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Los ritos o la relación
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Los ritos o la relación Un Estudio de la Epístola de Pablo a — Los Gálatas —
Paul G. Caram Ph.D.
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Título original: “Rites or relationship” “Los Ritos o la Relación” Registrado © por Paul G. Caram 2003 Libro de texto de Zion Christian University. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Traducción y edición: equipo de traducción de IBJ, Carla Borges, 2009
Tercera impresión: enero 2009.
Todas las citas bíblicas de este libro han sido tomadas de la versión Reina Valera 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas a menos que se indique lo contrario.
Para mayor información o copias adicionales, diríjase a: Zion Christian Publishers P.O. Box 70 Waverly, New York 14892 Teléfono: 607-565-2801 Fax: 607-565-3329 www.zionfellowship.org
ISBN 1-59665-242-X
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“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” Gálatas 6:15
¡Lo único que Dios busca es un nuevo corazón, una vida cambiada!
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Los ritos o la relación Introducción Desde el principio del tiempo, el hombre ha rogado el favor de Dios. Sin embargo, el esfuerzo del hombre por procurar el favor Dios, a menudo ha sido en sus propios términos, usando sus propios recursos. Adán intentó cubrir su pecado y la vergüenza de su desnudez con hojas de higo, pero Dios solamente aceptaría lo que Él había provisto como cubierta: las pieles de animales. Por supuesto, las pieles de animales implican que se requería el derramamiento de sangre inocente. Asímismo, Dios no pudo aceptar a Caín ni a su ofrenda debido a la mala condición de su corazón. Romanos 10:2-3 describe el esfuerzo del hombre para venir a Dios a su propia manera. La fe es la base de toda bendición ¿Qué quiere Dios realmente del hombre? ¿Cómo podemos agradarlo y abrir Su corazón hacia nosotros? El primer paso es la fe porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (He.11:6). Cuando se le preguntó a Jesús: “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” ¡Su sencilla respuesta fue: “Que creais en el que Dios ha enviado” (Jn. 6:28-29). La fe es una relación! Es una condición del corazón. Pablo nos enseñó que la “fe obra por el amor” (Gá. 5:6). La Fe, por consiguiente, sólo puede operar en un corazón sensible. “Obra” a través del amor. El perdón está basado en la fe en Aquel que pagó nuestra deuda en la cruz. Por esto, la salvación se recibe por fe. El don del Espíritu Santo se recibe por fe. La sanidad para nuestros cuerpos se recibe por fe, y la provisión para nuestras necesidades es por la fe. De hecho, todo lo que nosotros recibimos de Dios es por gracia por medio de fe. Incluso alcanzar la perfección cristiana es por medio de una caminata de fe a través de nuestra unión y comunión con Jesucristo. “Nosotros estamos completos en Él” como Pablo nos dice en Colosenses 2:10. ¿La perfección cristiana viene por rituales (algo que hacemos por nuestras obras) o viene de una relación de fe? De esto trata la Epístola de Pablo a los Gálatas. Hay sólo una cosa que Dios quiere y ésa es “una nueva criatura”, un corazón cambiado (Gá. 6:15). Las tradiciones y las reglas innecesarias que nos dicen qué hacer y qué no hacer no tienen poder para cambiar nuestro corazón. De hecho, estas cosas fortalecen la naturaleza caída.
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No es por sacrificios y rituales, sino un corazón obediente, que escuche “Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien, Oíd mi voz” (Jer. 7:22-23; 11:7). Dios instituyó todos los sacrificios de animales en el monte Sinaí, pocos meses después de que Israel hizo su éxodo de Egipto (Ex.19:1-6). Estas ofrendas eran simplemente figuras del sacrificio que Cristo haría en la cruz muchos siglos después. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto dejó muy claro que Su corazón no se preocupaba por las ofrendas y sacrificios de animales. Él estaba interesado en otro tipo de sacrificio: el sacrificio de obediencia (ref. Ex.19:5). Él quería a un pueblo que escuchara en sus corazones y luego obedeciera por una relación de amor. Éste es el verdadero sacrificio, y éste es el camino que lleva a un creyente hacia la perfección. El rey David reconoció esta verdad, porque declaró: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos” (Sal. 40:6-7). David entendió el corazón de Dios. Él comprendió que Dios no se complacía en el ritual de sacrificios animales, sino en los hombres con oídos abiertos y corazones que respondan. Dios desea una relación de obediencia, fe y amor, no ritos sin vida. Ésta era la lección que Pablo estaba intentando imprimir en las iglesias incautas de Galacia, que en pocos meses se habían “apartado de la gracia”. Los gálatas estaban escuchando de todo corazón a los legalistas que se habían infiltrado en sus congregaciones y los habían persuadido a regresar a todos los rituales y costumbres del Antiguo Testamento, un régimen que Pedro acertadamente describe como “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar” (Hch. 15:10). Habiendo empezado a caminar en el Espíritu, ellos estaban ahora tratando de ser hechos perfectos por la carne (Gá. 3:3). Ellos se habían apartado del Evangelio de la fe (que produce los hermosos frutos del Espíritu) hacia un sistema de obras. Mala doctrina: un espíritu malo Pablo exclamó: “¿quién os fascinó (o puso un hechizo sobre vosotros)N.T. para no obedecer a la verdad?” (Gá. 3:1). Tan persuasivos eran los judaizantes de Jerusalén, que pudieron volver los corazones de los gálatas en contra de su padre espiritual y llevarlos bajo el hechizo y el engaño de otro espíritu. ¡Tal es el poder y el veneno de una doctrina falsa! La doctrina falsa es más que un concepto malo; está energizada por un espíritu malo. ¿Qué produjo esta nueva doctrina de los judaizantes? Ciertamente no era el fruto del Espíritu, sino contienda y orgullo y el devorarse el uno al otro. No pasó mucho tiempo hasta que el amor de Dios y la alegría del Señor y el mover del Espíritu habían disminuido en sus servicios y en sus vidas personales. Ellos habían reemplazado la vida y el caminar en el Espíritu por un sistema de obligaciones y prohibiciones. Habían recibido otro evangelio, otro Jesús, otro espíritu (2 Co.11:4). N.T.
Literal del versículo en inglés.
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Pablo continuó su protesta usando varios argumentos. Abraham, el padre de la nación judía, fue justificado por fe, no por obras. Él fue justificado por la fe antes de ser circuncidado, y él fue justificado por la fe mucho antes de que la Ley de Moisés fuese dada. Incluso durante el periodo de la Ley, el profeta Habacuc enfatizó la relación, diciendo: “El justo por su fe vivirá”. La Ley es buena, pero sólo revela nuestro problema La ley fue dada para definir el pecado. “Por la ley es que conocemos el pecado”. La Ley era una “maldición” en el sentido que sólo podía mostrar al hombre lo equivocado que estaba, pero no le ofrecía el poder para cambiar su problema. Un letrero de “No Fumar” es bueno, pero sólo agrava el deseo por la nicotina en un fumador. No le da poder para detener su hábito. Por esta razón Pablo dice “la maldición de la ley”. La Ley es buena, pero no dio poder al hombre para guardarla. Sin embargo, el Nuevo Pacto de la fe sí proporciona ese poder para cambiar. “(Pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (He. 7:19). La Ley era buena, pero la Ley por sí sola era incapaz de perfeccionar a los hombres. La llegada de “una mejor esperanza” se refiere al Nuevo Pacto que nos capacita para acercarnos a Dios, para entrar en Su presencia y ser transformados. Éste es el pacto de fe y relación, el pacto que nos bautiza en el Espíritu Santo, que abre el velo y nos llama a entrar en un compañerismo íntimo con Dios. Hoy, tenemos un acceso a Dios que no era posible en el tiempo de la Ley. Cuando Pablo dijo que él estaba “muerto a la ley” en Gálatas 2:19, él quiso decir que se había apartado de la Ley como un medio de salvación. Él nunca podría mirar de nuevo a los rituales del Antiguo Testamento como una base para la aceptación, como lo había hecho en el pasado. La Ley apuntó al redentor prometido quien abriría la herencia La Ley miraba hacia el futuro, a un Redentor prometido. Este Redentor pagaría la deuda del hombre, le daría el poder sobre el pecado y le abriría una rica herencia eterna. Por consiguiente, el pueblo bajo la Ley era heredero de algo mejor que estaba por venir. Pablo comparó la Ley del Antiguo Pacto a un ayo (institutriz) que enseñó a un niño que era el heredero de una rica propiedad. Mientras el niño/heredero es menor, su rango no es mayor al de un siervo. Él está bajo tutores y disciplinadores hasta alcanzar la edad de madurez, entonces recibe la herencia. Cuando Cristo vino con el Nuevo Pacto de fe, el joven heredero alcanzó la edad madura (habiendo aprendido bien sus lecciones) y recibió la herencia. Él ya no está más en la escuela primaria, bajo la ley con todos los tutores y disciplinadores, sino que ahora él se ha graduado. Por consiguiente, Pablo pregunta a los Gálatas: “mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años” (Gá. 4:9-10).
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Una comparación del Antiguo y Nuevo Pacto El apóstol Pablo usa entonces una alegoría para comparar el Antiguo y Nuevo Pacto. Él usa a dos mujeres y los hijos que ellas dieron a luz. Abraham tenía dos esposas, Agar y Sara. Agar representa el Antiguo Pacto. Ella era una esclava y su hijo nació de esclavitud. Sara, una mujer libre, representa el Nuevo Pacto. Su hijo nació de libertad. Ismael nació de la carne. Esto significa que su nacimiento era algo diseñado por el hombre y algo que el hombre podía producir (Gn. 16:1-4). Él representa las obras de la Ley. Pero Isaac nació del Espíritu. Su nacimiento requirió un milagro, porque Sara había pasado ya la edad para poder concebir. Isaac nació como resultado de una promesa, y requirió un milagro de gracia y fe. Ismael nació como resultado de la impaciencia y el pensamiento natural de hombre. Ismael era algo que el hombre podía producir, pero Isaac era algo que sólo Dios podía producir. Y aquí está contenida la diferencia crítica entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Uno está basado en las obras (lo que el hombre puede hacer) mientras el otro está basado en la promesa que se hereda por la fe. Pablo dijo a los gálatas: “Ustedes nacieron de Sara, no de Agar”. ¿Por qué retroceden a esa línea espiritual inferior? La cruz es una ofensa, no hay gloria para mí La cruz es una “ofensa” para un legalista. Es ofensivo porque priva a una persona de la gloria. La cruz quita toda jactancia. Un legalista alardea de lo que puede hacer, lo que puede ganar y lo que puede lograr en su propia fuerza y pericia: el ayuno, las actividades religiosas, las obras, las tradiciones, los rituales, la observancia de los días santos, el vestido, las comidas, la disociación, y mucho más. • • •
Gloriarse en la carne: es alardear de lo que yo puedo hacer. Tener confianza en la carne: es confiar en lo que yo puedo hacer. Hacer un espectáculo en la carne: es desplegar y desfilar lo que yo puedo hacer.
¿Cuál es el fruto del legalismo? El legalismo produce orgullo y crítica, porque el legalista mira hacia abajo a los que no han trabajado tan duro como él. Un legalista, tratando de ser el mayor guardián de la Ley, se convierte en el mayor violador de la Ley porque él es incapaz de guardar el mandamiento más importante de todos: la ley de amor. Toda la Ley se resume en una declaración: “amar a tu prójimo como a ti mismo”. El amor es el cumplimiento de la Ley (Ro. 13:8-10; Gá. 5:14). El creyente que hereda las promesas de Dios lo hace por medio de caminar en fe. No puede gloriarse en sí mismo, sólo puede gloriarse en la cruz: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá. 6:14). Esta persona da toda la gloria a Dios por la obra espiritual de la circuncisión que Dios ha realizado en su corazón. Por el contrario, el legalista odia la vida de
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fe. Él quiere algo que pueda ver, pueda sentir y pueda hacer. Quiere algo tangible en que gloriarse, algo que él pueda demandar haber hecho, algo que ha trabajado y ha ganado. ¡Los judíos hicieron esto! Ellos se especializaron en la circuncisión física (Gá. 6:12-13). Pero mientras se enfocaban en lo externo, no entendieron las implicaciones espirituales de la circuncisión, que involucraban una obra de redención en el corazón que se lograba por la Espada de Dios (Ro. 2:28-29). Ellos rindieron culto al símbolo pero ignoraron el significado del símbolo. En contraste, Pablo dio énfasis a la obra interior inadvertida que Dios hace en el corazón (Gá. 6:15). La libertad cristiana nunca es una licencia para ser libertino Mientras estamos en el tema de la libertad cristiana, me gustaría agregar este pensamiento esencial. La teología en las epístolas de Pablo a veces es mal entendida y se usa como una licencia para pecar. Cuando Pablo dijo que él estaba “muerto a la ley” y que “nosotros no estamos bajo la ley” o “libres de la ley”, él no nos está enseñando a ser libertinos. Él simplemente está diciendo que no podemos confiar en el Antiguo Testamento como un medio de salvación o perfección, y que las ceremonias del Antiguo Testamento son anticuadas. Por el contrario, su teología nos exhorta a tener la Ley cumplida en nosotros en espíritu (Ro. 8:4; 13:8-10). Él recuerda a los gálatas que cada hombre “cosechará lo que siembra”. Después de enumerar las diecisiete obras de la carne en Gálatas 5:19-21, él advierte que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Ésta es otra manera de decir: “Ustedes no cometerán adulterio, fornicación, asesinato, embriaguez, brujería” y así sucesivamente. Pablo nunca sugiere que somos libres de la ley moral de Dios para vivir como nos plazca. Vivir como nos plazca no es libertad, sino esclavitud hasta la muerte. El fruto del Espíritu, no hay otra ley más alta, ésta es la perfección Caminar en fe, el compañerismo con Dios, la obediencia, el vivir en el Espíritu y caminar en el Espíritu nos llevarán al desarrollo de todos los frutos del Espíritu. Todos estos frutos revelan la naturaleza de Dios, y cuando éstos están floreciendo en nuestra vida seremos muy parecidos a Cristo: “... Contra tales cosas no hay ley”. No hay ninguna otra ley superior a ésta. Con todas estas cosas en mente, veamos juntos, por medio de la gracia de Dios, esta maravillosa Epístola de Pablo a los Gálatas. Antecedentes Pablo fue el padre fundador de las iglesias de Galacia. Él había traído el fuego del avivamiento allí, por lo menos en dos ocasiones, y posiblemente una tercera vez. En Hechos 16:6, él vino a “la región de Galacia”. Esto fue en su segundo viaje misionero, en el 51 d.C. En su tercer viaje misionero, en el 54 d.C., fue “recorriendo por orden la región de Galacia... confirmando a todos los discípulos” (Hch. 18:23).
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El MAR MEDITERRÁNEO EN TIEMPOS DEL NUEVO TESTAMENTO TRACIA
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Si la epístola de Pablo tenía como propósito incluir a los habitantes de Galacia del sur así como los del norte, (Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe que se creía estaban en el sur de Galacia), entonces Pablo fue por primera vez a Galacia en su primer viaje misionero (48-49 d.C.). A quién quiera que se le escribió esta epístola, sea a Galacia del norte o del sur, o a ambos, el mensaje es ciertamente de interés vital a toda persona en todo lugar y en cualquier momento de la historia. La última vez que Pablo había estado en contacto con las iglesias de Galacia, ya sea durante su última visita a Galacia en el 54 d.C., o por correspondencia, ellos “corrían bien” (Gá. 5:7). Pero ahora, alguien los había estorbado: “¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” Ahora era diciembre, 57 d.C. A la llegada de Pablo a Corinto en su tercera visita, le llegaron noticias desde Éfeso diciendo que sus iglesias en Galacia habían sido infiltradas por maestros falsos (los judaizantes) quienes los persuadieron a volver a los rituales, ceremonias, Sabat (días de reposo), y la circuncisión judía como un medio de salvación y perfección. Esta preocupante información recibida por Pablo acerca de un cambio súbito y drástico en la actitud hacia él y a su Evangelio que estaba ocurriendo en las iglesias de Galacia, hizo que escribiera esta epístola. Con un profundo sentido de urgencia, Pablo se apresuró a frenar este mal antes de que se volviese irreparable. Los judaizantes habían destruido la misma esencia del cristianismo, y la habían reducido de una vida interior y espiritual a un sistema ceremonial externo. Para el efecto, ellos enseñaban que ese Cristo no era plenamente todo-suficiente para la salvación de una persona. Pablo procuró salvar a sus convertidos de esta mezcla fatal de ley ceremonial con gracia. El contenido de Gálatas hace evidente el propósito de Pablo de escribirles. El apóstol responde de una vez por todas la pregunta concerniente al fundamento mismo del cristianismo. ¿Es Cristo suficiente para la salvación y perfección, o deben agregarse suplementos a Su obra de expiación? Una defensa de la libertad cristiana es el tema claro de Gálatas, una libertad que sólo se hace posible por una relación de fe, cuyo fin son las buenas obras. Ninguna otra epístola escrita por Pablo es marcada por una mayor unidad de propósito. Por consiguiente, en diciembre del 57 d.C. mientras moraba en Corinto, Pablo escribió su epístola a los gálatas. En marzo del 58, algunos meses más tarde, también les escribió a los romanos. Estas dos epístolas tienen una gran similitud, lo que sería natural entre dos epístolas escritas casi al mismo tiempo. Los mismos razonamientos estaban ocupando su mente, así que empleó las mismas frases e ilustraciones. Es bueno estudiar Romanos y Gálatas, una al lado de la otra.
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Compare: Romanos 8:15 con Gálatas 4:6. Romanos 7:14-25 con Gálatas 5:17. Romanos 1:17 con Gálatas 3:11. Romanos 4 con Gálatas 3. Romanos 13:8-10 con Gálatas 5:13-14.
Gálatas puede perfilarse en tres divisiones simples: BOSQUEJO GENERAL
Capítulo 1-2 PERSONAL
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Pablo defiende su comisión y apostolado divinos, los que habían sido minados por falsos maestros.
Capítulo 3-4 DOCTRINAL
- La doctrina de la libertad y la libertad de la Ley Mosáica (los rituales, las ceremonias, las ofrendas y la circuncisión).
Capítulo 5-6 PRÁCTICO
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La aplicación de nuestra libertad cristiana (lo que esto significa y cómo usarla).
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Capítulo Uno Pablo defiende su ministerio apostólico En este capítulo, y también en el capítulo dos, Pablo defiende su llamado apostólico. El partido judaizante, con gran vigor, no sólo había tenido éxito minando el mensaje de Pablo, sino también extendiendo calumnia acerca de su vida personal. Por esto, la defensa rigurosa de él está en estos dos primeros capítulos. Gálatas, como un todo, está escrita con aspereza y severidad a fin de mostrar la urgencia de la ocasión, y la seriedad del peligro. También se caracteriza frecuentemente por un tono de tristeza, porque aquellos a quienes Pablo amaba tan entrañablemente estaban apartándose de la verdad y creyendo la calumnia de sus enemigos. Por consiguiente, para remover las semillas de perturbación y desconfianza que habían sido plantadas en la mente de sus convertidos, Pablo empieza su epístola rechazando completamente las falsedades que habían sido propagadas contra él por sus oponentes. Sobre todo Pablo hace una vindicación de su ministerio apostólico, el que recibió directamente de Cristo, y ejerció independientemente de los doce apóstoles. Los judaizantes insistían que Pablo falsamente se presentaba a sí mismo como un apóstol de Cristo. Ellos razonaban que Pablo no había sido, como los Doce, un seguidor de Jesús cuando Él estuvo en la tierra. Por consiguiente, no había recibido su comisión de Jesús. En cambio, él era sólo un maestro enviado por la autoridad de los Doce cuya enseñanza debía ser recibida mientras estuviera de acuerdo con sus enseñanzas y fuera aprobada por ellos. Pero ahora, la doctrina de Pablo (alegaban ellos) estaba en oposición con la de Pedro y Jacobo, y de los otros “pilares” de la Iglesia. Con tales argumentos, estos falsos ministros habían alejado en gran manera a los gálatas cristianos de su padre en la fe. Pero en los capítulos uno y dos, Pablo refuta todos sus informes calumniadores muy eficazmente. El saludo: Dios me hizo apóstol, no el hombre 1:1 “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)”. Pablo va directo al punto. Inmediatamente, él restablece sus credenciales ante los gálatas. “Yo no me hice un apóstol. Yo no fui entrenado por hombre, ni fui comisionado y mandado por el hombre, o por los Doce apóstoles, sino por el mismo Señor Jesucristo, quién se me apareció en el camino a Damasco, y por Dios el Padre quién lo levantó
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de los muertos”. Fue el Cristo resucitado quien interceptó a Pablo en el camino a Damasco, y quien lo entrenó y comisionó, no fueron los Doce. De hecho, Pablo ni siquiera fue presentado a los Doce (con la excepción de Pedro) sino hasta diecisiete años después de su conversión. Los hermanos apoyaban a Pablo 1:2 “Y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia”. Pablo no desea oponerse él solo contra la herejía de los judaizantes que se había infiltrado en las iglesias de Galacia. “Todos los hermanos que están conmigo” se refiere a la unidad con que los compañeros de ministerio de Pablo lo apoyaban en su caso contra los adversarios. Pablo reune a todos los hermanos que estaban con él y está escribiendo en nombre de ellos así como en el suyo propio. El hecho que él se esté dirigiendo a “las iglesias de Galacia” muestra claramente que aquí estaba involucrando todo el territorio, no sólo una iglesia local. La bendición de Pablo: gracia y paz a vosotros 1:3 “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo”. Virtualmente todas las cartas históricas de Pablo empezaron con el saludo: “Gracia y paz”. Aunque la gracia significa el “favor inmerecido”, obviamente implica mucho más, ya que en el contexto de muchos pasajes de la Escritura, significa también “capacitación divina”. Es la habilidad que Dios imparte. Todo don ministerial opera según la medida de gracia. Romanos 1:5 dice que se da la gracia para obedecer. En 1 Corintios 15:10, es la fuerza para llevar una carga pesada. En Hebreos 12:15, la gracia mantiene fuera de nuestro corazón la amargura. Se nos ofrece gracia en tiempos de necesidad (He. 4:16). Los gálatas necesitaron todas estas capacidades de gracia, como Pablo deseó para ellos en la bendición de su saludo. Ciertamente necesitarían la gracia para aceptar el mensaje de reprensión y exhortación de Pablo. Pablo también les desea paz. Aunque la palabra hebrea shalom debió haber estado en el fondo de la mente judía del apóstol, (shalom significa prosperidad y bienestar), acá se usa la palabra griega eirene. Eirene, traducida como paz, también se traduce como unidad, en otros lugares. Paz y unidad son palabras equivalentes en el idioma original. Un corazón unido, un corazón con unidad de propósito, tiene paz. Pero un corazón con lealtades divididas, uno que está sirviendo a dos amos, no tiene paz. Los gálatas de doble ánimo, tratando de estar casados simultáneamente con el Antiguo Pacto y con el Nuevo Pacto, entraron en un estado de agitación y división. Por consiguiente, en su introducción, Pablo le pide a Dios un suministro fresco de gracia divina y paz para los corazones errantes de sus lectores. Toda bendición: del Padre a través del Hijo “De Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo”. Toda bendición viene del Padre, pero desciende del cielo por Su Hijo, el Señor Jesucristo. Toda la gracia residente en el Padre fue derramada a Su Hijo durante Su vida en la tierra. Ahora, nos es ofrecida a todos y cada uno
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de nosotros al seguir siendo una rama en la Vid y mientras continuemos extrayendo nuestra vida de Cristo (2 Ti. 2:1). Permanecer en Cristo es la llave para el crecimiento espiritual y para que nuestro corazón sea cambiado; no es absteniéndose de la carne de cerdo o alguna otra observancia externa (He. 13:9). El amor y sacrificio de Dios nos rescatan del destino del mundo 1:4-5 “El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Cristo se entregó hasta la muerte como una ofrenda por nuestros pecados. Al pasar de un Evangelio de gracia a los ritos, los gálatas prácticamente se habían olvidado de la muerte sustituta de Cristo en la cruz. La sangre de la cruz compró nuestra alma de las garras de Satanás y del poder del pecado. ¿Será posible alcanzar la perfección absteniéndose de la carne de cerdo? ¿Qué podría agregarse a la maravillosa obra redentora de la cruz? Cristo se dio por nosotros para rescatarnos de todas las influencias de iniquidad del presente siglo malo (Tit. 2:14) y del dios de este mundo (2 Co. 4:4). Las personas que rechazan el sacrificio de Cristo y siguen la corriente de este mundo y al príncipe de este mundo, serán echadas a la destrucción eterna. (Ef. 2:1-4; 5:3-8). Nosotros mismos fuimos una vez cautivos del sistema del mundo: “Habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 P. 1:4), que jamás volvamos a esta corrupción ni seamos atrapados. Aunque hemos sido trasladados del reino de tinieblas de Satanás al reino del amado Hijo de Dios (Col. 1:13), debemos siempre caminar en el Espíritu y vivir en el Espíritu para evitar llevar a cabo las lujurias de la carne. Al apartarse de la vida guiada por el Espíritu, los gálatas no sólo se estaban impidiendo llegar a la perfección cristiana, sino también estaban en peligro de regresar lentamente a su antiguo estilo de vida. Demas, un ministro compañero de Pablo, no fue liberado de este mundo perverso porque él lo amó y regresó a él (ref. 2 Ti. 4:10). Hay muchos como Demas, hoy. Pablo empieza su denuncia a los gálatas 1:6-7 “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. Pablo está absolutamente asombrado por la inconstancia de los gálatas. En lugar de dar su usual agradecimiento por las iglesias que fundó, él se zambulle inmediatamente en una clara denuncia a ellos por desertar de un Evangelio de gracia a una rígida posición legalista. Pablo siempre mantuvo un estrecho contacto con sus convertidos. Los visitaba o enviaba a hermanos confiables, o se comunicaba con ellos por cartas. Habiendo estado en estrecha
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comunicación con los gálatas, el apóstol está profundamente perturbado y defraudado al saber que sus queridos hijos espirituales están cambiándose “rápidamente” de la verdad hacia “otro evangelio”. Otro evangelio Este “otro evangelio” era un Evangelio mezclado con los preceptos del hombre, y Pablo lo llamó una “perversión del evangelio de Cristo”. No negaba el cristianismo, sino era una mezcla de éste con ideas humanas. Estos mismos judaizantes molestaban a casi todas las iglesias de Pablo. De hecho, los últimos cuatro capítulos de 2 Corintios tratan con este mismo problema. El evangelio predicado por los judaizantes ciertamente era “otro evangelio”, “otro Jesús” y “otro espíritu” según el apóstol Pablo (2 Co. 11:4). Los propagadores eran “falsos apóstoles” y “falsos hermanos” (2 Co. 11:13, 26). Hoy, como siempre, hay mensajes predicados en la Iglesia que abiertamente no representan a Cristo. Se presenta a “otro Jesús” y es “otro espíritu” el que da energía al mensaje. Los “falsos hermanos”, ministros de Satanás, son quienes lo proclaman. Ciertamente, no van a negar a Cristo, pero de una forma u otra, pervierten Su mensaje. ¡Es tan sutil, y esto es lo que lo hace tan serio! En lugar de reunir las ovejas, las están esparciendo (Mt. 12:30; Lc. 11:23). Cada vez que un hombre promueve su propia visión o mensaje, termina dañando al rebaño en lugar de hacerle bien. Los judaizantes que propagaban su propia “causa” (aunque ellos reclamaban que era la de Dios), estaban haciendo un gran perjuicio y daño al pueblo de Dios. Pidámosle a Dios que nos limpie de motivaciones personales y corrompidas. Preguntemos a Dios si realmente es Su causa, o nuestra propia causa. La maldición a cualquiera que añade al mensaje del Evangelio 1:8-9 “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. Aquí hay una tremenda maldición pronunciada contra los judaizantes y cualquier otro que “añada o quite algo de la Palabra de Dios” (ref. Ap. 22:18-19; Pr. 30:6; Dt. 4:2). Los judaizantes habían puesto un pesado yugo de esclavitud en los discípulos de Galacia y de otras partes. Siempre que el hombre añade sus propias ideas y mandamientos al Evangelio, ensucia la imagen de Cristo. Produce algo que es completamente opuesto al fruto del Espíritu. Sólo la verdad hace a los hombres libres (Jn. 8:31-32). No deben aceptarse visitas angélicas que contradicen el Evangelio “Pero aunque nosotros, o un ángel del cielo, predique cualquier otro evangelio a ustedes que el que nosotros hemos predicado, es maldito”. El Mormonismo, fundado en 1830,
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es el resultado de una visita angélica. José Smith dijo haber encontrado “una adición a la Biblia”, grabada en tablillas doradas que él tradujo y publicó bajo el nombre del Libro del Mormón. La dirección para hacer todo esto vino de un ángel caído llamado Moroni quien lo había visitado. Probemos a los ángeles y a las revelaciones Las Escrituras nos enseñan a probar a los ángeles que se hacen visibles. Cuando Josué estaba a punto de introducir la nación a Canaán, su herencia, de repente apareció un mensajero celestial con una espada en su mano. Josué no asumió que toda visita sobrenatural es enviada por Dios. Él entendió que Satanás tiene hordas de ángeles falsos, ya que un tercio de ellos son caídos. Por consiguiente, él desafió al mensajero y le dijo: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?” El mensajero respondió: “No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora” (ver Josué 5:13-15). En este caso, el visitante celestial era El Señor mismo, y Josué cayó de rodillas y lo adoró. La tierra literalmente se volvió santa porque el Señor estaba de pie allí. La tierra sólo puede ser santa debido a la presencia del Señor. Ningún ángel, bueno o malo, puede hacer la tierra santa. Sólo Dios es verdaderamente santo, y sólo Dios es digno de ser adorado. El orgullo: la razón principal para la doctrina falsa y para las nuevas religiones José Smith, el fundador del mormonismo, no probó al ángel que se le apareció. El resultado es otro evangelio que no es en absoluto un verdadero evangelio, ya que hace a Cristo menos que Dios. Pero aquí surge otra pregunta, ¿Por qué este ángel caído vino a José Smith? ¿Por qué no a otra persona? Yo creo que la respuesta reside en un asunto principal: los motivos. Cuando un hombre tiene un interés mórbido de conocer el futuro, fenómenos misteriosos, o de tener una revelación que ninguna otra persona haya tenido, atrae a espíritus malos y visitaciones como la de José Smith. Satanás viene a aquellos que tienen deseos egoístas y de vanagloria personal, aquellos que repetidamente se rehusaron a que sus motivos fueran limpiados por Dios. El orgullo es la única razón sobresaliente de la doctrina falsa. El orgullo es el origen de todas las religiones falsas del mundo. El fundador quiso ser único, el único de su tipo. Quiso tener algo, saber algo o crear algo que nadie más en la vida había pensado antes. Es increíble, pero individuos como estos piensan que son profundamente humildes y muy favorecidos por Dios. Tal es el poder del engaño (vea Abd. 1:3). Y ésta era la mentalidad de los judaizantes que creyeron que Dios les estaba sonriendo cuando calumniaron y difamaron a Pablo, deseando su derrota, mientras defendían las obsoletas tradiciones mosaicas. Ellos no eran adoradores de Dios, si no adoradores de la tradición (Mc. 7:7, 13), y adoradores de sí mismos. Su gloria no estaba en la cruz, (la cruz no trae ninguna
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“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” Gálatas 1:8. gloria a la carne sino sólo al Señor Jesucristo). Tampoco estaban preocupados por el bienestar o el estado eterno de las personas que trataban de enseñar e influenciar. 1: 8-9 “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. Los judaizantes eran culpables de predicar otro evangelio. Ellos “afligían” a los gálatas enfatizando el Antiguo Testamento, exigiéndoles que observaran todas las ordenanzas levíticas de Moisés. En su estilo de vida anterior, el propio Pablo había sido el observador más estricto de la Ley de Moisés (Fil. 3:4-6). Después de su conversión, Pablo ocasionalmente asistió a fiestas judías y realizó sus votos y ritos sólo para complacer a los hermanos hebreos que todavía estaban esclavizados a sus tradiciones, pero no con ningún propósito relacionado a la redención. Los judaizantes idearon un caso contra Pablo acusándolo de que se convertía en “todo para todos los hombres” en un esfuerzo para complacer a todos: “para agradar a los judíos observa la ley; para agradar los gálatas proclama la libertad de la ley”. Pablo responde a esta acusación en el versículo 10. “Yo no intento agradar a los hombres como lo hice en el pasado” 1:10 “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. ¿Estoy tratando de impresionar al hombre o a Dios? Si todavía estuviese agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Pablo está admitiendo aquí que en su vida anterior como fariseo devoto, él había buscado agradar a los hombres. Todo lo que era entonces ganancia, ahora era pérdida. Ahora él sólo está intentando ganar la aprobación de Cristo. Mantener la aprobación de Cristo significaba que tenía que ser fiel al llamado que recibió en el camino de Damasco. Esto también es verdad para nosotros. Si queremos mantener el favor de Cristo, debemos continuar caminando en obediencia a Su voluntad; de lo contrario perderemos Su favor. Del capítulo 1:11 al 2:21, Pablo defenderá su llamado apostólico, pero antes de continuar, me gustaría decir algo sobre la estructura de nuestro estudio. Este libro no es una exposición teológica más, versículo por versículo, de la Epístola de Pablo a los Gálatas. No estamos interesados sólo en saber la historia y el trasfondo de esta carta, ni tampoco estamos interesados sólo en tener la interpretación correcta de cada versículo. Es nuestro deseo profundo que cada pasaje tenga una aplicación diaria para hoy en nuestra vida. Pablo dijo que si él todavía estuviera intentando agradar a los hombres, no sería un siervo de Cristo. ¿El Espíritu Santo nos está diciendo algo en este versículo sobre nuestras
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motivaciones? ¿A quién estamos intentando impresionar? ¿Estamos buscando el honor del hombre más que el de Dios? ¡Si este es el caso, entonces no podemos ser Sus verdaderos siervos! (Jn. 12:42-43; Mt. 10:37-38). Que en este estudio escuchemos cuidadosamente lo que el Espíritu divino está diciendo a nuestro propio corazón en cada pasaje. Pablo defiende su llamado apostólico 1:11 - 2:21 1:11-12 “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. Pablo les está recordando a los gálatas algo que ellos ya sabían muy bien. Ahora él tiene que empezar desde el principio, ya que sus mentes habían sido engañadas por los judaizantes. El Evangelio que Pablo les predicó no vino de hombre alguno. Tampoco vino de la tradición ni por la instrucción, sino por revelación divina. Todo el tiempo que Pablo había pasado en Galacia, seguramente debe haber hecho un recuento de su conversión dramática en el camino de Damasco, donde conoció a Cristo. Poco después de su conversión, Pablo fue al desierto de Arabia durante tres años donde el Cristo resucitado se manifestó abiertamente a él y le enseñó el Evangelio. Por lo tanto, su autoridad vino directamente de Cristo. Del capítulo 1:11 al 2:21, Pablo defiende su llamado divino y su ministerio apostólico. Los enemigos de Pablo socavaron su ministerio en cuatro áreas principales, a lo cual Pablo presenta su defensa en los capítulos 1 y 2, y también a lo largo de toda la epístola. Las cuatro acusaciones falsas: 1.
