LOCKE - ROUSSEAU. Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

Sta. Mª de los Apóstoles Locke - Rousseau. La Ilustración. Hombre y sociedad LOCKE - ROUSSEAU Contenido ...........................................

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Sta. Mª de los Apóstoles

Locke - Rousseau. La Ilustración. Hombre y sociedad

LOCKE - ROUSSEAU

Contenido .............................................................................................................................................. 129 1. El tema del hombre. El Humanismo ilustrado................................................................................. 130 1.1. La nueva epistemología: Los nuevos modos de conocer .............................................................. 130 1.1.1 Newton .................................................................................................................................... 130 1.1.2. J. Locke .................................................................................................................................. 130 1.2. La autonomía de la razón ............................................................................................................. 131 1.3. La amplitud de los conocimientos: La Enciclopedia ...................................................................... 132 1.4. La nueva concepción de la Naturaleza ......................................................................................... 133 1.4.1. La Naturaleza como un factor de secularización de la cultura............................................ 133 1.4.2. La Naturaleza como un factor disolvente de todo lo religioso............................................. 134 2. El tema de la sociedad: Filosofía político-social ............................................................................ 135 2.1. La idea del progreso ..................................................................................................................... 135 2.2. La tolerancia religiosa: el deísmo.................................................................................................. 136 2.3. La educación: Helvetius, Rousseau .............................................................................................. 136 2.3.1. Helvetius (1715-1771)........................................................................................................ 137 2.3.2. J. J. Rousseau (1712-1778)............................................................................................... 137 3. Juan Jacobo Rousseau (1712-1778)................................................................................................ 137 3.1. Vida y obras.................................................................................................................................. 137 3.2. El Hombre..................................................................................................................................... 138 3.2.1. Igualdad y desigualdad ...................................................................................................... 138 3.2.2. Estado natural del hombre................................................................................................. 139 3.2.3. La libertad............................................................................................................................... 139 3.2.4. La educación: El Emilio...................................................................................................... 140 3.3. La sociedad: El Contrato Social .................................................................................................... 141

Apuntes para uso privado de los alumnos de Sta. Mª de los Apóstoles, basados en la obra Cuadernos de COU y Selectividad Historia de la Filosofía de los autores J.M. GARCÍA-MAURIÑO y J.A. FERNÁNDEZ REVUELTA de la Editorial Alambra Longman, así como en Historia de la Filosofía de J. SEGOVIA, J. ARROYO, F. NAVARRO, de la editorial Anaya.

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1. El tema del hombre. El Humanismo ilustrado (Ver Condicionantes históricos del siglo XVIII en Kant: condicionantes políticos, sociales y filosóficos) Se trata, en este siglo, de crear un nuevo tipo de humanidad, mediante la difusión y asimilación de los nuevos valores ilustrados. Es un período claramente antropomórfico. La fe en el hombre y la confianza en la razón hacían de esta época un sueño dorado de radiante optimismo. Y contra el excesivo optimismo del progreso se levanta la dura realidad del mal: esta realidad pone en entredicho la bondad y la providencia de Dios: si Dios es bueno, ¿cómo es que existe el mal en el mundo?; si Dios es providente, ¿cómo permite que se introduzca el mal en este mundo? La aportación de la filosofía ilustrada a este problema es el Deísmo; es el hombre mismo, no Dios, el que ha de proporcionarse la salvación, y no en un más allá, sino en un más acá, en la realidad de la vida, en la realidad de la sociedad y de la historia. El término «humanidad» está relacionado en sus orígenes con el proceso de secularización iniciado en este siglo XVIII. Ya no se habla en términos religiosos, sino en lenguaje secular; hay que mirar las relaciones que tienen los hombres con los que están más acá, no más allá. Hoy es el hombre el que rige y gobierna el mundo, la humanidad se convierte en el lugar de realización del hombre. Así, el concepto «humanidad» tiene un sentido ético que obliga al hombre a una contribución real a la historia, a un servicio común. Existe, pues, un desplazamiento claro que va desde la idea de una «vida eterna» propia de una concepción religiosa, de corte medieval, a una concepción secular de un futuro mejor para la humanidad, más conforme con la naturaleza humana. Esa «mejoría» está basada en el mayor y mejor dominio de la naturaleza, del Universo, de donde se derivan mayores comodidades, mayor bienestar que puede gozar el hombre, así como una liberación de las trabas ideológicas que se oponen al goce de la existencia humana aquí y ahora.

