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LA SOCIALIZACION DE LA INFORMACION MINIMA: UN PROBLEMA FUNDAMENTAL EN LA RELACION ENTRE EDUCACION Y DESARROLLO*
PABLO LATAPI**
INTRODUCCION Junto a otros temas del presente Congreso, esta ponencia considera la informaci´on en sus dimensiones m´ as ricas. No la ve s´ olo como un contenido cuyo manejo exige hoy refinadas t´ecnicas, sino como una realidad inextricablemente unida al desarrollo del hombre. Pues la informaci´on es, efectivamente, condici´on de desarrollo, potencialidad de relaci´ on, poder social, base de legitimaci´on de valores y, en una palabra, sustrato esencial de toda cultura. Esta ponencia versa sobre un tema muy concreto dentro del apartado m´as general: “la educaci´on en el desarrollo socioecon´ omico”. Trata de la socializaci´on de la informaci´on m´ınima, como un problema fundamental en la relaci´ on entre educaci´ on y desarrollo, que se presenta principalmente en los pa´ıses pobres. Pese a lo concreto del tema, ser´ a indispensable precisar primero algunas nociones filos´oficas -qu´e es informaci´ on, qu´e desarrollo, qu´e educaci´ on (primera parte)-, antes de analizar el problema mismo y su soluci´on (segunda parte). Al final se apuntar´ an algunas consecuencias de lo dicho, tanto para la investigaci´on socioeducativa, como para la pol´ıtica educativa. PRIMERA PARTE: PRESUPUESTOS FILOSOFICOS La tesis que sostiene esta ponencia en la segunda parte es sencilla y concreta; pero supone ciertas tomas de posici´ on filos´ oficas o, m´ as exactamente, axiol´ogicas; es decir, cierta concepci´on de lo que es la informaci´ on, lo que es el desarrollo y lo que es la educaci´on. Tenemos, pues, que avanzarlas, aunque sea brevemente. 1. INFORMACION No es posible hablar de la informaci´ on en general, ahist´oricamente, asocialmente. Es un existencial cultural. En cada cultura y en cada coyuntura de la historia humana, la informaci´on -lo que los hombres requerimos saber- adquiere un significado distinto, en conformidad con el signo de esa cultura. La informaci´on -y la concepci´ on misma de lo que ella es- lleva la impronta de una visi´on del hombre y del mundo. Para el homo viator de la edad media, por ejemplo, la informaci´on era un medio de salvaci´on trasmundana; la tensi´ on escatol´ ogica que daba sentido trascendente y valor absoluto al hacer terrestre imprim´ıa tambi´en un significado medio de salvaci´ on a cuanto el hombre necesitaba saber. Para el ideal humanista del Renacimiento, centrado en la expansi´on de las facultades y en el refinamiento de los modales la informaci´ on adquir´ıa a su vez una finalidad coherente con el sentido de inmanencia y de plenitud autocomplaciente, propio de un mundo que empezaba a tomar conciencia de que pod´ıa hacerse “civilizado”. La revoluci´ on industrial que enfatiz´ o los rasgos at´avicos del homo faber -el fabricador de objetos, el inventor de herramientas, el hombre en lucha por imprimir una forma a la materia a la vez que por no dejarse dominar por la materia, el objeto o la m´ aquina que ´el mismo crea- dio tambi´en a la informaci´on una especial connotaci´ on instrumental. Informaci´ on fue: trabajo, descubrimiento, innovaci´on tecnol´ogica, est´ımulo creador.
* Presentado ** Director
en el Trig´ esimo Octavo Congreso Mundial de la Federaci´ on Internacional de Documentaci´ on. M´ exico, D. F. de Prospectiva Universitaria.