Los judaizantes acusaron a Pablo de estar buscando agradar a los hombres, observando la ley cuando estaba entre los judíos, pero persuadiendo a los gentiles a renunciar a ésta.
2.
Argumentaban que el motivo de Pablo era mantener a sus convertidos en un estado de sumisión, excluyéndolos de los privilegios de un pacto completo con Dios, que era disfrutado sólo por aquellos que habían sido circuncidados.
3.
Declararon que era un adulador, siendo de todo para todos los hombres, a fin de sacar partido para sí mismo.
4.
Sobre todo, insistieron en que no habiendo sido un seguidor de Jesús cuando Él estaba en la tierra, Pablo no había recibido la comisión por parte de Jesús, y que al contrario, era sólo un maestro enviado por la autoridad de los doce apóstoles. Así que propusieron que su enseñanza sólo sería recibida en cuanto estuviese de acuerdo con la enseñanza de los Doce. Sin embargo, su doctrina (alegaban ellos) estaba ahora en contra de la de Pedro y Santiago y de los otros “pilares” de la Iglesia.
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En el versículo 1:10, Pablo acepta que en su vida pasada él buscaba el favor de los hombres, pero ahora, como siervo de Cristo, ya no procura la alabanza de los hombres. En realidad, los judaizantes son los que están buscando la aceptación del hombre por su enfoque en los aspectos externos de su vida. Ellos son los que encuentran la cruz ofensiva, porque la cruz priva a la carne de cualquier gloria. La hipocresía es una cosa interesante. Un hipócrita siempre acusa a otros de aquello de lo que él mismo es el más culpable (ver Ro. 2:1, Mt. 7:1-5). En 1:11-12, Pablo les recuerda a los gálatas la fuente de su autoridad. Él no fue enseñado por el hombre, no, ni siquiera por los doce apóstoles, sino por una revelación divina del mismo Señor Jesucristo. Ahora, él testifica en los versículos subsiguientes que al convertirse, no consultó a ningún hombre, sino que inmediatamente se fue al desierto de Arabia durante tres años dónde el propio Cristo le enseñó el Evangelio. Ciertamente, Pablo nunca fue entrenado por los doce apóstoles, porque ni siquiera los conoció sino hasta diecisiete años después de su conversión. Subsecuentemente, Pablo resume los años anteriores a su conversión, cuando buscaba agradar a los hombres. Los años cuando Pablo buscaba la aprobación de los hombres 1:13-14 “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. “Habéis oído”. Los gálatas conocían el pasado de Pablo. La conversión dramática de Pablo era bien conocida entre las iglesias. ¡Ellos habían oído! Cuán rápido olvidan las personas. Jesús advierte: “Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va” (Jn.12:35). Cuando los creyentes no toman la Palabra en serio en el corazón, no se están preparando y fortaleciendo para las pruebas futuras y entonces terminarán en una confusión terrible cuando dichas pruebas lleguen. Efesios 6:13 exhorta a los creyentes a armarse con toda la armadura de Dios para permanecer en el día malo. ¿Cuál es ese “día malo”? Es el día cuando viene una prueba extraordinaria. Job tuvo un día especial de tentación. Israel en el desierto enfrentó ese día. También Ruth y Orfa. Ruth resistió la prueba y siguió con Dios, pero Orfa no lo hizo. Ella “volvió a sus dioses” y a su estilo de vida pasado (Rut 1:8-15). Los años en que Pablo se glorió en la carne “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.” Pablo había perseguido a la Iglesia de Dios “en sobremanera”.
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Hechos 8:3. . . . Gálatas 1:13. . . 1 Timoteo 1:13. . . . Hechos 22:19. . .
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Hechos 9:13 . . . Hechos 22:4. . .
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Hechos 26:9,10
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Hechos 26:10. . Hechos 26:10. . Hechos 26:11. .
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Hechos 26:11. . .
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“asolaba la iglesia”. “perseguía sobremanera a la iglesia de Dios y la asolaba”. “blasfemo, perseguidor, e injuriador”. “azotaba en todas las sinagogas a los que creían” (480 sinagogas sólo en Jerusalén). Hizo “cuantos males... a tus santos en Jerusalén”. “perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres”. “había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret”. “Yo encerré en cárceles a muchos de los santos”. “y cuando los mataron, yo di mi voto”. “Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar”. “y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.”
Éste es el hombre que dijo que era “libre de culpa” en relación a la ley (Fil. 3:4-6), sin embargo había asesinato en su corazón inconverso. En su propia fuerza, él había observado cada día de reposo y había asistido a todos los días de fiesta. No había ninguna tradición, ninguna “jota o tilde” de la ley que él dejara de observar, excepto la más importante:la ley del amor. Un Fariseo de Fariseos, aunque circunciso en la carne, Saulo era muy incircunciso en su corazón. Absolutamente nadie comprendía mejor la mente de los judaizantes que Pablo. Anteriormente, él había estado más alto en comparación con los demás en cuanto a la religión judía. A la edad de trece, Saúl se mudó de Tarso para residir en Jerusalén y estudiar para ser un rabino. Al pasar de los años, él memorizó el Antiguo Testamento entero y podía citarlo literalmente. De hecho, él podía citar ambas versiones la hebrea y la griega, sin que le faltara una palabra. Pablo era una estrella luminosa y creciente entre sus colegas. Pero cuando el Cristianismo surgió en Jerusalén y empezó a florecer, el inconverso Saulo de Tarso se convirtió en su enemigo más feroz. En cada sinagoga golpeó brutalmente a todos los que creyeron en el nombre de Jesús, y había casi 500 sinagogas sólo en Jerusalén. No importaba si eran hombres o mujeres, Saulo los encarceló sin compasión. Él torturó a algunos, obligándoles a “blasfemar”, y algunos incluso fueron muertos. La historia de la iglesia nos dice que cerca de 10,000 personas fueron perseguidas por Saulo. Él fue visto como el gran campeón de la religión judía. Sus camaradas le animaron y quizás incluso lo incitaron a “mantener el buen rendimiento”. Y mientras creía sinceramente que estaba haciendo un servicio a Dios defendiendo las tradiciones del judaísmo, también estaba buscando la aprobación de los hombres. Por lo tanto, era un hombre que procuraba la alabanza de los hombres. Toda su gloria y “reputación” se acabaron cuando tuvo un encuentro con Jesús a mediodía, afuera de los límites de la ciudad de Damasco (Hechos 9, 22, y 26 registran la conversión de Pablo). Desde ese momento en adelante, todas esas cosas que anteriormente habían sido ganancia
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para él, fueron ahora consideradas como pérdida. No sólo las consideró como pérdida, también las perdió literalmente (Fil. 3:7-9). Él ya no era alabado por sus compañeros, en cambio era despreciado por la mayoría de ellos. Sus días de gloriarse en la carne y tener la confianza en la carne habían terminado. Ahora su única gloria era la cruz del Señor Jesucristo. Los gálatas sabían todo acerca de la conversión de Pablo. “Ellos habían oído hablar” de su estilo de vida pasado en la religión judía, y Pablo está ahora refrescando su memoria e intentando sacarlos del estupor. Pablo llamado por gracia 1:15-16 “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre”. Aquí vemos una de las más grandes demostraciones de la gracia en la historia de la humanidad. Cristo se apareció a Saulo de Tarso, un hombre que estaba devorando Su Iglesia. Pablo estaba aturdido, no sólo por la aparición de Jesús, sino por el imponente entendimiento de que todas sus campañas, energía y celo fueron en defensa de una causa equivocada. Pablo estaba en oposición directa a Dios y a sí mismo. Horrorizado y desconcertado, no comió nada por tres días (Hch. 9:8-9). A pesar de su falta de dirección en la vida, Dios vio algo más profundo en el corazón inconverso de Saulo. Él vio un deseo por la verdad. Dios sabía que cuando Pablo viera la Luz, sería fiel a la verdad y la defendería ardientemente. Por esta razón Dios le mostró misericordia. Su persecución a la Iglesia se debía a la “ignorancia e incredulidad” (1 Ti.1:11-13). Él pensó que estaba haciendo lo correcto. Pablo creyó que estaba defendiendo la fe, según Deuteronomio 13:1-5. Llamado desde el nacimiento Pablo debe haber sentido la mano de Dios en su vida desde el tiempo en que él era un niño. Debió haber tenido un sentido de destino para su vida. Fue Dios quien lo “separó desde el vientre” de su madre, como lo hizo con Jeremías (Jer.1:5). Él fue “separado” por Dios desde el nacimiento y destinado a convertirse en el principal intérprete del Nuevo Pacto (Ro.1:1). Fue ordenado para ser el apóstol principal del mundo gentil. Sin embargo, no tenía conocimiento de este llamado sino hasta el inicio de la década de sus años treinta. Es un consuelo saber que Dios tiene Su mano buena sobre nosotros y está orquestando los eventos en nuestra vida mucho antes de que nosotros lo conozcamos. Nuestro llamado, sin embargo, es mucho antes que esto. Aunque Gálatas 1:15 dice que él fue “separado” para este llamado desde el tiempo de su nacimiento, Efesios 1:4 muestra que nuestro llamado se remonta hasta “antes de la fundación del mundo”. Llamado para revelar a Su Hijo en mí “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles”. El propósito de Dios es reproducir la imagen de Su Hijo en nuestra vida. Nuestra meta más grande como cristianos es ser conformados a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:29). El deseo del Padre es tener muchos que sean la réplica de Su Hijo. No sólo somos llamados a predicar, primero somos llamados a tener el carácter de Cristo desarrollado en nuestra vida. Era la intención del Padre
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primero “revelar a su Hijo en Pablo” y luego usarlo para predicar entre los gentiles. Aunque Pablo fue llamado en Hechos 9, no fue comisionado a predicar a las naciones sino hasta Hechos 13:2, un período de más de catorce años. Antes de que Dios lanzara a Pablo al ministerio de tiempo completo, necesitó mucha preparación en su vida personal. Primero, Pablo tuvo tres años de “Escuela Bíblica” en el desierto de Arabia. Aquí, su rutina judía fue perturbada, ya que no pudo asistir a ninguna de las fiestas. Su registro de “asistencia perfecta” fue arruinado. Es bueno que nuestras rutinas sean interrumpidas. 1:16b “No consulté en seguida con carne y sangre”. Después que Pablo se encontró con Cristo en el camino de Damasco, él no consultó con ningún hombre. Entró en Damasco durante un tiempo breve y fue sanado allí de su ceguera, bautizado en agua y bautizado en el Espíritu Santo. Poco después, Pablo partió de la ciudad y fue a Arabia a recluirse por tres años. Aquí fue enseñado personalmente por el Cristo Resucitado. Aunque Pedro y los Doce fueron entrenados durante tres años por el Jesús de Nazaret terrenal, Pablo fue enseñado por el Cristo glorificado durante tres años. Pablo está dejando muy claro que él no es de ninguna manera inferior a los Doce. Él no fue enseñado ni comisionado por ellos, o bajo su autoridad en absoluto. En cada aspecto, él era igual que ellos. Los tres años de Pablo en Arabia 1:16b-20 “no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento”. La estadía de Pablo en Damasco fue breve. Impulsado por el Espíritu Santo, dejó Damasco para entrar en Arabia, una región al sureste de Palestina. En su viaje desde Damasco, Pablo intencionalmente pasó de largo Jerusalén y continuó al sur hacia Arabia, donde tendría una comunión ininterrumpida de tres años con el Cristo que se le había aparecido en Damasco. Aquí el Señor mismo le enseñaría los misterios del Evangelio que habían estado ocultos por edades y generaciones. El apóstol Pablo estaba haciendo una declaración clara a los gálatas. Él no había pedido instrucción al hombre. No “subió a Jerusalén”. Jerusalén era la base de los doce apóstoles. La propia Jerusalén estaba “arriba”. Su altura era de 2,500 pies sobre el nivel del mar. Estaba a mayor altura que la mayoría de los otros lugares en Palestina. Pablo no subió a Jerusalén a buscar a aquellos que eran apóstoles antes que él. No fue entrenado por Pedro ni por cualquier otro de los apóstoles del Señor. En cambio, se dirigió hacia Arabia. Después de tres años en Arabia, regresó de nuevo a Damasco, pero debido a una conspiración para matarlo, tuvieron que bajarlo por una pared en la noche (2 Co.11:32-33; Hch. 9:25). Habiendo escapado de Damasco, vino por “primera vez” a Jerusalén desde su conversión. Por favor note que entre Hechos 9:22 y 9:23 hay un espacio de tiempo de tres años. La narrativa de Hechos no cubre la ausencia de Pablo de Damasco durante tres años mientras estaba en Arabia.
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Tarso La conversión de Pablo fue en Damasco, Siria. A CI I L De Damasco, él fue a Arabia y estuvo ahí por tres años. Antioquía CI Después, Pablo regresó a Damasco por un breve periodo. SIRIA S Debido a la conspiración de matar a Pablo, él escapó de Damasco y CYPRU Damasco realizó su primera visita a Jerusalén desde su conversión. • Después de haber estado sólo 15 días en Jerusalén, los hermanos enviaron a Pablo a su casa en Tarso (Cilicia) debido a un plan ISRAEL contra su vida. Jerusalén
ARABIA
El propósito de Pablo de venir a Jerusalén no era para recibir instrucción de los doce apóstoles ni buscar su aprobación. Lo más importante que la primera visita de Pablo logró fue quitar el miedo y las sospechas de las mentes de los cristianos en Jerusalén. Al principio, cuando Pablo intentó asociarse allí con los creyentes, ellos tuvieron miedo de él. Entonces Bernabé se puso de pie y presentó a un Pablo “convertido” a la Iglesia (Hch. 9:26-28). Hechos 9:27 dice que Bernabé lo trajo a los apóstoles. Estos “apóstoles” no deben ser confundidos con los Doce apóstoles del Señor. Había muchos apóstoles en Jerusalén. El propio Bernabé era un apóstol, pero no del calibre de los Doce. Mientras estuvo en Jerusalén estos quince días, Pablo fue presentado sólo a Pedro y a Jacobo, el hermano del Señor. Los otros once apóstoles probablemente estaban ausentes de la ciudad en ese momento. Era común para ellos estar fuera de la ciudad evangelizando en otras ciudades. Pablo le pide a Dios que sea su testigo 1:20 “En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento”. Pablo quería que los gálatas supieran que casi no existía contacto con los doce apóstoles y que el tiempo que estuvo con Pedro fue sólo unos días. Todo lo que Pablo está diciendo aquí es un esfuerzo para enfatizar su independencia de la iglesia de Jerusalén. El apóstol pensó que era lo suficientemente serio para hacer un voto solemne “ante Dios” que el Evangelio que él predicó venía de una manera completamente sobrenatural. Él no fue enseñado en absoluto por el hombre. Pablo huye de Jerusalén, se va a su casa en Tarso y sale de escena 1:21 “Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia”. La narrativa de Hechos 9:2931 nos ayudará aquí. Durante esos quince días en Jerusalén, Pablo habló audazmente en el nombre del Señor Jesús, pero al hacer esto, encendió debates acalorados con los judíos contenciosos. Cuando los hermanos cristianos supieron que había una conspiración de asesinato en contra de Pablo, lo enviaron rápidamente a la ciudad portuaria de Cesarea y de allí a su casa en Tarso, Cilicia. “Siria y Cilicia” colindaban y Pablo pudo haber viajado por tierra a través de Siria para llegar a su casa en Tarso, Cilicia. Lo que Pablo hizo durante esos años oscuros en Tarso son sólo conjeturas. Pablo no regresa en la narrativa de Hechos sino hasta el 11:24-26, seis o siete años después, cuando Bernabé lo lleva de Tarso a Antioquia, Siria, para enseñar. (43 ó 44 d.C.)
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La siguiente vez que Pablo entró por las puertas de Jerusalén fue en el 44 d.C. En esa ocasión Pablo y Bernabé llevaron donaciones a los pobres debido a una severa hambruna. Ésta fue la segunda visita de Pablo desde su conversión. (ver Hch. 11:29-30, 12:25). Pablo permanece fuera de contacto con Judea y Jerusalén “No era conocido de vista en las iglesias de Judea” 1:22-24 “y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí”. Con la excepción de esos “quince días” en Jerusalén, es bastante claro que Pablo no tuvo ningún contacto directo ni relaciones personales con Jerusalén o Judea durante, por lo menos, diez años después de su conversión. Una gran distancia separaba a Pablo de Judea. Obviamente, él era independiente de la iglesia madre. Él “no era conocido de vista en las iglesias de Judea.” De esta forma, Pablo continúa presentando su defensa a los gálatas. No les debía a las iglesias ni a los hermanos de Judea (a los Doce) el Evangelio que predicaba. Éstaba totalmente fuera de contacto con ellos. En Gálatas 2:1, Pablo hace referencia al Concilio de Jerusalén, una asamblea durante la que fueron oficialmente presentados él y los doce apóstoles. Aquí ellos le extendieron “la mano derecha de compañerismo” (ref. Gá. 2:9). Este evento sucedió catorce años después de su primer encuentro con Pedro, o sea, a los diecisiete años de su conversión. Aclararemos esto con el siguiente cuadro: La cronología para Gálatas 1-2 Día de Pentecostés
La Conversión de Pablo en Damasco
Regreso a Damasco 1era visita a Jerusalén Vuelve a casa en Tarso
Pedro abre la Pablo empieza puerta de Fe a enseñar en a los Gentiles Antioquía
Empieza su ministerio apostólico
El Concilio de Jerusalén
Va a Arabia
Saulo persigue
En Arabia tres años
a la Iglesia 30 d.C. Hch. 2
34 d.C.
37 d.C.
Hch. 9:1-22
Hch. 9:23-31
40 d.C. Hch.10:1-11:18
3 años
Pablo conoce a Pedro por primera vez. (a ninguno de los otros 11 apóstoles)
44 d.C. Hch.11:25,26
48 d.C. Hch.13:2
51 d.C.
Hch.15:1-35
14 años
Pablo conoce a los 11 apóstoles por primera vez
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De Jerusalén, Pablo se dirigió a Damasco. En Damasco, Pablo conoció a Cristo. Su estancia fue breve. De Damasco, Pablo fue al sur, a Arabia y se quedó tres años. De Arabia, Pablo volvió a Damasco, pero tuvo que escapar de noche bajando por una pared. De Damasco, Pablo vino a Jerusalén, su primera visita desde su conversión, quedándose 15 días. De Jerusalén, Pablo fue a Cesarea, a través de Siria, y regresó a su casa en Tarso, Cilicia. Después de siete años más de oscuridad, Bernabé llevó a Pablo de Tarso a Antioquia, Siria para enseñar. Diecisiete años después de su conversión, Pablo conoció a los Doce, en el Concilio de Jerusalén.
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Resumen del capítulo uno Pablo defendió su ministerio apostólico y su mensaje. No fue un estudiante que aprendió a los pies de los doce apóstoles ni fue enviado por ellos ni tampoco bajo su cobertura. Él era un apóstol independiente de los Doce y fue enseñado y comisionado personalmente por Cristo mismo. Pablo estaba a la misma altura que los Doce. 1:1
Pablo era “un apóstol, ordenado no de hombre, ni por el hombre, pero sí por el Señor Jesucristo” (no por los doce apóstoles).
1:2
“y todos los hermanos que están conmigo” estaban de acuerdo con Pablo y el mensaje que estaba dando.
1:3
“Gracia y paz” era lo que los gálatas necesitaban. Estos dones no podían obtenerse por las obras.
1:4-5 Cristo se “dio por nosotros”, un énfasis en el sacrificio sustitutivo de Cristo, no por obras. 1:6
Los gálatas fueron reprendidos por alejarse rápidamente del “evangelio de gracia hacia otro evangelio.”
1:7
Estaban siendo influenciados y “perturbados” por algunos que estaban pervirtiendo el Evangelio.
1:8,9 Pablo advierte que cualquier hombre o ángel que añada o quite al Evangelio será “maldito”. 1:10
Pablo en otro tiempo “agradaba a los hombres” como fariseo, pero ahora como siervo de Cristo ya no busca agradar a los hombres.
1:11
El Evangelio que yo predico “no es de hombre”. No hay elemento humano ni las ideas de hombres en el mensaje que predicaba.
1:12
Pablo no fue “enseñado” por hombre. Su enseñanza vino sólo por “la revelación de Jesucristo”.
1:13
Los gálatas “oyeron” como antes había perseguido a la Iglesia. ¡Ellos lo sabían!
1:14
Ellos sabían que él había sido mayor que sus compañeros en el judaísmo y por esto había sido honrado.
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1:15
Pero entonces Pablo (quien fue llamado desde el vientre) fue llamado visiblemente por la “gracia” en el camino a Damasco.
1:16
Primero fue llamado para tener “al Hijo revelado en él”, luego para predicarlo entre los gentiles.
1:16b Tan pronto Pablo conoció el llamado de Dios, no consultó a hombres ni se apoyó en otros. 1:17
No fue a Jerusalén a los doce apóstoles, sino a Arabia para estar con Cristo por tres años.
1:18
Después de tres años, fue a ver a Pedro durante sólo 15 días, tiempo insuficiente para ser enseñado por él.
1:19
Pablo no conoció a los otros 11 apóstoles, solamente a Jacobo, el hermano del Señor.
1:20
Él invoca a Dios para que sea su testigo con respecto a las cosas que acababa de decir a los gálatas.
1:21
Después de estar con Pedro 15 días, se retiró a su casa en Tarso, pasando por Siria y Cilicia.
1:22
Pablo seguía siendo “desconocido de vista a las iglesias en Judea”, no teniendo ningún contacto con los Doce.
1:23
Los judíos (incluso de Jerusalén) no veían a Pablo. Ellos sólo “oyeron hablar de su conversión”.
1:24
Los santos “glorificaron a Dios” por la obra maravillosa que Él había realizado en la vida de Pablo.
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Capítulo Dos Pablo Continúa la Defensa de su Autoridad Apostólica En 2:1-10 Pablo hace referencia al Concilio de Jerusalén, una conferencia de líderes donde por primera vez entró en contacto con los doce apóstoles. El año del Concilio de Jerusalén fue el 51 d.C., seis años antes del problema de Galacia. Es obvio que los Doce no pudieron haber conocido a Pablo antes de esta reunión por varias razones importantes. Al presentarse Pablo, ellos oficialmente le “extendieron la mano derecha de compañerismo”. Ciertamente entonces, Pablo no fue rechazado por los Doce (como los judaizantes estaban diciendo) sino recibió el apoyo de ellos. También, habiendo visto a Pablo por primera vez, ellos “percibieron la gracia que le fue dada”. El Espíritu que trabajó eficazmente en Pedro para predicar al mundo judío también estaba obrando poderosamente a través de Pablo para ministrar al mundo Gentil. En la reunión del Concilio, los doce apóstoles por primera vez conocieron físicamente a Pablo. Antes de esto, todo lo que ellos sabían de él era de oídas. En su presencia, ellos reconocieron rápidamente su ministerio apostólico: un ministerio que hacía a Pablo igual a Pedro, el líder de los Doce. Al concluir el Concilio, Pablo y los Doce estaban en perfecta armonía. Todos estaban de acuerdo que los gentiles no fueran obligados a guardar la ley ceremonial de Moisés ni a circuncidarse. Por consiguiente, la realidad era que los judaizantes eran quienes estaban en conflicto con los Doce, no Pablo. Pablo vuelve a contar el Concilio de Jerusalén 2:1-5 “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”. Han pasado “catorce años” desde que Pablo vio a Pedro por última vez, en Jerusalén (Ga.1:18, Hch. 9:26-31). En total, diecisiete años han transcurrido desde la conversión de Pablo.
