LIBERTAD O DEPENDENCIA

Publicación mensual de FLACSO Nueva época, No. 5, junio de 2001 / 1 Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/FLACSO-G

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Publicación mensual de FLACSO

Nueva época, No. 5, junio de 2001 / 1

Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/FLACSO-Guatemala. Nueva época, No. 5, junio de 2001

¿LIBERTAD O DEPENDENCIA CAMBIARIA: MONEDA PROPIA O MONEDA AJENA? José Alejandro Arévalo*

1. TIPO

DE CAMBIO: UN PRECIO MÁS O EL PRECIO CLAVE

A

unque el tipo de cambio es el precio de una divisa extranjera con respecto a otra moneda (en Guatemala, el quetzal por ejemplo) y, en este sentido puede ser considerado como un precio más dentro de la economía, en no pocas ocasiones nuestro quehacer cotidiano tiende a girar alrededor del mismo. Y como cualquier precio, es el resultado de variados factores, tanto objetivos como subjetivos. La teoría económica, emulando a las ciencias naturales, ha procurado establecer leyes universalmente válidas que nos permitan,

por lo menos en el terreno de las aspiraciones, no sólo explicar los fenómenos económicos sino incluso predecirlos. En este contexto, el tipo de cambio no es más que un precio determinado por la oferta y la demanda, en equilibrios que aunque precarios, pueden ser matemáticamente formulados y por consiguiente, se supone que predecibles. A pesar que la economía es una ciencia social, ha resultado virtualmente imposible, por lo menos hasta ahora, incluir todos los factores y variables asociados con el comportamiento individual y colectivo de la sociedad, por lo que en la práctica, la labor predictiva de la economía ha sido más bien una experiencia evasiva y no siempre bien ponderada. Brinda una orientación sobre la dirección aproximada de los acontecimientos y el futuro de los distintos precios, pero sujeta

* Realizó sus estudios de Postgrado -Especialización Northern Illinois University INCAE- en Costa Rica. Contador público y auditor. Ha sido gerente general del Banco de Guatemala, superintendente de bancos, ministro y coordinador del gabinete económico en el Ministerio de Finanzas Públicas, presidente del directorio y presidente ejecutivo (CEO) del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y actualmente es decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Rafael Landívar. Las opiniones expresadas en este suplemento son de la exclusiva responsabilidad de su autor.

2 / Publicación mensual de FLACSO al consabido “ceteris paribus”, es decir, al hecho que todos los elementos no contemplados en el análisis y la prospección (que en realidad son la mayoría), se mantengan constantes. Ésta ha sido la válvula de escape para no tener que comprometerse ni responsabilizarse con las predicciones hechas, porque honestamente sería imposible hacerlo. Recordemos que estamos hablando del comportamiento humano y no simplemente del funcionamiento de una máquina. Por la razón indicada, en los mercados monetarios se presentan variados ejemplos de tendencias que forman círculos en espiral (a veces virtuosos y otras, viciosos), que fomentan una mayor o menor inestabilidad y suelen ser acumulativas, hasta que por factores generalmente vinculados con cambios en las expectativas, llegan a un punto de inflexión y finalmente se invierten. Consecuentemente, la economía ha tenido que ir reconociendo y disminuyendo sus pretensiones sobre su capacidad de explicar y predecir los acontecimientos, en la mayoría de ocasiones debido a la volatilidad en los valores y las expectativas de las personas. Valga esta acotación inicial para comprender por qué el tipo de cambio se presenta como un asunto complejo, cuando en realidad debería ser considerado, al menos en teoría, como un precio más, sujeto a la ley de la oferta y la demanda, aunque en la práctica influenciado por muchos factores cualitativos muy difíciles de contemplar.