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Y si la Revoluci´ on Francesa inauguraba una cultura que pondr´ıa de relieve nuestras ra´ıces de zo´on politik´ on -de entes pol´ıticos- tambi´en la informaci´ on que requieren los hombres (ahora “ciudadanos”) a partir de entonces ha adquirido insoslayables dimensiones sociopol´ıticas. Todas estas culturas que podemos tipificar en ´epocas del pasado, viven hoy en nosotros, sobrepuestas, encontradas, conflictivas. Nuestro presente es un momento gr´avido de filosof´ıas sobre el hombre y arriesgados intentos de autodefinici´ on, que en parte han sido superados, en parte est´an siempre renaciendo. Por eso hoy no es f´ acil decir qu´e somos como cultura y una “teor´ıa de la ´epoca actual” (Freyer) recoge necesariamente elementos contradictorios. ¿Somos el homo oeconomicus que nos define como unidades de producci´on y consumo, o somos la angustia y la n´ ausea de la desesperaci´ on existencialista? ¿Es nuestra cultura la exaltaci´on del racionalismo cient´ıfico o el triunfo refinado de la “administraci´ on de hombres” bajo formas de estado cada vez m´as totalitarias? ¿Lo que nos define es ser por primera vez un planeta intercomunicado, con la posibilidad de alcanzar conciencia de un destino com´ un o, al rev´es, la bancarrota de todas las utop´ıas y la bagatelizaci´on definitiva de la historia? Definir hoy qu´e es la informaci´ on como existencial cultural ser´ıa una tarea dif´ıcil, que afortunadamente no nos corresponde. Si bien insuficiente, es confortante saber que en toda redefinici´on aparecer´a algo del tipo humano original: aqu´el precisamente que nos hizo requeridores de informaci´on: el homo sapiens, el hombre que se yergue para enfrentarse a la naturaleza, que inquiere, que crea respuestas y las convierte en nuevas preguntas. Somos el hombre que crea significados y, siempre insatisfecho, los destruye, y en esta dial´ectica descubre su relativa libertad, y en ella se aprehende como un misterio creciente. En todo caso, la informaci´ on que considera el tema de esta ponencia estar´a en correspondencia con una situaci´ on concreta y actual: estar´ a tipificada por la necesidad de sobrevivir que tienen los habitantes pobres de los pa´ıses pobres de hoy. Y esta conclusi´on provisoria es por ahora suficiente. 2. DESARROLLO Definir el desarrollo como “el tr´ ansito de cada hombre y de todos los hombres, de condiciones de vida menos humanas a condiciones m´ as humanas” es una aceptable definici´on formal. Pero queda la tarea de dar contenido a esa deseada humanizaci´ on. Es cierto que hay direcciones innegables de humanizaci´on, como las cuatro siguientes que se˜ nalo: el enriquecimiento de la propia conciencia de lo que se es y se puede ser; el establecimiento de relaciones de interdependencia; el aumento de responsabilidad solidaria; la afirmaci´ on de la propia autonom´ıa, de manera que dependamos m´as de nosotros mismos y menos de los dem´as (en relaci´ on unilateral de sometimiento). Pero si hoy quisi´esemos definir el desarrollo en el plano operativo y funcional tendr´ıamos que establecer una teor´ıa de las necesidades humanas, a la luz de valores precisos. La tesis de esta ponencia supone captar el desarrollo a ese nivel operativo y, en concreto, registrar que en los pa´ıses pobres -llamados perif´ericos o dependientes- est´ an teniendo lugar procesos f´erreos de marginaci´on de las grandes masas. El progreso de estos pa´ıses, por su propia situaci´ on dependiente, no es homog´eneo, sino que consiste en una incorporaci´ on al sector de dominaci´ on interna y a trav´es de ´el al externo, de peque˜ nas porciones de las clases intermedias, causando a la vez una pauperizaci´ on creciente de los no incorporados que son los m´as. En esta interpretaci´ on la noci´ on de desarrollo en un pa´ıs pobre necesariamente se invierte. La evidencia obliga a no definirlo m´ as como una creciente modernizaci´on, imitativa de los pa´ıses centrales, que ir´a incorporando a toda la poblaci´ on, sino como la necesidad de garantizar a las grandes masas del pa´ıs pobre, m´ınimos vitales de subsistencia. No importar´ an ya tanto las metas de crecimiento global, dada la necesaria disparidad en la distribuci´ on. No interesar´ an los logros “hacia arriba”, sino los logros “hacia abajo”: el asegurar a las grandes masas llegar a umbrales m´ınimos de suficiencia humana en salud, alimentaci´on, protecci´on jur´ıdica, vivienda, posibilidad de organizaci´ on pol´ıtica, etc., como lo exige una vida elemental y decorosamente humana. Meta prioritaria de una pol´ıtica de desarrollo ser´ıa, en este contexto, reducir los l´ımites de la miseria y convertirla en simple pobreza.