1.1. La nueva epistemología: Los nuevos modos de conocer 1.1.1 Newton Su influencia es decisiva en el siglo XVIII; la aplicación de las matemáticas al estudio del universo y la importancia dada a los fenómenos, a la observación directa, son la aportación fundamental de su pensamiento. ¿Qué significa esto? Que se abandonan las hipótesis metafísicas o teológicas en la interpretación de la realidad (ya sea el hombre, la sociedad o el universo). Se utiliza el discurso racional y se parte de la experiencia, de la observación, de lo captado inmediatamente por los sentidos. 1.1.2. J. Locke Es discípulo de Newton. Su influencia está en el orden del conocimiento, intenta resolver este problema mediante la teoría de las sensaciones; sólo se conoce lo que llega al entendimiento por los sentidos. ¿Qué significa esto? Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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Que Locke se opone a las ideas innatas de Descartes. Que la tarea de la razón humana es construir nuestros conocimientos a partir de las ideas obtenidas por medio de la sensación y de la reflexión. Estas dos líneas de pensamiento, la de Newton y la de Locke, son coincidentes. En el siglo XVIII aparece una nueva forma de conocer que sustituye al cartesianismo. Esta nueva epistemología supone la aceptación del empirismo inglés y la aceptación del racionalismo francés (de éste rechaza las ideas innatas y toma el rigor deductivo de su teoría). Así, se llega a una línea de conocimiento, de empirismo y racionalismo, que es la raíz del espíritu crítico ilustrado. Aplicando estos dos principios, solamente admite aquello que pueda ser demostrado como cierto. De aquí su cerrada defensa de la tolerancia y su lucha contra todo dogmatismo.

1.2. La autonomía de la razón Hasta la Ilustración, la razón humana se consideraba sometida siempre a una instancia superior; el hombre se veía limitado por la Revelación o por la autoridad, como verdaderos intérpretes de la razón. El gran salto se da ahora al concebir la Razón del hombre como autónoma, al no depender de ninguna autoridad exterior ni superior, sino que se basta a sí misma. Y esta Razón es un hecho que se tiene, algo que es común y hace iguales a todos los hombres de todas las épocas y de todas las culturas. La razón supone esa enorme capacidad del hombre, del entendimiento humano, para analizar, discutir y sacar conclusiones a partir de una observación directa o de unas reflexiones personales, sin necesidad de acudir a ninguna otra autoridad exterior. Se trata, pues, de una razón crítica. El hecho de llamar a esta época, en la Historia del Pensamiento, Ilustración o Siglo de las luces (Aufklärung) es significativo; es como si los pensadores de este siglo salieran de la oscuridad, del misterio, para emerger a la luz de la razón. Los filósofos de la Ilustración conciben la historia como una lucha entre la luz y las tinieblas: las tinieblas son la ignorancia, y la luz, el saber. Pero el saber es fruto de la razón, que será la gran liberadora. La razón tiene el sublime poder, para ella nada es imposible, todo lo alcanza, todo lo resuelve. Para los racionalistas, la razón es fundamentalmente una razón especulativa, abstracta. Para los ilustrados es una razón volcada en la práctica. Es decir, una razón (los franceses llegaron a dar culto a la diosa Razón) que no sólo resuelve los problemas del universo, sino que puede dominar adecuadamente la naturaleza y la vida humana, personal, social y política. Gracias a la razón el hombre podrá perfeccionarse, gracias a la razón será educado integral y perfectamente, gracias a la razón se suprimirán los prejuicios morales, las supersticiones y las trabas ideológicas que angustian el espíritu humano. Es el momento de la dignidad humana; se empiezan a reconocer los derechos humanos, basados, entre otras cosas, en la fuerza interior que tiene el hombre en sí mismo: la fuerza de la propia razón.

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1.3. La amplitud de los conocimientos: La Enciclopedia La tarea de la Ilustración se pretende plasmar en una obra que sea recopilación de todos los conocimientos de los hombres. La Enciclopedia nos ofrece una visión global de todo el conjunto del saber acumulado en el siglo XVIII. Supone una sistematización de los conocimientos humanos. Esta visión global estaría basada en tres pilares fundamentales: la memoria, la razón, la imaginación, de las que surgirían después la Historia, la Filosofía y la Poesía. Pero la Enciclopedia es algo más; se trata de poner todo ese saber (y todo el que vaya produciéndose) al servicio de la generación presente y de las que vengan, con vistas a llegar a una humanidad más libre, más racional, más autónoma. Su finalidad es popularizar el saber, que no se quede en las cabezas de una elite más o menos privilegiada, sino que trascienda al pueblo y así, arraigada, crear una nueva mentalidad para el hombre del futuro. En resumen, es sentar las bases para una reforma moral que va a constituir uno de los grandes ideales del siglo: hacer una humanidad más feliz. Dicho con palabras de Diderot: «...consiste en cambiar la forma común de pensar; intervenir activamente en la historia para provocar la educación de las masas, a fin de que el devenir histórico sea digno del hombre». (Enciclopedia)

Hagamos ahora un poco de historia sobre la formación de la Enciclopedia: •

En un principio se trataba solamente de traducir del inglés la Cyclopedia, de Efraim Chambers, en dos volúmenes, escrito en 1727. El trabajo de traducción empezó en 1745, entre diversos colaboradores. Los que más sobresalieron fueron Diderot y D'Alembert.



En 1747 D'Alembert se encargó de la dirección y se le asoció Diderot. Una vez en manos de estos dos philosophes, se fue apartando del proyecto inicial de una mera traducción.



En 1751 apareció el primer tomo de la Enciclopedia, y en él D'Alembert redactó un importante «Discurso preliminar». Fue presentada como un compendio de conocimientos, incluyendo tanto las «artes liberales» como las «artes mecánicas». Fue prohibida en 1759.