Nueva época, No. 5, junio de 2001

2. LA

MUNDO INESTABLE

Resulta explicable que nos parezca que la época actual se caracterice por una vertiginosa avalancha de cambios y en medio del aparente caos actual, que nuestros abuelos hayan vivido en circunstancias mucho más tranquilas. Sin embargo, para situarnos en el mundo de las percepciones humanas, debemos reconocer que cada quien vive sus circunstancias de acuerdo a su tiempo. A esta idea apunta lo que el presidente Abraham Lincoln expresó hace más de un siglo: “Los dogmas del tranquilo pasado son inadecuados en el tormentoso presente. Los tiempos que vivimos están llenos de dificultades y es nuestro deber mostrarnos a la altura de los mismos. Nos enfrentamos con nuevas circunstancias; debemos pues, pensar y obrar de acuerdo a ellas”. En la historia relativamente reciente de nuestro país es conveniente recordar las razones que se esgrimieron en la época de la revolución de octubre de 1944, para establecer el régimen cambiario que prevaleció hasta el 30 de abril del 2001. La primera Memoria de Labores del actual Banco de Guatemala1, describe que: “como país sin control oficial de cambios de ninguna naturaleza, gran parte de nuestras operaciones cambiarias con el exterior se hacían mediante venta y compra de disponibilidades fuera de los canales bancarios corrientes. Consecuencia es ello de una práctica seguida por las principales firmas exportadoras e importadoras, que ha consistido en mantener cuentas bancarias en plazas del exterior, por medio de las cuales percibían los productos de sus exportaciones y hacían directamente sus pagos... Así pues, en términos generales, los bancos sólo atendían a la oferta y la demanda marginal de divisas del mercado... Varios factores es posible señalar para la explicación del fenómeno indicado. En primer lugar, la comisión bancaria por venta de giros sobre el exterior consistía del 1%... Por contraste, las ventas de cambios entre particulares... sólo abonaban alrededor de un octavo del 1%..., y esas operaciones, hasta hace algo más de dos años, estaban sujetas a un impuesto de timbre de 0.25%. En cuanto a los billetes extranjeros, los que circulaban en mayor proporción dentro del país eran los correspondientes a dólares de Estados Unidos; y esas divisas eran aceptadas por los bancos mediante un descuento del 1%, en tanto que los vendían a la par... Consecuencia era ese sistema de la falta de disposiciones legales que obligaran a la concentración de divisas en el organismo emisor...”

es una publicación de FLACSO - Guatemala y de elPeriódico.

Secretario general de FLACSO Wilfredo Lozano San José, Costa Rica Director de FLACSO-Guatemala Víctor Gálvez Borrell

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA Víctor Gálvez Borrell Virgilio Álvarez/Walda Barrios/Silvel Elías/Gisela Gellert/Irene Palma/Edgar Pape/Jorge Solares/Edelberto Torres-Rivas

CONSEJO HONORARIO ■ Alain Touraine, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia. ■ Alejandro Portes, Johns Hopkins University, USA. ■ Volker Lühr, Freie Universitat Lateinamerika-Institut, Berlín, Alemania. ■ Mitchell A. Seligson, University of Pittsburgh, USA. ■ Guy Hermet, Instituto de Ciencias Políticas, París, Francia.

Tels: (502) 362-1431 al 33 Fax: (502) 332-6729 Correo electrónico: [email protected] Página web: http://www.geocities.com/athens/rodes/9162 Fotografía: Hugo de León, José Mayorga Coordinación de edición: Hugo de León Diseño, edición y diagramación: Magna Terra editores Esta edición es posible gracias a: SAREC

POLÍTICA CAMBIARIA EN UN

El mismo documento histórico del Banco de Guatemala añade que: “Tales eran las condiciones que regían en Guatemala el día en que entró en vigor la nueva Ley Monetaria. Y es grato consignar que el principal objetivo de ésta, que es el de canalizar las operaciones cambiarias a través de los bancos, a fin de concentrar en el Fondo de Estabilización Monetaria, el grueso de las reservas monetarias del país, se pudo alcanzar sin trabas ni dificultades.”

1

Banco de Guatemala, Memoria, semestre inicial de operaciones, julio-diciembre 1946, p.109-118.

