Ludwig van Beethoven

Música clásica. Clasicismo. Romanticismo. Sinfonismo. Vida y obra. Haynd. Novena Sinfonía

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Introducción Los compositores más apreciados por la mayoría de los melómanos varían según el momento. No mucho tiempo después de la película Amadeus de Milos Forman, una encuesta revelaba que por primera vez, Mozart era el músico más popular. Circunstancias coyunturales aparte, la música de Beethoven impresiona y conmueve desde hace generaciones. No hace falta decir que si el melómano decepcionado lograse consultar, en un raro disco por ejemplo, el origen de lo que creía hallazgo beethoveniano, se convencerá mucho más de que era él, y no el musicólogo, quien estaba en lo cierto.... Y es que muchas veces el melómano honesto, sincero y formado en el buen gusto posee una intuición y una clarividencia mayor que la de muchos de esos musicólogos capaces de detectar detalles eruditos antes que de distinguir entre lo realmente grande y lo que es menos. Y es que Beethoven llevó a cabo en solitario y en poco más de un cuarto de siglo un impulso evolutivo más propio de un par de generaciones formadas por un puñado de músicos que conocen y se influyen mutuamente. 1.Infancia: Luces y sombras Hacia finales del primer tercio del siglo XVIII, Ludwig Van Beethoven, músico nacido en la ciudad belga de Molinas, se trasladaba con su familia a la ciudad alemana de Bonn huyendo de sus acreedores y atraído por la favorable situación musical de la ciudad. Su hijo Johann, también músico pero mucho más modesto y demasiado aficionado a la bebida, fue el padre de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos. Johann se casó en 1767 con María Magdalene Layn, de soltera Keverich, entonces de veinte años y que había enviudado a los diecieciocho. El primer hijo del matrimonio, bautizado el 2 de abril de 1769 con el nombre de Ludwig, murió seis días después. El segundo, bautizado también como Ludwig el 17 de diciembre de 1770, es de quien se ocupa este libro: es de suponer que había nacido el día anterior. De los restantes cinco hijos del matrimonio, sólo sobrevivieron dos: Carl y Johann. El abuelo paterno de Beethoven fue nombrado en 1761, maestro de capilla, pero daba que el sueldo no era muy generoso, montó un negocio de venta de vinos al por mayor. Beethoven sintió desde muy pequeño una cierta inclinación hacia la música, −se dice que a los cinco años su mayor placer era tocar el clave sentado en las rodillas de su padre−, por lo cual éste empezó enseguida a instruirlo. A los ocho años su padre ya le hacía tocar en público para ganar algo, abrigando sin duda la esperanza de convertirlo en un segundo Mozart. Pero la severidad con que su padre le trataba le impuso el aprendizaje de la música, estuvo a punto de hacérsela aborrecer. Contando Beethoven con nueve años, el amigo de su padre Tobias Pfeiffer prosiguió su instrucción musical; poco antes de cumplir los diez empezó a estudiar con Von den Eeden, luego con Koch y Zuder y con su primo Franz Rocantini y con Franz Ries. Pero la niñez de Beethoven no fue solo desgraciada por el trato de su padre, sino por el poco cuidado que le dispensaba su madre. En 1781 casi con once años se puso a estudiar con Christian Gottbab Neefe. Éste parece que se dio cuenta enseguida del talento excepcional de su alumno. Gracias a Neefe entre 1782 y 1783, Beethoven pudo acceder al Teatro de la Corte para tocar el clave en los ensayos. Neefe también logró la publicación en Mannheim de las primeras piezas del aún niño.