El título completo con que se presentó fue «Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, de las Artes y Oficios por una asociación de hombres de letras».



La publicación de la Enciclopedia coincide con el auge de la Ilustración francesa y aun europea. Fue uno de los grandes acontecimientos intelectuales y sociales de la época.



Aunque fueron numerosos los autores que intervinieron en su redacción (Diderot, D'Alembert, Voltaire, Rousseau, Montesquieu, D'Holbach, Quesnay, Turgot, Daubenton, etc.) todos coinciden en estos puntos básicos: -

tolerancia religiosa;

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optimismo respecto al futuro de la humanidad;

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confianza en el poder de la razón libre;

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oposición a la autoridad excesiva de la Iglesia;

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importancia a las técnicas y a los oficios;

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tendencias naturalistas;

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respeto a la experiencia;

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entusiasmo por el conocimiento y el progreso.

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La Enciclopedia fue muy combatida por el Antiguo Régimen y sobresalen, entre otros, los jesuitas en sus revistas y prensa «católica».



Esta obra fue uno de los factores que más contribuyeron a crear la ideología que sustentaba la Revolución Francesa de 1789.

1.4. La nueva concepción de la Naturaleza La Naturaleza es para los ilustrados un punto de referencia fundamental, es un concepto muy complejo. A ella se alude desde distintos planos: a veces Razón y Naturaleza se funden en un mismo problema. A veces, en el plano moral y político, la Naturaleza expresa una fuerza para luchar contra los valores antiguos, medievales y las instituciones vigentes más o menos irracionales. 1.4.1. La Naturaleza como un factor de secularización de la cultura Anteriormente, la cultura estuvo durante siglos en manos de clérigos y eclesiásticos. Era una cultura religiosa, cristianizada: la Fe, la Revelación, la Gracia sobrenatural eran elementos decisivos en la cultura medieval. Ahora las cosas han cambiado, las cosas son más naturales, más humanas, menos religiosas, menos «sobrenaturales». Ahora se habla de «religión natural», de derecho «natural», de ley «natural». Fue una época de enorme escepticismo respecto a la tradición y muy confiada en los poderes de la razón, y también convencida de la armonía de la Naturaleza. La manía de la brujería (siempre atacada por la Inquisición) se extinguió bruscamente, se oscureció todo el sentido de lo «sobrenatural». Los hombres modernos no sólo dejaron de temer al diablo, sino dejaron de temer a Dios. Dios ya no era el Dios-amor, sino el Ser inconcebiblemente inteligente, que había hecho el asombroso Universo, ahora descubierto por la razón del hombre. Ya no se hablaba de la Cruz como un símbolo cristiano, sino del Relojero; Dios existe de la misma manera que un reloj no puede existir sin Relojero. Así, el Universo, tal y como lo había descubierto Newton, no podía existir sin un Dios que lo hubiese creado y puesto en movimiento. Todo esto favoreció al secularismo en Europa. Los progresos intelectuales vinieron a reforzar las causas sociales y económicas que estaban apartando a la gente de la vieja religión. Las Iglesias y los eclesiásticos perdieron autoridad y prestigio; la economía, la política, los negocios y el Estado ya no se encontraban supeditados a fines religiosos. En todo caso, las Iglesias, en sus intentos de imponer sus doctrinas, ya no utilizaban los bárbaros métodos pasados, como el potro o la hoguera. Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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1.4.2. La Naturaleza como un factor disolvente de todo lo religioso No sólo era un concepto, sino una fuerza con la que mostraban su suficiencia para no necesitar de lo superfluo o lo supersticioso. La Naturaleza no era nada añadido a la misma base natural, como insistían en tiempos medievales en lo «sobre-natural». A partir de Newton, por Naturaleza se entiende el conjunto de leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos. Por tanto, conocidas esas leyes, descubiertas por la investigación científica, ya podemos predecir el orden y desarrollo, tanto del hombre como del mundo. Se trata de un concepto que sustituye en parte al de Dios, en cuanto que ya no es necesario recurrir a Él como permanente explicación de los fenómenos naturales. La Naturaleza aparece ahora definida como el reino de la necesidad, es decir, como un ámbito regido por unas leyes determinadas a las que el hombre sólo puede dominar conociéndolas y obedeciéndolas. Este concepto es lo suficientemente ambiguo como para que el pensador ilustrado encontrara fácilmente en él un nuevo marco de referencia religioso o metafísico. Si hay Dios es un Dios natural o «deísta». No es el Dios-Padre de la revelación cristiana. Es el Ser Superior, inteligente, el Gran Arquitecto del mundo. Y se descubre ahora a la «madre-naturaleza», de cuyo seno va a surgir el progreso, una nueva existencia para el hombre: más feliz, más libre. La noción de Naturaleza ofrecida por la Enciclopedia podía tener estos aspectos: •

La Naturaleza significaría algo así como el sistema del mundo, en cuanto conjunto de cosas creadas.



La Naturaleza designa cada una de las cosas creadas o no creadas, espirituales o corporales, como cuando se habla de todos los seres humanos.



La Naturaleza vendría a significar la esencia de las cosas, como cuando los cartesianos afirman que la esencia de la materia es la extensión.



