Las exigencias para alcanzar niveles de competitividad

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Los procesos de flexibilidad laboral en América Latina: experiencias y resultados

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* Facultad de Contabilidad y Administración de la Universidad Autónoma de Baja California y .

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COMERCIO EXTERIOR, VOL. 56, NÚM. 6, JUNIO DE 2006

MANUEL ALEJANDRO I B A R R A C I S N E R O S*

as exigencias para alcanzar niveles de competitividad elevados han ocasionado la búsqueda y el desarrollo de métodos productivos novedosos que disminuyan costos y aumenten la producción. A partir de los años sesenta se establecieron diversos sistemas productivos que tuvieron un efecto favorable al disminuir de manera considerable los costos de producción, lo que trajo a las empresas un mayor nivel de eficiencia. La flexibilidad del mercado de trabajo surgió como la medida idónea para lograr objetivos. El agudo debate sobre ese tema provocó que la mayor parte de los estudios se enfocaran en el análisis de las diferencias entre los mercados de trabajo de Estados Unidos y Europa. Gran parte de la literatura al respecto refiere los menores niveles de desempleo y la alta competitividad de ese país como producto de un mercado laboral flexible. En Europa, la amplia protección al trabajador se traduce en mayor desempleo, desincentivo a la inversión y menor competitividad. Por consiguiente, la rigidez del mercado laboral se considera un obstáculo para la maximización de los recursos financieros, tecnológicos y humanos. La apertura económica llevada a cabo en el decenio de los ochenta fue fundamental para que diversos países europeos realizaran cambios estructurales que les permitieran alcanzar economías más competitivas. Entre esas transformaciones se encontraban las del mercado de trabajo. Así, diversas desregulaciones en materia laboral dieron como resultado una mayor creación de empleo, parcialmente a costa del estado de bienestar.

En el caso de América Latina, el tema de la flexibilidad laboral es hasta cierto punto nuevo y son pocos los estudios sobre los efectos que acarrea la aplicación de esa estrategia. Los argumentos planteados se refieren en términos básicos a las experiencias de países europeos donde el estado de bienestar y la estructura del mercado de trabajo son por completo diferentes. En consecuencia, los resultados que alcanzó el viejo continente no son la mejor referencia de lo que ocurrirá en la región latinoamericana en caso de aplicarse la flexibilidad laboral. La mayoría de los países de la zona ha realizado algunos cambios en sus legislaciones laborales desde hace más de un decenio y los resultados no se asemejan a los de Europa. El presente trabajo muestra el efecto que han experimentado los mercados de trabajo de las economías más importantes de América Latina (Argentina, Brasil y Chile) a partir de los cambios en materia laboral realizados en el decenio de los noventa. Por otra parte, los resultados obtenidos hasta el momento en esas economías se comparan con la situación actual del mercado de trabajo en México. Se demuestra que aun cuando éste no ha realizado reformas laborales, la estructura de su mercado presenta grandes similitudes con la de aquellos tres países. Al comparar los cambios en materia laboral con la situación económica de los países en cuestión se demuestra que los resultados no son tan benéficos como se esperaba y, en la mayoría de los casos, tienden a reducir la calidad de vida del trabajador.

LA FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA

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mérica Latina y en especial México fueron durante la primera mitad del siglo pasado un ejemplo a seguir en materia laboral, ya que contaban con legislaciones protectoras que en aquella época fueron fundamentales para el óptimo desarrollo de las economías. En un sistema económico cerrado (sustitución de importaciones), la mezcla parecía ser lo ideal. Con la apertura económica y la globalización de mercados, lo que alguna vez fue una legislación avanzada se convirtió en una legislación laboral rígida y con pocas facilidades para crear empleos y promover el crecimiento económico. Así fue como, a principios de los años ochenta, comenzaron los procesos de restructuración productiva que dieron paso a la flexibilidad del mercado de trabajo. Tales procesos se han apuntalado en los argumentos desarrollados en Europa, donde los parámetros económicos, sociales y jurídicos tienen poco que ver con los de América Latina, cuyos costos laborales y sistemas de protección so-

