tema con una aclaración: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas” (Ro.9:6). De igual manera en Romanos 11:1 subraya el mismo tema con la pregunta: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?” Si se analiza el argumento de los siguientes versículos como hablando de la salvación individual, el pasaje aparentemente apoya la postura de los que abogan por una elección irresistible e incondicional. Sin embargo, el tema es la elección o el rechazo del Pueblo de Dios, o mejor dicho ciertas metas fijadas para Su pueblo en este mundo; no para el venidero (ver Apéndice-3, “¿Cómo entender Romanos?”). Para ejemplificar quienes son ahora los herederos de la promesa en la tierra, Pablo como ilustración principal medita en las circunstancias de la selección entre Jacob y Esaú: “Cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro.9:1012). Se tratan de palabras de gran bendición e importancia en cuanto a la 103
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soberanía divina y su cumplimiento. Pero también de pasajes de estímulo para los que creen en Su fidelidad. Puesto que demuestran que cuando hay una promesa divina de por medio, el éxito tanto de la obra de Dios, como de la bendición personal dependen exclusivamente de Él, y nadie puede frustrarlos. Y es así como nos enseña que a pesar de las ‘meteduras de pata’ del hombre (en el caso de Esaú el menosprecio de la primogenitura66; en el de los Judíos, el rechazo del Mesías; Ro.9:32), no se producen alteraciones en Sus metas, que en definitiva redundarán en la bendición de Israel (Ro.11:26) y en la de Jacob (Gn.27); incluso en una bendición diferente para Esaú (Gn.33:4, 9). Así ocurre también en nuestras vidas. Dios tiene el propósito claro de bendecirnos, pero a veces parece que todo se está desmoronando. En tales situaciones podemos tener plena confianza de que las “aparentes alteraciones” en el plan divino, no están en absoluto fallando en cuanto a la bendición final. ¡Porque Dios es fiel y cumplirá lo prometido! Incluso... “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo” (2Ti.2:13). Y así Él también cumplirá lo prometido a Israel, aun cuando éste no se lo merezca; incluso aprovechando sus ‘fallos’, sus infidelidades para producir una bendición más amplia; es decir, la inclusión de los gentiles en la promesa. ¡Este es el mensaje de Romanos 9-11! Dichos capítulos de la Epístola magna de Pablo nos presentan una elección divina que independientemente de lo que hagan los hijos de Isaac aportará una bendición universal: “...tener misericordia de todos” (Ro.11:32). Pero vayamos por partes. ¿Cual es el propósito inmediato de esta elección? Dios lo expresó incluso antes de que nacieran Esaú y Jacob: “Le respondió Yahvé: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; 66
El menosprecio de la primogenitura es el que produce el “menosprecio” de Dios (He.12:16-17). ¿Por qué? “..sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (He.11:6). Rechazar el don de Dios es rechazar Su agrado. O expresado de otro modo incitar Su rechazo, reclamar “Su santo odio”...
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Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor” (Gn.25:23). Aquí no está hablando del destino eterno, sino de formar dos naciones diferentes. Este es el argumento básico para aclarar luego por qué los gentiles han sido incorporados a la elección. Porque tanto Jacob como Esaú son descendientes de Abraham, pero “No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (Ro.9:8). Aquellos que son considerados verdadero Pueblo de Dios son los hijos de la promesa. Así como Jacob no era el primogénito “en la carne”, pero lo pudo ser a causa de la promesa, contra toda lógica de sucesión hereditaria; así los gentiles han podido ser escogidos Pueblo de Dios, contra toda aparente lógica veterotestamentaria, pero en pleno acorde con la promesa: “en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra” (Gn.12:3, 7). Por lo que los gentiles han sido elevados al rango de descendientes de Abraham por la misma promesa (Ro.9:24). *
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La elección de la que habla Romanos 9 es incondicional, y para dejarlo bien claro usa expresiones que no dejan lugar a dudas. Por tanto se trata de una PREDESTINACIÓN; es decir un objetivo fijado previamente y de carácter irreversible. “Pues a Moisés le dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (9:15-16). “De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?” (9: 18-19). “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria...?” (9:21-23). 105
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Aquí se habla por una parte de aquellos a quién Dios endurece o de aquellos de quién tiene misericordia, y por otra de aquellos que ha escogido para “usos honrosos” o para “usos deshonrosos” de entre una “misma masa”. ¡Se trata de una selección más que de una elección! Es decir, más que elegir de entre toda la humanidad para formar un grupo (elección), se trata de entresacar de un grupo ya formado a unos cuantos para alcanzar un destino (selección). Como los siete mil que no doblaron sus rodillas (1R.19:18; Ro.11:4). Como ejemplo del endurecimiento pone al faraón. ¿Acaso Dios endurece al faraón para que no acepte el ‘evangelio’? ¿No se trataba más bien de posibilitar que el pueblo de Dios pudiera ser liberado y se pudiera constituir en nación? ¿De igual manera la mención a los vasos para destrucción o para misericordia en Romanos, habla acaso del destino eterno.? ¿Cual era el tema? ¡La elección o rechazo del pueblo judío! El endurecimiento del pueblo viene de él mismo (“Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor”; Ro.10:21), Dios lo único que hace es que el endurecimiento alcance ya un grado definitivo provocándolos “a celos con un pueblo que no es pueblo” (Ro.10:19; 9:25-26). “Provocar a celos” y “endurecer” en la Palabra de Dios, son usados en el mismo sentido. Es decir no es que Dios fuerce la decisión de ellos, sino que la suscita, la instiga por medio de las plagas (en el caso del faraón) y escogiendo a los gentiles (en el caso de los judíos). ¡Pero lo hace porque ya hay una disposición en el corazón de ellos! Igual que Él no es el causante directo de los celos, no lo es tampoco del endurecimiento. Se trata más bien de sacar a flote lo que ya estaba latente en el corazón del faraón o en el del pueblo de Israel en su conjunto. Dicho de otra manera Romanos 9–11, no habla de la salvación o de la condenación de nadie, sino de determinar el rechazo del pueblo que no produce los frutos y formar uno nuevo “para Su gloria”. Los judíos han sido rechazados (los “vasos para destrucción”), en cambio los gentiles han sido aceptados (los “vasos de misericordia”). “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que produzca los frutos de él” (Mt.21:43). Pero en cualquiera de los dos casos, el tema no es la elección para la salvación ¡porque por el hecho de ser escogidos, ni todos los judíos se salvaban entonces, ni tampoco ahora 106
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ocurre así con todos los gentiles! Pablo mismo aclara el propósito de toda estas ilustraciones: “¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos” (Ro.11 :7). ¿Por qué? ¡Porque tropezaron en Cristo! (Ro.9:32). Aquí el endurecimiento del que habla no es el de los inconversos en general, sino el del pueblo judío que no aceptó al Mesías; ni siquiera el tema es el endurecimiento del faraón, que no se usa más que como ilustración. Se podría objetar que aquellos judíos que no aceptan al Mesías se pierden, lo cual es cierto (o mejor dicho que continúan en su estado de perdición). Pero el propósito y énfasis del pasaje, no es que hayan sido destinados a perderse eternamente, sino que Dios los ha destinado a la inclinación de sus propios corazones acentuando la disposición que ellos ya tenían (ver Is.63:17); por lo cual han sido desechados como pueblo profesante. Un pueblo que de hecho lo honraba de labios, pero cuyo corazón ya estaba lejos del Señor (Mt.15:8). Porque incluso profesar tiene su responsabilidad (1Ti.2:10; Tit.1:16). No es que Dios los envíe a la condenación, sino que hace que salga a flote –hasta el punto de la apostasía formal– lo que ya estaba latente en sus vidas. Es más, cuando se habla aquí de los judíos endurecidos, se habla del colectivo general, no de individuos específicos. Pablo mismo, sin ir más lejos, es judío y sin embargo es miembro del nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia. El propósito no es otro que el de justificar el por qué del rechazo de Israel, el de aclarar que tanto judíos como gentiles han sido escogidos por pura gracia (Ro.11:6) y que todos dependen en igualdad de condiciones de la misericordia divina, puesto que todos han sido sujetos a desobediencia de igual manera: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Ro.11:32). Todos han sido endurecidos y todos han sido recibidos en misericordia. Pero ni la primera expresión sugiere que todos se condenen, ni la segunda que todos se salven. Sino que nos insinúan ese trato providencial de Dios, según el cual Él cumple su plan en mayúsculas, dándole una oportunidad a cada ser humano en Su plan en minúsculas. En definitiva todos pasan por el mismo proceso de endurecimiento y por la misma oportunidad de alcanzar misericordia. Y aquellos que aprovechan la oportunidad son 107
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hechos pueblo de Dios, ¡sin merecerlo! (en este punto será de gran ayuda repasar el Apéndice-4, “Análisis de Romanos 9–11”, al final del libro). *
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El “llamado” es la clave para todo el tema. El llamado, tanto en el caso de Esaú y Jacob, como en el de Israel y los gentiles, lo es para ser heredero (pueblo), no para salvación. Además el llamado no sólo es un eslabón en la cadena, sino algo más. Es como el cierre del collar. Si el cierre está abierto el collar no se sujeta al cuello, si se cierra, el collar cumple su propósito. Como se enfatiza muy claramente en los versículos arriba citados, el llamamiento era necesario “para que el propósito de Dios PREVALECIERA” (Ro.9:11). Y aquí es donde la responsabilidad humana (no las obras) entra en escena: ¡por la respuesta al llamamiento! Al igual que Esaú fue rechazado por menospreciar la bendición de la primogenitura (por rechazar el llamamiento), Israel lo fue por rechazar el llamamiento del Mesías.67 Lo que en realidad se está contrastando aquí, no es que Dios para cumplir su propósito ignore la respuesta libre del hombre al llamamiento, sino que no incluye las obras como méritos: “para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, NO POR LAS OBRAS sino por el que llama” (Ro.9:11). Pero sin el llamamiento (y la respuesta), el propósito de Dios no “permanecería” (9:11). Es Dios quien lo ha establecido así. Aunque su propósito ha sido fijado en la eternidad, el desarrollo del mismo está sujeto al tiempo; y la respuesta al llamamiento es el eslabón que une lo divino con lo humano, lo eterno con lo temporal. ¿Quiere decir ello que el propósito divino podía frustrarse? ¡No! Sólo quiere decir que el propósito divino incluía la condición de prevalecer por el llamamiento.
67
Como vimos Israel fue rechazado como pueblo pero sus individuos no fueron rechazados para la salvación. Así los primeros convertidos eran todos de origen judío... Y aun en la primera generación de creyentes se les ofreció una oportunidad más al pueblo entero: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, Y enviará á Jesucristo, que os fue antes anunciado: (...) Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios concertó con nuestros padres, diciendo á Abraham: Y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra” (Hch.3:19-20, 25).
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Si al ofrecerle a mis hijos una pelota o una caja de colores mi objetivo es que el mayor escoja la caja de colores sin coaccionarlo, puede que escoja la pelota y que mi propósito fracase. Pero si el objetivo es que tome una decisión, para que así salga a la luz la preferencia de sus corazón, el hecho mismo de que escoja algo cumple el propósito. ¡Dios sabía lo que había en el corazón de Esaú y lo saca a la luz al instarle a tomar una decisión! Lo que es ‘irresistible’ (es decir sin mérito) no es el rechazo sino la elección; Jacob no tiene méritos para ser elegido y los gentiles tampoco. ¡Sin embargo Dios en su soberanía así lo determina! Dios profetiza en Génesis 25:23 que “el mayor servirá al menor” (y esto no se cumple en las vidas Jacob y Esaú –ver Gn.33; sino entre los descendientes de ellos). Pero no es hasta Malaquías que Dios dice “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Mal.1:2-3). Esta es una declaración posterior al momento en el que Esaú vendió su primogenitura; se trata pues de la respuesta divina posterior a la acción profana de Esaú (He.12:16). Así Dios provoca pero no produce el rechazo de Esaú. ¿Cómo? Por el llamamiento. Cuando ‘la plaza’ queda vacante, el ofrecérsela a Jacob, en un caso, y a los gentiles, en el otro, sí es un acto soberano de la gracia divina. Jacob tiene que aceptar, los gentiles también, pero no pueden hacer nada para merecerlo. No pueden provocar que Dios les ofrezca la ‘primogenitura’ o la ‘filiación’. Esta es una decisión “irresistible” de Dios en su soberanía. Como el propósito era sacar a la luz lo oculto del corazón por el llamamiento, y ofrecer por gracia los regalos, no podía fracasar. Aunque algo que “deba prevalecer” parece algo que alberga la ‘posibilidad’ de no cumplirse, esto no es un problema si el objetivo mismo es la respuesta al llamamiento. ¡Dios había incluido el rechazo de Esaú en Su plan por medio del llamamiento! ¡En el caso de Jacob, Dios había incluido la oferta en base al rechazo de su ‘predecesor’! ¡En el caso de los gentiles, Dios ofrece la ‘vacante de pueblo’ en base al fracaso de Israel! “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿ó quién fue 109
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su consejero?” (Ro.11:33). *
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Con todo, aunque en Romanos 9–11 el llamado es a heredar la condición de pueblo, no por ello queda totalmente desligado del concepto de la salvación. Pero cuando en estos capítulos aparece la palabra salvación relacionada con los decretos irreversibles de Dios, en general no habla de la salvación de individuos, sino de la totalidad del pueblo (Ro.11:2); se está refiriendo a la restauración de Israel como pueblo.68 “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne...” (Ro.9:3); “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación” (Ro.10:1); “...por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos” 69 (Ro.11:14); “…y luego todo Israel será salvo, como está escrito...” (Ro.11:26). Cuando analizamos los capítulos 10 y 11 de Romanos a la luz del énfasis principal, es decir no como una elección arbitraria para salvación, sino desde el punto de vista de cuál es el colectivo elevado al rango de 68 La única mención individual que se hace es la de Jacob y Esaú, o la del faraón. El
faraón no fue endurecido para no salvarse... En cuanto a Esaú, no hay ninguna evidencia ni aquí ni en otra parte de las Escrituras de que no se salvara. Incluso frente al Esaú que quiere matar a su hermano cuando éste usurpa la primogenitura (Gn.27:41), hacia el final de su vida encontramos un Esaú que parece más creyente que Jacob, de quien él mismo dice: “...he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios” (Gn.33:1,4,10). Incluso aunque la determinación divina para esta elección es “el mayor servirá al menor” (Gn.25:23), vemos hacia el final de sus vidas que es Jacob quien llama “señor” a Esaú (Gn.33:8). ¿Puede cambiar Esaú su propio destino? El pierde la primogenitura por su actitud irreverente, pero al final de sus días vive más “cristianamente” que su hermano, que fue un aprovechado toda la vida... Así que lo que podemos asegurar es que no vive exento de la bendición de Dios. ¡Nadie puede asegurar por Romanos 9 que Esaú no se salvara! 69 Aunque diga “si en alguna manera pueda hacer salvos a algunos”, no está hablando de individuos en concreto, sino de una forma genérica. Además no se refiere a toda la humanidad, sino sólo a la posibilidad de rescatar a algunos de entre los Israelitas. De nuevo el concepto de “pueblo” sale aquí pujante. Además el hecho de que diga “quizás” (“por si en alguna manera...”), muestra claramente que en la mente de Pablo la condenación de éstos no está ligada a una predestinación inalterable.
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Pueblo de Dios, el resto de pasajes ya no son difíciles de entender. “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Ro.11:5). Los versículos que se refieren a la salvación individual (tanto para judíos como gentiles; Ro.10:12), enfatizan la responsabilidad humana (tanto del que escucha el mensaje como del que lo debe comunicar) de una forma inequívoca: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación... porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Ro.10:910, 13-15). Todo aquel que invoque el nombre del Señor se salvará. No dice algo así como “aquel a quien Dios haga invocar”. Tanto el invocar Su nombre como el hacer llegar el mensaje, son responsabilidades del hombre; responsabilidades que podemos aceptar o desechar, pero por las que todos daremos cuentas. “¿Cómo invocarán si... Cómo creerán si... Cómo oirán si...” no hay quien asuma su responsabilidad de predicarles? ¿Si la elección es irresistible qué importa el cómo? ¿Qué necesidad hay de este énfasis en el instrumento? ¿No encontrará Dios una manera de llamarlos irresistiblemente? La apelación de Pablo aquí a predicar y enviar emisarios del Evangelio, enfatiza más bien que si no hay quien les hable no podrán creer. No que haya unos escogidos y que haya que ir porque está así determinado para ellos, o bien que estemos nosotros predestinados a predicarles y hayamos de obedecer y así cumplir el plan divino (aunque esto sea verdad); sino que ¡hay que ir porque si no escuchan pierden la posibilidad de ser incluidos en la elección y la salvación! ¡Este es el claro énfasis de Romanos 10:9-17! ¿Y quién se atrevería a decir lo contrario? En Romanos 9–11 vemos una vez más como se combinan perfecta111
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mente la soberanía divina y la responsabilidad humana. En estos pasajes nos encontramos con designios divinos que son irresistibles para el hombre. Pero estos no son los que tratan del destino eterno de individuos, sino de aquellas intervenciones providenciales que en definitiva relegan a toda la humanidad a depender pura y exclusivamente de la misericordia divina, puesto que todos han sido “sujetos a desobediencia” (Ro.11:32). Han fracasado ante la justicia divina por lo que nadie puede jactarse en sus pretendidos “méritos”. Por todo ello ya no existe diferencia entre “judíos” ni “gentiles” porque “el mismo es Señor de todos” (Ro.10:12a). De esta forma las puertas de la elección para la salvación quedan generosamente abiertas para todos, puesto que Dios “es rico para todos los que le invocan” (Ro.10:12b) y así llega a tener misericordia de ellos; es decir ¡DE TODOS! (Ro.11:32). Dios “busca” que le adoren en espíritu y en verdad (Jn.4:23). Si Dios “busca” es que ‘espera encontrar’; ¡y esto sólo es posible si la respuesta del hombre es libre, aunque Él ya la conozca y la promueva desde la eternidad! Romanos 9–11 en vez de ser un pasaje sobre una condenación irresistible, es un pasaje que exalta la misericordia providencial de Dios para con toda la humanidad. Dios lo único que hace es poner de manifiesto lo que hay en el corazón de todos los hombres “endureciéndolos”; es decir despojándolos de sus méritos. Y esta acción es irresistible, porque es la única manera de que renunciemos a nuestras pretendidas buenas obras y de que nos abracemos exclusivamente a la oferta de la gracia de Dios. ¡Que pena que un mensaje tan hermoso haya sido reducido tantas veces a una mera defensa de posturas teológicas rígidas! Cuando en realidad se trata de textos que nos presentan el carácter sublime de la misericordia divina. *
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Tras estas consideraciones generales, vamos sintetizar el significado preciso de la elección en Romanos 9–11 en los siguientes puntos: •
En estos capítulos se busca respuesta a un dilema que constituye el tema principal del pensamiento y de su desarrollo posterior: ¿Cómo es que permaneciendo las CLARAS PROMESAS (ej. Gn.13:15; 2S.7: 13, 16; 24; 1Cr.17:22, 27, etc.) de que Israel es y será para siempre el 112
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pueblo elegido, ha sido ahora desechado? •
Aquí se está hablando de forma clarísima de una elección INCONDICIONAL (mejor una PREDESTINACIÓN), y para confirmarla se prescinde de todo pretendido “mérito” de aquellos que son llamados. Es así como esta elección es totalmente IRRESISTIBLE para el hombre y EFICAZ por parte de Dios (Ro.9:19);
•
No se trata de la elección para la salvación, sino para determinar dentro de un grupo definido, llamado pueblo de Dios (el conjunto tanto de israelitas sinceros como de los meramente nominales), un grupo más reducido (el llamado ‘REMANENTE’) constituido por los que han permanecido y/o permanecen fieles al Señor (Ro.11:1, 5);
•
Frente a la “predestinación” de aquellos que “antes conoció” “EN CRISTO” (Ro.8:1, 29), aquí en Romanos 9–11, está hablando de la elección de aquellos que “antes conoció” EN ABRAHAM (es decir en “los padres”; Ro.11:1-2, 28). Tratándose de dos áreas totalmente diferentes en la elección.70 (Ver el diagrama en la página siguiente).
•
No se trata de elegir a algunos de entre TODA LA HUMANIDAD (es decir para la salvación), sino de seleccionar entre LOS QUE CONFIESAN AL SEÑOR –incluyendo a los creyentes nominales- a los que Dios aparta para glorificarse en ellos (los “usos honrosos”) y a los que son desechados para tal fin (Ro.9:21);
•
Aquí vemos a Israel DESECHADO por un tiempo (Ro.9:24-26, 30; 11:25) y a los gentiles ELEGIDOS para formar la iglesia. Y aun así no podemos decir que todos los judíos se pierden o que todos los gentiles se salvan (Ro.11:1, 22). De ello se desprende de nuevo que tal elección no es para la salvación;
70 Es por el hecho de que los propósitos y objetivos de ambas elecciones son diferentes,
que se habla aquí de dos ‘antepasados’ diferentes (Abraham y Cristo), en los que Dios conoce de antemano a dos colectivos diferentes: la comunidad profesante de los que están en la tierra y la comunidad de los que van al cielo. Aunque Dios escogiera EN LOS PADRES a todo Israel para ser su pueblo, no estaban predestinados para la salvación, y ello se hace evidente porque tropiezan en Cristo (Ro.9:32-33). Reiteramos: el aspecto que es irresistible no es la salvación, sino el de poder permanecer o no siendo pueblo de Dios.
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Diferencia entre la elección para salvación y la elección de un pueblo
Ro.5:12 y ss.
Destinados en Adán
Como humanidad caída...
Ro.11:2, 28
Ro.8:1, 29
En Cristo
En Abraham
Para formar Su pueblo...
Para imprimir Su imagen...
Ro.11:25-26
En Misericordia
Para restaurar la promesa...
Cada elección abarca a ‘miembros’ de la anterior. La elección para salvación y la de un pueblo se pueden solapar, pero operan de forma diferente. La salvación en Cristo además actúa también de forma retrospectiva.
•
Esta elección incondicional por parte de Dios, no depende de ningún mérito del pueblo escogido, sino que se desencadena por EL FRACASO del pueblo desechado. Esaú rechazó la primogenitura; Israel tropezó en Cristo (Ro.11:12, 15, 30). ¡Por eso es una elección POR GRACIA! Se trata de un favor inmerecido.
•
Cuando se aborda el tema de la salvación eterna de una forma directa en Romanos 9–11 (especialmente en el capítulo 10), se incluye LA RESPUESTA DEL HOMBRE al llamado como eslabón imprescindible en el proceso electivo (Ro.10:4-17); tal y como ocurre en otros pasajes del NT (ej. Mt.22:3; Ef.4:1; He.11:8; 2P.1:10).71
71 Es interesante notar que en el NT el mayor reto lanzado para predicar el Evangelio
está justo entre Romanos 9 y 11; los capítulos que más enfatizan una ‘gracia irresistible’. En un sentido Romanos 10 nos dice que “si el evangelio no se predica los elegidos no se salvan”. Por lo tanto es lógico suponer que los capítulos anterior y posterior, también sugieren un mensaje claro acerca de la responsabilidad del hombre en aceptar o rechazar la misericordia divina...
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Puesto que los desechados pueden ser de nuevo aceptados (LA REINSERCIÓN DE LAS RAMAS CORTADAS), y los aceptados desechados (EL CORTE DE LAS RAMAS INCRÉDULAS) se sobreentiende que ésta no es una predestinación para la salvación (Ro.11:16-27). El olivo es un símbolo del pueblo de Dios, y no del cielo.72
•
A modo de conclusión podemos decir que en Romanos 9–11, ante el fracaso de toda la humanidad para merecer ser pueblo de Dios, brilla LA MISERICORDIA de Dios; que ofrece A TODOS tanto la posibilidad de salvación –bien sean judíos o gentiles (Ro.10:12-13; 11:32)– como el privilegio de ser los receptores de Sus bendiciones COMO PUEBLO. *
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También se puede resumir el mensaje de Romanos 9–11 relacionando entre sí las expresiones claves del pasaje: 1) Llamamiento (9:7, 11, 24; 11:29), promesa (9:4, 8-9); 2) De uno (de Isaac; 9:10), una misma masa (9:21), un mismo olivo (11:16-24); 3) Obras (9:11, 32; 11:6), el que quiere o el que corre (9:16), iban tras ella (9:31-32); 4) Endurecer (9:18: 11:25), provocar a celos (10:19; 11:11-14), sujetar a desobediencia (10:30, 32), tropezar (9:32; 11:11) y trasgresión (11:11, 12); 5) Fe (9:30, 32; 10:6, 8, 17; 11:20), no iban tras ella (9:30), no buscaban (10:20); 6) Misericordia (9:15-18, 23; 11:30-32), gracia (11:5, 6); 7) Irresistible (9:19), preparados de antemano (9:22-23). Según ello: El llamamiento de Dios a su pueblo (una misma matriz, una masa, un olivo), provoca por un lado el endurecimiento de aquellos que quieren alcanzar la promesa por sus ‘méritos’, y por otro lado abre las puertas de la gracia y la misericordia a aquellos que, conscientes de no merecerla, la aceptan por la fe. Los primeros no pueden evitar (resis72 Y si la considerásemos así, significaría que la salvación se puede perder, recuperar y
volver a perder y así sin fin... Por lo que no podríamos hablar tampoco de un destino fijo.
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tir) su propio endurecimiento. Los segundos hallan cuando no buscaban, alcanzan cuando no iban tras ello. ¡Y este es el pueblo escogido, el pueblo que se salva de ser repudiado! *
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Se puede resumir también su mensaje relacionando entre sí los dos versículos clave. Se trata de 9:18 y 11:32, en los cuales se recoge el espíritu de todo el pasaje (y siempre refiriéndose al pueblo de Dios): “De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece” (9:18); “Porque Dios encerró á todos en incredulidad, para tener misericordia de todos” (11:32). En el primero Dios tiene misericordia de ALGUNOS y endurece a la otra PARTE. En el segundo TODOS son objeto de la misericordia de Dios y a la vez TODOS son sujetos a desobediencia. ¿Cómo se compaginan estas declaraciones aparentemente opuestas? Todos fallan ante Dios y Dios ofrece su misericordia a todos. Aquellos que la aceptan son recibidos a misericordia, los que la rechazan son endurecidos.73 Dios es quien provoca esto a través de la promesa (en el caso de Ismael e Isaac), del llamamiento (Esaú y Jacob), de la exigencia de arrepentimiento (el faraón e Israel), de la elección de los gentiles (Israel y la iglesia), de la reelección de Israel (la iglesia y el reino). La reacción de endurecimiento del beneficiario natural, propicia que el que es “contra naturaleza” sea recibido en su lugar (Ro.11:24). Los ejemplos que reitera Pablo en este pasaje lo dejan bien claro. Ismael es el
73 El hecho de que se endurezca el corazón de todos (“sujetó a todos en desobediencia”; Ro.11:32) demuestra que de alguna manera todo el mundo resiste a Dios, y que el endurecimiento no es una acción caprichosa de Dios sobre unos sí y sobre otros no. Por otro lado siendo el propósito de Dios mostrar misericordia a todos (de nuevo Ro.11:32), se entiende que la oferta de la salvación es válida para todos. El propósito de Romanos 9– 11 no es presentar una elección que encadena la voluntad del hombre, sino enfatizar que los esfuerzos o méritos humanos son totalmente vanos para ‘conseguir’ la gracia, y que lo único que conseguimos con nuestros esfuerzos (aún los más loables) es endurecernos: “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Ro.11:6).
