LA RUTA DE LAS ESTRELLAS Miquel Serra-Ricart. EL CIELO DE CANARIAS Antonia Mª Varela y Casiana Muñoz-Tuñón

TIEMPO Y CALENDARIO EN LAS CULTURAS CANARIAS Juan Antonio Belmonte Avilés 10 años de una línea de información La astrofísica moderna es hoy una cienc

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TIEMPO Y CALENDARIO EN LAS CULTURAS CANARIAS Juan Antonio Belmonte Avilés 10 años de una línea de información

La astrofísica moderna es hoy una ciencia de moda porque nos permite acercarnos a los límites del universo conocido. Desde hace milenios, la astronomía ha desempeñado un papel similar haciendo muchas veces de conexión entre cielo y tierra, entre lo divino y lo humano, entre lo abarcable y lo inabarcable. La moderna disciplina de la astronomía cultural (Selin, 2000; Belmonte, en prensa) estudia precisamente esta relación a través de la arqueoastronomía y la etnoastronomía. En particular, la primera se ocupa de la interrelación entre astronomía y paisaje, entendido como un todo, o cómo diversas culturas han plasmado en sus edificaciones sus ideas sobre el cosmos, bien orientándolas astronómica o topográficamente o recreando en ellas diversas imágenes de su cosmovisión, entre ellas, de su forma de entender y estructurar el tiempo (Belmonte, 1999). La segunda, por el contrario, lidia con sociedades aún vivas donde es posible intercambiar información con alguno de sus miembros para que nos hable de su propia percepción del cosmos o de los usos y costumbres de su cultura con relación a las “cosas del cielo”. En este artículo vamos a hacer un breve apunte sobre estos dos aspectos referidos a las culturas que pueblan o poblaron el archipiélago canario. /Página 2.

LA RUTA DE LAS ESTRELLAS Miquel Serra-Ricart

Sin lugar a dudas, los mayores espectáculos de nuestro planeta se encuentran en los cielos. La observación de un eclipse total de sol, una aurora boreal o una tormenta de estrellas no dejan a nadie indiferente. En el artículo podrás encontrar la historia de un grupo de entusiastas que desde el año 1998 viajamos por el planeta en busca de los grandes espectáculos celestes. En el año 2004 un grupo de estudiantes canarios se unieron a nuestra expedición dentro del proyecto sociocultural, financiado por la Obra Social y Cultural de CajaCanarias, “La Ruta de las Estrellas”. /Página 16.

Ciencia, aventura y conservación: especial INSTITUTO de ASTROFÍSICA de CANARIAS

EL CIELO DE CANARIAS

Antonia Mª Varela y Casiana Muñoz-Tuñón El cielo en las cumbres del archipiélago canario, especialmente en Tenerife y La Palma, hace de nuestros observatorios unos de los mejores enclaves del mundo para estudiar el universo. La calidad de imagen es excelente y las condiciones climatológicas y geográficas son idóneas para la observación. Actualmente, el observatorio del Roque de Los Muchachos (La Palma) y el observatorio del Teide (Tenerife), junto con Hawai (Mauna Kea) y La Silla y Paranal en Chile, constituyen los observatorios de referencia para la instalación de los nuevos telescopios del futuro. /Página 22.

EL ALUMBRADO DE MAÑANA Federico de la Paz y Javier Díaz Castro

Desde sus inicios, la Ley para la protección de la Calidad Astronómica de los observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias tiene unos objetivos bastantes definidos en lo que se refiere a mantener y mejorar en lo posible las magníficas cualidades del cielo de las islas Canarias. Y aunque con este propósito se llevaron a cabo numerosas actuaciones en las instalaciones de alumbrado de exteriores, para disminuir los efectos adversos de la contaminación lumínica en los observatorios del IAC, otros aspectos como la seguridad en las vías públicas, un mayor ahorro energético y una mejora en los aspectos medioambientales fueron los que realmente calaron en la sociedad, haciendo de la Ley del Cielo un modelo en la lucha contra la contaminación lumínica. /Página 30. 1

Juan Antonio Belmonte Avilés

TIEMPO Y CALENDARIO EN LAS CULTURAS CANARIAS

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E

n torno al cambio de la Era, poblaciones paleoberéberes procedentes del noroeste de África colonizaron el archipiélago canario en un proceso cuya completa comprensión aún se nos escapa. En realidad, todavía no sabemos a ciencia cierta si arribaron por su cuenta o los trajeron, aunque esta segunda posibilidad cobra más fuerza cada día. En este último caso, otro problema es quién y cuándo llevó a cabo ese proceso colonizador: los cartagineses, antes de la destrucción de Cartago en el 146 a.c., o los romanos y sus aliados, en una época ligeramente posterior. Tampoco sabemos si la colonización se produjo en una o varias arribadas, si cada isla fue poblada por una tribu diferente, lo que se podría inferir de ciertos aspectos culturales, o si ésta fue progresiva, desde las islas orientales, colonizadas en primera instancia, hacia las occidentales. En nuestra opinión, una colonización planificada y quizás forzada apoyaría la idea de una única arribada con diferentes tribus, cuyos nombres se pueden rastrear sin problemas en el norte de África, establecidas en islas distintas: canarios en Gran Canaria (los canarii del Atlas o los devoradores de “kanara” de Djerba), gomeros en La Gomera (los gomera del sur de Túnez o del Rif), chineches (o guanches) en Tenerife (los cinithi del Golfo de Gabes), (ben)ahoaras en La Palma (los baniures de Mauritania o los awara del Aures) y majos en Fuerteventura y Lanzarote (los maxies o macies de Tripolitania). El caso de los bimbaches de El Hierro es más complicado. Todas ellas poseían culturas ligeramente diferentes aunque dotadas de un cierto barniz colectivo debido a su lugar común de procedencia, el África mediterránea.

Lo que sí que parece cierto es que los nuevos colonos importaron con ellos muchas de las costumbres y tradiciones de que habían disfrutado en su tierra de origen. Entre estas tradiciones figuraban con toda probabilidad sus cultos, que, al igual que sus congéneres libios del norte de África, se centraban sobre todo en el culto al sol, a la luna y a los planetas, tal y como ha recogido Tejera (2001) al analizar las crónicas y las fuentes escritas en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores a la conquista y colonización del archipiélago por la Corona de Castilla a todo lo largo del siglo XV. Esta importancia del sol y de la luna queda patente también en su uso como marcadores del tiempo, factor éste recogido igualmente en las crónicas y las primeras fuentes históricas (Jiménez, 1990). Las dos luminarias son las fuentes naturales para el cómputo básico del tiempo. El sol, en su movimiento diurno y anuo, genera dos de los ciclos básicos, el día y el año. Este último, se puede estructurar mediante la observación del desplazamiento anuo de la salida o la puesta de sol en el horizonte o mediante la sombra proyectada en el momento de su culminación, de forma que quedará caracterizado por los dos solsticios, el de verano y el de invierno, momentos en que, como su nombre indica, el sol se estaciona y cambia de sentido en su viaje a lo largo del horizonte, y, en el caso de algunas sociedades más avanzadas, por los equinoccios. Hay que matizar el concepto de equinoccio al que se pueden dar tres definiciones que pueden conducir a fechas muy diferentes en el ciclo anual. Veamos cuáles son:

• El equinoccio astronómico verdadero o momento en que el sol tiene declinación 0º, al cruzar el ecuador celeste. Es una definición matemática relativamente abstracta y requiere de una concepción especial del cosmos y de un cierto nivel de conocimiento científico, aunque no es difícil determinar por procedimientos astronómicos relativamente sencillos pues, por ejemplo, la sombra del sol en este día describe una línea recta. • El punto temporal medio entre los dos solsticios, también llamado equinoccio megalítico por ser característico de este

mes sinódico, la generadora del otro ciclo temporal por excelencia: el mes. Sin embargo, a los dos anteriores, se suma casi siempre un fuerte componente estelar en la forma de medir y estructurar el tiempo. Numerosas sociedades, incluso en la actualidad, como veremos después, usan los ortos y ocasos de algunas estrellas o asterismos importantes para organizar su tiempo. En general, no son unos ortos y ocasos cualquiera, sino los ortos y ocasos helíacos, momentos en que el astro correspondiente sale o entra en conjunción con el sol, y los

Posibles imágenes del sol, la luna llena y el planeta Venus (la estrella de ocho puntas) en las pintaderas de Gran Canaria. Estos dispositivos pudieron haber sido una especie de amuletos o talismanes representando a las divinidades principales de los aborígenes canarios. Foto Juan A. Belmonte.

El sol, en su movimiento diurno y anuo, genera dos de los ciclos básicos, el día y el año. La luna, por su parte, es la generadora del otro ciclo temporal por excelencia: el mes fenómeno cultural. Se debe a la desigual longitud de las estaciones de forma que la fecha habitual del equinoccio de primavera actual, el 21 de marzo, no tiene por qué coincidir con el punto temporal medio entre el 21 de diciembre y el 21 de junio, las fechas habituales de los dos solsticios. Su determinación sólo exige un conteo preciso del número de días y no requiere observaciones astronómicas muy elaboradas. • El momento en que el sol sale en el punto del horizonte situado a mitad de camino entre la salida del sol en los dos solsticios. Es variable, dependiendo de las condiciones atmosféricas y de la topografía local, pero en reiteradas ocasiones puede confundirse con alguno de los dos anteriores. La luna, por su parte, es, a través del ciclo de sus fases o

ortos y ocasos acrónicos, en que el objeto celeste sale al ponerse el sol o se pone a la salida del astro rey. En el caso de los aborígenes canarios, sabemos por las crónicas que se conocían todas estas formas de estructurar el tiempo. Para saber la hora se servían del sol durante el día y de noche por las estrellas, tal como nos indica la crónica siguiente: ...Gobernabanse por el Sol de día, y de noche por algunas estrellas, según que tenían experiencia de cuando salían unas, y otras se ponían, o a la prima, o a la medianoche, o a la madrugada... (de Sosa, 1678). Aunque el hecho de que observasen las estrellas en momentos claves de la noche (el ocaso, la medianoche o el amanecer) nos indica que quizás también se usasen como

formas mayores de estructurar el tiempo a lo largo del año. Así lo sugiere, por ejemplo, el uso de Sirio, la estrella más brillante del cielo, y llamada tradicionalmente “La Canícula” o la estrella de los caniculares, como jalón para marcar el principio del año por parte de los antiguos canarios, según nos indica el historiador Marín de Cubas: ...parece que adoraban al fuego, al sol, a la luna y a la estrella de los caniculares, por onde empesaban el año con grandes fiestas... (Marín de Cubas, 1687), de forma similar a como hacían los antiguos egipcios, al menos desde el Reino Nuevo (Belmonte, 2003). La luna con sus fases era la regidora de los meses, como se menciona en la información recogida en las islas de Gran Canaria [...contaban el año por 3

En el caso de los aborígenes canarios, sabemos por las crónicas que se conocían todas estas formas de estructurar el tiempo. Para saber la hora se servían del sol durante el día y de noche por las estrellas Una de las puertas de acceso al yacimiento de Cuatro Puertas, en la isla de Gran Canaria, donde se produce una sugerente hierofanía en el solsticio de verano. Además, se podría especular con que las siete cazoletas esculpidas al lado de una de las cuatro puertas podría representar al cúmulo de Las Pléyades, uno de los asterismos más importantes del cielo y conocido marcador de los cielos canarios en épocas posteriores. Foto Juan A. Belmonte.

