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:19 AÑO Xli
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BARCELONA & DE ABRIL DE 1934
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AL.M, b j ^ NUM. 272
LA REVISTA BLANCA S O C I O L O G Í A , CIENCIA, ARTE
COIABORADORES CIENCIA SOCIAL: M u N . H I . . . 1.1,1 FaUrl, Anslol C«r«llli y Hufo Tniil. «ENCÍAS FÍSICAS Y M O R A I U : M « * l Cirtiirm i» U H u . Eii«m R«l9ll y CamiU B«ni*rl. INFORMACIÓN, ARTE V CRÍTICA LITERARIA: r,i,rit, Mgnll.ny, F.llM AUll, Cari»! MaUl» y Joaqala Had» K>l(TICA, DIMOMACIA, H I H O R Í A y SINDICALISMO: RaJalf SkarfMiitalRi Solapad Cuitava, Haai Omt, Cafailaal Ei«laai y Fadarica Uralaa. TRADUCCIONES: E..alla C. CaA«, FalJaa AUli y Elay MaKIi.
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• SEMANARIO ILUSTRADO
SUMARIOS
LAS ENFERMEDADES MENTALES DE LA HUMANIDAD (conclusión), por • * * . — E L SIGLO FATÍDICO, por H . Calvo. — MANUALES E INTELECTUALES, por Hem Day. — POLÍTICA SOCIAL DE LOS GOBIERNOS, por
Germinal Esgleas. — «LA TRAGEDIA DEL AMOR», por Fedenco
Urales.
— CRÓNICAS ARGENTINAS, por / . Gigaro. •— PÁRRAFO SIGNIFICATIVO. — CONSULTORIO GENERAL. — GLOSAS : PASOS LARGOS, por Fedenca
Montseny
— ILUSTRACIONES: Esfxiña en convulsión. — «Nina de Córdobav, cuadro de ]uUo Romero dt Torres.
Admlnlitraclón: Calla Etcornalbou («ntat Gulnardó), 37
Las enfermedades mentales de la Humanidad {Conclusión) La manía pcrsecuiori.i es una enfermedad del individuo, pero se deriva de la colectiva falta de confianza, cuya difusión se ve favorecida por las dimensiones accidentales o arbitrarias de las densas concentraciones urbanas, en las que los habitantes no llegan a conocerse unos a otros. La desconfianza entre individuos se da con las mismas características entre colectividades, organismos y partidos. Dentro de ¿stos uno se fía en otro o desconfía de él pero sin garantía en ningún caso. Muchas veces una continuidad esforzada en pro de la vida solidaria acaba por sumergirse en la indiferencia y hasta en la desconfianza; o bien aparece un comité ante el cual se resignan todos a seguir siendo extraños unos a otros. Creo que tería posible reaccionar contra esta rc.ilidad lamentable mediante la rebción directa y franca que pondría de relieve y hasta en realce las cualidades útiles de cada uno, condenando, en cambio a los insolventes desde el punto de vista de la reciprocidad. í-a megalomanía y su opuesta, la angustia enfermiza, se derivan de la pestilencia autoriuria general, que hace entrever a algunos, pobres desequilibrados, la gloria dominadora, todopoderosa y universal de un personaje, el cual hace más patente en los tímidos el sentimiento de inferioridad y nulidad porque viven sin propia capacidad de reacción
ccnira los dueños del mundo. Se refugian a veces en la nada y se h.iccn más chicos, aspirando a ser invisibles. L-is mentalidades, en general, se pervierten, quedan como pendientes sobre un abismo. Si hablamos con franqueza a esos hombres, no nos comprenden o no .se atreven a comprendernos. Y queda para ellos el refugio de los partidos cnrolándoíc en ellos y obedeciendo a personajes «sensatos y respetables» que garantizan el alivio contra el pánico cerebral. i Se ha visto tanto de eso! En los últimos tiempos de Roma, en el terror milenario, en la locura de las Cruzadas, incluso en nuestros días en los Estados Llnidos, en Rusia y en Oriente... Los procedimientos mecánicos en boga, el anuncio y la publicidad, alcanzan proporciones fastuosas, pero no malograrán la vía del progreso. El delirio no puede prologarse indefinidamente ni es tampoco fuerza de capacidad creadora y razonadora. Es un estado de ánimo que elimina la fuerza perdida en el estallido, qu.:; conduce al agotamiento y a la postración, exigente esta para que la convalecencia conduzca a recuperar la íalud. j Lamentables realidades I La menor responsabilidad dcj estrago alcanza a los libertarios, ciertamente, aunque nos equivocamos con frecue.icia acerca de las verdaderas cualidadejs del hombre de termino medio, como Spcnccr trató de advertirnos