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Veremos c´ omo este concepto de desarrollo redefine en forma radicalmente distinta la informaci´on que requiere hoy el hombre marginado, como existencial cultural. 3. EDUCACION Tambi´en importa precisar el concepto de educaci´on. En un sentido m´as general “educaci´on” coincide con la definici´ on de “desarrollo humano”: tanto el desarrollo como la educaci´on connotan un proceso de maduraci´ on humana, personal y comunitaria. Pero en un sentido m´as concreto, entenderemos aqu´ı por educaci´on la tarea pol´ıtica encaminada a hacer posible esa maduraci´on humana. Para nuestro prop´ osito importa poner de relieve que el concepto de educaci´on es esencialmente hist´orico y circunstanciado. Como dec´ıamos que a cada cultura corresponde un concepto espec´ıfico de informaci´on, as´ı a cada situaci´ on corresponde un concepto de educaci´on. En la situaci´ on de pa´ıses dependientes en los que las grandes masas est´an condenadas a la resaca de la marginaci´ on social, las preocupaciones fundamentales de la pol´ıtica educativa deben ser (m´as que andar imitando las u ´ltimas modas modernizadoras de la educaci´on en los pa´ıses desarrollados), las de conocer las caracter´ısticas espec´ıficas de la maduraci´ on humana que es posible alcanzar a las grandes mayor´ıas, en sus contextos concretos de pobreza, desnutrici´on, desempleo y explotaci´on. La informaci´ on ser´ a una parte de esta educaci´on; jugar´a una funci´on dentro del proceso global de maduraci´ on personal y comunitaria. Ambas -informaci´ on y educaci´on- tendr´an que ser espec´ıficas, adaptadas a la condici´ on marginal de las mayor´ıas y, por tanto, inventadas por nosotros para nuestra situaci´on tercermundista. SEGUNDA PARTE: LA INFORMACION MINIMA Y SU SOCIALIZACION A la luz de las nociones anteriores, conviene ahora examinar c´omo se ha planteado y afrontado en la pol´ıtica educativa de los pa´ıses pobres el problema de la informaci´on m´ınima de las poblaciones marginadas, y sugerir simult´ aneamente un nuevo planteamiento. La respuesta convencional de los sistemas educativos (entendidos como el conjunto de acciones de la pol´ıtica educativa) se ha orientado a dos cosas: a alfabetizar y a aumentar gradual mente la escolaridad elemental y b´ asica de toda la poblaci´ on. 1. LA ALFABETIZACION La alfabetizaci´ on -leer, escribir y contar- es una pobre respuesta, a la luz de la informaci´on que requieren como existencial cultural las masas marginadas. El pobre gana poco con “leer y escribir”. Quien vive en el campo empobrecido o en la barriada menesterosa requiere hoy otras cosas para sobrevivir. Requiere una cierta explicaci´ on de su situaci´ on vital para comprenderla y asimilarla. Requiere saber c´omo funciona la sociedad, qu´e derechos tiene y c´ omo puede hacerlos valer; qu´e deberes tiene y por qu´e; qu´e significa que haya clases sociales y cu´ al es su ubicaci´ on en ellas; c´omo est´an organizados los servicios p´ ublicos, c´omo debe relacionarse con otros, c´ omo procurar el apoyo de sus iguales; requiere saber qui´en controla la televisi´ on y c´ omo son inconsistentes los ideales de riqueza, prestigio y felicidad que ´esta le propone. Son s´ olo ejemplos, pues una definici´ on de alfabetizaci´on tercermundista tendr´ıa que incluir, entre otras cosas, algo de geograf´ıa, de instrucci´ on sexual, de manejo de problemas afectivos y familiares, de historia, de diet´etica y de derecho agrario.1 1 En un folleto de una instituci´ on voluntaria que trabaja en las barriadas de la ciudad de M´ exico se ofrece a los colonos la informaci´ on elemental sobre los servicios que les son indispensables. Son informes que al rico parecer´ an superfluos o curiosos, pero que para el pobre son vitales. ¿D´ onde hay un servicio gratuito de entierro, que incluye caja, oarroza y tierra? ¿D´ onde se saca un acta de defunci´ on? ¿Qu´ e significa C. U. en los camiones que van a la Universidad? ¿D´ onde dan de comer gratis si se est´ a muy necesitado? ¿Qu´ e documentos piden en la bolsa de trabajo? ¿C´ omo divertirse el domingo sin gastar? ¿C´ omo se hace el contrato de la luz? ¿D´ onde hay lavaderos y regaderas? ¿Qu´ e hospitales y dispensarios hay en la zona y cu´ anto cobran? ¿D´ onde regalan arbolitos para plantar en la casa. ¿D´ onde hay clases de tcjido y corte (unas son gratis y otras cuestan un peso)? Es un
