LAS 7 MARAVILLAS del cine José Luis Garci
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OTROS LIBROS DE JOSÉ LUIS GARCI BIBIDIBABIDÚ, 1970 RAY BRADBURY, HUMANISTA DEL FUTURO, 1971 ADAM BLAKE, 1973 LA CABINA (con Antonio Mercero), 1973 LA GIOCONDA ESTÁ TRISTE, 1976 VOLVER A EMPEZAR (con Ángel Llorente), 1983 MORIR DE CINE, 1990 BEBER DE CINE, 1996 LATIR DE CINE, 1998 QUERER DE CINE, 2003 SÓLO PARA MIS OJOS, 2009 GARCI. ENTREVISTAS, 2010 MIRAR DE CINE, 2011 NOIR, 2013 FOOTBALL-DAYS, 2014
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ISBN: 978-84-15606-28-4 Depósito legal: M-17489-2015 Imprime: Gráficas Deva Impreso en España (Printed in Spain)
Material gráfico Archivo editorial / Enrique Alegrete Diseño Arnau Vendrell Maquetación Jesús Navarro
A Manolo Alcántara, que siempre ha estado ahí
Índice MARAVILLAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 LAS SIETE MARAVILLAS DEL CINE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Casablanca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Perdición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 La palabra
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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De entre los muertos / Vértigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 El hombre que mató a Liberty Valance
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
2001: una odisea del espacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 El Padrino. Trilogía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
ENCUESTA A SETENTA CINÉFILOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 HOY PASAMOS LISTA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471 LISTAMANÍA EN CLAVE 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509 THE END . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 551
MARAVILLAS
“… El arte no se resigna a envejecer…” Jacinto Benavente (Del prólogo de “Los intereses creados”)
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En un antiguo texto griego, nada menos que del siglo II antes de Cristo, ya se incluyen listas de distinguidos pintores, grandes arquitectos, extraordinarios escultores, etcétera, además de algunas curiosas observaciones, puro Trivial, del tipo dónde se halla la montaña más elevada, qué islas son las de mayor tamaño o cuáles los ríos más largos, y, atentos, por primera vez se catalogan las Siete Maravillas del mundo conocido. Eran estas, como es sabido, LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO, LA MURALLA DE BABILONIA, LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA, LA ESTATUA DE ZEUS (JÚPITER), en Olimpia, EL TEMPLO DE ARTEMISA (DIANA), en Éfeso, EL MONUMENTO AL REY MAUSOLO, en Halicarnaso y LA ESTATUA DE BRONCE DEL SOL (EL COLOSO), en Rodas. En listas posteriores, las Murallas de Babilonia fueron sustituidas por el Faro de Alejandría. Algunas de estas obras caerían en el olvido y, en cambio, las hubo que gozaron de renovado prestigio entre los turistas de aquellos lejanos días, por ejemplo, el Palacio de Ciro, en Ecbatana, o la Ciudad de las Cien Puertas de Tebas. No era nada fácil entonces conocer estas maravillas –las septem opera in orbe terrae miranda*–, pues, como bien aseguraba Filón de Bizancio, autor de la primera “Guía” para visitar los Siete Prodigios, era necesario desplazarse a Persia, navegar por el Eúfrates, viajar a Egipto, tomar unas cuantas caravanas hasta Halicarnaso (en Caria), darse un largo paseo con destino a Éfeso o, en fin, irse el mes de vacaciones a Grecia. Es decir, tenías que ser rico, como Tales de Mileto, Pitágoras o Demócrito, que se movieron lo suyo. Merecía la pena. Solo resisten las Pirámides de aquellas fabulosas hazañas, sobre todo la de Gizeh, esa construcción mágica “cuya sombra no se ve”. Los tres impresionantes monumentos, Keops, Kefrén y Mikerinos, se encuentran a las afueras de la antigua Memfis; hoy, apenas tardas diez minutos en taxi desde el centro de El Cairo. Es asombroso que, todavía, no sepamos cómo fueron construidas tan fantásticas tumbas reales, si a partir de largos terraplenes en rampa o, como asegura Brodersen, cubriendo el núcleo pétreo con una capa de barro en espiral a su * “Siete obras que debemos admirar en el mundo”, en traducción mía aproximada. 15
“Las Pirámides”, centinelas del tiempo. La maravilla de las maravillas.