12 meses, i el mes por lunas, i el día por soles, i la semana por 7 soles. Llamaban al año Achano. Acababan su año a el fin del quarto mes: esto es, su año comensaba por el Equinoccio de la primavera, i al quarto mes que era cuando habían acavado la sementera, que era por fines de junio, hacían grandes fiestas por nuebe días continuos, ... (atribuido a Sedeño, h. 1505)], Tenerife [...hacían entre año, el cual contaban ellos por lunaciones, muchas juntas generales... (Espinosa, 1590)] y La Palma [... Tenían gran cuenta con los días, por las lunas, a quien tenían en gran veneración, y con el Sol. ... (Abreu Galindo, 1592)], siendo la aparición del primer creciente la señal para el comienzo de la lunación y del mes, al menos en la isla de Gran Canaria, en información recogida nuevamente por el historiador teldense: ...contaban su año llamado Acano por las lunaciones de 29 4

soles desde el día que aparecia nueva, empesaban por el estío, quando el Sol entra en Cancro a 21 de junio en adelante, la primera conjunción, y por 9 días continuos hazian grandes vailes y convites, y casamientos haviendo cojido sus sementeras, hazian raías en tablas, pared o piedras; llamaban tara, y tarja, aquella memoria de lo que significaba... (Marín de Cubas, 1694). Los datos recogidos para la isla de La Palma también sugieren que algunos momentos claves del ciclo lunar revestían un carácter especial para la realización de ciertos festivales, como se infiere de la construcción de amontonamientos de piedra, mal llamados “pirámides”, donde se llevarían a cabo rituales en ciertos días especiales del ciclo lunar: ...en cada termino de los referidos havia un montón de piedras solas, y en ciertos días diputados de la Luna venían a el todos los vecinos de la comarca... (Marín de Cubas, 1694). El Lomo de Las Lajitas, en la isla de La Palma, con su singular localización topográfica y su posible connotación arqueoastronómica pudiera haber sido uno de esos lugares donde se podría haber acometido rituales el día de la salida de la luna llena que sigue al solsticio de verano por detrás del Roque de Los Muchachos, la montaña

más alta de la isla, un día ciertamente “diputado” de la luna. El sol, por su parte, se usaba para la unidad básica, el día, pero también se observaba su movimiento anuo con el fin de jalonar el ciclo de las lunaciones. Las crónicas refieren la importancia del equinoccio, en particular del de primavera como vimos anteriormente en la crónica de Sedeño, y de los solsticios como momentos claves del ciclo anual, mencionados de forma implícita por la entrada del sol en el signo de Cáncer, en dos referencias directas recogidas para las islas de Gran Canaria y Fuerteventura: ...contaban su año llamado Acano por las lunaciones de 29 soles desde el día que aparecia nueva, empesaban por el estío, quando el Sol entra en Cancro a 21 de junio en adelante, la primera conjunción, y por 9 días continuos hazian grandes vailes y convites, y casamientos haviendo cojido sus sementeras, hazian raías en tablas, pared o piedras; llamaban tara, y tarja, aquella memoria de lo que significaba... (Marín de Cubas, 1694), ... i dicen que llamaban a los Majos que eran los spiritus de sus antepasados que andaban por los mares ..... , i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas de el mar, los días maiores del año, quando hacían

grandes fiestas..., i veianlos a la madrugada el día de el maior apartamento del sol en el signo de Cancer... (Gomes Escudero, h. 1520). Ciertamente, de la más que posible observación astronómica de los equinoccios y de los solsticios hemos encontrado numerosas pruebas arqueoastronómicas en importantes restos arqueológicos de varias islas del archipiélago (Belmonte et al., 1994; Belmonte & Hoskin, 2002), siendo destacable los marcadores equinocciales encontrados en la isla de Gran Canaria (Esteban et al., 1996 y 1997). Por otra parte, también hemos encontrado pruebas arqueoastronómicas de la observación de la luna y, posiblemente, de algunas estrellas significativas, como Las Pléyades o Sirio, mencionada con anterioridad como presumible medidora del tiempo. El caso del “almogarén” del Roque Bentaiga es, con diferencia, el más espectacular de todos al comprimirse en un único lugar la observación del equinoccio, del orto de la estrella de los caniculares (Sirio) y de la luna llena del “cuarto mes” en una forma de manifestación de lo sagrado que no podemos catalogar sino de muy singular. Un hecho indiscutible es que esta medida del tiempo se llevaba a cabo no sólo con fines prácticos y profanos, como es la recogida de las cosechas o la realización de juntas generales, sino para indicar momentos claves del tiempo sagrado asociado a la religión, momentos que servían tanto para la realización de grandes fiestas como para recordar y rendir culto a los antepasados, tal como recogen algunas de las siguientes crónicas de las islas de Gran canaria (GC), Fuerteventura (FV) y Tenerife (TF), respectivamente:

El horizonte oriental tal como se divisa desde el almogarén de Bentaiga, en Gran Canaria. Tres eventos astronómicos importantes, relacionados con el cómputo de tiempo aborigen se producen sobre puntos singulares de ese horizonte. La salida del sol equinoccial en el vértice de la muesca centrada en el roque situado a la izquierda; la salida de Sirio sobre el Pico de las Nieves, a través de la muesca situada en el centro de la imagen (eje del santuario) y la salida más meridional posible de la luna llena siguiente al solsticio de verano (la del “cuarto” mes) tras el Roque Nublo. Foto Juan A. Belmonte.

•... i al quarto mes que era cuando habían acavado la sementera, que era por fines de junio, hacían grandes fiestas por nuebe días continuos, ... (Atribuido a Sedeño, h. 1505, sobre GC); •...quando el Sol entra en Cancro a 21 de junio en adelante, la primera conjunción, y por 9 días continuos hazian grandes vailes y convites, y casamientos haviendo cojido sus sementeras... (Marín de Cubas, 1694, sobre GC); •... i dicen que llamaban a los Majos que eran los spiritus de sus antepasados que andaban por los mares ..... , i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas de el mar, los días maiores del año, quando hacían grandes fiestas..., i veianlos a la madrugada el día de el maior apartamento del sol en el signo de Cancer... (Gomes Escudero, h. 1520, sobre FV); •...Cuando hacían su agosto y recogían los panes, hacían

juntas y fiestas en cada reino... (Espinosa 1590, sobre TF); •...hacían entre año, el cual contaban ellos por lunaciones, muchas juntas generales... (Espinosa, 1590, sobre TF); Es en la sociedad de los antiguos canarios y en la de los guanches de las islas de Gran Canaria y Tenerife, respectivamente, donde las fuentes son más explícitas y donde mejor podemos interpretar las evidencias arqueoastronómicas encontradas. En el caso de Tenerife, las fuentes, aunque escasas, nos indican la existencia de un calendario lunar, o más probablemente lunisolar vago, que comenzaría con la luna de agosto, llamada “Beñesmer” o “Begnesmet” (nombre de endiablada interpretación, pues hay casi tantas lecturas como autores se han ocupado de ello), tal como podemos leer en los textos siguientes: ...Contaban el tiempo de la luna con nombres diferentes, 5

Esquema del panel central de la Cueva Pintada de Gáldar (Gran Canaria). A modo de hipótesis, se propone que al menos parte de lo representado tenga que ver con la forma de organizar el tiempo de los antiguos canarios en un ciclo trienal. Foto Juan A. Belmonte.

y el mes de agosto se llamaba Begnesmet... (Torriani, 1594), ...hacían sus fiestas como los canarios a el fin de la era, o año empesando en la luna de agosto llamado Beñasmer... (Marín de Cubas, 1694). Este calendario revestiría un carácter excepcional por la realización de los festivales cívico-religiosos más importantes, que se han querido ver reflejados en la importancia que en la actualidad se le da a las fiestas de la Virgen de Candelaria, celebradas a mediados del mes de agosto. Sin embargo, se desconoce cómo se ajustaría el ciclo de 12 lunaciones de 354 días al ciclo solar. Por un lado, las pocas evidencias arqueoastronómicas apuntan a la observación de los solsticios (caso de los marcadores de la Degollada de Yeje), en particular el de verano, por lo que el Begnesmet podría corresponder a la “segunda” lunación, como han querido reconocer algunos autores sin mucho éxito. Por otro, el antropólogo José Barrios ha propuesto la observación del orto helíaco de la estrella Canopo en fechas próximas al 15 de agosto como el jalón ideal para comenzar la cuenta de las lunas. Las pocas evidencias recogidas no nos permiten ser más precisos. 6

Por el contrario, el caso grancanario es paradigmático por la mayor cantidad de información con que contamos, no sólo desde el punto de vista etnohistórico sino también arqueológico. De las crónicas, que a veces se interpretan como contradictorias, cuando no lo son en absoluto, y de la evidencia arqueológica se infieren varios momentos clave del ciclo anual: • El equinoccio de primavera, momento clave para iniciar la cuenta de las lunaciones. • El cuarto mes, o lunación, a partir de dicho equinoccio, en que se realizan las fiestas de la cosecha. Es decir, si el equinoccio es a finales de marzo, se trata de la luna que comienza en el creciente visible entre finales de junio y finales de julio. • El propio solsticio de verano, pues es tras la siguiente conjunción cuando se realizan las fiestas de la cosecha, en total acuerdo con el punto anterior. En realidad, son dos formas diferentes de expresar exactamente lo mismo. • Algún momento clave del ciclo anual de Sirio, la estrella de los caniculares. En este caso particular, creemos que se debe referir a su orto helíaco, que se producía al principio de la

época aborigen a mediados del mes de julio, en coincidencia prácticamente con el final del cuarto mes a partir del equinoccio o del primero a partir del solsticio, posiblemente el mes sagrado de la sociedad aborigen. Con estas premisas y la evidencia arqueológica, pensamos que la sociedad aborigen de Gran Canaria se habría regido por un ciclo simple de tres años lunares de 354 días (29½ días x 12 meses lunares), ciclo que sería puesto a tono con las estaciones con la adición de un mes extra cada tres años y calibrado mediante la observación del equinoccio de primavera, del solsticio y, quizás, del orto helíaco de la “estrella de los caniculares”, los tres jalones claves que nos mencionan las crónicas. Una imagen esquemática de este ciclo trienal podría haber sido representado en el panel central de la Cueva Pintada de Gáldar (Belmonte & Hoskin, 2002), uno de los monumentos emblemáticos de esta cultura. Por otra parte, este ciclo lunisolar (o quizás luniestelar, según se entienda), o uno similar, podría haberse usado en otras islas del archipiélago y, en especial, en la isla de Lanzarote según veremos en los párrafos siguientes. Una pregunta interesante que cabría hacerse es cómo una sociedad protoestatal, con una tecnología no demasiado avanzada, conocía un concepto astronómico tan abstracto como el del equinoccio. Las respuestas pueden ser dos. Por un lado, es posible que los cronistas europeizasen al término equinoccio un concepto menos preciso de los propios aborígenes aunque, en contra de esta opinión, hablan las pruebas arqueológicas que confirman la presencia de mar-

cadores equinocciales. Por otro, y en nuestra opinión la más plausible, es que los antiguos canarios llegasen a la isla con ese conocimiento desde su tierra de origen africana, donde podrían haberlo obtenido de su contacto con los romanos, que lo conocían con seguridad y lo usaban en su estructuración

años, similares a la octaetéride o al ciclo metónico, respectivamente. De ambos se pueden tener pequeños indicios nuevamente en la decoración de la Cueva Pintada. Sin embargo, un hallazgo muy importante, realizado casi por casualidad en 1998, nos ha ofrecido nuevas e interesantes claves que parecen

poblado aborigen), vio exhibida una piedra tallada. Al preguntar por su origen, se le indicó que era la antigua piedra de lavar de la casa de Herrera y Rojas que había sido recientemente extraída de la pila al hacer una remodelación del patio. La piedra estaba decorada con una serie de rayas en su lado visible