La Naturaleza se utiliza para designar las potencias o facultades de un cuerpo viviente, como cuando los médicos hablan de una Naturaleza fuerte o débil.



La Naturaleza es todo el movimiento que, como arte divino, impulsa Dios a todas sus criaturas: un orden implantado por Dios en el mundo creado.

La noción de Naturaleza en el Diccionario filosófico de Voltaire es ésta: «La Naturaleza: soy el Gran Todo, no sé nada más. No soy matemática, pero todo en mí está organizado con leyes matemáticas. Adivina, si puedes, cómo se ha hecho eso. El Filósofo: si eres el Gran Todo que no sabes matemáticas y tus leyes son profundamente geométricas, es necesario que exista un Ser supremo, eterno geómetra que te dirija, una inteligencia que presida tus operaciones.»

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2. El tema de la sociedad: Filosofía político-social Sin duda, lo más innovador del espíritu ilustrado es haber procurado dar una nueva concepción de la sociedad, o mejor, de la situación del ciudadano en la sociedad. Se establece así una nueva forma de definir al hombre como ciudadano: el hombre inserto en la comunidad político-social. La Enciclopedia define así al ciudadano: «Es el miembro de una sociedad libre, compuesta de muchas familias, que participa de los derechos de esa sociedad.»

Si algún miembro de esa sociedad no fuera libre, o se viera privado de sus derechos, no ocuparía el verdadero puesto de ciudadano, y esa conquista, que no se dio en el Antiguo Régimen, es la principal aspiración de los ilustrados.

2.1. La idea del progreso La idea del progreso es la idea dominante, o la característica de la civilización europea desde el siglo XVIII al siglo XX. Es una creencia, una especie de fe no religiosa, en que las condiciones de vida humana mejoran con el paso del tiempo; en que, por lo general, cada generación es mejor que sus antecedentes y contribuirá con su labor a una vida todavía mejor para las generaciones futuras. E incluso, a largo plazo, la Humanidad entera participará en el mismo avance. Frente a unos factores de desarrollo histórico, suficientemente irracionales, como la superstición, la intolerancia, las guerras, etc., el progreso se presenta como un proceso de racionalización constante. El progreso es algo que compete a cada hombre y que debe ser extendido a amplios sectores de la vida humana, para así poder liberarse de la superstición religiosa o del gobierno irracional, o de una cultura degradante. Esta idea va unida a la educación o «iluminación», en el terreno moral o social; y esto, entonces, daría lugar a una situación del hombre y de la sociedad que fuera conforme con la razón. La idea de progreso va unida e implica un optimismo que determina el sentido de la historia y que hace ver que todo trabajo individual es por el bien de la humanidad. Es decir, que con el advenimiento de la Ilustración, la organización socio-política mejorará y con ella la vida humana de los ciudadanos. Es cierto que la humanidad ha pasado por épocas tenebrosas (una de ellas la Edad Media), pero, a pesar de todo, la humanidad ha seguido un proceso de perfeccionamiento y, con la llegada del Siglo de las luces, se va acelerando gracias al imperio de la razón. Se trata, pues, de un futuro optimista del porvenir de la sociedad. Hay dos autores representativos de este entusiasmo por el progreso: -

Turgot, en su obra Discurso sobre los progresos sucesivos del espíritu humano (1750).

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Condorcet, en su obra Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1794).

La síntesis de lo que dice el segundo, el Marqués de Condorcet (Juan Antonio Nicolás Caritat), es lo siguiente: Manifiesta una inquebrantable confianza en la capacidad de perfeccionamiento del hombre. En una lucha entre la razón y la ignorancia, al final vence siempre la razón, como en la Revolución Francesa; el triunfo no ofrece dudas para Condorcet: Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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«Llegará el momento en que el Sol no alumbre sobre las tierras más que a hombres libres, los cuales no conocerán más señora y maestra que la Razón, y en el que los tiranos y esclavos no existirán más que en la historia y en los teatros.»

2.2. La tolerancia religiosa: el deísmo La división de las diversas creencias dentro del Cristianismo, en tiempos de la Reforma, y la apertura a nuevos países y continentes hacen ver que hay pueblos que no tienen religión específica o que tienen una rigidez moral enorme aun siendo ateos (como China) y esto plantea la validez universal de la religión cristiana y su moral. Si hasta ese momento la defensa de la religión se había hecho desde las armas o desde la plataforma de intransigencia doctrinal, o incluso desde la tortura (como la Inquisición), ahora aparecerá un nuevo modo, una exigencia humana, el trato con las distintas formas de pensar o de creer: la Tolerancia. La lucha por la tolerancia y el antidogmatismo tiene sus orígenes en este cambio social operado durante el siglo XVII y que se prolongará hasta el XVIII sin que se vea la necesidad de detenerse. Hoy sigue habiendo necesidad y exigencia de tolerancia. Un ejemplo claro de todo esto es la obra del filósofo Spinoza (1632-1677), Tratado teológico-político, en cuyo prefacio afirma que «sólo dejando a cada uno la libertad de imaginar y honrar a Dios según su propia naturaleza, se puede conservar la paz y la piedad de un Estado». El conocimiento de otras religiones y de otras morales hace dudar de la validez universal de los principios morales cristianos. La duda hace investigar; a partir de aquí se realiza un análisis racional de la religión, de sus contenidos dogmáticos, del contenido de sus libros sagrados y se hace una crítica de los milagros como contrarios a las leyes mecánicas de la naturaleza. A partir de aquí esta crítica pretende llegar a encontrar los elementos esenciales de la religión, anteriores a toda Teología, para construir con ellos una religión que esté de acuerdo con la Razón y, al mismo tiempo, no se apoye en un catálogo de normas. Aunque el punto de partida sea la religión cristiana, se tienen en cuenta otras religiones con el fin de elaborar un Credo común a todas ellas. Entonces se encontrará una Religión natural, la verdadera religión. Esta conclusión tiene dos interpretaciones: •

