La Romanización. Un pasado con muchas incógnitas

2 La Romanización Almudena Domínguez Arranz Un pasado con muchas incógnitas Hablar de la arqueología de la Hoya de Huesca es sobre todo referirse a

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La Romanización Almudena Domínguez Arranz

Un pasado con muchas incógnitas Hablar de la arqueología de la Hoya de Huesca es sobre todo referirse a su municipio donde una paciente investigación arqueológica desde hace al menos una década está permitiendo ir colocando las piezas de un puzzle que se presenta aún con muchas incógnitas. Por fortuna se ha superado la fase de provisionalidad, de prospección visual y hallazgo fortuito aunque sea lo que caracterice al resto de la comarca sin embargo: noticias y hallazgos la mayor parte de las veces inseguros o de difícil confirmación nos llevan a lugares de la Sotonera, Alerre, Apiés, Albero Alto, Velillas, etc., para recordarnos que en la segunda mitad del primer milenio antes de la era la Hoya contaba con una diversidad de asentamientos de tamaños distintos. Estas gentes buscaron asentarse en lugares elevados, con una buena orientación, protegidos de las incursiones externas o acciones de pillaje, así los oppida de Betance (Bolea), Castillón (Puibolea), El Lobo (Albero Alto), La Sarda o de San Bartolomé (Velillas). Es lógico pensar que el oppidum que precedió a la Osca sertoriana siguió idéntico planteamiento al instalarse sobre un terreno elevado donde el Isuela le aseguraba protección por el norte y el este, aprovisionamiento de agua y materias primas y buena comunicación con los núcleos del entorno. La necrópolis descubierta en el ensanche suroeste de la capital es el único testimonio de uno de estos núcleos. Un reducido grupo, que probablemente eligió el cerro próximo de San Jorge para afincarse, incineraba a sus difuntos y guardaba sus restos bajo túmulos de piedra, como puede documentarse igualmente en Bolea, Novales, Puiyéqueda. Sólo a partir de siglo II a.C. es cuando disponemos de los indicios más sólidos de huellas de poblamiento que coinciden con lo que se denomina fase final de la cultura ibérica. Cerámicas ibéricas se han identificado en los niveles estratigráficos más bajos de la plaza de Lizana y de los solares donde se alzan los edificios de la Diputación Provincial y del Archivo Histórico, entre otros. Las monedas acuñadas por entonces aportan la única refe-

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Escultura romana de Bolea

rencia al nombre más antiguo de la ciudad, Bolskan, que por otra parte no aparece mencionado en ninguno de los textos de los escritores griegos y romanos. Diversos escritos de los tres primeros siglos después de la era, aportan pocos datos del período anterior y en todo caso se centran en la figura de Quinto Sertorio y su relación con la ciudad. Este personaje, uno de los más controvertidos de la historiografía romana, enfrentado en Roma al gobierno de Sila, llegó a nuestras tierras en el año 82 a.C. donde protagonizó las guerras sertorio-pompeyanas. La mayoría coincide en resaltar lo perjudiciales que fueron estos enfrentamientos, siendo posiblemente el motivo de la destrucción de varios poblados de la Hoya de Huesca castigados por su adhesión al carismático nurso. Osca, junto con Calagurris (Calahorra) e Ilerda (Lérida), constituyó una de las posiciones clave de Sertorio frente a Cneo Pompeyo, militar enviado por Sila para someterle. Ello no impediría que, más tarde, durante las guerras de las Galias, Osca se posicione del lado del partido cesariano contribuyendo a la victoria definitiva de César en Hispania. Sertorio quiso convertir nuestra ciudad en una pequeña Roma y en la sede de su gobierno. Consiguió atraer a su causa a los hijos de los nobles indígenas a los que ofrecía educación romana y la promesa de participar en el gobierno de la ciudad. Su biógrafo, Plutarco de Queronea, nos revela éstos y otros aspectos relacionados con su vida y con el desarrollo de la guerra. Sertorio no sólo acabó siendo derrotado por Pompeyo sino que además tuvo un trágico final, abandonado y traicionado por sus propios colaboradores, uno de los cuales, Perpenna, planeó su asesinato. Concluyó así la resistencia a Roma. Es lo poco que se sabe del período de referencia puesto que la arqueología no ha llegado a desvelarnos otros detalles más concretos, ni de la ciudad ni de los enclaves de su entorno; quizás los bloques de talla ciclópea y las ruinas descubiertas en la confluencia de las calles del Desengaño y de Doña Petronila, se puedan atribuir al momento. Es de suponer que este vacío de información esté motivado por la destrucción, decadencia y expolio de la ciudad que tuvo lugar entre el final del gobierno de Sertorio y el principado de Augusto.

