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LOS JUEGOS DEL GRACIOSO EN EL LIBRO DE BUEN AMOR Javier Duran B árcelo UNIVERSITY OF VIRGINIA
La alegre materia del Libro de Buen Amor se acredita con el aserto de los Catonis Disticha (III.6) de que debe interponerse el placer en la vida: Palabra es del sabio e dízela Catón, que omne a sus coidados, que tiene en coracón, entreponga plazeres e alegre razón, que la mucha tristeza mucho pecado pon (44).' Pocos juanruicistas han observado que esa misma noción se defiende en la Ética a Nicómaco; y dado que de la formación aristotélica del Arcipreste de Hita tenemos otras instancias,2 me parece bastante viable proponer aquí la hipótesis de que Juan Ruiz conocía la teoría aristotélica sobre lo risible. Como se sabe, Aristóteles en la Etica Nicomachea (II.7.13 y IV.8) enseñaba que la virtud de la moderación en la risa {eutrapelia), con respecto a las conversaciones chistosas o alegres, consiste en seguir el curso medio entre el exceso (bomolochía) y el defecto (agroikía). Según se siga una de aquellas tres disposiciones, un individuo actúa como un bomolóchos, agroikós, o eutrápelos. Las interpretaciones escolásticas de aquellos vocablos griegos evitaron metódicamente sustituirlos por equivalentes latinos. En la antigua Ethica Vetus (libro II), de finales del siglo XII, lo que entendía Aristóteles por conversación chistosa, se trasladó como conversado cum ludo, pero los términos para las tres disposiciones tan solo se latinizan y como mucho se glosan sobre la línea: eutrápelus, «gaudens»; vomolochia, «derisio»; agríeos, «ruricola». Una de las pocas voces que aportaría esta tradición escolástica es la latina graciosus, como equivalente de eutrápelus, en la versión que Roberto Grosseteste hizo de la Ética hacia 1247, y allí mismo el durus, como traslado de agrios, denota al inútil en las conversaciones amenas. 3 En un primer Commentum Super Ethica
Juan Ruiz Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, ed. A. Blecua, Madrid: Cátedra, 1995, pág. 21. Cfr. F. Rico, «Por aver mantenencia». El aristotelismo heterodoxo en el Libro de buen amor», en Carmen Iglesias et al.. Homenaje a José Antonio Maravall, Madrid: CIS, 1985, t. III, págs. 271297. 3 Aristóteles Latinus, XXVI1-3. Ethica Nicomachea. Translatio Antiquissima Libr. 11-111 sive Ethica Vetus, lib. II.7-8, 08a20, pág. 18. ídem, Fase. Tertius, Ethica Nicomachea, translatio Roberti Grosseteste Lincolniensis, Recensio Pura, Lib. IV., cap. XV, pág. 223, eds. R. A. Gauthier, Leiden: E. J. Brill, 1972.
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(ca. 1248-1252) Alberto Magno recopiló los sinónimos eutrápelus, gaudens y graciosus, contrastándolos contra el durus o agrestis en el extremo deficiente y en el sobreabundante contra el bomolochus, al que define diferenciándolo del derisor latino.4 En un segundo Commentum super Ethicorum Libri X (ca. 1263-1267), Alberto redujo la polimesia de la palabra ludus a la de iocus liberalis; y con la misma intención clarificadora su discípulo Tomás de Aquino intentaría acotar el significado de ludi con la fórmula convitia iocosa.5 Mientras que las traducciones y comentarios greco-escolásticos se acostaban al léxico griego, hubo paralelamente una tradición hispánica que optó por una mayor economía de tecnicismos. Yo identificaría esta tradición bajo la rúbrica arábigo-palaciana, porque uno de sus orígenes estaría en la diáspora de la escuela de Sevilla a la muerte de Averroes, cuyo Comentario a la Etica Nicomachea se había trasladado al latín en Toledo para Hermánn el Alemán en 1240. Aquella versión toledano-mozárabe había sabido confrontar bien los tecnicismos aristotélicos en tres lenguas, como se ve en el pasaje que traslado abajo: En lo que respecta a lo