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Sin abandonar sus obligaciones como músico de la Corte, el joven Beethoven empezado hacia sus catorce o quince años a impartir clases de música. Por esas fechas (1785 − 1789), interrumpió casi por completo su actividad creadora. Hasta su definitivo traslado a Viena a finales de 1792, no publicó más que otra obra. 2. Viaje a Viena. Mozart y Haydn En la primavera de 1787, con 16 años, Beethoven viaja a Viena, impulsado por el príncipe−elector y por el amigo de éste el conde Von Waldstein, primer protector importante de Beethoven y a quién andando el tiempo dedicaría su Sonata para piano nº 21. Lamentablemente, hubo de regresar antes de lo previsto, tras solo dos semanas de estancia, al llegarle noticias del agravamiento del estado de salud de su madre, que obedecía una tuberculosis avanzada. No es absolutamente seguro que tocase, como era su deseo, ante Mozart. Según Otto Jahn, lo hizo y el autor de Don Giovanni <>. Pero les dijo a continuación a unos amigos suyos: Escuchadle; el mundo hablará de él. A los tres meses de su regreso a Bonn, el 17 de julio de 1787, muere su madre, lo que le obliga a convertirse en cabeza de su familia y en tutor de su padre, que bebe cada vez más. Dos años más tarde pedía el príncipe−elector que retirase del servicio a su padre y que, a cambio, le pasase a él la mitad de su sueldo, a lo que el elector accedió. El padre moriría el 18 de diciembre de 1792. En marzo de 1794 había completado lo que suele ser considerado su primera composición realmente personal. A la muerte de Leopoldo II el 1 de marzo de 1792, le sucedió Franz II. El 2 (o el 3) de diciembre de 1792, parte para Viena. El 18 de diciembre muere su padre. 3. En Viena. Cuando Beethoven llegó a Viena, llevaba consigo el bagaje de una considerable formación. Y lo que no pudo escuchar pudo conocerlo en la soberbia colección de música religiosa y de otros géneros que poseía la Biblioteca de la Corte. Al llegar a Viena, a Beethoven le sonrió la suerte: en un principio, todo le salía bien. Beethoven poseía la técnica de la mayores virtuosos de entonces y, aunque era capaz de imitar el estilo superficial, se dio a conocer y se distinguía por unos modos más fogosos y potentes y mucho más emocionales. Beethoven impresionó profundamente a la mayoría de los profesionales y también al público. 4.Las lecciones de Haydn. Por lo que se refiere a las lecciones de composición con Haydn, solo duraron unos catorce meses, hasta enero de 1794 fecha en que Haydn marchó a Londres. Después de que muriera Haydn, felicitaron a Beethoven por sus obras. Antes de que terminase el siglo Beethoven publicó otras cuantas composiciones. Desde 1794, tras ser derrotado militarmente, el príncipe−elector huye, Beethoven se queda sin sueldo. 5.Nuevo siglo, nuevos derroteros. También el nuevo siglo comenzó siéndole propicio: además de la seguridad financiera que le proporcionaba la 2

generosa asignación de Lichnowsky, el 2 de abril de 1800 pudo dar el primer concierto en su propio beneficio. Parece ver con claridad que, muerto Mozart hace ya una década y muy debilitadas las facultades creadoras del anciano Haydn, se encuentra solo y que no debe limitarse a repetir las fórmulas heredadas. Sigue la voz de su incontenible personalidad y escoge una vía que tiene algo de reforma y algo de ruptura. 6.La sordera. Seguro, pues, de sí mismo y decidido como pocas veces lo haya estado un compositor a emprender un nuevo camino, en su interior y sufriéndola en solitario sentía Beethoven gestarse una inminente y terrible tragedia de consecuencias imprevisibles. Así lo expresaba su música de principios del siglo XIX, y así se lo comunicaba por carta, por fin, a un amigo, su entrañable Franz Wegeler, en junio de 1801. Años más tarde (dos más o menos) escribía una carta a sus hermanos describiendo su sordera. A finales de la primera década del siglo XIX tuvo que dejar de tocar el piano en público; en 1814 fue penoso su intento de intervenir en la ejecución del trío Archiduque: apenas podía escuchar al violin y al violonchelo. En 1816 empezó a usar la trompetilla que amplificaba lo que le decían, y a partir de 1818 fue necesaria que la mayoría de sus interlocutores le escribiesen sus preguntas en los llamados cuadernos de conversación. Por asombroso que pueda parecer, la sordera no debió afectar negativamente a Beethoven como compositor; antes al contrario, le ayudó a aislarse y concentrarse mejor. 7. Beethoven, el hombre. Estos rasgos del carácter de Beethoven forman parte de un personaje que se cuenta entre los más firmes y de más acusada personalidad e independencia de la historia de la música. Su cuerpo era el de un hombre más bien bajo pero robusto, de anchas espaldas, manos fuertes y con bastante vello, dedos cortos y de acero. De piel morena, su cabeza era grande y ancha, con frente despejada, pelo negro, erizado e indomable, mentón ancho y poderoso, boca pequeña y ojos de color gris oscuro nada grandes pero vivaces, de mirada penetrante y extraordinariamente expresivos. Sus movimientos solían ser toscos y torpes y vestía casi siempre con descuido y desaliño, cada vez más conforme se hacía mayor. Beethoven se enamoró de muchas mujeres. Así, de su alumna la condesa Giuletta Guicciardi. En 1804 Beethoven siente una fuerte inclinación por Josephine Brunswik y cuando ésta enviuda le hace proposiciones. Sólo en sus últimos años dejan de aparecer en la vida de Beethoven nuevas amistades femeninas. 8. La amada inmortal. 1812 es el año, casi con plena seguridad, en que Beethoven escribió su famosa Carta a la amada inmortal fechada sólo con el día y el mes y sin nombre de la destinataria. Carta que o bien no fue enviada, o tal vez fue devuelta, puesto que apareció en casa de Beethoven tras su muerte. Tras publicarse en 1840, se armó un revuelo comprensiblemente enorme y desde entonces se han llevado a cabo innumerables investigaciones para tratar de averiguar a quién iba dirigida. La hipótesis más plausible parece la de Maynard Solomon, quien en 1977 ha demostrado con argumentos difícilmente refutables que la amada inmortal fue Antonie Brentano, mujer casada que respetaba pero no amaba a su marido. 9.Último impulso creador. 3