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Una moneda emblemática: el denario de Bolskan (A.D.A.)

Entre mediados del siglo II y poco después de los años 50 a.C., el denario bolskano fue una moneda de curso legal muy difundida en buena parte del territorio peninsular en general y en el entorno de la antigua Bolskan en particular. Esta moneda de plata circuló junto a muchas otras especies monetarias emitidas por otras ciudades ibéricas y celtibéricas, y las que los soldados, comerciantes y funcionarios de la administración romana traían en sus bolsillos. Los dirigentes de los oppida indígenas se vieron impelidos a acuñar moneda de plata y de bronce debido a la coyuntura de la guerra que propiciaron los romanos para disponer de las materias primas de la Península Ibérica, en principio, y anexionar el territorio más tarde. Para mantener los gastos durante el conflicto se impone el pago al invasor de impuestos en especie (cereal, lana, lingotes) y en moneda. La llegada de tan diferentes clases de moneda puso ante los bolskanos multitud de modelos entre los que optaron por un tipo que adaptaron a su mentalidad. No es la cabeza de una divinidad o alegoría (Atenea, Hércules, Roma), ni la mitología al uso entre los griegos, cartagineses y romanos la que finalmente reflejen sobre el anverso de la rodaja de metal sino que, adoptando esquemas de representación similares, se inclinarán por figuras con las que tal vez se identificaban más. La cabeza barbada de los anversos, flanqueada por un delfín, nos sitúa ante la abstracción de un representante de la aristocracia o élite local, heroizada o divinizada, y los caballos o jinetes armados con lanza repetidos invariablemente sobre los reversos adoptan actitudes similares a otras representaciones en estelas, cerámicas y objetos de metal decorativos. No conocemos el nombre de ninguno de los magistrados ibéricos responsables de velar por la acuñación monetaria, pero sí el de la ciudad a través del epígrafe escrito con letras ibéricas en los reversos. Significa, al modo de la polis griega, que la ciudad (a través de la asamblea de ciudadanos) era la autoridad soberana y como tal la que tenía la facultad de autorizar la emisión de moneda, aún respetando las normas impuestas por los invasores.

