Libros colombianos raros y curiosos

Libros colombianos • raros y curiosos Escribe: I G~ACIO ROORIGUEZ GUERRERO -LVIII SAACS JORGE (1837-1895 ) - María-Notici.a sobre algunas ediciones

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Libros colombianos • raros y curiosos Escribe:

I G~ACIO

ROORIGUEZ GUERRERO

-LVIII SAACS JORGE (1837-1895 ) - María-Notici.a sobre algunas ediciones de la novela colombiana-1867-1967. La bibliografía de la novelística latino-americana no registra, que sepamos, ningún índice más alto de ediciones de novela alguna continental, que el que a la obra de J orge Isaacs se refiere. Como es de todos muy sabido, la primera edición de M a1·ía se editó en Bogotá, en la Imprenta de Gaitán, en 1867, y comenzó a circular a mediados de junio de ese año. (13 x 20 ctms. IV-302-IV págs.). Don J osé Benito Gaitán , el primer editor de la novela de I saacs, fue un hombre cultísimo, meritorio autodidacta, a quien la vida obligó a tom.ar el oficio de impresor. Fundó su establecimiento tipográfico, abierto a los cuatr o vientos del espíritu, es decir, a los escritores de todas las tendencias políticas de la época, en asocio de dos conocidos literatos pertenecientes al partido opu esto al suyo: don José María Ve1·gara y Vergara y don José Joaquín Borda. Allí se editó, entl'e otros, el combativo pe1·iódico liberal, "Diario de Cundinamarca", del que fu e alma y cerebro don Florentino Vezga, aparte de otros de diverso matiz. Sin contar unos cuantos libros didácticos y de divulgación literaria y hasta almanaques de propaganda comercial. En su madurez viajó por Europa, y ejerció durante algún t iempo la secretaría de la legación colombiana en Francia. Vuelto a la patria, y a las labores periodísticas, se reincorporó a la lucha política, en desarrollo de la cual fue de los jefes del partido liberal en los años finales del pasado siglo. Murió, nonagenario, en 1916. Tenía u n notable parecido físico con el famoso editor español don Manuel Rivadeneira, y guardadas las proporciones, cumplió por la imprenta una labor cultural similar a la de aquel. F ue también Gaitán editor de otro extenso libro de Isaacs, hoy rarísimo, La ?'evolución 1·adical en A ntioquia, impreso en 1880, y que constituye elocuente muestra de otra rara faceta de la múltiple personalidad del gran poeta caucano.

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Aun antes de salir de prensas, ya se rumot·a ba en r edacciones periodísticas y en círculos literarios la inminente aparición de ese libro. De ello nos habla un escritor caucano, amigo y compañero de I saacs, don Luciano Rivera y Garrido, en un artículo publicado en el N9 12 Vol. XII de la "Revista Ilustrada" de Nueva Y ork, correspondiente a diciembre de 1893, en estos términos: "Tenía yo relaciones de amistad con un joven bogotano, de apellido Madiedo, cajista en el establecimiento tip ográfico del señor J osé Benito Gaitán. Una tarde me encontré con ese joven en el lujoso parador que llevaba en ese tiempo el nombre de Club A mericano, situado, como debe recordarse, en la esquina N. E. de la primera calle real, hacia la plaza. uDespués de saludarnos y hablar acerca de algunos asuntos indiferentes, me dijo Madiedo: "-Pronto v erás publicado un libro, en el cual se trata mucho de tu país, del Valle del Cauca . .. "-¿Sí? le dije : ¿Y cómo se llama ese libro? ... ¿quién es su autor? "-El libro se titula simplemente María, resp ondió Madiedo ; su autor es un paisano tuyo, don Jorge Isaacs. u-H e aquí cómo por primera vez llegó a mi conocimiento el famoso libro de I saacs ; ese libro singular, destinado a tántas y tan merecidas g·lorias, y que habría de hacer derramar incontables lágrimas, arrancadas por la exquisita ternura de sus páginas incomparables. Fue mi querido a migo el señor don I sidoro Laverde Amaya quien hizo llegar a mis manos aquella obra, transcurridos unos pocos días . .. ". (Rev. cit. págs. 593-594) . Esta rara primera edición de M a'ría, tiene en la falsa portada, como viñeta de adorno, un mastín en medio de pedruzcos y malezas, vuelto el rostro hacia la derecha del lector, como oteando el horizonte, en el confín del cual se columbra un poblacho sobre el que se yergue la torre del campanario de la aldea. L os tiraj es de libros como este eran entonces muy cortos, de ochocientos ejemplares por término medio, que debieron de a gotarse en breve tiempo. Dos años más tarde, la exigencia pública hizo imprescindible u na segunda edición de la novela, la cual fue r ealizada por don F ernando Pontón, en la imprenta de don Medardo Rivas, en 1869. Es muy raro ya encontrar ejemplar alguno de esta segunda edición, que corrió la misma suerte que la primera, es decir, que se agotó a poco de haber salido al mercado libresco. De don Medardo Rivas, el segundo editor de I saacs, podríamos decir que fue no solo un propulsor de cultura con su imprenta, como Gaitán, sino él mismo una eminente figura de las letras colombianas. Militar, abogado de la Universidad Nacional, diplomático, legislador, gobernante, institutor, ministro de Estado, catedrático universitario, periodista, y, ante