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Ahora, por primera vez, viene cara a cara con los doce apóstoles del Señor. El motivo de la reunión era discutir una diferencia doctrinal. El Concilio de Jerusalén está registrado en Hechos 15:1-29. Los versículos 1-6 resumen el propósito de esta reunión del concilio de todos los líderes de la Iglesia, y describe claramente las características de los judaizantes, aquellos que estaban molestando a todas las iglesias gentiles. “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la Ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto” (Hch. 15:1-6). Sería bueno meditar la posición de Hechos 15:1-6 por un momento, ya que estos versículos encapsulan perfectamente los planes de los judaizantes que estaban infiltrándose en las iglesias Gentiles, y después en Galacia. Estos autodenominados evangelistas de Jerusalén querían imponer a los gentiles las tradiciones judías. Ellos insistían que los gentiles no podían ser salvos a menos que fueran circuncidados y guardaran la Ley de Moisés. Cuando los judaizantes visitaron Antioquía (la iglesia base de Pablo) y “enseñaron a los hermanos”, Pablo y Bernabé tuvieron una “discusión y contienda no pequeña con ellos”. Finalmente fue determinado por los líderes de Antioquía que Pablo, Bernabé y algunos otros subiesen a Jerusalén, a los apóstoles y los ancianos para resolver esta cuestión (Hch.15:1-2). Después de que el Concilio de Jerusalén terminó, los doce apóstoles, los ancianos y Jacobo pudieron hacer una declaración pública. Ellos decretaron que los gentiles no estaban obligados a guardar la ley ceremonial de Moisés ni a ser circuncidados. También escribieron una carta que declaraba que los hombres que estaban propagando estos mandamientos innecesarios no habían sido enviados ni eran respaldados por ellos. De hecho, el Concilio denunció sus acciones (ref. Hch.15:24). Sin embargo, los judaizantes continuaron plagando las iglesias de Pablo por muchos años más. Volvamos a la narrativa, cuando Pablo continúa con la historia de su vida. Cada detalle de su historia personal intenta establecer sus demandas como un apóstol de Cristo. 2:1 “Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito”. Así, Pablo había venido ahora a Jerusalén, acompañado por Bernabé, Tito y otros delegados de Antioquía. Ellos representaban a la Iglesia gentil y su posición de libertad de los mandamientos Levíticos de Moisés.
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Por revelación, Pablo viene a Jerusalén 2:2 “Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles”. “Subí según una revelación”. En otras palabras, Pablo fue a Jerusalén por dirección del Señor. Dios quería que Pablo fuera a este concilio y todos los hermanos en Antioquía tenían el mismo testimonio del Espíritu (Hch.15:2). Con una revelación, Pablo entendió la importancia de asistir a esta reunión y tuvo la seguridad que Dios estaba con él. Pablo habla con los líderes en privado Al llegar a Jerusalén, Pablo compartió en la iglesia “todas las cosas que Dios había hecho con ellos” (Hch.15:4). Probablemente, él y Bernabé se dirigieron a la iglesia madre de una manera general. Pero antes de que las discusiones públicas empezaran en el Concilio, él se encontró “en privado” con los líderes y apóstoles prominentes. Aquí, habló detalladamente del Evangelio que había estado predicando entre los gentiles. Pablo tenía que convencer a los principales líderes de la Iglesia de Jerusalén, de la validez de su posición: que los gentiles no estaban bajo la Ley de Moisés. Si él podía persuadir a los líderes principales, el resultado del Concilio estaría a su favor. Si fracasaba, “él correría en vano”. Sus labores pasadas, así como su obra presente y futura, se verían en peligro. Pablo necesitaba un acuerdo general entre los ancianos, los líderes y los doce apóstoles. Ganando un frente unido en la iglesia madre en Jerusalén, los líderes podrían aclarar las controversias sobre si los gentiles debían guardar o no la Ley de Moisés. Lo que sucedió fue que el Concilio logró un acuerdo en este asunto, aunque, como se esperaba, había “hermanos falsos” en esa conferencia, que intentaron traer división. Se mandó una carta conciliatoria a todas las iglesias de los gentiles librándolas de la esclavitud de todas las ordenanzas levíticas (Hch.15:19-31). La proclamación de libertad trajo gran gozo y ánimo (v.30-31). Los hermanos falsos se inflitraron al concilio 2:3-5 “Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”. Pablo fue muy sabio al tener primero las conferencias privadas con los líderes principales en Jerusalén. Cuando el Concilio público inició, los “hermanos falsos” que astutamente habían entrado a la reunión, empezaron a incitar problemas. Hechos 15:7 dice que había “mucha discusión”. Los hermanos falsos insistieron que Tito, un gentil que había venido con Pablo, tenía que ser circuncidado. Sin embargo, el Concilio no respaldó las demandas de los disidentes y
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Tito no fue circuncido. Pablo quería que los gálatas conocieran la posición del Concilio de Jerusalén y de los doce apóstoles. Pablo y Bernabé no permitirían que Tito y los otros gentiles fueran traídos “a esclavitud”. El propio Pedro apoyó a Pablo, diciendo que todas las ordenanzas mosaicas eran “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar” (ref. Hch.15:10). A estos enemigos del Evangelio y de la libertad cristiana, Pablo se negó rotundamente a rendirse, “para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”. No era sólo por Tito que él no se rendiría, sino también por todos los cristianos, sobre todo los gálatas, a quienes ahora estaba escribiendo. Los Doce no corrigieron ni agregaron al evangelio de Pablo 2:6 “Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron”. De ninguna manera Pablo se sintió inferior ni subordinado a los doce apóstoles. Incluso los líderes con mejor reputación en el Concilio, particularmente los doce apóstoles, no agregaron nada al mensaje de Pablo ni encontraron falta alguna en él. Los maestros falsos, que habían infectado Galacia recientemente no tenían base alguna para cuestionar las enseñanzas de Pablo, ni para sugerir que había una diferencia entre Pablo y los Doce. Al contrario, los Doce habían puesto su sello de aprobación en Pablo (v7-9). Los Doce reconocen a Pablo como un igual y están unidos 2:7-9 “Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión”. Contrario a las demandas de los adversarios de Pablo, los Doce reconocieron y avalaron totalmente el ministerio apostólico y la autoridad de Pablo. El mismo Espíritu que obró poderosamente en el ministerio apostólico de Pedro al mundo judío, trabajó de igual medida en el ministerio apostólico de Pablo al mundo gentil. Por eso, ellos extendieron la mano derecha del compañerismo a Pablo. 2:10 “Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer”. Aunque el ministerio de Pablo era principalmente al mundo gentil, los Doce le pidieron a Pablo que ayudara a los santos pobres en la tierra madre de Israel, que por su fe en Cristo, habían sido condenados por los no creyentes judíos al ostracismo social y económico. Pablo estaba muy ávido de cumplir esta petición (1 Co.16:1-3, 2 Co. 9:1; Ro.15:26,27, Hch. 24:17). Pablo fue celoso en recolectar ayuda de las iglesias gentiles más
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adineradas. Estas ofrendas de las iglesias gentiles ayudarían a mostrar a los cristianos judíos en Palestina la sinceridad de la conversión de los gentiles y, aún más, a establecer un lazo de unidad entre ambos. Resumen del Concilio de Jerusalén (Gálatas 2:1-10, Hechos 15:1-29) Repasemos los puntos importantes del Concilio de Jerusalén en el 51 d. C. • Primer encuentro cara a cara de Pablo y los doce apóstoles. • Diecisiete años habían transcurrido desde la conversión de Pablo antes de que fuese presentado a los Doce. • Pablo no había sido enseñado ni influenciado en absoluto por ellos. • Su único contacto fue con Pedro, y había sido catorce años antes. Fue sólo por quince días, un tiempo insuficiente para ser enseñado por él. Su cara era desconocida en Judea y no tenía contacto con la Iglesia madre de Jerusalén. • Las diferencias doctrinales introducidas por los judaizantes ocasionaron el Concilio de Jerusalén (Hch.15:1,2). • Pablo fue guiado por el Espíritu, “por revelación” para ir a la reunión del Concilio. • Pablo primero sostuvo reuniones privadas con los líderes principales de la Iglesia de Jerusalén. Puso ante ellos el Evangelio que predicaba y los convenció de sus enseñanzas divinas. • Cuando el Concilio empezó, los falsos hermanos que se habían infiltrado en la reunión, causaron mucha disputa. • Los falsos hermanos insistieron que Tito y los otros gentiles debían ser circuncidados y guardar la ley. • El Concilio (que incluía a los doce apóstoles) decidió que Tito no necesitaba ser circuncidado. • Pablo no se rendiría ni un momento a la esclavitud que los falsos hermanos estaban imponiendo a los gentiles. • Él quería que la verdad del evangelio (la justificación, perfección por una caminata de fe) continuara con ellos. • El veredicto del Concilio fue que las leyes mosaicas y la circuncisión no eran necesarias para los gentiles. • El Concilio declaró que los judaizantes no eran enviados por ellos y fueron reprendidos (Hch.15:24). • Los doce apóstoles apoyaron totalmente a Pablo y le extendieron la mano derecha del compañerismo. • Los doce consideraron el ministerio apostólico de Pablo igual al de Pedro, quien era el líder de los Doce. • Los Doce no corrigieron ni agregaron a las enseñanzas de Pablo. Ellos no “agregaron nada a él”. • Por esto, Pablo no estaba en conflicto con los Doce, los judaizantes sí. Éstos fueron los razonamientos de Pablo con los gálatas.
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Pedro vacila poco después del Concilio de Jerusalén 2:11-14 “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”. Cuando el Concilio de Jerusalén hubo concluido con su veredicto establecido, Pablo, Bernabé y sus compañeros volvieron a Antioquía (Hch.15:30-35). Poco después, Pedro bajó de Jerusalén e hizo una visita a Antioquía (Gá. 2:11-14). Mientras estuvo en Antioquía, Pedro disfrutó del compañerismo con los hermanos gentiles, y estaba comiendo con ellos. De repente supo que otros hermanos judíos de Jerusalén estaban acercándose y se apartó de los gentiles, porque “tenía miedo de los de la circuncisión (o judíos)”. El problema de Pedro era el miedo. Él tuvo miedo que algunos de la iglesia de Jerusalén lo enfrentaran por comer con los gentiles. Su conducta afectó adversamente a los hermanos que estaban con él. Bernabé, también, “fue arrastrado por la hipocresía de ellos”. Pablo reprendió a Pedro delante de todos por vivir dos vidas. Las acciones de Pedro, estaban negando todo lo que él había dicho en el Concilio de Jerusalén cuando dijo: “Dios no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (ref. Hch.15:9-11). Una mancha en Pedro Esto fue una mancha en el carácter de Pedro. Su acción de retirarse de los gentiles por miedo de lo que pensaran otros hermanos judíos era inexcusable. Pedro sabía que no debía comportarse así. Él era el que Dios había escogido para abrir inicialmente la puerta de la fe a los gentiles, cuando testificó en Hechos 15:7-11. Pedro predicó a la casa de Cornelio (Hch.10:2548) y vio a esos gentiles ser bautizados en el Espíritu Santo, aunque no estaban circuncidados ni observaran la Ley de Moisés. Dios los había aceptado tal como eran, sin necesidad de practicar ninguna de las costumbres judías. Pedro todavía estaba gobernado por el temor, aun 21 años después de haber negado a Cristo. El temor al hombre hace que muchas personas pequen y hagan concesiones. (Pr. 29:25). La influencia de Pedro sobre sus semejantes (los judíos) era formidable, como es la de cualquier líder prominente. Cuando los hermanos judíos vieron a Pedro retirarse de la mesa de la cena, ellos también lo hicieron. Bernabé también fue “acarreado por la hipocresía...”. Bernabé también era inestable. Poco después, Bernabé dejó a Pablo (Hch.15:36-41). Cuando sucedieron estos eventos, Bernabé estaba todavía con Pablo, mostrando que la visita de Pedro a Antioquía, fue poco después del Concilio de Jerusalén. Pablo reprende a Pedro En 2:11-21, Pablo tomó otro paso en su argumento para demostrar su apostolado. En 1:1124, él repasó su conversión y el principio de su ministerio y mostró que éstos eran completamente
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independientes de la influencia de los otros apóstoles. Después, él mostró que en el Concilio en Jerusalén, él fue reconocido como un igual por los apóstoles y que le dieron la mano derecha de compañerismo. Ahora él recuerda la ocasión en que encontró necesario reprender a Pedro, el líder reconocido de los Doce. Ciertamente, entonces, su autoridad debió al menos ser como la de Pedro. Pablo se sentó a la mesa de la cena con Pedro y vio el episodio entero de primera mano. Inmediatamente Pablo estaba alarmado, comprendiendo las implicaciones del retiro de Pedro de la mesa. Un estigma de suciedad estaba siendo puesto sobre los gentiles convertidos. La acción de Pedro reforzó la mentalidad que los creyentes judíos eran más espirituales que los creyentes gentiles, que el observar las leyes mosaicas promovía una santidad mayor de lo que la fe en Cristo podía. En defensa de la libertad cristiana, Pablo amonestó a Pedro delante de todos ellos porque él no “caminó rectamente conforme a la verdad del evangelio”. 2:14b “dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” Pablo acusa a Pedro por su inconsistencia. Pedro está condenado y lo sabe. Años antes en Jope, Dios dijo a Pedro en la azotea que él no debía considerar “inmundo” lo que Dios había limpiado (Hch. 10:15, 28). Reconociendo, entonces, que Dios había aceptado a los gentiles incircuncisos totalmente, Pedro puso a un lado su educación y prejuicio judío y vivió libremente como un gentil. Pero ahora, había traicionado esas convicciones para acomodarse a los judíos legalistas de Jerusalén, que todavía consideraban a los gentiles no aptos de comer con ellos (Hch. 11:2,3, 10:28). Así que, disociándose de sus amigos gentiles, estaba infiriendo que ellos eran inmundos y menos espirituales. Sus acciones sugirieron que las observancias judías conferían una santidad y posición espiritual superior, por eso “obligaba a los gentiles a vivir como los judíos”. Judíos y gentiles: todos justificados por la fe sin las obras de la ley En los versículos 15-21, Pablo enfatiza que tanto los judíos como los gentiles son ambos justificados por la fe sin las obras de la ley. Cristo había “derribado la pared intermedia” que separaba a judíos y gentiles. Él hizo “un nuevo hombre” de los dos. A través de Cristo judíos y gentiles tienen acceso al Padre por el mismo Espíritu (Ef. 2:1418). No hay una Iglesia judía y una Iglesia gentil. Los judíos no tienen ventaja sobre los gentiles: todos necesitan el perdón 2:15-17 “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Y si buscando ser
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justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera”. Ahora, Pablo compara a los judíos con los gentiles. Los judíos tenían la Ley de Moisés y supuestamente se refrenaron de los vicios más repugnantes del mundo. Ellos no eran “pecadores de entre los gentiles”. Los judíos tenían la ley y otros privilegios y logros, y despreciaban a otros. ¡Sin embargo, ellos también eran pecadores! Ellos también habían quebrantado la ley y necesitaban el perdón tanto como los gentiles. El pecado de los judíos era igual de repugnante a Dios como el pecado de los gentiles. Los judíos tenían una naturaleza pecadora, tal como todos los demás, y procurar guardar la ley no cambió su corazón. Por consiguiente, “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él” (ref. Sal.143:2, Ro. 3:20). Todos necesitamos un Redentor. Pablo está poniendo a judíos y gentiles en la misma categoría, como también lo hace en Romanos. “Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera”. El Evangelio de Cristo considera a un judío tan pecador como a un gentil. ¿Esto hace a Cristo un ministro de pecado? ¿Está Él empeorando el problema del pecado? Si en el Evangelio no hay ninguna distinción entre los pecadores gentiles y los judíos que observan la ley, ¿está Cristo promoviendo el pecado o haciéndolo peor? ¡Absolutamente no! Los judíos que conocen la ley y los gentiles que son ignorantes de la ley tienen una cosa en común: todos son transgresores que necesitan el perdón, y esto sólo se alcanza teniendo fe en Aquel que murió por todos, el Señor Jesucristo. Reavivar aquello a lo que ya renuncié es pecado 2:18-21 “Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, trasgresor me hago. Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. Aquí, Pablo está haciendo referencia a la conducta de Pedro. “Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago” (2:18). Pedro había renunciado a la ley como un medio de justificación, pero en Antioquía él estaba reconstruyendo lo que había destruido. Él proclamó al Concilio de Jerusalén: “Dios no ha puesto ninguna diferencia entre el judío y el gentil, purificando todos nuestros corazones por la fe…Creemos que a través de la gracia del Señor Jesucristo nos salvaremos, así como ellos” (Hch.15:9,11). Pero ahora, por las recientes acciones de Pedro, él estaba diciendo y viviendo lo contrario. Pablo también había renunciado a la ley como un medio de justificación y no iba a regresar a ella.
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Pablo muere a la ley como el fundamento para ser aceptado 2:19 “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.” Todo lo que la ley hizo por Pablo fue mostrarle su propia impotencia. Por esto, murió a la ley. Pablo se apartó de la ley como un medio de salvación, aceptación o perfección. Nunca pudo volver a verla como los gálatas lo estaban haciendo, como fundamento para ser aceptado por Dios. Ahora su vida era completamente una vida de fe. Muerto al viejo pacto: vivo para Cristo y el nuevo pacto 2:20-21 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. Cuando Pablo se encontró con Cristo, murió a la ley como un medio para ser aceptado por Dios. La justicia de Pablo vino sólo de Cristo (Fil. 3:9). Pablo estaba muerto a la ley y muerto a su vieja vida. Éstaba “crucificado con Cristo” pero resucitado con Él para vivir una nueva vida. Pablo permitió a Cristo vivir Su vida en él, y fluir a través de él. Todo esto fue posible solamente a través de una vida de fe, una relación. Pablo estaba unido como una rama a la Vid y extraía su vida de Él. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (2:21). Si Pablo todavía hubiera estado intentando asegurar la aceptación de Dios por las obras de la ley, hubiera anulado la gracia de Dios. Esto es precisamente lo que los gálatas estaban haciendo. Ellos se habían “apartado de la gracia” buscando ser justificados por la ley. Atribuir el poder salvador a la ley realmente era anular la muerte de Cristo y negar Su gracia redentora. Si los hombres pudieran ser justificados haciendo buenas obras, no habría habido necesidad de que Cristo viniera a la tierra a morir. “Si la justicia viene por la ley, entonces Cristo murió por nada”. Resumen del capítulo dos 2:1-10 - El Concilio de Jerusalén: 2:1 Pablo subió al famoso Concilio de Jerusalén y conoció a los doce apóstoles, por primera vez. 2:2 Antes que el Concilio empezara, él se reunió en privado con los líderes principales para llegar a un acuerdo. 2:3-4 Los hermanos falsos que se infiltraron al Concilio intentaron avanzar en sus planes legalistas. Intentaron forzar la circuncisión de Tito, pero el Concilio (incluidos los Doce y otros líderes) no aceptaron sus demandas. Tito no fue circuncidado.
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2:5
Pablo no comprometería la verdad para que todos los gentiles (incluso los gálatas) pudieran permanecer libres. 2:6 Los líderes principales, incluyendo a los Doce, no añadieron ni quitaron nada del mensaje de Pablo. 2:7-9 En lugar de estar en conflicto con Pablo, como sus enemigos estaban diciendo, los doce apóstoles y los líderes principales reconocieron el ministerio apostólico de Pablo como igual al de Pedro. Así, ellos le extendieron la mano derecha de compañerismo. 2:10 Los líderes judíos prominentes de la Iglesia le pidieron a Pablo, el líder de las iglesias gentiles, que por favor recordara a los pobres de la tierra madre de Israel. Pablo estaba ávido por ayudarlos. 2:11-14 - Pedro vacila poco después del Concilio de Jerusalén 2:11 Pedro visitó Antioquía después del Concilio, pero Pablo tuvo que reprenderlo por actuar de manera desordenada. (Pedro sabe que está equivocado y no refuta. Que Pablo pudiera reprender a Pedro muestra que ciertamente su autoridad no es menor que la de Pedro… otro punto para que los gálatas consideraran). 2:12 Pedro comió con los gentiles, pero cuando los judíos que guardaban los rituales vinieron de Jerusalén, él dejó la mesa. 2:13 El ejemplo de Pedro causó que otros judíos (incluso Bernabé) actuaran de la misma manera. Un estigma de impureza estaba siendo puesto sobre los convertidos gentiles. 2:14 Pedro vivió como gentil, pero en este caso actuó como si los gentiles debieran vivir como los judíos. Sus acciones sugirieron que vivir como judíos confería una santidad mayor que lo que la fe en Cristo podía hacer. Así, Pedro estaba “obligando a los gentiles a vivir como los judíos”. 2:15-17 - Judíos y gentiles igualmente justificados por la fe sin las obras de la ley En 2:15-17, Pablo razona que si los judíos buscan ser justificados por Cristo, entonces son pecadores tanto como los gentiles. Él pone a judíos y a gentiles en la misma categoría. Todos han pecado y todos necesitan un Salvador. Si el Evangelio de Cristo hace a un judío tan pecador como a un gentil, ¿hace esto a Cristo un ministro del pecado? ¿Está agravando el pecado? Absolutamente no, ya que los judíos que conocen la ley y la violan y los gentiles que no conocen la ley y la violan, todos igualmente, necesitan perdón. ¡Todos han pecado! 2:18-21 - Pablo murió a la ley (el viejo pacto) y está vivo para Cristo (el nuevo pacto) En 2:18, Pablo dijo que él no reedificaría lo que destruyó anteriormente (una referencia para reavivar las observancias judías a las que había renunciado en el pasado). La implicación se dirige contra Pedro que estaba haciendo esto mismo. En 2:19, Pablo dice que nunca más mirará de nuevo a la ley como un fundamento para la aceptación de Dios. Todo lo que hizo la ley por Pablo fue mostrarle su propia impotencia. Él murió a la ley y a su vida pasada. 2:20-21, Él viviría completamente por la vida de fe: la fe del Hijo de Dios. Confiar en las obras de la ley es anular la gracia de Dios. Si un hombre pudiera justificarse por las obras de la ley, ¿por qué fue necesario que Cristo viniera a la tierra y muriera?
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Capítulo Tres Un hechizo puesto sobre los gálatas 3:1 “¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente?” (NVI). Alguien había “puesto un hechizo” sobre los gálatas. Hubo tal cambio de personalidad en ellos que Pablo casi no los reconoció. Un espíritu malo los había abrumado, el mismo espíritu inmundo que estaba dando energía a los judaizantes. Es muy importante a quién abrimos nuestro corazón porque nos volvemos como aquellos a quienes escuchamos. ¡Tendremos el mismo espíritu que ellos tienen! Eva escuchó a la serpiente y entre más escuchó, más se volvió como ella y más recibió su naturaleza. Entonces actuó como la serpiente. Una de las maneras más efectivas de determinar si una persona tiene sabiduría es observando a quienes busca para recibir consejo. Los gálatas fueron engañados por la serpiente que estaba operando a través de los judaizantes (2 Co.11:3-4) y ahora no estaban obedeciendo la verdad. Sus ojos se desviaron del “Cristo crucificado” “Ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” Pablo había presentado a Cristo claramente como Aquel que fue crucificado por ellos. “Cristo crucificado” era todo lo que necesitaban para la salvación y perfección. Ésta fue una enseñanza fundamental de Pablo (1 Co. 2:2). Pero ahora sus ojos se apartaron de Cristo hacia los suplementos. Recuerde, los falsos maestros no habían negado realmente la obra de Cristo. Ellos enseñaron que los cristianos lograrían una salvación y santidad mayores y un lugar superior en la Iglesia, si obedecían los requisitos de la ley judía. En otras palabras, estaban diciendo que observando los rituales judíos podían agregar algo que el sacrificio de Cristo no pudo. Esta enseñanza realmente es un insulto a la sangre de Cristo. Cualquier cosa que el hombre agrega al Evangelio trae esclavitud. ¿Cómo recibió usted el Espíritu? ¿Por la fe o por abstenerse de comer carne de cerdo? 3:2-5 “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a
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acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” Pablo razona, “¿Cómo recibieron el bautismo en el Espíritu Santo? ¿Lo recibieron en el Espíritu por la fe, u observando algún ritual judío? ¿Qué sobre los milagros poderosos que se realizaron entre ustedes? ¿Se hicieron por fe o porque se abstuvieron de la carne de cerdo? Los gálatas habían empezado tan bien. Toda bendición espiritual que recibieron fue por la gracia a través de la fe. Las ciudades de los gálatas habían sido visitadas por el poder del avivamiento. Las personas nacieron de nuevo por la fe y fueron sanados por la fe. Ellos recibieron el Espíritu por la fe. Los milagros y dones espirituales fueron demostrados por fe, y ellos estaban floreciendo en todas las bendiciones del Señor. Y ahora, estaban tratando de “perfeccionarse por la carne”. Por segunda vez, Pablo los llama “necios”, necios por dejarse engañar por los falsos maestros, y necios por escoger “la carne” por sobre la fe sobrenatural como medio para encontrar la perfección. ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. El sufrimiento y las penalidades son el costo de ser un cristiano real, pero están seguidos de ricas y eternas recompensas. Pablo pregunta “¿Todas sus persecuciones y oprobios no sirvieron de nada? ¿Van a dejar su corona eterna?”. Los gálatas estaban siendo seducidos para apartarse del camino. Estaban quedándose cortos de la gloria de Dios; ellos perderían la meta. Apartándose del énfasis en la fe, algunos incluso volverían a sus viejos estilos de vida y se perderían. La meta de la predicación de Pablo: la perfección Toda la predicación, enseñanza y esfuerzo de Pablo tenía un solo objetivo: el presentar a cada hombre perfecto en Cristo. (Col.1:28-29, 1 Ts. 3:10, He. 2:10). Su meta no sólo era llevar a los hombres al cielo, sino verlos alcanzar la meta en su vida. Cualquier cosa menos que esto es pecado (Ro. 3:23). Pablo quería presentar a una Novia madura, sin mancha al Señor, así como un padre prepararía a su hija para el matrimonio (2 Co. 11:2-4). Pablo sabía que los conceptos falsos producirían un fruto malo y esclavitud en sus convertidos, por esto protestó vehementemente a los jóvenes creyentes de Galacia. Abraham y todos sus verdaderos hijos son justificados por la fe 3:6-9 “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”. Abraham, el padre de la nación israelita, (aquel a quien todos los judíos miraban) fue justificado por la fe, no por las obras (Ro. 4:1-8), y fue justificado por la fe mucho antes que la
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ley fuera dada. Abraham fue justificado por la fe, aun siendo incircunciso (Ro. 4:9-12). La Escritura dice, “creyó a Dios y le fue contado por justicia” (Ge.15:6). Un corazón creyente agrada a Dios. Un corazón que cree es un corazón abierto, suave, que escucha y acepta. Es un corazón que Dios puede cambiar. Cuando Dios le habló a Abraham y él creyó, Dios le atribuyó justicia. Abraham es un modelo para todos los redimidos que vendrán. Nosotros somos justificados creyendo el mensaje de Dios acerca de Su Hijo. Incluso Nínive, una ciudad gentil, fue perdonada del juicio porque ellos “creyeron a Dios” (Jon. 3:4-10). La ley no puede bendecir, sólo puede maldecir 3:10-12 “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Dt. 27:26; Hab. 2:4; Lv.18:5). La necedad de buscar una santidad superior observando la ley se hace más evidente cuando Pablo pasa a otra fase de su argumento. Cada bendición que sus lectores disfrutan se ha recibido por fe, no por la Ley de Moisés. Pablo argumenta ahora: “la ley no sólo es incapaz de bendecir, pero sólo puede maldecir”. Todos los que no guardan los requisitos de la ley constantemente se condenan y están bajo la maldición de Deuteronomio 27:15-26. “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Dt. 27:26). Juzgado bajo tal estándard, ningún hombre puede estar justificado a los ojos de Dios. Incluso las Escrituras del Antiguo Testamento no hacen promesa de justificación a aquellos que guardan la ley, en cambio, apuntan a la justificación por la fe: “Pero ningún hombre está justificado por la ley a la vista de Dios, es evidente: porque, El justo vivirá por la fe” (Hab 2:4, ref. Sal.143:2). Incluso la ley apunta a la justificación por el perdón soberano, no por las obras (Sal. 32:1-2; Ro. 4:6-8). “Y la ley no reposa en la fe: pero [declara], ‘los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos’”. El hombre que guarda la ley la debe guardar perpetuamente. Levítico 18:5 ordena la vida perfecta bajo la ley para ganar la aprobación divina. Claro, esta vida perfecta está más allá de lo que nosotros podemos lograr. Por consiguiente, la ley es sólo una maldición y nosotros debemos lanzarnos a la fe en Cristo. Redimido de la maldición de la ley 3:13-14 “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”.
