Lo mejor para todos es que no hubieras vuelto

“...Lo mejor para todos es que no hubieras vuelto...” M-3921/2009 1. Me encontraba sentado en una silla de plástico del aeropuerto de Madrid. Con el

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“...Lo mejor para todos es que no hubieras vuelto...” M-3921/2009

1. Me encontraba sentado en una silla de plástico del aeropuerto de Madrid. Con el cigarrillo dibujaba quemando la silla. Tenía todavía una hora y media de espera para coger el avión. Esperaba que no hubiese ningún retraso más. Me sentia ansioso por dejar la ciudad. Abandoné la zona de salidas internacionales, después de facturar mi maleta. Tenía dos opciones para aplacar los nervios, la excitación y el miedo a volar. Podía elegir un libro. Podía embriagarme un poco con unos benjamines. Probé primero en la tienda. Fuí a por las novelas. Una me sedujo. Por el autor. Norman Mailer. Hacia aproximadamente un año mi hermano Rafael me había mandado “ Hombre duro no baila “, de Mailer. Me gustó la historia. Me gustó el estilo. Tenía en la mano “ El parque de los ciervos “. Se lo dí a la chica de la caja para que me cobrara. Sonó el móvil. Era mi hermano Rafael desde Sevilla. Le sentí triste. Me preocupé. Intenté animarle hablándole del libro de Mailer que acababa de comprarle. No le hizo ningún efecto. No es que hubiera leido “ El parque de los ciervos “. Es que no podía leer nada. Era incapaz de concentrarse... ¿ Qué hacía yo en Barajas ?, preguntó. Me escuché decir algo que ni tan siquiera había pensado... ¿ Qué tal si pasamos unos dias juntos ?, le dije Aquello le animó. Aunque su tono alegre sonaba algo forzado. Tuve que volver a salidas internacionales. Tenia que recuperar mi maleta. Luego anular el billete y sacar uno para el primer avión que fuera para Sevilla. El asunto de la maleta resultó un lio tremendo. Decidieron que lo mejor seria enviarla a Roma y desde allí a Sevilla. Con el tema de los billetes hice un descubrimiento. Resultaba más barato viajar a Italia que a Sevilla. Tenía que correr pues. Mi vuelo estaba a punto de salir. La distancia entre salidas internacionales y nacionales con el poco margen de tiempo que tenía, era considerable. A los nervios, la excitación y el miedo a volar se unió el estrés. Mientras volaba trataba de recordar la última vez que nos habiamos visto. Hacia por lo menos dos años. A pesar de la distacia y el tiempo, nos apoyabamos en lazos indestructibles y

eso, supongo, derivaba de la miseria sentimental en la que nos educaron. 2. Cuando llegué, me estaba esperando. Al preguntarme por mi equipaje le mentí, para no tener que andar dándole explicaciones. Dejamos el número del telefono fijo de su casa, por si conseguian recuperar el equipaje. ¡¡¡ No te preocupes, tengo ropa de sobra, me dijo, y aunque no es tu estilo, es lo que hay ¡¡¡ ¡¡¡ Es lo que hay ¡¡¡ repetí yo mirando a mi hermano, sintiendo un enorme afecto por él. Nos perdimos por Cadíz y la provincia, unos dias. Era mi hermano el que conducia. Recuerdo que me tachó de analfabeto por no saber conducir. Dijo que no saber conducir era como no saber leer o escribir. Nos dedicamos a tapear longerones, navajas, doradas, emperador, tapas, herreras, corvinas, fargos, sargos, toninos, acedias, huevas de merluza, galeras, salmonetes, trecas, cazón, nécoras, róbalos, tigres, ostiones, coquinas, boquerones, jureles, pijotas, pez espada, caballa, huevas de choco, atún a la marinera, pepitos de aguja, salpicón de marisco, atún con tomate, pescadillas frita, huevas aliñadas, huevas con mayonesa, puntillitas, mero en adobo, chocos con habas, tollos con tomate, calamares rellenos, albóndigas de choco, carrillera de rape y ensaladilla de gambas... Vimos el Peñón de Gibraltar entre brumas y al lado una pintada; “ La soledad es la peor enfermedad “. Recuerdo Zahara de los Atunes, lloviendo y bebiendo en una playa interminable. Desnudos en pleno invierno entre olas enormes que rompian contra nuestros muslos con violencia. Habia un perrito que queria jugar con la botella de Johnny Walker. Estaba el dueño poniendo el punto sobre la i. Era yo el que hablaba continuamente. Rafael parecia escucharme. Si yo no me esforzaba, el se mantenia callado, con la mirada abstraida, fumando un cigarrillo tras otro. Con el paso de los dias habia dejado de disimular su depresión conmigo.