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todo notable literato, por vocación y temperamento. Desempeñó en Colombia un benévolo mecenazgo con sus compatriotas, y también por esto merece ser con afecto recordado. Quizá el primer intento de traducción de la novela de Isaacs al francés fue el realizado por J ean de Castelvjeux, por allá, hacia 1873 o 187 -!. Nunca hemos visto esta edición, ni tenemos datos 111 noticias sobre el traductor. P or cierto que no es este el único ensayo de versión de .11a .. ía, al francés, como lo veremos adelante. En realidad, debe ser tenida como tercera edición de la novela colombiana la de Santiago de Chile, de 1877, y no otra alguna. Se dio a la estampa en la Imprenta de Gutenberg, Calle de Jofré, 8 % , con 396 páginas de lectura y IX de prólogo. Es también, desde luego, la primera reimpresión que de María se hiciera en el extranjero. Cinco años antes, había estado I saacs en Chile, como cónsul de Colombia, no muy a su gusto, a juzgar por la correspondencia dirigida entonces a sus amigos colombianos desde la capital austral. Como adorno en la po1'tada interior f igura la viñeta de una rosa en plena floración, dos botones apenas entreabiertos y nueve hojas. Es un raro dibujo que se diría representa una variedad de la bellís ima Madame Plantier, en la que se hubiera desarrollado, en luga1· de los órganos reproductores, uno como retoño con hoj as y yemas a punto de florecer. Puede dar lugar a confusiones el hecho de que figura como ''Tercera edición" de M aría, la bogotana de Med.ardo Rivas, de 1878, que es, ciertamente, la cuarta de la novela que nos ocupa. Tiene 251 páginas de lectura, con IV páginas limina1·es y otras tantas epilogales. Como viñeta en la portada interior aparece el consabido peno, símbolo de la lealt ad, mirando hacia la derecha y llevando en la boca una f usta. H emos visto un ejemplar de esta "Tercera edición" bogotana de Rivas, con anotaciones, al parecer de I saa cs, en la falsa portada, así: Donde aparecía el mote: uTercera edición", el corrector testó la palabra "tetcer.a" y añadió otras, quedando la siguiente leyenda: "Edición revisada por", que a su vez fue nuevamente testada, para dar lugar a estotra: "Edición definitiva, publicada de acuerdo con anotaciones, adiciones y correcciones del autor". Las dos líneas finales, "Imprenta de Medardo Rivas" y "Fernando Pontón, editor", fueron igualmente testadas. Y la referencia del año, que figura al pie de la tercera edición, que es 1878, fue corregida por esta otra : 1891. Lo cual indica que Isaacs pensaba reeditar una vez más su novela, en el año últimamente indicado, para lo cual preparó las anotaciones, adiciones y correcciones anunciadas. Jamás hemos visto edición alguna de Ma,d a conespondiente a ese año de 1891, y aún creemos que nunca en tal año se realizó. La anunciada "Edición definitiva", preparada por el propio Isaacs, parece que solo tuvo efectividad muchos años más tarde, en 1922, en "Editorial Cromos", de Bogotá, por la Librería Colombiana, de Camacho Roldán & Tamayo, adornada con un espléndido r etrato del novelista, yn en plena madurez, como lo acredita la plateada cabellera que el poeta ostenta en

