LAS CUESTIONES DEL MARXISMO. Ediciones de la Ftderaeión de Maestros FUNDAMENTALES MUM. 3

LAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DEL MARXISMO Ediciones de la Ftderaeión de Maestros MUM. 3 Las cuestiones fundamentales del marxismo EDICIONES DE
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LAS

CUESTIONES

FUNDAMENTALES

DEL

MARXISMO

Ediciones de la Ftderaeión de Maestros MUM. 3

Las cuestiones fundamentales del marxismo

EDICIONES DE LA FEDERACION DE MAESTROS DE CHILE --

PREFACIO Las Cuestiones fundamentales del marxismo, la última obra de 'Plejanov, que contiene una exposición sistemática del marxismo dialéctico, hizo su aparición en 1908,. es decir, u n cuarto de siglo después que Plejanov lanzara a la publicación su célebre panfleto El socialismo y la lucha política, que inaugura la historia de la social-democracia revo [ucionaria rusa. Este folleto, publicado en 1833, significó la ruptura completa con los viejos prejuicios de los narodniki. Frente a la derrota sufrida por el movimiento reoolucio'ñario, su aparición señaló una nueva vía, al término de la cual habría de llegar la oictoria, lenta pero seguramente. Plejano-o ahondó en la más profunda realidad rusa para mostrar el procem social y económico, que minaba lentcrmente pero con tenacidad, el antiguo régimen. Predijo que la clase obrera rusa, desarrollándose paralelamente al capitalismo, asestaría e! golpe mortal a! absolutismo ruso y ocuparía el lugar que le correspondía en las filas del ejército internacional idel protetariado. Pero Plejanov no se ha limitado a la crítica &l viejo populismo de los narodniki. E n un tratado, qve aun conserva todo su valor, ha hecho la exposición de las cuestiones fundamentales del socialismo científico e indicado que el método del mciterialismo dialéctico es el arma más eficaz en la lucha teórica y prdcticn. ¿Qué es el social'ismo científico? Por tal entendemos esta doctrina comunista que desde 1840 comenz6 a desprenderse' del sociaCisrno utópico, bajo la fuerte influencia de la filosofía hegeliana, de u n lado, y de la econo'

mía clásica, del otro; que dió por primera vez una explicación real de todas las etapas del desenvolvitp~ento de fa civilización humana; que demolió sin piedad los sofismas de los teóricos burgueses y que, "armado de todo el saber de su siglo", se aprestió a la defensa del proletariado. Esta doctrina demostró, no solamente con una claridad perfecta toda la inconsistencia científica de los adversarios del socialismo, sino que, señalando sus errores, dió al propio tiempo la explicación histórica de dlos. De este modo, como dijera en otro tiempo Heirn de la filosofía de Hegel, "ella unció a su carro de triunfo cada una de las opiniones sobre las que habí.a triunfado". "Así como Darwin ha enriquecido la biología con Ya teoría del origen de las especies, de asombrosa simplicidad y de gran rigor científico, del mismo modo Tos fundadores del socialismo científico han demostrado, en la evolución de las fuerzas productoras y la fucha de estas fuerzas contra las formas sociales retrasadas de producción, el gran principio ,de la transformación de las especies sociales".

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Pero n o es como u n "cliché" o una "verdad definitiva y sin apelación", que Plejanov había recomendaa los revo!ucionarios rusos e! sistema del socialismo científico. Se comprende, desde luego, escribía, que la eoolución del socialismo científico n o está todaoíp terminada y que efla n o puede detenerse en los trabajos de Engels y de Marx, del mismo modo que la teoría de origen de las especies n o podía considerarse como definitivamente coqstituída con la aparición de las principales obras del biólogo inglés. Al planteamiento de los principios fundamentales de la nueva doctrina debe suceder el estudio detallado de las cuestiones que se relgcionan con esta última, estudio que de8e completar y llevar a su término la revolución realizada en la ciencia por los autores del Manifiesto comunista. No hay ninguna rama de la sociología ante la cual n o se hayan abierto nuevos horizontes, de una magnitud extraordinaria, a medida que cada una de ellas ha ido asimilando las concepciones filosóficas e históricas de aquella revolrtción, La influencia fecunda de estas concepciones se deja sentir actualmente en el dominio de

la hisforiu del derecho y de fo que se llama la ciuilización primitiva".' Plejanov cree necesario subrayar la siguiente purticularida@de la doctrina marxista: "Remntando en su g~nealagía,entre otros, a Kant y a Hegel, el socialismo científico se presenta como el más encarnizado y rauelt o adversario del idealismo filosófico. DespZuza 4e p último refugio a fa sociología, en donde los posirioistas le habiun hecho tan ca!urosa acogida. E2 socialismo científico presupone la "concepción materialista de la historia", es decir que explica la historia espiritual de la humanidad gor Ia evolución de las relaciones sociales en el seno de ésta (entre otras, por la influencia de medio ambiente) Una actividad incansuble en la actividad del partido retloíucionario del proletariado, la necesidad de aplicar un método nuevo al estudio de la actualidad rusa, a la exploración de los "destinos del cupitalisrn~en Rusia", no impedían, sin embargo, a Plejanoo trabajar en el "estudio detallado" de las cuesriones fundamentales del mrxisrno. dedicando su atención cada vez con mayor intensidad a la historia de la filosofía, de la cioilización y del arte. Al propio rietnpo que reaiizaba este trabajo especial de desarrollar las concepcio~esde Marx y de Engels, Plejanov t o m ó para sí la turea de defenderlas contra t'os diferenres representantes del revisionismo ruso e internaciohal. DE esre revisionismo que ha pretendido en diversas ocasiones "completas", "corregir" o "reemplazar" ciertos principios del marxismo por viejos "dogmas" burgueses, caducos desde hace tnucho tiempo. Esta obra de Plejanoo está consagrada especialmente al aspecto 'filosófico.e Iíistórico del sociaEisrno científico. Pura Plejanov, el marxismo representa toda una concepción del mundo. uno e indivisible, penetrado de tu unidad de una idea fundamental. P l e j a n o protesta con tra las tíueoas tentativas de Bogdanov, Lunacharsky, &rsirrov, Fritsche, de separar, en esta concepción, los aspectos histórico y económico del fundamento filosófico en que se apoya. Protesra contra todos los ensayos de '< asentot-" el rnarxistno sobre nuevas bases, acopiúndofo a distintos sistemas filosóficos, corno el neo-kantrsmo,

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el' machismo, el ernpiriocriticismo, etc., tentativas llevadas a cabo, las más de las veces, bajo la infíuencia de mrrientes filosóficas puestas de moda, en u n momento dado, entre los ideólogos de la burguesía. Según la opiniór? de Plejanov, expresada por pinle;a v e z con ocasión de una polémica con Bernstein, el materialismo de Marx y Enyels deriva del spinozismo, al que Feuerbach desembarazó de los elementos teológicos que pesaban sobre e'!. Como Feuerbach, los fundadores del socialismo científico reconocen que existe unidad, pero n o identidad, entre el "pensar" y e! "ser". Las rectificaciones que Marx hiciera a la filosofía de Peuerbacb consisten, principalmente, en que las relaciones de.ucción y reacción recíprocas entre el objeto y el kujeto son apreciadas por Marx, en cttanto al sujeto se refieren, en u n sentido acrivo: éste aparece como un ser actuante y n o solo contemplativo. "'Actuando sobre la naturaleza exterior y d i f i c i á n dola, el hombre modifica al propio tiempo su t~aturaleza". Plejanov está en la verdad ccrando afirma que Marx .ha sido fuertemente influenciado por un artículo de Feuerbach, titulado Tesis preliminares para la . reforma de la filosofía, publicado en 1843, e n el segundo romo de la misma colección en donde había aparecido ( ~ r i n w r tomo) un artículo de Marx sobre la censura prusiana. " E l pensar está condicionado por el ser, pero no el ser por el pensar. El ser está condicionado por sí mismo... el ser tiene su fundarnento en sí mismo". Esta coiicepcidn, agrega Plejanov, ha sido colocada por f i r x en la base de la interpretación materialista de la historia. Esto n o es del todo exacto. M a r x ha m o d i f i c d o radicalmente y completado ia tesis de Feuerbach. que es tan abstracta, tan poco fundada en la historia, cqmo su hombre que éI ha colocado en el lugar de Dios y de su modificación hrgeliana, !a Razón. "La esencia humana no es algo abstracto, propio del individuo considerado como tal. En su redidad, dice h f a r x , en las conucidas tesis sobre Feuerbacfi, esta' esencia está representada por el conjunto d e las relaciones sociales". Por no Itegar hasta esta conclusión es qrre Ferrerbach se ue obligado a "abs-

traerse del curso de la evolución histórica y partir de la suposición del inditriduo abstracto, aislado". En completo acuerdo con esta crítich del hombre abstracto de Feuerbach, Marx modifica también su tesis fundamental: " N o es, dice, Zc conciencicr de los hombres la que determina su manera de ser, sino al contrario, su manera de ser social l o que determina su conciencia". E l error fundamental de todos los sistemas filosóficos que pretenden explicar las relaciones entre el ser y el pensamiento, ha consistido en querer ignorar esta circunstancia que Feuerbach no alcanzabá a ver, y especialmente el hecho de que el individuo abstracto, analizado por ellos, pertenece m realidad a una forma determinada de l a sociedad. Ya en sus primeras obras, Plejanov había puesto de relieve, mns de una vez, la difereccia entre el método dialéctico de Marx y Engels rj la teoría vulgar de lo evolución, segUn la cual, ni la naturaleza, n i la historial se hacen por saltos, sino que en el m u n d o todo se transforma lenta y g r a d u a l ~ n t e ,En . su polémica con T i k homirov, Plejanoo explica al "nuevo defensor del abso' lutismo" la ineluctabilidad de los saltos en la evolución. Son particularmente interesantes en la obra de ~ l e i a n o vlos capítulos sn que demuestra cómo los sabios contemporáneos están, a mermcío sin saberlo, obligados en razdn del estado actual de la ciencia social a dar uoa explicacidn materialista de los fenómenos que son objeto de su estudio. Cada nuevo descubrimiento re?ativo a la hisroria de la ciuilización, a la *mitología, al arte, trae consigo nuevos argumentos en favor de la interpretación materialista de la historia. A las fuentes de documentación que Plejanov enumera a las cuales se refiere, habría podido agregar, para 1908, los trabajos de otros tantos sabios burgueses en el dominio de las ciencias históricas y sociblógicas. Sir? darse cuenta de elfo, estos sabios emplean ur? lenguaje y acumulan piedra por piedra materiales y hechos que confirman la exactitud de las concepciones filosóficas e históricas tiel marxismo.

.LAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DEL MARXISMO. El marxismo es toda una concepción del mundo. Hablaii. do con brevedad, el materialismo contemporiirrtro representa actualmente el más alto grado de esta coacepA6n del mudo, cuyas bases habían sido ya posttiladas en la antigua Helade, por Dembcrito y los pensadores ionianos, sus precursores. Lo que sc llama el h l l o z o ~no es, en efecto, otra cosa que un inateriaíismo ingenuo. Es a Carlos Marx y a su amigo Federico Engels a quienes pertenece el merito principal de haber formulado y desarrollado los principios fundamentales del ma. terialismo moderno. Los aspectos histórico y econ6mico de esta concepción del mundo, lo que se designa ordinariamente con el nombre de materfalismo hlst6rica, así como el conjunto, estrechamente ligado a este, de las concepciones sobre los pmbkmas, el método y las categdais de la ecoaomia pifflca~ sobre el &sarroUo ecom6dco de la sociedad, y mas particularmente de la sociedad capitalista, son casi exclusivamente !a cbra de Marx y Engels. La contribución de sus predecesores en este dominio no debe ser considerado mas que como un irabajo preparatorio. Muchos y preciosos materiales habían sido acumulados, pero no sisteihatizados, ni considerados a la luz de un pensamiento general, Por esta razón no habian podido ser utilizados ni apreciados en su exacta significación. Lo que han hecho en este orden de ideas los adeptos de Marx y Engels en Europa y América no es sino el estudio más o menos feliz de problemas especiales, algunas veces, es verdad, de la más alta importancia. Es por esto que generalmente no se en. tiende por "marxismo" sino los dos aspectos ya mencionados de la actual concepción materialista del mundo. Y esto ocurre, no solamente entre el "gran público", que no se ha elevado todavía a la compensaci6n profunda de las doctrinas filosóficas, sino tambiCn entre quienes se estiman discípulos fieles de

Marx y Engels, tanto en Rusia como en el resto del .mundo civilizado. Estos dos aspectos se- consideran como algo independiente del "materialismo filos6fico", y hasta, en ocasiones, como opuesto a este. Pero como ambos aspectos, separados arbitrariamente del conjunto de las concepciones que les estAn relacionadas y de las cuales forman la base teórioa, no pueden permanecer suspendidos en el aire, quienes han realizado tal separaci6n se sienten naturalmente en la necesidad de :'apuntalar el marxismo", a ~ c o p l á n d o l ~ lmás o a menudo en la forma más arbitraria y bajo la influencia de corrientes filo$Micas pred~minantes entre los ideólogos burgu-a tal o cual filósofo, a Kant, Mach, Avenarius y, en esfos Últimos tiempos, a José Dietzgen. Es cierto que las concepcianes filos6ficas de J. Dietzgen se han formado completamente libres de influencias burguesas y que en cierto modo se emparentan a las de Marx y Engels. Pero las de estos Últimos tienen un contenido incomparablemente mAs rico y ordenado, y por ecta sola razón no pueden ser c o r n p l e t ~sino, cuando mas, popularizadas, hasta cierto punto, por medio de la doctrina de Dietzgen. Hasta ahora no se ha intentado "completar a Marx" por medio de Santo TomAs de Aquino (11). Sin embargo, no seria imposible, a pesar de la reciente encíclica del Papa contra los modernistac, que el mundo católico diera nacimiento a un penszdor capaz de esta proeza teórica.

Por lo general, quienes sienten la necesidad de "completar" el marxismo alegan que Marx y Engels no han hecho, en ninguna parte, la exposicibn de sus concepciones filos6ficas. Pero semejrinte razonamiento es p w o convincente, y aun si fuera valedero no constituiría una razón para reemplazar dichas concepciones por las de cualquier otro pensador, y colocindb se frecuentemente en puntos de vista totalmente diferentes. Es preciso tener en Cuenta que disponemos de suficientes datos para formarnos una idea cabal de las concepciones de Marx .y de Engels (1). Dichas concepciones han sido expuestas de una manera, muy completa y en su aspecto definitivo, aunque en forma polemica, en la primera parte del libro de Engels El libro de VI. Verigo Manr al9 P h i l ~ p h(Berna. y Leip(1)' zig, 1904) está consagrado a la filosofía de Marx y Engels. Pero. e3 dificil imaginar una obra que satisfaga menos 'que . hsta.

Hcrrn Eugen Dtihrings Umwalzung de Wissenschaft (del cual existen varias traducciones rusas). En el interesante folleto del mismo autor, Ludwig Feuerbach und der Ausgang der Plassischen Philosophie (folleto traducido al ruso por nosotros y adicionados de un prefacio y notas explicativas), están expuestas Las concepciones que constituyen la base filosófica del marxismo, esta vez en forma positiva. Una característica breve, pero brillante, de estas mismas concepciones, ha sido dada por Engels en el prefacio a la traducción inglesa del folleto Socialism o utbpico y socialismo científico (111). En cuanto respecta a Marx, es preciso señalar, en primer término, como de gran iniportancia para la comprensión del aspecto filosófiico de su docti-ina, la caractetistica de la dialbctica materialista, expuesta por 61 mismo, en oposición a la dialdctica idealista de Hegel, en el prefacio de la segunda edición del primer tomo del Capital, y despues las numerosas obervaciones detalladas, consignadas a lo largo de la exposición de dicha obra. Algunas phginas de la Miseria de la filosofía son igualmente, en ciertos aspecta, de la más alta importancia. Por último, se puede apreciar con gran exactitud el proceso de la evolución de las ideas filosóficas de Marx y de Engels, en sus primeros escritos, publicados recientemente por F. Mehring, con el título de Aus dem iiteraricchen Nachlass von Karl .Marx, Friedrich Engels und Ferdifiand Lassalle, Stutgart,l902. En si, tesis doctnral titulada Di&rena der ~~4!íokritlschen - und Cplkureischen Naturphllmphie, Io mismo que er! ciertos articulas ic.p!'c~ducidos por Mehring, en el primer toino de la precitada ediii01i. el joven Marx aparece todavía como el idealista "pur sang" de la escuela Iiegeliana. Pero en los artIculos publicados primeramente en los Deustch-Frmzosdsche Jahrbücher, e insertados ahora en el mismo primer tomo, Marx, y con el Engels, que colabora igualmente en .los J~hrbücher, se coloca ya firmemente en el punto de vista del humanismo.de Feuerbach (V). En la obra titulada Die Heilige Familie, oder Kritik dex kritischen P(ritik, publicada en 1845 y reproducida en el scgiindo tomo de la edici6n.de Meliering, los dos autores, es decir, Marx y Engels, realizan algunos ptogresos importantes en lo que se refiere al desarrollo de la filosofía de Feuerbacli. Puede apreciarse la orientación del trabajo que ellos habian emprendido en aquellas once Tesis sobre Peuerbrach, que Marx habia redactado en la primavera de 1845 y (lile .I.:ngels habia publicado en el anexo al follo'o Ludvrig Feuerbach, que hemos mencionado mhs arriba (VI).

