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Liberalismo en España La historia del liberalismo Español se inicia con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Surgieron entonces los términos liberal y liberalismo. Liberalismo significaba en España sinónimo de constitucionalismo y parecía responder a una ideología coherente. Pero durante el Trienio Constitucional (1820−1823) unos sectores moderados de los liberales aceptaron pactar con el rey a costa de modificar la Constitución de 1812, y otros sectores liberales deseaban impulsar más adelante el curso de la revolución burguesa. Así fue como los partidarios del liberalismo se dividieron en dos partidos: moderados y progresistas. Los moderados defendieron el aumento de poderes de la corona, la restricción del sufragio, el control de los ayuntamientos por medio del nombramiento de los alcaldes por el gobierno y el control del orden público a través de cuerpos especiales. Los progresistas intentaron recortar el poder de la corona, aumentaron el cuerpo electoral y defendieron la autonomía de los ayuntamientos y el control del orden público por los ciudadanos agrupados en la milicia nacional. Además ampliaron las libertades, particularmente la libertad de prensa. Los moderados que ocuparían el poder con bastante mas frecuencia y por mas tiempo representarían el ala derecha de la política española y los progresistas que solo ejercerán el poder con continuidad en 1840−1843(regencia de Espartero) y en 1854−1856(bienio progresista) vieron surgir en su propio seno una división. Durante el bienio progresista se formó la Unión Liberal, dirigida por O'Donnell, que pretendía situarse en una posición intermedia entre moderados y progresistas. A partir de la revolución de 1868, la denominación de liberal ya sólo significaba la aceptación de los principios de un gobierno constitucional, lo que explica que los dos grandes partidos políticos de la Restauración alfonsina pasasen a llamarse liberal−conservador y liberal fusionista a los de conservador y liberal. Evolución del liberalismo Grupos en contra del liberalismo Una de las principales demandas del liberalismo consistía en eliminar la sociedad estamental del Antiguo Régimen e instaurar una nueva sociedad en la que cada persona pudiera desarrollar sus facultades y conseguir realizar sus deseos, esto es, consolidar lo que más adelante se llamaría sociedad de clases. Cuatro grupos sociales se oponían a las reformas: − La Corona: La reina María Cristina estaba en contra de que se modificaran los amplios poderes en manos de la monarquía. − La Nobleza: Temía la pérdida de su condición privilegiada. − La Iglesia: Temía medidas como la abolición de la Inquisición, la libertad de prensa o la separación entre Iglesia y Estado, además de la desamortización de sus tierras en la que se encontraban hasta entonces. − Los campesinos: Para los campesinos la desamortización significó trabajar las mismas tierras, pero con alquileres más elevados y de duración más corta, y por lo tanto con menos garantías. 1
Grupos a favor del liberalismo A favor e las reformas liberales estaban fundamentalmente aquellos que tenían importantes cantidades de capital producidos por sus negocios y deseaban acceder a la propiedad de la tierra y a los organismos políticos y de la administración, que hasta ahora habían sido ocupados exclusivamente por los privilegiados. El liberalismo encontró sus mayores defensores entre los comerciantes, los ricos arrendatarios de tierras de la nobleza, los profesionales e intelectuales, los miembros del ejército no privilegiados y también entre algunos miembros de la nobleza que pensaban que las reformas propuestas daban paso a un mayor desarrollo capitalista de la economía y podían beneficiarlos. División de los liberales Los liberales no formaban un grupo homogéneo y pronto se diferenciaron en dos grandes grupos: • Moderados: Defendían el aumento de poderes de la corona, la restricción del sufragio, el control de los ayuntamientos a partir del nombramiento de los alcaldes por el gobierno y el control del orden público a través de cuerpos especiales. • Progresistas: Intentaron recortar el poder de la corona, aumentaron el cuerpo electoral y defendieron la autonomía de los ayuntamientos y el control del orden público por los ciudadanos, agrupados en la milicia nacional. Además ampliaron las libertades, especialmente la libertad de prensa. Los enfrentamientos entre ambos bandos provocaron inestabilidad hasta 1875, aunque la mayor parte de este periodo gobernaron los moderados. Guerra carlista Las causas que provocaron la guerra carlista fueron principalmente dos. Una la competencia por hacerse con la corona después de la