3. Una tarde, Rafael me propuso volver a Sevilla. Cuando llegamos a su casa se fué directo al contestador y puso la cinta de los mensajes. Habia varios con la misma voz. Era una chica. “ Tenian que verse “...” Debian hablar...Que se pasara por el bar ”. Rafael escuchó los mensajes varias veces. Paraba y rebobinaba. Parecía sombrío. Puse un poco de música. Tenía que averiguar qué le roía por dentro. Con unas copas encima se soltaria un poco. Me fuí a su cuarto. Comencé a buscar entre la montaña de ropa que había encima de la cama, algo que me hiciera sentir a gusto. Al ver que yo no daba señal de vida, se acercó a la habitación. Le tiré varias prendas a la cabeza. Le dije que todo aquello era una full. Que vaya mierda de ropa. Que porqué no se traia unas cervezas. Que subiera el volumen de paso. Le pedí que pusiera a todo el puto edificio a bailar. Prendió la chispa y despertó un poco de su letania. Me habló de una chica. Me la iba a presentar. Se llamaba María.

4. Al entrar en el bar de su amiga María ví algo que me llamó la

atencion. En una pared tenian instalado el poster de la película “ Rumble fish “. El mismo marco. La misma dedicatoria que me habia rotulado Dennis Hooper en Valencia. Era el mismo que yo le había regalado a mi hermano. ¡¡ ¿ Qué cojones hacía allí ? ¡¡ Rafael no paró hasta conseguir que lo descolgara de mi habitación y se lo regalara. Allí estaba la furgoneta que llevaba adosada un gran reloj sin manecillas. Allí estaban Mickey Rourke y Matt Dillon, los dos hermanos, y el policia, Vincent Spano, desafiándose. Rafael me trajo un cerveza y yo despegué mi nariz del cristal que protegia el poster. “ Se lo he prestado a María “, me dijo. Por el tono de voz, intuí que la chispa que prendió cuando nos fuimos de su casa habia desaparecido. El contacto con aquella chica que estaba detrás de la barra, le había sumido de nuevo en la melancolia.

Empece a leer lo que estaba ocurriendo. Ella tenia el cariño de mi hermano. Era la causa de ese estar y no estar. Le dije a Rafael que me la presentara. Cuando nos acercamos a la chica, la tensión entre ellos se palpaba. Nos ofrecimos las manos. Sentí algo frio y blando. Retiré mi mano inmediatamente. Vestía de negro riguroso, con la camisa abotonada únicamente a la altura del escote. El ombligo y el nacimiento del pecho a la vista del cliente. Melena negra. Ojeras acentuadas a lo bestia, delatando batalla o con un bebé o con un trabajo diurno. Muy guapa. Seca. Fria. Ella no dijo nada tratando de ser amable. Yo tampoco. Pero ni ella me quitó la vista de encima ni yo a ella. El resto del bar estaba decorado con una exposición de fotografias realizadas en Marruecos. No me apetecia mucho verlas pero Rafael habia escrito el texto que acompañaba a cada una de las fotos.. María se arrancó a hablar con orgullo de las fotos. ¿ Las hiciste tú ?, le pregunté a María. No. Son de Sara, una amiga... Ví en la cara de mi hermano, como la mención de aquel nombre, no le había sentado nada bien.

5. Sara habia hecho las fotos a lo largo de toda la geografia marroquí. Rabat. Dakhla. El Jadida. Safir. Agadir. Fes. Mhamid. Ifrane. Dades. Todrá. Agdz o Zágora. Me dió por leer; Marruecos es negro, agujereado en jaula, y desde jaula azul. Galeotes crueles... Mediterraneo en monstruoso, de artificial y gris. Atlántico de muro amarillo, y todo sigue igual... De exitir mezquita, en cielo nublado, proyectaria con violencia, de gestos y entrega... aunque de modo solapado,

de montañas árabes altivas, decorados sublimes, buscan fuego, de peldaño nocturno, o quizá luna de ceniza, dispuesta a reventar, sobre rojo y marmol blanco, sin embargo, pobre vagabundo, fija la referencia, en oscuro anhelo, de tierras del sur. Arena en las heridas, Silueta en nube que juega, acaricia y golpea...