Deístas: creen en un Dios creador del Universo, del cual no se conoce nada más. Este Dios abandonó el mundo a sus leyes eternas e inmutables y ya no interviene para nada en su desarrollo, siendo los hombres los únicos responsables de su destino.



Teístas: defienden la existencia de un sólo Dios creador y providente y que por lo tanto controla y dirige el mundo y a sus hombres, pudiendo, además, ser conocido por éstos.

En el desarrollo teórico de la Religión Natural se intentará establecer cuál es su origen. El teórico más radical será Hume, en su obra Historia natural de la Religión (1757), en la que mantiene una postura parecida al filósofo griego Epicuro: la Religión nace para superar los temores de los hombres.

2.3. La educación: Helvetius, Rousseau Ilustración y educación constituyen dos realidades inseparables. Decía Ortega y Gasset: «...es el siglo de la Ilustración, es decir, de la cultura o cultivo de las masas populares; en suma, el siglo de la educación».

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La obra monumental de la Enciclopedia (35 volúmenes) está orientada en este sentido; pero, sobre todo, es el esfuerzo intelectual de los grandes pensadores de esta época: Rousseau, Helvetius, Condorcet, Diderot, Montesquieu. Todos éstos representan una voluntad clara de difundir la cultura, el saber de su tiempo, a todas las gentes, crear una mentalidad crítica y más libre, que no estuviera encerrada en una elite más o menos minoritaria, sino que estuviera implantada en una amplia base social. La práctica docente seguía estando controlada en gran medida por la Iglesia, y en particular por los jesuitas (éstos tenían en el siglo XVIII en Francia más de 110 colegios y más de 100.000 alumnos). Y había que secularizarla. Dos actitudes se adoptan ante este problema educativo. 2.3.1. Helvetius (1715-1771) Insiste en la necesidad de una organización política que posibilite una transformación de la educación. Es lo que dice en su libro Del Espíritu: «el arte de formar hombres está en todo país tan estrechamente unido con la forma de gobierno, que tal vez no sea posible hacer ningún cambio considerable en la educación pública, sin hacer ningún cambio considerable en la constitución misma de los estados». Para el, el hombre es un egoísta por naturaleza, todas sus acciones están guiadas por el interés; la educación debe encauzar este egoísmo básico del hombre en beneficio del cuerpo social. No se trata de suprimirlo, cosa imposible, sino de encauzarlo en bien de la colectividad. 2.3.2. J. J. Rousseau (1712-1778) Tiene una postura completamente diferente. Su teoría educativa parte de un optimismo antropológico: el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que le corrompe («todo sale bueno de manos del Creador y todo degenera en manos del hombre». Como el hombre nace sin vicio ni defecto moral alguno y luego le encontramos inmoral y corrompido, hay que dejarle al hombre que se desarrolle sin trabas, un laissez faire a la propia naturaleza humana, lo más apartado posible de esta «contaminación social», en el campo, lejos de la ciudad, en contacto con la naturaleza. Así lo describe en su Emilio.

3. Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) 3.1. Vida y obras Nace en Ginebra (Suiza) en 1712, en una familia modesta, de religión protestante. En 1728 huye de Ginebra y es recogido por Madame de Warens y enviado al hospicio de Turín, donde abjura del protestantismo y se convierte al catolicismo. Casado, con cinco hijos, que abandona en la inclusa, lo cual será fuente de remordimientos. Al final, en 1768, se casa con Teresa Levasseur, a la que conoció en 1744. Fue siempre un inadaptado social. Marginado, vive en París en una humillante situación de dependencia; romántico, emotivo, con genuino sentimiento religioso, pero muy egocéntrico y mentalmente desequilibrado. Conoce a Voltaire, a Diderot, y colabora con ellos en la Enciclopedia, en el artículo «Música»; entra en contacto con los filósofos ilustrados. Prepara el artículo «Economía política», que aparece en 1755. Demasiado sensible, suspicaz e intolerante para mantener amistades constantes, poco a poco va quedándose solo, al ser muy radical en sus posturas intelectuales. Rompe con todos sus amigos. Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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Escribe las siguientes obras: •

Discurso sobre las artes y las ciencias (1750), con la que gana el premio de la Academia de Dijon. Sus opiniones chocan con los pensamientos de los «filósofos ilustrados», que se oponen enérgicamente a ellas. Defiende que la cultura, las artes y las ciencias han sido de hecho el factor fundamental de degeneración y oscurecimiento del hombre.



Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres (1758).



La novela La Nueva Eloísa (1760).



El Contrato Social y Emilio (1762). Estas dos son las obras claves de su pensamiento; fueron condenadas y se decretó la orden de prisión de Rousseau.

En 1754 deja París y vuelve a Ginebra, donde se reincorpora al Protestantismo para poder tener la ciudadanía suiza. Dice que si algo le ha quedado de sus amigos filósofos de París fue la destrucción de toda fe que tuviera en el dogma católico. En 1766 se va a Inglaterra con Hume, que le ofrece asilo y acogida en su casa. Sufre de manía persecutoria. Vuelve de nuevo a París y da lectura pública a sus Confesiones; se lo prohíben, redacta unos diálogos y comienza su última obra, Meditaciones de un paseante solitario, en 1777. Fija definitivamente su residencia en Francia, en la casa del Marqués de Girardin, en Ermonville, y muere el 2 de julio de 1778. Fue el más profundo de los pensadores de la Ilustración, un gran filósofo, con un temperamento sumamente emotivo y con una tensión constante entre el ideal y la realidad, entre el ser y el deber ser, entre sus pesares y sus emociones. La apasionada y apasionante vida de Rousseau le da una característica distinta de los demás ilustrados. No se puede decir que participe plenamente de la Ilustración, sino que su ataque a la civilización como corruptora de los hombres, o su postura respecto a la religión y sus ideas políticas, le separan claramente de ella. Además, se distingue de los demás ilustrados en la importancia que da al sentimiento y a las pasiones en la vida humana, frente al racionalismo imperante. Para algunos se ha convertido en un precursor del Romanticismo, más que un ilustrado.

3.2. El Hombre 3.2.1. Igualdad y desigualdad La tesis que sostiene Rousseau en su libro Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres es ésta: “los hombres en estado de naturaleza son iguales, no existe más desigualdad que la natural (talento, estatura, peso, cualidades...)”. ¿Qué es lo que ha hecho a los hombres desiguales? La desigualdad no es física, natural, se trata de una desigualdad moral o política. Es la propiedad, la sociedad política, el gobierno y la ley. En el momento en que se introduce la propiedad en lo social es cuando desaparece la igualdad; las selvas se convierten en campos feraces y la esclavitud y la miseria crecen con las cosechas de los campos. Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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La propiedad privada fue el resultado de apartarse el hombre de su estado de sencillez primitiva y produjo en la sociedad males indecibles. Es injusto que «los pocos privilegiados abunden en bienes superfluos, mientras la hambrienta muchedumbre carece de lo más elemental para la vida». La sociedad política «aplicó nuevas ataduras al pobre y dio nuevos poderes al rico; destruyó irrecuperablemente la libertad natural y fijó eternamente la ley de la propiedad y de la desigualdad... sometió a la humanidad entera al trabajo, a la esclavitud y a la miseria, a perpetuidad» (Discurso). Así, la desigualdad moral y política se debe ante todo al establecimiento de la propiedad privada y al de la sociedad política, el gobierno y la ley. 3.2.2. Estado natural del hombre Si admitimos que el hombre ha sido corrompido por una civilización artificial, ¿cuál es el estado natural, el estado de naturaleza del que ha sido alejado? Es decir, ¿qué significación positiva hay que atribuir al término «estado de naturaleza»? Rousseau distingue entre estado de naturaleza y estado social con el fin de diferenciar lo que hay de originario y lo que hay de artificial en la naturaleza actual. El estado de naturaleza designa el supuesto estado o situación del hombre con anterioridad a su vida en la sociedad. Es el estado en que el hombre sería bueno y feliz, independiente y libre, y guiado por el sano amor de sí mismo. El hombre es bueno por naturaleza. Este estado natural es un «estado que no existe ya, que acaso no ha existido nunca, que probablemente no existirá jamás, y del que es necesario tener conceptos adecuados para juzgar con justicia nuestro estado presente...» (Discurso). Es un concepto, mucho más que una realidad que pudo darse en un tiempo. El estado social designa la real situación presente en que se encuentra el hombre al vivir en esta sociedad. Aquí es donde el hombre se hace malo, está movido por el egoísmo, el ansia de tener (la propiedad) que le hace ser el hombre artificial y se rige por la injusticia, la opresión y la falta de una auténtica libertad. 3.2.3. La libertad En el fondo del pensamiento de Rousseau está el concepto tradicional de una ley moral natural grabada en los corazones de los hombres, y la obediencia, la cual conduce necesariamente al bienestar y a la felicidad. Es decir, el hombre en estado natural es naturalmente bueno y tiene en su entraña grabada una tendencia al bien y a la felicidad, no al mal. Si cada hombre en la sociedad une su voluntad a la de otro hombre y a la de otro, y así a la de todos los hombres de una sociedad, se forma una voluntad general nacida de una tendencia natural al bien y a la felicidad naturales de los hombres. O sea, que esta voluntad general es algo superior al Estado, es la decisión general de los hombres que expresan el bien, la justicia, la felicidad, etc. Todo esto es lo que existe por debajo de todas las pasiones pervertidas y de todas las ideas erróneas: una orientación universal y natural de la voluntad hacia el bien. Y entonces, la voluntad general de una sociedad política es una canalización particular de la orientación universal de la voluntad humana hacia el bien. Y, claro, la tarea del legislador consiste en Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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poner las leyes en conformidad con esa voluntad general y la tarea del ciudadano consiste en poner su voluntad particular en armonía con esa voluntad general. ¿Y dónde está en todo esto la libertad del individuo? Porque parece que la pertenencia a la sociedad y la obediencia a la ley llevan consigo un obstáculo a la libertad. Rousseau responde: los hombres son libres por naturaleza y se unen en sociedad para asegurar, no sólo su propiedad y su vida, sino sobre todo su libertad. El verdadero contrato social ha de ser, pues, un contrato de libertad. ¿No es algo contradictorio decir que los hombres se hacen libres y se protegen de la sumisión convirtiéndose en súbditos? Rousseau responde: «al obedecer a la ley un hombre se obedece a sí mismo, a su propia razón, a su propio juicio; está siguiendo su voluntad real. Seguir su propio juicio y su propia voluntad es lo mismo que ser un hombre libre. Por tanto, el ciudadano obediente a la voluntad general es el hombre verdaderamente libre, porque obedece a una ley que expresa su propia voluntad real». Decía Rousseau en El Contrato Social. Cómo encontrar una forma de asociación que defienda y proteja, con la fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos los demás, no obedezca más que a sí mismo y permanezca, por tanto, libre como antes. He aquí el problema fundamental cuya solución proporciona el contrato social.» (p. 41).

