lmage11 de la portada Víviemla del Prebemlado Pucheco etl La Arañil a (autor Guillermo Pozuelo Gil)

Titulo ~telas ele las 11 Jormulas Prebemlado Pctcheco de bll'estigucián Histórica Edita Ilustre Ayuntamíetllo de la Villa ele Teguesle c,yaCmzarias,

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Titulo ~telas

ele las 11 Jormulas Prebemlado Pctcheco de bll'estigucián Histórica

Edita Ilustre Ayuntamíetllo de la Villa ele Teguesle c,yaCmzarias, Obm Social y Cullural Coordi11a la edicicí11: Roberto J. González Zalacllitz Imprime Gráfic(l.s Sabater Depósitt} Legal

TF-466-2008 ISBN

978-84-930723-7-7 lmage11 de la portada Víviemla del Prebemlado Pucheco etl La Arañila (autor Guillermo Pozuelo Gil)

Dedicado a la memoria de Toño García de Ara

,

ÍNDICE

Remedios de León Santana Preselllación

3

Ricardo A. Guerra Palmero y Juan Francisco Navarro Medcros 'In memoriam', José Amonio Garcia de Ara, (1958-2008), 1111/Cho más que un hisloriador

5

Juan Manuel Bello León Introducción

11

Tiempos Remotos Eduardo Miguel Mesa Hernándcz Los discos de 'Conus sp' y el comercio de 'conchas de Canarias' con el ¿(frica Allcílllica

11

José A. Afonso Vargas De la Prehistoria a la aclllalidacl: implimcíón de /u microarqueologia en el estudio de los procesos sociales de las Islas Canarias

31

Miriam Marrcro Rodríguez El inicio de la producción en la Península Ibérica. Un análisis historiográfico

53

El Antiguo Régimen Roberto González Zalacain Las formas de la violencia: fuemes y aproximaciones a su estudio hislórico en la coloni=ación ele Tener!fe

71

Javier Luis Álvarez Santos Portugueses en Tenerife durallle la Edad Modema: una aproximación

89

Gustavo A. Trujillo Yánez El mito de la 'aparición' ele la Imagen de Nira. Sra. del Pino en Teror (Gran Canaria) según Fray Diego Henríque=

103

Belinda Rodríguez Arrocha Delito y sexualidad en la Isla de Tenerife en el siglo XIX

121

Román M. González Rodríguez Tala y quema: la producción de brea en Tenerife 1464-1652

141

Francisco Báez Hemández Unidad l'S. elementos que componen la organización social del espacio de la Comarca de Tegueste a comienzos del siglo XVI

161

El pasado reciente

Aarón León Álvarez El franquismo en Tenerife: una primera aproximación

177

Joaquín Carreras Navarro El campesino de Teguesle y su percepción de los pájaros. El caso del Pájaro Cochino, pájaro de la muerte

191

Jesús de Felipe Redondo El vocabulario de la cuestión social en Espai"m durame el siglo XIX

203

Roberto J. González Zalacain Conclusiones de las Jornadas

219

Programa de las 1I Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica

227

PRESEJ\TA CIÓ:V

El pasado año, el municipio de Tegueste contó, de nuevo, con el desarrollo de una actividad rica en experiencias. aportaciones culturales y formativas: las "11 Jornadas Prebendado Pacheco de Investigación Histórica: la historia continúa". Sirvan estas líneas para manifestar nuestro agradecimiento a todas las personas que las hicieron posibles. En este 2008, se cumplen 150 años del fallecimiento de Antonio Pereira Pacheco, lo cual supone una efemérides merecedora de una especial atención; nada más oportuno, que hacerlo con la publicación de las Actas de las Jornadas denominadas con su nombre y en las que han confluido un amplio abanico de estudios originados en el seno de muy diversas disciplinas. Tan singular figura de la historia de nuestro pueblo constituye, hoy por hoy, un referente cultural. Su legado documental es una fuente imprescindible de la que se nutren aquellos que desean conocer el "Tegueste" de mediados del siglo XIX, pudiendo descubrir con su análisis las raíces de muchas de las costumbres que nos caracterizan y que forman parte de nuestra identidad. Desde el Área de Educación y Cultura del Ayuntamiento de la Villa, este encuentro se percibe como un espacio singular donde la investigación y el debate se dan la mano. El hecho de difundir la serie de trabajos que, en esta edición se recogen, nos ofrece la oportunidad de plasmar y hacer público ''el saber"' de todos los investigadores que en su día participaron en su ejecución con la dedicación y entrega que supone, amén del sacrificio que conlleva en el ámbito personal y profesional para cada uno de ellos y ellas. Precisamente, atendiendo a esta reflexión deseamos dejar constancia de nuestro recuerdo para uno de Jos colaboradores y ponentes de las jornadas realizadas, con cuya inestimable presencia también contábamos este año y cuya vida se ha visto truncada por el destino. Para él, José Antonio García de Ara (Toiio). nut.'Stro más sentido homenaje y nuestro reconocimiento por su incansable e intensa labor en pro de la ciencia y, sobre todo, por la gran calidad humana que siempre demostró.

3

También queremos agradecer el apoyo de la Obra Social y Cultural de CajaCanarias para la edición de esta obra. Finalmente, desear al lector que esta recopilación de estudios despierte su interés y le contagie el entusiasmo y pasión que han puesto en su elaboración sus autoras y autores. M" de los Remedios de León Santana Primera Teniente de Alcalde Concejal de Bienestar Social

4

IN MEMORIAM, JOSÉ ANTONIO GARCitf m: ARA ( /958-2008),

,\/UC/10 M:iS QUE UN

IIISTORIADOR

Ricardo A. Guerra Palmero Juan Francisco Navarro Mederos

Un mcmotazo duro, 1111 golpe hl!/c¡tfo, un hachazo im•i.~ible ,. homicida. 1111 empujón bntwlte ¡,;, den-ihado. [ ...] tilas alada.\· alma\· de las llJ.I' de precipitado con agua dcMilada y cnlocados en 1111 har1o de ultrasonidos por tn-15 rninuw~. tras Jo cual ~e lava la muestra y se inicia el siguiente paso de l protocolo de actuación . 1 ~ Obviamente c>ta práctica debe considerarse wrno cxperimcrlla l. inscrw en 1111 cstudio comp11rati\'O. Sú lu una rmrc>lr:t lo suficicntcrnentc :unplia (mínimo 100 ca,os) pudría cmplear>e como válida p.rm una 11

40

caso se trataba de sarro considerable que fue procesado mediante los mismos protocolos que los de naturaleza arqueológica. Los resultados indicaron varios aspectos, primeramente la presencia de elementos ya conocidos como fragmentos de silicofitolitos de células largas dendriformes, y de células cortas trapezoidales con márgenes apuntados, similares a los presentados por las envueltas del grano de la cebada (Hordeum Vlllgare). Igualmente, bajo luz polarizada se localizaron gránulos de almidón aislados, y en grupo. pero sin síntomas aparentes de gelatinizacíón (Figura 2 y 3). Todos estos aspectos podrían ratificar. de tomarse como explicación global, pautas alimenticias muy similares y casi sin variación desde varios siglos atrás, sino fuera porque en la actualidad el consumo de cereales se realiza desde productos mucho más refinados que entonces. El estudio experimental de varios panes de consumo actual, salvo los denominados ''integrales", presentan una ausencia casi total de silicofítolitos semejantes, aunque se mantiene el rango de almidones modificados con distinto grado de afectación, pero sobre todo de los totalmente alterados 13 • Llama la atención la presencia de los mencionados silicolitolitos t"mil.'nmL'Jlte en los panes integrales, especialmente en los confeccionados con harinas de granos completos (glumas aun adheridas tras la trilla) y no tanto a los que se añade salvado (pseudo-integrales). El pan blanco, entendiendo por tal el de uso común y bajo precio (barra normal), no presenta

apenas silicofitolitos al ser su harina procedente, probablemente, de trigos panificables de grano desnudo (Triticum twstivum), y sufrir un excesivo proceso de retinado. La duda se presenta de este modo en la alimentación del individuo del que procede la muestra de sarro actual del que desconocemos otros datos 14 • No obstante, la presencia de tales elementos invita a una renexión micro-arqueológica muy oportuna; si estos sólo podemos localizarlos en cereales con glumas adheridas tras la trilla, y productos elaborados con los mismos. el individuo en cuestión puede haberlos consumido bajo la forma de panes integmles. u otro producto que los contenga. Sin conocer más datos podría plantearse que se trate de un individuo adulto con nulas, o muy malas, prácticas de higiene dental. La cuestión comienza a esclarccerse al comparar las muestras con la

lectura sobre los contenidos micruscúpicos rclncionados con la dieta de distintos SL'Clores de la población de Santa Cruz de Tenerilc; sobre todo en cuanto a lo que respecta a la incidencia de sarro de la misma. IJ Se describe así la imposibilidad de reconocer la cruz de extinciún de luz que indica un grado irreversible de altcraciún. 14 Aunque la procedencia del sarro si es conocida, ya que lile la colaboraciím de un profesional la que permitió este estudio c:xperimental. por razones de protccciím de datos prolcsionalcs no se hacen constar.

41

colección de ref\:rcncia y observar las similitudes de estas con el registro de la cebada

15 •

pero sobre todo al comprobar que en el gofio confeccionado con dicho cereal. a pesar de ya estar refinados sus granos, encontramos un registro similar. Dado que el consumo dt: este producto, en la actualidad, se produce más entre la población de cierta edad, y conociendo el notable avance en los hábitos de higiene bucal entre la población de primera y segunda edad. cre IMgas la fragmcmacTón impide un reconocim iento más preciso: algo que In presencia de esqueletos >iliceos también hubiese ayudado a dirimir. 1 " Como se sabe el consumo de gofio se ha reducido nolablcmenh:. por lo meno> en cuanlo a 'll consumo cotidiano. aunque aun se mantiene enlre sectores ;ocialcs muy concrc1os y e recomienda. dc:.de distinta~ instiluci()ncs, por ' "; cualidad.:s die1é1icas. De hecho aun se manlicncn en uctivo alguno• molinos mod..:rnus en la Is la. varios de lo> cuales se encuentran en la ciudad de La Lagu na. De aquí se lOmaron las mucslras de referencia. inicialmcnlc de trigo y cebada.

42

Los e111e1ramiemos: yacimiemos y microarqueologia. Los enterramientos son yacimientos donde merece la pena detenerse para evaluar las posibilidades metodológicas en el proceso mismo de inhumación y también el depósito en cueva sin la misma, ambas prácticas propias de época aborigen. Lamentablemente, aunque son pocas las ocasiones en las que se puede acceder a un enterramiento no perturbado, siempre existe la posibilidad de analizar restos humanos para localizar elementos microscópicos de interés arqueológico. Las Cañadas del Teide es una zona de especial relevancia histórica ya que, desde momentos aun desconocidos, su explotación es un hecho constatado y reiterado hasta la actualidad. Los enterramientos localizados en la misma son, hasta el momento, en cueva y sin inhumación; aunque con preparación del cuerpo mediante elementos cubrientcs, y una mínima adecuación del sustroto donde se deposita. En la mayoría de los casos los ejemplos se encuentron momificados y su estado de conservación es bueno. Se han realizado análisis preliminares sobre restos procedentes de la zona y en algunos casos los resultados son muy prometedores. El que nos sirve de ejemplo corresponde a un individuo adulto, parcialmente momificado, del que se tomó una muestro sobre la cavidad isquiática, allí donde podían depositarse residuos procedentes del intestino grueso y con ellos restos de heces fecales (coprolitos), un material casi desconocido en la Arqueología de Canarias (AFONSO, 2004, Tesina). Tras breves trotamientos previos se localizaron elementos microscópicos como granos de polen, silicofitolitos de esqueleto silíceo y pequeños artrópodos. Al respecto del primero de ellos, cabe decir que puede trotarse de una evidencia del medio naturol de la zona en el momento del enterramiento, o una contaminación gradual, porque el residuo expul.>sto al medioambiente durante siglos no ofrece las garontías de los cálculos dentales. No obstante, su estudio morfométrico deberá dirimir si se trota de una contaminación, si esta corresponde a especies actuales, o tiene alguna relación con floro explotada duronte el periodo de vida del individuo. También podría tratarse de especies con aprovechamiento puntual, e incluso trasladadas a la zona de Las Cañadas. Al menos esto es lo que ocurre con los esqueletos silíceos detectados, y que parecen responder a las morfologías de las envueltas de gronos de cereal. aunque se encuentran fragmentados y alterados. Claramente es un indicio de alimentación en el periodo de permanencia en la cumbre que indica además procesos de transporte desde las zonas de cultivo; estudios en profundidad deberían dirimir de que cereal se trata, y si existe la posibilidad de detectar otros elementos provenientes de la floro cultivada.

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Otros enterramientos, los realizados con inhumación, presentan mayores problemas; cualquier estudio sobre los mismos antes debe dirimir lo que es un residuo relacionado con plantas empleadas con distintos fines, y relacionadas con el enterramiento, de las que se encuentran depositadas, de forma natural en el sustrato contextua!. Para ello se requiere del análisis de este, lo que conlleva procesos de tratamiento y observación cualitativas, y cuantitativas, más laboriosas. En todo caso la búsqueda de elementos microscópicos, como fitolitos, se realiza siempre en relación con el sustrato contextua), sólo las diferencias entre éste y los residuos bioantropológicos pueden indicar una pauta específica de alimentación o adecuación del cadáver. Los escasos ejemplos estudiados hasta el momento al respecto, no rebelan especiales registros de plantas en tomo al individuo/s inhumados. A nivel histórico, en la Parroquia de la Concepción si que se detectaron silicofitolitos de palmeras en el sedimento de las fosas de inhumación, lo que en nuestra opinión es el resultado de escarbar sobre niveles donde antiguamente se encontraban estas plantas, algo completamente normal en el palco-ambiente que rodeaba el santacrucero Barranco de Santos. Quizás un proceso que pondrá a prueba la capacidad de la microarqueología futura serán las inhumaciones realizados durante el proceso de represión de la Guerra Civil en las Islas. Por el momento no se han realizado análisis similares a los descritos en este tipo de enterramiento, bien porque su antigüedad es escasa, bien porque el proceso histórico al que hacen referencia no requiere aun de nada similar. Pero, como ocurre en otros tipos de yacimientos, pueden existir evidencias no perceptibles a simple vista, y que podrían indicar aspectos de este proceso que se desconocen, aunque por el momento no sean requeridos en su investigación. Probablemente. en el futuro habrá arqueólogos que deberán dirimir, -de localizar algún yacimiento de este tipo en siglos posteriores-, con la ayuda de técnicas como las sugeridas, de que tipo de enterramiento se trata, y a que proceso social histórico representan. Las tierras de cultivo: la diferenciación desconocida.