Denario de Bolskan, anverso

Denario de Bolskan, reverso

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Urbs Victrix Osca: de poblado a municipio romano Huesca fue municipio romano, «ciudad victoriosa» como rezan las leyendas de las monedas. Una fórmula jurídica que fue utilizada por los romanos para otorgar a los habitantes de las provincias la condición de ciudadanos romanos conservando sus costumbres. Son precisamente las monedas las que nos aproximan al momento en que pudo producirse este cambio, entre 38 y 27 a.C., cuando Augusto estaba al frente del gobierno de Hispania pero no del estado romano. La primera fecha se deduce del acontecimiento que conmemoran las piezas de plata acuñadas a nombre de Domicio Calvino (procónsul en Hispania entre 39 y 37), es decir su victoria sobre los cerretanos sublevados, en ellas la alusión al topónimo latino sin más es significativa por sí misma, en tanto que la leyenda MV OSCA de las monedas emitidas durante el Principado de Augusto, antes del año 27, refleja la condición de municipio que más tarde adoptará la mención VRBS VICTRIX OSCA. Para llevar a cabo esta política de municipalización fue necesario trasladar desde Roma importantes contingentes militares y funcionarios sobre todo entre el 218 y 19 a. C. Disponer de buenas carreteras era imprescindible para el éxito de las operaciones militares y consolidación de los territorios anexionados, a esta tarea se dedicaron con intensidad los romanos construyendo obras de fábrica (puentes de Pertusa sobre el Alcanadre y de Fornillos sobre el Flumen) e importantes calzadas que atravesaban el territorio. Más adelante este planteamiento más bien político-estratégico dejará de estar en primer plano para pasar a ser prioritario el mantenimiento de la estructura administrativa creada y el fomento de las relaciones con el resto del Imperio. Un miliario hallado en el límite entre los municipios de Valbona y Tamarite es buen testimonio de la preocupación por el mantenimiento de una calzada muy transitada. Era la vía que unía Tarraco con el norte de Hispania, pasaba por Ilerda y antes de tomar la dirección de Caesaraugusta hacía un quiebro subiendo hacia Osca.

Vía romana a su paso por Pertusa

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Setenta millas de recorrido según los itinerarios oficiales separaban Ilerda y Osca, y aún pueden contemplarse huellas de las rodadas de carros en algunos puntos como en Pertusa, a 19 millas de Osca. Hacia Caesaraugusta la vía seguramente llevaba la dirección del camino viejo de San Jorge y el trayecto de la actual carretera que une las dos capitales.

A distancias regulares, en torno a quince millas o millia passum (una milla equivalía a kilómetro y medio más o menos) había lugares de descanso o cambio de postas, las mansiones o mutationes. Por ejemplo, entre Osca y Bourtina (Almudévar) había 12 millas, 18 entre esta última y Gallicum (entre Zuera y San Mateo de Gállego), y 15 hasta Caesaraugusta. En Gallicum confluía además la vía paralela al Gállego- que desde la capital del convento caesaraugustano remontaba hacia el Pirineo y se bifurcaba a la altura de Ebellinum (Ayerbe), un ramal se dirigía hacia el Somport y el otro hacia Summo Pirineo. Tierz, Cuarte, Quicena, Siétamo, Nueno, Quinzano, Plasencia, Cillas, acogieron pequeños villorrios situados a tantas millas de la ciudad como algunos de sus nombres apuntan y a los que servía de enlace una red de caminos que no figuraba en los itinerarios romanos. Algunos de estos caminos de segundo o tercer orden han dejando sus huellas a su paso por Fornillos, Nocito, Apiés, Santa Eulalia. Cualquier ciudadano podía conocer el estado de la red de las carreteras en las oficinas de las principales ciudades. Una lápida dedicada a un soldado oriundo de Osca, veterano de la IX Legión Hispana o Macedónica, documenta estos desplazamientos de oscenses que sirvieron al ejército romano. El territorio que atravesaba esta vía tenía grandes potenciales ganaderos y agrícolas y Osca se pudo aprovechar de ellos gracias a los pequeños núcleos del entorno que le procuraban el abastecimiento. Son las villae, modalidad de poblamiento rural que existía ya desde el s. I pero que se desarrolla a partir del II como culminación del proceso de privatización de la tierra que llevaron a cabo los romanos. En el subsuelo del edificio de la Diputación Provincial se pueden visitar los restos de una de estas villae extramuros. También hacia el norte de la población quedan los vestigios de las villae de La Magantina, Bajo Cuesta en Apiés y La Corona en Bolea, entre otras. La mayoría de estos núcleos rurales se conocen a través de noticias de viajeros y cronistas o de indicios superficiales (Ortilla, Quinzano, Estrecho Quinto, Quicena, Pompién, Novales, Nueno, Igriés, Campo Vallés, Huerrios). Disponían de sólidos edificios con usos residenciales, almacenes, graneros, establos, y en ocasiones podían contar con baños privados, como las villas del Cuatrón de la Pesquera de Alerre y Maró en Sangarrén. Los objetos y utensilios descubiertos tanto en las casas como en las instalaciones industriales muestran la actividad y relaciones que Osca desarrolló no sólo con los núcleos de su entorno sino también con otras ciudades del Imperio. Vajillas de barniz negro (campanienses) o de color rojizo (sigillatas),