Hacia 1820 la popularidad de Beethoven se restableció en Viena y se interpretaron algunas obras suyas, Aunque no con mucho éxito. Después de completar la última de sus 32 sonatas para piano, Beethoven produciría aún unas cuantas obras capitales. Tampoco tuvo éxito con Goethe. La Misa se estrenó, y no entera junto a la Novena Sinfonía. Ese mismo año 1823 concluye las 33 Variaciones sobre un tema de Diabelli. Al año siguiente, la Novena Sinfonía. La terminación de la Novena Sinfonía parece haber quitado a Beethoven un gran peso de encima y se entregó con entusiasmo a la composición de sus últimos Cuartetos de cuerda. En abril de 1823 regresa a Rusia, tras larga ausencia, Ignaz Schuppanzign, primer violín del cuarteto que estrenó todos los de Beethoven, y vuelve a ocuparse de su interpretación. 10. Enfermedad final. Beethoven era fuerte físicamente, pero cuidó muy poco de su salud. Padeció, por ello, desde el comienzo de su edad adulta, enfermedades y crisis que fueron agravándose con el paso del tiempo. Así, tras las frecuentes desarreglos intestinales que sufrió desde su juventud, en 1815 experimentó disfunciones hepáticas, y pese a ello, siguió bebiendo sin mo deración. En octubre de 1816 se le declaró un fuerte catarro que tardó varios meses en curar, hasta el punto de decidirse a llamar en su ayuda a su amigo Nanette Streicher. La prolongación de este catarro, acompañado de intensos dolores de cabeza, le sumirá en la desgana y la tristeza hasta finales del año siguiente; pide auxilio a varios de sus amigos, pero apenas pueden o tienen tiempo de atenderle. De otra recaída en 1818 no se recobrará hasta pasar una temporada veraniega inusualmente prolongada en Mödling, más en contacto con su amada naturaleza que en Viena. A finales de 1820 le ataca una fuerte bronquitis y antes de recuperarse del todo, se le declara una ictericia en la primavera siguiente. Entre marzo y mayo de 1825 presenta un cuadro patológico complejo, pulmonar e intestinal. Al restablecerse, escribe el Molto adagio del Cuarteto opus 132. El primer día de diciembre, al volver con su sobrino a Viena coge por la noche una pulmonía. Ya no volverá a salir de su habitación. Según Schindler, su sobrino se olvidó de avisar al médico. Hoy está comprobada la falsedad de esta acusación. Una de sus últimas alegrías fue recibir los cuarenta volúmenes de las Obras completas de Haendel, recién editadas y que le enviaba el fabricante inglés de arpas J.A. Stumrpff. Haendel era para Beethoven el más grande compositor del pasado. Al día siguiente de ingresar su sobrino Karl en el ejército, Beethoven redacta su testamento, en el que manda escribir: Karl van Beethoven, mi bienamado sobrino, es el único heredero de todas mis tendencias. El 23 de marzo, sin embargo, añadió un codicilo al testamento: Mi sobrino Karl será mi único heredero, pero capital de mi propiedad irá a manos de sus herederos naturales o testamentarios. Al terminar esto. Beethoven exclamó: ¡Ya está! ¡Ya no escribiré ni una sola palabra más Al correrse la voz de que se encuentra gravemente enfermo, muchos de sus amigos van a visitarlo. Sus sufrimientos son grandes pero, los soporta con entereza. En una nota que G. von Breuning le envía, le dice: Me han dicho hoy que sufres de tal manera a causa de los chinches que cuando duermes te despiertas a cada momento; como necesitas dormir te llevaré algo que acabe con ellas. A los seis menos cuarto de la tarde del 26 de marzo de 1827, Beethoven muere.

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El entierro, el 29 de marzo, fue multitudinario: asistieron entre diez mil y treinta mil personas. El hermano y algunos amigos de Beethoven hallaron escondidos dos retratos de marfil en miniatura. Schindler sustrajo la carta A la amada inmortal, documentos y objetos, y unos cuatrocientos cuadernos de conversación. Las pertenencias restantes de Beethoven fueron subastadas.

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