Uno de los aspectos más desconocidos de la vida aborigen en las Islas es la caracterización de las tierras de cultivo y aunque, se han planteado algunas lecturas al respecto, no podemos hoy por hoy reconstruir su estructuración básica. Suponemos que se situaban en zonas fértiles, resguardadas y más o menos llanas, pero poco más. Eso sí, existe cierta claridad documental, en cuanto a técnicas agrícolas y !enología de Jos cultivos, pero ... ¡,cómo era una tierra de cultivo aborigen?, ¡,qué especies estaban 44

presentes'?, ¿se permitía la conjunción de plantas introducidas. como los cereales y leguminosas, con las endémicas o autóctonas?; son muchas preguntas que quizás nunca responderemos. Con este motivo, y abriendo una vía experimental desde la microarqueología como herramienta de trabajo, realizamos algunas prácticas analíticas básicas. Se fijó el objetivo en una planta con amplio desarrollo en las Islas como es el "cañizo" (Anmdo dona.r). y del que aun se debate sobre su presencia en las mismas en época aborigen

17



Es1a gramínea (Poac:eae) de gran porte produce, como otros géneros

de la familia tal que Phragmites, Eragrostis, Cynodot1 o Jmperata, abundantes silicofitolitos. Una parte de los mismos, no la más numerosa que queda copada por los de células cortas, corresponde a formas masivas, de gran tamaño (superior a 50 ¡.tm), habitualmente denominadas buliformes, y cuya morfología ha sido objeto de diferentes estudios, también desde una perspectiva geométrica (ejes de simetria) para evaluar, en contextos antiguos, a que especie pertenecen (HOUYUAN et al., 1997; BoWDERY, 1998, entre otros). El uso del cañizo es muy amplio y dilatado en el tiempo, 1ambién en Canarias, al menos en época histórica. En concreto se la utiliza para confeccionar, con sus tallos, estructuras ligeras de separación y techado ("cañizos"), funcionando muy bien como paravicntos y/o muro medianero vegetal. Su hábilat en las Islas se extiende desde las zonas bajas hasla medianías siendo especialmente prolífica en zonas de barrancos con cierto desarrollo edáfico y de humedad pero sin llegar, en la mayoría de los casos, a estar presente en zonas inundadas. La hipótesis de partida podría ser que esta planta funcionase, también como recurso vegetal, en etapas anteriores al cambio de estructuras operado en época moderna definiendo, como en la misma, la posible presencia de cultivos 18 • De hecho en yacimientos aborígenes de costa, de Gran Canaria y Tenerife, aparecen fitolitos similares pero que no pueden adscribirse, tras su estudio morfométrico, a esta especie. La búsqueda microarqucológica, en este caso, podría dirimir las dudas sobre su presencia en una época u otra; o sugerir hipótesis para relacionarlas con un proceso de ampliación agrícola sobre zonas no roturadas y las explotadas por Jos aborígenes canarios. El estudio realizado conllevó, como con otras especies, su recogida en varios lugares, clasificación taxonómica y tratamientos de laboratorio asi como observaciones al

microscopio óptico con estimaciones

morfométricas (Figura 4. Izquierda) y cuantirativas. 11 Los botánicos consuhados apoyan la idea de que d cai\it.o es una planta introducida aunque existen las dudas por Islas, de que también pueda tratarse. como otras plantas similares. de una planta autóctona (A. Santos, 2006, Com.J•crs.). •• Atendiendo a la observación actual sobre su relación con antiguas tierras de cultivo.

45

Igualmente, pam conocer el grado de reprcscntatividad de.: este tipo concreto de silicofitolitos, en welos de depósito natural, se recogieron muestras en lugares donde se desarrolla esta espceic, como mínimo, desde hace décadas (La Laguna y Gencto. Tcnerife).

Figum 4 (Izquierda): Fitolito de célula bulilorme en hojas de Arwulo donar y ejes búsicos de simetría empleados en su eswdio. Figura 5 (Derecha.): Fitolitos buliformes en horizonte superficial de suelo agrícola ocupado por esta planta. 400x. Fotos: José Afonso. Tras los tratamientos para lograr una muestra nítida, y mcilmentc observable, se llegó a la conclusión de que se trata también de formas silicolitoliticas muy concretas, cuyos ejes de simctria configuran una morfologín bulifonne clammcntc distinguible de las producidas por otras plantas similares (Figuras 5). En esta cucstión, la identificación taxonómica desde biomincralizacioncs silíceas (silicofitolitos). los estudios micromorfométricos pcnniten valorar si la. características de cada morfotipo son sufic ientemente sólidas como para adscribirlos a una especie concreta. Empleando la Colección Experimenta l de Referencia Fitolitcca-1 19 se llevaron a cabo las primeras estimaciones de

c~h.:

tipo, igualmente se compararon los rcsulwdos de anúlisis llevados

a cabo sobre sedimentos arqueológicos y suelos de cultivos antiguos. Por el momento no aparecen indicios claros de que Arundo donax se encontrara entre las plantas explotadas por Jos aborígenes canarios; lo cual, aunque no descarta su presencia plantea la cuestión de: ¿porqué no explotar una planta tan útil?. al menos desde la percepción ''' Desarroll ada en colaboración con el Dpto. d~ Edafología y Geología de la ULL. Rc:•l i/:ula siguiendo el objetivo de dclenninar la presencia. o relación. de una d~tcm1in:1da especie en pm~c'o~ históncos de explotación e~pecílica del medio vct;clal en conlcx tns arqueológicos o palco- ambicntak>.

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agrícola tradicional. Los primeros indicios de su presencia se localizan, por el momento, en tierras de cultivo modernas de Tenerife y Gran Canaria donde, en algunos casos, se conservan en los extremos de las mismas proporcionando protección a los cultivos; y probablemente funcionando también como aporte de materia vegetal para distintos fines. A nivel microscópico también se han detectado silicofitolitos muy similares en lo que creemos eran antiguas tierras de cultivo, porque ya no queda ningún rastro evidente de su presencia. Con respecto a niveles aborígenes, en los análisis realizados hasta el momento, parece más probable la presencia de otras gramíneas como el "carrizo"

(Phragmites australis), mientras que, para Arundo donax, parece oportuno realizar mayor número de estudios. Por ello, el modelo microarqueológico que aquí desarrollamos, desde una base totalmente experimental, parece poder permitir, también desde la discriminación de datos, detectar elementos informativos allí donde ya no se buscan, e intentar con ellos rastrear secciones del pasado donde existen vacíos explicativos importantes.

La explotación histórica de Las Caiiadas del Teide: ¿subsistencia o rentabilidad?. Respondiendo a su particular función como herramienta arqueológica de intervención inmediata 20, muchas veces es durante el trabajo de campo cuando se presenta la posibilidad de aplicar las posibilidades de la Microarqueologia a contextos muy concretos. Durante las campañas de prospecciones sistemáticas realizadas en el marco del proyecto Inventario Arqueológico del Parque Nacional del Teide11 se localizaron numerosos ejemplos de materiales que sugerían procesos de explotación del medio muy específicos, este es el caso de los asientos de colmenas localizados en varias de las zonas prospcctadas. Este tipo de yacimientos históricos, que se configuran como conjuntos de muros, y los propios asientos de colmenas, entre otras estructuras asociadas, se relacionan obviamente con la explotación de la llora de Las Cañadas con fines meliferos. En los ejemplos localizados no se detecta ninguna estructura, como las denominadas "corchos" que servían para albergar los panales, pero sí algunos 20 Garantizada siempre que e¡¡;ista la posibilidad de extraer una mínima pane (muestra) del material arqueológico original. 21 Parques Nacionales, 2003-20117. Equipo de investigación dirigido por M. Amay y que contempla la recogida de toda la información disponible sobre yacimientos, y zonas de actividad antrópica. en amplios sectores de Las Cañadas del Teide. El recurso de la Microarqueología es uno de los tomados en cuenta como forma de evaluar, sin riesgo para la integridad de los yacimientos detectados, algunos aspectos complementarios sobre los mismos que han servido para ampliar el rango investigador de una prospección arqueológica convencional.

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fragmentos de materia vegetal. que no respondían a la estructura leñosa de una gimnosperma como el "pino canario" (Pinus canariensis), especie que se encuentra en la zona de prospección y especialmente en zonas más bajas. La primera observación in

sílu de estos fragmentos era de extrañeza porque la materia, indudablemente vegetal, con la que estaba confeccionada una especie de "tabla", no respondía a nuestra idea de la madera, por lo menos a la del familiar pino canario. Dado lo especial de la situación y la posibilidad de lograr información sobre un proceso de explotación del medio, del que poco se conoce a nivel arqueológico, y sin alterar la entidad del yacimiento en cuestión, se tomó un fragmento de los que aparecían en superficie y se extrajo una muestra para analizar. Se le aplicó un tratamiento basado en la digestión en seco (Dry ashing) y se obtuvieron dos residuos de diferente color, que quizás indicaban diferentes texturas dentro del mismo tejido vegetal. Ateniéndonos a esta diferencia, se realizaron preparaciones microscópicas que confinnaron la presencia rotunda de silicofitolitos. Su morfología es esférica, o semiesférica en algunos casos, con ornamentación de picos cortos (globular equinate, ICPN 1.0) que no recubren totalmente la superficie del fitolito (Figura 6). Las estimaciones morfométricas realizadas indican un diámetro medio de 16,25 Jtm con un máximo de 22 Jtm y un mínimo de 9 Jtm. Si bien las características morfológicas y de ornamentación coinciden con las presentadas por los silicofitolitos esféricos de la "palmera canaria" (Piroenix canariensis Chabaud) en sus tejidos foliares; los diámetros de estos son ligeramente inferiores, tanto en la media simple ( 10,6 f.! m) como en rango máximo (14 f.!m) y mínimo (6 f.!m). A falta de comparar los morfotipos detectados con los contenidos en los troncos de palmera datilera (P. dacty/[{era L.); que deben presentar, como en sus hojas, morfotipos similares, podemos al menos confinnar que el material del fragmento localizado, en los mencionados asientos de colmenas, corresponde a troncos de palmera de un ejemplar adulto, algo que parece obvio con la observación de su consistencia; tampoco podemos descartar algún tipo de tratamiento realizado sobre la pieza para lograr dicha solidez. De hecho, el fragmento muestreado presentaba signos de combustión en uno de sus extremos pero no puede descartarse su alteración en procesos posteriores a su abandono (Figura 7) 22 •

11

También nos ha sido sugerido, en el transcurso de las Jornadas de Investigación Prebendado Pacheco, el posible empleo de tejidos de palmera sólo para realizar el ahumado de la colmena. No obstante. igualmente también se nos ha afinnando, durante los debates del mismo evento, que en la Isla de la Gomera existe amplia tradición en el empleo de troncos "ahuecados" de palmera para confeccionar la estructura principal de dichas colmenas.

48

Con todo ello, la presencia de industrias vegetales con feccionadas con troncos de palmera abre la puerta. j unto a o t ro~ datos di.! una posible investigación. al mundo de la explotación de la alta montaña de Tencri fe. en este caso también en cuanto al de los recursos vegetal!.!s.

Figura 6 (lzqda.). Si licolitolito esférico localizado tras el procesado de la muestra sigui eme. 1OOOx. Figura 7 (Dcha.). Fragmento de materia vegetal detectada en 1.ona de asientos de colmenas. Fotos. José Alonso. o oh·idemos que alrededor de

esto~

enclaves se extienden grandes manchas de

matorral de cumbre l(mnado por leguminosas como la retama (Spar/Ocytisus suprmwbius). el codeso (Adenocmpus

I'Í.ICCISus).

entre otras especies asociadas que.

como la " tonática" (Nepetateydea) atraen a los enjambres de abejas durante la etapa de la floración. El proceso de captac ión de la miel sin embargo. no debía ser nada sencillo. solamente contando con el dcspla;amiento que tenía lugar desde las zonas del noroeste de la Isla hasta llegar a cotas cercanas a los 2000 m.s.n.m. Igualmente habría que profundizar en todo el proceso histórico del aprovechamiento de este recurso, que panc de la duda sobre su explotación en

~poca

aborigen. Podríamos preguntarnos, desde esta

perspectiva. si el uso de la palmera como pane de la estntctura de la colmena (corchos) tienc este origen. o si bien es una incorporación posterior. En todo caso. tal y como se ha planteado en trabajos reali7A1dos sobre otras prácticas económic¡ts históricas en la zona como el carboneo tambi~ n

(BAUCELI.S. GARCÍA y ARI'!t\ Y.

2006). habría que plantearse si

para estas puede hablarse de prácticas insertas en un ámbito social con escasas

posibilidades económicas. tanto como para encontrarse cn el umbral de la subsistencia. Desconocemos si en el caso de la producción. y posterior comercio. de la miel podemos hablar del 1nismo proceso; no obstante, es posible utilizar los datos obtenidos como hilo conductor para ampliar la búsqueda sobre actividades que se mantienen en la actualidad.

49

y cuya secuencia histórica, así como de todas sus connotaciones sociales, aun pueden definirse de forma más compleja.

Conclusiones

El resultado de la definición de la Microarqueología, como disciplina inserta en el mundo de la Arqueología y los estudios históricos, es el de la apertura de una vía de acceso a diversas cuestiones relacionadas con la realidad humana del pasado. Esta vía supone contar con datos emanados de la experimentación y observación de muy diversos materiales arqueológicos y naturales; lo que supone que existe una limitación manifiesta, sólo superable cuando se cuenta con muestras representativas del proceso, y etapa histórica que se quiere conocer con mayor profundidad. Pero es también un hecho de que no se encuentra lo que no se busca y las respuestas no serán resueltas si no se formulan las adecuadas preguntas previas. Tales preguntas sólo pueden venir de la mano de una reflexión, primero teórica y luego también metodológica, sobre el proceso histórico, económico, social o de otro tipo, que se quiere investigar. También en esa reflexión es fundamental la interacción de intereses de estudio aportados por equipos interdisciplinares, ya que es desde distintas perspectivas de donde suelen surgir preguntas lo suficientemente complejas como para lograr, también en los estudios microarqueológicos, ordenar la complejidad huyendo de la simpleza. Los materiales arqueológicos canarios han demostrado poder ofrecer también numerosa información anteriormente no tenida en cuenta. Y al igual que la rama experimental, que supone un requisito fundamental, y una fuente inagotable de nuevas hipótesis de trabajo. permiten profundizar en procesos donde estuvieron presentes las gentes de estas Islas, y allí donde dejaron sus energías y expectativas de vida; aspectos todos que podemos conocer desde la emisión de nuevas preguntas, que son probablemente el mismísimo germen del conocimiento, también del histórico.

