LOS RÍOS EN EL ENTORNO URBANO DE ÁVILA: PROBLEMAS ACTUALES Y SOLUCIONES AMBIENTALMENTE ADECUADAS J. MONGIL MANSO1 F. J. SANZ RONDA2 A. SÁIZ ROJO3 1 Universidad
Católica de Ávila Área Departamental Agroforestal y Ambiental C/ Canteros s/n 05005-Ávila E-mail:
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Unidad Docente de Hidráulica e Hidrología Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias (Universidad de Valladolid) Avenida de Madrid, 44 34004-Palencia E-mail:
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Jefe del Departamento de Medio Ambiente PAYD INGENIEROS S.L. C/María de Molina 2-E – Palencia E-mail:
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Resumen En este trabajo se analiza la situación de los ríos del entorno urbano de la ciudad de Ávila: el Adaja y el Chico. Se estudian, entre otros aspectos, el estado de conservación como ecosistemas naturales, los beneficios y perjuicios de la regulación de sus caudales, los posibles impactos de obras ejecutadas (encauzamientos, urbanización y ajardinamiento, presas, azudes, puentes, etc.), los usos (urbanos, industriales y sociales) y la detección de áreas degradadas asociadas a los ríos y sus riberas. Posteriormente se esbozan algunas recomendaciones para integrarlos en la ciudad manteniendo su dinámica natural y la conservación de la fauna y la vegetación. Palabras clave: Ríos, Ríos urbanos, Riberas, Ávila. INTRODUCCIÓN El crecimiento de las ciudades ha supuesto en muchos casos una transformación importante de los ríos que circulan en su entorno, casi siempre hacia una degradación hidrológica y ecológica. La evolución urbanística supone en la mayoría de los casos una pérdida de los valores naturales de los ríos que se ve intensificada por el efecto sinérgico de otros impactos: contaminación, alteración de caudales, etc... En el caso de Ávila, ya en 1947 Miguel Delibes hace la siguiente descripción del río Adaja en su obra “La sombra del ciprés es alargada”: “... Al final de la muralla, descolgándose por las rampas de la izquierda, llegábamos a las márgenes del Adaja. El río venía decrecido por la fuerza del estío. Su caudal se estilizaba por momentos, como una persona atacada de tisis galopante. Las aguas, al retirarse, dejaban al descubierto el terreno pantanoso y grisáceo del marjal. Todas las mañanas había allí alguien acarreando tierra que luego utilizaría para fines que me eran completamente desconocidos...”. Medio siglo después la escasez de caudal se ha intensificado, el marjal se ha visto reducido y la anecdótica extracción de tierra se ha convertido en explotaciones de áridos y en encauzamientos.
Por otro lado, el entorno fluvial puede ofrecer a una ciudad numerosos beneficios y recursos muy difíciles de conseguir mediante el urbanismo convencional: -
Un ecosistema natural con gran diversidad faunística y botánica. Un recurso paisajístico difícilmente equiparable a zonas ajardinadas. Zonas de esparcimiento y sosiego de gran importancia social. Entornos para la práctica deportiva. Un recurso educativo en entorno urbano. Zonas de gran riqueza histórico-cultural.
En este último punto destaca la ciudad de Ávila por sus recursos arqueológicos, y claro ejemplo de ello es la reciente aparición en la ribera del río Adaja, durante las obras de acondicionamiento que está promoviendo el Ayuntamiento, de un toro berraco de piedra datado en el siglo IV a. C. Esto debe hacernos reflexionar sobre la importancia que han supuesto los ríos en el desarrollo de los asentamientos humanos (hoy en día, ciudades) y la trascendencia de su conservación. PROBLEMAS DE LOS RÍOS EN LAS CIUDADES Como hemos dejado entrever en la introducción, el objetivo de la ordenación tradicional de las áreas fluviales urbanas ha sido aumentar la capacidad de desagüe de los ríos. Para ello, se ha disminuido la rugosidad y se ha regularizando el cauce, ya fuera profundizando o aumentando su sección, cubriéndolo o desviándolo (UREÑA, 2002). El objetivo de tales actuaciones es la protección frente a las inundaciones y la consolidación de los terrenos colindantes. Sin embargo, a menudo esto ha supuesto una destrucción de la flora, la fauna y la calidad paisajística. El crecimiento de las ciudades, debido al aumento de su población, ha producido que en muchos tramos urbanos los ríos pierdan sus funciones naturales, convirtiéndose en meros canales e incluso en colectores de aguas residuales, en busca de una máxima eficiencia hidráulica, empleando únicamente criterios hidráulicos y dejando a un lado otras disciplinas. A continuación se enumeran algunos de los problemas más destacados de los ríos en los entornos urbanos: -
La ocupación de las llanuras de inundación:
