Los derechos étnicos y negros constitucionales y la propiedad ancestral de su territorio

Los derechos étnicos y negros constitucionales y la propiedad ancestral de su territorio Rudecindo Castro Hinestroza* * Miembro Comisión Nacional Es

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LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
01_FERRAJOLI 25/7/07 09:11 Página 15 LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Luigi Ferrajoli Universidad de Camerino (Italia)

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GRUPO DE TRABAJO Gestión del Conocimiento y Propiedad Intelectual Documento nº: 001 Fecha última revisión: 5 de noviembre de 2015 PROPIEDAD INTELECTU

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Los derechos étnicos y negros constitucionales y la propiedad ancestral de su territorio Rudecindo Castro Hinestroza*

*

Miembro Comisión Nacional Especial para las Comunidades Negras, Art. Transitorio N° 55 C. N.

Tomado de las Memorias del Coloquio Contribución Africana a la Cultura de las Américas 1993

DERECHOS EN LA VIDA DE LA COLONIA Los derechos étnicos de los afrocolombianos están ligados a la historia de sus comunidades y hablar de la historia de las comunidades afrocolombianas es hablar de la historia de los cimarrones. En su condición de grandes hombres luchadores por la conquista de su libertad, porque de África fueron secuestrados violentamente, millones de personas denominadas (por los esclavistas) e identificadas por igual como "negros",1 iniciaron el forzado y obligatorio despojo de su cultura ancestral y el desconocimiento e irrespeto de su dignidad humana. Históricamente se nos ha mostrado como simples objetos incapaces de construir algo digno o de ser protagonistas de nuestra propia historia. En consecuencia, se nos ha hecho creer que no hemos sido más que esclavos sumisos e inferiores frente a las demás comunidades de Colombia. Las clases dominantes, a través del Estado y sus aparatos ideológicos (educación, medios de comunicación), han negado a la comunidad negra su aporte y participación en la construcción de este país; pero la realidad es otra. Nuestros antepasados sacaron el oro que desarrolló el capitalismo mundial a través del comercio triangular; cultivaron y recogieron las grandes cosechas de algodón que impulsó el desarrollo industrial en Inglaterra y en toda Europa; construimos los caminos por donde transitaron los esclavistas con sus mercancías cargadas a la espalda de nuestros antepasados; así como los ferrocarrilles y las grandes mansiones donde vivían los esclavistas. En síntesis, contribuimos a construir este país. Mucho antes de la .campaña libertadora emprendida por Bolívar y la Revolución de los Comuneros, nuestra lucha comenzó en África en búsqueda de la libertad. En el momento en que los .africanos fueron desarraigados de sus tierras, como resistencia á las condiciones infrahumanas a que estuvieron sometidos por los traficantes durante la travesía del Atlántico, los obligaron a ahorcarse, rebelarse, lanzarse encadenados al mar, negarse a tomar alimentos hasta morir de inanición y a tomarse por la fuerza los barcos.

Una forma de lucha más organizada fue la de los cimarrones, denominados así por los españoles hacia 1518, que constituyó la resistencia más sobresaliente y trascendental. Los cimarrones fueron los esclavos rebelados que resistieron a la esclavitud desde las montañas y zonas de difícil acceso; sus comunidades estaban protegidas por estacas de palo llamadas "palenques", donde organizados militarmente realizaban campañas para liberar esclavos en las haciendas aledañas y enfrentaban al ejército español en defensa de su libertad. El movimiento cimarrón de nuestros antepasados hizo temblar a los esclavistas con sus incursiones a las minas y a las plantaciones. La experiencia militar que acumularon los cimarrones durante varios siglos de lucha, los convirtió en los primeros en actuar en pro de una causa justa en América, logrando ser reconocidos por los españoles como hombres libres, mediante cédulas reales o firmas de pactos entre éstos y los cimarrones, creándose así los primeros territorios libres y autónomos de América y convirtiéndose en los verdaderos precursores de la independencia de América. Uno de los más famosos dirigentes cimarrones en Colombia fue Diego Biojó, rey Benkos Biohó o rey del Arcabuco del Palenque de San Basilio. En el último decenio del siglo XVII, hubo encuentros violentos por la defensa de los territorios habitados por los palenques y amagos de pactos de paz; la guerra entre blancos y negros se recrudeció, especialmente en el Palenque de la Sierra María, cuyo jefe Benkos Biohó comandaba 500 hombres, encuadrados en cuatro divisiones y después de resistir durante 15

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En Afica no existía el negro, allá eramos yorubas, congos, mandingas, caraba-líes, bantúes, zulúes, etc., según el conglomerado humano a que pertenecíamos.

días, con la retirada de los españoles, se le reconoció oficialmente la propiedad autónoma del territorio mediante la Cédula Real de 1691. Cédula que hacía libres a los cimarrones, pero que nunca se puso en vigencia. Por el contrario, se emprendió la lucha contra los negros en todos los palenques de Biohó, especialmente en la Matuna, Sierra María, Matuderé, Bunge, Dundé y Arenal.