agradable en las conversaciones amenas, al que mantiene el medio en esto se le dice en árabe addarifu, en griego en cambio eutrapelos, y se le puede decir acertadamente en latín iocans; la disposición en griego dícese eutrapelia, en árabe addarafu. El exceso, por otro lado, en griego es bomolochia, en árabe ciertamente almiraram, y el que sigue esta disposición en griego se dice bomolocos, en árabe almegitai. La deficiencia se dice en griego agricia, y en árabe alfedemetu, y el que la tiene en griego agríeos, en árabe alfedimi. Este pasaje es excepcional, ya que la lexicografía trilingüe no es lo que discrimina al Averroes Toletanus, sino su léxico latino que se anticipa al de los humanistas florentinos del Cuatrocientos. Hermánn designa la conversación aguda y chistosa, acertadamente, como iocosum solatium, ioco saporose, o con el verbo iocantur. A la disposición extrema en la risa la denomina scurrilitas; al moderado iocans; y al que carece de sentido del humor silvester, rudis, ineptus.6 Con igual acierto se tradujo para Hermánn, en Toledo, en 1243, el resumen alejandrino-árabe de la Etica transmitido por Averroes. En aquella Summa Alexandrinorum el binomio solano et ludus corresponde al léxico de las conversaciones jocosas que apropiadamente se denominan ioca, o conversado iocosa et delitiosa, o con el verbo
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Alberti Magni, Super Ethica Commentum et Quaestiones, en Opera Omnia, tomus XIV (1968) Pars 1, líber II, lectio Vil, pág. 129; y líber IV, lectio XVI, págs. 297-98. 5 Cfr. Alberti Magni, Ethicorum Libri X, en Opera Omnia, vol. VII (París, 1891), pág. 186a. Tomás de Aquino, Commentaria in Libros Ethicorum Aristotelis, lib. IV, cap. XVI, en Opera Omnia (Stuttgart, 1980), vol. IV, págs. 181-82. Cfr. Aristóteles Latinus, XXVI1-3, Fase. Quartus. Ethica Nicomachea, Translatio Roberti Grosseteste Lincolniensis, sive «Liber Ethicorum» B. Recensio ab anonymo Recognita, ed. R. A. Gauthier, Leiden: Brill, 197, lib. IV, cap. VIII. 6 Hermannus Alemannus, en Aristotelis Stagiritiae libri Moralem totam Philosophiam complectentes cum Averrois Cordubensis in Moralia Niconuichia Expositione..., Venetiis: apud lunetas, MDLXII, lib. II.7, fol. 27, IV.8, fol. 62. Ét. Nic. 1108a y 1128a-b.
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iocando. De modo consistente, el que participa con mesura en esa clase de solatio et ludo es iocans; pero al que se excede en el uso de lo ridículo, aquél que ridiculose se habens, se le llama ioculator o histrio; mientras que el deficiente es agrestis, incultus, severus? Ni que decir tiene que todas estas expresiones se encuentran en Cicerón. La Summa Alexandrinorum toledana es la fuente de las primeras versiones romances (italiana, francesa, castellana, catalana, todas ellas emparentadas entre sí) de la Ética a Nicómaco. La Ética francesa que Brunetto Latini vertió hacia 1260 en el Libro del Tresor traduce el solacio iocoso de Hermannus por «choses de jeu et de solas»; y mientras el scurra o histrio que actúa con desmesura es llamado «jougleour et menestrier», y el falto de humor o silvester es un «forestier champestre», el que tiene el medio es conservado en griego como eutrepelos* De la versión francesa de Bruneto proviene el traslado castellano que en tiempos de Sancho IV obró Alfonso de Paredes. En la Ética de nuestro Libro del Tesoro, Paredes traduce «jeu et solas» por «solaz e de juego». Aquel que «se muestra sienpre triste e cruel e tiene la cara turvia e triste, e que nunca se alegra entre los omnes nin quiere estar nin fablar entre aquéllos que fazen alegría», esto es, al tipo que Brunetto llama «forestier champestre», Paredes le dice «montanero de los campos». Paredes traduce «jougleour et menestrier» por «juglar