Villa de Bajo Cuesta, camino de Apiés

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llegaron desde Italia y la Galia, también recipientes de cerámica fabricados en alfares hispanos, objetos suntuarios (vidrios, joyas), o bien productos que por sus características no se han preservado.

La ordenación del espacio urbano Osca estaba ubicada en un emplazamiento en altura, su cota más alta, sobre 490 m, está en torno a la Catedral. La forma ovalada de este promontorio y su accidentada topografía predeterminó el urbanismo. Una muralla, con un espesor entre 2,5 y 3,5 m, constituida por dos paramentos paralelos, rellenos de cascajo, reforzada a distancias regulares por torres de vigilancia, le daba protección. Este vallum estuvo bajo el actual recinto amurallado y su perímetro pudo coincidir en parte con el de la muralla medieval aunque no es seguro, así por el norte estaría entre la Porteta y plaza de Lizana, las calles Desengaño y Pedro IV, por el sur quizás siguiera Desengaño hacia la plaza de la Moneda rodeando las de San Pedro y López Allué, en dirección a la calle Aínsa. La muralla cumplió una función defensiva hasta la Edad Media en que los sucesivos asaltos la hicieron casi desaparecer. Los documentos históricos dan cuenta de la intensa actividad de reconstrucción llevada a cabo y el proceso de destrucción imparable desde fines del XV. Es significativo el nombre de La Pedrera que se da a un sector entre la muralla actual y la calle Desengaño, donde debieron haber restos de edificaciones o muros romanos. Aunque la muralla actual en sus fundamentos responde al sistema constructivo empleado en época califal, es probable la reutilización de sillares romanos. El solar excavado entre la calle de las Cortes y la plaza de la Catedral ha confirmado el expolio de que fue objeto la ciudad entre el período medieval y moderno, las edificaciones muestran en sus cimientos el reaprovechamiento de los sillares romanos. Es decir que el tramo del cursum o del Coso, enmascarado hoy por las construcciones domésticas a las que sirve de trasera, quizás pueda mostrar en el futuro la coincidencia en profundidad con el muro de fundación de la ciudad.

Fragmento de la muralla romana de Osca

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Como todas las colonias o municipios romanos Osca debió disponer de un foro donde se cruzaban las dos vías principales, el kardo maximus, con dirección norte-sur, y el decumanus maximus, de este a oeste, a partir de los cuales se trazaron las restantes calles, y la prolongación de las calzadas de entrada o salida de la ciudad. Estas líneas maestras ordenaban el espacio