50

BIBLIOGRAFÍA AFONSO VARGAS, J. A., (2004a). Aportaciones del Análisis de Fitolitos, Almidones y otros referentes microscópicos al estudio de la Prehistoria y Arqueología de las Islas Canarias: Resultados Preliminares. Revista Tahona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, N° 12, pp. 69-96. AFONSO VARGAS, J.A .• (2004b), El Análisis de Filolilos, Almidones, y otros referentes microscópicos, aplicculo al estudio de los materiales arqueológicos canarios,

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El. INICIO DE /..A PRODUCCIÓN EN 1.:1 Pt"NÍNSUI.A IBÉRICA. U;v ANAÚSIS 11/STOR/OGRÁFICO Miriam Marrero Rodríguez' Universidad de La Laguna El tránsito de las sociedades cazadoras - recolectoras a las productoras de alimentos supone uno de los problemas más interesantes y controvertidos de la Prehistoria en general y para el caso de la Península Ibérica en particular. La magnitud del primer adjetivo toma ruerza si entendemos que dicho proceso de cambio supone algo más que el desarrollo de la explotación agraria y ganadera y la asociación con un determinado registro material (cerámica. piedra pulimentada ... ). Por el contrario, el inicio de la Producción genera el devenir de prorundas transrormaciones en el esquema organizativo del grupo, sucediéndose éstas tanto a nivel económico como socio- político e ideológico, y. como no podía ser de otra manera, en relación con la aparición de las primeras estrategias de apropiación de la tierra. Por su parte, la idoneidad de la aplicación del segundo adjetivo responde principalmente al estado en el que actualmente se encuentra la investigación desarrollada al respecto. Ésta, tradicionalmente, ha estado dirigida a dar respuesta a lo que entendemos como la incógnita fundamental inherente a dicho proceso, ¿CÓMO TUVO LUGAR?, entendiendo que en la misma están inmersos el resto de los interrogantes posibles. Sin embargo, en el presente, contamos con una profunda discrepancia que abarca desde el ámbito teórico al metodológico y que impide dar una respuesta unánime, al menos en virtud de los datos que manejamos, a la cuestión citada. Así. el corpus científico se encuentra dividido entre: los derensores de un modelo explicativo que ahonda sus raíces en la década de los setenta del siglo pasado y que lucha por mantener sus tres bases fundamentales (exclusividad como única propuesta válida para explicar el inicio de la Producción en todo el territorio peninsular; carácter primigenio; validez de su propuesta migracionista- aculturacionista) y un cada vez más amplio conjunto de evidencias emanadas de la práctica de campo que también desde los años setenta hasta el momento actual refutan los pilares del citado modelo. A tenor de esta realidad entendemos imprescindible, como paso previo a participar en este debate, conocer a la perfección tanto el origen de esta situación como los términos exactos de la misma. Así, proponemos como herramienta metodológica llevar a cabo un análisis historiográfico, ya que entendemos ésta como la única vía capaz de 1

Bec:aria del Progr,¡ma de Fonnación de t•rofesorado Universitario. Ministerio de Educación y Ciencia.

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mostramos tanto los puntos débiles de la historia de la investigación como de la misma en la actualidad, con el objetivo de poder convertir dichos puntos en núcleos de partida para nuevos trabajos.

/.

Los primeros pasos de la im•estigación. Desde el siglo XIX hasta 1970

Los estudios sobre los inicios de la Producción en la Península Ibérica arrancan a mediados del siglo XIX. En este momento ven la luz un conjunto de trabajos denominados de forma genérica como Allligiiedades. los cuales tendrán en común mostrar principalmente tanto plantas y dibujos de monumentos megalíticos así como materiales procedentes de cuevas que pueden ser adscribibles, por primera vez, al periodo Neolítico. Un ejemplo es la obra de M. Góngora publicada en 1868 y que lleva por titulo Antigüedades prehistóricus en Anda/ucíu. La senda de este investigador fue seguida por una segunda generación de arqueólogos, entre los que cabe destacar la labor llevada a cabo en el sureste peninsular por los hermanos Enrique y Luis Siret. Su investigación en esta zona dio lugar a trabajos de índole más general y globalizadores que los anteriores. Esto se debe a que si bien ya Góngora clasificaba un yacimiento, la Cueva de los Murciélagos de Albuñol (Granada), dentro de un periodo muy particular, premetalúrgico (Góngora, 1868), los hermanos Siret llevaron a cabo una sistematización y un análisis diacrónico de la Prehistoria para toda la región indicada. El desarrollo de este análisis trajo aparejado algo que supone la primera pieza angular en nuestro intento de explicar la magnitud del citado adjetivo "controvertido". Enrique y Luis Siret fueron los primeros en intentar, para una zona del territorio peninsular, encontrar una explicación capaz de responder a CÓMO TUVO LUGAR el comúnmente designado proceso de neolitización. Al respecto, estos investigadores. asumiendo en primer lugar los postulados difusionistas, defenderán como única alternativa posible y en base a criterios de comparación tipológica, que los elementos que determinaron dicho cambio se debieron al contacto con poblaciones foráneas procedentes del área de Próximo Oriente. Sin embargo, cuando los trabajos de los hermanos Siret estaban llegando a su máximo apogeo, concretamente durante las primeras décadas del siglo XX, la investigación entra en una nueva etapa, la cual se definirá como aquella protagonizada por la que ha sido designada como Escuela clásica. Ésta engloba las obras de varios 54

autores que contarán con algunos puntos básicos de encuentro. Sus características comunes no serán fruto de la casualidad. P. Bosch Gimpera comienza con Etnología de la Península Ibérica ( 1932) una nueva linea explicativa y de investigación, de tal forma que los investigadores posteriores, J. Martinez Santa - Olalla, J. San Valero, A. del Castillo ... , a lo largo de toda la década de los cuarenta, van a reproducir, tan sólo con sensibles variaciones, principalmente terminológicas, el mismo modelo. Éste estará basado por un lado, en la sustitución de la explicación fundamentada en el marco de ex Oriente lux aportada por Siret, por otro en el que aparece el norte de África como el territorio que de forma directa aporta aquellos elementos de cambio al ámbito peninsular. Igualmente, los trabajos de estos autores corresponden en su mayoría a obras de carácter aún más general que las de los hermanos Siret, abarcando en este caso toda la Península Ibérica. Para ésta, se plantearon organizaciones donde se daban a conocer los distintos pueblos que se sucedieron a lo largo del Neolítico y de la primera etapa de la Edad de los Metales. Con tal objetivo, en todos los casos, estos investigadores procedieron llevando a cabo de nuevo un análisis en base exclusivamente a criterios de comparación tipológica, de la misma forma que también lo hicieron partiendo de la identificación como equivalentes de los conceptos de cultura, etnia y grupo racial. Asimismo, establecieron una equiparación entre sociedades cazadoras recolectoras e incluso pastoriles como más arcaicas, mientras que las sociedades agrícolas se identificaron como más evolucionadas. Por tanto, a la explicación difusionista se unen planteamientos propios de la Escuela Histórico- Cultural de Viena y del Evolucionismo unilineal. De este modo, la investigación española llega hasta los años cincuenta del siglo pasado con un esquema organizativo/explicativo basado en estas líneas historiográficas que tuvieron su cuna en el siglo XIX. Todo ello supuso que la pregunta básica de CÓMO TUVO LUGAR el proceso de tránsito de las sociedades cazadoras recolectoras a las productoras de alimentos se redujera a la de POR DÓNDE entraron en territorio peninsular los elementos (nuevo registro material, especies objeto de domesticación, técnicas agrarias y ganaderas) que supusieron el cambio. El único revulsivo con el que se encontraron los postulados de la Escuela clásica fue la creciente importancia de la cerámica cardial. Investigadores como J. San Valero ( 1946: 1948) y A. del Castillo ( 1947) ya habían mencionado su presencia en la Península Ibérica, de la misma forma que dicha tipología también se iba convirtiendo en un elemento cada vez más común en las intervenciones de campo llevadas a cabo en 55

gran parte del arco costero del Mediterráneo occidental. Así, los trabajos de B. Brea en el yacimiento de Arene Candide (1946; 1956) y sus conclusiones sobre las relaciones mantenidas entre Sicilia y el resto del Mediterráneo (1953 -1954) consiguen cambiar las directrices de la investigación. A partir de este momento, la presencia a lo largo de la costa mediterránea occidental de la cerámica cardial indica una relación explícita entre toda esta área. De igual forma, al identificarse que el estrato relacionado con esta tipología en las excavaciones de B. Brea corresponde con el primer nivel neolítico, se entenderá que en todos aquellos lugares donde exista esta cerámica su estrato marcará los inicios de la producción de alimentos en dicha zona. A estos datos se unen los obtenidos por M. Tarradell en distintas intervenciones arqueológicas desarrolladas en el norte de África, principalmente en el área del Estrecho. En ellas se pone en evidencia la imposibilidad de hacer derivar de esta zona el primer Neolítico peninsular al no poderse demostrar la anterioridad cronológica del Neolítico de esta región (Tarradell, 1957- 1958; 1958; 1959). Este hecho hace de M. Tarradell el artífice definitivo de la claudicación de los planteamientos de la etapa anterior, retomando el modelo ya planteado hace más de medio siglo por L. Siret, y volviendo a mirar al Mediterráneo y a identificar la vía marítima como la más adecuada para la propagación de los elementos que caracterizarán al nuevo estadio (Tarradell, 1960: 53 - 54).

JI. Desarrollo del "Modelo Cardial" y su.5 primeras dificultade.5

La década de los años setenta supone el inicio de la complejización del ya conocido como "Modelo Cardial", proceso que tiene lugar desde varias vertientes. Por un lado, la explicación difusionista descrita se reforzó a partir de los trabajos de Ammerrnan y Cavalli - Sforza (1973; 1984) y su modelo de difusión démica. Éstos, basados en estudios genéticos, exponen un esquema en el cual ponen de manifiesto la viabilidad de un proceso migratorio que desde Próximo Oriente a la Península Ibérica se desarrolla a partir del movimiento lento pero continuo de un conjunto poblacional. Éste, avanzaría incorporando gradualmente los nuevos territorios a las estrategias agrarias y ganaderas así como al registro material derivado de las mismas. Por otro, J. Fortea con su obra Los complejos Microluminares y Geométricos del Epipaleo/ítico mediterráneo español publicada en 1973, marca un hito en el esquema

explicativo. En ella, por primera vez, se estudia para el caso de la región levantina el 56

sustrato anterior al neolitico, con la intención de explicar cómo tuvo lugar el contacto entre las poblaciones foráneas portadoras del conjunto de elementos propios del horizonte cardial y Jos grupos epipaleolíticos locales. Así, también por primera vez en la investigación española, a la cuestión de POR DÓNDE entró el contingente neolitizador en la Península Ibérica se une el interrogcnte de CÓMO NEOLJTIZARON a las poblaciones preexistentes en ella. Como resultado, J. Fortea identilicó, cuando dichas poblaciones foráneas llegaron a territorio peninsular y se asentaron en él, tres tipos de asentamientos: a) el generado por ellas mismas b) los englobados bajo el ténnino Epipaleolíticos geométricos, quienes progresivamente irán incorporando los nuevos elementos, y e) los Epipaleolilicos

microlaminares tipo Mallaetes, que se extinguirán o serán absorbidos por los segundos. A tenor de esta realidad, y en base de fonna exclusiva al estudio de la evolución de la industria lítica en los dos primeros conjuntos en el momento de contacto, este investigador determinó que la fonna en la que tuvo lugar el proceso de neolitización corresponde a la vía de la aculturación. Por último, autores como S. Navarrete ( 1976: 1976-1977) para el caso de Andalucía oriental o l. Barandiarán ( 1976; 1979) para el Bajo Aragón, entre otros, desarrollaron el citado modelo como válido también para estas zonas, aunque sin llevar a cabo en las mismas un análisis del sustrato epipaleolítico, sino por el contrario, entendiendo exclusivamente la presencia de la cerámica cardial como influencia desde el área levantina. Sin embargo, de fonna paralela, parecen surgir las primeras voces disonantes que refutan algunos de estos pilares. Éstas aparecieron canalizadas de la siguiente manera. En primer lugar, durante la propia década de los setenta vieron la luz obras que, partiendo de un análisis de la cuestión, reivindicaban que el verdadero cambio que supuso el Neolitico no fue otro más que el acceso a la economía de Producción. Así, investigadoras como l. Rubio de Miguel (1974) o M. D. Asquerino (1977) defendieron la necesidad de prestar una atención preferencial al análisis de los restos bióticos emanados

tanto

de

estratos

neolíticos

como

epipaleolíticos,

encontrando

metodológicamente incorrecta la práctica habitual a través de la cual la comparación tipológica de distintos elementos del registro material suponía la única base empírica para la construcción de un modelo explicativo. En segundo lugar, el resto de los cuestionamientos con los que se encontró el paradigma cardial derivaron de los resultados obtenidos en yacimientos concretos. 57

Como ejemplo, podríamos citar el caso de Vcrdelpino (Cuenca) o Balma de I'Espluga (Barcelona) donde parece documentarse cerámica lisa cronológicamente anterior al horizonte cardial y en sustratos epipaleolíticos {Femández, 1977). De igual forma, en el norte peninsular, concretamente en los yacimientos vascos de Arenaza 1 y Marizulo, se señaló la presencia de especies locales ya domesticadas, de nuevo en niveles epipaleolíticos (Rubio de Miguel, 1981). Asimismo, en el yacimiento de Cova Fosca, ubicado en la provincia de Castellón, quedó constatada la existencia de un primer horizonte neolítico sin presencia de cerámica cardial y con una cronología muy anterior, del VI milenio, a las más antiguas obtenidas por el Modelo Cardial, las cuales no superaban el V milenio. Este conjunto de evidencias y planteamientos a nivel teórico y metodológico supuso que investigadores como la propia l. Rubio de Miguel dejaran la puerta abierta a la posibilidad de aplicar para el territorio peninsular algunas de las hipótesis de la Escuela Peleoeconómica de Cambridge. En ella se postula la viabilidad de un desarrollo autóctono por parte de las poblaciones de sustrato locales en oposición a que fuera el área de Próximo Oriente el único lugar donde el tránsito desde el Epipaleolítico al Neolítico se hubiera producido sin necesidad de influencias foráneas (Higgs y Jarman, 1969). Esta senda fue seguida por M. Pellicer para explicar la situación particular de Andalucía occidental, región en la cual se concentran el resto y a su vez, el mayor número de las evidencias que cuestionarán al Modelo Cardial. En la misma, intervenciones arqueológicas desarrolladas a finales de la década de los setenta en yacimientos como la Dehesilla, el Parralejo (Cádiz), Cueva Chica de Santiago (Sevilla) e incluso la continuación de los trabajos en la Cueva de Nerja (Málaga), pusieron de manifiesto que los primeros niveles neolíticos de la zona poseían, al igual que el yacimiento de Cova Fosca, una cronología del VI milenio. Asimismo, en Andalucía occidental la presencia de cerámica cardial dista mucho de ser relevante, de la misma forma que en la Cueva de Nerja, único yacimiento de esta área donde se ha reconocido la secuencia de transición del Epipaleolítico hasta el Neolítico, ésta muestra una absoluta continuidad entre una fase y otra, apreciándose incluso indicios de domesticación del cerdo en los niveles epipaleolíticos (Pellicer y Acosta, 1981 ). Tales resultados impulsan a M. Pellicer a plantear en un trabajo posterior (Pellicer, 1987) un nuevo modelo de neolitización para esta área peninsular. La nueva propuesta tendría lugar con un milenio de antelación a la llegada de dicha tipología cerámica a la 58

Península Ibérica y durante su desarrollo no se habrían producido aportes exteriores detenninantes. Sin embargo, esta hipótesis no supone una alternativa definitiva ya que de admitir esta afinnación quedaría sin explicación la presencia de ovicápridos domesticados en los primeros niveles neolíticos, puesto que los agriotipos de estas dos especies no se encuentran de fonna previa en el territorio descrito por lo que los contactos con el exterior debieron existir necesariamente.

