Le Moyne, Auguste. (ca. 1835). Negro de Antioquia. [Acuarela]. Bogotá: Museo Nacional de Colombia

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Le Moyne, Auguste. (ca. 1835). Negro de Antioquia. [Acuarela]. Bogotá: Museo Nacional de Colombia

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SOBRE EL PERÍODO DE LA INDEPENDENCIA (III) Este documento recoge la situación socioeconómica del virreinato de la Nueva Granada, y presenta los principales fenómenos que antecedieron a la Independencia. Así mismo, recoge los principales acontecimientos políticos que enmarcaron y tienen una relación más inmediata con el desarrollo mismo de la Independencia. Para ello, se presenta una línea de tiempo sobre la participación de los sectores populares en el período de la Independencia. Al final de este módulo usted tendrá un panorama de los procesos centrales que antecedieron y se desarrollaron durante la Independencia. Este panorama le servirá de base al analizar las fuentes disponibles para su investigación.

LOS SECTORES POPULARES Las reformas adelantadas por las autoridades españolas despertaron siempre la respuesta de las comunidades locales. Numerosas protestas y desórdenes civiles que no tuvieron una repercusión regional o virreinal, sucedieron por todo el Nuevo Reino de Granada en villas y parroquias. A menudo, su inspiración estuvo en el rechazo a los aumentos o introducción de nuevos impuestos o la animadversión que despertaban ciertos funcionarios. Aunque llegaron a ser bastante violentas, estas protestas y desórdenes no entrañaban un rechazo al dominio español y el gobierno virreinal (McFarlane, 1997). Los vecinos de las parroquias y las villas del Nuevo Reino participaron de otras formas en la vida política de sus comunidades. La formación de clientelas y facciones en poblados pequeños como éstos estimulaba la exclusión y la intensa animadversión de unos pobladores con otros, en disputa por los cargos de autoridad que garantizaban el poder local y, por extensión, algunas ventajas económicas. Los memoriales o reclamos ‑documentos redactados por ellos como denuncia ante las autoridades centrales del virreinato y la audiencia‑ eran otra forma de participación en la vida política de los grupos sociales que no gozaban de la preeminencia social (Garrido, 1993). Los esclavos raramente se amotinaban, pero la huida era una opción recurrente para muchos de ellos. Así, esclavos huidos por temor al castigo del amo o de la justicia, el deseo de vivir libremente o estar en compañía de su pareja, se establecían en poblados alejados y dispuestos en lugares de difícil acceso, conocidos como palenques (McFarlane, 1991).

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1780. Movimiento Comunero. La visita general de Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, la más ambiciosa ofensiva de los reformadores borbones en el virreinato, despertó un fuerte levantamiento en el centro andino del país como rechazo a sus medidas fiscales. Los aumentos y la extensión de la alcabala, la separación del impuesto de la Armada de Barlovento y el reforzamiento del estanco del tabaco afectaban a numerosos pobladores, artesanos, campesinos y comerciantes que no estaban dispuestos a aceptar las nuevas condiciones. Las reformas eran vistas además como medidas ilegítimas, que no respetaban la forma de gobierno aplicada en décadas anteriores, que había sido mucho más atento y flexible frente a las realidades locales. El rechazo a las medidas fiscales y a la forma en que se introducían cambios en el gobierno motivó una gran movilización de campesinos y artesanos mestizos, indígenas y comerciantes, que no esgrimieron un rechazo total al dominio español, aunque alarmó intensamente a las autoridades virreinales (Phelan, 1980 & Aguilera-Peña, 1985).

1800. Levantamiento de Túquerres. Los indios Durante el período anterior a la Independencia, los grupos indígenas del Nuevo Reino de Granada hicieron visibles sus posiciones frente a los gobiernos locales y virreinales. En algunos memoriales o representaciones, estos grupos denunciaban los abusos en los cobros del tributo que efectuaban ciertos funcionarios, tenientes, corregidores o curas ‑sin llegar a cuestionar el gobierno en general‑ y podían llegar a levantarse en defensa de otras autoridades (Garrido, 1993). También podían provocar desórdenes por los mismos motivos del sucedido en Túquerres en 1800. Más adelante, estos grupos tuvieron un papel importante en las movilizaciones de las guerras que sacudieron el virreinato tanto en el norte como en el centro y sur del país, en defensa de sus propios intereses comunitarios, que articulaban a los proyectos patriotas o realistas (Gutiérrez-Ramos, 2007 & Saether, 2005).