3.2.4. La educación: El Emilio Es una obra fundamental, en la reflexión filosófica contemporánea, sobre la educación. Junto con la obra de Platón, La República, son obras esenciales, y Rousseau reconoce los méritos del autor griego. Analiza la psicología del niño y su evolución; ésta viene marcada por todo el proceso de su naturaleza que, a su vez, está enmarcada en la filosofía social (según El Contrato Social -las dos obras aparecieron el mismo año-), el hombre es naturalmente bueno, pero se ha hecho malo al entrar en relación con la sociedad. «La sociedad ha de estudiarse en el individuo y el individuo en la sociedad; los que pretenden estudiar por separado la política y la moral no entenderán nunca de las dos.» (Emilio, IV, p. 197).

Si el niño se atiene estrictamente al proceso de su propia naturaleza, se evitan todas esas alienaciones del hombre civilizado que «nace, vive y muere en la esclavitud». Critica la educación libresca (basada en los libros) y artificial de su tiempo: el niño tiene que aprender por sí mismo, en contacto directo con las cosas: «El primer sentimiento del niño es el amor a sí mismo, y su segundo sentimiento, derivado de aquél, es el amor a los que están en torno suyo.» (Emilio, IV, p. 174).

El hombre siente piedad, compasión, porque se identifica con el que sufre. Y es precisamente el hombre primitivo, el hombre natural, el que es movido por este sentimiento natural de la compasión. Toda la moralidad se funda en estos sentimientos naturales: el amor de sí mismo, el amor propio, no es una pasión mala, ni se puede identificar con lo que llamamos «egoísmo». La compasión es un sentimiento natural que «al moderar la violencia del amor de sí mismo en cada individuo, contribuye a preservar la entera especie». Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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La palabra sentimiento no está usada en unos términos despectivos, como contrarios a la racionalidad, sino que significa aprehensión inmediata, intuición: «...creo, por lo tanto, que el mundo está gobernado por una voluntad sabia y poderosa, lo veo o más bien LO SIENTO, y es gran cosa saberlo.» (Emilio, IV, p. 239). «Veo a Dios por todas partes y LO SIENTO dentro de mí mismo.» (id)

La exaltación que hace Rousseau de la intuición y del sentimiento interior expresaba la reacción contra el árido racionalismo frecuente en la segunda mitad del siglo XVIII. La meta que tiene presente Rousseau es la formación de un hombre racional que tiene sus intuiciones, basadas en el sentimiento natural del hombre que sigue el proceso de su propia naturaleza. Y, así, educa para una nueva sociedad, al educarse para ser de verdad ciudadano. Se trata de toda una educación personal y política.

3.3. La sociedad: El Contrato Social Es otra obra fundamental para conocer el pensamiento de la Ilustración en el aspecto político. En paralelo con el pensamiento de Montesquieu en El espíritu de las leyes. El individuo sólo puede ser libre en el seno de la comunidad. Por medio de una reforma social y educativa se podrían poner los fundamentos para una salida airosa del estado deplorable en el que se encuentra la humanidad. El estado en que se encuentra el hombre en esta sociedad es un estado casi salvaje, sin ley ni moralidad. Como la maldad de los hombres es debida a la maldad de la sociedad, los hombres sólo pueden ser buenos si se produce una reforma profunda de la sociedad. La crítica del injusto orden social y de la cultura no significa en Rousseau el retorno a un estado natural (en cuanto orden libre, sin trabas) o de barbarie, sino la transformación de un orden social establecido por la fuerza (que diría Hobbes) y vivido obligado por las leyes venidas de fuera del hombre, sino el cambio en un orden establecido por leyes dadas por los hombres mismos en igualdad y libertad, es decir, un orden vivido en autonomía. «El hombre nace libre, pero por todas partes se encuentra encadenado; uno se cree dueño de los demás y sigue siendo más esclavo que ellos. ¿Cómo se produjo ese cambio? No lo sé. ¿Qué puede legitimarlo? Creo que puedo dar respuesta a esta pregunta.» (Emilio, I).

