Luis Amado Blanco: un eterno sueño desvelado

Luis Amado Blanco Luis Amado Blanco: un eterno sueño desvelado Luis Suardíaz* Escritor, poeta y periodista Yo astur de pecho alto [...] Yo astur de

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Luis Amado Blanco

Luis Amado Blanco: un eterno sueño desvelado Luis Suardíaz* Escritor, poeta y periodista

Yo astur de pecho alto [...]

Yo astur de ojos de lluvia en la tormenta [...] apretando mi garganta que quiere lanzar

el ¡xuxu! de mis gaiteros. LA.B.

N tIempo, por eso nos parece extra~

siempre advertimos el paso del

ño que estemos ya en el año del centenario de Luis Amado Blanco, pues nació el 4 de abril de 1903 en Rivera de Pravia, Asturias, cuyas esencias y cuya vigorosa historia siempre estuvo en sus ojos, aunque buena parte de su vida la pasó en Cuba y en otras latitudes. Con nuestro pais tenía vínculos familiares que se remontaban al siglo XIX y él mismo llegó en el fragoroso 1934 en calidad de periodista del Heraldo de Madrid. Eran los dias tumultuosos -título de un

poema de Regíno Pedroso de ese momento- que sucedieron al derrocamiento del "asno con garras" o "Mussolini tropical", que así fue llamado el sátrapa Gerardo Machado por Rubén Martínez Villena y por Julio Antonio Mella -nacido este último hace también un siglo, aunque en el recuerdo se mantenga atlético y juvenil-, de entonces datan sus reportajes titulados "A dónde va Cuba", y un temprano comentario publicado en la severa Revista de Occidente en tomo a un poemario acabado de sacar del horno: West Indies Lid, de Nicolás Guillén. Cuba también esta vinculada a sus primeros textos, pues en 1924 dio a conocer su primer cuento en la revista Bohemia con el título de "Madrigal". En La Habana se instaló definitivamente pocos años después, cuando España sufria el zarpazo de la Guerra Civil.

*La Biblioteca Nacioina! José Martí lo felicita por haber recibido el Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro 2002. [N. de la E.]

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Además de sus frecuentes trabajos para la prensa de la peninsula, habia destinado a la imprenta dos libros de diverso carácter: Norte (1928) con poemas que en su propio rótulo llevan la porción geográfica de su país que lo marcó para bien, y título, por cicrto, de una revista mexi-

cana que el poeta gijonés Alfonso Camin lanzó cn sus días andariegos y que aún mantiene un intelectual descendiente de asturiano, FredoArias el de la Canal, y Ii días en Leningrodo, fruto de su viajc al país de los soviets que se editó en 1932. Llegaba también al mar antillano provisto dc una credencial científica que debe ejercerse con arte supremo: su título de odontólogo, profesión en la que se desempeñó con éxito en su nueva patria. Todo esto lo tenia en cuenta otro cubano-asturiano de sobresaliente labor intelectual, Elíseo Diego, quien al presentar en 1977 el poemario de Luis Amado Tardío Nápoles, auspiciado por Ediciones Unión, escribió merecidos clogios al cantor y afirmó: Con los ojos bien abiertos a la belleza de este mundo vivió aquel a quien debemos Tardío Nápoles. Quizá por ello no pudo sino servir a causas justas: primero la de la tierra en que nació; y luego la de su patria de adopción, la nuestra, sin escatimarles fatigas ni riesgos. La limpieza de su andar cotidiano sin duda que le agu-

zó, en noble compensación, la sabiduría de la mirada. El cuento, la nOVela, el teatro, el periodismo de opinión y la crítica literaria y artística -pues además de enjundiosos comentarios sobre obras literarias, también ejerció como critico de teatro, cine, ballet...-Ie ocuparon buena parte de su tiempo y obtuvo premios en varios géneros y oficios, entre ellos, el "Justo de Lara", por su labor periodística, el "TaHa", por la dirección de la pieza dramática La dama del alba, de su compañero asturiano, el notable dramaturgo Alejandro Casona -nacido como él en 1903-, también concursó en el prestigioso premio de cuentos Hemández Catá que el magistrado Barreras mantuvo con éxito contra viento y marea, y, además de

algunas menciones; obtuvo el premio en 195 I -un año después del "Justo de Lara"- con su narración breve nombrada Sola.