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hijo natural, Isaac contra naturaleza; Esaú es el primogénito natural, Jacob contra naturaleza; el faraón es el señor natural, Israel es liberado contra naturaleza; Israel es el heredero natural del pacto, los gentiles contra naturaleza; la Iglesia es el exponente natural del Evangelio universal, al final Israel es constituido en un reino universal. Así el fracaso de ‘el que es por naturaleza’, propicia la aceptación de ‘el que es contra naturaleza’. Y es Dios quién sujetando a todos a desobediencia, acaba ofreciendo su misericordia a todos. Ismael se burla de Isaac y es desechado (Gn.21:8-12), Esaú vende su primogenitura y es desechado (He.12:16), el faraón oprime a Israel y ‘le sale el tiro por la culata’ (Ex.1:9-16 con Cáp.11), Israel rechaza la justicia de Dios en Cristo y es endurecido (Ro.9:30-10:4; 10:19; 11:14, 25), los gentiles se ensoberbecen contra Israel y pueden ser desgajados (Ro.11:17-22). Así todos son desmerecedores de la misericordia divina; ¡y esta es la condición imprescindible para poder ser recibidos a misericordia! Esta es la razón del rechazo de Israel y de su incorporación futura (Ro.11:25). ¡Y este es el mensaje de Romanos 9–11!74 II. Destinatarios, condiciones y propósitos en las elecciones divinas ¡Que aburrido puede resultar eso de estar escogiendo a unos y desechando a otros! ¡Que tedioso parece todo esto de hablar de premisas, destinatarios y metas! Como si Dios en una cadena de producción de una fabrica cósmica seleccionara piezas buenas de entre otras defectuosas. “Pero Dios... por SU GRAN AMOR CON QUE NOS AMÓ... juntamente con Cristo... nos hizo sentar en los lugares celestiales” (Ef.2:4,6). Dios no sólo está pensando con quién llenar las gradas del paraíso. ¡En una explosión de amor nos busca, llama y recibe a su hogar celestial! Este no es un plan tedioso sino algo capaz de satisfacer en grado superlativo el corazón más desesperado. Él no llama a filas a un ejército de involuntarios. ¡Está formando una familia cuyo propósito, vínculo y meta es Su amor! “Mirad QUÉ AMOR nos ha dado el Padre, para que seamos 74 Después de todas estas reflexiones sobre Romanos 9-11, para poder asimilar mejor este
difícil pasaje, quisiera animar al lector a que repasara de nuevo los Apéndices 3 y 4.
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llamados hijos de Dios” (1Jn.3:1). Así analizar cómo, a quién y para qué elige, no es hablar pura teoría y hacer aburrida teología, sino profundizar en Su misericordia. Descubrir Su amor inmerecido, su provisión sin límites, fuente de fuerza inagotable para el cristiano:“Porque el amor de Cristo nos constriñe...” (2Co.5:14). ¡Cómo no vamos a adorarle! Primero porque se ha dignado elegirnos. Podía no haberlo hecho y destruir a la raza después de la caída. Segundo, porque aun teniendo poder absoluto, no elige violando la libertad del hombre. Y tercero, porque su llamada de amor es tan extensa, amplia, profunda y sublime como para abarcar a toda la raza humana y exceder a todo entendimiento y comprensión (Ef.3:18-19). Así que no es extraño que para asimilar el método divino de toda elección y/o selección, tengamos que hacer un esfuerzo superior. Evidentemente no podremos captar todos los matices de su amor a la hora de analizar los criterios y los propósitos en su toma de decisiones. Por eso vamos a conformarnos con resumirlo de forma esquemática, pero no por ello menos relevante. *
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Cada pasaje de la Biblia que habla de alguna elección debe analizarse aparte, teniendo en cuanta las condiciones que Dios establece, así como el alcance (el número de escogidos) o los fines que persigue. Por lo tanto, aunque pueda haber similitudes entre procesos electivos diferentes, debemos determinar en cada pasaje: las premisas (condiciones que deben ocurrir o reunir el/los electo/s), LOS DESTINATARIOS (individuo/s, pueblo, o sector al que afecta) y las metas (resultado o destino final a alcanzar). Tomemos como ejemplo el pasaje de Romanos 9–11: •
Dios escoge por la defección de Israel (premisa), A LOS GENTILES (destinatarios) para que puedan ser su pueblo (meta; ver Ro.9:21-24).
Con todo, esta elección no está limitada a los gentiles puesto que los judíos convertidos en la era de la iglesia también son Pueblo de Dios. Es una elección “irresistible” en el sentido de que Israel pierde el ‘monopolio’ como Pueblo de Dios y los gentiles son hechos partícipes de la promesa. Pero no es ‘irresistible’ desde el punto de vista de la salvación, porque no todos los gentiles se convierten. 118
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La elección de Abram está restringida a su descendencia. ¿Sobre qué base? Abram era idólatra en Ur (Jos. 24.2). La elección divina aquí se debe exclusivamente al propósito de Aquel que llama. Dios no llama al vecino de Abram, sino a Abram. La intención de Dios, frente a la apostasía de Babel, era separar para sí una familia que sería cauce de bendición a todo el mundo. Por tanto vemos que mientras que la elección para la salvación es condicional, la elección de un pueblo es incondicional. Depende del arbitrio divino. Si repasamos el pasaje de Efesios que vimos en el capítulo anterior: •
Dios escoge LOS QUE ESTÁN (destinatarios) en Cristo (premisa) para ser sin mancha y ser sus hijos (meta; Ef.1:4-11).
No es lo mismo ser escogidos ‘para Cristo’ que ser escogidos ‘en Cristo’. En el primer caso Cristo sería la meta, en el segundo estar ‘en Cristo’ es la premisa, o la base que potencia la elección. Dios decide ‘limitarse’ a elegir al colectivo (los que estén en Cristo), dejando en manos de cada uno ‘subirse al tren’ o no. Y al mismo tiempo ordena el medio de su redención, que es la propiciación en Cristo. “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y LA GRACIA QUE NOS FUE DADA EN CRISTO JESÚS ANTES DE LOS TIEMPOS DE LOS SIGLOS” (2Ti.1:9). La elección hecha en la eternidad consiste, no en la elección de individuos, sino en difundir la gracia EN Cristo. Cristo es como el arca de Noe; la gracia está en el ‘arca’ y fuera la destrucción. Así la gracia no es dada uno por uno a los salvos desde la eternidad; sino que todo el colectivo que sube al ‘arca’ se salva, porque la salvación está en ella (en Cristo). A la vez Dios elige a personas particulares (como el caso de Jacob y Esaú) para determinar en qué parte del ‘arca’ viajarán; en cubierta, en las bodegas, confinados en un camarote, oteando el horizonte o limpiando las heces de los animales. Pero este es otro tema. ¡Y otra elección! Otro texto que ya hemos analizado en parte es Romanos 8:29-30; •
Dios destina a LOS QUE ANTES CONOCIÓ (destinatarios) como los justificados (premisa) a ser transformados a imagen del Hijo (meta). ‘Conocer’ en la Biblia, no sólo es saber de la existencia de alguien, 119
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sino experimentar un vínculo vital; se sobreentiende aquí la conversión y el nuevo nacimiento.75 Esta es la premisa que ‘busca’ Dios para la transformación. Es decir no determina la conversión de los que sabe que van a llevar la imagen del Hijo, sino la transformación a la imagen del Hijo de los que llegarán a convertirse. Esta no es una relación de causalidad en el tiempo sino de dependencia en el proceso electivo (ver capítulo 3). La predestinación –en la administración de la voluntad divina– esta vinculada a la conversión. Dios no programó a nadie por un acto aislado. En este terreno ha decidido sujetarse a la decisión que el hombre tome. Dios no es por ello un observador obligado a permanecer pasivo o impotente, sino ¡un soberano todopoderoso, firmemente determinado a aceptar las decisiones del hombre, en conformidad a Su voluntad y propósito de proveer una oportunidad para que todos se salven! Como el rey en Ester, que está ejerciendo toda su autoridad cuando le cede la elección del vino a sus huéspedes: “Y la bebida era según esta ley: Que nadie fuese obligado a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno” (Est.1:8). Podría no haberlo hecho, pero ha preferido que sea así. Es por ello que Su conocimiento previo es tan divino: puesto que sabe lo que el hombre hará sin intervenir arbitrariamente en la decisión. La predestinación, en los designios atemporales de Dios, no depende de su presciencia sino de su propósito, de su amor. Y es en base a este propósito que escoge según su presciencia los que serán transformados. ¡En el devenir temporal, la voluntad humana actúa supeditada a la divina pero en el plan divino ambas actúan paralelamente! Por eso dice que “creyeron todos los que estaban ordenados [orientados] para vida eterna” (Hch. 13.48). Ya notamos que en el griego la expresión indica “los que estaban puestos en fila”, sugiriendo que tras el rechazo de los judíos se le otorga a los gentiles (que esperaban su turno) la posibilidad de creer en el evangelio (ver Hch.13:46, 48). Es decir estaban ‘divinamente’ orientados hacia la vida eterna, pero ellos dieron el paso. Es como los que esperan que se abran las puertas del estadio para entrar. Ya 75
Del mismo modo que cuando se refiere a los que “conoció en los padres” está hablando de los descendencia que le nació a Israel (Ro-11:1,28).
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tienen el billete, ellos lo han retirado de la taquilla, hace rato que han abierto la tribuna, pero están esperando que Dios abra las puertas de las graderías y así poder entrar. O como el que espera que alguien se levante en el autobús para poderse sentar. Cuando Israel menospreció el llamamiento la plaza quedó vacante para los gentiles (Mt.10:6; 15:24; 21:43). Porque el Evangelio se les debía ofrecer “primero” a ellos (Mr.7: 27). De forma parecida Dios sabía que el hombre iba a pecar, pero no lo determinó. Todos aceptamos que el pecado no está forzado por Dios ni por su presciencia. “Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg.1:13). Dios sabía que el hombre pecaría ¿no lo quiso impedir o no lo pudo impedir? Conociendo como conocía el futuro ¿podría haberlo alterado? La presciencia de Dios no es el factor determinante del futuro, no es sino el conocimiento previo de cómo reaccionarán los hombres a las oportunidades creadas por Él. ¡Así tampoco es un conocimiento pasivo, sino un conocimiento que planifica! ¡Para encauzar los acontecimientos y proveer los medios para garantizar Su plan perfecto! *
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Cuando analizamos de esta manera el resto de pasajes nos encontramos con un mosaico multicolor, que en realidad forma un todo armónico. Abarcando temas desde la salvación, hasta el servicio honroso o deshonroso, pasando por lo que debe ser una profesión de fe responsable. Por ejemplo, en cuanto a la salvación: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2Ts.2:13-14). •
El Señor escogió desde el principio (iniciativa) por medio del llamamiento, la santificación del Espíritu y la fe en la verdad (premisas) a los Tesalonicenses (destinatarios) para la salvación y alcanzar la gloria (meta). La iniciativa de la salvación parte de Dios. En esto no hay duda. Y 121
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esta iniciativa se dio al principio (en la eternidad). ¿Qué más implica esto? Dios a su vez participa activamente en la conversión, por medio de “la santificación por el Espíritu” (i.e. el nuevo nacimiento). Esta es la parte de la conversión en la que Él es protagonista absoluto (ver Cáp.2, punto ‘i’, pág.65). Sin embargo creer, es un movimiento de la voluntad del hombre; es evidente que Dios no cree por ellos. Por supuesto que Él alumbró los ojos espirituales de los Tesalonicenses por mediación del llamamiento (la predicación del Evangelio) y por la convicción que trajo el Espíritu a sus corazones. Pero fueron los Tesalonicenses quienes decidieron dar el paso al frente en el umbral de la salvación. La mediación del llamamiento y la fe dejan claro que el cumplimiento de la elección no es un proceso exclusivo de Dios; sino que hay también una participación humana. Así la iniciativa y la meta es de Dios. En cuanto a las condiciones (las premisas) para que se verifique la elección, hay una parte que asume Dios y hay otra que le corresponde al hombre. ¡Aunque sólo sea aceptar el gran regalo de la bondad divina! Y esa es razón más que suficiente para “dar siempre gracias a Dios.” *
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En cuanto a servicios honrosos o deshonrosos: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2Ti.2:1921).76 •
Él escoge A AQUELLOS QUE (alcance) se apartan de la iniquidad / los que se limpian (premisa) para usos honrosos (meta) y A LOS que
76 Hay que analizar este pasaje juntamente con el de Romanos 9:21-23. “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria”.
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no (alcance y premisa) para usos deshonrosos (meta), es decir para vergüenza en el día del juicio. Mientras Pablo muestra en Romanos que la separación entre los que son destinados a usos honrosos y los que no, depende de la pre-determinación de Dios (Ro.9:21-23), en Timoteo depende de que el creyente se abstenga de inmundicia o impureza. En Romanos el tema está tratado desde la perspectiva de la soberanía divina, en Timoteo –tras dar brevemente el punto de vista divino: “Conoce Dios a los que son suyos”– aborda la perspectiva humana: “Apártese del mal todo el que invoca el nombre del Señor”. En la santificación y en el servicio honroso a Dios, podemos decir que tanto Su voluntad es 100 % eficaz, como que el creyente debe asumir 100% su responsabilidad. Por otro lado es muy importante no confundir las premisas o las metas de una elección con las de otra (no debemos pedirle peras al olmo). Por ejemplo, no podemos usar los versículos referidos a la elección de un pueblo para ilustrar la elección salvífica… Ni confundir la predestinación a llevar la imagen del Hijo con la elección para usos honrosos. ¡Aunque todas estas elecciones estén incluidas en el macro-plan de la redención! El plan en mayúsculas. Con todo, este pasaje contiene una seria advertencia: al igual que el río dibuja su cauce buscando siempre las tierras más bajas, la verdadera elección, desemboca en una verdadera conversión (el nuevo nacimiento) y necesariamente produce santidad de vida. Es la promesa maravillosa de Jer.32:40. “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” Los que son ovejas de verdad oyen la voz del pastor y le siguen (Jn.10:27), y éstos son los que poseen la vida eterna. El creyente ha de esforzarse en apartarse de la iniquidad, porque así adquirirá la certeza de haber sido elegido en la eternidad: “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2P.1:10). Este es el mismo mensaje que enfatiza la carta a los Hebreos: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza” (He.6:11). Y no olvidemos que la Biblia no se enzarza en discusiones teológicas; sino que exalta la soberanía divina siempre victoriosa, y hace un 123
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llamado a la perseverancia del creyente para que pueda experimentar todo el poder de la gracia en su vida. Dios había determinado que por lo menos una pareja de cada especie animal se salvara del diluvio en el arca; pero sólo la perseverancia y determinación permitió al caracol traspasar el umbral del navío. *
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Veamos a continuación los textos en las cartas de Pedro: “...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” (1P.1:2). •
Dios escoge A LOS QUE CONOCIÓ DE ANTEMANO (destinatarios) por la santificación –o nuevo nacimiento– del Espíritu Santo (premisa) para obedecer –consecuencia de la fe– y ser rociados con la sangre de Cristo (meta).
El ser rociados con la sangre de Jesucristo (para salvación) opera paralelamente con la obediencia (respuesta de fe) y ambos son consecuencia de la acción santificadora del Espíritu, verdadero protagonista en este pasaje (de nuevo se puede repasar el punto ‘i’, de la pág. 65, en el capítulo 2). Sin la santificación nada de esto sería posible. Esta es la premisa que busca Dios. Aquí la iniciativa es más de Dios que no del hombre. ¡La elección es un favor divino inmerecido! Pero no nos equivoquemos. La obediencia es un acto de la voluntad humana no de la divina, aunque eso si, potenciada y hecha posible por la acción iluminadora y fortalecedora del Espíritu Santo. Y para Dios la obediencia sólo puede ser aceptable si emana de la fe (que es a su vez la aceptación confiada de la provisión divina), y no si emana de la carne (el esfuerzo del ego). Porque la ‘carne’ no puede agradar a Dios (Ro.8:7-8). Nadie puede ufanarse por haber creído u obedecido, pues aún esto ha sido un don propiciado por Dios. Cuando alguien enciende la luz no puede ufanarse de que la bombilla brille por su habilidad, pero es él quien tiene que darle al interruptor. Nosotros le hemos dado al interruptor diciendo si a la salvación. Pero que la salvación sea eficaz en nuestras vidas es un mérito de la sangre de Cristo, no nuestro. Incluso descubrir ‘el interruptor’ es un mérito de la acción iluminadora del Espí124
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ritu Santo. ¡Cómo no vamos a estarle agradecidos por habernos iluminado! Aquí de nuevo vemos como la presciencia antecede a la elección. La elección –entendida como una decisión divina ajena al hombre– no condiciona la presciencia. Es decir, no se trata de que Dios sabe los nombres de los elegidos porque primero se puso a escribir una lista, sino que escribe en la lista a los que obedecen y a éstos los conoce desde la eternidad. Y los conoce no de una forma pasiva, sino que prepara todos los medios de gracia para que el hombre ciego y perdido pueda llegar a creer. Y para que esta obediencia (que no es un mérito) pueda ser acepta, santifica a los elegidos (por el nuevo nacimiento en este caso). En la conversión, la santificación y la obediencia ocurren al unísono; y es tan soberano Dios cuando induce al hombre a obedecer para ser rociado con la sangre de Cristo, como libre el hombre cuando decide dar el paso de fe y entrega. Lo mismo es válido para la desobediencia, es decir para los que rechazan a Cristo: “Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; A LO CUAL FUERON TAMBIÉN DESTINADOS. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1P.2:8-9). Los elegidos de los que habla aquí son “...los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia...” (1P.1:1). Se trata de judeocristianos (de ahí la expresión “expatriados”) en la diáspora. Que ahora, al creer en Cristo, alcanzan los propósitos expresados en el A.T. para Israel junto con los gentiles: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1P.2:9). El propósito de su elección es “proclamar las virtudes” de Dios. Pero ésta no es una acción irresistible de la gracia; de lo contrario todos los cristianos estarían comprometidos en propagar el evangelio a todo el mundo de una forma arrolladora. ¡Ojalá fuera así!
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Los ‘no elegidos’ son los que “tropiezan en” la roca (1P.2:8). El Señor usó esta figura especialmente para referirse a los judíos que lo rechazaron (Mt.21:42). Por lo tanto está hablando de quienes en un tiempo fueron el pueblo escogido y ahora han sido desechados y persiguen a los creyentes. Es en este contexto que dice que “fueron destinados a tropezar”. Pero esto es así porque “tropiezan en la palabra, siendo desobedientes”. Es decir no hay aquí un sentido fatalista, como diciendo “no tienen más remedio que tropezar porque estaban destinados a ello”. Al contrario, por causa de su testarudez, Dios los castiga reafirmando su rebeldía; se trata más bien de un castigo, no de una pre-destinación. De hecho no aparece el prefijo “pre” en el texto. Es decir son destinados a desobedecer en el momento en que se oponen a la Palabra. La carta a los Tesalonicenses corrobora este punto de vista en otro contexto: “Con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2Ts.2:10-11). Lo que Dios ha determinado de antemano en este caso, no es que tropiecen, sino permitir que un poder engañoso nuble el entendimiento de aquellos que deciden no creer en la verdad. Una vez más la causa es el rechazo del Evangelio y el poder engañoso es un juicio que envía Dios. Esto será especialmente cierto en tiempos del anticristo (2Ts.2:1-11). Entonces desaparecerá del escenario quien “al presente detiene” al anticristo (en el desarrollo del tema, Pablo enseña que la iglesia será arrebatada al cielo: 1Ts.4:14-18). Cuando la iglesia, y su efecto de “luz” y “sal” de la tierra desaparezcan de este mundo, la acción cegadora del diablo campará a sus anchas. De modo que según el pasaje de Tesalonicenses, el hecho de permitir (2:10) o bien enviar el engaño (2:11), a los efectos será el mismo. *
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Por último debemos echar un vistazo al Apocalipsis: Si Dios decidiera de forma unilateral quien se ha de salvar o conde126
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nar, los nombres que aparecen en el libro de la vida serían fijos. Sin embargo las Escrituras nos advierten de que se pueden borrar: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Ap.3:5). Si la elección es incondicional, el hecho de que un nombre esté escrito implica que ha sido elegido categóricamente, pues es Dios quien lo ha querido incluir en la lista. Por otro lado están aquellos “cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo” (Ap.17:8). ¿Por qué? Sólo hay dos posibles explicaciones: (1) Porque Dios los ha desechado o (2) porque desde la eternidad Dios constata cual será la elección de ellos. Sea cual sea la razón, puesto que los que no están inscritos no aparecen en la lista ya en la eternidad, podemos llegar a la conclusión de que los que están inscritos lo están también desde la fundación del mundo. Lo que nos interesa ver aquí es que el propósito y el designio de Dios para aquel que ha inscrito es salvarlo. Sin embargo existe la posibilidad de que su nombre sea borrado. Si la elección fuera de carácter irresistible, esto significaría que su nombre está inscrito porque ha sido elegido desde la eternidad; lo cual sería un hecho irrevocable (que un día crea y alcance la salvación por la conversión, es mero trámite). Si la salvación depende de una decisión unilateral de Dios, el que después se pueda borrar su nombre, implicaría que no ha sido elegido (esto significaría o bien que puede perder la salvación, o que Dios hace enmiendas en su elección; que se equivoca). Si solamente dijera que no están escritos no habría problema. Indicaría que Dios había decidido no incluirlos. Pero al hablar de “borrar” implica que estaban en la lista pero que han sido o serán quitados (tanto da que esto ocurra en la eternidad o en el tiempo). ¿Qué sentido tendría una elección que se descalificara a sí misma? Un planteamiento incondicional y unilateral de la elección, en este contexto, nos relega a una caricatura de un Dios ‘hecho un lío’, escribiendo y borrando nombres. Pero si la lista del libro de la vida es testimonial, Dios está constatando lo que será las decisiones de los hombres y sus consecuencias. Todo ello en armonía con la oferta de una gracia y de una salvación que es una iniciativa exclusivamente Suya. Evidentemente el libro de la vida no se reduce a una mera acta testimonial. Si la elección no es irresistible sino que expresa el deseo de Dios de que todos los hombres se salven, podemos suponer que en la 127
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eternidad aparecían los nombres de toda la humanidad en el libro de la vida. Según esto ¡Dios inscribió a todo el mundo! Pero a la vez borra los nombres de los que no creen. Porque ¡no todos escogen la salvación! Aquellos cuyos nombres son borrados son los que llegan al fin de sus días sin convertirse al Señor y se abocan así a la perdición. En la eternidad, donde no hay ni un ‘antes’ ni un ‘después’, podemos decir que están escritos los nombres de toda la humanidad y a la vez los nombres de los que se pierden están borrados. Y en la perspectiva histórica podemos decir que algunos corren el riesgo de ser borrados. Si recopilamos lo que dice Apocalipsis sobre el libro de la vida: • • • •
Se pueden borrar nombres (3:5; 22:19); Algunos no están escritos (13:8), desde la fundación del mundo (17:8); El que no está escrito va al infierno (20:15); El que está escrito entra en el cielo (21:27); Estas son las explicaciones posibles:
1. En la eternidad algunos nombres estaban escritos y otros no. En el tiempo algunos se pueden borrar. Es decir los que están destinados a la salvación se pueden perder; pero los que están destinados a la perdición no tienen escapatoria (no se habla de escribir nombres nuevos). Este es el resultado de una lectura literalista, sin tener en cuanta el resto del NT. 2. Nadie estaba escrito en la eternidad (se habla de los que están borrados desde la eternidad, pero no de inscritos eternos). Cuando aceptan a Cristo son inscritos, pero a su vez si no perseveran pueden ser borrados. El libro constataría la “depravación total” de la raza ya desde la eternidad y sería un registro de la respuesta al evangelio en la historia. Escribir en el libro no sería una elección, sino una especie de ‘acta notarial’. 3. En su propósito de hacer una oferta universal de la salvación, todos estrían escritos en la eternidad. Los que rechazan el evangelio son borrados. Dios los borra en la eternidad (apreciación divina) y en el tiempo (apreciación histórica). Esta es una lectura armonizada con el resto del testimonio del NT. Así el libro no es un mero registro sino 128
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una ‘DECLARACIÓN DE PROPÓSITO’.77 Esta última opción parece avalada por el mismo texto si analizamos con detenimiento la advertencia de Apocalipsis 3:5. Aquí no habla de tener cuidado de perder la salvación, sino de no abandonar este mundo sin haber experimentado el nuevo nacimiento. Esto se hace evidente en el hecho de que algunos en Sardis “tenían nombre de estar vivos, pero estaban muertos” (3:1). Es decir parecían regenerados pero no lo eran. Eran creyentes nominales (nombre de estar vivos), pero sin la vida del nuevo nacimiento por el Espíritu (están muertos). No es que están vivos y corren el riesgo de morir. Sino que tienen apariencia de lo que no son y acabará haciéndose evidente que están muertos. Y si no abrazan la vida sus nombres serán borrados. O dicho en palabras de Pedro, Apocalipsis está llamando a los que profesan a Cristo a “hacer firme su vocación y elección” (2P.1:10). Sólo aquellos que permanecen fieles hasta el fin demuestran su elección. Es por eso que inmediatamente después dice respecto a los verdaderos creyentes, a los que perseveran: “yo confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Ap.3:5). Esta expresión indica que algunos en Sardis corrían el riesgo de negar al Señor (ver Mt.10:32-33; Lc.12:8-9), pero otros en cambio, lo confesaban hasta las últimas consecuencias. De ahí se entiende que estos últimos eran creyentes verdaderos (ver Ro.10:9). No se trata de perseverar y preservar la salvación por esfuerzo propio. Sino de mantenerse confesando y no negando al Señor. Esto no es un mérito sino una declaración de fe-fidelidad. Aquellos que no experimentaban la vida eterna, tenían también miedo de perder la terrena. “Cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará” (Mt.16:25). Los que gustaban ya del cielo, consideraban una ganancia perder la vida por el testimonio de Cristo. “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia (...) teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor” (Fil.1:21, 23). Si hay una advertencia clara en el Nuevo Testamento en cuanto a quedar desprovistos de la salvación, esta es la de no negar a Cristo: “si 77 Dios declara su propósito de que todos se salven (“quiere que todos los hombres sean salvos” 1Ti.2:4; i.e. que sean inscritos en el libro de la vida) y de que ninguno se pierda (“no queriendo que ninguno perezca” 2P.3:9; i.e. no quiere que sean borrados del libro).