cial están muy por debajo de los niveles del viejo continente. Aunque algunos opinan que los salarios altos o la compleja reglamentación laboral europea afectan de manera negativa la competitividad de la economía, quizá no sea tan sencillo deducir de ello que en América Latina los salarios bajos y la reglamentación laboral deban producir efectos contrarios.1 Para muchos investigadores y promotores de la flexibilidad laboral radical, el papel que asumió América Latina en materia de reformas laborales no fue el esperado, ya que la mayoría de los países no flexibilizó su mercado de trabajo y algunos lo han hecho incluso más rígido. La zona aún posee una estructura laboral paternalista y algo populista, en el sentido de que evitan cambios trascendentales por miedo a una reacción social violenta y por el costo político que eso supone. Se argumenta que los países de la región no han podido reducir sus niveles de pobreza y desempleo, aun con la expansión del sector informal, y que en algunos casos estos niveles aumentaron.2 La causa se ubica sobre todo en la rigidez del mercado laboral, factor que ha impedido que el crecimiento económico inducido por las reformas se traduzca en una mayor creación de puestos de trabajo en el sector formal. 3 La controversia persiste entre quienes consideran que los problemas de alto desempleo y falta de competitividad de esos países se deben a que sus gobiernos no han realizado una reforma integral del mercado de trabajo y que las medidas aplicadas carecen de mecanismos flexibles en materia recontratación, despido y formas de terminación de la relación de trabajo. En contraposición, hay quienes establecen que el exceso de flexibilidad de esas medidas ha agudizado algunos problemas, como la precariedad e inestabilidad laboral, la pobreza, la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, así como el incremento del sector informal en la economía. Algunos estudios afirman que en el caso de Argentina, por ejemplo, la segmentación del mercado laboral y el desempleo comenzaron mucho antes de la apertura comercial, quizá como consecuencia de la rigidez que imperaba en la economía. 4 Otras investigaciones sostienen que ese país si1. A. Bronstein, “Reforma laboral en América Latina: entre garantismo y flexibilidad”, Revista Internacional del Trabajo, vol. 116, núm. 1, Ginebra, 1997, p. 25. 2. Según cifras de 1999, el sector informal en Brasil representa 47.10% de la estructura del empleo urbano, mientras que en Chile es de 37.50%, y en el caso de México ya alcanza 40.10% del empleo urbano. Fuente: Organización Internacional del Trabajo (OIT), Panorama Laboral 2002, Lima, 2002. 3. I. Gill, W. Maloney y C. Sánchez-Páramo, “Liberalización del comercio y reforma laboral en América Latina y el Caribe en los 90”, En Breve, núm. 1, mayo de 2002, p. 2. 4. Ibid.

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guió todas las recomendaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en el sentido de flexibilizar el mercado laboral, pero las expectativas de crecimiento no se cumplieron.5 De la Garza señala que las formas de flexibilidad laboral aplicadas en América Latina han implicado no sólo cambios en las leyes laborales, sino también la transformación en la contratación colectiva y la ruptura o debilitamiento de los pactos corporativos entre sindicatos, Estado y empresas. 6 La experiencia indica que tampoco cabe esperar de dichas medidas una gran cantidad de nuevos puestos de trabajo, en particular en periodos de bajo crecimiento económico. Sus ventajas parecen más bien relacionarse con la mayor estabilidad de los empleos.7 Bronstein argumenta que puede darse por sentado que ninguna de las reformas hechas en la región se sustentó en estudios concluyentes sobre sus efectos benéficos en la economía, y sugiere que éstas se establecieron con base en prejuicios en lugar de juicios. 8

PERFIL DE LAS REFORMAS EN EL MERCADO REGIONAL DE TRABAJO

Argentina: cambios profundos sin resultados claros

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rgentina es uno de los países de América Latina donde se establecieron reformas profundas en materia de flexibilidad laboral en el mercado de trabajo durante los años noventa. La primera modificación, que se llevó a cabo en 1991, se proponía modernizar la economía y mejorar la posición del país en el mundo,9 así como combatir el empleo informal y fomentar las políticas de ocupación activas. El desempleo se consideraba uno de los problemas más graves que aquejaban al país, junto con la inflación elevada y los problemas presupuestarios. Una de las medidas más importantes de la reforma fue el establecimiento de modalidades de contratación de trabajo precarias o atípicas, es decir, contratos a plazo fijo, por honorarios y temporales, entre otros.10 5. E. Barrera, Elementos de análisis para la discusión sobre la reforma laboral, Boletín, núm. 4, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Cámara de Diputados, mayo de 2003. 6. E. de la Garza, “La flexibilidad del trabajo en América Latina”, Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, Colegio de México, 2000, p. 176. 7. OIT, op. cit., 2002, pp. 28-33. 8. A. Bronstein, op. cit., p. 26. 9. A. Salvia, “Reformas laborales y precarización del trabajo asalariado (Argentina 1990-2000)”, Programa cambio estructural y desigualdad social, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Argentina, 2001, p. 123. 10. A. Bronstein, op. cit., p. 14.