e alvardán». Al parecer, «juglar» portaba entonces algunos de los significados de «truhán» y «albardán», vocablo este último de origen árabe y ya documentado en el Libro de los doce Sabios (ca. 1237), patrocinado por Fernando III, cuando se avisa al príncipe Alfonso que debe aprender a interponer la diversión en la vida, ya que al rey le conviene que sepa: a los truhanes e juglares e alvardanes en sus tiempos e logares conbenientes fazer alguna gracia e merced, porque devido es al príncipe de entremeter a sus cordiales pensamientos algund entremitimiento de plazer. Onde dixo Catón: «Ynterpone tuys ynterdum gaudia curis».9
En el castellano de Paredes, el término medio o eutrápelus es el «mesurado» o «gracioso».10 Esta voz «gracioso», para la que propongo un origen escolástico, aparecía ya documentada en el Libro de los doce sabios, donde se nos recordaba 7
«II Compendio Alessandrino-Arabo: Líber Ethicorum» en Concetto Marchesi, VEtica Nicomachea nella tradizione latina Medievale, Messina, 1904, págs. XIX y LIX, LX, LXVII, LXXX, LXXXIII, 105-09. 8 Cfr. Marchesi, op. cit., págs. 116-25. Brunetto Latini, Li Livres dou Tresor, ed. Francis J. Carmody, Geneve: Slatkine Reprints, 1975 (II.16.7 y 11.37). 9 El Libro de los doce sabios o Tractado de la nobleza y lealtad, ca. 1237, ed. J. K. Walsh, Anejo XXIX del B.R.A.E., Madrid, 1975, pág. 88-89, cap. XIII. 10 Una veriedad del humor reprensible es el gengleour de Brunetto, que Alfonso de Paredes traduce por «chufador» y define así: «Omne chufador e alegre es el que bive entre los omnes con sus artes e con sus juegos e que escarnece de sí e de los suyos e de los otros»; cfr. Alfonso de Paredes, en Brunetto Latini, Libro del Tesoro, Versión castellana de Li Livres dou Tresor, ed. Spurgeon Baldwin, Madison, 1989, págs. 98-99 (II.16.7).
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que cumple al rey que sea «gracioso e palanciano, e con buena palabra e gesto alegre» reciba y haga «gasajados e onrras» a «los buenos e a los comunales» varones. ' ' De las dos tradiciones que acabo de bosquejar de la Ética, la greco-escolástica y la arábigo-palaciana, era conocedor Leonardo Bruni.12 Encuentro significativo que el canciller florentino al prologar su nueva traducción, hacia 1417, solamente atacara la versión del obispo británico por abusar de la terminología griega y por emplear un latín ininteligible que nada tenía que ver con la lengua de Cicerón. Más aún, en mi opinión, la mayoría de los aciertos de Bruni en el léxico de lo risible no se los debe tanto a Cicerón como a su familiaridad con las Éticas toledanas. Al igual que el Averroes Toletanus, Bruni pondera el uso incorrecto de ludus que debe ser reemplazado por iocus, ya que usamos el verbo ludere para los juegos no necesariamente verbales, pero cuando se juega con la palabra el verbo es iocañ. Al exceso o bomolochm lo denomina scurrilitas, palabra que ya conocemos y que al Aretino le parece muy buena. Al que se excede de iocosus le llama scurra. El que peca por defecto (el agríeos griego) es propiamente el rusticus (también rudis o agrestis) y su hábito rusticitas.13 No es aventurado afirmar que la aportación de Bruni se reduce a desglosar la eutrapelia en cuatro vocablos, según él de uso probado entre los autores clásicos: urbanitas, festivitas, comitas, iocunditas; y consistentemente al eutrapelos le llama urbanus, festivus, comis, iocundus. Podemos valorar los esfuerzos ciceronistas del Aretino en la versión española de su Ética que Carlos de Viana dedicó a su tío el rey Alfonso III de Aragón en 1457. El príncipe navarro utiliza las voces «burla» y «donaire» para desplazar a «juego», iniciando con ello la progresiva desaparición de «juego» y «jugar» de nuestras Éticas romanceadas. En cuanto a los