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©José Mayorga

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El régimen de cambios establecido por la Ley Monetaria de 1945, correspondía al sistema que funcionó relativamente bien desde esa época hasta finales de la década de los sesenta del siglo pasado. Sin embargo, las políticas monetarias expansionistas que Estados Unidos adoptó para afrontar el gasto bélico en Vietnam y para lanzarse a un ambicioso programa social, provocó que el sistema originalmente establecido en Bretton Woods colapsara en 1971, cuando dicho país decidió no honrar la relación entre su moneda y el oro. A partir de 1973, el sistema de paridades fijas fue sustituido por los más diversos regímenes flotantes en mayor o menor grado, con lo cual se sentaron las bases para que los países dispusieran de la más amplia libertad para adoptar la política cambiaria que mejor les pareciera2, por lo menos en teoría. En la práctica, a partir del colapso del sistema original de Bretton Woods, se otorgó al Fondo Monetario Internacional (FMI), conforme al artículo IV, la responsabilidad de supervisar las políticas de los países miembros que pudieran tener incidencia sobre sus tipos de cambio. Es decir, sobre la política fiscal, la política monetaria y las políticas estructurales vinculadas con el funcionamiento de los mercados. Esta vigilancia se lleva a cabo por medio de las consultas anuales con los países miembros. De manera que, aunque la decisión sobre el régimen de cambios que adopta cada país es un asunto soberano, también es cierto que dichas decisiones están sujetas a la observación del precitado organismo financiero internacional.

2

Segunda enmienda del Convenio Constitutivo, artículo IV, sección 2, párrafo b): “Con arreglo a un sistema monetario internacional como el vigente el 1 de enero de 1976, los regímenes de cambios podrán consistir: i) en el mantenimiento por un país miembro del valor de su moneda en derechos especiales de giro u otro denominador, excepto el oro, según decida el país; ii) en regímenes cooperativos, mediante los cuales los países miembros mantengan el valor de su moneda en relación con el valor de moneda o monedas de otros países miembros; o iii) en otro régimen de cambios a elección del país miembro.”

3. REGÍMENES

DE CAMBIOS EN EL

CONTEXTO INTERNACIONAL

A partir de las más recientes crisis financieras (iniciadas con la llamada del “efecto tequila”, en diciembre de 1994, la posterior del sudeste asiático, la suspensión de pagos por parte de Rusia, la más reciente de Ecuador, las constantes dificultades de Brasil y Argentina, además de la severa crisis oportunamente atajada por las autoridades monetarias norteamericanas en 1998), la constante ha sido el aparecimiento periódico de turbulencias que, al final, han alcanzado y afectado en mayor o menor grado, tanto a los países con problemas de manejo monetario y fiscal como a aquéllos más ortodoxos. Estas mismas crisis han obligado a conformar una Nueva Arquitectura Financiera Internacional (NAFI), más consecuente con el denominado Nuevo Orden Económico Mundial (NOEM), que pretende reducir la excesiva volatilidad que ha caracterizado recientemente los mercados cambiarios y de capital. Este ambiente de mayor incertidumbre está llevando a cuestionar, constructivamente, el andamiaje sobre el cual se ha venido estableciendo dicha arquitectura, tomando en cuenta los cada vez más reducidos márgenes de maniobra que le van quedando a los países, individualmente considerados. Así mismo se ha vuelto a levantar el debate acerca del régimen de cambio óptimo para aislarse de las turbulencias, sin quedar al margen de las oportunidades que brinda la globalización y los mercados financieros internacionales. En este contexto, es oportuno recordar que las políticas y prácticas cambiarias presentan un enorme mosaico de distintos tipos de regímenes de cambio. Esta diversidad de regímenes depende de su flexibilidad (flotantes) o de su rigidez (fijos), pudiéndolos resumir en ocho variedades: flotación libre, flotación administrada, banda de ajuste, canasta de ajuste, ajustable por pasos, fijo ajustable, caja de conversión y unión monetaria.

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En la variedad de flotación libre, el banco central jamás interviene en el mercado. Por su parte, la flotación administrada (llamada también “sucia”), es un régimen que se pregona otorga una libertad al tipo de cambio, pero que en realidad resulta precario, dado que el Banco Central interviene para moderar las variaciones extraordinarias o que estime inconvenientes. Este régimen es el más popular en el mundo, de acuerdo con la clasificación que anualmente publica el FMI.

el euro como su moneda. Namibia, Lesotho y Swaziland son tres países africanos que en su momento decidieron unirse monetariamente con Sudáfrica, adoptando el rand sudafricano. Y sin necesidad de ir más lejos, Ecuador primero y más tarde El Salvador, optaron por hacer una unión monetaria con los Estados Unidos de América, propiciando la sustitución de sus monedas, las que están siendo paulatinamente eliminadas y sustituidas por el dólar.

