Story Transcript
Las ilusiones del crecimiento económico:
Los nuevos gigantes (India y China) comparados. Por Amartya Sen
1. La constante elevación en la tasa del crecimiento económico en la India recientemente ha estado alrededor del 8 por ciento anual (se espera que sea de 9 por ciento este año), y hay mucha especulación acerca de cuándo la India alcanzará y sobrepasará la tasa de crecimiento de China de más de 10 por ciento. A pesar del evidente entusiasmo que este tema parece causar en la India y el extranjero, es ciertamente tonto estar obsesionado acerca de que la India sobrepase a China en la tasa de crecimiento del PNB, mientras no se compare a la India con China en otros respectos, como educación, salud básica o esperanza de vida. El crecimiento económico puede, por supuesto, ayudar enormemente a mejorar los estándares de vida y a combatir la pobreza. Pero hay pocas razones para tomar el crecimiento del PNB como un fin en sí mismo y no verlo como un medio importante para lograr cosas que valoramos. Sin embargo, podríamos preguntarse por qué esta distinción debería marcar una gran diferencia, dado que el crecimiento económico amplía nuestra capacidad de mejorar los estándares de vida. El punto central a resaltar aquí es que mientras el crecimiento económico es importante para mejorar las condiciones de vida, su alcance e impacto dependen grandemente de qué hacemos con el ingreso acrecentado. La relación entre crecimiento económico y mejora de las condiciones de vida depende de muchos factores, incluidas las desigualdades económicas y sociales y, no menos importantemente, lo que el gobierno haga con la renta pública generada por el crecimiento económico. Algunas estadísticas de China y la India, extraídas principalmente del Banco Mundial y las Naciones Unidas, son relevantes en este punto. La esperanza de vida al momento de nacer en China es de 73.5 años; en la India es de 64.4 años. La tasa de mortalidad infantil es cincuenta por mil en la India, comparada con solo diecisiete en China; la tasa de mortalidad para los niños menores de cinco años es de sesenta y seis por mil para los Indios y de diecinueve para los chinos; y la tasa de mortalidad materna es de 230 por 100,000 nacimientos vivos en la India y treinta y ocho en China. El promedio de años de escolaridad en la India se estimó en 4.4
años, comparado con el de 7.5 años en China. El alfabetismo adulto en China es de 94 por ciento, comparado con el 74 por ciento en la India de acuerdo a las tablas preliminares del censo de 2011. Como un resultado del esfuerzo de la India para mejorar la escolaridad de las niñas, su tasa de alfabetismo para las mujeres entre las edades de quince y veinticuatro años claramente se ha elevado, pero esa tasa aún no está muy por encima del 80 por ciento, mientras en China es de 99 por ciento. Una de las serias fallas de la India es que una proporción muy importante de los niños indios está, en varios grados, desnutrida (dependiendo de los criterios usados, la proporción puede acercarse a la mitad de todos los niños), comparada con una muy pequeña proporción en China. Solo 66 por ciento de los niños indios está inmunizado con la vacuna triple (difteria/ tos convulsiva/ tétano) en oposición al 97 por ciento en China. Comparar a la India con China según tales estándares puede ser más útil para la discusión sobre políticas en la India, que confinar la comparación a tasas de crecimiento del PNB solamente. Aquellos que están temerosos de que el desempeño de la India sufriría si se prestara más atención a “objetivos sociales” tales como la educación y el cuidado de la salud, deberían considerar seriamente que a pesar de estas actividades y logros “sociales”, la tasa de crecimiento del PNB de China es aún claramente más alta que la de la India.