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La ley trajo una maldición para cualquier desobediencia a sus demandas, y aún así no tenía el poder para bendecir. La ley no ofreció poder para guardar la ley. Un letrero de “No fumar” no ayuda a un fumador, sólo puede condenar a una persona por violar esta regla. Nadie puede cumplir las justas demandas de las leyes de Dios, y por consiguiente, todos los hombres bajo la ley están bajo la “maldición” de la ley. Todos los hombres son pecadores. Cristo “fue hecho maldición por nosotros” en que Él se “hizo pecado” en la cruz (2 Cor. 5:21, Isa. 53:6). La “copa” que Cristo tuvo que beber en el jardín de Getsemaní fue la copa de iniquidad. En el momento que Él la recibió, Él se hizo pecado por nosotros. El Padre puso sobre Él la iniquidad de todos nosotros. Su muerte en la cruz nos libró de la maldición del pecado. “Redimir” significa pagar el precio de la compra, en este caso, de alguien en esclavitud. Cristo tomó el lugar del culpable. Él pagó nuestra deuda total en la cruz y nos libró de la esclavitud de pecado. Aún la forma en que murió involucró un inexpresable y alto precio; involucró extrema humillación, deshonra y vergüenza. Cristo se hizo maldición para destruir la maldición “Maldito por Dios es el colgado...”. Según Deuteronomio 21:23, el hombre que era colgado en un madero era maldito. Aunque los judíos no usaban la crucifixión como un medio de ejecución, ellos colgaban los cuerpos muertos de delincuentes en un poste o estaca, atado por sus manos, como señal de gran deshonra. Así, la deshonra de la ejecución se intensificaba colgándolos. En la presencia de Dios ,la vergüenza de “colgar” era un testimonio que se pagó con una pena justa y suficiente. Aun más, era una representación del aborrecimiento de Dios al pecado. Según el requisito de la ley judía, el cuerpo debía ser enterrado antes del anochecer (Jn.19:31), pero mientras permanecía expuesto a la vista, era una proclamación pública de que el pecado había sido castigado completamente. La referencia de Pablo a Deuteronomio 21:2223 indica verdaderamente que Cristo, en Su muerte, soportó la máxima vergüenza y sufrimiento por los pecados del mundo, incluso cuando Él era completamente inocente. Pedro dice: “el justo [padeció] por los injustos para llevarnos a Dios” (1 P. 3:18). Cristo desató todas las bendiciones de Abraham Cristo soportó un inmenso sufrimiento para que las bendiciones que se habían prometido a Abraham pudieran venir a todos los que ponen su fe en Él, de cada nación, tribu y pueblo. Una de esas bendiciones es el maravilloso don del Espíritu Santo, un don recibido por la fe y no por obras, un hecho que Pablo hizo que los gálatas admitieran (3:2). Recibir el Espíritu Santo es una verdadera señal de salvación (Rom. 8:9, 1 Cor. 6:19), es el sello de la salvación. El bautismo en el Espíritu Santo es necesario para la perfección cristiana. Vivir en el Espíritu y caminar en el Espíritu permite a un creyente no ceder a las lujurias de la carne. El
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Espíritu Santo produce todos los preciosos frutos del Espíritu. El asunto del Espíritu Santo se menciona tres veces en 3:1-14. El bautismo en el Espíritu Santo es una parte importante del paquete de la redención. El Espíritu fue enviado en el día de Pentecostés cuando Dios abrió la puerta de la fe para judíos y gentiles por igual. La promesa a Abraham: mayor que la ley de Moisés Los judaizantes que molestaban a los gálatas estaban dispuestos a aceptar la verdad que Abraham fue justificado por la fe, y que los creyentes gálatas habían sido aceptados por Dios a través de su fe en Cristo. Sin embargo, ellos sostenían que la Ley de Moisés, había sido “añadida” después de la promesa dada a Abraham, estaba por lo tanto siendo un lazo sobre los descendientes de Abraham y sobre todos los que esperaban recibir las promesas que se habían dado a Abraham. Los legalistas estaban de acuerdo en que la justificación era por la fe, pero sólo para aquellos que también observaban la Ley Mosáica. En 3:15-22, Pablo refuta esto. En el versículo 15, él explica que el carácter de Dios y Sus promesas no son alteradas. Si el pacto de un hombre no puede cambiarse, ciertamente el pacto de Dios tampoco 3:15 “Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade”. Para aclarar su punto, Pablo usa una ilustración común. Un acuerdo entre los hombres, una vez firmado y sellado no puede anularse ni alterarse. Por ejemplo, si un hombre tiene su testamento y voluntad final y ha sido oficialmente confirmado, nadie más puede quitar o añadir un complemento. Ahora, si esto es verdad entre los hombres, razona Pablo, mucho menos se puede cambiar la bondadosa promesa que Dios hizo a Abraham por cualquier requisito o demanda subsecuente. Si un acuerdo humano, una vez ratificado, no puede anularse ni ser opacado por nuevas estipulaciones, cómo puede la generosa promesa de Dios a Abraham y a sus descendientes espirituales ser anulada o alterada por la Ley de Moisés dada posteriormente. La promesa llega a través de la simiente “especial” de Abraham 3:16 “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”. “La simiente de Abraham” se refiere a lo siguiente: • • •
Su simiente natural, los israelitas (muchos de estos judíos eran incrédulos). Su simiente espiritual (judíos y gentiles) - aquellos que son de la fe. El mismo Señor Jesús (el Heredero a través de quien vinieron todas las promesas).
Pablo se enfoca en Cristo, la “Simiente” especial de Abraham. Pablo insiste en que la bondadosa promesa de Dios a Abraham y a sus descendientes sólo se realiza en y a través de una
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Simiente especial de Abraham: el Señor Jesucristo mismo. Sólo a través de esta Simiente “todas las naciones de la tierra serán benditas”. Y “si nosotros somos de Cristo, entonces nosotros somos la simiente de Abraham, y herederos según la promesa” (3:29). Desde el principio, no todos los descendientes de Abraham eran herederos de las promesas dadas a él. Por ejemplo, Ismael y Esaú no fueron herederos (Jn. 8:39,40). Las promesas fueron sólo para aquellos de la línea de fe. La Ley de Moisés no anula las promesas a Abraham 3:17-18 “Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa”. Dios prometió a Abraham: “en tu Simiente toda la tierra será bendecida”. Ésta es la promesa del futuro Redentor que justificaría a todos por la fe. La ley, que vino 430 años después, no pudo cambiar las condiciones de la herencia prometida la que se recibe por fe. Los 430 años empiezan cuando Abraham entró en Canaán y residió temporalmente en Egipto (Gn.12:1-10), hasta el tiempo en que la ley fue dada. Éxodo 12:40 dice: “El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años”. Israel hizo su éxodo de Egipto 430 años después del tiempo en que Abraham residió temporalmente en Egipto. En el año de la salida de Egipto, ellos entraron al monte Sinaí en el tiempo en que la ley fue dada por Moisés. El propósito de la ley: hacer al pecado de sobremanera pecaminoso 3:19 “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador”. La edad de la ley fue insertada sólo por un tiempo, para mostrar a los hombres su naturaleza de pecado y la necesidad del futuro Redentor. “Se agregó debido a las transgresiones”. La ley era una flecha que apunta a la Simiente prometida que podría dar un verdadero perdón y una verdadera relación de hijo. Todas las naciones de la tierra serían benditas, (judíos y gentiles juntos) por la fe en Cristo. Una vez más, Pablo quiere que los gálatas sepan que la era de la ley fue inferior y temporal. Su propósito fue sólo mostrarles a los hombres los problemas en su corazón y guiarlos a Cristo, el Único que podía justificar. • • • • •
La ley no ofrece poder para guardarla. ¡La ley no da vida! (Gá. 3:21). La ley sólo nos muestra lo que está mal. “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:20). La ley es para el transgresor (1 Ti.1:9). Un letrero de “No Fumar” es sólo para los fumadores, no para los no fumadores. La ley sólo define el pecado. “Porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera no codiciarás” (Ro. 7:7). La ley sólo podía maldecir, no bendecir (Gá. 3:13).
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• • •
La ley sólo puede condenar. “Por las obras de la ley ninguna carne se justificará” (Gá. 2:16). La ley hace al pecado ser en “sobremanera pecaminoso” (Ro. 7:12-13). La ley muestra nuestro estado de impotencia y apunta hacia nuestro bendito Redentor (Gá. 3:19). • La ley no perfecciona nada, pero una mejor esperanza sí, por la cual nos acercamos a Dios.(He.7:19) (el acceso a Dios, una relación, Dios hablándonos y razonando con nosotros, estas cosas cambian nuestro corazón). “Y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador”. En el monte Sinaí la ley fue dada a Moisés el mediador, por los ángeles (ref. Hch 7:53). Era diferente a la promesa que Dios dio a Abraham, porque el Señor mismo le dio la promesa a Abraham. No hubo ángeles ni mediadores involucrados. La promesa a Abraham (inmutable) vs. la Ley de Moisés (condicional) 3:20 “Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.” Un mediador sólo se usa cuando hay dos partes involucradas, pero éste no era el caso. Dios era el único involucrado (“Dios es uno”, el Padre y el Hijo hicieron esta promesa a Abraham). Pablo está comparando la superioridad de la promesa que Dios hizo a Abraham con la ley inferior que se dio a través del mediador Moisés. Promesa a Abraham – Dada por Dios (Gen.12:3 12:7) - (Repetida en Gen 13:14-17 15:2-6 17:4,5 22:15-18). (inmutable)
No involucró ningún mediador. No hubo dos partes. Ninguna condición a ser cumplida.
La Ley de Moisés
– Administrada por los ángeles
(condicional)
Tuvo un mediador, Moisés. Involucró dos partes. Con condiciones a ser cumplidas.
Un mediador sugiere que por lo menos hay dos partes involucradas. Moisés fue un mediador de la ley, estando entre Dios y el hombre. La ley tenía condiciones que los hombres realmente no podían cumplir. “Si guardan toda la ley, serán bendecidos.” Pero la promesa dada a Abraham no involucró dos partes. Realmente no fue entre Dios y Abraham. Era hecho entre Dios el Padre y Dios el Hijo (Ver Pág. 39, Génesis 15). Así, la promesa de la venida de un Redentor que “bendeciría a todas las familias de la tierra” era inmutable. La promesa a Abraham no dependía de Abraham. Cuando Abram puso sus pies por primera vez en la tierra de Canaán, Dios empezó a confirmar las promesas que Él le había hecho. En Génesis 12:2, Dios dijo que Él haría una gran nación de Abram. En ese punto, él todavía no tenía un hijo. En Génesis 12:3, Él dijo: “en ti [en su simiente] serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Cuando Abram atravesó la tierra rápidamente, observándolo por el camino, el Señor se apareció a él y repitió: “A tu descendencia
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daré esta tierra” (12:6,7). Ésta es la promesa que Dios hizo a Abraham. La promesa involucró una tierra, un pueblo, una herencia, y una Simiente especial (un Redentor) a través de quien serán benditas todas las familias de la tierra. Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Esta promesa, confirmada con la entrada de Abraham en la tierra, marca el principio de los 430 años que Pablo habla en Gálatas 3:17. La Ley de Moisés fue dada exactamente 430 años después en el Sinaí, pero Pablo dice: la Ley de Moisés no puede de ninguna manera alterar las promesas de Dios a Abraham que son heredadas por fe. Todavía moviéndose hacia el sur, Abram continuó su camino a través de Canaán, con las numerosas manadas y rebaños. Él no pudo permanecer en Canaán debido a una severa hambruna y continuando más al sur, entró en Egipto (Gen.12:9-10). Poniendo su pie en la tierra egipcia por primera vez, marca el inicio de los 430 años que la simiente de Abraham pasaría en Egipto y luego saldría (Ex.12:40,41). Éstos son los mismos 430 años mencionados por Pablo en Gálatas 3:17. La promesa
La ley añadida
“En ti todas las familias de la tierra serán benditas”
La promesa cumplida
Muestra a los hombres sus necesidades, prepara a los hombres para el Redentor.
Cristo el Redentor viene Justifica a todos por la fe
430 años Gn. 12:3-7 Entrada a Canaán Gn. 12:10 Entrada a Egipto
Génesis 12:2-3 Génesis 12:7 Génesis 13:14-17 Génesis 15:5 Génesis 15:18 Génesis 22:15-18
Ex. 19:1-2
Gá. 3:29
Ex. 12:40-41
La promesa que Dios hizo a Abram es confirmada con la entrada a Canaán. Dios en Cristo (Cristo pre-encarnado) se aparece a Abram, confirmando la promesa. Dios repite la promesa: la tierra de Canaán será suya. Su simiente será como el polvo de la tierra … una multitud innumerable. Su simiente será como las estrellas de cielo … una multitud innumerable. Canaán es suyo. (El lugar dónde el Redentor vendrá y bendecirá todas las naciones). La promesa se repite, después de que Abraham por la fe, está deseoso de ofrecer a su único hijo. Su simiente será como las estrellas de cielo, su simiente espiritual (los creyentes de todas las naciones). Su semilla será como la arena del mar, su simiente física (los judíos). En su SIMIENTE especial (Cristo), serán benditas todas las naciones de la tierra.
La promesa original que Dios dio a Abraham se registra en Génesis 12:2-3. Dios repite la promesa una y otra vez. Las promesas de Dios a Abraham no podían ganarse. Todo lo que le fue pedido a Abraham fue que creyera y obedeciera. Abraham fue el amigo de Dios. Abraham caminó con Dios, habló con Dios, adoró a Dios y amó a Dios. ¿Cómo podría la fe no prosperar en su corazón?
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Las promesas de que Abraham heredaría la tierra, que su Simiente bendeciría todas las naciones, que él y sus descendientes heredarían la tierra de Canaán, habrían de ser cumplidas por medio de la fe. Abraham no tenía la habilidad para cumplir ninguna de estas promesas. Él era incapaz de tener hijos. Él y su esposa estaban más allá de la edad para poder concebir. Cada promesa se heredaría por gracia, a través de la fe. En Génesis 15 veremos que las promesas de Dios eran inmutables. Abraham era incapaz de hacer que cualquiera de estas promesas se cumpliera, excepto creyendo y obedeciendo. Fue por la fe, no por obras. La inmutabilidad de la promesa a Abraham: Génesis 15 En Génesis 15:2-4, Abraham todavía no tenía hijo y seguía envejeciendo. Aun así, Dios había prometido que sus descendientes serían innumerables. Por consiguiente, Abraham pregunta: “Señor, cumplirás Tu promesa por medio de mi fiel mayordomo Eliezer. ¿Será él mi heredero?” Dios aseguró a Abraham que Eliezer no sería su heredero, sino que alguien nacido “de sus propios lomos” sería el heredero. En el versículo 5, el Señor sacó a Abraham por la noche para mirar un cielo claro. Dios le preguntó: “¿Puedes contar las estrellas, Abraham? Bueno, así será tu simiente” “y creyó a Jehová y le fue contado por justicia” (15:6). La promesa de ser “un padre de muchas naciones” sólo iba a ser cumplida por la fe, por un corazón que creyó. El Señor ahora iba a reafirmar Su promesa a Abraham por medio de un pacto. En Génesis 15:9-12, el Señor le instruye a Abraham a tomar ciertos animales, matarlos, y dividirlos por mitad. En esos tiempos, el sello de un pacto era confirmado haciendo que las personas involucradas caminaran juntas entre las partes de los cadáveres de los animales. Así, Abraham tomó estos animales y los cortó en dos partes, poniendo una parte en el lado derecho y la otra parte en el lado izquierdo. Al caminar a través de esta senda de sacrificios divididos, Dios y Abraham debían caminar juntos, sellando así el pacto. ¡Pero esto nunca pasó! “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él” (15:12). El temor de una gran oscuridad, para mostrar que sólo Dios puede hacer que las promesas se cumplan Esto también ocurrirá en tu vida, cuando Dios te encuentre y te de promesas especiales. Él te hará pasar a través de esta experiencia de “un temor de grande oscuridad”para que comprendas cuán desvalido eres, y cuán imposible es que en tus propias fuerzas y habilidades cumplas las promesas que Él te ha hecho. Es un sentido terrible de impotencia y soledad, y percibirás la envolvente oscuridad (ver Is. 50:10). Abraham no fue parte del pacto Las partes del pacto debieron haber sido naturalmente, Dios y Abraham. Pero Abraham estaba en un sueño profundo. Normalmente, Dios y Abraham habrían pasado entre esos sacrificios
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divididos y habrían sellado el pacto. No fue este el caso. En cambio, otros dos pasaron… “Se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos” (15:17). El horno humeando es un símbolo de Dios Padre. Hebreos 12:29 dice: “Nuestro Dios es fuego consumidor”. La antorcha de fuego, por supuesto representa al Señor Jesucristo, la Luz del mundo. ¿Quién pasó entre esos sacrificios divididos? Fueron nada menos que Dios el Padre y Dios el Hijo. Ellos dos hicieron un pacto inmutable entre ellos para dar la tierra de Canaán para siempre a Abraham y a su simiente. Por consiguiente, esta promesa no puede ser quebrantada jamás. No era un pacto entre Dios y el hombre, sino entre el Padre y el Hijo. Abraham no era parte del pacto. Este pacto/promesa involucra mucho más que una garantía de la tierra que pertenece para siempre a Abraham y a su simiente. También fue un acuerdo entre Dios el Padre y el Hijo, que el Hijo sería un sacrificio para los pecados del mundo en esa misma tierra. Por consiguiente, la promesa a Abraham era inmutable, que su Simiente (El Redentor) bendeciría a todas las familias de la tierra. Fue resuelto antes de la fundación del mundo que Él sería el Cordero sacrificado por los pecados del mundo (Ap.13:8, 1 P. 1:19-20). También se determinó antes de que el mundo empezara, que todos los hombres, judíos y gentiles, fueran justificados por la fe en Él. La ley le muestra a los hombres su necesidad, prepara el camino para el redentor prometido 3:21-22 “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes”. La ley (qué vino 430 años después de la promesa) no estuvo en contra de las promesas. La ley fue simplemente incapaz de dar vida espiritual. No dio a nadie poder alguno para cambiar. Sólo reveló sus problemas. La intención de la ley nunca fue el salvar a los hombres del pecado, sino más bien el mostrarles sus pecados y “terminar todos bajo el pecado” y guiarlos al Redentor venidero. Así, la ley preparó el camino para el cumplimiento de la promesa a todos los que pusieron su fe en Cristo. La ley: un ayo para los hijos 3:23-25 “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo”.
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La ley jugó un papel esencial en el plan de Dios. Pablo asemeja el periodo de la ley a un hijo conducido ida y vuelta a la escuela por un tutor. La palabra “ayo” (utilizada en la versión RV1960) lleva a una mala interpretación de la metáfora de Pablo. La palabra usada para ayo define un oficio que ya no existe en los tiempos modernos. El “pedagogo” o conductor del hijo en los días de Pablo era un sirviente de confianza, normalmente un esclavo cuyo deber no era meramente llevar al hijo de su amo a la escuela, sino que en cierta medida supervisaba sus modales y moral. Él no estaba calificado para instruir, ni tenía la autoridad para controlar, sino que era llamado para asistir y salvaguardar al niño hasta que éste alcanzara la madurez y ya no necesitara más la disciplina y guía. Ese era el papel y la función de la Ley Mosáica, según Pablo. La ley era un tutor duro pensado para guiar a la raza judía. Regulaba las acciones exteriores y prescribía la conducta correcta. Ordenó cierto control sobre el mal hasta que aquellos bajo su jurisdicción estén listos para la libertad espiritual a ser encontrada en Cristo. La ley preparó a los hombres para la fe en Cristo, y Cristo es el Objeto de nuestra fe. Nosotros somos traídos a Él para que podamos ser justificados por la fe. La graduación de la niñez a la madurez 3:25 “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo”. Ahora que han venido a Cristo y al Nuevo Pacto, ya no están más bajo el ayo o Viejo Pacto, razona Pablo. Esto es como graduarce de la niñez al estado de un adulto. Él ya no es un menor, sino un adulto y capaz para compartir la herencia. Él disfruta ahora la libertad de un hijo maduro: “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”. 3:26 “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”. De repente, Pablo cambia su énfasis en la relación de los judíos con la ley. Ahora, con la venida de la Simiente “en quien se bendecirá a todas las familias de la tierra”, tanto gentiles como judíos pueden tener acceso a las bendiciones espirituales de Dios. Por consiguiente, Pablo se vuelve a su congregación en Galacia, principalmente gentil, con la certeza que: “todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”. La palabra aquí es hijos, no “niños”. La notable diferencia entre la ley del Antiguo Testamento y la fe del Nuevo Testamento es la diferencia entre un niño-heredero y un adulto que ha llegado a la madurez y es capaz de participar de la herencia prometida. Más adelante, Pablo pregunta, “¿Después de haber madurado, por qué deseas tú ser nuevamente un niño?” Todos los que estamos en Cristo podemos ser similares herederos de las bendiciones 3:26-29 “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay Judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.
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Pablo incluye a todos aquí, en estos versículos finales. Todos los que ponen su confianza en Cristo son hijos de Dios. Todos son herederos de una rica herencia. Todos los que son bautizados en Cristo han sido “revestidos de Cristo”. Revestirse de Cristo es vestirse con Cristo. Es tomar para uno mismo las virtudes y la excelencia de Cristo. Así como una vestimenta que nos ponemos nos envuelve e identifica, así también la persona bautizada en Cristo está completamente envuelto de Cristo y en la salvación traída por Él. Estas bendiciones son para todos los que son de la fe. No importa nuestra raza, si somos judíos o gentiles, nuestro género, si somos hombres o mujeres, o nuestra condición social, si somos esclavos o libres. Si somos de Cristo, entonces somos ciertamente la simiente de Abraham y herederos de todas las promesas. Dios no hace acepción de personas Los judaizantes ponían mucha atención a las clases sociales. Ellos creían que los judíos eran muy superiores a los gentiles. Y ahora que los gentiles habían sido aceptados en la Iglesia, ellos estaban obligando a los gentiles a vivir como judíos. Pero Pablo está rompiendo las barreras raciales, las brechas entre los géneros y las diferencias sociales. “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni hombre ni mujer porque todos son uno en Cristo...”. Por la fe en Cristo, los gentiles se vuelven co-herederos con los judíos. Las mujeres y los hombres también podrán participar de las mismas bendiciones espirituales. Incluso los esclavos y aquellos de clase baja podían tener los mismos beneficios espirituales como aquellos de la alta sociedad. (ver Hch. 10:34-35). Para entender la teología de Pablo, tenemos que estudiar sus catorce epístolas juntas. Pablo declaró que “él enseñó las mismas cosas por todas partes en todas sus iglesias” (1 Cor. 4:17). Una de sus principales enseñanzas era el de la unidad e igualdad. Leamos Efesios 2:11-19: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”.
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Resumen del capítulo tres 3:1
Los judaizantes habían puesto un “hechizo” sobre los gálatas. Sus ojos se habían apartado del tema central del cristianismo, del “Cristo crucificado” hacia los suplementos.
3:2-5
Pablo razona, “¿Cómo recibieron el Espíritu? ¿Cómo se hicieron los milagros entre ustedes? ¿Estas bendiciones espirituales fueron recibidas por la fe o porque se abstuvieron de la carne de cerdo y observaron alguna otra regla levítica?”. Obviamente, fue por la fe, no por las obras. Pablo le advierte a no buscar la perfección “por la carne” (reglas hechas por hombres), después de haber empezado por el Espíritu.
3:6-9
Abraham, el padre de la nación israelita (la persona que todos los judíos admiran), fue justificado por la fe. Él le creyó a Dios y esto le fue contado por justicia. Abraham es un patrón para los redimidos. Todos son justificados por creer en el mensaje del Hijo de Dios. Pablo, en la epístola a los Romanos, declara que Abraham fue justo por fe, antes de la ley y antes de la circuncisión.
3:10-12
Lo único que la ley puede hacer es maldecir. Hay una maldición para todos los que no guardan sus requisitos sin vacilar (Dt. 27:26). Por consiguiente, ningún hombre es justificado por la ley. Incluso en el Antiguo Testamento se declaró: “El justo por la fe vivirá” (Hab. 2:4). La reforma en Europa, bajo Martín Lutero, estuvo basada en la recuperación de este versículo. Pablo, en su teología en Romanos, señala la justificación por el perdón soberano, sin las obras (Sal.32:1,2; Ro. 4:6-8).
3:13,14
Cristo quitó la maldición, volviéndose una maldición por nosotros cuando Él estuvo en la cruz. Cualquier persona colgada en una cruz [madero/estaca] (Dt. 21:22,23) era considerado maldito de Dios. Mientras en la cruz, Él pagó nuestra pesada deuda y desató todas las bendiciones de las promesas de Abraham a nosotros.
3:15-22
Los judaizantes aceptaban que Abraham fue justificado por la fe, como también los gálatas, pero argumentaban que la Ley de Moisés, fue “agregada” después de la promesa a Abraham, obligando a los descendientes de Abraham y a todos los que esperaban recibir sus promesas.
3:15
La refutación de Pablo a esto fue que incluso los convenios del hombre no pueden alterarse una vez que se han acordado. Si un acuerdo humano no puede anularse, ciertamente la promesa de Dios no puede quedar relegada con las nuevas estipulaciones. La ley subsecuente no invalida la promesa original de Dios.
3:16
La promesa a Abraham se cumpliría en una Simiente especial, el Redentor. (Todos los que son de fe, judíos o gentiles, serán benditos en esta Simiente, sin las obras de la ley).
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Los ritos o la relación
3:17,18
Pablo afirma que la Ley de Moisés, dada 430 años después de la promesa, no podía cambiar las condiciones de las promesas que se reciben por la fe, no por la Ley de Moisés.
3:19
El propósito de la ley fue mostrarles a los hombres su necesidad y guiarlos al Redentor venidero. Nunca fue la intención de la ley traer la justificación.
3:20
La Ley de Moisés tenía dos partes y un mediador (Moisés) y tenía condiciones. Pablo implica que la Promesa no tuvo mediador, no hubo dos partes y no tuvo condiciones. Pablo dijo: “Dios es uno”. La promesa fue creada por el Padre y el Hijo. Por consiguiente, la promesa es inmutable y no puede ser cambiada. Dios predeterminó enviar a Su Simiente para bendecir a todas las naciones.
3:21,22
La ley no estaba en contra de la promesa, simplemente no podía “dar vida” o cambiar el corazón. La ley hizo a todos los hombres (judíos / gentiles) pecadores y guió a todos al Salvador futuro.
3:23-25
La ley fue un tutor. Actuó como un sirviente que llevó al niño de su amo a la escuela y supervisó en cierta medida, sus modales y moral. Él lo atendió hasta que alcanzó la madurez. La ley fue un guía y disciplinador para traernos a Cristo y al Nuevo Pacto.
3:26-29
Pablo concluye que “todos aquellos que creen en la Simiente de Abraham son igualmente bendecidos, sin considerar la raza (judío o griego), género (hombre o mujer), o la condición social (esclavo o libre, rico o pobre)”.
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Capítulo Cuatro La diferencia entre los bebés y los hijos maduros (La diferencia de estar bajo la ley y bajo la fe) En los primeros versículos del capítulo cuatro, Pablo continúa con el tema del capítulo tres. Él está comparando a un menor con alguien que alcanza la edad en que puede reclamar su herencia. Aquellos que estaban bajo la ley eran como menores de edad. Estaban “bajo tutores y disciplinadores” hasta que el padre determinaba que ellos eran suficientemente maduros para recibir su herencia. Bajo la ley, un niño heredero no es mejor que un esclavo (Es incapaz de exigir su herencia) 4:1,2 “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre”. Aquellos que están viviendo bajo la ley son comparados a niños herederos. Un niño heredero es inmaduro y no pueden reclamar la herencia. En ese aspecto, no es diferente a un esclavo o a un sirviente de la casa. Aunque él es un heredero de una gran fortuna y “señor de todo”, él no puede tomar posesión de ésta herencia porque aún es menor de edad. Durante su niñez, él es controlado y restringido por los “tutores y disciplinadores” (guardianes que están a cargo de su vida personal y fideicomisarios que cuidan su herencia y propiedad futuras) Esta condición subordinada y limitada continúa “hasta el día señalado por el padre”. Bajo la ley, un niño heredero aprende lecciones elementales de cosas exteriores 4:3 “Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo”. “Nosotros también [quienes éramos israelitas bajo la ley] cuando éramos niños, estábamos en esclavitud, bajo nuestras lecciones de la niñez de cosas externas”. Los israelitas bajo la ley eran como niños entrenados en todas las ceremonias levíticas de Moisés que Pablo llama “los rudimentos del mundo”. Pero estos eran sólo símbolos y tipos del Nuevo Pacto por venir. En los versículos 9-10, Pablo pregunta: “¿cómo es que volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos…guardáis los días, los meses, los tiempos
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y los años?”. Pablo quiere mostrar a sus lectores gálatas que el deseo que tenía de adoptar estos rituales judíos como fundamento para ser aceptados por Dios era como volver al kinder y a la escuela primaria, después de haberse graduado. Ellos estaban recayendo en una segunda niñez y estaban cediendo su herencia. La graduación de un niño heredero a un hijo maduro que consigue la herencia 4:4-7 “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. La venida de Cristo (la Simiente Prometida) marcó el período de liberación de la niñez espiritual y la servidumbre bajo la ley a la herencia prometida. Éste fue “el tiempo señalado por el Padre.” “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. La adopción, en este caso, significa literalmente “ser puesto como un hijo maduro sobre una herencia”. Según Pablo, los judíos bajo la ley habían estado “encerrados” en prisiones…bajo pecado…y entrenados como los niños en ordenanzas externas, todos como una preparación para la fe que se revelaría después. Ya que la ley no ofreció poder para cambiar el corazón sino sólo produjo culpa, los judíos deberían de haber estado condicionados y ávidos de recibir al Redentor cuando Él apareció. Cristo nació bajo las condiciones de la ley para rescatar a aquellos bajo las condiciones de la ley 4:4-5 “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Cristo “nació de una mujer” con todas las limitaciones humanas. Él “nació bajo la ley”, sujeto a todas sus restricciones, requisitos y demandas, sin embargo nació “para que redimiese a los que estaban bajo la ley”. Todo el propósito de que Dios se hiciera hombre fue la redención. Su nacimiento en Belén apuntaba hacia la cruz. Aún así, el propósito final de la redención fue que los redimidos llegaran a ser “hijos” totalmente desarrollados (He. 2:10). Hasta que Cristo vino, y hasta que la redención fue totalmente cumplida, el estado de inmadurez espiritual, pecado y esclavitud continuó durante el periodo de la ley. Pero después de que se alcanzó la redención, los creyentes (judíos y gentiles por igual) pudieron participar de la herencia y disfrutar de los privilegios de hijos maduros de Dios. Para todos los creyentes, la niñez que perteneció a la ley debe pasar, y debe dar inicio a la libertad de la madurez.
