Las voces del fútbol (V. 2.0) Análisis del discurso y cantos de cancha

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Trabajo publicado en la Revista Digital “El Atico” Nº 14

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Las voces del fútbol (V. 2.0) Análisis del discurso y cantos de cancha Por Lelia Gándara El domingo 14 de septiembre de 2001, pocos días después de los atentados que destruyeron las Torres Gemelas, durante un partido que enfrentó a Chacarita con Banfield en la cancha de Chacarita, se podía observar una bandera enorme de la hinchada con una caricatura de Bin Laden vistiendo la camiseta de Chacarita. Durante el partido la hinchada coreó, entre otros, el siguiente cantito: Lo siento, Lo siento La Rosada va a servir de aeropuerto Poco tiempo después, La Rosada servía no de "aeropuerto" pero sí de "helipuerto" para la partida de De la Rua en medio de una situación social que se había transformado en un tembladeral. Esto no resulta del todo sorprendente para quienes ya hemos visto cómo el discurso del fútbol trae a la superficie algunas representaciones del imaginario que no son necesariamente observables en otras prácticas sociales. Como dice Roberto Da Matta [1]: "El fútbol brasilero (..) puede ser estudiado como capaz de provocar una serie de dramatizaciones del mundo social. Uno de los trazos esenciales del drama es su capacidad de llamar la atención revelar, representar y descubrir relaciones, valores e ideologías que pueden estar en estado de latencia o de virtualidad en un sistema social dado." En el análisis del discurso, esa disciplina del espacio intermedio, como la concibe Eni Orlandi, encontramos el espacio teórico para un abordaje de las voces del fútbol, ya que ofrece herramientas para desentrañar las formaciones discursivas que operan en nuestro discurrir, efectos de sentido que precisamente por estar "naturalizados" corren el riesgo de atravesar todo análisis sin dar lugar a la reflexión. La identidad en juego Una de las primeras constataciones que surgen del análisis de la discursividad asociada al fútbol en el ámbito de la Argentina, pero también en otros países de Latinoamérica es su peso como práctica identitaria. En efecto, en torno al fútbol se configura una parte importante de la identidad. Ya desde muy temprana edad, los chicos se enfrentan a la pregunta "¿de qué cuadro sos?", una de las primeras preguntas que les dirigen los adultos, junto con "¿cómo te llamás?" y "¿cuántos años tenés?". La pertenencia se estructura fuertemente en la típica respuesta: "Soy de Boca", "Soy de River", etc. Un "ser de" que está por lo general motivado por la identificación familiar o la tradición. Esa metáfora inicial de la pertenencia relacionada al cuadro de fútbol da cuenta de un sentimiento profundamente anclado en el imaginario de nuestra sociedad. La impronta del fútbol también puede observarse en el encuadre de gran parte de la sociedad detrás del equipo que representa al país en los partidos internacionales. Allí se evidencia le rol del

 

