LOS ENSERES DE ESCRITURA

LOS ENSERES DE ESCRITURA La tarea de leer y escribir fue hasta el siglo XIX un privilegio casi exclusivo de hombres. Como resultado de ello hubo espa

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LOS ENSERES DE ESCRITURA

La tarea de leer y escribir fue hasta el siglo XIX un privilegio casi exclusivo de hombres. Como resultado de ello hubo espacios y objetos destinados a este quehacer dentro de las casas de los principales. Ya en el siglo XVII, los señores atendían los asuntos de sus negocios y propiedades en las dependencias localizadas en la planta baja de sus casas; compartiendo sitio con sus contables y administradores. Asimismo, tenían dispuestos escritorios, bufetes, bufetillos, papeleras y escribanías en distintos lugares de la casa. No fue sino hasta el siglo XVIII, con la creación de los espacios especializados, que se instituyó el gabinete.1 Este espacio se convirtió, entre otras cosas, en la habitación “profesional” del señor de la casa. Ahí resguardaba sus libros, coleccionables y demás curiosidades acordes al pensamiento ilustrado. De igual manera, convino poseer un escritorio acompañado de los enseres para la escritura desde donde atendió sus asuntos. “Dentro de estos espacios […] debió tener un lugar muy importante el sitio dedicado a la escritura. La correspondencia, como medio fundamental y casi exclusivo de comunicación, requería la inversión de una cantidad considerable de tiempo, pero también de los implementos necesarios.”2

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El Diccionario de autoridades de 1734 de la Real Academia Española lo define como: la pieza o aposento, en los palacios o casas de los principales señores, en lo más interior de ellos, destinado a su recogimiento, o a tratar negocios particulares, y discurrir sobre ellos. 2 Verónica Zárate Toscano. “Los privilegios del nombre. Los nobles novohispanos a fines de la época colonial” en Historia de la vida cotidiana en México, El siglo XVIII: entre tradición y cambio, pp. 342-343.

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Entre los utensilios de plata que sirvieron para escribir están: cajas de obleas, campanillas, cortaplumas, escribanías o recados de escribir3, plumeros, salvaderas, sellos y tinteros.

LOS ENSERES DE ESCRITURA EN EL SIGLO XVII La información que se presenta en este apartado, se extrajo de los 20 documentos revisados de esta centuria. En el siglo XVII se van a encontrar distintos utensilios en plata destinados a la escritura. Aparecen en los inventarios como objetos separados y no como juegos completos, como sucede con los recados de escribir en el siglo XVIII. En primera instancia se tienen las cajas o cajuelas de obleas que servían para guardar el papel secante. Se hallan referencias durante toda la centuria, entre las cuales se encuentran: una “cajita de plata dorada para obleas de cerrincanto[?]”, una “cajuela de obleas”, dos “caja de obleas de plata quintada” y otras dos “caja de obleas”. En lo que respecta a las campanillas que servían para llamar a los criados que debían llevar el mensaje o documento, se encuentran distintas menciones a ellas. Entre 1600 y 1625 se observan unas “campanillas” y “campanillas de plata dorada”. Ya para la segunda mitad del siglo se anotan: campanillas en general, “campanillas, de plata quintada”, “campanitas” y “campanilla de plata con su pito” (IMÁGENES 140 Y 141).

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Ambos términos se refieren a los juegos para escribir completos con: salvadera o caja de arena, tintero, plumero, caja de obleas y campanilla.

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Los plumeros, tienen tres anotaciones. La primera entre los años de 1600 y 1625 dice “vaso de plata pequeño para plumas remojo”. Las otras dos están ubicadas de 1650 a 1675, y 1675 a 1700. En ambos casos aparecen como “plumeros”. Las salvaderas también están presentes durante todo el XVII; hay una mención por cada 25 años. Aparecen como salvaderas y salvadera (IMAGEN 141). Por último, los tinteros, de igual manera constantes en el siglo se observan descritos como: tintero en general, “tintero más pequeño con su salvadera”, “tintero de plata labrado con cuatro marmolitos en su tapadera que tiene dentro un vasillo de vidrio”, “tintero, salvadera y sello quintados” y “tinteros” (IMÁGENES 141, 142 Y 143).

LOS ENSERES DE ESCRITURA EN EL SIGLO XVIII Es en el siglo XVIII cuando comienzan a aparecer los recados o recaudos de escribir y las escribanías. En ambos casos, ya que son sinónimos, son juegos de escritura completos. La información que se presenta en este apartado está sustentada en los 23 documentos revisados de esta centuria, así como en inventarios adicionales que se comentarán oportunamente. Las cajas de obleas se encuentran ubicadas entre los años de 1700 a 1750, y de 1775 a 1800. Aparecen respectivamente como: “caja para obleas, todo quintado”, “caja de obleas de plata quintada”, “caja de plata para obleas” y “cajita de oblea”. Existen tres referencias a campanillas durante el XVIII. La primera ubicada entre 1725 y 1750, la describe como una “campanilla quintada”. Las dos restantes, localizadas entre 1775 y 1800, aparecen como: una “campanilla” y una “campanita”.