6. Detuve la lectura en una imagen. Era un chiquillo de espaldas, montado en un burrito cargado de trigo. El burro entre las dunas de una playa, se dirigia hacia una choza. Se veian con nitidez las moscas rondando las heridas del animal, tambien la arena cubria las heridas. Me acerqué a la barra y le pedí un bourbon a la chica. Maria trató de darme conversación al servirme la copa. Me sentí molesto con la repentina amabilidad. Rafael se acercó a la barra. Sabia que le chocaba verme con aquel bourbon. Le habia asegurado que lo había dejado. De su boca no salió ningún reproche. Decidió pedirle otro a María. Rafael trató de iniciar un conversación con María pero a ella se le fue la mirada hacia la puerta del bar, torció el gesto y se retiró. Le dejó con las palabras en la boca y tambien con una mueca de sonrisa estúpida y humillada. Entonces llegó una chica algo marimacho y tambien de negro riguroso. Se metió detrás de la barra. Se acercó a Maria y ambas se dieron un beso de tornillo, en nuestras mismas narices. Cuando los ojos de la chica se cruzaron con los de Rafael, intentó retirarse del abrazo, pero María no se lo permitió. Rafael me atravesó con la vista. Me giré y ví lo que estaba mirando. Era la foto de un bebé muy gordito, estaba pegada en un cristal junto a la mesa del d.j.

Le pregunté por la chica-chico. Era Sara. Le pregunté si el bebé era suyo y tambien de María. Me respondió afirmativamente, bajando la cabeza. Acababa de descubrir que tenia un sobrino ... 7. Mujeres negras, agujeros negros, espectros de metal, que han confundido, la noche y el dia. La carretera sigue abierta... Aguardo a la mujer de hielo, sueño con despertar, ilusión y desgarro, pongo mi alma al desnudo, impresión conocida, precedida, ¿ en cual de vuestras angustias ?

Rafael quería que nos marcháramos . Le felicité por los versos. Quise saber si Rafael participaba económicamente de aquel negocio. Era que no. Pero reconoció que le habia prestado sumas de dinero importantes en alguna ocasión. Reconoció que ella tampoco solia devolver estas cantidades y que a él esto le daba igual. Lo hacia por el bebé. Insistí en que nos quedaramos un ratito más. Me dí la vuelta y llamé a Maria. “ Ponnos dos bourbons más cariño “, creo que le dije. No le gustó la última palabra o el tono en el que la expresé, pero los trajo. “ Son veinte euros “, dijo. “ ¿ Nos vas a cobrar a nosotros que somos como de la familia ?, “ “ Pero ¿ qué dices ?...me dijo... No le dejé terminar la frase. Cojí las copas y me fuí hacia mi hermano que bailaba dejándose ir.

8. Sara estaba pinchando y no lo hacia mal. Reconocí el “ Evil empire “ de Rage against the machine. Bailábamos enroscados como serpientes, como en los viejos tiempos de Archy y Bocaccio en Madrid. Nos acariciamos y nos besamos. Sentia que Maria no nos quitaba los ojos de encima, aproveché para sonreirla y saludarla en la distancia. Habia apurado mi copa y seguia sediento. No tenia ganas de cruzar palabra alguna con María. Trinqué la primera copa que ví. Se acercó un chaval. “ Oye ”, dijo... Y puse cara de que le oía... “ ¿ Esa copa es tuya ? “, añadió. Y bueno, puse cara de que la copa era mia y de que me estaba ofendiendo. “ Perdona, perdona...Es que creí que era la mia “, dijo. Maria seguia mirandonos. Que poco le gustaba lo que veia. El chaval se acercó a su grupo de amigos. La estaba piando. Habia miraditas... Me quité la camisa. ¡ Por los viejos tiempos ¡. Rafael se la quitó tambien. El chaval se volvió a acercar. Venia con dos amigos y una chica. Creo que Rafael malinterpretó la cercania de la chica. La cogió del brazo y se la acercó. Cuando la tuvo cerca, ella le dió una bofetada que yo interpreté como un no pero sí. Vete tú a saber. En esas estábamos cuando apareció Maria y puso paz. 9. Se disculpó con todo el mundo. Cuando ya habia tranquilizado los ánimos nos dijo que nos fueramos. Seria mejor para todos que no volvieramos por allí. Rafael y yo nos miramos. Hacia ya algún tiempo, nuestra madre nos dijo exactamente lo mismo. Ví como sus ojos se llenaban de ira y supongo que él, vió en los mios lo mismo, pues era lo que sentia. “ ¿ Cómo ? “ , dijo mi hermano. Creo que aquello fué la gota que colmó el vaso. Rafael zarandeó a Maria de la camisa. Apareció Sara por detrás de Rafael y le partió una botella en la cabeza.