En una palabra, iio son rnateíiales los que faltan. Es secesario solamente saber servirse de ellos, es decir, estar preparado s coinprenderlos. Pero precisamente, los lectores actuales no se encuenican eii tales condiciones, y por consiguiente, no saben aprovecharlos. ¿Por qué ocurre tal cosa? Por ~nhltiples razones. Una de las mas importantes es que actualmente se conoce muy nial, en primer lugar, la filosofía hegeliana, sin la cual es dificil poder asimilar el metodo de Marx, y en segundo, ,la historia del inateriallshno, sin la cual no es posible formarse una idea cabal de la doctrina de Feuerbach, que fue, en filosofía, el predecesor inmediato de Marx y que ha suministrado, c? gran parte, la base filosbfica de la concepción del mundo de Marx y Engels. De ordinario se presenta el "huinanisino" de Feuerbach coni.1 una cosa muy confusa e indeterminada, F. A. Lange, que ha con!ribuido como pocos a propagar entre el "gran piiblico" y cl mundo cientifico una idea completamente falsa de la cs~nciadel materialismol y de su historia, niega completamente al "humanismo" de Feuerbach el carlcter de doctrina materialista. Su ejemplo há sido . seguido por la casi totalidad de los que han escrito sobre Feuerbach, tanto en Rusia como en el extranjero. P. A. Berline, que describe cl h;imanismo de Feirerbach como iina especie de materialismo iio "puro" (1). iin 11;t podido tampoco sustraerse a la influencia de Larigc. En cuanto a Fr. Mehringel, quizá el único conocetlcr de la filosofl~ entre los social-dembcratas alemanes, declaramos no ver claramente lo que 61 piensa en este respecto. Por el contrario, nos es fficil darnos cuenta de que Marx y Engels consideraban a Feuerbach coino materialista. Es cierto que Engels pone de relieve la i!lccnsclziiensis u(' Feuerbach. Pero no deja por ello de re. conocrr que los principios fun-tales de su Filosofia son ptirarnente ninieria'i,si:is (VII). A esta misma concliisiórr ticne que Ilrgar quien quiera tomarse 11 trajajc d: cs. tudlar a fondo la doctrina de Feuerbach. Al dejar dicho lo que antecede nos damos perfecta ciienta de que corremos el peligro de suscitar el asombro

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Ver su interesatite libro Alemania en vísperas & la r ~ v o l u (1) cibn de 1848. San Pcrersburgo, 1906, págs. 228-229.

de iiilmerosos lectores. Pero ello no debe arredramcs, ya que con razón decia el pensador antiguo que la adniiracibn era e1 comienzo de la ciencia. Y a fin de que nuestras lectores no se sientan así sbrprendidos, les recomendamos preguntarse, antes que nada, que quería decir precisamente Feuerbach, ciintido, esquematizando, pero de nianera muy característica, su d c u l u m viiza? filosófico, escribía: "Dios fue mi primer pensamiento. la raz6ii mi s?gundo y el hombre mi tercero y ú!timo." Nosotros afirmamos que esta cuestión encuentra incontcsiableiiiente su soluci6n eii estas palabras muy significativas de Fttuerbach mismo: "En la discusión entre el materialismo y d espiritualismo, se trata..:. de la cabeza humana.... Una vex pilestos de acuerdo sobre la materia de que esta hecho el cereIli-0, llegaremos facilmente a una conclusión cierta en lo que se re.fiere a cualquiera otra materia, y por extensión, a la iiiatcria general" (1 ). Desde luego, Feuerbach declara que sir antriopo~dgia,es decir, s u humanismo, significa hnicamente que Dios.. no e s otra cosa que el ~zspirituhuinano tirima (2). Este punto de.vista antropológico, do hace notar Feuerbach. no era ya extrafio 2 Descartes (3). Pero, ¿quC significa. eso? Significa que Feuerbach habia tomado al hombre codo piicto de partida de sus razonamientos filosóficos únicamente porque esperaba, partiendo de este punto, ,llegar mas pronto al fin, que era dar una idea justa de la materia en general, y de sus relaciones con el "espiritii". Por consiguiente, estamos en presencia de u11 procedimiento metodológico, cuyo valor era condicionado por las circunstancias de tiempo y de lugar, -es decir, por los modos de razonar tan propios de tos 'szbios .alemanes, o simplemente de los alemanes cultos ^de(la epoca (4), pero que no dependía en modo alguno de 'una Cotlaepci6n particular del mundo (VIII). ,r'. Y se puede decir que cada nuevo progreso realizado por la ciencia en la explicación del proceso del desarrollo social representa un nuevo argumeiito en favor de esta tesis fundamental del tnaterialismo moderno. Ya en 1877, Ludwig Noiré escribia: "Fué la actividad en común; dirigida hacia un fin común, el trabajo primordial d e nuestros antepasados, los que dienon nacimiento al lenguaje y a la vicia acultural" (2). Desarrollando este notable pensarniento, L. Noir4 indica que primitivamente, el lenguaje designa las cosas del mundo objetivo, no como figuras, sino como cosas que han tomado una figurlal (nicht als Gastalten, sondern als gestalte), no como seres activos que ejercen una acción, sino como seres pasivos que sufren la trrtsma (3). Y explica ellu por la consideración exacta de que "todas las cosas hacen su aparición en el campo visual del hombre, es decir, que adquieren para el existencia de "cosas", s610 en la medida en que sufren su iacción y es conforme a ello que reciben sus Para lo que se refirre a la influrncia ejercida por la econo(1) mía sobre las relaciones sociales. ver Engels: Drr U c s p ~ u n gder Familie, des Privateigcnthams iind dsi Staats, (I.a edición, Stuttgart, 1900: R. Hildebrand: Rncht und Sitre anf verschiedrncn Kulturstufen, l.* parte, Jena, 1896. Desgraciadamente. I-Iildebrand no sabe utilizar bien los d a . tos eronómicos. El interesante trabajo de T. Achelis* Rechtsentstehung i:nd Rechtngtschichte. Lcipzig. 1904. trata del derecho como producto del desarrollo social, pero no profundiza la cuestión de saber qué es lo que condiciona este desario!lo E n el Iibio de M. A. Vaccaro: Les bases sociologiqiies di1 droit et de i'Etat. Paris, 1898, se encuentran dispersas mucliaó observaciones de detalle que hacen luz sobre ciertos aspectos de ln cuestión; peto, en suma, el autor mismo no se ha hecho una idea justa del asunto. Ver igualmei1:e Teresa Labiiola: Revisione Cridca dcle pi6 recenti teorie sulle origini del Diritto, Roma, 1901. (2) D e r Ursprung der Sprache. Maguncia, pág. 331. (3) Ibid.. pág. 341.

nombres y apelaciones (1). En* resumen, es la actividad humana La que, según la opinión de Noiré, da su contenido a las raíces priinitivas del lenguaje (2). Es interesante comprobar que Noiré veía el primer germen de su teoria en el pensamiento de Feuerbach de que la esencia del hombre reside en la comunidad, en la unidad del hombre con el hombre. Se ve visiblemente que ignoraba a Marx; de otro mo'do se habria dado cuenta de que su concepción sobre el papel de la iactividad en la formación del lenguaje es muy próxima a la de ailuél, quien en su teoria del conocimiento insiste de modo especial sobre la actividad humana, en oposición la Feuerbach, que hablaba prefer,entemente de la "contemplación" (XXVIII). . Casi no hay necesidad de recordar, a propósito de la teoría de Noiré, que el carácter de la actividad humana en el proceso de la producción está determinado por el estado de las fuerzas productivas.' Ello es evidente. Más útil es hacer notar que la influencia decisiva del modo de existencia sobre el pn'samiento es particularntente visible en las razas primitivas, cuya vida socia1.e intelectual es incomparablemente m8a sirnple que la dc los pueblos.civilizados. Van de Steinen escribe, a propósito de los iiidígeiias del Brasil ceiitral, que nosotros no los comprendemos más que cuando los consideramcrs como el producto de una sociedad basada sobre la "cana". "La fiiente principal de su experiencia, dice, era su contacto con los animales, y es por medio de esta experiencia que ellos se ayud a n . . . para explicarse la naturaleza, para formarse una coneepciOn dal n~undo" (3). Las condiciones de una vida hecha a base de la caza han determinado no. solamente-la concepción del mundo propio de estas tribus, sino tambitn sus ideas inofiales, sus sentimierrtos, y anota el ini~smoautor hasta sus gustos artisticos., Y vemos que exactamente ocurre entre los pueblos pastoresi Existe entre ellos lo que Ratzel llama pastoires exclu~sivos,en los cuales "el tema del 90 por 100 de las conversaciones es el ganado, sus orígenes, sus costumbres, sus cualidades y sus defectos" (4). Los desgraciados Hemzros, que los "alemanes civilizados" han pacificado recientemente con (1) (2) (3) (4)

Ibid., Ibid., Unteri Unter

pág. 3 4 7

pág. 369: den Natnrvolkern Zentral-Brasiliens, pág. 201.

den Natiirvolkern Zentral-Brasiliens, págs. 205-206.

crueldad 'tan bestial, pertenecsii a estos "pueblos pastores exclusivos" (1). Desde el momento en que la fuente principal de experlencia era para el cazador primitivo el ganado y que toda su concepción del inundo repasaba sobre esta experiencia, no es de extrañarse que .haya sido la misma fuente de donde 41 ha extraido el contenido de toda aquella mitología de las tríbus de cazadores, que tiene de filosofía como de teologia y ciencia. ULo que caracteriza la mitología de los Boschimanos, dice Andrews Lang, es el papel casi exclusivo que en ella desempeñan los animales. Aparte de una vieja mujer que aparece aqui o alla, en sus leyendas incoherentes, el hlo3nbre no juega en ellas ningún papel" (2). Según Br. Smith, los indigenas de Australia, que se encuentran tcdavia, como los Boschimanos, en el periodo de la caza, tienen por dioses, principalmente, a los pájaros y a las bestias (3). La religión de las razas primitivas no esta todavía, por el momento, suficientemente explorada. Pero lo que nosotros sabemos de ellas confirma ya absolutamente la exactitud de (1) Por lo que se refiere a 10s "putblos exclusivamente pastores". ver particularmente el libro de Gustav Fischer: Eigeiiorene Sñd-Aftiku, Rrcslan, 1872. Fischer dice: "El ideal del Cafre, el objeto con que awña v que exalta con predilección en sus cantos, son los bueyes. es decir, su bien más precioso. Los elogios al ganado alternan en los cantos con aqiih!los dedicados al jefe de la tribu, y aun en &toa es BU ganado t l que desempeña mayor papel (t. 1.. página 85). Los cuidados que hay que prodigar al ganado son a los ojos del cafre la tarea m á s honrom (l. pbg. 85) ; la guerra misma ea una ocupación favorita del cafre. sólo porque en su pensamiento ella está unida a la idea de un botín a baso de ganado (1, pág. 79). "L,os litigios entre los cafrcs vienen de disputas a propósito do1 ganado" (1, p5g. 3 2 2 ) . Fischer ha hecho iguaimente una descripción muy interesante de La vida de los Boschimanos uzadorea (1. páginas 424 y siguientes). (2) Mithcs, culter rt religions, trad. por Charilkt, París, 1896. p6g. 332. ( 3 ) Conviene recordar en este punto la observación de R. A ~ L arée, quien dice que el hombre se reprtsenta, primitivamente, sus dioses bajo e1 aspecto de animales. ":Cuando se llega más tarde a concebir los animales con atributos antropormbficos. los mitos de la metamorfosis de los hombres en animales comienzan a manifestarse". (Etnographischc Parallele und Vergleiche, Neue Folge, Leipzig. 1889, pbg. 116). La apaiición de las ideas antropornbrficas sobre los animales supone ya un nwel relativamente inás elevado del desarrollo de las fuerzas productivas. Comparar igualmente Probenius: Die Welonscbauung dPr Naturvolket, Weimar, 1898. pág. 24.

csta breve 9ormuia de Feuebarcli Marx Uc que

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es la reli-

gión la que hace al hombre, sino el hombre el que hace la religidn". Taylor dice: "Es evidente que en todos los pueblos el hombre era el tipo de la divinidad. Esto explica por qué la estructura de la sociedlad humana y su gobierno se convierten en el modelo conforme al cual son representados la sociedad celeste y el gobierno de 110scielos (1). Esto constituye ya, sin la menor diida, una concepción materialista de la religidn. Saint Simon, como se sabe, sostenla un punto de vista opuesto, que explicaba el regimen social y politico de los antiguos griegos p r sus creencias religiosas. Mucho más importante todavía es el hecho de que la ciencia comience ya a descubrir la relación causal que existe entre el desarrollo de la tkcnica de las razas primitivas y su concepción del mundo (2). Es evidente que preciosos y numerosos descubrimientos son de prever en este punto (XXIX). De todas las ideologias de la sociedad primitiva, es el arte el que mejor ha sido explorado. Se han acumulado a este propósito materiales extremadamente abundantes que constituyen la prueba más inatacable y concluyente de la exactitud, y, por así decirlo, de la inevltabiidaid de la interpretación materialista de la historia. Estos materiales son tan numerosos que na podemos enumerar aqul sino las obras más Importantes de este genero: Schwveinfurth, Artes africana?, Leipzig, 1875; R. Andrée, Ethaoafhische Pardlden, articulo titulado Das ~~m bei den Naturvdkern Zemtral-Brasuiens, Berlin, 1894; C. Mallery, Pichre IWriijng o1 the Amerlczgi IndiasAsu~1&1R-rt af the Bureau 04 Ethnology, Washington, 1893 (los informes para los otros años contienen datos preciosos sobre la influencia ejercida por 'la tkcnica, principalmente del arte textil, sobre la ornamentacibn); Hoernes, Urgwhkhte der. bildenden Kunts, in Europa, Vienn, 1898; Ernest Crosse, Die Anfange der Kunts, y su otro libro, KunswisswischaftlIche Studien, Tubinga, 1900; Yrjo Hirn, Der U n s m n g der KuntR, Lei4pzig, 1904; Karl Bticher,, Mbeit und Rytkmus, tercera edición, 1902; Gabriel y Adr. de Mortillet, Le Préhistmique, Paris, 1900; páginas 217-230; Hornes, Dcr Diluviale Mensch in E u m p , Brunswick, 1903; Sophus MUller, 1'Ernpc Prkkistorique, traducido del danés, por Ein. Philippot, Parts, 1907; ( 1 ) La oirilisatioli priinitivc. ParLs, 1876, t . 11, pág. 322. ( 2 ) Comparar C. Schurz: Voqeschichte der ICultnr, L,eipzig y Vicna, .pigs. 5 5 9 - 5 6 4 . Volveremos sobre este tema en otra ocasión. ;

Rich. Wallaschek, Anfange der Tonkkunst, Leipzig, 1905 (XXX). . Se verá por las tesis que siguen y que tomamos de los autores que acabamos de citar, cuáles son las concliisiones a las que llega la ciencia moderna en la cuestión del nacimiento del arte. Hornes dice (1):'"Ei arte ornamental no puede desarrollarse sino partiendo de la actividad industrial que constituye la condición material previa.. . Pueblos sin ninguna industria no tienen ornamentación y n.o. pueden tenerla". Von den Steinen estima que el dibujo (Zeichnen )tiene su origen en los signos (Zeichen) adopjados con fines prac, ticos para designar los objetos. BUcher llega a la misma conclusión de que "el trabaj400,la música y la poesia han debido, en su periodo primitivo, formar una amalgama única, pero que el elemento fundamental de esta trinidad era el trabajo, en tanto que los otros dos no tenían sino- un valor accesorio." A su juicio, "el origen de' la poesía debe ser buscado en el trabajo". Observa que ninguna lengua dispone en orden rítmico las palabras que forman una proposición. Resulta, pues, imposible que tos hombres hayan llegado al lenguaje poktico ,cadencioso por el empleo de su lenguaje ordinario. A ello se oponía la lógica interna de este último. Pero, ¿cómo explicar el nacimiento del lenguaje t i mada? Bucher supone que los movimientos rítmicos y coordenadlos del cuerpo han comunicado al lenguaje imaginado las leyes de su coordinación. Es tanto m8s plausible esta conceyición cuanto que en los grados inferiores de la evolución estos movimientos rítmicos se acompañan habitualmente de canto. Pero, ~ c ó i n oexplicar/la coordinación de los movimientos corporales? Por el carxicter de los procesos de producci6n. Asl, pues, Idel.secreto de la versificzcibn reside en la actividad productora" (2). R. ,Wallaschek formula su concepción sobre el origen de las producciones escdnicas entre las razas primitivas en [os cigitientes terminos (3) :' "Los temas de estos juegos escénicos eran: l . ~La caza, la guerra, el canotaje (entre los cazadores, (1) (2)

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Urgeschichee, etc., pág. 38. Arbdit und Rylhmus. pág. 342. Figuran tambifii, ordinariamente, animales.

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la vida y las costumbres de los animales; pantoniimas de carlcter n:!imal y mascaras) (1). 2.q - La vida y las costumbres del ganado (entre Ics pue-

blos pastores). . 3.9 El trabajo entre los agricultores: las semillas, 13 trilla del trigo, el cuidado de las viñas). "Er. la representacióil participa la tribu entera (coro), que canta y acciona. Se cantan palabras, ptiesto que el contenido de los cantos constituye precisamente el lado escénico (paiitomima). No figuran en ella sino los actos de la vida cotidiana, cuyo cumpliniiento es absolutamente necesario en la lucha por la existencia". 'Wallaschek dice que durante semejantes representaciones, en gran número de tribus; el coro estaba dividido en dos partes, colocadas una en frente de otra. "Tal era, agrega, el aspecto primitivo del drama griego que en su origen fue igualmente tina panfoniima de caracter animal. El animal. que representaba el máyor papel en la vida económica de los griegos, era. la cábra (de donde la palabra tragedia, que viene de tragos, macho cabrío). Casi no es posible imaginar'una ilustración más brillante a la tcsis de que no es el ser quien esta determinado por el pensamiento, 'si110 el pensaniiento por cl ser.