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El modelo de contratación se consideraba entonces demasiado rígido y sus costos muy elevados para los empresarios, por lo que se creó el contrato de duración determinada. Para impulsar esta figura jurídica, el gobierno otorgaba a los patrones diversos apoyos y exenciones en sus contribuciones sólo si pactaban ese tipo de contratos, estímulos que no se aplicaban en el caso de la contratación permanente. Lo anterior dio como resultado que después de cuatro años de vigencia de esa modalidad de contratación no se consiguiera un incremento considerable del empleo temporal, debido a los engorrosos trámites burocráticos que aún se mantenían. En 1995 se realizó otra reforma laboral con el propósito de corregir los errores de la primera. Los cambios principales fueron la reglamentación del trabajo a tiempo parcial, el establecimiento de un periodo de prueba y la puesta en marcha de medidas para facilitar la contratación por tiempo determinado. Se autorizó también el contrato de aprendizaje y de formación, así como el régimen de pasantías, cuya duración mínima se fijó en tres meses y la máxima de un año. Se estableció el despido con aviso previo (desde 15 días hasta dos meses) y el despido colectivo por causas económicas o tecnológicas. Por último, se creó el seguro de desempleo con una duración de 13 meses. Luego de analizar el efecto de las nuevas reformas en el mercado de trabajo argentino, Bronstein concluye que castigaron la generación de empleo estable, ya que al finalizar los periodos de prueba se eliminaban las exenciones de cotizar a la seguridad social, lo que incrementó 14% los costos laborales.11 Por tanto, el empleador no ejercía la contratación definitiva y optaba por terminar la relación laboral. Esto produjo precariedad laboral, además de que las empresas dejaron de invertir en la capacitación de sus trabajadores, hecho que provocó la reducción de la eficiencia y la productividad de las plantas productivas. Brasil: flexibilidad impuesta por los hechos

Brasil no ha profundizado sus medidas de flexibilidad y los cambios a la ley del trabajo se tradujeron en reglamentar cierto tipo de prácticas ilegales. Es decir, más que una reforma integral, las modificaciones consistieron, en su mayor parte, en legalizar las prácticas informales. Las medidas de flexibilidad laboral se han llevado a cabo fuera del marco legal, y a pesar de que las leyes brasileñas en esa materia se consideran rígidas, en la práctica distan mucho de serlo. Todo el sistema está hecho para que de una u

11. Ibid., p. 16.

otra manera se negocien condiciones de trabajo distintas a las permitidas por la legislación, lo que disminuye los costos laborales que implica la contratación formal. Así, se establecieron los contratos de duración determinada, los de formación y aprendizaje, así como el periodo de prueba. También se creó un salario protegido al disponer que las remuneraciones fueran inembargables. Se mantuvo el despido con aviso previo, y se determinó que el incremento salarial quedara en función del aumento de la productividad. Por último se estableció un seguro de desempleo por un monto de uno a cuatro salarios mínimos, una duración de cuatro meses, y aplicable a los trabajadores que laboraron por lo menos seis meses. Al parecer, esas medidas no lograron efectos positivos en la economía, ya que el desempleo no disminuyó de manera significativa. Los datos de Sotelo demuestran que el empleo formal ha descendido en todas las ramas de la actividad económica y el mercado formal abre paso al informal, que ha crecido en los últimos 10 años.12 La proporción de trabajadores con ingresos menores al salario mínimo subió dos puntos porcentuales en tan sólo un año (1996). Camargo señala que el mercado de trabajo brasileño es muy flexible y se orienta a reducir la desocupación y fomentar el empleo, aunque sea de manera informal. Así, la economía subterránea sirve de válvula de escape en las constantes crisis económicas que sufre el país.13 Chile: de la flexibilidad profunda a la regulación del mercado de trabajo

Las reformas laborales chilenas se dividen en dos etapas: la primera, llevada a cabo en el régimen de Augusto Pinochet en 1978 y 1979, se caracterizó por la eliminación de las barreras a la entrada de capitales extranjeros, la apertura económica y la creación de un sistema de pensiones privado. Además se realizó una profunda reforma laboral con el propósito de ajustar las relaciones de trabajo colectivas e individuales a un sistema económico de corte neoliberal.14 Las nuevas normas se aplicaron de manera unilateral y favorecieron claramente al empresariado. La supresión de los derechos laborales

12. A. Sotelo, Globalización y precariedad del trabajo en México, Ediciones El Caballito, México, 1999, pp. 160-164. 13. José M. Camargo, “Brazil: Labour Market Flexibility and Productivity, with Many Poor Jobs”, en E. Amadeo y S. Horton (eds.), Labour Productivity and Flexibility, MacMillan Press, Londres, 1997, p. 64. 14. La flexibilidad laboral en ese país se dio en el marco del milagro chileno (19771981) como un mecanismo para justificar e institucionalizar los cambios provocados por la reconversión económica realizada por la dictadura en el periodo precedente. Véase A. Sotelo, op. cit.