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Es verdad que en las u ´ltimas tres d´ecadas ha habido una evoluci´on en el concepto de alfabetizaci´on (alfabetizaci´ on funcional, educaci´ on fundamental, educaci´on de base, educaci´on de adultos, desarrollo de la comunidad, etc.); pero debemos reconocer que los pa´ıses pobres no hemos llegado a redefinir en nuestros t´erminos las necesidades de informaci´ on para la socializaci´on m´ınima. Seguimos midiendo el “saber leer y escribir” como el gran indicador de informaci´on m´ınima; no hemos desarrollado otros indicadores que broten de la realidad espec´ıfica y que tendr´ıan que ver, por ejemplo, con: el conocimiento de los derechos elementales, el saber utilizar los servicios p´ ublicos, el aprender a usar las fuentes de informaci´on, el poderse expresar o el lograr una capacidad m´ınima de organizaci´on social y pol´ıtica. Sin una dotaci´ on de conocimientos y habilidades de este tipo, se es hoy analfabeto social, destinado a la explotaci´ on del m´ as fuerte. ¿No es hoy m´ as importante poder superar la violencia que descifrar la letra impresa? 2. LA ESCOLARIZACION Tampoco la ampliaci´ on de la escolaridad en su actual forma constituye una respuesta adecuada. La cultura escolar no est´ a orientada a proporcionar una informaci´on relevante para la vida real, sino a dar certificaciones escolares y, en el fondo, a distribuir legitimaci´on social. La escuela no trata de revalorar la cultura popular (considera “irrelevante”, por ejemplo, todo lo que sabe el campesino, que es mucho y muy importante para su desarrollo), sino de extender el conocimiento legitimado, que es tambi´en legitimante del dominio social. Aparato ideol´ ogico del estado consideran los marxistas al sistema educativo (Althusser, Gramsci, Vasconi) viendo en ´el un arbitrio por el que el estado refuerza su dominio por v´ıa ideol´ogica, como lo refuerza coercitivamente a trav´es de sus aparatos represivos. Sin suscribir plenamente esta concepci´on y sus implicaciones te´ oricas, es evidente que hay innegables correspondencias entre las funciones ideol´ogicas de la educaci´ on y la legitimaci´ on de la diferenciaci´ on social y de la distribuci´on del poder. Redefinir la informaci´ on m´ınima para el desarrollo implicar´ıa hacer converger la “cultura escolar” con la cultura popular, no para que la escuela reproduzca esta cultura popular, sino para que contribuya a enriquecerla y superarla. Un desarrollo humano tiene que ver con creencias que den unidad y significaci´on a la vida, con un concepto determinado de tiempo y de espacio, con capacidades de relaci´on, con destrezas y aptitudes para el trabajo productivo, con desarrollo de los talentos art´ısticos, etc. La escuela debiera hacer el puente entre la cultura popular -revalorada y relegitimada- y la indispensable “cultura civilizada” a la que tienen que ser introducidas las comunidades populares. Socializar la “cultura civilizada” no es, por tanto, un proceso unidireccional para hacer llegar este saber civilizado a las comunidades marginadas, sino un proceso dial´ectico entre la cultura popular y la civilizada. Por esto es indispensable que todos los portadores de la cultura civilizada (maestros, profesionales, agentes de desarrollo, etc.) tengan como actitud fundamental la de “hacerse dispensables”, e. d. el prop´osito de ir capacitando gradualmente a la comunidad para asumir por s´ı misma y con sus propios medios las funciones que convencionalmente se consideran exclusivas de los agentes “especializados”. Lo que sucede ahora es exactamente lo contrario. Tomemos como ejemplo el profesional que est´a en contacto con los medios populares: formado seg´ un un dise˜ no de profesi´on totalmente ajeno a las necesidades de estos medios y entrenado en un saber que se relaciona con el “saber cient´ıfico internacional”, introduce una ruptura en la cultura popular. Trae un vocabulario extra˜ no, ostenta una patente de conocimientos “certificados”, representa los intereses de un gremio y monopoliza funciones sociales que antes desempe˜ naba la comunidad. Se le ha preparado para hacer que la gente dependa de ´el, e. d. para que no se desarrolle. Es cierto que el conocimiento, para progresar, tiende a especializarse y las funciones sociales a diferenciarse. Esto justifica que haya cient´ıficos y profesionales. Pero si las profesiones se orientan al servicio y aspiran a establecer relaciones de interdependencia, la especializaci´on de los conocimientos profesionales m´as complejos, tendr´ıa que justificarse por una gradual socializaci´on de los m´as simples.