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aquel. E sta edición, ejecutada en papel edad media y lujosamente encuadernada en cuero verde consta de VIII páginas liminares y 430 del texto de la novela. Las correcciones de I saacs no solo se refieren a la portada, smo al texto de la novela. Así, en la página en que comienza el Juicio e1·ítico, suscrito por Vergara y Vergara, I saacs hizo diversas advertencias para el editor, así : "En segu ida de este, el juicio crítico de Justo Siena ... ", que corrigió, superponiendo e interlineando, de esta manera: "Además de este, primero, el juicio crítico de Justo Sierra, escritor mexicano. P arece que ese juicio se publicó en la 'Revista de Colombia' ... ". A continuación escribió lo siguiente, qu e luego testó: "Lo de Sierra debe llevar al pie una nota que pon drá el señor Merchán" . Luego: "El señor Laverde Amaya sabe en donde está lo de Sierra ". En otra parte de la misma página, esta indicación: "Lo largo y anchura del formato está indicado en la págin a siguiente". En la cabeza de la página donde aparece el patético y conocido' mensaje del p oeta A los he1·1nanos de Efraín, Isaacs escribió: 11 Sígase la ortografía actual de la Academia". Y , a renglón seguido: "Esto en tipo muy escogido". En la primera página de esta te-rce1·a edición, de don Medardo Rivas, de 1878, I saacs hizo otras correcciones, a sí : E n la línea inicial, "Capítulo ! ", testó la palabra "capítulo", y no contento con ello, advirtió: ''Dejar solamente los números de los capítulos". En el primer párrafo de la novela, los tres asteriscos con los cuales eludió nombrar el protagonista el colegio donde fue a dar princ1p10 a sus estudios, fueron sustituídos, con la indicación precisa de él, así : "en el colegio del doctor Lorenzo MI!- Lleras". En el tercer párrafo del capítulo I, substituyó una palabra, ''esa precaución del amor ... " por "aquella precaución .. . ". Y en la frase, "por todos aquellos sitios donde yo había pasado ... ", testó los vocablos aquellos y yo. Rectificó la ortografía referente al río Zabaletas, cambiando de z inicial por la s . Y la fra se : " seguía yo a mi pad1·e", fue reemplazada por esta : " Seguí a mi padre". Creemos qu e la única edición de MaTÍa que sig·uió fina lmente las indicaciones y correcciones de I sa a cs fue la de la Librería Colombiana, de Camacho Roldán & Tamayo, de Bogotá , impresa en la "Editorial Cromos", en 1922. F:n 1878 y 1879 se h icieron dos ediciones de M a1·ía : la primera en México, por F. Mata, y la segunda en Buenos Aires, por Igón Hnos., con in tr oducción de J osé Manuel Estrada, ambas para surtir el ntercado libresco de aquellos dos países. La gran empresa editorial de Barcelona, de E. Domenech y Ca., con sed e en Ausias MaTch, 95, de la ciudad condal, publicó en 1882 una magnífica edición de Ma1·ía, la primera europea, ilustrada por A lejandro Ri-