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Existe una mención de un “cortapluma” sobre el último cuarto del siglo. Es de suponerse que se tratase de una especie de navaja para sacar punta a las plumas de ave con que se escribía. En esta centuria aparecen por primera vez los juegos de escritura. Se tiene mención de ellos desde su inicio y están descritos como: “recaudo de escribir que se compone de tintero, salvadera, caja de obleas y su sello todo quintado”, “recado de escribir que se compone de tintero, caja de obleas, campanilla”4, “recado de escribir”, “velador con recado de escribir compuesto de 23 piezas”, “recado de escribir sobredorado completo con su campanilla quintado en México en su caja de caoba”, “ otro dicho [recado de escribir] blanco quintado en México”, “escribanías”, “escribanía de moda”, “escribanía quintada” y “un tintero y salvadera para escribanía” (IMÁGENES 145 Y 149). Por su parte, las salvaderas se hacen presentes de 1700 a 1750. El primer ejemplo se encuentra dentro de un recado de escribir donde –como se mencionó anteriormente– aparece como: “recaudo de escribir que se compone de tintero, salvadera, caja de obleas y su sello todo quintado”. Las siguientes anotaciones las ubican como: una “salvadera” y una “salvadera quintada”. Hasta el último cuarto de siglo aparece otra mención a: “salvaderas” y “salvaderas pequeñas lisas” (IMÁGENES 145, 146, 148 Y 149). Los tinteros siguen la misma disposición cronológica que las salvaderas y el primer ejemplo, inserto entre 1700 y 1725, se refiere también al recaudo de escribir ya oportunamente anotado. En el periodo de 1725 a 1750 aparecen mencionados como: un

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AN, “Carta de dote de doña María Ignacia Ruíz de Castañeda”, 21 de enero 1719, notario Juan José de Aguilera, notaría 18, f. 21v.

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“tintero con tapa” y un “tintero quintado”. Ya de 1775 a 1800 se ubica una única anotación a unos “tinteros” (IMÁGENES 144, 145, 146, 147, 148 Y 149). Para concluir, los “vasos para plumas [con marca de México]” y unos “plumeros” se encuentran descritos en los documentos durante el último cuarto del siglo (IMAGEN 144).

LOS ENSERES DE ESCRITURA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX Con la llegada del XIX los espacios continuaron utilizándose de manera muy similar a la centuria anterior. El gabinete siguió presente en estos hogares y permaneció reservado a los menesteres e intereses del señor de la casa. No es sino hasta cerca de la mitad de siglo cuando aparecen las salas de lectura. La lectura, el escribir, la música y el dibujo habían empezado a ganar terreno entre los miembros femeninos de la sociedad acomodada (IMAGEN 132). “En la sala de lectura se reunía la familia y lo mismo se leían y comentaban los artículos publicados en las revistas dedicadas al bello sexo […].”5 La información que se reúne a continuación está sostenida en la revisión de 9 documentos hallados entre 1803 y 1850. Hay tan sólo una ligera disminución en la variedad tipológica en el XIX. Las cajas de obleas, están presentes en el primer cuarto del siglo y aparecen como: “oblera” y “obleario”. Mientras que los cortaplumas aparecen en una sola ocasión entre 1825 y 1850. Se le halla anotado como: “corta plumas con cacha de oro”.

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María Esther Pérez Salas. “El trajín de una casa” en Historia de la vida cotidiana en México, El siglo XVIII: entre tradición y cambio, p. 184.

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Las escribanías y recados de escribir se encuentran de manera constante en los documentos de toda la primera mitad de la centuria. En ellos están descritos como: “escribanía grande”, “escribanía chica”, “recaudo de escribir quintado, “recaudo de escribir todo calado y quintado”, “dos recados de escribir” y “recado de escribir chico” (IMÁGENES 145, 150, 151, 152, 153, 154 Y 155). Véase tinteros, para otra posible referencia. Se tiene una única mención a una “salvadera” entre 1800 y 1825. Por último, se localizan noticias de algunos tinteros de 1800 a 1850. Aparecen como: tinteros en general y un “tintero con doce piezas dorado”. Es de pensarse que esta última anotación se refiera a un recado de escribir, más que a un tintero individual, por el número de partes que lo componen y la complejidad del objeto (IMÁGENES 145, 150, 151, 152, 153, 154 Y 155).

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