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fue persistente y el sindicalismo se redujo a su mínima expresión y perdió la capacidad de negociación con el régimen que gobernaba el país. En ese marco, el mercado de trabajo en Chile experimentó la flexibilidad más profunda de toda América Latina y fue, en su momento, una de las economías más atractivas para la inversión. Asimismo, su desarrollo económico fue muy significativo en ese periodo. La segunda etapa comenzó en 1990, con la llegada al poder de un régimen democrático que volvió a modificar las leyes laborales para hacerlas más protectoras y regular de nuevo el mercado de trabajo. Morgado establece que los cambios normativos producto de la reforma de ese año tuvieron el propósito de volver a regular; se abandonó la desregulación de los años setenta y ochenta, sin que esto significara una pérdida de eficiencia de las instituciones laborales.15 Insiste en que no se trata de una contrarreforma sino de la reforma de la reforma, y concluye que los cambios aplicados, a pesar de su relevancia, no han sido tan profundos como para invertir la tendencia hacia la disminución de la calidad del empleo. Tampoco se ha revertido el aumento de las contrataciones temporales y a tiempo parcial, ni las prácticas de subcontratación o de trabajo externo. Algunos de los cambios en materia laboral fueron la mejora en la regulación de la contratación a plazo fijo, la rebaja en la duración de los contratos de formación y aprendizaje, y el establecimiento del despido colectivo derivado de procesos de modernización de las empresas, bajas en la productividad, cambios en las condiciones del mercado o la economía y falta de adecuación laboral o técnica del trabajador. Asimismo, se creó la figura de las centrales sindicales y se ofreció mayor apoyo a la constitución de sindicatos. Es pertinente señalar que en Chile la fijación del salario mínimo no está reglamentada; por ello, la flexibilidad salarial es un instrumento ya en uso. De hecho, para los menores de 21 años y mayores de 65 no existe el salario mínimo. También, el aviso de despido se aplica con 30 días de antelación. De acuerdo con cifras de Schkolnik, el empleo temporal, cuya duración es de hasta tres años, representa 15.2% de la ocupación, y 49% de los empleos duran menos de tres años.16 De los trabajadores con jornada parcial, sólo 31% cotiza a la seguridad social; el salario medio ha disminuido de manera considerable, y la participación de la mujer es muy baja 15. E. Morgado, Las reformas laborales y su impacto en el funcionamiento del mercado de trabajo, CEPAL, julio de 1999 (serie Reformas Económicas, núm. 32). 16. M. Schkolnik, Brechas, desafíos y avances en el mercado de trabajo, ponencia presentada en el panel Experiencias Sectoriales de Reducción de Brechas y Desafíos en el Sector Público, Ministerio del Trabajo y Previsión Social, 23 y 24 de mayo de 2002.

462 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA

(35% frente a 44% en América Latina). Si a eso se le añade que de 50 a 57 por ciento de la población adolece de un nivel educativo básico, la pérdida del potencial productivo en los últimos años es enorme. La cultura empresarial no ha aplicado de manera eficiente las medidas de flexibilidad interna, ya que menos de 10% de la fuerza de trabajo se ha capacitado para realizar su labor. Los resultados de las medidas de re regulación del mercado laboral se consideran desalentadores. Si bien a principios de los noventa contribuyeron a crear numerosos empleos, e ingresos, a mitad del decenio se redujo de modo considerable la generación de puestos de trabajo y aumentaron los niveles de pobreza, la precariedad del empleo y, desde luego, el subempleo. Análisis comparativo del mercado de trabajo en Argentina, Brasil, Chile y México

En el cuadro 1 se observa que los cuatro países estudiados prevén los contratos indefinidos. Sin embargo, en Chile se especifica la cantidad y la vigencia de los pactos a plazo que deben presentarse para considerarlos indefinidos. El convenio por tiempo determinado se permite en todos los países, pero en México sólo se autoriza en ocasión de una obra determinada o por la sustitución temporal de un trabajador. Por su parte, la nación andina no establece ninguna restricción, mientras que Argentina y Brasil lo permiten. México es el único país donde la contratación temporal no se aplica, pero en su lugar se ejerce el contrato eventual. Por otra parte, Argentina no establece un plazo en la duración de la contratación temporal, a diferencia del resto de los países. Asimismo, México es el único que no permite el contrato de aprendizaje. El periodo de prueba no está legislado en este último país ni en Chile. La fijación o negociación del salario mínimo se realiza de forma tripartita (Estado, empresas y sindicatos) en todas las naciones, excepto en Chile. Empero, en éste se otorgan más días de licencia por maternidad, mientras que en el resto la duración es casi similar. El despido justificado se regula en todos los países y cuando se ejerce no existe el pago de compensación. A su vez, la legislación mexicana es la única que no prevé el despido con aviso previo. En Chile, el costo por despido injustificado es el más elevado, seguido de México y Brasil. Por su parte, las reglas para el despido colectivo sólo se encuentran en las legislaciones de Argentina y Chile. La revisión de los convenios colectivos se lleva a cabo cada dos años en todos los países. Un punto muy importante es que en México no existe el seguro por desempleo.