DERECHOS EN LA INDEPENDENCIA Y LA VIDA DE LA REPÚBLICA La historia de las comunidades negras en la vida republicana de Colombia ha sido una historia de traición y de opresión por parte del Estado, pero no de sometimiento. Cuando nos independizamos de los españoles, los 2. Los españoles llamaban cimarrones al ganado animal, que después de domesticado se alzaba y se iba al monte, como así se consideraba al hombre negro, se le dio la misma denominación.

criollos ricos traicionaron los propios criterios de independencia y a las comunidades. Nos utilizaron en la guerra de independencia y nos plantearon: "Si ustedes quieren la libertad, conquístenla en los campos de batalla". Por lo tanto, nosotros no luchamos contra los españoles por la independencia, sino por nuestra libertad, y esta libertad sólo se concretiza sobre los derechos territoriales. Si miramos históricamente los problemas de los pueblos negros, siempre los veremos dobles. El mestizo en ese momento luchaba por la independencia de España, no obstante era libre en las condiciones de la colonia y de los criollos ricos; mientras que el soldado negro era esclavo y luchaba por su libertad frente al esclavista, quien comandaba la batalla. Desde allí, es preciso ubicar las desiguales características en las luchas de los pueblos negros. De tal modo, cuando los criollos decidieron armar a los esclavos comenzó una hermosa página de aporte político (con esa gran experiencia de lucha cimarrona). En primer lugar, la lucha por su libertad; y en segundo lugar, por la independencia de todas las naciones de América. Nuestros antepasados se distinguieron en el campo de batalla y dieron grandes héroes, como Prudencia Padilla, Piar en la zona de Guyana, el general Páez, el negro Camejo y otros que llegaron al grado de teniente, almirante, y general. Sin embargo, cuando terminó la guerra de independencia, en el Congreso de Cúcuta en 1821, donde se empezó a consolidar la estructura política administrativa de este país, por parte de los criollos ricos hubo dos traiciones. La primera: los criollos ricos mandaron a asesinar a todos aquellos militares negros que habían quedado en los altos mandos. Buscaron las excusas más triviales, por ejemplo: a Padilla, quien fue el chivo expiatorio de la noche septembrina contra Bolívar, cuando el autor intelectual fue Santander; había que buscar un culpable y quién más que este negro para deshacerse de él. Igualmente sucedió con Piar y el general Páez, a quienes mandaron matar a traición. La segunda, se relaciona con el sofisma de la libertad para los esclavos que tomaron las armas. Se determinó que había que darles a los esclavos una carta de libertad o manumisión, determinación que presentó toda clase de trabas. La ley de manumisión, denominada ley de parto de 1821 (Congreso de Cúcuta), manifestaba que a partir de esa fecha toda persona negra que naciera era libre, pero a partir de los 21 años; es decir, por 21 años más se prolongaba la esclavitud en Colombia. Estos dos aspectos indignaron a nuestros pueblos y el cimarronismo se activó más que en ninguna otra época. Otro hecho importante, relacionado con la traición consumada a los pueblos negros, son