“ Yo deberia de hacer algo “, pensé. Me ví obligado a coger de la melena a Maria, y le estallé la cara contra la barra de marmol. Lo hice varias veces. Sentí como al primer impacto, la nariz le sirvió de parachoques. En los siguientes, sentí, como toda entera, la superficie de su rostro, se golpeaba contra el antiguo marmol blanco, que luego mutó a rojo pasión. Al verlo recordé los versos de Rafael; o quizá, luna de ceniza, dispuesta a reventar, sobre rojo...y marmol blanco... Recuerdo que Sara trincó en su puño una buena mata de mi pelo y me incrustó la cara contra el espejo de la pared. No cesó hasta que este se partió. Fuí el primero en ver mi nueva cara bajo multitud de ángulos. Reconocí ahí fuera, la presencia del bicho que se habia instalado dentro de mí hacia tiempo. Las cicatrices que posteriormente surcarian mi rostro delatarian su presencia para siempre. Le seria ya imposible esconderse detrás de mí. Sara acababa de hacer las presentaciones. Recuerdo que pensé; “ ¿ No deberia de agradecerselo de algún modo ? “ Lo que ocurrió después lo recuerdo como en una nebulosa 10. Recuerdo como el garito se vació a velocidad de vértigo... Recuerdo a Sara salir volando por la ventana, rompiendo cristales y doblando los marcos de aluminio... Recuerdo los marcos de aluminio señalados con restos de ropa , piel, carne y sangre... Recuerdo que Sara no volvió a entrar... Recuerdo a María y Rafael tirándose todo lo que tenian a mano el uno al otro... Recuerdo que le quité a Rafael de la mano una botella de Chivas...¡ Hasta ahí, podiamos llegar ¡... Recuerdo que entre gritos y explosiones me fuí a la mesa de Sara y puse un cd de Iggy Pop... Recuerdo la letra en parte y el bozarrón de Iggy...It´s a hole in my heart...I´m alone now... Recuerdo que lo puse a todo volumen...

Recuerdo a una señora en bata llegar embravecida a la puerta del bar con el orgullo a destiempo...¿ Seria la hora ?...¿ Serian los ruidos lo que le molestaba ?...Recuerdo que cogí una de las fotografias de Sara y se la estampé en la boca... Recuerdo girarme y ver a Maria en el suelo a cuatro patas. Tenia a Rafael encima. La estaba montando... Recuerdo que empecé a sentirme mal... Recuerdo que descolgé de la pared mi poster de Rumble Fish que se habia salvado por milagro en la batalla. Recuerdo la frase que le dijo Vincent Spano a Mickey Rourke; “ Lo mejor para todos es que no hubieras vuelto “... Recuerdo que me marché.

José Ruiz de Navamuel. Abril. 2009.

ManumisiónHotel...

ManumisionHotel...

ManumisionHotel...

( Poema para canción que Mercedes desechó, pero que siempre quise conservar por recordar supongo, aquel primer verano en Ibiza. Casualidades de la vida, el único que conservo de los mil que hice y además la semilla de Javier en “ Tomando gente como taxis “ )

Manumisionhotel, manumision hotel. De rosa desde mil novecientos quince. Por allí habia un tipo filipino... Dicen que siempre anda solo... Es la atracción... Se basta, se dobla y se sobra... ManumisiónHotel, Manumisionhotel.. Todo el mundo le mira a él... Sabe que ritmo imponer. El bar es lo que ves, un gigantesco sexo de mujer... Ahí se han instalado seis estrictas stripteeser puertoriqueñas de New York... Yo no voy a quitarme la ropa... ..............solo quiero coger el ritmo... Manumisionhotel, Manumisionhotel Bailan toda la noche las seis... Intentan enseñarme, lo sé, como se hace, lo ves, hasta que parto un pié... Por los pasillos del hotel, en cueros blancos, you know, sobre colchones de agua, calor de noche de verano. Es un espectáculo. No resulta sordido. Solo es la primera vez. Pierdo la cartera otra vez, No insisto en entrar. No quiero volver a caer. Manumisionhotel, Manumisionhotel

José Ruiz de Navamuel. Agosto. 1992.

“Un hotel y un árbol ...”

Oimos la llamada a la oración.