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La prueba de que somos hijos: Dios nos da el Espíritu de Su Hijo 4:6 “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”. La prueba de que somos hijos viene del clamor del Espíritu del Hijo que Dios ha puesto dentro de nosotros. El apóstol vuelve ahora a un asunto que ha mencionado dos veces antes (3:2-5, 3:14), principalmente, que los gálatas han recibido el Espíritu Santo. Ésta es la evidencia de que Dios los ha recibido y de que ellos tenían el Espíritu antes de que los judaizantes visitaran Galacia e introdujeran la Ley Mosáica. 4:7 “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Que necedad la de los gálatas al retroceder de su alta posición de hijos de Dios al lugar de niños o esclavos inmaduros bajo la esclavitud de los pobres rudimentos de la ley. Todo lo que ellos poseían vino de “Dios a través de Cristo”, no a través de las obras de la ley. Bajo la ley: (Las obras) • • • •
Ellos eran siervos en esclavitud, niños-herederos cuya posición no era mejor que la de los siervos. Ellos eran niños que estaban siendo entrenados en los símbolos elementales y externos. Ellos estaban bajo el pecado, culpa y maldición. Ellos tenían la promesa de la herencia, pero como niños, aún no eran lo suficientemente maduros para tenerla.
Bajo la fe: (La relación) • • • • •
Ya no eran más siervos o niños. Ellos fueron librados del pecado y la culpa. Ellos eran hijos maduros. Su herencia fue abierta. Ellos recibieron el Espíritu
El redentor nació en el tiempo de la ley, bajo todas sus limitaciones o restricciones. Bajo la ley, Él la cumplió perfectamente. “Porque el fin (termino, cumplimiento) de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Ro. 10:4). Ahora, toda nuestra justicia se encuentra en Él. Él nos ha libertado de la maldición de la ley. Galacia, aunque una iglesia principalmente gentil, se había vuelto judía 4:8-11 “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”.
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Es obvio que los gálatas eran esencialmente gentiles, porque en el pasado adoraban ídolos. Ellos “sirvieron a los que por naturaleza no son dioses”. Los judíos no adoraban ídolos. Los gálatas, por su fe cristiana, habían sido libres de la esclavitud a la adoración de los ídolos. Ahora, en un sentido muy real, estaban volviendo a su antiguo estilo de vida, pero en otra forma. El paganismo y los rituales judíos tenían mucho en común: ambos ejercitaban muchas formas vacías y muertas en un esfuerzo por ganar el favor de las deidades. Ustedes no escogieron a Dios, Dios los escogió a ustedes Aquí Pablo se dirige a sus lectores como convertidos gentiles. En su estado anterior, ellos habían sido ignorantes del único y verdadero Dios. Como los idólatras, ellos habían estado sujetos a la cruel esclavitud y experimentaron el miedo y terror de aquellos que adoran deidades que, en realidad, no son deidades en absoluto. Sin embargo, a través de Cristo, ellos habían “venido a conocer a Dios”. Entonces Pablo agrega: “Realmente, no son ustedes quienes han venido a conocer a Dios, es Dios quién los ha conocido”. Pablo no le da ningún crédito al hombre. Es Dios quien los reconoció, los buscó y los hizo Sus hijos, no son ustedes quiénes reconocieron y buscaron a Dios. Ésta fue otra manera de enfatizar la soberanía y gracia de Dios en lugar de glorificar los logros del hombre (Jn.15:16). ¿Por qué volver a algo tan inferior? 4:9-10 “¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años”. Esta es una referencia a los ritos judíos que en un tiempo tenían poder y valor divinos, pero ahora eran pobres y débiles, ya que Cristo los había hecho anticuados. Los “días, los meses, los tiempos y los años”, se refieren al sistema judío de fiestas y al sagrado calendario hebreo. Había tantos detalles del sistema levítico que Pedro dijo: “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos llevar” (Hch.15:10). Todos los días de fiesta, ofrendas, ordenanzas y circuncisión tienen significado espiritual. Sin embargo, éstos ya no deben llevarse a cabo más en el ámbito físico. Sólo su significado espiritual debe aplicarse a nuestra vida (Col. 2:14,16). “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz …Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Col. 2:14,16).
Los gálatas estaban abandonando e intercambiando la libertad y la calidad de hijos que tenían en Cristo por un yugo de esclavitud. Pablo dijo: “me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”. Él había pasado muchos meses de trabajo misionero fiel entre los gálatas. Ahora los enemigos estaban sembrando otra semilla entre ellos y ésta producía espinos y zarza (He. 6:8, 9).
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Pablo temía que su viña fuera ahogada por la maleza y que mucha de su labor se perdiera. Él sabía que si los gálatas continuaban en su curso presente, errarían el blanco y quedarían cortos de la gloria de Dios. No sólo se quedarían cortos de alcanzar la meta, sino también muchos regresarían al mundo y se perderían. Porque es sólo caminando en el Espíritu y viviendo en el Espíritu que los creyentes pueden superar los deseos de la carne, pero ellos se estaban apartando de una vida en el Espíritu. Una apelación para restaurar la amistad Pablo hace una apelación ahora al antiguo vínculo entre él y las iglesias de Galacia. Él busca la restauración de su amor y lealtad. Aquí, el tono del apóstol se hace más tierno. 4:12 “Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho”. “Vuélvanse como yo porque yo también me he vuelto como ustedes”. Pablo, un judío, se había vuelto como un gentil y había apartado su orgullo de buscar la justificación por las obras de la ley. Él está pidiéndole a los Gálatas que hagan lo mismo y sean como él es. Cuando Pablo había visitado Galacia antes, ellos no le hicieron ningún mal (ellos no lo dañaron en absoluto) ni se opusieron a que viviese como un gentil sin la Ley Mosáica. Ni lo despreciaron por una apariencia enfermiza. Su antiguo amor por pablo 4:13,14 “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. La primera vez que Pablo vino a los gálatas, él estaba muy enfermo. Durante el período de su recuperación predicó el evangelio y recibió una tremenda respuesta. El mensaje de Pablo siempre era confirmado con “señales poderosas y maravillas”. Su predicación no era con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con la demostración del Espíritu y de poder (1 Cor. 2:4). Al igual que los tesalonicenses, ellos aceptaron su predicación, no como palabra de hombre, sino como la misma Palabra de Dios. (1 Ts. 2:13). Los gálatas no rechazaron al apóstol por su debilidad o falta de atractivo. Por el contrario, lo recibieron “como un ángel de Dios, así como Cristo Jesús”. Su afecto y aceptación a Pablo fue tan ferviente como si hubiese sido el propio Jesús. Pero ahora ese afecto había sido robado por el Adversario que siempre viene a robar, matar y destruir. 4:15 “¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos”. Tan agradecidos estaban los gálatas con Pablo cuando vino por primera vez y tan agradecidos por su ministerio, que les había traído nuevo nacimiento y llenura del Espíritu Santo, que ningún sacrificio por él habría sido demasiado grande. Si hubiera sido posible, ellos se habrían sacado sus propios ojos para dárselos a él. Esta declaración sobre “sacado vuestros
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propios ojos para dármelos” puede indicar que Pablo padecía inmensamente de una enfermedad en los ojos. ¿Por qué, entonces hubo tal cambio de actitud hacia él? ¿Será porque él todavía estaba proclamando el mismo evangelio que anteriormente les había traído tal deleite? 4:16 “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?”. Pablo no había cambiado, y su mensaje tampoco había cambiado. ¿Por qué ahora ellos lo ven como un enemigo? ¿Por qué tiene que apelar ante ellos para restaurar el antiguo amor que ellos tenían para él y la verdad? Pablo sabía exactamente porque ellos habían sido celosamente afectados por los judaizantes. Los judaizantes ególatras 4:17 “Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos”. Pablo está diciendo: “Ellos muestran celo y preocupación por ustedes pero no por buenos motivos, ellos los separarán de otros de tal modo que ustedes sean celosos sólo de ellos”. Aquí están los motivos reales de los proselitistas judaizantes: ellos querían el afecto y la atención de los gálatas sólo para ellos. Ellos hicieron sentir a los gálatas que estaban en un nivel espiritual más bajo porque no observaban la Ley Mosáica. Haciéndolos sentirse “excluidos” de su compañerismo, estaban invitándolos a adoptar sus rituales y seguirlos. También, estaban intentando separar a los gálatas de Pablo y sus compañeros, para tenerlos completamente bajo su hechizo e influencia. Los gálatas eran celosos sólo cuando Pablo estaba con ellos 4:18 “Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros”. Pablo está diciendo: “Es bueno ser en todo momento celoso por la causa correcta, no como ustedes que sólo son celosos cuando yo estoy con ustedes”. Mientras Pablo estuvo en Galacia ellos tenían celo por sus caminos, pero en su ausencia, ellos tenían celo por la causa errada de los judaizantes. Los gálatas eran muy inconsistentes y de doble ánimo y, por consiguiente, “inestables en todos sus caminos” (Stg.1:8). Pablo deseaba que esa devoción apasionada que ellos le mostraron en su primera visita pudiera continuar cuando él se ausentara de ellos. El motivo oculto de los agresivos judaizantes era la envidia y los celos. Ellos tenían una causa, un plan y éste era satisfacer sus propias lujurias. “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad” (Fil.1:15). Los gálatas son niños pequeños 4:19-20 “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros”. Pablo no sabía qué camino tomarían. Él desea estar de nuevo con ellos y hablarles. Ellos eran como los “niños pequeños” que Pablo describe en
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Efesios “...llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Ef. 4:14). Mientras estamos en el tema de los “niños pequeños”, debemos entender que hay varias maneras de ver este asunto de los niños. En Gálatas, Pablo está comparando la ley del Antiguo Pacto con el Nuevo Pacto de fe. Aquellos bajo la ley, él los compara a los niños, pero aquellos en el Nuevo Pacto son comparados con los adultos. Pablo está buscando hacer un punto simple aquí. En el tiempo de la ley ellos eran como niños que no estaban preparados para recibir la herencia. Cuando Cristo vino, la herencia se abrió, así que los creyentes ahora pueden convertirse en verdaderos hijos maduros. Por otro lado, esta verdad necesita ser equilibrada, ya que cuando una persona se vuelve cristiana, esto no significa que él o ella sean inmediatamente maduros y que estén preparados para la herencia total. A los creyentes se les da el “poder de volverse hijos de Dios” como dice Juan 1:12. En el nuevo nacimiento, tenemos el potencial para convertirnos en hijos plenos y tener toda la herencia. En 1 Juan 2:12-14, vemos tres niveles de crecimiento espiritual: 1. Los hijos pequeños - quienes “saben que sus pecados son perdonados”. 2. Los jóvenes - quienes “son fuertes, han superado a Satanás, y la Palabra mora en ellos”. 3. Los padres - quienes “Le conocen a Él, que es desde el principio”. Un conocimiento íntimo de Dios. Pablo llama a los gálatas “hijos pequeños”. Ésta era la magnitud de su crecimiento espiritual. Los corintios y los hebreos estaban al mismo nivel, en la necesidad de recibir “leche y no carne”. Estos creyentes no tenían en claro ni siquiera los elementos básicos. (He. 5:11-14, 1 Co. 3:1-3). 4:19 “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Cristo debe formarse totalmente en nosotros. En el nuevo nacimiento, hay una concepción divina y nacimiento interior. Cristo nace en nosotros. “Cristo en nosotros” es nuestra esperanza de gloria (Col.1:27). “Cristo en nosotros” debe ser nutrido hasta que se desarrolle totalmente dentro de nosotros (Ef. 4:13). El mismo dolor y angustia del alma que Pablo soportó dando a luz a las iglesias de Galacia, lo está sufriendo de nuevo. Él anhela que sean transformados a la semejanza de Cristo, pero su desarrollo casi ha sido abortado. 4: 21 “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?” Pablo pregunta: “Ustedes que quieren estar bajo la ley, ¿no entienden, consideran ni aprecian su mensaje?” En los versículos anteriores, Pablo apeló al afecto de sus lectores. Ahora él apelará a su inteligencia. Ciertamente, estos que decían entender la Ley Mosáica y estaban deseosos de estar ligados por sus preceptos, debían apreciar una vívida ilustración tomada de las Escrituras de Moisés, en Génesis.
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Abraham había intentado, por sus propias obras, cumplir las promesas de Dios. Esta narración en Génesis ofrece un perfecto paralelo de lo que sucedía con los gálatas cristianos que estaban esperando ser salvos agregando las obras a la fe. A Abraham ya se le había prometido una Simiente. A través de esta Simiente, todas las familias de la tierra serían benditas (Gn.12:23). Al pasar de los años, Sara y Abraham estaban envejeciendo más, y la promesa cada vez parecía más imposible. En Génesis 16:1-5, Sara sugirió que Dios cumpliría la promesa teniendo un hijo a través de Agar, una sierva joven. Así, Abraham y Sara estaban intentando que los propósitos de Dios se cumplieran por su propio pensamiento y por sus propias obras. Como resultado, nació Ismael, pero él nació “de la carne”. Ismael fue el producto de lo que el hombre podía hacer. Pero Isaac, el hijo de Sara, era el resultado de algo que sólo Dios podría hacer. El nacimiento de Isaac requirió un milagro de fe y gracia. Isaac era el hijo de la promesa. La alegoría de Agar y Sara 4:22-31 En la siguiente alegoría, Pablo va a comparar los dos pactos. Lo hará usando: • • • • •
Dos pactos........... La ley y la gracia Dos mujeres ........ Agar y Sara Dos hijos ............. Ismael e Isaac Dos montes .......... Sinaí y Sion Dos ciudades ....... La Jerusalén terrenal y la Jerusalén celestial
4:22-24a “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos”. Abraham tenía una esposa, Sara, y una esclava, Agar. Cada una de estas mujeres tuvo un hijo de Abraham. Agar dio a luz a Ismael y Sara, a Isaac. Ismael nació “según la carne”. Él fue el resultado de la mente natural y algo “que el hombre podía producir” (Gn.16:1-5). Pero Isaac nació por la promesa y requirió fe y un milagro. Sara era demasiado vieja para tener hijos. Por consiguiente, el nacimiento de Isaac fue completamente sobrenatural. Esto fue algo que sólo Dios podía hacer. Estas dos mujeres y sus hijos son una representación profunda del Antiguo Pacto por las obras y del Nuevo Pacto de la promesa que se obtiene por la fe. 4:24b-26 “el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre”. Agar representa la ley del Antiguo Pacto que fue dada en el monte Sinaí. Aquellos nacidos bajo la ley, como el hijo de Agar, nacen de esclavitud. Agar es análoga a la Jerusalén del tiempo de Pablo, ya que Jerusalén en ese tiempo también estaba en esclavitud con sus hijos. La Jerusalén terrenal y la mayoría de sus ciudadanos todavía estaban en la esclavitud
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del Antiguo Pacto y todas sus tradiciones. Pero la Jerusalén celestial de la cual Sara es un tipo, es libre. Ella es la madre de todos los redimidos quienes son de la fe, tanto judíos como gentiles. La misma Sara era una persona de fe (He.11:11). 4:27 “Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido” (ref. Isa. 54:1). Aquí hay otra ilustración de dos mujeres. Esta vez podría representar a la Iglesia (compuesta principalmente por gentiles), y la nación de Israel. Israel consideraba que el Señor era su marido. Pero los gentiles no tenían Esposo Celestial y estaban desolados (espiritualmente estériles). Ahora que Cristo ha venido, los gentiles que anteriormente eran estériles, tienen muchos más hijos que Israel. “La Jerusalén que ahora es” tenía sólo un puñado de hijos e hijas de fe, pero la Jerusalén celestial estaba siendo llena con las multitudes de hijos e hijas de Sara, aquellos de la fe. 4:28 “Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa”. Hermanos, nosotros somos del linaje de Sara, no del de Agar. Nosotros somos hijos de la promesa y hemos recibido la herencia por la fe, no por las obras. Nosotros no nacimos en la esclavitud como el hijo de Agar. Nosotros nacimos libres como Isaac, y debemos permanecer así. 5:1 “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” El carnal siempre persigue al espiritual 4:29-31“Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? [ver Gn. 21:9-12]. Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre”. El carnal siempre persigue a aquellos que son espirituales. Nunca es al revés. Aquellos que no tienen las promesas de Dios envidian y atacan a aquellos que la tienen. Por ejemplo: Saúl atacó a David, pero David nunca atacó a Saúl. Esaú atacó a Jacob, pero Jacob nunca atacó a Esaú. Y aquí, Ismael se burló de Isaac. (Vea Génesis 21:9-12). El hijo de esclavitud persiguió al hijo que tenía las promesas; y los judíos bajo la ley siempre atacaron a aquellos que eran de la promesa, aquellos de la fe en Cristo. Considere la naturaleza de los dos hijos, Ismael era un “hombre salvaje”, un burlón (Gn.16:12, 21:9), pero Isaac era un hombre de paz (Gn. 26:12-22). Alguien con las promesas puede ser benigno. Aquellos sin las promesas son los que envidian, aterrorizan y atacan. “Así también ahora”. Como Ismael y sus descendientes persiguieron a Isaac y sus descendientes en el pasado, así también es ahora. Los hijos de esclavitud bajo la ley (judíos y judaizantes) persiguen a los hijos de la promesa (personas como Pablo y los gálatas). La mayor parte de las persecuciones de Pablo, en el libro de los Hechos fueron realizadas por los judíos, no de los paganos o romanos. Irónicamente, a menudo los romanos tenían que proteger a Pablo de los judíos celosos citadores de la Escritura, que procuraban matarlo.
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Aquellos bajo la esclavitud de la ley no pueden heredar lo que aquellos de la fe sí pueden 4:30 “Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”. La esclava y su hijo (la ley y sus hijos de esclavitud, aquellos de las obras de la ley) no serán herederos ni tendrán la herencia con el hijo de la mujer libre, aquellos de la promesa, de la fe en Cristo. Pablo concluye: “De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (4:31). Se establece entonces, que nosotros (Pablo y los gálatas) no somos hijos de una esclava que fue expulsada de la presencia de su señor y a quien se le negó cualquier parte de la herencia. Sino que somos hijos de la mujer libre, los hijos de la promesa y herederos en la familia de Dios. Nosotros no estamos en la línea espiritual de Agar, estamos en la línea espiritual de Sara.
La alegoría de dos mujeres AGAR (una esclava)
SARA (una mujer libre)
Madre de esclavos
Madre de libres
El fruto de Agar Ismael “Nacido de la carne” – las obras Su carácter: hombre salvaje y burlón (Gn.16:12, 21:9) Su nacimiento significa “lo que el hombre podía producir” Sin herencia
El fruto de Sara Isaac “Nacido de promesa” – la fe Su carácter: hombre de paz (Gn. 26:12-22) Su nacimiento significa “lo que Dios podía producir” Con herencia plena
análogo a: El Antiguo Pacto Las obras El monte Sinaí
análogo a: El Nuevo Pacto La fe El monte Sión Heb.12:18-24
La Jerusalén terrenal Sus hijos en esclavitud Los judíos bajo la ley La esposa - Israel Tiene pocos hijos de fe Los perseguidores
La Jerusalén celestial Sus hijos son libres Todos los creyentes, judíos y gentiles La mujer desolada - los gentiles Ahora tiene muchos hijos de fe Los perseguidos
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Nota: los judíos que permanecieron bajo la ley, intentaron justificarse por las obras, persiguieron a Jesús y a la Iglesia primitiva. Así, ellos eran “ismaelitas” espirituales. Ellos no eran el pueblo de la promesa, de fe. Los legalistas y fundamentalistas de hoy que rechazan el bautismo en el Espíritu Santo, persiguen y se burlan de aquellos que lo tienen. Sin embargo, aquellos que rechazan el Espíritu Santo de la promesa no tendrán la calidad del fruto del Espíritu en su vida, y por consiguiente,no pueden heredar las promesas más grandes. En cierto sentido, son los ismaelitas espirituales. El estado de la Iglesia en Jerusalén “La Jerusalén actual… está en la esclavitud” Habían pasado ya veintisiete años desde Pentecostés. La Iglesia madre en Jerusalén continuaba ofreciendo los sacrificios en el templo y observando todas las ordenanzas levíticas instituidas por Moisés. “La Jerusalén actual”, todavía estaba en la esclavitud, ella y sus hijos. La mayor parte de Jerusalén rechazó a Cristo, pero los miles que recibieron a Cristo continuaron observando todos los rituales de Moisés. Ésta era la Iglesia madre de los doce apóstoles y de Jacobo el hermano del Señor. Parece que los apóstoles en Jerusalén no insistieron en romper con la religión pasada, sino que la permitieron. Seis meses después de escribirle a los gálatas, Pablo visitó Jerusalén (mayo, 58 d.C.), pero los líderes cristianos le pidieron que observara la ley mientras estaba de visita, sólo para complacer a los creyentes judíos (Hch. 21:20-26). Los líderes estaban de acuerdo en que los gentiles no necesitaban observar la Ley de Moisés, pero permitían que creyentes judíos lo hicieran. Fue sólo Pablo quien insistió que el Antiguo Pacto había pasado y que ya no era necesario que los gentiles ni judíos lo guardaran. En todas las epístolas de Pablo, puede descubrir el estado de las personas por las cosas que él tenía que decirles. En el 63 d.C., Pablo les escribió a los hebreos. Este es el estado de la Iglesia de Jerusalén: 2:1 2:3 3:8 3:12-14 4:1-11 5:11 5:12-14 6:1-3 6:6 6:7-9 6:12
Ellos no estaban poniendo atención a las cosas que habían oído. Ellos estaban descuidando una salvación tan grande. Ellos estaban endureciendo sus corazones. Algunos tenían un corazón malo de incredulidad y estaban apartándose del Dios viviente. No estaban entrando en el reposo ni cesando de sus propias obras, ideas u opiniones. Ellos eran tardos para oír. Pablo tenía tanto más para decir, pero ellos no podían oírlo. Ellos ya deberían haber sido maestros para ese tiempo, pero todavía eran bebés que requerían “leche”. Ellos no habían progresado más allá de las enseñanzas fundamentales, no tenían claro los elementos básicos y no estaban continuando hacia la perfección. Ellos estaban crucificando al Hijo de Dios de nuevo... ofreciendo sacrificios de animales, etc. Ellos estaban produciendo espinos (las obras de la carne) en lugar de hierba provechosa (el fruto del Espíritu). Algunos eran perezosos e impacientes.
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7:11,19
Ellos estaban intentando perfeccionarse por medio de los rituales del Antiguo Testamento. Pablo les dijo que si el primer pacto y sacerdocio hubiesen funcionado bien, entonces Dios no habría levantado uno nuevo (8:7). 10:1-3 Ellos todavía estaban ofreciendo sacrificios. Pablo explica que por un sacrificio, Cristo ha quitado nuestros pecados para siempre (9:26, 9:28, 10:10, 10:12, 10:14). 10:26 Algunos estaban pecando voluntariamente (mientras otros lo hacían por ignorancia). 10:35,36 Algunos estaban perdiendo su confianza, y tenían necesidad de paciencia. 11:1-40 Pablo predica un capítulo entero sobre la fe porque ellos estaban procurando la perfección a través de los rituales y las obras. La fe viene de una relación, no de rituales. 12:5-11 Ellos habían olvidado las exhortaciones, de no menospreciar la disciplina del Señor. 12:8 Muchos eran espiritualmente “ilegítimos” ya que rechazaban las correcciones del Padre y no eran portadores de Su semejanza. 12:12 Eran débiles y estaban desanimados; sus manos estaban caídas y sus rodillas debilitadas. 12:15 Ellos estaban siendo perturbados con amargura y no estaban recibiendo la gracia de Dios. 12:16,17 Ellos estaban en peligro de perder su primogenitura, como sucedió con Esaú. 12:25 Ellos estaban negando a quien les hablaba desde el cielo. 13:9 Ellos se dejaron llevar por doctrinas extrañas... las ordenanzas y el legalismo levítico. El resultado del descuido de no poner atención, de rechazar a Aquel que estaba hablando desde el cielo, de endurecer el corazón, y no cesar de sus propias obras, fue que la iglesia de Jerusalén se estaba secando y descarriando. Ellos estaban desanimados y no entraban en el reposo. Éste es el fruto de no cortar con la religión pasada. El mismo mensaje se aplica al movimiento carismático de hoy y todos los otros que han experimentado un avivamiento de Dios, pero que desde dicha experiencia no siguieron adelante con Dios.
Resumen del capítulo cuatro 4:1-3
Los judíos que estaban bajo la ley eran como los niños herederos al trono. Mientras es menor de edad, un niñoheredero no puede recibir una herencia y su rango no es mayor que el de un sirviente. Los judíos bajo la ley eran como niños entrenados en los símbolos y tipos elementales de las ordenanzas de Moisés, y estaban bajo el control de guardianes. Ellos permanecían en esta condición subordinada hasta que eran considerados “maduros” para su herencia.
4:4-7
La venida de Cristo marcó la liberación de la niñez espiritual hacia la herencia prometida. Él trajo al hombre al Nuevo Pacto: ésta es la herencia prometida. Cristo hizo esto habiendo nacido bajo la ley, sujeto a todas sus restricciones, y aún así, cumpliendo la ley, siendo el único Hombre Perfecto. Cristo rasgó el velo e hizo posible que los hombres entraran en la presencia de Dios y que fueran totalmente redimidos. Él abrió todos los tesoros de la redención, dándonos el Espíritu como la evidencia que somos los hijos de Dios. Bajo el Nuevo Pacto, nosotros ya no somos niños herederos mirando una herencia futura, sino que somos hijos adultos que tienen la posibilidad de recibir la herencia plena.
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4:8-11
Los gálatas, quienes eran esencialmente gentiles, habían sido idólatras. Ellos habían sido liberados de esta terrible esclavitud, volviéndose cristianos. Ahora, ellos estaban regresando a otra forma de esclavitud adoptando los numerosos y vacíos rituales de los judaizantes, observando días, meses, tiempos y años. Los gálatas estaban regresando al Antiguo Pacto y convirtiéndose otra vez en niños. Ellos estaban renunciando a la herencia que los hijos maduros pueden tener bajo el Nuevo Pacto, cayendo nuevamente en la niñez dónde ellos no eran diferentes de los sirvientes. Era como graduarse de la escuela secundaria y regresar al kinder y a la escuela primaria.
4:12-16
Pablo apela al antiguo lazo de amistad entre él y los gálatas. “Vuélvanse como yo porque yo también me he vuelto como ustedes”. Él era un judío que se había vuelto como un gentil y había puesto a un lado su orgullo de la justificación por las obras. Él les pide que hagan lo mismo y sean como él es. Ellos no le hicieron daño en el pasado cuando vivió así con ellos. Luego les recuerda cómo le habían respondido cuando él vino por primera vez a Galacia. Ellos lo recibieron como a un ángel, como si hubiera sido Cristo Jesús, incluso cuando estuvo muy enfermo. Pero ahora él se ha vuelto su enemigo porque todavía predicaba el mismo mensaje que los bendijo al principio. Ellos habían sido “celosamente afectados” por los judaizantes.
4:17-18
Los judaizantes estaban mostrando celos y preocupación por los gálatas, pero con intenciones ocultas. Ellos querían el afecto y la atención de los gálatas para ellos. También estaban intentando separarlos de Pablo y sus compañeros para tenerlos completamente bajo su hechizo. Pablo les dijo a los gálatas: “mostrar celo es bueno si es por una causa justa, pero ustedes muestran celo por mi modo de obrar cuando estoy con vosotros. Ahora en mi ausencia, están siendo celosos por una causa incorrecta”.
4:19-20
Pablo llama a los gálatas “niños pequeños”. Ésta era la magnitud de su espiritualidad. Él no sabía qué camino tomarían y estaba perplejo debido a ellos. Nuevamente estaba teniendo dolores de parto en oración, a fin de traerlos a la madurez. Él no quería que ellos se quedaran cortos de alcanzar la meta de Dios.