Una pregunta interesante que cabría hacerse es cómo una sociedad protoestatal, con una tecnología no demasiado avanzada, conocía un concepto astronómico tan abstracto como el del equinoccio del tiempo (especialmente el de primavera, establecido en la Reforma Juliana del calendario el día 25 de marzo), o quizás con los púnicos, aunque este hecho es más controvertido, pues no hay garantías de que los cartagineses conociesen o usasen de alguna forma esta fecha clave, si bien hay algunos indicios menores. Éste es un punto importante dado que si los canarios llegaron a Gran Canaria con un calendario influido por su contacto con Roma, ello no pudo haber ocurrido antes de la toma de Cartago por Escipión Emiliano en 146 a.c. y esta influencia apoyaría una colonización tardía del archipiélago, en torno al cambio de la era, con los romanos ya establecidos en el África Menor, como sugieren otras evidencias como, por ejemplo, el uso en las islas de una variante de la escritura líbico-beréber similar a la usada en la antigua África Proconsular (Belmonte et al., 2001). Hay, sin embargo, sugerencias de que los antiguos canarios podrían haber seguido un ciclo de 8 e incluso de 19

apoyar el uso de un ciclo de tres años en el archipiélago, si bien, en este caso, la evidencia proviene de la isla de Lanzarote. En ese año, Mª Antonia Perera, arqueóloga responsable del servicio de patrimonio del cabildo de dicha isla, nos comunicaba que, en una visita a un comercio del conjunto histórico de Teguise (antigua capital de la isla erigida sobre un gran

(aparentemente para facilitar el frotado de la ropa), pero se había descubierto que el lado que llevaba oculto varios siglos también estaba grabado con una serie aun más interesante de motivos. Afortunadamente en ese momento se pudieron

Inscripciones líbicas de Canarias (arriba) procedentes de La Caleta, en la isla de El Hierro, y de una estela funeraria (a la derecha) encontrada en el noreste de Argelia (en la actualidad en el Museo del bardo de Argel). Se destaca la similitud de ambos sistemas de escritura. Foto Juan A. Belmonte.

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La “Estela” de Teguise, ¿piedra de lavar o estela con representaciones calendáricas de los antiguos majos?. Su temprana desaparición ha impedido estudiarla en profundidad. Foto M. A. Perera.

tomar una serie de fotografías del objeto. Cuando el servicio de patrimonio histórico visitó la tienda por segunda vez en busca de la “piedra”, ésta ya no se encontraba en el lugar. Su pérdida es una auténtica pena, pues las imágenes muestran claramente que, más que ante una simple “piedra” de lavar, nos encontramos ante una elaborada estela que por su factura y lugar donde se localizó es altamente probable que sea de origen prehispánico. Si esto fuese así, el descubrimiento sería excepcional, pues es posible que nos encontremos ante una especie de registro calendárico ya que la decoración muestra ciertos patrones numéricos que así lo sugieren. En uno de los lados (el peor conservado por haber sido usado durante siglos para restregar la ropa), hay seis líneas de 7 (más 7 u 8 extra adicionales que han desaparecido), 7 (más 7 u 8 adi8

cionales), 15, 14, 15, y 15 rayas, respectivamente. Estos números podrían ser astronómicos y estar relacionados con la cuenta lunar, el mes, que se puede dividir en dos “quincenas” de 14 ó 15 días, según la lunación sea de 29 ó 30 días. Sin embargo, como ya hemos dicho, es en el otro lado, el oculto y por tanto mucho mejor preservado, donde el simbolismo astronómico se hace patente. Aquí nos encontramos con ocho líneas de decoración, seis con rayas y dos (la sexta y la octava) con pequeños círculos. Las tres primeras líneas tienen 12 rayas cada una, lo que podría representar un ciclo de tres años de 12 meses lunares. La cuarta y la quinta tienen 17 y 16 rayas, respectivamente, que, en principio, no muestran una conexión astronómica inmediata; pero 17+16 es 33, que es el número de días que se han de añadir a tres años lunares puros para obtener tres años solares de 365

días [(354x3)+33=365x3]. La línea siete tiene 36 rayas (de nuevo 12x3). Finalmente, las líneas sexta y octava tienen 14 circulitos cada una que suman 28, el número de días de un mes sidéreo o el número de días promedio en que la luna es visible en cada mes sinódico de 29½ días. Por tanto, en esta segunda cara, cada cifra parece relacionarse con la cuenta de los días de un ciclo lunisolar de tres años. ¿Coincidencia?, no lo creemos. A modo de hipótesis proponemos que el calendario lunisolar de los majos podría haber funcionado como un ciclo de tres años lunares seguidos y, al tercer año, mediante la observación de algún evento astronómico de forma similar a como creemos que se hacía en la isla de Gran Canaria, se habría decidido añadir un “mes” extra, de una forma aún difícil de precisar, con el fin de mantener a tono el calendario y las estaciones. Por todo ello creemos que sería de desear que la persona o personas que poseen la estela permitiesen que el pueblo de Lanzarote recuperase la que creemos que es una de la joyas de su patrimonio arqueológico y astronómico. Pasemos ahora a analizar un par de textos sobre la isla de Tenerife que, en nuestra opinión, han inducido a error en la interpretación de los calendarios y de la estructuración del tiempo en esta isla. Se trata de la información suministrada por el poeta tinerfeño Antonio de Viana, en 1604, sobre la celebración de festividades en los nueve últimos días del mes de abril por parte de los guanches, fiestas que habrían culminado el día primero de mayo, y, en especial, de los dos párrafos siguientes: ...pero guardaban por costumbre antigua, por días

“Con la salida de El Siete empieza la siega y con su puesta la siembra” festivales de cada año, del mes de abril los nueve postrimeros, porque les diese dios cosecha prospera... (de Viana, 1604). ...Era esta noche, la postrera de abril, solemne víspera del deleitoso mayo y el remate de las anales fiestas y placeres que hacían los reyes de la isla... (de Viana, 1604). Sin embargo, los cronistas anteriores, como discutimos más arriba, coincidían en la importancia de la luna de agosto. A modo de hipótesis, postulamos que Viana pudo disponer del texto atribuido a Sedeño y, de la misma forma que ha inducido a error a algunos investigadores modernos, interpretase de modo incorrecto la alusión al cuarto mes como una referencia al cuarto mes del calendario gregoriano, es decir, el mes de abril en que, obviamente, las sementeras no podían estar aún recogidas, y aplicase una información referida a la cuarta lunación tras el equinoccio de primavera en la isla de Gran Canaria, al cuarto mes de su propio calendario y a los antiguos habitantes de su isla, los guanches. Esto pone de manifiesto una vez más lo cauteloso que se debe ser a la hora de tratar de interpretar las fuentes, tanto etnohistóricas

Victoriano Pérez, en la imagen junto a María Antonia Perera y Margarita Sanz de Lara, agricultor, cabrero y pescador majorero, en un banco de la playa de Pozo Negro (Fuerteventura). Su profundo y variado conocimiento sobre las cosas del cielo nos convenció del enorme potencial etnoastronómico de la cultura tradicional del campesinado canario. Foto Juan A. Belmonte.

como arqueológicas, a la luz de nuestra propia forma de entender el cosmos que nos rodea. Una vez tratadas las fuentes etnohistóricas y la evidencia arqueológica, vamos a estudiar otro tipo de información sobre el cielo canario, más reciente, pero no por ello menos interesante. Se trata de la información etnoastronómica recogida estos últimos años (Belmonte & Sanz de Lara, 2001). En conversaciones más o menos informales, mantenidas desde 1995 con viejitos de todas las islas, se ha podido comprobar que aún se conservaba el uso, o al menos el recuerdo, por parte de algunos agricultores y ganaderos de las islas Canarias, en lugares remotos y aislados del archipiélago, de algún tipo de conocimiento secular de los fenómenos que ocurren en la Bóveda Celeste, tanto de carácter puramente astronómico como meteorológico, aplica-

dos a las tareas agropecuarias (siembra, cosecha, trashumancia, suelta de ganado, etcétera). De todo el amplio muestrario de información recogida, resultaba especialmente sugerente el hecho de que hay un cierto número de estrellas, cuya función aún pervive en el recuerdo de nuestros interlocutores, que han servido de forma secular en las tareas del campo como marcadores de los tiempos en que se han de acometer ciertas actividades. Si bien no son muchas, lo más curioso es que son prácticamente las mismas que las que se utilizan en muchos otros lugares de nuestro área cultural (el Mediterráneo). Aquí nos vamos a centrar en las más importantes y mejor conocidas. Comenzaremos por Las Pléyades, llamadas El Siete en Tenerife o Las Cabrillas en todo el archipiélago. Una vez tuvimos claro de qué grupo de estrellas se trataba, nuestra sorpresa y admiración fue increible cuando 9

que se usaba la “puesta” de este asterismo como marcador para la siembra y su salida (posiblemente se refiriese a su orto helíaco, hacia el 13 de junio) para comenzar la siega (para la terminología astronómica, se puede ver Belmonte et al., 1994). Por otra parte, en nuestra segunda visita a Teno Alto escuchamos El cúmulo de Las Pléyades, en la constede labios de Mateo Marlación de Tauro. Este singular grupo de tín, a quien sus convecinos identificaban como estrellas es el asterismo más famoso de la bóveda celeste, siendo conocido, y usado un “sabio”, lo siguiente: P: El Arado, ¿por qué como jalón estacional, por prácticamente todas las culturas del planeta. Su uso está se le llama así, indicaba confirmado en la cultura tradicional canaalgo de las cosechas? ria y es muy probable durante el periodo R: No, sólo sé que aborigen. Foto IAC. decían, atrás del Siete, viene El Arado. P: ¿Cuando sale El en noviembre de 1995, en una Siete tienen que sembrar? conversación informal con R: Sí, El Siete es el tiempo Agustín, un pastor jubilado de de la siembra, pero cuando se Teno Alto que estaba a punto pone. Cuando nos levantába-

León, natural de Tetir, en la isla de Fuerteventura: P: ¿Para los trabajos en el campo, se guiaba en algún momento por las estrellas? R: Sí, mira, ya vienen las estrellas tal saliendo, ya vienen Las Cabrillas, ¿no saben Vds. Las Cabrillas? son una manadita de ganado y luego, atrás, va El Pastor. P: ¿Hay alguna más? R: Sí, El Arado. Ése es un Arado que sale en la madrugada, porque en la madrugá es cuando viene el jaleo. Sale más antes que en la madrugá, porque en la madrugá se pone y después el caballero le gusta arar las tierras y por eso se pone en la madrugá. P: ¿La época en que se ven Las Cabrillas, poniéndose o saliendo, era el momento de hacer algo con las cabras o en la agricultura? R: En la agricultura se sembraba.