111. Los últimos 25 mios de la investigación. Controversia y prespectivas de futuro

En virtud de esta realidad, la investigación sobre el tránsito de las sociedades cazadoras- recolectoras a las productoras de alimentos llega a la década de los ochenta inmersa en un profundo debate que continúa desarrollándose hasta el momento actual. Por un lado, ante las refutaciones empíricas presentadas, el Modelo Cardial, que será refonnulado por J. Bemabeu durante esta nueva etapa bajo la denominación de Modelo Dual (Bernabeu, 1996)2 responde a las mismas con argumentos similares a lo largo de estos más de veinticinco años. Su interés está centrado en defender sus tres pilares fundamentales: carácter primigenio, exclusividad y validez de la teoría migracionista aculturacionista. El primero de ellos había sido puesto en tela de juicio en tanto que las dataciones del VI milenio obtenidas para los primeros niveles neolíticos de varios yacimientos de Andalucía occidental y de la región levantina, cuestionaban por sí solas la primacía del modelo, principalmente porque en ellos la presencia de cerámica cardial no era relevante. Ante tal situación, el propio J. Fortea y B. Martí en un artículo publicado en la revista Zephyrus entre los años 1984- 1985, postularán que estas dataciones debían ser erróneas al haberse obtenido tras cometer serios errores metodológicos. Sin embargo, entienden, basándose en algunos fragmentos cardiales aislados presentes en dichos contextos, que éstos pueden ser mejor estudiados dentro del marco del Modelo Cardial/Dual. De la misma fonna, el conjunto de los tres pilares se vuelve a tambalear ya que los ~ Hemos citado este articulo en el texto porque quizás t."S uno de los trabajos en los que consideramos que mejor queda explicado el Modelo Dual, muy probablemente por lo esquemático del mismo. Sin embargo, es importante no dejar de mencionar que éste ya había sido dcnnido desde años antes. Al respecto, también debemos considerar el apartado que este autor dedica a su explicación en la obra Al Oc.~le del

Edén (BERSABEV. 1995).

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indicios de domesticación de especies animales locales en estratos epipaleolíticos parecen hacer dudar de si la llegada del complejo cardial no tuvo por qué haber supuesto también la llegada del concepto de domesticación a la Península Ibérica. Al respecto, de nuevo los mismos investigadores junto con J. Juan - Cabanilles, expondrán que la aceptación del Modelo Cardiai/Dual no supone la negación de este tipo de evidencias. A pesar de las mismas, consideran que dicho modelo seguirá conservando sus tres bases en tanto que sólo cuando tiene lugar la domesticación de especies foráneas, como los ovicápridos. se generarán implicaciones lo suficientemente importantes para el grupo como para considerar que ha comenzado el proceso de neolitización. De esta forma, como dichos autores continúan considerando innegable la teoría migracionista - aculturacionista 3, sólo con la llegada de los portadores de la cerámica cardial, el tránsito de las sociedades cazadoras - recolectoras a las productoras de alimentos podrá tener lugar en la Península Ibérica. Ahora bien, la lucha de esta vía explicativa por mantener sus bases fundamentales, incluyendo las matizaciones descritas en su discurso, no ha supuesto el fin de la controversia a la hora de dar respuesta a la incógnita que señalábamos en la primem parte de este artículo. Muy por el contrario. las refutaciones al mismo, lejos de descartarse por proceder de errores metodológicos, se han confirmado entre otras cosas, 4

por el surgimiento de indicios similares en distintas áreas del panorama peninsular



A tenor de esta realidad, a lo largo de estas más de dos décadas, la oposición al citado modelo pasará por dos etapas bien definidas. Hasta mediados de los noventa no existirá para la Península Ibérica otra propuesta explicativa alternativa, salvo la planteada para Andalucía occidental, con los problemas metodológicos señalados. Sin embargo, las designadas como "refutaciones empíricas" sí parecen haber 1 Es importante seilalar cómo J. Juan - Cabanilles y B. Maní publican ya en el ailo 2002 una obra, considerada como continuación de las citadas en el texto, en la que a través de la realizaciím de "una cartografia de la neoliti7.ación" continuarán defendiendo la aculturación directa como la única vía por la cual las poblaciones epipaleolitica.~ peninsulares pudieron adquirir las nueva.~ técnicas y el registro material propio del Ncolitico. ~ Como ejemplo podemos citar las conclusiones expuesta por A. Cava en un trabajo publicado en el ailo 1988 sobre el Neolítico en el País Vasco. En él, tras una presentación más o menos detallada de los yacimientos principales que han aportado información a este respecto, se procede a una sistematizción del Neolítico en distintas etapas, así como a una explicación de cómo pudo haberse desarrollado aquí el proceso de tránsito entre las sociedades cll7.adoras - recolectoras y las productoras de alimentos. En este sentido, la autora propone como la palabra que mejor define a dicho proceso el término progresión, entendiendo por tal un camino lento que tiene como punto de arranque el cpipalcolitico, momento en el que se ha confirmado la domesticación del perro así como la paulatina adquisición de la cenímica o la piedra pulimentada. De igual forma, en el caso de la primera, la presencia de la tipología cardiul no parece ser relevante, siendo las cerámicas lisas las absolutas protagonistas.

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demostrado lo siguiente: Una innegable continuidad entre el sustrato epipaleolítico y el neolítico. Un gran protagonismo de las poblaciones epipaleolíticas en el proceso de tránsito. Los dos

puntos anteriores

toman

imposible establecer una

división

en

compartimentos estanco entre las dos partes de un mismo proceso: el sustrato epipaleolítico, en el que comienzan a atisbarse indicios de los comienzos del mismo, y el sustrato neolítico, en el cual, en virtud de la concepción evolucionista e historicista de la investigación hasta épocas muy recientes, ya se contaba con todos los elementos propios de la consecución del cambio. Así, de acuerdo con lo expuesto, la necesidad de una ref(lrmulaci6n del propio concepto de Neolítico. opuesto a las constricciones del modelo preestablecido como "dogmático" donde se recoja tanto las evidencias señaladas en el apartado anterior como las conclusiones que de las mismas acabamos de exponer. parece ser de obligado cumplimiento. En esta línea caminarán dos tipos de trabajos a partir de los años noventa. En primer lugar, nos encontramos con una importante producción de obras teóricas orientadas a cumplir con este objetivo. En segundo término, verán la luz una gran cantidad de nuevas refutaciones procedentes tanto de la práctica arqueo16gica como desde otras disciplinas y que no harán más que apoyar los planteamientos expuestos por el primer grupo. Comenzando por éste destacamos, por hacer referencia a todo el conjunto peninsular, la labor de J. M. V icen{ Su trabajo supone una alternativa explicativa desde el materialismo histórico. En él planteará cómo, frente al Evolucionismo imperante en los modelos tradicionales, entre los que ya incluimos al Cardiai/Dual. las sociedades eazadoms - recolectoras no se vieron abocadas a adquirir el nuevo sistema neolítico por considerar éste como más avanzado. sino que, por el contrario. dichas sociedades incorporaron las nuevas técnicas productivas con el objetivo de seguir manteniendo su estado de cazadores recolectores. Ahora bien. esta incorporaci6n supuso el comienzo de una serie de contradicciones con la superestructura, haciendo necesario un cambio en este nivel. Fue por tanto la acumulación de las citadas contradicciones la que dio lugar a la consecución del Neolítico. momento éste que debemos entender como el linal del proceso cuyo

s Haciendo sólo referencia a áreas paniculares de la Península Ibérica es imponante mencionar en la misma linea. los tmbajos de J. M. Mtkl'l y J. Bosnt en Catahn):~ (1990) 11si como los de Thomns X. SCHUHMACIIER y Gcrd-C. WENIGER ( 1995) en el Lcvmllc.

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inicio había comenzado protagonizado por el sustrato epipaleol ítico. Así, con esta nueva concepción de la secuencia y del proceso, J. M. Vicent ha dejado atrás la tradicional estructura por etapas, sustituyéndola por la sola existencia de un proceso de cambio profundo, tanto que puede ser aplicable desde la perspectiva materialista el término "revolución" y la consecución del mismo. Con ello, quedan explicados aquellos casos, hasta ahora considerados anómalos, en los que está constatada la domesticación animal en dicho sustrato o quizás también la adopción de la cerámica sin que ésta venga acompañada del resto de los elementos hasta ahora sólo propios de un estadio neolítico plenamente constituido (Vicent, 1990). Dentro del segundo grupo, y tal y como hemos indicado, las nuevas refutaciones al Modelo "dogmático" llegan desde distintas disciplinas. En primer lugar, la investigadora A. Hemando se hace eco de estudios recientes llevados a cabo por la Universidad de Oxford basados en el análisis del ADN mitocondrial de diversas poblaciones europeas, a partir de lo cual se concluye que en este continente cabe distinguir cinco linajes mitocondriales diferentes. De ellos, sólo dos parecen tener similitudes con otras muestras procedentes de Próximo Oriente. Sin embargo, cuantitativamente éstas sólo suponen entre el 5 y el 15% del conjunto, por lo que de haber entrado población en el viejo continente desde el área próximo - oriental, su número sería muy reducido (Hemando, 2000). A estos datos hay que unir los resultados obtenidos por el osteólogo C. Meiklejohn del Departamento de Antropología de la Universidad de Manitoba (Canadá), tanto en el Medierráneo como en Portugal y que de nuevo fueron recogidos por A. Hemando en el mismo documento. Éstos permitieron a este investigador y a su equipo de trabajo, si bien no negar la posibilidad de algunas incursiones costeras a Portugal durante la etapa que coincide con los inicios de la Producción en la zona, sí oponerse a que este posible hecho aislado pueda respaldar la evidencia de una inmigración masiva de población foránea, ya que no hay datos que muestren una alteración de los rasgos genéticos de los grupos preexistentes en este territorio. En segundo lugar, estudios antropológicos han permitido el desarrollo de modelos que intentarán dar una respuesta a la forma en la que las especies domésticas, cuyos agriotipos no se encontraban en territorio peninsular, llegaron al mismo. Así, postularán que este hecho no tiene por qué implicar también el desplazamiento de sus portadores. El papel activo ya no lo desempeñarán las poblaciones plenamente neolíticas que se desplazan, sino que recaerá en los grupos epipaleolíticos que a través de sus obligadas

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prácticas exogámicas, siguiendo una red de relaciones recíprocas, reciben los nuevos elementos siendo a su vez los transmisores para sus otros grupos colindantes. Esta es la base del Modelo de filtro (Lewthwaite, 1986) así como del denominado Modelo percolativo (Rodríguez et al.• 1995). El primero de ellos además expone como consecuencia lógica de este tipo de mecanismos, que los elementos así como las ideas que llegan a un área concreta a través de este procedimiento no son los mismos que partieron desde su centro de origen, sino que de alguna forma a estas características iniciales habría que añadir el papel ejercido sobre ellas por sus transmisores. Por último, tanto la viabilidad de la propuesta de J. M. Vicent como la validez de lo expuesto por estas ciencias auxiliariares parece confirmarse en las intervenciones de campo llevadas a cabo en los albores del s. XXI. A este respecto, la región andaluza y del Algarve portugués se encuentran en una posición privilegiada. Aquí se están llevando a cabo proyectos en los que, con el objetivo de responder a la pregunta de CÓMO TUVO LUGAR expuesta a comienzos de este artículo, se analizan, a través tanto de prospecciones como de excavaciones sistemáticas, amplias zonas prestando la misma atención a los contextos epipaleolíticos y neolíticos. Los resultados son claros. Por citar sólo dos ejemplos correspondientes a áreas totalmente opuestas dentro de la citada región, resaltamos por un lado la labor codirigida por los investigadores Dimas Martín Socas y M". D. Cámalich Massieu en la zona de la Depresión del Vera y la cuenca del rio Almanzora, así como los trabajos realizados entre otros por ellos mismos en el Algarve occidental a tenor de la presencia de menhires con decoración recurrente (Calado et al., 2004). Para el primer caso, las conclusiones extraídas muestran la no necesidad de acudir a procesos de colonización desde otras áreas vecinas para explicar los inicios de la producción de alimentos. Como alternativa, estos autores proponen como protagonistas del proceso a las poblaciones epipaleolíticas de la región. Manifiestan que muy probablemente éstas pudieron haber llevado a cabo una suerte de evolución local introduciendo los nuevos elementos a partir de lazos sociales y políticos con grupos lejanos. Ello traería consigo un aumento paulatino de la población a la par que el dominio de la producción agropecuaria se iría constituyendo en dichos grupos (Cámalich y Martín, 1999; 330). En cuanto el segundo caso, la gran novedad aportada por el equipo de trabajo en relación con el estudio de los menhires de esta región portuguesa, proviene de varias vertientes. Por un lado, se llevaron a cabo dataciones en los estratos relacionados con el

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levantamiento de los mismos, constatándose que este hecho se produjo desde al menos, finales del VII milenio a.C. Ello sugiere que mucho antes de la llegada, según los modelos tradicionales, de la economía de producción a esta región, estas poblaciones ya estaban levantando dichos menhires y por lo tanto mostrando al respecto una marcada territorialidad. De la misma forma, fueron realizados estudios en relación con el impacto que estas poblaciones tuvieron sobre el medio, siendo los resultados definitorios en tanto que implican que estas comunidades poseían una estructura sedentaria que escapa a los parámetros lógicos como para tratarse de sociedades cazadoras - recolectoras.

IV. Com:/usiones En este último apartado, sólo nos resta. en relación a lo aquí expresado, realizar un balance sobre la validez de nuestra propuesta metodológica para conseguir los objetivos marcados. Al respecto, entendemos que el análisis historiográfico ha mostrado con bastante nitidez tanto el porqué como la magnitud del término "controvertido" con el que hemos calificado a la situación de la investigación sobre los inicios de la Producción en la Península Ibérica en la actualidad. Así. han quedado claras las raíces en las que se enclava la propuesta explicativa que más aparece en los manuales de Prehistoria peninsular para dar respuesta a la incógnita descrita: el Modelo Cardiai/Dual. De la misma forma, también hemos mostrado cómo desde el inicio de la complejización del mismo las evidencias que refutaban el total de sus bases fundamentales se han hecho cada vez más evidentes y contundentes a lo largo de estas tres últimas décadas. En virtud de lo cual. entendemos que la principal lectura que debemos extraer de lo aquí expuesto es de nuevo el intento de responder a varias cuestiones: ¿por qué se ha querido mantener la validez del Modelo CardiaUDual obviando el registro arqueológico y las aportaciones de otras ciencias auxiliares? ¡,No nos encontramos en este caso ante un verdadero error metodológico de base? La investigadora A. Hemando señala como posible respuesta la necesidad de la sociedad actual de seguir manteniendo la dicotomia salvaje - civilizado, hecho que se materializa de forma inmejorable en la concepción de la neolitización propuesta por el modelo citado (Hernando, 1999). 64

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, y sin negar esta posibilidad, creemos que la respuesta no debe ser tan abstracta. Efectivamente el peso de la tradición parece ser un serio problema que alberga la investigación española en estos términos y que nos ha desvelado el análisis historiográfico. Sin embargo, la práctica arqueológica también ha sufrido un importante proceso de maduración, no sólo a nivel de medios técnicos sino también económicos y de importancia social reconocida. Luego podemos decir, es cierto que quizás desde una perspectiva muy optimista, que la investigación a este respecto, hasta el momento actual ha dado los pasos de base para pasar a vivir a partir de ahora un nuevo horizonte determinado en gran parte por el tipo de propuestas como la de J. M. Vicent a nivel teórico, y por trabajos a nivel de campo como en los que han participado y/o codirigido Dimas Martín Socas y M.a D. Cámalich Massieu.