La. vida económica sc desarrolla bajo la influencia del incremento de las fuerzas productivas. Esto explica por que las relaciones que existen entre los hombres se transforman y, con ellas, el estado psíquico humano. Marx dice: "En cierto grado de su evolución, las fuerzas productoras de la sociedad resultan en contradiccidn con las relaciones de prodiicciun que existen en el seno de esta sociedad, o, en términos jurldicos, con las relaciones de propiedad, en el cuadro de las ciiales aquéllas habian evolucionado. De formas que favorccen la evolución de las fuerzas productivlas estas relacioiies se transforman en cadenas que entraban estas últimas. Coínienza entonces una época de revolución social. (;on la transformación de la base econdmica, toda la formidable supercstructura edificada sobre ella se transforma a un ritmo, ya lento, ya acelerado. Ninguna formación siocial desaparece an-

(1)

~ n f a n ~der e Tonkunst. pág. 257.

tes de que 'se hayan desarrollado todas las fuerzas productoras que en ella encuentran amplia cabida, ni se establezca j a m k nuevas relaciones de producción en lugar de las precedeiites, mientras que las condicion,es materiales indispensables a su existencia no hayan maduirado en el seno mismo de la vieja sociedad (XXXI). Y es que la humanidad nunca s e plantea sino problemas que puede resolver, ya que, apreciando de cerca la cuestión, se encontrará que el problema no se presenta sino allí donde las condiciones necesarias .? su solución existen ya o estAn, por lo menos, en vlas de aparición'' (1 ). ~ e n e m o sde este modo ante nosotros una verdadera "Algebra'!, una "álgebra" puramente materialista de la evolución la social. En esta Alnebra queda lugar para los "sailtos"-de epoca de revolución social-, lo misino que para las tmsformaciones grraidualea Aquellas de estas que se producen. desde el punto de vista cuantitativo, en las propiedades de un orden de cosas dado, terminan, finalmente, en una transformación de la calidad, es decir, eii la desaparición del antiguo modo de producción-o de la antigua formación social. segitn la expresión empleada por Marx eg estos casos-, y en su reemplazo, por un nuevo modo de producción. Segain Marx, los modos de producción orfenbal, feudal y burguks contenipuraneo pueden ser considerados, de manera general, como épocas consecutivas ("progresivas") de la evolución económica de la sociedad. Pero es necesario creer que después de haber conocldo el libro de Morgari sobre la sociedad primitiva, Marx ha modificado su concepción de la relacidn existente en el modo de produccibn antiguo y el modo de producci6n oriental. En efecto, la lógica del desarrollo económico del nodo feudal de producción ha llevado a la revolución social que h a marcado el triunfo del c a p l t a l i m . Pero la lógica del desarrollo económico de la Chlna o del Egipto antiguo, por ejemplo, no ha conducido en modo alguno a la aparición del modo antiguo de producción. En el primer caso exist e ~dos fases de desarrollo, apamdendo la una a continuad6n de la otra y siendo Csta engendrada por aqublla, en tanto que el segundo caso nos presenta más bien dos tipos coexistentes'de desarrollo económico. La sociedad antigua ha sucedido a la organizaci6n soclal pos clanes, mientras que ésta

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Prefacio a la Crítica de la ecr>noniia política.

ha precedido al advenimiento del rég6mw social oriental. Cada uno de estos dos tipos de organizacidn económica hizo su aparición como resultado del crecimiento de las fuerzas productoras que se habia efectuado en el seno de la organizaciCn social basada en el clan y que debla, finalmente, traer l:i deacornposición de esta organización. Y si estos dos tipos difieren considerablemente el uno del otro, sus signos distintivos principales se han formado bajo Bai infiueacia del medio gwgfáfico. En un primer caso, este imponia a la sociedad, que habia alcanzado un grado determinado de desarrollo de las fuerzas productoras, tal conjunto de relaciones de p~oducciOn y otro, en segundo caso, muy distinto del primero. El descubrimiento de la organización en clanes estA Ilaimdo evidentemente a jugar el mismo papel que el de la dlula en biologla. Mientras que Marx y Engels no tuvieron conodimiento de la organizacidn del clan, su teorfa de la evolución social no podfa dejar de presentar lagunas importantes, coino lo ha reconocida luego Engels mismo. Pero dicho descubrimiento, que por primera vez permitía comprender los estadios inferiores de la evoluci6n soclal, no ha sido mlls que un argumento nuevo y poderoso en favor de la interprebaci6n materialista de la hlstoria y no en oontra de ella. Tal descubrimiento ha permitido comprender miicho mejor el proceso de las primeras fases de! ser social, así como la manera cbmo este Último determinaba entonces el pensamiento social, y por ello mismo ha iluminado de modo extraordinario la concepcibn de que el pensamiento social esta determinado por el ser sociai. Desde luego nos referimos a esto solo de paso. La cues 11611 principal sobre la cual es necesario fijar la atenci6n, es ha indicaci61-1hecha por Marx de que las relaciones de pro7 pied?d establecidas en un v a d o determlnadu del desarroll~ de las fuerzas productoras favorecen durante clerto tiempo -1 crecimiento de estas fuerzas, pues en seguida comienqa a eiitrabarlo (1). Aunque un estado determlnlado de fuerzas pro.. (1) Volvainos a la esclavitud. En un cierto nivel ella contribuye al 6esarrollo d: las fugnas productoras, pero después comienza a enrraharlo. Su dozapanición entre las naciones civilizadas de Occidentrs es 13 consecuencia de su cks~rrollo económico. (Sobre la esclavitud, ver la interesante obra del profesor Et. Cicorti: 11 tramonto della schiavítu. Tudn, 1 8 9 9 ) . J . H. Spoke dice cn Les SOII>CBS du Ni1 (París, 1865. pág. 2 1 ) ,

dlictoras sea la causa que suscita relaciones deterininadas de prodircci611, y, en particular, de paopiedad, una vez que esfas última: han lzparecido como cons?cuencia d e la causa indiadu, comienzan a su vez a iiifluir sobre esta misma. Se establece así u11 sistema de acci6n y reacción recíproca entre Las fuerzas productoras y, la economía social. De otro lado viene a edificarse sobre la base econ6mica toda una superestructura de relaciones sociales, así como de sentlmientos y de concepciones del mismo orden. Ahora bien, como esta superestructura c0mienz.a tambikn por favorecer el desarrollo económico, para entrabarlo después, se establece igualmente una a c c i h y una reacción reciprocas entre la superestructura y Iz base. Este hecho resuelve enteramente el misterio de todos aquellos fen6menos que a primera vista, parecen contraJccir la tesis fundamental del materialismo histórico. 'Todo lo que ha sid80 dicho hasta por los "críticos" de Marx sobre el pretendido carácter unilateral ael marxismo y sit llamado desprecio por todos los "factores" de la evoluciOn social que n~osea el factor econ6mic0, provienen simplemente iIe la incomprensi6n de aqu6llos sobre el papel que Marx y Engels reservan a la accidn y a la reacción reciprocas entre la "Liase" y la d'superestructura". Rara convencerse de la idportancia que Marx y Engels asignan, por ejemplo, al factor politico, basta leer las piginas del Manifiesto comunista, donde se trata del movimiento de emancipaci6n de la burguesía. Se d i ~ een ellas: "Clase oprimida por el despotisino f e u d ~ l , asociación armada, gobernándose ella misma dentro de la camuna, aquf, libre repirblica municipal; allh tercer estado tributario de la monarquia; después, durante el período manufacturero. centrapeso de la nobleza en las monarquías limitadas o absolutas, piedra angular de las grandes monarquias. la burguesia, desde el establecimiento de la gran industria y del mercado mundial, se ha apoderado por fin. de modo excl~isivo, del poder politico en el Estado representativo contemporAneo. El gobierno moderno no es más que un comité adque entre los, negros. los esclavos estiman quc evadirse es cometer can el dueño que ha dado dinero por e:los una acción infamante y contrar i a al honor. A ello es necesario agregar que estos mismos esclavos consideran su situación como m i s honrosa que la de un trabajador asalarijdo. Semejante manera de pencar corresponde a este periodo de 13 socidad, "en donde la esclavitud existe todavía como un fenómeno de

ininistrativo de los' negocios comunes de la clase burguesa." , La importancia del "factor" politico aparece aquí con nltidez extraordinaria-no faltando "criticos" que la consideren exagerada-. El origen y el poder de este factor, asi como la manera como ejerce su acci6n en cada periodo dado del desarrollo de la sociedad burguesa, son explicadas en el h k l fiesto por la marcha del desarrollo ec.onómico, y, por consiguiente, la variedad d e los "factores" no perjudica a la unl. dad de la causa inicial. Es indudable que las reladiones políticas iiifluyen sobre el ivovimiento económico; pero nto lo es menos que ant~vsde influir 931bre este movimiento m creadas por él. Es necesario decir otro tanto del estadi, psíquico del hombre social, de aquello que Stammler llamaba, de uná manera un poco unilateral, los coaceptois soclaies. El Manifiesto dem~icztra;sin dejar lugar a dudas, que sus aut,ores habían ccmprendidc bien el valor del "factor" ideológico. Vemos, al propio tiempo, que si el "factor" ideológico desempeña un papel iri-portante en el desarrollo de la sociedad, 61 rnisnio es previamente creado por este desarrollo. "Cuando el mundo antiguo estuvo a punto de perecer, las viejas religiones fueron vencidas por la religión cristiana. Cuando las ideas cristianas .sucumbienon frente a las ideas dc progreso del siglo XVIII, la sociedad feudal libraba una lucha a muerte con la burguesia, entonces revol~cionaria.'~En cl caso que nos interesa, el ultimo capitulo del Manifiesto es todavía mAs convincente. Sus autores dicen en kl que sus conl. pañeros d e ideas aspiran a inculcar a los obreros, tan netamente como sea posible, la conciencia del antagonismo que esisie entre los intereses de la, burguesía y los del proletariado. Se comprende bien que quien n:o concede importancia al "factor" ideol6giCo no tiene razón alguna.:para aspirar a fdrniar conciencia de una cuesti6n determinada en no importa qr14 grupo social.

Citamos el Manifiesto de preferencia la los demás escri-

tos de Marx y Engels, porque el se refiere a la primera epoca de su actividad, en la que, según lo asegiiran algunos de sus "criticos", tenían una manera "unilateral" d e comprender las relariones existentes entre los diferentes "factores" del desarrollo social. Vemos así claramente que en esta epoca tambieii

Marx y Engels se distinguían, no por una "mane~iutdlateral" de comprender las cosas, sino mAs bien por una tendencia al monismo, por una repugrtaneia por aquel ectectkhmo que se hacia tan evidente en las observlaciones de los sefiores "criticos". No es raro que se haga referencia' a dos cartas de Eng ~ l s ,publicadas en el SOziali$tischer Akadedker y escritas, itna en 1890 y la otra en 1894. El seaor Bernstein se hja acogido con jlibilo a .estas dos cartas, cuyo contenido constituiríg, ~ e g ú ndice, un testimonio evidente de la evoluci6n que se habrla producido en las opiniones del amigo y colaborador de hhrx. Extrae de ellas dos pasajes, a su juicio los mas de inostrativos, y que nosotros creemos necesario reproducir, ya gUe ellos demuestran precisamente lo contrario de lo que ha piekndido probar el señor Ber~stein. Dice el primero de estos pasajes: "Existen, por consiguietite, innumerables fuerzas que se entrecruzan, un número infinito de paralelogiramos de fuerzas, que dan una resultante, el acontecimiento histórico, el cual puede, a su vez, ser considerado como producto de una potencia que actúa como un todo, sin conciencia ni voluntad. Porque lo que cada uno quiere separadamente es impedido por los demas, y lo que dz ellos resulta es algo que nadie ha deseado." (Carta de 1890). He aqul ahora el otro pasaje: "El desarrollo económico, jur'a;co, filosófico, literario, artistico, etc., reposa sobre el desarrollo económico. Pero todos reaccionan, conjunta y separadamente, uno sobre el otro y sobre la base econ6micaw (Carta de 1894.) El señor Bernstein ha encontrado que "esto suena -algo diferente" al prefacio de la obra Zur KrItik deu plttjschm Oekmmtie, que hace resaltar la relación que existe sobre la "base': económica y la "superestructura" que se erige sobre esta Siltima. Pero, ¿por que es diferente? En realidad. el pasaje citado no hace sino repetir lo que se dice eil el prefacio en cuesti6n. El sefior Bernstein ha comprendido -1 rrefaclo de Zur Kritik un poco diferentemente, es decir, en d wntido de que la superestructura social e ideológica que vies e . a colocarse sobre la "btise eoon6mica", no ejerce ninguna Influencia s.obre ella. Pero sabernos ya que no hay nada mbs erróneo que una manera semejante de comprender el pensamiento de Marx. Y los que han seguido de cerca los ensayos "crlti~os'~ del sefiúr Bernstein no podian sino alzarse de Ii~mhrosal ver que el hombre que en otra epoca se habla propuesto la tarea de popularizar la doctrina de Marx no se dd

ba el trabajo, o mas exactamente, era incapaz de romprende esta doctrina. IEn la segqnda carta de las citadas por el seAor Bernstein existen pasajes que dilucidan el sentido causal de la teoria histbrica de Marx, mucho mas importantes tal vez que las Ii. neas tan mal comprendidas por aquel y que acabamos de citar. Uno de estos pasajes está concebido en estos terminos: "No hay, pues, un efecto aukmAtico de la situación econ6mica como algunos quieren flgurhrselo por comodidad. Son los hombres los que hacen su propia historia, pero en un medio dado que los condiciona (in adnem gegebftien, de bendangenden Milieu), sobre la base de relaciones efectivas determinadas. Entre estas Últimas son, sin embargo, aquellas de orden econdmico las que tienen, al fin y al cabo, cualquiera que sea Iri influencia ejercida sobre ellas por las de orden politico e ideológico, una acción decisiva, y constituyen el hilo conductor que permite comprender el conjunto del sistema!' Entre las gentes que interpreta11 la doctrina hist6rica de Mzrx y Engels, en el sentido de que "hay un efecto aufomhtico de la situacfón económica", se encontrlaba igualmente, como acabamos de verlo, el señor Bernstein, en la epoca en que era todavia "ortodoxo". Entre ellas es necesario enrolar tanibien a un gran número de "criticos" de Marx, que han .re!rocedido "del marxismo al idealismo". Estos espíritus profiiiitios hacen prueba de una gran suficiencia cuando ellos descubreii y demuestran a los espiritus "iinilaterales" de Marx y Erigels que la historia es hecha por los hombres y no por el ~~ovimiento automátíco de la economla. Hacen así a Marx l a ofrenda de un bien que a este solo pertenece, y no sospechan ahn, en su increible ingenuidad, que el Maax que ellos "mitican" nada&%e de comiin, excepto el nombre, c m el veriiadero Mürx, pues aquél no es sino el producto de su propia ftlccmprensión, que es en ellos verdaderamente "unilateral". Es natural que los "crlticos" de esta especie hayan sido absoliitamente incapaces de !'completar" y "corregirp1en alguna fornra el materialismo histbrico. Por eso 118 nos ocuparemos más de ellpp, prefiriendo hacerlo de aquellos que formularori las bases de esta teoria. Es d~ mucha importancia dejar constaticia de que cuando Engels iepudiaba, poco tiempo antes de su muerte, la tnanera "aiitom~tica" de concebir la accibn histórico de la econod a , no bacfa s b o repetfrccasi en los mismos terminos-y

comentar lo que Mwx habia ya escrito g 1845, ea la tercera tesis de Feuerbach, que hlemos reproducido mdts arriba. Marx reprochaba al materialismo anterior a el haber olvldado qiie "si de un lado los hombres son un producto del medio, éste es, de otro, modificado precisamente por aquellos':. La tarea del materialismo en el dominio de la historia. tal como Marx la concebía, consistía, por consiguienfe, en explicar de que mrqera el "medio" puede ser d i f i c a d o por los hombres, producto de ese medio. Y Marx encontraba la solucidn de este problema precisando las relaciones de produccidn que se estzblecen bajo el dominio de condiciones independientes de la voluntad humana. Son aquellas relaciones las que se establecer~ entre loor hombres en el proceso social de la ~ r o ducción. Decir que las relaciones de producción se han modificado, es decir, que las relaciones existhtes entre los hambres en el proceso en cuestidn se ham modificado. El cambio de estas relaciones no puede cumplirse "automiiticamente",, es dcc-ir, independirntemente üe Pa actividad hmana, porque son dc aquellas que se establecen entre los hambres en el proceso de su actividad. . Pero estas relaciones pueden transformarse-y se transforman, en efecto, frecuentemente-en una dirección distinta d? aqiiclla en que los hombres quisieran modificarlas. El. cardctcr dc la "estructura econón~ica" y el sentido en el cual se transfwma, no dependein de la voluntad humana, sino del estado de -las fuerzas productoras y de la naturaleza misma de los cambios que se realizan en las relaciones de producci6n y que resultan necesarios para la sociedad a consecuencia del desarrollo de dichas fuerzas." Engels explica esto en los siguientes terminos: "Los honibres hacen ellas mismos su propia historia; pero hasta ahora, aun en las sociedades muy delimitadas,, no 1.0 han hecho con una voluntad de conjunto ni según un plan general. Sus aspiraciones se entrecruzan, y es por ello que en todas las sociedades parecidas reina la necesidad, siendo el azar el complemento y la forma bajo la cual se manifiesta". La $actividad humana se define aquí no como una actividad libre, sinlo como necesaria, es decir, confornte ,a leyes y pudiendo ser objeto de un estudio dentifico. Asi, pues, el materialismo histbrico, aunque afirma en toda ocasión que el medio es modificado por los hombres, ofrece al mismo tiempo, y por la primera vez, el medio de considerar el proceso de esta modificación drsde el punto de-vista de fa cienda. Es la razón de por que nosotros estamos en el de-

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recho de decir que la interpretacion materialista de la historia suministra los prol~rg6menos indispensables-3 toda doctttnia~w>cid6gica que pretenda el titulo de ciencia. Esto es tan cierto que, en la actualidad, todo estudio dd un aspecto cualquiera de la vida social sólo llega a adquirir un valor cienfffico, en la medida que se aproxima a la ex. plicaci6n materialista de su objeto. Y, a pesar de la famosa "resurrección del idealismo", tal explicación se hace cada vez más corrientes en cuantas oportunidades los sabios no se entregan a meditaciones edificanies y a grandilocuentes disciirsos sobre el "ideal', sino a la tarea de descubrir el lazo de iinión causal entre los fenómenos. En la actualidad, muchas personas que no solamente no son partidarias de la concepci6n materialista de la historia, sino que aun no tienen la me. nor idea de ella, se declaran materialistas en sus investigaciones históricas. Ocurre entonces que su ignorancia o s u prevención contra dicha concepción materialista, impiditndoles comprenderla exactamente, les lleva a lo que conviene llamar concepciones unilaterales y estrechas.