ejemplo de informaci´ on necesaria para sobrevivir, seg´ un lo ense˜ na la pr´ actica.
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En un modelo ut´ opico de desarrollo solidario, las profesiones ser´ıan un proceso de superaci´on de la cultura popular y no una manera de devalorarla; impulsar´ıan la autonom´ıa de la comunidad y no su sometimiento. Todo profesional, en consecuencia, deber´ a tener como prop´osito fundamental llegar a ser innecesario. Devolver sus conocimientos a la comunidad popular y ampliar su capacidad de informaci´on sin hacerla depender de los aspectos especializados de la cultura “civilizada”, es en el fondo devolverle a la comunidad su poder: el poder indispensable para desarrollarse. ALGUNAS CONSECUENCIAS De lo anterior pueden derivarse algunas consecuencias, que apunto aqu´ı esquem´aticamente, como posibles puntos de discusi´ on. A. Para la investigaci´ on socioeducativa, parece que ser´a relevante insistir en las l´ıneas siguientes: a) El conocimiento de la cultura popular y sus mecanismos de creaci´on y transmisi´on. b) La identificaci´ on de las necesidades m´ınimas de informaci´on de las comunidades marginadas, en los diversos campos de actividad: higiene y salud, trabajo, vida familiar, servicios p´ ublicos, organizaci´ on social, recreaci´ on, etc. c) El conocimiento de las maneras propias que tiene la comunidad popular para satisfacer sus necesidades de informaci´ on y la identificaci´on de los recursos propios de su cultura. d ) El dise˜ no, con base en lo anterior, de unidades de informaci´on b´asica, definiendo tambi´en la tecnolog´ıa de transmisi´ on, acorde con el contexto concreto de la cultura popular. e) El estudio de los procesos por los que las comunidades populares pueden ir dependiendo cada vez menos de mecanismos externos, para mantener actualizada su informaci´on. f ) El estudio de los mecanismos sociales de legitimaci´on de la cultura, procurando identificar las maneras como el poder influye en la constituci´on y difusi´on de las culturas de dominaci´on. B. Para la pol´ıtica educativa (y no en un plano ut´opico, sino en forma muy real) ser´ıa importante: a) Establecer indicadores que midan el desarrollo educativo “hacia abajo”, o sea el grado en que se alcanza -cuantitativamente- una mejor distribuci´on de las oportunidades de educaci´on; y ajustar la expansi´ on del sistema educativo a estos indicadores. b) Asimismo, en lo cualitativo, establecer claramente los m´ınimos de informaci´on para el desarrollo propio de cada situaci´ on marginada, y los indicadores v´alidos de “alfabetizaci´on sociopol´ıtica”, que sustituyan los actuales indicadores de alfabetizaci´on libresca. c) Dise˜ nar acciones experimentales tendientes a la revaloraci´on de la cultura popular, al cambio de relaci´ on entre cultura civilizada y cultura popular, y derivar consecuencias para una “certificaci´ on” cuya fuente sea la propia comunidad y no el aparato del estado. d ) Promover el dise˜ no de ocupaciones y profesiones, a nivel t´ecnico y universitario, orientadas al servicio de las comunidades marginadas, y el estudio de nuevas maneras de ejercerlas; y facilitar su experimentaci´ on a grupos de voluntarios. e) Condicionar el acceso a las mejores oportunidades de educaci´on t´ecnica y universitaria, a requisitos valorales que garanticen que el profesional prestar´a un servicio orientado a las necesidades populares, en vez de procurar el lucro individual. Parece que acciones de este tipo ser´ıan indispensables en una pol´ıtica educativa consecuente con un desarrollo orientado a la justicia y basado en los valores humanos.
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