Los campesinos canarios contaban con todo un conjunto de estrellas para ayudarles en sus tareas agropecuarias como medidores del tiempo de vender todas sus cabras para marcharse a vivir con sus hijos a la costa, nos comentó lo siguiente: “Con la salida de El Siete empieza la siega y con su puesta la siembra”. Esta conversación sería la que de hecho nos convenció de que nos encontrábamos ante una mina de material etnográfico que había que recopilar, estudiar y conservar. La fecha tradicional de sembrar era San Andrés (hacia el 30 de noviembre), coincidente con el ocaso cósmico de Las Pléyades, por lo que parecía ser 10

mos y estaba patrás, uno iba y se acostaba y si estaba tumbado, ya le echábamos de comer a las vacas ... En consecuencia, acabábamos de contrastar la información suministrada por Agustín dos meses antes, por lo que el uso de El Siete como marcador, al menos de la siembra (nunca más volvimos a oir hablar de la cosecha), quedaba firmemente establecido. Por este motivo, la sorpresa fue mayúscula cuando al poco tiempo escuchábamos lo siguiente de labios de Luis de

P: ¿Cuándo? R: Cuando se ponen, ya es el día ... Por lo que el uso de Las Pléyades, más comúnmente denominadas Las Cabrillas en todo el archipiélago, como marcador agrícola no era restrictivo de Tenerife sino que, posiblemente, su uso fue muy común en otros tiempos, aunque los más jóvenes ya lo hubieran olvidado: P: ¿Vds. se fijaban en Las Cabrillas, cuando salen, para sembrar ...? R: No, en El Arado y en El Lucero sí.

P: ¿ Entonces, cuándo salía El Lucero? R: Ya está el día clarito. Eso de Las Cabrillas, a mi madre se lo oía decir mucho. María Rosa Medina Batista, Natural de Toto (Pájara)

María Rosa, por el contrario, sí que recordaba que se fijaban en El Arado para las tareas del campo. Más tarde nos referiremos a esta “constelación”. ¿Cómo se puede relacionar el momento de la siembra con la “puesta” de Las Cabrillas? Después veremos como éste es un referente común a otras culturas, sin embargo, vamos a tratar de justificar aquí su uso en Canarias. Uno de los que mejor refirieron esta costumbre fue sin duda Luis de León, natural de Tetir. El máximo de precipitaciones en esta localidad majorera se produce en el mes de diciembre, justo después del ocaso cósmico de Las Pléyades que, en la actualidad, se produce hacia el 30 de noviembre (San Andrés), y hace 400 años se producía hacia el 25 de este mismo mes (Santa Catalina). En realidad, una de las señas que más escuchamos de nuestros interlocutores es la que reza: Si no mea Santa Catalina, meará San Andrés, y si no, mala seña es. En consecuencia, es probable que, en la mentalidad del campesino isleño, se tomase la “puesta” de Las Pléyades como un presagio, seña o barrunto de las próximas lluvias, señalando de forma lógica el momento más apto para comenzar a sembrar. En este mismo ámbito se podría catalogar la famosa Cabañuela de las Dueñas, típica de Fuerteventura, y que se llevaba a cabo en la mañana del 19 de noviembre (Belmonte & Sanz de Lara, 2001). Esta fecha es el equivalente al 30 de noviembre

antes de la Reforma Gregoriana del calendario y por tanto equivaldría al momento de la puesta de Las Cabrillas antes de 1582, por lo que esta cabañuela podría representar una tradición ancestral, quizás de raigambre aborigen, aunque debiera ser aplicada a otros animales, quizás las cabras, al no existir camellos en la isla en esa época. Discutamos ahora El Arado. A una interpelación de su hija, el propio Luis de León nos continúa contando: R: Cuando se ponen, ya es el día. Hija: Pero El Arado no sale siempre. R: El Arado sale en el mes de diciembre por naciente. P: ¿Qué hacen cuando sale por naciente? R: Es una guía para los labradores. Ya hoy no, porque hoy hay relojes y casi todos nos guiamos por los relojes, pero en ese tiempo no. Por lo que parece ser que, si Las Cabrillas tenían que ver con la siembra, un nuevo asterismo, El Arado, servía de seña para la época de la labranza, aunque muchos de nuestros interlocutores, jóvenes y no tan jóvenes, no recuerden exactamente cómo se “usaba”: P: ¿Se guiaban de ellas (las estrellas) para algo? R: Se guiaban por El Arado cuando la época de la labranza. Miguel Díaz Francés, natural del Gran Valle

P: ¿Para las faenas del campo se fijaban en Las Cabrillas? R: No sé. P: ¿O en El Arado? R: En El Arado sí. Porque El Arado está alto .... nos fijamos en El Arado, La Gañanera, Venus. Higinio Mederos, de Agua de Bueyes

P: ¿El Arado indicaba algo para la agricultura?

El “Cielo de los Magos”. En el dibujo se muestra la única región del firmamento reconocida, por su utilidad como marcador de los “tiempos”, por la práctica totalidad del campesinado canario. Está integrada por “El Lucero” (Sirio), el cinto y la daga de Orión, Las Híades con la estrella Aldebarán y el cúmulo de Las Pléyades, a las que el campesinado canario denomina El Gañán (o La Gañanera en Fuerteventura), El Arado, El Pastor y Las Cabrillas (El Siete en Tenerife), respectivamente. Grabado Miriam Cruz.

El Gañán El Arado El Pastor Las Cabrillas

El Gañán El Arado El Pastor

La “puesta” de Las Cabrillas (o El Siete) al amanecer entre los días de Santa Catalina (25 de noviembre, arriba) y de San Andrés (30 de noviembre, abajo), marcando el momento necesario para realizar la siembra en el agro canario. Antes de la reforma gregoriana, la “puesta” se producía el 18 de noviembre, víspera de la Cabañuela de las Dueñas.

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Uno de los grupos de podomorfos de montaña de Tindaya. Éste es uno de los conjuntos arqueológicos con mayores connotaciones arqueoastronómicas de Canarias. Los grabados podomorfos de montaña de Tindaya podrían esconder una de las claves para entender la relación entre el cielo y la tierra en la sociedad aborigen de Fuerteventura, tradición que en parte podría haber sido heredada por sus descendientes majoreros. Foto M. A. Perera.

R: No recuerdo claramente. El Arado estaba asociado a la labranza, lo mismo que El Lucero y La Gañanera. Yo ya no recuerdo. Mi padre entendía mucho de eso. Ya hoy son las cosas diferentes. Tomás Acosta Cabrera, natural de La Rosa de los James

En realidad, según se ha podido comprobar, en todas las islas reconocen un arado en el cielo al que asocian a la época de la labranza (o como reloj para saber la hora de la noche). Además, en la práctica totalidad del archipiélago canario, la constelación de El Arado se identifica con el asterismo integrado por el cinturón y la daga de Orión, con la única excepción de Teno Alto (Tenerife) donde al cinturón de Orión se le denomina La Higada, asignándole el nombre de Arado al cúmulo de Las Híades, con su brillante estrella Aldebarán (así lo identificaron en un “planetario”). 12

De hecho, para la latitud de Canarias, Las Híades han tenido durante los últimos siglos su orto helíaco a finales de junio o principios de julio y El Arado por excelencia (el de Orión) a mediados de este último mes. Por tanto, durante los meses asociados a la labranza (de finales de agosto a noviembre), tanto Las Híades como El Arado dominan el cielo nocturno poco antes del amanecer. Sin embargo, para los habitantes de Lanzarote, El Hierro, La Gomera y, muy probablemente, Fuerteventura, El Arado no “funcionaba” solo sino que tenía a su Gañán para dirigirlo, la brillante estrella Sirio que le sigue en el firmamento. Esta estrella es posiblemente la mejor identificación de aquélla a la que los majoreros llaman La Gañanera que, como hemos visto más arriba, también se asociaba a la época de la labranza. Por tanto, los campesinos canarios contaban con todo un conjunto de estrellas para ayudarles en

sus tareas agropecuarias como medidores del tiempo. Además, una de las preguntas más importantes que podríamos hacernos es cuál es el origen de estas tradiciones. “Al surgir las Pléyades, descendientes de Atlas, empieza la siega, y la labranza cuando se oculten”. Con esta frase tan sencilla y a la vez tan significativa comienza el Proemio del Labrador de los Trabajos y los Días de Hesíodo (h. 800 a.c.). Como hemos visto, no podemos menos que admirarnos al recordar lo escuchado a Agustín, en Teno Alto, casi 3.000 años más tarde y a más de 5.000 kilómetros de Grecia: “Con la salida de El Siete empieza la siega y con su puesta la siembra”. Este hecho, aunque resulte fascinante, no nos debe extrañar pues las islas Canarias fueron el non plus ultra de las culturas mediterráneas durante milenios hasta el descubrimiento de América a finales del siglo XV. En este sentido, independientemente de si la tradición es anterior a la conquista (aborigen, por tanto norteafricana y, por tanto, mediterránea) o posterior a ella (castellana, quizás andaluza, y, por tanto, de origen romano, árabe o beréber, igualmente mediterránea), no nos debemos de extrañar de que los paralelismos no acaben ahí: Así, Hesíodo escribe: Si aras la divina tierra con el solsticio (de invierno, se entiende), recogerás agachado tan poca cosecha que la abarcarás con la mano atando los haces cubierto de polvo sin ninguna alegría. En las islas se dice, “ha de estar terminado de sembrar por San Andrés”, es decir, antes del solsticio. O también: Luego que se oculten Las Pléyades, Las Híades y el forzudo Orión, acuérdate de

En la práctica totalidad del archipiélago canario, la constelación de El Arado se identifica con el asterismo integrado por el cinturón y la daga de Orión que empieza la época de la labranza. Y ¡ojalá que el año sea propicio dentro de la tierra!. ¿Recordamos la asociación de El Arado (cinturón de Orión o Las Híades), a la labranza, y de Las Cabrillas (Las Pléyades) a la siembra? Las islas Canarias han recibido a lo largo de los últimos 2.500 años un flujo de gentes de diversas tradiciones pero con un referente cultural común, el Mediterráneo: • La Aborigen Prehispánica, perteneciente a los pueblos que habitaban todas las islas, antes del siglo XV. Procedente en origen del norte de África (libios o proto-beréberes), quince siglos de aislamiento provocó muchas singularidades, por lo que su influencia puede ser ligeramente distinta de unas islas a otras. • La Normanda, muy restringida a la conquista y colonización a lo largo del siglo XV, ocupó sobre todo las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. • La Castellana, asociada a la unión de las islas a la Corona de Castilla. Fue la colonización más importante desde el punto de vista poblacional. Ocupó todo el archipiélago. Al estar compuesta fundamentalmente por andaluces, no podemos obviar la posible influencia andalusí que lleva asociada (árabe y beréber). • La Portuguesa, sobre todo a lo largo del siglo XVI, en las islas de Tenerife y La Palma. • La Morisca, asociada a los norteafricanos traidos como

TABLA 1. Nombres de estrellas (y asterismos) del Firmamento de los “Magos”, junto con su identificación más probable en el cielo, las islas donde es conocida y el porcentaje de informantes que la nombran.