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fútbol como espacio de construcción de la identidad nacional. En los medios de comunicación, pero también en los discursos de la vida cotidiana, se plasma la metáfora de la derrota o la victoria deportiva como una derrota o victoria del conjunto de la sociedad. En virtud de un procedimiento de sinécdoque (la parte por el todo), el equipo de la selección pasa a representar al país en su conjunto: es Argentina la que gana o pierde. Entidades más o menos abstractas como país o sociedad toman cuerpo en el equipo de la selección. Obviamente esta carga simbólica no ha sido desaprovechada por los sectores dominantes, y tal vez el ejemplo más flagrante de esto haya sido el intento de la dictadura militar en 1978, de encuadrar al conjunto de la sociedad detrás de la bandera del mundial que se disputaba en el país, silenciando el asesinato a mansalva, el secuestro y la tortura, constituidos en prácticas cotidianas de los mismos que buscaban el aval popular a través de la copa. Análisis del discurso y cantos de cancha El canto de cancha es un género discursivo asociado a una esfera de la praxis particularmente significativa en nuestro país, como se puede apreciar a la luz de la importancia del rito de los partidos del domingo. En su artículo "Las marcas de la pasión", Carlos Battilana [2] dice que "(...) el fútbol supone mucho más que una recreación o un simple esparcimiento; lo que se manifiesta a partir de él se encuentra vinculado a prácticas sociales y a situaciones que movilizan sentimientos profundos entre los sujetos que participan". El hábito de elaborar cantos para las tribunas es una práctica instalada entre los hinchas de los diferentes clubes y no hay partido en el que no se coree algún cantito. Si bien el aliento al propio equipo con consignas y gritos es algo común a muchos países del mundo, en el caso de Argentina es notoria la complejización de estos cantos de estadio que incorporan diversas músicas, construyen canciones de varias estrofas, y se corean masivamente. Se trata de una costumbre que nació tímidamente en las primeras décadas del siglo, con cantos de aliento muy simples, y con el correr del tiempo se fue afianzando, los cantos se hicieron más complejos, más largos, más demostrativos de sentimientos de amor, de odio, de tristeza y de alegría, fueron apareciendo alusiones a la actualidad política, a temas sociales, y fue tomando cuerpo una expresión ideológica del fútbol que tiene sus propios códigos y que emerge en este tipo discursivo particular que son los cantos de cancha. En los últimos 20 años, los cantos de estadio han ido cargándose notoriamente de amenazas, insultos, violencia e intolerancia. En este sentido, existe una diferencia considerable con los cantos anteriores a los años 70, que eran menos agresivos, tendían mas al festejo y al aliento al propio equipo. En tanto género discursivo el canto de cancha tiene la particularidad de ser una modalidad de discurso colectivo. Producidos y reproducidos desde el anonimato de la hinchada, los cantos de cancha dejan traslucir una voz supraindividual que se manifiesta con características de coherencia y cohesión, con elementos que se repiten y homogeneizan la construcción discursiva, aun cuando sean producidos por diferentes hinchadas. Teniendo en cuenta el carácter masivo de esta forma de expresión, resulta interesante ver qué dice esa voz que se erige en voz colectiva, qué tipo de visión del mundo asoma en los cantos de hinchadas. Precisamente, la noción de formación discursiva [3] permite concebir los discursos como inscriptos dentro de una serie de relaciones entre instituciones, procesos económicos y sociales, formas de comportamiento, sistemas de normas, formas de clasificación, etc. Dicho en otros términos, la formación discursiva puede ser considerada como lo que puede o debe ser dicho en determinada posición y en una situación dada. Esta noción fue retomada y enriquecida por Michel Pêcheux [4], que definió el discurso como una producción de sentido relacionada con una formación ideológica correspondiente a una coyuntura y una formación social determinadas. Retomando estas ideas, diremos que las prácticas discursivas relacionadas al fútbol van a permitir observar no sólo los avatares del deporte sino también ciertas características de las formaciones discursivas e ideológicas de la sociedad en la que se producen.

 

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Por último, este planteo nos lleva a una reflexión sobre el fenómeno de la identificación de un sujeto a una formación discursiva y la relación formación discursiva - comunidad discursiva. A través de la adhesión al canto se produce algún grado de "incorporación" de los sujetos a esquemas que definen, a nivel simbólico, una forma específica de habitar el mundo. Es en base a esto que ciertos enunciados pueden llegar a movilizar fuerzas e investir redes sociales. Los niveles de análisis que abordamos son el estudio de las marcas de la enunciación, el nivel semántico, las condiciones de producción del discurso y la polifonía enunciativa y algunos indicadores de la interacción comunicativa y la intertextualidad. Lugares de enunciación D. Maingueneau [5] sostiene que en el discurso hay una deixis fundacional, que marca el reflejo a nivel textual de las condiciones de producción de ese discurso. De tal modo que desde el plano discursivo se pueden estudiar las escenas sociales que subyacen y el imaginario que las sustenta. El análisis del discurso permite restituir la escenografía de una formación discursiva, que confiere una corporalidad simbólica a la figura del enunciador y correlativamente a la del enunciatario. Les da cuerpo textualmente. Siguiendo esta idea, partimos de analizar cómo se construye en los cantos de estadio la imagen respectiva del propio equipo o la propia hinchada y el equipo contrario o su hinchada. En términos globales podemos definir dos tipos de cantos: los que contienen marcas de persona (primera y segunda persona) y los que no. En el corpus que analizamos [6] predominan los que presentan marcas de primera y segunda persona, en relación de sujeto / objeto, con fuerza ilocutoria de expresión de amor-aliento, o amenaza-insulto, según se trate del propio equipo o del contrario. Los estribillos destinados al mismo bando llaman por lo general al festejo anticipado o a la violencia. En el caso de los destinados al bando contrario hay un interlocutor privilegiado, que es el enemigo histórico que tiene cada equipo, al que siempre se le dedica algún canto, independientemente de que esté presente o no en ese momento en la cancha. Hay también algunos relatos que podríamos llamar épicos, de enfrentamientos entre hinchadas realizados muchas veces en primera persona. Un ejemplo de este tipo es el siguiente: Saturnino, Saturnino, Saturnino se murió Le tiramos con un caño y el boludo cabeceó. [7] El uso de la primera persona es el más frecuente en los cantos. Hay una cantidad similar de cantos que tienen sólo marcas de primera persona del singular o sólo marcas de primera del plural, pero predominan los que contienen ambos tipos de marcas combinadas. La frecuencia del uso de la primera persona del singular no deja de ser curiosa, teniendo en cuenta que se trata de una situación de enunciación colectiva. En cuanto a su distribución en relación con el tipo de contexto en que aparecen, observamos que el uso de la primera persona del singular está asociado con la expresión del sentimiento y de la fidelidad al equipo. Esta es una estrategia discursiva que compromete al enunciador "individual" con la identidad y la pertenencia. Desde esta primera persona del singular se construye sólidamente la identidad haciendo hincapié en su carácter perdurable, como por ejemplo en el siguiente canto: "Yo soy del cuervo desde que estaba en la cuna a San Lorenzo cada vez lo quiero más"