en cuatro partes: pars sinistra, pars dextra, pars antica y pars postica. La accidentada topografía oscense imposibilitaba trayectos rectilíneos dando como resultado espacios o manzanas de casas irregulares, situados a distintos niveles que había que salvar a través de rampas o escaleras. La ciudad augústea por tanto no pudo desarrollar un urbanismo ortogonal con calles trazadas a escuadra, insulas regulares y un área céntrica, el vicus forensis, que aglutinaba las zonas residenciales y las de uso público. La ubicación del foro sigue siendo una incógnita. Quizás estuviera entre el Ayuntamiento y la Catedral donde coincidiría el cruce del kardo, el eje longitudinal desde la plaza de San Lorenzo, atravesaría la de San Pedro y por la calle Zarandia hacia la plaza de la Catedral, calle de Quinto Sertorio y plaza de la Universidad, una de las zonas más elevadas de la ciudad y modificada por el asentamiento de la zuda o alcazaba musulmana. El decumano, perpendicular, vendría desde la plaza de Lizana por la Costanilla de Ricafort en dirección a la Porteta, uno de los accesos. Entre la calle Zarandia y la plaza de la Catedral aparecieron restos de un tramo de calzada, que podría interpretarse como el pavimento de la hipotética plaza romana. Aunque es un riesgo fijar las direcciones de otros viales romanos a partir del urbanismo actual, no deja de ser notable la perpendicularidad que hay entre las calles de Doña Petronila, Las Cortes y Artigas que con el tramo de Desengaño cierra un área cuadrangular, vestigio tal vez de las sucesivas ampliaciones romanas. Ninguno de los grandes edificios que, en teoría, aglutinaba el foro romano se ha conservado, si bien los recientes hallazgos en la zona sudeste de la ciudad (Círculo Católico, El Temple, C/ Petronila y Alfonso de Aragón) introducen datos dignos de tener en cuenta. La basílica o curia, punto de encuentro de los ciudadanos a la vez que lugar destinado a la administración de justicia y funciones comerciales. Las noticias de los cronistas de siglos pasados sobre arquitecturas romanas vistas debajo del actual baptisterio de la Parroquia, claustro de la Catedral y Museo Diocesano no están confirmadas. Acaso se descubra bajo la Catedral el emplazamiento de alguno de estos edificios o de otras instalaciones, como baños públicos. Se conserva en el Museo Provincial un brazo de bronce de gran talla hallado en este sector, perteneciente a una escultura monumental. Aparte de los edificios con funciones administrativas o judiciales, templos como el descubierto junto a la plaza de San Pedro, estructuras sanitarias, lugares de reunión y establecimientos con otras funciones, también edificios de utilidad pública, como almacenes, factorías, tiendas, estaban los dedicados al espectáculo y ocio en general: teatros y anfiteatros. Una ciudad de la categoría de Huesca contó también con un teatro, como lo confirman los recientes hallazgos de la calle Canellas 5 y tal vez un anfiteatro que no conocemos por ahora. El topónimo de Las Mártires en un cerro situado hacia el nordeste de la ciudad es bastante significativo porque nos puede recordar la ubicación de un anfiteatro, destinado más tarde a los martirios como se conoce en otras ciudades.