Nombre de estrella (El) Lucero Lucero Venus Estrella que trae lluvias Estrella Venus o El Venus Estrella del Agua Estrella del Ganado Estrella de los Pastores La Labradora Lucero de los Boyeros Lucerito (del día) Marte La de la Medianoche El Júpito o Úpito La Compañera de Venus La Gañanera El Gañán La Guardia del Arado Las Cabrillas El Siete El Siete Estrellas (Tenerife) El Siete Estrellas (Adeje) El Pastor El Arado (Teno) El Arado (por excelencia) Las Estrellitas La Higada o Ajigada La Macera La Telera La Chaveta El Timón El Yugo La Yunta Las Dos (Tres) Hermanas Estrella del Sur La Estrella Resplandeciente Huevillos del Gato Ojitos de Santa Lucía El Rosario de la Aurora La Estrella del Norte Osa Mayor Osa Menor El Carro El Camino de Santiago La Vere(d)a Baile de estrellas

En el cielo Venus a Levante, Sirio, .... Venus a Poniente Venus a Poniente Venus a Poniente (o al Este) Venus a Poniente Venus a Poniente Venus a Poniente Venus a Levante y Poniente Venus a Levante (¿o Sirio ?) Mercurio Marte Marte Júpiter Mercurio, Júpiter, .......... ¿? Sirio Sirio Sirio Pléyades Pléyades Pléyades Híades Aldebarán Híades Cinturón y espada de Orión Cinturón de Orión Cinturón de Orión Nebulosa M42 ( θ Ori) o Saiph  σ Orionis  σ Orionis Cinturón de Orión ¿Híades ? Betelgeuse y Riel Cástor y Póllux ¿(+ Marte)? Canopo Sirio Mízar y Alcor Mízar y Alcor Corona Boreal Estrella Polar Osa Mayor Osa Menor Osa Mayor Vía Láctea Vía Láctea Lluvia de estrellas fugaces

Isla Todas C Todas FGL H TFL F TG C FL L G GL TF F GLH L Todas T T T F T Todas C T F F F C C L L L F F FP C FL FCL FC FCL Todas F TFCH

% 72 11 75 61 6 17 3 8 3 6 6 3 8 19 17 30 3 78 11 14 3 3 8 83 3 11 8 3 3 11 3 6 6 3 6 3 3 3 14 8 6 14 70 6 11 13

El caso del “almogarén” del Roque Bentaiga es, con diferencia, el más espectacular de todos al comprimirse en un único lugar la observación del equinoccio, del orto de la estrella de los caniculares (Sirio) y de la luna llena del “cuarto mes” en una forma de manifestación de lo sagrado que no podemos catalogar sino de muy singular El Arado (cinto y daga de Orión), poco antes de ponerse sobre Tenerife, visto desde las cumbres de Gran Canaria. Reloj celeste y jalón estacional para los campesinos isleños, este asterismo sólo cede en importancia frente a Las Cabrillas. Foto AAGC.

esclavos a Lanzarote y Fuerteventura. De raíces similares a la aborigen y a la beréber islámica peninsular, puede ser muy difícil de distinguir de éstas. Si se analizan los grupos de estrellas y estrellas individuales conocidas en varias regiones de la península Ibérica y en el norte de África (Belmonte & Sanz de Lara, 2001), resulta curioso observar cómo, salvo raras excepciones, los grupos se repiten (que no necesariamente los nombres). Más curioso resulta aun el hecho de que algunas de estas estrellas tengan, o mejor, tuvieran atribuciones similares a las recogidas en las islas. 14

Así, por ejemplo, a Sirio se la denomina el Lucero Miguero en el sur peninsular (Comellas, 1994), asociándola a las tareas agrícolas y, probablemente, El Gañán en la Meseta Superior, pues en Salamanca se dice: Por Los Reyes, lo conocen Los Bueyes, y por San Blas, El Gañán, o también: Por Los Reyes, se le conoce El Arado a Los Bueyes, si bien no es segura la interpretación astronómica de estas frases (Blanco, 1987). También es sugerente que, de nuevo en Salamanca, se diga: Por San Andrés, vayan Las Cabrillas a beber (de nuevo San Andrés, Las Pléyades y el agua), mientras que en Cataluña Les Cabrelles son asociadas a la lluvia en algunos lugares. Estos hechos nos inducen a realizar una última pregunta, ¿puede una parte de estas tradiciones tener su origen en la población isleña anterior a la conquista y colonización castellana de las islas a lo largo del siglo XV y haber sobrevivido

al cambio cultural tal como ha ocurrido en algunas áreas de Hispanoamérica (Urton, 1981)? Creemos que algunas sí. Un ejemplo de ello sería la importancia de Sirio como jalón temporal, tanto para los aborígenes que empezaban su año por el orto de la Estrella de los Caniculares, en el mes de julio, como para el campesinado que usaba la salida de El Gañán, junto con El Arado, como señal para comenzar la época de la labranza. También creemos que otros grupos de estrellas, como Las Pléyades, pudieron ser uno de esos grupos sobre los que los aborígenes tenían experiencia de cuándo salían y cuándo se ponían, mientras que los campesinos usaban sus salidas y sus puestas para marcar el año agrícola. Sin embargo, ir más lejos en la posible cadena de trasmisión de estas tradiciones resulta por ahora muy aventurado. En este sentido, no queremos terminar este ensayo sin hacer referencia a uno de los

casos más singulares en que la astronomía se ha relacionado con la arqueología, el paisaje, la tradición etnográfica y la conservación del patrimonio en el archipiélago canario. Es el caso de la montaña de Tindaya y su magnífica colección de podomorfos orientados sin duda astronómicamente y, quizás, también topográficamente (Perera et al., 1996). Esperamos que el sentido común la mantenga en su estado prístino y que no tengamos que arrepentirnos de perder una joya de nuestro patrimonio. La astronomía cultural, tanto a través del estudio de los restos arqueológicos (arqueoastronomía), como a través del análisis de las fuentes y de la información etnográfica (etnoastronomía) ha aportado en la última década, y aún puede aportar en el futuro, información clave para entender cómo los canarios, tanto del presente como del pasado, han interaccionado con su medio natural, tratando de comprenderlo de la mejor manera posible y usándolo (en particular el cielo) como medio para organizar su cosmovisión, en una interacción sin parangón con la religión, así como para estructurar y medir el tiempo, en especial a través de la creación de un calendario. Es de esperar que el futuro aún nos depare grandes sorpresas a este respecto cuando se estudien en detalle algunas islas pobremente investigadas desde el punto de vista arqueoastronómico, como La Gomera o La Palma (esta última incluso desde el punto de vista etnográfico), o se comparen en detalle los resultados con aquellos obtenidos en las tierras de origen de los primeros pobladores de Canarias, el África mediterránea •

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JUAN ANTONIO BELMONTE AVILÉS es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Central de Barcelona y Doctor en Astrofísica por la Universidad de La Laguna. Es coordinador de Proyectos del Instituto de Astrofísica de Canarias, además de miembro de la Unión Astronómica Internacional; miembro Fundador de la Sociedad Española de Astronomía; miembro de la Sociedad Europea de Astronomía de la Cultura, de la que actualmente es presidente. Autor de más de un centenar de artículos, dedicados al mundo de la Astronomía en general y especialmente de la Astronomía en la antigüedad, así como de varios libros sobre el tema. 15

Miquel Serra-Ricart

LA RUTA DE LAS ESTRELLAS

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M

i pasión desde muy joven han sido las estrellas. Y después de un largo camino, en 1992 me doctoré en Astrofísica, en la Universidad de La Laguna, gracias a una beca en el Instituto de Astrofísica de Canarias (www. iac.es). Durante cuatro años pude descubrir algunos de los secretos de nuestro cosmos pero una noche, mientras estaba observando en uno de los telescopios del observatorio del Teide pensé que sin salir de los observatorios me perdería algunos de los mayores espectáculos celestes como los eclipses, auroras o tormentas de estrellas. Y en 1998 nace Shelios (www.shelios.org) con un claro objetivo: organizar expediciones astronómicas para observar espectáculos del cielo. Desde el año 1998 hemos acudido a todas las citas con la totalidad (1998-Océano Atlántico, www.shelios.com/sh98; 1999Turquía, www.shelios.com/sh99; 2001-Zimbabwe, www.shelios. com/sh2001; 2002-Sudáfrica, www.shelios.com/sh2002). Incluso conseguimos tomar imágenes de la corona solar del complicado eclipse de noviembre de 2003 cuya banda de totalidad sólo “tocaba” tierra firme en la Antártida (www.shelios.com/sh2003). Durante el año 2000 visitamos las frías tierras groenlandesas para ser testigos del espectáculo de las auroras boreales. También pudimos presenciar la última “gran tormenta de estrellas” de Las Leónidas desde el outback australiano en noviembre de 2001 (www.shelios.com/leo2001). Otro momento muy espectacular lo vivimos desde la cumbre del Teide observando un eclipse total de luna el día 9 de enero de 2001. Debido a nuestra altura fuimos espectadores de un fenómeno sorprendente. La salida de la luna eclipsada por oriente coincidió con la puesta de sol y la consiguiente proyección de la

sombra del Teide en la atmósfera terrestre. Al final, la sombra del Teide apuntó hacia una luna que comenzaba a eclipsarse. En estos seis años de expediciones he podido presenciar maravillosos espectáculos celestes, pero también he tenido la oportunidad de conocer frágiles ecosistemas de nuestro planeta. La combinación tierra y estrellas ha sido la mejor experiencia de mi vida pero todavía quedaba algo pendiente: compartir. Cuando uno observa nuestra Vía Láctea desde la oscuridad del delta del Okavango (Botswana) o las dunas del desierto del Namib (Namibia) está vivo y feliz. Y siente la necesidad de transmitir esa felicidad a otras gentes y qué mejores oyentes que jóvenes aprendices. La Ruta de las Estrellas nace como un proyecto sociocultural que mezcla ciencia y aventura. Durante las expediciones los alumnos aprenden a entender los cielos de la mano de astrónomos profesionales. Tanto el proceso de selección, como la participación activa de los jóvenes en la expedición, contribuye a aumentar la cultura científica de todos los participantes con tres claros objetivos: 1) despertar entre los más jóvenes la pasión por conocer, 2) enseñar la necesidad de preservar los frágiles ecosistemas de nuestro planeta, y 3) fortalecer el respeto a las diferentes culturas aprendiendo a convivir. Totalidad en la Antártida Cualquier encuentro con la totalidad es emocionante y único. Pero cuando la llegada de la sombra lunar se produce en lugares extremos la experiencia adquiere la categoría de reto. En el año 2003 iba a producirse un eclipse total de sol con la particularidad de que la sombra sólo iba a tocar tierra, o mejor

hielo, en el remoto continente de la Antártida. Eclipse complicado y gran reto para Shelios. A mediados del año 2000, Shelios empieza a cuestionarse las distintas posibilidades para observar un eclipse antártico. No era sólo una cuestión económica, la logística para alcanzar los posibles enclaves en el centro de la banda de totalidad era prácticamente inexistente. A mediados del año 2002, cuatro eran los posibles puntos de observación del eclipse. Desde los hielos la observación podía realizarse a bordo del rompehielos ruso Capitán Khlebnikov (que anclaría cerca de la base rusa Mirny, por