cuatro sinónimos propuestos por Bruni para eutrapelia y eutrapelos, Viana traduce urbanus y urbanitas por «cortés» y «cortesía»; iocundus y iocunditas por «gracioso» y «gracJosidat»;/esrz"vHS y festivitas por «gasajoso» y «gasajado»; comis y comitas por «compannarte» y «amigable conpañía» respectivamente. Las equivalencias dadas por nuestro príncipe («cortés, gracioso, gasajoso, compannarte») ponen de manifiesto que Bruni ha ampliado el léxico de la risa con dicciones generales del campo de la cortesía o cortesanía. Siguiendo a Bruni, Viana identifica la bomolochía con la scurrilitas, que traduce por «albardanía», y scurra por «albardán», cuyo significado se delimita por oposición a «donoso» en la glosa al texto: «el albardán escarnece e algunas vezes detrae el estima, pero el donoso usa de sus plazibles donayres sin ofender nin injuriar a ninguno». Al deficiente en el humor, que en griego es agríeos, y en latín rus" El Libro de los doce sabios, ed. cit., pág. 96, cap. XXII. '" Leonardo Bruni, Epistolarium Libri, IV.22: «due fuerunt ante me, quod equidem viderim, interpretationes Ethicorum: una quam ex árabe lingua traductam constat post Averrois philosophi témpora, que quoniam anterior est, Vetus appellatur. Altera hec posterior et novior a Britanno quodam traducta, cuius etiam proemium Iegimus». Apud Marchesi, op. cit., págs. 52-4. 13 Leonardo Bruni, en Aristóteles, Opera, Latine, cum Commentariis Averrois, Venetiis: Bernardinus Stagninus, 1489 (ejemplar BNM 1-1192) tomo II, Lib. IV, cap. 15, sign. dddr.
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ticus, ruáis, agrestis, Viana llama «torpe», «rústico»; y a la rusticitas, «torpeza».14 En total son cinco los equivalentes de eutrápelus recopilados por Viana: «donoso, gracioso, cortés, compañarte, gasajoso». Su empleo sugiere que el príncipe conocía bien, además del libro de Paredes, la defensa contra los ataques de Bruni de la versión escolástica de la Ética (en la Recensio comentada por Tomás) compuesta por Alfonso de Cartagena. En las Declinationes contra novam translationem Ethicorum (ca. 1430) Cartagena había concedido que ludus es menos apropiado que iocus, pero alegaba en su favor una sinonimia probada con lecciones de Séneca y Cicerón.15 Al componer el Memoriale Virtutum (primavera de 1422), que es una paráfrasis amplificada del Comentario marginado por Tomás de Aquino en la Ethica Nicomachea, don Alfonso emplea iocus más frecuentemente que Tomás para delimitar la acepción que le interesa de ludus. Como lee la literalísima traducción castellana (hacia 1474) del Memorial de Virtudes, ludus no se refiere a los juegos de dados o tablas, ni al de la pelota o el ajedrez, sino al «juego o burla que se faze para risa o solaz, así commo quando dezimos o oímos algunas cosas graciosas».16 El alegato en favor de «ludus» o «juego» no convencería ni a Bruni ni a Viana. Viana sí aceptó, en cambio, el término «gracioso» asentado en la tradición hispana y defendido por Cartagena en las Declinationes. El Burguense había prevenido acerca de la inconveniencia de traducir eutrapeli por «urbanos, festivos, iocundos», ya que iocunditas es alegría (hilaritas) yfestivitas o festividad distan de la «graciosidad» en los chistes. La urbanitas es ahí el despliegue de buenas maneras, lo que Alfonso equipara a curialitas, o más vulgarmente corthesia, y los urbanos son los curiales o en castellano corthesios, lo cual difiere de la broma.17 Sobre comis es cierto que puede denotar al bromista gracioso (gratiosus iocator) pero comitas o afabilidad no necesariamente pretende excitar la risa, por lo que no 14