las contradicciones que genera el sistema esclavista en cuanto a rentabilidad. Se suscita un movimiento antiesclavista y las condiciones políticas del país llevan al poder a los radicales liberales, quienes decretan la abolición legal de la esclavitud el 21 de mayo de 1851. Esta ley generó una esclavitud indirecta; de la esclavitud que nos tenía atadas las manos y los pies como animales, se pasó a la esclavitud del jornal y la manumisión; se liberó al esclavo solamente como propiedad privada de los esclavistas, quienes obligaron al Estado a asumir la compra-venta de los esclavos, pero no generó una medida revolucionaria que dijera: SE ACABO LA ESCLAVITUD. Al esclavista se le pagó y se le indemnizó por cada esclavo. La ley, al mismo tiempo, no le reconoció a nuestros antepasados derechos políticos, económicos, sociales y culturales, que les permitiera salir de esa situación de indigencia general en que se encontraba el negro; todo lo que había construido se le desconoció. De tal modo que quedó marginado y condenado a vivir en la miseria. Nuestros antepasados no fueron considerados ciudadanos colombianos porque no tenían derechos políticos (estos, en esa época, estaban reservados a unos pocos que tenían rentas y bienes, que sabían leer y escribir); no podían transitar libremente por los pueblos de los blancos; fueron condenados a someterse al sistema de servidumbre en una hacienda o a vivir en "paz" en lo profundo de la selva o cabecera de los ríos, lo que significó vivir marginados y abandonados por el gobierno, que no los consideraba parte de Colombia y no tenía el sentimiento afroamericano. Esa ley culminó esa gran traición, la cual nos permite reclamar hoy nuestros derechos históricos y cobrar todo lo que se nos debe (por ejemplo, en el pasado paro cívico del día 26 de mayo de 1987, el pueblo chocoano exigió que se firmase un pacto social como reconocimiento a la deuda, y el Gobierno por enésima vez se burló de nuestra comunidad). Por tal razón, nuestro estado de miseria lo entendemos como el tratamiento desigual y la marginación a que hemos sido sometidos desde la irregular Ley de Abolición de la Esclavitud. Esa marginalidad nos pesa a nivel ideológico, manteniendo todavía el lastre de la esclavitud; y a nivel material, la pobreza crítica generalizada nos asume como sujetos protagonistas de la historia en el presente siglo, donde seguimos trabajando y construyendo este país, como lo hicieron nuestros antepasados, pero con un pensamiento cimarrón que nos imprime una alta moral y nos convoca a formar organizaciones que logren unir e integrarnos, y nos permita asumir el liderazgo que gestaron nuestros antepasados cimarrones en sus luchas antiesclavistas durante el régimen colonial. En consecuencia, debemos rescatar esa historia de lucha y rebeldía, en donde nuestros ancestros cimarrones demostraron sus excelentes condiciones de líderes y de organizadores, y reafirmaron los sentimientos de la dignidad personal. El Estado colombiano tiene una deuda con los descendientes de los cuarenta millones de hombres negros que trabajaron de sol a sol durantes más de 300 años sin recibir salario alguno, ni prestaciones sociales, ni asistencia social; lo que traducido en pesos, según el salario mínimo actual, se convertiría en una deuda calculable, pero impagable. Otra deuda incalculable e impagable del Estado colombiano con las comunidades afrocolombianas, es la de haber sabido cuidar y mantener los territorios del Pacífico biodiverso, patrimonio cultural y ecológico de los afrocolombianos. Sabemos que las comunidades negras hemos sido víctimas de la discriminación racial; prueba de ello es la Constitución de 1991, por esto formamos parte de una Comisión Especial, formulando unos derechos que debieron quedar consagrados en la Constitución y las leyes anteriores. En cuanto a la discriminación social y económica por parte del Estado, nos han tratado mal durante toda la historia nacional y no es fácil que logremos hacerles cambiar esta actitud. Si nosotros mismos no cambiamos, la unidad en la acción se hace más urgente ahora que tenemos la posibilidad de romper la invisibilidad que hemos sufrido por más de 400 años de lucha cimarrona en pos de la libertad y de una vida digna en el presente y el futuro. Hemos sido víctimas de esta discriminación y hemos contribuido a ello. Hemos vivido dispersos y aislados, sin un grupo de presión que reaccione cuando nos atropellan nuestros derechos; hemos