 

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Y se expresa también la pertenencia, destacando su carácter incondicional. Por ejemplo en: "Dejo todo por el tripero ganes o pierdas te sigo igual Un sentimiento inexplicable que lo llevo adentro no puedo parar (...)" En cambio, el uso de la primera persona del plural está asociado al aliento al propio equipo y la amenaza al contrario. En este caso, la estrategia de enunciación en primera persona del plural refuerza el aspecto numérico frente al otro, factor que coadyuva a la intimidación. Es decir que al elegir realizar el acto enunciativo de la amenaza desde el nosotros, se está reforzando el acto ilocutorio mediante la selección (inconsciente, pero no por eso ingenua) de la persona gramatical. Respecto a las marcas de segunda persona en posición de objeto, hay un uso predominante de la segunda persona del singular. La segunda persona se refiere a veces al propio equipo, a veces al equipo contrario y otras veces a algún individuo en particular identificado con uno de ambos (el arquero, el árbitro, algún personaje famoso de la hinchada, etc.). En los casos en que la segunda persona remite al equipo contrario, hay dos fuerzas ilocutorias predominantes cuya temática se analiza más adelante: por un lado los insultos y burlas, y por otro las amenazas. Cuando el enunciatario correspondiente a la segunda persona pertenece al mismo equipo, el tipo de acto de habla tiene que ver con el afecto (algunos cantos son verdaderas declaraciones de amor) el aliento, el pedido a los jugadores de que pongan fuerza y coraje, y el llamado a la fiesta. El segundo tipo de cantos es el que no presenta marcas de primera ni segunda persona. Son menos frecuentes. La tercera persona, que Benveniste [8] llamaba la no-persona, aparece en dos tipos de cantos: los de contenido narrativo y los de contenido descriptivo. Los primeros son relatos sobre sucesos ocurridos en partidos anteriores. Los segundos, los descriptivos, tienen por objeto poner en relieve al propio equipo y denigrar al contrario. Un ejemplo de esto son los cantos denigrantes especialmente los dirigidos contra Boca, que en el imaginario del fútbol tiene simpatizantes de una extracción social más popular. Así, se escucha corear, con la música del Carnavalito, el siguiente canto: "Llegando a Constitución / hay un negro con grabador se peina como Gardel / que mierda podía ser Es un hincha de Boca / que esta esperando el último tren" Análisis semántico: ellos y nosotros A partir del análisis semántico de los diferentes tópicos se puede deducir la construcción de la imagen del propio equipo y del equipo contrario. Se analizaron los campos semánticos de los insultos, las burlas, las amenazas, el autoelogio, la victoria, los apelativos aplicados a los clubes, y la expresión de los sentimientos y los afectos. El análisis semántico se basa en el relevamiento de redes significantes, la determinación de los significados a partir de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas, el estudio de las oposiciones y equivalencias. - insultos y burlas: Predominan los insultos de índole sexual: la feminización o prostitución del adversario, la atribución de un rol sexual pasivo, la homosexualidad como insulto. Ejemplos:

 

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Dicen que los de Boca tienen aguante pero son todos putos y vigilantes.Oh! San Lorenzo ! (con la música de "Sobreviviendo" de Víctor Heredia) Ya todos saben que la Boca está de luto son todos negros, son todos putos Hay una amplia gama de insultos relacionados con la identidad social y el lugar o el rol dentro de la esfera social, tales como la atribución de un trabajo considerado denigrante: Con el camión municipal / todas las noches vos salís a laburar a juntar toda la mierda / que tiró la capital ya te vas para tu casa / que es la cancha de Huracán. de una posición socioeconómica marginal: Qué feo que es ser de Platense y en una villa tener que vivir (...) la nacionalidad ("son de Bolivia y Paraguay"), la raza ("negros"), la pobreza, la suciedad, el olor: Son la mitad más uno / son de Bolivia y Paraguay yo siempre me pregunto / che negro sucio si te bañás Boca qué asco te tengo / lavate el culo con aguarrás. una relación asimétrica (de padres/hijos, por ejemplo) o de sometimiento: Boca no tiene marido / Boca no tiene mujer pero tiene un hijo bobo / que se llama "river pleit". (...) La acusación de complicidad con la policía, el enemigo común de todas las hinchadas, es otro insulto recurrente: Dicen que los de Boca tienen aguante pero son todos putos y vigilantes. Oh! San Lorenzo ! (Música de "Sobreviviendo" de Víctor Heredia) Otros insultos están relacionados a ciertos valores del imaginario futbolero, como por ejemplo el calificativo de amargo, que se opone a la capacidad de festejo, a la vitalidad y al aguante (entendido como persistencia y fidelidad al equipo). Podrán pasar los años y no salir campeón prefiero ser de Racing y no amargo como vos La cobardía, en contrapunto con el desenfreno, es otro leit-motif: Yo soy de una banda loca / muy conocida en el mundo entero que sigue siempre a Racing / le chupa un huevo si no es primero este año estamos re-locos vamo a copar / toda la Argentina

 

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Con bombos, con estandartes / tomando vino y cocaína Es tradición de mi barrio / no ser amargo, no ser botón al rojo se lo dedico / "no a la violencia" sos un cagón. - amenazas: Las amenazas abarcan: la agresión a las personas, en la mayoría de los casos de índole sexual (explícita o implícita): Este es el famoso River / el famoso River Plate, bájense los pantalones / que los vamos a coger la amenaza de muerte: Yo te quiero, Millonario / yo te quiero de verdad quiero la Libertadores / y a un bostero matar (Música: "La niña") las agresiones al espacio físico (al barrio, al estadio), con verbos como robar, romper, quemar o "prender fuego": Les volamos la embajada / les volamos la mutual Les vamo´ a quemar la cancha / Para que no jodan más [9] la negación de la existencia del contrario ("vos no existís"): Aunque sean los campeones / el rojo ya lo demostró el sentimiento no cambia / vos sos amargo y cagón Siempre estuvimos en las malas / las buenas ya van a venir a Racing lo hace grande su gente / y vos no existís. Los domingos a la tarde / a Racing yo lo vengo a ver yo lo sigo a todas partes / siempre a donde jugués sólo te pido que ganes / ponga huevo y corazón que la N° 1 te pide que salgas campeón. (Música: "Vasos vacíos") - el autoelogio: El autoelogio está construido sobre la base de: la profundidad del sentimiento, el compromiso y la fidelidad, el aguante (la constancia y el sostén al equipo aún en las malas), como en el ejemplo siguientes: Somos de la gloriosa nro 12 / La que lo sigue a Boca no pide nada aunque vaya perdiendo sigue alentando / porque a pesar de todo te sigo amando la superioridad (numérica, en valor o en saber hacer), la capacidad de someter sexualmente al adversario, el machismo. la capacidad para ejercer la violencia, como pudo verse en ejemplos anteriores.