Carlos de Viana, trad., Ética a Nicómaco (lib. IV, cap. XVII), BNM MS 6984, fol. 8v y 135r. Para la glosa y texto cfr. MS Real Biblioteca, 11/2990, Madrid, fol. 6r, 82-84r. 15 Alfonso de Cartagena, Declinationes contra novam translationem Ethicorum, cap. IV, en: Alexander Birkenmajer, «Der Streit des Alonso von Cartagena mit Leonardo Bruni Aretino», Beitrage zur Geschichte der Philosophie des Mittelalters, XX, Heft I (1917), págs. 169-172. Por ejemplo en el De Officiis (1.103) Cicerón reitera el sustantivo ioci con el verbo ludendi, y con esa certeza Cartagena traduce ludus y iocus como «burla o juego», y iocandi como «burlar» en su versión, datable en 1422, de Cicerón, De los Oficios (1.104), ed. Mana Morras, Madrid: Universidad de Alcalá de Henares, 1996. 16 Alfonso de Cartagena, Memoriale Virtutum (II.24.1-2) MS BNM 9178, fols. LXVI-VII: «ludo seu ioco qui sit ad risum seu solacium ut cum dicimus vel audimus aliqua graciosa». Cfr. Memorial de Virtudes, II-XXIV, en Obras Castellanas Completas de Alfonso de Cartagena, ed. J. Duran Barceló, Madrid: Biblioteca Castro, en prensa. 17 Cartagena sabía que el significado de urbanus abarca el defacetus al traducir la urbanitas de Cicerón no por «cortesía», sino afirmando que el famoso orador romano era «donoso», cfr. Séneca, De Constantia Sapientis (XVII.2) o «Sobre la Providencia de Dios, libro II», MS. BUS 201, fol. 29r: «E todos cuentan que Vatinio [...] escapava de muchos enemigos que tenía, más que defectos corporales, que no le corrían diziendo de él, especialmente de Cicerón, que era muy donoso».
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traduce bien eutrapelia. Alfonso escribe que Leonardo habría hecho mejor si hubiera empleado el vocablo graciosus como hizo Tomás, ofacetus, ya que comprenden tanto la cosa como las palabras. Este vocablo graciosus en la lengua meterna se dice «donoso», y ésta es la mejor traducción de eutrápelus.ls Igualmente, en el Memoriale Virtutum, eutrapelia corresponde a graciositas,19 que en el Memorial de Virtudes castellano se traduce por «graciosidad»: Puédese dezir que eutrapellía o graciosidad es un hábito electivo de la burla liberal e ordenada, non injuriosa, non inportuna, non pesada, mas conviniente, honesta e graciosa, abastada e nescesaria a la recreación de la vida e folganca, por quitar el enojo e angustia, cuyta e fatigacjón, mediante entre disposición del varón agreste que en ninguna manera quiere burlar, e disposición del bomollocho, id est, desordenada, injuriosa, inoportuna, cargosa e indiscretamente burlante.20 Si bien las voces «cortés» y «cortesía» son vecinas del campo semántico de la risa, Cartagena refrendaba el uso aprobado de «donoso» y «gracioso» para traducir eutrápelus, y de «graciosidad» como traslado esencial de eutrapelia. Es la interpretación de bomolochos la que rendiría tres conceptos diversos de la risa reprobable. En el Memoriale Virtutum (II.XXIV.2), y al igual que Alberto Magno, Alfonso distingue la burla infamatoria propia del derisor o «escarnidor», cuya intención es hacer daño, de las bromas de los bomolochi: 18
Alfonso de Cartagena, Declinationes, cap. IV, ed. cit., págs. 169-172. En De Los Oficios (1.103) traduce urbanus por «cortés», y facetus por «donoso» y «gracioso»: «De la burla e de juego podemos usar [...] E la manera del burlar non deve ser derramada nin desonesta, mas libre e donosa (facetum) [...] E dos maneras ay de burlar: una [...] sobervia e maliciosa e suzia; otra fermosa, cortés, e ingeniosa e donosa (elegans, urbanum, ingeniosum, facetum) [...] E muchos dichos donosos (facete dicta) de muchos se cuentan, así commo aquellos que fueron ayuntados del viejo Catón que llaman Apothegmata, que quiere dezir cosas deleitables e dulces». 