He aquí un ejemplo. Hace diez años, el celebre sabio francks Alfredo Espinas-sea dicho entre parkntesis, gran adversario de los socialistas actuales-publicaba los Orígenes de la technologíe, "estudio ~saciológico" extremadamente interesante, *al menos por la idea que desarrolla. Partiendo de la tesis puramente materialista de que en la historia de la humanidad, la prActica precede siempre a la t s r j a , examina en su obra la influencia de la Mcnica sobre el desarrollo de la ideologi% es decir, de la religión y de la fflosofía, en la Grecia antigua.-Llega a la conclusi6n de que en cada periodo de este desarrollo la concepción del mundo de los antiguos griegos estaba determinado por el estado de sus fuerzas productoras. Esto constituye, desde ,luego, un resultado de interks e importancia. Pero aquel que tenga el hábito de aplicar el mék d o materialista a la comprensión de los fenómenos históricos encontrara, por cierto, que la idea expresada en el "estudio" de Espinas es iiemasiado unilateral, por la simple raz6n de que el sabio francks no ha prestado atencihn a los ohos "factores" del desarrullo de la ideología, tales como, por ejemplo, la lucha de clases. No. obstante, este factor tiene un3 im: portancia verdaderamente considerable.

$11 la sociedad yriiiritlva, que igciord la divfskhciii dc claws, la actividad productora ejerce una influencia directa sobre la concepcidn del mundo y sobre el gusto estktico. La ornamentaciún presta sus motivos .a la tecnlca y la danza-el arte puede ser lo mhs importante en una sociedad semejante-e: se limita a manudo a reproducir un proceso de producción. Esto se hace particularmente evidente en las tribus de c m dores colocados en el mAs bajo grado de desarrollo accesible a nuestra observación (1). Por esto nos hemos referido principalmente a estas tribus cuandó hemos tratado de la dependencia en que se encuentra el estado psíqufco del hombre primitivo respecto a su actividad econ6ml.ca (XXXII). Pero en una sociedad dividida en clases, la influencia directa de esta actividad sobre la ideologia se vuelve menos apwenfe. Ello es facilmente comprensible. Si, por ejemplo, cierto genero de danza -ejecutada por la australiana indigena, reproduce figuradamente s u trabaja & recolecdón de lae raíces, se comprande que ninguna de las elegantes danzas que servian a la diversión de las bellas mundanas de Francia, en el siglo XVIII, podla ser la figuración de un trabajo productivo, puesto que ellas no se ocupaban de trabajo alguno de este genero, prefiriendo entregarse a "la ciencia del dulce amor". Para comprender la danza de la australiana indigena, es suficiente conocer el papel que desempeñan en la vida de una tribu australiana la recolección por las mujeres, de las ralces de .plantas salvajes. Pero para comprender, por ejemplo, el minuet, no es ne. cesado conocer la economia de Francia en el siglo XVIII. en este caso nos encontramos en presencia de uina danza que es la expresi6n de la psicología de una clraw n o productora. La gran mayoria de los "usos y conveniencias" de lo que se llama la buena sociedad se explica por este mismo genero de psicologla. A'si, pues, el "factor" económico cede aqui sil lugar al factor pskdógico. Pero mo olvidemos que el advenimiento de clases no productoras en la sociedad es el resul-a tado del desarrollo económico de esta. Ello quiere decir que el "factor" económico conserva enteramente su valor predominantq, aun en el casouen que él cede sil lugar a otros. Por

Y

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( 1 ) . Los pueblos cazadores habían sido precedidos por los pueblos rccolectorts de frutos y raíces, Sanimenvolker, según la expresión cmpisada ahora por los sabios alemanes. Pero todos los pueblos~srlvnjcs que ccnbctmac han franqueado ya esta etapa del &s;írrollo. '

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el contrario, es entonces, precisitnante, cuando este valor sc hace sentir mejor, puesto que es en tal oportunidad que estan deterininados por 61 la posibiiidad y los iímites de la influeacia de lw otros factores (1); Esto no es todo, sin embargo. La clase superior mira a la inferior con iin desprecio no disimulado, no obstante que ella toma parte en el proceso de producci6n en calidad de clase dirigente. Ello se refiere igualmente en la ideologla de las clases en cuesti6n. Los romances franceses de la Edad Media, y particularmente las cancianes de gesta, pintan a los campesinos de entonces con los colores mas ingratos, He aqul un ejemplo: Li vllaen son de laide forme Ainc si tres laide ne vit home; Cliaucuns a XV piez de granz. En auques ressemblent jaianz. Mais trop w n t de laide manikre; Bocu sont dcvant et dkrriere (2). Pero los campesinos, como se comprende, tenlan de sf una Idea totalmente diferente. Mostrfindose indignados ante el desprecio de ks señores, cantaban: Nous sommes des hommes, tout comme eux, et capables de soufrir tout autant qu'eux. ,

y continuaban su canción, por el mismo estiio.

-(1)- He aquí un ejemplo de otra naturaleza: El "factor d t 11 yoblación", según la expresión empleada por A. K o n (ver su obra 1.a facoeurs de populadon dans k dévelopement social. París. 1910). ejerce indudablemente una gIan influencia sobre el desarrollo social. Pero Marx tiene perfecta razón cuando dice que las leyes abstractas de la multlplicaci6n n o existen más que para los animales y las plantas. El crecimiento (o la dismínuci6n) de la población en la sociedad humana depende de su organización, la cual está determinada por la estructura rcon6mica de la mism?. Ninguna "ley abstracta" de maltiplicaci6n explicad en nada el hecho de que la población de la Francia achial no aumente casi. Gran error el de aquellos sociólogos y economistas, que ven m el crecimiento de la población la causa inicial del desarrollo social. (Ver A. Lona, La l q g e di populazione ed il sbama sodales. glen-

no, 1932). (2) Comparar Les c!ases riiraleo et le régime domanial rn Fance au moyeh 6ge. por Henri Sée. París, 1901, pág. 554. Ver igualmen. tr Fr. Meyer: D e Srande. ihr Leben und Ta~:bon, Marburg, 1882. plg. 8.

Además, se preguntaban: "Cuando Adin trabajaba la t i e ~ rra y Eva hilaba, ¿dónde estaba el gentilhombre?" En suma, cada una de las dos clases juzgaba la cuestiún desde su propio punto de vista, cuyo carácter particular se hallaba condicionado por la situación que ellas ocupaban en Ia sociedad. La lucha de clases imprimia sus huellas en la sicologia de las partes en'lucha. Quien quiera estudiar la historia de las ideologías en una sociedad dividida en clases tiene que consagrar toda su atención a esta influencía. De otro modo n.o llegará a comprender nada. Ensayad una explicacidn económica dimcta de la aparición de la escuela de David en l a pintura francesa del siglo XVIIl y concluir6is en un resultado que n o será más que un contrasentido molesto y ridiculo. Pero considerad esta escuela como el reflejo ideol6glco de la lucha de clases que se desarrollaba en el seno de la sociedad francesa en vispera de la gran revoliición, y la cuestión cambiarh en seguida de aspecto. Ocurrirá eritmces que cualidades del arte de David, que podria creerse en absoluto fuera de la econor mía socia!, a la que ningún lazo les uniría, se harán perfectamente comprensibles (XXXIII). Es necesario decir otro t3nto de la historia de las ideologias en la antigua Grecia, ea la cual se ha dejado sentir profundamente la influencia de la lucha de clases. Es precisamente la circunstancia de que Espinas no haya hecho resaltar esta influencia, si no apenas, en su interesante estudio, lo que da a sus importantes conclusiones un carácter demasiado unilateral. Se podria seguir citando numerosos ejemplos se. mejantes, y todos ellos testimoniarian que la influencia del materialismo de Márx sobre ' estos sabios habría sido alstamente provechosa, porque ella les habría llevado a considerar otros "Hictmes", además del tkcnico y econámlco. Esto podria parecer una paradoja, pero es una verdad incontestable que no nos asombrará si recordamos que aunque, según Marx, todo movimiento social es expiicado por el desarrollo económico de la sociedad, no lo es sino en Último anhlisis, es decir, q-~fe tal movimiento presupone la acción intermediaria de una serie de otros "factores".

Otra tendencia comienza a delinearse actualmente en la ciencia molerria, opuesta a la que acabamos de seiialar en Espinas. €s.la de explicar la historia de las ideas por la exclusiva influencia de la lucha de clases. Esta novisima tendencia, por el momento todavía poco aparente, se ha desarrollado bajo la influencia directa de2 materialismo historico de Marx. La encontramos en las obras d e r áutor griego A. Eleutlteropulos, cuya princip'al obra Wirtschaft un P h i l w pie (t. 1, Die Philosophle md die Lebensauffassung dw Oriechenhms auf Orund der gesellschaftllchen Zustande, y t. 11, Die Philomphie und die Lebensauffassung def germanischroimischen Volker) ha aparecido en BerlIn en 1900. Eleutheropulos sostiene que.la filosofiá de cada época expresa la concepción del mundo y de la vida (Lebens-undWeltannschauung~ propia a cada una de ellas. Esta concepción no es muy nueva. Hegel decía ya que cada sistema de filosofía no es sino Iia expresión ideológica de su época. Según él, las particularida des de las diferentes epocas, y, por consiguiente, las fasés correspondientes al desarrollo de la filosofía, esta6an deterrninadas por el movimiento de la Idea absoluta, en tanto que, según Eleutheropulos, cada época se caracterizaba, .ante todo, por el estado económico que le corresponde. La economía de cada pueblo determina su concepción del mundo, y ésta encuentra su expresión, entre otras, en la filosofía. 41 mismo tiempo que se transforma la base económica de la sociedad se transforma su superestructura ideológica. Pero como el desarrollo econ6mico conduce a la división de la sociedad eii clases y a la lucha entre ellas, la concepción del mundo propia' a una epoca determinada no tiene w ,carácter uniforme: difiere según las clases y se modifica segYn la situación, las necesidades, las aspiraciones de esfas clases y las vicisitudes de la lucha entre ellas. Tal es el punto de vista de Eleutheropolus sobre toda la historia de la filosofia, fue merece, sin duda, la mayor atención y una aprobación absoluta. Desde hace largo tiempo se comprueba ya an la literatura filosófica cierta .tendencia a no aceptar el viejo metodo que consiste en considerar la historia de la filosofia como la simple filiacibn de los sistemas filos6fims. En su trabajo publicado hacia 1890 y consagrado a la cuestión de saber cómo es necesario estudiar la filosofia, el conocido escritor francés Picavet

deelaraba que semejante filiaci6n explica, en realidad, muy poca cosa (1). Se p d r f a saludar la aparicibúi del libro dc Eleutheropulos como un nuevo paso adelante en la historia de la filosofla y una victoria del materialismo histórico aplicado a uiia de las ideologías mhs distanciadas de la economfa. PePO, desgraciadamente, Eleutheropulos no da pruebas de un gran arte en el manejo del metodo dialbctico de este materialismo. Ha simplificado al extremo los problemas que se le plantean y no ha podido, por consiguiente, encontrarles sino soluciones muy unilaterales y, por To tanto, muy poco satisfactorias, Tomemos por ejemplo a Xen6fanes. Según Eleutheropulos, aquel fue, en filosofía, el intérprete de las aspiraciones del proletariado de la antigua Grecia. Es el Rousseau de su bpoca (2). Era partidario de una reforma social en el sentido de la igualdad de todos los ciudadanos. y su teorfa de la unldaa del mundo no era sino la base teórica de sus proyectos de *reformas (3). Sobre esta base venian a edificarse todos loti detalles de su filosofia, comenzando por su concepción de la divinidad, para terminar en aquella según la cual nuestros sentidos nos dan una represantación ilusoria del mundo exterior (4). . La filosofla de ~ e r h c l i t oel Oscuro había sido engendrada por la reacci6n de los aristócratas contra las aspiraciones revolucfonarias del proletariado griego. La igualdad uniwrsal es imposible: la naturaleza misma hace a los hombres desiguales. Cada uno debe contentarse con su suerte. Dentro del Estado es necesario ,tender no a la subversión del orden establecido, sino a suprimir lo arbitrario, hecho posible lo mismo bajo la dominacldn de algunos que bajo la de la masa. El poder debe pertenecer a la ley, en la cual la ley divina encuentra su expresión. La ley divina no excluye la unidad, pem la unidad conforme a esta ley es la unidad de los antagmism. Es por eso que la realizacibn de los proyectos de Xenófanes serla Una infracción de la ley divina. Desarrollando este pensamiento y apoyándose en otros argumentos, Herhclito ha creado su dochina dialectica del devenir (5). ( 1 ) L'histoire de la philosophie, E( qii'clk' a it6, ce qu'ctle pcur. Irre. París, 1888. . ( 2 ) Witmcbaft und Philwphie. t. 1, pig. 9 8 . (3) Ibid., p6g. 99. . ( 4 ) , Rirrschaft iind Philosophie, pigs, 99-101. (S) Ibid., t. 1. pdgs. 103-1 07.

He aquí lo que dice E~eutheropulos. La falta de espacib no nos permite reproducir btros ejemplos. del analisis que él hace de las causas que han determinado la evolución de la filosofla, aunque casi no hay necesidad de hacerlo. Esperamos que el lector mismo se de cuentd de la insuficiencia de este anhlisis. En'realidad el proceso de la evolucibn de las ideologias es incomparablemente mas complejo (1). Leyendo estas consideraciones tan simplistas sobre la influencia que la lucha de clases. ha ejercido sobre 1.a historia de la filosofía hay 'que lamentarse que 'Eleutheropulos no haya conocido el llbro ya citado de Espinas, cuya manera unilateral, sumada a la suya, igualmente unilateral, habria llenado muchas lagunas de su anhlisis. Sea lo que fuere, la tentativa frustrada de Eleutheropulos i ~ odeja por eso de constituir un nuevo argumento en* favor de a tesis-insólita para muchos-de que un conocimiento m S profundo del materialismo histórico de Marx seria de milcha utllidad a algunos sabios contemporhneos, justamente pata preservarlos de caer en la m e r a unilateral de tratar las c&mes. Eleutheropulos conoce el materialismo histórico de Marx. Pero lo conoce mal. La prueba de ello es la prekndida rectificación que encuentra necesario hacer. ' Observa que las relaciones económicas de un pueblo no condicionan sino "la necesidad de su desarrollo". E) desarrollo mismo seria un asunto individual, de manera que la concepcibn del mundo de este pueblo estaria determinada, en primer Iiigar, por su carácter y por el del pals que habita; por sus necesidades, después, y, finalmente, por las cualidades personales de los hombres que hacen e n su seno obra de reformadores. Es en este sentido solamente, como lo hacer notar Eleutheropulos, en que se puede hablar de una relación de la filosofla ccn la economia. La filosofla satisfarla así las exigencias .le su tiempo, y ello co~nformea la personalidad del filbsofo. Eleutheropulos estima evidentemente que esta concepci6n de las relaciones de la filosofla y de la economfa representa *ilgo completamente nuevo fre te a la Concepción materialista de hlarx y Engels. Juzga, po eso, necesario dar un nombre' nuevo a su interpretación de la historia, llamándola Ia teorí~

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( 1 Además. rofiriindose a 13 eeonomía de la Grecia antigua. Eleutheropolus no da'una idea concreta y se limita a lagares comunes. que en este caso, como en otros, no explican nada.

griega del devenir (1). Esto es simplemente diverfido, y sblo cabe decir una cosa, a este propósito: la "korla griega del devenir", que no es, en realidad, sino materialismo hist6rico mal digerido y expuesto de manera niuy incoherente, p m & sin embargo, mucho mbs de lo que Eleutlieropulos da, cuando pdsa de 1á característica de su mktiodo a sú aplicación. Entonces se aleja completamente de Marx. Ea cuanto concierne especialmente a la "personalidad del filósofo" y, en general, a la de todo hombre que deja en la histcria humana la huella d e su actividad: es un grave errar creer que la' teoria d i Marx y Engels no permite un lugar para ella. Es evidente que s e lo asigna; pero ha sabido, al propio tiempo, evitar la inadmisible aposición d e Ia actividad da la personalidad^' con la marcha de los acontecimientos, de. bmimad~tpar la necesidad económica. Recurr'ir a ella es de. nicstrar que no se ha comprendido gran cosa de la explica~1611 materialista de la hissoria. La tesis inicial del materialis':no, como ya lo hemos repetido v r'ias veces, dice que b historia es hecha por los hambres. si ello es asi, es claro que es hecha, entre nosotros, por los "grandes hombres". No falta ~ntoricessino darse cuenta de que es precisamente lo que de'criíiina la actividad de estos hombres. Engels dice en ulna de aüs czrtas, que hemos citado más arriba: "Que semejante hombre, y precisamente 61, se eleve en de!erminada epoca y en un pais dado, constituye naturalmente un puro azar. Pero si nosotros lo elimin5semcrs Iiariia faRr quien le reemplazara, y este seria, finalmente, encontrado, bien o mal. Es al .azar al que es necesario atribuir el hecho d e que ci oictador militar que la República fnancesa, agotada por sus propias guerras, exigfa necesariamente fuese el corso Napoleon. Pero que a falta de Napole6n otlro hombre habria ocu. pauo su lugar, es algo que queda'demostrado por el hecho (le que el hombre preciso, Cesar, Augusto, Cromwell u otro, na s!do encontrado cada vez que ha sido necesario. Si Marx ha descubierto la concepción mater.ialista de la historia, el ejemplo de Thierry, de Mignet, de GiiizoS y de todos los historladores ingleses hasta 1850, demuestra que s e tendia a este resiiltado, y el descubrimlmto de esta misma concepción por Morgan es una prueba de que habia llegado la epoca de for.