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morimos con El, también viviremos con El; (...) si le negamos, El también nos negará” (2Ti.2:11-12). “Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt.10:33; Lc.9:26; 12:9). No se trata de un problema de falta de “méritos” o de anularlos, sino de apostasía, es decir de negación de la fe. No se trata de pérdida de la vida, sino de ausencia de la misma. No de pérdida de la fe, sino de negación por carencia de ella. Aquel que vence y su nombre no es borrado según Ap.3:5 es confesado delante del Padre y de los ángeles: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” ¿Por qué? Porque “Cualquiera pues que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt.10:32) y “...delante de los ángeles de Dios” (Lc.12:8). *
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A modo de resumen, podemos decir con toda tranquilidad que tanto la ELECCIÓN depende 100 % de Dios, como que en la conversión la decisión depende 100 % del que cree. Recordemos: Cuando se entrecruzan la dimensión divina y la humana, la voluntad divina y los medios humanos actúan de forma autónoma, pero a la vez de forma paralela. Igual que el axioma matemático postula que dos líneas paralelas se unen en el infinito, la voluntad divina y la decisión humana se unen en el infinito (la dimensión atemporal de Dios). Pero eso no lo podemos entender en nuestro estado finito. O igual que la física nos habla del movimiento molecular en una masa sólida. Un metal nos parece estático, sin embargo sus partículas moleculares, los átomos y electrones se mueven en sus órbitas a velocidades increíbles. Así el hombre cumple la voluntad inamovible de Dios, pero a la vez actúa libremente conforme al movimiento interior de su propia voluntad. III. Diversas elecciones Dios es un Dios de orden y no de confusión (1Co.14:33, 40). Por eso le honra que analicemos el tema sistemáticamente (siguiendo un ordenamiento lógico). Hemos de hacer un último esfuerzo para clasificar 130
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los principales tipos de elección de la que nos habla la Biblia. Elecciones tales como la de la tierra prometida, la de una familia o descendencia, la de ciertos reyes idólatras, la de los reyes o profetas en Israel, la de los doce en la Biblia, o la de los dones que recibirá cada creyente, cumplen propósitos divinos muy variados, y separan a individuos o grupos para fines muy diversos. Lamentablemente no podemos abordar cada uno de estos temas en este libro. Pero podemos reunir los más sobresalientes en cuatro tópicos principales. Vamos a ir de lo general a lo especifico: a) ELECCIÓN DE UN PUEBLO: Hubo un tiempo en que los beneficiarios de esta elección estaban reducidos a un sólo pueblo, el de Israel, y limitada en el tiempo (mientras duró la dispensación de la ley; Ro.9:11,21); por tanto era una elección RESTRINGIDA a los judíos (aunque habían excepciones que confirmaban la regla, como Rahab, Rut, etc.). Hoy en día el alcance para el pueblo de Dios es UNIVERSAL, es decir está abierto a todas las nacionalidades (los gentiles). Y los que alcanzan este distintivo, lo hacen en base a la promesa y por su respuesta de fe en obediencia (ver Ro.11:20-23; He.4:2,6). Recordemos: la elección ‘irresistible’ de la que se habla en Romanos (Ro.9:11, 16, 18, 20-21 con Jr.18–19), no es la salvación personal. El tema es: ¿Cómo es que prevaleciendo las promesas hechas a Israel (He.4: 1), estos han sido desechado por un tiempo? (ver Ro.9:25-26; 10:19-20; 11:12, 15, 23-26, 29). La respuesta es que Dios ha endurecido todos los pueblos para tener misericordia de todos (Ro.9:18 con 11:31-32). El tema es la formación de un nuevo pueblo de Dios (el instrumento de la obra de Dios en la tierra), no la salvación de individuos. La ‘puerta’ de esta elección permanece abierta. Algunas ruedas de prensa o vistas judiciales son a “puertas abiertas” otras a “puerta cerrada”. Según se trate de una u otra modalidad puede entrar y salir quién quiera, o bien la asistencia queda reservada a un número limitado de personas. La elección del pueblo a través del que Dios se va a glorificar en esta tierra, se parece a la vista a puertas abiertas. ¿Quienes son los beneficiarios de esta elección? En el A.T. la opción de consagrarse o no era válida para todo el pueblo de Israel. Pero solamente el “remanente” 131
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permaneció ‘dentro’. Algunos que previamente entraron, posteriormente salieron… Y pueden volver a entrar: “...escogeré todavía a Jerusalén” (Zac.1:17). Lo mismo puede ocurrir con las ramas injertadas (las comunidades cristianas profesantes). Lo que implica que cuando se trata del pueblo de Dios, la elección puede ‘cesar’ por un tiempo así como puede ser ‘reiniciada’. Por lo que el alcance de esta elección es GENÉRICO no especifico. ¿En quienes es eficaz esta elección? Sólo en algunos de entre un pueblo. En el caso de los gentiles en los convertidos y consagrados. Es por ello que las ramas pueden cortarse o injertarse de nuevo (Ro.11:20-22). Esta elección no es salvífica, pues como ya apuntamos anteriormente, ni todos los israelitas se salvaban cuando eran pueblo de Dios, ni todos los gentiles, ahora que se les ha abierto la puerta a la ciudadanía celestial. Si el aspecto ‘irresistible’ de esta elección fuera la salvación, todo el pueblo de Israel tendría que haberse salvado automáticamente a lo largo de la historia. En realidad lo que es irresistible en Romanos 9–11, es que debido al pecado todos van a fallar en sus esfuerzos de agradar a Dios. El mensaje es: NADIE PUEDE NO FALLAR... Y TODOS HAN DE DEPENDER DE LA GRACIA. ¡Esto es lo inevitable! Estos son los pasajes y el tema que más se confunde con la llamada ‘gracia irresistible’ y con una ‘elección limitada’. Pero el tema es la elección o reprobación del pueblo y decidir con quienes va a hacer avanzar el plan divino en la tierra, no la lista de los salvos (aunque las ‘listas’ de estos dos colectivos se solapan78). De otro modo tendríamos que concluir que ante la posibilidad de ser desgajados, los que son ramas podrían perder su salvación (Ro.11:20-22). O al revés; podríamos caer en el error de creer que todos los que profesan se salvan. El olivo, es una figura de las promesas que sostienen a Israel, del pueblo que cumple los propósitos de Dios en la tierra; no una figura del cielo o de la salvación. El tema es el riesgo de dejar de beber de la savia original del olivo, es decir de poder perder la bendición de beber de las promesas como 78 La iglesia es el cuerpo profesante. Pero no todo el que asiste a una iglesia es creyente
de verdad y no todo creyente de verdad asiste a una iglesia siempre. Así uno puede estar en la ‘lista’ de los profesantes y no en las de los salvos y viceversa. Pero Dios hará su obra en la tierra con aquellos que son creyentes genuinos y militan en las filas de su cuerpo la iglesia... Estos están en ambas ‘listas’: la de los profesantes y la de los salvos.
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pueblo. Habla del peligro de que el candelero que representa a una comunidad de creyentes se apague. b) LOS SALVOS: El objetivo de la elección no es la salvación. Esta sólo es un trámite para cumplir el gran propósito de Dios de “reunir todas las cosas en Cristo” (Ef.1:10). Es como el sello en la carta: no escribimos una carta para pegarle un sello; le ponemos el sello para que llegue a su destino. Por ello aunque los predestinados a llevar la imagen del Hijo son un número concreto, Dios no determina un número limitado para los salvos. No limita el número de los que van a ir al cielo conforme al número de predestinados, sino que limita el número de los predestinados conforme al número de los que irán al cielo. No dice voy a rifar 3 premios y por ello sólo repartiré tres boletos. Sino que dice voy a repartir boleto a todo el mundo y rifare tantos premios como la cantidad de personas que me acepten el boleto. La amplitud y alcance de los salvos se corresponde con los conocidos por Dios desde la eternidad, los que van a obedecer al evangelio (1Pe.1:2; 2Tes.2:13) y conforme a ello son incluidos en el ámbito de la salvación POR DECRETO divino (Hch.13:48), no al revés. Es así como son alcanzados por la acción eficaz de la gracia. No son pre-destinados a ser salvos y por eso obedecen, sino que son escogidos para que obedeciendo (por la acción del Espíritu Santo) sean salvos y así los predestine. La mediación del Espíritu Santo y la fe del que cree son la premisa y factor determinante. “Escogidos desde el principio para salvación” expresa propósito no objetivo. No es lo mismo hacerse propósitos de algo, que fijarse una meta. Ya vimos que el propósito marca la línea de salida; la meta, la de llegada. “Escogidos para salvación” no significa ‘forzados a salvarse’, sino escogidos “a través” de la salvación.79 La salvación es el medio POR el que entran en 79 Ver nota no 43. La prep. eis (Gr. έις) expresa tanto “por” (a través, por causa), como
“para” (objetivo, meta). Cuando se dice: "Jesse James wanted for robbery"; no significa “Buscan a Jesse James PARA [cometer] robo” sino “POR [haber cometido] robo.” En Ts.2: 13-14, “para [έις] salvación”, expresa el propósito; “para [έις] que alcancéis la gloria”, el objetivo.
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el redil de los salvos, por la puerta del nuevo nacimiento y la fe-entrega, no la meta. Así el ‘llamamiento o gracia eficaz’80 no consiste en forzar a uno a creer, en contra de su voluntad, sino en una obra dentro de la misma voluntad, para que la persona acabe aceptando creer. Sin esta intervención divina nadie llegaría a dar el paso (Jn.6:44), porque la gracia provee la luz y la fuerza de voluntad necesaria para decidirse, pero no consiste en la decisión misma del individuo. ¡La persona decide creer libremente! De nuevo es importante no perderse en los detalles. Dios ha tomado una decisión, ha manifestado su voluntad, su deseo y preferencia de salvarnos y no dejarnos perder. Y esto es lo que Pablo comunica a los Tesalonicenses como un motivo de alabanza: “Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. Y fue para esto que El os llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2Ts.2:13-14). El llamado y la salvación son el medio, la gratitud y la gloria la meta. ¡Nunca olvidemos nuestra meta: darle siempre gracias por que vamos rumbo al cielo! c) ADOPCIÓN Y SEMEJANZA AL HIJO: Una cesta de navidad es un obsequio que siempre se agradece. Pero es un obsequio compuesto de muchos otros regalos. No es lo mismo la caja de bombones que la lata de confituras. Para abrir los bombones basta con tirar del celofán, pero para la lata necesitamos un abridor. La cesta es un obsequio por el que no hemos hecho nada para merecerlo. Pero para disfrutar de los regalos que contiene, hace falta una pequeña participación nuestra. También la cesta de la salvación viene con diversos regalos y para 80 Muchos prefieren la expresión ‘gracia eficaz’ a la de ‘gracia irresistible’. Esta es una
expresión acertada en tanto exprese que Dios facilita la capacidad de creer y no la fuerce.
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saborearlos hay que cumplir con ciertas condiciones. La adopción y la semejanza al Hijo, son dos de las sorpresas incluidas en la cesta. Mientras que la elección para la salvación requiere la participación divina y humana (¡aun siendo gratuita para el hombre!), otros regalos adicionales son garantizados incondicionalmente por Dios (¡aunque requieren esforzarse en la gracia!). Estos últimos ¡vienen incluidos en la cesta! Y lo regalado no se requisa. Algunos, nada más recibir la cesta abren los otros regalos; a otros será el Señor quien se los abra el día de la redención. Pero si tienen la cesta tienen todos sus regalos ¡los abran antes o después! Aquí nos conformaremos con un pequeño repaso de lo que hemos visto en el capítulo 3 y en el punto anterior. La premisa de la elección para la salvación es estar EN el Hijo y la meta ser adoptados y llevar la imagen del Hijo, no al revés (Ef.1:4-5). La salvación cumple un propósito; la adopción y la semejanza al Hijo son una meta a alcanzar. Para alcanzar la salvación las condiciones divinas y las humanas se deben conjugar. Pero una vez la flecha se ha disparado, dar al blanco depende enteramente de Dios. Y la flecha ya no vuelve al arco. Se ha iniciado un proceso irreversible. No hay marcha atrás, pero si marcha adelante y meta de llegada. Cuando los que se salvan en Cristo creen (es decir, en el momento que suben al tren), queda determinado que un día ostentarán la imagen completa del Hijo (es decir, que llegarán indefectiblemente a “la terminal”). d) USOS HONROSOS Y DESHONROSOS: La amplitud y alcance de esta elección concuerda con la presciencia divina, la premisa es que “los que se limpian” son escogidos para el servicio (2Ti.2:19-21). La meta es ser útiles y hacer avanzar el reino de Dios en la tierra. En 2Ti.2:19-21 no queda claro si los llamados “vasos de barro... para usos viles” se refiere a conversos o a inconversos (ver 2Co.4:7). Aunque expresiones como: “en una casa”, “conoce Dios a los que son suyos”, “la misma masa” (Ro.9:21), etc. indican claramente gente que profesa. De entre estos vasos viles, algunos serán ‘cizaña’, otros ‘trigo’ 135
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engañado. Pero sea lo que sea, la consecuencia es la misma. ¡La presciencia divina y la responsabilidad humana no se anulan mutuamente! Puesto que pone una condición: “si alguno se limpia...” (v. 21). ¿No escoge Dios a todos los creyentes para que le sirvan? ¡Si! Pero no todos los creyentes escogen servir al Señor. *
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La elección no tiene nada que ver con el fatalismo, según el cual todo ser y su destino eterno están en grilletes merced de una voluntad cósmica ciega. ¡Achacárselo todo al destino es la excusa de los irresponsables! La elección en la Biblia es el aspecto del gobierno divino que prevé y regula la relación de los que creen con el Señor, según ciertas reglas. Dios establece los posibles destinos: Salvación o perdición; elección o descalificación como Pueblo; usos honrosos o deshonrosos. Y el individuo acepta o rechaza estas condiciones: acepta o no a Cristo, se apropia o no de la promesa, se abstiene o no del mal... Aunque Dios sabe de antemano lo que hará cada uno (1P.1:2), no lo fija de antemano. Con todo Él es quien mueve los corazones para que cumplan Sus propósitos y quien hace que salgan a flote las intenciones ya latentes. En el gráfico se ejemplifica las condiciones previstas por Dios para poder abrir los diversos regalos que vienen con ‘la cesta’ de la salvación, en forma de escalones y niveles ascendentes: Usos HONROSOS y premios (coronas).
d)
Abstenerse del mal
c) b) a)
Apropiarse de la promesa Aceptar a Cristo
EL PUEBLO que cumple los propósitos de Dios en la tierra... LA SALVACIÓN: incluye la adopción y la semejanza al Hijo. Para los que rechazan: LA PERDICIÓN.
a) La línea de la base representa el destino hacia el que va el hombre natural: la perdición. Dios condena no por lo que uno no sabe, sino por lo que RECHAZA (Jn.3:19). b) Pero Él escoge a los que ACEPTAN A CRISTO (Ef.1:4-11; los que 136
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están“EN Cristo”) para salvación y los destina a llevar la imagen del Hijo (Ro.8:29-30). c) Dios escoge a los gentiles para formar su pueblo CONFORME A LA PROMESA (Ro.9:8, 21-24). Los que son fieles a Cristo heredan la bendición (Ro.11:17-18, 22). d) Escoge de entre el pueblo a los que SE ABSTIENEN DE MALDAD para usos honrosos; y relega al resto a la vergüenza y pérdida de todo premio celestial (2Ti.2:19-21). *
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Después de tantas consideraciones lo que importa, más que el hecho de sabernos o no escogidos a dedo (puesto que si estamos EN Cristo de una forma u otra, podemos confiar en que somos uno de los elegidos); lo verdaderamente importante es seguir y perseguir una forma de vida y servicio dignas del llamamiento; en vez de ufanarnos con doctrinas o pelearnos con otros por causa de las posturas teológicas que abrazamos. “...por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Ro.11:20-22). Es Dios quien gobierna en los cielos. Lo importante no es tanto entender cómo toma sus decisiones, sino saber qué espera de cada uno de nosotros. Pero es más fácil entregarnos confiadamente a Su voluntad en la medida que descubrimos Su sabiduría. Creo que la meditación en los textos bíblicos nos ha ayudado a ello. Por eso la invitación de Romanos es a “permanecer en esa bondad.” La sabiduría y la bondad divinas son las dos características fundamentales de su gobierno, y son el toque de Su gracia que nos permite elevarnos en admiración, gratitud y sumisión.
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Capítulo 5
¿Se Puede Perder La Salvación? Las inferencias claras de la Palabra en este tema son: •
Cristo ganó una salvación que no se puede malograr.
•
Todo el que niegue a Cristo, Cristo lo negará.
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Dios disciplina a todo el que recibe por hijo.
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Él quiere que seamos conscientes de nuestra salvación. *
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“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc.19:10).
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os salvos antes estaban perdidos, ahora están salvados. Eran indignos de ir al cielo, por eso se les llamaba los perdidos. Quien los busca, halla y salva es el Hijo del Hombre. El mérito es Suyo. Ellos nunca podrán hacer nada para merecer la salvación y tristemente si pueden desmerecerla y de hecho la desmerecen. En esto todos los evangélicos están de acuerdo. Ahora bien, ¿pueden perder la salvación después de recibirla? Aquí es donde las opiniones se dividen. Si la salvación fuera el premio a un mérito, ¡todo falta de los salvos la anularía! Pero la salvación no es nuestro mérito sino el de Cristo. Así la pregunta es: ¿una vez que Cristo los ha “encontrado”, puede “perderlos”? Es decir, ¿puede fallar a la hora de preservarlos en dicha salvación? De nuevo las opiniones son diversas y incluso contrarias. La respuesta que da el Calvinismo al tema se la llama: “doctrina de la perseverancia de los santos”, aunque es más conocida como “la seguridad eterna de la salvación.” Otros en cambio hablan de “la pérdida de la salvación” (especialmente en caso de que haya apostasía o pérdida
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de la fe). La fe es la clave para ‘la aceptación’ de la salvación; como si fuera una firma requerida para recibir un bien en propiedad. Si la salvación es algo que el ser humano “compra”, siempre la puede “vender”. Si por el contrario, la salvación es fruto de la “venta” de nuestras vidas a Cristo (nuestra rendición a Él), ya no podemos decidir sobre lo que no nos pertenece. Sólo en caso de que el Salvador (el comprador) quisiera, podría “venderla” otra vez. ¿Acaso Él quiere? La verdad es que más que un asunto sobre predestinación o libre albedrío, creo que se trata de entender correctamente el valor de la expiación. Por supuesto la expiación forma parte de los planes y propósitos eternos de Dios. Pero lo importante no es ponernos de acuerdo en si el creyente puede o no “caer” de la gracia, sino entender cuales son los límites y las condiciones de esta gracia. Veamos una ilustración: Ali se sobresaltó con la noticia del terremoto que había asolado su región, de donde eran todos sus parientes. Le sobrecogió tal angustia que durante días no pudo conciliar el sueño. A tal punto que un compañero le dijo: “¿Por qué no vas y ves cómo se encuentran?” Ali le contestó: “No, si no tengo ningún pariente allí. Todos se trasladaron a la gran ciudad conmigo hace años”. “Entonces ¿a que viene toda esa angustia?” le reprochó su amigo. El alegó: “!Es que no puedo evitar el pensar qué nos hubiera pasado si hubiéramos estado allí!” Uno debe temer los terremotos si está sobre la falla. Pero si se ha mudado a ‘tierra firme’ todo temor es infundado. La salvación nos traslada de las arenas movedizas de nuestras obras a la roca que es Cristo. Si la salvación consiste en mantenernos a flote en el pantano de nuestros esfuerzos tenemos razón en angustiarnos. Pero si está cimentada sobre Cristo, la roca firme donde no existen “terremotos”, podemos echar un suspiro de alivio. La salvación es el fruto de la victoria de Cristo y del fracaso del hombre (y es por ese fracaso que necesita la salvación). Y no es de extrañar que tales fracasados sigan fallando después de recibirla. Si no se puede hacer nada para merecer la salvación, ¿se puede hacer algo para retenerla o se puede perder algo que no se ha ganado? Si no tengo el billete premiado con el gordo de la lotería ¿puedo perderlo? Mi billete al cielo está escondido con Cristo en Dios (Col.3:3). ¡El mérito y don de mi 140
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salvación le pertenece a Cristo, no a mí! Por que no depende de ningún esfuerzo humano. El salvo puede sufrir diversos “terremotos” en su vida, pero eso no significa que se derrumbe la salvación que permanece exclusivamente en las manos de Cristo (1P.1:3-4); quien es como una roca a la que no afectan las sacudidas sísmicas. Si alguien puede anular la salvación con su forma de vivir, quiere decir que no es un regalo, sino un depósito (dado en consigna) que depende de ciertas condiciones. Si conservar la salvación depende de ciertas condiciones como la fidelidad a Cristo, recibirla depende de las mismas condiciones. ¡Lo cual significaría que la salvación no es por fe sino por obras! O hilando más fino, que la fe podría ser considerada como un mérito. Pero no es todo tan simple. El mismo pasaje que dice: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo” (2Ti.2:13) – haciendo hincapié en que la vida en Cristo depende de Su fidelidad, no de la nuestra– dice también, “Si le negáremos, él también nos negará” (2Ti.2:12) –enfatizando que hay condiciones que causan que Cristo rechace a algunos que profesan ser creyentes. Así pues, ¿quién está en lo cierto? ¿Se puede perder la salvación? La misma Palabra siente necesidad de hacer aclaraciones para no ser mal entendida: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gal.6:7-8). Es evidente que el don de la salvación no es una licencia para pecar impunemente, ni una bula o indulgencia que garantiza el cielo sin más. Dios ha tomado las medidas necesarias para que esto no sea así. Pero que un regalo se pueda mal usar, no altera la naturaleza del regalo. ¡El hecho de que se pueda falsificar el oro no disminuye el valor del oro puro! Pablo es muy consciente de que la salvación es un regalo ‘tan regalo’, que podemos ser acusados de hacer apología del pecado: “Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera” (Gal.2:17). Porque, “donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro.5:20). Enfatizando la gracia, podemos ser mal entendidos, como si alentáramos una vida de promiscuidad, o defendiéramos la legitimidad de 141
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pecar (como Rasputín que decía pecar más para experimentar más la gracia). Por ello aclara: “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera!” (Ro.6:1-2). *
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Con respecto a la salvación en La Palabra existen promesas de gran alcance y advertencias de tremenda gravedad. Las unas nos hacen pensar que la salvación es un don irrevocable, las otras que no se puede pensar alegremente: “tengo la salvación en el bolsillo”. Una vez más si somos honestos con la intención de la Palabra, Dios quiere que tengamos conciencia de estar salvados (ej. 1Jn.5:13), pero a su vez nos exhorta a un compromiso continuo para preservar esta conciencia y “garantizarla” (ej. Flp.2:12; 2P1:11). La Biblia no entra en una discusión teológica de si la salvación se pierde o no. El propósito constante de la Palabra, bien sea con sus promesas o con sus advertencias, es producir una vida de perseverancia y de piedad en los creyentes. ¡Y esto es lo que debe preocuparnos! Con todo, existen riesgos tanto en decir “la salvación no se pierde; y ya está”, como en decir a la ligera, “la salvación se puede perder”. Ni una afirmación ni la otra hacen honor al verdadero sentido del mensaje bíblico. No tener una clara conciencia de estar salvados nos condena a una vida de angustia y derrota espiritual; tener una idea irresponsable de una salvación barata (en lugar de entender que es gratuita para nosotros y costosa para Cristo) nos arrastra a una vida de negligencia y fracaso espiritual. Mientras que lo que el Señor quiere ver en nosotros es una vida de victoria que exalte los triunfos de la cruz. Por lo tanto vayamos por partes y analicemos los fundamentos de la expiación en las Escrituras: I. El fundamento de la salvación •
La salvación es una iniciativa de Dios, cuyo éxito depende exclusivamente de Él: “Nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en 142
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Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2Ti.1:9-10). “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Ap.7:10; 19:1). •
Se fundamenta en la muerte expiatoria de Cristo, ofrecida por los pecados pasados, presentes y futuros: “...habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (He.5:9). “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (He. 10:12).
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Satisface las demandas de la justicia divina, de tal forma que el “reo” ha sufrido su castigo en Cristo: “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Ro.3:25-26). “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro.8:3).
•
La salvación se recibe por el arrepentimiento y la fe, al margen de las buenas obras: “Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos” (Ro.4:6-7). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef.2:8-9). 143
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El Espíritu Santo viene al corazón del creyente para permanecer en él, y lo sella como garantía de su herencia hasta el día de la redención. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Ef.1:13-14). “Pero la unción (el Espíritu) que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros...” (1Yu.2:27).
•
El regenerado es una nueva creación, su espíritu ha resucitado y ha quedado unido de forma indisoluble al Espíritu del Señor: “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia” (Ro. 8:10). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2Co.5:17); “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1Co.6:17).
•
El creyente ha alcanzado las promesas, ha sido recibido en adopción y hecho miembro y heredero de la familia de Dios: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos... Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gal.4:4-5, 7).
