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Libro de Levítico: Manual del sacerdote
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“EL LIBRO DE LEVITICO” La pureza sexual Lv. 19:20-22 Lev 19:20-22 “Si un hombre yaciere con una mujer que fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le hubiere sido dada libertad, ambos serán azotados; no morirán, por cuanto ella no es libre. Y él traerá a Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión, un carnero en expiación por su culpa. Y con el carnero de la expiación lo reconciliará el sacerdote delante de Jehová, por su pecado que cometió; y se le perdonará su pecado que ha cometido”.
Este es el caso de una pobre esclava que ha sido seducida, aunque aparentemente por voluntad propia, por un hombre que no era su esposo, mientras estaba comprometida con otro hombre. Por lo tanto, su caso era diferente al de una mujer que tenía que ser muerta. Debía ser castigada, según la Mishna, con cuarenta azotes. Sin embargo, el hombre tenía que traer un carnero, ofrenda costosa para la expiación de su pecado.
Las leyes concernientes a la agricultura Lv. 19:23-25 Lv. 19-23:25 “Y cuando entréis en la tierra, y plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá. Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová. Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su fruto. Yo Jehová vuestro Dios”.
Estos frutos eran inmundos durante los tres primeros años porque aún no habían madurado. Al cuarto año, debían ser tratados como primicias. Como tales, eran ofrecidos al Señor y comidos por los sacerdotes. El quinto año era el año de la gracia, en el que el Señor bendecía y multiplicaba sus cosechas.
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El ocultismo Lv. 19:26-28 Lev 19:26 “No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos”.
La repetición bien definida de no comer carne que aun tenia sangre tenía el propósito de reafirmar lo que ya se había declarado en Levítico 17:10. Hemos sido creados de tal manera que es necesario que nos repitan las cosas una y otra vez, para que la verdad entre a lo más profundo de nuestro ser. La práctica de la hechicería, que tiene sus raíces en la adoración babilónica de los misterios de Satanás, está prohibida. ¿Cómo podremos nosotros, que somos hijos de Dios, tener compañerismo con los demonios (Ver 1 Co. 10:20)?
Lv. 19:27 “No haréis tonsura en vuestras cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra barba “. Esta era una costumbre pagana, relacionada con la adoración a los cuerpos celestes, que son redondos. El cortarse el pelo y la barba para parecer un objeto redondo era, en efecto, la señal que identificaba a un adorador de los cuerpos celestes. Lev 19:28 “Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna.(Q) Yo Jehová”. Deuteronomio 14:1 dice: ‘Hijos sois de Jehová vuestro Dios; no os sajareis, ni os rapareis a causa de muerto” Esta es una costumbre pagana y con cierto sentido, indica lealtad a los dioses del infierno, el lugar donde han ido las difuntas almas de los paganos. Las marcas en la carne son demoniacas y profesan lealtad a todo lo demoniaco. El Anticristo exigirá que sus seguidores se hagan una marca, como leemos en Apocalipsis 13:16-17: “Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, de modo que nadie pudiera comprar ni vender; a menos que llevara la marca que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre” (NVI)
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La prohibición de la prostitución Lv. 19:29 Lv. 19:29 “No contaminarás a tu hija haciéndola fornicar, para que no se prostituya la tierra y se llene de maldad”. Como nos recuerda el apóstol Pablo: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He. 13:4). Sin embargo, cuando el adulterio está presente en una familia o en el liderazgo de una nación, se produce un manto de inmoralidad que cubre a esa familia o nación. Por consiguiente, otros miembros de la familia o nación tenderán a caer en el pecado de la inmoralidad.
Las leyes en contra de los espiritistas Lv. 19:31 Lv. 19:31 “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios”. Cualquier tipo de consulta realizada a médium espiritistas, que son siervos de Satanás, nos corrompen con la presencia de espíritus malignos (Dt. 18:11; Is. 8:19). Estos espíritus pueden “adherir” a aquellos que acuden a ellos para recibir consejos o para conocer el futuro. Por lo tanto, debemos de huir de ellos para ser santos.
El respeto por los ancianos Lv. 19:32 Lev 19:32 “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová”. Las leyes de Dios enseñan que en todo momento debemos honrar a los que son mayores que nosotros. Al hacerlo, honramos al Señor, porque a Él se le llama el Anciano de Días. Es un principio bíblico que un dentro de una familia, el mayor ocupe un lugar destacado y obtenga, en realidad, la recompensa mayor. Esto se conoce con el nombre del derecho de primogenitura. Proverbios 23:22 dice: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”.
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La bondad para con los extranjeros Lv. 19:33-34 Lev 19:33-34 “Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis.
Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre
vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios”. Se ordenó a los israelitas que tuvieran compasión de los extranjeros, ya que ellos mismos habían sido extranjeros en Egipto. El Señor dijo en Éxodo 22:21: “Y al extranjero no engañaras, ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”. Incluso tenían que amar a los extranjeros, como vemos en Deuteronomio 10:19: “Amareis, pues, al extranjero fuisteis en la tierra de Egipto”. Zacarías 7:10 dice: “No oprimirás a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano”.
Las medidas justas LV. 19:35-37 Lev 19:35-37 “No hagáis injusticia en juicio, en medida de tierra, en peso ni en otra medida. Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo Jehová”.
Un aspecto de la justicia (rectitud) es que debemos ser honestos en todos nuestros tratos comerciales. Debemos da a nuestro empleador un honesto día de trabajo para obtener nuestros salarios. A cambio, los empleadores deben a sus empleados la remuneración que les corresponde. Salmos 45:7 dice: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con oleo de alegría más que a tus compañeros”. Si amamos la justicia y aborrecemos la maldad, Dios nos ungirá con el aceite de la alegría más que a nuestros compañeros.
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La adoración a Moloc Lv. 20:1-8 Lv. 20:1-2 “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará”. Como ya hemos mencionado, Moloc era un dios amonita al que se le ofrecían niños humanos como holocausto en un altar de fuego. Todos aquellos que entregaran a sus hijos como sacrificio a Moloc debían ser muertos. Todos los niños, especialmente el primogénito, tenían que ser dedicados al Señor. Por lo tanto, ofrecer los hijos al dios Moloc era repudiar al verdadero Dios de Israel. Este tipo de ofrenda era, en realidad, una ofrenda a Satanás, con el propósito de hacer un pacto con el diablo. Lev 20:3 “Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre”. Todo pacto con Satanás es digno de muerte. Satanás es el rey del infierno. Todos los que le adoran serán condenados a la oscuridad eterna del infierno. Su muerte es un simple adelanto del juicio eterno sobre ellos. Lev 20:4 “Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón que hubiere dado de sus hijos a Moloc, para no matarle”. El no tratar con este pecado equivale a aprobarlo y convertirse en aliado del pecador. Por lo tanto, esa persona también merece la muerte porque no eligió habitar en la luz de las leyes de Dios.
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Lev 20:5-7 “entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia, y le cortaré de entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con Moloc. Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios”. Se nos ordena a ser santos; no se trata de una opción. Leemos en 1 Pedro 1:15-16: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito esta: Sed santos, porque yo soy santo”. Otro aspecto de la santidad es la separación del mundo, la carne y el diablo. Lev 20:8 “Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico”. Estar unido a Dios significa conocer Sus leyes y cumplirlas, como dijo Jesús en Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama, y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Jesús dijo además en Juan 14:23: “El que me ama, mi palabra guardará, y mi Padre le amara, y vendremos a él, y haremos morada con él”.
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