11 de noviembre de 1811. Cartagena. Los pardos Las comunidades afrodescendientes no fueron ajenas a las dinámicas políticas de sus comunidades y del virreinato, durante el período colonial y la independencia. En el puerto de Cartagena, por ejemplo, el papel de los pardos, descendientes libres de africanos, era relevante, pues constituían el grueso del artesanado que se había desarrollado en el período anterior a la independencia, gracias a las obras de fortificación y al dinamismo del comercio portuario. Al desencadenarse la crisis del gobierno colonial, los pardos se movilizaron y presionaron a los criollos a favor de medidas radicales frente al dominio español, toda vez que las condiciones propuestas para seguir fieles al imperio no garantizaban una mejoría en la posición social y política de esa población. Así, el 14 de junio de 1810, las élites criollas estimularon la participación de estos sectores sociales al momento de presionar la destitución del gobernador (Múnera, 1998). En febrero de 1811, ayudaron a impedir un golpe fraguado por algunos peninsulares que buscaban poner presos a los miembros criollos de la Junta de Gobierno. Como recuerda el investigador Alfonso Múnera, en los desmanes que se sucedieron durante dos días, “la captura de los poderosos comerciantes y militares españoles fue un acto espontáneo de los mulatos, zambos y negros del pueblo bajo” (1998), mientras que la élite estuvo dispuesta a indultar a los golpistas desde un principio. Lo mismo sucedió el 11 de noviembre de 1811.

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Las decisiones asumidas por las Cortes españolas reunidas en Cádiz, de no reconocer la igualdad de la representación entre provincias americanas y europeas, y de negar el derecho a voto de quienes tuviesen ascendencia africana, estimularon una efectiva reacción de los pardos de Cartagena, quienes presionaron a la Junta para que declarara la independencia absoluta de España. Como recuerda Múnera, durante los tres años que siguieron, “la escena política estuvo dominada en gran medida por la actividad de los mulatos y negros armados” (Múnera, 1998).

20 de julio de 1810. Santafé. Los mestizos, la plebe urbana El 20 de julio de 1810, la participación del pueblo fue eficaz para presionar la convocatoria a un cabildo extraordinario y abierto en el que se instalaría la Junta. Su participación había sido planeada por los criollos que decidieron propiciar los desórdenes para presionar al virrey Antonio José Amar y Borbón. Sin embargo, tras la disolución de la multitud conformada al medio día, otra movilización apareció en la tarde y en la noche. Esta vez se trataba de una participación popular que no había sido planificada (Rueda-Santos, 2007). Así, “artesanos, mendigos, indios y mulatos” de la ciudad se presentan esa noche y los días siguientes en la Plaza Mayor para exigir castigos para las autoridades españolas. Un día después, establecieron una Junta Popular para coordinar sus acciones. Los siguientes días hasta el 13 de agosto, estos sectores se mantuvieron activos llenando la Plaza y recorriendo las calles de la ciudad. Pero en seguida los criollos mostraron su oposición. La Junta de los criollos decidió arrestar al líder del movimiento, José María Carbonell, enviando un batallón para reprimir el movimiento (Rueda-Santos, 2007). En Santafé, como en otros puntos del virreinato, la erección de las Juntas estuvo acompañada por movilizaciones populares previamente planificadas por los criollos. Como señala Margarita Garrido, también en Socorro o Cartagena, se pueden “observar características comunes”. Entre ellas, se puede mencionar que en todos estos lugares “la armonía inicial experimentada en las relaciones élite-pueblo se quebró muy pronto y se hicieron evidentes las diferentes creencias, nociones y experiencias de quienes aparentemente estaban compartiendo una causa” (Garrido, 1993).

2 y 6 de marzo de 1816. Decretos de libertad y conscripción. Esclavos La necesidad cada vez más urgente de ampliar las bases sociales de su movilización, condujo a Simón Bolívar a expedir los decretos del 2 y el 6 de junio de 1816, en los que se otorgaba la libertad a los esclavos que se enlistasen en el ejército patriota. La medida respondía tanto al deseo de ampliar sus efectivos como a impedir el desarrollo de una guerra de castas, cuyos rasgos parecían entreverse desde los años anteriores. A pesar del gesto personal de Bolívar de liberar a sus propios esclavos, la mayoría de éstos se mostró desconfiada frente a la medida. Los decretos de junio neutralizaron, no obstante, a la población esclava y redujeron su importancia como “movimiento autónomo” en medio de la turbulencia social desatada por las guerras (Lynch, 1983). Los decretos emitidos por Simón Bolívar el 2 y el 6 de junio de 1816 reflejan el mecanismo principal mediante el cual los negros esclavizados participaron en las movilizaciones que condujeron a la independencia de España. Con anterioridad a los decretos, esta propuesta había sido lanzada en Venezuela y en la Nueva Granada tanto por patriotas como por realistas. Así, en 1811, el gobernador de Popayán propuso a los esclavos engrosar sus filas para hacer frente a los ejércitos patriotas. Pablo Morillo hizo algo similar en 1816. Desde el bando patriota, Antonio Nariño había usado la misma estrategia a su paso por las regiones pobladas por negros esclavos en la provincia de Popayán cuando su campaña avanzaba al sur contra la provincia de Pasto en 1813. 4