4:21-31
En cuanto a los que querían estar bajo la Ley de Moisés, Pablo razona con ellos basado en la Ley de Moisés. Abraham tuvo dos hijos, uno de Agar y uno de Sara. El hijo de Agar nació por el pensamiento y trabajo del hombre, pero el hijo de Sara nació por la promesa y esto requirió de fe y de un milagro. Por medio de la vida de Abraham, Pablo les presenta un perfecto paralelo con lo que los gálatas estaban intentando hacer. Ésta es una alegoría del Antiguo y Nuevo Pacto. El Antiguo pacto era como Agar y su hijo. Ella, una esclava, dio a luz a un hijo de esclavitud. Él nació como resultado del pensar y hacer del hombre. Él representa las obras. El Nuevo Pacto era como Sara y su hijo. Sara era una mujer libre. Su hijo nació debido a una promesa; requirió fe y un milagro. Aquellos que son de fe son de la línea de Sara. Aquellos que buscan la justificación por la fe son de su línea espiritual. Pero aquellos que buscan la justificación por las obras son de la línea de Agar. Pablo dice: “Gálatas, ustedes son de la línea espiritual de Sara”
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Capítulo Cinco Al inicio del capítulo cinco, el apóstol presiona para llegar a los resultados de sus argumentos. Él alcanza el clímax de sus apelaciones. Los primeros dos capítulos involucraron la autoridad apostólica de Pablo. Los capítulos tres y cuatro trataron acerca de la doctrina de justificación por la fe. Los últimos dos capítulos son una aplicación práctica de cómo mantener la libertad cristiana Pablo fue el teólogo más profundo de todos los tiempos, aún así, nunca aisló la doctrina de la vida práctica. Al contrario, él creía que la doctrina debía formar nuestra vida. En muchas de las epístolas de Pablo, él presenta primero una posición doctrinal y continúa con las aplicaciones prácticas. Primeramente, él establece sus enseñanzas y luego explica cómo vivir en la luz de esos conceptos. En los capítulos 5 y 6, Pablo precisamente hace esto exponiendo, en una forma práctica, todo lo que ha dicho hasta este punto. Nosotros tenemos que poner de nuestra parte para mantenernos libres 5:1 “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Este versículo es un buen resumen del capítulo cuatro; también es un buen prefacio para las exhortaciones prácticas que siguen a continuación. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Aunque es cierto que nosotros mismos no podemos liberarnos de la esclavitud, debemos cooperar con Dios para ser libres y permanecer libres. Dios tiene Su parte y nosotros tenemos nuestra parte. Pablo nos ordena que estemos firmes en nuestra libertad y que no volvamos a nuestra esclavitud. En este caso, los gálatas que habían sido hechos libres en Cristo, voluntariamente escuchaban a esos hábiles oradores que los llevaron a la esclavitud judaica de la ley. El versículo uno nos recuerda el mensaje de Isaías a aquellos en el destierro babilónico. Les ordenaron “sacudirse” y “soltarse” de las ataduras de sus cuellos (Is. 52:2). Dios no hará todo por nosotros. Nosotros tenemos que escuchar y responder a los piadosos. Los gálatas necesitaban salir del hechizo puesto sobre ellos por los judaizantes de Jerusalén. Los poderes espirituales que pueden tomar control de las personas son increíbles. Pero ¿por qué estos poderes los vencen? Porque han cerrado sus oídos a los hombres correctos y han escuchado a los seductores.
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Confiar en la circuncisión para la salvación es separarse de Cristo 5:2-4 “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”. El asunto aquí no es simplemente la circuncisión. Ciertamente, las personas circuncidadas pueden ser salvas. Pablo está hablando de la circuncisión en el sentido que los maestros judaizantes lo impusieron, enseñando que “a menos que fueran circuncisos y guardaran la Ley de Moisés, ellos no podrían salvarse” (Hch. 15:1,5). La suficiencia de la obra redentora de Cristo estaba siendo desafiada. En este caso, si los gálatas se sometían a la circuncisión como medio de salvación, ellos estaban basando la vida eterna en la circuncisión, Pablo declara que “de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”. Esto sería renunciar a los medios de justificación que Dios ha establecido. Al no permanecer por la gracia, ellos emprendieron la tarea imposible de ser justificados por la ley y entonces se volvieron deudores para cumplir toda la ley, una tarea que ellos no eran capaces de llevar a cabo. La justicia viene por el Espíritu, a través de la fe 5:5 “Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia”. La única manera que podemos ser justos es por el obrar del Espíritu en nuestro corazón. Esta obra del Espíritu es contínua y se incrementa a través de nuestra relación de fe con el Señor Jesucristo. Recordemos que Cristo es la Vid y nosotros somos los pámpanos. Mientras permanecemos en la Vid, Su vida continúa fluyendo en nosotros y nos cambia. Cuando las personas se separan de la Vid, pronto se marchitan y mueren. Nuestra vida viene exclusivamente de Cristo. Cada rama que no lleva fruto es cortada y tirada al fuego. Ésta es una referencia al juicio eterno (Jn.15:5-6). Una relación de fe es lo único que cambia a los hombres 5:6 “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”. ¡Las prácticas externas y los ritos nada logran! Lo que nosotros estamos buscando es una naturaleza cambiada, un nuevo corazón. Ser circunciso o incircunciso no afecta nuestra naturaleza en absoluto. Éste no es el problema. Lo que sí cambia nuestro corazón es la fe, una relación con el Redentor. Y la fe opera por el amor. La fe sólo funciona en un corazón suave. La fe no puede trabajar en un corazón orgulloso y endurecido. La fe no puede trabajar en un corazón que se justifica a sí mismo. La justicia viene a través de una relación con una Persona: el Señor Jesucristo. • Is. 54:17 • Col 2:10
“ ...y su salvación de mi vendrá, dijo Jehová.” “y vosotros estáis completos en él”
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• Fil. 3:9 • Ro.10:4 • Lv. 26:13 • 1 Co.1:30-31
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“no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. “porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. “Yo Jehová …, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido”. “Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención”
Por consiguiente: “Él que se gloría, gloríese en el Señor.” La condenación de los falsos maestros 5:7-12 “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¡Ojala se mutilasen los que os perturban!” 5:7 “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?”. Los gálatas habían tenido un buen inicio, pero después escucharon a las personas incorrectas. Esto es verdad para tantos cristianos. Ellos empiezan bien, sólo para desviarse después del camino. Los gálatas tuvieron un excelente padre espiritual. Por su propia elección, ellos escucharon de buena gana a los habladores tentadores y cerraron sus corazones a Pablo. Así, ellos se desviaron del curso. ¡Recuerde, nuestra prueba también viene! Pablo nos advierte a todos a prepararnos para el “día malo”. El día de prueba vendrá y debemos ceñirnos de antemano con toda la armadura de Dios. (Ef. 6:13-18). Tentador, pero engañoso 5:8 “Esta persuasión no procede de aquel que os llama”. Cuán rápidamente fueron alejados de Él, Aquel que los había llamado a la gracia de Cristo, hacia otro evangelio. Los gálatas habían empezado bien la carrera y habían estado apuntando hacia el premio del supremo llamamiento de Dios, pero alguien había puesto obstáculos en su camino. Estos maestros falsos eran muy persuasivos. Sólo con un corazón profundamente comprometido con Cristo podrían haber detectado el engaño y los verdaderos motivos de los judaizantes. Desgraciadamente, el nivel de compromiso de los creyentes en Galacia era superficial, en el mejor de los casos. “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” Filipenses 2:21
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Un poco puede destruir mucho 5:9 “Un poco de levadura leuda toda la masa”. La levadura es un símbolo de pecado, falsa doctrina, e hipocresía. (Vea Mt.16:6,12; Lc.12:1). La levadura es un tipo de fermento que se extiende, penetrando en toda la hogaza. ¡Ésta es la principal característica de la levadura!, pero el pecado y la falsa doctrina también son así. Un poco se extenderá rápidamente a través de una iglesia y absorberá a toda la congregación. Cuando la inmoralidad no fue tratada rápidamente en Corinto, empezó a extenderse a través de la iglesia (1 Co. 5:1-7). Nuevamente Pablo advirtió: “Un poco de levadura leuda toda la masa”. Por favor note que dice un “poco” de levadura. Sólo se necesita un poco para corromper toda la iglesia. Eclesiastés 9:18 advierte: “Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien”. Acán perturbó a toda una congregación (Jos. 7:1,11,12). Diez espías, compañeros de Josué, desanimaron a toda una nación y la desviaron de la Tierra Prometida. Pablo tenía esperanza para los gálatas 5:10 “Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea”. Pablo creyó que los gálatas podían salir del hechizo que les había sido puesto por los judaizantes. Creer por otros viene de la experiencia personal. Si Dios se ha mostrado en ciertas áreas de tu vida, entonces tienes la fe de que Dios se puede mostrar a otros en esas mismas áreas. El mismo Pablo había conocido lo que era la decepción en su juventud. Él había estado confundido con el legalismo en sus años de juventud, pero Cristo lo había libertado en el camino de Damasco. Pablo tenía la confianza dada por Dios de que los gálatas podían apartarse de su error, pero también tenía confianza en que aquellos que los habían engañado encontrarían el juicio de Dios. La asombrosa responsabilidad de ser maestro Es una responsabilidad tremenda ser un maestro, especialmente en el área de asuntos espirituales. Cuando un maestro de la Biblia está equivocado en un cierto punto, plantará ese error en el corazón de todos sus estudiantes. Entonces, sus estudiantes saldrán y reproducirán esa semilla mala en el corazón de muchos otros. Así, su error se multiplica muchas veces. El apóstol Santiago advierte sobre esto en Santiago 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. (No presuman muchos de ustedes de ser maestros, mis hermanos, por que sepan que nosotros los maestros, seremos juzgados por una norma más alta y con mayor severidad que otras personas. Por lo tanto, asumimos mayor responsabilidad y más condenación) Yo he aprendido, después de muchos años de ministerio, que las personas que están ávidas para dar consejos a otros casi nunca tienen algo sustancioso para dar. Generalmente, ellos están luchando con una multitud de problemas en su propia vida personal, los mismos problemas que ellos están intentando resolver para sus “clientes”. Santiago nos exhorta “...todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. (Stg.1:19) Ver Pr.17:27.
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Los judaizantes eran hombres con un apetito voraz por enseñar a otros, mientras que ellos mismos no entendían su propio corazón corrupto ni los asuntos que estaban intentando comunicar. Pablo los describe en 1 Timoteo 1:7: “queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman”. Ellos no tenían entendimiento alguno de las palabras y términos que usaban o de los asuntos sobre los que hacían tales aseveraciones dogmáticas. No cometamos el error de Job quien “multiplicó sus palabras sin conocimiento” (Job 34:35, 35:16, 38:2). La cruz es una ofensa, no hay gloria para mí 5:11 “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz”. ¡La cruz es ofensiva! Es una piedra de tropiezo porque rechaza todo el mérito y la gloria humana y ve al Varón de Dolores crucificado como su única esperanza de justicia. Por predicar esto, Pablo estaba siendo perseguido. La circuncisión y observancia a las ordenanzas mosáicas eran algo que el hombre podía hacer, pero la cruz quitó toda la jactancia del hombre; por esto, la cruz era ofensiva y Pablo era odiado por su mensaje. La humanidad quiere gloriarse en sí misma más que en el Señor, pero Pablo nos dice: “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Co.1:29-31). Pablo desea que los judaizantes sean cortados del cuerpo de Galacia 5:12 “¡Ojala se mutilasen los que os perturban!”. Acerca de aquellos que estaban perturbando las iglesias de Galacia, Pablo deseó que fueran “cortados” o amputados de la iglesia. Mientras los falsos maestros estaban predicando la circuncisión (la necesidad de cortar la carne), Pablo va más allá y desea que los creadores del problema sean cortados del cuerpo de Galacia. Cristo enseñó: “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado” (Vea Mr. 9:43-48). Es mejor perder un ojo en vez de tener ese ojo usándolo para ver pornografía y adulterio que en el futuro llevan al juicio eterno. Es mejor perder un miembro de nuestro cuerpo si esto puede salvarnos del infierno. A veces, un miembro del cuerpo tiene que ser cortado para salvar el resto del cuerpo. Una célula cancerosa puede destruir todo el cuerpo. Esto es verdad en un cuerpo de creyentes. A veces un miembro infeccioso necesita ser quitado o destruirá todo el cuerpo. Tal fue el caso de Acán cuando tuvo que ser cortado de la congregación (Jos. 7:1,11,12). En un sentido muy real, esto es lo que Pablo está diciendo en el versículo 5:12. La libertad cristiana no es licencia para hacer lo que nosotros queremos 5:13 “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”. Mientras somos llamamos para ser libres de yugos innecesarios, no podemos usar nuestra libertad para vivir como a nosotros nos plazca. Algunos usaron la oposición de Pablo al legalismo como una excusa para ser transgresores. Ciertamente, algunos de sus lectores usarían las doctrinas de la
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gracia como una licencia para el pecado y la auto-indulgencia. Por consiguiente, Pablo vio necesario advertir a los gálatas que su libertad cristiana no debe usarse para el ego, sino para servir a otros en el espíritu de amor. Una persona tiene que ser muy madura antes de que se le pueda dar total libertad. La libertad es peligrosa; incluso puede destruirnos. Sin madurez, una persona usará su libertad como una oportunidad para “la carne”. Ésta es la razón por la que nosotros estamos bajo “tutores y gobernadores” hasta el tiempo fijado por el Padre. Algunos maestros de seminarios han instado a las personas jóvenes a que se queden en su casa con sus padres hasta que se casen. Muchos que insisten en tener su libertad y vivir fuera de la casa caen en pecado moral. Resentidos por estar bajo autoridad y obediencia a las reglas de la casa, caen en las verdaderas ataduras, pecado moral, aborto, culpabilidad, pesar, amargura, odio, drogas y alcohol. Los problemas duraderos en nuestra vida (una dolencia física, presiones, otras situaciones molestas en casa o en el trabajo) son permitidas por Dios más de lo que nosotros pensamos. Dios tiene razones importantes para permitir prolongadas irritaciones en nuestra vida durante algún tiempo. Estas situaciones nos mantienen en curso y están formando dentro de nosotros el carácter cristiano. Dios quitará estos problemas, uno por uno, en la medida que maduremos, cuando seamos capaces de manejar la libertad, sin hacer de ésta nuestra ruina. Dios tratará con nuestro enemigo o problema cuando maduremos y cuando se ajusten las situaciones en nuestra vida (Pr.16:7, 2 Cor.10:6). El amor: el cumplimiento de la ley 5:13-14 “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Aquí está el objetivo total de la ley: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto se llama “la ley real” (Stg. 2:8) y también “la regla de oro”. Amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos es el resumen perfecto de la ley (Mt. 7:12). Irónicamente, un legalista, buscando ser el más grande guardián de la ley, es el más grande violador de la ley porque es incapaz de amar. Por el contrario, está lleno de crítica, orgullo, dureza, hipocresía, y auto-justificación. Vea Mr. 7:1-9. Apartándose de la gracia, no tenían poder para amar 5:15 “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”. Los gálatas, apartándose de la gracia, separándose de la Vid, no tenían poder para soportarse ni para amarse unos a otros. Apartando la vista de Cristo, la malicia, el odio y la amargura empezaron a gobernar sus corazones. Ellos “se estaban mordiendo y estaban comiéndose unos a otros”. La señal más grande de la santidad es el control de la lengua (Stg. 3:2). Pero, en grupos enfocados en el hacer o no hacer, encontrarán constantemente un flujo de chismes y crítica.
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“Los ritos o la relación”. Caminar en el Espíritu: la única manera de ser santo 5:16 “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. La fe es nuestra línea vital de comunicación con Dios. A través de la fe, caminamos con Dios, hablamos con Dios y continuamente recibimos Su fuerza. Cuando los creyentes se apartan de la fe y de la vida llena del Espíritu, hacia reglas y tradiciones, entonces no tienen poder para resistir los deseos de la carne. Mientras que una persona Amish guarda todas sus tradiciones, códigos de vestimenta y separación cuidadosa del mundo, aún así no tiene poder sobre el incesto. El incesto es un problema muy grande en esa cultura. Un Amish o cualquiera que se especializa en las reglas externas más que en Cristo, no puede tener dominio sobre sus apetitos carnales. Es sólo andando en fe y unión con Cristo y Su Espíritu, que un hombre tiene el poder sobre las tentaciones de la carne. La contínua batalla 5:17 “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. Nuestra batalla con la carne es continua y llena de peligros. Los viejos apetitos y las malas tendencias deben mantenerse clavadas a la cruz diariamente. Cuanto más espiritual sea un hombre, más sensible es la lucha entre la carne y el Espíritu, y comprende más que hay fuerzas permanentes en el corazón humano que están en antagonismo mutuo, “y éstos se oponen entre sí”. La carne contiende contra el control del Espíritu y el Espíritu contiende en contra del control de la carne, “para que no hagáis lo que quisiereis”. Hay una opción que debe ser tomada a diario por la gracia, que resultará en victoria o derrota. Una vida en el Espíritu nos libra de la ley 5:18 “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”. Si nos rendimos al Espíritu, y si estamos bajo el control del Espíritu, entonces el Espíritu contenderá contra la carne y ganará la batalla. El Espíritu nos ayudará a cumplir las justas demandas de la ley. Por consiguiente, somos libres de la maldición de la ley. No estamos bajo la ley, estamos bajo la Gracia, que viene de una caminata de fe. La carne (la parte corrupta y carnal de nosotros) disputa y hecha en contra del espíritu (la parte renovada de nosotros) y en contra del Espíritu Santo. Estamos en una batalla definida porque tenemos dos naturalezas. Tenemos un nuevo hombre, y un viejo hombre. Así como la casa de David creció más y más fuerte y la casa de Saúl se hizo más y más débil, el nuevo hombre debe alcanzar ser más fuerte que el hombre viejo (2 S. 3:1). A cada creyente se le asegura esta victoria si él camina en el Espíritu de Cristo y vive en Su Espíritu. Esto significa decir no a la carne (por la gracia divina), y sí a las cosas de la justicia.
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En 5:19-21, hay diecisiete manifestaciones de la carne que deben ser mortificadas o muertas. En caso que pensemos que Pablo está enseñando que somos libres de toda ley moral para hacer lo que nos plazca, lo siguiente enseña realmente todo lo contrario. Por las siguientes iniquidades, los hombres y las mujeres pueden descalificarse de la vida eterna. “Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Las obras de la carne 5:19-21 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. También ver Ef. 5:3-7, 1 Co. 6:9-10. Cualquiera de estas obras de la carne, si uno continúa y no se arrepiente, podría causar que un hombre pierda su alma. En Romanos 8:35-39, Pablo enumera diecisiete cosas que no pueden separarnos del amor de Cristo, pero aquí enumera diecisiete cosas que sí pueden. Nada puede separarnos del amor de Dios excepto nuestros pecados. “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Is. 59:2). Estas “obras” de la carne son “manifiestas”. Es decir que éstas son fácilmente vistas y reconocidas. No hay dificultad en distinguir entre aquellos que “caminan en el Espíritu” y aquellos que “cumplen los deseos de la carne”. Las tendencias hacia todos estos pecados pueden permanecer dormidas en nuestro corazón. Somos capaces de caer en cualquiera de éstas. A menos que andemos en el Espíritu y así refrenemos la carne, cualquiera de estos horribles vicios pueden brotar y florecer. Por consiguiente, Pablo agrega una solemne advertencia que repite una y otra vez: “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Apartándose de una vida en el Espíritu, los gálatas estaban poniéndose en peligro, dejando sus almas abiertas a la tentación de todas estas obras de la carne. Indudablemente, estos pecados eran comunes en Galacia (tal como lo son alrededor del mundo en estos días) y muchos de los gálatas volverían a sus estilos de vida pasada, a menos que hubiera un cambio dramático. El adulterio, la fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistad, pleitos, celos, iras, contienda, sediciones, herejías, envidias, homicidios, borrachera, y orgías, y cosas semejantes a éstas: Este grupo de diecisiete vicios de la carne son bastante comprensibles. Pero el hecho de que Pablo termine con “cosas semejantes a éstas” muestra que la lista no es de ninguna manera exhaustiva. Todos estos pecados tienen una cosa en común: todos ellos están arraigados en el egoísmo. El amor es exactamente lo opuesto, el amor es totalmente desprendido. Quizás nosotros podríamos dividir estos diecisiete en tres categorías:
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1.) Vida moral egocéntrica – adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia. 2.) Vida espiritual egocéntrica – idolatría, hechicería. 3.) Vida social egocéntrica – odios, enemistades, celos, ira, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías. Las obras de la carne Adulterio:
Fornicación: Inmundicia: Lascivia: Idolatría: Hechicería: Odio: Pleitos: Celos: Ira: Contienda: Disensiones:
Herejías: Envidias: Homicidios:
Borracheras: Orgías:
La infidelidad al esposo o esposa. Este pecado está asociado con muchos otros espíritus malos que entran en el corazón tales como engaño, mentira, encubrimientos, hipocresía y traición. Ver Oseas 4:11. Incluye todas las relaciones sexuales ilícitas. La impureza destruye la conciencia (Ef. 4:17-19). No sólo las irregularidades sexuales, sino todo lo que lleva a ello, como la suciedad de la pornografía y otros estímulos viles. La inmodestia, el insolente descuido de la decencia, el descaro de vivir estilos de vida malos. Las falsas religiones, el culto falso, el amor y la devoción a algo diferente del verdadero Dios. La brujería, la magia. A menudo asociado con las drogas y jugar en lo oculto con los poderes del mal. La enemistad; la hostilidad a otros. Arraigado en un corazón endurecido, es lo opuesto al amor. Considere a Caín. Luchas, disputas. Un mal carácter bullicioso y contencioso como el de Nabal (1 S. 25:3,17). La rivalidad por una posición, como es visto en Absalón o Coré. Una necesidad de ser el primero. Los arranques de ira pueden volverse demoníacos (Stg.1:20). Las facciones. Cuando los individuos chocan, otros toman algún partido. El soborno y la lisonja son usados para ganar seguidores. Las divisiones, los partidos. La voluntad para perturbar la paz de una casa, una iglesia o toda la comunidad y hacer que grupos enteros se aparten los unos de los otros. Las doctrinas y creencias falsas creadas por hombres que aseguran tener una revelación que nadie tuvo antes. La pena por la buena fortuna de un vecino; el deseo de privar a otro de su lugar y de sus posesiones. El clímax de todos los antagonismos. Saúl deseó la muerte de David; los judaizantes hubieran amado ver a Pablo morir. Caín mató a Abel porque las obras de Abel eran mejores que sus obras (1 Jn. 3:12). La indulgencia excesiva en bebidas alcohólicas. Muchos espíritus malos pueden entrar en una persona ebria. La indulgencia corporativa de embriaguez en donde toda cosa mala está libre, sin restricción (Os. 4:11).
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Los frutos del Espíritu 5:22,23“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Esto es lo que el Espíritu Santo produce en la vida de aquellos que viven en el Espíritu y caminan en el Espíritu, en aquellos que permanecen en la Vid. Estos hermosos frutos muestran falta de egoísmo, fuerza espiritual y la misma naturaleza del Señor. Los nueve frutos son fortalezas Amor:
es la fuerza para poner a otros primero, y la fuerza para no ser egoístas, para llevar y soportar todas las cosas. Gozo: “el gozo de Dios es nuestra fortaleza”. El gozo limpia y sana nuestro espíritu de heridas, rencores y depresión. Paz: es la fuerza para estar tranquilo en las tormentas. No se turba con las dudas y temores del enemigo. Paciencia: es la fuerza para no “rendirse” sino más bien soportar dificultades y las circunstancias difíciles. Benignidad: es la fuerza para no ser áspero ni grosero con otros. Es el resultado de la sabiduría. Bondad: es la fuerza para hacer lo que es moralmente correcto. Considera lo que es eternamente mejor para otro. Fe: es la fuerza para vencer al mundo, a Satanás y a las pruebas oscuras (1 Jn. 5:4). Mansedumbre: es la fuerza para no vengarse, verbalmente o físicamente (Is. 53:7, 1 Pedro 2:21-23). Templanza: es la fuerza para no consentir, la fuerza para refrenar apetitos y pasiones. La madurez cristiana es medida por una norma: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20). Nosotros medimos el carácter de un hombre, no por sus dones, sino por la evidencia del fruto del Espíritu en su vida. ¿Los judaizantes eran gobernados por estos frutos? ¿Sus enseñanzas producían estos frutos? ¡Ciertamente no! Estaban atrayendo a los hombres hacia sí mismos, no a Cristo (ref. Hch. 20:30). Los judaizantes no tenían el amor de Dios, el gozo o la bondad. Ellos tenían un insaciable apetito por controlar a otros y promover su propia causa, sin tener en cuenta el daño que causaban. ¿Se preocuparon ellos del bienestar eterno de los hombres y mujeres? ¡Ciertamente no! Su motivación eran los celos y la envidia, ellos calumniaban y difamaban a Pablo y deseaban su muerte para tener el dominio sobre las personas. Los nueve frutos revelan la naturaleza de Dios Amor Gozo Paz Paciencia Benignidad Bondad
Dios es amor. 1 Jn. 4:16. El gozo del Señor es nuestra fortaleza. Neh. 8:10. Él es el Príncipe de Paz. Is. 9:6. El Señor es paciente, misericordioso, piadoso. Éx. 34:6. “Y tu benignidad me ha engrandecido”. Sal. 18:35. Él es “grande en misericordia y verdad” Éx. 34:6, Sal. 34:8.
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Fe Mansedumbre Templanza
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“lo vivo en la fe [su fe] del Hijo de Dios” Gá. 2:20, Hch. 3:16. “Yo soy manso y humilde de corazón” Mt 11:29. “Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros” Is. 30:18, 42:14.
Los nueve frutos del Espíritu revelan la naturaleza de Dios. Él es la misma esencia de estos frutos. Así, cuando todos estos frutos están abundando dentro de nosotros, seremos muy parecidos al Señor. Este es nuestro llamado y meta (Ro. 8:29, 1 Jn. 3:2). “contra tales cosas, no hay ley”. No hay ninguna ley más alta que esto. Es cierto que no hay ninguna ley contra el ejercicio de tales virtudes. Ellas son, de hecho, el verdadero cumplimiento de la ley. La elección de ser santo 5:24 “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. La santidad es una batalla y una elección diaria. La gracia nos permite decir “no” a las obras de la carne, pero la elección es nuestra. José huyó de la tentación, pero Sansón se quedó y cayó. Uno fue sabio, el otro no. Caminar en santidad no es una opción y no es fácil, pero es posible por la gracia. Cada uno de nosotros necesita un nuevo corazón. Sin embargo, este nuevo corazón viene gradualmente mientras obedecemos a Dios (y a aquellos que Él ha puesto sobre nosotros), y cuando caminamos diariamente en el Espíritu. El nuevo hombre se hará más fuerte a medida que obedecemos a Dios, y el viejo hombre será más y más débil (2 S. 3:1). Es Dios quien está trabajando dentro de nosotros el querer y el hacer Su buena voluntad (Fil. 2:13). Dios está cambiando nuestra voluntad y nos está dando nuevos deseos. Proverbios 23:26 dice: “Dame, hijo mío, tu corazón”. Si hay una tentación o conflicto que los esté dominando busquen al Señor hoy y díganle: “Señor, estoy poniendo mi corazón en Tus manos. Por favor cambia mis deseos”. El poder del pecado normalmente está en el amor que uno le tiene, pero Dios puede hacernos aborrecer ese hábito en particular o ese mal deseo, si nosotros le permitimos hacerlo. ¡Nuestra cooperación con Dios es importante! Nunca debemos resistirnos a Su Espíritu. Dios es muy paciente con las personas, pero si ellos continúan rechazando Su corrección o quejándose de sus circunstancias por mucho tiempo, Él los dejará solos. Él les permitirá ir por su propio camino, pero terminarán en oscuridad. Vivir y caminar en el Espíritu significa proseguir hacia la meta 5:25 “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. “Si vivimos por el Espíritu, también caminemos por el Espíritu”. La palabra griega usada aquí para “andar” no es la misma usada en el versículo 5:16. En el versículo 16, el “andar” describe la vida cotidiana, pero aquí él hace una figura de uno que está progresando en un camino o prosiguiendo hacia la meta. Debemos tener una meta hacia la cual proseguir, y esta meta es avanzar para llegar a ser como Cristo y tener una mejor resurrección (Fil. 3:11-14).
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Debemos entender que los galardones eternos y que una corona pueden perderse. (Ap. 3:11). Sin una visión, las personas viven descuidadamente y desenfrenadas, sin restricción (Pr. 29:18). Muchos cristianos piensan que no importa si ellos ganan o pierden la batalla con la carne, pero esto puede ser una cuestión de vida o muerte. Cuando un creyente comprende cuánto de su vida está en juego, esa comprensión le da un gran incentivo para vivir una vida en victoria. Hebreos 4:1 promueve el temor piadoso. Este pasaje nos dice que tengamos temor de quedar cortos de la meta de Dios para nuestra vida. El problema de exaltar el ego 5:26 “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros”. Pablo cierra este capítulo con una referencia a los pecados que especialmente turba a sus lectores. Es el problema de la auto exaltación y auto glorificación que sólo provocan la envidia en otros. Incluso los doce apóstoles fueron culpables de provocarse entre sí alrededor de la mesa de la comunión en la Última Cena (Lc. 22:24). Como una cura para la envidia, Pablo exhorta a los hombres a “estimar a otros como superiores a sí mismos” en Filipenses 2:3. La humildad es una de las claves más importantes para tener unidad y recibir la bendición de Dios (Sal. 133). En el capítulo seis, Pablo continúa su tema de humildad y mansedumbre pidiéndoles a los santos que consideraran primero sus propias debilidades antes de juzgar a otros. Resumen del capítulo cinco 5:1
Pablo insta a los gálatas a que “estén pues firmes” en su libertad cristiana y a no retroceder a la esclavitud de los judaizantes. Dios nos hace libres, pero es nuestra responsabilidad mantenernos libres (Is. 52:2).
5:2-4
Si los gálatas confiaban en la circuncisión como un medio de salvación, ésta sería una renuncia a los medios de justificación que Dios había provisto. Esto estaría desafiando la suficiencia del trabajo redentor de Cristo. Esto es “apartarse de la gracia”.
5:5
Nuestra única esperanza de ser justos es “a través del Espíritu”. Sólo permaneciendo en la Vid tenemos vida y justicia divina fluyendo en nosotros. Todo esto es por fe, no por ritos.
5:6
El problema no es ser circunciso o incircunciso. Esto no cambia nuestro corazón ni nuestra naturaleza. La única cosa que nos cambia es “la fe que obra por el amor”. Sólo es por medio de una relación de fe.
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5:7-8
Los gálatas habían empezado la carrera y habían avanzado hacia el premio. Luego fueron obstruídos por habladores persuasivos. Ellos voluntariamente escucharon a las personas equivocadas, cerrando sus oídos a Pablo.
5:9
Sólo se necesitó “un poco de levadura” para corromper a toda la iglesia. Sólo unos pocos hombres malos infectaron todas las iglesias de Galacia. La levadura es un símbolo de pecado y doctrina falsa. Se esparce rápidamente.