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alrededor; claro que, vete a saber, igual aquellos geniales arquitectos, predecesores de Vitruvio, Sullivan, Le Corbusier o Mies, utilizaron máquinas sencillas, aunque gigantescas, que se aprovechaban del efecto de la palanca. (Javier Sierra, nuestro gran escritor de “best-sellers”, está convencido de que sus creadores no fueron extraterrestres, pero sí terrestres extra). De elegir, yo apostaría por el sistema que emplearon el faraón Khufu (Jack Hawkins) y Vashtar (James Robertson Justice), su esclavizado y genial maestro de obras (de ingeniería aplicada, diríamos ahora), en Tierra de faraones, la maravilla que filmó Howard Hawks en 1955. No olvidemos que si hubo un director industrial en Hollywood, ese fue Howard. “Diseñaba” sus planos y secuencias como si fueran automóviles, aviones, neveras, radios, relojes… o, ya digo, pirámides. De ahí, que Tierra de faraones –que es tanto un peplum como un documental– nos dé, al menos a los cinéfilos de alzada, la “respuesta” más satisfactoria al “misterio” de la construcción de la Pirámide de Khufu (perdón, de Keops). En serio, la solución de Hawks y el gran Alexandre Trauner es mucho mejor que las teorías y explicaciones que he leído en docenas y docenas de libros, desde “El retorno de los brujos” a las abrumadoras páginas de Erich von Däniken. (Espero que os sorprendan lo justo estas opiniones, pues sabido es que soy uno de los apóstoles de H. H). Quisiera fisgonear lo justo –tampoco es bueno el exceso– en las (para mí) Siete Maravillas que ha producido el Cine hasta ahora. [Empiezo a escribir a primeros de julio de 2014]. Sé que es una tarea bastante complicada, por no decir imposible, ya que la industria cinematográfica durante el siglo XX, y también en lo que llevamos del XXI, nos ha regalado cientos de obras excepcionales. Miles. No exagero. Ningún otro arte ha contribuido a la cultura de nuestra época con mejores resultados que el cinematógrafo, con tantas creaciones geniales. A gran distancia de la linterna mágica, se quedan la novela, el teatro y la poesía; e, igualmente, la pintura, la arquitectura y la escultura; hasta la música, toda, la “seria” (clásica) y la “ligera” (Pop, Rock, Jazz), y admito que hemos disfrutado de extraordinarias composiciones, boleros inolvidables, tangos magistrales, mambos sensuales, etcétera, sobre todo durante las décadas que van de los 30’ a los 70’; repito, ni siquiera la música de los últimos cien años puede compararse con el arte surgido del cacharro de los hermanos Lumière. Mi primera idea, lo juro por Griffith, fue redactar un libro titulado “Las Setenta Maravillas del Cine”, y hasta tanteé la posibilidad de escribir “Las Setecientas”. Aun así, me habría quedado corto. ¿Por qué este libro? ¿Por qué en estos momentos? 17
A ver si puedo explicarlo medianamente bien. Voy antes con la segunda pregunta, que es más fácil de responder. Hace un par de años decidí abandonar mi actividad cinematográfica, y todo lo que esta arrastraba: escribir guiones, producir, dirigir y estar en el puente de mando de Nickel Odeon día tras día. Ya, ya; no me olvido de lo de “Nunca digas nunca jamás”, que dijo Bond con toda la razón. Pero en mi caso, y creo haberlo comentado en varias entrevistas, dejo mi profesión –tras casi medio siglo, que no se dice pronto– sin traumas, sin malos rollos, con alegría. Jubilarse, me parece, viene de júbilo. Ahora quiero vivir en un mundo sin reuniones, que es un mundo estupendo, por cierto. De chaval, con 16 años, tras el Preu, entré a trabajar en el Banco Ibérico. Lo cierto es que no servía para la Banca: A todas horas, en Cámara de Compensación, luego en Servicios Centrales, soñaba con dedicarme al cine. Lo que no imaginaba entonces es que al empezar a producir películas me iba a pasar otra vez la vida en los Bancos, discutiendo sobre créditos y pólizas, renovaciones e intereses, en despachos de directores de Sucursal o de la Oficina Principal, que me pedían que les dejara mi casa como garantía. He abandonado el cine porque es ley de vida. Te descuidas y resulta que ya estás en los setenta. Los viejos hemos de ceder los trastos a los jóvenes. El rey Juan Carlos acaba de hacerlo con su hijo. Y, poco a poco, la gente de mi generación irá tomando el mismo camino del retiro. Si me pasa como a Bond, y vuelvo a filmar, sería algo más cerca al video de la boda de la nieta de un amigo, que a una película. Tampoco descarto un documental, pero, ojo, un documental pequeño, sencillo, nada que ver con Man with a Movie Camera, de Vértov, o Shoah, de Claude Lanzmann, ni, mucho menos, con The Sorrow and the Pity, de Ophüls hijo. No. Lo mío sería como un reportaje amateur, un juguetear con las imágenes y el sonido, en la línea de lo que hizo Welles, salvando las distancias, en esa joya llamada F for Fake. Ya no me atrae filmar con grúas, hacer travellings, perpetrar complejas iluminaciones, cosas así. Lo hice durante más de treinta años, tampoco mucho, y punto. En fin. Que ahora tengo tiempo para escribir, y me apetece hacerlo así, a lo que salga y a la pata la llana, a mis anchas, sin consultar nada, sin internet, todo de memoria, como en “Noir”. Aunque ya me gustaría a mí acercarme al caótico y sorprendente estilo de Carrenque de Ríos. Eso sí que era escribir sin plan. En cuanto a ¿por qué este libro?, veamos. Seis meses atrás, el 20 de enero, a las cinco de la tarde, se cumplieron setenta años –da vértigo escribirlo– de mi advenimiento a Madrid, por primera y última vez, supongo; no creo en la reencarnación. 18
Tierra de faraones. Jack y Joan se miran, ya sin deseo, en la maravilla de Hawk. Collins estaba de diez.
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