2. Un PNB más alto ciertamente ha ayudado a China a reducir varios indicadores de pobreza y carencia, y a expandir diferentes aspectos de la calidad de vida. Existe todo tipo de razones para querer alentar un crecimiento económico sostenible en la India con el fin de mejorar los estándares de vida hoy y en el futuro (incluido el cuidar el medio ambiente en el que vivimos). El crecimiento económico sostenible es una cosa muy buena, tanto como la “manía por el crecimiento” no lo es. El PNB per cápita, sin embargo, no es invariablemente un buen predictor de los aspectos valiosos de nuestras vidas, puesto que aquellos aspectos dependen también de otras cosas que hacemos o dejamos de hacer. Compárese la India con Bangladesh. En ingreso, la India tiene una enorme ventaja sobre Bangladesh, con un PNB per cápita de $1,170, comparado — en unidades comparables de poder adquisitivo— con $590 en Bangladesh. Esta diferencia se ha expandido rápidamente debido a la más rápida tasa de crecimiento económico reciente en la India, y ése, por supuesto, es un punto en favor de la India. El puesto sustantivamente más alto de la India en el ranking del Índice de Desarrollo Humano de la ONU (IDH) está en gran medida debido a este logro particular. Pero debemos preguntar cuán bien se refleja la ventaja de la India en otras cosas que también importan. Temo que la respuesta sea no: no se refleja para nada. La esperanza de vida en Bangladesh es de 66.9 años comparada con la India de 64.4. La proporción de niños con déficit de peso en Bangladesh (41.3 por ciento) es más baja que en la India (43.5), y su tasa de fertilidad (2.3) es también más baja que la de la India (2.7). En promedio los años de escolaridad suman 4.8 años en Bangladesh comparados con los 4.4 años
de la India. Mientras la India está por delante de Bangladesh en la tasa de alfabetismo masculino para el grupo etáreo entre quince y veinticuatro, la tasa femenina en Bangladesh es más alta que en la India. De manera interesante, la tasa de alfabetismo femenino entre jóvenes de Bangladesh es en realidad más alta que la tasa masculina, mientras las mujeres jóvenes en la India aún tienen tasas sustantivamente más bajas que las de los hombres jóvenes de ese mismo país. Hay muchas evidencias que sugieren que el actual progreso de Bangladesh tiene mucho que ver con el rol que las liberadas mujeres de Bangladesh están empezando a tener en su país. ¿Y qué hay con la salud? La tasa de mortalidad infantil por debajo de los cinco años es de sesenta y seis por mil en la India, comparada con la de cincuenta y dos en Bangladesh. En mortalidad infantil, Bangladesh tiene una ventaja similar: es cincuenta por mil en la India y cuarenta y uno en Bangladesh. Mientras 94 por ciento de los niños de Bangladesh están inmunizados con la vacuna triple, solo 66 por ciento de niños indios lo están. En cada uno de estos respectos, Bangladesh lo hace mejor que la India a pesar de tener solo la mitad del ingreso per cápita de la India. Por supuesto, las condiciones de vida en Bangladesh se beneficiarían en mucho de un crecimiento económico mayor, particularmente si el país lo usara como un medio para hacer las cosas buenas, más que tratar al crecimiento económico y el alto ingreso per cápita como fines en sí mismos. Es reconocerle un crédito a Bangladesh que a pesar de la adversidad del bajo ingreso, haya sido capaz de hacer tanto tan rápidamente; el activismo imaginativo de las ONGs de Bangladesh (tales como el Banco Grameen, la pionera institución de microcrédito, y BRAAC, una iniciativa de gran escala dirigida a eliminar la pobreza) así como las comprometidas políticas públicas del gobierno, han contribuido a los resultados. Pero el ingreso más alto, incluidos recursos públicos más altos, obviamente mejorarán la capacidad de Bangladesh de lograr mejores vidas para su gente.
3. Una de las cosas positivas del crecimiento económico es que genera recursos públicos que el gobierno puede dedicar a sus prioridades. En realidad, los recursos públicos muy a menudo crecen más rápido que el PNB. El ingreso tributario bruto de la India (corregido por la inflación), por ejemplo, es ahora más de cuatro veces lo que era hace tan solo veinte años, en 1990-1991. Este es un salto sustantivamente más grande que el del PNB corregido por la inflación. El gasto en lo que con cierto equívoco se conoce como el “sector social” —salud, educación, nutrición, etc. — ciertamente ha subido en la India. Y con todo, la India está aún muy por debajo de China en estas áreas. Por ejemplo, el gasto del gobierno en el cuidado de la salud en China es casi cinco veces el de la India. China tiene, por supuesto, una población mayor y un ingreso per cápita más alto que el de la India, pero inclusive en términos relativos, mientras el gobierno chino gasta casi el 2 por ciento de su PNB (1.9 por ciento) en salud, la proporción es de solo de un poco más del uno por ciento (1.1 por ciento) en la India.
Uno de los resultados de la relativamente baja asignación de recursos para la salud pública en la India, es que grandes cantidades de gente pobre de todo el país depende de doctores privados, muchos de los cuales tienen poco entrenamiento médico. Puesto que la salud es también un ejemplo típico de “información asimétrica”, en que los pacientes pueden saber muy poco acerca de lo que los doctores (o “supuestos doctores”) les están dando, inclusive la posibilidad de fraude y engaño es muy grande. En un estudio conducido por la Fundación Pratichi —una fundación de interés público que establecí en 1999— encontramos casos en los que la ignorancia de los pacientes pobres acerca de su condición era explotada para hacerles pagar por tratamientos que no recibían. Esto es resultado no solo de una vergonzosa explotación, sino en última instancia de la misma inexistencia de servicios públicos de salud en muchas partes de la India. El beneficio que podemos esperar conseguir del crecimiento público depende mucho de cómo se gasta el ingreso público generado por el crecimiento económico.