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En cuanto a las casas, al menos en una primera fase, debían asemejarse a las de la colonia Celsa (Velilla de Ebro): a través del vestíbulo se llegaba a un espacio central, a cielo abierto o cubierto, al que daban un número variado de estancias con funciones diversas, y un huerto al fondo. Los suelos que cubrían los pisos de las viviendas, paredes y techos estaban cuidadosamente acabados y con frecuencia estucados y pintados, como se ve en las casas descubiertas en la plaza de Lizana y en el solar del antiguo Convento del Pilar donde los edificios principales se disponían en torno a patios o zonas ajardinadas con aljibes para recoger las aguas pluviales. En los pavimentos se utilizaban sistemas de impermeabilización sobre todo si estaban expuestos al aire, a tal fin se aplicó el opus signinum, un suelo de mortero hecho a base de cal, arena y cerámica machacada de tono rojizo y luego pulido. En viviendas de ciudadanos de mayor nivel social, como la investigada en el antiguo Hospital de Ntra Sra de la Esperanza (hoy centro universitario en la plaza de la Universidad), se utilizaban materiales de mayor riqueza y vistosidad: suelos de mosaicos elaborados a base de tessellae, pequeñas piedrecillas recortadas, blancas y negras o de colores que se iban colocando componiendo orlas y temas de diversa índole. Estos grandes establecimientos podían disponer también de pozos utilizados como graneros para preservar el cereal y aislarlo de la humedad. Gran preocupación tuvieron los romanos por el aprovisionamiento de agua potable y la evacuación de las residuales. Para conseguir agua potable excavaron pozos artificiales, abrieron túneles o galerías o construyeron cisternas. Estas se distribuían por distintos sectores o barrios de la ciudad, como la descubierta en la calle del Temple que aseguraba la llegada de agua a una de las zonas altas de la ciudad. La distribución se hacía por tuberías de mampostería, plomo o cerámica, que canalizaban el agua hacia las fuentes públicas de normal abastecimiento, las ornamentales o ninfeos, termas, establecimientos industriales, edificios públicos y residencias privadas de las familias nobles o de los simples ciudadanos. En el solar de la plaza de Lizana en un nivel inferior al de la calzada a cuyos lados se distribuían las viviendas apareció una canalización con esta última función. Otras obras de enorme envergadura, las cloacas, construidas bajo el trazado viario, contribuían a encauzar las aguas negras hacia el río. Esto no era siempre así, pues el vertido podía ir directamente a las calles o extramuros: hay referencias acerca de la existencia de una salida de cloaca junto al antiguo Palacio Episcopal, y restos arqueológicos en el solar del Círculo Católico, en la plaza de San Pedro. Unas y otras obras estaban relacionadas también con la construcción de termas en todas las ciudades romanas. Inicialmente establecimientos privados, luego conjuntos públicos distribuidos por distintos sectores del entramado urbano, fueron reflejo de la constante preocupación por la higiene y limpieza, pero también muy celebrados como lugares de reunión. Una compleja sucesión de estancias dedicadas a baños a diferentes temperaturas, masajes o gimnasia, podía complementarse con otras dependencias para usos diversos, como biblioteca. Determinadas noticias de historiadores nos aproximan a los lugares donde debieron instalarse algunos de estos baños, de difícil comprobación hoy, entre la Iglesia de la Compañía y la plaza de López Allué y en el solar de la antigua Residencia Provincial.

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La administración del municipio Osca perteneció a la provincia Tarraconense y, dentro de esta, al Convento Jurídico Caesaraugustano. El gobierno de esta circunscripción mayor que era la provincia estaba a cargo de un legado de Augusto que gozaba de amplios poderes, asistido por otros altos cargos y un cuerpo de funcionarios. Los conventos fueron creados para facilitar la administración provincial y disponían de una asamblea encargada de controlar cuestiones de interés común. Entre los magistrados con responsabilidades de gobierno en el municipio estaban los duunviros, algunos de cuyos nombres son conocidos por las monedas oscenses, eran los de mayor rango, con competencias administrativas y judiciales y en materia de acuñaciones monetarias. Les seguían en orden de importancia los ediles, encargados del funcionamiento y el orden, ocasionalmente responsables de la acuñación de la moneda fraccionaria, y los questores, administradores de la economía. Junto a las magistraturas estaban los colegios sacerdotales cuyos miembros, encargados de los cultos de la ciudad y al emperador, gozaban de gran prestigio. Lo advertimos a través de dos epígrafes oscenses que se refieren a estos seviri y flamines augustales: el de L. Sergio Quintillo y L. Cornelio Febo, dedicantes de una lápida a la victoria de Augusto, y al parecer libertos privados responsables de organizar el culto imperial; y el de M. Marco Nepote, un duunviro que llegó a ser sacerdote, máximo cargo al que podía aspirar un magistrado municipal. El culto a la familia imperial tuvo gran aceptación en Hispania y en particular en Osca por su similitud con la devotio ibérica y el vínculo de clientela que estaba muy arraigado entre los hispanos. También lo tuvo el culto a los dioses protectores que formaba parte de la tradición. La representación de la Venus Victrix que figura en un espléndido sello de ágata azul descubierto en las excavaciones de la plaza de la Moneda, es un dato a considerar en relación con este hecho; la diosa, en principio relacionada con la protección de la naturaleza, se convirtió rápidamente en protectora de los hombres de estado. Osca, como otras ciudades, después de Augusto, sufrió sucesivas e importantes transformaciones urbanas. A mediados del s. III asistimos a una serie de hechos generalizados en el Imperio, la anarquía militar, las presiones de los bárbaros en el limes o la difusión del cristianismo, pero sus repercusiones reales no alcanzamos a describir por falta de información escrita y arqueológica.