Rousseau se ve obligado a condenar el orden social en el cual no existe ya la primitiva libertad del hombre. Se resiste a fundamentar el orden social en la fuerza (como quería Hobbes), porque la fuerza no confiere derecho. Por tanto, para que el orden social sea legítimo y justificado, tendrá que fundarse en el acuerdo o la convención. Por lo tanto, tienen que unirse y fundar una asociación; pero el problema no consiste sólo en encontrar esa asociación que proteja a las personas y a los bienes de cada uno, sino en hallar una asociación tal que en ella cada miembro siga obedeciéndose sólo a sí mismo y siga siendo tan libre como antes. El sentido del «Contrato» no es nuevo; ya apareció antes en Locke y en Hobbes, pero Rousseau le da un sentido nuevo, completamente distinto: •

No es un contrato entre individuos (Hobbes).

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No es un contrato bilateral (Locke: un grupo de personas ceden sus poderes a otro hombre o grupo de hombres para que ejerzan el gobierno).



Sí, es un contrato entre la comunidad, cuya voluntad general es el fundamento de todo poder político. Aquí es donde cobra sentido la «soberanía del pueblo».

(En la teoría de Rousseau el contrato originario crea un soberano idéntico con las partes contratantes, tomadas colectivamente; y no se dice nada del gobierno. Para Rousseau, el gobierno es pura y simplemente el poder ejecutivo dependiente de la voluntad general.) La comunidad civil, distinta del estado, aparece como una comunidad entre hombres libres que gozan de igualdad política. Nadie debe ser excluido. El paso del estado de naturaleza al de sociedad civil organizada no es una sustitución de la «libertad natural» por la esclavitud, sacando como beneficio la seguridad ciudadana, la protección a la propiedad, etc. En esta sociedad se adquiere una forma de libertad superior a aquella de la que se disfruta en el estado de naturaleza. ¿Hay contradicción entre lo que decía en el Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres y El Contrato Social? En el primero hablaba de los males de la sociedad tales como existían de hecho en la realidad (sobre todo en Francia); en el segundo habla de la sociedad política tal y como debería ser. Como mero individuo aislado, el hombre, aunque no es vicioso ni malo en sí mismo (es bueno por naturaleza), no es propiamente un ser moral; sólo en sociedad se desarrolla su vida intelectual y moral. «El hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado» es la expresión de un problema, no de una solución. La solución se encuentra en la idea de la transformación de la libertad natural en libertad civil y moral. La libertad civil está limitada por la voluntad general, con la cual se identifica la libre voluntad real de cada individuo, en cada miembro de la sociedad. Rousseau llega a captar perfectamente la contradicción política del mundo moderno y contemporáneo, el problema de la conjunción de igualdad y libertad, ya que ve claramente que ésta no puede existir sin aquélla. Rousseau contrasta el grave riesgo que la desigualdad económica supone para la comunidad política, esa división simple de pobres y ricos. Y manifiesta su casi total escepticismo sobre la verdadera democracia: ... no existirá jamás la verdadera democracia ni ha existido nunca. Es contra el orden natural que el mayor número gobierne y los menos son gobernados. Si hubiera un pueblo de dioses estarían gobernados democráticamente; un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres (El Contrato Social, III, 4).

Este capítulo es un grito de desesperación al reconocer que la mecánica política exige el establecimiento de numerosas funciones delegadas, lo que al final supone o implica un cambio profundo en la administración. Si reconoce que la democracia no es perfecta, eso no invalida las bases de la legitimidad democrática con todas las imperfecciones que pueda tener. No basta la fuerza para mandar, es preciso que también el pueblo crea en la justicia de esa fuerza que manda democráticamente. Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía Víctor M. Gallardo Relloso

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Rousseau, pues, aspira a un proyecto político en el que fueran compatibles la igualdad y la libertad, aunque siempre bajo la autoridad de las leyes. Esas leyes que se las ha dado a sí mismo el pueblo, cuando ejerce la soberanía, al expresar la voluntad general. Finalmente: • • •

Rousseau ha ejercido una notable influencia en la literatura, no sólo en la francesa, sino también en la alemana. Rousseau rebasó los esquemas de la Ilustración, fue un romántico ilustrado, más romántico que ilustrado, si identificamos como rasgos principales de la Ilustración en Francia un racionalismo árido, un escepticismo religioso y una tendencia al materialismo. Rousseau se adelantó a su tiempo; fue precursor del Romanticismo y abrió el camino a amplias vías de la cultura europea.

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