 

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la gente, la hinchada, los que siguen al equipo ("a Racing lo hace grande su gente") - la victoria: La victoria aparece en los cantos asociada al festejo, en particular aparece un elogio del descontrol, del vino, y la droga. También está asociada a la vuelta olímpica como hecho triunfal, a los bombos como forma de proclamar el triunfo ("este año estamos re-locos vamo a copar / toda la Argentina / Con bombos, con estandartes / tomando vino y cocaína"). Las acciones de la hinchada con relación a la victoria son: tomar vino, fumar porro, tomar cocaína, dar la vuelta, festejar, estar loco, saltar, cantar. Descarga física que acompaña la descarga verbal del canto de cancha. - los apelativos de las hinchadas: Los apelativos aplicados a las diferentes hinchadas están relacionados con diversos aspectos, y en muchos casos resultan de un trabajo metafórico (ej.: lobo, gallinas) o metonímico (ej.: "rojo", el color de la camiseta, "quemeros", por la proximidad de la "quema" [10]). Muchos son nombres de animales (cuervo, lobo, gallinas, calamar, bichos colorados, león); otros remiten a la identidad en relación con lo barrial o a una supuesta actividad laboral (bostero, quemero, tripero, sabaleros, pincharratas, basureros), o a la extracción social de la hinchada (academia, millonarios, xeneizes (= genovés)); a determinados sucesos o hechos propagandísticos de los clubes (leprosos, canallas, matadores, mens-sana, el fortín), o bien a objetos, colores o fenómenos de diversa índole (ciclón, globo, taladro, diablos rojos, el rojo, los granates). Muchos de estos apelativos surgen como insultos pero luego son asumidos o reivindicados por el mismo equipo destinatario del insulto. (Ej.: "bosteros") - la expresión de los sentimientos, lo afectivo: En el artículo Las marcas de la pasión, Battilana analiza la expresión de los sentimientos en el fútbol como "un cierto estado de ingenuidad, incluso de indefensión social". Dice que: "Resulta paradójico, por los elementos negativos con que es considerado desde cierta intelectualidad, pero el fútbol, en tanto espacio de costumbres y saberes ritualizados, resulta una práctica pública donde se despliegan y verbalizan abiertamente los "sentimientos", y que se objetivan en el equipo, el cuadro, los colores; a su vez, en la devoción colectiva se declaran las marcas de la pasión." Si bien no queda demasiado claro por qué Battilana asocia la expresión de los sentimientos con la ingenuidad o la indefensión, lo cierto es que hay todo un trabajo simbólico en los cantos de cancha, en torno a lo pasional. La expresión de la afectividad es muy intensa en los cantos de estadio. Los valores asociados a un alto contenido afectivo son la camiseta, los colores del equipo, la gente, el estadio. Hay una gran cantidad de referencias al corazón, la vida (nacer, morir, dar la vida), la sangre. El sentimiento que se experimenta por el equipo se califica de inexplicable, imparable, descontrolado: Dejo todo por el tripero / ganes o pierdas te sigo igual Un sentimiento inexplicable / que lo llevo adentro no puedo parar (...) Hay una recurrencia considerable de expresiones como querer, amar, enamorarse, potenciadas por la fuerza de los sentimientos de identidad y pertenencia.

 

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Desde pendejo me enamoré / me enamoré de La Academia en todas partes yo voy a estar / a todas partes, ganes o pierdas (...) Si bien no hemos podido realizar un trabajo comparativo sistemático con corpus de cantos de épocas anteriores, es posible que la expresión del sentimiento en estos términos sea relativamente nueva, y tal vez esté vinculada a una legitimación creciente de la expresión de los sentimientos por parte del hombre en nuestra sociedad. - y también están los sonidos del silencio... Los cantos de cancha a veces son himnos que se relacionan con el evento global del partido, otras veces son un reflejo de diversas situaciones contextuales (el momento en que los jugadores entran a la cancha, cuando se gana el partido, cuando se pierde, etc.) o de lo que sucede en determinado momento de un partido determinado; y en otros casos tienen que ver con verdaderas situaciones dialógicas entre las hinchadas de equipos contrarios que se provocan, se contestan, compiten en ingeniosidad o en agresividad, etc. Incluso el silencio de la hinchada tiene un significado concreto: es visto como señal de derrota o de desmoralización y por lo tanto desencadena la burla. Así, algunos cantitos que se burlan de la inmovilidad y el silencio de la hinchada contraria dicen, por ejemplo: Ay ,ay ... ay con esa hinchada se parece a una postal. No se escucha, no se escucha sos amargo, quemero hijo de puta. - lo que dice la música: entramados La música de los cantos de cancha revela las marcas de la intertextualidad. Hay melodías tomadas de marchas políticas (típicamente la marcha del partido peronista y la del partido radical), jingles publicitarios, canciones de moda pegadizas, jingles políticos y de campañas diversas, programas de televisión, etc. Pero hay también algunas melodías que se identifican como "originales de la cancha", es decir que aparentemente surgieron en ese contexto. La música puede ser tomada de los más diversos géneros: desde el tango hasta el rock. En particular el rock ha ido adquiriendo una presencia creciente en las tribunas no sólo desde lo musical sino también desde la reivindicación de cierta cosmovisión en común (la reivindicación de la rebeldía, el sentimiento de marginalidad, el odio a la policía, la reivindicación de la droga, etc.). Y, como vimos, en las letras aparecen elementos que tienen que ver con contextos sociales más amplios, es decir no sólo con lo que sucede en el estadio, sino con sucesos que pueden estar relacionados al fútbol o no. Por otra parte, es interesante señalar que los cantos que se corean en marchas y manifestaciones políticas presentan una gran similitud o paralelismo con los cantos de cancha. Todo parecería indicar que muchos cantos de cancha pasan, modificando su contenido, a las consignas de los grupos políticos. Fronteras simbólicas: identidad y anomia El estudio de las redes semánticas permite verificar cómo se construye en el discurso posiciones de sujeto que responden a formaciones discursivas dominantes en nuestra sociedad. Es evidente la recurrencia de algunos tópicos, como por ejemplo las metáforas sexuales, la exaltación de la