Al ocupar las zonas laterales de los ríos denominadas llanuras de inundación, con calles y avenidas, edificios, fábricas o naves industriales, se impide que éstas cumplan su función, que no es otro que la de permitir la expansión de la energía del río y almacenar el agua en las grandes avenidas. Con la desaparición de la llanura de inundación se favorecen los efectos catastróficos de las grandes avenidas en áreas urbanas o, si el río ha sido encauzado con una sección de elevada eficiencia hidráulica, se traslada el problema a poblaciones ubicadas aguas abajo. -
Desaparición de la vegetación riparia:
La proliferación de los usos urbanos hasta el borde del río ha hecho desaparecer total o parcialmente la vegetación riparia. Este hecho conlleva la desaparición también de las importantes funciones que cumple esta vegetación tan especial relacionada con el río, a saber (entre otros, GONZÁLEZ DEL TÁNAGO y GARCÍA DE JALÓN, 1998): -
Reforzamiento de la estabilidad de las riberas por sus raíces y por su capacidad de reducir la velocidad de la corriente Refugio para la fauna acuática debido a las raíces
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Refugio para fauna terrestre Alimento para la fauna terrestre y acuática Sombreo y reducción de la temperatura del agua, lo cual es bueno para la fauna acuática Filtro de la escorrentía, disminuyendo el tiempo que tardan estas aguas en llegar al cauce y reduciendo aportes sólidos, nutrientes y contaminantes Calidad paisajística, por constituir corredores singulares en relación al territorio circulante.
El papel protector de la vegetación ha sido sustituido por las escolleras o los muros de hormigón, con el consiguiente deterioro ecológico y paisajístico. Además, se trata de una solución a medio plazo, pues la vida útil de estas estructuras (descalce) no es comparable a la que proporciona vegetación riparia. -
Modificación de la sección transversal del cauce:
La actuación más habitual en el acondicionamiento fluvial de entornos urbanos consiste en la modificación de la sección transversal del cauce, estableciendo formas geométricas que favorezcan la evacuación del agua intentando evitar el desbordamiento de los ríos y la inundación de los terrenos colindantes. En muchos casos esta problemática procede de una mala gestión de los usos del suelo y de una errónea ordenación del territorio. Los encauzamientos y rectificaciones en cauces naturales producen numerosos efectos negativos en este ecosistema. Disminuyendo el calado y aumentando la anchura de la lámina de agua se deteriora considerablemente el hábitat para la fauna piscícola, contribuyendo a su vez a homogenizar el tramo de río afectado. Asimismo la destrucción de la vegetación riparia que acarrea este tipo de actuaciones supone la eliminación de la principal fuente de alimento a la fauna. Indirectamente se produce un aumento de la temperatura del agua derivado de la falta de sombreado del cauce y se ralentiza la velocidad de la misma favoreciendo el desarrollo de algas. Esto fomenta los procesos de eutrofización y disminuye la capacidad de autodepuración del río.
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Pérdida de calidad de las aguas:
Las ciudades suponen destacados focos de contaminación en los cauces. Durante los últimos años, las obras de saneamiento y la construcción de depuradoras en las principales poblaciones han favorecido la disminución de estos impactos. Sin embargo hoy en día continúa siendo una afección destacada en los ríos españoles. A esto hay que sumar otro tipo de vertidos que proceden del drenaje de las zonas urbanas e infraestructuras viarias. En muchos casos el vertido de las aguas pluviales arrastran a la red de drenaje natural residuos líquidos (aceites procedentes de vehículos, sustancias de limpieza, etc.) y sólidos (colillas, plásticos, etc.) que contribuyen a la pérdida de calidad de las aguas. -
Detracciones de caudal:
Históricamente los ríos han sido las principales fuentes de abastecimiento humano en las ciudades. Actualmente, aunque esto es menos frecuente la sobreexplotación de los recursos hídricos (riego, centrales hidroeléctricas, etc.) supone un impacto destacado en el medio fluvial. Este aspecto se ve agravado en las ciudades por otras afecciones descritas anteriormente (modificación de las secciones transversales) contribuyendo a la pérdida de sus valores naturales en los tramos urbanos. -
Mayor presión humana:
Los ríos urbanos presentan por lo general una mayor presión humana dada la cercanía y accesos que ofrecen. Esto favorece otro tipo de impactos “secundarios” como son las molestias a la fauna, la aparición de especies invasoras alóctonas derivadas de la suelta de mascotas domésticas, el riesgo de daños producidos por accidentes, etc. LOS RÍOS DE ÁVILA Y SUS PROBLEMAS El río más emblemático de la ciudad de Ávila es el Adaja (véase la figura 1). Nace en esta misma provincia, en el término municipal de Villatoro, y tras recorrer 163,5 Km y recibir las aguas de un importante afluente como es el Eresma, desemboca en el Duero por su margen izquierda, en el municipio de Villanueva de Duero (Valladolid). El Adaja no atraviesa la ciudad, debido a la situación elevada de ésta, sino que supone más bien su límite oeste, llegando desde el término de El Fresno y dejando Ávila por el de Cardeñosa, al norte. Históricamente, la relación del río con la ciudad se circunscribe a la presencia de dos molinos y un puente –el denominado Puente Adaja- que, situado a la salida de la “Puerta del Puente” del recinto amurallado, ha permitido la comunicación con las ciudades de Salamanca, Plasencia y Arenas de San Pedro. Más recientemente se construyó el puente de Juan Pablo II, en una de las vías de circunvalación. Por otro lado, el río Chico, denominado antiguamente Grajal, también forma parte de los cauces que recorren la capital abulense. Se ha situado siempre en las afueras de la ciudad, próximo a los barrios de San Nicolás y Santiago. En realidad se trata de un pequeño arroyo, aunque famoso por sus fuertes avenidas, que nace muy cerca de Ávila, en el término de Tornadizos. Son de destacar sus dos puentes medievales, el del Sancti Spiritus, que enlaza con la carretera de Toledo, y otro en las cercanías de Aldeagordillo, en uno de los trazados del Camino de Santiago. La integración del Chico en la ciudad de Ávila se ha producido recientemente, cuando a partir de los años noventa del siglo pasado se comenzaron a urbanizar los alrededores de la avenida de Juan Pablo II. Los principales problemas que sufren los ríos Adaja y Chico en la ciudad amurallada son los siguientes: 1) Ocupación de las riberas por construcciones diversas y urbanización 2) Destrucción de la vegetación de ribera, por el ganado y las urbanizaciones 3) Regulación de caudales en la presa de Fuentes Blancas 4) Pérdida de calidad de las aguas debido a vertidos urbanos e industriales 5) Vertido de residuos sólidos urbanos y escombros en las riberas 6) Encauzamientos y rectificaciones Respecto a esto último, recientemente se terminaron las obras de “acondicionamiento del río Chico”, en el tramo urbano. Consistieron en el revestimiento del fondo con hormigón y la construcción de muros de mampostería para evitar desbordamientos, además de actuaciones en las márgenes como la adecuación de caminos y ajardinamiento. Estas actuaciones han establecido una sección transversal trapezoidal que favorece la evacuación de las grandes avenidas aunque produce un cauce muy ancho y de poco calado durante las avenidas ordinarias. Asimismo este encauzamiento, aunque favorece el desarrollo de especies herbáceas, arbustivas e incluso arbóreas, no ha sido acompañado de la restauración vegetal adecuada. En el Adaja se han llevando a cabo otro tipo de obras, menos impactantes y de un mayor importancia social, de recuperación vegetal, ocio y educación ambiental. Sin embargo, se incluyen también actuaciones más “duras”, algunas de ellas en la fresneda de El Soto de alto valor natural, como paseos peatonales y para bicicletas, un aparcamiento en superficie y una caseta para bar. ALGUNAS SOLUCIONES
Los problemas que se han enumerado no tienen soluciones sencillas. Se trata más bien de un conjunto de medidas que palien impactos, eviten controversias urbanísticas y conserven en buen estado ecológico el río y sus riberas. Aplicadas a los ríos de la ciudad de Ávila, algunas recomendaciones son: 1) Adecuar la ordenación del territorio y el planeamiento urbanístico a la realidad ecológica que son los ríos y las riberas, manteniendo todos sus valores ambientales. Por lo tanto, es necesario que no se produzcan ocupaciones de las riberas, mediante la delimitación, por ejemplo, de una franja que puede denominarse “espacio de libertad fluvial” (UREÑA, 2002). En el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) deben desarrollarse normas de protección de este espacio, definiendo usos permitidos y otros no adecuados ambientalmente, así como normas para las posibles construcciones e instalaciones. Por ejemplo, no es posible construir en las llanuras de inundación un pabellón polideportivo; un aparcamiento, ni en superficie ni subterráneo; ni una caseta-bar, salvo que se sitúe a una distancia suficiente del río y su estilo constructivo esté integrado paisajísticamente. Experiencias a este respecto llevadas a cabo en nuestro país se exponen en UIMP (2002). 