Bibliografía DOMÍNGUEZ ARRANZ, A., Magallón Botaya, A., Casado López, P., Carta Arqueológica de España: Huesca. Diputación Provincial de Huesca, Huesca 1983. DOMÍNGUEZ ARRANZ, A., Nacimiento y desarrollo del centro urbano: la romanización, en C. Laliena (Coord.), Huesca: Historia de una ciudad. Ayuntamiento de Huesca, Huesca 1990, pp. 39-62. DOMÍNGUEZ ARRANZ, A., Medallas de la Antigüedad: las acuñaciones ibéricas y romanas de Osca. Ayuntamiento de Huesca, Huesca 1991.

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El área monumental de la Urbs Victrix Osca José Luis Cebolla Berlanga, José Ignacio Royo Guillén

y

Francisco Javier Ruiz Ruiz

Los hallazgos realizados en los últimos seis años (2001-2006) son los que han aportado los resultados más novedosos, completando y en ocasiones matizando la información que teníamos hasta la fecha respecto al área monumental y pública de la Osca romana. La falta de publicaciones y estudios monográficos de los hallazgos más representativos de este último periodo de descubrimientos, hace todavía más necesaria esta labor de difusión, como paso previo y obligado a su investigación definitiva. La situación estratégica de la ciudad ibérica de Bolskan y sus tempranos contactos con Roma, favorecieron sin duda su temprana romanización, a juzgar por los materiales muebles recuperados en varios solares, que muestran evidencias de contactos comerciales permanentes y fluidos ya desde la primera mitad del siglo II a. C. y que culminarán con la elección de esta ciudad como centro de las operaciones políticas y militares del general Sertorio, durante el primer tercio del siglo I a. C. Los hallazgos producidos en diversos puntos de la ciudad, pero especialmente los acaecidos en su cuadrante Suroriental, en los solares del Círculo Católico, solar del Temple y en la C/. Petronila, permiten identificar un conjunto arquitectónico de carácter público y vinculado al área del Foro republicano. De especial interés es el solar excavado en el antiguo Círculo Católico, donde se ha recuperado un pequeño templo o Sacellum in antis situado en el cruce de dos calles romanas, cuyo culto pudo estar asociado al dios Dionisos-Baco. Una de ellas es un disco de mármol incompleto decorado en sus dos caras con representaciones de máscaras teatrales relacionadas con la tragedia y la comedia, pieza conocida como oscillum. También hay que destacar el vaso de paredes finas firmado por el alfarero riojano Caio Valerio Verdullus, en el que aparecen representaciones en relieve de carácter dionisiaco. Junto a este edificio religioso, se han podido identificar otros que aparecen rodeando el citado templo y presumiblemente se extenderían al área delimitada por los viales romanos de la calle Alfonso de Aragón y de la Plaza de Latre. Se trata de edificios de planta rectangular construidos con sillares almohadillados colocados en seco. La técnica edilicia de este conjunto urbanístico y los materiales muebles recuperados dentro de los mismos, permiten relacionarlos con el centro social y religioso de la Osca sertoriana, en consonancia con la importancia estratégica, comercial y militar de la misma durante la primera mitad del siglo I a. C. El trágico fin de Sertorio y el decidido apoyo de la ciudad a César en la batalla de Ilerda, le valió el agradecimiento de Roma y su conversión en Urbs Victrix Osca. Esto supuso la incorporación definitiva al modelo político, económico y social de la metrópoli, que se tradujo en la construcción de nuevos edificios, desmantelando algunos del