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AMÉRICA LATINA: ANÁLISIS COMPARATIVO DE LA LEGISLACIÓN LABORAL EN CUATRO PAÍSES

Argentina

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Contrato indefinido

Suposición de que el convenio es indefinido, salvo que se exprese lo contrario.

Renovación del acuerdo sin especificar la duración.

Contrato temporal y por tiempo determinado

Si, en algunos casos.

Contrato de aprendizaje Plazo del contrato temporal

Sí No hay duración máxima.

Si, ciertos casos, más aprobación en la negociación colectiva. Sí Dos años.

Período de prueba Negociación del salario mínimo Vacaciones

3-6 meses. Estado, empresas y sindicatos. De 14 a 35 días, según antigüedad.

Máximo tres meses. Estado y convenios colectivos. De 12 a 30 días naturales, menos faltas.

Licencia por maternidad

De 45 días antes y 45 después del parto. 15-30 días. Salario mensual por años de antigüedad.

Cuatro semanas antes y ocho después del parto. 8-30 días. Un mes por cada año de antigüedad.

Seis semanas antes y 12 después del parto. 30 días. Salario mensual por años de antigüedad.



No



No Estado, empresas y sindicatos. De 6 a 12 días, después aumentan en dos días por cada cuatro años de antigüedad. Seis semanas antes y seis semanas después del parto. No Salario mensual por tres meses más 20 días por cada año de antigüedad. No

Dos años. Sí

Dos años. Sí

Dos años. Sí

Dos años. No

Despido con aviso previo Pago por despido injustificado

Normas sobre el despido colectivo Revisión de los convenios Seguro por desempleo

Chile

México

A partir de dos contratos a un plazo de 12 meses o a partir de un periodo de 15 meses si el trabajo es discontinuo. Libertad de otorgar.

Se considera indefinido.

Sí Máximo un año, y 15 meses si es discontinuo. No No 15 días, los cuales aumentan por antigüedad.

Sólo algunos casos, por obra determinada y sustitución temporal del trabajador. No Hasta finalizar la obra.

Fuente: elaboración propia con datos de las Propuestas de reforma a la legislación laboral, Instituto de Investigaciones Legislativas, Senado de la República, México, 2002, y A. Bronstein, “Reforma laboral en América Latina: entre garantismo y flexibilidad”, Revista Internacional del Trabajo, vol. 116, núm. 1, Ginebra, 1997.

Es pertinente señalar que los cambios en materia laboral se han llevado a cabo en todos los países, excepto en México, pero las modificaciones no son tan radicales o profundas, ni sus beneficios los esperados. El cuadro 2 da cuenta del grado de flexibilidad aplicado en 10 países de América Latina. Perú y Argentina son los que llevaron a cabo el mayor número de medidas flexibilizadoras en los años noventa. El primero no otorga a las pequeñas y medianas empresas (PYME ) exenciones a la ley laboral. Por su parte, Argentina no ha establecido un salario mínimo integral ni una flexibilidad salarial mediante convenio colectivo, ni tampoco ha ampliado las causas de despido por razones económicas ni tecnológicas. A pesar de ser los más flexibles de la región, ambos países presentan condiciones económicas precarias. Por otra parte, Bolivia, El Salvador, Honduras, México y Uruguay no han realizado cambios en sus legislaciones laborales, por lo que algunos organismos internacionales las consideran rígidas. En el mismo caso están los regla-

mentos de Nicaragua, Ecuador y Brasil. Sin embargo, en la práctica se ha demostrado que al menos los mercados de trabajo de México y Brasil son muy f lexibles si se tienen en cuenta las condiciones de alta informalidad (40 y 47 por ciento del empleo urbano, respectivamente), salarios por debajo del incremento de la inf lación, pocas prestaciones sociales y precariedad en el empleo. La tendencia de los distintos países apunta hacia el impulso de las nuevas modalidades de contratación temporal, la modificación del régimen de indemnización por despido, la f lexibilidad del horario y, sobre todo, los cambios en los montos de las indemnizaciones por la terminación de la relación laboral. Las reformas se orientan, en su mayor parte, al aspecto de la flexibilidad llamada externa o numérica.17 La flexibilidad 17. Es la capacidad que tiene determinada empresa para aumentar o disminuir el empleo sin incurrir en grandes costos ni enfrentar trabas de índole normativa.