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(1)

Wirtxhafr und ~1;ilosophie. pág. 17.

mularla y que ella era una necesidad. Tal puede decirse de todos los azares o de lo que parece azar en la historia. Cuanbo más se aleja de la economia el dominio que exploramos y reviste un carácter ideoldgico abstracto, encontramos el azar oon más frecuencia en su desarrollo y mayor es el zig zag que dibuja su curva. Pero trazad el eje medio de esta curva, y encontrartis que cuanto mayor es el periodó por examinar y más vasto el dominio tratado, m&s tiende dicho eje a ser paralelo al del desarrolb ec~nómico.~'(1). - La "personalidad" de todo hombre eminente en el campo intelectual'o social pertenece al nitmero de estos azares, cuya aparicibn no impide a la llnea "media" del desarrollo Intelectual de la humanidad seguir un curso paralelo al a e su desarrollo econ6mico -(2). Eleutheropulos se habria dado mejor cuenta de lo que precede,si hubiera estudiaqo atentamente la teorla histórica de Marx y mostriindose menos preocupado de crear su propia "teoría griega" (3). Es inútil agregar que estamos a~tualmentelejos de poder descubrir siempre la relaci6n causal existente enkre la aparicidn de una idea filosófica y la situación econ6mica de la tipoca en que esth situada. Pero es que comenzam.os apenas a trabajar en esta dirección, y si e c t u v i ~ r a m sen aptitud de dar respuesha a todas las cuestiones que en este sentido se plantean, o siquiera a la mayor parte de ellas, nuestro trabajo estaría terminado o a punto de estarlo. Lo que importa en este paso no es el hecho de que nosotros no, sepamos todavia resolver las dificultades que encontramos en este dominio. No ha haM:io ni puede haber metodo capaz de suprimir de un golpe todas las dificulífades que surgen en la ciencia. LO que importa es que la interpretación materialista de la historia resuelve las dificultades en cuesti6n con mucha mayor facilidad que las interpretaciones idealista y ecltctica. La prueba de ello es que el pensamiento cientlfico en el dominio de la hktorla tendia con una fuerza excepcional hacia una interpreC.

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Zocialistiche i\kademikrr. Berlin. 1895. núm. 20. pá-

gina 374

(2) Ver nuestro articulo titulado: "Del papel de la personalidad en la historia" en nuestro libro Voinco años. (Obras. t. VIII). ( 3 ) Llama griega a "su teoría", porque, segdn 61. las "tesis fuiidamectaks" han sido enunciads~ por el griego Tales y desarrolladas de nuevo por un griego. ea decir. por Eleuthoropulos; vóase su libro, f i ~1.7 ) . . .

tacidn materialista de los fenómeiloc, y que i l la buscaba, por 8si decirlo, c m inalstencia, desde la epoca de la Restau~acidn ( l ) , no cesando de gravitar hacia ella. Esto no obstante la noble indignación que se apodera de todo ideólogo burgues que s e respeta desde que oye la palabra "materialismo". 1.3 obra de Franz Feuerherd, titulada Dle Entstehung det SMe aus der potitischen Oekonomie, mter Thell (Leipzig, l@)2,), puede servir de tercer ej plo demostrativo de cómo son ~ictualmen!e inevitables las te tativas de ensayar una expli,acibn materialisla de todos los aspectos de la cultura humana. Dice este autor: "Según el modo de producción predomiliante y la forma .de Estado que 61 condiciona, la fnteligencia huma:ia se desarrolla en sentidos determinados, permaneciendo los o!c.os inaccesibles. Es por esto que la existencia de todo estilo (en el arte) supone la de hombres que viven eii condiciones pol!ticas determi~nadas,produciendo segfin un m3do deterniinado de produccibn y animados de determinados ideoles.. . Citando tales causas previas se producen, los hombres crcaii los estilos correspondientes, tan necesaria e inevitablemente, como el bromuro de plata ennegrece y el arcoiris aparece .sobre las nubes tan pronto como el sol, su causa, produce sus efectos" (2). Esto es, en efecto, la verdad, y es interesante comprobar que es un historiador del arte quien lo recorncc. Pero cuando Fe~ierhcrd intenta explicar el origeii de los disf.iiitos estilos griegos por el estado eco.nómico de la antigua Grecia llega a un resiiltado iiiuy esquemhtico. No S U bemcs si la segunda parte di3 su obra ha aparecido ya. Peru nos henios desinteresado de ell) porque nos henms dado per.fecta cuenta de que posee muy nial el metodo materialista moderno de estas doctrinas. Por su esquematismo, sus razonamientos nos hace recordar los de nuestros doctrinarlos Frltsche y Rojkov, a los que hay que desear, 10 mismo que a el, que estudien, ante todo y sobre todo, el mteriallsmo c o n h pof8neo. Solamente el inarxismo puede preservarles de caer én el esquernatkmo.

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(1) ' Ver a este p&~sito nuestro prcfxio a la stgunda tdicióa de nuestra tradición rusa del hbnifiesta. , (2) Páginas 19 y 20 del libro d: F. Feuarhcrd.

El finado Nicolás Mikliailovky afirmabn, en ocasi6n de su polemica con nosotros, que la teorla histbrica de Marx no tendrla jam6s una amplia expansión en el mundo de los sabios. Acabamos de ver, y lo veremos todavia, que ello ino es exacto. Pero, ante todo, nos falta descartar todavia algunos otros malentendidos que perjudican a la exacta comprensl6n del materialismo hist6rlco. S1 nos propusieramos expresar brevemente la concepcidn de Marx y de Engels sobre la relaci6n de la celebre "base" con la rno menos celebre "superestructura", concluirlamos en lo siguiente: 1.9 esfado de tuerzas productiva& 2.' Relaciones económicas, coridicionadas por estas fuerzas. 3.0 Regimen social - pofitico, edificado sobre una base "económica" dada. 4.0 P M o g i a del hombre social, determinada, en parte, directamente por la economia, en parte, por todo el regimen social .polltico edificado sobre ella. B.* Ideulogias diversas que reflejatii estas psicologlas. Esta formula es lo bastante amplia coino para que quepan dentro/de ella todas las "formas" del desarrollo histdrico al mismo tiempo que es completainente extraña a aquel eclecticismo que no sabe ir m6s alla de la acd6n recfproca entre las diferentes formas sociales, sin que el hecho de esta accibn reclproca resuelva siquiera la cuestibn de su origen. La nuestra es una fbrmula monista y estA esancialmente impregnada de materialismo. Hegel decla en la Pllomfia, del espftik "El espíritu es el Iinico principio motor íle la historia." No puede pensar de otro modo quien se adhiera al punto de vista del idealismo segiin el cual el a& esta condicionado por el p e n w . El materialismo de Marx demuestra de que manera la historia del penaadento estd condicionada por la historia del &T. Perc el idealismo no ha impedido a Hegel reconocer la acci6n de lo economda copo la de una causa que "se ha hecho efectiva por intermedio del desarrollo del espiritu."'Asimismo, el materialismo no ha impedido a Marx reconocer en la historia la acci6n del espiritu como la de una fuerza cuya dirección esta determinada en cada epoca por el desarrollo de la mnomla.

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E! hecho de que todas las IdeuJogJas tenga11 una raíz co. m i a . 3 saber, Ia psPioiogia de ta Bpam en cuesan, .no es dificil de comprender, y quien quiera se convencerd de ello coi1 sblo ponerse, aunque no sea sino superficialmente, al cu. rricnte de los hechos. Como ejemplo, citarenios edtre otros, PI raso del romanticismo frances, Ylctor Hugo, Éugenio Velacroix y Hkctor Berlioz actuaban en tres campos arfisticos totalmente diferentes, Cada uno de ellos se eiicantraba bastante alejado de los otros dos. Por lo menos, Victor Hugo no amaba la mijsica, y Delacroix desdeñaba a los mhsicos "rom&nticos". A pesar de ello se considera a estos tres hombres, can razdn, como la "trinidad romAnticaW. Una misma psicologla se refleja en sus obras. Se puede decír que el cuadro Dante y Virgilio, de Delacroix, expresa el mismo estado de Anjrno que ha dictado a Víctor Hugo su Hemani y a berlloz su SinfmIs fmhf&c8. Esto lo sentian sus eantemporAneos, es decir, aquellos que se interesaban seriamente por la merat~iray el arte. Ingres, que era cl&sico por sus gustos, Ilamabá' a Berlioz "el detestable mirsíco, el monstruo, el bandido, el Anticristo" (1). Ello recuerda las galantes opiniones expresadas por los clAsicos a propdsito de Delacroix. cuyo pincel calificabe'de "escoba ebria", Como se sabe, Berlioz, igual que Vicfor Hugo, tuvo que sostener. verdaderas batallas (2). Se sabe, igualmente, que no aIcanzt5 la victorja sino despues de esfuerzos incomparablemente mayores que los de Hugo y muclio más tarde que éste. ¿Por qu& ocurrib tal cosa, siendo asl Que la psicologia expresada eo su música fué la rnism3 que la que habla encontrado su expr~sibnen la poesia y en e\ drama torntint:(os? Para responder a esta pregunta seria necesario explicarnos muchos detalles e n la h'rstoria comparada de la Ynúslca y de la IIteratura francesas (3), lo cual serh diffcll por

..--(1)

t'er las Souvenirs d'un l~ugolárrc. por Agustin Challamd.

París. 1885, pdg 259. lngres ha sido mds consecuelite que Delacroix. mmdntico en pintura. habia conrervado una predilertibn p o r (a

mdsica cldsica.

(2) Comparar el Iíbro de Challamel, pág. 258. (3) Y Gbte todo en la hlñt~ri%del papel desempeiiado por cad.1 una dc estas atta ern calidad de intbrprete de los estados de alma1 de la í p t a . Se sabe tn qub diferentes épocas aparecen en primer plano,. ídmlogíaa diferentes y ramas ideológicas distintas. La teologla ha desempeÜado en l a edad media un papcl mucha mis íinpofaate que al pneaente: la danza mra ea la sociedad primitiva e1 arte mis imponante. en tauto que ahora esta Iejas de serlo. ctc.. ttc.

murho tiempa, sino para siempre. Pero sobre lo que no puede exi~tirla menor diida es sobre el hecho de que la psicología del romanticismo frances no sera comprensible para nosotros sino en tanto la consideremos como la psicología de una clase determinada que se encontraba en condiciones so. ciales e históricas determinad'as (1). J. Tienot dice: "El movimiento de 1830 en la literatura y en el arte estaba lejos de tener un carhcter de revoluci6n popular" (2). Ello es absolutamente cierto. El movimiento en .cuesti6n era esencialmente burgues. Esto no es todo, sin embargo. Dentro de la burguesla misma no gozaba de la simpatia general. Según Tiersot, expresaba la tendencia de un pequeño grupo de "elegidos1', demasiado perspicaces para descubrir el genio donde el ee encontrara (3). Tiersot comprueba así de manera superficial-es decir, idealista-el hecho de que la burguesía de la epoca no comprendía una gran parte de las aspiraciones y sentimientos que abrigaban entonces en la literatura y en el arte sus propios ideólogos. Parecido desacuerdo entre los ideólogos y la clase cuyas tendencias y gustos expresan no es cosa rara en la historia. Ello explica muchas particularidades en el desarrollo intelectual de la humanídad. Cuando se ha producido, ha provocado, entre otras, una actitud de desprecio de la "elite" "refinada" respecto a los burgueses "obtusos", actitud que aun en nuestros dfas h a in'

-(1) Hay en el libro de Chtsneau (Les Chefs d'Ecole, París, 1383. págs. 378-379) una observación muy fina sobre la psicología de los románticos. Chcsnean hace notar que el romanticismo ha hecho su aparición al día siguiente de la Revolución y del Imperio. "En la litcrriura y el arte, hubo una crisis parecida a la que se produjo en las costumbres después del Terror, una verdadera crisis de los sentidos. Las gentes habían vivido en un miedo perpetuo. Después SU miedo ccsó y se abandonaron al placer de vivir. Las apariencias, las formas cxteriores atraían exclusivamente 'su atenci6n. El cielo azul, la luz deslumbradora. la belleza de las mujeres, los terciopelos suntuosos, las sedas de colores cambiantes, el brillo del oro, el resplandor de los diamantes. todo invitaba al plac9r. Las gentes; no vivían aino con los ojos, ellas habian dejado de pensar". Esto se parece en mncbos puntos a 1 1 psicología de la época que actualmente vivimos en Rusia. Pero la marcha de los acontecimientos, que era la causa de este estado de ánimo, estaba determinada por la evolución económica. (2) Hictor Iiei!ioz c t la société de son temps. París, 1904, pigina 190. ( 3 ) Ibid.

ducido en error a muchos espiritus ingenuos, haciéndoles incapaces de comprender el carácter archiburguk del romanticismo (1). P e ~ o*m este como en otros casos, el origen y -el caricter de tal desacuerdo n o pueden ser explicados, en ultimo a?Alisis, mas que por la situación económíca de la clase social en cuyo seno se ha manifestado aquel. Aqui, como en toda otra ocasibn, 3610 el sér puede hacer luz sobre los "secretos" del pensar. Y es por eso que en este-como en los demhs casos-sólo el materialismo es capaz de dar una explicación científica de la "marcha de las ideás".

XIV En sus esfuerzos por explicar esta marcha, los idealistas no han sabido jamis mirar desde el punto de vista del "curso de las cosas". Asi, Taine explica las obras de arte por las propiedades del medio que al artista. Pero ~cuAlessoti éstas? Son, según 61, las propiedades psicollbgicaa, es decir, t a psicologia propia de una época determinada y cuyas propiedades mismas tienen necesidad de una explicacibn (2). El materialismo, al explicar la psicologia de una sociedad o de una clase determinada, se refiere a la estructura social creada por ei desarrollo económico; pero Taine, que es idealista, explica el origen del regimen social por la psicologin social, 10 que le lleva a contradicciones sin solución. No todos. los idealistas conceden en la actualidad su adhesión a Taine. Se comprende por que. Por "medio" Taine entiende la psicologin de la maea, la psicologta del :'hombre medio" de una epoca y de una clase determinada, y esta psicologia es, según 61, la última instancia a la que puede recurrir el sabio. Por consiguiente, según Taine, el "gran" hombre piensa y siente inspirandose siempre en el hombre "medio" en las "mediocridades". Ahora bien, eno es falso y, ademAs, descortes para los "intelectuales" burgueses, inclinados siempre a colocarse en la categorla de los grandes hombres. Taine ha sido el hombre que habiendo dicho A, se ha mostrado incapaz de pronunciar B,

Aquí nos encoiitramos frente al mismo quiproquo que hace (1) que los partidarios del archiburgués Nietzache se nos presenten verdadcramente divertidos cuando atacan a la .burguesía. ( 2 ) "La obra de aite, dice Taine, está determinada por nn conjunto representado por el estado general de espíritu y las costumbres predominantes".

arruinando asi'su propia causa. No habia posibilidad de salir del dedalo de contradlcclones que habia creado., fuera de in que ofrece el materialismo histdrlco, que reserva un lugar adecuado tanto a la personalidad" como al "medio", a las gentes medias como .a los "elegidos del destino". Desde la Edad Media hasta 1871, inclusive, Francia ha sido el país donde la evoluci6n social y politica y la lucha entre las diferentes clases sociales han revestido el carácter más tlpico, en la Europa occidental. Dicho esto, no deja de tener interes hacer notar que é s precisamente en Francia donde se puede descubrir más fdcilmente la relación causal que existe entre el desarrollo. y la lucha ya cifados, de un lado, y la historia de las ideologías de otro. Hablando de la razón por la que expandieron, en la epoca de la Restauraci6n en Francia, las ideas de la escuela teocrdtica sobre la filosofla de la historia, R. Flint observa lo siguiente: "El kxito de semejante teoría permaneceria, sin ernbargo, inexplicable, si el sensualismo de Condillac no le hubiera preparado la vla y si no hubiera e s t a 0 manifiestamente destinada a servir los intereses de aquella otra teorla que representaba las ideas de una vasta clase de la sociedad francesa $antes y despues de la Restauraci6n1' (1). Esto es evidentemente justo. Es fAcil comprender que clase era la que habla encontrado, en la escuela teocrática, la expresidn ideológica de sus intereses. Pero ahondemos mas a fondo nuestro estudio de la historia francesa y planter2monos esta cuestión: ¿no seria posible descubrir igualmente las causas sociales d ~ éxil tq del sensualismo en la Francia, anterior a la Revolución? El movimiento intelectual de donde hablan surgido los te6ricos del sensualismo, ¿no expresaba, a su vez,, las tendencias de cierta clase social? Indudablemente que si: expresaba las tendencias de emancipaci6n del tercer estado franch (XXXIV). Si fueramos más lejos en este sentido veríamos que, por ejemplo, la filosofia de Descartes refleja muy vivamente las necesidades de la evolucibn economica y la relaci6n de las fuerzas soclales de su época (2). Finalmente, si nos referimos al (1)

Th/?philosopbv of history in France and Germany,

pág.