5:10
Pero Pablo tenía confianza “en el Señor” que los gálatas podían volver al camino correcto. También, estaba seguro de que aquellos que los habían turbado encontrarían el juicio de Dios.
5:11
La circuncisión y guardar las ordenanzas es algo que el hombre puede hacer. Por consiguiente, el hombre puede gloriarse en el hecho que él se ha hecho justo y ha ganado su camino, pero la cruz es una “ofensa” porque se lleva toda la jactancia. Por esto, Pablo “sufrió persecución” por su mensaje.
5:12
Pablo desea que los judaizantes sean cortados o amputados del cuerpo de Galacia.
5:13
La libertad cristiana no deberá usarse “para la carne”. Pablo les advierte de no usar el mensaje de gracia como una licencia para la auto indulgencia. Somos puestos en libertad para servir a Dios, no a nosotros mismos. Ver Éxodo 4:23.
5:14
“El amor es el cumpliendo de la ley”. Un legalista, al intentar ser el mayor guardián de la ley, se convierte en el mayor violador de ella porque no puede amar. Es muy crítico, duro y se auto justifica.
5:15
Apartándose de la gracia, ellos “se devoraron entre si”. Ellos no tenían el poder para amar ni para soportar.
5:16-17
Caminar en el Espíritu es la única manera de evitar cumplir los deseos de la carne. Nosotros estamos en una batalla continua: la carne contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne.
5:18
Guiados por el Espíritu y rindiéndonos al Espíritu, cumplimos la ley, y no estamos bajo su maldición.
5:19-21
Aquí están las diecisiete “obras de la carne” que pueden destruir nuestra alma. Así que, no estamos libres de la ley moral para hacer lo que nos place. El egocentrismo resume las obras de la carne.
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5:22-23
Los nueve frutos del Espíritu muestran la naturaleza misma del Señor. Contra éstos, no hay ninguna ley más alta. Ellos son, de hecho, el verdadero cumplimiento de la ley.
5:24
Los cristianos deben “crucificar la carne con sus pasiones y deseos”. Es una elección, por gracia.
5:25
Si vivimos por el Espíritu, entonces caminemos por el Espíritu. Caminar significa proseguir a la meta.
5:26
Siendo advertidos contra la vanagloria (la auto exaltación) debemos estimar a otros como mejores que nosotros.
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Capítulo Seis Ya que el amor es el cumplimiento de la ley, Pablo aplica la ley del amor al tema de “llevemos las cargas los unos de los otros”. Él hace esto en dos áreas principales de la vida: primero, en la carga de una falla moral, restaurando al hermano caído (v.1-5) y, segundo, en la carga de necesidades temporales, apoyando a los líderes designados por Dios (v. 6-10). 6:1-5 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga”. La actitud correcta hacia un hermano caído 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Si un hermano cae en pecado, la primera responsabilidad de la iglesia es buscar su restauración y bienestar. Ésta es la ley del amor. Las actitudes deben ser humildes, comprendiendo que nosotros también somos capaces de caer en los mismos pecados. Cuando se muestra aspereza a un hermano caído, invitará muchas pruebas innecesarias para ver si nosotros damos la talla. Por ejemplo, cuando Pedro se jactó diciendo: “Aunque todos los hombres se escandalicen, yo no”, él implicó que era mejor y más fuerte que sus hermanos. Así se expuso a la tentación y cayó. Alguien que es espiritual es sensible a las tentaciones y tormentos de otros, está consciente y siempre agradecido por la gracia que lo ha guardado; tampoco crítica a aquellos que han caído. 6:2 “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. La “ley de Cristo” es el mandamiento de amarse los unos a los otros (ref. Gá. 5:14, Ro.13:8-10, Jn.13:34, Mt. 7:12). Cristo vino a sanar a los quebrantados de corazón, predicar la libertad a los cautivos y a poner en libertad a los oprimidos (Lc. 4:18). Amar a las personas significa que debemos “llevar” en nuestros hombros las cargas y presiones que son demasiado pesadas para ellos (Ro.15:1-3). La tentación en sí es una carga. Un hermano o hermana que está agobiado por el peso de la tentación necesita el apoyo y comprensión de los demás (He. 2:18). Job era un hombre que tenía un ministerio especial de sostener a aquellos que estaban a punto de caer (Job 4:3-4).
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La actitud correcta hacia nosotros mismos 6:3 “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”. Esta es la razón principal por la que un hombre no puede mostrar compasión a un hermano caído. Es la actitud de Lucas 18:11: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres”. Mientras mira hacia abajo a un hermano caído, el hombre presumido se felicita por no haber caído. Pensando que su espiritualidad excede por mucho a la de otros, él solo se engaña, porque la gracia es lo único que hace la diferencia (1 Co.15:10) y es sólo por gracia que nosotros continuamos de pie. Pablo advierte que debemos estar más preocupados de nuestras propias debilidades que de las de otros o seremos tentados y caeremos. 6:4 “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro”. En lugar de compararse con otros, Pablo los insta a que cada hombre examine sus propias obras a la luz de Dios. Haciendo esto, seguramente encontrará muy pocas razones para alabarse a sí mismo. Si sus obras resisten la prueba del escrutinio de Dios, puede entonces tener la satisfacción y regocijarse a solas él y Dios. 6:5 “porque cada uno llevará su propia carga”. Nuestra primera responsabilidad es guardar nuestro propio corazón. En el día del juicio nosotros responderemos a Dios por nuestras propias faltas, no por las de nuestro vecino. Debemos llevar nuestra “propia” carga. También daremos cuenta de la manera en que hemos tratado a otros. ¿Llevamos las “cargas” los unos de los otros o empeoramos las cosas criticándoles por sus defectos indeseables? En 6:1, Pablo dijo que debemos “sobrellevar las cargas los unos de los otros” pero aquí él declara: “cada hombre debe llevar su propia carga”. Cuando un cristiano comprende cuán corto se ha quedado de la perfección, estará más dispuesto, con un espíritu benigno, a llevar la carga de su hermano por una falta o debilidad y cumplir así la ley de Cristo. Recuerde, si deseamos alcanzar misericordia, debemos mostrar misericordia (Mt.7:12, 7:7). Las leyes de sembrar y cosechar 6:6-10 “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Apoyar a su ministro es sembrar para el Espíritu 6:6 “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”. (Aquel que está recibiendo la instrucción de la Palabra, dé a su maestro una porción
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de todas las cosas buenas que él posee) Este versículo sugiere que las iglesias de Galacia habían descuidado a sus líderes en el área del apoyo financiero. Pablo enseñó a la comunidad cristiana a apoyar a sus líderes designados por Dios con regalos voluntarios. Los ministros deben ocuparse en la lectura, la exhortación y la doctrina (1 Ti. 4:13); ellos no deben enredarse con los asuntos de esta vida (2 Ti. 2:4) y por consiguiente es saludable y justo que mientras ellos siembran en otros las cosas espirituales, ellos puedan cosechar las cosas temporales. Dios mismo ordenó esto; porque bajo la ley, aquellos que ministraban las cosas santas vivieron de las ofrendas del templo, porque el Señor ordenó que aquellos que predican el Evangelio vivan del Evangelio (1 Co. 9:11,13,14). Ver también 2 Co. 9:6. En Gálatas 6:6-10, Pablo usa nuevamente la misma figura de “sembrar y cosechar”. Él implica que tratar de forma egoísta y no compasiva a los ministros de Dios sólo puede producir una cosecha de pobreza espiritual. Por otro lado, el apoyo generoso a los líderes de Dios producirá crecimiento espiritual y prosperidad. En cuanto a esta verdad, los gálatas no debían engañarse. Todo lo que nosotros hacemos es “sembrar”, ya sea para la carne o para el espíritu 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. El hombre nunca puede escapar de las consecuencias de sus actos, aunque a menudo se engañe pensando que sí puede. Aquellos que se excusan de cumplir sus obligaciones morales y de hacer la voluntad de Dios en su vida no disfrutarán de recompensas en la eternidad. Nuestro breve tiempo aquí en la tierra es el “tiempo de sembrar”. Si nosotros sembramos escasamente, cosecharemos escasamente. Ciertamente, “sembrar y cosechar” incluye cada área de nuestra vida, no sólo el área de dar o apoyar a nuestros líderes. “No os engañéis, lo que el hombre sembrare, eso cosechará” •
Las personas piensan que escaparán de las consecuencias del adulterio porque han podido ocultarlo. Incluso pueden pensar que Dios está haciendo una excepción para su situación.
•
Otros sienten que si simplemente sus malos actos son olvidados o considerados cosa del pasado, no habrá ninguna cosecha de sufrimiento o de dolor por las semillas que sembraron.
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Algunos creen que dando más a la Iglesia se excusará su pecado, o que confesar sus iniquidades a un sacerdote o ministro los librará de las consecuencias.
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Otros suponen que simplemente pidiendo el perdón de Dios hará que sea anulada la ley de la siembra y la cosecha. Simplemente no es así. Acán confesó, pero tuvo consecuencias.
El perdón por el pecado es una cosa, pero hay consecuencias que siguen. Esto no se entiende ni se enseña a menudo en la Iglesia, hoy. El perdón no evita que un hombre coseche el castigo por su pasado. Sin embargo, sí asegura algo sumamente importante: la remoción de la
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culpa que separa al hombre de Dios. El perdón trae a una persona a la comunión con el amado Padre cuyo corazón ha sido profundamente herido y ofendido. Pero el perdón también capacita a una persona a llevar con más paciencia el castigo por el fruto de su pecado. Dios usa la propia consecuencia como “un recordatorio” que impide al ofensor sembrar más semillas que producirían una cosecha mayor de dolor. No debemos engañarnos ni ignorar este hecho, “pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. No se pueden evitar las consecuencias del pecado. “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción”. Un padre quiso grabar esta verdad en la mente de su hijo, así que le pidió que martillara un clavo en la puerta cada vez que él desobedeciera. Cuando el hijo se arrepintió y pidió perdón, el padre le dijo que arrancara los clavos de la puerta. Después de arrancar los clavos, él dijo: “Papá, pero los agujeros de las clavos todavía están allí”. “Sí”, dijo su padre; “éstos son los recordatorios para que tú no desobedezcas de nuevo. Estos representan las cicatrices que tú dejas atrás, aunque ya hayas sido perdonado”. Sembrar para la carne 6:8 “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Nosotros estamos constantemente sembrando, ya sean buenas o malas semillas. Estamos sembrando por nuestras palabras, pensamientos, actitudes, decisiones y acciones. Todo lo que sembramos, lo vamos a cosechar. Siempre regresará a nosotros, pero en mayor medida que la que sembramos. Aquellos padres que dejan una iglesia enojados y criticando, siembran esas mismas semillas en el corazón de sus hijos. Los hijos pagarán más abundantemente, más adelante, con mucho desafío y rebeldía. Nuestras actitudes hacia la autoridad se reflejan mucho en nuestros hijos. Génesis nos enseña claramente que todo (animal/vegetal/hombre) se reproduce “según su género”. Ésta es una ley inmutable de la creación (Gn.1:11,12, 21, 24, 25; 5:3). Las vacas producen vacas, las patatas producen patatas, los padres de baja estatura producen hijos de baja estatura, los padres obstinados producen hijos obstinados. Los padres que nunca asisten a la iglesia producen hijos que no tienen respeto por la casa de Dios. Las madres que no respetan a su marido producen hijas que no respetan a su marido. Los padres que aman la pornografía y un estilo de vida clandestino, producen lo mismo en sus hijos e hijas. ¿Qué está plantando en sus hijos? Recuerde que usted cosechará más de lo que sembró. Sembrar para el espíritu “Mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Plantemos las cosas buenas continuamente y cosechemos la recompensa. Hay muchas maneras de “sembrar para el Espíritu”. Ser honorables durante el cortejo es un excelente ejemplo de “sembrar para el Espíritu.” Esto está edificando nuestra vida, hogar y eternidad sobre un buen fundamento (Mt.
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7:24,25). Pone también un buen fundamento para los futuros hijos. Ser moralmente puros antes del matrimonio significa plantar semillas de confianza y de conciencia limpia. Cuando una joven adolescente acepta llamadas telefónicas clandestinas de su amigo a las 3:00 de la mañana todas las mañanas, ella está “sembrando para la carne” y va a cosechar corrupción. Está llenando su vida de las semillas de dolor y de aquellas semillas que hacen infeliz un hogar. Sembrar para el espíritu es: • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
Ser discreto y honorable durante el cortejo. Hacer todo a la luz, no de una manera clandestina. Ser transparente y abierto, no una persona solitaria (Jn. 3:20-21). Hablar palabras amables y tener un espíritu perdonador. Ser cortés, incluso con personas indeseables. Meditar en la Palabra, asimilando la sabiduría de Dios continuamente. Evitar voluntariamente situaciones vulnerables. Hacer constantemente lo que es correcto, independientemente de las consecuencias. Tener pensamientos correctos (deshaciéndonos de libros y fotos que muestran el mal). Ver programas sanos de TV, rechazando las telenovelas que muestran adulterio. Escuchar alabanza y adoración ungida, no música mundana que nos regresa al mundo. Orar por motivos puros y por la habilidad de conocernos a nosotros mismos, para que por gracia seamos guardados del mal. Tomar las decisiones correctas en cada punto de nuestra caminata con Dios. Buscar el consejo y dirección del piadoso, no del impío. Mantener un espíritu agradecido y lleno de gozo, el cual nos lleva a la fe. Rodearnos de las personas correctas, no como Dina (Gn. 34:1), quién tenía amigas mundanas. Estar en los lugares correctos: Ruth, ya que estaba en el lugar correcto, encontró al esposo correcto. Desconectarse de las salas de chat en el Internet :¿Qué es lo que estás buscando allí? Respetar a las autoridades: padres, maestros, funcionarios de la ley, pastores, esposo. Tener integridad financiera, al manejar mal el dinero, cosechará una gran esclavitud. Tener una visión eterna y proseguir continuamente hacia la meta. Decir no a la carne. En la medida que hagamos estas cosas, sembraremos para el Espíritu. Antes que lleguen los años malos de la cosecha
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Ecl.12:1). El Rey Salomón fue un hombre sumamente infeliz. Él estaba muy deprimido y negativo sobre la vida cuando predicó el sermón llamado Eclesiastés. Para él, era tiempo de cosecha cuando tenía aproximadamente 58 años de edad. ¡Las estadísticas nos dicen que la mayoría de las personas
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de sesenta y cinco años o más no son felices! La razón es que éstos son los años de cosecha. La mayoría de lo que sembramos lo hacemos en los días de nuestra juventud, cómo nos comportamos durante el cortejo, si fuimos obedientes a Dios en esos años cruciales cuando las decisiones más importantes de nuestra vida tuvieron que ser hechas. Salomón sembró muchas semillas silvestres cuando fue joven (Ecl. 2:10; 11:9-10), y ahora siendo mayor vio la triste cosecha. Su corazón era incrédulo, duro y estaba en un estado terrible. Recordémonos de “nuestro Creador en los días de nuestra juventud”. Seamos más conscientes de que cada decisión que tomamos está sembrando nuestro futuro, nuestro destino. Que todo lo que hagamos, sea por reverencia a Dios y entonces llevará un buen fruto. “Si no desmayamos” 6:9 “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. Los retrasos largos siempre han sido un problema para el hombre, sobre todo cuando algo desagradable se prolonga. Muchas personas se rinden cuando aumentan las presiones y el tiempo se prolonga. Pero nosotros no podemos rendirnos ni relajarnos en la lucha contra la carne y no podemos cansarnos de hacer el bien, porque lo que está en juego es muy importante y hay muchas recompensas que cosechar. La “cosecha mas grande” estará en la resurrección cuando recibamos nuestra herencia y cuerpo eternos. Desafortunadamente, algunas personas no continúan en la fe sino se vuelven al mundo y lo pierden todo. Estos se han cansado de decir sí a la gracia y tiran todo al viento. ¡Nunca debemos hacer esto! (Mt. 24:13). Hay otras recompensas que cosechar si no desmayamos. ¿Cuándo lleguemos al cielo, qué tendremos? ¿Qué tipo de mansión tendremos? ¿Cuán cerca estaremos de Cristo? ¿Tendremos una corona o la perderemos y será dada a alguien más? Aquí hay algunas recompensas eternas que cosecharemos “si no desmayamos”: • • • • • •
Una mejor resurrección - (He.11:35, 1 Co.15:41,42, Fil. 3:11,14, Ap. 20:5,6). Un lugar cerca de Cristo - Algunos están en el monte Sión; otros están en un nivel más bajo (Ap.14:1-5). Una mejor mansión - Construida por nuestras obras aquí abajo (Mt. 6:19-20). Un trono - Que se da a los vencedores (Ap. 2:26, 3:21, 20:4). Una corona - Simbólica de las victorias que ganamos y para los fieles (Ap. 3:11, 4:10). Las personas (nuestra herencia) - Éstos son parte de nuestra recompensa (1 Ts.2:19, Fil.4:1, Sal.2:8).
Por supuesto también hay muchas cosas buenas que cosechamos durante esta vida, pero a menudo tenemos que esperar mucho tiempo para recibir las promesas terrenales. Pablo nos dice que necesitamos paciencia, de tal manera que “habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (ref. He.10:36). A veces requiere años de espera antes que podamos cosechar lo que hemos sembrado. Tal fue el caso de Jonathan Chapman, más conocido como Johnny Appleseed.
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Durante casi cincuenta años, viajó a través de Pennsylvania occidental, Ohio, e Indiana. Por todo lugar que pasaba, llevó bolsas de semillas de manzana y las sembró. Los miles de colonos que viajaban hacia el oeste fueron bendecidos por las semillas que él había plantado años antes (Sal.126:5,6). Pablo dice que cosecharemos si resistimos la prueba del tiempo y no desmayamos. Continúe diciéndole sí a la gracia en sus tiempos de desánimo (He. 4:16). La gracia se ofrece en tiempos de necesidad. Cuando las personas se rinden y retroceden, ellos han dicho no a la gracia. ¡Ellos realmente se han resistido y han negado la gracia! Lleve las cargas de todos los hombres 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Regresando al tema de Pablo, el apóstol exhorta a los gálatas en los versículos 1-10 a llevar las cargas los unos de los otros. Les pide que sobrelleven las faltas de otros y, también, que lleven la carga de cuidar a los líderes de la iglesia. Él les insta a sembrar abundantemente y, haciendo esto, ellos cosecharan abundantemente. Él aplica la ley de sembrar y cosechar a todos los aspectos de la vida. Sembrando para la carne, un hombre cosecha corrupción, pero sembrando para el Espíritu, cosecharemos vida eterna. En conclusión, Pablo le pide a la comunidad cristiana “hacer lo bueno hacia todos los hombres, sobre todo hacia los que son de la familia de la fe”. Hay algunos deberes que debemos específicamente a nuestra familia cristiana y a aquellos que tomen posiciones de autoridad espiritual, pero ciertamente no estamos limitados a un solo círculo. Nuestra bondad y gracia deben extenderse tan ampliamente como nuestra influencia. En todas nuestras relaciones con otros debemos demostrar la ley divina del amor. Pablo escribe la epístola con su propia letra 6:11 “Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”. La mayoría de las epístolas de Pablo fueron escritas por escribas a los que Pablo dictaba. Él simplemente añadía al final su firma (Ro.16:22, 1 Co.16:21, Col 4:18, 2 Ts. 3:17, ref. 1 P. 5:12). En este caso, Pablo pudo haber escrito la epístola entera con su propio puño, o por lo menos el párrafo final. De cualquier modo, las “grandes letras” o letra grande fueron usadas como una indicación de su estado muy emotivo y, quizás, por su mala vista. Ahora, Pablo escribe una conclusión que enfatiza sus temas principales. Los judaizantes se glorían en la carne 6:12 “Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo”. Los versículos 12-13 subrayan la profunda falta de sinceridad de los agitadores judaizantes. Su motivo no era glorificar
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a Dios sino “agradar a la carne”. Agradar a la carne significa un despliegue público o desfile de las obras religiosas ante los hombres. Era una vida de cosas exteriores, algo que los hombres podían ver. Los judaizantes querían la aprobación y aceptación de la nación judía cumpliendo todos los rituales de Moisés. El dejar a un lado la circuncisión y la Ley de Moisés y poner la confianza completa sólo en la cruz de Cristo para la redención, trajo una tremenda animosidad y persecución de sus compañeros judíos. 6:13 “Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne”. Los judaizantes que promovían la ley, no guardaban la ley. Ellos eran, de hecho, los más grandes violadores de la ley porque eran incapaces de amar. Sin embargo, querían mantener sus estadísticas, “Hemos tenido 400 circuncisiones este año, un aumento de 120 con respecto al año pasado. Permítanos felicitarnos por un trabajo bien hecho”. Pablo describió tales motivos, diciendo: “Quieren que vosotros os circuncidéis para gloriarse en su carne”. Pablo se gloría sólo en la cruz 6:14 “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. Usando la palabra “nuestro”, Pablo busca persuadir a los gálatas para gloriarse en la cruz de Cristo como él lo hace. Mientras que la cruz era una ofensa para los judaizantes, la cruz era la única gloria para Pablo. Su confianza estaba en la redención de Cristo y nada más. Por la cruz, tanto el poder del mundo para hacerlo retroceder como el amor carnal por el mundo, habían sido puestos a muerte. La única cosa que Dios quiere: una nueva criatura 6:15-16 “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. El circuncidarse o no circuncidarse no es el problema. Estos son asuntos externos y no hacen nada para cambiar el corazón. Todo el propósito del Nuevo Pacto es darnos un nuevo corazón. Dios quiere que toda la dureza, odio y resistencia salgan de nuestra vida. Él quiere que lo amemos con un corazón puro y que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esta es la meta suprema del cristianismo. Amar con un corazón puro es el cumplimiento de la ley (Mt. 7:12, 1 Ti.1:5, Gá. 5:14, Ro.13:8-10). “A todos los que” (contrasta con Todos los que del v12) “Y a todos los que anden conforme a esta regla (norma), paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. Los judaizantes del versículo 12 desearon agradar a la carne confiando en la circuncisión para justificarlos. Pero Pablo compara esto exclusivamente con otro estándar: justificación sólo por la fe. Aquellos que caminan según este estándar tendrán paz, misericordia y la bendición de Dios sobre ellos. “Al Israel de Dios”. El “Israel de Dios” es otro nombre para la Iglesia, que está formada por todos aquellos que son de la fe, sean judíos o gentiles. Todos los otros que intentan venir a
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Dios de acuerdo a sus propios términos no tienen ni paz, ni misericordia, ni las bendiciones de Dios. (Ver Ro. 9:31-33, 10:1-4.) Dios sólo aceptará a aquellos que vengan a Él por el medio que Él ha provisto: por el Señor Jesucristo, quien pagó nuestra deuda. La clave a la perfección, no por cruces auto impuestas El camino a la perfección cristiana es caminar en el Espíritu, vivir en el Espíritu y tener el fruto del Espíritu desarrollado dentro de nosotros. La manera en que Dios te guiará y conducirá será diferente de la manera en que Él guiará a otros. Cada uno de nosotros es único, diferente y cada uno de nosotros tiene distintas necesidades. En el reino de Dios, no hay llaves maestras. La llave que abre la puerta de mi prisión puede no ser la misma llave que abra la puerta de la prisión de tu hermano o hermana. No hay un libro de reglas que se aplican perfectamente a cada situación. Dios nos estudia a cada uno de nosotros. Él entiende exactamente lo que cada uno necesitamos y cuánta presión podemos soportar. Dios tiene una cruz especialmente diseñada para ti y para mí. Si la aceptamos, Dios la usará para cambiar nuestra vida y hacernos una persona grande y noble. Si rechazamos dicha cruz, no seremos conformados a la imagen de Cristo. Las cruces que son auto impuestas no producen nada bueno. El legalismo, negarse ciertas cosas o castigos auto inflingidos, nunca podrán cambiar nuestra naturaleza. De hecho, como lo hemos dicho repetidamente, sólo nos vuelven peores. La mansedumbre es la habilidad de aceptar nuestras circunstancias sin enojarnos. Cuando Job perdió todo lo que tenía en un día, se postró en tierra y adoró (Job 1:20-22). Ésta era una demostración maravillosa de mansedumbre. En todo esto Job no pecó alocadamente con sus labios ni culpó neciamente a Dios. Más tarde durante su prueba, su testimonio se deterioró y su enojo reveló la necesidad de una mayor mansedumbre. Tu cruz personal puede ser una dolencia física o puede ser una situación doméstica muy difícil con alguien en tu familia. Puede ser que tengas tensiones financieras que están fuera de tu control. De esto es de lo que trata el libro de Job. Puedes ser obediente y aún así “caminar en la oscuridad y no tener luz” (Is. 50:10-11). ¿Qué es lo que debes hacer? ¡Sólo permanecer! Pocas personas tienen carácter hoy. El carácter es probado sólo cuando estamos en dificultades que a menudo duran mucho tiempo. Muchos quieren salir de sus circunstancias desagradables pero haciéndolo, están rechazando una cruz especialmente diseñada para ellos y están poniendo en peligro sus posibilidades de ser conformardos a la imagen de Cristo. Recuerda, si te quejas lo suficiente, Dios permitirá que te vayas por tus propios caminos. El costo personal de amar la verdad 6:17 “De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. Pablo había pagado un precio por las verdades que él amaba. Aquí afirma su autoridad como apóstol. “Ustedes judaizantes no me molesten más sobre mi derecho para hablar. Llevo las verdaderas marcas del apostolado. Tengo la prueba de que Dios
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trabaja a través de mí. Yo llevo las marcas de los azotes y piedras en mi cuerpo debido a mi servicio a Dios”. Qué contraste con los judaizantes que tenían miedo de la persecución de sus compañeros, quienes vivían para la alabanza del hombre (ref. 6:12). El amor de Pablo para los gálatas 6:18 “Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén”. Después de todo el dolor y ansiedad que los gálatas le habían causado, Pablo acaba su epístola con la palabra “Hermanos”. De todas las bendiciones al final de las epístolas de Pablo, sólo ésta tiene este término especial de afecto. Él tenía la confianza en ellos a través del Señor que ellos podrían aferrarse a la “gracia” y abrazar la vida eterna.
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Comentarios Finales El problema de la tradición ¡La tradición es un estorbo para muchos! Por naturaleza nos resistimos al cambio y a cualquier cosa que desafía nuestra rutina. ¡Somos criaturas de hábito y a la mayoría de los individuos les gustaría que las cosas se quedaran así! Las personas encuentran seguridad en las cosas conocidas, aun cuando las viejas maneras estén equivocadas o sean anticuadas. Para algunos, el hecho de que se entrometan en su estilo de vida es muy difícil y cuando se molesta este estilo de vida, se topan con la indignación. ¡Estos obstinados escenarios de la mente y las tradiciones son un obstáculo para la obra del Espíritu Santo! La inflexibilidad es una de las principales razones por las que las personas no encuentran favor delante de Dios. El Señor no se complace en aquellos que se niegan a cooperar con Él. Por otro lado, un hombre espiritual es solícito y está dispuesto al cambio cuando Dios lo requiere. Dios se regocija en este tipo de hombres. Muchos creyentes judíos intentaron vivir bajo ambos pactos Cuando Cristo vino con un nuevo mensaje, la mayoría de los israelitas lo rechazaron. Incluso aquellos judíos que aceptaron el Nuevo Pacto continuaron aferrándose al Antiguo Pacto. Cristo dio dos parábolas que ilustraron la incapacidad de muchos para fluir con el nuevo énfasis del Espíritu. Primero, Él declaró la parábola de las vestiduras viejas (Mt. 9:16,17, Mr. 2:21,22, Lc. 5:36-39). Un vestido viejo que está desgarrado no puede remendarse con un nuevo trozo de tela. El vestido viejo, en este caso, representaba el Antiguo Pacto con todas sus roturas, infracciones y brechas. Cuando el Nuevo Pacto vino, los judíos cristianos quisieron retener lo viejo y remendarlo con lo nuevo, pero Cristo dijo en Su parábola que esto nunca funcionaría. Segundo, Él dio la parábola de los odres viejos. “Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor” (Lc. 5:39). Un tradicionalista está satisfecho con las viejas maneras, incluso cuando Dios está diciendo: “Yo estoy haciendo algo nuevo”, él le responde: “¡No gracias, estoy muy cómodo aquí!”. En ambas parábolas, el Señor Jesús estaba comparando lo viejo con lo nuevo. Lo viejo no puede soportar lo nuevo y lo nuevo no puede soportar lo viejo. Como el vestido viejo, el
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Antiguo Pacto no podía ser remendado con parte del nuevo. Los viejos contenedores (los odres) que pierden su elasticidad son incapaces de contener el nuevo vino derramado en ellos. Los israelitas eran como estos odres duros y quebradizos. Ellos encontraron el nuevo vino del Nuevo Pacto intolerable. Prefirieron el sabor del vino viejo. Incluso aquellos judíos que recibieron el Nuevo Pacto intentaron vivir bajo ambos pactos simultáneamente. Pablo implica en Romanos 7:1-4 que esto es adulterio espiritual, porque estaban tratando de estar casados al mismo tiempo con el Antiguo Pacto y el Nuevo. En Romanos 7:1-4, Pablo enseñó que el Antiguo Pacto está muerto y que nosotros estamos muertos al Antiguo Pacto. Ahora estamos casados con el Nuevo Pacto de Cristo. Pablo usó una ilustración natural para explicar esto. Él explicó que una mujer casada está ligada a su esposo mientras él vive, pero si él muriese, ella es libre de casarse con otro hombre. Casarse con otro hombre mientras su primer marido está viviendo le hace una adúltera. Pero si su primer esposo muere, ella es libre de casarse con otro hombre. Los judíos que aceptaron a Cristo deberían haber muerto al Antiguo Pacto y todas sus tradiciones y vivir solamente para Cristo y el Nuevo Pacto. Al tratar de casarse con ambos pactos, ellos se volvieron adúlteros espirituales. Los judaizantes, a quienes hemos mencionado a menudo en Gálatas, eran los tradicionalistas de línea dura. Ellos creían en Cristo pero no querían apartarse de su religión pasada. No sólo se negaron a romper con las tradiciones pasadas, sino que impusieron estas tradiciones también en los creyentes gentiles, diciendo… “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. (Hch.15:1, 5). ¿Qué incitó a los judaizantes a exigir tales cosas? ¡Era un sentimiento de celos! Los judíos eran nacionalistas. Ellos sentían que eran más favorecidos por Dios que los gentiles. De hecho, miraban de menos a todos los demás. Por eso, cuando el Evangelio de Cristo aceptó a los gentiles y a los judíos, su “superioridad” fue desafiada. Es más, estos auto denominados maestros tuvieron la audacia de alabarse y proveerse de testimonios con los que se “felicitan a a sí mismos” (2 Co.10:12,18). Como tantos ministros hoy, ellos estaban construyendo su propio reino y promoviendo su propia causa (Fil.1:15). Los judaizantes nunca permitieron que Dios limpiara sus motivos. Ellos adoraron a sus tradiciones más que a Jesucristo y buscaron difamar la credibilidad de Pablo y su testimonio a toda costa. La calumnia venenosa no es un fruto del Espíritu. Ciertamente nadie podrá estar de pie ante Dios en el Día del Juicio, en esta infeliz condición. ¡Saquemos estas cosas ahora mismo de nuestro corazón! Resumen de las características de los judaizantes: • • •
Los celos eran la fuerza que los motivaba. Siendo nacionalistas y clasistas, pensaban: “Nosotros somos el pueblo, los favorecidos de Dios”. Ellos defendían sus tradiciones, aun cuando esto significara calumniar a Pablo y usar todo tipo de engaño.