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11 SESIÓN

EL ANTIGUO RÉGIMEN

LAS FORMAS DE LA VIOLENCIA: FUENTES Y APROXIMACIONES A SU ESTUDIO HISTÓRICO EN LA COLONIZACIÓN DE TENER/FE

Roberto J. González Zalacain Cemyr-Universidad de La Laguna El recurso a la violencia como medio de resolución de conflictos en las relaciones humanas tiene presencia en prácticamente todas las sociedades del pasado. Y como ha ocurrido con tantos temas de interés para la Historia, su análisis ha tenido amplio desarrollo en las últimas décadas, de la mano de las más pujantes perspectivas teóricas de la disciplina. Se trata de un fenómeno de enorme impacto en nuestra realidad cotidiana, con una caracterización multiforme también existente en las sociedades del pasado, y por ello analizada en su perspectiva histórica desde múltiples puntos de vista. Cada etapa histórica se ha desarrollado con sus premisas de comportamiento particulares, y también diferentes son las posibilidades de aproximación que tenemos los historiadores en función de la cantidad y calidad de las fuentes de estudio disponibles. Hasta el momento se nos han propuesto modelos, se han desarrollado teorias, todo ello con resultados interesantes pero insuficientes. Lo que sigue a continuación es una propuesta de trabajo, destinada a recapitular lo conocido, y a abrir posibles vías en el mejor conocimiento del funcionamiento de la sociedad del tránsito de la Edad Media a la Moderna, para la cuál la violencia era un hecho consustancial a su realidad cotidiana. Para ello comenzaré esbozando una definición terminológica de distintos conceptos que vamos a manejar con asiduidad, y que entiendo que se hallan corrompidos para el discurso historiográfico por el uso cotidiano del lenguaje. Considero que se trata de un ejercicio muy necesario en todo trabajo histórico, ya que las palabras no siempre significan lo que nosotros creemos, y más aún en un terreno tan resbaladizo como el que se trata en estas páginas. El concepto de violencia es de uso común entre nosotros, y en el imaginario colectivo alude a un amplio espectro de acciones y actitudes que implican daño fisico o material. Si nos acercamos al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua para trazar la genealogía semántica del vocablo 'violencia'. vemos cómo ésta nos remite al verbo violentar, cuya primera acepción es Aplicar medios ,.;o/entos a cosas o

personas para vencer su resistencia1• De esta definición sobresalen dos cuestiones 1 Todas las definiciones citadas del DRAE corresponde a la consulta realizada el 27-03-2007 de la versión on-line http://www.rae.es/.

71

diferentes. Por un lado, identifica violencia con quebranto de la resistencia personal; por otro, impone una definición un poco más precisa de 'medio violento •. En este término compuesto prima el adjetivo. definido por el DRAE con hasta ocho acepciones diferentes, bastantes de ellas relacionadas con lo el uso habitual entiende por 'violento'

2



Como se puede observar, un campo semántico muy rico que ha dado cobijo a múltiples acercamientos al fenómeno a lo largo de las décadas pasadas. Éstos han sido siempre parciales, ya que todos los estudios hasta el momento desarrollados lo han hecho relacionándolo exclusivamente con algunos de sus agentes promotores: crimen. guerra, movimientos sociales ... , no como recurso general de resolución de conflictos

3

interpersonales. Como ocurre en nuestros días, el recurso a la violencia en el entorno de las relaciones entre personas está fuertemente mediatizado por el origen del mismo. El fallecimiento intencionado de una persona a manos de otra es un hecho objetivo que puede ser calificado de diferentes formas en función de las circunstancias en que se haya producido, ya que no es lo mismo matar para robar. para vengar una afrenta, en una batalla, etc. De tipificar las diferencias, en la causa y en el castigo correspondiente, que concurren cada ocasión, se encarga el derecho. Pero hay que tener muy presente que violencia no es sinónimo de delito, ni mucho menos todos los delitos han de ser cometidos por mediación de una agresión de algún tipo. Esta diferenciación, como trataré de exponer más adelante, es muy importante a la hora de entender la evolución historiográfica que ha seguido nuestro objeto de estudio. Y es que la relación con las legislaciones de las diferentes épocas ha marcado buena parte de los estudios históricos sobre la violencia, especialmente los que se han realizado fuera del ámbito de la guerra o la conflictividad social. Sin embargo, hemos de colegir que violencia y delito, a pesar de ser términos afines, no son concomitantes. Hay manifestaciones que hoy consideramos violentas y que las sociedades del pasado las 1.Que está fuera de su natural estado. situación o modo. 2. adj. Que obra con ímpetu y fuer.ramplona, Gobierno de Navarra, 21105. GAUVARI>, Claude, "Les suurces judiciaires a la lin de Moyen Age peuvcnt-elles permeltre une approchc quantitative du crirnc'?", en Co~TMIII'E, P., DUlOUK, T. y SCHNERII, B. (eds.), Commer('(•, Finann•s ou., F., "Relacione~ de los ar.:hipiélago~ de Azores y Madera con Canarias, según fuentes inquisitoriales (siglos XVI y XVII)", en 1 Colóq11ia lmemacional de História da Madeira. Funcha/, /986. Funchal, vol. 11, 1990, pp. 846-876. En colaboración con L. A. ANAYA HERNÁNDEZ; LuxAN MENÉNI>EZ. S., "Islas adyacentes (Madera y Azores) y pl87.as portuguesas del none de África, Canarias y la Baja Andalucía ante la R~o-stauración portuguesa", en // Colóquio lmemacional de História da Madeira. F11nchal. /989. Funchal, pp. 621-635.

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Lo cierto es que gran parte de esta actividad intelectual se ha centrado en Jo que podríamos denominar la primera época. Es decir, aquellas que se han dedicado a conocer la importancia de los portugueses en la realidad canaria desde el descubrimiento de las Islas, pasando por los repartimientos de tierras y la puesta en ejercicio de los ingenios azucareros; concluyendo con la decadencia de Jos mismos a principios del siglo XVII. Aproximadamente hacia 1640 comienza otra época relevante para los historiadores. En este caso, el empeño viene dado por unos cambios en la esfera internacional que van a repercutir en la economía y en la sociedad canaria. Esto es, la crisis de la exportación del vino a favor de otros caldos como los portuguesess. Por tanto, los textos se van a centrar en esa coyuntura, teniendo un papel secundario en el discurso el elemento luso. Pero en medio de estos dos grandes momentos se encuentra un periodo muy rico para la historia de España en general y para la tinerfeña en particular, y que más adelante llegaremos a esbozar. Pero sorprendentemente ha sido muy poco estudiado salvo en contados artículos, e inclusive éstos son prácticamente inexistentes para la isla de Tenerife. Por otro lado, hemos dejado para el final las publicaciones peninsulares. En este caso sí existen obras generales sobre este periodo, tanto en castellano como portugués6 . Aún así son muy pocos los que llegan a abordar el tema más allá del estudio de las instituciones principales del reino 7• Una de las pocas excepciones son los trabajos de Domínguez Ortiz8 , pero los cuales ya sufren de una cierta antigüedad. En cuanto a las fuentes que disponemos para llevar a cabo esta labor contamos con documentos de carácter primario. Estas son: los libros parroquiales, los protocolos notariales, los informes del Santo Oficio y la documentación municipal. Por tanto, hay suficiente cantidad, y sobre todo variada, información que nos permite aproximamos a la realidad a la que nos enfrentamos. Si bien, echamos en falta otro de tipo de textos, de tipo personal o privada, para llegar a conocer mejor las relaciones y redes sociales de estos individuos. S BETHENCOURT MASSIEU, A., Canaria.• l' /ng/atl!rra: el coml!rdo de ¡•itw., (/650-/800), las Palmas, Cab. Insular de Gran Canaria, 1993. 6 BOUZA ÁlVAREZ, F., Porlugale11la nwmtrquía ltispúnica (1580-1640), Felipe 1/, la.• Cortes cll! Tomar >.·la géne.•is del Por/liga/ católko, Madrid, Universidad Complutense, 1987. ' LUXAN MENÉSDEZ. S., lA remlución cll! 1640 e11 P1Jr111gal. stu jimdamelllos socia/e.• .l' stts camcleres nacionales: El ConseJo de Portugal. 1580-/640, Madrid, Universidad Complutense, 1988. 8 DoMINGUEZ ÜRTIZ, A., Los extrcmjeros e11 la 1•idt1 espt1ñola clurcmte el siglo XVII, Sevilla, Diputación,

1996 (1960).

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Aparte de la problemática habitual con la que se encuentra un investigador al utilizar este tipo de fuentes -como es el deterioro o pérdida de documentos-, padecemos otra poderosa complicación: la homonimia. Se nos hace muy dificil identificar a los portugueses en la documentación, y si cabe aún más en los registros de bautismo o de matrimonio, ya que los nombres personales son idénticos a los castellanos. Son muy habituales apellidos tales como Fernández o González, incluso algunos de los que podríamos sospechar, como Anchieta, Núñcz o Acosta, pueden tener un origen castellano. Por otro lado, no hay que olvidar que en la redacción de la época no existía aún diferencia entre la z y la s, o entre la f y la h. Por tanto, hemos decidido referenciar sólo aquellas personas y documentos en los que aparezcan de fonna explicita los intereses portugueses. Es decir, si presuponemos que no todos los individuos y actividades tienen por qué aparecer reflejados en los papeles. menos van a brotar si realizamos este corte. De este modo, nos será muy complicado realizar una aproximación cuantitativa, pero no nos impedirá elaborar un estudio riguroso sobre la calidad cualitativa, ya que la recogida de la infonnación se basa en numerosas catas de años completos, proporcionándonos un buen muestreo para reflexionar y proponer unas conclusiones sobre las actividades de esta comunidad. Hemos mencionado la singularidad de la homonimia, pero contamos con un 9

documento exquisito para nuestro proyecto, el censo de portugueses de 1626 • Se trata de un mandato de la Inquisición un año antes para conocer el número de estos individuos que han llegado recientemente. Para el caso que nos ocupa, que es la isla de Tenerife,

lo

tenemos

relativamente

completo.

Y

aunque

presenta

algunas

particularidades -especificar sólo los varones adultos o como no especificar que se entiende por haber venido recientemente- y siempre dependiendo del criterio y grado de infonnación de los comisarios del Santo Oficio, nos pcnnite conocer otros aspectos que la documentación tradicional no trasmite como el aspecto fisico y nos ayuda a identificar con seguridad a los portugueses en otras fuentes. Este censo es muy inusual, incluso para el resto de España, por lo que puede ser un método novedoso de estudio. Pero como ya hemos señalado, debemos tener cuidado, ya " BONNH SUÁREZ, S. F., '"Familias ponuguesas en La Laguna del siglo XVII". en Re,·isw de Historia Canaria, ns. 93-94, pp. 111-118, 1951; FAJARDO SriNOLA, F., '"Ponuguescs en Canarias en el siglo XVII. Una relación de 1626", en XV Coloquio de Historia Canario-Americana. Út\' Palmas (](}02), Las Palmas, (edición en CD-ROM), 2004, pp. 310-320.

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que no aparecerán todos los que son. No olvidemos a los que están de paso, muy difíciles de localizar. Para estos últimos. cuya principal actividad es la mar, los diferentes tipos de contratos- compra-venta, obligaciones, poderes, letras de cambio, cte.- que aparecen en protocolos suelen ser la única pista que tenemos. A veces. sin mencionar su origen lusitano en el documento. podemos vincularlos con los territorios portugueses continental europeo o las colonias- a través de las redes sociales o económicas que aparecen citadas. Como ejemplo sirva la carta de Diego Luvelar, vecino de Gran Canaria y estante en Tenerilc. Éste le da poder a Juan Ambrosio Burgo Novo -sin especificar su origen-. para que cobre de Simón Gómez. vecino de Lisboa una cantidad -indicada en reales castellanos y reis portugueses- por la trata de esclavos negros de Guinea, que habían pasado anteriormente por Cabo Verde 10• Efectivamente, con una sola resefia hemos podido recoger una gran cantidad de datos destacables. En primer lugar, observamos unas redes comerciales desde Tenerife que terminan en Lisboa pero que han pasado por Guinea y las islas de Cabo Verde. Pero lo que es más importante. estos contactos los han hecho individuos. cuyo origen no tiene por qué ser ni portugués ni castellano. pero tienen como elemento de unión Tenerife. Como vemos, el otorgante es vecino de otra isla. que tiene necesidad de viajar a otra para dar poder a otra persona para que cobre de un comerciante lisboeta una cantidad por unas mercancías que vienen de una plaza lejana, Guinea. Por tanto, nos indica la existencia de unas relaciones sociales muy amplias. el comerciante necesita de unas redes fiables -normalmente la familia. como concepto amplio- para garantiza el éxito de sus negocios. Lo cierto es que es tan complejo que en este caso no podemos saber de buena tinta el lin último de la transacción porque desconocemos dónde van a parar dichos esclavos y en qué va a invertir los beneficios el vendedor. Esta muestra sírvase para entender un sistema más amplio, que conecta personas, mercancías e ideas por todo el Atlántico. Desde Brasil a Angola, pasando por todos los archipiélagos. Pero que además incluye a otros personajes extranjeros -amigos o enemigos-. como los flamencos. franceses o hanseáticos. La documentación notarial también nos informa de otros datos, igualmente valiosos. como protocolos completos en portugués. los productos que se demandan o. como hemos relatado. el tipo de cambio de la moneda portuguesa a la castellana. Pero siguen

w A.ll. P. S. T., Gallegos, Alonso. 15XS, enero, 13.la laguna,!" 177-178.