La banda de ajuste se refiere a un rango de precios dentro del cual debe mantenerse el tipo de cambio o, en caso contrario, el banco central interviene participando en el mercado. Durante algún tiempo la Comunidad Europea estuvo utilizando este sistema, fijando una banda con una desviación del 2% aproximadamente. La canasta de ajuste es otra variedad por la cual el tipo de cambio se hace depender del peso ponderado y el comportamiento de un conjunto o canasta de tipos de cambio de las monedas de determinados países. La variedad ajustable por pasos (denominada también “de la tablita”), consiste en predeterminar devaluaciones nominales periódicas. El régimen fijo ajustable, previsto originalmente en Bretton Woods, puede llegar a ser modificado, teniendo el mejor ejemplo cuando el quetzal modificó su paridad oficial respecto al oro. La caja de conversión (o “currency board”), fue históricamente un régimen cambiario muy popular. Lo aplica Mauritania (1849), la comunidad de colonias del Reino Unido durante décadas, Hong Kong (1983), Argentina (1991), Estonia (1994), Lituana (1994), Bulgaria (1997), Bosnia (1998). En este sistema el tipo de cambio no depende de la política de la banca central sino se fija en función de las reservas monetarias internacionales disponibles en el país, que pueden estar integradas por una o más de ellas (monedas duras). En los tiempos modernos ha sido adoptado por economías que tratan de superar una severa crisis financiera, con una urgente necesidad de estabilidad y poca credibilidad en sus autoridades monetarias o políticas. Por su parte, la unión monetaria se consolida cuando el país decide dejar de tener una propia y adopta como suya la moneda de otro. Un caso ilustrativo es el de Panamá, que durante casi cien años ha mantenido como moneda propia el dólar estadounidense. Los países integrantes de la Unión Europea, más recientemente, decidieron adoptar

4. MONEDA

PROPIA

O MONEDA AJENA

Guatemala ha mantenido al quetzal como moneda propia desde la reforma realizada durante la administración del Gral. José María Orellana, en la década de los años veinte del siglo pasado. Durante casi 60 años, el quetzal mantuvo su paridad externa y se cotizó a la par del dólar de los Estados Unidos de América. No fue sino hasta finales de los setenta y durante la década de los ochenta, que se perdió la disciplina fiscal y monetaria y por consiguiente, la confianza y la paridad oficial y externa del quetzal. La moneda propia le permitió a Guatemala, por lo menos en el pasado, disponer de independencia en materia monetaria, pudiendo administrar las reservas monetarias internacionales para procurar “preservar al país de presiones monetarias indebidas, y de moderar –mediante una adecuada política monetaria, bancaria y crediticia– los efectos perjudiciales que ejercen los desequilibrios estacionales, cíclicos o accidentales, de la balanza de pagos, sobre el medio circulante, el crédito, los precios y las actividades económicas en general”3. En el contexto previo a la globalización financiera internacional, la moneda propia brindó opciones para aislar la tasa de interés doméstica de la tasa de interés externa, combatir ajustes deflacionarios severos como una herramienta anticíclica, así como disponer de la capacidad de emisión y mediante el señoriaje, obtener la rentabilidad de la inversión foránea de las reservas monetarias internacionales adquiridas por el banco central. Además, y no por ello menos importante, el quetzal se convirtió en símbolo de soberanía e identidad nacio3

Ley Orgánica del Banco de Guatemala, Decreto No.215 del Congreso de la República, artículo 4.