Aún es noche cerrada de noviembre. ... ¡ Qué frio hace ¡ ... ... ¡ ¿ Qué hago aquí ? ¡ ... El peso de la mochila, tira de mí hacia atrás. ¿ Desde dónde llega esa voz ? ... Suena muy fuerte, para venir desde la ciudad. Apuesto que procede de la cañada de la muerte. Empieza por fín el recuento, mientras me froto los brazos atérido. Respondo gritando a viva voz, de mal humor, que es lo convenido. Cuando nombran a José, se hace el silencio... No va traer nada bueno. Se acerca el maldito bastardo. José duerme conmigo, en la litera de arriba. Le digo a ese negro que la última vez que le ví, fué la pasada noche. Landí Jarju le pregunta a los imaginarias.

El primero abre el melón. Dice que José salió de paisano, alterado... ¿ Salto la valla ? ... ¡ No lo sé mi cabo ¡ ... Entonces suena el puñetazo en el pecho...Cuando el imaginaria se encoge, ese hijo de zorra, lo endereza con un gancho de izquierda... ...Preguntelé usted cuando lo vuelva a ver...le dice Landí ... ...A sus órdenes mi cabo...responde el imaginaria lleno de odio... Aparece la abeja reina. Se llama Norman Bourrouh. Es francés. Es nuestro teniente. Dicen que viene rebotado de la legión francesa. Dicen que lo echaron por matar a un soldado en instrucción. Dicen que le reventó la cabeza de un culatazo de fusil. Dicen muchas cosas. Los ojos le bailan en las cuencas, tiene dificultad para centrarlos en un punto en concreto. Tiene más de 60 años y corre cada

mañana los ocho kilómetros con nosotros. A los que se van quedando les golpea sin contemplaciones con el puño cerrado para que alcancen al grupo. Esa es su religión. Grupo. Grupo. Grupo. Grupo Salvaje a la manera de Pike, en la peli de Sam Peckinpah. Al cabrón le gusta esta película. Norman manda al negro bastardo al botiquín por si acaso estuviera allí, aunque bien sabe que José saltó a pillar caballo a la cañada de la muerte, al burdel de Halifa. Yo tambien le veo durmiendo el pedo con dos golfas. Nos ordena descanso. Todo el mundo enciende un cigarro. Todo el mundo patea el suelo con fuerza. Todo el mundo se frota los brazos. Todo el mundo se arma de paciencia. Hasta que José no vuelva o se sepa dónde está, no nos moveran de aquí. No me gustaria estar en la piel de

José y afrontar al teniente cuando vuelva... Me llega el olor a porro detrás de mí, mientras siento las capas de piel heladas y endurecidas. Revuelvo dentro de la mochila, con discrección, busco la petaca dentro de las botas y el pantalón. Por fín, me atizo dos o tres breves lingotazos para entrar en calor. Ya hace más de un hora que deberiamos estar corriendo por Rostrogordo. Puto yonqui de mierda... Vuelve el maldito bastardo de Jarju con los primeros rayos de sol. ... Nada, mi teniente... Y no ha terminado de hablar, cuando una piña del pino le abre la cabeza. El puto negro grita de dolor. Oh, dolor...Bienvenido al club... ¡ Mirar donde estar el hijo de puta... ¡ ¿ Vas de kie, eh cabrón ? ¡

¡ Baja de ahí... ¡ Todos miramos hacia arriba. Ahí está José. ¡ ¿ Qué hace ahí ? ¡ Ya sale el sol, y con este, el dolor de ampollas. De esta noche no pase que las reviente todas, luego lavaré las heridas con el whisqui, para que no se infecten. El cabo le está tirando piedras para que baje... ¡ ...Baja cabrón ... ¡ ¡ ¿ Cómo coño habrá subido hasta ahí arriba ? ¡ El pino está practicamente podado en su totalidad. José le acierta con otro piñazo al cabo...El cabo hierve de rabia... ... ¡ Te voy a follar el culito cuando bajes cabrón. ¡... ¡ Vas a probar mi rabo maricón... ¡ Todo el mundo lo pasa en grande, al ver al cabo puteado. El cabo se rinde...Mientras todos rien, el teniente saca su M-82

( 9 mm parabellum ), y dispara al aire bastante cabreado. ¡ ...Ese está loco mi teniente ... ¡ ¡ ...Ese no está loco, te lo voy a demostrar... ¡ El teniente le ofrece la pistola. ... ¡ Toma, baja y pégate un tiro ¡ José suelta una cuerda que tiene atada a un de las ramas y baja ayudándose con ella. Ya en el suelo, se va directo hacia el teniente, recoge la pistola de su mano y se la mete en la boca, con el cañón apuntando al cerebro. Cuando escuchamos el clik... nos sobrecogemos todos. Así lo siento... Debia ser la última bala pero él no lo sabia. No ha tenido la menor vacilación. Una cosa es leer el credo : “ El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin

dolor, y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.. “ Otra cosa es aplicar el credo. Tengo la sensación de que a pesar de todos los meses que faltan para licenciarnos, a José ya no le hace falta aprender más. No me sorprende la reacción del teniente. Un mes de calabozo para José. Otro más...