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Adoraban la tradición más que al Señor Jesucristo (ref. Mr. 7:9). Despreciando la vida de fe, se jactaron en lo que ellos podían ver, tocar y hacer. Los judaizantes no fluyeron con el nuevo énfasis del Espíritu Santo sino que, en cambio, se resistieron. Se convirtieron en falsos hermanos aparentando ser justos cuando citaban la Escritura y predicaban a Jesús. Eran hipócritas, celosos, calumniadores, venenosos y, de hecho, enemigos del Evangelio.
Todos estos males pueden infectar a una persona si ella no camina con Dios y con lo que Él está diciendo y haciendo. Dios siempre tiene más que decir, no limite a Dios En cada área de la vida hay lugar para la expansión. Virtualmente toda cosa inventada puede ser mejorada. En cada campo, sea en el mundo médico, el mundo de la electrónica o en la industria automotriz, hay nuevas ideas, nuevos métodos y nuevos procedimientos que mejoran todo lo que hemos sabido en el pasado. Esto también es verdad en el reino de los asuntos espirituales. Cualquier cosa que sabemos de Dios puede ser enriquecida. Toda verdad, mensaje o presentación del Evangelio puede declararse con mayor claridad y dicción. Cualquier cosa que tenemos o sabemos, Dios puede mostrarnos una mejor manera. Somos cambiados de un grado de gloria a otro. No limitemos a Dios como los de Laodicea que sentían tenerlo todo (Ap. 3:17,18). ¡Si nosotros no seguimos con Dios, estamos pecando! ¿Una mujer de la comunidad amish/menonita dijo: “¿Por qué necesito algo nuevo? Yo estoy caminando en los pasos de mis padres y abuelos que fueron excelentes cristianos”. En un sentido, yo no podría estar más de acuerdo con ella, pero había algo muy importante que ella no comprendía. Cuando Dios da más luz, somos responsables de caminar en esa luz y Dios está requiriendo más de nosotros hoy, porque Él nos ha dado más verdad. Por consiguiente, lo que fue suficientemente bueno para nuestros antepasados no lo es para nosotros. El pecado se resume más fácilmente en Romanos 3:23: “ ...estamos destituidos de la Gloria de Dios”. Por consiguiente, si no estamos caminando juntamente con Dios cuando Él está marchando hacia adelante, estamos pecando. Dios había cambiado las direcciones cuando presentó un Nuevo Pacto a Israel, pero ellos le dijeron: “Nosotros mejor continuamos con el viejo”. El llamado a la perfección Uno de los temas más claros de las 14 epístolas de Pablo es el tema de la perfección. El Antiguo Pacto no tenía el poder para llevar a un creyente a la perfección. La sangre de animales no podía limpiar una conciencia culpable ni romper el poder del pecado. Ninguno de los sacrificios
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u ordenanzas del Antiguo Testamento podían cambiar el corazón, pero el Nuevo Pacto de Cristo si puede. Considere algunos de los problemas del corazón humano: PREJUICIO HIPOCRESIA TERQUEDAD ODIO MUNDANALIDAD IMAGINACIONES CRÍTICA SOLEDAD SUPERSTICIONES HIPERSENSIBILIDAD PERFECCIONISMO EXTRAVAGANCIA DESALIENTO BAJEZA HOLGAZANERIA JACTANCIA IRREALIDAD FRIGIDEZ INFATUACIÓN IRRAZONABILIDAD DUDA DESAFIO REBELDÍA DUREZA BRUSQUEDAD BORRACHERA ANOREXIA IRA AUTOCOMPASIÓN LUNÁTICO AMARGURA DESHONESTIDAD RENCOR EGOÍSMO
LUJURIA INDEPENDENCIA CONCIENCIA DE CLASES INJURIA / BURLA FANATISMO INMODERACIÓN COMPROMISO DESLEALTAD INCONSISTENCIA INFIDELIDAD LISONJA FOBIAS ENVIDIA/CELOS ANSIEDAD AISLAMIENTO INFERIORIDAD LEGALISMO CINISMO COMPLEJOS SARCASMO INGRATITUD QUEJA INTROVERTIDO VENGANZA SEMBRAR DISCORDIA ESCEPTICISMO VOLUNTARIOSO NEGATIVISMO ARRIESGADO MALDICIENTE ENCONTRAR FALTAS MALDAD/MAÑA DESCONTENTO FALTA DE PERDÓN
NO CONFIABLE VOLUBILIDAD INESTABILIDAD IMPULSIVIDAD IRRESPETO PARCIALIDAD HABLAR DEMÁS INSOMNIO DEUDAS INCREDULIDAD AVARICIA DOMINIO EXIGENCIA IMPUREZA ALARMISMO CULPABILIDAD AUTOJUSTIFICACIÓN ORGULLO CONFUSIÓN DOGMATISMO AUTORRECHAZO INDIFERENCIA ENGAÑO / MENTIRA SEVERIDAD AUTOCRÍTICA RACIONALIZACIÓN ARGUMENTOS ENOJO PONER EXCUSAS EVASIVO INDECISIÓN DESÁNIMO DILACIÓN CLANDESTINIDAD
Todos los anteriores son problemas espirituales y la lista está lejos de ser completa. Estos son los problemas en el alma, espíritu y mente del hombre. Abstenerse de la carne de
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cerdo u observar rígidamente el día de reposo, nunca podrá romper una de estas ataduras. Tener un código estricto de vestimenta no puede cambiar el corazón ni ayudar contra una mala naturaleza. Es caminar en fe y unirse al Único Perfecto, lo que nos lleva a la perfección. El problema del corazón endurecido es la principal dolencia del hombre Un corazón de piedra sólo puede ser conquistado al andar por fe y obedecer La dureza de corazón es: •
Una advertencia para todos los creyentes: “No endurezcan sus corazones”. (ref. He. 3:8, 3:15, 4:7, Sal. 95:8).
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Algo con lo que incluso los doce apóstoles lucharon (Mr. 6:52, 8:17, 16:14).
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La razón del divorcio (Mt.19:8, Mr.10:5). Un corazón endurecido mantiene a las personas fuera de nuestra vida.
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La causa de incredulidad (Mr. 3:5). Jesús estaba enojado y afligido por sus corazones duros.
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El resultado del orgullo (Dn. 5:20). El orgullo hizo que Nabucodonosor se endureciese (Ro.12:3,12:16).
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Un corazón orgulloso. Un corazón duro es un corazón orgulloso, obstinado y con mucha pelea en reserva (Ex. 8:15).
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La razón por la que las personas son incapaces de volverse a Dios y la razón de la rebeldía (2 Cr. 36:13).
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La razón por la cual las personas no escuchan (Neh. 9:16-17, 29). También ver Jer. 7:26, 19:15, Ex. 33:3.
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La razón por la que las personas no escucharán la ley ni oirán la instrucción que los salvaría (Zac. 7:11,12).
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La razón por la que algunos hablaron mal de la predicación de Pablo y apartaron a otros (Hch.19:9).
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Un resultado del pecado y sus tentaciones. “No se endurezcan a través del engaño del pecado” (He. 3:13).
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Maldad (Pr. 21:29, Dt. 15:7-10). “un hombre malo endurece su rostro”.
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Lo que causa que un hombre caiga en problema y calamidad (Pr. 28:14).
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La razón por la cual algunas personas son cortadas de repente (Pr. 29:1), después de ignorar advertencia tras advertencia.
• La razón por la cual las personas rechazan la corrección y se niegan a arrepentirse (Jer. 5:30). • La razón por la que las personas hablan palabras duras (Sal. 94:4, Jud. 1:15, Sal. 75:5). •
La razón por la cual las personas acusan a Dios de ser “un hombre duro” (Mt. 25:24), pero es hipocrecía (Ro. 2:1).
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La razón por la cual un hermano ofendido es tan difícil de ser ganado (Pr.18:19). Su corazón es más duro que el hierro.
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Una mala respuesta a la defensiva cuando se es herido. Job se “endureció en el dolor” (Job 6:10, Gn. 27:41, 42).
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La razón por la cual las personas no pueden prosperar. “¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?” (Job 9:4).
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Una importante razón por la que las personas no pueden creer (2 R. 17:14).
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Insensibilidad: La razón por la cual una madre va contra la naturaleza y desampara a sus propios hijos (Job 39:16).
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El principal problema de Israel y nuestro (Ez. 3:7, Dt. 9:6, 10:16, 31:27, Jud. 2:19).
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La razón por la cual las personas almacenan una gran cantidad de ira que recibirán en el Día del Juicio (Ro. 2:5).
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El juicio de Dios: a veces Dios endurece a las personas para no tener el temor santo, sabiduría (Is. 63:17).
Josué 11:20: “Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos…” porque ellos eran malos. Deuteronomio 2:30: “Dios hizo su corazón obstinado… para destruirlo”. Cuando las personas continúan endureciendo su corazón, eventualmente Dios los endurecerá y destruirá. Éxodo 4:1 - 14:17: El Faraón endureció su corazón 10 veces, por lo tanto Dios lo endureció otras 10 veces. El Faraón endureció su propio corazón, Éx. 7:13, 7:14, 7:22, 8:15, 8:19, 8:32, 9:7, 9:34, 9:35, 13:15. Así que Dios endureció a Faraón, Éxodo 4:21, 7:3, 9:12, 10:1, 10:20, 10:27, 11:10, 14:4, 14:8, 14:17. No hay un solo caso en toda la Biblia donde un corazón endurecido recibiese bendición de Dios. En cambio, siempre trajo juicio.
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Jeremías 31:31-33, Ezequiel 11:19-20, 36:26, Todo el propósito del Nuevo Pacto es quitar nuestro corazón duro y pedregoso para darnos un corazón de carne. Esto toma tiempo y muchas respuestas a Dios. Sólo es caminando en fe, no por una vida de rituales, que pueden remediarse éstos problemas del corazón. La necesidad de continuar Aunque hay muchos cristianos, sólo algunos realmente logran la voluntad de Dios para su vida. Sólo un puñado permite a Dios conformarlos para ser reyes y sacerdotes. Éstas son personas como David, hombres que van en pos del corazón de Dios, que se propusieron cumplir toda la voluntad de Dios (Hch.13:22). Que Dios permita que seamos como David. Todos seremos probados Dios trae a todo creyente y a toda iglesia a un momento de decisión. Cuando Dios nos confronta con los problemas, Él dirá claramente lo que quería decir. De acuerdo a la respuesta de nuestro corazón, recibiremos o no nueva gracia de Dios para seguir. En cierta conferencia de pastores, un hombre de Dios vio en una visión a un ángel con un libro en su mano. Mientras el ángel estaba examinando a cada pastor cuidadosamente, estaba escribiendo algo en el libro que sostenía. Estaba anotando los nombres de esos pastores que recibirían nueva gracia de Dios para seguir en Su camino. Sólo algunos de los nombres de los pastores fueron escritos en ese libro y algunos no. Dios está examinando a todos y cada uno de nosotros, cualquiera que sea nuestro nivel espiritual, para ver qué clase de corazón tenemos. No es lo que somos, sino lo que estamos dispuestos a permitirle a Dios hacer de nosotros. Esto es lo que Dios busca en el corazón. Como individuos, Dios nos probará. Pero también, Él pondrá nuestra iglesia a prueba. Hace muchos años, yo asistí a una iglesia grande que había experimentado siete años de avivamiento. Serví con varios otros pastores que trabajan en la escuela cristiana, en la escuela bíblica y en los grupos de hogar. Esta iglesia era bendecida en todo sentido. Tenía organización y orden, la alabanza y la enseñanza eran excelentes. Todos nosotros parecíamos estar caminando en el mismo camino con la misma visión, propósito y destino. Entonces Dios creó circunstancias para mostrarnos lo que verdaderamente estaba en nuestro corazón. Él nos puso a todos a prueba. Lamentablemente, la mayoría de las personas le dieron la espalda a las verdades que conocían tan bien. Hoy, esa misma iglesia está casi abandonada. Muchas de las parejas se han separado y ni siquiera están sirviendo al Señor. Esta historia es muy común y representa a innumerables iglesias alrededor del mundo. Esté preparado para el día malo Efesios 6:13 nos advierte que debemos ceñirnos con toda la armadura de Dios para estar firmes cuando “venga el día malo”. Ese “día malo” es un día específico de prueba. Hubo un hombre llamado Job, quien experimentó un notable día de prueba. Un día, Ruth y Orfa estaban de
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pie ante una encrucijada y tenían que tomar una decisión de seguir con Dios o regresar a sus dioses (Rut 1). El compromiso de Orfa era superficial. Ella nunca había dado completamente su vida a Dios, aunque lo amaba. Por esto, cuando vino el día de la tentación, ella no tuvo la fuerza moral para escoger lo correcto. Así, ella volvió a sus dioses y a su antiguo estilo de vida. Por esto es que Gálatas es tan importante, así como todos los otros libros de la Escritura. Viene un día de prueba y cuando esa prueba venga, proseguiremos o regresaremos. Es triste decirlo, pero he tenido compañeros de ministerio y amigos cercanos que han “regresado” cuando vino su prueba. Mi esposa y yo éramos muy cercanos a una pareja en particular cuyos nombres no mencionaré. Ministramos juntos en otros países y disfrutamos excelente compañerismo por muchos años. Hoy, los dos están tristemente descarriados, divorciados y ninguno de ellos quiere algo con nosotros ni con la iglesia. Somos desconocidos totalmente para ellos. El hombre nunca permitió que Dios limpiara su corazón de la lujuria y cayó en una trampa con la pornografía en internet. Él estaba en contacto con mujeres alrededor del mundo. Embriagado con la lujuria, no podía dejar su estilo de vida y adulterio. La esposa, destruida por ese espíritu no arrepentido y teniendo las mismas inclinaciones y debilidades en su propia vida, también cayó en adulterio y pronto se divorció. Durante casi veinte años, Dios les había estado advirtiendo a los dos sobre este problema, pero ellos no le habían puesto suficiente atención. Insensibilidad al Espíritu Santo Cuando el Espíritu de Dios nos habla o está incitándonos a tomar algún curso de acción, debemos ser rápidos en responderle. Al negar constantemente las peticiones de Dios, algo terrible le ocurre a nuestro corazón. Viene letargo espiritual y perdemos la sensibilidad al Espíritu Santo. Nuestra conciencia se cauteriza. Una conciencia “cauterizada” no se da de la noche a la mañana, sino gradualmente. Es peligroso resbalar a esta condición, porque en este estado somos incapaces de saber cuándo estamos ofendiendo a Dios o entristeciendo a Su Espíritu (Ver Pr. 30:20, 1 Ti. 4:2). No escuchar hoy afecta nuestro mañana La persona que somos hoy es el resultado de lo que hicimos ayer. Lo que un hombre hace hoy afecta su mañana. Es por esto que es tan serio el no prestar atención a lo que Dios está diciéndonos hoy, porque, si no estamos escuchando a Dios hoy, ¿en qué condición nos encontraremos en cinco o diez años? Trataré de ilustrar este punto haciendo referencia a mi promoción. Yo fui uno de ochenta nuevos estudiantes que entraron a la escuela bíblica. Algunos de los miembros de la facultad dijeron que era el mejor grupo de novatos que ellos habían visto alguna vez. Este grupo de estudiantes estaba formado por talentosos hombres y mujeres jóvenes. Algunos de ellos ya habían asistido a universidades famosas y habían sido estudiantes académicamente brillantes. Algunos eran músicos notables y otros eran evangelistas con dones. Ese mismo año, Dios visitó el Instituto con un avivamiento extraordinario. Esta visitación divina
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continuó los tres años que asistí allí. A menudo recuerdo esos tres años especiales, pero también me he preguntado algo: ¿Qué hubiera sucedido si Dios hubiera recorrido la cortina y les hubiera mostrado a cada estudiante lo que serían en 20 ó 30 años después? Muchos, estoy seguro, hubieran gritado de horror. • • • • • • • •
Uno empezó una secta, atrayendo a los hombres a él en lugar de guiarlos a Dios. Otro dividió toda una organización e intentó derrocar al presidente. Otro incendió su casa para recibir el pago del seguro y fue a prisión. Otros murieron de Sida, o murieron antes de tiempo. Algunos han dejado el ministerio al que fueron llamados. Algunos están divorciados. Algunos ya no están viviendo en absoluto para Dios. Pero algunos están muy bien. Igualdad de oportunidad, pero sólo algunos aprovechan esto
Durante mis años en la escuela bíblica, cada uno de nosotros tuvimos las mismas oportunidades. Fue un tiempo de avivamiento. Fue el tiempo para que cada uno de nosotros tuvieramos nuestro corazón cambiado. Esto fue verdad en el tiempo de Moisés. Todos los que salieron de Egipto atravesaron el Mar Rojo y todos estuvieron bajo la nube de gloria. Todos comieron la misma carne espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual (1 Co.10:1-4). Todos tuvieron las mismas experiencias y las mismas oportunidades, pero con muchos, Dios no estuvo contento (1 Co.10:5). Estas verdades están cuidadosamente escritas en la Palabra de Dios para nuestro aprendizaje y nuestra advertencia (1 Co. 10:6,11). Muchas personas se vuelven sordas a lo que Dios les está diciendo. ¿Pero en qué condición nos encontraremos en diez o quince años? ¿Estamos respondiendo a Dios hoy? Debemos escucharlo hoy, porque si seguimos aplazándolo hasta mañana, nuestro corazón se endurecerá y terminaremos en la oscuridad. “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Sal. 95:711, He. 3:7-11). “Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas” (Jn. 12:35b) La importancia de permanecer en el camino de Dios Hace muchos años un misionero dejó su fructífero ministerio en África y regresó a Inglaterra. Él cuidaba a sus cuatro hijos que eran adultos jóvenes y quería que tuvieran una educación en la universidad que África no podía proporcionar. Así que dejó África y volvió a Inglaterra para educar a sus hijos. Pero, al hacer esto, estaba dejando la voluntad de Dios y el llamado de Dios. Mientras estuvo en Inglaterra, todavía tuvo un ministerio fructífero como pastor, pero él estaba fuera de la voluntad de Dios y era muy infeliz. Estando fuera de la
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armonía del plan de Dios, la familia entera perdió toda su alegría. El esposo y la esposa eran ásperos en sus palabras, acciones y actitudes entre ellos. Jesús advirtió: “Él que ama a hijo o hija más de mí no es digno de mí” (Mt.10:37), pero este estimado hombre había hecho ídolos de sus hijos. Él estaba poniéndolos sobre Dios y la voluntad de Dios. Después, él pudo visitar brevemente de nuevo África y, mientras estaba allí, Dios en Su gracia le devolvió su ministerio de milagros. Entonces volvió a Inglaterra para estar con sus hijos. Ninguno de sus hijos por quienes había abandonado el campo misionero estaba viviendo para Dios. En un momento de angustia amarga él se lamentó: “Yo he sacrificado todo por ustedes pero, ¿qué han hecho con su vida?”. Cualquier cosa que idolatramos se corrompe para nosotros. Un ídolo es un objeto de devoción excesiva. Es amar a ese objeto más que a Dios; pero Dios debe ser lo primero en nuestra vida y si hay algo más que tome este lugar, éste es un ídolo. Tantas personas acarician el ídolo del afecto humano, hijos, esposo, novio o novia. Sin embargo, cualquier cosa que amemos más que a Dios, se vuelve amargo. No sólo no encontramos gozo en ese ídolo, sino que realmente lo detestaremos. No tengamos otros ídolos ni dioses delante de Él. Este pobre hombre se había resistido a la súplica del Espíritu Santo muchas veces y escogió a sus hijos antes que a Dios. Su fin fue muy triste. Otra familia dejó el campo misionero y volvió a Europa. En Europa abrieron una librería cristiana y Dios los prosperó. Sin embargo, ellos no estaban en la voluntad de Dios. Tal vez podríamos decir: “Pero Dios bendijo su trabajo, por consiguiente, ¡Dios se agradó!” Pero Dios no estaba contento. Dios sólo se regocija cuando estamos haciendo Su voluntad y eso incluye quedarse en el lugar que él ha escogido (Dt.12:13,14). De otra forma, Él no acepta ni disfruta nuestro sacrificio, ya que Sus propósitos no están siendo cumplidos. Come todo lo que Dios pone delante de ti En Gálatas vemos una notable falla en el hombre: que la humanidad sólo oye lo que quiere oír. Ése era el problema de los judaizantes. También era el problema de los creyentes de Galacia. Cuando oímos la Palabra de Dios predicada, ¿ingerimos sólo las cosas que nos gustan y dejamos el resto en el plato? La Palabra de Dios ciertamente es la comida y bebida y si vamos a ser saludables, tenemos que asimilar todo lo que Dios nos da, no sólo las cosas que nos gustan. Hay algunas cosas que no gustan a nuestro paladar pero si no las comemos, vamos a estar enfermos. Esto es verdad en lo natural y es aun más verdad en lo espiritual. A Israel no le gustó el nuevo mensaje del Nuevo Pacto. Ellos dijeron, “lo antiguo es mejor”. Muchos creyentes oyen sólo la parte del mensaje de Dios que quieren oír y el resto lo ignoran. Muchos quieren servir a Dios, pero quieren servirlo a su propia manera y bajo sus propias condiciones. Ésta es la razón por la que tantos ministros, misioneros y estudiantes de institutos bíblicos se apartan de su curso. Pidámosle a Dios gracia para tomar de cada “copa” que Él pone ante nosotros. ¡Jesús lo hizo!
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Hay condiciones que cumplir Para mantener las bendiciones y favor de Dios, nosotros debemos continuar obedeciéndolo. Todas las promesas de Dios son condicionales (Dt. 28:1,2,15). Aquí hay algunos ejemplos: LAS PROMESAS SON PARA AQUELLOS QUE VENCEN “El que venciere heredará todas las cosas” (Ap. 21:7). LAS PROMESAS SON PARA AQUELLOS QUE ESPERAN EN ÉL “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera” (Is. 64:4). LAS PROMESAS SON PARA AQUELLOS QUE HACEN LA VOLUNTAD DE DIOS “porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (He. 10:36). LAS PROMESAS SON PARA AQUELLOS QUE CONTINÚAN •
Sólo aquellos que “permanecen en su palabra” llegan a ser discípulos y llegan a conocer toda la verdad, y la plena libertad (Jn. 8:31-32, 1 Jn. 2:19)
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Nosotros llegamos a ser santos, inmaculados e irreprensibles “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio...” (Col.1:2223).
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Nosotros “debemos permanecer en su bondad, de otra manera nosotros seremos cortados” así como Israel fue cortada por su incredulidad (Ro. 11:22).
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Debemos poner atención en nosotros y en la doctrina y “persistir en ello” ya que sólo así nos salvaremos a nosotros y a los que nos oyen (1 Ti. 4:16).
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Los apóstoles “continuaron con Cristo en sus tentaciones”, no como otros, que le abandonaron (Jn. 6:66). Ellos fueron premiados con un reino y cada uno recibió un trono (Lc. 22:28-30).
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Pablo y Bernabé exhortaron a los creyentes a “permanecer en la fe” y que “a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hch. 14:22).
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Jesús nos exhorta a “permanecer en su amor”. Nosotros permanecemos en Su amor guardando sus mandamientos y obedeciendo. (Jn. 15:9-10, 14:15, 15:14). La obediencia es prueba de que le amamos. La desobediencia demuestra que no lo hacemos. Podemos perder Su amor y favor. Por consiguiente, no retrocedamos. LA VIDA ETERNA SÓLO ES PROMETIDA A AQUELLOS QUE SOPORTAN HASTA EL FIN
“Muchos se ofenderán, y se traicionarán entre sí, y se odiarán entre sí”. “El amor de muchos se enfriará”. Ésta es una referencia de los creyentes que no se prepararon para el día malo de prueba. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Ver Mt. 24:10-13, 10:22). La enseñanza que “nosotros llegaremos al final de cualquier manera, no importa lo que hagamos” sencillamente no está en la Escritura. Nosotros debemos amar la verdad La verdad es mucho más que hechos e información. Jesucristo declaró: “Yo soy la Verdad”. Por consiguiente, la verdad es una Persona. Se debe experimentar Su vida. La verdad involucra el “participar de sus padecimientos”. Se compra a un costo muy alto (Pr. 23:23). ¿Desearías estar casado con la verdad? ¿Estarías dispuesto a casarte con Cristo y con cada parte de Su Palabra a través de la experiencia? Conocer la verdad no es lo mismo que participar de ella, poseerla o ser dueños de ella. A menos que paguemos por las verdades que sabemos y las tengamos grabadas profundamente en nuestro corazón, las perderemos. Y, a menos que nosotros amemos la verdad, seremos engañados (2 Ts. 2:10-12). En mis treinta y seis años como estudiante y maestro de cosas espirituales, yo he observado que la ignorancia de la Palabra de Dios no es el principal problema entre el pueblo de Dios. El mayor problema de todos es la falta de amor por la Palabra de Dios. Según 2 Ts 2:10-12, las personas son engañadas por el Anticristo, no debido a la falta de la verdad, sino porque ellos no tenían amor por la verdad. En cambio, ellos son “amadores de los deleites más que de Dios” y “amadores de sí mismos” (2 Ti. 3:1,4; Fil. 2:20-21). Judas no fue un simple creyente y no fue sólo un ministro, él era un apóstol. Y no fue simplemente un apóstol, fue uno de los Doce. Judas oyó la verdad, predicó la verdad y caminó con la Verdad, el Señor Jesucristo mismo. Pero él no amó la verdad. Él nunca permitió que las verdades que oyó y predicó penetraran en su propio corazón. Judas estuvo cerca de la verdad, pero él no la abrazaría ni permitiría que lo cambiara. Este gran apóstol no está en el cielo. Él sirve como una tremenda advertencia para nosotros de que una persona puede creer en Jesús, puede caminar con Jesús y puede hablar de Jesús y termina yendo en contra de Él. ¿Por qué desecharon los gálatas las verdades que conocían tan bien? ¿Cómo esos hombres zalameros y embusteros les robaron tan fácilmente su herencia espiritual? (Recuerden hay muchos
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seductores que “quedan en espera de engañar”) (Ef. 4:14). Muchos de los gálatas no amaban la verdad. Ellos no tenían una apreciación profunda por la Luz. Ésta es la razón por la que Judas cayó. Nos dice el Salmo 109:17 que Judas “no quiso la bendición”. Judas tomó las cosas sagradas a la ligera. Él no apreció las verdades que conoció. Judas tenía la verdad pero no recibió el amor por la verdad. Permítanos concluir Gálatas diciendo: • • • • • • • •
Amen la verdad. Compren la verdad. Pongan atención a toda la verdad. Experimenten la verdad. Sean establecidos en la verdad. Jesús es la Verdad. • Nosotros estamos en una batalla por la verdad. Hay engañadores que quieren robar la verdad. Nosotros seremos probados para ver si la verdad es profunda en nuestro corazón.
Cada iglesia del Nuevo Testamento fue probada. En nuestros tiempos, la más grande prueba de todos está por venir. Aparecerá el Anticristo, el archiengañador. Preparémonos para el día malo. Oremos para que seamos guardados de “la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran en la tierra” (Ap. 3:10).
Muchas gracias a los siguientes por su aporte y recursos:
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Dr. Brian J. Bailey - Por sus muchas cátedras y consejos.
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Matthew Henry - El comentario de Matthew Henry
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Conybeare y Howson - La vida y Epístolas de San Pablo, 1840,
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Numerosos libros de referencia, estudios de la Palabra, extractos cortos y semillas de pensamientos.
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Mary Humphreys – por su especialización en la corrección del manuscrito original en inglés.
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