•
Los salvos son salvaguardados por el ministerio intercesor de Cristo, lo que posibilita la continuidad de la salvación a pesar de las caídas: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Ro.8 :33-34). “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se 144
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acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He. 7:25). *
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Para que alguien que ha recibido la salvación pudiera perderla, los puntos arriba presentados como pilares deberían ser modificados de la siguiente manera: •
La salvación debería ser una iniciativa y logro del hombre. Y todo lo que depende de su esfuerzo puede fracasar;
•
Si la salvación dependiese de una vida sin mancha, la menor de las faltas la anularía y causaría su pérdida, sin esperanza de recuperarla;
•
Si la muerte de Cristo no proveyera la paga total del pecado, los redimidos tendrían todavía cuentas que saldar con la justicia divina;
•
Si las buenas obras contasen juntamente con el arrepentimiento y la fe para la salvación, las malas obras causarían su pérdida;
•
El Espíritu Santo no debería venir al corazón del creyente como huésped permanente, con lo que no habría garantía de herencia eterna;
•
El hombre no quedaría inseparablemente unido al Señor. La regeneración sería una transformación moral, susceptible de fracasar;
•
Su adopción sería condicional; podría ser repudiado por sus faltas,81 las promesas podrían ser anuladas y ser “borrado del testamento”;
•
La obra intercesora de Cristo debiera cesar o simplemente no sería suficiente para garantizar la continuidad de la salvación.
Ninguno de estos enunciados se sostiene ante las declaraciones de las Escrituras. Pero alguien dirá: “Si uno deja la fe y niega al Señor, ¿Cómo puede salvarse?” O bien: “Si la elección se consuma en Cristo, fuera de 81 Dios nunca desecha a aquel que ha recibido por hijo. Si nosotros como padres natu-
rales echáramos de casa a nuestros hijos cuando se portan mal, ¿qué clase de amor sería éste? ¡Cuanto más Dios ampara a aquellos que ha adoptado...! Sin embargo, ‘si nos portamos mal’, Él disciplina a todo el que recibe por hijo (He.12:6). Igualmente todo aquel que ha sido adoptado, al final (en el cielo) recibirá la semejanza del Hijo. Pero de nuevo esto no nos priva de nuestra responsabilidad y recibiremos nuestros premios, o nos quedaremos sin ellos, según cómo nos hayamos esforzado en la gracia mientras vivíamos.
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Cristo se anula.”82 “¿Cómo va a hacer el Señor la vista gorda a uno que dice «soy salvo» y continúa impasible con una vida de pecados escandalosos?” Todas estas objeciones tienen su razón de ser y deben tenerse en cuenta. La respuesta es que quien reniega de la fe, se aparta de Cristo y vive en pecado ¡NO SE SALVA! Pero esto no significa forzosamente que haya perdido la salvación, o que la salvación haya cambiado su naturaleza. La salvación es un regalo ‘tan arriesgado’ que como hemos visto, ya en tiempos de Pablo causaba confusiones parecidas; y en ocasiones era una de las alegatos contra la fe cristiana (“...algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos: Hagamos males para que vengan bienes”; ver Ro.3:8). Esta es la razón de las serias advertencias de la Biblia, con respecto a las cuales debemos aclarar ciertas verdades fundamentales: a) Aquel que ha sido verdaderamente salvado por Cristo lo es completamente (He.5:9), está ya sentado en los lugares celestiales (Ef.2:6; Col.3:3) y destinado a llevar la imagen del Hijo (Ro.8:29-30). b) El Señor disciplina a todo creyente por los pecados no confesados (1Co.31-32, 30; Gal.6:7-8). Hasta el punto que puede ser reprobado y castigado duramente perdiendo todo premio (1Co.9:24-27). c) El creyente ha sido ya juzgado en el cuerpo de Cristo (Ro.8:2), no pasará por el juicio final (Ap.20:11-15); pero será juzgado en el tribunal
82 La salvación se cumple al ser injertado al “cuerpo” de Cristo, al entrar bajo la gracia y cobijarse en su sombra... Estas expresiones ilustran el proceso de salvación desde el punto de vista humano. Y dirán: desgajarse del tronco, caer de la gracia y salirse de su sombra, produce la pérdida de la salvación. Pero no debemos ignorar la otra cara de la moneda. Es decir, el individuo se salva uniéndose a Cristo; pero a la vez Cristo, entra al corazón del creyente y se une indivisiblemente con su espíritu, sellándolo con las arras (la garantía) para perpetuar su redención (Ef.1:13-14). Evidentemente uno se puede alejar de Cristo y de la gracia... Pero en tal caso, ¿abandona Cristo el corazón del creyente? ¿Disuelve el Espíritu Santo los lazos con los que se había unido indivisiblemente con él? ¿O borra el sello con el que le había dado garantía permanente hasta el día de la redención? Cuando se dice que podemos caer de la gracia, se está valorando el tema desde una perspectiva humana. Pero cuando se mira desde el punto de vista de la salvación perfectamente acabada por Cristo y Sus promesas; o desde el aspecto de cómo afectaría todo ello a la nueva creación, ya consumada; o desde la reflexión de si el sello y la garantía divinas se pueden anular o no... no hay respuestas que justifiquen satisfactoriamente la anulación de la obra de Cristo y por tanto de la pérdida de la salvación.
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de Cristo según todo lo que haya hecho (2Co.5:10) para: d) Ser galardonado o penalizado según su servicio en vida (Lc.12:4748); pero si realmente ha nacido de nuevo –i.e. tiene el fundamento que es Cristo– se salvará a pesar de todo (1Co.3:11-15). *
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Volviendo al tema de la elección hagámonos la siguiente pregunta: II. ¿Pueden los elegidos perder su condición de electos? Esto dependerá de las condiciones de cada elección. Por ejemplo el pacto de Dios con Israel era bilateral; es decir, su continuidad dependía tanto de Dios como de ciertas condiciones que el pueblo de Israel tenía que cumplir (Dt.28). Es por eso que en época de los reyes el pueblo fue al exilio y en tiempo de Cristo fue desechado hasta Su segunda venida. Ya mencionamos el caso de Judas Iscariote, quien “...era contado con nosotros [los doce], y tenía parte en este ministerio.” Fue elegido como apóstol pero, “Tome otro su oficio” (Hch.1:17, 20 ss.). La elección aquí era sobre la institución de los doce. Es decir, doce apóstoles se constituyen en ‘patriarcas’ de la iglesia en contraposición a las doce tribus de Israel. Aunque esta elección era exclusivamente divina (unilateral; Jn.15:16), más que una elección individual consistía en la elección de la institución colegiada de los Doce. Es por ello que cuando uno traicionó el cargo otro tuvo que ocupar su lugar, para cerrar el cupo de 12 y completar de nuevo la elección. La salvación se ofrece a todo el mundo, tal como se expresa en 1ª de Timoteo 2:4. Podemos decir que esta es la cara universalista de la elección, según la cual la elección está a disposición de todos. Dios ha escogido a todos los hombres, pero con la condición de que crean y se entreguen a Cristo. El que no cumple con estos requisitos pierde su condición de elegido, o mejor dicho ‘la deja escapar’, puesto que nunca ha entrado de lleno, sino que solamente le pertenecía en potencia. Podemos decir que Dios ha escogido a todos pero no todos escogen a Dios.83 Expresarlo así no reduce a Dios a un estado de impotencia o hu83 Si aquellos que entran en el ámbito universal y potencial de la salvación (Su propósito
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millación resignada, a merced de la voluntad humana. Y aunque lo interpretáramos así, Dios demostró en la cruz que por amor a la humanidad no se retrae de aparecer débil y humillado a los ojos de todos. ¡El puede someterse a Su propia voluntad y a las condiciones que quiera, cuando quiera y cómo quiera! Pero los que traspasan el umbral del nuevo nacimiento, donde la elección general y universal se transforma en elección específica y personal, quedan ‘atrapados’ en una reacción en cadena irreversible que culmina con la resurrección del creyente y su transformación a la imagen del Hijo. La responsabilidad del cristiano es ‘acelerar’ CON SU ENTREGA el proceso mientras está en vida (1Jn.3:1-3); y su defecto es poderlo ‘retrasar’ CON SU NEGLIGENCIA (2P.1:8-11). ¡Pero en última instancia todo nacido de nuevo –aunque tan sólo sea cuando llegue al cielo– alcanzará la imagen del Hijo! ¡El tal, “ha vendido su alma” a Dios bajo condiciones irreversibles! Por supuesto, en la otra vida será recompensado o no según su dedicación o apatía. Incluso estando en vida, si menosprecia la santidad del Señor puede quedar despojado de toda bendición, hasta el punto de poder llegar a morir. Todo esto (1Co.3:11-15) depende de en qué medida se esfuerce en la gracia (2Ti.2:1). Con todo, aquel que no produce frutos de justicia ¿cómo puede pensar que haya recibido al Santo en su corazón? Sólo el que persevera en la fe, demuestra y afirma su elección (2P.1:10; He.6:11). La clave es saber si realmente se ha recibido o no la salvación. ¡Si no la hemos recibido la podemos perder! ¡O mejor dicho la podemos dejar escapar! Pero si la hemos recibido, es un don del Señor que comparte las misma esencia de la expiación: “una vez y para siempre” (He.10:12 con de que todos se salven) rechazan el llamamiento, no llegan a ser destinatarios o beneficiarios de la misma. Por ejemplo, la salvación se ofreció previamente a los judíos, pero al rechazar estos a Cristo, se cumplió el dicho de que “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mt.20: 16). Aquí, aquellos a quienes corresponde y es ofrecida primeramente la salvación (los escribas, en particular; el pueblo judío en general), ceden su posición a los elegidos en segundo término (los ‘pecadores’ en particular; los gentiles en general; ver Gal.2:15). Es en este mismo sentido que Jesús dijo también, “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt.22:14).
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He.10:14 y 7:25). III. Pasajes que sugieren la pérdida de la salvación Podemos clasificarlos bajo los siguientes tópicos: a) ¿QUIÉN ES CREYENTE DE VERDAD? La mayoría de pasajes que sugieren la pérdida de la salvación, tratan de personas que profesan la fe pero cuyas vidas no han sido transformadas por el poder regenerador del Espíritu Santo. Los tales aceptan los postulados de la fe pero no se han entregado realmente a Cristo y continúan siendo sus propios señores (i.e. Flp.3:19 con Jud.19). Mientras que creer y obedecer (entregarse) son sinónimos en el original del NT. Lo que nos puede confundir es que este tipo de personas pueden incluso experimentar el poder del evangelio en sus vidas, pero siguen sin conocer a Cristo en el sentido bíblico (es decir no tienen una relación vital con Él): “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt.7:22-23). Sus vidas pueden reorganizarse por un tiempo, actuar como creyentes, pero sus corazones no han cambiado, no han nacido de nuevo. Han experimentado una reforma moral o emocional, incluso poderes sobrenaturales, pero no una regeneración del Espíritu. Por eso no se trata más que de un esfuerzo infructuoso de la carne, para autosatisfacerse; algo que en definitiva los conduce de nuevo al fracaso. La clave está en dilucidar en qué consiste el nuevo nacimiento. Si solamente se trata de aceptar una creencia y confesar a Cristo; o si bien se trata de sentirse realizado y experimentar poder. En tal caso todo empieza y termina en el hombre. Y por lógica todo lo que depende del hombre falible, hoy está en pie pero mañana se puede desmoronar. Sin embargo, el nuevo nacimiento no es una obra del hombre, sino enteramente de Dios: “...los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn.1:13). De igual forma que el ser humano no puede causar su nuevo nacimiento, tampoco puede anularlo. “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para 149
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siempre” (1P.1:23). Pero esto no implica que el individuo sea totalmente pasivo en el proceso. El quid de la cuestión está en aceptar o no a Cristo como Señor: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn.1:12). ¡Nadie puede desencadenar su propio “nuevo nacimiento”, pero si debe permitirlo!84 En ocasiones la gente se acerca al Evangelio no porque deseen entregarse sin reservas a Cristo, sino porque les gusta alguna de sus declaraciones, o han experimentado su poder, o su mensaje de amor, o bien porque les atrae la forma de vida cristiana o su ética. Pero en los tales ni se forma una comprensión verdaderamente espiritual, ni realmente abandonan su vieja forma de vida, centrada en ellos mismos. Después de resistir por un tiempo, al no poder renovarse espiritualmente, abandonan. Son como los que se cuelgan de las puertas de los trenes de cercanías en Estambul. Entonces ocurre lo que solemos expresar como que han entrado por la puerta principal de la iglesia pero se pierden por la de emergencia. En estas situaciones la iglesia experimenta un crecimiento ficticio. Si por el contrario, les hubiéramos podido guiar a experimentar la verdadera fe y hubiéramos esperado hasta comprobar los frutos del Espíritu Santo en sus vidas, antes de considerarlos ‘hermanos’ y bautizarlos, les habríamos hecho un favor mucho mayor. Porque el estado final de aquellos creyentes ficticios que no reciben el Espíritu es mucho peor que su estado inicial (ver Lc.11:23-26; 2P.2:20-22). b) LOS FRUTOS DE LOS SALVOS:
84 El hombre no puede cambiarse a sí mismo, lo ha de hacer Dios. Tampoco puede
decidir por sí mismo nacer de nuevo. Dios tiene que hacerlo. Igual que no pudimos decidir nacer físicamente, tampoco lo podemos hacer espiritualmente hablando. En Juan 1:1213 se especifica que no son nacidos ni “de sangre” (es decir no se transmite de padres cristianos), “ni de voluntad de carne” (es decir no por esfuerzos propios) “ni de voluntad de varón” (es decir no por mediadores o bendiciones sacramentales). En el nuevo nacimiento, el hombre no tiene ningún protagonismo. Pero ello no implica que no tiene responsabilidad. Debe obedecer (significado de: “los que creen”; Jn.1:12) y entregarse (significado de: “los que le recibieron”; Jn.1:12).
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Paralelamente a lo que hemos constatado arriba, ¡por supuesto que en un nacido de nuevo se han de ver los frutos del Reino, su forma de vida debe cambiar y caminar en pos de Cristo! Este es el testimonio del Espíritu, que confirma que esa persona es un verdadero creyente; es decir las señales o síntomas de que el nuevo nacimiento ha ocurrido. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro.8:16). El Espíritu da testimonio a través de una serie de evidencias. Si estas evidencias no se manifiestan en la vida de cualquiera que profesa la fe, es que no ha nacido de nuevo. Si se ven algunas de estas señales pero las otras no, tampoco podemos asegurar que haya nacido de nuevo. El sol es definitivamente redondo, pero no todo lo que es redondo es el sol; como sería el caso de un queso holandés. Podemos reunir las evidencias del nuevo nacimiento en 7 distintivos: 1) El inicio y necesidad de una nueva RELACIÓN diaria con Dios, basada en la oración y la confianza en Él como PADRE (Ro.8:15; Gal.4:6). 2) Nuevo ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL al leer las Escrituras, donde el creyente descubre que Dios “le habla” (1Co.2:12; 1Jn.2:27; 5:1213). 3) Seguridad de haber sido redimido, pudiendo DAR GRACIAS por la posesión de la salvación (Ro.5:2; Col.1:12; 2Se.2:13; Ap.7.10; 19:1). 4) Desaparecen antiguos rencores y egoísmos; aparece un nuevo impulso de vida regida por EL AMOR (Ro.5:5; 1Jn.2:9-11: 3:14-16). 5) Una sensibilidad y REPUDIO creciente hacia sus propios PECADOS, antes desconocidos en tal grado (Ez.36:27, 31; Ro.6:21). 6) Un INCLINACION CRECIENTE A OBEDECER y dar forma a su vida conforme a la voluntad y mandamientos de Cristo (Gal.5:22; 1Jn. 2:3). 7) Una necesidad perentoria de COMPARTIR EL EVANGELIO para que otros alcancen la salvación (Hch.9:20; 1Co.9:16). Algunos versículos de la Biblia que parecen sugerir la pérdida de la salvación en realidad advierten del riesgo de perderse a aquellos que no presentan los frutos del nuevo nacimiento, aun cuando profesen la fe (1Co.6:9-10; Gal.5:19-21). El paralelismo entre la expresión de Juan, 151
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“no entrará en el reino de Dios” para los que no han nacido de nuevo (Jn.3:3, 5) y la de “no heredarán el reino de Dios” de estos pasajes es muy sugerente. Además después de estas sendas advertencias, en estos mismos pasajes aparecen aclaraciones del tono “no es así con vosotros”, dirigidas a los verdaderos creyentes (1Co.6:11; Gal.5:24). ¡Las personas a quienes se hacen las advertencias, no pierden la salvación porque en realidad nunca la han poseído! ¡Sus vidas contradicen, niegan la presencia de la vida que viene de Dios! “Tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella” (2Ti.3:5). c) ADVERTENCIAS CONTRA UNA FE ERRÓNEA: La Biblia advierte que la fe puede ser errónea o falsa. Se trata de personas que en vez de aceptar la fe revelada, insisten en su idea acerca de la verdad: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Ro.10:3). Es en esta línea que el autor de Hebreos, en armonía con Pablo, advierte de forma terminante a creyentes (o profesantes) de origen judío, que por un lado aceptan a Cristo como Mesías, pero por el otro insisten en las tradiciones veterotestamentarias, concretamente en la continuidad o necesidad de ciertos sacrificios: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así” (He.6:4-9).85 85 La advertencia de estos versículos halla eco también en He.10:26–31, 12:15–17. Es
una advertencia para los que tienen “corazón malo de incredulidad para apartarse del
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“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (He.10:26-27). En los versículos de arriba algunas expresiones claves nos indican claramente de qué va el tema: “en cuanto a vosotros... estamos persuadidos de cosas... que pertenecen a la salvación…” (v. 6:9). Es decir en los versículos previos a estos, se está hablando de actitudes que “no pertenecen a la salvación”. ¿Qué tipo de actitudes eran éstas? Según la enseñanza que se estaba filtrando entre los hebreos, después de cada pecado, se decía que hacía falta presentar algún tipo de sacrificio; o por lo menos corrían las dudas al respecto. Por el contrario todos los esfuerzos de la carta a los Hebreos, están enfocados en demostrar que Cristo es el único sacrificio necesario y eternamente suficiente. Por ello acerca del sacrificio de Cristo dice: “De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los Dios vivo” (He.3:12). Con todo en Hebreos 6:4-6, está hablando de aquellos que “una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero”; es decir gente que aparentemente disfruta de todos los privilegios de la nueva vida. Habiendo sido hechos “participantes del Espíritu” se entiende que su rebelión entra en la categoría de la “afrenta al Espíritu de gracia” (He.10:29). “Participar del Espíritu” no forzosamente ha de significar “recibir el Espíritu” o “nacer de nuevo”. Judas Iscariote participó del poder del Espíritu cuando hizo milagros con los otros doce, pero fue a la perdición (Jn.17:12). Algunos fariseos, viendo los milagros que hacía Cristo por el poder del Espíritu fueron testigos partícipes de todas estas bendiciones, sin embargo no creyeron y cayeron en el pecado de la “blasfemia contra el Espíritu” (Mt.12:31). Por lo tanto este es un tema con diferentes interpretaciones posibles... Pero lo que es seguro, es que aunque la Biblia presenta muchas promesas que dicen que Dios preservará a sus hijos en la fe hasta el final, Hebreos aquí enfoca el tema desde la responsabilidad del hombre y hace un llamamiento junto con Pedro a “hacer firme nuestra vocación y elección” (2P.1:10). Aunque el autor de Hebreos tenía confianza de que los destinatarios de su carta permanecerían en la fe (He.6:9; 10:39) también percibe que algunos están en serio peligro de apostatar. En esta situación, no entra en discusiones tales como si han nacido de nuevo o no, o si pueden perder la salvación; directamente los amonesta para que permanezcan en la fe. En caso de que nieguen al Señor caerán en el peor de los pecados y sufrirán el peor de los castigos (He.10:27, 29). Los verdaderos creyentes son los que perseveran hasta el fin y a través de este tipo de pasajes ¡el Señor los exhorta seriamente a permanecer firmes!
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siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado...” (He.9:26-27). “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan… En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre... porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (He.10:1, 10, 14). Para aquellos que no consideran suficiente el sacrificio de Cristo, Hebreos dice que es imposible que “sean otra vez renovados para arrepentimiento... crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios”; en tal caso“no queda más sacrificio por los pecados”! Fe en una esperanza falsa deja al hombre desprovisto de la única clave (la fe en la salvación verdadera) que se exige del hombre como responsabilidad suya para la salvación (1Ti.1:19-20; 2Ti.2:17-18; 4:14). d) REFERENCIAS A LOS GALARDONES: Todo aquel que ha alcanzado la salvación a través del nuevo nacimiento ha recibido el mayor de los obsequios: ¡la vida eterna! Pero hay además diferentes galardones esperándonos en el cielo según el servicio que prestemos estando en vida. De esto hablaremos algo más en el próximo capítulo. Pero igual que es posible recibir premios, es posible perderlos. Y es sobre este tema que mucho pasajes advierten: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1Co.3:11-15). 154
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“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1Co.9:24). Pablo no quiere ser eliminado (1Co.9:26-27). ¿Está hablando de la salvación o del premio? No es difícil de entender en el pasaje que se trata del premio. A los Corintios les dice que aquel cuyo servicio no resista al fuego del juicio “sufrirá pérdida” (1Co.3:15). Será como el que pierde todos sus bienes en un incendio, pero él mismo resulta ileso. No es una perspectiva muy alentadora. Pero Pablo dice que de todos modos “él mismo será salvo”. Es decir, no olvida puntualizar que aquel que tenga el fundamento que es Cristo en su vida (por el nuevo nacimiento), aunque no pase la prueba, él mismo no se perderá, pero si perderá el premio (1Co.3:11, 15). *
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Algunos abogan que se puede perder la salvación, no porque nuestras faltas anulen los méritos de Cristo (lo cual equivaldría a decir nuestras obras influyen en la salvación), sino por la pérdida o negación de la fe. Es cierto, desde el punto de vista de la responsabilidad humana, que los pecados no confesados incluyen un riesgo muy alto de conducir a la negación de la fe. ¡Y la negación anula la fe! Por tanto se argumenta que si la premisa para recibir la salvación es la fe, perder la fe anula la continuidad de la salvación. Así es como interpretan el condicional de Colosenses: “os ha reconciliado... para presentaros... delante de él; SI en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe” (Col.1:23). O Hebreos: “SI retenemos firmes hasta el fin la confianza...” (He.3:6); “los que tienen fe para preservación del alma...” (He.10:39). Pablo está preocupado también por la fe de los Tesalonicenses, “no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resulte en vano” (1Ts.3:5).86 86 De igual manera se dice que: si para recibir la salvación actuamos libremente, segui-
mos teniendo la libertad de poder rechazarla después de la conversión. Y si descartamos la posibilidad de negar la fe, anulamos la libertad. Aparentemente es un razonamiento muy válido… Sin embargo, si es un mero asunto de libertad, quiere decir que en el cielo donde también seremos libres, igualmente podremos negar la fe y perdernos. Por el contrario, a pesar de que en el cielo “no podremos” negar al Señor, nadie argumenta que esto sea una falta de libertad. Si esta es la situación para el cielo, ¿por qué no pudiera ser válido lo mismo para los que ya están sentados en los lugares celestiales desde ahora? (Ef.2:6-7: Col.3:1-3).
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Estos y otros pasajes hablan de permanecer siendo el PUEBLO DE DIOS (Col.), la CASA DE CRISTO (He.) y los SANTOS DEL SEÑOR (Ts.) junto con los galardones que ello conlleva. No habla aquí ni de perder ni de retener la salvación: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (Col.1:2123). ¿Cual es el beneficio que según Pablo no perderán los Colosenses “si en verdad permanecen fundados y firmes en la fe, y sin moverse de la esperanza del evangelio que han oído”? Está hablando de poder seguir sirviéndole como ‘cuerpo’ de Cristo. Puesto que ya son poseedores de la esperanza (1:5), la herencia (1:12) y la salvación (1:14), guardadas para ellos en los cielos (3:3). Pero deben dar fruto (1:10) y llegar en un estado perfecto a la presencia de Cristo (1:28). Colosenses 1:23 exhorta a los creyentes “permanecer fundados y firmes en la fe”, ¡para poder “presentarlos santos y sin mancha e irreprensibles delante de él”!87 En Hebreos de igual manera, lo que hemos de retener por la fe es el continuar siendo “casa de Cristo” (He.3:6); es decir ser la iglesia no sólo profesante sino expresión verdadera de la vida de Cristo, conforme al modelo de la Palabra (Ex.25:8-9). Está advirtiendo contra las desviaciones que pueden echar por tierra el testimonio de la iglesia entera; la pérdida del candelero de la que habla Apocalipsis. De igual manera en la 87 La redacción de la carta a los Efesios y la de los Colosenses corresponde a la misma
época del ministerio de Pablo. Por ello no es de extrañar que aborde temas casi idénticos y que se las haya llamado cartas gemelas. En Efesios el ser presentados a Dios “irreprensibles y sin mancha” se enfoca desde el punto de vista de la elección eterna, trascendiendo los límites del tiempo y del esfuerzo humano (Ef.1:4). En cambio Colosenses lo aborda desde la responsabilidad del hombre a permanecer en la fe (Col.1:22). Tal y como hemos venido repitiendo a lo largo de este libro se aprecia una vez más esa intersección entre los designios divinos y la responsabilidad autónoma del hombre para un mismo objetivo...
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carta a los Tesalonicenses Pablo teme que los creyentes sucumban a las persecuciones y abandonen la militancia de la fe (1Ts.3:2-4), con lo que perderían la oportunidad de presentarse “irreprensibles en santidad delante de Dios Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1Ts.3:13). ¡Y perderían así el galardón! Por lógica parecería correcto afirmar que la pérdida de la fe debe comportar la pérdida de la salvación. Pero esto sólo es válido si vemos la salvación como algo que nosotros hemos ganado, aunque sea sólo por la fe. Por otro lado, siendo Cristo quien ha ganado la salvación, es una falta de consideración hacia Él (por no decir una injuria) pretender que pueda fracasar; también lo es esbozar una salvación que no le hace honor a “una salvación tan grande” (He.2:3). Si alguien reniega de Cristo ¡por supuesto que no se salva! Pero esto sólo demuestra que nunca lo había conocido; es decir no era un verdadero creyente. No puedo imaginarme a nadie que conoce a Cristo de veras y luego lo niegue, consciente de que va a la perdición. Y no estoy hablando aquí de alguien que lo niegue bajo el miedo a la tortura, por ejemplo (en cuyo caso el Señor lo podría perdonar igual que perdonó a Pedro). Sino de alguien que tome tal decisión de forma fría y calculada. ¡Si lo puede hacer es que nunca conoció a Cristo! Yo no puedo negar que conozco a mi mujer (podría hacerlo quizás por engaño, pero no en mi interior), porque es ya una parte de mi vida. e) DISCIPLINA O DESCALIFICACIÓN: Un creyente verdadero pierde la comunión con el Señor en caso de pecado no confesado en su vida: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1Jn.1:6). No hablo aquí de aquellas faltas diarias que también hemos de confesar, sino de una actitud de pecado deliberada, que se resiste a confesar y a someterse a la gracia. El creyente en tal caso queda despojado de la bendición. Por causa de sus desvíos “ha caído de la gracia” (Gal.5: 4). Es decir ha perdido su libertad en Cristo (Gal.2:4; 5:1-4). Habiendo sido despojado de la acción renovadora de la gracia queda expuesto enteramente a sus propias fuerzas (contaminadas por el pecado) y a los engaños del enemigo, pudiendo llegar al punto de perder toda sensibi157
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lidad espiritual (Ef.4:17-22) y viviendo como un esclavo a merced de su propia concupiscencia. Y si esta actitud se perpetúa, si adquiere un estado crónico, Dios puede aplicarle una seria disciplina: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (He.12:6).88 De hecho, no tendría sentido que Dios disciplinase en este mundo a aquel que no ha recibido por hijo, puesto que ya está abocado al castigo eterno. Es por ello que la Palabra dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (1P.4:17). Es decir los creyentes son castigados en este mundo, los que se pierden en el otro. La disciplina divina puede alcanzar el punto de segar la vida del creyente rebelde: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.89 Pero si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (1Co.11:30-31; además 1Jn. 5:16). ¿Cual es el propósito de dicha disciplina? “El tal sea entregado a Satanás (es decir sea excomulgado) para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1Co.5:5), “...mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1Co.11:32). De nuevo vemos aquí que el Apóstol puntualiza que esta disciplina es para que en definitiva el castigado “sea salvo en el día del Señor” y “no seamos condenados...” Es decir, se trata de una estratagema del Señor para la preservación eterna del alma, sin que quede en entredicho Su justicia y santidad; puesto que ha castigado al culpable en este mundo, para así perdonarlo en el venidero. ¡No existe un purgatorio después de la muerte, pero si que Dios nos 88 Hebreos 12:5-13, habla de tres niveles de disciplina: instrucción, reprensión y castigo.