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AMÉRICA LATINA: REFORMA LABORAL EN 10 PAÍSES

Nuevas modalidades de contrato temporal Extensión del periodo de prueba Ampliación de causas de despido Nuevo régimen de indemnizaciones por despido Modificación del monto de la indemnización por terminación de la relación laboral Salario mínimo integral Flexibilidad del horario Flexibilidad salarial por convenio colectivo Exenciones a la ley laboral en relación con las pequeñas y medianas empresas Mayor descentralización en la negociación colectiva Traslado a la negociación de determinados aspectos de la relación laboral Nuevas formas de solución extrajudicial de conflictos

Argentina

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Nicaragua

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Venezuela

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Perú X

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Panamá

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Fuente: E. Barrera, Elementos de análisis para la discusión sobre la reforma laboral, Boletín, núm. 4, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Cámara de Diputados, mayo de 2003, y L. Vega, La reforma laboral en América Latina. Un análisis comparado, OIT, Lima, 2001, pp. 15 y 16.

interna18 ha pasado a un segundo plano, ya que la primera tiene mayor repercusión en el empleo y puede contribuir de manera importante a la disminución de los costos laborales no salariales. La rigidez laboral es más profunda en Argentina, a pesar de todos sus cambios en materia laboral, seguida de México. El estudio de Forteza y Rama coloca a Argentina con el mayor índice de rigidez laboral (0.38), mientras que el de México es de 0.33.19 El país más flexible de la región es Chile, con un índice de 0.15; sin embargo, hay una contradic18. Capacidad que tiene la empresa para asignar a los trabajadores distintas tareas o puestos de trabajo. 19. A. Forteza y M. Rama, Labour Market Rigidity and the Success of Economics Reforms across More than One Hundred Countries, Banco Mundial, 2001. .

464 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA

ción en los resultados del estudio, pues mientras Argentina tiene un índice muy elevado de rigidez, a pesar de que llevó a cabo numerosos cambios que facilitan la entrada y la salida de trabajadores de las empresas y eliminan numerosos obstáculos a la movilidad interna, otros países que no han efectuado reformas en favor de la flexibilidad son considerados menos rígidos que el país austral. Esto puede llevar a la conclusión de que una cosa son los cambios en la legislación laboral tendientes a una mayor desregulación del mercado de trabajo, y otra muy distinta es el comportamiento de éste; ya sea que dicho mercado se incline hacia la búsqueda de una mayor informalidad de las relaciones laborales (caso de México) o bien que tienda a mantenerse en el mismo sistema laboral mediante una rígida contratación colectiva que inhiba la propia reforma (Argentina).

Los costos laborales no salariales en Argentina son los más elevados de los países analizados, a pesar de que esa nación realizó reformas profundas. Lo anterior se expresa en diversos estudios, 20 en el sentido de que tales modificaciones no tuvieron los resultados positivos que se buscaban a largo plazo y, además, que el camino a seguir no consiste sólo en flexibilizar el mercado de trabajo si faltan las condiciones estructurales adecuadas para aprovechar los resultados que ofrece la reforma laboral. Caso contrario es el de Chile donde, pese a que la desregulación no fue profunda, los costos laborales son más bajos que en aquellos países. Un indicador que ayuda a determinar cuán competitiva puede ser una economía es el costo de despido injustificado. Cuanto mayor sea éste, menor será el incentivo de las empresas para contratar a más trabajadores; por ende, la capacidad de generar empleos es muy limitada, como ocurre en México. Ese indicador es mayor en Chile (3.38 meses de salario), seguido muy de cerca por México, mientras que Brasil tiene los costos más bajos de América Latina, con 1.78 meses. Más aún, en la nación amazónica este costo es inferior al que se aplica en países europeos, como Portugal, España y Grecia. México es el país donde el salario real ha caído de manera más drástica desde 1990: perdió alrededor de 25% de su valor (véase la gráfica 1). Chile por su parte experimentó el incremento más elevado del salario real, que no sólo es considerablemente alto, sino que también ha sido constante, pese a las crisis económicas a que este país se ha enfrentado.