creado un pensamiento propio de unidad y de conciencia de nuestros derechos históricos y como ciudadanos colombianos; hemos desconfiado de nosotros mismos; hemos desaprovechado el trabajo y la inteligencia de los campesinos, mineros, indígenas, maestros, profesionales, y mujeres. Hemos creído en luchas de organizaciones como los partidos políticos tradicionales y no tradicionales, que no representan nuestros intereses socioculturales y étnicos, y nos hacen creer que hay que esperar que sean otros los que nos solucionen nuestros problemas. Hoy, los grupos económicos y la oligarquía nacional están mirando hacia la costa Pacífica, en especial hacia el Chocó. Ellos piensan en sus inversiones, en ampliar sus negocios, en sus intereses, pero desprecian y desconocen los derechos y las aspiraciones de las comunidades negras como dueños del Pacífico y del ecosistema que hemos mantenido y cuidado colectivamente con nuestras prácticas tradicionales, por más de 400 años. Despertemos, pues, hermanos negros, blancos, mestizos, indios, nacionales y extranjeros. Debemos organizamos y tomar conciencia de nuestros derechos ancestrales. Los invitamos a luchar con las comunidades de base por la propiedad colectiva que nos asegure nuestras tierras, por la explotación comunitaria de los bosques y nuestras minas; por la conservación de nuestros ríos, ciénagas y mares. Si no abrimos los ojos a tiempo, nos quitarán la tierra comprándola con engaños; la explotación de las minas de oro y platino la seguirá haciendo el Gobierno a través de empresas grandes y pequeñas que nos dejaran sin donde echar la batea. Entregarán el mar y sus peces a grandes empresas pesqueras, sin poder comer pescado por lo costoso; nos convertirán en bulteadores de puerto, servicio doméstico, jornaleros de fincas, desempleados y ladrones. Nos seguirán dando una educación para maestros y policías, que nos aleja de la tierra y la cultura en que nacimos.

Esta pobreza generalizada en nuestras comunidades nos coloca ante la opinión nacional como inferiores, creando un ambiente de confusión con respecto a nuestra identidad étnica y cultural, tanto en la comunidad negra como en la comunidad blanca, mestiza e indígena y por lo tanto alimentando los prejuicios raciales hacia el negro. Se nos ha hecho creer que "discriminación racial" es toda esa cantidad de dichos y expresiones que en el interior del país y en nuestras propias comunidades, nos dicen a manera de ofensa: "negro tenías que ser", "el negro que no la embarra a la entrada, la embarra a la salida", "los negros ni porque se capaciten, son capaces de crear o dirigir su propio destino"; o grafítis como los que aparecen en las paredes de algunas universidades del interior del país: "haga patria, mate un negro". A medida que avanzamos en el proceso organizativo y a través del estudio de la problemática de la comunidad negra, nos dimos cuenta, los cimarrones contemporáneos, que la discriminación racial son las condiciones de vida de las comunidades negras: condiciones de atraso, marginación y desigualdad; el continuo etnocidio y genocidio que por más de 400 años vienen sufriendo las comunidades negras. Entendemos también que este atraso, esa desigualdad y esta marginación no la podrían ocasionar ni manejar la comunidad blanca en general, sino el Estado y la clase dominante a través de sus diferentes sistemas de relaciones sociales de producción; los que tienen el poder de dotar a un pueblo, a una comunidad, de las condiciones iniciales, para que, a partir de allí, impulse su propio desarrollo y permita elevar sus condiciones espirituales y materiales de existencia, es decir, salir del atraso, de la desigualdad y de la marginación y pobreza absoluta. Por tanto, el Estado es el único que tiene la capacidad y el poder para ejercer la discriminación racial. Esas expresiones y dichos enmarcan lo que se denomina prejucio social, como consecuencia de la discriminación racial; esas frases provienen de una herencia sicológica que actúa en la mente de todos los negros y los blancos, de la comunidad en general; vienen desde la época de la esclavitud y se han transmitido de generación en generación. Es así como el esclavista consideraba al negro perezoso, despilfarrador, desordenado, bullicioso, borrachín, mentiroso, incivilizado, incapaz de administrar o gobernar, feo e hijo del diablo. Durante más de 300 años de esclavitud predominó esta visión del negro y aún hoy, 140