Dios quiere que todos sus hijos sean educados (tengan un carácter digno). Esto no lo fomenta a través del castigo sino a través de la instrucción (enseñar ‘modales’) por la Palabra y a través de la vida eclesial (He.10:24-25; 13:17). En muchas ocasiones las pruebas también sirven a este propósito (He.12:4). Pero a los hijos que se desvían primero los reprende, y en caso de que no presten atención es cuando puede llegar al castigo. Estos tres niveles de la disciplina no deben confundirse, y en este capítulo estamos hablando del castigo no de la instrucción. 89 “Duermen” aquí significa están muertos.
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puede hacer purgar nuestras faltas en vida! ¡No debemos tomarnos la gracia de Dios a la ligera! *
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Sino perseveramos fielmente en la carrera cristiana corremos el riesgo de perder la bendición de las promesas (Ro.11:20-23). El tema clave en Romanos 11, es el de las promesas (las raíces) que sostienen firme al pueblo de Dios (las ramas del olivo): “no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti” (Ro.11:18). Aquí se trata de permanecer o no en la vid que nos permitirá dar fruto (Jn.15:1-4). Ser cortado significa perder el contacto con las raíces (el efecto benefactor de las promesas). Pero las ramas cortadas pueden ser restituidas por el arrepentimiento y una fe renovada (Ro.11: 23).90 Algunos creyentes pueden endurecer su corazón con tanta persistencia que cuando desean recuperar la bendición puede ser demasiado tarde. Tal fue el caso de Esaú. Esto no significa que el Señor no acepte su arrepentimiento, pero sí que han quedado descalificados para el servicio y para el galardón en un área específica: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Por90 Además aunque en Romanos de la sensación de que se está dirigiendo a individuos, en
realidad se está haciendo una generalización. Las ramas cortadas y las ramas que se han de reinjertar son el pueblo de Israel (Ro.11:23-26). No puede estar hablando de individuos que primero se salvan, luego pierden la salvación y luego se vuelven a salvar... ¡De hecho los judíos que vivían cuando fueron cortados del olivo, y los que vivirán cuando sean restaurados no son los mismos! Por lo que es evidente que no se trata aquí de la salvación o pérdida de individuos (y de hecho en esa época muchos que pertenecían a las ‘ramas cortadas’ del pueblo de Israel alcanzaban la salvación individual por medio de la fe en Cristo). Con mucho se trata de la condena o salvación del pueblo en el sentido de haber perdido las promesas terrenales y de poderlas alcanzar de nuevo después... ¡Y lo mismo es válido para los gentiles que ahora han alcanzado las promesas! Bien sea individualmente o como pueblo en conjunto, ¡los gentiles también podemos ser desgajados por perder las raíces bíblicas de nuestra fe! Por supuesto, en última instancia, dejo a juicio del lector la interpretación en cuanto a si la pérdida de la que habla aquí es la condena eterna o el ser entregado a la maldición del mundo por la pérdida de las promesas.
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que ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (He.12:15-17). Pero, a parte de excepciones como la de estos creyentes desechados, la conclusión a la que llega la Palabra respecto a los creyentes en general, es que “en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así” (He.6:9) y “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (He.10:35). Aquel que posee una fe verdadera no abandona la pista de carreras: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (He.10: 39). f) TEXTOS DE INTERPRETACIÓN INCIERTA: Algunos pasajes pueden ser interpretados incorrectamente al ser abordados fuera de su contexto. Por ejemplo, algunas advertencias en el Antiguo Testamento para el pueblo bajo la ley, se refieren a la posibilidad de perder las bendiciones terrenales (como Dt.28), o al juicio que puede venir sobre el creyente y a la posible pérdida del premio (Ez.33:7-8 con Hch.20:26). Otros pasajes del Nuevo Testamento hablan de falsos maestros o falsos profetas. Estos no se refieren tanto a aquellos que propagan religiones falsas, como a personas que han profesado la fe y siguen una conducta aparentemente cristiana, pero son infiltrados del enemigo para sembrar cizaña: “...y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme... Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2P.2:3, 21-22). El paralelismo que se traza entre estos falsos maestros y el ejemplo del perro o del cerdo, demuestra que el texto habla de animales inmundos 160
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que eran figura en la cultura judía de los que no pertenecían al pueblo escogido (a quienes va dirigida la carta de Pedro; ver 1P.1:1). “El perro” regresa a su vómito y “el cerdo” a la ciénaga. Es decir regresan a sus estado natural, porque se trata de personas que no poseen al Espíritu Santo en sus vidas (Jud.19). Para colmo son individuos que pretenden ser creyentes pero a la vez intentan desviar al pueblo de Dios de la verdad apostólica. Sin lugar a dudas el destino de los tales será la perdición. Por más que pretendan ser cristianos genuinos son ajenos a la verdad y causan divisiones. Con ello demuestran que no han recibido al Espíritu en sus corazones: “Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Jud.17-19). *
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Otros pasajes son susceptibles de diferentes interpretaciones: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt.24:13). La salvación de la que habla aquí, ¿es la salvación eterna o la salvación de la persecución? Este versículo habla de la época de la Gran Tribulación, cuando muchos creyentes serán martirizados (ver Ap.7:14). Pero los que perseveren alcanzarán la salvación de sus almas (1P.1:7,9; Ap.20:6). Lo que en este caso puede significar tanto la salvación eterna, como que resucitarán para regresar a reinar con Cristo en el milenio. Es evidente que el creyente verdadero perseverará hasta el fin. Pero la salvación no depende de la perseverancia, sino la perseverancia de la salvación. Con todo, este caso se puede prestar a diferentes interpretaciones. *
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Bien sea que los elegidos perseveren hasta el fin porque poseen la salvación o que confirmen su salvación porque perseveran hasta el fin, lo cierto es que Dios quiere que todos se salven. Y si el nombre de algunos es borrado del libro de la vida, ello demuestra que Dios tiene en cuenta la respuesta del hombre al Evangelio. Es decir la elección eterna de Dios y las decisiones libres del hombre operan al unísono en dos dimensiones diferentes pero paralelas (la atemporal y la temporal). 161
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Dios compró en la eternidad un billete del tren salvación para cada ser humano y lo ofrece como un regalo a todos. Algunos rechazan el obsequio y no suben al tren (los que se pierden), otros intentan subir sin billete (sin nacer de nuevo) pero después de un tiempo renuncian. Éstos aunque hayan perseverado por un tiempo como cristianos, en definitiva también se pierden. En cuanto a los que aceptan el billete y suben al tren, según una interpretación (a la que yo me adhiero), éstos llegan hasta la última parada; según otra, pueden bajarse en cualquier parada (si no permanecen “fundados y firmes en la fe”; Col.1:23). Pero pienso que nadie que se halle en su sano juicio y haya subido al tren de Ankara, se bajaría del tren antes de llegar a Ankara, a no ser por causas mayores ajenas a su voluntad. Lo mismo es válido en cuanto a la salvación. Si por el contrario el que niega la fe lo hace ciegamente, es que nunca ha experimentado el amanecer de la nueva vida. Pero hay algo más que debemos tener en cuenta. No todo el que ha aceptado el billete viaja en primera. Algunos lo hacen en los vagones de carga. ¡La primera clase está reservada para los que sirven en la fe con ahínco, con amor, con humildad...! De una o de otra forma el que persevera hasta el fin se salva. Unos dicen que persevera porque se ha salvado ya (2Jn.2, 9), otros que permanece salvo porque persevera hasta el fin (He.10:39). Pero esta última expresión se parece demasiado a salvarse por méritos propios. Es por ello que pienso que no hace justicia a la victoria del Señor en la cruz; ¡puesto que El dijo: “CONSUMADO ES” (Jn.19:30). ¡Su obra ya está terminada y no se le puede añadir ni quitar nada!91 IV. Textos que aseguran la continuidad de la salvación… Los textos y principios fundamentales relacionados con la expiación que expusimos al principio de este capítulo, muestran que la misma es una obra concluida por el Señor. La seguridad de la salvación se basa en este hecho; es decir, la salvación no se obtiene por ningún esfuerzo 91 Claro que otros dirán, con cierta razón (la misma que da pie a las serias advertencias
de la Palabra), que pretender que alguien que no lleva una vida acorde a la fe se salve “impunemente” es no hacerle justicia a Su santidad...
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humano, ni se conserva con ningún esfuerzo humano. Si fuera obra del hombre no habría ninguna garantía de continuidad. Pero siendo una obra consumada por Dios, depende enteramente de su promesa, su poder, su fidelidad y su victoria. “...estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil.1:6). “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (He.6:17-18). ¡Incluso la fe requerida para que el hombre reciba la salvación no puede ser considerada un mérito! Porque la salvación no depende de la fe, sino que se recibe a través de la fe. Recordemos la firma que echamos en el acta notarial de venta; aunque cambiemos de opinión la firma ya está echada. Si al creyente le entren dudas y naufraga en cuanto a la fe sólo disponemos de dos posibles explicaciones: (a) esto es algo pasajero y las aguas volverán a su cauce; o (b) esta persona no había nacido de nuevo, su fe era superficial, no se había entregado (no había firmado, sólo puesto su nombre), por ello no hace más que regresar a su estado natural, del que en realidad nunca había salido.92 El problema del pecado en el creyente –que sí afecta a la comunión con Dios– es tratado convenientemente por la obra intercesora de Cristo y por la disciplina del Padre celestial. Es decir Cristo provee de la 92 La advertencia de Hebreos 6:4-6, en un sentido constata esto mismo. Es decir, si
alguien perdiese la salvación, y luego arrepintiéndose quedase la opción de poder volver a salvarse, esto requeriría un ‘nuevo sacrificio’ de Cristo, puesto que en su primera salvación ya ‘gastó’ los efectos de la cruz. ¿Es esto posible? ¡Por supuesto que no! Por eso Hebreos una y otra vez nos dice que “es imposible... que sean otra vez renovados... crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (He.6:6). Esto sólo tiene dos posibles explicaciones: (a) que tras ser salvos, una única caída acaba con toda esperanza; o (b) que la salvación no se pierde y se recupera una y otra vez, sino que se recibe de una vez y por todas. Los que pretenden lo contrario no han entendido la naturaleza misma de la salvación. Pretender que la salvación se pierde es pretender que Cristo debería morir más veces para poder volverlos a salvar. ¡Para los que piensan así ya no hay mas sacrificio por el pecado!
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necesaria continuidad para la salvación del creyente fallido, por medio de su constante intercesión que nos insta al arrepentimiento. En el caso de no darse tal arrepentimiento, Dios Padre e Hijo pueden optar por la disciplina pertinente. En ambas situaciones, dejan sin argumentos al ‘Acusador’, que pretende inculpar a Dios de injusto si no castiga eternamente al que ha caído. Nuestro ‘Abogado’ apela a Su propia sangre, derramada no sólo por los pecados pasados o los previos a la conversión, sino incluso por los pecados presentes del creyente (Ro.8:33-34). Además alega que éste es un asunto interno de familia, correspondiente a “la gracia en la cual está firme” el creyente (Ro.5:2), según el cual la solución y la decisión de perdonar o aplicar una disciplina pertenece exclusivamente al Padre y al Único Mediador. Por supuesto, el tema de la seguridad de la salvación no acaba aquí. Incluso podemos decir que todo versículo referido a la salvación, de una u otra manera reafirma el tema de la seguridad. Pero quiero concluir dando algunas referencias que de forma directa aseguran que la salvación no se pierde. Tal como veremos, frente a la ausencia en la Biblia de expresiones tales como que “la salvación se puede perder”, la abundancia de afirmaciones tales como “no se pierda”, “no se perderá jamás”, “no hay condenación”, es aplastante. ¡Y asombrosa hasta el punto de despertar aun más nuestra admiración por Dios, quien nos constriñe con tal muestra de amor! •
La seguridad de la salvación depende de la voluntad de Dios: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños” (Mt.18:14). “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Jn.6:38-40).
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Descansa en las promesas de Dios: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que 164
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me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn.5:24). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn.10:27-29). •
Ha sido provista por medio de la expiación en Cristo: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Ro.5:10).
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Certificada por la promesa divina: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro.8:1). “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” (1Ts.5:9-10).
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Garantizada por el decreto divino: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro.8:29-30). “Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero... obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1P.1:5, 9).
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Y sostenida por la intercesión de Cristo, posibilitando su continuidad: “Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se 165
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acercan a Dios, viviendo siempre para rogar por ellos” (He.7:25). “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1Jn.2:1-2). *
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En resumen, la seguridad eterna de la salvación se fundamenta en los cuatro pilares siguientes: 1) La expiación es una obra completa, la salvación no se otorga a plazos sino en una sola entrega. La justicia divina no hace pagar una segunda vez por una falta ya expiada. ¡La salvación no está siquiera hipotecada por el fracaso del hombre! 2) Es imposible invertir o anular el nuevo nacimiento. Es imposible fisionar (separar) el Espíritu Santo del corazón del creyente, quien a su vez ha sido injertado en el cuerpo de Cristo, ha sido hecho un espíritu con Él y forma una unidad indivisible como nueva creación. 3) A los que han recibido la adopción es posible, y hasta necesario, disciplinarlos según ‘se porten bien o mal’. Pero no cuadraría con el amor incondicional de Dios rechazar a aquellos que aceptó sin exigirles nada a cambio como hijos e hijas. 4) El nacido de nuevo es guardado por el poder y la fidelidad de Dios, y por la promesa incondicional de alcanzar la gloria y la imagen del Hijo (predestinación) para todos los que están EN Cristo, y también por Su obra intercesora. *
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Mi postura ante el tema de la seguridad de la salvación, no pretende acallar o anestesiar la conciencia de los creyentes para que, hagan lo que hagan, se crean que nada ni nadie les puede quitar el caramelo del cielo. Ni tampoco busca un enfrentamiento de posturas entre los que creen que la salvación se pierde y los que creen lo contrario; pronunciando descalificaciones unos contra otros (del estilo: “no son creyentes” o “están engañados por el diablo”) como tristemente otras veces se ha hecho. 166
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La Biblia nos invita a una relación vital con Cristo, no con esta o aquella doctrina. Gracias a Dios es posible tener tal relación con Él, aun teniendo ciertas fisuras en nuestras teologías. De lo contrario estaríamos todos en estado de desesperación. Las promesas de la Palabra presentan una salvación inamovible, por un lado; y las advertencias, por otro, muestran que el que no vive conforme al Evangelio corre un grave riesgo. Creo de nuevo que unos pasajes enfatizan la obra acabada y completa de Dios, que como no reconoce fronteras de tiempo, declara que la salvación de mañana, para Él ya está consumada hoy. Mientras que los otros pasajes enfatizan la responsabilidad humana, diciendo que el que hoy no persevere en Cristo, es que no estaba en Él ayer. En definitiva: desde el punto de vista del hombre, sólo podemos afirmar que está en Cristo el que persevera hasta el final. ¿Qué ocurrió si no persevera? ¿Perdió la salvación? ¿O es que nunca la tuvo? En un sentido ambas posturas parecen válidas y justificadas por la Palabra. Pero hay un riesgo en aceptar la “pérdida de la salvación”. No es un riesgo porque a algunos les quite la comodidad de sentirse a salvo, sino es el riesgo de minimizar la obra de la expiación y deshonrar al Salvador. ¡Y es por ello debemos abordar el tema con sumo cuidado! ¡Porque decir que la salvación se puede perder, significa que la puede perder Aquel que la ganó! No en el sentido de que Cristo se pueda perder, pero si en el sentido de que Él la ganó y la retiene en sus manos, pero se le puede ‘caer’ y ‘echar a perder’. Así pues el tema no se reduce a la mera discusión teológica, sino que tiene que ver con darle la debida honra y honor al Salvador y a Su obra completa. ¡Minimizar la victoria de Cristo nunca le ha hecho ningún favor al Evangelio! Elevar el protagonismo del hombre hasta el punto de pensar que puede malograr lo que Él ha conseguido, sólo puede prestar un triste servicio a la soberbia humana. A su vez mostrar un evangelio de saldo, tampoco hace honor el alto precio que pagó el Salvador. Por ello aclamemos junto con todas las huestes celestiales: “!La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero!” (Ap.7:10). Y a su vez clamemos junto con Pablo: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Flp.2:12). *
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¿Qué podemos decir por último, de aquellos que siguen por un tiempo en la fe y luego la abandonan? Aquellos que se alejan hasta el punto de negar al Señor, demuestran que nunca entraron por la puerta. Por eso Él les dice: “nunca os conocí...” (Mt.7:23). Son los que no han recibido el Espíritu (Jud.19), por lo tanto: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1Jn.2:19). Quiere decir que lo realmente importante es llegar a discernir si de verdad o no estamos en la fe. Pablo quiso que todos los asistentes a la iglesia de Corinto se hicieran esta pregunta: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Co.13:5).93 Todo el mundo debe examinarse, y todo responsable de iglesia debe examinar de la misma manera a los nuevos creyentes y guiarlos en caso 93 Pablo se dirige aquí a los que asisten a la iglesia, dando a entender que por alguna
causa “pueden no sentir” a Cristo en sus vidas... Podemos suponer varias razones: 1. Por un desconocimiento de lo que la Palabra dice. La presencia de Cristo en nuestras vidas es algo que se constata, no con las emociones o sensaciones, sino con la fe. Es decir uno sabe por la fe que las promesas de salvación de la Palabra han sido dadas para él o ella. Debe haber una cimentación de la fe en la Palabra. Para ello repasar las promesas de salvación en oración es uno de los mejores remedios... 2. Puede ocurrir que la persona profesante realmente no haya nacido de nuevo, por lo cual Cristo no está en su vida. La razón de ello es que no ha confiado exclusivamente en la sangre de Cristo sino en otros “aditivos”: como su determinación, esfuerzo, buena intención, etc. O no se ha arrepentido realmente; no ha abandonado “sus antiguos pecados” (2P.1:9). Debe renunciar a toda pretensión de mérito oculto... 3. Puede tratarse de una persona que haya nacido de nuevo pero no ande bien con el Señor, por lo que está “reprobada”. Algo así como cuando los padres regañan a sus hijos y éstos se piensan que no los quieren... Para buscar la manera de regresar a la comunión con el Padre puede pedir ayuda a su pastor, pues generalmente se llega a este estado después de un proceso de endurecimiento. 4. La persona puede haber endurecido su corazón hasta el punto de haber sido desechada... Es decir, quizás haya nacido de nuevo, pero ha menospreciado de tal modo la gracia de Dios, que ha perdido toda sensibilidad y capacidad de regresar a la comunión con el Padre. A veces, a los tales, por más que se les quiera ayudar no hay posibilidad alguna. Parecen estar bajo el juicio de Dios...
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de necesidad hasta los pies de Cristo. De lo contrario caeremos en lo que Pablo le reprocha a los mismos Corintios: “Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” (1Co.15:34). O dicho con las palabras de Hebreos: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” (He.4:1). Si nuestra conversión no trae consigo una renovación de vida y el seguir a Cristo, quiere decir que Dios no nos ha transformado, o lo que es lo mismo que no hemos nacido de nuevo. ¡La única salida en tal caso, es clamar hasta entregarnos incondicionalmente y que el Señor nos de esta nueva naturaleza a través del Espíritu Santo! “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer.29:13). *
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En este punto conviene hacer una seria invitación a todos aquellos que no tienen seguridad de salvación para que puedan disfrutar de esta bendición. Porque es lo que quiere el Señor: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna...” (1Jn.5:13). Es responsabilidad de los pastores o líderes espirituales ayudar tanto a los que están atormentados por la duda, como a los que no presentan los frutos de la vida cristiana: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego” (Jud.22-23). Ante todo es importante tener una clara comprensión de la expiación. Para ello pueden ser de ayuda repasar los enunciados y las citas bíblicas del apartado I de este capítulo (“El Fundamento de la Salvación”). Seguidamente conviene asegurarse de que el nuevo nacimiento ha ocurrido. Para ellos se pueden repasar los puntos del título III.b.1-7 de este capítulo (pág. 151), y ver si los frutos del Espíritu Santo se manifiestan en la persona (2Co.13:5). La duda, en muchos que han nacido de nuevo, proviene de basar el entendimiento de nuestra salvación en nuestras sensaciones o emociones y no en las Escrituras (Ro.10:17). La forma de ayudar es repasar las 169
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claras promesas de la Palabra y orar para poder apropiárselas por la fe (véanse las citas del punto IV “Textos que aseguran la continuidad de la salvación”). A aquellos que en sus vidas no se manifiestan los frutos de una entrega a Cristo, hay que guiarlos al arrepentimiento y a la verdadera fe, orando para que el Señor abra sus ojos espirituales. Es importante determinar en qué basan su confianza de ser creyentes y orientarlos para que se den cuenta de la obra del Espíritu. De nuevo las citas recomendadas arriba pueden servir de guía. Los más difíciles son los que se sienten “seguros” de estar salvos o de ser “verdaderos” cristianos, porque han sido adoctrinados de esta manera, pero sin haber una evidencia de vida. Esta misma “seguridad ciega” es síntoma de su error. Puesto que el verdadero creyente siempre alberga un margen de sana duda por no sentirse digno del Señor, lo cual es cierto. Una seguridad testaruda y obcecada –no basada en la Palabra, en una actitud humilde y en la experiencia del nuevo nacimiento– proviene de una mente henchida por la carne; es decir el ego. El Señor tiene que darnos sabiduría en todos estos casos, pero es importante que nuestro objetivo principal sea exaltar al Señor y proclamar una “salvación tan grande” (He.2:3). En cierta medida la carta a los Hebreos es una tentativa en este sentido. Es decir un manual para darle un fundamento correcto a la fe de aquellos que se consideraban cristianos pero no mostraban los frutos, o de aquellos que creían que aparte de la muerte de Cristo hacía falta algo más para poder asegurar la salvación. Sea como sea, para un desarrollo saludable de la vida cristiana, tenemos que edificar el santuario de nuestra profesión y práctica de la fe sobre la roca. El fundamento que dará solidez a nuestras vidas es tanto una fe plenamente anclada en la Palabra y su mensaje de salvación, como practicar tal fe en todas las áreas de nuestras vidas, renovándonos en la gracia a través de la que el Señor nos provee de fuerzas. “Cualquiera, pues, que me OYE estas palabras (que cree), y LAS HACE, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mt.7:24).
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Capítulo 6
¡Alcanzar el Premio Supremo sin ser Descalificados!
En este último capítulo meditaremos en las siguientes cuestiones: •
La salvación, que es para todos, se puede recibir o desechar.
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Podemos y debemos saber si hemos recibido la salvación.
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Hay que cultivar los frutos de la salvación en nuestras vidas.