19 La eutrapelia se define en el «Tratado del hablar», De la Providencia de Dios, Libro V, id est, Tabulatio etexpositio Senecae de Luca Mannelli (cfr. BNM 1-661. fol. 82v-83r; MSS Palacio 11/1878, fol. 112v; y 11/1842, fol. 198r): «Mezclarás a las vezes en tus hablas algunas burlas graciosas, mas sean muy tenpradas e tales que no mengüen tu estado. E si el tienpo es tal que requiere burlas, darte has a ellas discretamente. Guarda tu dignidad en manera que ni te aborrescan los onbres commo a áspero, ni te menosprecien commo a vil. No usarás de burla desonesta, commo usan los truhanes [e alvardanes], mas quando el tienpo lo requiere, usarás de graciosas e honestas burlas. E sean tus donayres sin diente.» La glosa a «Guárdate» remite al «Quarto de las Eticas», donde Aristóteles: «pone la virtud que es ?erca de las iuegos e burlas; la qual se llama en griego eutrapelia, e podémosla llamar en romance graciosidad. Ca la natura humana cansa en se ocupar toda vía en hechos de seso e en obras de virtud. Por ende es nescesario que a las vezes sea recreada por iuegos e solazes.» Otra referencia allí dada es Macrobio, Saturnalia (7.2.3): «dize que el hablar en burla, que nos llamamos graciosidad se puede partir en dos maneras. La una llama loedoría (sic; id est leoridad) que podemos llamar en romance albardanía; la otra «tomata» (sic; id est scommata), que es onesta graciosidad». 20
Alfonso de Cartagena, Memorial de Virtudes, II.XXIV, ed. cit. El manuscrito del Monasterio del Escorial, h.III. 11, donde enseña que los eutrapelli son los «graciosos» (gratiosos), lleva sobrelineada la lectura «», glosa que delata la influencia de Bruni; igualmente donde se explana la categoría griega de los agrioti, en latín agrestes et duri, y en español «agrestes e duros», glosa ente líneas «».
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Ca propiamente fablando el escarnidor es aquél que escarnesge en mal de alguno con entincjón de le dapñar. Mas el bomollocho non entiende en dapñar, mas su fin es procurar risa e solaz, el qual procura sin ordenanca o medida. Es ciertamente inoportuno burlador e chufador, commo son algunos que si a otros fagan reír non gesan dezir de otros, e muchas vezes eso mesmo de sí mesmos, lo qual vicioso es.21
En las Declinationes, empero, el bomolochus o «chufador» inoportuno no se contrapone al derisor o «escarnidor», sino al scurras mencionado por Bruni, y que entre nosotros se llama alvardanos. El «albardán» -comenta Cartagena- es el que discurre por las mesas empleándose en provocar la risa y el solaz, y procura obtener algún provecho para sí.22 De los tres tipos de mofador reprensible (el escarnidor o derisor, el chufador o bomolocho, y el albardán o scurrá) el único que sirve como término de comparación moral es el chufador inoportuno, ya que el escarnidor caería más bien en el terreno de la jurisprudencia, y el albardán se había especializado como cómico o parásito profesional, sin designar ya una disposición ética; y por consiguiente, la voz «albardán» desaparecería en la traducción castellana del Memorial de Virtudes, y de todas las éticas romanceadas desde entonces. Las interpretaciones vernáculas de la terminología aristotélica iluminan el léxico de la risa en el Libro de Buen Amor, donde las dicciones del verbo reír se repiten con frecuencia. La palabra «solaz» de Paredes sirve a Juan Ruiz para declarar su intención: «de cantares un librete rimar, / que los que lo oyeren puedan solaz tomar» (12); o en la recapitulación al final del libro: «por vos dar solaz a todos, fablévos en juglería» (1633).23 Tal solaz resulta de los «juegos» y «burlas», dos sustantivos emparejados al describir la materia del libro que «de juego e de burla es chico breviario» (1632). Pero si bien «burla» o «bulra» se contabilizan diez veces, sus sinónimos «juego» y «juguete», sobrepasan con esa acepción las quince 21