años después de la "abolición de la esclavitud" en Colombia, esa apreaciación persiste, porque no hubo un movimiento cultural educativo por parte del Estado que reivindicara la dignidad del hombre negro, capaz de ser protagonista de su propio desarrollo y gesta libertaria, como lo fueron los cimarrones en la defensa de su libertad, atrincherados en sus fortines, los palenques. Por otro lado, el esclavista se veía a sí mismo (y el esclavo también), como el trabajador, el ahorrador, el ordenador, el culto y capaz de administrar y de gobernar. De este modo, cualquier persona blanca, hasta el más pobre, se sentía superior, porque era blanco o mestizo. Durante todo este tiempo, estas dos visiones han afectado la conciencia de nuestros pueblos, generando dos reacciones: Una, en el negro, creándole un complejo de inferioridad y subvaloración, de dependencia, de autodestrucción de su negritud, de crisis de identidad y de alienación; lo que explica que actualmente en nuestras comunidades, tanto urbanas como campesinas, intelectuales u obreras, cualquier blanco o mestizo puede descalificar a los líderes naturales de la comunidad negra que están trabajando por cambiar estas condiciones de existencia. Estos prejuicios raciales nos los siguen martillando a través de los medios de comunicación, en revistas como "MEMIN", "TARZAN", "MANDRA-KE", "EL FANTASMA", en donde es evidente siempre la supuesta superioridad del blanco. Tampoco aparecemos protagonistas en los noticieros, en la televisión, la radio; lo que se traduce en una invisibilidad para nuestros niños, pues el mundo que esos aparatos mágicos mantienen y reproducen no pertenece a nosotros, ni nosotros a ellos. El niño negro no se ve reflejado en ellos y quiere estar allá. Desde niños, se nos va acumulando ese lastre (y al niño blanco ese mismo lastre de prejuicio racial contra la persona negra), de modo que nuestros niños negros se tratan despectivamente como "negro". Esto lo repiten inconscientemente y más tarde se traduce en rechazo, en autonegación, en autodestrucción. Todas esas expresiones y dichos, que se utilizan en las relaciones sociales, son el resultado de los prejuicios raciales, manejados desde la esclavitud hasta hoy y reproducidos por los aparatos educativos estatales para justificar la situación que viven las comunidades negras. Repiten que somos atrasados y pobres por nuestra incapacidad racial para administrar y trabajar; vivimos porque fuimos condenados a vivir marginados, pues el Estado no nos ha dotado de las condiciones iniciales para salir 'del atraso y de la marginación. Es decir, justifican la situación de la comunidad negra con el color de la piel. Por tanto, la elaboración del proyecto de ley, basado en el Artículo Transitorio 55, debe posibilitar la transformación de la conciencia nacional en torno a una actitud favorable para las comunidades negras. Vamos a seguir impulsando el proceso de unidad organizacional de toda la comunidad negra del Pacífico, sin protagonismo y sin peleas que nos debilitan, para tener una capacidad de negociación con el Estado colombiano, quien hasta ahora no nos ha reconocido la deuda ancestral que tiene con nuestras comunidades.

El Ecosistema Regional y la Conceptualización del Trabajo del Hombre del Pacífico La comunidad negra de Colombia está conformada por una población de más de 6'000.000 de habitantes. A pesar de tener una posición geográfica privilegiada en el país, con costas en ambos mares, un potencial hidroeléctrico que sin duda es de una riqueza extraordinaria, superada sólo por los Estados Unidos, Canadá, La Unión Soviética, China, Brasil y El Congo, con la diferencia de que ellos son países de nueve a diez millones de km y nosotros con un millón de km, de los cuales sólo el Chocó con sus 46.000 km posee el 80% del potencial hidroeléctrico del país. Por esto, podemos decir que somos relativamente la comunidad con la riqueza hidroeléctrica más grande del mundo y el 80% de nuestras comunidades no cuenta con electrificación. Por otra parte, se estima que en nuestro país es factible generar más de 120'000.000 de kilovatios y la estructura actual

