El lenguaje sobre el pecado es, en cierto sentido, el reverso y hasta la consecuencia del lenguaje sobre la imagen de Dios. Pues la diferencia del hombre consigo mismo, la superioridad sobre si en que descubrimos el dinamisme de la imagen, convierte al hombre en un ser lábil, de equilibri0 inestable. La labilidad, tan magnificamente analizada por P. Ricoeurl, no es la explicación ni la causa del pecado, pero si que es su condición de posibilidad. Y sin embargo, al revés que el lenguaje sobre la imagen divina, el lenguaje sobre el pecado tiene hoy una pésima prensa. Unos han visto en este hecho una nueva calamidad de la moral, y claman que