 

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masculinidad y la amenaza de agresión sexual al oponente. Algunos autores que se han ocupado del fenómeno del fútbol, como Suarez-Orozco [11], han analizado el aspecto psicoanalítico de esta temática, señalando la búsqueda de la afirmación de la masculinidad por mecanismos de inversión proyectiva, la emergencia de fantasías sádicas e incluso de la duda sobre la propia masculinidad. Para Battilana, burlarse de los demás ante la observación masiva "resulta una de las posibilidades no escritas del juego cuyo efecto es cierta fugaz vanagloria, la necesidad de exhibir la autoestima, la reafirmación de una escala". Desde un ángulo más antropológico, E. Archetti [12] señala la construcción de un campo metafórico y ritual donde la verbalización afirma una identidad de género, por un lado, con la alusión concreta a lo sexual, y por el otro con una alusión al poder, la fuerza, la omnipotencia, la violencia. Pero además, hay que señalar que la reafirmación de la propia identidad se estructura socavando la identidad del otro a través de la descalificación y la humillación. La descalificación del contrario consiste en negarle su sexualidad, su adultez o su autonomía, su valor y hasta su propia existencia. (Oposiciones padre / hijo - macho / homosexual - "no existís"). Del análisis semántico podemos desprender la construcción de fronteras simbólicas basadas en estereotipos que recortan por un lado la "normalidad", atribuida al propio equipo y en el terreno opuesto la "marginalidad" atribuida al equipo contrario: carácter supuestamente "anómalo" del extranjero proveniente de un país pobre, del homosexual, de los trabajos o roles socialmente devaluados o denostados, del discriminado por su raza, del sometido a una supuesta condición de inferioridad (feminización o infantilización, etc.). En las representaciones sociales, estos rasgos percibidos como devaluados o denigrantes son generadores de anomia y crisis de identidad. En otras palabras, esta es una forma de ejercer el poder a nivel simbólico. Delinear fronteras de pertenencia e identidad, expulsando a los que se apartan de la "norma", lo cual no hace más que reproducir un patrón ideológico dominante en nuestra sociedad. Aquello que el análisis del discurso puede ayudar a revelar es la constitución discursiva de esas fronteras, mostrando los estereotipos en los que se funda la afirmación identitaria. Los procesos de significación constituyen un trabajo de transformación simbólica de la realidad, y este es un claro ejemplo de cómo el trabajo sígnico opera generando o reproduciendo determinadas percepciones de lo real. Más allá de que los intentos de producir la crisis identitaria en el otro tengan éxito o no, en esta práctica discursiva de masas se demarcan concepciones que sin lugar a dudas trascienden el espacio de las tribunas y el evento deportivo. ¿Qué dice de nosotros el discurso que nos habla? Los emergentes de la voz colectiva de las tribunas se vinculan con contenidos ideológicos que están presentes en nuestra sociedad como el racismo, el machismo, la xenofobia, la insolidaridad, el sadismo, el culto al poder. Estas posturas que en otros ámbitos no podrían expresarse sin enfrentar la crítica y el repudio, encuentran en los cantos de cancha alguna forma de legitimación que les permite salir a superficie. ¿Qué es lo que autoriza o desbloquea la emergencia de contenidos que el emisor no avala conscientemente y que jamás expresaría en otro contexto? En ciertos contextos de producción discursiva, el enunciador deja de hacerse cargo de sus palabras. Así como existe una convención social relativa al humor, por la cual aquello que se manifiesta con la intención de "hacer reír" no debe ser asumido al pie de la letra (aunque, a esta altura, el psicoanálisis se encargó de demostrar que el humor es cosa seria), en las producciones discursivas colectivas de la hinchada se asume que es "nada más que un canto". Hay básicamente dos cuestiones que pueden explicar esta distancia entre el sujeto y su enunciado: una tiene que ver con la dilución del enunciador individual en una enunciación colectiva de la que la primera persona no se hace cargo estrictamente, determinando una situación en la que los