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Según ello existen premios que se pueden alcanzar o perder. *
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a salvación es un regalo del cielo; no requiere, implica o acepta ningún mérito del hombre. Pero los salvos, pueden hacer preparativos en la tierra para optar a una mayor ‘calidad de vida’ espiritual en el cielo; para ganar un premio o galardón mayor. Y esto sí depende en alguna medida de nuestro compromiso con el Evangelio. Según sea nuestra entrega en vida, podemos recibir tales premios o bien ser descalificados. ¿Depende la salvación o la condenación eterna de un destino previamente fijado? Si todo está preordenado, debemos preguntarnos entonces: ¿Y los premios, el galardón; pueden depender de una predestinación? La palabra “premio” en sí misma, implica recompensa a un esfuerzo personal; a un acto de la voluntad responsable. La concesión de premios está
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implícita en la misma naturaleza del Evangelio, del llamamiento y de la salvación. Pero, ¿dependen exclusivamente de la soberanía de Dios, o hay una parte que le corresponde al hombre? La palabra invita al creyente a esforzarse diciendo: “esfuérzate en la gracia” (2Ti.2:1). Nos dice que, “cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo” (Gal.6:4). Y a la vez dice: “Tengo pues, de que gloriarme... Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí” (Ro.15: 17-18). “He trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1Co.15:10). Todo ‘logro’ en la carrera cristiana, es tanto fruto de un esfuerzo personal como un mérito exclusivo de la gracia divina obrando en nosotros. ¡Pero en definitiva requiere una participación activa de la voluntad del hombre, que nadie puede ni debe negar! Desde esta perspectiva podemos analizar la responsabilidad humana y la oferta de la gracia divina en cuatro niveles diferentes: 1) alcanzar la salvación, 2) poseerla, 3) cultivarla, y 4) alcanzar el premio. I. Alcanzar la salvación La salvación, ¿se alcanza o se recibe? ¿Es Dios quién se la hace llegar al hombre o es responsabilidad de éste encontrarla? ¿Es un destino marcado por Dios o es el hombre quien influye en su propio destino? ¿Hay oportunidades para todos por igual, o algunos lo tienen más fácil que otros? ¿Y qué decir de quienes no tienen oportunidad de escuchar el Evangelio? Estas y otras muchas preguntas parecidas agobian la conciencia de muchos que no llegan a entender el amor de Dios y su oferta salvífica universal. Son difíciles de contestar; y requerirían un libro aparte. Pero vamos a intentar responder, en la medida de lo posible, de forma bíblica, precisa y breve. *
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Existe un destino ineludible para todos: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He.9:27). Nadie puede escapar ni de la muerte ni del juicio. ¿Pero cómo 172
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será juzgado cada uno? ¿Qué dice la Biblia al respecto? Todo hombre será juzgado “conforme al Evangelio”, según los “secretos” de su corazón y “por medio de Jesucristo” (Ro.2:16). ¿Qué implican estas afirmaciones tan rotundas? En el mundo hay dos clases de personas: las que han oído el Evangelio y las que no. ¿Qué ocurrirá pues con los que NO han tenido la oportunidad de escuchar el Evangelio? ¿Se condenarán irremisiblemente? No nos confundamos, hay un principio latente en muchos pasajes de la Escritura que podemos resumir con las siguientes afirmaciones: (a) NADIE SERÁ JUZGADO POR LO QUE NO SABE o POR LO QUE NO HA OÍDO, sino (b) POR LO QUE HAY EN SU CORAZÓN (el pecado) y (c) POR LA LUZ QUE HAYA RECHAZADO. a) “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado” (Jn.15:22, 24); “...si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho estos milagros... tiempo ha que ... se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo...” (Lc.10:13-14). “...pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado” (Ro.5:13b); b) “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados” (Ro.2:12). c) “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Jn.1:9). “...esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn.3:19). *
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Refiriéndose a los que NO han tenido la oportunidad de escuchar el Evangelio, la Palabra nos dice que ante las pruebas que el universo da acerca de la existencia de un Creador “no tienen excusa”, puesto que “conociendo a Dios no le glorificaron como a Dios” (Ro.1:21, 20). En este caso Dios exige, ante esta luz, que le adoren sin inclinarse a los ídolos. 173
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Dios da una oportunidad a todos los hombres y es en este sentido que afirma: A “todo el linaje de los hombres... les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hch.17:26-27). ¿Nunca os habéis preguntado “y si hubiéramos nacido en otra cultura, no tendríamos creencias totalmente distintas”? La respuesta de Hechos 17 es que Dios, en conformidad al lugar dónde ha nacido cada uno, hace experimentar al hombre sus limitaciones en el tiempo y el espacio, y así suscita que todos le busquen. Pero, sin poseer la revelación escrita, ésta es una búsqueda ‘a ciegas’, palpando. Sin embargo, Él no está lejos de nadie, de forma que se hace encontrar por los que “buscan ...inmortalidad” (Ro.2:7). ¿Cómo? Pues de alguna forma les hace llegar la verdad, ante lo que pueden aceptarla o rechazarla (Ro.2:8). Así es en el caso de muchos países musulmanes donde Jesús se ha aparecido en sueños o visiones a los que le buscan. Este fue el caso de Cornelio (ver Hch.10:4-6 y ss.). En segundo lugar reitera que todos aquellos que a través de sus conciencias, tienen noción de la existencia del bien y del mal, y de la necesidad de arrepentimiento“no tienen excusa”. Por tanto concluye que por la “dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Ro. 2:5, 1). Significa esto que todo el mundo posee la luz necesaria para creer en la existencia de Dios y para entender que es culpable, que falla ante Su justicia. ¿Qué deben o pueden hacer? Pueden intentar justificarse por su conciencia (Ro.2:15), o reconocer que fallan ante la justicia divina. ¿Qué es lo que la justicia divina espera de ellos? Por lo pronto que busquen el perdón, que clamen por él, aunque no sepan de dónde o cómo vendrá. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?” (Sal.121:1). Si a estos dos casos (los que tienen el testimonio de la creación y el de la conciencia) añadimos el de aquellos que tienen fácil acceso a las Escrituras (Ro.2:17-20), pero no se someten a ellas, no aceptan su testimonio que dice “el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Ro.10:4), llegamos a la conclusión de que “todos están bajo pecado” (Ro.3:9); es decir fallan ante las demandas de la justicia divina. 174
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Porque las propias reglas éticas o religiosas que confiesan y no cumplen, les condenan. Y estas mismas Escrituras (el Antiguo Testamento aquí; pero por extensión todo el texto sagrado) apuntan a Cristo como única esperanza. Dios quiere que lleguemos a un entendimiento claro de nuestro fracaso no para condenarnos, o sumirnos en la culpa, sino para que tengamos la actitud correcta a fin de poder recibir su gracia; esto es: renunciar a toda pretensión de mérito propio. Porque “Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Ro.11:32). Su propósito es tener misericordia de todos. Y para que alguien pueda clamar por misericordia ha de darse cuenta que no la merece. Como en el caso del publicano y fariseo que oraban, uno clamando por misericordia, el otro enumerando sus méritos (Lc.18:9-14). El quid está en reconocer que ¡no merecemos el perdón, pero que Dios si ‘merece’ otorgárnoslo! ¿Quienes son todos éstos que quedan sin excusa según Romanos? a) Los que sólo conocen las fuerzas de la naturaleza (Ro.1:18-32), b) Los que se rigen por un sistema de ética y moral propio (Ro.2:1-16) c) Los que pueden conocer o acceder a las Escrituras (Ro.2:17–3:20). Todos ellos quedan descalificados ante la justicia divina, pero a todos ellos Dios extiende una mano de oportunidad. Si la aceptan Dios los recibe a misericordia (Ro.11:32) si la rechazan, el mismo favor de Dios los endurece (Ro.9:18). Todos –aquellos sin testimonio, los moralistas y los religiosos– han sido sujetados a desobediencia; es decir fallan ante las demandas divinas (no le adoran, no se arrepienten, no le obedecen). Todos –los sin testimonio, los moralistas y los religiosos– son objeto de la misericordia divina, por la luz que los alumbra (la creación, la conciencia y las Escrituras). Los que aceptan la luz recibida, y perseveran en Su justicia, por la misericordia de Dios son alcanzados de alguna manera por el Evangelio. Los que la rechazan son endurecidos, revelándose “la ira de Dios... desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro. 1:18). Es por ello que el Evangelio dice que Jesucristo vino como “Salvador del mundo” (1Jn.4:14), que la voluntad del Padre es que todos se salven (1Ti.2:4) y que el evangelio “se divulga por todo el mundo” 175
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(Ro.1:8). Es en este contexto que Romanos 2:7 y 10 explícitamente dice que Dios dará “VIDA ETERNA A LOS QUE, perseverando en bien hacer, BUSCAN gloria y honra e inmortalidad”. Es evidente también en la Palabra que la vida eterna sólo es otorgada a través de Jesucristo (Jn.14: 6; Hch. 4:12). Así pues, lo más que podemos aventurar es que de alguna manera Dios iluminará y/o hará llegar el Evangelio a aquellos que en adoración y gratitud, son conscientes de no merecer la salvación por causa de sus pecados y buscan a través de la contrición el camino de la vida eterna. Los que buscan ‘de veras’ ¡por la gracia de Dios acabarán encontrando a Cristo y a la vida eterna que está en Él!94 *
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¿Qué podemos decir acerca del juicio de aquellos que sí han oído el Evangelio y a pesar de ello lo rechazan? Acerca de ellos la Biblia dice: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” y “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado” (Jn.3:19; 15:22; además ver Jn.9:41).
94 En el caso de los niños que mueren “sin Cristo” parece ser –según la clásica interpre-
tación evangélica del tema– que van directamente al cielo. Porque “de los niños es el reino de los cielos” (Mt.19:14). Si es así se salvan ‘post mortem’ sin experimentar el nuevo nacimiento en vida. Puesto que aún no han llegado a una edad lo suficientemente consciente o responsable para aceptar o rechazar el Evangelio... ¿Pero cómo se salvarán? ¿Hace Cristo una obra especial, o es que el Evangelio contempla ciertas excepciones? ¿Puede ocurrir algo parecido con los que nunca han escuchado el Evangelio y no han tenido tal oportunidad? No lo sabemos, y no podemos aventurar más de lo que la Palabra nos comunica. Esto es: que Dios dará “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Ro.2:7). Pero es importante no defender a ultranza posturas intransigentes en estos temas sobre los que la Palabra no arroja una luz detallada. ¡Lo que sí está claro en las Escrituras es nuestra responsabilidad de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra! Supongamos que en una epidemia mortal que aquejase a toda la población del mundo, algunos por razones que desconocemos desarrollasen anticuerpos y después de una dura convalecencia acabasen salvándose... Supongamos también que descubrimos una vacuna que cura por completo y sin secuelas a cualquier contagiado. ¿Qué haremos? ¿Cual es nuestra responsabilidad? ¿Esperaremos a ver si cada afectado desarrolla anticuerpos, o daremos inmediatamente la vacuna a cuantos más casos nos sean posible? Así ocurre con nuestra responsabilidad de llevar el Evangelio... (ver 2R.7:1-9 y ss.)
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En cambio de los que sí aceptan el Evangelio dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn.5:24). El creyente no vendrá a juicio. ¿Pero cómo conciliar esto con la declaración de que todos serán juzgados después de la muerte? El creyente ya ha sido juzgado en “la carne” –el cuerpo– de Cristo (Ro.8:3). Por ello Pablo en Romanos 8 dice que “ninguna condenación hay para los que están EN Cristo Jesús” (Ro.8:1) y “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es EN Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro.8:38-39). De igual modo respecto a los creyentes la Palabra añade que “es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo” (2Co.5:10). El creyente también será juzgado, pero en un tribunal distinto y según pautas distintas. Los que rechazan el Evangelio serán juzgados según sus obras ante “el Gran Trono Blanco” para decidir ENTRE EL CIELO O EL INFIERNO (Ap.20:11-15). Los que hayan aceptado el Evangelio (los que hayan nacido de nuevo), serán juzgados según sus obras y su servicio en “el Tribunal de Cristo” para decidir ENTRE LA APROBACIÓN O LA REPROBACIÓN (2Co.5:10), el premio o la pérdida del mismo, la felicitación o la vergüenza. Si alguien posee el fundamento que es Cristo en su vida (1Co.3:11), “la obra de cada uno cuál sea, el fuego (el juicio) la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo” (1Co.3:14-15). Por eso es tan importante distinguir entre un verdadero creyente y el que no lo es. II. Poseer la salvación La salvación es un regalo. Un regalo se recibe sin dar nada a cambio, a parte de las gracias. Una vez dado no se reclama su devolución, pertenece al afortunado. 177
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Con respecto a poseer la salvación Pablo nos dice: “por quien también tenemos entrada por la fe a (a) ESTA GRACIA EN LA CUAL ESTAMOS FIRMES, y (b) NOS GLORIAMOS EN LA ESPERANZA DE LA GLORIA de Dios” (Ro.5:2). Parafraseando estas declaraciones tan atrevidas, podemos decir: (a) “estamos firmes en esta salvación”, hasta el punto que (b) “nos gloriamos con la esperanza de que vamos al cielo”. El “gloriarse” del que habla aquí no es ni enorgullecerse ni pavonearse. Se trata del sentido de seguridad hacia aquello que se posee firmemente y se sabe que nadie puede arrebatarnos, y la consecuente gratitud y alabanza que esto produce en nuestras vidas. Por lo que uno puede exclamar: “!Yo voy al cielo, no por mis méritos sino por los de Cristo y por la gracia de Dios!” De igual manera “nos gloriamos en las tribulaciones” (Ro.5:3), puesto que éstas “no podrán separar [al creyente] del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”, de lo cual podemos tener plena seguridad (Ro.8:38). Por otro lado, “la tribulación produce paciencia”, esto es perseverancia (Ro.5:3). Lo cual quiere decir que aquellos que de veras han alcanzado la gracia, en vez de abandonar la fe ante las pruebas se afirman más y más en ella. De este modo, hacen firmes su vocación y elección (2P.1:10). Es en este sentido que en 2ª de Timoteo dice: “Conoce el Señor a los que son suyos” y “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” y este es “el fundamento de Dios que está firme” (2Ti.2:19). Para Dios no hay duda respecto a quienes le pertenecen. En cambio nosotros sólo podemos saberlo mirando el comportamiento de cada uno: “por el fruto se conoce al árbol” (Mt.12:33). Y mirando la perseverancia de ellos. ¿Podemos pues estar seguros de haber alcanzado la salvación? “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Co.13:5). Ya hemos visto cómo la Palabra insta a aquellos que asistían regularmente a la iglesia de Corintio a que se cercioren de ser creyentes. ¿Cual es el distintivo de los que están en la fe? Estar en la fe no es sólo aceptar mentalmente las verdades de la Biblia y de Cristo, sino tener o no a Cristo en nuestras vidas: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, SI ES 178
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QUE EL ESPÍRITU DE DIOS MORA EN VOSOTROS. Y SI ALGUNO NO TIENE EL ESPÍRITU DE CRISTO, NO ES DE ÉL” (Ro.8:9).
“...a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es CRISTO EN VOSOTROS, la esperanza de gloria” (Col.1:27). “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. EL QUE TIENE AL HIJO, tiene la vida; EL QUE NO TIENE AL HIJO DE DIOS no tiene la vida” (1Jn.5:11-12). La vida eterna no es “un algo” que se nos da en préstamo, sino “alguien” que entra a morar en nuestras vidas. ¡Es Cristo mismo! “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Jn.14:19). ¡La “esperanza de gloria” de la que habla Romanos, según Colosenses (donde se usa la misma expresión: “la esperanza de gloria”), consiste en tener a “Cristo en nosotros”! En el verdadero creyente habita el Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, el Espíritu de Cristo, de lo cual él mismo es consciente. Porque “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro.8:16). Tristemente en muchas ocasiones esto se entiende como algo más metafórico que real. O simplemente se asume de una forma intelectual. Pero igual que el cuerpo humano alberga un espíritu humano de forma real, hasta el punto que la muerte consiste en que este espíritu abandone el cuerpo, así el Espíritu de Cristo o habita o no en el individuo. Si está hay vida, si no está no hay vida eterna. Si estuviese sólo ocasionalmente resultaría en una agonía de vivir y volver a morir, reanimarse y volver a sucumbir. ¡Imaginémonos que nuestro propio espíritu entrara o saliera de nuestro cuerpo a su antojo! Pero Dios afirma que para que tengamos vida eterna es Él quien viene a habitar eternamente en nuestro corazón a través de Su Espíritu. Por eso la Palabra habla de que el Espíritu PERMANECE en el verdadero creyente (Jn.1:33; 2Co.1:22; Ef.1:13; 4:30; 1Jn.2:27). Y quien tiene al Espíritu recibe el testimonio de éste en su vida. ¿En qué consiste este testimonio interno? Lo hemos visto en el capítulo anterior bajo el título “Los Frutos de los Salvos” (III.b.1-7). (Sería bueno repasarlos brevemente). Así pues, en cuanto a poseer la salvación, podemos decir que: 179
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a) Dios sabe con toda certeza quienes le pertenecen (2Ti.2:19), b) El creyente lo sabe por el testimonio interno del Espíritu (Ro.8:16), y c) Terceras personas lo saben viendo su vida y perseverancia (Mt.7:16). *
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Como vimos, aquellos creyentes que no tienen un buen fundamento en la Palabra pueden sufrir dudas con respecto a su salvación. Llegar a tener tal certeza, no es mérito de nadie, sino que depende (a) de que la salvación ha sido completada por Cristo, (b) de haber experimentado o no el nuevo nacimiento, y (c) de las promesas del Señor. La clave no es confiar en nuestro arrepentimiento, o nuestra fe o nuestra determinación y fidelidad, o las sensaciones, ¡sino en la victoria de la sangre de Cristo, a quien hemos confiado nuestro destino! (Ro.3:25). Según 2ª Corintios 13:5, en el caso de que al examinarnos “no sintamos” a Cristo en nosotros, cabe la posibilidad de que estemos “reprobados” (ver nota no 93 al pie de la pág. 168). Esta expresión destaca la posibilidad de ser descalificados de la carrera (1Co.9:27). La pregunta entonces es: ¿Qué significa ser reprobado, se trata de perder la salvación, la comunión con Dios o de perder el premio? Por supuesto que las tres interpretaciones son posibles, pero el contexto apunta a los dos últimos significados como más probables. Ser conscientes y estar seguros de nuestra salvación no es una cuestión de orgullo sino de humildad. Pues se trata de saber que poseemos un regalo que no merecemos en lo más mínimo. Y saberse poseedor de algo que no se merece es más difícil de lo que parece. Darnos cuenta de que por causa de nuestras caídas ‘mereceríamos’ perder la salvación, pero que a su vez el Señor sigue aceptándonos tal cual somos cuando nos volvemos a Él, hace que nuestra conciencia nos diga: “infame”. Sentir bajo la culpa, que no podemos hacer nada para merecer el perdón, es un golpe a nuestro orgullo; que preferiría castigarse, purgarse, hacer penitencia y decir “por lo menos ahora ya me lo merezco, aunque sólo sea un poco, por todo lo mal que lo he pasado”. En lugar de esto tener que volvernos al Señor en estricto arrepentimiento, gratitud y adoración, conservando el dardo de la culpa en nuestras entrañas ¡sólo es posible si quebrantamos nuestra altivez! 180
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En el caso de que esta ‘seguridad’ produzca un falso orgullo o indiferencia hacia las responsabilidades cristianas, tal persona, o no ha entendido en qué consiste la salvación o en realidad la está basando en algún pretendido mérito suyo, de lo que se desprende que no la ha recibido. Al que dice: “como ya me he salvado por la fe, vivo como me da la gana; haga lo que haga iré al cielo”, Santiago tiene unas cuentas cosas que decirle: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras... Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Stg.2:18,17). III. Cultivar la salvación… “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, OCUPAOS EN VUESTRA SALVACIÓN con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil.2:12-13). La Biblia invita a los salvos, a “ocuparse en” o a “trabajar por” la salvación (Biblia de Jerusalén), es decir a cultivarla a conservarla “en buen estado”. No se trata de preservarla por mérito propio, pues es Dios el único que puede retenerla para nosotros, sino de cumplir el fin para la que nos ha sido otorgada. ¡El hecho de poseer la salvación no quiere decir que no hayamos de cuidarla y hasta desarrollarla! ¿En qué consiste este llamamiento de Pablo a todos los creyentes?95 Se trata de llevar una vida que agrade a Dios. El éxito de una vida así depende enteramente de Dios; “porque Él es el que en vosotros produce así el querer como el hacer” (v.13). Pero aunque el mérito le pertenezca exclusivamente a Él, eso no quiere decir que el creyente ha de asumir una actitud pasiva, indiferente, ni de resignación a un destino caprichoso marcado por Dios, sino que ha de esforzarse en la gracia “con temor y temblor”, ha de obedecer. Si Dios nos regalara un instrumento musical sería para que lo tocáse95 Pablo está llamando a la misma obediencia que hubo en Cristo (v.8 y 1:27).
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mos, si nos diera un botiquín, para que lo usásemos en primeros auxilios. No nos lo quitaría de las manos si no lo utilizásemos apropiadamente. Así ocurre con la salvación. Pero sí no hacemos uso correcto de ella perderemos la oportunidad de disfrutar del regalo y la recompensa de utilizarlo bien. Jesús lo expresó claramente en las parábolas de los talentos (Mt.25:14-30). Que la salvación sea un regalo significa tanto que no se puede merecer como que no se puede “devolver”. Pero que no se pueda perder no quiere decir que no vayamos a dar cuentas de su uso, bien sea en esta vida o en la venidera. Procurar la salvación implica, no que procuremos salvarnos de la condenación (pues esto ya está zanjado), sino luchar contra el acoso del pecado y contra una vida desperdiciada en cuanto al servicio cristiano. Luchar para que la fe tenga eco en la familia, en la sociedad, en la historia... “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Flp.2:15). Para ello hay que vivir “asidos a la palabra de vida” (Flp.2:16). A esto se refiere Pablo en Filipenses al decir “procurad vuestra salvación con temor y temblor”. *
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En otra ocasión Pablo dice a Timoteo: “haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan” (1Ti.4:16). ¿Qué significan éste y otros pasajes parecidos? 96 Que un conocimiento de la verdad bíblica que no va acompañado de una vida piadosa y fiel, no sirve para nada (1Co.13:2). Por otro lado no es posible una vida de piedad y fidelidad sin una correcta comprensión de la verdad bíblica (2Ti.1:13). Pablo enfatiza que desviarse de la fe es lo mismo que negar la salvación (1Co.9:27) y en la referencia a Timoteo, lo que está haciendo es instarle a llevar una vida ejemplar ante ciertas desviaciones heréticas de otros. La exhortación de Pedro, que hemos citado ya varias veces, nos da el sentido correcto de “procurar la salvación”: “Por lo cual, hermanos, tanto más PROCURAD hacer firme vuestra vocación y elección; porque 96 Ver: 1P.2:2; o 1Ti.2:15. Estos y otros versículos referente a la salvación no hablan de conseguirla por méritos propios, sino de llevar una vida consecuente a la salvación recibida en determinadas áreas de la carrera cristiana...
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haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2P.1:10). “No caer” se refiere a que “el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1Co. 10:12). ¡Es decir la verdadera fe trae consigo perseverancia! Experimentar la salvación produce un deseo incontenible de progresar en la fe. La advertencia a no tropezar y caer, nos anima a no abandonar la carrera. En 1ª de Corintios 9:24-10:13 Pablo hace un llamamiento a todos los creyentes a llegar a la meta, haciendo memoria de los juegos de atletismo que se organizaban en las cercanías de Corinto. Y si queremos ganar el premio hay que correr conforme a las reglas. Esta es la razón de que las Escrituras insistan tanto en la paciencia o la perseverancia: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt.10:22; Mt.24:13; Mr.13:13); “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (Lc.8:15); “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Ro.5:3-4); “...a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (He.6:12,15); “...porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (He.10:36); “...sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Stg.1:3-4); “...añadid ...al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad” (2P.1:6). En resumen, podemos decir que: “Cualquiera que se extravía, y NO PERSEVERA en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; EL QUE PERSEVERA en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2Jn.9). 183
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La vida cristiana es un alivio, pues nos descarga de la culpa y castigo eterno que merece el pecado. Pero es a la vez una responsabilidad, en la que hemos de aprender a andar en la gracia de Dios (es decir en Sus fuerzas), para permanecer en la carrera hasta la meta. Y esto requiere determinación del creyente a no bajar la guardia y a permitirle al Señor que complete Su obra en nuestras vidas. De nuevo no es algo que vamos a lograr por nosotros mismos, sino con la ayuda de Dios. Y de nuevo se requiere que aceptemos y obedezcamos, al igual que para recibir la salvación. Que aceptemos por fe la operación de la gracia y del Espíritu, y que obedezcamos por fe a la Palabra y todos sus mandamientos. La perseverancia se convierte así no en un lastre, sino en un experimentar de forma creciente la liberación primera, la que recibimos el día de nuestra conversión. ¡Cuanto más perseveramos más descansamos en las fuerzas del Señor y cuanto más descansamos en las fuerzas del Señor más perseveramos! IV. Alcanzar el premio… Dios al escogernos, nos invita a su vez a escoger entre varias opciones. Una de las más importantes es la de correr o no a por el premio. ¡Y hay premio para todo el que acaba la carrera, no tanto para el que llega primero! Pero poder aprovechar dichas opciones depende de ciertas condiciones. Si uno no cumple con ellas, el premio se esfuma. Ya nos hemos referido en diversas ocasiones a las condiciones para acabar la carrera y obtener el premio, así que aquí nos contentaremos con un recordatorio: •
El creyente puede ser descalificado en caso de desobediencia reiterada (“contristando al Espíritu” por actitudes pecaminosas no abandonadas), o
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En caso de irreverencia a los dones de Dios (“apagando al Espíritu” por menospreciar la vida de servicio) y perder así para siempre el premio (He.12:16-17; 1Co.9:26-27).