instalada en todas las hidroeléctricas del país, escasamente está en el orden de ocho a nueve millones de kilovatios, lo que quiere decir que ni siquiera hemos llegado al 10% de nuestro potencial y una proporción muy importante de ese potencial está aquí en el Pacífico. Lo anterior, sin contar con las riquezas marítimas, agroforestales y nuestro subsuelo, con la apertura del futuro desarrollo de la cuenca del Pacífico, es irreversible que las grandes potencias vendrán por esa inmensa riqueza que poseemos. Si bien no nos oponemos, es deber del Estado dotar a las comunidades negras del Pacífico de un marco de ley que permita enfrentar el impacto social, político y económico que se nos avecina. Por lo tanto, las comunidades negras tenemos que salir de la controversia politiquera actual y lograr la conformación de instituciones que nos representen e integren a todos, y la única manera es crear conjuntamente un frente de lucha organizada, que genere un pensamiento común, con identidad propia, y que mire las perspectivas de un etnodesarrollo, teniendo como elemento fundamental al hombre chocoano, al hombre del Pacífico. El desarrollo para el Pacífico no debe ser como se ha venido planteando por los entes de Planeación Nacional: la construcción de una carretera que atraviese el territorio chocoano o se construya un puerto. alterno en Bahía Solano o el Canal interoceánico Atrato-Truandó; el desarrollo para el Chocó debe tener en cuenta a ese hombre que desde siempre ha pertenecido a este territorio y que desde hace más de 400 años ha venido cultivando y mejorando estas tierras. Es decir, al hombre indígena y al negro, quienes deben unirse como poblaciones sujeto de ese desarrollo, mas no como objeto. Al considerar al hombre del Pacífico dentro del proceso de desarrollo, es preciso señalar que este hombre depende de los medios naturales de comunicación como el mar, los esteros y los ríos, a través de los cuales se moviliza. Esta situación ha generado formas de vida muy propias en contraposición a la occidental consumista, utilitarista y depredadora de la naturaleza, en pos de ese mal llamado desarrollo mundial, que con un análisis superficial y tecnocrático ha confundido nuestra concepción del trabajo como ocio y pereza. El concepto de trabajo en el litoral Pacífico es diferente al occidental. El negro o el indígena no trabajan para acumular y hacer cosas útiles como en las sociedades occidentales, sino que trabaja para conseguir lo que necesita para mantenerse y subsistir; respeta la naturaleza y su sistema biológico. El hombre de nuestro campo nunca ha tenido mentalidad depredadora frente al entorno. El trabajo del hombre del Pacífico está en función del hombre y éste necesita el trabajo para vivir, sin ser un instrumento de explotación indiscriminada y criminal. En consecuencia, la vida del hombre del Pacífico, que para la gran mayoría de nacionales representa perder el tiempo y ser perezoso —concepto creado por la cultura occidental— mientras que para él el descanso origina salud mental y física, se enfrenta a un sistema que persigue la adquisición de bienes de consumo. Estas dos concepciones de la vida y del mundo se encontrarán en el desarrollo futuro del Chocó y la costa Pacífica en general. El hombre del Pacífico tiene derecho a reclamar el respeto por su cultura ancestral y por propender el impulso al desarrollo dentro de su concepción cultural, social y política.

Conclusión Los cimarrones contemporáneos entendemos el etnodesarrollo como la cultura ligada al territorio con autonomía propia. Tratar de identificar esta cultura propia, utilizando el lenguaje de los opresores, es indefinible. Hablar de cultura afrocolombiana es hablar de las diversas creaciones del hombre y de los resultados de su propia experiencia. Es allí donde debemos enmarcar nuestra biodiversidad, tanto cultural como ecológica y social; es decir, estamos hablando de un proceso complejo en donde el hombre del Pacífico identifica su medio y ese medio lo identifica a él. En este contexto debemos

hablar de etnodesarrollo. "La manera como un conglomerado humano concibe su propia identidad cultural, no muchas veces está de acuerdo a como lo conciben otras personas desde afuera, y es allí donde reside el problema del desarrollo que se nos ha impuesto desde afuera, que no está de acuerdo con el concepto de desarrollo del hombre del Pacífico". Los observadores y planificadores que miran la identidad de ese conglomerado, siempre o casi siempre, la asumen de acuerdo a los roles o patrones que priman en su cultura. Si esos valores son los de la clase dominante y de los medios masivos de educación y comunicación, hacen que nosotros asumamos esos roles y mecanismos de deculturación. Entonces, es preciso controlar estos mecanismos (entendiendo por mecanismo de deculturación el proceso conciente, mediante el cual con fines de explotación económica, se procede a desarraigar la cultura de un grupo humano, para facilitar la expropiación de las riquezas naturales del territorio en donde se encuentra asentado, o para utilizarlo como fuerza de trabajo barata y no calificada), para poder orientar nuestro desarrollo con una cultura propia, ligada a un territorio con autonomía. Entre el proceso de deculturación encontramos la discriminación racial, la segregación racial y los prejuicios raciales que tanto se manifiestan en nuestro país, con respecto a nuestras comunidades afrocolombianas. Esta situación se debe resolver conjuntamente con el nuevo modelo de desarrollo en los territorios del Pacífico, en el marco de la nueva Constitución de 1991 (Artículo Transitorio N° 55 de la Constitución nacional y Decreto 1332 de 1992), que reconoce los derechos colectivos del territorio, el desarrollo de acuerdo a sus prácticas culturales. Si esto no se reglamenta sería la sexta traición del Estado colombiano a las comunidades negras. Por el contrario, el desarrollo del mismo representa una gran conquista histórica de y para nuestro pueblo afrocolombiano, que, a pesar de no haber tenido representante directo en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, por primera vez entra a jugar un rol en la vida jurídico-política del país, liderado por las organizaciones de base de las comunidades afrocolombianas del Pacífico y sin crearnos falsas expectativas, tiene hoy mayor trascendencia que la ley del 21 de mayo de 1851 (Abolición de la esclavitud). En esta ocasión somos sujeto y no objeto jurídico, porque el Artículo N° 55 es el resultado de las luchas históricas del pueblo negro colombiano por sus derechos territoriales, culturales, políticos, económicos y sociales. Es decir, los derechos humanos de las comunidades afrocolombianas, enmarcados dentro del contexto de la búsqueda del pueblo colombiano en su identidad nacional. Por lo tanto, la comunidad afrocolombiana en particular y la sociedad civil nacional deben apersonarse del proceso y conformar una fuerza con capacidad negociadora, que permita el reconocimiento jurídico de los derechos ancestrales y la implantación de los políticas y proyectos de etnodesarrollo con autonomía propia. Es decir, con una cultura ligada a un territorio, y éste ligado a un desarrollo, que a su vez esté ligado a las condiciones intrínsecas de las comunidades. De este modo, crear nuestra propia metodología de trabajo, armar una atarraya en la que cada uno, con su modo o punto, y un hilo conector entre las propias culturas, conformen la verdadera nacionalidad cultural dentro del Estado colombiano, es así como podemos concebir el etnodesarrollo. Concientes de que la monotonía cultural compromete la supervivencia, los cimarrones contemporáneos expresamos nuestras reservas por los programas que propugnan unificar la conducta humana y que nos imponen un desarrollo que no identifica nuestra identidad cultural. Por esto, los afroamericanos debemos entender el etnodesarrollo como un proceso inmerso en la identidad y en la diversidad cultural, lo que implica crear una metodología apropiada a nuestra biodiversidad, tanto cultural como social y ambiental. Los afrocolombianos del Pacífico tenemos una cultura y un territorio propio, desde el punto de vista de la propiedad ancestral y las prácticas culturales del manejo y la conservación del ecosistema. El término baldío para las comunidades negras afrocolombianas no tiene el mismo significado