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quer, con grabados al zinc de Thomas, dentro de la serie Biblioteca 11 Artes y Letras", que el sucesor de Domenech, la casa 11 Editorial Maucci', ya instalada en Calle Mallorca, 166, tuvo el buen acuerdo de conservar. Se trata de aquella colección, que hizo las delicias de nuestros abuelos, orgullosos de disponer en lengua española, de magníficas obras clásicas universales, en decorosas ediciones, ¡a tres pesetas el tomo! En realidad, estos estaban 11 profusamente ilustrados, esmeradamente impresos y artísticamente encuadernados", lo que contribuía a hacer más grata y frecuente su lectura. Dentro de la serie se imprimieron, en tres volúmenes, D1·amas escogidos de Shakespeare, traducidos por Menéndez y P elayo: los Cuentos, de Andersen; los Dramas de Schiller, en cuidadosa versión de José Yxart; El Nabab, de Daudet puesto en castellano por J. Sardá, con ilustraciones de José Lui s P ellicer; Mireya, de F ederico Mistral; las Odas de Horacio, traducidas por los mejores ingenios españoles, entre otros, por el colombiano don Rafael Pombo, en acertada selección de Menéndcz y Pelayo; los Sainetes, de don Ramón de la Cruz; el Fausto, de Goethe, en espléndida versión de Teodoro Llorente ; las P oesías, de Campoamor; .a lgunas novelas de Dickens; Lc1- ?'egenta, de Leopoldo Alas; Mil y tm fantasmas, de Alejandro Dumas; los Dramas musicales, de Ricardo Wagner; el Libro de los cantw·es, de Enrique H eine; algunas novelas de Salvador Farina; Miscelánea literaria, de Núñez de Arce; los Cuentos fantás ticos, de Teodoro Hoffman, traducidos por Enrique L. de Ve·rneuil; las Histo1·ias extraoTdina?·ias de Poe; los Dramas, de Víctor R ugo; A na Ka1·enine, de T olstoy ; El sabo1· de la tie?Tuca, de Pereda, etc., etc. La primera edición española de la novela de I saacs se agotó en breve, pues al año siguiente, en 1883, "Artes y Letras" la reimp1·imió, ilustrada por A. Riquer y J. Passos, y advirtiendo que era 11edición autorizada por el autor". En 1884 y 1886, las reimpresiones se r epiten en esta biblioteca, por lo que puede decirse que entre los lectores peninsulares se popularizó la novela colombiana a favor de estas magníficas ediciones barcelonesas. En este mismo aíio de 1886 aparecieron dos 1·eimpresioncs de Ma?"ía: una en México y otra en Barcelona, por don Cote Cortezo & Cía. Dos años más tarde, en 1888, Octavio R. Spíndola & Cía., reedita en México, en 2 vols., la novela de nuestro compatriota. Pa1·cce que la primera edición de Ma1·ía en inglés, fue la de 11 Harpes & Brothers", establecidos en Franklin Square, de Nueva York, en 1890. Se trata de un sobrio libro, con XI-302 páginas de lectura, con estos títulos: "JI!la?·ía. A Sout American Romance. The T ·ranslation by Rollo Ogden, and introductio,t by Thomas A. Janvie?·". De ella se hizo suficiente difusión en Bogotá y en provincias, a través de la Librería Colombiana, de Camacho Roldán & Tamayo, que la distribuía en el país. Por cierto que años más tarde, en 1918, fue reeditada esta versión ing-lesa del inmortal idili o de nuestro glorioso compatriota. Un año antes de la nlUerte de I saacs, en 1894, la (/Casa Editorial 1\Iateu", de lVIadrid, da a la estampa, con prólogo del insigne novelista santandereano, don José María de P ereda , otra espléndida edición de M a-

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ría. Por la misma época la reeditan "Garnier H nos", de París, quienes ponen a manera de pórtico el conocido p rólogo de don J osé María Vergara y Vergara.

Y en el mismo año aparece, como sexta edición barcelonesa, la que hizo la Librería de Arturo Simón, en el establecimiento t ipográfico-editorial "Arte y Letras", cuyo depósito era en la Rambla de Canaletas, 5., de la ciudad condal. Impresión que ejecuta, una vez más, el mismo editoren 1898. Otra reimpresión par1s1ense, de "Garnier H ermanos", ve la luz pública como "N ovena edición", en este mismo año de 1898. E stá enriquecida con un amplio apéndice, en el que se agrupan importantes juicios críticoliterarios debidos a la pluma de los mexicanos Ignacio M. Altamirano,. Guillermo Prieto y J u sto Sierra. Este último comentario tenía para I saacs particular importancia, y el novelista había dispuesto que se reimprimiese, en la edición definitiva de María, a continuación del prólogo de Vergara y Vergara, como adelante se advirtió. P or el comentario de Altamirano, qu e exorna esta novena edición de "Garnier", venimos en conocimiento de que la novela de I saacs fue primitivamente publicada en México, por entrega s, en el fo lletín de " El Monitor Republicano", por entonces periódico liberal de muy restringida ci rculación. La obra pasó, a lo que parece, totalmente inadvertida. El propio Alt amir ano confiesa que él leía "El Monitor", pero abandonaba el folletín. Y qu e fue una inteligente dama, ami ga suya, y un literato de talento e instrucción, el doctot' Pereda, quienes le advirtieron la belleza de la obra que en esa forma se estaba publicando en la capital mexicana. "Y entonces fue -añade-- cuando P ereda y yo nos hicimos lenguas para elogiar la novela a nuestros amigos los escritores tod os de México. . . Excusado es decir que ella fue para mí un cáliz de néctar nunca probado, vivificant e y embriagador, que me sumergió en un hondo éxtasis de poesía, de dolor,. . t n"s t eza. . . , . d e mmensa Los juicios de Prieto y de don Justo Sierra abundan en conceptos enaltecedores para la que consideraban la más hermosa novela producida hasta entonces en América. (I R emos devorado las páginas de esta preciosa novela, -escr ibe P rieto- de este relicario de sentimientos puros, suspendido del cuello alabastl"ino del divino ideal de nuestro primer amor ... El libro de María no se lee, ni es posible que se a11alice ; se siente, se llora; es una fruición, una evocación a nuestra misma alma, que as iste enamorada al drama de su desenvolvimiento p or el amor ... " . "El libro está

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