José Ruiz de Navamuel. Melilla. Enero. 1993.

Exposición en la Galeria Van der Voort.

Hoy es el día, dice mi mujer, Araceli, cuando me despierta con un beso. Me coloca el batín de seda. El baño está preparado. Me desnuda. Lava mi pelo, masajeando con las yemas de sus dedos, mi cuero cabelludo. Frota la espalda y el resto de mi cuerpo. ¡ Que piel tan suave tienes José, ¿ te lo han dicho alguna vez ? ¡ Solo tú, mi amor. Araceli se esmera en prepararme un desayuno a mi gusto. Solo, café solo. Entretengo la espera con una puntita de coca. En la radio Maria Callas, de buena mañana. El sol inunda el piso, aquí en la plaza del Mercado viejo. Aún me llega el rumor de los borrachos de ayer en la terraza del Croissant show. Se resisten a volver a casa. Acaba de llegar Melita, la muchacha que se ocupa de limpiar. Araceli le saca su vaso de leche fria. Subo el volumen de la música al máximo harto de borrachos.

Siento como empieza a nacer dentro de mí una agradable excitación sexual. Sentado en el salón, siento el impulso de apagar el movil. Temo enfrentarme con lo que se me viene encima en el dia de hoy. Algo me distrae. Es Melita. Pasa el aspirador por el pasillo, arrastrando el enchufe. Como la opera de la Callas está a un volumen brutal, Melita no se da cuenta que está desenchufada. Se vuelve loca con la alfombra, la pasa, la repasa. Me desnudo. Me levanto. Enchufo a Melita. Voy escaleras abajo buscando a Araceli. La encuentro desnuda como un guisante. Está tumbada en la cama. Tiene mi camisón en la mano. Lo está oliendo. Me acerco a la cama. La agarro del cuello con la mano izquierda. Con la mano derecha le doy dos bofetadas. Le quito mi camisón sin contemplaciones y lo tiro por ahí. La arrastro del brazo con violencia y la saco fuera de la cama. La tiro al suelo. Me siento a horcajadas encima de ella y la vuelvo a abofetear. Es con esta tanda de nuevas bofetadas, que consigo la erección. Es poderosa. Insultante rigidez. Araceli sabe lo

que le espera. Se coloca a cuatro patas. Le doy entonces una ligera palmadita, con la mano abierta, en una de las nalgas. Acto seguido me escupo en la mano derecha y me ensalivo el glande. Le ensalivo tambien la vagina. Mientras lo hago, ella no puede reprimir el orgasmo y se corre lo más discretamente que puede con breves convulsiones de cadera. Esto hace que me enfade, joder...porque siento mi pene ablandarse. Decido volver a abofetear con la máxima energia que soy capaz, las nalgas de Araceli. Surte efecto. Procedo a penetrarla. Tras sucesivas acometidas, mientras trato de llegar a mi destino final, siento a mi amada, correrse en la dulce espera. Envidio su facilidad para multiplicar el climax. Cuando siento que aquello no lo puedo reprimir más, doy una pista, Araceli se desliga y atrapa mi cola con su boca. La paz es inmensa, mientras eyaculo, ella sigue succionando con voracidad. Cuando termino, mi amor lo rebaña todo. Tengo que gritar para que el corazón no me salga por la boca. Nos besamos. Es un beso sin

lengua lleno de ternura y de sabores. Es un beso caliente. Volvemos al salón. Araceli me viste en consonancia al acontecimiento del dia. Elige un traje blanco de lino de Armani, que aún estando límpio, parece una guarrada, porque tiene manchas de pintura. Sabe que me gusta utilizarlo en ocasiones como la de hoy. Hoy es el dia. Ojeo la prensa y aluden a ello. Palabras grandilocuentes. Frases subidas de tono que solo logran aumentar mi ansiedad. Suena el teléfono. Escucho el sonido del aparato, con un eco horroroso, como de falsete, repetido de manera brutal. Escucho a Aracelí reprender a Melita porque ha roto uno de los platos de cerámica. Viven ustedes al borde del abismo, señora, cualquier dia de estos me marcho de aquí. Melita se marcha enfadada. El teléfono sigue sonando. Lo cojo. Al otro lado se identifica un periodista. Adopto el tono de voz de Melita. ¿ Si ?...