149.

( 2 ) Ver la Histoire de la i,ittérature Francahe. d e . G . Lanson (Paria. 1896, págs. 39.4-397). donde la relación eiitrc ciertos aspectos de la filosofía de Descartes y la psicología de la clase dominante en Francia durante la primera mitad del siglo XVIII está bastante bien explicada.

siglo XIV y fijamos nuestra atención, por 'ejen~plo, sobre la3 novelas de caballería que tuvieron un gran e x i t ~en la Corte' y en la aristocracia francesa de la epoca, veremos una vez más que ellas eran el espejo de la vida y de las preferencias de aquella clase (1). En una palabra, la curva del inovimiento intelectual en este interesante pais, que hace poco todavia estaba en perfecto derecho de decir que "marcliaba a la cabeza de las naciones", toma una dirección paralela a ka del desarrollo económico y a la del social y político, condicionado por aqu6l. Todos aquellos señores que hablan "criticado" a Marx en diferentes tonos, no tenían la menor idea de todo esto. Es itidudable que si la critica es una cosa bella y loable, es necesario, sin embargo, criticar con conocimiento de caiisa, es decir coúnpri~nderlo que se crltisa. CMticar un mkfodo dado de Investigación científica, es determinar hasta qué punto puede servir para descubrir la relación causal de los fenbmenos. Pero ello no puede hacerse sino por medio de la experiencia, es decir, por la aplicacidn de este metodo. Criticar el rnatcrialismo histórico es ensayar la aplicación del método iie Marx y Engels ral estudio del movimiento histórico de la humanidad. S610 de esta manera podri descubrirse los lados débilels y fuertes de este metodo. "The proof the pudding is in tire eatimig" (la prueba de que el pudin existe es que se le come), ha dicho En. gels, explicando su teoría del conocimiento. Esto es igualmente cierto para el materialismo histórico. Para criticar este plato es necesario haberlo gustado previamente. Y para gustar el método de Marx y Engels, es necesario saber servirse de él. Pero saberlo hacer diestramente supone una preparacihn cientifica mucho más seria y un trabajo intelectual más intenso que los elocuentes discursczs seudo-críticos sobre el carácter "unilateral" del marxismo. . Los "criticas" de Marx dicen, los unos laiiientanciolo, ¡os otros en tono de reproche y algunos todavia, con un júbilo maligno, que hasta ahora no ha aparecido un solo libro que sirva de ju~stificaciónteórica al materialismo histórico. Por fa1 entienden generalmente algo del género de u11 tratado compendiado de la historia universal desde el punto dc vista ma-

- --( 1 ) En su Histoire des Francais (t. 1. pág. 5 9 ) , Sismondi ~ m i sobre la significación de estas novelas una opinión intercsmte que suministra dntos para el estiidio sociológico de la $imitación.

te

terialista. En la actualidad, semejante #tratado no podría ser escrito ni por un solo sabio, por universales que fuesen sus conocimientos, ni por todo un grupo de sabios. Para la confección de tal libro, no existen suficientes materiales y no los habra por mucho tiempo. Ellos sólo pueden ser acun~ulados por medio $e una larga serie de investigaciones sobre detalles .en los dominios correspondientes de la ciencia y realizados por medio del método de Marx. Dicho de otro moda, los "críticos" que reclaman semejante libro querrían que el trabajo fuese ccumenzi~dopor el fin, es decir, que fuese previamente explicado desde el punto de vista materialista, el mismo proseso histórico que se trata, precisamente de exponer. De hecho, este libro se esth escribiendo a medida que los sabios contemporAneos-lo más a menudo sin darse cuenta de ello, como ya lo hemos dicho.-se ven obligados, eií el estado actual de la sociologia, a dar un3 explicacidn materialista de los fendmenos que estudian. Por si solos, los ejemplos citados anteriormente,, son una prueba de que han existido muy pocos sabios de esta clase. Laplace dijo que después del gran descubrin~ientode Newton, transcurrieron cincuenta años antes de que fuese completado por otros descubrimientos de importancia. Esta gran verdad ha necesitado todo ese tiempo para ser comprendida por todos y vencer 10s obstáculos levaritados por la teoria de los torbellinos y quizh tambien por el amor propio de los matemfiticos contemporhneos de Newton (1). Los obstáculos que encuentra el materialismo moderno como teoria armoniosa y consecuente son incomparablemente más considerables que los que encontró en su aparición la teoria de ~ e w f o n .Contra 61 se dirige directa y resueltamente el interes de la clase actualmente dominante y a cuya influencia esta sometida la mayor parie de los sabios de nuestra epoca. La dialéctica materialista "qffe no s e inclina ante nadie y considera las cosas en su aspecto transitorio", no puede gozar de la simpatia de la clase comrrvadwa, que es actualmente, en Occidente, la burguesía. Ella es tan contraria al estado de espiritu de esta clase que se presenta naturalmente a sus idedlogos como algo intolerable e inconveniente, algo que no es digno .de las "personas honestas" en general y en parExposition du syetfnic du monde. París, .año IV, t. 11. p i (1) ginas 2 9 1 - 2 9 2 .

ticular de los "respetables" hombres de ciencia (1). No es de extrañar que cada uno de estos "respetables!' sabios se considere moralmente obligado a apartar de si toda sospecha de simpatfa par el materialismo. Y lo mas frecuentemente, lo deiiuncia con tanta mas fuerza cuanta más persistencia pone .en mantenerse en sus investigaciones especials, dentro de un punto de vista materialista (2). Resulta de ella una especie de "mentira convencional" semj-consciente, que no puede tener sino una nefasta influencia sobre el pensamiento teórico.

,

La "mentira convencional" de una sociedad dividida en clases, toma proporciones tanto mAs considerables, cuanto mas queSrantado se encuentra el orden de cosas existente, por la acción del desarrollo econ6mico y de la lucha de clases que este provoca. Marx ha dicho, muy justamente, que a medida que se desarrollan los antagonismos entre las fuerzas productoras en incremento, la ideología de la clase dominante se penetra mas de hipocresía. Y cuanto más descubra la vida, la naturaleza mentirosa de esta ideoiogia, tanto más sublime y virtuoso se hace el lenguaje de esta clase (Slantk M8.x. Documente des Smidisimus, agosto 1904, p. 370-371). La verdad de este pensamiento salta a la vista con gran evidencia ahora, por ejemplo, que en Alemania la propagaci6n de la vlda

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(1) Ver entre otros a este propósito el artículo de Engels m t n c i ~ n a d omis arriba: Ueber den h!kbriFdzni M a t e r i a l h a s . (2) Recordad con que empeño se justificaba Lamprechet del ieproche de materialista. Ved igualmenic cómo se defendía del mismo cargo Ratzel (Dio Erde utid das Lebea, pág. 6 3 1 ) . Y sin embargo, el mismo Ratzel escribe: "El total d. las adquisiciones culturales de cada pueblo. en cada etapa de su desarrollo. se compone de elementos materiales y espirituales.. . Ellos no son adquiridos con medios idbnticos, con la misma facilidad y al mismo tiempo por tody....E n la base de las adquisiciones espiritua!cs hay adquisiciones inateriales. Las creaciones del espíritu aparecen como un lujo, solamente después que las necesidades físicas han sido satisfechas. Toda cuestión que se plantea obre el adve; riiiniento de la cultura se refiere, por consiguiente, a la de ]o$ factored que favorecen el desarrollo de 12s bases materiales de l a cultura". iVolkerkunde, t. 1, 1.3 edición. p6g. 1 7 ) . Esto es materialismo histórico indiscutible. solamente que e6 una c o n ~ p c i ó n mucho mnoe profunda y, por lo tanto, de caltdad menos elevada, !que el qaten?lirmo de Marx y Engels. . .

licenciosa y del vicio, revelada por el proceso Harden-Molke, va a la par con el "renacimiento del idealismo" en sociología. Y entre nosotros se encuentra, aun entre las filas de los "tebricos del proletariado", a gentes que no comprenden la causa social de este "renacimiento" y se someten a su influencia. Tal es el caso de Bogdanov, Bazarov y otros. Por lo demis, las ventajas que el método de Marx d a a todo investigador son tan considerables, que comienzan a ser altamente reconocidas aún por personas que se somete voluntariamente a la "mentira convencional" de nuestro tiempo. Entre ellas es necesario citar, por ejemplo, al americano Seligman, autor del libro titulado The economic interpr~etation 0f history, aparecido en 1909, Seligman reconoce abiertamente que lo que ha hecho ietroceder a los sabios delante de la teoría del materialismo histórico, eran las deducciones socialistas que Marx habia derivado de ella. Pero encuentra que se puede obviar el inconveniente "siendo partidario del materialismo ~ c o ~ Ó ~ ~ yc Qpermaneciendo, " sin embargo, adversario del socialismo. "El hecho de que las concepciones econdmicas de Marx sean erróneas, dicen, no tiene ninguna relacibn con ,la verdad o falsedad de su filosofla de la historia" ( 1 ) . En realidad,, las concepciones econ61nicas de Marx estaban ligadas estrechamente a sus concepciones histdricas. Para comprender bien el Capital, es absolutamente indispensable profundizar el célebre prefacio de Zur Iiritik der politischen Oeconamie y penetrarse de él. Pero no podriamos exponer aquí las concepciones econóinicas de Marx, ni dilucidar el hecho sobre el cual, sin embargo, no pueda existir la menor duda, de que ellas no son otra cosa que una parte integrante de la doctrina denominada materialismo kistdrico (2). Agregaremos solamente que Seligman es un hombre lo bastante "respetable", como para asustadel materia~i~imo.Estima

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( 1 ) Páginas 24 y 109 del libro de S.. 'qman. (2) Algunas palabras todavía para expli. r lo que precedz. Según Marx. "las categorías económicas no son sino las expresiones .teóricnc, las abstraccio~iesde las relaciones sociales de produ:ción". (Mispdia de .la filosofía, 11 parte, 2.' obs?rvación). Ello significa que Marx considera las categorías económicas igualmente desde el punto de vista de las relaciones mutuas que existe entre los hombres .cn el proceso social de la produccióg, y por cuya evolución explica en su líneas fundamentales c1 movimiento hist6rico de la humanidad.

este "partidario" del materialismo económico que es llevar la8 cosas hasta un extremo intolerable el pretender explicar "la religibn y hasta el cristianismo" por causas econbmicas (1). Todo ello demuestra claramente hasta q ~ i Cpunto esthn profundamente arraigados los prejuicios y por consiguiente, tanibien, los obstAculos que debe combatir y vencer la teoria de Marx. Y, sin embargo, el hecho mismo de la aparición del libro de Seligman, asl corno el carácter de las reservas que formula, permiten abrigar la esperanza de que el materialismo histórico-aunque no sea mas que en una forma cercenada, "depurada" - acabará por ser reconocido por los ideblogos de la burguesía que no han renunciado del todo a poner orden en sus concepciones históricas (2). Pero la lucha contra el socialismo, el materialisnio y los otros extremos desagradables, supone la existencia de cierta "arma espiritual", que se halla representada, en la actualidad sobre todo, por lo que se llama "la economía po.litica subjetiva",, completada por una estadisfica que se deforma mhs o nienos diestramente. La principal fortaleza en la lucha contra el materialismo está representada por todas las variedades posibles del lcantismo. En sociologia se utiliza el kantismo a este efecto, como una doctrina dualbta, que rorn~pela relacibn entre el ser y el pensar. Coino el examen de las cuestiones econ6micas no forma parfe de nuestro plan, nos limitaremos aqul a la apreciación del arma filosSfZca de que se sirve la burguesia en el terreno ideológico.

(1) Ibid, pág. 37. El origen &l qistian.hmo, de Kautaky, por ccr Scun libro del mismo géne:o "extremo". merece evidentemente, se& ligman, ser censurado. (2) El paralelo que vamos a exponer s e d extremadamente instructivo. Según Marx, al explicar la dialéctica materialista, l o que exiotc. cxp!ica al mismo tiempo. su &waparición inev$tablc. E n ello vc Marx el lado ventajoso, el valor de esta dialhctica d.csde el punto de vista dc! progreso. Pero Seligman, dice: "El socialismo es una teoría que M n f i r re al porvenir: e1 matcria!ismo histórico, una teoría que se refiere al pasado". (Ibid., pág. 108). Es Unicamente por esta razón que Seligman estima posible para él, defendcr al materialismo histórico. L o que equivale a d.ecir que se pucdc ignorar cate materialiarno en la medida en que 61 explica la desaparición inevitable de lo quc cxisu, pero rervirse de 61 para la explicación de lo que 112 existido. Ello eo una & lao nuyerosas variedades de la "contabilidad por partida doblc" m el dominio ideológico, la misma qac cs engendrada por causas c c o n ó m k .

Al final de su pequeño libro S o ~ ut6pico ~ oy socialfsano cientificq Engels observa que cuando los poderosos medios de producci6n creados por 1s epoca capltalista se hayan transformado en propiedad social y la producción Iiaya sido organizada de una manera que se conforme a las necesidades de la !sociedad, los hombres serán al fin dueños de la naturaleza y de si mismos. Solamente entonces co~menzarána hacer conscientemente su historia y las causas sociales que pongan en acción, producirhn cada vez más los efectos que ellos esperan. "La humanidad saltarl del reino de la necesidad al de la libertad". Estas palabras de Engels suscitaron las objeciones de todos aquellos que, por ser refractarios m general a la idea de los "saltos", no podfan o no querfan, de níngún modo, comprender el "salto" del relno de la necesidad al de la libertad. Semejante "salto" les parecería -estar en contradiccidn misma con la concepci6n de la libertad que Engels había formulado en la primera parte del Anti Dühring. Por consiguiente, para explicar en que consistla la confusión en sus ideas sobre esta cuestión, nos vemos obligados a recordar lo que Engels habia dicho ya en el citado libro. Explicando las palabras de Hegel, "La necesidad no es ciega sino en la medida en que ella no es comprendida", Engels afirmaba que la libertad consiste "en el dominio ejercido sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior y fundado en el conocilniento de las necesidades inherentes a la naturaleza" (1) y ha desarrollado este pensamlento de manera bastante clara para aquellos que están al corriente de la doctrina de Hegel a que se refería. Pero la desgracia es precisamente que los kantistas modernos no hacen más que "criticar" a Hegel, sin haberlo estudiado. No conocl~ndolo,mal podian comprender a Eiigels. Es así como hacian al autor del Anti-Dtihring la objeci6n de que no existe libertad donde existe sumisi6n a la necesidad, lo cual era per.fectamente lógico en personas cuyas concepciones filosóficas están impregnada6 de un dualismo que no sabe unir el pensar al ser. Desde el punto de vlsta de este dualismo, el "salto" de la necesidad a la libertad e3, en efecto, totalmente incomprensible. Pero la filosofia de Mar-lo mlsino que la de Feuerbach-proclama la ~ e r r n Eugen Diibrinqt's Umnalztin: .(1) tdici6n, pie. 113.

der Wiswnscbafr, 5.'

unidad del ser y del pensar. Y aunque ella comprendecotno ya lo hemos visto anteriormente, hablando de Feuerbachesta unidad, de modo completamente diferente al del idealismo absoluto, no se diferencia, sin embargo, de la teorla d e Hegel en la citada ciiestión de la relación de la libertad y la necesidad. Todo el problema se reduce a saber lo que es preciso entender por necesidad. Aristóteles (1) había ya indicado que el concepto de necesidad tiene muchos sentidos: es necesario tomar el medicamento para curar; respirar para vivir; hacer un viaje a Egipto para recibir una suma de dinero. Es una necesidad, por decirlo asi, condicional: es necesario que respiremos, si queremos vivir; es necesario que tomemos iin medicamentca, si q u e r e m librarnos de la enfermedad, y asi sucesivamente. El hombre experimenta frecuentemente necesidades de este genero en el proceso de su acción lsobre la naturaleza exterior: le es necesario sembrar, si quiere cosechar; disparar la flecha, si quiere cazar; aprovisionarse de combustible, si quiere poner en marcha una máquina a vapor y as1 sucesivamente. Si no's colocarnos en el punto de vista de la "crítica neo-kantiana de Marx" es necesario admitir que en esta necesidad condicional, existe igualmente un elemento de sumisión. El hombre seria nlás libre si pudiera satisfacer sus aecesidades sin emplear ningún esfuerzo. Se m t e siempre a la naturaleza aun cuando 1-51 la subordine a su servicio. Pero este sometimiento es la condición de su liberación: haciendolo, aumenta por ello mismo su poder sobre aquella, es decir, su libertad. Ocurriria lo mismo en el caso de que la producción social estuviera organizada de una manera racional. Aunque sometiendase a las exigencias de la necesidad tkcnica y económica, los hombres pondrían termino a este régimen insensato que hace que sean doeminados por sus propios prodvcjos, es decir, aumentarla formidablemente s u libertad. Esto no es todo. Hechos a la idea de que el pensar esta separado del ser por un abisino, los "criticos" de Marx, no conocen sino iin sentido de la necesidad: para servirnos tina vez más de los términos de Aristóteles, ellos se representan la necesidad Únicamente como una fuerza que nos impide actuar según nuestro deseo y nos obliga a hacer lo contrario a 61. Tal necesidad está, en efecto, en oposición a la libertad y no puede dejar de pesar sobre nosotros con mayor o menos (1)

Mefafisica. libro

V. cap. 5 .

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intensidad. Pero es iiecesario tarnbiéii no perder de vista que una fuerza que se presenta ante el hombre como fuerza exterior de coerción, yendo al encuentro de su deseo, puede, en otras circunstancia$ hacerlo con un aspecto totalmente diferente. Tomemos como ejemplo la cuestión agraria tal como se presenta en nuestros días en Rusia. La "expropiación obligatoria de la tierra" puede parecer a L I ~ Itentateniente inteligente o a un "cadete", una necesidad histórica mas o menos triste-mfis o menos triste, según el monto de la "compensación equitativa" que le sea asignada. Mas ante los ojos del campesino, que acaricia la idea de que se le adjudique lo que 61 llama la "tierrecita", la necesidad más o menos triste ser& por el contrario, aquella "compensación equitativa", en tanto que la "expropiación obligatoria" aparecera seguramente ante 61 como la expresión de su libre voluntad y la prenda más preciosa de su libertad. Nos referimos aquf al punto quizh mCls importarite de la doctrina de la libertad, aquel que no había sido mencionado por Engels por la sencilla razón de que era comprensible, sin mayor explicación, por todo aquel que hubiera seguido la escuela de Hegel. En su filosofía de la religión, dice éste: "Die Freiheit ist des: nichts zu wollen als slch" ( l ) , es decir: "La libertad consiste en 110 querer nada más que #sí mismo" (XXXVI). Y esta observación proyecta una Iuz considerable sobre la cuestión de la libertad, en cuanto ella concierne a la sicología social: el campesino que reclama la "tierrecita" del gran propietario no quiere "nada más que si mismo". Pero lo que quiere el "cadete" agrario que consiente en cederle esta "tierrecita" no es ya "si mismo'', sino aquello a lo que la historia lo obliga. El primero es libre, el segundo se somete sabiamente a la necesidad. Ocurriria lo mismo con el proletariado que .transformara los medios de producción en propiedad social y organizara la producci6n social sobre nuevas bases: no querría nada más que si mismo. Y Se sentiria completalnente libre. Pero por lo que se refiere a lo's capitalistas, se sentirían, en el mejor de los casos,, en la situación de aquel propietario agrícola que, habiendo aceptado el programa, de los "cadetes", no podrla dejar de aceptar que la iibertad es una cosa y la necesidad hlstórica otra. (1)

Hegel: Obras,

t.