 

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mecanismos de control son más laxos. La pluralidad parece actuar como desinhibitoria y "autoriza" a decir cualquier cosa. Es frecuente oír decir "yo no soy racista", "yo no soy xenófobo" a alguien que sin embargo no tiene empacho en corear un canto tal como "son todos negros putos de Bolivia y Paraguay". La segunda es la carga situacional, es decir el contexto de producción discursiva: una situación que se define como una guerra pasional entre dos bandos, donde "todo vale" porque estaría justificado por lo pasional, y donde se descargan, mediante la verbalización, y a veces también en enfrentamientos concretos con heridos y muertos, pulsiones de destrucción y violencia. En todo caso, éste es uno de los niveles más opacos de la acción del sujeto. El yo que grita detrás del coro de voces es difícil de situar ¿es el que creó el canto? ¿el que lo reproduce? Hay que tener en cuenta que en general los cantos surgen de una elaboración grupal: se juntan varias personas y van armando una idea sobre determinada música. El producto de esa elaboración puede llegar a ser cantado por miles de personas en el estadio, y ahí se va a ver este clivaje tan particular, por el cual el sujeto es a la vez ajeno y responsable del sentido del enunciado. El análisis polifónico de los enunciados que plantea Oswald Ducrot [13], permite situar algunas de las voces que aparecen en este tipo discursivo. Ducrot propone distinguir un locutor, que sería el que aparece señalado como responsable del decir en el discurso mismo, y que en nuestro caso es el miembro de la hinchada o la hinchada misma como entidad colectiva de enunciación. En algunos cantos este rol lo cumple una primera persona "investida" (es decir recubierta formalmente por la tercera: "tu gente", "la 12", "esta barra loca", etc con el valor de un "nosotros"). Luego está el sujeto hablante, emisor efectivo del discurso, que es el que efectivamente lo canta, para el caso la casi totalidad de la tribuna. Y finalmente habría un enunciador, que según Ducrot es el responsable del punto de vista. El enunciador así definido surge cuando el sujeto hablante pone en escena posiciones distintas de las propias. Desde otro recorte epistemológico que pone en cuestión el esquema de "puesta en escena" de Ducrot sustentado en la ilusión de libertad del sujeto hablante, Michel Pêcheux sostiene que el sujeto es hablado por una formación discursiva que lo interpela ideológicamente. El sujeto es un efecto del discurso. Entonces cabe preguntarse qué posición de sujeto y qué efectos de sentido producen los cantos de cancha. Desde la óptica de Pêcheux, se puede poner de relieve la pregnancia de las formaciones discursivas, aquellas que determinan lo que puede o debe ser dicho en una situación específica, en un marco social e históricamente dado. Paremos la pelota: algunas conclusiones Sin caer en conclusiones mecanicistas en cuanto a la vinculación entre los discursos que circulan en una sociedad y el análisis de esa sociedad, las formaciones discursivas propias de un entorno social y un momento determinado aportan una serie de datos no despreciables que permiten sondear las visiones del mundo y las valoraciones que atraviesan el imaginario colectivo. Las ideologías se manifiestan en forma particularmente descarnada en el semianonimato que se asocia a las manifestaciones masivas. El análisis de los cantos de las tribunas nos está mostrando algunas de las configuraciones ideológicas que circulan en la sociedad argentina. Pensándolo en estos términos, resulta al menos alarmante constatar que en el contenido de estos cantos priman la intolerancia, la violencia, el machismo, la omnipotencia. Su "naturalización" como "solamente cantos de cancha" los vuelve opacos ante una primera mirada. Y sin embargo ese tejido discursivo no surge de la nada: en