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La adopción de una moneda ajena como propia (siendo lo más razonable hacerlo mediante una unión monetaria con el dólar de Estados Unidos de América), significaría el reconocimiento explícito (porque implícito está más que evidenciado por la experiencia de las últimas décadas), que Guatemala no será capaz de mantener, en el futuro, una política económica coherente, sostenible, disciplinada y eficaz; especialmente en materias fiscal, comercial y monetaria. Abdicar o no abdicar, ésa es la cuestión. Sin embargo, abdicar a tener una moneda propia resulta ser más consistente con los aires de integración continental, a la luz del proceso de construcción y próximo establecimiento de un solo mercado hemisférico (ALCA), previsto para finales de este quinquenio. Con una moneda ajena como el dólar, por ejemplo, se lograría una reducción de costos de transacción (cambiar de una moneda a otra) y se eliminaría el riesgo cambiario de las transacciones realizadas con la moneda adoptada, por lo menos con respecto a ella, aunque se mantendrían los riesgos respecto de otras monedas. Con una moneda ajena no habría emisión propia, la cual dependería del banco central emisor de los Estados Unidos de América; el precio del crédito se acercaría al precio del dinero en el ámbito internacional, siempre que el riesgo de inversión en el país fuera bajo. Sin embargo, no me parece que se podrían obtener los beneficios de corto plazo descritos, si simultáneamente no se logran establecer y mantener reglas claras, permanentes, generales y abstractas en las relaciones sociales y económicas de la sociedad, se asegura la disciplina fiscal, se corrigen las cuantiosas pérdidas cuasificales del banco central, se fortalece el sistema bancario y financiero nacional, se logra una absoluta apertura de las cuentas de capital, se logra una justicia pronta y cumplida, y se avanza en la flexibilidad y movilidad de factores, incluyendo el laboral.

5. LIBERTAD

CAMBIARIA: UNA

OPORTUNIDAD O UN RIESGO

A principios de la década pasada, en el contexto del Programa de Modernización Económica (que fue el programa de ajuste estructural convenido por Guatemala con el Banco Mundial), así como dentro del Programa de Modernización del Sistema Financiero Nacional (auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo), se inició un proceso amplio de reformas económicas estructurales. Dentro de ellas

©Hugo de León

nal (aunque algunos pudieran tildar este punto de ser un asunto romántico tomando en cuenta el contexto mundial actual).

se contempló la eliminación del principio de concentración de divisas, que fue precisamente uno de los objetivos primordiales conseguidos por el Estado a través de la Ley Orgánica del Banco de Guatemala y de la Ley Monetaria, que entraron en vigencia en 1946. Este principio, contenido principalmente en la Ley Monetaria, había sido interpretado por casi cincuenta años como un “candado” en contra del establecimiento de cuentas en moneda extranjera en la banca nacional. Por ello y como parte de los programas mencionados, resultaba necesario eliminar dicho principio, no obstante que la Ley Orgánica del Banco de Guatemala previó la posibilidad de que los bancos pudieran recibir depósitos en monedas extranjeras y para el efecto, desde el principio estableció la regulación atinente a su encaje y a un régimen privilegiado, exentos de cualquier restricción establecida contra la tenencia de activos divisas por parte de los bancos4. En este contexto, a principios de los noventa los cuerpos técnicos del Banco de Guatemala ensayaron un proyecto de ley que fue conocido por la Junta Monetaria en 1994, pero que políticamente no fue posible aprobarlo en el seno del Congreso de la República. En 1996 se volvió a considerar el asunto, pero por tratarse de una decisión que requería una mayoría calificada en la asamblea y porque la oposición política se opuso a la iniciativa, nuevamente el proyecto quedó engavetado. En realidad fue uno de los pocos puntos pendientes, quizás junto con la Ley del Mercado de Valores (no la que salió, por supuesto), de la matriz del programa de modernización del sistema financiero nacional que quedó pendiente de cumplimentarse, y que el año pasado fue planteado en el seno del Congreso de la República. Nuevamente con el beneplácito del banco central, quedó aprobada a finales de diciembre del 2000, con vigencia a partir del 1 de mayo recién pasado. El contenido de esta ley es primordialmente el mismo que el elaborado casi a principios de los noventa, pero obviamente en un contexto totalmente diferente.