Brasil registra un crecimiento lento pero constante del salario real (que disminuyó en 1994). Argentina presentó una simetría entre la evolución del salario real y las situaciones coyunturales por las que ha atravesado. El salario aumentó en periodos de estabilidad económica y descendió en épocas de crisis; sin embargo, a partir de 1995 la disminución del salario real ha sido lenta, quizá como consecuencia de la rigidez salarial que experimenta ese mercado de trabajo. Datos de la OIT sobre la economía mexicana muestran que si se considera como referencia el índice de salarios mínimos reales urbanos cuya base en 1980 era de 100, para 2000 ese indicador sólo llegó a 31.23%; es decir, el poder adquisitivo del salario se contrajo cerca de 70% en 20 años. 21 Otro estudio de ese organismo internacional da cuenta de que de 1990 a 1994 el efecto combinado de la evolución de los salarios reales con la del empleo asalariado dio como resultado un crecimiento de la masa salarial real de 45%; después ese avance sufrió una fuerte contracción durante la crisis de 1995, y luego se recuperó a partir de 1997.22 Dos años después, la masa salarial real de los trabajadores del país se situó en el mismo nivel de 1994, lo que significa que el salario real sufrió un fuerte deterioro, ya que mientras en 1994 la masa salarial se repartió entre 8.7 millones de trabajadores, en 1999 un monto real igual se distribuyó entre 11.5 millones. Ante los frecuentes ajustes estructurales y crisis económicas que presenta la economía mexicana, donde las variables empleo y salarios son las más amenazadas, hay pruebas de que durante dos decenios la decisión de los agentes económicos fue preservar el empleo G R Á F I C A 1 a costa del salario real. AMÉRICA LATINA: EVOLUCIÓN DEL VALOR DEL SALARIO MÍNIMO REAL EN CUATRO PAÍSES , 1990-2000 (1980 = 100) Pese a que en México la tasa de desempleo abierto se acerca a la del pleno empleo (4.1%),23 es indudable que si se compa140 Chile ran las tasas de desocupación 120 de Argentina, Brasil y Chile, 100 de 12.1, 10.2 y 7.5 por cienArgentina 80 to, respectivamente, se podría Brasil 60 concluir que en México no hay 40 problemas de empleo, sino que México 20 el país tendría uno de los mercados laborales más funciona0 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 les no sólo de América Latina sino del mundo. En el perioFuente: elaboración propia con base en OIT, Panorama Laboral 2002, Lima, 2002. do 1991-2002, la tasa de des-

20. Véanse A. Salvia, op. cit.; M. Oliva, Consecuencias de las políticas públicas sobre el mercado laboral en Argentina en el periodo 1989-1999, Instituto de Investigaciones Gino Germani, y A. Bronstein, op. cit.

21. OIT, op. cit., 2000. 22. OIT, op. cit., 2002 23. INEGI, cifra a febrero de 2005.

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ocupación media en México fue de 2.51%, 24 cifra que está muy por debajo de los niveles registrados en los tres países mencionados. Al observar el comportamiento experimentado tanto por los salarios reales cuanto por el desempleo abierto en México se puede advertir, por un lado, una clara rigidez en el empleo y, por otro, una considerable flexibilidad salarial. La primera obedece a que la legislación laboral mexicana no incluye la contratación temporal, ni los contratos de formación y aprendizaje; en paralelo, hay muchas restricciones al despido justificado. Los altos costos de contratación, capacitación y despido ocasionan que el empresario no pueda hacer uso discrecional de la fuerza de trabajo. Así, en épocas de crisis económica o de baja producción, este empresario debe mantener casi el mismo nivel de empleo, lo que se traduce en mayores costos y, por tanto, en pérdida de competitividad. Por otro lado, el comportamiento tan flexible del salario, junto con la alta rigidez del empleo, determina que aquél funcione como un flexibilizador del mercado de trabajo y resulte factible compensar los altos costos que genera el empleo. Otro indicativo de rigidez de los mercados de trabajo es el número de ratificaciones en materia de seguridad y protección laboral ante la OIT. México tiene el mayor número de dichas ratificaciones en América Latina (76), seguido de Brasil (73), Argentina (67) y Chile (41), lo que se traduce en una mayor estabilidad laboral y más beneficios sindicales para los trabajadores. El índice de competitividad de 2002 da cuenta de que Chile logró uno de los mejores niveles en este rubro. 25 Entre un total de 80 naciones, ese país pasó del lugar 27 en 2001 al 20 en 2002. No fueron así los casos de México, Brasil y