 

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algún lugar están estos valores, y ese lugar, en mi opinión, son las formaciones ideológicas que tiñen nuestro discurso más allá de nuestra conciencia de hablantes. En su libro "Le Langage meurtrier" J. P. Faye (1996) se pregunta cómo el lenguaje de los discursos de nazis y fascistas llegó a volverse "aceptable" para la nación alemana. Según Faye la política construye su propio espacio a través de las narraciones que hace de los acontecimientos. Sin pretender comparar situaciones que no son equiparables, cabe sin embargo señalar esta aceptabilidad que adquieren en la cancha ciertos discursos como los que analizamos en este trabajo. Hay un efecto de obviedad construido ideológicamente que se sustenta en el argumento del valor pragmático como ajeno al efecto de sentido: otra vez, "es solamente un cantito". Está lejos de mi intención sostener que existe una adhesión mayoritaria de la sociedad argentina a las ideologías que emergen en estas guerras verbales entre barras de fútbol. Insisto, muchos de los que cantan estos cantos dicen adherir al significado pragmático global y no al sentido específico que decanta. Pero no hay que olvidar que el trabajo simbólico que sustenta a estos cantos es a la vez producto y generador de una modelización determinada de la realidad. Y estas no son voces aisladas sino de decenas de miles de personas cada domingo. Tal vez por eso sea importante oírlas y tenerlas en cuenta como emergentes de una realidad social. Por lo demás, es evidente que aún hay mucho camino por recorrer en la conceptualización de los fenómenos comunicacionales de masas desde el análisis del discurso y la producción de significados. [i] - Este artículo está basado en el trabajo "Las Voces del fútbol" presentado en el Congreso de Comunicación Social de La Habana de 1997, que fuera publicado en varios medios. Citas

1 - R. DaMatta, Esporte na Sociedade: Um Ensaio sobre o Futebol Brasileiro, in DaMatta, Roberto e outros. "Universo do Futebol: Esporte e Sociedades Brasileira". Rio de Janeiro. Pinakotheke, 1982: p. 29. 2 - Battilana, Carlos. "Las marcas de la pasión. Fútbol, discurso y cultura". En Spiller, Roland (editor), Lateinamerika-Studien 36, Culturas del río de la Plata (1973-1995) Transgresión e intercambio, Universität Erlangen-Nüremberg - Zentralinstitut (06) - Sektion Lateinamerika. 3 - Foucault, M. (1969). L"archéologie du savoir. París: Gallimard. 4 - Pêcheux, M. (1975). Les vérités de la Palice. París: Maspero. 5 - Maingueneau, D. (1987). Nouvelles tendances en analyse du discours. París: Hachette 6 - Se trata de un corpus de más de 150 cantos de cancha, recopilados básicamente entre los años 1995 y 1998 y enriquecido con algunos ejemplos de los años siguientes. 7 - Alusión a lo sucedido durante un partido cuando la hinchada de San Lorenzo arrojó un caño de hierro dándole en la cabeza a Saturnino Cabrera y matándolo en el acto. 8 - Benveniste, E. (1966). Problèmes de linguistique générale: París. Galllimard. 9 - En el partido de All Boys contra Atlanta del 15/10/96. Alusión al atentado contra la embajada de Israel y contra el edificio de la AMIA, la mutual israelí. 10 - El estadio de Huracán está en lo que era la Quema de basura de Amancio Alcorta. De ahí que se les atribuya la recolección de basura y el apelativo de "quemeros". 11 - Suarez Orozco, M. (1982) "A study of Argentine Soccer: The Dynamics of its Fans and their Folklore". En: Journal of Psychoanalytic Anthropology, Vol 5, 1, pp. 7-27 12 - Archetti, E. (1985a). "Fútbol y ethos", en Publicación de FLACSO, Serie Investigaciones. Buenos Aires: FLACSO. Ver también: Archetti, E. (1985b). "Fútbol, violencia y afirmación masculina". En Revista Debates en la sociedad y la cultura, Nº 3. Abril-Mayo. Buenos Aires: CEDES 13 - Ducrot, O. (1984). Le dire et le dit. París: Ed. de Minuit.

   

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