muerte de Fernando VII, y la otra fue el enfrentamiento a las reformas de los liberales. Dentro del carlismo se refugiaron la mayor parte de los que se sentían amenazados o perjudicados por las futuras transformaciones políticas, económicas y sociales impulsadas por los liberales. Un factor que le dio fuerzas al carlismo fue la cuestión foral. Frente a esto la reina buscó el apoyo de los liberales(conocidos como cristinos) aunque no compartía sus ideas. La guerra se desarrolló entre los años 1833 y 1839 y terminó con la victoria de los cristinos. Regencia de María Cristina LIBERALES EN EL GOBIERNO La reina María Cristina nombró al moderado Martínez de la Rosa jefe de gobierno. Su medida más importante fue la declaración del Estatuto Real del 1834, un documento que afirmaba que la corona seguía controlando ampliamente el poder político, pero lo compartía con las Cortes, que serían elegidas por sufragio censatario. REFORMAS DE LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS Los progresistas organizaron movimientos revolucionarios en la mayor parte de las ciudades españolas. Exigían la convocatoria de Cortes, una reforma de la ley electoral que les permitiera entrar a formar parte del parlamento y la libertad de prensa. • Ley general de desamortización: Propuesta por Mendizábal. Con esta ley se suprimían las anteriores 2
leyes feudales de amortización y a partir de esto todas las propiedades podrían ser compradas o vendidas libremente. La Iglesia tuvo que dar gran parte de sus tierras. • La Constitución de 1837: Fue producto de un pacto entre progresistas y moderados para hacer frente a los carlistas. En esta constitución no se reconocía la soberanía nacional completa, sino que se admitía que fuese compartida entre nación y monarquía. El poder legislativo lo tenían unas Cortes bicamerales: la Cámara de Diputados seria elegida por sufragio censatario ampliado, y la Cámara del Senado seria nombrada por la monarquía a partir de unos candidatos propuestos. Posteriormente los moderados volvieron al poder e intentaron poner fin a los avances introducidos por la Constitución de 1837 y las leyes elaboradas por los progresistas: recortaron la libertad de prensa; eliminaron el derecho al sufragio; controlaron los ayuntamientos y paralizaron la desamortización de las tierras que todavía estaban en manos de la Iglesia. Regencia de Espartero Esta paralización y retroceso en las reformas que los progresistas consideraban necesarias hizo que los partidarios de estas impulsaran nuevos movimientos revolucionarios en las ciudades controladas por los progresistas. Para esto, contaban con el apoyo del general Espartero, el militar más destacado del momento. La regente no aceptó el programa de gobierno de Espartero y de los progresistas y renunció a la regencia, que pasó a este líder progresista. A la división entre los liberales moderados y los progresistas, se añadía ahora la que apareció en las filas de los progresistas a la hora de concretar nuevas reformas. Por un lado estaban los que pensaban que la democracia política tenia que incluir a los españoles que consideraban el sistema republicano como preferible al monárquico(demócratas o republicanos). Por el otro lado los que encontraban insuficientes las propuestas de los moderados pero que no compartían las reformas radicales. La división entre los progresistas hizo posible que se agruparan todos los que se oponían a su política. Con el nombramiento del general Narváez acabó la regencia de Espartero y se exilió a Londres. Consolidación del liberalismo moderado (1844−1854) Los primeros diez años del reinado de Isabel II estuvieron en manos de gobiernos moderados, primero de Narváez y después de Bravo Murillo. Los moderados eran partidarios del liberalismo doctrinario, que consideraba que la soberanía residía tanto en la monarquía como en las Cortes. Por eso defendían el bicameralismo. Todos estos principios fueron recogidos en la Constitución de 1845. Otras leyes de estos mismos años rebajaron mas las expectativas democráticas. Los moderados impulsaron otras leyes que duraron muchos mas años como por ejemplo la ley de la reforma fiscal o las nuevas leyes educativas. Bienio progresista Los progresistas utilizaron el pronunciamiento militar para tomar el poder. Después del alzamiento conocido como Vicalvarada, la reina llamó al gobierno al Progresista Espartero. El nuevo gobierno puso en practica una nueva desamortización, se pusieron a la venta las propiedades de los ayuntamientos i las de la iglesia. La nueva desamortización perjudicó a los ayuntamientos que se quedaron sin su principal fuente de riqueza y a los campesinos más pobres, que se beneficiaban de estas tierras comunes.