Foto superior y pág. anterior: aurora boreal sobre el fiordo de Narsarsuaq al sur de Groenlandia (2000). Foto Miguel C. Díaz Sosa. © Shelios.

volar desde Punta Arenas, pues así aprovechábamos el viaje y

Era mi quinta expedición organizada con motivo de un eclip-

La salida de la luna eclipsada por oriente coincidió con la puesta de sol y la consiguiente proyección de la sombra del Teide en la atmósfera terrestre. Al final, la sombra del Teide apuntó hacia una luna que comenzaba a eclipsarse donde “entraría” la sombra lunar en la Antártida) o en la base rusa de Novolazarevskaya (lugar donde la banda de totalidad “abandonaría” el Antártico). Las otras dos opciones consistían en realizar la observación desde los cielos a bordo de un Airbus 340-200 (LanChile) que partía de Punta Arenas, Chile, o un Boeing 747 (Quantas) que despegaba de Melbourne, Australia. Después de analizar los pros y contras de cada uno de los distintos emplazamientos decidimos realizar la observación desde uno de los aviones. Los 15.000 metros de altura nos aseguraban una perfecta visión, en tanto que en los emplazamientos terrestres la probabilidad de tener los cielos cubiertos era alta, al tiempo que el sol se ubicaría muy cerca del horizonte. Finalmente decidimos

realizábamos una incursión en la Patagonia y en la Tierra del Fuego (www.shelios.com/sh2003).

se total de sol y las sensaciones, días antes del vuelo, estaban enfrentadas. Por un lado, tenía

Aurora boreal observada desde el fiordo de Tasiussaq, al sur de Groenlandia, en septiembre del año 2000. En la parte superior derecha puede observarse la constelación de la Osa Mayor y la estrella reflejada en el agua es Arturo. Foto Miguel C. Díaz Sosa. © Shelios.

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totalidad se transformaron en escasos segundos según mi reloj biológico durante los cuales un pensamiento atormentaba mi cabeza: “o despegas el ojo de la cámara o te lo pierdes...”. Y, obedeciendo más al corazón que a la razón, levanté la cabeza, miré por la ventanilla, y durante unos segundos una corona brillante y asimétrica invadió mi cuerpo.

Aurora boreal observada desde el fiordo de Tasiussaq al sur de Groenlandia en septiembre del año 2000. En primer plano puede observarse el refugio que, durante dos semanas, sirvió de campamento base. Foto Miguel C. Díaz Sosa. © Shelios.

un estado placentero de tranquilidad: NINGUNA nube podía estropearnos el eclipse (todavía tenía en mi mente el monstruoso frente que apareció, de forma súbita, hacía aproximadamente un año en las llanuras del Parque Nacional de Kruger, Sudáfrica, y que nos impidió observar la corona solar); sin embargo, cierto resquemor rondaba mi cabeza: podremos fijar los trípodes, notaremos turbulencias, interceptaremos la sombra lunar en el lugar y momento adecuados... Pero he de confesar que desde el primer momento que subimos al avión todas mis dudas fueron desapareciendo gracias a la perfecta organización de LanChile, TravelQuest y Sky&Telescope.

Todo fue según lo planeado y mi única preocupación era con nuestro astrofotógrafo, Juan Carlos Casado. Mis últimas dudas quedaron disipadas cuando, después de formular una serie de absurdas preguntas (todo está preparado, hay carrete ¿no?,...) Juan Carlos, apoyándose en mi hombro, me comentó, “Miquel, ahora el trabajo que queda está bajo mi total responsabilidad, despreocúpate que no habrá ningún error”. Y entonces gocé del espectáculo. Fue absolutamente distinto a los otros eclipses. Una parcialidad más rápida anunció la llegada de la sombra lunar que, desde nuestra perspectiva, pudimos delimitar perfectamente. Los casi dos minutos de

La Ruta de las Estrellas: una experiencia educativa A pesar de que en el año 2004 no iba a producirse ningún eclipse total de sol en Shelios no quisimos perdernos nuestra cita anual con los cielos y decidimos organizar una expedición al África Austral. El principal objetivo que nos marcamos con la expedición Shelios 2004 (ver www.shelios.com/sh2004) fue la observación del cielo del hemisferio sur desde el desierto del Namib (Namibia), uno de los lugares más oscuros del planeta. Pero en Shelios 2004 iban a participar cinco “astrónomos” de excepción. Desde el año 2002 una de las metas de Shelios ha sido realizar actividades de divulgación en las expediciones. Varias personas nos acompañaron en Shelios 2002 y 2003, a las que impartimos diversas charlas (también se ofrecieron en el por-

tal web en formato electrónico www.shelios.com/sh2003/divu). Durante la expedición Shelios 2004 hemos querido dar un nuevo paso permitiendo que jóvenes estudiantes canarios (estudiantes de primero de bachillerato) nos acompañaran. Y así nació La Ruta de las Estrellas, un proyecto financiado por la Obra Social y Cultural de CajaCanarias (www. cajacanarias.org/obsf) con un claro objetivo educativo y social. El proceso de selección de los alumnos de primero de bachillerato (empadronados en Canarias) que participaron en la expedición se realizó a través de un concurso interactivo (con temas astronómicos) que se desarrolló en la web. Las bases, el desarrollo y los resultados del concurso pueden encontrarse en www. rutaestrellas.com. Los alumnos que finalmente participaron en Shelios 2004 recibieron charlas y colaboraron en actividades científicas y docentes junto con astrónomos de Shelios. Algunas de sus vivencias están incluidas en el portal

Panorámica de la Vía Láctea desde la constelación de Norma (a la izquierda) hasta la de Scutum (derecha). En el centro destaca el complejo de nebulosidades brillantes y oscuras de Sagittarius. Cámara Canon digital 300D, 5 minutos de exposición con objetivo de 18 mm sobre plancheta ecuatorial. Foto Juan Carlos Casado. © Shelios.

web de la expedición (www. shelios.com/sh2004). Pero el viaje no sólo fue educativo sino que tuvo un componente social y cultural muy importante. Los cinco estudiantes visitaron

lugares emblemáticos como el delta del Okavango (Botswana), Cabo Cross (Costa de los Esqueletos, Namibia) o las dunas de Sossusvlei en pleno desierto del Namib (Namibia) y no sólo

Cuando uno observa nuestra Vía Láctea desde la oscuridad del delta del Okavango (Botswana) o las dunas del desierto del Namib (Namibia) está vivo y feliz

GRANDES ESPECTÁCULOS CELESTES Auroras El origen de las auroras está en el viento solar, flujo de partículas muy energéticas emitidas por el sol. Cuando el viento solar llega a nuestro planeta, el campo magnético terrestre lo refleja hacia el espacio. Sólo una pequeña parte penetrará en la atmósfera por los polos. El oxígeno (tonos verdosos) y el nitrógeno (tonos rojos) son los responsables de frenar (a unos 400 km de altura, Ionosfera) el avance 18

del viento solar hacia la superficie terrestre. El choque del viento solar con estos elementos produce inmensas cortinas de luz, las auroras. Las auroras se producen alrededor de los polos magnéticos terrestres. En el Polo Norte tendremos auroras boreales y en el Polo Sur, auroras australes. Pueden verse auroras boreales al sur de Groenlandia, Islandia, Alaska, al norte de Canadá, al norte de la península escandinava (Noruega, Suecia y

Finlandia) o al norte de Siberia. Las australes sólo pueden observarse desde la Antártida. Durante los máximos de actividad solar, que se producen cada 11 años, las auroras también pueden observarse a latitudes más bajas. Eclipse total de sol Los eclipses de sol se producen cuando la luna se coloca entre el sol y la tierra (luna nueva). Si la luna cubre completamente al sol, el eclipse

será total, mientras que si cubre una parte, será parcial o anular. Sólo en los eclipses totales podremos presenciar la corona solar y vivir la noche. En la tierra hay eclipses totales de sol por dos razones: 1) A pesar de que el tamaño del sol es 400 veces mayor que la luna, también se encuentra 400 veces más lejos y, por tanto, luna y sol tienen el mismo tamaño en el cielo. 2) La órbita lunar permite que la

luna pueda interponerse entre el sol y la tierra. La máxima duración de un eclipse total de sol es de 7 minutos 40 segundos, aunque normalmente suele durar entre 2 y 4 minutos. Sólo cada 450 años pasará la sombra lunar por nuestra ciudad. Es necesario viajar si queremos vivir, en directo, un eclipse total. El próximo eclipse total de sol sobre territorio español sucederá el 12 de agosto de 2026. La sombra de

la luna entrará por Galicia y abandonará la península por Cataluña, atravesando Barcelona . Eclipse total de luna Un eclipse de luna se produce cuando ésta entra bajo el cono de sombra de la tierra. Sólo puede suceder durante la fase de luna llena, cuando la tierra se encuentre entre el sol y nuestro satélite. El eclipse será total si el disco lunar se sumerge completamente en ese cono de sombra, en

tanto que el eclipse será parcial si se introduce sólo una parte. En el momento de la totalidad, la luna no desaparece por completo, sino que presenta, generalmente, un tono rojizo, debido a la refracción de los rayos solares en la atmósfera terrestre que acaban incidiendo en la superficie lunar. La intensidad de la coloración y visibilidad lunar dependerán, por tanto, de las condiciones de la atmósfera terrestre. La duración máxima que puede estar

la luna completamente eclipsada es de 1 hora y 44 minutos. A pesar de que los eclipses totales de luna son menos frecuentes que los de sol, es más fácil observarlos, pues son visibles en todo el hemisferio nocturno terrestre. Tormenta de estrellas Cada día, miles de partículas de polvo y pequeños fragmentos de rocas procedentes del espacio se precipitan a altas velocidades hacia 19

Eclipse total de luna desde la cima del Teide el día 9 de enero de 2001. La sombra del Teide proyectada sobre la atmósfera terrestre apunta directamente a la luna eclipsada. Foto Luis Miguel Chinarro. © Shelios.

aprendieron a localizar las constelaciones australes, sino que se dieron cuenta de la fragilidad de algunos ecosistemas de nuestro planeta y entendieron que no existe futuro sin respeto al medio ambiente. El desierto del Namib constituye uno de los pocos “san-

tuarios” astronómicos que van quedando en nuestro planeta, cada vez más aquejado por el problema de la contaminación lumínica. Además, las ricas y sorprendentes regiones celestes del hemisferio sur, se conjugaban espectacularmente con el salvaje y majestuoso paisaje

africano ofreciendo una visión sin par al espectador. Para captar esta belleza en imágenes se dispusieron telescopios con montura ecuatorial, pero por razones de simplicidad resultó muy práctica una plancheta ecuatorial y el uso del trípode estático, que ha permitido recoger estampas tan bellas. La mayoría de las imágenes se realizaron con una cámara digital réflex que posee grandes ventajas sobre la fotografía analógica como la visualización inmediata y una alta sensibilidad en larga exposición, además del elevado nivel en la calidad de la imagen. Y la magia del cielo austral nos sorprendió en el Okavango, Botswana. El delta del Okavango es uno de esos lugares donde parece detenerse el tiempo. Había sido un día plagado de emociones y experiencias: la travesía del delta en mekoros (pequeñas canoas), el contacto fluido con gente del lugar y la incursión a pie en una reserva natural de animales salvajes quedaron

ensombrecidos por la noche del Okavango. El proyecto educativo de La Ruta de las Estrellas nos ha confirmado el enorme poder que tiene la astronomía como centro de interés en la formación científica y humana de nuestros jóvenes, además de ser una clara alternativa a las “formas habituales de diversión”. En Shelios trataremos de seguir en la línea de fomentar entre nuestros estudiantes el conocimiento y respeto del medio natural a través de su estudio a la luz de la metodología científica •

MIQUEL SERRA-RICART es astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias, administrador del observatorio del Teide y presidente de Shelios.