que para el Estado. Para éste, la palabra baldío significa propiedad que no ha sido habitada ni cuidada por persona alguna, por lo que es propiedad del Estado. Para los afroamericanos del Pacífico, baldío es un territorio que cualquiera puede ocupar. En este sentido, en nuestro territorio no existen baldíos, pues se define el territorio como ancestral, incluyendo flora y fauna, suelo, subsuelo, ríos ciénagas y mares. Se considera que, más que definirlo por límites, se hace por la integralidad de un espacio de desarrollo cultural de las comunidades afrocolombianas, es decir, el territorio tradicional está constituido por el afrocolombiano, por el bosque (de donde sale la fauna para la alimentación, las plantas medicinales, la madera para la vivienda y elaboración de las canoas), por los ríos y la tierra. El concepto de territorio abarca los elementos que conforman el ecosistema: el aire, el agua, la tierra y todo lo que allí se encuentra. Igualmente al hombre, sus comunidades y el espacio que les permite desarrollar su cultura. Este concepto de territorio es equivalente al concepto de ambiente. Se trata de la interacción entre ecosistemas y cultura, que incluye las formas organizativas propias, la tecnología disponible, la economía y la producción simbólica. Así mismo, el concepto de territorio en los afroamericanos del Pacífico equivale al concepto de cuenca hidrográfica. En tales condiciones, el actual modelo de desarrollo, definido por el Gobierno, riñe con el concepto de desarrollo del hombre del Pacífico, puesto este modelo (Plan Pacífico), tal como está orientado refleja una concepción del capitalismo salvaje, que sólo le importa el lucro inmediato, basado en una economía de enclave (extracción de riqueza sin dejar nada a cambio en el lugar; ejemplo: caso Andagoya en el Chocó). El modelo refleja estas características: - Apertura económica - Privatización - Flexibilidad total (dejar hacer, dejar pasar) y la exportación de capital del Pacífico hacia el interior del país (los recursos económicos que a nombre del cólera, paludismo, la biodiversidad, Chocó Biogeográfico, Plan de Acción Forestal para Colombia —PAFC— etc., llegan a esta zona y regresan a Cali, Bogotá, Medellín, etc., mediante contratación de consultorías y diversas firmas "ejecutoras"). Finalmente, la reglamentación del Artículo Transitorio 55 de la Constitución Nacional de 1991 y el Decreto 1332 de 1992, en donde por primera vez el Estado —gracias a los hechos de las Organizaciones Populares de Base del Pacífico— busca reconocer los derechos territoriales, culturales, económicos, políticos y sociales, y el aporte de los pueblos negros de Colombia a la formación de nuestra nacionalidad, a la diversidad cultural, a la armonía social y ecológica. Esto, entre otras cosas, posibilita una serie de hechos tendientes al rescate, realce y difusión de la identidad étnico-cultural, como factor fundamental para el etnodesarrollo del Pacífico. Otras ventajas del Artículo Transitorio 55, son: — Hacer posible la participación de las comunidades en la Comisión Especial, encargada de realizar un estudio previo que sirva como base de la Ley, mediante la cual se reconozca la propiedad territorial al pueblo negro del Pacífico. — Las comunidades podrán elegir libremente sus legítimos representantes para estos efectos. — La creación de un nuevo espacio legal que refuerce el proceso organizativo del pueblo negro y la consolidación de su unidad étnica y organizativa. — El Artículo Transitorio 55 no es sólo un instrumento para buscar el reconocimiento de la propiedad territorial. También es la herramienta legal para el establecimiento de las bases para planes de desarrollo alternativo y etnodesarrollo. —