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destacando las relaciones de las actividades de los portugueses en Tenerife, principalmente en la actividad agrícola. No sólo como tmbajadores en sus diferentes facetas en las plantaciones de la caña de azúcar en un primer momento, sino también en la producción vitivinícola y otros cultivos de subsistencia. Continuando con las profesiones, la documentación inquisitorial ofrece del mismo modo testimonios al respecto. Pero en este caso nos aporta una visión variada. Es decir, nos encontramos con una mayor variedad de oficios tales como plateros, sastres y tenderos de todo tipo. Como es de suponer, y ya lo intuimos anteriormente, cuando tratamos la importancia del censo de 1626, el Santo Oficio ofrece otro tipo de datos. En este caso, al tratarse principalmente de delitos de fe debemos de presuponer que sólo se relaciona con motivos religiosos. Pero su aportación es mucho mayor, llegando a conocer aspectos de la vida cotidiana y privada. Como modelo el proceso a Catalina González, portuguesa y vecina de La Laguna, a la cual llaman la Vieja de Santiago, porque cuando estaba horneando en sábado con otras mujeres dijo que era pecado hacerlo tal día 11 • O la sentencia del Santo Oficio contm Gaspar López, platero, natural de Guimames en Portugal, el cual había cortado un lazo de una cruz en el muelle de Santa Cruz 12 • Al igual que los protocolos notariales, la documentación inquisitorial ofrece información sobre las relaciones entre portugueses y otras naciones. Y en algunos casos, estas dos fuentes se complementan. Es el caso del fragmento correspondiente al proceso contm unos ingleses y dos portugueses que, procedentes de Inglaterra, y haciendo escala en Madeim, llegaron a Tenerife pam comprar vino para llevarlos a Angola. A continuación menciona el nombre de uno de los portugueses, Fmncisco de la Rocha Paris. A partir de aquí, los hemos localizado en los documentos notariales. terminando de integmr todas las referencias 13 • Con este último ejemplo no nos deben sorprender las relaciones de los portugueses con enemigos de la Corona, como fueron los ingleses. No son los únicos extmnjeros que se benefician del comercio con Canarias, aunque existieron periodos de licencias con las Provincias Unidas -como la Tregua de los Doce Años de 1609-, los holandeses utilizaban pasaportes falsos, incluso tripulación aparente de otros lugares, como

11 A. M. C., lnq .• CLXXIV-64. •: A. M. C., lnq., LXXXIV-4. 1 ·' A. M. C., lnq., CXXXI-21.

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portugueses, para comerciar no sólo con Canarias, sino con las diferentes posesiones portuguesas del Atlántico 14• Pero los portugueses gozan de una particularidad, el origen converso de una parte importante de los miembros de esta comunidad, sobre todo en la primera mitad del siglo XVII. Por tanto, sus vínculos no sólo se establecerán únicamente con otros compatriotas, sino también con otros judíos. Éstos, portugueses o no, podían estar asentados en diferentes mercados financieros como Ámsterdam o Londres 15, y de la misma forma establecidos ilegalmente en Brasil 16• Así, se entenderá la importante cifra de lusos procesados por el Santo Oficio. El caso más evidente es el del converso Duarte Enriquez, el cual no sólo se dedicó a la administración de rentas en Tenerife, sino que además participó en un activo comercio con las Indias, la Península, Holanda e lnglaterra 17 • Y aunque finalmente se traslada a Inglaterra, donde practicará abiertamente su condición de judío, seguirá manteniendo vínculos con Canarias. Se deduce, entonces, que no podemos reducir la importancia portuguesa en Tenerife sólo como mano de obra agrícola. Si bien continúan teniendo una importancia relevante cuando se produce el proceso de cambio del azúcar al vino como cultivo exportador, no es en ninguna medida nada desdeñable su protagonismo en otras actividades. Desde nuestro punto de vista, no es cierto como señalan algunos autores 18 , que los portugueses tengan una importancia más demográfica que comercial. No hace falta insistir en algunos oficios que hemos recalcado anteriormente, sólo recordar la labor financiera que tuvieron éstos para la Monarquía. El propio Conde Duque, al intentar prescindir de los genoveses como banqueros, encontró como sustitutos a los marranos portugueses. Tal fue su relevancia en la Hacienda que fueron protegidos ante los posibles ataques de la lnquisición

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El hecho de que no aparezca su origen en la documentación que nos ha llegado hasta nuestros días no implica que no estuvieran presentes y no actuaran dentro de amplias redes socioeconómicas. Aunque sean difíciles de descubrir, conocemos casos de portugueses que llegan a ser miembros del regimiento

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Como cualquier otro miembro

de la sociedad que logra alcanzar un cierto status, intentará encubrir aquellos aspectos del pasado que no le interesa que salgan a la luz. Entre éstas se encuentra su origen extranjero, y sobre todo su origen judío. Por este motivo no nos encontramos en los legajos a ningún regidor que mencione su descendencia portuguesa, y qui7.á, por el problema ya descrito de la homonimia de los nombres no se haya reflexionado lo suficiente sobre este aspecto. A pesar de que debían pasar el proceso de la limpieza de sangre, éste no suponía ningún problema ya que era habitual la manipulación de la genealogía para demostrar que eran cristianos viejos. Pero más significativo aún, es el consentimiento social. Con ello nos referimos a que a la elite social y comercial no les importa su procedencia ni sus prácticas religiosas, siempre y cuando beneficien al resto. Como señala Fajardo Spínola para el caso de los protestantes 21 , un extranjero podía ser un cliente, un socio e incluso un amigo. Pero según las circunstancias y la coyuntura se podía transformar en hereje o incluso enemigo. Una prueba de ello lo encontramos en un comunicado al Corregidor en el año 1649 21 , en el que se indica que el Puerto de la Orotava es un lugar habitado por muchos portugueses dedicados al comercio y que si se confederaban con los portugueses peninsulares podían causar gran perjuicio al tráfico por lo que pide al Corregidor que cumpla con las órdenes dictadas para Indias que señala que ningún natural de Portugal o sus hijos podrán avecindarse en puerto de mar23 • Este último aspecto nos lleva a preguntamos. en el caso de los portugueses, qué entendemos por extranjeros, naturales y vecinos. Aún no podemos aventurar ninguna conclusión, pero sospechamos que el caso de este grupo es excepcional, sobre todo durante la unión de las dos Coronas. En la legislación, y por tanto en la teoría, eran naturales únicamente los nacidos en Castilla -aunque posteriormente se extendió a 20

Son los casos de los hcm1anos Thomas y Diego Pcrera y de Ventura de Frias Salazar. Este último panicipó en la creación de una compañia fom1ada en Garachieo en 1601 y cuyo destino era Brasil; FAJARno St•iNOI.A. F.• "Ponuguescs en Canarias ... ", pp. 315; de Almcida Wright, A. F. 1'.. Santaella Stella, R. Canaria.~ .1' Brasil en ... , pp. 201-202. 21 FAJAROO SPÍNOI.A. F.. "'El Tribunal del. .. ". pp. 561-5!16 22 En febrero de este mismo :ulo. a petición de la Casa de Contratacilin. la Corona prohibe el comercio y además se crea la Compañia Brasileña. 23 A. Casa Osuna. Leg. 91.

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Aragón-, por lo que los miembros de los demás reinos -incluido Portugal- tenían condición de vasallos. Esta situación. aunque discutible, era indispensable para comerciar con las Indias castellanas. Nuestra primera sospecha, tras analizar los datos que aporta Domínguez Ortiz 2 ~. es que a pesar del interés de los portugueses por los territorios y mercancías castellanas principalmente la plata-. en ningún momento llegan a ser los primeros en pedir licencias de naturalización

25



La única excepción llegará en tiempos del Conde Duque, que al

intentar igualar la Corona Castellana con las demás posesiones de la Monarquía, se ofrecerán entre 1621 y 1645 sesenta y seis canas de naturaleza a los portugueses y sesenta y cuatro a los flamencos. Con todo, lo que queremos recalcar es que la pertenencia a un grupo no dependía de las definiciones legales o actos de autoridad. Las generaba la capacidad de ejercer derechos o para ser obligados a cumplir deberes. La cuestión no consistía en determinar el origen o quién era vecino. sino en crear una imagen pública de que realmente lo eran. Por tanto, no era necesario recibir una declaración lormal 26 • Dicho de otro modo, la vecindad identificaba a las personas como miembros de una comunidad. A estas características hay que sumar una serie de aptitudes propias de los portugueses para consolidarse como miembros de la sociedad insular. En primer lugar, destacar las relaciones maritimas que desde el descubrimiento y posterior conquista han tenido Canarias con Portugal, principalmente con los otros archipiélagos atlánticos. Estos contactos, no sólo económicos sino también humanos, van a perdurar durante toda la Edad Moderna. Por tanto, esta cercanía geográfica no lo va a tener ningún otro territorio de la Monarquía Hispánica. Y junto con esta proximidad espacial. nos encontramos con un nexo sociocultural. Es decir, no cabe duda la semejanza en cualquier ámbito cultural, desde las tradicionescomo los mitos de San Borondon. la Atlántida o las Antillas-. el idioma 27 o las oportunas prácticas religiosas. Y la propia población lo sentía así, como lo evidencia el caso

4 : DOMÍNGUEZ ÜRTIZ, A.• ""La concesiún de ""cartus de naturuleza paro comerciar con Indias" dunmte el siglo XVII"', en Re,•isiCI dt." Indias XLIX. n" 76, 1956, pp. 227-239. :~ Durante el reinado de Fdipe 11 se expiden un total de 59. situándose los flamencos en primer lugar con 2 1. seguidos de los portugueses con 17. :•· HERZOG. T., l't."cinos y extranjero.~. 1/acerse t.".~¡mtlol e11 la E.de~d Modenw, Alianza Editorial. Madrid, 21106, pp. 31-32. 1 : Es significativo que el término con el que se denominó al periodo de cuarentena al que eran sometidas las personas que venían de lugares so~pcchosos de haber padecido la peste fuera conocida en las islas con la voz portuguesa de degn·do.

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sucedido en 1602 cuando por necesidades de la peste se realizaron gestiones para traer un boticario de Madeira

28



A través de estos vínculos de hechos, reforzados de derecho entre los años 1580 y 1640, Jos historiadores29 han establecido generalmente cinco rutas de comunicación que pasan por Canarias: - Interinsular: Aunque aparentemente los portugueses no tendrían que aparecer en este esquema, éstos participan de forma activa en las relaciones entre las diferentes islas de Canarias. Principalmente son lazos comerciales entre Tenerife y las Islas Orientales, y en el que de algún modo participan la comunidad lusitana. - Entre los archipiélagos del Atlántico occidental: Esto es, Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde. Cada uno de éstos se especializará, como es bien conocido para el caso canario, en diferentes en productos de exportación durante la Edad Moderna. Este hecho va a ser relevante no sólo para la economía y el comercio sino también como principales abastecedores en momentos de extrema necesidad. Especialmente significativo va a ser la importación de trigo azoreano durante las crisis de 1563 y 1582 30• - Continental peninsular: En el caso que nos ocupa, los contactos con los diferentes puertos portugueses -Lisboa, Viana. Oporto o Vila do Conde- no son nada desdeñables. Por un lado, nos encontramos con una variada documentación notarial destacando los poderes- en la que se especifica la necesidad de finalizar un negocio o cualquier otra actividad en Portugal. Es aquí donde se observa esos fuertes vínculos familiares. Es evidente que si se manda cobrar unas mercancías a través de un poder, en un primer término el otorgante debe de tener una relación bastante estrecha con la persona a la que va dirigida la carta, conciente de que es capaz de ejecutarla. Y en segundo lugar, del mismo modo, debe de haber tenido algún trato con el individuo sobre el que se ejecuta el poder. En este caso no encontramos un patrón determinado en cuanto a la nacionalidad del otorgante, puede tener cualquier origen, ser vecino o estante. Respecto a las otras partes implicadas, en su mayor parte sí son vecinos de Portugal. Citar como ejemplo el poder otorgado por el vicario Juan Baptista a Miguel Méndez, mercader y a Antonio 28

Luis

A. ANAYA HERNÁNI>EZ

y

Aurora ARROYO DORESTE. La Pes/e de

/60/-/606

c!ll

lar lslav

Canarias, pp. 181. 29

ToRRES SANTANA. E., El comercio de la.v Canarias Orielllales en riempos de Felipe 111, Las 1991; BRITO GONZÁLEZ. A. D., op. cil. Jo VIEIRA. A., Porlllgal y las i.rlas del Atlántico, Madrid, 1992, pp. 188.

98

Palmas,

González, vecinos de Lisboa, para que cobren de Juan Jenos, comerciante y residente en Lisboa ciento veintiocho cruzados que equivalen a diez reales de plata cada uno. Y es que se le debe dicha cantidad por una letra de cambio que le libró Tomás Vendaval, vecino de La Palma en el año 1588 31 • - Continental africano: Desde mediados del siglo XV se atestiguan los continuos enfrentamientos entre Castilla y Portugal por la posesión de las islas Canarias. No es aquí el lugar para desarrollar este interesante tema, pero sí debemos apuntar que estos pleitos vienen dados por el interés que suscitó el control de la costa occidental africana. Respecto a lo que nos concierne, el territorio africano -y las islas de Santo Tomé y Cabo Verde como su apéndice- van a tener unas relaciones relevantes con Tenerife. En este caso, estos contactos van a ser fundamentalmente comerciales ya que finalidad última de estas plazas es la trata de esclavos. Por tanto, en estos espacios, la población de origen portugués va a ser mucho menor que en las otras posesiones, siendo su única finalidad el negocio de estas mercancías. De este modo, las relaciones desde Tenerife van a ser en su mayoría con comerciantes que se dirigen a África. Aunque aparentemente sea una red muy simple, a lo largo de nuestro periodo de investigación - sobre todo a partir de la unión de las dos Coronas- se va a ir haciendo más compleja. Lo que comienza con una compra de esclavos puede acabar no sólo en la venta de mercancías que tienen su origen en Tenerife o han pasado por ella, sino que a su vez estos esclavos acaban en una gran parte en diferentes puntos de América. Como ejemplo sirva la carta de poder de Luis Salmerón, capitán de un navío que parte de Santa Cruz con destino a Angola y de allí a Cartagena de Indias, llevando en su embarcación catorce pipas de vino para vende~

2

-Continental americano: De igual modo que sucede con África, las relaciones con América se van a ver fortalecidas paulatinamente hasta 1640. Son numerosos los trabajos que abordan los lazos de Canarias con este continente. Dentro de este apartado destacaremos el flujo de personas y mercancías. El Archipiélago se convertirá en lugar de paso de portugueses hacia América, esencialmente Brasil. Éstos van a tener en su mayor parte un origen judío, y este territorio se les antojará no sólo como lugar para escapar de la Inquisición, sino como un nuevo punto desde donde comerciar con las plazas inglesas y holandesas33 •

A. H. P. S. T., Gallegos, Alonso. 151111. diciembre, 14. la laguna, 1" 650-65 l. de. 1630, febrero, 11. La Laguna, 1" 79-82. Jl de ALMEIDA \VRIGIIT, A. F. P., SANTAEI.LA Stella. R. ((muria.v y Bra.iil Cll ••• , pp. 69

JI

¡~A. H. P .S. T., Mirubal Rivero, Fruncisco

99

Posterionnentc. tras la restauración portuguesa, se trasladarán muchos portugueses de Canarias a Brasil. Las relaciones de las Islas con América en la Edad Moderna van siempre de la mano con el comercio del vino. A pesar de los primeros intentos de cultivar viñedos en Madeira, va a ser Tenerife la principal exportadora de este producto. Desde su fase de elaboración -como agricultores- hasta su venta -comerciantes- van a aparecer lusitanos. Si bien es verdad que no son los únicos extranjeros dedicados a la exportación y comercio de este producto. si van a ser los únicos que sean utilizados como mano de obra. No hay que olvidar que desde 1580 Brasil se incorpora a la Monarquía, y por tanto se legaliza un mercado extenso y con una gran demanda de productos manufacturados. Para Tenerife significó la apertura de una ruta de exportación del vino34 , a la par que el cultivo del azúcar iba decayendo y que poco después va a ser Brasil el gran exportador de este producto. Esta vía llegará a ser clave para todos los miembros de la población tinerfeña que se dedicaban, de uno u otro modo. a este cultivo. Tanto es así que el cierre de los mercados portugueses tras la ruptura de la Unión Ibérica va a conducir a una grave crisis. Para llegar a este punto, los comerciantes canarios vieron como su vino era sustituido en el mercado exterior por el portugués, fortaleciéndose esta situación con las Actas de Navegación que impedían comerciar con la América británica. y que tendrá como punto culminante la creación de la Compaiiía inglesa para Canarias en 1665 y el Derrame del Vino.