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treinta años atrás. La fuerza de la inercia y la vía de mínima resistencia que obliga a un río a rodear las colinas, esa fuerza adversa y perezosa no ha tenido tampoco en nuestra acción ni en nuestra palabra realidad compensadora. Unas décadas no pueden minar ni saltar por encima del bloque se.oular. Probablemente quedará el bloque macizo como estéril montaña atalayando la ribera que florece en tierra llana y libre. El progreso fué obra de minorías. Cuando éstas se desentienden del avance de la mayoría acaban por no influir en ésta y por no progresar aquéllas. Confiamos en que la mayoría retrógrada no hará retroceder a la minoría progre' siva y deducimos la conclusión de que tampoco ésta hará avanzar en sentido reaccionario al bloque negro. Si se comparan los momentos de libertad humana relativa con los largos siglos de servidumbre mental y física, dudo si la proporción será de un segundo de libertad por cada veinticuatro horas de servidumbre, y si comparo los elementos de progreso con la reacción, veo que los primeros son íninoritarios en extremo, reconociendo, al propio tiempo, lo que representa en estos hechos la esperanza que se pone en el espíritu subversivo, la conciencia de clase, la miseria, etc. No me parece que este reconocimiento pueda influir en mí en sentido pesimista; por el contrario, es optimista porque me da la explicación de muchas esperanzas marchitas, esperanzas que han fracasado para algunos, de ninguna manera para mí. Podemos considerarnos como hombres felices por habernos libertado de estos accesos. Estudiemos nuestro propio caso para influir de manera saludable en quienes nos rodean y parecen más predispues-
ESPAÑA
EN
CONVULSIÓN
Los guardias de Asalto custodtcndo el material escolar de un colegio subvencionado por damas catequistas que fué incendiado en Madrid por la muííitud.
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tos, más susccptíbies. Ello puede nutrir nuestroambiente y aumcnjar el número de simpatizantes,, inmunizando a éstos contra el mal. No estamos en momentos de hacer aceptar programas enteros,, cerrados, ni de eternizarnos comentando disidencias. Es el momento propicio para que se unan los espíritus sanos; y no podemos renunciar al diálogo ni siquiera con ios espíritus autoritarios no agresivos. Sí se quema un manicomio es seguro queno podrán ios médicos aquietar al loco furioso, pero tratarán de apaciguar a los locos menos excitables. Los jóvenes que sólo conocen mentalmente el mundo convulsivo de hoy, han de comprender que estas convulsiones aparecen únicamente ante la retina de los que no son tan jóvenes y de los que interpretan juiciosamente lo penoso que es transitar por la senda del progreso, como meros episodios macabros. En el fondo se trata de una actividad, paralela al asalto de ios bárbaros a la civilización, porque distinguen a ésta con su odio y la crcett causante de los males que sufren. Les parece la civilización un valor incomprensible, inaccesible. T a l vez el progreso desdeñó en exceso esas masas iner-' tes, de las que se apodera la reacción militante. La Ed^id media fué una triste realidad; pero obsérvese que las épocas negras han sido más cortasdesde entonces. De nosotros depende que se re-, duzca el eclipse contemporáneo, Nada cambió. Sólo ocurrió que las baterías del enemigo quedaron al descubierto. El enemigo es^ taba allí y nos espiaba. La enfermedad se había desarrollado en secreto. Juzgamos a los hombrespor sus obras, y sus obras fueron : 1789, 1848, la Comuna de ¡871, la actividad de los Bakunín, los Reclus, los Kropotkín, los Tolstoi... Juzgamos con espíritu solidario las vidas desinteresadas de tantos millares de militantes y de centenares de millares que estuvieron a la altura intelectual y moral que requería el momento y .supieron comprender el anhelo de nuestra voluntad. Los miiíoncs de hombres ajenos a esta solidaridad son las baterías que aparecen hoy al descubierto. Nada cambió en absoluto; pero estamos ahora sobre aviso y las posiciones son más claras. D e cualquier manera que se haga frente al peligro, ¿no puede comprenderse en definitiva que la adhesión a. teorías únicas — capaces siempre de universalidad > c p a n s i o n — contribuye a pcipcfuar el reaimen jafor,tar,o> En \ , « a de Li acrimonia que existía en,re colecíivistis y comunistas, escribir) l'arr'da dci Ma-mol su ensayo del Segundo Ctri,'nií!i , ro^ !cch-> 26 de octubre de 1889, en1 ,0 qrui r c i 'H ji A iirqu.-ilí sm adjelivos». En l a H i f ' t - G. . ' íBircr'oni) ftcln 5 de cnrro de i i t^c A ,i-