Puesto que la promesa divina de transformarnos a la imagen del Hijo permanece vigente para todos los que han entrado a la elección, decidirse por la carrera cristiana haciendo uso de los medios de gracia, es lo más sensato y la mayor fuente de felicidad para el creyente. Aquellos que 184
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somos Su pueblo, hemos de prestar mucha atención para no dejar escapar las oportunidades de servicio, perseverando en la entrega personal diaria y en la santificación. ¡Porque Dios ha preparado premios fabulosos para cada uno! En el Nuevo Testamento estos premios son descritos como coronas. Una referencia a la corona de laureles que ganaban los participantes en las competiciones de la época. Sin embargo, mientras que éstos competían por “una corona corruptible”, nosotros lo hacemos por una “incorruptible” (1Co.9:25; 2Ti.2:5), cumpliendo con las normas de santidad y servicio de esta ‘modalidad deportiva’. Alguno de los premios los podemos disfrutar ya en esta vida. Así Pablo ve a los que son fruto de su ministerio como una corona de honor que le ha sido dada (Fil.4:1; 1Ts.2:19). Para Santiago resistir la prueba produce en nosotros una efusión de vida, comparable a la vida sin límites que continuamente emanará del Señor hacia nosotros en la eternidad: es “la corona de vida” (Stg.1:12; Ap.2:10). Pero en líneas generales las “coronas” simbolizan los premios que se recibirán en el cielo: “la corona de justicia” (2Ti.4:8), “la corona incorruptible de gloria” (1P.5:4). Pero es posible perder estas coronas: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap.3:11). Si no retenemos lo que tenemos (perseverar en la fe genuina), nuestra corona será dada a otros. Par ello es imprescindible competir según las reglas (2Ti.2:1-6). ¿Qué reglas? Ante todo consiste en “esforzarse en la gracia” (2:1); y una vez bien fundamentados en la gracia, se trata de militar en la vida cristiana “como buen soldado de Jesucristo” (2:3); no enredarse “en los negocios de la vida” (2:4), sino buscar el agrado de Dios en todas nuestras decisiones; abstenerse de cualquier cosa que pueda mermar nuestra dedicación al Señor, hay que luchar “legítimamente” (2:3,5); y trabajar mucho para llegar a ver fruto; fruto que consiste en ver nuestras vidas transformadas, nuestra iglesia bendecida por nuestro servicio y almas alcanzadas por nuestro testimonio: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (2:6). ¡Es emocionante comprobar lo que es capaz de llegar a hacer el Señor a través de su gracia en nuestras vidas! *
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¿En qué consisten estas coronas? Es difícil decirlo. Pero de alguna manera simbolizan el reconocimiento divino a la labor hecha. ¡Un reconocimiento inmerecido, por lo que en sí ya es una gratificación! 1) LA CORONA DE VIDA (Stg.1:12; Ap.2:10) es como una infusión de vitalidad espiritual para aquellos que superan la prueba. Son dos las palabras que utiliza el griego para corona: una describe las coronas de los reyes; aquí en cambio la palabra stephanos es la corona dada a los atletas campeones. La corona de vida es la consecuencia de ganarle la carrera a la tentación y al tentador. Pero el stephanos era a su vez la corona que los novios se ponían en las bodas o los convidados en celebraciones especiales. Se trata pues aquí de una celebración. La que corresponderá también al momento en que escuchemos las palabras del Señor: “bien, buen siervo y fiel, (...) entra al gozo de tu Señor” (Mt.25:21,23). ¡Así Cristo compartirá su corona con nosotros en la celebración de las glorias eternas! La promesa de una corona es especialmente significativa para los creyentes que sufren. Pues la corona de vida habla de la victoria sobre la muerte. Los atletas que recibían una corona de laureles, veían con el tiempo cómo ésta se marchitaba y también veían con el tiempo cómo ellos mismos perdían su vigor y no les quedaba más que el recuerdo de lo que un tiempo fueron. Los creyentes que reciben la corona de vida en cambio, día a día se revigorizan. “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Dn.12:3). Las coronas de los reyes a su vez son pesadas, traen intrigas, envidias, preocupaciones. ¡No así la corona de vida, que nos aligera todas las cargas! 2) LA CORONA DE JUSTICIA (2Ti.4:8) responde a una vida de consagración y a haber finalizado la carrera. Pablo sabía que le estaba esperando una corona en los cielos y estaba preparado para recibirla. ¡Es más estaba seguro de que se le iban a conceder! No por ganar la carrera sino por acabarla. No por destacar sino por luchar legítimamente. Dios tiene una obra para cada uno de nosotros. No se trata de ser supermanes sino de perseverar hasta la meta. Le preguntaron a una 186
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hormiga solitaria de camino hacia no se sabe donde: “¿A dónde vas?” Respondió: “Voy a la Meca”. “!Pero si esta a miles de kilómetros!” exclamaron sus interlocutores. “Bueno”, dijo ella, “pues moriré en el empeño”. Hay una ‘Meca’ a donde ir para cada uno de nosotros. Llegar a la meta, es no perder el norte de nuestra entrega y dedicación en el servicio al Señor, mientras Él no nos ha llamado. Cuando Él entienda que hemos completado la obra que nos había encomendado nos llamará a su lado. Este era el sentir de Pablo que estaba por ser juzgado en Roma. Pablo que había presidido la ejecución de Estaban (Stephanos), el primer mártir de la era cristiana, estaba ahora a punto de ser martirizado y recibir una stephanos. Estaba esperando poder disfrutar de la misma visión que Esteban: “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Flp.1:23). ¡Ver a Su Señor de nuevo cara a cara! “Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hch.7:55). ¡Todos los que esperan Su venida, anhelan esta misma recompensa! La corona de justicia, es la justa retribución para lo que hayamos hecho en vida: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2Co.5:10). Nunca podemos merecer la salvación, por lo mismo no mereceríamos ningún premio. ¡Pero es Dios quien se goza en estimularnos y obsequiarnos con galardones! Así el poder sentirnos dignos de un premio sin merecerlo es un premio en sí mismo. No podemos hacer méritos ante la gracia divina, pero Dios nos concede sentir la satisfacción del logro y del triunfo personal. Especialmente ante las injusticias del ministerio. Podemos ser mal interpretados, difamados, eximidos del reconocimiento a nuestra labor. ¡Pero Recibiremos el reconocimiento de Dios! “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; Y ENTONCES CADA UNO RECIBIRÁ SU ALABANZA DE DIOS” (1Co.4:5). ¡Él hará justicia y nos dará la corona de justicia! 3) LA CORONA INCORRUPTIBLE DE GLORIA (1P.5:4) es dada a los pastores que han sido ejemplos a la grey. Es una corona que no se 187
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marchita como las coronas de laureles; que no pierde su brillo como las coronas de oro. ¡Es la corona de gloria! Es decir el privilegio de reflejar Su gloria, a modo de obras maestras Suyas, transformadas en la semejanza de Cristo, por toda la eternidad. Es Su brillo en nosotros, como el resplandor en el rostro de Moisés. Pero esta gloria no es sólo para los pastores sino para todos los que luchan al lado de ellos y les son de apoyo: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1Co.9:25). *
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Pero quizás el mayor de los premios consista en el privilegio de ofrecer los galardones recibidos para la gloria y honra del Señor mismo. Esto es lo que hacen los 24 ancianos de Apocalipsis: “los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono” (Ap.4:10). Las coronas no hacen que nos fijemos en nosotros mismos, en envidias y rivalidades, sino en la gloria de Aquel que reflejan. Por ello todos de forma unánime entregan sus coronas. La unidad del pueblo de Dios es posible cuando nos olvidamos de nosotros mismos y nos entregamos incondicionalmente a Dios. Si queremos vivir el cielo en la tierra, debemos practicar la renuncia de todos nuestros ‘méritos’ en favor de Aquel que es digno… Los 24 ancianos depositan sus coronas a los pies del Cordero reconociendo que es Él quien es digno, que el mérito de las mismas pertenece a Dios. A la vez es Dios quién les da la oportunidad de poderlo homenajear con lo más valioso. Imaginémonos en la Edad Media, siendo un pobre jornalero sin tierras ni herencia, y que nos llamaran a coronar al rey. Es más, que nos dijeran que hemos de traer la corona. Y su vez un emisario de la corte nos entregara la mismísima corona real diciéndonos: “obsequio de su majestad” ¿No sería el mayor de los honores haber sido recibido tan siquiera a palacio y haber vivido la oportunidad de coronar al rey, sabiendo que la corona nos pertenece, pero a su vez reconociendo, que no la merecemos, que todos los méritos son del monarca? Algo así es lo que ocurre en esta escena de la adoración celestial. Dios nos da gloria, honor y poder, y Su pueblo dice, eres “digno de recibir la gloria, la 188
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honra y el poder” ¿Hubiéramos podido ‘concederle’ a Dios honra, gloria y poder si antes no nos hubiera hecho partícipes de ello por Su gracia? Hay quizás aquí también una alusión a una conocida práctica en el Imperio Romano. El Cesar gobernaba sobre muchos reyes sometidos, quienes eran traídos a su presencia para entregarle sus coronas y homenajearlo. A aquellos que reconocía como regentes, el emperador se las devolvía en señal de que sus coronas, su derecho a gobernar, venía de él. *
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Pero todavía estamos en vida, y para alcanzar el premio final debemos adoptar la misma determinación que Pablo cuando dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil.3:12-14). Esto es lo que debe importarnos, lo que debe captar toda nuestra atención y dedicación. Entonces no hay tiempo para rivalidades, para discusiones o para controversias doctrinales. Pablo dice “prosigo por asir”, pero ya “ha sido asido por Cristo”. ¿No es así en todo encuentro del hombre finito con el Dios infinito? Nosotros nos esforzamos por alcanzar la meta y el premio, Dios ya lo retiene en su manos para entregárnoslo. Para nosotros es un evento futuro, para Dios es pasado. Él lo ha determinado, llevado a cabo y concluido. Nosotros seguimos “por ver si...” Es Su mérito, pero se le concede AL QUE SE ESFUERZA en la gracia, como reconocimiento a su tesón. “Corred de tal manera que lo obtengáis” (1Co.9:24). V. CONCLUSIÓN Así pues el tema de la elección y la predestinación en la Biblia, al margen de toda controversia doctrinal, es una verdad revelada por Dios para darnos a conocer: a) SU GOBIERNO PROVIDENCIAL. Es decir Su cuidado amoroso según 189
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el cual, podemos tener confianza en toda circunstancia (aún en las peores) de que Él está controlando y tiene un propósito bueno para todo lo que nos pasa, y el poder para llevarnos a ese buen fin. Sus designios eternos y la sabiduría con que rige el universo, la historia de la humanidad y nuestras vidas particulares, producen en nosotros un creciente sentido de confianza, admiración, adoración y sumisión que nos llevan a la madurez cristiana. b) EL VALOR SUPREMO DE LA SALVACIÓN. Según el cual, el hombre incapaz de merecer el favor divino y la vida eterna, es elegido (es objeto del amor y la oferta salvífica), salvado en Cristo y guardado en Él por la gracia y el poder de Dios. Él ha determinado desde la eternidad acabar la obra empezada en los que se salvan, hasta imprimir en ellos la imagen del Hijo. Lo que nos infunde valor para reflejar los frutos de esta salvación y desarrollar un carácter cristiano en todas las áreas de la vida. c) LA METAS Y PREMIOS A ALCANZAR. Él ha diseñado la forma de llenar de significado nuestras vidas, aquí y en la eternidad. Ser poseedores de tal salvación inmerecida no nos exime de la responsabilidad y privilegio de invertir nuestros años aquí para reflejar y dar a conocer Su gloria a toda la creación bajo el sol. Los medios de gracia que ha provisto (providencia) nos equipan para apartarnos de todo pecado, resistir a los poderes del mal y embarcarnos en una vida de servicio total, hombro a hombro con el cuerpo de creyentes. La eficacia absoluta de la soberanía divina y la total responsabilidad dada al hombre en el ejercicio del libre albedrío, producen un profundo sentido de confianza y esperanza, que son en si el propósito de revelar estas verdades. Esta certeza puede resumirse con las palabras de Pablo: “Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2Ti.1:12). Si sabemos en quién hemos creído –si lo conocemos, si somos creyentes nacidos de nuevo, que han gustado de Su fidelidad–, sabemos que guardará nuestro depósito –la salvación custodiada para nosotros en los cielos y/o el premio por el servicio– hasta el día en que se manifieste Jesucristo. ¿Qué más necesitamos para dedicarle nuestras vidas por ente190
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ro? ¡Demos pues gloria a Dios porque todo –la elección, salvación y el galardón– exalta hasta lo sumo Su fidelidad y Su victoria eterna! *
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Apéndice-1 Al-Qadar (El Destino) en el Islam a) Primero veremos un breve análisis desde el punto de vista cristiano según: Estudio del Corán por Tópicos, M. J. Fisher, M. Div. b) Luego la perspectiva islámica según el artículo: Kaza ve Kader (Accidente y Destino), www.dinvekitap.com.
a) Contrastes del Corán: El tema del destino y el libre albedrío son temas comunes al Corán y la Biblia. La Biblia afirma tanto la responsabilidad del hombre en creer, como que sin la influencia o inspiración divina nadie puede llegar a creer (Jn.6:35-51). Esta paradoja ha mantenido ocupados a los teólogos cristianos por siglos. Donde algunos especialistas dicen encontrar amplia base bíblica para la defensa del “libre albedrío”, otros sostienen que incluida la salvación de cada individuo, Dios como soberano absoluto controla todo hasta el último detalle. Unos terceros en cambio, abogan que las dos posturas son igualmente válidas a un nivel que tan sólo Dios puede comprender. El Corán vio la luz siglos después de la Biblia y temas como “elegir” y “ser elegido” aparecen ampliamente en sus páginas. Cuando se comparan los dos libros, se observa que el Corán es más drástico en ambos temas. Es decir, mientras que las aleyas (versículos) que apuntan a la responsabilidad del hombre usan un lenguaje muy duro, aquellas que hablan de quién ha de ser creyente y quién infiel expresan con contundencia que todo está bajo el control absoluta de Alá. […] Lo que dice el Corán sobre… Las decisiones: El Corán advierte al hombre en cuanto a seguir el camino recto y no desviarse. Pero no lo pueden hacer más que aquellos a quienes Alá ha otorgado la habilidad necesaria.
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At takuér (81): 27-29; “No es sino una amonestación dirigida a todo el mundo, para aquellos de vosotros que quieran seguir la vía recta. Pero vosotros no lo querréis, a menos que quiera Alá, Señor del universo”; Al ensan (76):29-30; “Esto es un Recuerdo. El que quiera ¡que emprenda camino hacia su Señor! Pero vosotros no lo querréis, a menos que Alá quiera. Alá es omnisciente, sabio”.
Las pruebas: El hombre ha sido creado para ser probado. Los oráculos y mandamientos le han sido dados para que sepa si irá al cielo o al infierno. En el paraíso fluyen ríos inagotables de vino... En el infierno hierros candentes y llamas enormes le esperan... Al ensan (76):2-6; “Hemos creado al hombre de una gota de germen [del hombre y la mujer], para ponerle a prueba. Le hemos dado el oído, la vista. Agradecido o desagradecido, le hemos dirigido por el Camino. Para los infieles hemos preparado cadenas, argollas y fuego del gehenna [el infierno]. Los justos beberán de copas de una mezcla alcanforada [vino celestial]. de una fuente de la que beberán los siervos de Alá y que harán manar en abundancia”.
Guía: Alá endereza el camino de quien quiere (10:25), Él elige a quién va a guiar (35:8). Es quien hace que los corazones se abran o cierren a la llamada del Islam (39:18-22). A unos les da abundancia y a otros escasez (39:52): Yunos (10):25; “Alá invita a la Morada de la Paz y dirige a quien Él quiere a una vía recta”; Fatír (35): 8; “...Alá extravía a quien Él quiere y dirige a quien Él quiere. ¡No te consumas por ellos de pesar! Alá sabe bien lo que hace”; Az zómar (39):18-22; “[Mis siervos] que escuchan la Palabra y siguen lo mejor de ella! ¡ésos son los que Alá ha dirigido! ¡ésos son los dotados de intelecto! […] Hay en ello, sí, una amonestación para los dotados de intelecto. ¿Es que aquél cuyo pecho Alá ha abierto al Islam y camina así a la luz de su Señor...? ¡Ay de los que tienen un corazón insensible a la amonestación de Alá! Están evidentemente extraviados”; Az zómar (39):52; “¿No saben que Alá dispensa el sustento a quien Él quiere: a unos con largueza, a otros con mesura? Ciertamente, hay en ello signos para gente que cree”.
La Fe: La fe es un don de Alá. Aquel a quien no se le haya otorgado será severamente castigado... Yunos (10):100; “...siendo así que nadie está para creer si Alá no lo permite? Y Se irrita contra quienes no razonan”.
Las desgracias: Alá decide en la eternidad todo percance que le ha 194
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de acontecer al hombre o al mundo... Al hadid (57):22; “No ocurre ninguna desgracia, ni a la tierra ni a vosotros mismos, que no esté en una Escritura antes de que la ocasionemos. Es cosa fácil para Alá”.
El Soberano en todo el universo: No hay nadie ni nada que escape de su ‘garra’... Hud (11):56; “Yo confío en Alá, mi Señor y Señor vuestro. ¡No hay ser que no dependa de Él [lit. ‘que Él no lo tenga agarrado del mechón’]! Mi Señor está en una vía recta”.
Los que han sido creados para el infierno: Alá endereza al que quiere, y a quien quiere lo hace desviarse. Estos son los que van a la perdición… Muchos hombres y genios (¿demonios?) han sido creados para el infierno (gehenna): Al araf (7):179-179; “Aquél a quien Alá dirige está en el buen camino. Aquéllos, en cambio, a quienes Él extravía, son los que se pierden. Hemos creado para la gehenna a muchos de los genios y de los hombres. Tienen corazones con los que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no oyen. Son como rebaños. No, aún más extraviados. Esos tales son los que no se preocupan”.
Él es quien hace errar: Es imposible enderezar a aquel a quien Alá ha desviado del camino... An nísa (4):88; “¿Por qué vais a dividiros en dos partidos a propósito de los hipócritas? Alá les ha rechazado ya por lo que han hecho. ¿Es que queréis dirigir a quien Alá ha extraviado? No encontrarás camino para aquél a quien Alá extravía”.
Responsabilidad personal: Alá a unos los extravía a otros los enmienda (6:39). Aquellos que crean a Sus mensajeros no tienen nada que temer; los que los rechacen sufrirán la pena eterna (6:48,49). Al anam (6):39, 48-49; “Quienes desmienten Nuestros signos [i.e. versos] son sordos, mudos, vagan entre tinieblas. Alá extravía a quien Él quiere, y a quien Él quiere le pone en una vía recta [...] No mandamos a los enviados sino como nuncios de buenas nuevas y para advertir. Quienes crean y se enmienden, no tienen que temer y no estarán tristes. A quienes desmientan Nuestros signos les alcanzará el castigo por haber sido perversos”;
Aquellos que desvían al pueblo: Él es quien suscita al que desvía a otros del buen camino y quién a su vez lo castiga... Al anam (6):123-124; “Así, hemos puesto en cada ciudad a los más pecadores de ella para que intriguen. […] La humillación ante Alá y un castigo severo alcanzarán a los pecadores por haber intrigado”.
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Él es quien llena el infierno: Si lo hubiera deseado habría enderezado la senda de todos. Pero ha querido llenar el infierno de mucho hombres y demonios... Al sayda (32):13; “Si hubiéramos querido, habríamos dirigido a cada uno [a la verdad]. Pero se ha realizado Mi sentencia: «¡He de llenar la gehenna de genios y de hombres, de todos ellos!»”; Al araf (7):18; “Dijo: «¡Sal de aquí, detestable, vil! ¡He de llenar la gehenna de tus secuaces ¡De todos vosotros!»”
b) La doctrina del destino según el Islam: El tema es muy amplio y aquí solo podemos destacar algunos puntos esenciales. Para ello bastará con algunos extractos del artículo Kaza ve Kader (Accidente y Destino), www.dinvekitap.com, de postura sunnita ash‘arí.97 Es interesante comprobar algunos paralelismos y otras diferencias fundamentales con las posturas cristianas; en especial en aquellas ilustraciones que usando un ejemplo similar al de este libro, reciben una aplicación tan diferente...
La creencia en el destino (kader, al-qadar) es proclamada por el Corán y por los Hadith’s (recopilaciones de dichos del profeta). El Todopoderoso con su presciencia sabe cuando nacerá, cuando morirá y que hará en vida toda criatura y ser humano. (...) Todo lo que les ocurrirá... está en un libro llamado levh-i mahfuz (tabla celestial). A la información registrada en este libro se le llama kader (destino). Algunas aleyas (versos) al respecto son: Al camar (54):52, 53; “Todo lo que han hecho consta en las Escrituras [levh-i mahfuz]. Todo [asunto], grande o pequeño, está consignado”. Al hadid (57):22; “No ocurre ninguna desgracia, ni a la tierra ni a vosotros mismos, que no esté en una Escritura [levh-i mahfuz] antes de que la ocasionemos. Es cosa fácil para Alá.”. Creer en el destino es uno de los seis pilares de la fe que menciona el Hadith. Ver: Nesâî, Tirmizî, Taberânî, Shirazi, Muslim… 97 Sunnita: que sigue la sunna (la ley coránica) y los dichos (hadith) del profeta. Los ash‘aríes, que como veremos, buscan una vía intermedia entre el fatalismo y el libre albedrío, acabaron imponiéndose entre los sunnitas.
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Los Mu´tazila’s [otra de las escuelas teológica98] dicen: “El hombre forja su propio destino, Alá no interviene en sus actos”. Esto es un gran error y el Corán establece que: Az zómar (39):62; “Alá es creador de todo y vela por todo”. “El bien, el mal, la fe o la blasfemia, todos son creación de Alá” (Beydavi). “El creador vuestro y de vuestras obras es Alá” (Saffat 96). Por otro lado los Jabariyya’s dicen: “Alá todo lo hace hacer por la fuerza. El hombre es reo de su destino. Nadie es responsable de sus pecados”. Esto también es falso. El que hace el bien será recompensado y el que hace el mal castigado: At takuér (81):14; Az zalzala (91):7,8. Cuando alguien que es bueno quiere hacer el bien, Alá también lo desea y crea ese bien. Y entonces esa persona siempre hace el bien. Cuando alguien malo quiere hacer el mal, Alá lo desea y crea ese mal. (...) Cuando el hombre ejerciendo su irade-i juziye (voluntad ínfima o efímera) desea que el bien sea creado, gana méritos, y cuando desea que el mal sea creado, comete pecado. (...) El hombre no es el creador de sus actos. El creador de sus actos, es decir del bien y del mal es Alá... El kader (destino) consiste en el conocimiento eterno de Alá acerca de lo que ocurrirá. El kaza (lo accidental), consiste en crear, cuando llega su hora, aquello que está predestinado. İmam-i Rabbanî dice lo siguiente: “La fe y la blasfemia, el bien y el mal, el acierto y el error, el mérito y el pecado... todos son creación de Alá. Ocurren por su voluntad e intervención. El Justo ha relegado el cumplimiento del mérito y del pecado a las obras del hombre. A esto se le llama kesb (a posteriori). El obrar a posteriori es asunto del kul (siervo), pero crear es cosa de Alá”. En el Corán se nos declara: 98 Desde muy temprano en el Islam surgieron divisiones político-religiosas como la Shi´a y los Kharijitas. También se desarrollaron distintas interpretaciones teológicas como las de la Qadariyya y la Jabariyya. Todos estos grupos contribuyeron a un mayor desarrollo de la discusión teológica y al uso de nuevas categorías de análisis. Una de las escuelas teológicas que más contribuyó a estos debates y a la reflexión filosófica del Islam fue la Mu´tazila. Durante los últimos tiempos de la Mu´tazila se generó un gran debate, en gran parte dirigida por al-Ash´ari, que redundó en la ulterior consolidación de la ortodoxia teológica del ash´arismo.
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Al casas (28):68; “Tu Señor es quien crea y quien elige lo que quiere. Pero el elegir no les incumbe [a los hombres]”. El Mu´tazila Abdüljebbar Hemedani le preguntó a Ebu Ishak Isferaini: “Alá no quiere ni crea el mal ni el pecado... ¿No son más bien creación de Satanás? ¿Acaso Alá desea (o fuerza) que se revelen contra Él?” A lo que le responde: “Los siervos con su voluntad efímera desean blasfemar, pecar o hacer el mal, y si Dios a su vez lo desea [si lo corrobora] cumple [crea] esos deseos en el hombre”. Otra vez pregunta: “Si Alá decide iluminar a unos y a otros velarles el entendimiento... ¿No es esto hacerles un mal?” Y le responde: “En caso de que no deseara conceder su derecho [su deseo] al siervo, cometería un mal; pero cuando Él no reclama Su derecho [es decir no hace volver al descarriado], esto no es hacer el mal. En el Corán dice: Fatir (35):8; “Alá extravía a quien Él quiere y dirige a quien Él quiere [al buen camino]”. Alá crea el bien y el mal a tenor del deseo de sus siervos… Nada ocurre sólo por el deseo del siervo, pero sí cuando es Él quien lo desea y lo crea. Ni una mosca bate las alas si a Él no se le antoja. Todo lo que acontece, bueno y malo, sólo es posible si Él a su vez lo desea...” ¿Qué es el irade-i juziyye (voluntad ínfima)? Si Alá lo crea todo, Él es quien ha creado el irade-i juziyye. El deseo en la voluntad del hombre viene de él, pero el hombre no es su creador. No es algo ex-nihlo, sino que se produce en el corazón del hombre. Producir algo ex-nihlo es crear. La voluntad de Alá (Irade-i kül.liye; voluntad absoluta) en cambio, es una fuerza que existe fuera de toda creación (ex-nihlo). Alá para crear las obras ihtiyari (opcionales) del hombre, le ha concedido desearlas. Él puede crear al margen de esta concesión; pero es costumbre Suya crear de acorde al deseo de la criatura. Sólo en el caso de los profetas y los santos hace una excepción y crea [el bien] sin haber condicionantes humanos. Aunque las obras del hombre se produzcan por decreto en la eternidad, para que se cumplan [en el tiempo] el siervo tiene que ejercer su voluntad efímera. Tiene que desear que la obra se haga o no. Que Alá lo decrete en la eternidad significa que sabe cual será el deseo del hombre y a la vez que Él mismo lo desea. Y así lo ha escrito en la tabla celestial (levh-i mahfuz). Pero no por ello el siervo queda forzado. 198
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En los almanaques se anota la hora en que saldrá y se pondrá el sol los 365 días del año [en países Islámicos esto es muy importante pues condiciona la hora de la primera y la última oración del día]. Y el sol sale y se pone exactamente a la hora marcada. Pero el sol no lo hace porque esté así escrito; el que se anote en el almanaque no influye en los movimientos del sol. El conocimiento eterno de Alá está ligado a lo que hará el siervo según su propia voluntad. Según la sunna, los actos del hombre ocurren como efecto conjunto del esfuerzo humano y el poder divino (Ética Islámica). Digamos que ante nosotros hay dos trenes. Y que en la estación hay estas indicaciones: el que sube al tren de la derecha va a la felicidad eterna, esto es, al cielo; y el que sube al de la izquierda va al sufrimiento eterno, al infierno. El pasajero compra el billete por libre decisión según el lugar a donde quiere ir. Pero antes de llegar a la última estación, puede cambiar de parecer y saltar al otro tren. Así que es libre de montar en el tren que quiera para ir a la meta escogida. Pero no puede llegar andando, tiene que hacerlo en tren. Hay un sólo maquinista, y quien lleva a unos a la felicidad y a otros a la pena eterna es el tren, no ellos mismos. *
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Apéndice-2 El Destino en la Biblia y el Corán Diferencias entre la Biblia y el Corán en el tema del Destino y el Libre Albedrío: Entre la Biblia (B) y el Corán (C) puede apreciarse cierta coincidencia de temas puesto que ambos proclaman un único Dios absoluto y soberano, y el castigo que merecen las maldades del hombre, etc. ¿Cuales son pues la diferencias? 1. El Gobierno Divino: (B) Dios tanto sostiene el universo (y usa leyes naturales creadas por Él), como interfiere en él (providencia, milagros, juicios...); (C) Dios sigue creando en el tiempo lo que ha determinado en la eternidad, interfiriendo en todo; 2. Distinto Énfasis: (B) Dios en su gobierno a veces puede infringir daños (juicios, disciplina…) sin desviarse de su propósito de bondad; (C) El bien y el mal proceden de Alá; Él es quien encauza o desvía al hombre del buen camino… ¿No es Él también creador de su deseo? 3. ¿A quién pertenecen las afirmaciones?: (B) No todos los versículos de la Biblia son afirmaciones de Dios (y por lo tanto normativos); hay que distinguir aquellos versículos que recogen opiniones humanas (ver los ejemplos abajo); (C) Todas las aleyas del Corán son declaraciones de Dios en primera persona; por tanto son normativas en cuanto a la doctrina. Ejemplos: En Daniel 4:35 las palabras “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” pertenecen a Nabucodonosor…
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En 1a Samuel 2:6-7 esta vez las palabras “Yahvé mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir” pertenecen a Ana… En estos dos casos las expresiones no son declaraciones directas de Dios, sino reflejos de la ‘cosmogonía’ de estos dos personajes. Pero no debemos confundirnos: (1) Esto no quiere decir forzosamente que sean erróneos; ni que (2) no pertenezcan a la Palabra de Dios, esto es a la Biblia, que es en sí inerrable. Por tanto están ahí por voluntad divina y sirven a Su propósito revelador de las Escrituras. ¡Lo que si podemos afirmar es que no estamos obligados a considerar este tipo de versículos como normativos en cuanto a la doctrina ni a usarlos de base para definiciones teológicas! Más bien hemos de fundamentarnos en aquellos pasajes que son declaraciones directas de Dios, Jesús, los Profetas y los Apóstoles; como textos inspirados y a la vez normativos. Por ejemplo: “Porque Yahvé de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?” (Is.14:27). “Yo soy Dios... que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Is.46:10). En estos dos versos sí hay una declaración clara de Dios en cuanto a su gobierno y el cumplimiento irrefutable de sus planes, pero sin el tono fatalista de la declaración de Nabucodonosor.