Pero todo este entramado de relaciones no podría ser posible sin un mayor número de contactos. Esto quiere decir que es necesario crear y consolidar amplias redes sociales y mercantiles entre las diferentes pla7.as. Porque tratos a escala local van a integrarse a su vez en otms conexiones mayores, en una jerarquía vertical de nexos. Como ya hemos esbozado, aunque las transacciones se hagan entre dos partes, puede haber muchas más personas que participen, directa o indirectamente de él. A su vez, estas redes verticales conectan con otras horizontales. Esto es, un producto puede pasar a otra plaza mercantil que lo redistribuye a otras zonas. En este tipo de casos se nos hace muy dificil seguir estas relaciones. y sobre el destino final del ~• BETHE!'iCOIJRT MASSIEU. A. Cimarias _t•e/ comercio de t•ilws (siglo XI'//), pp. 267. Como ejemplo de esta red, el viaje que realiza el maestre lusitano Miguel Ribas. que desde Lisboa hace escala en Santa Cruz de Tenerifc para aprovisionarse de más de doscientas pipas de vino que tienen como dt.'Siino la capitanía de Pernambuco en Brasil.

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producto. Aunque el vino de Tcnerife se exporte a Lisboa, no sabemos cuál es su destino final ni por lo que se ha cambiado. En el caso que nos interesa -y especialmente desde 1580 a 1640-, se desarrollan y aparecen nuevas redes de interacción. Si pensamos que durante la Unión Jbéricu una única Monarquía y sus vasallos controlaban las relaciones a ambos lados del Atlántico, no es de extrañar que a este espacio se le denominase Mare C/au.\"11111. Se trata de un territorio muy rico en recursos por explotar -América y África- y la puerta de entrada de éstos a Europa. Por lo tanto, Tencrife jugará un papel esencial en esta autopista de comunicación, en el que se van a instalar agentes no sólo para la exportación del vino sino para intentar controlar y bencliciarse de este espacio cerrado. En contrapartida, los extranjeros que no pueden participar de fbrma legal en estos negocios buscarán otros medios para participar en ella. Por un lado, crearan sus propios vínculos y relaciones con miembros que si pueden participar en él. Esto es, ingleses, holandeses o franceses buscarán alianzas con portugueses, bien para introducir a través de estos sus productos o para participar en el comercio de productos tan codiciados como la plata. el oro o el vino. Esta actitud se observa muy bien en varios ejemplos. como el poder dado 1630 por Trismo Locano a Francisco Rodrigues Bcgcmor, vecino de Lisboa para que cobre de Duarte Gil, mercader llamenco y residente en dicha ciudad, mil reales por una letra librada por Joan Jaques de Langc, francés y vecino de La Laguna'~. O más claramente en el caso del mismo año de Estcvan Guillote, mercader francés y residente en Tenerife. El cual es mandado por Lorenzo da Mares, vecino de Lisboa, para que cargue cuarenta y cuatro pipas de vino cuyo destino es Pernambuco y siendo el maestre de la nao

Amador Andrés Gramacho36 • Pero por otro lado buscarán una implicación directa en este espacio, fundamental para el sistema mercantilista del momento. Pam ello no súlo se crearán las mencionadas compañías. sino otras fonnas de actuación llevadas a cabo por piratas y corsarios. Por tanto. esto ataques no son más que un intento por irrumpir en espacio monopolizado. el

Mure Clau.wm.

'~A. H. P. S. T.• Ftmándcz de Villarrcal. Simón. 1630, mayo, 4. La Laguna, 1" 1'13194. ,. A. 11. P. S. T.• Alonso Argllcllo, Juan. 16311, octuhrc, 12. La Laguna. t• 348-349.

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EL ,\liTO DE LA "APARICIÓN" DE LA IMAGEN DE NTRA. SRA. DEL PINO EN TEROR (GRAN CANARIA) SEGÚN FRAY DIEGO HENRÍQUEZ.

Gustavo A. Trujillo Yánez. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

A la memoria de mi abuelo, Antonio Trujil/o Henriquez.

"En efecto, no sé qué género de celo indiscreto, abusando del más religioso candor, había creído le era lícito, cumrdo exponía alguna nueva imagen al culto público, hacerla más recomendable, atribuyéndola un origen maravilloso, de que sería fácil amontonar ejemplos ". José de Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las /.v/as Canarias 1• La Verdadera fortuna de las Canarias y breue noticia de la milagrosa Imagen de

Ntra. Sra. del Pino de Gran Canaria (En adelante se citará como Verdadera Fortzma)2 , es el título del manuscrito redactado a principios del siglo XVIII por el fraile minorita Diego Henriquez. Sin duda, se trata de una de las obras que más influencia ha ejercido en todos aquellos curiosos e investigadores interesados en conocer los orígenes de la advocación de la Virgen terorense. Asimismo, ha sido una de las fuentes más valoradas y apreciadas, pues de la misma, tanto Ignacio Quintana como Santiago Cazorla llegaron a señalar que constituye: "la más pura luz de los hechos de la aparición en el Pino en

aquellos oscuros tiempos "3, mientras que Néstor Álamo la definió como: "La más antigua y desconocida lristaria de la excelsa y gloriosísima patrona de Canarias", además de una obra: "básica para el conocimiento de lo que es y significa dentro de las

Canarias la Santísima Virgen del Pino·~. abrigando la esperanza de que: "cuantas personas hayan de escribir de tema tan avariciosmnetlle amado por todo canario como es el de la historia de la Santísima Virgen del Pino, habrán de consultar el texto del creyelllísimo Fray Diego "5• 1VIERA Y CLAVIJO, J. de: ¡\'oticias de la Historia GenerCII de las lshu CanariCis (Introducción y notas del Dr. Alejandro Cioranescu), Tomo l. 1982, p. 418. :El título completo es el siguiente: l'erdadem fortuna d(• las CmmriciS .1' breue noticia ele la milagrosa Imagen de Ntra. Sra. del Pino de Grcm Canaria. Dedica/o a la misma Reina de los Cielos, }' tierra, en todos insta/lles ele su Concepción. Purísima. y siem¡we Inmaculada. El R. 1'. fray Diego Henriquez Minorita. Hija ele la Prm·inda de smll Diego ele Canaria, /.ector Jubilado ex-Definidor, y calificaclar del S. Oficio de la ltrquisicián ele estas l.h:ll de L t La!!una. T~n~rifc. ' 1\111 LARES C t\IU.O, r\. y 111 l!lo:MWEZ S VAREZ, ~ 1. ( 1C i.:nlan o que poseen intcrcM:> >obre c>as mi>llla> coordenadas espaciales. ~ Repartimientos como el de Málaga. Ahneria o Granada, o bien de lugar menor~-s como Comarcs. demuestran una regularidad en lo que se refiere al reparto de bienes, vid. lóPEZ DE Cdades. Muchas de las cuales somos capaces de interelacionarlas, y es en ese momento cuándo aparecen los primeros gn1po locales.

En el análisis de la colonización de las tierras de la comarca de Tegueste como consecuencia del proceso de repartimiento, hemos comprobado cómo se fueron generando en función de la fisiografia del territorio una serie de gmpos locales relativamente independientes -conjuntos de propiedades que manifiestan una relación intrínseca de proximidad, es decir, la existencia de conexidad entre las mismas- en los cuales centraremos nuestro análisis, tratando en algún caso de observar las vinculaciones existentes entre algunos grupos locales entre sí. Una vez comprendidas estas relaciones, cabría plantearse hasta qué punto es posible determinar la influencia de las variables espaciales en la inicial configuración de cada uno de los grupos locales de nuestra comarca. Estas conclusiones podrían ser extrapoladas, con ciertas reservas a determinadas áreas de la geografia de Tcnerife.

Una vez aclarados los posicionamientos iniciales anteriores, estamos en disposición de comenzar el análisis micro de los albaláes de datas. En la actualidad estamos trabajando en la retranscripción completa de todos los materiales documentales que hacen referencia a las cédulas de repartimiento de todo el conjunto de la isla, por lo que estamos muy familiarizados con todas variables que aquí se analizan. No obstante, siempre hablaremos desde aspectos cualitativos, puesto que aún no ha sido posible ejecutar un análisis cuantitativo en profundidad, por lo que emplearé para esta comunicación los materiales que sirvieron de sostén en mi trabajo de iniciación a la 10

Vid. nota J. Esta vinculación entre propiedad y vecindad. que se traduce en la mayoría de los albalaes con la expresión e11 repartimie11to e ¡•e::imlml r~'queriría de un análisis más pormenorizado. Puesto que cabe plantearse -dejando a un lado a los personajes que resultan agraciados con tierms n través de mercedes reales y que por supuesto no requieren del acceso 11 la condición de vecino- cuántos no vecinos llegan a ser bcnelicíados con propiedades, y si existen casos al contrario. y por qué.

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investigación, que versaba sobre la comarca de Tegucste durante la primera mitad del siglo xv1 11 , a los cuales daremos este nuevo enfoque.

Para representar los grupos locales que se muestran a continuación, hemos hecho uso de la aplicación informática Ucinet 6. Estas herramientas llevan tiempo siendo utilizadas por los sociólogos a través de Jos estudios de redes sociales aplicándolas a conjuntos de individuos, a fin de obtener desde el análisis de determinadas variables inferir patrones sociales de interacción. En nuestro caso, las aplicamos a los elementos que componen los grupos locales. Hubiera sido posible ofrecer medidas de centralidad de cada grupo 12 pero nuestro planteamiento desde un primer momento se centró en un análisis cualitativo, y hacia ello hemos orientado nuestro método, basado más en aspectos generales de la teoría de grafos.

Para visualizar los diferentes grupo hemos actuado siguiendo un análisis por capas, que se yuxtaponen con otras de diferente dimensión. Esto quiere decir que las relaciones entre Jos n elementos que componen cada grupo local, las tranformamos en matrices de dimensión n x n no simétricas, y sobre esta estructura volcamos a su vez otras matrices de atributos de dimesión n x l. Para aclarar estos conceptos matemáticos procedentes de la teoría de grafos, hemos representado estos atributos mediante: un cuadrado para las datas de primera mano, y sí ese cuadrado lleva una cruz en su interior representa que la propiedad inicial ha cambiado de propietario: a su vez, según el color que muestren serán tierras de regadío o de secano. El mismo desarrollo es de aplicación para otros elementos antrópicos, representados mediante triángulos de distintos colores que hacen referencia a caminos, casas, molinos, corrales, etc. El círculo, representa a su vez elementos del paisaje natural, como barrancos, cuevas, montañas, el mar, cte. Todos estos elementos se conectan a través de vectores unidireccionales. Seria posible hacer

11 Vid. nota 3, así como en otro estudio posterior de contenido demúgrafico. BÁF.Z 11 ERNANDEZ, Francisco, "Algunas consideraciones sobre la población de la comarca de Tegueste a lo largo del siglo XVI", en La HisWria en Activo. Acws de la.f 1 Jormultls "Prebendado Pacheco" de bn•twtigaciiÍII Histórim, Ayuntamiento de Tegueste, 2007, pp. 71-80. 12 Estas básicamente son: el rango, o el número de conexiones que pn:senta cada nodo, que son expresadas en porcentaje con respecto del total de conexiones de la red; el gmdo de intem1ediación, que refleja la fn:cuencia con que aparece un elemento entre otros dos; el gr.tdo de cercanía, indicaría la capacidad que tiene un elemento de alcanzar a los demás.

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más complejo este análisis, sí hubiésemos aplicado dos nuevas capas matriciales, definidas por el grosor de la relación, así como el color de la misma 1.1.

El primer un gmpo local que analií'.amos no estamos siquiera seguros de su localización exacta sobre el terreno, aunque a tenor de las relcrencias cuantitativas inferimos que se tratan de medianas propiedades que ocuparían un espacio más bien reducido. Lo primero que cabe destacar, es la presencia de un portugués apellidado Castañeda, quien se asienta sobre este lugar con anterioridad a 1505, en donde fabrica su casa y cultiva su huerta regada con las aguas procedentes del arroyo de Tegueste. En ese mismo año y nada más fijar su residencia en Tenerife. Sancho de Vargas, un personaje relevante a nivel insular, es beneliciado con 12 fanegadas, como añadido de otras 200 que recibió también en Tegueste. Pero lo que salta a la vista, es que a través de los sentidos que mantienen las relaciones entre nodos, inicialmente son colonos portugueses calificados como hortelanos, los que reciben tierras y las explotan de forma directa. Estas explotaciones hortícolas no necesitan de grandes superficies, por lo que éstos no dudan en vender parte de sus propiedades a otros colonos portugueses, como modo de adquirir dinero en efectivo. Será posterioridad cuando sean beneficiados en la zona dos vecinos vinculados ambos con el Concejo, Francisco Díaz, pregonero, y Fran~isco

Navarrete, mayordomo y sobrino político del Adelantado. Las referencias

geográficas junto a la mención a las tenerías apuntan a que su ubicación está próxima a la cresta montañosa que separa en la actualidad los municipios de Tegueste y La Laguna, en las cercanías del paso de las Canteras.

1 ' En nuestro caso, hemos decidido hacL'T extensi\·u los algoritmus de la teoría de grafos, a través de la qua! pennitc en gran medida reflejar las relaciones que se detectan entre las diferentes propiedades y otros elementos antrópicos o naturales entre si. Para ello panimos del concepto de nodo, que representarla a cualquier elemento del sistema. Cada nodo prescnt;J unas características intrínsecas difcntes que lo hacen ser un objeto único. Pueden tener diferente li.1rm¡¡ geométrica, color, tamaño, y denominación. A su vez. las relaciones entre nodos pueden ser unidireccionnles o biycctivns. No hemos aplicado a las relncioncs propiedades como: grosor, color. multirclación entre dos mismos nodos, como tmnpoco la relacilÍn de un nodo consigo mismo. Vid. I'ELEGRiN, Bias, el al .. Algoritmos e11 gmjil.• y twle.•. Barcelona, 1992; BUJALA!\CE, Emilio. /:'lt·m('/1/m de Matemátim /JúctWa, cd. Sanz y Torres. Madrid, 1995.

169

Y~es.

portug.Jés, 12 f

El siguiente grupo local tiene una ubicación precisa debido a la referencia a Jorge Grimón, más conocido por el Borgoñón, topónimo que hoy en dia perdura en una zona alta de Tegueste el Nuevo. Este grupo se extiende hacia la zona de Pico Bermejo. Lo primero que destaca es la mezcla en la misma área de grandes propiedades junto a otras medianas. La génesis de esta estructura puede ser atribuida a tenor de las fechas de conseción a que estos dos influyentes personajes eligen sobre el territorio las mejores áreas de terreno en la que poder aplicar sus estrategias de producción, y posteriormente los siguientes beneficiarios deben ceñirse a las zonas que van quedando vacías. Destaca el acaparamiento por parte de algunos portugueses como Juan Martín, tanto de tierras que eran de guanches, como de otros portugueses. La zona alta no resultaba muy apta para el desarrollo de cereales como el trigo, tal vez ello explica la temprana implantación del viñedo, manteniendo los usos ganaderos, en especial, la cría de piaras de cerdos. La referencias a camino viejo implican un rediseño de la red viaria sobre el territorio. En la zona baja resulta bastante llamativa la existencia de un marcador topográfico, como es el Pico Bermejo y la de un almácigo. En estos casos es posible reflexionar sobre el modo de elección del perímetro topográfico del terreno que se solicita, y no sería extraño que siempre que pretendamos mantener el principio de

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conexidad 14 dentro una misma propiedad, es posible conjeturar la existencia de que esa misma propiedad posee una estructura intríseca previa que la defina como un todo.