sobre todo Argentina, toda vez que experimentaron fuertes pérdidas de competitividad en ese lapso. Según la OIT, la evolución del progreso laboral ocurrió en Chile y México. 26 En los países donde la situación laboral se estancó, las mejoras de algunos indicadores se contrarrestan por deterioros en otros durante esos años. Las naciones que redujeron el desempleo pudieron lograrlo con una leve reducción de la productividad y en un marco de contracción de los salarios reales (el caso de México). En otros países, las mejoras en productividad se acompañaron de deterioros en el nivel y la calidad del empleo (aumento de la informalidad). Por último, en los países donde se mostró un deterioro de la situación laboral se observó un aumento del desempleo y la informalidad, así como la reducción tanto de los salarios reales como de la productividad (el caso de Argentina). En Brasil hubo un aumento del desempleo y de la informalidad; sin embargo, presentó una mejoría en los salarios reales y en la productividad en el decenio de los noventa (la productividad fue negativa en el lapso anterior). El balance final establece que Chile, pese al poco éxito de las medidas adoptadas, presenta mejores indicadores que los otros países: costos laborales bajos, reducido sector informal, salarios reales más elevados y bajo índice de rigidez laboral. Por su parte, México presenta costos laborales moderados, bajo desempleo abierto, alto índice de rigidez laboral, un sector informal creciente y evolución del salario real negativo. Aun así, pese a no haber llevado a cabo reformas laborales, ese país es el segundo de América Latina que logró un progreso laboral.27

24. INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano. 25. Foro Económico Mundial, Informe global de competitividad 2002-2003, Ginebra, 2004.

26. OIT, op. cit., 2002. 27. Ibid.

466 FLEXIBILIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA

CONCLUSIONES

C

omo parte de la competitividad y el desarrollo económico de un país, la flexibilidad del mercado de trabajo se volvió la estrategia más utilizada en América Latina a partir de la apertura económica. La magnitud de la flexibilidad laboral en los mercados de la región depende en gran medida de la disposición de los agentes políticos; algunos han optado por realizar pequeños cambios en el tema de la contratación; otros han profundizado y aplicado mecanismos que flexibilicen las relaciones laborales dentro de la organización, en la duración de la contratación y hasta en el salario. Es innegable la enorme importancia de las instituciones para crear un mercado de trabajo, sea rígido o flexible. Tal es el caso de Chile, donde a raíz de la caída del régimen totalitario el Estado reformó un mercado laboral muy flexible para dotarlo de elementos de rigidez que lograron crear un mercado laboral formal, productivo, con mayores prestaciones y protecciones al trabajador, sin perder la competitividad ni eliminar las medidas de flexibilidad básicas. Caso contrario es el de Argentina, que durante el decenio de los noventa puso en marcha diversas medidas flexibilizadoras que resultaron en la desregulación del mercado laboral, hasta precarizar las condiciones del trabajador, en busca de una mayor competitividad que en los últimos años no ha ocurrido. El país austral, a pesar de ser más flexible que antes, continúa siendo algo rígido y la flexibilidad no solucionó los problemas de desempleo. En Brasil, los cambios han sido mínimos y, al igual que en México, la rigidez se mantiene y la flexibilidad se ha impuesto al margen de la legislación laboral, con la anuencia de instituciones (Estado, sindicatos, organismos de justicia laboral) que al no poder realizar cambios legales optan por no respetar las leyes establecidas. Como se ve, el papel de las instituciones ha sido fundamental para tener una estructura laboral precaria, informal

y muy segmentada, o bien, una estructura formal, funcional, con beneficios tanto para el trabajador como para el empresario y con una baja polarización entre sectores. Los tres países que aplicaron cambios en su legislación laboral (Argentina, Brasil y Chile) siguen manteniendo casi las mismas condiciones laborales, ya que sólo realizaron modificaciones en el empleo temporal y en el costo del despido injustificado, e introdujeron nuevas modalidades de contratación. De ahí la crítica que reciben de algunos organismos en el sentido de que no se han comprometido a llevar a cabo cambios estructurales en todo el sistema laboral. De lo anterior se puede inferir que una reforma laboral por sí sola no garantiza la solución de los problemas estructurales del mercado de trabajo, ni tampoco es condicionante para lograr mayores competitividad y productividad. Esto se debe a que las reformas laborales no se acompañaron de otras que mejoren la calidad educativa y doten de mayor calificación a la mano de obra, eliminen obstáculos a la creación de PYME , restructuren las organizaciones sindicales y abran más las empresas estatales a la inversión privada. Si estos cambios no se aplican será muy difícil aprovechar las ventajas que una reforma laboral puede ofrecer. En México la elevada rigidez en el empleo, que impide la creación de un mayor número de puestos de trabajo y una reacción más rápida ante los cambios en la demanda por parte de las empresas, se compensa con una flexibilidad salarial que disminuye los costos laborales y ha permitido hacer frente a las crisis económicas de los últimos decenios. La flexibilidad laboral en América Latina necesita un mayor análisis desde diferentes enfoques si se desea comprender las repercusiones de una medida de estas características en el mercado de trabajo. La escasa literatura en la zona vuelve muy difícil precisar el efecto real de la flexibilidad laboral en escala macroeconómica, y si ésta es la mejor manera de encarar los problemas por los que atraviesan las economías de América Latina. COMERCIO EXTERIOR, JUNIO DE 2006

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