Pero, con todo, su pasión íntima, su vocación principal fue la poesía. Y a esa fecunda parcela de su hacer nos referimos ahora con ocasión de su centenario, sabedores de que las nuevas promociones de autores (y de lectores) poco o nada conocen de esa labor, pues sus primeros poemarios se pierden en la lejanía del tiempo y el más reciente se editó hace un cuarto de siglo. Ya en Norte, el joven de apenas vcintiocho años define su pertenencia a la patria chica y a sus tradiciones.

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"Versos del Norte y de mi Norte"

Asturias. Tierra verde manchada por las minas

y endulzada de orbayo, donde lodo se desvanece en gris de lejanía Cumbres de nieve y sol, cansados valles. Puertos y playas de una mar bravia. Aunque no quiera Uene que sonar un poco a gaita el ritmo de mi lira.

Once años después, ya radicado en Cuba, esa lira tendrá también ronco y fuerte sonido de tambor golpeado en su poema inédito "Canto a La Habana con rumba", mientras la gaita, nunca desaparecida, pcro sí disminuida ante el oleaje del mar Caribe, reposa en su sombra:

Mulateria de recuerdos y saudades que clavan sus flechas infinitas en el corazón sin latidos de las hojas muertas. Dame dos lagos para hacerle los ojos, Habana, y dame tus nubes para crear una geometría con quinta dimensión.

Antes ha rendido tributo al instrumento familiar de larga tradición: "La gaita duerme entre sacos de manzanas I y el bongó suspira por el rugir de un león en libertad". Asi la música de la lejana tierra se trenza de algún modo con el estruendo del bongó quc convoca ritos venidos del

Las negras atornillan su cintura al falo de un deseo y los negros sueñan con las popas de los barcos perdidos para siempre. Ponme la mano, Macorina. Que viene el tren. Que viene el tren, Macorina. Que viene el tren. Hay un prado verde sobre el mar y un iXuxu! Clavado en el pecho de una cubana que no quiere cambiar su reloj por la moneda del poniente. La verdaderamente mítica Macorina vuelve de nuevo al verso, como ya lo había hecho con el gijonés Alfonso Camín ('Tus pies dejaban la estera I y se escapaba tu saya I que al verte en la guardarraya I las cañas azucareras I se echaban por el camino I para que las molieras...") y toda la sensualidad del trópico, esa luz sin fisuras, ese calor que pide almas y cuerpos desnudos, esa música que convoca ritos y pecados memorables, la que hizo vibrar al sabio Alfonso Reyes, quicn IIcgó a sentir pena por Gauguin y Picasso que no pudieron disfrutar de este ardiente paisaje, es ahora patria cotidiana de Luis Amado ("Tu cola de mil luces I barre el túnel de la noche") que se entrega al vértigo insular:

Que viene el Iren, Macarina. i Tus pechos balen mi sangre! i Tus nalgas balen mi miedo! Mi boca rfe en tu sexo. Mañana será verdad

vasto territorio africano, y es con

auxilio de la vanguardia que el cronista describe el ámbito de los barrios populares.

La rumba no ..e acabó. Habana dame tu son.

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"Pesadilla" es un canto que el propio autor confiesa haber escrito a los veintiún años y sugiere el desamparo del adolescente que ha perdido esa nube blanca que simboliza la infancia sin duelos. Publicado en 1928, el texto recuerda las canciones de su admirado García Lorca, sobre todo cuando se trasvase

niña que lava y lava sin destino se queda extasiada y sólo piensa en

¡El marquesita! Sus ojos azules de mar ridícula, Su labio, su ataúd de besos y manos que peinarían cabe los de alga en sirenas blancas de velas perdidas

en otro, el nombrado "Ciudadana";

La luna de esta ciudad no es la luna de mi pueblo. Ahora tan alta ¡y aquella me bordaba los pañuelos! La luna cabaretera no es la luna de mi espejo. Al autor de Romancero gitano le dedica ese mismo año un canto titulado "Gitana rubia" en el que intenta fundir los fuegos andaluces con los trigales dorados y opalescencias asturianas:

Gitana de piel de leche, vela en océano de estío, se perdió en tu cabellera un trigal de oro molido, y bajo los negros arcos de tus cejas van dos rlas ensoñando un mar azul y abrazando juncos líricos en las márgenes amadas de tus párpados dormidos. A la gitana de la aurora, a la gitana rubia van sus versos a trote de borrico O por los caminos del aire. Un año después el extenso "Romance de la niña lavandera" es una protesta por las injusticias del mundo que dividen en paraísos e infiernos los días diferentes de los que tienen y los que no tienen y retoma el viejo asunto de la niña pobre que se deslumbra ante los ópalos de la sobrada mansión de los marqueses. La