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Apéndice-3 ¿Cómo entender Romanos?
Estructura de Romanos Romanos es lo que más se acerca a una exposición sistemática de doctrina en el NT. Para entender bien la importancia de los capítulos 9– 11 dentro de Romanos, es bueno hacer un análisis esquemático de la carta magna de Pablo: Romanos:
. . . . Tema general: Exposición Sistemática de la Salvación
Cáp. 1–3:
. . . . La necesidad de la salvación, Todos están bajo pecado
Cáp. 3–5:
. . . . La salvación individual, La justificación por la fe, sin obras
Cáp. 6–8:
. . . . Salvación del poder del pecado, La victoria del Espíritu sobre la carne
Cáp. 9–11:
. . . . La salvación en su perspectiva histórica, Elección y rechazo del Pueblo de Dios
Cáp. 12–15:
. . . . La salvación en la práctica, Ética cristiana y declaración misionera
Cáp. 16:
. . . . Saludos a los salvos... Saludos a las iglesias en las casas
Mientras que en los capítulos del 1 al 8, los temas tratados son aplicables a la salvación individual, en los capítulos 9–11 el enfoque es sobre el pueblo de Dios. Es interesante notar que en los capítulos 9–11 hay 11 referencias a ‘Israel’ y 6 o 7 a ‘pueblo’, sin embargo estas palabras no aparecen ni una sola vez en el resto de los capítulos de la carta (hay una única referencia a ‘pueblo’ en el cáp. 15).
La Pred est inación. ¿ Fat alism o ó Prov id encia?
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¿Es ‘calvinista’ Romanos 9 – 11, o es ‘arminiano’? Aunque el tema de Romanos 9–11 no es el de una predestinación salvífica sino el rechazo y restauración de Israel, debido a la gran repercusión que ha tenido la discusión teológica en torno a este tema en los círculos protestantes evangélicos de los últimos siglos, cuando leemos estos capítulos, sin darnos cuenta, estamos condicionados por la pregunta ¿Qué postura respalda Romanos 9–11, la calvinista o la arminiana? La clave está en analizar el texto a la luz del tema principal. ¿Es el tema la elección y/o rechazo de individuos o la del colectivo de Israel? Si analizamos desde el punto de vista de la salvación y/o condenación de individuos, entonces nos enfrentamos a la siguiente paradoja: Cáp. 9: . . . . según los v. 22-23, unos son destinados para ira... otros para gloria, de forma irresistible. Cáp. 10: . . . según el v. 13, todo el que invoca será salvo; según los v. 14-15, los que no oyen no pueden creer... según el v. 20, los que no buscan encuentran. Cáp. 11: . . . según v. 22, la rama injertada puede ser cortada; según v. 23, la cortada puede ser injertada de nuevo; De ello se desprendería –siempre si el tema es la salvación y/o condenación individual– que: •
el capítulo 9 es ‘calvinista’ (los vasos son predestinados al cielo o al infierno),
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el capítulo 11 es ‘arminiano’ (se puede perder la salvación) y
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el capítulo 10 una mezcla de ambos (sino predicas no pueden oír ni creer, pero los que no han oído hallan).
Para un análisis desde el punto de vista de la elección y/o rechazo del colectivo de Israel y del colectivo de los gentiles, ver Apéndice-4.
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Apéndice-4 Breve Análisis de Romanos 9–11 (La Biblia de las Américas) Ro 9:1 Digo la verdad en Cristo, no miento, Para captar el tema principal hay que formular las preguntas correctas. Estas dándome testimonio mi conciencia en el son las que formula Pablo: Ro.9:14; 11:1, 11 Espíritu Santo, 9:2 de que tengo gran tristeza y continuo dolor Tema Principal: Dios es fiel a sus promesas en mi corazón. a pesar de la exclusión de Israel como 9:3 Porque desearía yo mismo ser anatema, pueblo. separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne, Tras una introducción donde Pablo lamenta 9:4 que son israelitas, a quienes pertenece la el rechazo de Israel (9:1-5) … adopción como hijos, y la gloria, los pacEn Ro. 9:1-13 se analiza la validez de las tos, la promulgación de la ley, el culto y las PROMESAS dadas a Israel con respecto a promesas, que es y será para siempre el Pueblo de 9:5 de quienes son los patriarcas, y de quienes, Dios (de ahí el uso reiterado de: “los pasegún la carne, procede el Cristo, el cual triarcas”, “descendencia”; v. 5, 7, 8, etc.): está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. ____________________________________________________________ 9:6 Pero no es que la palabra de Dios haya Según la cita de Génesis en Ro. 9:12: “Dos fallado. Porque no todos los descendientes hay en tu seno, y dos NACIONES de Israel son Israel; PUEBLOS se dividirán desde tus entrañas; Ro 9:7 ni son todos hijos por ser descendientes un pueblo será más fuerte que el otro, y de Abraham, sino que POR ISAAC SERÁ EL MAYOR SERVIRÁ AL MENOR” (Gn. LLAMADA TU DESCENDENCIA. 25:23). 9:8 Esto es, no son los hijos de la carne los que ¿HA son hijos de Dios, sino que los hijos de la En el caso de Jacob y Esaú quienes representan a dos pueblos- FALLADO promesa son considerados como descenuno es elegido CONFORME A LA dientes. LA PROMESA (v. 8, 9) y el otro 9:9 Porque esta es una palabra de promesa: rechazado. De igual manera, Dios POR ESTE TIEMPO VOLVERÉ, Y SARA PROMESA? para formar la Iglesia TENDRÁ UN HIJO. ha escogido a los gentiles en lugar (9:6) 9:10 Y no sólo esto , sino que también Rebeca, de Israel, al margen de sus obras cuando concibió mellizos de uno, nuestro (v.11). padre Isaac Al igual que Esaú perdió la “primoge9:11 (porque cuando aún los mellizos no habían nitura” a favor de Jacob, así los gentiles nacido, y no habían hecho nada, ni bueno han heredado las promesas, en lugar de ni malo, para que el propósito de Dios quien era el heredero “natural”, esto es conforme a su elección permaneciera, no Israel (11:24). por las obras, sino por aquel que llama), 9:12 se le dijo a ella: EL MAYOR SERVIRÁ Por tanto en Ro. 9–11 el tema principal no
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AL MENOR. es la elección o rechazo de individuos, sino de colectivos... 9:13 Tal como está escrito: A JACOB AME, PERO A ESAÚ ABORRECÍ. ___________________________________________ 9:14 ¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injustiPablo introduce ahora una de sus cia en Dios? ¡De ningún modo! preguntas vitales, que contesta 9:15 Porque El dice a Moisés: TENDRÉ categóricamente (v. 14): MISERICORDIA DEL QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRÉ COMPA¿Es injusto Dios? ¡EN ABSOLUTO! SIÓN DEL QUE YO TENGA COMPALa expresión “Así que” (Gr. ‘ara’, ‘houto’) SIÓN. introduce conclusiones claves (9:16; 9:16 Así que no depende del que quiere ni del 10:17; 11:5-6; 11:31-32): que corre, sino de Dios que tiene mise¡LA MISERICORDIA NO SE OTORGA EN ricordia. PAGO DE NINGÚN ESFUERZO! 9:17 Porque la Escritura dice a Faraón: PARA Misericordia significa: ¡NO EJECUTAR EL ESTO MISMO TE HE LEVANTADO, PACASTIGO MERECIDO! ¿ES RA DEMOSTRAR MI PODER EN TI, Y PARA QUE MI NOMBRE SEA PROCLAINJUSTO Tanto aquellos que alcanzan MADO POR TODA LA TIERRA. misericordia como aquellos que no, 9:18 Así que del que quiere tiene misericordia, DIOS MERECEN TODOS LA CONDENA... y al que quiere endurece. ¡Por lo tanto Dios no es injusto SI 9:19 Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía cuando castiga! reprocha Dios ? Porque ¿quién resiste a su JUZGA? Procurar ganar por méritos la voluntad? (9:14) misericordia (v. 16) equivale a 9:20 Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, rechazarla (v. 32). que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué La acción irresistible de la gracia (v. 19) me hiciste así? consiste en que conforme al decreto 9:21 ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el divino es imposible alcanzar misericordia por medio de las obras. ¡Y aquellos que lo barro de hacer de la misma masa un vaso intentan son endurecidos! (v. 18-19). para uso honorable y otro para uso ordinario? La referencia a “vasos para honra y 9:22 ¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a dedeshonra” (v. 21), “vasos de ira y de mostrar su ira y hacer notorio su poder, misericordia” (v. 22-23) no habla de soportó con mucha paciencia a los vasos de quienes van al cielo o al infierno, sino ira preparados para destrucción? que de aquellos cuyo servicio es 9:23 Lo hizo para dar a conocer las riquezas de aceptable o no (ver 2Ti. 2:20-21). su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, ______________________________________ 9:24 es decir, nosotros, a quienes también llaEl vaso rechazado es Israel y el mó, no sólo de entre los judíos, sino tamaceptable ahora, los gentiles. A partir de bién de entre los gentiles. aquí es la Iglesia la que asume el servicio 9:25 Como también dice en Oseas: A LOS QUE como pueblo de Dios (v. 24-26).
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NO ERAN MI PUEBLO, LLAMARE: "PUEBLO MÍO", Y A LA QUE NO ERA Pero aunque Israel haya perdido su AMADA: "AMADA mía ." condición de Pueblo de Dios, sigue habiendo un “remanente” (los Y ACONTECERÁ QUE EN EL LUGAR LOS que creen) quienes forman DONDE LES FUE DICHO: "VOSOTROS la Iglesia junto con los gentiles... NO SOIS MI PUEBLO", ALLÍ SERÁN GENTILES LLAMADOS HIJOS DE DIOS VIVIENTE. La expresión “El remanente será SE Isaías también exclama en cuanto a Israel: salvo” (v. 27) quiere decir según AUNQUE EL NUMERO DE LOS HIJOS el v. 29 que queda una INCORPORAN DE ISRAEL SEA COMO LA ARENA “descendencia” israelita; A LA DEL MAR, sólo EL REMANENTE SERÁ es decir, que no han sido del todo suprimidos de los planes de Dios. SALVO; ESCENA PORQUE EL SEÑOR EJECUTARA SU El concepto de un “remanente” (ver (9:24) PALABRA SOBRE LA TIERRA CABALA.T.), introduce aquí una distinción MENTE Y CON BREVEDAD. muy importante: el Israel FIEL Y como Isaías predijo: SI EL SEÑOR DE frente al Israel PROFESANTE. LOS EJÉRCITOS NO NOS HUBIERA DEJADO DESCENDENCIA, HUBIÉRAMás adelante este mismo contraste será aplicable a las ramas injertadas y MOS LLEGADO A SER COMO SODOcortadas del olivo... (11:21-22). MA, Y HECHOS SEMEJANTES A GOMORRA. ________________________________________________________________ ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, ¿En base a qué unos son rechazados y que no iban tras la justicia, alcanzaron otros aceptados? justicia, es decir, la justicia que es por fe; pero Israel, que iba tras una ley de justicia, Según Ro. 9:16 la misericordia “no depende del que quiere ni del que no alcanzó esa ley. corre”. El problema de Israel ¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, profesante es que ‘corría’ detrás de la sino como por obras. Tropezaron en la ley (v. 31-32), es decir confiaba en piedra de tropiezo, sus ‘buenas’ obras... tal como está escrito: HE AQUÍ, PONGO EN SIÓN UNA PIEDRA DE TROPIEZO En cambio la misericordia hay que ¿POR Y ROCA DE ESCÁNDALO; Y EL QUE aceptarla por la fe, no por las CREA EN EL NO SERÁ AVERGONobras (v. 32). Dios “endurece” a QUÉ los que se acercan con sus obras. ZADO.
Ro 10:1 Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación. 10:2 Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. 10:3 Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se
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¿Cómo? Con la piedra de tropiezo (v. 33).
HA SIDO
RECHAZADO
El tema sigue siendo la exclusión ISRAEL? de Israel (10:1). ¿Por qué han sido rechazados? Porque “procurando (9:32) establecer su propia justicia, no se sometieron a la de Dios” (v. 3). Pero a partir del versículo 4, Pablo hace un giro, introduciendo el tema de
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sometieron a la justicia de Dios. la justificación, y pasa de hablar de Porque Cristo es el fin de la ley para “ellos” en plural (v. 2-3) a hablar de “el justicia a todo aquel que cree. que …” en singular (v. 4). 10:5 Porque Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá ________________________________________ por ella. Mientras que los judíos lo son por 10:6 Pero la justicia que es de la fe, dice así: NO nacimiento, los gentiles que no eran DIGAS EN TU CORAZÓN: "¿QUIEN SU“pueblo” (v.19), llegan a serlo UNO A UNO por la justificación... BIRÁ AL CIELO?" (esto es, para hacer bajar a Cristo), Esta es la razón de que ahora 10:7 o "¿QUIEN DESCENDERÁ AL ABIShable a nivel individual, con MO?" (esto es, para subir a Cristo de entre expresiones como “tu”, “de ti”, “si los muertos). confiesas”, etc. 10:8 Mas, ¿qué dice? CERCA DE TI ESTA LA PALABRA, EN TU BOCA Y EN TU COAquí se ve claramente que es el individuo quien da el paso de fe y RAZÓN, es decir, la palabra de fe que preLOS no hay señales de una intervención dicamos: irresistible de la gracia. 10:9 que si confiesas con tu boca a Jesús por GENTILES Señor, y crees en tu corazón que Dios le En Romanos 9–11, lo que es ENTRAN POR resucitó de entre los muertos, serás salvo; irresistible es la 10:10 porque con el corazón se cree para jusdeterminación divina de que la LA FE ticia, y con la boca se confiesa para salmisericordia y la gracia hay (10:12) que recibirlas por fe... vación. 10:11 Pues la Escritura dice: TODO EL QUE “TODO EL QUE”, “TODO AQUEL CREE EN EL NO SERÁ AVERGONQUE” acepta tal designio divino se ZADO. salva (v. 12, 13). No hay vestigios 10:12 Porque no hay distinción entre judío y de restricciones o imposiciones, griego, pues el mismo Señor es Señor de sino que se enfatiza la todos, abundando en riquezas para todos responsabilidad del individuo en los que le invocan; aceptar o no. 10:13 porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE Dios no actúa ignorando la responEL NOMBRE DEL SEÑOR SERÁ SALsabilidad y libertad moral del hombre VO. para decidir. ¡Es por ello que hay que 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien predicar el Evangelio! (v.14) no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin ...Y SI NO SE PREDICA ¿CÓMO SE haber quien les predique? SALVARÁN...? 10:15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? ¿Los que no buscaban cómo hallarán? Tal como está escrito: ¡CUAN HERMO¿Dios cómo se manifiesta a los que no SOS SON LOS PIES DE LOS QUE preguntan? (v. 20). La respuesta de ANUNCIAN EL EVANGELIO DEL BIEN! Romanos 10:14-16 es: “Por medio de la 10:16 Sin embargo, no todos hicieron caso al 10:4
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evangelio, porque Isaías dice: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREÍDO A NUESTRO ANUNCIO?
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locura de la predicación...” (1Co. 1:21). Así que... llegamos a un nuevo clímax:
¡HAY QUE PREDICAR PARA DAR LA 10:17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por OPORTUNIDAD DE LA FE! la palabra de Cristo. 10:18 Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Después de establecer que por medio Ciertamente que sí: POR TODA LA TIEde la predicación se da oportunidad a RRA HA SALIDO SU VOZ, Y HASTA todo individuo, Pablo regresa al tema LOS CONFINES DEL MUNDO SUS de Israel y los gentiles (v. 18-21). PALABRAS. LOS Y así cierra el paréntesis que 10:19 Y añado: ¿Acaso Israel no sabía? En GENTILES había abierto en 10:4, y pasa de primer lugar, Moisés dice: YO OS PROnuevo del tema individual al VOCARE A CELOS CON UN pueblo ENTRAN POR colectivo. QUE NO ES PUEBLO; CON UN PUELA FE BLO SIN ENTENDIMIENTO OS PROAquí retoma el tema del endureVOCARE A IRA. cimiento de Israel, esta vez como (10:12) “provocación a celos” (v. 19). Y esta 10:20 E Isaías es muy osado, y dice: FUI provocación es con objeto de “si en HALLADO POR LOS QUE NO ME BUSalguna manera puedo causar celos a CABAN; ME MANIFESTÉ A LOS QUE mis compatriotas y salvar a algunos NO PREGUNTABAN POR MI. de ellos” (11:14). 10:21 Pero en cuanto a Israel, dice: TODO EL DIA HE EXTENDIDO MIS MANOS A UN UN PUEBLO DESOBEDIENTE Y REBEL- ______________________________________ DE.
Ro 11:1 Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! Porque yo también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. 11:2 Dios no ha desechado a su pueblo, al cual conoció con anterioridad. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura en el pasaje sobre Elías, cómo suplica a Dios contra Israel: 11:3 Señor, HAN DADO MUERTE A TUS PROFETAS, HAN DERRIBADO TUS ALTARES; Y YO SOLO HE QUEDADO Y ATENTAN CONTRA MI VIDA? 11:4 Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me HE RESERVADO SIETE MIL HOMBRES QUE NO HAN DOBLADO LA RODILLA A BAAL.
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De ahí la necesidad de introducir dos importantes preguntas (11: 1 y 11): Pablo cuando en Romanos contesta a cuestiones candentes de su época, introduce una interrogación retórica seguida de inmediato por la exclamación: “¡De ningún modo!” (ver Ro. 3:4, 6, 31; 6:2, 15; 7:7, 13; 9:14; 11:1, 11). ¿Cual era el tema de Ro. 9–11? ¿Ha anulado Dios las promesas hechas a Israel al escoger a los gentiles?
EL RECHAZO DE ISRAEL Y ELECCIÓN DEL
La respuesta es categórica: ¡EN ABSOLUTO! Porque el propósito REMANENTE de Dios no es desechar a su pueblo (v. 1) ni hacerlo caer (v.11),
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sino reafirmar la elección de 11:5 Y de la misma manera, también ha queaquel remanente que acepta la dado en el tiempo presente un remanente gracia (v. 5). conforme a la elección de la gracia de Dios. 11:6 Pero si es por gracia, ya no es a base de De nuevo introduce en el v. 5 una obras, de otra manera la gracia ya no es conclusión (Gr. houto) que especifica gracia. Y si por obras, ya no es gracia; en el v. 6: ¡LA GRACIA NUNCA ES de otra manera la obra ya no es obra. CONCEDIDA A CAMBIO DE OBRAS; EL ES MAS, ÉSTAS LA ANULAN! 11:7 Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron RECHAZO Por ello aquellos que en vez de escogidos lo alcanzaron y los demás fueron aceptar el designio de Dios (v. 3), DE endurecidos; insisten en querer ‘merecer’ la 11:8 tal como está escrito: DIOS LES DIO UN gracia con sus obras, son ISRAEL ESPÍRITU DE ESTUPOR, OJOS CON endurecidos... QUE NO VEN Y OÍDOS CON QUE NO Y La causa de tal endurecimiento se OYEN, HASTA EL DIA DE HOY. explica en 2Ts.2: 11, 10 : “… Dios les ELECCIÓN 11:9 Y David dice: SU BANQUETE SE envía un poder engañoso, para que CONVIERTA EN LAZO Y EN TRAMPA, DEL crean en la mentira.” Y EN PIEDRA DE TROPIEZO Y EN ¿Pero por qué? “…porque no REMANENTE RETRIBUCIÓN PARA ELLOS. aceptaron el amor de la verdad 11:10 OSCURÉZCANSE SUS OJOS PARA para ser salvos”. QUE NO PUEDAN VER, Y DOBLA SUS ESPALDAS PARA SIEMPRE. ________________________________________________ 11:11 Digo entonces: ¿Acaso tropezaron para caer? ¡De ningún modo! Pero por su trasDios transforma en bendiciones gresión ha venido la salvación a los incluso los errores de su Pueblo... (v.11 gentiles, para causarles celos. y ss.) 11:12 Y si su trasgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es riqueza para los “Y sabemos que para los que aman a gentiles, ¡cuánto más será su plenitud! Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son 11:13 Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, llamados conforme a su propósito.” puesto que yo soy apóstol de los gentiles, (Ro.8:28). ¿QUÉ honro mi ministerio, 11:14 si en alguna manera puedo causar celos a RAMAS Del mismo modo que tras la mis compatriotas y salvar a algunos de “trasgresión” de Adán SE ellos. sobreabundó la gracia (Ro. 5:15), 11:15 Porque si el excluirlos a ellos es la por la “transgresión” de Israel el INJERTAN Evangelio ha alcanzado a los reconciliación del mundo, ¿qué será su gentiles (v. 12). ¡Es más, este EN EL admisión, sino vida de entre los muertos? proceso culminará con la 11:16 Y si el primer pedazo de masa es santo, OLIVO? restauración de Israel y la también lo es toda la masa; y si la raíz es resurrección final! (v. 15) (11:23) santa, también lo son las ramas. 11:17 Pero si algunas de las ramas fueron desEl olivo (v. 17 y ss.) es un tipo del
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pueblo de Dios y de la unción... gajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, (Is.17:7; Jer. 11:16; Zac. 4:3, 11). fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la Las raíz es LA PROMESA abrahámica, raíz del olivo, las ramas son las comunidades (v.16) 11:18 no seas arrogante para con las ramas; pero hijas de la promesa (Israel o las si eres arrogante, recuerda que tú no eres el iglesias...). que sustenta la raíz, sino que la raíz es la Este es el mensaje (v.17-22): Del que te sustenta a ti. mismo modo que Israel ha sido 11:19 Dirás entonces: Las ramas fueron desga“desgajado” por su incredulidad (v. jadas para que yo fuera injertado. 20), también los candeleros de las 11:20 Muy cierto; fueron desgajadas por su iglesias pueden ser quitados (Ap.2:5). incredulidad, pero tú por la fe te mantienes Es decir, aquellas iglesias que, ¿QUÉ firme. No seas altanero, sino teme; aunque profesantes, abandonan la 11:21 porque si Dios no perdonó a las ramas fe genuina (por “apostasía” 2Ts. RAMAS 2:3) pierden la bendición, caen de naturales, tampoco a ti te perdonará. SE la gracia y el Espíritu Santo las 11:22 Mira, pues, la bondad y la severidad de abandona... Dios; severidad para con los que cayeron, INJERTAN pero para ti, bondad de Dios si permaneces Del mismo modo que estas ramas EN EL en su bondad; de lo contrario también tú (comunidades) fueron injertadas 99 serás cortado. “contra naturaleza” en el olivo OLIVO? 11:23 Y también ellos, si no permanecen en su original, así un día las “ramas (11:23) naturales” (las tribus de Israel) incredulidad, serán injertados, pues serán injertadas de nuevo (v. 24). poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 11:24 Porque si tú fuiste cortado de lo que por ¡Por tanto tampoco este pasaje nos naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo habla de la salvación o de la que es natural fuiste injertado en un olivo condenación de individuos, sino de la cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las elección o rechazo del colectivo ramas naturales, serán injertados profesante! en su propio olivo? __________________________________________________ 11:25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis A MODO DE CONCLUSIÓN: este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha Iglesia: ¡no te enorgullezcas! acontecido un endurecimiento parcial hasta LA Eres Pueblo por la gracia... que haya entrado la plenitud de los gentiles; RESTAU11:26 y así, todo Israel será salvo; tal como está 1) Al final todo Israel aceptará escrito: EL LIBERTADOR VENDRÁ DE al Señor (v.26). RACIÓN SIÓN; APARTARA LA IMPIEDAD DE 2) Dios permanece fiel a Sus JACOB. DE ISRAEL promesas (v.29): 11:27 Y ESTE ES MI PACTO CON ELLOS, (11:26) CUANDO YO QUITE SUS PECADOS. El hizo su elección en 11:28 En cuanto al evangelio, son enemigos por cuanto a Israel (v.28) y no 99
“Los que cayeron” (el colectivo de Israel); “tú” (representativo del gentil en general...)
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causa de vosotros; pero en cuanto a la la ha variado... elección de Dios, son amados por causa de 3) Dios muestra misericordia a los padres; TODOS (v.32): 11:29 porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. La gracia relega todos los pre11:30 Pues así como vosotros en otro tiempo tendidos méritos a la condición de fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora se desobediencia (v. 32). Sólo en este os ha mostrado misericordia por razón de la estado de humillación estamos desobediencia de ellos, preparados para recibir el don. 11:31 así también ahora éstos han sido desoLa conclusión del propio Pablo (v. 32): bedientes, para que por la misericordia ¡Todo decreto divino, toda exclusión mostrada a vosotros, también a ellos ahora de mérito humano es para hacer les sea mostrada misericordia. extensible le misericordia A TODOS! 11:32 Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos. _________________________________________________________________ 11:33 ¡Oh, profundidad de las riquezas y de la La sabiduría divina anula toda pretensabiduría y del conocimiento de Dios! sión o vanagloria humana... (V.33) ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! ¡Y vincula toda victoria, toda 11:34 Pues, ¿QUIEN HA CONOCIDO LA elección, toda bendición y toda ALABANZA MENTE DEL SEÑOR?, ¿O QUIEN salvación a la pura gracia LLEGO A SER SU CONSEJERO?, divina! (V.35) (DOXOLOGÍA) 11:35 ¿O QUIEN LE HA DADO A EL De este modo concluye que todo se FINAL PRIMERO PARA QUE SE LE TENGA origina, se realiza y culmina por QUE RECOMPENSAR? iniciativa de la gracia divina, para la 11:36 Porque de El, por El y para El son todas exclusiva gloria de Dios (v. 36). las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén.
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