Cfr. Alfonso de Cartagena, Memorial de Virtudes, II.XXIV.2, ed. cit.; cfr. Memoriale Virtutum, ms. BNM, 9178, fols. LXVIr-LXVIIIr: «derisor est ille qui deridet in malum alicuius cum intencione ei nocendi [...] Set bomolochus non intendit ad nocendum set finis eius est procurare risum et solacium, quod procurat inmoderate est enim importunus trufator et lusor». 22 Alfonso de Cartagena, Declinationes, cap. IV, «Der Streit...», págs. 169-72: «»Scurra» proprie est, qui curiam sequens per mensas alienas discurrit et risum excitat ac alus solatium, sibi utilitatem procurat: hi tamen sunt, quos nos «alvardanos» dicimus» [...] «Bomolochus» vero est solatii secutor et a medio virtutis discedens: ridicula vehementer procurat, est enim importunus trufator, nec omittit facetias dicere, etiam si ad turpiloquia declinent, dum tamen abundanter excitentur ridicula». En De los Oficios, ed. cit. (1.114), Cartagena traduce scaenici por «albardanes»: «e por ende, cada uno conosca su engenio e fágase juez diligente de sus bienes e de sus viejos, por que non parescan aver más sabiduría los alvardanes que nosotros, ca aquéllos non escogen las mejores fablillas, mas las que son más propias a ellos». 23 Cfr. «reír» en las coplas (45, 100, 345,447); «reirían» (881); «ríe» (1021, 1607), «ríen» (1607); los adjetivos «rientes» (1609), «risueña» (581, 610); los sustantivos «riso» (77, 906, 909, 1564), «reires» (908), «risete» (1400, 1442), «risetes» (1257). Cfr. «solaz» en coplas (14, 1342, 898). Sobre el léxico castellano de la risa véase Margherita Morreale, «Cortegiano faceto» y «Burlas cortesanas». Expresiones italianas y españolas para el análisis y descripción de la risa» en Castiglione y Boscán: El ideal cortesano en el Renacimiento español, Madrid: 1959, págs. 203-27.
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J. DURAN BARCELÓ
ocurrencias; y mientras Juan Ruiz olvida el verbo «burlar», emplea «jugar» con el significado de bromear unas diez veces. Menor frecuencia presentan las voces «chufa» y «chufeta» que aluden a un tipo de mofa censurable.24 Por el predominio de «juego» y «jugar», que como hemos visto traducían los latinos ludus y ludere, es probable que el Libro de Buen Amor favoreciera lecturas escolásticas de la Ética, lo que no implica que ignorara por completo la tradición palaciana que se pronunciaba en favor de «burla» como versión del iocus latino. En cuanto a las tres disposiciones en el arte de hablar y divertir, el grado cero de la risa está representado en Juan Ruiz por la expresión «buen seso» que se opone a lo risible: «E porque de buen seso non puede omne reír, / avré algunas bulras aquí a enxerir» (45). Juan Ruiz también asocia la falta de sentido del humor con la rusticidad cuando en boca de las serranas «juego» es antífrasis de la amenaza de agresión («Págam', si non verás juego», 964), o de la agresión ya cometida («non te ensañes del juego», 979). Los escolásticos enseñaban que la falta total de sentido del humor es propia de los animales, que por definición carecen de la risa. Así del mono don Ximio, alcalde de Bujía, Juan Ruiz relata que «mostrava los dientes, mas non era reír: coidavan que jugava, e todo era reñir» (345).25 La inclinación hacia el abuso de lo ridículo obtiene varios nombres. Unas veces es «garzonía» (303);26 otras «truhanería» (1284) y los que la tienen son «truhanes» (269) y «alvardanes» (269); las bromas torpes se califican de «cacorría» (1405) o «cac.urrías» (895) y los adjetivos «cazurro» (557, 947, 1514) y «cagurra» (114) se aplican a las trobas de burlas. Pero de todos los términos de la risa reprobable el más frecuentemente empleado en el Libro de Buen Amor es «escarnio» (557) y sus derivados.27 El chiste liberal y erudito es un «decir fermoso», «razón placentera», «fablar más apostado»(15, 485), «jugar fermoso» (656), o «cuentos fermosos» (150), y 24