1933, la República estrena desde hace muy poco tiempo sus galas. No las de seda sino aquellas que visten los de abajo. Los enemigos internos y externos no cesan de hostigar al anhelado proceso. Pero el pueblo y sus poetas viven sus días de crear y de proyectarse hacia el futuro. Los viejos símbolos se mezclan con los estampidos de la vanguardia. Dos amigos de Luis Amado, los poetas Concha Méndez y Manolo Altolaguirre le imprimen su poema de sugestivo titulo "Tennis":

Celosía de sport. Hamaca fuerte para vuelos esféricos mientras espectadores de verano se tornaban invierno Asfixia la campana sin bautizo ni entierro. La luz de los civiles y a los bandoleros. y sin embargo. Y sin embargo en el campo de hielo anunciaba con voz americana pesca de peces muertos. Entre sus papeles también hallamos un poema que formó parte alguna vez de un cuaderno titulado "Romanticismo en ángulo", una de sus obras fraguadas antes de la devastadora Guerra Civil, que se desvaneció en su biblioteca de España y nunca llegó a la letra impre-

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sa ni apareció hasta hoy. El rescatado único se nombra "Tres momentos":

¿Por qué no me regalas esas trenzas de niña, ni esa lágrima absurda robada en la pechera, ni aquella verde aurora que pierdes en la nube que se merece orgullosa, atada a mi pechera? Como otros autores de su generación flagelada por la guerra española y por la Segunda Guerra Mundial, Luis Amado perdió no sólo su tierra sino también bienes espirituales, poemas irrecupcrabies, paisajes, rostros, caminos. Aun así logró publicar su Poema desesperado

a la muerte de Federico Garcia Lorca (1937) Claustro (1942) que este año será objeto de una edición facsimilar auspiciada por la UNEAC y el ya mencionado Tardío Nápoles que había aparecido hacia 1970 en Papeles de Son Armadans en la península, pero entre sus textos inéditos y en las revistas se conservan otros que dan cuenta de su permanente relación con la poesía. Ese oficio íntimo, totalmente voluntario se alzó en el oleaje de los dias intensos, si tenemos en cuenta que el odontólogo y cronista, el hombre de teatro y crítico de arte, al triunfo de la Revolución ocupó el cargo de jefe de negociado de divulgación artística en el Ministerio de Educación, sin abandonar sus clases en la escuela profesional de periodismo Márquez Sterling. Ya en 1961 se desempeña como embajador de la UNESCO y en la Santa Sede. Definitivamente se queda en Roma como embajador ante el Vaticano hasta su muerte el 9 de mayo de 1975.

Desde 1969 era decano del cuerpo diplomático en ese peculiar Estado, de modo que la fidelidad a la poesia no resultaba nada fácil. Por eso en su última etapa más que libros orgánicos, nos dejó temas en verso, ráfagas, impresiones, evocaciones, con excepción de su singular elogio a 'la tierra napol itana. El numeroso homenaje a Federico está estampado de lágrimas cubanas. Un no identificado hombre del pueblo le sirve de compañia en esta desolada elegía y con él se duele de la pérdida enorme:

Por aquel rey de gitanos que un dia me vino a ver. Yo sé. Ya sé. Y comió mi ajiaco humilde. Yo sé. Y besó mi negra frente y se fue por la calle de las cruces. Ya sé Yo sé, negro amigo, el enfurecimiento de mis estrellas bajo este cielo plátano verde. Y también- 1(1 desesperación de estas horas de siesta sin el martillo de la tragedia en las caracolas, colgado de la hamaca imposible de un arcoiris roto en el deshacer de un día. Desde el mirador antillano se ven los desastres del mundo y sobre todo ese prólogo de la conflagración internacional que es la guerra entre el fascismo y la repúbl ica en la península. El poeta asesinado llevaba en sus palabras "el

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ímpetu del corzo que cruza la arboleda", y ahora lo que prevalece es "un mundo con ruta de cañones". La ele-

gía es el primer poema cubano del asturiano de gran calado. Cuba y España se trenzan -como en "Doña Velorio", antologado por Salvador Bueno en su medio siglo del cuento en Cuba, que transcurre en días espinosos entre Oviedo y La Habana- y se identifican en el dolor y la angustia.