¿ Podriamos hablar con el señor Ruiz de Navamuel ? No.. ¿ No está en casa verdad ? Ni en casa, ni en España, cielo.. ¿ Quién es usted ? ¡ Cuántas preguntas cariño ¡. Soy Melita, la chica de servivio. ¿ Sabria decirme ? Lo que usted guste... Si el señor Ruiz de Navamuel regresará a tiempo para la inauguración oficial.. No regresará.. ¿ Dónde se encuentra el señor ? En Indonesia joven.. ¡ Qué ganas de buscarse complicaciones ¡ ¿ Porqué ? Pero no sabe que están en una guerra civil... Si es que viven en esta casa al borde del abismo, cualquier dia de estos me marcho de aquí, por cierto ¿ no necesitará usted una chica de servicio ?

No guapa, yo soy muy limpio, o sea que me confirmas que el señor va a dar plantón a todas las autoridades.. Eso lo dice usted. En la galeria nos han asegurado que el señor asistirá a la inauguración. Ya tiene el titular, ¿ no cree ? Click... Me cuelga el muy cabrón, claro, como soy la chacha... Es fantastico saber a qué hora tienen prevista la llegada todos esos parásitos. Para no estar . Por supuesto. Araceli entra en el salón. Es la hora de la medicación. Sobre la bandeja, pulcramente colocadas sobre gasas limpias veo las dos jeringuillas. El truco consiste en meterse un chute en cada brazo. Cierro los ojos. Estiro los brazos. Aprieto los puños. Me clavo las uñas en las palmas de las manos, mostrando el camino a seguir. Primero las vitaminas varias. Luego la niacina y la metadrina. Ahora no quiero que me molesten. Apago el teléfono y pongo la música de nuevo a todo

volumen. Evil Empire. Rage Against the machine. Lástima que no tenga más volumen el aparato. Me viene una imagen a la cabeza Es una sensación muy fuerte. Miedo y soledad. Cojo el cuaderno y los rotuladores. Comienzo con el boceto. Es un perrillo raquítico. Clava sus dientes en el hueso que sobresale de mi pierna. Les gruñe a otros dos chuchos que intentan acercarse. Me abrazo con fuerza a uno de los jamelgos que espera. Araceli trae el roast-beef. Le muestro el boceto mientras como algo. Araceli coge uno de los rotuladores y le da sombras a las costillas de los perros. Le doy vida al teléfono y al instante comienza a aullar. Miro el teléfono. Dejo la comida. Estoy desganado. Araceli coge el teléfono. Por señas me hace ver que son de la galeria. Por señas le digo que no estoy. Araceli cuelga y sigue con el dibujo. ¿ Qué quieren ? Han abierto a las doce de la mañana. La cola llega hasta el portal de Ses Taules. Dicen que no van a cerrar a mediodia. Que te estan esperando.

Iré cuando me dé la gana, ¡ coño ¡... A los medios le van a dar turnos, por cuestión de espacio, así que vayas a la hora que vayas te vas a encontrar alguna cámara... Mira que se lo dije a Carl, que se ocupara él... Dice Carl que el de seguridad ha tenido que echar a un chico. Llego borracho insultándote. Le echo un bote de pintura a una de tus virgenes. Han retirado el cuadro para limpiar el vidrio. Yo lo hubiera dejado asi. Seguro que le da un punto que no tenia. Espero que esos gorilas de seguridad traten a todos con respeto. Si por mi fuera iban a estar allí hoy...¡ una mierda ¡... ¿ Porqué invitas a esos vagabundos, José ? ¿ Ya te has olvidado de lo que yo era, antes de conocerte.. ? No, no me he olvidado, pero una cosa es esa y otra regalarle un Chateau Lafitte a esa gente.. La miro con hielo en los ojos. Araceli retrocede intimidada. ¡ Quiero que haya comida y bebida, todo el tiempo ¡. Díselo a Carl, por favor... ¿ Te acuerdas la última vez, en la Vrej

Baghoomian ?. No nos hicieron ni puto caso. ¿ Por eso la armaste ? Cuando voy a responder veo entrar a Fabio en casa. Se va directo al Johnny Walker. Prepara un par de copas. Está muy excitado. Viene de la galeria. Dice que a las tres de la tarde, aquello era una jungla. ¡ El soporte de vidrio que has elegido está en boca de todo el mundo ¡ Saboreo la copa. Fabio sigue hablando sin parar. Sigo con el boceto. Veo lo que ha hecho Araceli. Me gusta. ¡ Carl , ( Carl Van der Voort es el dueño de la galeria. Si no fuera por los años que llevamos juntos y porque me apoyó desde el primer momento, hace tiempo que le habria pateado el culo; por suave, por lista y por aprovecharse de mí. ), me ha dicho que ha descolgado “ El beso “. Los Andrada han insistido en pagarlo y llevarselo. Lo tienes en cash. Lo convenido. El ya ha cogido lo suyo. Lo tienes en una maleta en su oficina.