Sa-dna,

~.

1518, 20 f

El siguiente esquema nos conduce a una área muy concreta dentro de la comarca, se trata de la zona de Bajamar y La Punta del Hidalgo. La característica más importante es que fue una zona poblada mayoritariamente por gomeros, a quienes se les otorgaron tierras, cuevas, y aguas. Con estos recursos podían mantener tanto sus prácticas ganaderas sobre un paisaje bastante similar al de su procedencia. como poner en práctica explotaciones agrícolas de secano que les permitiesen cubrir sus necesidades de abastecimiento de granos. A través de otras fuentes sabemos de los fuertes lazos de parentesco que mantenían entre ellos. siempre y cuando alguno de ellos no pusieran la seguridad jurídica del grupo en peligro, ya que debido a la mala imagen que detentaban ante las autoridades debían gastar mucho cuidado para no ser tachados de encubridores. •• El principio de conexidad a través dd cual todas las partes de una misma data se conectan entre sí -es decir, que siempre existirá una trayectoria mediante la cual es posible unir cualquiera dos puntos dentro de la misma propiedad sin salimos de la misma- es el qu~: parece pn:dominar a través de la casi totalidad de los ¡¡Jbalaes que se refieren a tierras. bajo la denominación de 1'11 pedu('o ele tierra. Sillo en muy contadas ocasiones se hace r~:ferencia a una parcela e11 I'Urios peclu('os.

171

Al igual que sucedía con el grupo anterior. muchas propiedades se asocian a un marcador topográfico, el pico de lsogue que domina las cunbres de Bajamar. y que aquí sí se ve con claridad que deline nítidamente los contornos de las tierras adyacentes. Otro elemento importante y que sirve de nexo con el siguiente grupo lo representa el gran número de enlaces que presentan con Juan Perdomo. Este personaje, de los denominados de

le~s y.vle~s,

concretamente de Lanzarote, va a ser un influyente vecino

tanto a nivel insular -jurado entre 1506 y 1509- como entre los de su idéntica procedencia. Nos llama poderosamente la atención. no tanto sus tres fanegas de riego en el lugar conocido en la actualidad como barranco Perdomo junto a su pariente Guillén de Betancor, sino más bien la ingente cantidad de referencias que en la documentación aparecen, respecto a sus tierras o bien al valle como prolongación de las mismas hacia la cumbre (hoy barranco de la Goleta). De lo cual podemos inferir que dicha reiteración en las citas se podría deber al importante papel social que jugaba su propietario unido a una temprana puesta en producción de su hacienda.

Fra-usco FLn:Jes, gomero, 1511, 10 f

Afcnso Gonzw, 1516, 24 f

fuente de bs gomeros

El último grupo representa el área de Tejina con sus tierras de riego, procedentes de dos fuentes ubicadas en el cauce del barranco, y cuyo caudal sirve para convertir a las

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tierras bajas en parcelas dedicadas a cultivos de regadío, lo que unido a la mayor insolación del lugar, provoca una aumento de la producción agraria frente a otras zonas de la comarca. Instituciones monacales así como hospitales se introducen en esta área como consecuencia de donaciones de colonos. Este desarrollo ésta acaparado durante los primeros momentos por colonos lusitanos. Destacar asimismo el papel clave que representa en el territorio la fortaleza de Tcjina como marcador geográfico, cuyas cumbres van a ser aprovechadas, además de sus usos ganaderos tradicionales, por un extranjero como es Juan Jácome de Carminatis. quien introduce en estas tierras cultivos que se emplean en los procesos de curtición de pieles dentro de las tenerías.

3. Collclu.viom:s A modo de síntesis, hemos querido olre llE MIGUEL, Gonzalo, "Cambio conceptual y cambio histórico. Del pauperismo a la 'cuesti{m social'", Hisloria Comemporánea, 29 (2004), pp. 548 y 566. } Para un ejemplo del empleo de estos términos sinúnimos véase Ramón de la Sagra. "Estado fabril de Barcelona'', El Gm.~/ÍIIIcional. 566, 2/XI/1849, pp. 1-2; "El trabajo", Ú1 Tribu11a del Pueblo, 26, J/X/1851, pp. 1-2; "Congreso". /.a Discusión. 1891, 19/11/1862, p. 1; Emilio Castclar, "Las clases trabajadoras. 1", úllgullldlld, 847. 61\'111/1871. p. 1; Fernando Garrido, "El problema social, Aniculo primero", La Remludá11 Social, 10,311/1872. p. l.

203

hecho de que un individuo productivo permaneciera en la pobreza era una situación que podía ser explicada debido al escaso reconocimiento de los derechos de los ciudadanos que componían la nación, afectando así a la legitimidad sobre la que se sustentaba este régimen"'. Las causas. los efectos y las formas de solucionar la cuestión social experimentaron cambios diversos y profundos durante las dos últimas centurias. La interpretación que predomina en la actualidad entre los historiadores corresponde a la concepción de la cuestión social que comenzó a imponerse en Europa a principios del siglo XX. Según esta interpretación, la cuestión social se deriva de la transformación contemporánea de las relaciones sociales y económicas. En el caso español, la cuestión social habría sido el resultado de procesos como la industrialización o las consecutivas desamortizaciones, los cuales conllevaron la agudización de las desigualdades sociales, el crecimiento de la pobreza y la aparición de nuevos conflictos laborales 5. De esta interpretación de las causas se dedujo una consecuencia práctica: ya que la cuestión social era el resultado de una configuración particular de la estructura social, la cual era independiente de las acciones de los individuos. su solución pasaba por la actuación de las instituciones sobre esta estructura por medio de la elaboración de políticas especificas de intervención social y económica. Desde t.'Sta perspectiva, el inicio de la intervención del Estado en la cuestión social en los inicios del novecientos habría sido el resultado del "descubrimiento" de que la sociedad conformaba una estructura autónoma, dotada de sus propias normas de funcionamiento e independiente de las acciones individuales6 •

• Esta contradicción ha sido analizada en profundidad por PROofilics & Socie(l', 17:2 ( 191!9), pp. 163-87 y Gmn-erner /chos y deberes. El Estado L'l'a así incap111. de proporcionar In educación indispensable a la mayoría de los ciudadanos, quienes a su vez contribuían a su sostenimiento al pagar con sus disminuidos salarios los injustos impuestos y delcndcrlo con sus vidus. Véase Fernando G1urido, "Eitmhaju. Artículo!."", La Orgtmi=acülu del Tmbajo, l. l/lll/1841l, pp. 6-7. ~ 7 A.G.S .. "¡,Qué es organizar cltro~hajo'!", La Organización del Tmbcifo, 13, 13/IVIIK41l, pp. 107-ll.

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Como consecuencia, los socialistas utópicos denunciaron que el egoísmo individual smithiano no sólo no había generado el bienestar de toda la sociedad, sino que había provocado que los intereses individuales divergieran entre sí. Como señaló Pedro Luis Huarte en 1847 en su serie de artículos dedicados a la cuestión social,

hoy dia no existe la mancomunidad, el interés de cada individuo está en absoluta separacion del interés de la masa y en todas las clases de la sociedad reina un espantoso egoísmo, que se estiende tambien á los individuos de una misma clase complicando de este modo la incoherencia y produciendo el odio de clase á clase y de individuo á individuo18• Ahora bien, la constatación de este desorden social no llevó a los utópicos a pedir la abolición de la concurrencia ni a proponer la intervención del Estado, algo que fue rechazado tajantemente por los fourieristas españoles 29 • Asimismo, los científicos sociales rechazaron la beneficencia porque consideraban que era una práctica meramente "paliativa" de los efectos ocasionados por la injusta distribución del producto de trabajo30• La solución que propusieron para afrontar la cuestión social no se basó en la intervención del Estado en las relaciones laborales, sino en el principio de libre

asociación de los agentes productivos-trabajo, capital y talento o inteligencia31 • El principio de asociación se dirigía "a proteger, a garantizar tanto los derechos de la propiedad como los que legítimamente tiene el trabajo"32 • De este modo, la asociación de los agentes productivos permitiría armonizar progresivamente los intereses particulares a partir del respeto a todos los derechos y el cumplimiento de todos los deberes, enriquecer a los individuos más pobres sin perjudicar a los más ricos e instaurar la justicia haciendo resurgir la fraternidad sociae3•

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Pedro Luis Huane, "La cuestión social, 11", La Organización del Trabajo. 14, 18/IV/1848, pp. 111-2. Esta reflexión se halla presente en numerosos artículos fourieristas, como en Francisco Javier Moyo~, "Estudios sociales. lntroducción.-Lo que fue.-Lo que cs.-Lo que debe ser", El Eco del Comercio, 1446, 19NI/1847, pp. 3-4. 29 "AI Faro", La Organización del Trabajo, 14, 18/IV/1848, p. 113. Subrayado en el original. 30 La caracterización del sistema de beneficencia como mero "paliativo" es de Fernando Garrido, "El trabajo. Artículo)."", La Organización del Trabajo, 1, 1/111/1848, pp. 6-7. Véase también C\PELLÁN DE MIGUEL, "Cambio conceptual y cambio histórico", p. 567. 31 Fernando Garrido, "El trabajo. Artículo 1."", La Organi::ación del Trabajo, 1, 1/111/1848, pp. 6-7. Véase también ELORZA, Socialismo utápico espmiol, p. 13. 32 "La cuestion social", El Eco del Comercio, 1670, 18/111/1848, pp. 2-3. Véase también ELORZA, Socialismo utópico espatlol, p. 193. 33 Francisco Javier Moya, ··Estudios sociales. Deber. Obligacion", El J::'co del Comercio, 1554, 23/X/1847, p. 3. Subrayado en el original. Véase también CAPELLÁN DE MIGUEL, "Cambio conceptual y cambio histórico", pp. 547-8. En palabras de Fernando Garrido, el socialismo tenía "el mágico poder de

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5. A pesar de la visión del Estado tutelar propuesta por algunos economistas sociales, solamente puede hablarse de intervencionismo estatal en España para el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial. Dicho periodo estuvo marcado por la aprobación de leyes laborales que arectaban no sólo a los individuos concebidos como naturalmente dependientes (como las mujeres y los niños) y. por tanto, incapaces de negociar sus condiciones laborales en las mismas condiciones que sus patronos. La nueva legislación laboral comenzó a afectar también a la situación de los obreros varones y a limitar algunos aspectos de la libre concurrencia considerados anteriormente como fundamentales e ilegislables. Así, se limitó la jornada laboral a 8 horas (1919, aunque con disposiciones anteriores desde 1902), se estableció el Retiro Obrero Obligatorio (1919), se debatió el deber de respetar los pactos acordados en los jurados mixtos (discutido en el Instituto de Reformas Sociales durante los primeros decenios del siglo XIX) o y se proyectaron las primeras leyes para fijar un salario mínimo ( 1918). La aparición de la tendencia intervencionista puede documentarse desde la década de 1880, y su influencia rue creciendo hasta convenirse en dominante en los principales círculos intelectuales y políticos durante los dos decenios siguientes. Fue entonces cuando varios grupos de políticos e intelectuales (entre ellos, los krausistas, los liberales moderados y los krausistas) propusieron la actuación del Estado en el mercado y en las relaciones laborales como medio para resolver la cuestión social, haciendo frente al recelo general derivado de la idea de que el intervencionismo conducía al comunismo. Este cambio

ha

sido

generalmente

interpretado como el

resultado del

"descubrimiento" del supuesto hecho de que la cuestión social era la consecuencia de la aparición de la estructura social capitalista. Esta toma de conciencia habría acabado generando la aparición del Estado de Bienestar en el novecientos. Pero estas interpretaciones han partido de lo que era necesario explicar en primer lugar, es decir: cómo y por qué la cuestión social dejó de concebirse como una dificultad derivada de la incapacidad individual y pasó a ser percibida como un problema ocasionado por la configuración de una estructura social. Asimismo. investigaciones recientes, como las de Ana Guillén y Maria Dolores de la Calle Velasco, han puesto de relieve que los ractores habitualmente empleados por los historiadores como el proceso de industrialización, la mayor conflictividad laboral y la progresiva organización obrem no suponen argumentos suficientes para explicar este despenar en todos los corazones el sentimiento de fraternidad adonnccido ú sofocado por el escepticismo de la época·· ("Progresos del socialismo", La Organización dl!l Trabajo, 2, 4/111/1848, p. 11 ).

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cambio hacia el intervencionismo 3 ~. Ello no significa que los procesos materiales no incidieran en este proceso, pero lo que estos estudios ponen de relieve es que dicha incidencia tiene que ver con la nueva manera en que estos procesos fueron concebidos. El paso de la concepción tutelar del Estado a la visión intervencionista se debió a una transformación profunda en la manera de comprender los conflictos sociales y los efectos de la industrialización. Esta transformación conllevó que dichos fenómenos dejaran de ser vistos como el resultado de la inmoralidad y la incapacidad individual y comenzaran a ser considerados como el producto de la organización de la estructura social. De este modo, la intervención del Estado fue concebida como el principal medio de actuar sobre la estructura de la sociedad para resolver la cuestión social. A este respecto, la hipótesis que propongo para explicar este cambio es que el desarrollo de las corrientes reformistas de finales del siglo XIX fue la consecuencia de la progresiva pérdida de confianza en las anteriores soluciones individualistas. Tal y como se ha sugerido Jacques Donzelot para el caso francés. fue el fracaso de las soluciones anteriores lo que dio lugar al ascenso de la noción de sociedad como estructura objetiva, que condujo paulatinamente a una nueva visión de la cuestión social y a la aceptación de la intervención estata1 35 • En España, dicha transformación se produjo no sólo como el resultado de una dinámica interna, es decir, como el fruto del persistente fracaso de las políticas anteriores. Sino también como la consecuencia de la imponación de las nuevas posturas intervencionistas que se habían generado en otros países europeos (particularmente Alemania) durante las décadas finales del siglo XIX. Ello contribuye a explicar por qué el paso hacia el intervencionismo en España se produjo en el mismo periodo que en otros paises, como Inglaterra, Francia, Alemania o Italia. 6. En suma, la principal conclusión de esta charla es que el surgimiento de la cuestión social y su evolución en España no estuvo marcado por ni fue el resultado del "descubrimiento" de que la sociedad conformaba una estructura objetiva. Más bien, parece que fue la consecuencia de la aplicación de la concepción moderna-liberal del J• Véase GUILLÉN, Ana Marta, El origen del Estado ele/ bienestar e11 España (1876-/923): el papel ele las ideas e11 la elabomciá11 ele política.~ plih/icas, Madrid, Estudios Working Papers-Fundación Juan March, 1990 y CALLE VELASCO, María Dolores de la, "Sobre los orígenes del Estado social en Espar\a", Ayer, 25 (19')7), pp. 15-34. Según Calle Vclasco, lajustificacitin del intervencionismo se debe a la em~'Tgencia de nuevas ''ideologías reformistas" y al esfuerzo por parte de una elite intck-ctual y política Eor adaptar al país a las nuevas corrientes europeas (p. 138). 5 DONZELOT, Jacques, L 'im•e11tion du .mciul: e.~.mis sur/e dédi11 el

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