2) Mejorar la calidad de las aguas, ajustándose a los objetivos marcados por la Directiva Marco del Agua (2000/60/CE). Puede consultarse al respecto, IIDMA (2000) y EURONATURA-IIDMA (2003) y también la Ley de Protección de los Ecosistemas Acuáticos y de Regulación de la Pesca Fluvial de Castilla y León (Ley 6/1992). Para ello es preciso optimizar el funcionamiento de la estación depurador de aguas residuales (EDAR) de Ávila y fomentar la creación de nuevas depuradoras en las localidades situadas aguas arriba de la ciudad o, cuando menos, filtros verdes que funcionen correctamente. El fin es crear un medio de vida adecuado para la fauna fluvial y evitar malos olores y mortandades de peces como las ocurridas en el Adaja en determinadas situaciones. 3) Asegurar un caudal adecuado, limitando y controlando las extracciones de aguas superficiales y subterráneas, estableciendo un régimen de caudales ecológicos que suponga la gestión sostenible de los recursos hídricos. 4) Sustituir los encauzamientos agresivos tradicionales por otras formas de estabilización de orillas: implantación vegetal, técnicas de bioingeniería, escolleras revegetadas (consúltese SCHMIDT y OTAOLA-URRUTXI, 2002). La gestión de dicha vegetación no ha de realizarse de forma intensiva, como si se tratara de un jardín, ni con un completo abandono como si fuera un bosque ripario en el medio natural. Hay que efectuar un mantenimiento mínimo que dé a las riberas un aspecto “cuidado”: algunas podas, eliminación de árboles muertos y de vegetación no deseable en espacios urbanos (cardos, por ejemplo). Se trata de una “selvicultura periurbana” aplicada específicamente a las riberas. Por lo tanto, es necesario huir de encauzamientos y de formas geométricas en los cauces, que los asemejan más a canales que a ríos naturales. En el caso de encauzamientos ya ejecutados, lo más recomendable es volver a una situación lo más parecida a la inicial, antes de las obras. Es decir: eliminar soleras de hormigón, sustituir los malecones por escolleras revegetadas, favorecer una zona de expansión del río para posibles avenidas y estabilizar y revegetar aquellos tramos en los que la vegetación haya desaparecido. En definitiva, aplicar el concepto de “renaturalización” en el que se apoyan las actuaciones fluviales de países ambientalmente más avanzados. 5) Proteger determinados espacios naturales de elevado valor, importancia ecológica y singularidad. En Ávila, es muy claro el caso del parque de El Soto, que debe protegerse no ya solamente a nivel municipal (en el PGOU) sino con una protección supramunicipal, como monte de utilidad pública o integrándolo dentro de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. 6) Formación de técnicos y políticos municipales y sensibilización de la población, sobre las nuevas tendencias existentes en las actuaciones sobre tramos fluviales urbanos.
7) Fomento de usos compatibles que persigan un equilibrio entre la demanda social y urbanística de las ciudades y las características naturales y ecológicas de los ríos. 8) Promover actividades e infraestructuras que fomenten la educación ambiental, aprovechando una herramienta tan atractiva y eficaz como el entorno ripario. Como conclusión se puede decir que es necesario que el río y las riberas aparezcan a los ojos de los ciudadanos como un lugar de esparcimiento (parque o jardín), libre de riesgos (inundaciones, fauna peligrosa o molesta, suciedad, malos olores, vegetación no deseable), sin que pierda sus funciones ecológicas. Esto puede articularse con las recomendaciones que se han dado en los párrafos anteriores. BIBLIOGRAFÍA EURONATURA-IIDMA; 2003. La Directiva Marco del Agua y el Convenio Hispano-Luso: repercusiones para las cuencas ibéricas. Iberaqua-Cuaderno 1. Lisboa. GONZÁLEZ DEL TÁNAGO, M. y GARCÍA DE JALÓN, D.; 1998. Restauración de ríos y riberas. Fundación Conde del Valle de Salazar y Mundi-Prensa. Madrid. IIDMA; 2000. La aplicación de la Directiva Marco del Agua en España: retos y oportunidades. Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente. Barcelona. SCHMIDT, G. y OTAOLA-URRUTXI, M.; 2002. Aplicación de técnicas de bioingeniería en la restauración de ríos y riberas. Ministerio de Fomento-CEDEX. Madrid. UIMP; 2002. Restauración de ríos en entornos urbanos. Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Cuenca. UREÑA, J.M. de; 2002. Ordenación de áreas fluviales en las ciudades: un enfoque metodológico. En: Curso de restauración de ríos en entornos urbanos. Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Cuenca.
Figura 1. Situación del río Adaja en la provincia de Ávila