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30 de enero de 1818. Entrevista de Bolívar y Páez en el Apure. Llaneros El encuentro ocurrido entre Simón Bolívar y José Antonio Páez significó para la campaña libertadora no sólo la coordinación de nuevas fuerzas a la campaña de reconquista patriota de la Nueva Granada y Venezuela, sino sobre todo la articulación definitiva de una población que durante los años anteriores había engrosado las fuerzas realistas. De hecho, los llaneros del Apure, una región central en las extensas sabanas que corren desde el Atlántico hasta la cordillera Oriental de la actual Colombia, habían sido acaudillados por Tomás José Boves en su avanzada contra la costa venezolana, durante la segunda república (3 de agosto de 1813 - 11 de diciembre de 1814). Con ellos, el líder realista destruyó las fuerzas patriotas, incluso antes del desembarco del general Morillo en las tierras de la capitanía general. Ahora, bajo el mando de José Antonio Páez, muchos de ellos ingresaban al bando patriota. Las razones de su cambio de bando siguen siendo objeto de debate entre los estudiosos del tema. Para algunos historiadores, como John Lynch, estos llaneros sólo aceptaban permanecer en unas huestes a cambio del saqueo que les ofrecían las avanzadas militares (1983). Para otros, como Clément Thibaud, no se trata exactamente de los mismos llaneros, pues las zonas de reclutamiento de Boves y Páez no coinciden entre sí. Además, Páez no contaba sólo con llaneros sino también con exiliados de la Nueva Granada, mujeres, niños y ancianos que constituyeron una sociedad en la que se alternaban las labores de la guerra con el cultivo y la manufactura de algunos bienes indispensables para su sostenimiento (Thibaud, 2003).

7 de agosto de 1819. Reclutamiento del ejército: Santander en la Nueva Granada. Conscripción y deserciones. Campesinos Una vez fueron derrotados los realistas en la Nueva Granada a mediados de 1819, el nuevo gobierno del general Francisco de Paula Santander se puso al servicio de la guerra. Una de las medidas más importantes que tomó la nueva administración fue el aumento masivo del reclutamiento de efectivos para el ejército y la fundación de nuevos batallones. En pocos años, el ejército patriota incrementó sus efectivos de siete mil a treinta mil en 1822; la mayoría de ellos, campesinos neogranadinos. La leva forzosa fue entonces el mecanismo predilecto de reclutamiento, en las provincias más pobladas del centro del antiguo virreinato como Antioquia, Socorro, Pamplona, Santafé, Tunja, Neiva y Popayán. Sin embargo, el reclutamiento era menos efectivo de lo que parecía. Según los testimonios recogidos por el historiador Clément Thibaud, las deserciones fueron masivas y obedecían a que los hombres reclutados tenían familias constituidas y eran labradores, campesinos que no podrían abandonar sin perjuicio sus plantíos (2003). Pero, además, como señala Thibaud, la deserción “es una protesta muda contra el maltrato, la comida escasa, el alejamiento de la familia o del pueblo de origen y el temor a la epidemia que golpea sin tregua las unidades que operan en los climas malsanos” (2003).

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BIBLIOGRAFÍA Aguilera Peña, Mario. (1985). Los comuneros: guerra social y lucha anticolonial. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Garrido, Margarita. (1993). Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada. 1770-1815. Bogotá: Banco de la República. Gutiérrez Ramos, Jairo. (2007). Los indios de Pasto contra la República. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH. Lynch, John. (1983). Las revoluciones hispanoamericanas. 1808-1826. Barcelona: Ariel. McFarlane, Anthony. (1991). “Cimarrones y palenques en Colombia: siglo XVIII”. En Historia y Espacio (No. 14). Universidad del Valle. McFarlane, Anthony. (1997). Colombia antes de la independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón. Bogotá: El Áncora Editores, Banco de la República. Múnera, Alfonso. (1998). El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-1810. Bogotá: Banco de la República, El Áncora Editores. Phelan, John Leddy. (1980). El pueblo y el rey: La revolución comunera en Colombia, 1781. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Rueda Santos, Rigoberto. (Julio - diciembre, 2007). “El 20 de julio de 1810. Un episodio de protesta urbana en Bogotá”. En Memoria y Sociedad, Vol. 11 (No. 23). Pontificia Universidad Javeriana. pp. 117-135. Saether, Steinar. (2005). Identidades e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH. Thibaud, Clément. (2003). Repúblicas en armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de independencia en Colombia y Venezuela. Bogotá: Planeta.

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