4 Ley Orgánica del Banco de Guatemala, Decreto No. 215 del Congreso de la República, artículos 65-67.

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Nueva época, No. 5, junio de 2001 Una vez establecido este principio general, la Ley de Libre Negociación pasa a acotarlo, tomando en cuenta los intereses generales que está llamado a tutelar el sistema de banca central y sobre el cual está construido el andamiaje institucional, bancario y financiero del país. En este orden de ideas, la ley y la reglamentación que emana como consecuencia de ella, cubre todos los aspectos cambiarios relacionados con las instituciones bancarias o financieras reguladas, así como los correspondientes al sector público. En cuanto a las personas individuales y jurídicas no bancarias, las disposiciones son más bien preceptivas y enunciativas para determinar aspectos tales como lo relativo a los riesgos cambiarios, el mantenimiento del quetzal como unidad de cuenta y pago en el territorio nacional, y las relaciones de los contribuyentes para con el fisco, por ejemplo, al establecer el tipo de cambio de referencia para fines eminentemente orientadores, pero dejando la plena libertad de contratación y transacción a los particulares, especialmente para la determinación del precio.

©Hugo de León

Al eliminar el principio de concentración de divisas y otorgar libertad de usar cualquiera, (incluyendo el uso, disposición y disfrute del oro), suprime la exclusividad del uso del quetzal, abriendo las puertas al empleo de otras monedas en el territorio nacional. Elimina el valor externo del quetzal equivalente a un dólar de los Estados Unidos de América, dejando que el mercado sea quien determine el precio de las transacciones entre particulares. Sin embargo, ratifica que el quetzal como moneda es la unidad de cuenta y pago de uso obligado por todos los guatemaltecos, salvo que exista pacto de usar otras monedas, consensuado entre las partes.

La Ley de Libre Negociación de Divisas en vigor (cuyo origen se remonta a la década anterior), es congruente con un espíritu de libertad económica prevaleciente en aquella época, pero que no es tan claro que subsista en la actualidad, por lo menos no parece ser una visión totalmente compartida a nivel gubernamental. De manera que para analizar el contenido de esta ley es necesario ubicarse en el contexto histórico en que fue elaborada, como parte de un proceso de profundas reformas económicas que se consideraba que el país necesitaba para mejorar su competitividad y aprovechar las aparentes oportunidades de la NAFI dentro del NOEM y que se venía generalizando a pasos agigantados durante ese tiempo. El régimen de cambios o sistema normativo establecido por la Ley de Libre Negociación de Divisas, es innovador en el contexto de regulación que prevaleció durante los últimos 50 años en el país, porque se basa en devolver a las personas la “libre disposición, tenencia, contratación, remesa, transferencia, compra, venta, cobro y pago de y con divisas”5. Este principio fundamental sobre el que está construida la ley, no es claramente congruente con otros principios generales que emergen de la Constitución Política de la República y de la legislación bancaria y financiera vigente desde 1946, por lo que el resto de la ley se esfuerza en compatibilizarla con el marco jurídico vigente, salvo lo relativo a la Ley Monetaria, la cual deroga casi en su totalidad.

En síntesis, la Ley de Libre Negociación de Divisas en vigor desde el pasado mes de mayo del 2000, no hace más que regular las operaciones que los particulares efectúan con la banca o con las casas de cambio, o ratifica la que tiene el Banco de Guatemala como banquero del Estado para manejar con exclusividad todas las operaciones cambiarias del sector público, pero por otra parte, devuelve a los guatemaltecos la libertad cambiaria sin más limitaciones que las establecidas por esta nueva ley y sus reglamentos. En tal sentido, no podemos considerarla como una regulación que elimina al quetzal como moneda de curso legal y forzoso en el país, sino simplemente la obligación de usarla como el único medio de pago y conservación de valor en Guatemala, permitiendo que nuestra sociedad pueda disponer de las mismas oportunidades que poseen los ciudadanos de la mayoría de países del mundo. La libertad de decidir sobre usar o no el quetzal o de preferir el dólar, por ejemplo, ha sido devuelta a las personas y, como lo demuestran claramente las estadísticas en poder del Banco de Guatemala, los guatemaltecos continúan prefiriendo el quetzal pero ahora como una decisión personal, no como producto de una imposición del poder público. El futuro dependerá, principalmente, de la confianza que cada moneda irradie, ya sea el quetzal o cualquier otra divisa. No obstante, la confianza en nuestro quetzal seguirá dependiendo de la única institución que tiene la potestad para emitirlo: el Banco de Guatemala, acompañado por políticas económicas sanas y sostenibles. La historia juzgará. Jaaa/14 junio 2001

5

Ley de Libre Negociación de Divisas, Decreto No. 94-2000, artículo 1.