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La crisis económica de estos años provocó un encarecimiento del coste de vida. Se produjeron alzamientos de campesinos y de obreros que pedían la disminución de los impuestos, sobre todo los que se aplicaban a los alimentos. Vuelta de los moderados al poder (1856−1868) El fracaso de la política del bienio, junto con la oposición de los moderados y de la reina Isabel II provocó la caída de los progresistas, la entrada de los moderados al gobierno y nuevamente el establecimiento de la Constitución de 1845. Durante los primeros años de esta etapa había aparentemente una estabilidad económica, pero al poco tiempo se inició una fuerte crisis económica internacional. Esta nueva situación facilitó que los progresistas y los demócratas llegaran a un acuerdo para eliminar del trono a Isabel II y convocar Cortes constituyentes. Viendo el triunfo del nuevo pronunciamiento de 1868 la reina se exilió a Francia. Juntas revolucionarias y gobierno provisional Las juntas revolucionarias locales y provinciales tenían un programa político inspirado en el de los liberales demócratas. El nuevo gobierno provisional aceptó la mayor parte de las reivindicaciones políticas de las juntas revolucionarias. Después se celebraron elecciones para elaborar una nueva constitución y dieron la mayoría a los candidatos antiisabelinos. La Constitución de 1869 La Constitución de 1869 puede considerarse la primera constitución democrática española. De los 112 artículos que contiene destacan varios: • La soberanía nacional. • La concesión del sufragio universal. • La amplia declaración de derechos. Elección de un nuevo rey La elección de un nuevo monarca no fue fácil porque los países europeos querían poner posibles candidatos favorables a sus intereses y también porque los grupos políticos estaban divididos. Finalmente fue elegido rey Amadeo I de Saboya, pero los carlistas no lo aceptaron. El reinado de Amadeo I nació con poca y débil ayuda. Los problemas posteriores le hicieron abdicar solo dos años después de su coronación como rey de España. La Primera República Después del fracaso de la monarquía constitucional solo quedaba la posibilidad de la monarquía republicana. La república tuvo una vida corta e inestable; en los diez meses que duró se sucedieron cuatro presidentes: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. La inestabilidad política se debía a las divisiones internas de los partidos progresista y republicano y de los alzamientos armados de los carlistas. Golpe de Estado de Pavía y regencia de Serrano
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La república se encontró con una situación muy complicada y con dificultades para mantener un orden público y social. El partido alfonsino fue ganando participantes entre los antiguos moderados y también entre los progresistas y demócratas partidarios del poder centralista. El primer paso para acabar con la república fue el golpe de estado protagonizado por Pavía. Éste disolvió las Corte y se formó un nuevo gobierno presidido por el general Serrano. Después vino el pronunciamiento militar protagonizado por Martínez Campos. El gobierno republicano dimitió y se nombro un gobierno provisional dirigido por Antonio Cánovas. Líderes más destacados Ramón María Narváez (1800−1868) Nació en Loja (Granada) el 5 de agosto de 1800. Militar y político liberal, y máximo dirigente del Partido Moderado. Durante el Trienio Liberal se integró en el Batallón Sagrado. Tras la muerte de Fernando VII pudo retomar al servicio activo del ejército. Su carrera militar se vinculó a los éxitos del ejercito cristino en la Primera Guerra Civil Carlista. En 1838 fue elegido diputado para las Cortes. Exiliado en París durante la regencia de Espartero contribuyó a organizar la Orden Militar Española (para acabar con la política progresista española). Poco después pasó a convertirse en el máximo dirigente del Partido Moderado. La caída de Narváez ocurrió en 1846. Se integro nuevamente en el poder en 1856pero en 1868 murió siendo presidente de gobierno. Francisco Martínez de la Rosa (1787−1862) Político y escritor español. Nació en Grabada. Diputado liberal de las Cortes de Cádiz, fue desterrado tras la restauración absolutista de Fernando VII. Durante el Trienio Liberal fue elegido diputado y nombrado presidente del gobierno, pero a la vuelta del absolutismo fue nuevamente desterrado. En 1834 la regente María Cristina de Borbón le nombró presidente del consejo de Ministros para asegurar el apoyo de los liberales a su hija Isabel II. Elaboró el Estatuto Real. Con él se establecía un sistema político moderado que reservaba a la corona toda iniciativa legal. Este moderantismo fue contestado por los sectores más liberales, que provocaron su dimisión en 1835. Baldomero Fernández Espartero (1793−1879) Militar y político español, regente del reino y presidente del gobierno. Nació en Granátula (Ciudad Real). De ideas liberales, luchó contra los carlistas en la primera Guerra Carlista. Fue nombrado general en jefe del ejército del Norte. Desde entonces utilizó su prestigio y popularidad al servicio del progresismo. Nombrado presidente del gobierno sustituyó a María Cristina de Borbón como regente. Carecía de talento político, y fue expulsado del poder, y marcho a Londres y Logroño. Reapareció en la política junto con Leopoldo O'Donell y compartieron liderazgo político en el Bienio Progresista. Murió en 1879. Bibliografía − Enciclopedia Larousse. Ed.Planeta. − Diccionario enciclopédico universal. Ed.Océano. • Historia secundaria 2000. Ed.Voramar • Enciclopedia Encarta 2000 • Páginas web
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