Tardío Nápoles concursó en el Premio Internacional de Poesía de Taormina, Italia, en 1971 y alcanzó esa categoria que convencionalmente llamamos finalista, es decir de los que compiten hasta los últimos debates. Lo señalo no porque el premio lo hubiese lanzado al mercado, pues a mi parecer un libro de absoluta intimidad, de pasión, de singular homenaje no es propio para concursos, sino que lo hago únicamente para fijar la fecha en que Luis Amado lo consideró terminado hace ya más de treinta años. Impreso en la primavera de 1977, dos años después de fallecido su autor, lleva una nota lírica que es también una dedicatoria a la ciudad cantada y a su pueblo: "A Nápoles, costa de azul, dioses y brisas, bajo la humectante y pecaminosa punición del Vesubio. Pueblo maravilloso que por vivir a la sombra de un volcán sabe gozar alegre y disparatadamente de la vida". Con dos jugosas citas de la Eneída de Virgilio y otra de Rubén Daría, el libro, que sobrepasa las ciento treinta páginas, pronto nos sumerge en la atmósfera de la ciudad cantada y se pregunta: "¿Qué es esto de llegar? ¿De llegar tarde o no llegar jamás, sala de espera / para el último viaje de la

Vida?". Y recuerda sus infantiles días escolares

Me acuerdo del maestro con sus gafas, sus reglas y sus mapas, su sapiencia,

el encerado negro con sus blancas líneas de tiza, las calladas voces de doscientos ocasos inefables recogidos en el pasar deprisa. Ante el paisaje hirviente, donde la historia y sus míticas criaturas se juntan para disputarle el camino a los napolitanos de hoy, vuelven los personajes que poblaron sus primeras lecturas de patrias europeas y se pregunta:

"Ser o no ser". ¿Por qué Hamlet has vuelto una vez más con tu puñal herido> "Ser o no ser". Pero Fausto quería retornar otra vez, aquellos labios acariciar los senos de la amada, y clásico saltar sobre la hierba del dorado jardin en tiempo nuevo. "Ser o no ser ". No pudo ser. Es tarde. Lo tuve todo ayer, hoy tengo poco. La ciudad es un ser vivo, multiplicado, entregada a la prisa de los días, esa rica presencia numerosa lo convida a meterse de lleno en los acontecimientos y confiesa:

Jamás creí que este mundo existiera. Que existiera este mar. Que existiera este monte coronado de fuego. Que existieras tú, Nápoles, ciudad arrebatada, gozosa en el pecar,

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arrepentida siempre del pecado cumplido. y el doctor Fausto, que reaparece muchas páginas después, ahora se rinde ante el decursar del tiempo y no le declara la guerra a la magia que pretende la conquista del instante a cambio de las cuentas a saldar en el infierno, ahora la temperatura de la ciudad y sus símbolos le ganan la partida:

He renunciado a mí. No sé lo que acontece: Quizá es lo contrario. ¿ Por qué si lo que quiero es volver a vivir, aunque sea un minuto,

oh Fausto amigo, para abrazar a Margarita. Entre sus papeles escritos en Roma hacia 1967 hay un poema llamado "Telegrama" donde narra en moderna Iirica el encuentro de dos jóvenes que se enamoran, juegan, riñen, sonríen y...

"[ ...] no saben que tienen un puñado / de monedas de oro entre las manos / que los gnomos de parque las roban una a una". Y al siguiente año, el 2 de abril, en La Habana escribe otro poema también inédito titulado "Mister Johnson desayuna". El sirviente le va diciendo al poderoso señor las bondades que la mesa le depara. Es el momento en que

los marines destruyen todo lo que ven a su paso en la heroica tierra vietnamita y el poeta denuncia con símbolos estremecidos:

Vea el menú. Como siempre hay de todo lo que el señor desee. Esta mañana después del jugo de toronja, un niño

de Viet Nam. Llegaron ayer muy tarde, primero en avión, más tarde en helicóptero conservados a treinta bajo cero. He citado in extenso varios poemas de Luis Amado Blanco porque sé que no están en circulación o no se hallan impresos. De ese modo pienso que contribuyo al homenaje que todo auténtico escritor desea: ser leido, más que elogiado en reseñas o discursos de ocasión. Su centenario es propicio para que unos vuelvan a él y para que otros, los más lo descubran por su cuenta y puedan seguirlo en estos versos serenos, limpios de 1970:

[...] sólo me queda el sueño desvelado la fontana atrevida en las mañanas del invierno. El sol en el ocaso de los montes.

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