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Con el apoyo de la Embajada Real de los Países Bajos

III CURSO DE PROMOCIÓN Y DESARROLLO SOCIOPOLÍTICO DE LAS MUJERES GUATEMALTECAS

D

el 3 de marzo al 23 de junio se realizó en FLACSO-Guatemala el III Curso de Promoción y Desarrollo Sociopolítico de las Mujeres Guatemaltecas. El mismo se desarrolló a través de cuatro módulos: el primero abordó la importancia de la salud reproductiva de las mujeres y su relación con la autoestima. En el segundo se resumió la información sobre el inicio de los estudios de género y la importancia de los mismos en Guatemala, para tratar luego la relación entre etnia y género. El tercer módulo se concentró en el tema de la interculturalidad como elemento para la construcción del Estado nación y el cuarto sirvió para estudiar las formas organizativas de las mujeres guatemaltecas, a través de su historia, organización y participación comunitaria. La clase magistral estuvo a cargo de la ex parlamentaria

Manuela Alvarado, que enfatizó la necesidad de impulsar la participación política de la mujer. Se contó con la presencia de la Sra. To Tjoelker, Primera Secretaria de la Embajada Real de los Países Bajos en Guatemala, representación diplomática que financió esta actividad. La metodología de trabajo para el III curso, al igual que el anterior, fue participativa. El proceso de teorización estuvo a cargo de diversas profesoras y durante el proceso formativo las participantes tuvieron la oportunidad de realizar dinámicas de grupo, discusiones y reflexiones, presentación en plenarias, análisis de lecturas escogidas, elaboración de síntesis y resúmenes, para fijar los conocimientos adquiridos en el proceso de teorización y aplicarlo a situaciones concretas.

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NoVEdaDeS LOS

JÓVENES GUATEMALTECOS A FINALES DEL SIGLO XX

144

LOS DIFÍCILES GUATEMALA 206

SENDEROS DE LA PAZ EN

Q.50.00

PÁGS.

GUDRUN MOLKENTIN

Q.20.00 Esta investigación tuvo por objetivo realizar un diagnóstico sobre las concepciones de la paz y la reconciliación que perciben o plantean diferentes actores sociales, con énfasis en el nivel local de aquellos que fueron excluidos del proceso oficial de la paz. Con base en los resultados se señalarán puntos de partida para campos de acción dirigidos a la consolidación de la paz cuyo alcance será mayor que la aplicación actual de los instrumentos de cooperación bilateral sobre el desarrollo en este sector.

DEBATE 49 70

PÁGS.

RENÉ POITEVIN (COORDINADOR)

Este informe ofrece un impresionante volumen de información, producto tanto de una encuesta practicada a 2,000 jóvenes de todo el país como de otras técnicas cualitativas, (entrevistas y la realización de grupos focales). Su publicación busca dar a conocer tal información al público y a las organizaciones interesadas, para provocar la reflexión que alimente la identificación de nuevas pistas de interpretación sobre este importante sector de la población en Guatemala y mejorar, así, las explicaciones sobre su comportamiento. Tiene en ese sentido, un claro carácter motivador de la discusión y no pretende ser, en consecuencia, una versión definitiva ni acabada sobre el tema.

IDENTIDAD

Y RACISMO EN ESTE FIN DE

PÁGS.

SIGLO

EDELBERTO TORRES-RIVAS / IMMANUEL WALLERSTEIN

152

Q30.00

PÁGS.

AURA MARINA ARRIOLA

Q.42.00 Estos ensayos que se ofrecen a la atención del público son sugestivos, provocadores y desde la fecha del Coloquio, han sido solicitados insistentemente a FLACSO. Se inscriben dentro del propósito de la colección Debate (de la que integran su número 49), a saber: presentar y difundir en Guatemala enfoques, información y argumentos que generen controversia académica, para contribuir así al avance de las ciencias sociales y al conocimiento de la sociedad guatemalteca.

Desde la contraportada, Aura Marina nos avisa que este libro es una reflexión teórica sobre sus observaciones etnográficas realizadas principalmente en Italia y Francia, y en su trabajo de campo en la frontera del sur de México, desde 1995 hasta la fecha.

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