Imagen combinada de la corona solar del eclipse total de sol del 23 de noviembre de 2003. La imagen está tratada digitalmente para resaltar las estructuras visibles. La observación fue realizada a bordo de un Airbus 340-300 que sobrevolaba el continente Antártico. Foto Juan Carlos Casado y Miquel Serra-Ricart. © Shelios.

Rastros de estrellas en torno al polo sur celeste captadas desde el delta del Okavango (Botswana). Veinticuatro exposiciones de cinco minutos totalizando dos horas de exposición con una cámara Canon digital 300D y objetivo de 18 mm. Foto Juan Carlos Casado. © Shelios.

Hemos querido dar un nuevo paso permitiendo que jóvenes estudiantes canarios (estudiantes de primero de bachillerato) nos acompañaran nuestro planeta. Los mayores son capaces de producir estelas luminosas, debido al rozamiento con la atmósfera terrestre, denominadas meteoros, o conocidas comúnmente como estrellas fugaces, y que estamos acostumbrados a ver en los cielos de cualquier noche despejada. Los meteoros tienen, generalmente, tamaños y masas muy pequeños (granos de arena de fracciones de gramo) y, a pesar de ello, pueden alcanzar un brillo 20

muy notable durante fracciones de segundo. Los más brillantes se denominan bólidos y si, además, consiguen impactar en la superficie terrestre entonces pasan a ser meteoritos. Normalmente, la actividad meteórica (número de meteoros por unidad de tiempo) es baja (10 meteoros por hora). Sin embargo, hay fechas en las que esta actividad aumenta considerablemente observándose hasta cientos de estrellas

fugaces por hora, fenómeno que se denomina lluvia de estrellas. Si la actividad llega a miles de meteoros por hora, entonces presenciaremos una tormenta de estrellas. El aumento de actividad de meteoros se produce cuando la tierra cruza la órbita de algún cometa, donde suele existir una elevada cantidad de basura depositada por el propio cometa. Ésta es la razón por la cual las lluvias de estrellas se producen siempre en las mismas

fechas. A pesar de que los fragmentos siguen trayectorias paralelas al entrar en la atmósfera, parecen, por efecto de perspectiva, irradiar de un mismo lugar del firmamento. Este punto es conocido como radiante y la constelación donde está situado da nombre a la lluvia. Así, Las Perseidas (mediados de agosto) tienen situado su radiante en la constelación de Perseo, mientras que Las Leónidas (mediados de noviembre) en Leo. 21

Antonia Mª Varela y Casiana Muñoz-Tuñón

EL CIELO DE CANARIAS

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E

n el verano de 1856, y siguiendo la sugerencia de I. Newton en Opticks (Newton, 1730), respecto a que los telescopios deben ser instalados donde la atmósfera sea más serena y estable, tal y como se encuentra probablemente en las cimas más altas de las montañas, por encima de la capa de nubes, el profesor C. Piazzi Smyth (Astrónomo Real de Escocia) organizó un experimento en el monte de Guajara, en la isla de Tenerife, a 2.715 m de altitud (cumbre más elevada del Teide al sur de la caldera de Las Cañadas). En 1857 Smyth destacó en su libro Teneriffe: An Astronomer’s Experiment, las claras ventajas del monte del Teide para la medición y detección de estrellas débiles, no detectables en Edimburgo (Escocia, Reino Unido), y la calidad de los anillos de difracción en el foco del telescopio (bajo seeing). En junio de 1895, Knut Angström y sus colaboradores se instalaron inicialmente en el antiguo emplazamiento de Smyth, en Alta Vista, a una altitud de 3.252 m, realizándose las primeras mediciones fiables de la radiación solar a diferentes altitudes. Posteriormente, y bajo los auspicios de l´Association International contre la Tuberculose, el Prof. Panwitz organizó en 1910 otra misión científica con el fin de efectuar observaciones del cometa Halley en la vecindad de su perihelio. En esta expedición intervino Jean Mascart, astrónomo del observatorio de París (Francia), quien relata literalmente en uno de sus libros que “La situación de Tenerife es quizás única en el mundo: ... esta montaña (refiriéndose al Teide) es, en efecto, particularmente favorable para la investigación de física y de astronomía” (Mascart, 1912). En 1959, el eclipse total de sol visible desde Canarias atrajo de nuevo la atención de numerosos

En 1959, el eclipse total de sol visible desde Canarias atrajo de nuevo la atención de numerosos investigadores y astrónomos, e hizo resurgir la idea de crear un observatorio astronómico en estas islas Piazzi Smyth, 1856. Foto IAC.

investigadores y astrónomos, e hizo resurgir la idea de crear un observatorio astronómico en estas islas (ya sugerida por Mascart, pero truncada por la 1ª Guerra Mundial). Es entonces, en 1960, cuando el Prof. Francisco Sánchez junto con el Prof. Torroja y Romaña deciden iniciar lo que son ya los primeros pilares de los actuales observatorios canarios. Comienzan a llevarse a cabo las primeras prospecciones en las zonas que son hoy el observatorio del Teide (OT) en Tenerife, y el observatorio del Roque de Los Muchachos (ORM), en La Palma. En 1968, se estableció una cooperación informal entre las instituciones de investigación solar europeas bajo el nombre de JOSO (Joint Organization for Solar Observations). El propósito era encontrar un lugar ideal para el observatorio solar. Tras haber explorado más de cuarenta en las zonas costeras del Mediterráneo y del Atlántico, se encontró que “a pesar de la gran homogeneidad de las masas de aire marítimas en estas zonas costeras, éstas no eran válidas para las observaciones solares de alta resolución”. Consecuentemente, en la búsqueda de altas montañas inmersas en aire altamente homogéneo, fueron propuestos dos lugares en las islas Canarias: Izaña (Tenerife) y el Roque de Los

Muchachos (La Palma) (Brandt & Righini, 1985). ¿POR QUÉ CANARIAS? Existe una serie de factores climatológicos y geográficos que determinan la excelente calidad del cielo de Canarias para las observaciones astronómicas (Varela, 1996; Varela & Muñoz-Tuñón, 2001). Canarias se encuentra próxima al ecuador terrestre, a una latitud de unos 28º norte y entre 16º y 18º de longitud oeste. Esto supone tener visibilidad de todo el hemisferio norte celeste y parte del sur. La corriente marina fría que baña a Canarias contribuye al ambiente templado en las islas y evita las tormentas que son frecuentes, sin embargo, en islas tropicales. A su vez, la presencia de vientos alisios producto del anticiclón de las Azores favorece la presencia de temperaturas suaves y moderadas. Por otra parte, debido a la inversión térmica, existen dos capas de la baja atmósfera o troposfera bien diferenciadas y separadas físicamente por el llamado “mar de nubes” o estratocúmulos, típicamente entre 1.200 y 1.600 m de altitud (Font Tullot, 1956). Por encima de esta capa, los vientos dominantes son secos y disminuyen considerablemente

los movimientos turbulentos, la atmósfera es más transparente y, además, el mar de nubes evita en gran medida la contaminación lumínica debida a poblaciones cercanas. La altitud de los observatorios del IAC, situados a 2.400 m, por encima de la capa de inversión térmica, garantiza que los telescopios estén por encima del mar de nubes (asimismo, la presencia de cirros a esta altura es poco frecuente). La proximidad del archipiélago canario a las costas africanas del desierto del Sáhara hace que esporádicamente el polvo sahariano alcance las islas enturbiando el cielo también en los observatorios. Sin embargo,

Jean Mascart, 1910. Foto IAC.

el polvo del Sáhara es sólo un problema (extinción atmosférica menor que 0,2 magnitudes) en un 7% aproximadamente de las noches. También el polvo del Sáhara llega usualmente con vientos del sur que traen cirros consigo. Así pues, el número de noches realmente perdidas será menor (Muñoz-Tuñón et al., 2001; Varela et al., 2004). Un estudio realizado por F. Sánchez en Urania (Sánchez, 1970) revela que, en un período de veinte años, sólo en el 2,2% de los días despejados del año se acusa la presencia apreciable de polvo en suspensión en la atmósfera. El origen volcánico del archipiélago hace pensar que, al igual que sucede en islas de naturaleza similar (como Hawaii),

Vista panorámica del observatorio del Teide (Tenerife). Abarca una superficie de 52 hectáreas a una altitud de 2.400 m. Foto IAC.

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y estable. Resultados comparables sólo se encuentran en los observatorios de Hawaii y en el hemisferio sur en Chile (Murdin, 1985).

Vista panorámica del observatorio del Roque de Los Muchachos, La Palma. Ocupa 189 hectáreas y se encuentra a una altitud de 2.400 m. Foto IAC.

la incidencia de terremotos fuese alta. Este no es el caso de La Palma, donde debido a su edad de 4 a 3 millones de años (Anguita & Hernán, 2000) no se registran movimientos sísmicos

DESCRIPCIÓN DE LOS OBSERVATORIOS CANARIOS El primer grupo de investigación astronómica (medio interplanetario) se estableció en la Universidad de La Laguna, en 1964. El segundo grupo fue el de física solar, tomando parte fundamental en su creación el Prof. Kiepenheuer (director del Fraunhofer Institut). El primer instrumento propio se instala en 1964 (un telescopio refractor solar Razdow de 25 cm, en una torre de 13 m), el cual comenzó a ser operativo en 1969. Fue a partir de 1970 cuando comien-

1973, y en 1977 se forma el CCI (o Comité Científico Internacional) para iniciar los planes para la construcción de lo que actualmente constituye el observatorio del Roque de Los Muchachos. En 1979 se firma un acuerdo de cooperación en astrofísica entre distintos países, entre los que figuraban España, Dinamarca, Gran Bretaña y Suecia y, posteriormente, la República Federal de Alemania. Actualmente ambos observatorios proporcionan facilidades tanto para estudios nocturnos como solares, a través de telescopios y otros instrumentos astronómicos de 19 países. Este grupo, junto con las facilidades técnicas y científicas del Instituto de Astrofísica de Canarias en Tenerife, constituyen el European