Cfr. «burla» (100, 114,474, 65, 986, 1425, 1493, 1632) y «bulras» (45 y 1514). Se usa «juego» con la acepción de «burla» en las coplas: (103, 262, 423, 659, 680, 690, 734, 735, 898, 920, 1410, 1608, 1632); «juguetes» (605, 625, 1257, 1400); «jugar» (1425, 561,921b, 921b, 1397, 863, 656, 1342, 861, 345). Cfr. «chufa» (16, 1495c); «chufeta» (1015); «chufados» (1413). 25 Cfr. «Tratado del risso» en Tabulatio et Expositio Senecae: «El orne es un animal resible e habile e inclinado a reyr», MS BUS 201, fol. 128v-129r, MS Palacio 11/1878, fol. 123r, y BNM1-661, fol. 94v-95r. 26 L a garconía es bomolochía juvenil, cfr. Las cuatro virtudes de Séneca, id est Martinho d e Dume, Formulae vitae honestae, M S S Palacio 11/1878, fol. 123r-v y Palacio 1842, fol. CCLIIr: «sea a todos grato, e plazible la cortesía. Pues non deve ser garconil, por quanto garconía propiamente es lo que el Filósofo en el quarto de las Éthicas nombró emolochia (sic) [...] E desmesura en los juegos e risos tomando los dichos e fechos de los otros para convertirlos en riso, desechada e desatada la injuria que en aquello los otros resciben. E por esto amonesta Séneca al virtuoso que non sea la cortesía garconil, mas grata. En manera q u e las fablas de los d o n a y r e s fablados non tengan dientes para morder e ronper a los ornes las faldas de la onra e fama». 27 Cfr. «escarnecer» (866), «escarnida» (267,272, 882, 1385, 1422, 1481), «escarnido» (268, 767, 895), «escarnidor» (557), «escarnio» (100, 114, 122, 2 6 2 , 7 4 8 , 1484), «escarnios» (908). Sobre el escarnidor, cfr. el «Tratado del risso», en M S S B U S 2 0 1 , fol. 128v-129r y Palacio 11/1878, fol. 123r; y B N M 1-661, fol. 94v-95r.
LOS JUEGOS DEL GRACIOSO
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«jugetes fermosos» (625). Sin duda, en el léxico hispano de la eutrapelia tenía un papel central el adjetivo «donoso» (627), que en el hombre hace equipo junto con la alegría, sutileza y franqueza, y en las descripciones de la mujer «donosa» (431) acompaña tales dicciones del arte de la buena conversación como: «cortés, e mesurada, falaguera, donosa, / graciosa e donable» (169), o «cortés, e mesurada, falaguera, donosa, / gracjosa e risueña» (581), o la serie «encubiertas, donosas, plazenteras» (1340); y en el elogio de las dueñas chicas oímos: Son frías de fuera, en el amor ardientes en cama solaz, trebejo, plazenteras, ríentes, en casa cuerdas, donosas, sosegadas, bienfazientes (1609). El substantivo «donaire» describe la belleza de doña Endrina (596, 653, 739) así como de la dueña chica (1613) y sinónimo de «donosa» es «graciosa» (169, 581) en el Ave María (1667). Juan Ruiz ha trasladado el concepto aristotélico de eutrapelia a algunos de sus personajes femeninos que encomiásticamente portan las cualidades de «falagueras, graciosas, donosas, corteses y mesuradas». El Libro de Buen Amor se posiciona entre el defecto y el exceso en la risa, ya que la «juglería» del «juglar», de la que se apropia Juan Ruiz, requiere un estilo liberal y mesurado en el recurso a las gracias y agudezas, que evitaría tanto la albardanía o bomolochía como el escarnio. El Arcipreste ejercita el tipo de eironeia que Aristóteles (en la Retórica III. 18.7 1419b, y en la Ética, IV.7) recomienda al hombre cultivado. Como escribiría Juan Alfonso de Baena más tarde, conviene al poeta ser: «cortés, e mesurado, e gentil, e gracioso, e polido, e donoso, e que tenga miel e adúcar, e sal, e aire e donaire en su razonar». 28
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Cfr.: «juglar» (899, 1440); «juglares» (1095, 1234, 1315); «juglara» (896); «juglería» (1633) y «juglerías» (1498). Comp. «Prologus Baenenssis», en Poesía de Cancionero, ed. A. Alonso, Madrid: Cátedra, pág. 74.