4. Cuando consideramos el impacto del crecimiento económico sobre la vida de la gente, las comparaciones favorecen a China sobre la India. Sin embargo, hay muchos campos en los que una comparación entre China y la India no está relacionada de un modo obvio al crecimiento económico. La mayoría de los indios aprecian fuertemente la estructura democrática del país, incluidos sus muchos partidos políticos, las sistemáticas elecciones libres, los medios sin censura, la libre expresión y la posición independiente del poder judicial, entre otras características de una vivaz democracia. Los indios que son críticos de las serias fallas de estas condiciones (y ciertamente yo soy uno de ellos), también tienen en cuenta lo que la India ya ha logrado en una democracia sostenida, en contraste con muchos otros países, incluida China. No es solo que el acceso a Internet y a la opinión mundial esté libre de censura y sea irrestricto en la India, sino que una multitud de medios presenta puntos de vista ampliamente diferentes, a menudo muy críticos del gobierno que está en la administración. Cada día, la India tiene una circulación de diarios mayor que la de cualquier otro país en el mundo. Y los diarios reflejan perspectivas políticas contrastantes. El crecimiento económico ha ayudado —y ésta ciertamente ha sido una ganancia sustantiva— a expandir la disponibilidad de radios y televisores en todo el país, incluidas las áreas rurales, aparatos que muy a menudo son compartidos entre varios usuarios. Hay por lo menos 360 estaciones independientes de televisión (y muchas más están siendo establecidas en este momento, a juzgar por las licencias ya emitidas) y sus emisiones reflejan una destacable variedad de puntos de vista. Más de doscientas de estas estaciones de TV se concentran sustantiva o principalmente en las noticias, muchas de ellas las 24 horas del día. Aquí hay un marcado contraste con el monolítico sistema de noticias permitido por el estado de China, con pocas variaciones de perspectivas políticas en diferentes canales. La libertad de expresión tiene su propio valor como un instrumento potencialmente importante para las políticas democráticas, pero también como algo que la gente disfruta y atesora. Inclusive las partes más pobres de la población quieren participar en la vida social y política, y en la India pueden hacerlo. Hay un contraste también en el uso del poder judicial y las penas ejecutadas, incluida la pena capital. A menudo China ejecuta a más gente en una
semana que la que la India ha ejecutado desde su independencia en 1947. Si nuestro enfoque está puesto sobre una comparación comprensiva de la calidad de la vida en la India y China, tenemos que mirar mucho más allá de los indicadores sociales tradicionales, y muchas de estas comparaciones no están a favor de China. ¿Podría ser que el sistema democrático de la India es algo así como una barrera para usar los beneficios del crecimiento económico con el fin de mejorar la salud, educación y otras condiciones sociales? Claramente no, como discutiré aquí. Es bueno recordar que cuando la India tenía una baja tasa de crecimiento económico, como fue el caso hasta la década de 1980, un argumento común era que la democracia era hostil a un rápido crecimiento económico. Era difícil convencer a aquellos opuestos a la democracia que el crecimiento económico acelerado depende de un clima económico congenial al desarrollo más que de un clima de fiero control económico, y que un sistema político que protege los derechos democráticos no necesita impedir el crecimiento económico. Ese debate no ha terminado, en particular en razón de las altas tasas de crecimiento económico de la India democrática. Ahora podemos preguntar: ¿cómo deberíamos evaluar el supuesto conflicto entre la democracia y el uso de los frutos del crecimiento económico para el avance social?
5. Lo que un sistema democrático logre, dependerá en gran medida de cuáles condiciones sociales se conviertan en asuntos políticos. Algunas condiciones se convierten en asuntos políticamente importantes rápidamente, tales como la calamidad de una hambruna (así, las hambrunas tienden a no ocurrir para nada cuando hay una democracia funcional), mientras otros problemas —menos espectaculares y menos inmediatos— ofrecen un reto más difícil. Es mucho más difícil usar la política democrática para remediar la subalimentación que no sea extrema, la persistente desigualdad de género o la ausencia de un servicio de salud regular. Aquí, el éxito o el fracaso dependen del rango y el vigor de la práctica democrática.[1] En años recientes la democracia india ha hecho considerables progresos al tratar algunas de estas condiciones, tales como la desigualdad de género, la carencia de escuelas y la desnutrición difundida. Las protestas públicas, las decisiones judiciales y el uso de la recientemente aprobada Ley del “Derecho a la Información”, han tenido efectos reveladores. Pero la India tiene aún un largo camino que recorrer para remediar estas condiciones. En China, por contraste, el proceso de toma de decisiones depende en gran medida de las decisiones tomadas por los líderes más altos del Partido, con relativamente poca presión democrática desde abajo. Los líderes chinos, a pesar de su escepticismo en los valores de la democracia multipartidaria y la libertad personal y política, están fuertemente comprometidos en eliminar la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo y la ausencia de servicios de salud; y esto ha ayudado grandemente al avance de China. Hay, sin embargo, una seria fragilidad en todo sistema autoritario de gobierno, puesto que hay pocas salidas o soluciones cuando los líderes del gobierno alteran sus metas o suprimen sus fracasos. La realidad de ese peligro se reveló de manera catastrófica en la hambruna china de 19591962, que mató a más de 30 millones de personas, cuando no había presión pública contra las