XII, pág. 9 8 .

l'enemos la irnpi.esióii de qiic üquellus que criticaban a Engels no le comprendlan, y una de las razones de esta fncompren$i61i, es que ellos eran capaces de ponerse mentalmente en la situación de un capitalista, pero no podlan, de ningún modo, en la "piel" de los proletarios. Y creemos que en ello habla igualmente una causa social particular, causa econ6mica en ultimo tkrmino. XVI

El dualismo hacia el cual se inclinan en la actualidad los ide6logos de 13 burguesía, dirige todavla otro reproche al materialismo histórico. En la persona de S t a m d e r le censura no tener absolutamente en cuenta la t e l a a g í a social. Este segundo reproche, estrechamente emparentadq, desde luego al primero, carece tambien de todo fundamento. Marx ha dicho: "Para producir, los hombres contraen entre si relaciones determinadas". Stammler ve en esta fórmula la prueba de que Marx mismo no ha podido evitar, a despecho de su teoría, las consideraciones teleológicas. Las palabras de Marx significan, a juicio suyo, que los hombres contraen conscienbamente aquellas relaciones sin las cuales la producción es imposible. Por lo tanto, estas relaclones son el resultado de una aoción realizada en vista del fin pw alcan-

zar (1).

No es diflcil demostrar en qué punto de su razonamiento, peca Stammler contra la lógica y comete un error que imprimir6 su huella sobre sus observacioiies criticas ulteriores. Tomemos un ejemplo. Algunos salvajes cazadores quieren perseguir una presa, pongamos un elefante. A este efecto, reunen y disponen sus fuerzas en cierto orden. ¿Dónde está aquf el fin? ¿Dónde el &o de alcanzarlo? El fin consiste evidentemente en capturar o matar el elefante y el medio en perseguir el animal mediante la conjunción de .todas las fuerzas. ¿Por qué está sugerido el fin? Por las necesidades del organismo humano. ¿QUE es lo que deter~minael medio? Las condiciones de la caza. ¿Las necesidades del organismo dependen del hombre, de su voluntad? No evidentemente, y ello es, desde luego, un asunto que concierne a la fisiolog~ay no a la aodología ~ Q u kpodeinos pedir en este caso a la sociolo-

(1)

Wirtschaft und Recht. 2.'

tdici6n. pie. 421.

gia7 El explicar por que razóii al buscar los hombres satisfacer sus necesidades-pongamos por caso la necesidad de alimentarse-contraen, ya estas relaciones, ya aquellas otras totalmente diferentes. Y este hecho lo explica la sociologia on la persona de Marx 7pw el estado de las fuerzas de producciún. Ahora bien, ¿el estado de estas fuerzas depende de la voluntad de los hombres y de los fines que persigiien? La sociología, de nuevo en la persona de Marx, responde: no, no depende de ellos. Y si tal ocurre, es que estas fuerzas surgen en virtud de cierta necesidad, determinada por condiciones dadas y situadas fuera del hombre. , iQuC resulta de ello? Que si la caza es una actividad conforme d fin que persigue el salvaje, tal hecho incontrovertible no disminuye en liada el valor de este pensamiento de Marx: las relaciones de prodpcdón entre los sahages que se entregan a la caza, se elstablecen en virtud de condiciones coinpietamente independientes de esta actividad conformes o1 fin perseguido. En otros terminos, si el cazador primitivo aspira conscientemenfe a obtener tanta caza como le sea posible, no se sigue de alli que el cotnunismo propio a la vida ~O que lleva este cazador, haya su-rgido como el Q ~ O ~ U Cconform al fin de su actividad. No, el comunismo ha nacido, o m6s exactamente, se ha conservado puesto que se ha const l t ~ ~ i dmucho o antes como e1 resultado i n c o m i ~ ~ n t es e , decir, necesario de la organización del trabajo, cuyo caricter era totalmente independiente de la voluntad de los hombres (1). Es precisamente lo que no ha comprendido el lcantista Stammn quien, en este caso, se h a extcaviado, arrastrando tras de si al mismo tiempo a nuestro Struvé, EJulg~lcovy otros iilarxistas temporadeq cuyos nombres constituyen legión (2). Continuando en sus observaciones criticas, dice Stamitiler, que s i el desarrollo social se cumpliese exclusivamente eti virtud de la necesidad causal, toda tendencia consciente ~LIF concurriera a este desarrollo, seria un contrasentido ma-

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(1)

"La necesidad, por contraste con la libertad, n o es otra cosa (Schelling, Sysrern c k transzcndestalern, Idcalimo~, iaso. ~ a 5 2~ 4 ) . ( 2 ) Este aspecto de la cuestión ha sido expuesta por nosotros, de ttiancra niuy detallada en diferentes partes de. nuestro libro sobre el hlotiismo hist&ico. (Obras. t . VII)

q u e el inconsciente".

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'

.

.

nifiesto. Segúii el, ocurre una de estas dos cosas: o bien yo estimo como naceaario u 3 fenómeno cualquiera, es decir, Inevitable y entonces no tengo necesidad de concurrir a su aparicibn, o bien ini concurso es necesario para que este fenómeno pueda producirse y entonces no puede llamarse necesario. ¿Quién es aquel que procura contribuir a la aparicidn diaria del sol, aparicibn necesaria, es decir, inevitable? (1). AquI se lilanifiesta de manera elocuente el dualismo tan propio a las personas educadas en la filosofía de Kant: el pensar está siempre separado del ser, según ellos. El despertar del sol no está ligado de manera alguna, ni como causa, ni como consecuencia, a las relaciones socia- . les de los hombres. Es por esto que se le puede oponer, en banb que fenómeno de la naturaleza a las aspiraciones conscientes de los hombres, que tampoco tienen ninguna relaci6n causal con él. Cosa distinta ocurre en cuanto a los fendmenos sociales de la historia. Sabemos ya que la historia es hecha por los hombres. Por consiguiente, las aspiraciones humanas no pueden dejar de ser un factor del- movimiento histbrico. Pero la historia es hecha por los hombres de cierta manera y no de otra, .a consecuencia de determinada necesidad, de la que ya hemos hablado suficientemente. Una vez dada esta necesidad, las aspiraciones d e los hambres, que. constituyen un factor inevitabk de la evolución m i a l , s e dan Igualmente c o m consecuencias. Estas aspimdones no excluyen la necesidad, sino que están determinadas por ella. Por consiguiente, constituye una gran falta de lógica oponerlas a esta misma necesidad. Cuando una clase que .aspira a su emancipación realiza una revoluci6n social, actúa en tal ocasión de manera mas o menos apropiada al fin perseguido y, eii todo caso, su actividad es la causa de esta revolución. Pero tal actividad, con todas las aspiraciones que la han suscitado, es la coasecuencia del desarrollo ec6nómico y, por consiguiente, esta determinada por la necesidad. La sociologla no se transforma en ciencia, sino a medida que ella llega a coniprender la aparición de fines en el honibre social ("teleología" social), como consecuencia nece-

-(1) lb$, pigs. 421 y siguientes. Comparar igualmente el artículo de Stammler: Materialistixhe Geschilho~auffassung en Hrndwoterbnch des Staatsdiss~nschaften. t. V, pags. 735-737.

saria del proceso social, condicionado en Ultimo termino por la marcha del desarrollo económico. Es muy caracteristlco que los adversarios consecuentes de la interpretación materialista de la historia se vean obligados a demostrar que la sociologIa es imposible c m o cienda Ello significa que el "criticismd~ se transforma en un obstáculo al desarrollo científico de nuestra Cpoca. Los que pretenden encontrar una explicación científica de la historia de las teorías filosóficas, podrán emprender en este caso, una tarea interesante: determinar de qué manera el papel del "criticismo" esta ligado a la lucha de clases en la sociedad moderna. Si trato de .tomar parte en un movimiento cuyo triunfo me parece una necesidad hist6rica, ello significa que considero mi propia actividad como un eslabón indispensable en la cadena de aquellas condiciones cuya totafidad asegurard necesariamente el triunfo del movimiento que ha ganado mis entuaiasmos. Ni más ni menos. Esto no comprende un dualistal -pero es perfectamente claro para quien haya asimilado la teorla de la unidad del sujeto y del olbjeto y comprendido de que manera esta unidad se manifiesta en los fenómenos de orden social. Es muy interesante anotar que los teóricos del protestantismo en la América del Norte no coniprenden nada de esta oposicibn de la libertad y la necesidad, que de tal modo ha preocupado y preocupa todavía a los ideológos de la burgiicasia europea. A. Bargy dice que "en América, los "profcsores de energla" más convencidos, están poco inclinados i reconocer la libertad de la voluntad" (1). Explica tal hecho por la circunstancia de que kstos, en 'tanto que hombres de accióii, prefieren las "decisiones fatalistas". Pero Bargy se engaña. El fataalismolnada tiene que hacer aquí. Esto se deduce de su propia observación a propósito del moralista J. Onathan Edwards: "El punto de vista de Edwards. .. es el punto ir: vista de de todo hombre de acción. Para aquel que nunca en sil vida se iia propuesto un f i n determinado,, la libertad cs la facultad de poner toda su alma en la prosecusibn de este fin" (2). Esto está muy bien dicho y se parece mucho al "no querer nada más que si mismo" de Hegel. A. Bargy: La religión dans la societé aux Etam-Unis. París. (1) 1902, págs. 88-89. ( 2 ) Ibid., págs. 97-98.

Pero cuando el li,.mbre "no quiere nada iiiás que si mismo", n6 es en modo alguno fatalista; es hambre de acd6n exclusivamente. El kantisiiio fio es uria fllosofia de combate ni de homhrei, de icclAri. Es una filcsolla de gentes que ~c quedan p n todo a mcdic camiiio, una fiiosofia de compromiso. Engels dice que es r.cccsario que los medios de S u t J i i mir el mal sncial, sean dcs~ubiertoeen las condiciones miteriales dadas de la prod;icci6n, pero no inventadas por tal o cual reformador social. h!aii~miiler está de acuerdo con Engels en este punto, pero le reprocha . de falta de claridad, puesto que. scgun (4, el findo de La cuesti6n consiste en saber "por tiledio de qud rr.dtodo debe ser hecho este des?.:brimiento" (1). Esta objecl6n s610 atestigua la confusi6n que reina en el propio pensamiento de Stammler. Ella cae de su base por l u siniple raz6n tlc qce atin cuando el carácter del "m6todo" está determinado, en tales casos, por un gran núniero de "factores" variables en extremo, todos ellos pueden, sin embargo, ser referidos en Último termino a su fuente común o sea a la marcha del desarrollo econ6mico. El hecho misino de que la teoriai de Mam haya podido nacer, ha sido condicloiiado por el 3c~arro!lc de! nrc~lo dc producción capitalista, en tanto que el ,predominio del utopismo (2) el1 el socialismo anterior ,a Marx, es enteramen!e comprensible en una sociedad donde no solamente se opera el desarrollo del modo de producción indicado, sino que tambikn existe, a veces predominando una insuficiencia de e& desarrollo. Es iniitii que nos exieiidanios rniis ?obre este tema. Pero ha de pert!iitir el lector que a1 !erminar estas páginw llamemos su atencion sc,bre 1.a i'~.lac.ionestrecha del "mefodo tictico de Marx y Engrls con las tcsis fundamentales de su teoria hist6rica . . Sabemos ya q!re. conforme a estas teorlas, ,la humanidad no se planten inas :lile problemas cl18e ella puede resolver, "puesto qire... el problema misma) no se presenta sino al11 doiide las condiciones inateii:iles isclispensables a su solución existen ya o están en vlas de spnricibn". Pero en donde estas condiciones existen ya, la sitiiaci6n es totalmente diferente de aquella en qiie están solamente en via de aparicibn. En el primer caso el rnoniento del "salto" ha llegado ya; en el S ~ ~ L I Xes! ~c~l~ití6::clc ti:! pcrv?!.iir m i s c menos iemoto, (1) (2)

Handwoterbuch, pág. 7 3 6 . Ibid, la misma página.

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un "fin final", cuya cip;iricioii esta preparada por una seria de "tinnsformaciones graduales" en las relaciones de las clases sociales cntre si. ¿Cuhl debe ser el papel de los Innovadores cr la epoca cn qbe el "salto" es tod,avia imposible? No otro, evidentemente, que el de contribuir a las "trariyformaciones graduales", o dicho de otro modo, el de lucliar por obtener reformas. De este modo el "Fin final", lo misni,., que las reformas, encuentran su lugar y la oposición entre I?I reforma y el "fin final" plerde toda razón de ser y s e encuelitra relegada al dominio de las leyendas utópicas. Quienquiera que üairiita semejaiite opo~sición- "revisionista" alemáii, del genero de Eduardo Bernstein, o "sindicalista revolucionario" italiano del estilo de aquellos que asistieron al creciente Congreso Silidicalista de Ferrare-revela su incapacidad para comprender el espíritu y el metodo del sacialisrno moderno. Esto es inúti! de recordar en la hora actual, en que el reformismo y el sindicalismo tienen la osadia de hablar en nombre de Mnrs. Pero que robusto optimismo se desprende de estas palabras: "¡La hiimanidad no se plantea sino aquellos problemas que puedé resolverl" Ellas no significan, evidentemente, que t o d ~solucióii de los gfiandes problemas de la humanidad preseiitrida por cualquiera utoplsta sea buena. Una cosa es la utopln y cltra la humanidad, o, mAs exactamente, La clase social que en un instante dado representa los intereses supremos de la humanidad. El r ~ i s m oMarx ha dicho m u y ~ b i e n : "Cuanta mayor sea la magnitud de una acd6n histbrica mAs grande ser& el mt]ltnto de las rnassrs qu,o la realicen!' Es!o significa la condenación definitiva de toda actitud ut6plca frente a los problemas históricos. Y si Marx peirsaba, no obstante, que la humanidad no se plantea jzmAs problemas insoIitbles, sus palabras, desde el punto de vista histórico,' representan solamente una nueva expresión de la idea de la unidad del sujeto y del objeto en su aplicación al proceso del desenvolvimiento histórico. Desde el punto de vista practico, ellas expresan la fe serena y viril de que el "fin final" será alcanzado, aquella fe que hizo exclamar en otra ocaslón a nuestro inovldable N. G. Tchernychevsky con calida convicc16n : "Suceda lo aue suceda, ser& sin ernbargo, nuestro cam-

NOTAS (1)

Mi amigo VIctor Adicr obsorva justammtc, en

CI

artfcuio

qnr cscribib el día de los fnnettlles de Engela. que al socialismo. tal como

y Engels lo comprendían, es no solamente una doctrina e c o n h i sino tambihn universal. (Cito según la edición italiana: F. Engcls, Economía política Introduccidn y notas biográficas y bibliogrdficas por Felippo Turati, Victor Adler y Karl Kautsky. Milán, 1895). Pero cuanto mayor es la verdad de esta característica del socialismo, tal como lo compmndian Marx y Engels, más extraña es la impresión que produce ver a Victor Adler admitir !a posibilidad de reemplazar la base matsrielista de esta "doctrina universal" por una base kantiana. iQuC EC pucde pensar de una doctrina tiniversal. cuya base filos6fica n o tiene ninguna rclaci6n con cl edificio quc sustenta? Engels ha escrito: "Marx y yo henioa sido casi los Únicos en introducir la dialéctica consciente en la conccpcibn materialista de la naturalrza y de la historia". (Ver prcfacia a la 3.' edici6n del Anti-Dühng). De este modo, los padres del aocialirmo' científico rran. a pasar de l o que piensan algunos de sus adeptor actualts, marenalitas conscientes. no solamente en historia, sino tambibn en cienciaa naturalea y físicas. (11) E n un artículo cspccial consagrado a Dietzgen (Sovmmlonn y Mir.. 1907, núm. 7 ) , reproducido en la recopilación titulada De la l f e n s s al ataque (Obras, t. X V I I ) , Plejanov demuestra que "loa escdCOJ de este obrero de dotcs erccpcion~lesn o contienen en tmrk absolutamentr nada quc pueda ecr considerado como naevo, comparativamente a lo que contienen lor escritos d c Marx. Engels y Feuerbach". Plyanov se engaña al decir que hasta .e! presente n o se había cnsayado "completar a Marx" por TomOs de Aquino. En una serie d r tstudios muy interesantes, consagrados a las teorías de Marx, a quien estima como el más grande cconomisia de todos los tiempos, Wilhern HOhof. el escritor católico bien conocido, se esfuerza por probar que Marx está dc acuerdo en muchos printos, en su teoría del valor, con eL gran t e d l o g ~de la Edad Media. Ver: Dio Bedeutung dor Marxuchen Kapitalkririk (La significación de la critica del capital por Marx) y Warenwcrt nnd Kapitalprofit (Valor de la mercadería y provecho del capital). E n F n n t i a existen también entre los socialistas católicos admiradores de Mara y de T o m i s de Aquino (D. Riazanov). CJ.