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foro sertoriano, como parece documentarse en las cimentaciones de las edificaciones imperiales del solar de la C/. Alfonso de Aragón, donde se utilizan gran número de sillares moldurados de idéntica tipología que el basamento del templete del Círculo Católico. Con el fin de la República y la llegada del Imperio, los romanos dotan a la ciudad de Osca de un centro monumental y público con edificios de funcionalidad civil o comercial característico de una urbe de su importancia. De este momento contamos con dos conjuntos excepcionales. El primero se encuentra en las edificaciones recientemente descubiertas en el solar de la C/. Alfonso de Aragón 6-10 vinculadas con el Foro imperial e identificadas con un gran edificio con patio central y estancias adosadas a los lados. El edificio se halla construido con grandes sillares tallados en espiga, colocados en seco y asentado sobre los restos tal vez del foro republicano. Dicho conjunto constructivo que refleja la pujanza económica de la ciudad imperial se asociaría a un posible mercado público enmarcado al menos por dos viales que lo delimitarían por el Oeste y por el Sur. En otros casos, se produjo la remodelación de otras edificaciones anteriores y una nueva reordenación urbana, plasmada también en la red viaria y en las estructuras artesanales, domésticas e industriales documentadas hasta la fecha en solares como los de la C/. Dormer 10-12 o Plaza de la Catedral 3. A todo ello hay que añadir una importante conducción de agua, acequia o acueducto aparecida en la C/. Joaquin Costa, que puede considerarse como el primer resto claro del abastecimiento de agua a la ciudad de Osca. Como parte integrante de este gran conjunto monumental de carácter excepcional, se levanta el teatro, cuyos primeros restos se han localizado en la C/. Canellas 5 y cuya fecha de construcción debe situarse a mediados del siglo I de la Era, durante el reinado de Tiberio. Presenta evidentes similitudes constructivas con el teatro de Caesaraugusta, como demuestra la utilización de sillares de arenisca embutidos en la obra de opus caementicium. El espacio teatral se construyó en el extremo Sureste de la ciudad, localizado entre la C/. Canellas, C/. Peligros y Plaza de la Moneda, fosilizándose parte de su trazado en la trama urbana que ha llegado hasta nosotros, como puede observarse en el actual parcelario de este sector de la ciudad e incluso en las fotografías aéreas de este barrio. En un patio de un edificio en rehabilitación situado en la C/. Canellas 5 y en un espacio inferior a los doscientos metros cuadrados, se ha documentado una cámara radial o camarae destinada a sostener el graderío o cavea. Al exterior de esta cámara se abre un espacio con dos pilares centrales y un muro de opus cuadratum que podría corresponder a una galería cubierta o pórtico lateral del teatro. Aunque por el momento no se han documentado hallazgos muebles relacionados con este edificio, estos elementos constructivos así como su técnica edilicia permiten identificar una pequeña parte de lo que sin duda fue uno de los teatros importantes del Conventus Iuridicus Caesaraugustanus, junto a los otros dos conocidos en Bilbilis Augusta y en la propia capital Caesaraugusta. Este teatro debe pues relacionarse con la zona monumental y pública de la Osca romana, situándose en el entorno inmediato del Foro de la ciudad, junto a los otros elementos de carácter político, civil y religioso vinculados con el mismo.

Bibliografía AGUILERA ET ALII (1987). El solar de la Diputación Provincial de Huesca: Estudio Histórico Arqueológico. Huesca. JUSTE, N. (1994). «Excavaciones en el solar del Círculo Católico (Huesca): Un fragmento de la ciudad sertoriana». Bolskan, 11. Huesca, pp. 133-171. JUSTE, N. (1995). Huesca: Más de dos mil años. Arqueología urbana (1984-1994). Ayuntamiento de Huesca. Huesca. JUSTE, N. (2000). «Bolskan-Osca, ciudad iberorromana». Empuries, 52. Generalitat de Catalunya. Barcelona, pp. 87-106.

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