Los observatorios de Canarias se encuentran entre los mejores enclaves astronómicos del mundo, junto con Mauna Kea (Hawai) y Paranal (Chile), y por tanto son candidatos a albergar el futuro Gran Telescopio Europeo (ELT) que pudieran condicionar el futuro de las instalaciones sitas en las islas. A partir de un informe elaborado por la Subdirección General de Geodesia y Geofísica, a partir de la Base de Datos Sísmicos Española entre 1902 y 2000, proporcionados por la Red Sísmica Nacional, los terremotos son de magnitud baja y de muy baja intensidad (frente a los resultados obtenidos al norte de Chile, por ejemplo). Del ya alto porcentaje de tiempo útil que disfrutamos en los observatorios del IAC una fracción muy elevada, el 80%, son noches de excelente calidad, con una atmósfera transparente 24

zan a instalarse distintos telescopios e instrumentos diseñados por el propio IAC y por otras instituciones y universidades extranjeras. El observatorio del Teide fue inaugurado formalmente en 1970, y en 1973 se creaba el Instituto de Astrofísica en la Universidad de La Laguna, como precursor del actual IAC. Fue también en los años setenta cuando comienzan las primeras exploraciones en las áreas cercanas al Roque de Los Muchachos y Fuente Nueva, en la isla de La Palma. Los contactos oficiales entre las diferentes instituciones europeas se inician en

Northern Observatory (ENO), que se verá incrementado por la entrada en servicio en el año 2006 del Gran Telescopio (óptico-infrarrojo) de Canarias de 10,4 m y con el centro astrofísico de acogida en La Palma. LEY DEL CIELO Una noche oscura, sin luces artificiales, muestra un cielo lleno de estrellas. Definimos contaminación lumínica como el brillo o resplandor de luz en el cielo nocturno producido por la reflexión y difusión de la luz artificial en los gases y partículas del aire. Este resplandor impide la observación de objetos débiles o de bajo

brillo (Díaz-Castro, 1998; Pedani, 2004). Esta contaminación se produce por un diseño y utilización inadecuados de luminarias en las poblaciones. Esta luz se envía directamente al cielo, malgastándose en gran medida (hasta un 50% en las esféricas o tipo globo), afectando no sólo a la comunidad astrofísica, sino que también puede repercutir negativamente en la seguridad vial de los conductores y en algunas especies animales que se deslumbran y mueren en este tipo de instalaciones. Proteger este recurso natural que es el cielo de Canarias es el objetivo de la denominada Ley de Protección del Cielo. La Ley del Cielo es pionera en su género y con ella se pretende regular la iluminación de exteriores, la potencia radioeléctrica, las industrias contaminantes y el tráfico aéreo sobre los observatorios canarios. Para su aplicación se ha creado en el IAC la Oficina Técnica de Protección del Cielo, suponiendo ésta un ahorro de energía y dinero a nuestros ayuntamientos, y está sirviendo de ejemplo a otras comunidades autónomas como la catalana, que ha aprobado recientemente una ley similar de protección contra la contaminación lumínica en Cataluña. También está siendo promovida en otros países como Chile, sede de los observatorios europeos del sur (ESO). Más información en www.iac. es/project/otpc/eng.htm PARÁMETROS DE CALIDAD ASTRONÓMICA El alto coste de las grandes instalaciones telescópicas exige una selección óptima del lugar del emplazamiento. Ésta ha sido la principal motivación de las intensas campañas de prospección de sitio que, desde hace

algunos años, lleva a cabo el grupo de Calidad del Cielo del IAC (Muñoz-Tuñón, 2002). Los resultados obtenidos sitúan a los observatorios de Canarias entre los mejores enclaves astronómicos del mundo, junto con Mauna Kea (Hawai) y Paranal (Chile), y por tanto son candidatos a albergar el futuro Gran Telescopio Europeo (ELT) (Muñoz-Tuñón et al., 2003). El objetivo de las mismas es la determinación y caracterización de la calidad óptica e infrarroja y meteorológica en los observatorios. Estos estudios se completan con pruebas geofísicas que determinan en buena medida la validez y coste de la obra. Una recopilación de estos parámetros se recoge en www. iac.es/eno/folleto.htm (MuñozTuñón et al., 2001). Ver información detallada de los objetivos y desarrollo del trabajo en la página web del proyecto www. iac.es/project/sitesting/site.html La luz que recibimos de los cuerpos celestes sufre cambios a su paso por la atmósfera terrestre que deben ser caracterizados para comprender su efecto en las observaciones astronómicas. Entre ellos la extinción atmosférica y su dependencia con la cantidad, tipo y distribución del polvo, el fondo del cielo o el límite de profundidad observable en un determinado tiempo de exposición. Existen factores influyentes naturales: procesos físicos de la atmósfera terrestre, las fases de la luna, la capa de inversión térmica, etc., y otros artificiales: contaminación lumínica por poblaciones cercanas, dependientes de la longitud de onda. Y la contaminación por líneas: la contaminación lumínica también contribuye a la presencia de ciertas líneas de emisión o de absorción muy intensas y a longitudes de onda de interés astronómico.

Gran Telescopio de Canarias (GTC) en el ORM. Foto IAC.

A. Calidad óptica, turbulencia atmosférica y óptica adaptativa Las estrellas son fuentes puntuales pero, al atravesar la atmósfera, el haz de luz se ve afectado por la turbulencia atmosférica. Como resultado de esto, en el foco de un telescopio la imagen de una estrella se ve como una mancha circular cuyo diámetro se denomina seeing. Cuanto menor sea su valor, mejor es la calidad de imagen de un observatorio y tanto más capaces seremos de diferenciar dos fuentes puntuales que están próximas, esto es, mejor será su resolución espacial. Ya dando por supuesta su buena climatología, con un número elevado de noches útiles, el seeing es uno de los parámetros clave de calidad de un observatorio astronómico. Para medir valores pequeños del seeing, que se dan únicamente en los mejores emplazamientos, hacen falta instrumentación y técnicas sofisticadas que han sido desarrolladas en la última década. Existen dos instrumentos prototipos, uno fabricado por la ESO (European Southern Observatory) y un segundo generado en el IAC en colaboración con la Universidad de Niza, en Francia (Vernin & Muñoz-Tuñón, 1992; Vernin & 25

Imagen de una mancha solar y de la granulación solar obtenidas en el observatorio del Roque de Los Muchachos (La Palma) (Sobotka et al., 1995; Shand & Scharmer, 1998).

Muñoz-Tuñón, 1994). Ambos han sido calibrados entre sí y están proporcionando los datos más fiables y actualizados de los observatorios de Canarias así como los de la ESO en Chile (La Silla y Paranal). En los observatorios canarios

una dependencia de la calidad de imagen y la dirección del viento, bajo regímenes de velocidad moderada del mismo. Se han desarrollado técnicas para medir los perfiles de turbulencia atmosférica en los observatorios del Roque de Los Mu-

en capas de altitudes más bajas en invierno, en comparación a primavera o verano. Los perfiles promedio de sucesivas noches son similares indicando una alta estabilidad en la evolución temporal. Los ángulos isoplanáticos derivados de los perfiles de turbulencia muestran además un comportamiento estacional, con mayores valores en febrero y menores en julio (Fuensalida et al., 2004a; Fuensalida et al., 2004c). Otro parámetro de estudio son los vientos troposféricos, en particular, el viento a 200 mbar (Chueca et al., 2004). Este valor se ha propuesto como parámetro para evaluar la calidad de un lugar astronómico para óptica adaptativa o técnica que permite, mediante el uso de óptica deformable, corregir gran parte de los defectos introducidos por la atmósfera terrestre en

Proteger este recurso natural que es el cielo de Canarias es el objetivo de la denominada Ley de Protección del Cielo. La Ley del Cielo es pionera en su género y con ella se pretende regular la iluminación de exteriores, la potencia radioeléctrica, las industrias contaminantes y el tráfico aéreo sobre los observatorios canarios hemos llevado a cabo desde 1993 campañas intensivas de caracterización astronómica (Vernin & Muñoz-Tuñón, 1995; MuñozTuñón et al., 1997). La calidad de imagen mejora durante los meses de verano, favorecida por los moderados vientos alisios típicos de este período estacional, así como por la presencia de una capa de inversión bien definida (Varela et al., 1998; Varela et al., 2002). Recientes estudios revelan 26

chachos y del Teide (Fuensalida et al., 2004b). Se ha realizado el mayor estudio estadístico (en el mundo) de perfiles de turbulencia atmosférica para el ORM. Se ha encontrado que la mayoría de la turbulencia está concentrada en las proximidades del nivel del ORM (2.400 m). La distribución de los perfiles de turbulencia a lo largo de seis meses presenta una clara evolución temporal, estando la turbulencia concentrada

las imágenes observadas con un telescopio. La comparación de resultados estadísticos de viento a 200 mbars en el ORM, Mauna Kea, La Silla, San Pedro Mártir y Paranal indica que La Palma está a la cabeza del ranking, con un valor medio de 22,13 m/s, bajas desviaciones estándares y el comportamiento de V200 más estable. Hemos encontrado una clara periodicidad anual de V200 en los cinco sitios de estudio.

Además, se ha demostrado la existencia de un notable nivel de correlación entre los vientos de alta y baja altitud, reforzando la idea de considerar V200 como parámetro para la calidad del sitio para óptica adaptativa, pero con severas limitaciones impuestas por un marcado comportamiento estacional del viento en los observatorios estudiados. A las técnicas de alta resolución y de óptica activa, hay que añadir el funcionamiento de programas de “predicción del seeing” que permitirán en un futuro implementar las rutinas de “programación flexible” con los que se optimiza el uso de tiempo de telescopio, adecuando el programa particular de observación a las condiciones de la atmósfera en cada instante preciso. B. Calidad Infrarroja La absorción de la atmósfera limita la observación en longitudes de onda dentro del rango ultravioleta y menor, que queda limitado a la observación con satélites. El rango óptico del espectro electromagnético, así como el infrarrojo próximo, son accesibles para la observación desde tierra, siempre que el emplazamiento astronómico esté bien elegido. Para el rango infrarrojo es crucial un bajo contenido de vapor de agua: la determinación de su cantidad en la columna de la atmósfera por encima del observatorio es fundamental para su caracterización infrarroja, ya que en este rango espectral el agua presenta muchas bandas de absorción. Existen modelos globales que establecen que la cantidad de vapor de agua depende exclusivamente de la cantidad de atmósfera siendo las cumbres más elevadas aquellas más idóneas para la observación en el infrarrojo. Ésta fue la razón histórica de que las cumbres de

Mauna Kea en Hawai (EE.UU.), a más de 4.000 m de altitud, acumulen la mayoría de las instalaciones telescópicas con instrumentación para medir en este rango del espectro. No obstante, pueden haber efectos locales, tal y como sucede con la turbulencia atmosférica, que pueden combinarse para hacer que un emplazamiento a menor altitud presente propiedades comparables a aquellas que se dan a mayor elevación, lo que, por otra parte, facilita notablemente toda la infraestructura. Una valoración de la calidad infrarroja del cielo en los lugares altos y secos de montaña indica que las Canarias proporcionan el mejor enclave infrarrojo de Europa (Selby & Mampaso, 1991; Hammersly, 1998). Un alto porcentaje de noches (~39%) es aceptable para observaciones en el infrarrojo térmico (

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