políticas del régimen, como las que habrían surgido en una democracia funcional. Los errores en las políticas continuaron por tres años mientras morían decenas de millones. Para tomar otro ejemplo, las reformas económicas de 1979 mejoraron en gran medida el funcionamiento y la eficiencia de la agricultura y la industria chinas; pero el gobierno chino también eliminó, al mismo tiempo, el derecho de todos al servicio público de la salud (que a menudo era administrado mediante las comunas). La mayoría requirió entonces comprar su propio seguro de salud, reduciéndose drásticamente la proporción de la población con acceso a un garantizado cuidado de la salud. En una democracia funcional, el derecho establecido a la asistencia social no podría haber sido tan fácilmente (y tan rápidamente) eliminado. El cambio redujo agudamente el progreso de la longevidad en China. La gran ventaja de China sobre la India en esperanza de vida disminuyó en las siguientes dos décadas, cayendo de una ventaja de catorce años a una de solo siete. Las autoridades chinas, sin embargo, finalmente se dieron cuenta de lo que habían perdido, y desde 2004 rápidamente empezaron a reintroducir el derecho al cuidado de la salud. China tiene ahora una considerablemente mayor proporción de gente con derecho a la salud que la India. La brecha en la esperanza de vida en favor de China ha estado elevándose nuevamente, y ahora es de nueve años, y el grado de cobertura es claramente central para esta diferencia.[2] Que el sistema político democrático de la India pueda efectivamente remediar los descuidados servicios públicos tales como el cuidado de la salud, es uno de los asuntos más urgentes que enfrenta el país.[3]
6. Para una minoría de la población india —pero en términos reales una cantidad muy grande— el crecimiento económico por sí solo ha sido muy ventajoso, puesto que esa minoría es ya comparativamente privilegiada y no necesita asistencia social para beneficiarse del crecimiento económico. La limitada prosperidad de los años recientes ha ayudado a apoyar la destacable variedad de estilos de vida así como los globalmente aclamados avances de la literatura, música, pintura, el cine, teatro y las artes culinarias, entre otras actividades culturales. No obstante, una exagerada concentración en las vidas de los relativamente prósperos, exacerbada por los medios indios, da una irreal imagen rosa de las vidas de los indios en general. Puesto que el grupo de los afortunados incluye no solo a los líderes de los negocios y las clases profesionales, sino también a muchos de los intelectuales del país, la historia del inusual avance nacional se escucha amplia y persistentemente. De manera más preocupante, los indios relativamente privilegiados pueden fácilmente caer en la tentación de enfocarse solo en el crecimiento económico como un gran benefactor social para todos. Algunos críticos de las enormes desigualdades sociales de la India encuentran algo encallecidas y chabacanas las vidas egocéntricas y las preocupaciones egoístas de una minoría relativamente próspera. Mi preocupación principal, sin embargo, es que las ilusiones generadas por esas percepciones distorsionadas de la prosperidad, puedan evitar que la India
ponga las carencias sociales bajo el enfoque de la política, lo que es esencial para lograr lo que se necesita hacer para los indios en general mediante el sistema democrático. Un entendimiento más completo de las condiciones reales de la masa de indios relegados, y qué se puede hacer para mejorar sus vidas mediante las políticas públicas, debería ser un asunto central en la India.
Esto es exactamente donde la concentración exclusiva sobre la tasa del crecimiento del PNB tiene el efecto más dañino. El crecimiento económico puede hacer una gran contribución para mejorar las vidas de las personas; pero el énfasis único en el crecimiento tiene limitaciones que necesitan ser claramente entendidas.
Notas [1]
He discutido este asunto más completamente en “How Is India Doing?,” The New York Review , Diciembre 16, 1982; en (juntamente con Jean Drèze) Hunger and Public Action (Clarendon Press/Oxford University Press, 1989); y en Development as Freedom (Knopf, 1999). [2]
Discuto esto en “The Art of Medicine: Learning from Others,” The Lancet , Enero 15, 2011.
[3]
Estoy agradecido a Lincoln Chen, Jean Drèze, y A.K. Shiva Kumar por la útil discusión sobre este y otros temas relacionados. Fuente: http://www.librosperuanos.com/traducciones/esquina192.html Publicado originalmente como “Quality of Life: India vs. China”, The New York Review of Books, 12 de mayo 2011 (http://www.nybooks.com/articles/archives/2011/may/12/qualitylife-india-vs-china). Traducido por Alberto Loza Nehmad