(Iu) Engels demuestra en este prefacio, a instancia de Marx, que e1 m a t e c i d ~ m ors hijo de la Gran Bretaña; que Bacon cm realmeate el abuelo del matcrirlbmo inglh; que, con Hobbea y Lockc, es el padre de 1s mcaeli miterirlista fnnceea, y que el actual "agnmticiamo" inglte n o CY m68 que un materialismo medroso. "En e f a t d i c e Engels-, jno es el agnosticismo otra coaa, para servirnos de un t k m i n o muy expreaivo de Lancaehire, que un matcrialbmo púdicamente velado"? La idea que el agnóstico so forma de la naturaleza est6 profundamente impregnada de materialismo. En toda la naturaleza rigen leyes y no hay en ella lugar para una intemenciún de fucre. Pero-agrega el agnóstic-nosotros n o tenemos el medio de dcmoetrar la existencia de un Ser supremo más allá del mundo conocido, ni de negarla. Esto tenía todavía alg6n fundamento en la época en que e l gtan astrónomo Laplace, respondiendo a Napoleón, que lc interroga-, ba por que no era mencionado el Creador en la W d n i c a CJeleste, declaraba: "Yo no tenía necesidad de esa hip6tesis". Pero en la &poca actual In concepci6n evolucionista del mundo no ofrece ninghn sitio a , u n creador o regente, y todo juicio sobre un Ser supremo situado fuera del mando existente aería una contradicción en s l y, según me parece, herid a inhtilmente el sentimiento de las personas religiosas. "Aparte de esto, nuestro agnóstico admite que todos nuestros cosocimientos ec fundan sobre impresiones que nos son transmitidas por loa eentidos. Per+agrega, ¿de d6nde sabemos que nuestros sentidos nos dan una idea exacta de las cosas que percibimos .por intermedio de ellos? Y continha tratando de demostrarnos que cuando habla de cosas o de ms propiedades lo hace. en realidad, no refiridndosc a ellaa, de las que n o puede saber nada con certidumbre. sino simplemente a las impresiones que ban producido en nuestros sentidos. "No es dudoso, podría decirse, ;que semejante manera de razonar =a irnfntable. Pero antes de razonar los hombres actúan "En .'el comienzo era la acción". Y la actividad hnmana ba nsuelto esta dificultad mucbo tiempo antes de que la rzz6n humana lo hubiera inventado. T h c proof of the pudding ie in tbe eating (Ya prueba del pudin se hace corni4ndole). Desde el momento mismo en que utilizamos estas cosas para nosotros sometemos a una prueba infalible la veracidad o falsedad dc nuestra percepciones sensibles. Si ellas son falsas, nuestra apreciación sob* la manera cómo la cosa puede eer utilizada debe serlo igualmente, y raestra tentativa terminar& en un fracaso. Pero ei logramos la tarea que nos hemos arignado, si comprobamos que una cosa dada correeponde a la idra que de ella nos habíamos formado, que responde al fin para al que la habíamos destinado, entonces tenemos una prueba positiva de que nuestra percepción de la cosa y de sus propiedadee corrspondp, cuaos límim, a Ir realidad exterior. Por el contrario, en todos los caso8 e11 que nos ericontramos frente a un fracaso, no tardamos, por l o en?ral, m descubrir SUS causas. Resulta entonces que la percepci6n sobm la que habiamos fondado nuestra accibn había eido hecha superficialm~ntc. o bien faleamente referida a los rwultadm de otras gercepciones. y que. p r con8guitnte, nuestro r~zonamirntoera erróneo. Pero si noa dtdiumas a cdocor y utilizar nuestros sentidos de manera pmcisa y a mnn-

tcncr nuestta actividad en el cuadro de Ins percepciones obtenidas y empleadas de manera justa, comprobaremos entonces que el tksnltado de nuestros actoe prueba el acuerdo de nuestras percepciones con I i naturaleza objetiva de laa cmas quc hemos percibido. P o r el momenm n o gr. puede citar ningun caso que nos obligue a concluir que nuestras perccpciones sensibles. cientificamente controladas, e v q u e n en nuestro espiritu las ideas sobre e1 mundq exterior que diverjan, por au naturaleza miami, de la realidad, o que cxista una divargencia fundamental entre el mando txterior y nuestras percepciones sensibles.

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"Pero he aquí que u11 agnóstico neo-kantiano se presenta y declala: puede ocurrir que n o seamos capaces de aprehender justamente las propiedades de una rosa; pero no estamos en situación, por un proceso sensible o mental cualquiera, de aprehender la cosa en sí. Esta "cosa en . si': se encuentra fuera de nncstro horizoneu. A erto ha respondido ya Ilcgel desde hace tiempo! "Cuando conociis todas las propiedades de una " cosa, hsta os es conocida; n o queda aino el hecho de que la cosa && " cxista independientemente de vosotros, y tan pronto c o d o vuestroa " sentidos os han enseñado esto habéis ya aprehendido el último resto de " la cosa en ni, la famosa "cosa en sí" de Kant". A esto se puede agregar que en la hpoca d: Kant nuectra noción de las cosas de la naturaleza tenia todavía un carácter fragmentario, y ICant tenía derecho a sospechar que detrás de lo poco que sabiarnos de estas cosas se mcondia en cada una de ellas la misteriosa "cosa en si". Pero todas estas cosas inaprehensihles han sido una despuhs de otra aprehendidas. analizadas; aun mis, cllas han sido reconstitufdas gracias a los progresos gigantescos de la ciencia. Y todo aquello que nosotros estamos en aptitud de reconstituir no podemos considerarlo como imposible de aprehendef. Durante la primen mitad del siglo XIX, las sustancias orghnicas eran para la quimica cosas mieeriosas de este genero, cn tanto que ahora hemos aprendido a reconitituirlas, una despu4s de otra, por la síntesis de sus elementos químicos, sin recurrir a la ayoda de procesos orgánicos. L o s ~ u i m i c o acontcinporáneos declaran que desde el mom:nto eii que la estructura qufmica de un cuetpo cualquiera nos es conocida, puede ser reconstituído por.medio de sus elementos. Estimos todavía lejos, por el momento, de conocer la composición de las sustancias orgánicas superiores. los cuerpos albnniinoides: p ~ r no , existe razón para que no podamos, aunque fuese al cabo de varios siglos, adquirir este conocimiento y llegar así a producir la albúmina artificial. Cuando hayamos logrado tal cosa tendremos Ir posibilidad de reproducir la vida orgánica, desde sus formas inferiores hasta las más elevadas, puesto que la vida no es otra cosa que la forma normal de existencia de los ciicrpos albuminoídeos. "Pero después de haber hechos estas resenras formales, nuestro agnóstico habla y actúa como un materialista ordinario que es 61 en e l fondo. T a n t o como alcancemos a saberlo, dirá quizás. la materia y el movimiento, o como se dice ahora. la encrgia, n o pueden ser ni creados ni destruidos; pero no tenemos ninguna prueba de que uno' y otro n o l ~ a y ~eido n creados en una (poca o en otra. Si ensaphis servlme de estu afirmncibn contra 41. en un cano particular cualqiiiera. os h a r i abando-

l á p i d a i ~ ~ ~ nesta t e posición. Admitiendo in absnqacto 11 posibilidad del cviritualirmo. n o quiere oír biblar de ello in concreto. Os diri:' T a n t o como lo ocpamos o podamos saberlo, n o rxiite creador o . rcgentr del Uniroreo; huta donde podanios saberlo. la materia y Ia energía n o pueden &or cioidas iii destiuídas; para nosotros, el penoamiento n o es sino una forma de la energía. una función del cerebro: todo l o que norotror. sabemos indica que el mundo está regido p o r leyes inmutables, etc., etc De este modo, en cuanto él es hombrc de ciencia o sabe alguna cosa, m materialist;. Más allá de 11 ciencia, en las regiones donde 61 no sabe nid r tiaduce sil ausencia de saber en griego y la llama agnosticismoM. El representantes m d s típico del agnosticismo y autor de este término es Tbomas Henry Huxlcy ( 1 825-1895), discípul6 de b r w i n y nno de los más grandes biólogos indeses, que ha hecho mucho por la vulgarización de los principios de las ciencias físicas y naturales modernas. De 1 8 6 0 a 1880 fué popular en Rusia, sobre todo entre los "rcalistas pensantes". Su libro El lugar del hombde en la naturaleza ha aparecido en 1864, en dos traducciones. Las lecciones de fisiología eloment a l fueron prolongadas poc D. Pisarev (D. R.). (IV) En la M i s d a de la filwoffa, Marx expone el metodo diaICctico de Hegel de la siguiente manera: "'Todo lo que existe, todo lo que vive sobre la tierra y el agua. sólo existe. sólo vive p o r un movimiento cualquiera. Así, el movimiento de la historia producc las relaciones sociales. el movimiento industrial nos da los productos industriales, etc. Del i t i s n ~ omodo que por medio de Ia abstracción se transforma cualquier cosa en categoría lógica, así también n o hay sino que hacer abstracción de todo cadcter distintivo de los diferentes movimientos para llegar al movimiento en estado abstracto, a l movimiento puramente formal, a la fórmula puramente lógica del movimiento. S i se encuentla en las categorías lógicas la snstancia de toda cosa. se supone poder encontrar en la fórmula lógica dcl movimiento el mhtodo absoluto que n o solamente explica toda cosa. sino que, además, implica el movimiento de la cosa. Es de tal m6todo. que Hegel habla en esos términos: "El método es la fuerza absoluta, suprema, infinita, a la que ningún objeto podría resistir; cs la tendencia de la razón a m o nocerse ella misma en toda cora" (Lógica, t. 111). " i Q d es. entonces el método absoluto? La abstracción del movimicnto. LQué la abstraccibn del moi~imicnto?E l movimiento en el asprcto abstracto. iQu6 es cl movimiento en el aspecto abstracto? Una formula puramente lógica del movimiento o el movimiento de la razón pura. ¿ E n qué consiste el movimiento de la razón pura? En que ella misma se plantea, se opone y une a sí misma; en que se formula en tesis, síntesis y antítesis, a, en fiii. que ella se admite, se niega y niega su negecibn. "¿Pero de qué maneia la razSn se admite, de qué manera sc plaq. tea como una categoría de:erminada? Esto cs ya un asunto de la razbn misma y dz sus apologietas Pero la iazón se ha planteado como tesis, csta tesis. esta idea, oponihndosc a ella misma se divide cn don ideas, que sc contradicen entre sí cn afirmaci6n y en negación, cn sl y en no. dar

La lucha de estos dos movimienros opncstos contenidos en la aat1tcsis conbtituye tl movimiento dialictico. S1 sr trancforma en not no n t u forma tn a [ ; d deviene úmultlneamtnte rf y no: no dcviene eimaldnumente no y rí. De esta manen las opoeicionerr oc equilibran reclpnxsmente, sc neutralizan y paralizan. La fusi6n de estao don ideas que re contradicen forma una nueva idea: la sínteeis. Esta nueva idea w divide a SU turno en dos opuestas, que tambidn se funden en una nueva sinteei6. Este proceso de descomposición forma un grupo de ideae, el cual se somete al mismo movimiento que la categoría simple y tiene por nntítcsis otro grupo de ideas opuestas. De .estos dos grupos nace uno naeco: su síntesis. Así como e1 grupo nace del movimiento dialúctico de los categorías simples, del mismo modo, del movimiento dialdctko de h grupos surge la aerie, y el movimietto dialectico de las series engendra la totalidad del sistema. "Aplicad este método a las categorías de la economía política .y obtenddis la lógica y la metafisica de la economía política, . o, en otros tfnninos, traducirbis las categorías económicas, conocidas de todo el mundo, en un lenguaje poco conocido, gracias al cual podrá creerse que ataban de nacer de un cerebro p!eno de razón pura: d e , tal modo parecen engcridrarse las categorías unas a otras, relacionarse y entrelazarse bajo la wla influencia del movimiento dialbctico .... Segdin Hegel. todo lo qua ha pasado y pasa todavía en el mundo es iddntico a lo que pasa rn SU prapio pensamiento. Resulta de alli que la filosofía de la bistoria no es mis que la historia de la filosofía, y , en Gltimo thrmino de la filosofía de Hegel". Hablando de este error que se encuentra en la dialdctica hegelkna. Marx subraya. en el prefacio de Ir segunda edici6n del Capitai, la diferencia que existe entre la dialhctica materialista y la dialhctica idealista. "Mi dialdctica no soldmente se distingue esencialmente de la de Hegel, sino que le es diametralmente opuesta. Para Hegel.: el proceso del pensamiento, que él transforma, bajo el nombre de idea, en un sujeto independiente, es el demiurgo (creador) de la realidad, que no es sino su inanifestación exterior. Pero para mi es justamente lo contrario: el ideal no es otra cosa que lo material traducido y transformado en el CCrebro del hombre. 'He Iiecho ya, hace treinta años, la crítica del aspecto mistico de la dialhctica Iiegeliana, en la é p o ~ aen que estaba todavía de moda .... El carácter mistico !que la dialectica ha tomado en Hegel. no le. Iia impedido haber sido el primero en dar un cuadro completo de lar formas generales del inovimiento de la dialéctica. En Iiegel, la dialictica se ziicontraba de cabeza. Ets necesario ponerla sobre sus pies p a n d a . c u b ~ i rel grano racional debajo la envoltura mística. Bajo su forma mística, !a dialhctica estuvo de moda en Alemania. rorque permitía tender un velo sobre el estado de cosas existente. Bajo SU forma racional es a los ojos de la burguesía y de sus intdrpretes docttiiiarios nada más que escándalo y horror, porque a la comprensión positiva de lo que existe agrega al mismo tiempo la comprensión de la negación, de la ruina necesaria del estado de CDW existentes; porque conc i k cadi forma en el flujo del movimiento y, por lo tanto, m su as-

W t o tnnsitorio; porque n o se inclina ante nadie y e8 por tscncii crltice 7 revolucioníria", (Prefacio a la segunda edici6n del Capital). POPlo que se refiere a la ley hegeliana de la trannformación de 1.E diferencias cuantitativas en cualitativas, Marx habla en el capitulo aobn "11 norma y la masa de la plus-valía", cuando examina las condicioncs en que e1 artesano medioeval se transforma en capitalista. "Ei1 propietario de fondos o de mercaderías n o se transforma realmente en capsitilista más que cuando la suma mínima invertida para la producción sobrrpaaa en mucho al capital msdioeval. E n este dominio. como en las ciencias naturales y físicas. se confirma la verdad de la ley que Hegd br d~scubierto en su Lógice, y según la cual los cambios puramente cuan. tilativos a1 llegar a cierto grado se transforman en diferenciau, cualitaI ' tivas". :aSeñalando la:, contradicciones en que incurre John Stuart Mill, al tratar de conciliar la teoría del provecho de Ricardo con la teoría de la abstinencia de Segnor. Marx observa además: "Las contradiccionw vulgares le son tan familiares como extraña le es la "contradicción" hegeliana. fuente de toda dialéctica". Observa Marx en el Capital que las propiedades de una coca n o alcen de IUS relaciones con otras. sino que no hacen m i s que manifesmnr t n estas relaciones. (D. R.). ' (V) La carta que Marx dirigía el 30 de octubre, a Feuerbach, tenia una gran importancia para la característica de la evoluci6n de sus concepciones filosóficas. Al invitar a Feuerbacli a tomar posición contra Schelling. Marx escribia: "Sois poi ello el hombre mejor colocado del mundo, puesto que sois Schelling al revés. La idea perfectamenm justa que Schelling había formulado en su juventud--debemos reconocer lo que triste d~ bueno aun entre nuestros adversarios-y'para cuya realización carecía de toda cualidad, excepto la imaginación. de toda energía que n o fuera la vanidad. de todo estimulante fuera del opio, de todo órgano fuera de la irritabilidad, teniendo, además, una intuición muy femeninaesta idea justa de su juventud, que había quedado en 01 como una visión juvenil fantástica, se ha transformado en vos en verdad, en realidad, en seriedad viril. Es por esto que Schelling es vuestra anticipación &figura&, y desde el momento en que la rcalidad se opone a semejante Qpfiguratión, ésta debe disiparse como un vapor, como una nube. Y o os c

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