Dejo el boceto de los perros y me imagino una maleta abierta, hasta arriba de billetes, ardiendo... Le comento a Fabio que a Indonesia no podemos ir. Que hay una guerra civil... ¿ Dónde entonces ? Araceli me enseñó el otro dia unas fotos de Dakhla, en la frontera de Marruecos con Mauritania. En la costa. Al parecer se pesca de lujo. ¿ Porqué no ?, añade Fabio. Me vienen a la cabeza los Andrada. Unos parientes de mi madre que viven en Mira Mar, Puerto Rico. Unos extraños viejecitos. Me conocen bien. Les pedí una foto de cuando se casaron. Cuando la ví, se me disparó la fantasia. En “ El beso “, aparecen jovenes, elegantes, guapos, muy a los años 20. Mientras se besan, se apuñalan. No creí que les fuera a gustar. Y se lo han llevado...Sigo dándole vida a esos perros mientras Fabio inicia su monólogo ; ¡ Por la cara, joder, por la cara... Como todo lo que merece la pena...

Fabio me trae otra copa. Una puntita. Un cigarro. Otro cigarro. Otro cigarro. Otra puntita. Otra copa. Araceli, visto el panorama, me anuncia que no quiere ir a la exposición. Ya son las doce de la noche. Tengo que ir, debo de ir... ¿ Vamos ? No te separes de mí en ningun momento, le ruego a Fabio. ¡ Llegamos ¡ Me disgusta ver a tanta gente con sus cámaras con esos espantosos focos que maltratan todo lo que iluminan. Saludo a Carl Van der Voort, incómodo. El lo nota. Llevan aquí todo el dia, a pesar de lo que hablamos. Los políticos se han ido, hartos de esperar... ¡ Bien ¡. Observo a la gente. La mayoria son desconocidos. Estan más pendientes de las cámaras que de otra cosa. ¿ Dónde está la gente del barrio ?

¿ Y mis amigos jamaicanos ?, les dije que se pasaran con los djembes. Está todo el puto mundo cacareando. La cabeza me estalla. Veo a Fabio medio desnudo y a los de seguridad agobiandole. Ya no puedo más. Le pido a Carl, que lo despida. ¡ Que les den por el culo ¡. Sin ellos encima, Fabio se denuda y atrae a las cámaras como un imán. Le meto una patada de Kungfú a una camara de Canal +. Se produce un silencio maravilloso. Entonces puedo escuchar los djembes de mis amigos. Empiezo a sentirme a gusto. Fabio, que además de pintar virgenes, canta, suelta un alarido armónico, a la manera de las mujeres bereberes. Entro en trace... Carl se acerca y me anuncia orgulloso. ¡ Lo has vendido todo ¡ Fabio y yo nos miramos. A mí los párpados se me caen. Fabio tartamudea algo pero no le entiendo. Cuando abro los ojos le veo forcejeando con una chica. Fabio le arrebata la cámara. Se me cierran los ojos. Los vuelvo a abrir. Veo la cámara estrellándose contra una de mis pinturas sobre vidrio. La obra estalla

en mil pedazos de color. Adios a mi “ Arroz con pollo “. Me descalzo. Me desnudo. Me abandono al tam-tam. Cada vez que abro los ojos veo a Fabio destrozando alguna de mis obras. Extasis... Me parece ver a la policia y a Carl con ellos. Mi ansiedad ha desaparecido por completo. Aparece mi amor. Lleva una maleta de ejecutivo. La abre. Está repleta de billetes. La cierra. Deja el maletín en el suelo y me obliga a sentarme. Me da dos buenas bofetadas en la cara que logran espabilarme. Me arranca los cristales de la planta de los pies, con delicadeza. Me viste. Consigue un taxi. ¿ Hay algo mejor que el agua del mar de madrugada para curar las heridas ?. Estoy deseando que llegue el dia de mañana, para ponerme a pintar esos perros. José Ruiz de Navamuel. Madrid. Abril. 2000.

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