Una adecuada legislación, con base en el Artículo Transitorio 55, permitiría asegurar el uso y manejo racional, en beneficio comunitario de una de las reservas naturales más grandes del mundo.

Del mismo modo, garantizaría la soberanía nacional en este espacio para beneficio de toda Colombia y en particular de los pueblos negros e indígenas. —

Un adecuado desarrollo legislativo del Artículo Transitorio 55 posibilitaría a las comunidades negras el ejercicio de su autonomía económica, política, social, étnica y cultural.

— Es ventajosa la posibilidad de hacer extensivo el mandato constitucional del Artículo Transitorio 55 a otras regiones del país que tengan condiciones similares al Pacífico. Dificultades del Artículo Transistorio 55 —

El texto del Artículo Transitorio 55 presenta una utilización deficiente de términos y conceptos como los de "tierras baldías" o "cuenca del Pacífico", que no están plenamente definidos y se prestan a ambigüedades en su interpretación. Con ello se lesionan derechos de las comunidades o se da pie a legislaciones ambiguas e imprecisas.

— No ha habido por parte del Estado la suficiente difusión del contenido del Artículo Transitorio 55, ni se han creado mecanismos ágiles para que otras instancias puedan hacerlo. Esta desinformación se puede prestar para malas interpretaciones y confusiones, ocasionando conflictos con otros grupos étnicos y debilitando el accionar que, en conjunto, pueda realizar el pueblo negro y sus colaboradores solidarios. —

La pérdida de tiempo causada por la lentitud y el descuido del gobierno para crear la Comisión Especial prevista por al Artículo Transitorio 55, ha disminuido notablemente el tiempo de trabajo de dicha comisión. Si en un principio el plazo era de dos años, éste se ha ido reduciendo paulatinamente con el agravante de que la propuesta de ley que se haga, puede llegar tarde al Congreso. En consecuencia quedaría en manos del Ejecutivo para adelantar esta acción, que podría expedir la respectiva norma y su reglamentación sin consultar o tener en cuenta las propuestas de las comunidades y organizaciones negras, como lo ha hecho en diversas ocasiones.

Propuestas en torno a la Coyuntura del Artículo Transitorio 55 — Continuar con las bases de capacitación y difusión en torno al Artículo Transitorio 55, al igual que en la estructuración y propuestas sobre desarrollo y etnodesarrollo. Todo ello debe hacerse mediante la utilización de una metodología adecuada y la elaboración de materiales de educación popular de fácil acceso para las comunidades, teniendo en cuenta la realidad en la que viven.

BIBLIOGRAFÍA BARTET, Miguel. Bibliografía de un Cimarrón. Cañete Ferreira, Roberto V. Retos Ambientales en el Chocó. Documento. CASTRO HINESTROZA, Rudencio. Historia de las Comunidades Negras en Colombia a la luz del Cimarronismo. Documento. Conclusiones II Encuentro de Negros de Indios del Pacífico. Quibdó, marzo 21 al 23 de 1992. FRIEDEMAN, Nina S. de y Arocha, Jaime. De Sol a Sol. FRIEDEMAN, Nina S. de y Vannin, Alfredo. Refugio de Africanía en Colombia. FRIEDEMAN, Nina S. de Palenques. Magombe Guerreros y Ganaderos en el Palenque. Documento. FUNDACIÓN DE VIDA. Lo que no nos han contado. 500 años de Historia Negra Memorias Primer Encuentro de. Agentes Pastoral del Litoral Pacífico. Quibdó, Cho

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